ENSAYOS

ORIGEN, CONCEPCIÓN Y TRATAMIENTO DEL CICLO DE VIDA DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS: UNA REFLEXIÓN ENTORNO AL MODELO DE BUTLER

ORIGIN, CONCEPTION AND TREATMENT OF THE TOURIST DESTINATION LIFE CYCLE: A REFLETION ON THE BUTLER MODEL

Arlen Sánchez Valdés *
Universidad Autónoma del Estado de México, México
Elva Esther Vargas Martínez **
Universidad Autónoma del Estado de México, México
Marcelino Castillo Nechar ***
Universidad Autónoma del Estado de México, México

ORIGEN, CONCEPCIÓN Y TRATAMIENTO DEL CICLO DE VIDA DE LOS DESTINOS TURÍSTICOS: UNA REFLEXIÓN ENTORNO AL MODELO DE BUTLER

Compendium, vol. 20, núm. 38, 2017

Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado

Recepción: 30/03/17

Aprobación: 26/07/17

Resumen: Desde su surgimiento, el Modelo del Ciclo de Vida de los Destinos Turísticos (MCVDT) desarrollado en el año 1980 por Richard Butler, dio lugar a grandes discusiones y generó una vasta literatura enfocada a su aplicación. Extenso ha sido el escrutinio del cual ha sido objeto, y amplias sus adaptaciones. En este trabajo, a través de una revisión bibliográfica, se busca establecer su origen, concepción y tratamiento, que ha llevado a lo largo de más de tres décadas, con la finalidad de determinar su vigencia como modelo estratégico de gestión y planeación dentro del ámbito del turismo así como sus limitantes conceptuales.

Palabras clave: Ciclo de Vida, origen, concepción y tratamiento.

Abstract: Since its inception, the Tourist Destination Life Cycle Model (TDLCM), developed in 1980 by Richard Butler, led to great discussions and generated a vast literature focused on its application. The scrutiny, of which it has been object, has been extensive and its adaptations have been wide. In this work, through a bibliographical review, it is sought to establish the origin, conception and treatment, which has carried over more than three decades, in order to determine its validity as a strategic management and planning model within the field of tourism and its conceptual limitations.

Keywords: Life cycle, origin, conception and treatment.

I. Introducción

Durante años, el estudio de la evolución de los destinos turísticos ha utilizado como principal herramienta el Modelo del Ciclo de Vida de los Destinos Turísticos (MCVDT), desarrollado por Richard Butler en 1980. Su surgimiento dio lugar a grandes discusiones generando una vasta literatura enfocada tanto en su aplicación como en reformulaciones del modelo y críticas a éste (Diedrich y García, 2009; Agarwal, 2002; Cohen y Shoval, 2004; Vera, 2004; Johnston, 2001; Priestley y Mundet, 1998 y Getz, 1992). Extenso ha sido el escrutinio del cual ha sido objeto, y amplias las adaptaciones para cada uno de los contextos donde se ha aplicado, sin olvidar el debate que ha generado tanto dentro de la disciplina del turismo, como en otros campos de conocimiento, entre los que destacan la mercadotecnia y la geografía. No hay duda que el Modelo del Ciclo de Vida del Destino Turístico es una de las herramientas más utilizadas cuando se busca describir la evolución de un espacio, ya sea de un destino, una región, un parque natural o un grupo de islas (Moncada, 2008; Liu y otros, 2008; Virgen, 2009; López, 2010; Soares y Gândara, 2010; Ramos, 2011; Segrado y otros, 2011; Villafuerte, 2012; entre otros).

En este documento no se pretende sólo indagar acerca de la pertinencia del MCVDT, sino que se busca analizar, a través de la revisión histórica de la literatura, aquellos estudios que hacen referencia al mismo, logrando determinar su evolución y vigencia como herramienta estratégica, así como de gestión y planeación dentro del ámbito del turismo. Para lograr lo anterior, se llevó a cabo una revisión en la base de datos de Scopus, durante el periodo de 1992 a 2015, la duración tan amplia de búsqueda se justifica a partir de la primera publicación de un artículo que toma como pilar este MCVDT. Adicionalmente, para los años 1980 a 1992, los cuales no cubre Scopus, se buscaron referencias en otras bases de datos, esto con la finalidad de poder establecer sus orígenes.

II. Origen del MCVDT

La necesidad de darle validez científica a una actividad que de alguna forma se había desarrollado de manera empírica había sido una constante en el medio de investigadores del turismo. El continuo crecimiento del turismo así como el aumento de la competencia entre destinos hacía imperante la necesidad de desarrollar herramientas que permitieran entender la evolución y establecer cursos de acción para aquellos destinos que habían logrado un crecimiento sostenido en las décadas previas a la presentación del MCVDT. Posteriormente, en las dos últimas décadas del siglo pasado fue claro el aumento del flujo de turistas principalmente en los destinos litorales consolidados como los del Mediterráneo, esto puso de manifiesto los problemas asociados a la generación de una demanda masiva y, por ende, su necesidad de restructuración. En este contexto el MCVDT era de gran utilidad, logrando así un lugar privilegiado dentro de la investigación turística.

El MCVDT diseñado por Richard Butler (1980), está basado en los patrones de comportamiento elaborados por Christaller (1963), y considerando la teoría de Vernon y Wells (1966) sobre el ciclo de vida del producto en el comercio internacional. Butler integró en su modelo al turista como el sujeto característico del sistema turístico y lo explica en torno al cambio de actitudes que tienen los residentes hacia ellos; para fundamentar lo anterior, tomó en cuenta las definiciones de Plog (1973), Doxey (1975) y Cohen (1979).

Con una formación eminente geográfica, dicho autor desarrolló un modelo que logró inscribirse en otros ámbitos, permitiendo entender que para obtener un producto turístico rentable y atractivo por largos periodos de tiempo, el espacio geográfico era la vía para lograrlo. Butler, concluye su artículo con algunas reflexiones respecto a cómo se debiera planear el turismo a través de un análisis estructurado del mismo, considerando que no sólo se inscribiera en el ámbito geográfico, sino que se estableciera como una herramienta de gestión y planeación.

Grande ha sido el debate que el MCVDT ha generado desde 1980 hasta la fecha; constantes han sido las publicaciones que le hacen referencia y a pesar de las continuas aportaciones de las que es objeto, éste mantiene su esencia y es constantemente aplicado en destinos de todo el mundo, tales como: Cancún (Moncada, 2008), Costa Rica (Liu y otros, 2008), Mazatlán (Santamaría y Barbosa, 2008), Huatulco (López, 2010), Puerto Vallarta (Virgen, 2009), Brasil (Soares y Gândara, 2010), Cartagena (Ramos, 2011), Cozumel (Segrado y otros, 2011), Bahamas (Cole, 2012) y Islas Galápagos (Villafuerte, 2012), entre otros.

Finalmente, a pesar de las polémicas sobre su originalidad, fundamentación teórica y posibilidad de aplicación, es una realidad que si algo se le puede atribuir a Richard Butler es que logró popularizar una herramienta de la mercadotecnia en el ámbito geográfico y turístico.

III. Conceptualización del MCVDT

Como ya se mencionó, Butler tuvo la virtud de saber interpretar y formular en un MCVDT (Figura 1) una serie de teorías utilizadas anteriormente en otros campos como la biología, la sociología o la economía de la empresa (Vernon y Wells, 1966; Plog, 1973). Con base en estos antecedentes teóricos, construyó definitivamente su teoría entendiendo la evolución del destino a través de una sucesión de fases (Agarwal, 2002). El ciclo inicia con una fase de exploración en la que aparecen los primeros viajeros, que son aquellos pioneros atraídos por la belleza del destino. A esta etapa le sigue una fase de implicación en la que el sector privado y los agentes administradores del destino reaccionan ante la llegada de estos visitantes y empiezan a desarrollar una incipiente infraestructura turística. Consecuentemente aparece la fase de desarrollo, el destino ya es reconocido, la oferta está plenamente desarrollada y se observa una intervención clara de la administración. En la fase de consolidación, el destino alcanza niveles record de demanda, disminuye el ritmo de crecimiento y termina por estancarse. Es a partir de esta etapa cuando se pueden suceder diferentes trayectorias, lo cual dependerá de la gestión que realicen los agentes locales (públicos y privados).


Figura 1. MCVDT
Fuente Butler (1980:7).

Es un modelo evolutivo y dinámico debido a los cambios que de manera conjunta generan la oferta y demanda, sin embargo, una de sus principales limitantes conceptuales es asumir que la etapa de declive será consecuencia de la disminución del número de turistas, ya que bajo la esencia pura de la mercadotecnia, el MCVDT interpreta pero no describe que los cambios negativos en el destino y en su oferta se reflejará en un menor número de visitas, pero no es claro si esto es resultado de una disminución de la calidad ambiental, de los servicios e instalaciones, la inseguridad o crecimiento de otros destinos que pudieran fungir como sustitutos. De ahí, los constantes intentos de introducir variables tales como; capacidad de carga, el impacto del gobierno y empresas en el destino, así como el crecimiento de la inversión, como factores que pudieran determinar la suerte del destino y establecer en qué etapa del ciclo de vida realmente se encuentra.

Entre las principales aportaciones destacan:

III. Tratamiento del MCVDT

Hovinen (1982) fue el primero en utilizar el MCVDT en un estudio de corte empírico, aplicándolo en el condado de Lancaster. La conclusión fue que éste se encontraba en un largo estado de madurez, siendo necesaria su reestructuración; ello marcó la pauta para que los estudios subsecuentes buscaran aplicar el modelo en destinos sin crecimiento, altamente maduros, generalmente consolidados, donde el signo más evidente del declive era la disminución en el número de visitantes y el evidente deterioro de los recursos. De esta forma, el modelo de Richard Butler figuró como una de las herramientas predilectas para este tipo de destinos.

Bajo este contexto, durante las dos primeras décadas los estudios se enfocaron en aplicar el MCVDT en diferentes destinos de sol y playa, generalmente como una forma de decretar que se encontraban estancados y era necesaria su reestructuración (Choy, 1992; Hamzah, 1995; Douglas, 1997; Ohare y Barrett, 1997). El modelo de Butler era la herramienta ideal para manifestar la creciente preocupación del deterioro de los destinos consolidados del litoral, todo bajo la premisa de que las atracciones turísticas son limitadas y los recursos naturales no renovables, y que su permanencia, como destinos atractivos dependería de su capacidad de renovación. Para el año del 1987, el MCVDT ya se podía consultar en libros de texto (Boniface y Cooper, 1987).

La gran mayoría de las investigaciones que lo toman como referente, buscan descubrir e incorporar los indicadores faltantes en cada etapa; y más aún, los estudios se han enfocado en reconocer qué actuaciones se pueden desplegar a fin de evitar un posible declive de los destinos (Hovinen, 1982, 2002; Di Benedetto y Bojanic, 1993). Constantes han sido las propuestas de modificación del modelo: Getz (1992), Di Benedetto y Bojanic (1993), Van der Borg y otros (1996) plantearon un ajuste basado en la especificidad de ciudades patrimonio; de igual modo, Baum (1998) en su artículo Taking the exit route: extending the tourism área life cycle model, propuso una extensión teórica donde plantea dos escenarios; el primero, aquel que por selección o necesidad, los destinos abandonan sus productos y mercados originales con la finalidad de un nuevo comienzo, y un segundo escenario donde se trata de buscar el desarrollo económico dejando a un lado el turismo.

Todas estas modificaciones se relacionan también con el estudio de Priestley y Mundet (1998), quienes propusieron incorporar el monitoreo de la capacidad de carga[1] para aproximar la mecánica del modelo a los principios de sustentabilidad. Según Butler, el declive está vinculado con la masificación y superación de la capacidad de carga, lo cual es resultado de las dinámicas internas del destino y se detecta a partir de la disminución del número de visitantes, siendo éste el principal indicador del modelo. En dicho enfoque, la capacidad de carga turística podría ser representada por una línea horizontal a lo largo del tiempo en el punto de mayor número de visitantes; sin embargo, esta lógica no toma en cuenta las diferencias territoriales, ambientales, socioculturales ni los diversos tipos de turismo que hacen que cada localidad tenga una capacidad de carga diferente (Diedrich y García-Buades 2008). Por su parte, Johnston (2001) se pronunció por la cuantificación de las unidades de alojamiento para determinar la madurez alcanzada por los destinos y poder definir medidas de gestión pertinentes.

Agarwal (2002) realizó una revisión de cómo se reestructuran los destinos cuando se encuentran en una fase de declive e introduce toda una teoría de restructuración productiva, la cual cuenta con una amplia aceptación, en gran medida porque facilita el uso del MCVDT en lugares maduros que requieren reposicionarse. Russo (2002 y 2006) además reinterpreta el modelo, argumentando la dificultad de entender cómo el turismo en un destino patrimonial puede entrar en fase de declive. En ese sentido, la variable de análisis de las políticas públicas de desarrollo se integran como una forma para establecer el límite a partir del cual se supera la capacidad de carga asumiendo que el destino patrimonial experimenta un ciclo similar al de los productos de consumo (Morales y Lanquar, 2014).

Así también se ha tratado de migrar de una etapa de estudios empíricos a aplicaciones científicas, tal es el caso de la incorporación del análisis de series de tiempo para comprobar la representatividad del gráfico según el número de turistas (Lundtorp y Wanhill, 2001; Moore y Whitehall, 2005).

En general, las principales críticas hechas al MCVDT se refieren a su falta de operatividad (Haywood, 1986) y a su capacidad predictiva (Cooper, 1990); a algunos de sus elementos, como la incorporación y reinterpretación de otras etapas, asumiendo que la etapa de madurez es resultado de la coexistencia de periodos de crecimiento, estancamiento, declive y rejuvenecimiento (Hovinen, 1982); pero también se ha juzgado su falta de capacidad para representar la realidad (Getz, 1992).

Ante esto, en 1991, Butler realizó la primera valoración de su modelo donde destacó la importancia de los elementos clave para el futuro, haciendo énfasis en la necesidad de combinar el concepto de desarrollo con el de sustentabilidad, específicamente en los casos de destinos con sobre desarrollo o sobre uso, así también, determinó la importancia del dinamismo, los procesos, la capacidad de carga y el análisis espacial de los destinos. Asimismo, considerando que en esos años habían aparecido también los primeros acuerdos internacionales sobre sustentabilidad, tuvo la visión para incorporar estos principios al nuevo MCVDT.

López (2011) realizó un exhaustivo análisis acerca de las críticas hechas al MCVDT, entre las que destaca la falta de criterios para marcar límites entre una etapa y otra, reforzando la evidente limitante del modelo de Butler, logrando elaborar su propia versión.

En el año 2011, Butler de replantea nuevamente parte del MCVDT destacando que los destinos turísticos se ven afectados tanto por factores externos que ocasionan el dinamismo de la actividad (actitudes, tecnología, política y economía), como por factores internos que generan inercia (hábitos, gustos, preferencias e inversiones). En otras palabras, los agentes internos son los que producen los efectos locales (renovación y rejuvenecimiento, desarrollo regional, eventos y promociones especiales), mientras que los agentes externos (política, medios de comunicación, economía y cambio climático, entre otros) producen efectos globales (Butler, 2011). Esta nueva aseveración da origen a una serie de estudios relacionados con el MCVDT en los cuales se reconoce al gobierno y la iniciativa privada como agentes interventores determinantes de la suerte del destino turístico (Yang y otros, 2013; Caldicott y Scherrer, 2013; Omar y otros, 2014).

En general, con cada crítica al MCVDT surge una aportación, y con cada contribución surgen estudios que buscan evaluar destinos bajo un mayor número de variables. El modelo como herramienta analítica se ha renovado conforme mayor es el interés por parte de los investigadores, sin embargo, poco se han abordado los principios de mercadotecnia y su influencia en el ciclo de vida del destino. Recientemente, se habla de la importancia de los agentes interventores, como en el pasado lo fue la capacidad de carga, sin embargo factores como la política de precios, específicamente la disminución de los mismos, como un medio de estimulación de demanda y prolongación de la etapa de declive, o la publicidad como una forma de atracción de turistas, a pesar de los problemas que pudiera estar enfrentando el destino en términos de sustentabilidad, no son constantes en los estudios que buscan robustecer el MCVDT existente.

De ahí, que la pregunta constante es por qué al ser una herramienta que surge de la mercadotecnia, el énfasis de los estudios no plantean variables propias de esta disciplina, sino aspectos que se derivan de los campos de conocimiento de la geografía, la política o de las ciencias ambientales. La respuesta se encuentra en el hecho de que principalmente se han abordado destinos maduros en etapa de declive, donde la mercadotecnia como medio de atracción de turistas y generación de ingresos ya no es relevante, y la prioridad radica en medir variables que logren mitigar el deterioro evidente de los destinos.

Por otro lado, su aplicabilidad es cuestionable en pequeños espacios geográficos. El modelo original de Butler, presenta un crecimiento de tipo exponencial, justificado en cierta forma por los altos niveles de inversión que buscan atraer un mayor número de turistas en cortos periodos de tiempo; comportamiento particular de los destinos litorales del mediterráneo. Sin embargo, en destinos pequeños y tradicionales, el crecimiento es lento y éste se va dando conforme aumenta la oferta, que generalmente es de índole familiar caracterizada por poca inversión. Así también, el entorno de estos pequeños destinos los hace altamente vulnerables y propicia un crecimiento cimentado, generalmente, en la situación económica y política que viven los países o regiones.

IV. Conclusión

La aplicación del MCVDT de Butler (1980) se ha extendido a todos lugares alrededor del mundo sin importar las situaciones espaciales, económicas, ambientales y culturales, que rodean la zona en estudio. Esto lo ha hecho una herramienta atractiva para describir la evolución de los destinos y proponer la renovación de los mismos.

El modelo ha logrado renovarse y seguir vigente gracias al constante interés que genera entre la comunidad científica. Persistentes han sido las aportaciones que han logrado robustecer el modelo original. El mismo Butler ha replanteado su modelo con el paso de los años y los marcados cambios que ha sufrido la sociedad y la economía, lo que lo ha llevado a incorporar variables que van cobrando importancia conforme se va desarrollando la actividad turística.

La utilidad del MCVDT radica en la facilidad con la que puede ser adaptado a los diferentes escenarios, sustentándose a través de diversas teorías que permiten un mayor análisis de los factores que entran en juego para su estudio. Sin embargo, la creciente complejidad del sector turístico requiere además de la incorporación de variables relacionadas con la mercadotecnia, la inclusión de aquellas relacionadas con la sustentabilidad en cada una de las etapas que el modelo propone.

El poder de los grandes inversionistas, la falta de políticas públicas promotoras de la sustentabilidad, la ausencia de procesos de gestión y planeación turística, tanto en el ámbito público como privado, y la obsolescencia de gran parte de la oferta turística; tienen un impacto directo en la evolución y sustentabilidad del destino, pero son aspectos particulares de cada espacio geográfico, por lo cual resulta difícil establecer un regla de acción y, aunque inciden en el desempeño de la curva del destino.

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Notas

[1] Entendiendo por capacidad de carga como la capacidad espacial de un destino y de su infraestructura para hacer frente a la llegada de turistas.

Notas de autor

* Licenciada en Administración. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey campus Toluca. Toluca, Estado de México, México. Maestra en Administración. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey campus Toluca. Doctora en Estudios Turísticos. Toluca, Estado de México, México. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, Estado de México, México Docente UAEMex. arlesska@yahoo.com
** Licenciada en Turismo. Toluca, Estado de México, México. Universidad Autónoma del Estado de México. Maestra en Administración. Toluca, Estado de México, México. Universidad Autónoma del Estado de México. Doctora en Ciencias Ambientales. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, Estado de México, México. Coordinadora del Centro de Investigación y Estudios Turísticos (CIETUR). Docente-Investigador UAEMex. elvacolegio@hotmail.com
*** Licenciado en Turismo. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, Estado de México, México. Maestro en Investigación Turística. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, Estado de México, México. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Centro de Investigación en Docencia y Humanidades del Estado de Morelos. Cuernavaca, Estado de Morelos, México. Profesor Investigador del CIETUR de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la UAEMex. marcanec62@hotmail.com
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