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La derecha también ríe. El humor gráfico en la revista El Caudillo de la Tercera Posición
The right also laughs. The humor in the magazine El Caudillo de la Tercera posición
La derecha también ríe. El humor gráfico en la revista El Caudillo de la Tercera Posición
Revista Tempo e Argumento, vol. 8, núm. 18, pp. 291-316, 2016
Universidade do Estado de Santa Catarina
Recepción: 14 Julio 2016
Aprobación: 25 Agosto 2016
Resumen: Este trabajo presenta un estudio del humor gráfico de la revista peronista El Caudillo de la Tercera Posición.Esa revista fue editada entre 1973 y 1975 como un semanario de información política y se convirtió en una publicación emblemática del peronismo de derecha. De allí se combatió y denunció la “infiltración”de la izquierda. Desde sus primeros números incluyó una sección fija de humor con caricaturas y tiras cómicas. Es a través del análisis de la sección de humor que se hace posible entender la cultura política de la derecha peronista y los estereotipos que esta construyó sobre sus enemigos.
Palabras clave: Humor, Derecha, Anticomunismo, Peronismo.
Abstract: This paper presents a study of the graphic humor from the peronist magazine El Caudillo de la Tercera Posición (The leader of the Third position). This weekly magazine was published between 1973 and 1975 with political information and became an insignia publication of the right peronism. From there it fought and denounced the "infiltration" of the left. Since its second number it included a humor section with cartoons and comic strips. It is through the analysis of that section that it is possible to understand the political culture of the Peronist right and the stereotypes that it built on its enemies.
Keywords: Humor, Right, Anticommunism, Peronism.
Introducción
En este trabajo, busco analizar la cultura política de la derecha peronista a través del humor gráfico. Defino a la derecha peronista como una corriente particular dentro del amplio movimiento peronista que puede ser rastreada desde los inicios mismos del movimiento, por intermedio de una serie de organizaciones, intelectuales y publicaciones. La cultura política de la derecha peronista puede datarse desde 1943, producto de la combinación entre la cultura de la derecha nacionalista y el naciente movimiento peronista. Esa cultura política de la derecha cobró fuerzas, en la década del sesenta, como contracara a la consolidación de un sector de izquierda en el movimiento peronista. La convivencia de una cultura política de izquierda y otra de derecha adquirió un carácter violento e irreconciliable a partir de la década del setenta con la vuelta del peronismo al poder. (Besoky, 2013)
Por cultura política entiendo, siguiendo la definición de Berstein (1999), una visión del mundo compartida, y según Sirinelli (1993): “una especie de código y un conjunto de referentes formalizados en el seno de un partido o de modo más ampliamente difundido, en el seno de una familia o de una tradición política”. En el caso de la derecha peronista, tal cultura se componía de: “un subsuelo filosófico o doctrinal, la mayor parte de las veces expresado en la forma de una vulgata accesible a muchos”, que fue el nacional-justicialismo, en tanto posición nacionalista partidaria de la Tercera posición, anticomunista y anticapitalista; de “una narrativa histórica, esto es, una lectura común y normativa del pasado histórico que connota, positiva o negativamente, los grandes períodos del pasado”, que fue el revisionismo histórico y la reivindicación de la tríada San Martín, Rosas y Perón; y de “un discurso codificado en el cual el vocabulario empleado, las palabras clave, las fórmulas repetitivas contienen significado”, que fueron las ideas de justicia social, liberación nacional, independencia económica, antiimperialismo, antiliberalismo, anticomunismo, conspiración judeo-masónica, sinarquía, etc.
Una de las publicaciones más características de la derecha peronista y justamente la única que ha recibido la atención de los investigadores ha sido El Caudillo de la Tercera Posición[1]. En este artículo, me centraré exclusivamente en la sección de humor de esta revista con el fin de analizar la cultura política presente en el llamado “peronismo ortodoxo”[2].
La Revista El Caudillo de la Tercera Posición
La revista El Caudillo de la Tercera Posición fue un semanario de información general dirigido por Felipe Romeo, y sostenedor de la consigna de la “patria peronista” por contraparte a la “patria socialista” de la Tendencia Revolucionaria del peronismo[3]. Romeo era un personaje conocido en el nacionalismo de derecha, que había militado en la Guardia Restauradora Nacionalista y había participado del nacimiento de la derecha peronista, específicamente de la Juventud Peronista de la República Argentina (la jotaperra), a inicios de 1973. El Caudillo vio la luz el 16 de noviembre de 1973, cinco días antes de que hiciera su aparición pública la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), para representar la voz de la derecha peronista y contrarrestar a la izquierda peronista que se expresaba a través de El Descamisado, órgano de prensa de Montoneros, y también de la revista Militancia Peronista para la Liberación[4]. El Caudillo, cuyo diseño imitaba prácticamente a El Descamisado, se publicó de manera casi regular hasta fines de 1975 y llegó a vender aproximadamente 9400 ejemplares en los kioscos de la Capital Federal.
La investigación de los periodistas Alberto Moya y Adrián Murano en Murano (2007) ha permitido dilucidar quienes fueron los integrantes de El Caudillo. Según relatan, Romeo contaba con el dinero para montar la revista, pero no tenía idea de cómo armar el staff. Esa tarea quedó en manos del periodista José Miguel Tarquini, un viejo militante de Tacuara y dirigente de la Guardia Restauradora Nacionalista, como primer jefe de Redacción. Éste reclutó colegas que escribían en el diario Crónica y la revista Extra y cuyas simpatías por el fascismo y la falange franquista eran notorias. El resto del staff se completó con integrantes de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), de la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA) y con empleados rentados del Ministerio de Bienestar Social.
La revista contó con el decidido apoyo político y monetario del Ministerio de Bienestar social a cargo de José Lopez Rega, como se comprueba al analizar los amplios y repetidos avisos de diversos programas oficiales financiados por esa repartición[5]. Así, aparecían de manera recurrente avisos sobre programas de viviendas y páginas enteras sobre encuentros deportivos juveniles. No existían anunciantes privados, pero sí aparecían solicitadas de la Unión Obrera Metalúrgica (donde, por ejemplo, se equipara a Rosas con Perón en su defensa de la soberanía) y de la CGT 62 Organizaciones (en que se celebra el retorno del cuerpo de Evita). La revista se dedicaba al análisis de la coyuntura política y traía varias secciones fijas: en las primeras páginas figuraba el editorial, una sección de investigación y denuncia de las prácticas “sinárquicas”, y otra sección, titulada OÍME, en la que se condenaba a algún personaje de la política argentina.
Ya desde el segundo número el semanario empezó a incluir casi siempre en la última página un espacio dedicado al humor. José Miguel Tarquini, Jefe de Redacción, incluyó una sección de Chismes y entretenimientos – con la identificación sobre un cintillo negro en el encabezado– de exclusivas referencias a la política, como un juego de palabras cruzadas bajo el nombre de Peronograma. También se incluían adivinanzas y poesías que tenían el expreso fin de ridiculizar a la izquierda. Posteriormente, sólo permanecieron en los siguientes números las caricaturas y tiras cómicas donde eran representados los variados enemigos de la revista. Lamentablemente, la sección de humor no contaba con la firma del dibujante ni aparecía ningún dato adicional en los sucesivos números que permitiese la identificación del autor o de los autores. Sin embargo, el tipo de caricaturas que irán apareciendo encuentran similitudes con otros dibujos de la publicación Mazorca, de la Guardia Restauradora Nacionalista, en el año 1968, lo que lleva a pensar que tal vez se trate de la misma persona que años más tarde colaboraría con El Caudillo[6]. A su vez, Alberto Moya ha identificado el mismo trazo de las caricaturas en la portada de la revista Cabildo de 1976, lo que también hace suponer que se debe a la colaboración del mismo dibujante[7].
El espectro de enemigos del semanario El Caudillo puede verse en la viñeta del número 7 del 28 de diciembre de 1973, donde, bajo la inscripción “Seis proyectos municipales para la patria nacional-justicialista (Asunto: La horca más alta del mundo)”, se veía el dibujo del obelisco y se ponían lazos de cuerda bajo distintos símbolos[8]: “Para los delincuentes económicos” figuraba una estrella de seis puntas con el signo $; “Para los yanquis”, el obelisco como misil con la inscripción USAF; “Para los bolches”, una estrella oscura de cinco puntas más la hoz y el martillo; “Para los masones”, la punta del obelisco como un triángulo que une tres puntos; y “Para los gorilas”, una palmera con cocos; y “Para los liberales,” un gorro frigio.
Un análisis de estas caricaturas nos permite hallar continuos rasgos estéticos que contribuyeron a crear un estereotipo del militante de izquierda. El estereotipo, como señala Burke (2005), puede no ser del todo falso, aunque a menudo exagera elementos reales y omite otros. El caricaturista apela a prejuicios preexistentes al mismo tiempo que los refuerza y, como señala, Burke: “El estereotipo puede ser más o menos cruel, más o menos violento, pero, en cualquier caso, carece necesariamente de matices, pues el mismo modelo se aplica a situaciones culturales que difieren considerablemente una de otras”.
Algunos de los lugares comunes de los cuales se nutrió la revista para establecer una mirada[9] sobre la izquierda tenían que ver con elementos ya presentes en el nacionalismo de derecha. La figura del montonero fue representada con lentes de intelectual, grandes orejas, nariz aquilina y con distintivos como la estrella de David, la hoz y el martillo o la bandera estadounidense. Esos rasgos buscaban enfatizar la caracterización de los sectores de la Tendencia revolucionaria como intelectuales (por lo tanto, no trabajadores); marxistas [Ilustración 2] (no peronistas; o sea, infiltrados); judíos (apátridas) y pro yanquis (agentes de la CIA) [Ilustración 3].
Le suman a algunos gestos y ropas de mujer para tildarlos de homosexuales [Ilustración 4] y de drogadictos [Ilustración 5].
Ortodoxio contra Tendencio
A partir del número 4 del 7 de diciembre de 1973, las diferentes caricaturas de la página de humor compartieron su espacio con una tira cómica compuesta de tres recuadros titulada “Ortodoxio”. Bajo ese nombre estaba el personaje insignia de la revista, el cual aparecía arremangado hasta los codos, usaba bigotes y tenía una cabeza con forma de P que encajaba en medio de un gran escote en V. En la tira, Ortodoxio, sosteniendo un ejemplar de El Caudillo en su mano izquierda, decía: “¡Hacete a un lado Tendencio!, mirá que desde el próximo viernes… el que manda soy YO”, mientras tomaba del cuello a Tendencio con su mano derecha. Ese Tendencio era similar al dibujado en Militancia, aunque tenía una enorme T en el pecho. [Ilustración 6]
Tendencio había aparecido originalmente en el número 9 del 9 de agosto de 1973 en la revista de la izquierda peronista Militancia, convirtiéndose rápidamente en un personaje emblemático con el cual se expresaban las posiciones políticas de la revista[10]. En ese ejemplar, aparecía en la esquina inferior izquierda de la página 21 uma viñeta con una figura humanoide, dibujada con un trazo simple y sencillo, sosteniendo un cartel en el cual podía leerse: “Mongo y Aurelio son nuestros compañeros”. Bajo el título de “Elipsis”, la viñeta era una referencia directa al discurso de Perón en el cual la juventud aparecía cuestionada. Con el personaje de Tendencio, aparecía una clara identificación por parte de la revista con los sectores de la izquierda peronista. [Ilustración 7]
La apropiación de un personaje característico de la revista Militancia por parte de El Caudillo, con el objeto de increparlo y ridiculizarlo hacía visible, a través del humor, el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha peronista. Es claro que la derecha y particularmente El Caudillo conocían y tenían presentes las posturas de la izquierda peronista. No solamente el semanario tenía un diseño muy similar a El Descamisado, sino que la línea editorial de Militancia, así como su humor, fueron permanentemente interpelados, tal como lo demuestra la tira cómica del número 6. En esa figuraba Ortodoxio manteniendo el siguiente diálogo con Tendencio:
– ¿Así que estás ensayando para poner los pies dentro del plato?
– ¿Cómo adivinaste?
–Porque te quedó un fideo en el dedo gordo.
Esta tira era una respuesta a una anterior, publicada por Militancia el 8 de noviembre de 1973 en el número 22, en el cual se podía ver a Tendencio sin sus pies diciéndole a su hijo “Lo importante es no sacar los pies del plato”, mientras delante suyo figuraba un plato gigante donde se apoyaban sus pies mutilados.
Otro personaje que El Caudillo incorporó por única vez fue “Fierrito”, un personaje del diario El Mundo vinculado al PRT-ERP. Fierrito, dibujado como un joven flaco y de bigotes, solía aparecer en la tapa del diario e ilustraba algún acontecimiento político o social que era explicado en un lenguaje sencillo en las páginas interiores. El director de El Mundo, Manuel Gaggero, señalaba en un reportaje que: “Fierrito, que era una especie de Martín Fierro contemporáneo y obrero, se volvió un personaje muy importante que sintetizaba lo que pasaba en el día. En las charlas que hacía por el interior me preguntaban siempre por Fierrito.”[12]
En el número 19 de El Caudillo, Fierrito apareció por única vez fomando parte de la tira con Ortodoxio y Tendencio. Eso era en el marco de la clausura del periódico El Mundo decretada por el gobierno peronista. Allí se veía en latira pasar al personaje de Fierrito mientras Tendencio le comentaba a Ortodoxio:
“–ahí va mi primo fierrito… laburaba en ‘El Mundo’ y ahora los burócratas fascistas lo dejaron en la via, pobre… ¡chau, Fierrito! ¡No te desanimes que voy a ver si te consigo laburo en ‘Militancia’!... ¡Hasta luego primo, esperame!
–¿Por qué le dijiste esperame?- preguntaba Ortodoxio
–Porque después de él me toca a mí”. [Ilustración 9]
Como hemos visto, en varias tiras y viñetas de El Caudillo se hacían presentes las críticas a la izquierda peronista. En el Nº 23, Tendencio era representado con un cartel que decía “JUP Montos” mientras empujaba parte del marco del recuadro. Interrogado por Ortodoxio que lo instaba a salir del espacio que le pertenece, Tendencio respondía:
“Estoy acá para apoyarlo a Perón contra el imperialismo yanqui y sus lacayos fascistas. (…) La orden fue terminante: primero debemos apoyar, luego presionar, después condicionar, y si es preciso inmovilizar, apretar y reventar la gestión del gobierno popular. La ‘salida alternativa’… ¿viste?”.
Otra de las asociaciones comunes en El Caudillo era vincular a la izquierda peronista con el marxismo tildándolos de “infiltrados”. En las viñetas de Ortodoxio solían ser frecuentes estas asociaciones. En uno de los primeros números, Tendencio aparecía cavando un pozo mientras Ortodoxio le preguntaba que hacía. –“Profundización doctrinaria” – respondía. A lo que Ortodoxio acotaba: “No vas a ir muy lejos. Esas herramientas no sirven para este laburo”. Tendencio cavaba con una hoz y un martillo. En otra, en el Nº17 del 8 de marzo de 1974, después de los feriados del corso, Tendencio se quitaba la capucha al tiempo que decía: “Para mí, todo el año es carnaval”. Debajo, aparecía con barba, pelo largo, lentes y una estrella en la boina. [Figura 10].
Ya en uno de los primeros dibujos, titulado la “metamorfosis de un símbolo”, se exhibía una V con una P en el medio que, paso a paso, se transformaba en un puño encadenado sobre una base que decía “imperialismo de izquierda” como consecuencia de que “la cosa se enzurda”.
En otro número, que apareció luego de la muerte de Perón, Ortodoxio le preguntaba a Tendencio que iba a hacer a partir de ahora, a lo que éste respondía: “Esperá que evalúo la situación coyuntural ante el vacío de poder, elaboro una estrategia global y enseguida vuelvo”. En el último cuadro regresaba completamente armado con ametralladoras, bombas y pancartas que señalaban “FAR-Montos, FAL-FAP-ERP CIA”. [Figura 11]
El resto de las caricaturas que aparecían por fuera de la tira de Ortdoxio pero compartiendo la sección de humor de la revista también enfatizaban la denuncia de la infiltración. El Caudillo acompañaba las directivas de Perón plasmadas en el Documento Reservado del Consejo Superior Peronista, donde se llamaba a combatir “la infiltración de esos grupos marxistas en los cuadros del Movimiento”. En un viñeta sobre una marcha de Montoneros con militantes que se frotan el trasero ante dos espectadores, se dice: “–¿Y éstos desde cuándo andan así?... –Desde que comenzó la purga”.[13]
También se hacían eco del cuestionamiento de Perón a la Juventud recordando su discurso a los gobernadores del 2 de agosto de 1973. En una caricatura, Sancho Panza y el Quijote, con un escudo de la Juventud Trabajadora Peronista, decían: “Cuestionados, Sancho, señal que cabalgamos fuera del plato”.[14] En el fondo, un molino tenía la inscripción “Consejo Superior”.
El carácter de infiltrados reaparecerá bajo el título “Caballo de Troya ‘74”, donde un caballo de madera portaba la leyenda “Patria sucialista”, de cuyo interior bajaban los supuestos guerreros con escudos de JTP, ERP 22, PB, FAR, JUP, MONTONEROS, MVP.[15]
Con esta línea acompañó y celebró El Caudillo los sucesos del 1° de mayo de 1974 desde donde contribuyeron a la “expulsión” de la Tendencia de la Plaza en el día de los trabajadores.[16] También apoyó la “limpieza de marxistas” en la Universidad, en apoyo a Ivanissevich y Ottalagano, sus propulsores desde el Rectorado de la UBA y el Ministerio de Educación [Ilustración 12].
La cultura política a través del humor
Hemos señalado que la cultura política de la derecha peronista se sostenía en la defensa del nacional-justicialismo, en tanto posición nacionalista partidaria de la Tercera posición, anticomunista y anticapitalista. A esto se sumaba una narrativa histórica que fue el revisionismo histórico y de Juan Manuel de Rosas, personaje vilipendiado por la historiografía liberal.
En una viñeta [Ilustración 13], dos mazorqueros con ropas de época, al ver pasar un joven bien vestido, gritaban “¡Mazorca!, ¡Mazorca!, ¡Los bolches a la horca!”. El muchacho, un presunto representante de la oligarquía, llevaba un cartel que reivindicaba la historia liberal “Mayo-Caseros: Rivadavia, Mitre, Cisneros”. Los mazorqueros miraban con desprecio: “–¡Ché, Cutiño! ¡Mirá, otro infiltrao!.–¡Sí será cajetilla, el afeminao éste! Ya le vamo’ a dar también, por pichón de oligarca!..”.
Según señalaron Ladeuix (2005) y Senkman (1986), la invocación de la Mazorca y la horca para “bolches y judíos” eran frecuentes en los actos de la derecha peronista. Justamente ese cántico “es un trágico resumen de la visión que tenían sobre sí mismos, y la función que debían cumplir los grupos de la derecha peronista. Si Juan Manuel de Rosas había tenido a la Mazorca, Juan Domingo Perón los tenía a ellos.”. (Ladeuix 2005).
La reivindicación de la tercera posición aparecía representada en outra tira donde remarcaban que, hacia 1845, Rosas se enfrentó contra ingleses y franceses; que en 1973, Perón se enfrentó contra yanquis y marxistas. [Ilustración 14]. Allí, Ortodoxio increpaba a Tendencio:
¡A ver si te avivas de una vez por todas, pedazo de ganso! ¡Esta es la tercera posición y al que no le guste, o el exilio o el degüello. ¡No hay más opción! ¡¡Y de hacer falta resucitaremos a la mismísima ‘Mazorca’, así el pueblo podrá darse el gusto de hacer tronar su propio escarmiento por segunda vez!![18]
El discurso codificado de la derecha peronista incluía junto con el antiimperialismo y el anticomunismo, la denuncia de la conspiración judeo-masónica y la sinarquía. Esos discursos pueden apreciarse claramente cuando se ven las caricaturas y las tiras cómicas que utiliza El Caudillo. La denuncia de la sinarquía–entendida como una conspiración mundial entre el capitalismo, el judaísmo y el marxismo, que intentaba destruir la nacionalidad– fue una constante.[19]
En una viñeta aparecida en el número 26 de la revista con la inscripción “Para que no olvidemos, 1974: pacto ESSO-ERP. El pacto de la sinarquía” una viñeta con el logo de la petrolera Esso entregaba billetes a otra con cabeza de estrella de cinco puntas y brazalete de la guerrilla; en medio, un nombre: “Samuelson”.[20]
La sinarquía era explicada a los peronistas como “la pinza maldita” que pretendía boicotear el Pacto Social. En un dibujo a toda página[21], ese esquema de dominación representado como una pinza, exhibía en su brazo derecho el apoyo de la patria liberal simbolizado por las “excrecencias de la administración Lanusse”[22] y los empresarios que generan desabastecimiento y caos con apoyo del diario La Opinión y la represión normal de las fuerzas policiales. El brazo izquierdo, simbolizado por la patria socialista de las “excrecencias de la administración Cámpora” y los ideólogos marxistas, estimulaban el accionar guerrillero fomentando la agitación. Entre las pinzas, se encontraba el obrero que, debido a la confusa información y al ataque sinárquico, “reacciona con tomas de fábricas, manifestaciones, huelgas”. El efecto era el aislamiento de la conducción sindical y la rotura del pacto social.
Otra viñeta, titulada “Qué dice el sinarca”, graficaba a un gorila uniformado, con las iniciales de United States en la gorra, sentado frente a un banderín similar al de EE.UU., que decía:–¡Ya está! ¡Me dejo la barba, me cambió la boina y listo![23]
A un barbudo de melena sujetada con una vincha de Montoneros, vestido de gaucho pero con inscripciones en la remera de “CIA, FAR, Yale University”, le colgaban boleadoras con los símbolos del dólar y del comunismo.[24]
Cuando Augusto Pinochet se encontró con Perón, la revista lo presentó bajo el lema “¡‘Bienvenido’ entregador de tu propia patria!”, como una marioneta manejada por la CIA en cuyo brazo sostenía una espada “made in USA” y en el otro un maletín lleno de dólares:
“Pinocho es un títere mentiroso que inmortalizó Walt Disney: fue utilizado por la CIA para voltear la Segunda Posición en Chile, y erigir en su lugar a la Primera Posición reaccionaria, gorila y liberal. (La TERCERA POSICIÓN Nacional-Justicialista LO REPUDIA)”.[25]
El antisemitismo formaba parte de la derecha peronista y, como no podía ser de otra manera, era reflejado en el humor gráfico. Sin embargo, no era exclusivo, ya que el uso de caricaturas antisemitas había formado parte de varias publicaciones de la derecha nacionalista en décadas anteriores[26]. Por ejemplo, como ha señalado Gené (2007, p. 137):
“El gigante giboso vestido de levita se recorta sobre un horizonte de cúpulas orientales. Barba puntiaguda, grandes orejas y nariz ganchuda son los rasgos sumarios que definen al estereotipo del “judío”. Una imagen convencional, invariable en sus características físicas, multiplicada en publicaciones de Buenos Aires en los años ‘30, a través de las cuales sectores de la derecha aspiraban a popularizar su furioso antisemitismo. Sin embargo, la retórica visual antisemita lejos estaba de agotarse en tal relato fisonómico: una extendida galería de monstruos donde desfilaban hidras, dragones, inquietantes pulpos o serpientes, fueron figuras recurrentes y nunca suficientes, para expresar el odio visceral hacia el “enemigo de la Nación Argentina”.”
Esos tipos de caricaturas estaban presentes en Clarinada. Revista mensual de propaganda argentina y contrapropaganda roja, publicada entre 1937 y 1945 y uno de los voceros más importante del nazismo en la Argentina (Gené 2007). También en el periódico Alianza de la Alianza Libertadora Nacionalista en las décadas del ‘40 y ‘50, y en Tacuara, la revista de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, donde por ejemplo una de las tiras ocasionales titulada “Samoil Cipayosky”[27] se encargaba de satirizar a los judíos en algunos aspectos de lo que se consideraba su vida cotidiana (López de la Torre, 2015). Lo mismo sucedía con la organización Tacuara y varias de sus escisiones como la Guardia Restauradora Nacionalista y su publicación Mazorca (Galván, 2008).
Una de las novedades que traía El Caudillo en la representación del judío era, como ya ha señalado Senkmann (1986),que la figura del militante Montonero era caricaturizada a menudo a través de la iconografía antisemita. De esa manera y producto del conflicto con la izquierda del movimiento, los redactores del semanario buscaban deliberadamente asociar al ya clásico repertorio de los enemigos: el judaísmo y comunismo a los sectores de izquierda del peronismo. Diferente será la representación del ERP: retratos de mujeres con el uniforme de guerrilleras, la estrella y un fusil; aunque también cubiertos con una sábana y la estrella de cinco puntas.
Pero el antisemitismo no estuvo presente sólo en la caracterización de la Tendencia, sino también en otras figuras de la esfera pública como el ministro de Economía José Gelbard o el director de La Opinión, Jacobo Timerman. Las críticas a Gelbard se hicieron más frecuentes a partir de la muerte de Perón,[28] mientras que para Timerman se encontraron presentes desde siempre: con motivo de un conflicto laboral en el diario, una caricatura de su Director en el escritorio tiene un cartelito: “Federación sinárquica mundial, primer presidente”. Frente a él, empleados famélicos levantan carteles: “Gringo cerdo. ¡Los criollos necesitan comer!”. Impasible, Timerman enciende un habano con un billete y responde: “–¿Istánmishiguenes? No poido, che… ¡No mi alcanza platita, linda para concretar negocios de coima! ¿No ves, paesano, qui tengo qui hacer un blanqueo y rajarme al exterior?”[29][Ilustración 15].
Una movilización de “Montoneros” fue graficada con melenudos y barbudos o estudiantes llamados Jacobo, Raquel, Lázaro, Judith, donde uno decía “Viva el paisano Kestelboim”[30]. En otra ocasión, en un diván, frente a un diploma del “Dr. Moscovich, médico psiquiatra”, una joven rubia delgada con signo de la paz en el morral y flores en su jean de bocamanga ancha, se lamentaba:”–¡Es alienante! ¿Viste? Fijate que yo nunca fui peronista, después milité en la Tendencia y ahora de nuevo estoy CONTRA Perón.”.[31]
El triunfo de Ortodoxio
Durante los cuatro meses que salieron coincidentemente El Caudillo y Militancia, el personaje de Tendencio tuvo en las páginas del primero una presencia constante. Sin embargo, los editores de la segunda nunca incorporaron a Ortodoxio ni hicieron mención alguna a su figura en las viñetas. Sólo una viñeta aparecida en el número 34, traía una referencia a la “sinarquía”, concepto como hemos visto profusamente utilizado en El Caudillo para referir al complot de los liberales, marxistas, judíos y demás fuerzas que atacaban a la nación argentina. En esa viñeta, Moderato le preguntaba a su padre qué era la sinarquía, a lo que éste respondía “El nombre de guerra del cuco, nene”.
La desaparición de Militancia, luego de ser clausurada por el gobierno peronista, no significó que El Caudillo dejara de incluir a Tendencio en sus tiras, por lo menos hasta el número 63 del 19 de febrero de 1975, aunque la revista continuó saliendo hasta diciembre de 1975.
Los hechos del 1 de mayo de 1974, cuando se hizo pública la ruptura entre Montoneros y Perón, tuvieron repercusiones en el humor de la revista, que en el número 26 colocaba a un solitario Tendencio evocando el tango “Cuesta abajo” aunque con otra letra que decía: “Si arrastré por esta plaza la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser… cuantas veces agrupado bajo el lema ‘Montoneros’ la consigna subversiva ya no pude contener… si soy así, que voy a hacer… nací infiltrado y de espaldas al país”. Al final del recuadro, una nota aclaratoria explicaba la ausencia de Ortodoxio, que se encontraba festejando su primero de mayo.
Otro hecho que repercutió en la revista fue el asesinato del padre Mugica en mayo de 1974. En su último número, Militancia lo había colocado en la sección “Cárcel del pueblo”, y el número 27 de El Caudillo trajo a Tendencio y Ortodoxio dialogando sobre el asesinato:
–Aquí lo asesinaron al padre Mugica… para mí que fueron los matones de la burocracia sindical, o las bandas fascistas parapoliciales…
–Pensá lo que se te dé la gana– respondía Ortodoxio– Yo opino que bien pudo ser tanto la ultraderecha como la ultraizquierda… Si fue la ultraizquierda, es porque se sintieron agredidos… si fue la ultraderecha, es porque estaban desactualizados. En todo caso… ¿sabías que los zurdos ejecutan a sus desertores y que el pentágono tiene aquí a sus agentes terroristas? ¿o crees que me chupo el dedo como vos, pedazo de miope?
Las últimas viñetas de la revista hacían explícito su apoyo a las medidas del gobierno peronista, como por ejemplo la intervención de Ottalagano en el rectorado de la Universidad de Buenos Aires. En otra, que sería la última viñeta, figuraba a toda página Ortodoxio golpeando al gorilaje y al pulpo[32] del desabastecimiento con una tacuara en su mano derecha y, en la otra, con un garrote con el que hería a Tendencio y a la guerrilla en Tucumán y Córdoba. [Ilustración 16]
Conclusión
En ese trabajo, he recurrido al análisis del humor político de la revista El Caudillo de la Tercera Posición como una forma alternativa de acercarnos a la comprensión de la cultura política de la derecha peronista. Justamente a través del análisis de las tiras cómicas y de las caricaturas nos fue posible observar la manera en que la revista concebía y difundía una gramática común al mismo tiempo que contribuía a establecer determinadas características de sus enemigos políticos. La denuncia del comunismo, el judaísmo y el complot sinárquico, que eran constantes en los artículos escritos del semanario, hallaban en el humor una rápida y concreta explicación. Lo que también sucedía con el antimperialismo y el revisionismo histórico, que incluía la reivindicación de la figura de Rosas y sus mazorqueros. Mediante su incorporación, El Caudillo buscó también justificar y alentar el uso dela violencia contra sus enemigos.
Muchos de esos elementos ya formaban parte del imaginario de la derecha nacionalista desde la década de 1930 y fueron incorporados a un sector del peronismo en las décadas siguientes. Las semejanzas de los tópicos y representaciones iconográficas de El Caudillo con respecto a publicaciones nacionalistas anteriores, como los boletines de Tacuara, no se debían sólo a una cultura política compartida, sino también al hecho de que varios de los redactores habían militado en Tacuara. De esa manera, y en pleno enfrentamiento con la izquierda peronista, El Caudillo se encargó atribuirles los mismos rasgos negativos que ya formaban parte de la caracterización del comunismo, el judaísmo, la homosexualidad y el movimiento hippie. El militante de la Tendencia dejaba de ser un peronista para convertirse en “un infiltrado” o “disfrazado”. Las acusaciones de traidor o infiltrado, que eran frecuentes en el peronismo, testimoniaban la lucha dentro de una identidad política compartida (por demás amplia y heterogénea) y las diferentes culturas políticas que la componían. Así, El Caudillo defendía un peronismo entendido como un movimiento nacional y cristiano, sostenedor de una lectura revisionista del pasado y enemigo acérrimo del comunismo, el judaísmo y el liberalismo.
La centralidad que tenía el humor dentro de la publicación llegó a punto tal de incorporar personajes emblemáticos de las publicaciones de izquierda (como Tendencio y Fierrito) con los cuales debatía Ortodoxio. Con eso se buscaba, por parte de una revista que se dirigía al militante peronista, enfatizar las diferencias con la izquierda al mismo tiempo que se la ridiculizaba y agredía. Así, el humor gráfico resultó otro de los tantos lugares donde se libró la lucha entre la izquierda y la derecha.
Referencias
BERSTEIN, Serge. La cultura política. In: RIOUX , Jean Pierre.; SIRINELLI, Jean François. Para una historia cultural. Mexico: Taurus, 1999.
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Notas