Artículos

Resonancia maritainiana en la formación ideológica del justicialismo peronista

The influence of Maritain’s philosophy in peronist doctrine

Elena Picech
State University, Estados Unidos

Resonancia maritainiana en la formación ideológica del justicialismo peronista

Procesos Históricos, núm. 33, pp. 41-51, 2018

Universidad de los Andes

Recepción: 15 Agosto 2017

Aprobación: 15 Diciembre 2017

Resumen: Este artículo intenta develar la resonancia del pensamiento del teólogo y filósofo Jacques Maritain en la formación ideológica del justicialismo, liderado por Juan Domingo Perón, a la que el escritor Leopoldo Marechal, como intelectual allegado al movimiento, contribuyó. Este es un tema que merece nuestra atención debido a la contemporaneidad de Maritain y Marechal, la relevancia del teólogo y filósofo francés en el pensamiento católico, y la doble afiliación católica y peronista del escritor argentino.

Palabras clave: Justicialismo, Leopoldo Marechal, Jacques Maritain, humanismo integral.

Abstract: This article intents to unveil the traces of Jacques Maritain‟s theological and philosophical thought in the ideological foundation of the peronist doctrine known as Justicialismo, to which Argentinean writer Leopoldo Marechal, as an intellectual affiliated with the movement, contributed. This topic deserves our attention given the contemporaneity of Maritain and Marelachal, the relevance of Maritain in Catholic circles, and Marechal‟s affiliation both to Peronismo and Catholicism.

Keywords: Justicialismo, Leopoldo Marechal, Jacques Maritain, Christian Humanism.

La justicia, la humanidad y el recto amor del prójimo son parte esencial de la estructura misma de la realidad política y económica (Jacques Maritain, Religión y cultura, p. 29).

Introducción

En estas páginas, intentaremos rastrear la resonancia maritainiana en la formación ideológica del justicialismo liderado por Juan Domingo Perón a la que Leopoldo Marechal contribuyó, como intelectual allegado al movimiento. Su vida y su obra forman parte de la encrucijada que anuda política, religión y cultura; y que lo llevó a un largo período de marginalización. Este es un tema que merece más atención, dada la contemporaneidad de Marechal y Jacques Maritain, la relevancia del filósofo francés en el pensamiento católico, la doble afiliación católica y peronista del escritor argentino y el rol del peronismo en la modernidad argentina.

Antes de adentrarnos en el tema que nos ocupa en este artículo, debemos recordar dos aspectos fundamentales que contribuyeron a la formación ideológica de Marechal. Por un lado, la reactivación del catolicismo; y, por el otro, el desarrollo de una conciencia popular, que iniciada en los años irigoyenistas, se consolidó con el peronismo. En los años que precedieron al nacimiento del peronismo, particularmente las décadas veinte y treinta, hubo una fuerte reactivación del pensamiento católico argentino. Durante ese periodo fue de gran importancia la figura de Jacques Maritain, cuyas ideas filosóficas se propagaron en los ambientes culturales locales, de los que participaba Leopoldo Marechal.

Maritain proponía una renovación del catolicismo, sustentada en un humanismo teocéntrico pero de carácter profano e integral. Su postura era de adaptabilidad a los nuevos tiempos. Por su parte, Marechal anhelaba el retorno a las fuentes primigenias del cristianismo. De allí que él mismo se autodefiniera como “un retrógrado (…) en la significación «mejorativa»; como el surubí1 que, en búsqueda de su origen, nada contra la corriente2. Aunque desde una postura reaccionaria, que lo acercaba más al británico G. K. Chesterton3, Marechal coincidía con Maritain en lo esencial, el anhelo de una nueva cristiandad capaz de asumir un rol protagónico dentro de la vida del hombre moderno. Protagonismo que en la Argentina de la primera mitad de siglo sería ocupado por el peronismo, al que Marechal se unió desde sus comienzos en la década del cuarenta.

El peronismo adoptó una posición crítica frente a las condiciones de vida del hombre moderno y propuso una justicia social que reconocía al individuo en tanto su “finitud material y trascendencia espiritual”4. Perón llama a “[enfrentar] un mundo que se derrumba, precisamente por haber destruido al hombre (…) […y propone] levantarlo sobre sus ruinas hasta devolverle las alturas de su excelsa dignidad”5. El gobierno intenta asumir la responsabilidad de construir una nueva Argentina, donde todos sean partícipes de su bienestar. Nótese la similitud del discurso de Perón con las palabras de Maritain cuando, al hablar del mundo moderno, lo describe en “miserable estado (…) cadáver del mundo cristiano hace desear (…) el reencuentro de una civilización verdadera”6. Éste también critica el rol pasivo del catolicismo, cuyos principios “duermen” y a los que es necesario despertar7. Maritain sostiene que a “la sociedad política” le corresponde “llevar a la multitud a un grado de vida material, intelectual y moral conveniente para el fin y la paz del todo, y que facilite positivamente a cada persona la conquista progresiva de su plena vida de persona y de su libertad espiritual”8. Al referirse a la propiedad privada y el capital, afirma que el problema actual radica en que los beneficios de estos estén reservados a un grupo minoritario privilegiado. Hay una notable coincidencia entre el mensaje peronista y las preocupaciones expresadas por Maritain. Ambos, el discurso político y el filosófico, plantean, como veremos más adelante, la idea de un nuevo humanismo que, sin descuidar los avances modernos, retome los principios esenciales del cristianismo sustentados en la dignidad de la persona humana. No se trataba de volver al ideal medieval sacro de lo temporal9 sino a “una cristiandad nueva actualmente concebible” dentro de un “Estado pluralista”10. Juan D. Perón, como Maritain, sostiene que el nuevo humanismo, a diferencia de la edad medieval, admite la pluralidad religiosa y la existencia de diversos órdenes—económico, social, político— en los cuales el hombre participa libremente. En la conferencia Proyecciones culturales del momento argentino, (1947), Leopoldo Marechal, como voz del peronismo, define al movimiento peronista de la siguiente manera:

Nuestra revolución no se basa en una doctrina del Estado (…) sino una doctrina del Hombre, tendiente a lograr una adecuación del Estado a los intereses del Hombre (…) Trabaja sobre un conocimiento integral del hombre (…) La obra de justicia social en que nuestro gobierno se halla empeñado no solo tiende a restituirle al hombre la dignidad de su cuerpo, mediante nuevas y generosas condiciones de vida, sino también su decoro de criatura espiritual…11.

El autor enfatiza el aspecto “humano” de la doctrina peronista y el rol del gobierno como garante de condiciones que permitan el crecimiento personal. Usa la mayúscula en “Hombre” para resaltar el carácter integral de la criatura humana en su complejidad física, intelectual y espiritual.

El peronismo se presentaba como un proyecto de avance social que venía a completar el proceso de modernización nacional al incorporar a las masas dentro del proceso político democrático. Surgió como una alternativa a las formas extremas del liberalismo y de los sistemas totalitarios; alternativa que Perón denominó “la tercera posición” y a la que describe como el “equilibrio entre los extremos”, la búsqueda de la armonía social a través del reconocimiento de que “el hombre es individualidad y comunidad”12. Es posible argumentar que la doctrina peronista, a la cual Marechal, como intelectual allegado al movimiento, contribuyó, fue enriquecida con elementos de la filosofía de Maritain, particularmente su visión orgánica del hombre frente a los desafíos de la modernidad. (Los términos cristiano y católico se usan en forma indistinta en este artículo).

Leopoldo Marechal: un humanismo cristiano y peronista.

La filosofía de Maritain dejó una impronta insoslayable dentro del pensamiento católico argentino, al que Marechal no era ajeno. Como ya se mencionó anteriormente, en los años treinta, Maritain hace un llamado hacia una renovación auténtica del cristianismo. Como conferenciante en los Cursos de Cultura Católica, el filósofo francés expuso detalladamente sus ideas sobre las posibilidades de una nueva cristiandad basada en una filosofía humanista de carácter integral. Ésa es la época en la que Marechal integra el grupo Convivio de los Cursos de Cultura Católica, reaviva su fe y se familiariza con el pensamiento de Maritain. Al referirse a estos cursos, Marechal explica que uno de los objetivos era “poner en estudio, reverdecimiento y práctica los tesoros intelectuales de la iglesia universal, en la filosofía, la ciencia y el arte, diluidos y hasta olvidados por ella en frías prácticas rituales o mecánicos ejercicios de caridad”13. A saber, revitalizar principios que estaban dormidos, anquilosados o manifestados en formas huecas que habían sido vaciadas de su contenido original. El amor al prójimo no podía limitarse a la limosna, que no es más que una perpetuación de la pobreza, sino que debía aspirar a un orden más humano, donde el pobre no fuera un indigente sino un hombre. Recordemos que el cristianismo comenzó no como una religión sino como una filosofía moralista14 sustentada en valores que defendían la dignidad de la persona. Hasta la primera mitad del siglo dos, la preocupación del cristianismo no radicaba en aspectos teológicos ni doctrinarios sino en la armonía social y la buena conducta de los ciudadanos. Son justamente esos valores los que se filtran en la concepción filosófica del peronismo.

Perón, al referirse a la ética peronista, afirma que “[ésta] da nuevo soplo vital a la moral que Cristo predicó”15. Ese cristianismo de los primeros siglos es el que intenta recobrar Marechal y el que lo llevó a apoyar al peronismo y a autodefinirse como un “cristiano viejo”, fiel a la vida y obra de Cristo. Al apoyar al peronismo, Marechal entendía que apoyaba aquello que Maritain llamaba “verdades esenciales para una concepción cristiana del mundo y de la vida”16. Dicho de otra manera, el compromiso de crear un ambiente temporal que atendiera a las necesidades materiales, respetara las individuales y posibilitara el crecimiento personal. Su respaldo al peronismo era coherente con su postura de vida cristiana y su formación ideológica. Según su propia declaración “el peronismo, que fue cristiano, digan lo que digan, transformó a una masa numeral en un pueblo esencial”17. Marechal estaba profundamente convencido del rol trascendental del peronismo.

Durante su visita a Buenos Aires, en 1936, Maritain expone su filosofía del Humanismo Integral, la cual había sido concebida como una salida práctica frente a los desafíos impuestos por la modernidad. Coincidiendo con su visita, se publica en Buenos Aires, el libro Problemas espirituales y temporales de una nueva cristiandad, antesala de su libro Humanisme intégral18. Allí se plantean tres aspectos centrales: el progreso material y espiritual, la evolución histórica del cristianismo, y las posibilidades de una nueva cristiandad basada en “la dignidad de la persona humana y de su vocación espiritual, y del amor fraternal que le es debido”19. Maritain insiste en que el cristianismo debe manifestarse en el plano de “la acción religiosa” y en el plano de “la comunidad temporal [ya que] para servir al bien hay que permanecer fiel, en primer lugar, a los valores de verdad, justicia y amor que constituyen su elemento principal”20. Además, consciente de los errores de los siglos pasados, insiste en el daño que las posturas unívocas han causado al cristianismo. En su lugar, propone una actitud analógica que, sin comprometer la esencia del cristianismo, sea capaz de amoldarse a los nuevos tiempos para poder convivir con la modernidad, penetrarla y volverse parte de ella para actuar desde ella como una fuerza endógena. Lenta, pero progresivamente, sus ideas se expandieron21.

Marechal, como intelectual católico, a través de sus lecturas personales y su participación en los Cursos de Cultura Católica, estaba bien empapado de las ideas del filósofo francés. Los conceptos tan machacados por Maritain sobre una “nueva cristiandad” y un “humanismo integral” no solo no eran ajenos al peronismo de Marechal sino que lo estimulaban. Al apoyar al peronismo, asume una actitud práctica que nos remite a la concepción cristiano-profana alentada por la filosofía humanista maritainiana cuyo objetivo era “instaurar un nuevo régimen de civilización; una revolución auténtica, la reinstauración de un nuevo orden cristiano, romper con el presente”22. Para Marechal, el peronismo representaba esa revolución; tenía una percepción integral del hombre en tanto “individuo económico” y “persona intelectual”; era “original”, en parte, porque reconocía no solo las necesidades materiales humanas sino también las espirituales23. En la conferencia de 1947, a la que se hizo referencia al comienzo, Marechal habla de la revolución peronista como una “doctrina del Hombre” cuyo carácter es “integral” dado que reconoce no solo las necesidades de subsistencia sino también aquellas de orden estético y espiritual. Coincide además con Maritain sobre la importancia del arte en la vida del hombre común, entendiéndose que: “El arte enseña a los hombres las delectaciones del espíritu”24. Como portador del mensaje peronista, al hablar de la escuela primaria, Marechal sostiene que ésta debe contribuir a “una mayor afinación de la sensibilidad, y, sobre todo, la creación temprana de hábitos culturales”25. Así, puntualiza la importancia del acceso a los bienes culturales como parte de ese desarrollo integral, aspecto que alude al espíritu tomista que ambos comparten: “Nadie, dice Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, puede vivir sin delectación”26.

Pero Marechal va más allá dado que no solamente se interesa en el desarrollo de la cultura y el acceso a ésta sino que le preocupa la vulgarización de las formas artísticas, de una concepción del arte que no es genuina. Tanto en su obra literaria como en su discurso proselitista, resalta la necesidad de no subestimar al hombre común y hace notar que frecuentemente la oferta cultural destinada a los sectores populares ha respondido a intereses mediocres, no de la demanda sino de la oferta. Refiriéndose a este punto, en la conferencia de 1947, Marechal afirma: “a menudo el fracaso de ciertas empresas culturales que, so pretexto de adaptarse a un „nivel popular‟ que se pretendía conocer, ofrecieron al público divulgaciones de medio pelo”27. En su novela Adán Buenosayres, el autor satiriza al periodismo por haberle robado al hombre común el uso de su tiempo de ocio: “usted le ha escamoteado al buey ese tiempo, y le dio como substitutivo diez páginas llenas de ignominia”28. A través de Adán, el autor resalta el aspecto estandarizante y mediocre de la prensa; y la pobreza de una oferta cultural que se vuelve perversa, cuando es movilizada por intereses económicos y por una subestimación del público.

La veta maritainiana: sociedad y política

En sus conferencias y trabajos publicados en la década del treinta y cuarenta, Maritain lamenta el viraje antropocéntrico que toma el humanismo clásico y alude frecuentemente al aspecto perverso del mundo moderno. Según su postura, el humanismo, que surge a partir del Renacimiento y de la Reforma Protestante, se volvió inhumano29. A partir de la subsecuente secularización, el cientificismo y las teorías económicas que se sedimentan en los siglos diecinueve y veinte, el humanismo, según Maritain, adquirió un carácter trágico, dado por la concepción materialista que tanto el capitalismo como el marxismo alentaron. “Actualmente el mundo parece apresado entre dos formas opuestas de barbarie”30. Es a partir de ese reconocimiento que propone un nuevo humanismo, que integre y atienda las distintas esferas de vida del hombre: “La justicia, la humanidad, el recto amor del prójimo son parte esencial de la estructura misma de la realidad política y económica”31. Desde su tomismo, Maritain reconoce las necesidades materiales y reflexiona sobre las condiciones de la sociedad moderna y la cristiandad. Critica la pasividad de los católicos frente a la deplorable realidad:

Nuestros principios duermen (…) la terrible desatención del mundo católico a las advertencias de León XIII en materia social (…) ante problemas que interesaban directamente la dignidad de la persona humana y la justicia cristiana”32.

Aunque el llamado de León XIII al final del siglo diecinueve había caído en oídos sordos, como lo puntualiza Maritain, sus preocupaciones no fueron abandonadas. La Iglesia las retoma con fuerza en el siglo veinte33. Debido a que este escrito se limita a analizar la injerencia del pensamiento maritainiano, tamizado directa o indirectamente, a través de Marechal en su rol de intelectual peronista, no me detendré en el rol y la influencia de la Iglesia dentro de la concepción del estado argentino. Sin embargo, quiero dejar sentado que a lo largo de la historia argentina, particularmente durante el siglo veinte, la Iglesia formó parte no solo del desarrollo sociocultural sino también del proceso de politización34 antes y durante el peronismo.

Reconocer la influencia maritainiana en el desarrollo de la filosofía justicialista y el discurso peronista no implica rechazar el ascendiente de la doctrina social católica, difundida particularmente por las encíclicas papales Rerum novarum (1891), de León XIII, y Quadragesimo anno (1931), de Pío XI, cuyos ecos también resuenan. Nuestro objetivo no es negar esos aportes, sino descubrir aquellos que han pasado inadvertidos, en este caso, la filtración del pensamiento maritainiano en el trasfondo filosófico del peronismo.

Maritain propone “una nueva cristiandad” caracterizada por la fraternidad y la justicia; por un doble compromiso, con el más allá y con “la ciudad temporal”35. Él reconoce la separación de las esferas de la política y la religión, pero espera que ambas cooperen para el bienestar del ser humano. Acepta la pluralidad religiosa de la sociedad moderna y la necesidad de asumir una actitud conciliatoria, pero alienta una suerte de comunidad mundial que, aunque pluralista, se sustente en principios cristianos. Por su parte, la llamada “tercera posición”, base ideológica del justicialismo peronista, coincide con el espíritu maritainiano al asumir una actitud práctica frente a la nueva realidad que impone la modernidad: tratar de atender a las esferas del mundo material y espiritual, y admitir el pluralismo religioso. El gobierno peronista, aunque sustenta al catolicismo como religión del Estado, adopta una actitud abierta hacia otras religiones. Un ejemplo de su pluralismo se evidencia en el libro de segundo grado de la escuela primaria de Ana Lerdo de Tejada y Aurora Zubillaga, Un año más. Allí, en la lectura titulada “Religión”, la maestra les explica a los estudiantes: “La religión oficial de la República Argentina es la católica, apostólica, romana (…) [Pero] no debemos olvidar que solamente respetando a los que nos rodean lograremos que nos respeten en cualquier parte del mundo”36.

Si bien el peronismo tomaría un tono demagógico y autoritario, su propuesta intentaba ser abarcadora. Al analizar el discurso peronista vemos que en su doctrina convergen las preocupaciones manifestadas por las voces del catolicismo y la aversión hacia los dos grandes sistemas económicos surgidos en la cuna de la modernidad: el capitalismo liberal y el socialismo colectivo, según Maritain, dos formas de barbarismo. En el mensaje del 15 de octubre de 1944, Perón proclamaba: “No apoyamos al trabajador contra el capital sano, ni a los monopolios contra la clase trabajadora, sino que propiciamos soluciones que [los] beneficien por igual”37. Luego, el 29 de diciembre de 1945, Perón decía: “Pensamos en una Nueva Argentina, profundamente cristiana y profundamente humanista”38. Así también, el 5 de octubre de 1948, Perón declaraba: “Es necesario ir a otro sistema, donde no exista la explotación del hombre, donde seamos todos colaboradores de una obra común para la felicidad común, vale decir, la doctrina esencialmente cristiana”39. Vemos en este discurso un notable paralelismo con el humanismo maritainiano. La “tercera posición” del peronismo se presentaba como una alternativa que buscaba simultáneamente preservar la integridad de la persona y trabajar por el bien común y el desarrollo de condiciones que facilitaran el acceso al trabajo, la vivienda, la salud y los bienes culturales.

Además de los puntos de contacto mencionados a lo largo de este artículo, hemos podido identificar otros indicios concretos de la filosofía de Maritain en la concepción filosófica del peronismo. Un cotejo y lectura atenta del libro Humanismo integral (de Maritain) y del libro Filosofía peronista (de Perón) arroja sorprendentes puntos de coincidencia. En principio, ambos autores parten de una aproximación histórica que se remonta a la Edad Media, en el caso de Maritain, y a la Edad Antigua, en el caso de Perón. Sus análisis arrojan aspectos positivos y negativos que lleva a ambos a adoptar una posición crítica frente a la realidad que habita el hombre moderno; y, como respuesta, promueven una nueva era sustentada en principios cristianos, una concepción orgánica del hombre en oposición a la antropocéntrica materialista. No solo la forma como encaran su estudio sino también las cuestiones que tratan son similares: la relación hombre y Estado, hombre y trabajo, hombre y libertad, hombre y comunidad, hombre y conducta ética, hombre y cultura. De particular interés para ambos es la evolución del humanismo, que lleva a uno a desarrollar el concepto de “humanismo integral” y al otro el de “humanismo peronista”. En ambos casos las bases son similares, un humanismo esencialmente cristiano abarcador.

El nuevo humanismo que propone Maritain tiene un “carácter orgánico”40. Es “una concepción profano-cristiana de lo temporal (…) opuesta a las del liberalismo y del humanismo inhumano de la edad antropocéntrica”41. El éxito de este nuevo humanismo cristiano, sostiene Maritain, debe producirse “no solo entre un grupo selecto de intelectuales sino en la masa popular”42. Así también, la incorporación de los sectores populares es clave en la concepción de la filosofía peronista. El 17 de octubre de 1950, Perón define al justicialismo como “una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”43. Se trata de un humanismo “práctico (…) una concepción orgánica”44. Este cotejo no implica asumir que Perón haya leído a Maritain sino que busca reconocer la huella maritainiana en el discurso peronista, y su posible filtración a través de intelectuales como Marechal. En ocasión de su entrevista con Alfredo Andrés, Marechal dijo haber colaborado con la campaña de difusión y con “la formulación teórica del peronismo”45. Más allá de esta declaración, no se cuenta aún con estudios que documenten en forma fehaciente su participación. Sin embargo, esto no sorprende ya que los intelectuales fueron relegados e ignorados por el movimiento peronista. Así lo demuestra el lugar marginal que el peronismo concedió a los pensadores que contribuyeron en la formulación teórica de su doctrina; tanto católicos como no católicos, entre los que se contaban, además de Leopoldo Marechal, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini y Carlos Astrada. Por ejemplo, a Astrada se le atribuye el lineamiento del discurso que Perón dio en el Congreso de 1949, conocido como “La comunidad organizada”. Sin embargo, según D‟Iorio, Perón jamás le otorgó ningún crédito, arrogándose para sí la función de pensador práctico46.

A modo de conclusión

Tres figuras sumamente diversas, Jacques Maritain, Leopoldo Marechal y Juan Domingo Perón, quedaron enlazadas en la historia cultural argentina de la primera mitad del siglo XX. El peronismo no solo coincidía con el humanismo integral propuesto por Maritain sino que hizo suya la antorcha de ese humanismo cristiano integral, que trataba de atender las distintas necesidades del ser humano. Perón afirmaba: “El humanismo peronista está aferrado a la realidad concreta de nuestro tiempo (…) proclama una visión integral del hombre que lo abarca sin retaceos en su condición de ser material y espiritual, individual y social”47. El objetivo de este trabajo no es el de negar la notoria influencia que la doctrina social de la Iglesia Católica tuvo en la evolución del discurso peronista, sino reconocer la impronta maritainiana que se permea a lo largo del mismo. Teniendo en cuenta que en 1954, fecha de las clases sobre la Filosofía peronista, Marechal es uno de los pocos intelectuales católicos ligado al peronismo, a través de la revisión exhaustiva de las obras citadas, el argumento de la posible filtración de las ideas de Maritain por medio de Leopoldo Marechal es difícil de ignorar; no solo es posible sino comprobable.

Referencias

1 Andrés, Alfredo. Palabras con Leopoldo Marechal. 2da. Ed. Buenos Aires: Ceyne, 1990.

2 Chesterton, G. K. “G. K. Chesterton: The Apostle of Common Sense”. Presentado por Dale Ahlquist, Canal EWT, 2009. Televisión.

3 D'Iorio, Gabriel, “El rugoso ser de lo común. Astrada, Perón, y el Primer Congreso Nacional de Filosofía,” El peronismo clásico (1945-1955), Dir. David Viñas, Comp. Guillermo Korn, Buenos Aires: Fundación Crónica General: Paradiso, 2006, pp. 144-157.

4 Fiorucci, Flavia. “El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la guerra espiritual”. London: Institute of Latin American Studies. 6-8 de septiembre, 2001. http://lasa.international.pitt.edu/Lasa2001/FiorucciFlavia.pdf. Consultada el 2 de diciembre, 2017.

5 Halperín Donghi, Tulio. La Argentina y la tormenta del mundo: ideas e ideologías entre 1930 y 1945. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores Argentina, 2003.

6 Korn, Francis, y Luis Alberto Romero. Buenos Aires/Entreguerras: la callada transformación, 1914-1945. Buenos Aires: Alianza Editorial, 2006.

7 León XIII, Papa. Rerum novarum. Vaticano, 1891. http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html. Consultada el 6 de junio, 2016.

8 Aeterni patris. Vaticano, 1891. http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html. Consultada el 6 de junio, 2016.

9 Lerdo de Tejada y Aurora Zubillaga. Un año más. Ilustrado J. Levy. 3rd. Ed. Buenos Aires: Luis Lasserre SRL, 1953.

10 Marechal, Leopoldo. Obras completas. Ed. María de los Ángeles Marechal. Vols. 1 y 5. Buenos Aires: Perfil Libros, 1998.

10 Marechal, Leopoldo. Adán Buenosayres. Comp. Jorge Raúl Lafforgue , y Héctor Fernando Colla . Madrid; ALLCA XX, 1997.

11 Marechal, Leopoldo. Cuaderno de navegación. Buenos Aires: Sudamericana, 1966.

12 Maritain, Jacques. Arte y escolástica. Trad. María Mercedes. 3ra. Ed. Buenos Aires: Club de Lectores, 1983.

13 Maritain, Jacques. Fronteras de la poesía. Trad. Juan Arquímedes González. Buenos Aires: Club de Lectores, 1978.

14 Maritain, Jacques. Humanismo integral. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad. Santiago: Chile Ercilla, 1941.

15 Maritain, Jacques. Religión y cultura. Trad. Giselda Zani. Buenos Aires: Librería Editorial Santa Catalina, 1940.

16 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad. Buenos Aires: Fide, 1936.

17 McGeagh, Robert. Relaciones entre el poder político y eclesiá stico en la Argentina. Buenos Aires: Itinerarium, 1987.

18 Pablo VI, Papa. Gaudium et spes. Vaticano, 1965. http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html. Consultada el 6 de junio de 2016.

19 Pablo VI, Papa.Popolorum progressio.Vaticano, 1967. Consulta de junio 6, 2016. http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html.

20 Perón, Juan Domingo. Perón en doctrina. Comp. Juan Carlos Rousselot. Ed. Consejo del Partido Justicialista de Morón, 1997.

21 Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista. Buenos Aires: Mundo Peronista, 1954.

Pío XI, Papa. Quadragesimo anno. Vaticano, 1931. Web. 6 de junio de 2016.

22 Verbitsky, Horacio. Cristo vence: la Iglesia en la Argentina: un siglo de historia política (1884- 1983). Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2007.

Notas

1 Marechal alude a los últimos tres versos de la estrofa 28 de Biografía de Poeta, del Quinto Día del Heptamerón, que dice: “No me dejo llevar por la inercia del agua: / yo remonto el furor de la corriente,/ para encontrar la infancia de mi río” (vol.1, 360).
2 Marechal, Leopoldo. Cuaderno de navegación, 140-141.
3 Chesterton decía que lo que está muerto se deja arrastrar por la corriente; solo aquello que está vivo puede ir contra la corriente (“G.K. Chesterton: The Apostle of Common Sense”, Canal EWT, 2009).
4 Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista, p. 244.
5 Ibídem, p. 112.
6 Maritain, Jacques. Fronteras de la poesía, p. 38.
7 Maritain, Jacques. Religión y cultura, p. 32.
8 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 106.
9 Ambos, Maritain y Perón, niegan que la nueva edad implique un regreso a la Edad Media. Maritain afirma: “el curso del tiempo es irreversible. La sabiduría cristiana no nos propone un regreso a la edad media sino que nos invita a desplazarnos hacia adelante” (Religión y cultura, p. 26). En forma similar, Perón dice: “[no] se va a plantear si debe retornar a la Edad Media, pues tiene bien presente que el devenir histórico es irreversible” (Filosofía peronista, pp. 99-100). Al referirse al trabajo Perón dice: “La dignificación del trabajo no solo abarca el mejoramiento de las condiciones (…) sino también la elevación de la consideración a la función del trabajador y a su persona” (p.235).
10 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 137 y 140.
11 Marechal, Leopoldo. Obras completas, vol. 5, pp. 132-133.
12 Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista, Ob. Cit., pp. 121-122.
13 Andrés, Alfredo. Palabras con Leopoldo Marechal, p. 37.
14 Este es un aspecto al que alude León XIII, en la Encíclica Aeterni patris, Vaticano, 1879.
15 Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista, p. 203.
16 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 137.
17 Andrés, Alfredo. Ob. Cit., p. 61.
18 En 1936, Maritain acababa de publicar en Francia su famoso libro Humanisme intégral, donde el filósofo desarrolla las ideas presentadas en las conferencias que dictó en 1934, Universidad de Santander. Dichas conferencias se publicaron en Buenos Aires en 1936, bajo el nombre de Problemas espirituales y temporales de una nueva cristiandad.
19 Maritain, Jacques, Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 168.
20 Ibídem, pp. 210-216.
21 Sus ideas llegaron a alentar incluso el espíritu ecuménico del Segundo Concilio Vaticano (1962-1965), convocado por Juan XXIII (1958-1962), y su reapertura por Juan Pablo VI (1963-1978). Su humanismo integral puede rastrearse en las encíclicas Gaudium et spes (1965) y Popolorum progressio (1967), donde Pablo VI convoca a la Iglesia a promover “un humanismo pleno”. El Papa Juan Pablo VI (1963-1978) en la encíclica Popolorum progressio dice: Es un humanismo pleno el que hay que promover [36]. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero „al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano‟[37]. La figura de Maritain no ha sido olvidada, su perspectiva pluralista se extiende al espíritu ecuménico de Juan Pablo II. Su influencia ha sido tal que, en la actualidad se contempla la posibilidad de su beatificación.
22 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 210.
23 Marechal, Leopoldo. Obras Completas, vol. 5, pp.133-134.
24 Maritain, Jacques. Arte y escolástica, p. 100.
25 Marechal, Leopoldo. Obras completas, vol. 5, p. 139.
26 Maritain, Jacques. Arte y escolástica, p. 99.
27 Marechal, Leopoldo. Obras completas, vol. 5, p. 140.
28 Marechal, Leopoldo. Adán Buenosayres, p. 493.
29 Maritain sostiene: “El mundo surgido de las dos grandes revoluciones del Renacimiento y de la Reforma tiene dominantes espirituales y culturales netamente anti-católicas; cada vez que ha podido seguir libremente su instinto ha perseguido al catolicismo, su filosofía es utilitaria, materialista e hipócritamente idealista, su política es maquiavélica, su economía liberal y mecanicista”. Religión y cultura, p. 122.
30 Maritain, Jacques. Religión y cultura, p. 30.
31 Ibídem, p. 29.
32 Ibídem, pp. 32-33.
33 En la encíclica Quadragesimo anno (1931), Pío XI retoma el tema del orden social, planteado por León XIII en Rerum novarum (1891), al referirse a la labor del Estado: Por lo que se refiere al poder civil, León XIII, desbordando audazmente los límites impuestos por el liberalismo, enseña valientemente que no debe limitarse a ser un mero guardián del derecho y del recto orden, sino que, por el contrario, debe luchar con todas sus energías para que „con toda la fuerza de las leyes y de las instituciones, esto es, haciendo que de la ordenación y administración misma del Estado brote espontáneamente la prosperidad, tanto de la sociedad como de los individuos‟. [25]
34 Al respecto se han escrito una gran variedad de trabajos. Véase: Verbitsky, Cristo vence: la Iglesia en la Argentina: un siglo de historia política, 1884-1983; Korn y Romero. Buenos Aires/Entreguerras: la callada transformación, 1914-1945; Halperín Donghi, La Argentina y la tormenta del mundo: ideas e ideologías entre 1930 y 1945; McGeagh, Relaciones entre el poder político y eclesiá stico en la Argentina.
35 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 96.
36 Lerdo de Tejada y Aurora Zubillaga. Un año más, p. 12.
37 Perón, Juan Domingo. Perón en doctrina, p. 109. 38 Ibídem, p. 110. 39 Ibídem, p. 120.
38 Ibídem, p. 110.
39 Ibídem, p. 120.
40 Maritain, Jacques. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 169.
41 Maritain, Jacques. Humanismo integral. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad, p. 11.
42 Ibídem, p. 223. 43Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista, p. 20. En 1954, en las clases de la Escuela Superior Peronista, Perón no solo recuerda la definición sobre el justicialismo, que diera en la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1950, sino que explica detalladamente el sentido de cada uno de los conceptos que la integran (pp. 20-26).
43 Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista, p. 20. En 1954, en las clases de la Escuela Superior Peronista, Perón no solo recuerda la definición sobre el justicialismo, que diera en la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1950, sino que explica detalladamente el sentido de cada uno de los conceptos que la integran (pp. 20-26).
44 Ibídem, p. 99.
45 Andrés, Alfredo. Ob. Cit., p. 42.
46 Véase además el artículo de Fiorucci, “El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la guerra espiritual”.
47 Perón, Juan Domingo. Filosofía peronista, p. 100.
HTML generado a partir de XML-JATS4R por