Perspectivas Emancipatórias e Lutas Sociais
La Vigencia del Pensamiento de Ruy Mauro Marini y la Teoría de la Dependencia
The Currency of Ruy Mauro Marini’s Thinking and Dependency Theory
La Vigencia del Pensamiento de Ruy Mauro Marini y la Teoría de la Dependencia
Textos & Contextos (Porto Alegre), vol. 16, núm. 1, pp. 29-48, 2017
Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul, Programa de Pós-Graduaçao em Serviço Social
Recepción: 15 Abril 2017
Aprobación: 15 Mayo 2017
RESUMEN: El pensamiento de Ruy Mauro Marini, en el marco del marxismo, sigue siendo vigente en el siglo XXI a causa de que las condiciones que el descubrió en torno a la dialéctica de la dependencia (superexplotación del trabajo, intercambio desigual, subimperialismo y Estado del Cuarto poder) se mantienen en el contorno de la economía capitalista mundial.
Palabras-clave: Marini, Superexplotación, Dependencia.
ABSTRACT: Ruy Mauro Marini's thinking, within the framework of Marxism, continues to apply in the 21st century because the conditions he discovered around the dialectics of dependency (super-exploitation of labor, unequal exchange, sub-imperialism, and the Fourth Power) remain in the contours of the world capitalist economy.
Keywords: Marini, Super-exploitation, Dependency.
¡Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles! (BERTOLT BRECHT).
Ruy Mauro Marini fue profesor en la licenciatura en sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. En esa época él tenía — con algunas interrupciones — varios años de estar exiliado de su país, Brasil, a raíz del golpe militar de 1964 que depuso al presidente constitucional de aquél entonces, João Belchior Marques Goulart y, al mismo tempo inauguró el ciclo histórico-político de las dictaduras militares (1964-1985) que se habría de extender prácticamente hasta mediados de la década de los ochenta del siglo pasado. Fue profesor de la asignatura: Historia Mundial Económica y Social, en la que siempre mostró un alto y profundo nivel académico y dominio erudito del tema. Pero lo que más sorprendía, era su profundo conocimiento de la historia latinoamericana y, en particular, de Brasil que, a diferencia de otros, él situaba en dimensiones abstractas y concretas que permitían entenderla dentro de un contexto global y dinámico que llegó a caracterizar de subimperialista. Lo mismo podemos decir con relación a otras materias que impartió, no solamente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, sino en otras instituciones de educación superior y de posgrado dentro y fuera del país. En la Facultad de Economía de la UNAM, fue cofundador, profesor e investigador de la División de Estudios de Posgrado y llegó a ser Profesor Titular de Tiempo Completo con la más alta categoría y nivel. Respetado por amigos y enemigos, Marini siempre mostró honestidad y rigurosidad en el análisis teórico de los fenómenos sociales. Es imborrable la huella que dejó en México en poco más de 20 años de estancia, la mayor parte de los cuáles la pasó en este país.
Como formador de importantes intelectuales mexicanos y de generaciones de jóvenes que fueron orientadas y estimuladas por él, Marini encabeza esa lista privilegiada de críticos marxistas y humanistas que son imprescindibles para iluminar el cambio social radical y el desarrollo de la humanidad en un horizonte indiscutible de superación del capitalismo en tanto sistema económico y formación social, y no solamente de alguna de sus facetas como puede ser el neoliberalismo y el neodesarrollismo.
Marini fue dinámico, sensible y atento al desarrollo de los acontecimientos contemporáneos. Siempre tenía a la mano el concepto, la categoría o la hipótesis para cotejarlos creativa y rigurosamente con la realidad rebelde cuya comprensión él se empeñaba en desentrañar, a la par de mostrar una enorme capacidad para dibujar los procesos y tendencias de los fenómenos contemporáneos. Nunca imponía sus puntos de vista; era respetuoso y sensible a lo que otros pensaban, por eso gustaba de escuchar y, luego, exponer su pensamiento y, por supuesto, defenderlo con sólidos argumentos e ideas claras que generalmente eran convincentes y propositivas. Cuando dictaba cátedra frente a multitudes estudiantiles; cuando exponía sus ideas magistrales en los auditorios universitarios y debatía con propiedad en los diversos foros y eventos en los que en vida siempre fue muy activo — seminarios académicos, congresos, mesas redondas, conferencias y, por supuesto, en sus escritos — Marini nunca rehuía la discusión: la abordaba con serenidad y, a diferencia de quienes renegaban de sus convicciones, exponía libremente y sin subterfigios su filiación a la doctrina marxista-leninista y su inclinación por un mundo mejor que, más allá del capitalismo, él veía que había que luchar porque encarnara en el socialismo democrático en el mundo y en Nuestra América. Esta fue una convicción que lo acompañó toda su vida y a la cual nunca renunció.
Marxista convencido, Ruy Mauro Marini es más conocido en los círculos académicos universitarios en México y en América Latina por su obra Dialéctica de la dependencia que, frente a quienes pregonan una supuesta “crisis de los paradigmas” y del pensamiento latinoamericano de los años setenta y ochenta y a quienes él siempre supo responder y rebatir con sólidos argumentos, configura ya una obra clásica de lectura obligatoria dentro de la literatura del pensamiento latinoamericano contemporáneo y de las ciencias sociales en general, como lo confirma la International Sociological Association que la ha clasificado entre las obras más importantes del siglo XX, al lado de obras universales como One Dimensional Man de Herbert Marcuse; Phenomenology of Perception de Maurice Merlau-Ponty, Marxist Theory of Alienation de István Mészáros, Political Power and Social Theory de Barrington Moore; Value in Social Theory de Gunnar Myrdal, Essai sur la qualification du travail de Pierre Naville; Structure and Process in Modern Societies de Talcott Parsons o The Principies of Genetic Epistemology de Jean Piaget.
Quien no conoce Dialéctica, no conoce su obra ni a su autor; pero también hay que decir que, hoy, para comprenderlos hay que mirar el conjunto de sus escritos distribuidos en periódicos, revistas, memorias, libros y documentos. El autor de Dialéctica escribió obras de importancia capital como Subdesarrollo y revolución, El reformismo y la contrarrevolución: estudios sobre Chile y su último libro escrito en portugués: Marini, Ruy Mauro, América Latina: dependência e integração, Sao Paulo, Brasil Urgente, 1992 y publicado en castellano por la editorial venezolana Nueva Sociedad. Además de haber coordinado una obra colectiva bajo el título: La Teoría Social Latinoamericana en cuatro tomos publicada por Ediciones El Caballito entre 1994 y 1996 y su contraparte pedagógica, Textos Escogidos publicada por la FCPyS, que indudablemente son contribuciones imprescindibles para la formación de las nuevas generaciones de cientistas sociales de México y América Latina por lo que se convierte en una obra de consulta obligatoria.
La obra y el pensamiento de Ruy Mauro Marini circulan por las aulas y auditorios de las universidades más importantes del mundo, América Latina, de México y, ahora, de Brasil a pesar de la labor que la derecha y algunos sectores de izquierda hizo para impedir su difusión en ese país. Una de las condiciones de esta circulación de las ideas radica en el hecho de que Marini fue un forjador de generaciones universitarias no sólo en México, sino en otros países de América Latina como Chile, Argentina o de Centroamérica. Siempre mostró paciencia y vocación en la orientación de los estudiantes para canalizar sus inquietudes y asesorar sus tesis de grado y de posgrado en un clima de amistad, diálogo y discusión serena. Era capaz de sugerir distintas rutas teóricas y metodológicas, así como bibliografía que les sirviera de sustento para el desarrollo de sus investigaciones. El análisis crítico y riguroso siempre fue el eje de su pensamiento.
Surgimiento de la TMD
Más que en el ámbito estrictamente académico, la teoría de la dependencia surgió en el ámbito político-ideológico de Brasil centrado en torno a la discusión de los dos paradigmas entonces dominantes en ese momento en ese país — y en América Latina — representados por el Partido Comunista de Brasil y la CEPAL. Este debate ideológico, científico y político se dio al calor de la formación de un partido, en Brasil, donde participa Marini, llamado política operaria (POLOP), partido obrero independiente de los tradicionales y de las ligas campesinas controladas por el PCB.
Al respecto dice Marini:
Eso me llevó, aún en Francia, a tomar contacto con el grupo que editaba, en Brasil, la revista Movimiento Socialista, órgano de la juventud del Partido Socialista (que publicó mi artículo donde ajustaba cuentas con el nacional-desarrollismo), en particular con Eric Sachs, con quien vendría a establecer, a mi regreso, una gran amistad y cuya experiencia y cultura política me influyeron fuertemente. Ese grupo, con sus principales vertientes en Río de Janeiro, São Paulo y Belo Horizonte, constituiría, más tarde, la Organización Revolucionaria Marxista-Política Obrera (POLOP por sus siglas en portugués) primera expresión en Brasil de la izquierda revolucionaria que emergía en toda América Latina. 1
Ello dará origen a una nueva concepción que se denominó izquierda revolucionaria — diferenciada del ala reformista — que así se va a conocer en las décadas posteriores sobre todo en Chile donde se discuten y confrontan las principales tesis del endogenismo, de la CEPAL y las de los autores partidarios del “enfoque de la dependencia”.
Por otro lado, la noción de dependencia, a mediados de la década de los años sesenta (1964-1967) al calor del golpe de Estado militar en Brasil, clausuró definitivamente la creencia en una vía de “desarrollo nacional autónomo” del capitalismo en América Latina que había sido sustentada por las viejas teorías del desarrollo y por el pensamiento estructuralista de la CEPAL. Como reconoce el mismo Cardoso: “…la crítica a la ‘sociología del desarrollo’ y la “crítica al funcionalismo’ aparecieron, con vigor, simultáneamente con la crítica al nacional populismo y a las posiciones políticas que le correspondían. Son éstos, en conjunto, los antecedentes político intelectuales de los análisis basados en la perspectiva de la dependencia”. 2 De esta forma, como concepto, la dependencia se percibió por muchos estudiosos latinoamericanos como una especificidad teórica, conceptual y metodológica para comprender y analizar los problemas socioeconómicos y políticos de la periferia, en particular, de América Latina y del Caribe en tanto conjunto subdesarrollado y subordinado al desarrollo y expansión del capitalismo mundial y del imperialismo.
En un trabajo destinado a estudiar el origen del concepto dependencia, su naturaleza y significado, Cardoso aclara que:
…hemos intentado analizar…las formas de articulación entre países dependientes (clases, estados y economías) y los países imperialistas. Es este el campo de una posible teoría de la dependencia. Ésta, como he señalado en otros trabajos, no es una alternativa para la teoría del imperialismo, sino un complemento. Como complemento a la teoría del imperialismo, la teoría de la dependencia necesita, por cierto, que se revise continuamente la periodización de la economía capitalista mundial y la caracterización de la etapa actual del imperialismo. 3
Hay que señalar que en el camino trillado recorrido por Cardoso — el cual lo condujo desde el weberianismo reformista hasta el neoliberalismo ortodoxo — y que en la cita anterior todavía aceptaba la idea de construir la teoría de la dependencia, evidentemente nunca cumplió con esta tarea de “actualizar” la teoría del imperialismo a partir de la de la dependencia, la cual quedó, más bien, estacionada en el arsenal weberiano y en la versión conservadora de la teoría de la “interdependencia” que la consideraba, a lo sumo, como una “categoría en transición”. 4 Pero es atinada su observación respecto a la necesidad de que los conceptos (abstractos) deben corresponder más o menos aproximadamente a las situaciones histórico-concretas de la dependencia y, por ende, tienen la imperiosa necesidad de redefinirse constantemente en función de la periodización — y de los cambios que se gestan en los órdenes social, político, económico e internacional — del desarrollo del capitalismo en tanto modo histórico de producción que naturalmente va experimentando transformaciones desde la fase cooperativa y la imperialista pasando por la Gran Industria y su estadio manufacturero, hasta su actual configuración estructural informática y de una economía financiarizada gobernada por el capital ficticio y las ganancias ficticias. 5
Es importante destacar dos ideas relativas al origen y características de la teoría de la dependencia. En cuanto al primero, debemos señalar que, de acuerdo con Raúl Fornet-Betancourt, bajo la influencia de la revolución cubana, a partir de mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, y en el contorno del fracaso de la Alianza para el Progreso (ALPRO), se configura la ciencia social latinoamericana como el espacio más importante y vital de transformación e impulso teórico del análisis marxista en América Latina. Dentro de este proceso, continua el autor, se puede considerar “.la formulación de la teoría de la dependencia (o de las teorías de la dependencia) como el verdadero eje del desarrollo de esa nueva ciencia social latinoamericana, ya que con ella se introduce un nuevo paradigma para la interpretación de la situación del subcontinente; y también, lógicamente, para la acción política”. 6
En cuanto al segundo punto, de acuerdo con Marini, la teoría de la dependencia no nace como pensamiento marxista, incorpora instrumentos marxistas, sólo en tanto más avanza en sus planteamientos, más necesidad tiene del marxismo hasta finalmente plantearse enteramente en el plano del marxismo. Por esta razón el autor insiste en que sólo la teoría marxista podía estudiar, comprender y analizar la dependencia a cabalidad, por lo que había que extirparle completamente los elementos estructurales- funcionalistas adheridos a ella en su formación. 7
Esta trayectoria marcada por Marini — la marxistización de la teoría de la dependencia — es la única que puede plantearse en serio, contra viento y marea y en perspectiva histórica de largo plazo, la superación no sólo del universo ideológico neoliberal (hoy dominante), a través de su crítica sistemática, sino del capitalismo dependiente en su fase neoliberal, mientras que las posiciones dominantes, como el neodesarrollismo y el posmodernismo y sus subproductos (el poscolonialismo o el occidentalismo) se preocupan — implícita o explícitamente — por su reproducción a través de la implementación de reformas estructurales y de alianzas con las clases dominantes y el Estado.
La segunda idea, relativa a las características de la dependencia, consiste en ubicar en qué nivel teórico-metodológico se constituye como teoría, y nos lo indica la marxista dependentista Vania Bambirra:
Obviamente no en el sentido de una teoría general del modo de producción capitalista, pues eso fue hecho por Marx; ni tampoco del ‘modo de producción capitalista dependiente’, pues esto no existe; sino del estudio de las formaciones económico-sociales capitalistas dependientes, vale decir, el análisis a un nivel de abstracción más bajo, capaz de captar la combinación específica de los modos de producción que han coexistido en América Latina bajo la hegemonía del capitalismo. 8
Es discutible la última frase relativa a la “combinación de los modos de producción”, dado que si bien es cierto que en el pasado existían estructuras precapitalista de producción, sin embargo, el capitalismo se desarrolló en América Latina en escala ampliada a partir de la expansión de los centros avanzados del capitalismo que de una u otra forma subordinaron a las formaciones y sistemas productivos precapitalistas constituyendo, de esta forma, estructuralmente el atraso y el subdesarrollo de la región.
Como bien plantea el historiador marxista y dependentista chileno Luis Vitale:
…el modo de producción de las colonias hispanoamericanas no fue feudal. Tampoco tenía los rasgos distintivos de una nación capitalista moderna e industrial. Los orígenes del capitalismo en la Colonia fueron diferentes a los de Europa. La historia no discurre en línea recta. América Latina no siguió el proceso clásico del capitalismo europeo, ya que pasó directamente de las comunidades primitivas a un capitalismo incipiente, básicamente productor de metales preciosos y materia prima. 9
Pero dejando de lado este tema, que no abordamos aquí, lo importante a destacar es el nivel, por decirlo así, intermedio, en que se construye la teoría de la dependencia con las armas teórico-metodológicas del marxismo y de la teoría del imperialismo, además de las propias que agrega la especificidad de las formaciones latinoamericanas en los procesos de constitución de sus sociedades y clases sociales; formas de producción, de vida y de trabajo, así como de sus territorios y de sus Estados- nación; especificidades que agregan elementos y configuraciones estructurales complejas y de diversidad.
Con estas dos salvedades podemos decir que el discurso de Marini articula dialécticamente la noción de dependencia con la de imperialismo sin romper su unidad:
Para la teoría de la dependencia, en la medida en que uno y otra son fruto del desarrollo del capitalismo mundial el imperialismo no es algo externo a la dependencia. Al contrario, el imperialismo permea toda la economía y la sociedad dependientes, representando un factor constitutivo de sus estructuras socioeconómicas, de su Estado, de su cultura. Asumir esa perspectiva de análisis abre nuevas perspectivas a los estudios históricos y sociológicos en América Latina. 10
Como se puede apreciar en la cita anterior, el autor es claro, tanto en confrontación con las tesis del llamado “marxismo ortodoxo “(en general identificado con las ideas y postulados de los Partidos Comunistas Latinoamericanos), como con las propias de la CEPAL respecto a que el imperialismo en tanto sistema mundial es parte constitutiva del funcionamiento del ciclo del capital y de los patrones de reproducción capitalistas de América Latina, y de ningún modo algo externo que deba ser “aislado” en aras de un supuesto “desarrollo nacional autónomo” como fue postulado por las corrientes teóricas mencionadas.
Esta afirmación de Marini constituye la esencia de la divergencia y ruptura con las teorías de la CEPAL e, incluso, con otras vertientes de la misma teoría de la dependencia como la autoproclamada del enfoque de raigambre reformista e, incluso, conservadora y con otras, no propiamente dependentistas, como la de los “estilos de desarrollo” o el “dualismo estructural”.
¿Enfoque o teoría de la dependencia?
Por mucho tiempo se pensó que había una sola teoría de la dependencia y obviamente se le identificaba con Cardoso y su corriente también conocida como A Escola de São Paulo como su principal representante. Entre otras razones aludidas, cuenta el exilio forzado de Marini y de otros autores marxistas que la venían elaborando, debido al golpe de Estado en Brasil. Tendrían que pasar más de dos décadas para retomar sus planteamientos y volver a pensar en la elaboración de una auténtica TMD que no sólo diera cuenta del pasado histórico de los países latinoamericanos, sino, además, de su presente y futuro en el contexto de su inserción dependiente y subordinada en el mercado capitalista mundial.
La década de los sesenta del siglo pasado es muy importante y rica en la creación de perspectivas y desarrollos teóricos en concordancia con las condiciones y cambios que ocurren en los países latinoamericanos, así como en el plano mundial. En términos de contexto, ocurrió el surgimiento y desarrollo del ciclo de las dictaduras militares latinoamericanas que, según Marini, dará origen a los Estados de contrainsurgencia en la región. Por otro lado, articulado a lo anterior, se verifica el agotamiento y la crisis del patrón de acumulación y reproducción capitalista que floreció en América Latina después de la Segunda Guerra Mundial, particularmente, en los países más grandes de la región desde el punto de vista de su composición orgánica de capital, de sus niveles de desarrollo urbano-industrial e, incluso, de su población y territorio. 11 Nos referimos principalmente a Brasil, Argentina y México, donde el Estado desempeñó un papel central en dicho proceso. Digamos que comienzan a registrarse una serie de perturbaciones económicas que conducen primero al agotamiento y, más tarde, a la crisis de la industrialización sustitutiva de importaciones que había pregonado la CEPAL y otros autores, incluso, dependentistas, como la principal “estrategia de desarrollo”. Esas dificultades en el contexto internacional producen fenómenos que no hacen más que profundizar esa crisis de acumulación capitalista y que es una crisis de orden estructural que va a hacer eclosión en la siguiente década desencadenando el fenómeno del neoliberalismo. 12
Ambos procesos — la contrarrevolución y la crisis del patrón de acumulación — van a caracterizar las álgidas décadas de los sesenta y setenta hasta al arribo del proceso de democratización desde mediados de la década de los ochenta y de la llamada globalización en el curso de esa década en adelante con la caída de la Unión Soviética y el surgimiento y consolidación del denominado Consenso de Washington. 13. Desde el punto de vista de los acontecimientos y de su relación con las trayectorias epistemológicas, a esta crisis le corresponde también una crisis teórica del pensamiento dominante en la región en el período hegemonizado por la CEPAL y el surgimiento correlativo de la (s) teoría (s) de la dependencia: lo digo en plural porque, como veremos más adelante, al final se expresarán en dos vertientes: la del enfoque y la marxista con marcos epistemológicos y metodológicos distintos, incluso: encontrados, así como en cuanto a sus diagnósticos y conclusiones.
En el caso del pensamiento de la CEPAL y de sus principales teóricos, como vimos, lo que entró en crisis fue su concepción nuclear, sintética, que a mi juicio nunca se probó y fue solamente un postulado hipotético, bien intencionado que la crisis capitalista de los sesenta echó por la borda: la posibilidad, bajo el cumplimiento de ciertas condiciones de orden económicas, sociales, políticas y administrativas de que, países como los nuestros, dependientes, subdesarrollados y atrasados, pudiesen desarrollar un capitalismo autónomo con una fuerte intervención del Estado al amparo de la planificación económico-social.
Es esto lo que se aprecia en los textos y documentos de los principales teóricos de la CEPAL en autores como Celso Furtado, María da Conceição Tavares, Aníbal Pinto, Juan Noyola, Aldo Ferrer y Raúl Prebich quien es, este último, el primer autor de una elaboración teórica, metodológica y analítica de la teoría del desarrollo desde el punto de vista estructuralista heterodoxo y que postuló el famoso teorema centro-periferia14 que lo conducirá, más tarde, a la elaboración de su propia concepción sobre el capitalismo periférico15 y que por su conducto la CEPAL agrega elementos novedosos frente a la teoría del comercio internacional basada en las ventajas comparativas entonces en boga; capta y construye la división, la conceptualización de la economía mundial, como un todo, con el destaque de la existencia de un centro, que es hegemónico y contiene en su seno las relaciones dominantes cuyos ciclos de reproducción generan desarrollo y crecimiento y una periferia subordinada, dependiente y atrasada que lo circunda. Esta es la contribución más importante de la teoría del desarrollo de la CEPAL al pensamiento latinoamericano mediante su teoría estructuralista del desarrollo — que Marini va a confrontar — en la que también se encuadra el pensamiento del brasileño Celso Furtado 16 y que recurre ciertamente a Marx, pero también a Keynes y a otros autores de esta corriente, siendo uno de los pensadores más radicales e influyentes de ese organismo internacional que bregaba por la reducción de la concentración del ingreso y de la injusticia social a través — predominantemente — de la intervención del Estado en la economía como organizador y defensor de los intereses colectivos de la sociedad. 17 No escapó de considerar la industrialización y dicha intervención como las claves del desarrollo (capitalista) en general y de la reducción de la “dependencia externa”. Por supuesto el socialismo nunca figuró como alternativa de desarrollo económico-social en tanto formación y modo de producción.
El núcleo de estas concepciones radica en la creencia en la “posibilidad” de que países dependientes con composición orgánica de capital inferior a la de los desarrollados del capitalismo avanzado como México, Brasil, Argentina o Chile; países que no mantenían el perfil de clases que poseían las sociedades desarrolladas como Inglaterra, Estados Unidos o Alemania; países con poblaciones que, entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado, estaban inmiscuidas en la ruralidad en porcentajes superiores a 70%-80% de la población total y en los procesos de desarrollo basados en la agricultura, en la ganadería o en las actividades extractivas, donde la urbanización era menor, prevalecía la “sociedad tradicional” por sobre la “sociedad industrial letrada” basada en la renta agraria o minera frente a las sociedades industriales “plenamente desarrolladas” 18, pudieran contar con las características, mecanismos y políticas públicas implementadas por el Estado para “adoptar” un desarrollo integrado similar al desarrollo, por ejemplo, de Estados Unidos: la sociedad de masas basada en el consumo manufacturero e industrial que es el esquema, el modelo, de la sociedad estadounidense (el “tipo ideal” de Weber y las “etapas del desarrollo” de Rostow) 19 y de su patrón de acumulación y reproducción de capital. Esto es lo que entra en crisis y, junto a ello, emergen nuevas perspectivas, como la del “enfoque de la dependencia” y la teoría de la dependencia de vertiente marxista-marinista a mediados de los años sesenta en Brasil como una alternativa teórico-política distinta y radical de conceptualizar el mundo y el capitalismo global y latinoamericano frente a la crisis epistemológica de las teorías en boga representadas por la CEPAL, por las tesis ligadas al endogenismo de los partidos comunistas latinoamericanos y a la teoría funcionalista de la modernización y el cambio social.
En este apartado nos detenemos un momento para aclarar qué es el “enfoque de la dependencia” y su diferencia con quienes propugna por la construcción de la teoría de la misma como en el caso de Marini. Por mucho tiempo la academia, los cientistas sociales y hasta los medios de comunicación identificaban la dependencia (como escuela, enfoque o teoría) sólo con el pensamiento dominante que representaba la perspectiva de Cardoso y de una serie de teóricos ligada a ella pero que, con el transcurrir del tiempo paulatinamente se fueron diferenciando y bifurcando dos corrientes de pensamiento respecto al dependentismo: la dominante que acabamos de mencionar y la representada por Marini y otros autores e investigadores interesados en profundizar el tema de la dependencia para explicar los fenómenos mundiales y latinoamericanos a la luz de la construcción, ad hoc, de una serie de categorías y conceptos elaborados específicamente para ello. Se dilucidó, así, la existencia de dos perspectivas denominadas, una el enfoque y, la otra, la teoría. El primero era una manera, o método, de aproximación al estudio de la realidad social, mientras que la segunda erigía la dependencia en tanto tal como objeto de estudio.20 A fuerza de discusión y diferenciación, estas dos vertientes, desde el punto de vista político-ideológico, cristalizaron en la caracterización de la primera como burgués-nacionalista y reformista, mientras que la otra fue tildada de revolucionaria y marxista. 21
Para Sonntag — quien se inclina decididamente por el enfoque de Cardoso y su Escola — existen serias diferencias entre ambas formas de concebir la dependencia: la primera destaca el método del “enfoque” que es el “análisis concreto de situaciones concretas de dependencia” y enfatiza prioritariamente el estudio de las clases y del sistema de dominación. Por su parte, la teoría de la dependencia — supuestamente menospreciando estas dimensiones de la realidad social — la concibe como una categoría de orden estructural que posee un status teórico propio, por lo que la convierte en objeto de estudio y que — lo que resulta completamente falso y absurdo — terminará “negando” la posibilidad del desarrollo del capitalismo en nuestros países. 22 Esto último es completamente inconsistente con las principales tesis, desarrollos y postulados sustentados por los teóricos de la dependencia, particularmente por Marini en la medida en que, además de concebir la categoría dependencia en su condición histórico-estructural que posee un ciclo propio de acumulación y reproducción de capital que se entrelaza dialécticamente con la dinámica de las clases sociales y de sus luchas, así como con el poder del Estado, pone el acento, no en la “imposibilidad” del desarrollo capitalista en la llamada periferia, sino en las transferencias de valor y de plusvalía que ésta realiza de manera sistemática hacia los centros imperialistas del capitalismo hegemónico echando mano, al mismo tiempo, de la superexplotación de la fuerza de trabajo como mecanismo que resarce la pérdida de valor y de plusvalía que implica dicha transferencia para las clases dominantes de los países dependientes. Fueron otros autores, más ligados a la CEPAL, quienes postularon una teoría del estancamiento económico de América Latina. Por ejemplo, Celso Furtado infiere una tendencia al estancamiento económico debida, entre otras razones, al “estrangulamiento del crecimiento” que provocan tanto la propensión a la concentración del progreso técnico en las unidades productivas más eficientes y rentables, como la “aguda concentración del ingreso” y concluye: “En el caso más general, la declinación en la eficiencia económica provoca directamente el estancamiento económico” 23 y sentencia más adelante: “En este sentido se puede atribuir al problema del estancamiento económico un carácter estructural”. 24 Más bien, es la escuela de Cardoso y sus seguidores quienes desecharon la categoría dependencia para terminar abrazando la conservadora y neoliberal teoría de la “interdependencia”. Y en este juicio no se equivocó Marini puesto que Cardoso concibe la economía dependiente como un “suceso accidental” del desarrollo del capitalismo histórico y no como su “condición inmanente. 25
En la perspectiva de la TMD — que es la que aquí nos interesa — el desarrollo histórico y estructural del capitalismo dependiente no aparece como algo “externo” al sistema imperialista (teorías del enfoque, del endogenismo y de la CEPAL), sino como parte (subordinada) y constitutiva de éste. Esta última línea de comprensión sintetiza la idea de la TMD que, en su expresión teórico-metodológica, capta la existencia de cinco formas históricas de dependencia:
Esta fase de la reestructuración capitalista y la desindustrialización en escala mundial permite ubicar las transformaciones estructurales en curso, sociales y políticas, que repercuten en las dimensiones de las sociedades contemporáneas, en particular, las modificaciones cuantitativas y cualitativas del mundo del trabajo, tanto en los países desarrollados como en los dependientes y subdesarrollados. Además de la consideración de que todo cambio o transformación estructural y material que ocurra en la sociedad y en su cúmulo de relaciones sociales y políticas necesariamente, tarde o temprano, repercute de alguna manera en el pensamiento social y en sus diversas expresiones teóricas y corrientes que lo constituyen históricamente tanto en sus métodos, como en sus conceptos y categorías de análisis.
La vigencia del pensamiento de Marini y el neoliberalismo
América Latina no quedó al margen de la embestida ideológica y política del neoliberalismo en el curso de las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. De hecho fue el laboratorio de su confección y de la “prueba empírica” de su “eficacia”, en particular en Chile. 28 Diversas corrientes teóricas fueron marginadas y desplazadas del discurso de las ciencias sociales y de las instituciones académicas y de investigación entre las que se encuentra justamente la vertiente crítico-marxista de la dependencia que impulsaba Marini y otros connotados intelectuales. Aún, otras corrientes no marxistas pero con cierto contenido crítico del sistema, como el neodesarrollismo y el endogenismo arraigado dentro de la tradición de los partidos comunistas latinoamericanos, también fueron desplazadas y, de esta forma, se rearticuló el funcionalismo y los diversos enfoques de la teoría económica neoclásica en un molde ecléctico cuya señal era, y sigue siendo, la de volcar a las economías y sociedades capitalistas a los imperativos del mercado y de los intereses de las empresas privadas con la mínima intromisión del Estado en la regulación de la economía y de la propiedad de las empresas públicas que son privatizadas. El México ya de antaño neoliberal del PRI-PAN, el actual Brasil del golpista Temer y de la dupla PMDB-PSDB y la Argentina del empresario filo-neoliberal Macri dan cátedra al respecto.
La teoría marxista de la dependencia, por conducto de Marini y de otros autores como André Gunder Frank y Vania Bambirra, enfrentó la embestida neoliberal unificando la dialéctica y la teoría de Marx en una visión global que ponía al desnudo las profundas contradicciones de la operación del modo capitalista de producción en los países dependientes y subdesarrollados que los “modelos neoclásicos” y funcionalistas pretendían ocultar mediante la construcción de “modelos” a-históricos y complicadas formalizaciones matematizadas de la realidad económica y social de la región.
Las críticas avasalladoras en contra de la teoría de la dependencia que se generalizaron durante las décadas de los ochenta y noventa surtieron un efecto contrario al reasumir su papel crítico y salir fortalecida de la profunda crisis que el capitalismo latinoamericano experimentó durante la llamada “década perdida”. Se equivocaron los que desde las desvencijadas cavernas ideológicas del eclecticismo y el revisionismo “predijeron” la muerte de la teoría marxista de la dependencia. Al contrario, hoy es éste un pensamiento vivo porque, como escribió Marini en su Memoria”…retomar el hilo de la teoría de la dependencia como punto de partida, significa reencontrar lo mejor del pensamiento de la izquierda…”, aunque ciertamente, como el mismo Marini advierte, ello no signifique dar una respuesta absoluta a la actual problemática latinoamericana y mundial. Esto último, en su momento, es una tarea general del pensamiento crítico y marxista latinoamericano en su conjunto y no obra individual, como se cree, de algunos “intelectuales iluminados”.
Por ello Marini siempre defendió la tesis de que la teoría de la dependencia, no era una teoría acabada, como tantos críticos sostuvieron erróneamente; sino un esbozo y un proyecto que era, y es, necesario desarrollar. Por eso podemos considerar que Marini forjó los cimientos para construir un pensamiento y una teoría críticos que dieran cuenta, por vez primera, de la naturaleza del capitalismo dependiente de nuestros tiempos sin la interferencia de las teorías dominantes de origen euronorteamericano. En la parte final de su Memoria, por ejemplo, Marini asienta que: “Cabe concluir insistiendo en un trazo peculiar de la teoría de la dependencia, cualquiera que sea el juicio que de ella se haga: su contribución decisiva para alentar el estudio de la América Latina por los propios latinoamericanos y su capacidad para, invirtiendo por primera vez el sentido de las relaciones entre la región y los grandes centros capitalistas, hacer que, al revés de receptor, el pensamiento latinoamericano pase a influir sobre las corrientes progresistas de Europa y de los Estados Unidos”. 29 Tarea más urgente que nunca en este correr del siglo XXI en las universidades, institutos y centros de educación superior y de posgrado, en la medida en que la ideología del autonombrado “pensamiento único” neoliberal se pretende erigir en el Tótem del pensamiento humano para subordinarlo y orientarlo a los imperativos del capitalismo y el imperialismo. Felizmente en vida Marini escribió su autobiografía intelectual, que recorre su vida hasta 1990, donde el lector puede apreciar la génesis de su pensamiento, así como la trayectoria política e individual de su autor y una relación pormenorizada de sus trabajos publicados e inéditos. 30
La Memoria, de hecho, es ya un valioso expediente para reconstruir una importante etapa de la izquierda revolucionaria latinoamericana, particularmente, de aquellos países que lo acogieron en su exilio: México y Chile. En ella, aprehendemos cómo la formación marxista y el uso de la crítica dialéctica y constructiva, llevaron a Marini a desnudar la esencia conservadora y burguesa de las teorías del desarrollo, fundamentalmente de origen norteamericano; de las corrientes desarrollistas y neodesarrollistas que florecieron en el continente, así como la crítica al endogenismo y al neoliberalismo que en la actualidad está determinando la marcha de nuestras economías y sociedades llevándolas al desastre. 31
A diferencia de muchos autores, Marini rompe y ajusta cuentas con la ideología desarrollista de la CEPAL y con la de los partidos comunistas de su época, y aclara el verdadero origen de la teoría de la dependencia: Dice “…contrariando interpretaciones corrientes que la ven — a la teoría de la dependencia, ASV — como un subproducto y alternativa académica a la teoría desarrollista de la CEPAL, la teoría de la dependencia tiene sus raíces en las concepciones que la nueva izquierda elaboró, particularmente en Brasil, aunque su desarrollo político fuese mayor en Cuba, en Venezuela y en Perú para hacer frente a la ideología de los partidos comunistas”. 32
A partir de aquí la teoría de la dependencia caminará por sus propios medios buscando encontrar sus categorías y conceptos en la compleja realidad de la región. Y esta tarea comenzó con la innovación de conceptos originales como superexplotación del trabajo — que es el eje el pensamiento de Marini—; intercambio desigual33, Estado de contrainsurgencia y subimperialismo, burguesía integrada, Estado del cuarto poder, cooperación antagónica, entre otros. Sin olvidar sus importantes contribuciones, en distintos momentos de su vida, al desarrollo de la teoría de la democracia y del socialismo. De alguna manera estos conceptos teóricos constituyen la arquitectura de la teoría de la dependencia en el pensamiento de Marini, elaborados como instrumental metodológico y teórico del marxismo vivo y antidogmático. Aplicados al estudio de las economías y las formaciones histórico-sociales de América Latina e, incluso de otros dependientes y subdesarrollados de la economía mundial, esos conceptos analíticos permitieron entender la dinámica oculta y contradictoria que explica, en última instancia, por qué dichos países en el siglo XXI han sido y siguen siendo — como se muestra en las crisis en curso de países como Brasil y Argentina, por no mencionar a los demás de América Latina — completamente incapaces estructuralmente de superar las condiciones de dependencia, de subdesarrollo y atraso que en este despuntar del siglo XXI, partiendo desde la década de los ochenta, lejos de haberse erradicado, se están profundizado como nunca en la historia reciente reafirmando, de este modo, la operación de las leyes generales del capitalismo en las formaciones sociales latinoamericanas insertas en el mercado mundial, en la división internacional del trabajo hegemonizada por los países capitalistas avanzados y en la tendencia a la caída de la tasa media de ganancia que es la ley fundamental del sistema del capital. 34
En un artículo denominado “Subdesarrollo y revolución en América Latina”, escrito en 1967, Marini proyecta lo que será una de sus tesis centrales; dice: “Ese ensayo, que refleja lo esencial de las investigaciones que yo venía realizando, desde fines de 1965, resume su contenido en la declaración inicial: ‘la historia del subdesarrollo latinoamericano es la historia del desarrollo del sistema capitalista mundial’, y se dedica a demostrar que ese subdesarrollo es simplemente la forma particular que asumió la región al integrarse al capitalismo mundial”. 35
Tesis ejemplar que mantiene toda su vigencia en la medida en que, al postular que los problemas contemporáneos del subdesarrollo en América Latina, Asia y África, son esencialmente producto del desarrollo inusitado del capitalismo industrializado del siglo XX, no hace más que poner al desnudo una realidad contradictoria que se nos presenta todos los días en nuestras vida económica, social, política, cultural y en nuestros salarios y condiciones de vida y de trabajo. Pero en un nivel más general y macroeconómico hay que denunciar el monstruoso endeudamiento externo de las economías subdesarrolladas para ilustrar un mecanismo eficiente, moderno y de corte financiero que “subdesarrolla” a nuestros países, al mismo tiempo que coadyuva a la ampliación del proceso de concentración y centralización del capital en los centros desarrollados como nunca se había visto.
Esta tesis, que en su momento fue combatida por tirios y troyanos, en el fondo explica la actual reestructuración de la economía mundial en el curso de la década de los ochenta y la configuración de nuevos protagonistas hegemónicos en el mundo, como Japón, Alemania y los Estados Unidos, reservándose, como Marini decía, las franjas duras del proceso productivo y tecnológico de punta, mientras que en los países dependientes se provoca el endeudamiento externo — con las transferencias de valor que este proceso implica — así como el creciente proceso de des-industrialización que dichas economías vienen experimentando en los últimos años en toda América Latina, pero ejemplarmente en los que más se desarrollaron como México, Brasil, Argentina y Chile.
En este sentido Dialéctica de la dependencia es un texto innegablemente original, que abre nuevos caminos a los estudios marxistas en la región y coloca sobre otras bases el estudio de la realidad latinoamericana:
Al revés de seguir ese raciocinio y fiel a mi principio de que el subdesarrollo es la otra cara del desarrollo, yo analizaba en qué condiciones la América Latina se había integrado al mercado mundial y cómo esa integración: a) funcionaba para la economía capitalista mundial y b) alteraba la economía latinoamericana. La economía exportadora, que surge a mediados del siglo XIX en los países pioneros (Chile y Brasil), generalizándose después, aparecía, en esa perspectiva, como el proceso y el resultado de una transición al capitalismo y como la forma que asume ese capitalismo, en el marco de una determinada división internacional del trabajo. Aceptado esto, las transferencias de valor que de allí surgían no podían ser vistas como una anomalía o un estorbo, sino antes como la consecuencia de la legalidad propia del mercado mundial y como un acicate al desarrollo de la producción capitalista latinoamericana, sobre la base de dos premisas: abundancia de recursos naturales y la superexplotación del trabajo (la cual presuponía abundancia de mano de obra). La primera premisa daba como resultado la monoproducción; la segunda, los indicadores propios de las economías subdesarrolladas. La industrialización operada posteriormente estaría determinada por las relaciones internas y externas de producción, constituidas sobre la base de esas premisas. Resuelta así, a mi entender, la cuestión fundamental, esto es, el modo como el capitalismo afectaba la esencia de la economía latinoamericana, la formación de plusvalía, yo pasaba a preocuparme con la transformación de ésta en ganancia y con las especificidades que esa metamorfosis encerraba. Algunas indicaciones, referentes al punto al que llegó mi investigación están contenidas en el texto y en otros trabajos escritos en esa época, pero yo sólo resolvería el problema algunos años después, en México. 36
Y efectivamente los abordó en posteriores escritos donde descubrirá y afinará las causas de las recurrentes crisis de la economía latinoamericana. Dice Marini:
En relación a las cuestiones teóricas colocadas por la Dialéctica de la dependencia, yo las retomé, en ese tercer exilio, en tres niveles: el ciclo del capital en la economía dependiente, la transformación de la plusvalía en ganancia y el subimperialismo. En lo que se refiere al ciclo del capital, la investigación partió de la relación circulación-producción-circulación, aplicándola, primero, a los cambios de la economía brasileña, a partir del primer choque del petróleo; objeto de intervención en el II Congreso Nacional de Economistas de México, en 1977, que consta en la Memoria del evento, el texto evolucionó para el ensayo ‘Estado y crisis en Brasil’, publicado por Cuadernos Políticos. Y, en seguida, en el plano de la teoría general, analicé, a la luz de esa relación, el movimiento de la economía dependiente en el contexto del ciclo del capital-dinero; ese fue el tema de la conferencia pronunciada en un seminario sobre la cuestión agraria y su relación con el mercado, cuyo texto se incluyó en Mercado y dependencia, un reading publicado en 1979. 37
En 1980, la revista mexicana Cuadernos Políticos, publicó el trabajo: “Plusvalía extraordinaria y acumulación de capital”, (ensayo de disertación por oposición por concurso abierto para profesor titular de la Facultad de Economía de la UNAM),
… dividido en tres secciones. En la primera, expongo los esquemas de reproducción y entrando en la polémica que suscitaran en diferentes momentos de la historia del marxismo, busco mostrar la finalidad específica que cumplen en la construcción teórica de Marx: la de la necesaria compatibilidad de las magnitudes de valor producidas en los distintos departamentos de la economía y analizo las tres premisas que tanta discusión causaran: a) la exclusión del mercado mundial, b) la existencia de apenas dos clases y c) la consideración del grado de explotación del trabajo como factor constante. En la segunda, parto de la variación de ese último factor, examinando los efectos de los cambios en la jornada, en la intensidad y en la productividad sobre la relación del valor de uso-valor y sobre la distribución. En la tercera sección, verifico el uso de los esquemas por tres autores: Maria da Conceição Tavares, s/d., Francisco de Oliveira e Mazzuchelli, 1977, e Gilberto Mathias, 1977, mostrando que la primera, además de no romper de hecho con el esquema tradicional cepalino (agricultura-industria-Estado), confunde el valor de uso y valor; los segundos, captando con agudeza la contradicción moneda nacional-dinero mundial, acaban por fijarse sólo en el movimiento de la circulación; y el tercero, que nos brinda un brillante análisis sobre el papel del Estado en la determinación de la tasa de ganancia, se olvida de considerar la relación lucro-plusvalía (retomamos esa discusión en México, en aquél año, ocasión en que Mathias admitió haberse equivocado en la crítica que me hizo en su trabajo, al respecto de la superexplotación del trabajo). Ese ensayo, probablemente, el menos conocido de mis escritos es un complemento indispensable a Dialéctica de la dependencia, en la medida en que expresa el resultado de las investigaciones que yo comenzara en Chile, sobre el efecto de la superexplotación del trabajo en la fijación de la plusvalía extraordinaria. 38
He incluido esta extensa cita para mostrar cómo había una articulación lógica y dialéctica en los escritos de Marini, siempre en función de las nociones fundamentales que originalmente desarrollara en Dialéctica de la dependencia y que nada, definitivamente, tenían que ver, como afirmaban erróneamente los detractores del pensamiento marxista de la dependencia, con las corrientes del dualismo estructural o con la teoría de la modernización de factura funcionalista centrada en el tránsito de las sociedades tradicionales a las modernas e industriales. 39Esta imbricación, a mi parecer, debe constituir un eje rector para continuar con el desarrollo de su pensamiento y de su teoría en el marco general de desarrollo del marxismo en el siglo XXI como la única doctrina y metodología crítica al capitalismo en todas sus modalidades.
En segundo lugar, el método de Marini, que parte de la economía mundial para después, atender los problemas internos del modo específico de producción de los países dependientes — método que siempre confrontó con las tesis endogenistas — se debe retomar a la luz de los cambios recientes de la economía capitalista que, tal y como Marini la vislumbrara, hoy se proyecta como una verdadera economía global capaz de articular a las economías nacionales cada vez más en torno de “bloques comerciales” que las sobredeterminan. En el caso de las economías dependientes, ese nuevo proceso de mundialización no ha acarreado un “desarrollo autónomo” (como proponía el teorema “centro/periferia” de la CEPAL) que garantice su continuidad en términos de alcanzar etapas más complejas y maduras del proceso de industrialización. Por el contrario, a lo que se está asistiendo es, en cierto modo, a la resurrección de la “vieja” economía exportadora del siglo XIX pero sobre “bases modernas”, por ejemplo, centradas en el sistema financiero especulativo, en la importación de tecnología informática y microelectrónica, pero a cambio de sacrificar los procesos “endógenos de desarrollo” de la industria y de los mercados internos, particularmente los destinados al consumo popular. Esta idea Marini la expone, por ejemplo, en su libro: América Latina: dependência e integração. Y de ella hay que sacar todas sus consecuencias en materia de desarrollo y crecimiento económico y de problemas ya más concretos como sus efectos en el empleo, en el salario y en la calificación de la fuerza de trabajo que, como subproducto de ese proceso de reestructuración capitalista global, cada vez más se precariza configurando un proceso de extensión de la superexplotación del trabajo prácticamente en todo el mundo que exige, por regla general, cambios radicales de orden político-institucional de las relaciones laborales y, en general, del mundo del trabajo para ajustarlos a los procesos de producción y valorización del capital. 40 Al respecto basta observar lo que ocurre en Grecia a la luz de la imposición de los programas de la austeridad extrema por parte de la Troika en Europa y de sus correspondientes políticas en América Latina que se están reeditando a la luz de la crisis económica actual para confirmar lo que estamos diciendo.
Considero que es preciso seguir la huella de estas premisas teórico-metodológicas y de investigación de la formación social capitalista dependiente latinoamericana contemporánea en el nivel en que la ubica Marini para desarrollar la TMD. Al respecto, en una entrevista, dice este autor: “…la teoría de la dependencia no nace como pensamiento marxista, incorpora instrumentos marxistas…mientras más avanza en sus planteamientos, más necesidad tiene del marxismo hasta finalmente plantearse enteramente en el plano del marxismo”. 41 Por esta razón el autor insiste en que sólo la teoría marxista podía estudiar y comprender la dependencia a cabalidad, por lo que había que extirparle completamente los elementos estructural-funcionalistas adheridos a ella desde su formación.
Una gran cantidad de críticas a la TMD — muchas de ellas infundadas y con argumentos muy endebles — se forjaron desconociendo, u obviando, el nivel epistemológico en que surgió en el debate político de mediados de la década de los sesenta en América Latina, básicamente para explicar los problemas de atraso, dependencia y subdesarrollo, así como los caminos de la transformación y la liberación. En parte ello obedeció al impacto silenciador de la dictadura militar y a la censura intelectual y mediática que institucionalizó y que, en el caso de Marini provocó, debido a su propia trayectoria, exiliado de su país por cerca de 20 años, que su pensamiento y aportes fundamentales apenas se estén conociendo y volviendo a leer en las aulas brasileñas, en las universidades y en las academias muchas veces en contra de las corrientes, incluso de izquierda dominantes, por ejemplo, en universidades como la de São Paulo o en la UNICAMP, donde hasta la fecha existe una fuerte resistencia a su recepción por parte de estas instituciones, de sus academias y, aun, de la mayoría de los profesores. Y lo mismo ocurre en una buena parte de los centros académicos latinoamericanos donde su recepción es sumamente restringida.
El mismo Marini indicó que lo que hay que hacer para revitalizar y actualizar el pensamiento dependentista en su vertiente marxista es:
… retomar el hilo en el punto en que lo perdimos en la década de los setenta; retomar el marxismo, la única arma efectiva que la izquierda tiene para analizar y comprender el mundo en que vive: el mundo capitalista en que está viviendo y utilizarlo, entonces, para realizar la crítica radical del capitalismo, en la búsqueda de un nuevo proyecto popular, democrático, de masas, que permita a América Latina salir de la crisis en que se encuentra hacia una nueva forma económica que responda a los intereses de las grandes mayorías y no solamente a los intereses de los grupos del capital nacional y extranjero. 42
Y por supuesto que esta es una tarea colectiva de reconstrucción teórica, metodológica y política a la luz de los cambios de todo orden que han operado en los últimos años — y están en proceso — en el capitalismo mundial. A pesar del desprestigio y los intentos de situarlo en el olvido, Marini — junto con otros intelectuales como el mismo Gunder Frank y el filósofo brasileño Álvaro Vieira Pinto prácticamente desconocido hasta la fecha, como plantea Gilberto Vasconcellos 43, epistemológicamente Marini está reemergiendo con nuevos bríos: no precisamente entre la generación que prácticamente “dio el brazo a torcer” para comprometerse con las perspectivas teóricas de moda y mercantilistas; sino en las filas de las nuevas generaciones, los trabajadores y otras fuerzas y movimientos sociales y populares. Por ejemplo, el MST de Brasil ha reivindicado a Marini, y también lo han hecho otros representantes de movimientos populares, académicos, estudiantes, que están recurriendo cada vez más a la TMD. Incluso en las redes sociales han surgido colectivos que promueven frecuentemente el pensamiento de Marini y estimulan su discusión, así como medios electrónicos de comunicación interesados en su difusión. 44
En su versión más radical, la teoría marxista de la dependencia no admite “reformar el capitalismo” como pregonan algunos intelectuales y gobiernos socialdemócratas de todo signo ligados a la llamada “tercera vía”; sino asumir el necesario tránsito hacia el socialismo original, libertario y profundamente democrático que sí avance en superar el régimen de la propiedad privada de los medios de producción, de la explotación de la fuerza de trabajo por el capital y el sistema de dominación imperialista que tiene en el Estado a su principal aliado, como plantea en numerosos escritos el escritor norteamericano James Petras.
Desde la perspectiva de la TMD pensamos que existen nuevos problemas y líneas de investigación que es necesario elucidar. Así, a nivel de los conceptos, considero que al prefijo neo hay que conferirle contenidos propositivos concretos en función de la arquitectura del esbozo de la teoría de la dependencia de Marini con un eje articulado en la superexplotación de la fuerza de trabajo que, en términos reales, significa que el obrero es expropiado por el capital de parte de su fondo de reproducción y del valor de su fuerza de trabajo y éste convertido en fuente de acumulación de capital. Esencialmente Marini planteó esta tesis para países que operan en condiciones de dependencia estructural — en particular los latinoamericanos — y que hoy, debido al desarrollo científico-tecnológico y a la crisis secular del capitalismo histórico, se está generalizando al conjunto del sistema capitalista en progresión geométrica a la caída, en éste, de sus tasas compuestas de crecimiento y de productividad.
Consideramos que, al revés de los efectos negativos que en el pensamiento social produjo la caída de la Unión Soviética y la afirmación del Consenso de Washington, entre otros acontecimientos ideológicamente utilizados por el neoliberalismo para anunciar el “fin de la historia” y el “arribo de la democracia” como “antídoto” contra el socialismo libertario, ocurrió una especie de reversión, junto con la crisis estructural, sistémica y civilizatoria del capitalismo desde 2008-2009 que marca el inicio, si bien lento y desigual, del resurgimiento del pensamiento crítico y del marxismo en general como horizonte teórico y analítico de reflexión en un núcleo muy importante de intelectuales y pensadores europeos y en los propios Estados Unidos. 45
Se está volviendo a pensar holísticamente — contra la fragmentación unidimensional del conocimiento impuesta por el neoliberalismo —; a quitar todas las telarañas que nos impuso la camisa de fuerza neoliberal y empezar a rescatar y refrescar temas como la teoría del valor-trabajo, el intercambio desigual, las transferencias de plusvalía a los centros avanzados, el papel del Estado y la superexplotación de la fuerza de trabajo, etcétera, con el fin de entender la esencialidad de la problemática económica, social, política y cultural contemporánea.
Considero que estas son algunas reflexiones que ameritan rendir un homenaje a quien tanto las ciencias sociales como la intelectualidad crítica y de la izquierda revolucionaria deben considerar como un verdadero intelectual orgánico del cambio económico-social a favor de los trabajadores y de los pueblos oprimidos y explotados de los países latinoamericanos y dependientes de la periferia del sistema capitalista-imperialista mundial en el contorno de este monumental proceso histórico-social signado por cambios y transformaciones estructurales que expresan, cada vez más intensamente, las crecientes dificultades y contradicciones por las que está atravesando el capitalismo mundial en el discurrir de este siglo XXI.
Conclusión
A diferencia de los planteamientos neoliberales, socialdemócratas y neodesarrollistas hoy en crisis, que en su momento presentaron un panorama prometedor para los países en “vías de desarrollo”, como gustan clasificar a los países dependientes los organismos internacionales como el Banco Mundial, el FMI, la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD) y el BID, entre otros; panorama que tiende a la “independencia” y a la “soberanía” de las naciones y de la fuerza de trabajo, por el contrario, las tesis dependentistas vislumbran una tendencia a la exacerbación de la superexplotación del trabajo y de las luchas de clase estimuladas por la flexibilización del trabajo que ocurre en la dimensión productiva de nuestras sociedades a través del impulso-imposición de todo tipo de “reformas estructurales” pregonadas por las burguesías dependientes y por los organismos monetarios y financieros internacionales. Además, frente a la crisis estructural del capitalismo mundial, se están reforzando nuevas formas de expansión de países y capitales revitalizando el subimperialismo como es el caso de Brasil y de otros en el mundo, como Israel, Irán, Sudáfrica o Nigeria, sin ignorar la tendencia al militarismo y a la intervención mediante guerras (Siria, Irak, Libia, Ucrania) por parte del imperialismo como una forma de mantener el sistema de dominación bajo su hegemonía que cada vez va perdiendo terreno frente a la emergencia de nuevas potencia, singularmente China y Rusia, y de gobiernos progresistas que reclaman la recuperación de su soberanía frente a los intentos de balcanización y de desintegración nacional que promueven los poderes supremos y hegemónicos del imperialismo comandado por Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra y Japón, entre otros.
Estos son — principalmente — los nuevos temas contemporáneos que hay que abordar y desarrollar críticamente y con una perspectiva histórico-contemporánea capaz de aprehender y dilucidar los fenómenos que hoy explican su conformación y comportamiento en aras de una comprensión veraz capaz de contribuir al desarrollo y organización de las luchas sociales de los trabajadores y de los movimientos populares encaminados, no sólo a “superar el neoliberalismo” — que estratégicamente es importante hacerlo — sino al mismo capitalismo y, más aún, al dependiente, que son la verdadera causa de todas las dificultades y calamidades por las que atraviesan los trabajadores y las sociedades en el mundo: explotación, desigualdad, miseria, hambre, inflación, desesperación, injusticia, desempleo, violencia, violación de los derechos humanos, inseguridad, devastación ambiental y guerras fratricidas que amenazan la existencia de la humanidad.
Son temas para actualizar críticamente la TMD y el pensamiento de Marini — y no, para en su nombre, rechazarla — en esa ola de fenómenos y de los límites a los que está llegando el capitalismo histórico, y no digo a su caída definitiva — que es deseable — sino a límites estructurales intolerables cuya naturaleza es preciso indagar para crear nuevos conceptos y categorías que finalmente construyan alternativas de futuro superiores, capaces de trascender a este sistema monstruoso de esclavitud salarial y de miseria sustentado en el modo capitalista de producción para contribuir a apresurar su inminente decadencia histórica.
Para este objetivo estratégico la TMD y el pensamiento de Marini, y bajo la autocrítica y recuperación de las líneas maestras del pensamiento social latinoamericano del siglo XX, debe proponerse recrear una base teórica nueva, alternativa para el siglo XXI capaz de aprehender y caracterizar la realidad histórica en su totalidad, sus tendencias subrepticias y los ciclos seculares en que se encuentran inmersos nuestros pueblos, comunidades y sociedades de Nuestra América.
En síntesis, una elaboración urgente con la fuerza renovada del pensamiento crítico y una teoría puesta al servicio de los pueblos y de la ciencia, como un camino visible que posibilite erigir colectivamente un nuevo orden económico, social y humano mundial, sin explotación ni regímenes de dominación y miseria basado, por primera vez en la historia de la humanidad, en la libertad, la democracia y en relaciones sociales y humanas de igualdad y fraternidad entre los hombres, los pueblos, las sociedades y las comunidades.
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Notas