INVESTIGACIÓN
Caucho, frontera, indígenas e historia regional: un análisis historiográfico de la época del caucho en el Putumayo-Aguarico (Colombia)*1
Rubber, border, natives and regional history: A historiographical analysis of the rubber era in Putumayo-Aguarico
Borracha, fronteira, indígenas e historia regional: uma análise historiográfica da época da borracha no Putumayo-Aguarico
Caoutchouc, frontière, indigènes et histoire régionale : une analyse historiographique de l'époque du caoutchouc à Putumayo-Aguarico
Caucho, frontera, indígenas e historia regional: un análisis historiográfico de la época del caucho en el Putumayo-Aguarico (Colombia)*1
Boletín de Antropología, vol. 33, núm. 55, pp. 15-34, 2018
Universidad de Antioquia
Recepción: 23 Abril 2017
Aprobación: 02 Septiembre 2017
Resumen: La época del caucho ha sido uno de los principales temas de investigación de la historia reciente de la Amazonía colombiana. Historias de violencia, esclavitud y terror se convirtieron en las principales referencias sobre el Putumayo de aquella época. Sin embargo, pese a la importancia de estas investigaciones, la región fronteriza del Putumayo-Aguarico representa un importante vacío historiográfico. El siguiente artículo explora cómo ha sido abordado este territorio por las principales investigaciones de la época del caucho en Colombia y Ecuador, planteando la necesidad de una perspectiva regional que trascienda las fronteras nacionales.
Palabras claves: caucho, Putumayo, frontera, Amazonía, extractivismo, río Putumayo, río Aguarico.
Abstract: The rubber era has been one of the main research topics in the recent history of the Colombian Amazon. Stories of violence, slavery, and terror became the main references about the Putumayo of that time. However, despite the importance of these investigations, the border region of Putumayo-Aguarico represents a significant historiographical gap. The following article explores how this territory has been approached by the main investigations of the rubber era in Colombia and Ecuador, raising the need for a regional perspective which transcends national borders.
Keywords: Rubber, Putumayo, border, Amazon, extractivism, Putumayo river, Aguarico river.
Resumo: A época da borracha tem sido uma das principais temáticas de pesquisa da história recente da Amazônia colombiana. Histórias de violência, escravidão e terror viraram nas principais referencias sobre o Putumayo de aquela época. No entanto, mesmo a importância destas pesquisas, a região de fronteira do Putumayo-Aguarico representa um importante vazio historiográfico. O seguinte artigo analisa como tem sido abordado este território pelas principais pesquisas da época da borracha na Colômbia e Equador, apresentando a necessidade de uma perspectiva regional que supere as fronteiras nacionais.
Palavras-chave: borracha, fronteira, Amazônia, extrativismo, rio Putumayo, rio Aguarico.
Résumé: L'ère du caoutchouc a été l'un des principaux thèmes de recherche de l'histoire récente de l'Amazonie colombienne. Des histoires de violence, esclavage et terreur sont devenus les principales références du Putumayo à ce moment-là. Cependant, malgré l'importance de ces enquêtes, la région frontalière de Putumayo-Aguarico représente un important vide historiographique. L'article suivant explore la façon dont ce territoire a été couvert par les grandes enquêtes de l'ère du caoutchouc en Colombie et en Equateur, ce qui soulève la nécessité d'une perspective régionale qui dépasse les frontières nationales.
Mots-clés : caoutchouc, Putumayo, frontière, Amazonie, extractivisme, rivière Putumayo, rivière Aguarico.
La época del caucho en el Putumayo-Aguarico: espacio, región y frontera
Durante la segunda mitad del siglo xix y la primera mitad del siglo xx (1880-1930), el boom de la explotación de gomas2 trasformó espacial y poblacionalmente la Amazonía colombiana. El incremento y expansión de las actividades extractivas desde el piedemonte del Putumayo-Caquetá hasta las tierras bajas de la Amazonía, intensificó la explotación del trabajo indígena y los ritmos de los intercambios económicos. En el caso del Putumayo, importantes investigaciones antropológicas, históricas y etnohistóricas documentaron tanto el inicio de la explotación de quina y caucho en el piedemonte del Putumayo-Caquetá, como la expansión de las actividades gomíferas en la cuenca baja de estos dos ríos.
El impacto de los métodos de explotación y control del trabajo (peonaje por deudas y esclavitud), el establecimiento de la empresa emblemática de la región, la Peruvian Amazon Company y los crímenes cometidos en contra de las poblaciones indígenas (los escándalos del Putumayo), se convirtieron en los principales temas investigados en la historia reciente de la Amazonía colombiana (Figueroa, 1986; Domínguez y Gómez, 1990, 1994; Pineda, 2000; Taussig, [1991] 2002; Domínguez, 2005; Stanfield, [1998] 2009; Sierra, 2011; Gómez, 2014).
Sin embargo, pese a la importancia de estas contribuciones, la subregión del Putumayo-Aguarico3 representa un importante vacío en el estudio de la expansión de las actividades extractivas, al igual que el impacto en las poblaciones indígenas tukano occidental (sionas, sionas secoyas y macaguajes, entre otras), cofán y quechuas que habitaron este extenso territorio fronterizo.4 Las investigaciones realizadas tanto en Colombia como Ecuador describieron la época del caucho en esta sub región del Putumayo-Aguarico como itinerante, es decir, un territorio en el que no se logró consolidar una explotación sistemática; en comparación a los patrones caucheros, fundos, señores rivereños o grandes casas caucheras que caracterizaron la época del caucho en el Putumayo, Caquetá y Napo (Domínguez y Gómez, 1990, 1994; Gamarra, 1996; Muratorio, [1991] 1998; Barclay, 1998; Pineda, 2000; Domínguez, 2005; Stanfield, [1998] 2009).
Para los estudios históricos en Ecuador, el carácter de frontera de esta subregión llevó a que, por un lado, se asociara este territorio como parte de los estudios de Colombia (Esvertit, 2005), y por otro, como parte de la expansión de las actividades extractivas de comerciantes peruanos y ecuatorianos en las fronteras amazónicas del Aguarico a finales del siglo xix (Gamarra, 1996; Muratorio, [1991] 1998; Barclay, 1998). Para Los estudios de Colombia que abordaron este territorio, comparten el análisis de esta subregión como parte de la expansión de frentes itinerantes, pero con una característica en particular: su colapso temprano a finales del siglo xix (Domínguez y Gómez, 1994; Gómez, 2014).
La ausencia de estudios regionales que analicen de forma comparada el desarrollo y expansión de la economía gomífera en diferentes regiones como el Putumayo, Caquetá o Napo, las diferenciaciones en las formas del control del trabajo indígena y la expansión de los frentes internos y externos más allá de las actuales fronteras nacionales, representan importantes vacíos en el estudio de esta subregión.5 De igual manera, la dificultad del acceso a las fuentes, tanto por su dispersión entre países o al interior en archivos centrales, regionales (algunas veces mal clasificadas), como la complejidad de los archivos eclesiásticos, hacen parte de las complejidades que implica el estudio del pasado reciente de esta región fronteriza de la Amazonía colombo-ecuatoriana.6
A continuación, se realiza un balance bibliográfico que indaga la manera como ha sido abordada la subregión del Putumayo-Aguarico por las principales investigaciones de la época del caucho en Colombia y Ecuador. Se examina la expansión de los frentes extractivos tanto internos como externos en la región del Alto Putumayo y su relación con esta subregión. Se concluye con una mirada regional que plantea elementos para el estudio de esta región de frontera.
La expansión de los frentes extractivos en el piedemonte del Caquetá Putumayo: la quina y el caucho negro (1870-1903)
La historia republicana del piedemonte andino amazónico en el siglo xix se caracterizó por un corto un período de aislamiento tras las independencias americanas durante las primeras décadas de siglo, y una rápida articulación a partir de la segunda mitad de siglo tras el boom de la explotación de caucho y quina. Tras el incremento de los precios de la quina en el mercado internacional, los ritmos de intercambio económico se aceleraron en el piedemonte del Caquetá-Putumayo para la década de 1870 (Domínguez y Gómez, 1990; Domínguez, 2005).
Las exploraciones llevadas a cabo por Rafael Reyes y el posterior establecimiento de la empresa Elías Reyes & Hermanos, dio inicio al desarrollo de diferentes ciclos de economías extractivas que impactaron el piedemonte andino amazónico y las cuencas bajas de los ríos Caquetá y Putumayo en el siglo xix y xx. El boom de la explotación de quina aumentó las relaciones entre comerciantes e indígenas, la circulación de mercancías e incentivó la llegada de población foránea en busca de fortuna en el piedemonte del Caquetá-Putumayo (Pineda, 2000).
Tras las negociaciones de Rafael Reyes con el imperio del Brasil, se estableció una ruta comercial por el río Putumayo que permitió la exportación de las quinas a los principales puertos brasileros. Con el establecimiento de la navegación a vapor en el río Putumayo, los ritmos de extracción aumentaron de manera vertiginosa. La explotación de este producto requirió una compleja infraestructura para la movilización y exportación a los puertos de Manaos y Belén de Pará.
Se utilizaron los rezagos de las antiguas fundaciones misioneras franciscanas7 y se crearon nuevos asentamientos para el acopio y recolección de la quina o a lo largo del piedemonte del Caquetá-Putumayo. Se adecuaron tanto los antiguos caminos y trochas coloniales que fueron utilizados para el comercio y las misiones, la navegación por los ríos tributarios (ríos Umbría y San Diego) que conectaron con el río Putumayo, como la construcción de nuevas poblaciones (La Sofía en el río Putumayo).
Las poblaciones indígenas que habitaron la franja territorial que comprende el piedemonte del Caquetá-Putumayo (kametsa, inganos y mocoas), se desempeñaron en la extracción y transporte de la quina, al igual que en la movilización de las mercancías provenientes del interior del país y el exterior. Los indígenas de la cuenca media del río Putumayo y los ríos Aguarico y San Miguel (sionas, macaguajes, tetetes, y cofán entre otros), abastecieron de leña y comida los vapores que surcaron el río Putumayo (Domínguez y Gómez, 1994). El peonaje por deudas se convirtió en la principal forma de control del trabajo de estas poblaciones indígenas, a través del endeude por herramientas y mercancías (Figueroa, 1986; Domínguez y Gómez, 1990; Pineda, 2000).
Para la captación de la fuerza de trabajo indígena de las riberas del Putumayo y sus afluentes fue el del trueque o intercambio de herramientas de metal (hachas, machetes, cuchillos, etc.), telas, espejos y otras "brujerías", en pago de carnes, pescados y otros alimentos suministrados por los nativos y, de manera especial, en pago por el abastecimiento de leña para los vapores. (Domínguez y Gómez, 1990: 66-67)
Sin embargo, este auge extractivo tendría corto apogeo, producto de la caída de los precios en el mercado internacional generado por las plantaciones coloniales de quina en el sudeste asiático (Domínguez, 2005). Pese a su corta duración, la explotación de las quinas en la región del piedemonte del Caquetá-Putumayo sentó las bases para la comercialización de un nuevo producto que reemplazó rápidamente su colapso: las gomas amazónicas.
Si bien como caucho se ha denominado una variedad de gomas explotadas que se comercializaban en los mercados de Iquitos y Belén de Pará, para una comprensión de la complejidad en el estudio de las regiones y subregiones del Alto Putumayo, Bajo Putumayo y Putumayo-Aguarico, es importante diferenciar las especies de gomas explotadas. Los estudios de Camilo Domínguez y Augusto Gómez (1990, 1994) identificaron un importante número de géneros y especies para la Amazonía colombiana. Para el alto Caquetá-Putumayo describen la existencia de importantes manchales de caucho negro (Castilloa sp) y variedades de menor calidad como cauchos blancos, colorados y grises (Sapium y Ficus). Para la cuenca baja, jebes débiles de Hevea guianensis y benthamiana entre el río Putumayo y los ríos Caraparaná e Ingaparaná.8
Tras el colapso de la extracción de las quinas, el incremento de los precios en el mercado internacional de caucho negro (Castilloa sp) y el aumento de su demanda en la década de 1880, llevó a que la explotación de los abundantes árboles de esta especie en el piedemonte se hiciera rentable. Los quineros del alto Putumayo-Caquetá, se convirtieron rápidamente en caucheros, retomando para este nuevo auge extractivo la infraestructura heredada en la explotación de las quinas (Domínguez y Gómez, 1994). Sin embargo, a diferencia de la explotación de la quina, poco a poco el comercio del caucho negro se fue articulando con el interior del país.
El aumento de la conflictividad con los países limítrofes en el proceso de definición de las fronteras amazónicas, llevó a que las gomas del Alto Caquetá-Putumayo fueran exportadas a través del río Magdalena, convirtiéndose Mocoa en el principal centro de acopio para la exportación del caucho negro. Sin embargo, este auge entró rápidamente en crisis, debido a que, para finales del siglo xix, los comerciantes caucheros habían agotado los árboles de caucho negro del Alto Putumayo-Caquetá (Domínguez y Gómez, 1990; Pineda, 2000; Stanfield, 2009; Sierra, 2011)
La tala irracional de los árboles de Castilloa llevó a que, para finales de la década de 1890, los comerciantes caucheros fueran expandiendo sus actividades a la cuenca media del Caquetá-Putumayo y las fronteras indefinidas de los corregimientos del Aguarico y Putumayo. Los comerciantes caucheros y las poblaciones indígenas recorrieron grandes distancias para encontrar los árboles de castilla: “En poco tiempo el sistema empleado por los caucheros destruyó los árboles y esto explica el carácter errabundo de los caucheros en estas regiones, quienes se veían obligados a internarse cada vez más en los bosques en búsqueda de nuevos árboles” (Domínguez y Gómez, 1994: 173).
El método utilizado por los comerciantes caucheros de cortar el árbol para la extracción de la totalidad del caucho de los árboles de Castilloa, llevó a que se agotara rápidamente en el piedemonte (Stanfield, 2009). Por este motivo, Domínguez y Gómez (1990) establecen el agotamiento temprano de gran parte de la Amazonía colombiana para finales de la década de 1890:
Para la región del Guayabero, el Caquetá y Putumayo, el auge y caída de los cauchos negros y blancos fueron todavía más acelerados [...]. Ya para 1903 esta actividad había terminado en la región de la Uribe (A.N.C., República, T.807, Fls. 160-189), en el alto Putumayo y Caquetá (Rocha 1905, 34) y en los ríos Orteguaza y Caguán (Rocha 1905, 55). En una franja de aproximadamente 200 Km de ancho, paralela a los Andes, se destruyeron los árboles de caucho negro y blanco desde el río Ariari hasta el Ecuador. (Domínguez y Gómez, 1990: 89)
El aumento de la conflictividad política interna en Colombia terminó por agravar la crisis del caucho negro en el piedemonte. Los efectos desastrosos de la Guerra de los Mil Días (1899- 1902) generaron una fuerte crisis económica al bloquear el comercio entre el piedemonte del Caquetá-Putumayo y el interior del país. La exportación de caucho por el río Magdalena colapsó, al igual que las relaciones comerciales con la ciudad de Neiva, lugar en donde los comerciantes caucheros se abastecían de los productos necesarios para el pago a los colonos e indígenas del Putumayo y Caquetá.9
El transporte del producto por vías colombianas se hizo muy costoso dadas las condiciones que le imprimía la guerra civil que enfrentaba el país hacia 1900. Por ello se decidió cambiar las rutas de transporte de las mercancías hacia Iquitos, desde donde también se recibirían ahora las herramientas, mercancías y dotaciones para abastecer los campamentos ya establecidos. Este nuevo direccionamiento fue un factor muy importante para la instalación y surgimiento de la empresa emblemática de la explotación cauchera del Amazonas colombiano. (Sierra, 2011: 3)
Mocoa, la capital del territorio del Caquetá, pasó de ser el principal centro de acopio comercio de caucho a finales del siglo xix, a convertirse en un pueblo desolado y deshabitado. Joaquín Rocha, viajero colombiano de la época, destaca la decadencia de esta población en su visita de finales de siglo, encontrándose muy lejos de ser lo que había sido años antes:
Si Mocoa fue lo que he descrito en tiempo de las quinas, y en los años de 1899 y 1900 cuando volví para seguir a Iquitos en 1903, había llegado a un período de decadencia, […] Muchas de las casas estaban abandonadas y caídas y habían emigrado los negociantes vendedores de mercancías y compradores de caucho porque no había a quien vender ni qué comprar [...] en consecuencia, actualmente no hay negocios en Mocoa, y solo hay, como ya se ha dicho, casas en ruinas, soledad en las calles y tedio a todas horas. (Rocha, 1905: 33-35)
La prolongación del conflicto llevó a que la situación se tornara dramática. Los misioneros capuchinos señalan las difíciles condiciones de vida en Mocoa:
El pueblo de Mocoa, ofrece una perspectiva muy triste, y solo se ve andar espectros ambulantes, pues ya hace algunos días que no encontramos carne; y medios de vivir no hay ninguno: animales no se puede tener ni para adorno y mucho peor para utilidad [...] así es que, aunque se mediten medios se pueden tener porque no hay donde. (ADMS, s/f, Mocoa, 7 de noviembre de 1901)
Las investigaciones históricas que analizaron el desarrollo de la economía en el piedemonte del Caquetá-Putumayo se establecieron a partir de estos dos argumentos: el agotamiento temprano de los manchales de caucho negro y la crisis económica por la Guerra de los Mil Días, el final de la extracción de caucho en el piedemonte del Caquetá-Putumayo.
Para Roberto Pineda (2000), la crisis generada en el piedemonte del Caquetá - Putumayo, los comerciantes caucheros se vieron obligados que migrar a la cuenca baja de estos dos ríos, o establecerse como colonos en el Caquetá: “de esta forma, diversos caucheros penetraron a los ríos Caráparaná, al alto Cahuinarí e Igaráparaná, fundando barracas y campamentos para la explotación del caucho con la ayuda de los indios” (Pineda, 2005: 2).
Gran parte de las investigaciones históricas concuerdan en que esta situación llevó a que los comerciantes caucheros migraran a la cuenca baja del río Putumayo en los primeros años del siglo xx y el Putumayo, y, por ende, el redireccionamiento del comercio de gomas hacia Iquitos y Manaos (Domínguez y Gómez, 1990; Pineda, 2000; Stanfield, [1998] 2009; Sierra, 2011). Por este motivo, las investigaciones de la época de caucho para las primeras décadas del siglo xx en el Putumayo, se centraron en el estudio de la expansión de los frentes extractivos en la cuenca baja de este río.
El establecimiento de comerciantes caucheros colombianos como Crisóstomo Hernández, Abel Calderón y Benjamín Larrañaga, y peruanos como Julio Cesar Arana, y la creación de la Casa Arana, se convirtieron en los principales temas de investigación de la época del caucho en las primeras décadas del siglo xx. Los “escándalos del Putumayo”, la violencia y terror protagonizados por la empresa emblemática de la región la “Casa Arana”, conocida también como Peruvian Amazon Company10 (The Peruvian Amazon Rubber Co. Limited), se convirtió en el caso más emblemático de la época del caucho en la Amazonía colombiana y la vorágine que significó para las poblaciones indígenas amazónicas. (Domínguez y Gómez, 1990, 1994; Pineda, 2000; Taussig, [1991] 2002; Stanfield, [1998] 2009).
La subregión de frontera del Putumayo-Aguarico pasó desapercibida para la primera década de siglo. El carácter de frontera y el colapso de las actividades extractivas en el piedemonte del Putumayo, terminaron, de cierta manera, por generalizar este análisis en la subregión del Putumayo-Aguarico. Una mirada regional a este territorio puede dar pistas sobre el impacto de la economía gomífera y los vínculos entre el piedemonte y esta subregión.
Una mirada regional a la sub región del Putumayo-Aguarico
La región fronteriza que comprende la cuenca media del río Putumayo y los ríos San Miguel y Aguarico, actualmente hace parte de la jurisdicción de los departamentos del Putumayo y el Amazonas en Colombia, y la provincia de Sucumbíos en Ecuador. Durante gran parte del siglo xix y xx, Colombia, Ecuador y Perú reclamaron su soberanía territorial sobre esta extensa región de frontera. Sin embargo, pese a las disputas por la incorporación de esta amplia extensión territorial del Aguarico y Putumayo,11 han sido escasas las investigaciones históricas de la época del caucho en Ecuador que han analizado el impacto de la explotación de gomas en este territorio.12
Las investigaciones de Colombia y Ecuador que documentaron el desarrollo de la explotación de caucho negro en el Aguarico, concuerdan en establecer una temprana explotación de caucho negro entre la década de 1880-1890. Augusto Gómez (2014) destaca la desembocadura del río Aguarico como un importante centro de articulación y comercio de las gomas extraídas de la parte alta de los ríos Putumayo, San Miguel, Aguarico, y a finales del siglo xix, el lugar donde los comerciantes caucheros extrajeron un importante número de arrobas de caucho “pese a las pocas personas que por aquel entonces (1887) se dedicaban a esta labor extractiva” (Gómez, 2014: 27).
Para la década de 1880, Natalia Esvertit (2005) establece el avance de comerciantes caucheros colombianos sobre el Aguarico, como parte una estrategia del gobierno de Colombia por fomentar la expansión de un frente extractivo sobre las regiones del Caquetá, Putumayo, Aguarico y Napo (Esvertit, 2005). Sin embargo, su análisis no profundiza en la manera como llegó a expandirse este frente extractivo. Para María del Pilar Gamarra (1996), el Aguarico hizo parte de los frentes económicos del alto oriente ecuatoriano, caracterizado por una diversificación en su operación extractiva-productiva a través del establecimiento de empresas itinerantes de extracción de gomas y fundos agrícola-ganaderos: “Los ríos Curaray, Aguarico, Mazán y Tigre fueron el campo de operaciones de las empresas itinerantes en el período 1885-1904, lo que demuestra no solamente el interés por ampliar la operación extractiva del caucho, sino la presencia de los caucheros ecuatorianos en zonas más allá de las fronteras en disputa por los estados peruano, colombiano y ecuatoriano” (Gamarra, 1996: 61).
Si bien el Aguarico es identificado como parte de la expansión de los frentes extractivos itinerantes en la frontera norte amazónica por Gómez (2014), Esvertit (2005) y Gamarra (1996), estos análisis no especifican el proceso de expansión de estos frentes extractivos, de fundos caucheros o el establecimiento de haciendas en esta subregión. Blanca Muratorio ([1991] 1998), Gamarra (1996) y Barclay (1998), coinciden en establecer como una de las principales características de este territorio de frontera el traslado de poblaciones indígenas (Gamarra, 1996; Muratorio, [1991] 1998; Barclay, 1998). Para finales del siglo xix, Muratorio ([1991] 1998) destaca el movimiento de familias indígenas napo runa del Alto Napo llevadas por los comerciantes caucheros Londoño y Peñafiel a puestos caucheros en la región de Puerto Asís y en el río San Miguel.
Aunque las investigaciones históricas de la época del caucho en la Amazonía ecuatoriana caracterizan de manera más detallada este frente extractivo, esta subregión del Putumayo-Aguarico no representó un análisis particular. El Aguarico es analizado como parte de la expansión de los frentes extractivos con algunas características: frentes itinerantes de comerciantes caucheros y el traslado de población indígena principalmente.
Gran parte de las investigaciones se centraron en la región del Napo, donde el Aguarico es una referencia en el proceso del establecimiento de los fundos caucheros13 y señores rivereños14 a lo largo de la cuenca de los ríos Napo, Tiputino, Yasuní y Curaruay entre 1870 y 1930 (Barclay, 1998). La subregión del Putumayo-Aguarico continuó en una ambivalencia entre los estudios de Colombia o Ecuador, al ser caracterizada como parte de la región de estudio del país vecino o como una referencia en la expansión de los frentes extractivos internos y externos.
El cauchero que más ha sido referenciado para esta subregión es el comerciante “ecuatoriano” o “peruano” Elías Andrade,15 que para finales del siglo xix es denominado como el “Rey del Napo” (Domínguez y Gómez 1990, 1994). Andrade había logrado establecer puestos de recolección de caucho negro entre el Aguarico, Lagartococha y Putumayo, y rutas de comercio entre el Napo e Iquitos, exportando las gomas bajo bandera peruana hacia el puerto de Iquitos en Perú (cit. en Vicuña, 1993). Sin embargo, en estas investigaciones no es posible establecer el desarrollo de las actividades llevadas a cabo por Andrade.
Pese a la aproximación realizada por Domínguez y Gómez (1990), y Gómez (2014) para el caso colombiano, y Vicuña (1993), Gamarra, (1996), Muratorio ([1991] 1998) y Barclay (1998) en la descripción de la expansión de los frentes extractivos en esta subregión, la interpretación de las investigaciones de Colombia y Ecuador establecieron, por un lado, como parte del colapso de las actividades extractivas en el piedemonte del Caquetá-Putumayo, y por otra, como una referencia en la expansión de los frentes extractivos en las fronteras amazónicas o de explotación itinerante.16 En una reciente publicación, Augusto Gómez (2014), al referirse la explotación de las gomas en el Putumayo-Aguarico, argumenta:
En poco tiempo el método empleado por los caucheros destruyó los árboles y tal devastación explica el “carácter errabundo” que adquirieron en estas regiones, condición que los obligó a internarse cada vez más profundamente en la selva en búsqueda de nuevos árboles silvestres de la goma. Es sabido que los explotadores de caucho, quienes no colonizaban y, por el contrario, talaban y destruían los árboles, regresaban al lugar de origen. (Gómez, 2014: 30)
Las memorias indígenas tukano occidental y quechuas que habitan los ríos Aguarico y San Miguel recolectadas en los trabajos antropológicos, ofrecen algunas pistas para comprender el desarrollo y la expansión de los frentes extractivos en esta subregión del Putumayo-Aguarico.17 Alessandra Foletti-Castegnaro (1985) destaca la historia oral de los quechuas del Aguarico -narrativas del traslado desde el alto Napo (Ávila, Loreto y Concepción) hacia el Aguarico para extraer caucho-, comandados por el comerciante ecuatoriano Daniel Peñafiel; coincidiendo este relato con lo encontrado por Muratorio (1998 [1991]) en los archivos de la antigua Provincia del Napo:
Entonces llegó desde Quito un blanco, Daniel Peñafiel, él se fue a hablar con los representantes del Gobierno que había en nuestro pueblo para que le den permiso de llevar nuestra gente Napo abajo, a buscar caucho para él. Ese blanco así habló a nuestra gente, engañándola: -"Vamos para abajo, hombres, a abajar buscando caucho, lavando oro, por un año, dos años máximo, de ahí para que se vuelvan a su tierra con plata, yo mismo he de regresarles aquí […] Después bajaron hasta Rocafuerte. En ese tiempo aún no había el pueblo de Rocafuerte, sólo había Pantoja. Ahí vivimos unos diez años, siempre recogiendo caucho. Había diferentes clases de caucho: el lechecaspi, el Shiringa, el Gotabirche, el Chicle, el balata blanco y colorado. (Foletti, 1985: 165)
William T. Vickers (1989) documenta en la memoria de los sionas secoyas del Aguarico su participación en la recolección de caucho entre 1900-1920, donde el comercio establecido con los comerciantes caucheros instauró al interior de los sionas un sistema de peonaje por deudas. Vickers, basándose en el trabajo de Jean Langdon (1974), destaca el impacto del caucho en las tribus oyo y macaguaje que vivieron hacia la cuenca media del Putumayo.
Las historias orales de los sionas incluyen relatos de recolectores de caucho y de sus crueldades... un recolector... se llevó sesenta adultos de la tribu Oyo de Montepa a Perú debido a deudas que ellos tenían con é1. No se volvió a oír de ellos, y con su partida forzada, la tribu Oyo llegó casi a extinguirse. La recolección de resinas continuó por toda el área hasta mediados de los años 20. Más aún, ningún indio, haya trabajado o no para el hombre blanco, pudo escapar a las consecuencias de la creciente importancia de la región del Putumayo. (Langdon, 1974: 37; citado en Vickers, 1989: 69)
Para los sionas de la parte alta del Aguarico, Vickers (1989) destaca las narraciones de los trabajos de recolección de gomas para patrones caucheros colombianos y peruanos. Los testimonios de Simón Piaguaje recuerdan a un comerciante cauchero colombiano de apellido Terán, a quien su padre entregaba las gomas recolectadas: “A él se le pagaba un hacha, una camisa y un par de pantalones por cuatro años de trabajo. Si los indios no trabajaban, eran castigados y amenazados con la prisión. Testimonios de vida indican que algunos Sionas del Aguarico podían mantener un cierto grado de libertad del control de los patrones” (Vickers, 1989: 70).
Los testimonios de los quechuas del Aguarico destacan cómo los grupos sionas que trabajaron en el caucho gozaban de una aparente libertad que contrastó con el trabajo forzoso y el endeude al que se encontraron sometidos: “Por ese camino andaban también los sionas, los secoyas, los “cushmal”, cuando salían a puerto del Carmen a vender las pieles de tigre. En ese tiempo valían mucho, hasta veinticinco mil soles, las vendían al mismo Londoño, pero ellos vivían libres, sin patrón. ¿Por qué ellos vivían así y nosotros en cambio bajo patrón?” (Foletti-Castegnaro, 1985: 168).
Las memorias indígenas recolectadas en los trabajos antropológicos que han estudiado los grupos indígenas representan valiosas fuentes para el entendimiento del impacto de la economía gomífera. Las diversas formas de control del trabajo y los aparentes grados de libertad llaman la atención en estas narrativas recolectadas en esta región de frontera, lo cual permite preguntarse por los sistemas de control empleados en esta subregión entre los diferentes grupos étnicos que allí habitaron. ¿Qué explica esta diversidad de comerciantes en esta región de frontera? ¿A qué responde las diferentes formas de control del trabajo de las poblaciones indígenas? ¿Qué especies de gomas fueron explotadas? ¿Cuáles fueron los vínculos con el piedemonte del Caquetá-Putumayo o con la cuenca del Napo?
Conclusiones: caucho, frontera e indígenas desde una perspectiva regional
Si bien la crisis que impactó la economía gomífera del piedemonte del Caquetá-Putumayo colapsó la extracción de caucho negro, esto no significó que las actividades extractivas terminaran en la región de frontera del Putumayo-Aguarico. Para la primera década del siglo xx, en esta subregión se establecieron nuevos frentes extractivos. Las excursiones apostólicas realizadas por los misioneros capuchinos que se instalaron en el Putumayo desde el año de 1893, arrojan importantes elementos para comprender el desarrollo de la expansión de la economía gomífera en esta subregión.
En 1893, los misioneros capuchinos realizan una extensa excursión apostólica que recorre desde el alto Caquetá, su cuenca media, hasta el río Putumayo y la confluencia del Aguarico. Esta expedición resalta un fenómeno en particular que llamó la atención de los misioneros: la expansión de las actividades extractivas al Caquetá, Putumayo y Aguarico. Desde Limón hasta la desembocadura del río Orteguaza en el Caquetá, denunciaron la presencia de un importante número de comerciantes que habían establecido puestos caucheros, en difíciles condiciones de estafa abuso por parte de los caucheros, denunciando las difíciles condiciones de los indios tamas y corguajes, catalogándolos como “verdaderos esclavos de los comerciantes”.
El indio no sabe lo que gana, ni lo que tiene, ni lo que debe. En confirmación de esto voy a referir el siguiente caso: Un comerciante había entregado a un indio varios objetos que los tasó como valor de 14 arrobas de caucho. Al cabo de algún tiempo se presentó el indio con cierta cantidad de caucho que, pesada por el comerciante, con su propia romana, dio 16 arrobas; entonces el comerciante dijo al indio: -me debías 14 arrobas, me entregas 16 quedas debiéndome 18. (Villaba, [1895] 2002: 196)
Para la subregión del Caquetá-Putumayo, los misioneros describen la llegada de comerciantes caucheros a este territorio. En su visita a los pueblos de los indios sionas de San Diego y San José -aunque la situación no resultó tan dramática en comparación con los indios del Caquetá-, denunciaron la presión que ejercieron los comerciantes caucheros para que recolectaran caucho negro:
Los habitantes de San José nos dieron pruebas de afecto y confianza, y nos dieron cuenta de ciertos hechos de los comerciantes, que merecen castigo. Quejaronse de la conducta que algunos blancos observan con ellos, y nos dijeron que todos unánimemente estaban resueltos a trasladarse al río Guamuéz, porque los comerciantes los molestan mucho y no les dejan tiempo para cultivar sus chagras. (Villaba, [1895] 2002: 220-221)
Aun así, en esta subregión, como indica la crónica de Villaba, el avance de comerciantes caucheros se diferenciaba en comparación a los sistemas coercitivos implementados tanto en la cuenca media y baja del Caquetá-Putumayo. La subregión del Aguarico-Putumayo se caracterizó por una baja densidad poblacional en comparación a la cuenca media del Caquetá y en bajo Putumayo.
Pequeños grupos de poblados indígenas tukano occidental y cófan se encontraban distribuidos a lo largo los ríos Putumayo, Aguarico y San Miguel, no siendo más de 800 entre estos dos grupos para finales del siglo xix, lo cual dificultó la organización de fundos caucheros en comparación a los señores rivereños en el Napo o empresas caucheras al estilo Arana en el Putumayo (Wasserstrom, 2014), lo cual explica la presencia en las memorias de los grupos quechuas del Aguarico y los datos encontrados por Muratorio ([1991] 1998) en el Archivo de la Gobernación del Napo, acerca del traslado de poblaciones napo runas al río Aguarico. Para las primeras décadas del siglo xx, Wasserstrom (2014) localiza en la documentación de la misión capuchina la presencia de un importante número de comerciantes caucheros en esta subregión:
A medida que descendía la población nativa, los caucheros blancos ajustaron el control sobre aquellos que se quedaron. En 1908, el Fr. Ildefonso de Tulcán volvió sobre la ruta anterior de Calamocha entre los cofán y ubicó a solo dos hermanos y sus familias en el Guamués “que solían estar en contacto con recolectores de caucho blancos” (Tulcán 2002: 113). Llegando al San Miguel, encontró que sus habitantes se habían dispersado en la parte superior del río escapando de las epidemias que se habían cobrado unas cuantas muertes allí. Un viaje de un día río arriba los llevó a Santa Rosa, donde diez años antes Calamocha había contado 40 cofanes. Solo quedaban algunas familias, a las que ahora se sumaba Juan Paz, un recolector de caucho colombiano y su familia. Tulcán (2002: 116) escribió: “Era tan astuto sobre los indios que, cuando se trasladaban de un lugar a otro, él y su familia se mudaban con ellos”. En cada cruce de río, encontró otros caucheros: Cornelio Terán Puyana, Pedro Urbano, Froilán Barrera y su hermano Teófilo. (Wasserstrom, 2014: 532)
El rastreo realizado por Wasserstrom (2014) y las narrativas de las memorias indígenas aportan importantes elementos para la construcción de una historia regional de la época del caucho. Estos elementos arrojan novedosa información que desde una mirada global aporta una suerte de interrogantes tanto en la expansión de los frentes extractivos como el desarrollo de este tipo de economía gomífera. En el transcurso de la década de 1890, se fue articulando tanto a las dinámicas económicas del Putumayo como del alto Napo ecuatoriano; por ejemplo, a finales del siglo xix e inicios del siglo xx, las denuncias del establecimiento de patrones caucheros al interior de los grupos indígenas de esta región del Putumayo-Aguarico (Wasserstrom, 2014).
Estos elementos arrojan importantes preguntas sobre el impacto de la extracción de gomas en esta región de frontera, su desarrollo y la manera como fue articulada esta economía gomífera. Pese a la baja densidad poblacional que caracterizó esta subregión, la extracción de caucho negro y balata (Manilkara sp.) continuó hasta la década de 1930 (Wasserstrom, 2014).
Aunque Wasserstrom no se refiere al colapso del Alto Putumayo y los efectos de la Guerra de los Mil Días, cuestiona la idea generalizada del fracaso de la explotación de gomas en el Putumayo tras el inicio de la producción de gomas de las plantaciones del sudeste asiático en 1914, lo que llevó a la idea de que esta región quedó inexplorada por los comerciantes caucheros y sus trabajadores en las primeras décadas del siglo xx.
En la actualidad, pocos investigadores dirían que los grupos indígenas como los cofán y los siona permanecieron al margen mientras la historia amazónica se desarrollaba en torno a ellos. Entre los antropólogos y los historiadores, dichas posiciones, en algún momento prevalecientes, se han vuelto insostenibles (Balée 1998; Rubenstein 2007). Aun así, han malentendido el llamado boom del caucho colombiano […] como el caucho y la balata tenían un precio inferior al jebe, pensaron equivocadamente que la zona fronteriza entre Ecuador y Colombia quedó inexplotada por los caucheros y sus trabajadores. (Wasserstrom, 2014: 528. Traducción propia)
Para Wasserstrom (2014), aunque el jebe fino amazónico perdió su lugar privilegiado en el mercado internacional al caer los precios, en el Putumayo se explotaron diferentes variedades de gomas como la balata (Manilkara sp.). Sin embargo, aunque la investigación de Wasserstrom representa un importante avance en la comprensión del impacto de la economía gomífera, al vincular las poblaciones sionas y kofán, el período de análisis que desarrolla en su investigación (1885-1930) no permite comprender a cabalidad la complejidad de la expansión de las actividades extractivas en este territorio fronterizo.
En el Aguarico y San Miguel, poblaciones kofán se establecieron en Santa Rosa de los Cofanes y Cuembí. De igual manera sucedió con algunas poblaciones napo runas llevadas por comerciantes caucheros ecuatorianos para extraer caucho en el Aguarico, como informan las memorias indígenas presentes en los estudios de Muratorio (1998), Foletti-Castegnaro (1985), y María Susana Cipolletti y Fernando Payaguaje (2008).18
De igual manera, resulta paradójico observar que el territorio de frontera del medio Putumayo, San Miguel y Aguarico, representa tan escaso interés para el estudio de esta región, a pesar de que Colombia reclamó su soberanía desde el establecimiento del territorio del Caquetá en 1845. Por este motivo, una historia regional de la época del caucho que integre el estudio de las memorias indígenas, las fuentes documentales misioneras y la información que reposa en los archivos centrales y regionales, pueden ayudar a reconstruir este proceso más allá de las fronteras nacionales. Estudios comparativos entre el establecimiento de las relaciones de peonajes por deudas de la cuenca media del Caquetá, del sistema esclavista implantado en el Bajo Putumayo y la “aparente” libertad de los grupos sionas, puede conllevar a un entendimiento y complejización del desarrollo de estos sistemas y las respuestas indígenas tras el boom de estas economías extractivas.
Tras la vorágine de la época del caucho en esta subregión del Putumayo-Aguarico, muchos de estos grupos se reorganizaron, logrando sobrevivir algunas de las comunidades étnicas encontrados en las expediciones misioneras. En la actualidad, tanto del “lado colombiano como ecuatoriano” se encuentran distribuidos estos grupos sobrevivientes: a'i cofán y sionas secoyas (Ecuador), cofán y sionas (Colombia). El estudio de la historia reciente de esta subregión representa un importante desafío en el estudio de la sobrevivencia de estos grupos, al igual que las formas de negociación política, las resistencias y las formas como se han transformado y perdurado en el tiempo
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Notas