Editorial
Editorial
El segundo número de nuestra Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, en su nueva época, se encuentra en una posición favorable para llevar a cabo la misión de difundir el conocimiento que se genera en las ciencias socioeducativas y para propiciar el diálogo entre la comunidad de estudiosos en la materia. Sin embargo, al mismo tiempo, se planta frente a una realidad dura en términos de inequidades e injusticias, de violencias y desinterés de parte de algunos de los involucrados en resolver los problemas. Éste es el reto, encontrar un balance entre los elementos impulsores y los que entorpecen. Desde el lado propulsor contamos con la claridad y gentileza de muchos profesionales de la educación del continente americano, que desarrollan investigaciones y sistematizan experiencias valiosas. Son estos académicos quienes nutren la revista con su conocimiento en diversas especialidades y desde diferentes latitudes y que, a la vez, tienen problemas e intereses comunes; se enfocan en desentrañar situaciones difíciles de la educación y en proponer algunas soluciones. Sin duda, con esta capacidad de analizar y explicar la realidad educativa, se podrán plantear vías de solución a los problemas que nos aquejan.
Buscamos que cada número contenga textos atractivos, que toquen temas novedosos y que generen nuevas interrogantes para, a su vez, extender las fronteras del conocimiento. Al hacer esto, no sólo hacemos un aporte a la discusión académica sino que, además, estaremos honrando la memoria de quienes nos antecedieron, la generosidad con que participaron en los tiempos fundacionales de esta revista y la curiosidad intelectual con que abordaron los temas publicados en este casi medio siglo desde su fundación, en 1971. Los académicos que han hecho aportaciones al conocimiento educativo desde la RLEE han puesto el dedo en temas difíciles y señalado cómo las inequidades parecen ser el signo de nuestra vida social y la educación que desarrollan nuestros países.
Pablo Latapí se cuestionaba en los años previos a la creación de la RLEE, cómo era posible que algunos niños no pudieran aspirar a una educación suficiente y de calidad. Se preguntaba y nos invitaba a reflexionar acerca de cuáles eran las condicionantes que lastran a niños, jóvenes y comunidades y por qué, a pesar de la gigantesca asignación de recursos, de políticas públicas claras y, presumiblemente, bien intencionadas, los resultados no se daban… y no se dan aún en muchos casos.
Los textos que integran esta segunda emisión tienen un énfasis muy marcado en la justicia y el derecho a la educación. Se enfocan en discernir los elementos que influyen en la permanencia escolar, en las trayectorias educativas de niños y jóvenes, en la relación entre la reprobación y el autoconcepto o en el significado de la palabra escuela en contextos de vulnerabilidad social. También se reflexiona acerca de los niños y jóvenes indígenas; por un lado, se estudia cómo la educación artística puede contribuir en su desarrollo y por otro cómo los estudiantes universitarios provenientes de pueblos originarios se ven en diálogo con su entorno.
Desde una perspectiva más conceptual, se analiza el pensamiento pedagógico latinoamericano y se reflexiona acerca de la manera en que las políticas públicas están realmente logrando lo que se proponen o cuáles son los elementos que se interponen en el camino del beneficio social. Por otro lado, se tiene un acercamiento minucioso a los resultados educativos en América Latina en evaluaciones globales y cómo se liga con problemas de desigualdad.
Este número incorpora un poco de la riqueza que tuvo la Cátedra Pablo Latapí 2018, con textos que nos llevan a darnos cuenta, por un lado, cómo estamos parados sobre los hombros de gigantes y por el otro, la manera en que la obra de los académicos que nos antecedieron ha contribuido a mejorar, aunque sea un poco, el estado de la educación.
De este modo, amigo lector, te invitamos a que disfrutes de los aportes de los académicos que aquí participan, a que reflexiones y compartas con nosotros esta aspiración de mejorar la equidad y la calidad educativa, de mejorar los aprendizajes de niños, jóvenes y adultos, pero sobre todo, de encontrar la manera de que nuestra vida diaria en comunidad sea armónica y positiva.