Artículos
Vigilancia epistémica distribuida y argumentación
Distributed epistemic vigilance and argumentation
Vigilancia epistémica distribuida y argumentación
Cinta de moebio, no. 81, pp. 165-173, 2024
Universidad de Chile. Facultad de Ciencias Sociales.
Received: 27 September 2024
Accepted: 03 December 2024
Resumen: El concepto vigilancia epistémica de Sperber refiere a la competencia natural del individuo para filtrar información cuando percibe que algo en el mensaje o en la fuente del mensaje puede ser engañoso, o porque las creencias que se comunican generan ruido en sus creencias fundamentales. La vigilancia epistémica es parte de nuestro diseño cognitivo para equilibrar cierto grado de confianza por defecto que utilizamos y una tendencia a vigilarnos. En este trabajo se propone que una mejor noción conceptual sería la de vigilancia epistémica distribuida, esto es, una vigilancia epistémica distribuida en varias fuentes que emergen coherentemente como una agencia colectiva (grupos con identidades específicas, comunidades basadas en valores, corporaciones, instituciones). En esta propuesta, la vigilancia epistémica distribuida se refiere a la tendencia (o capacidad) natural de los miembros del grupo, o del grupo en su conjunto, de depositar tanto sus creencias como los procesos reflexivos en otros miembros del grupo o en espacios institucionales semiformales o formales, y que se convierten en mecanismos para decidir qué creer y qué cursos de acción tomar.
Palabras clave: Argumentación, agencia colectiva, vigilancia epistémica, epistemología social, memoria.
Abstract: Sperber’s concept of epistemic vigilance refers to the natural ability of individuals to filter information when they perceive that something in the message or the source of the message may be misleading, or because the beliefs being communicated generate noise in their core beliefs. Epistemic vigilance is part of our cognitive design to balance the degree of default trust that we use and a tendency to monitor ourselves. This paper proposes that a better conceptual notion would be that of distributed epistemic vigilance, i.e. epistemic vigilance distributed across different sources that emerge coherently as a collective agency (groups with specific identities, value-based communities, corporations, institutions). In this proposal, distributed epistemic vigilance refers to the natural tendency (or capacity) of group members or the group as a whole to deposit both their beliefs and reflective processes with other members of the group or in semi-formal or formal institutional spaces, and which become mechanisms for deciding what to believe and what courses of action to take.
Key words: Argumentation, collective agency, epistemic vigilance, social epistemology, memory.
1. Introducción
El lógico Johan van Bentham propuso hace algunos años que la lógica es el sistema inmunológico de la mente. La idea es parte del siguiente párrafo: “What seems crucial about us is not the use of infallible methods, but reasoning with whatever means we have, plus an amazing facility for belief revision, i.e., coping with problems as they arise. It is this dynamic feature of human rationality which logicians and philosophers should try to understand better. Logic is not some vaccination campaign eradicating all diseases once and for all. It is rather the immune system of the mind!” (van Bentham 2007:91). Tendríamos esta defensa natural llamada lógica para defendernos de comunicaciones o creencias peligrosas. Pero ¿realmente tenemos esta defensa llamada lógica o de otra manera?
Uno de los esfuerzos conceptuales más robustos, en mi opinión, para abordar esta pregunta fue capturado en el concepto de vigilancia epistémica propuesto por Sperber, Clément, Heintz, Mascaro, Mercier, Origgi y Wilson en Epistemic vigilance (en adelante Sperber). Años más tarde, uno de los alumnos de Sperber se refirió a la idea como vigilancia abierta (Mercier, Not born yesterday). Ambos enfoques asumen que la mente es un mecanismo cognitivo bien diseñado que ha alcanzado su eficiencia actual después de un largo camino evolutivo.
Lo que tienen en común las tres ideas (la metáfora de van Bentham, el enfoque de Sperber y lo propuesto por Mercier) es que la eficiencia de la mente para evaluar la comunicación está localizada en el desempeño del individuo. Frente a este supuesto, desarrollaré un enfoque que enfatiza que la valoración de la comunicación se distribuye en diferentes mentes que forman grupos, en el entorno próximo y lejano, y en los artefactos que creamos para depositar algunas creencias, y que el rol de la capacidad de argumentar es no sólo el corazón de tal diseño epistémico, sino que, fundamentalmente, es el mecanismo que asegura su funcionamiento. Para desarrollar mi enfoque, utilizo algunas ideas de la literatura sobre cognición distribuida y epistemología social y comunitaria. El trabajo está organizado de la siguiente manera: en la sección 2 describo tanto el concepto de vigilancia epistémica como el término vigilancia abierta, en la sección 3 reflexiono brevemente sobre la noción de comunidad epistémica utilizando el enfoque de Kusch (Knowledge by agreement), que considera el conocimiento como un estatus social; en la sección 4 resumo algunas de las ideas centrales de la cognición distribuida y en la sección 5 desarrollo mi propuesta denominada vigilancia epistémica distribuida con especial atención al rol que cumple la argumentación. En las conclusiones, enfatizaré algunos de los puntos principales de mi propuesta.
2. Vigilancia epistémica
Porque a algunas personas les gustaría aprovecharse de nosotros comunicando algo que no es el caso, mejor vigilamos sus pasos. Esta capacidad mental de vigilancia en el dominio de la comunicación (de la información y las creencias) ha ido evolucionando con el tiempo, en un juego de estrategias de ida y vuelta, tanto para engañar a alguien como para atrapar al engañador. Desde el punto de vista de la teoría de la comunicación y de la psicología del razonamiento, las dos teorías principales que intentan caracterizar este juego quedan plasmadas en la noción de vigilancia epistémica propuesta por Sperber y en el concepto de vigilancia abierta desarrollado recientemente por Mercier. Ambas propuestas se basan en gran medida en teorías evolutivas y cognitivas. A continuación, describiré brevemente ambos como el trasfondo conceptual del que surge mi propuesta.
Sperber desarrolla su concepto de vigilancia epistémica asumiendo que, dado que las personas tienen intereses en conflicto y pueden usar cualquier medio para lograr sus intereses, incluyendo mentir, engañar y manipular (Mascaro y Sperber, The moral, epistemic, and mindreading components of children’s vigilance towards deception), sería óptimo que los agentes estén cognitivamente equipados con un mecanismo para detectar comunicaciones fraudulentas.
Sperber describe el problema muy claramente de la siguiente manera: “How reliable are others as sources of information? In general, they are mistaken no more often than we are-after all, ‘we’ and ‘they’ refer to the same people-and they know things that we don’t know. So, it should be advantageous to rely even blindly on the competence of others. Would it be more advantageous to modulate our trust by exercising some degree of vigilance towards the competence of others? That would depend on the cost and reliability of such vigilance. But in any case, the major problem posed by communicated information has to do not with the competence of others, but with their interests and their honesty. While the interests of others often overlap with our own, they rarely coincide with ours exactly. In a variety of situations, their interests are best served by misleading or deceiving us. It is because of the risk of deception that epistemic vigilance may be not merely advantageous but indispensable if communication itself is to remain advantageous” (Sperber et al. 2010:359-360).
Como se puede deducir de esta importante cita, para Sperber el mecanismo de vigilancia epistémica surge, en principio, de una calibración de la confianza entre los intereses del comunicador, el contenido comunicado y los intereses del receptor(es). Esta calibración de confianza se ha vuelto crucial debido a la necesidad de obtener información valiosa que otros puedan tener. Parece que no importa si el comunicador tiene una alta competencia, epistémica o no, sobre la información que comunica, pero su honestidad e intereses son sumamente relevantes para el receptor. Alta competencia en la información transmitida significa que el comunicador es un experto en el tema, tiene alguna experiencia sobre el asunto, o ha sido testigo de los hechos. Pero el problema, según Sperber, es que, dado que el comunicador sabe, consciente o inconscientemente, que puede influir en el receptor para lograr su objetivo, es mejor construir una reputación de confiabilidad. Pero construir una reputación de confiabilidad lleva tiempo y no es una tarea fácil, por lo que es más barato mentir. Por lo que el receptor, a su vez, debe estar epistémicamente vigilante para evitar el daño de una comunicación potencialmente engañosa y ejercer un control constante sobre la confianza por defecto. Como podemos imaginar de inmediato a partir de nuestra experiencia diaria, esta tarea cognitiva de estar alerta cuesta energía (y a veces mucha) y, lo que es más importante, subsiste el problema de cuán confiable es nuestra propia vigilancia.
En la perspectiva de Sperber, la vigilancia en nuestros intercambios comunicativos ha logrado una estabilidad evolutiva beneficiosa en la comunicación, una estabilidad entre el daño potencial y la confianza ciega. Sin embargo, señala explícitamente que la vigilancia no tiene por qué ser extremadamente eficiente, tratando de eliminar toda la información deshonesta enviada por el comunicador.
Para algunos observadores críticos del concepto (Michaelian, The evolution of testimony; Michaelian, In defence of gullibility; Michaelian y Sutton, Distributed cognition and memory research), esta concesión no es suficiente, porque parece que ni siquiera una vigilancia débil opera sobre/entre los interlocutores, y es por ello que Sperber señala que: “In order to gain a better grasp of the mechanisms for epistemic vigilance towards the source, what is most urgently needed is not more empirical work on lie detection or general judgments of trustworthiness, but research on how trust and mistrust are calibrated to the situation, the interlocutors and the topic of communication” (Sperber et al. 2010:370).
El énfasis de Sperber por calibrar la confianza entre los participantes supone que la comunicación es un esfuerzo cooperativo del que se espera un resultado beneficioso, de lo contrario no sería posible la comunicación intencional entre las personas. Algunos de estos aspectos se desarrollan en la siguiente cita: “Most human communication is carried out intentionally and overtly: The communicator performs an action by which she not only conveys some information but also conveys that she is doing so intentionally (…). For communication of this type to succeed, both communicator and addressee must cooperate by investing some effort: in the communicator’s case, the effort required to perform a communicative action, and in the addressee’s case, the effort required to attend to it and interpret it. Neither is likely to invest this effort without expecting some benefit in return. For the addressee, the normally expected benefit is to acquire some true and relevant information. For the communicator, it is to produce some intended effect in the addressee. To fulfil the addressee’s expectations, the communicator should do her best to communicate true information. To fulfil her own expectations, by contrast, she should choose to communicate the information most likely to produce the intended effect in the addressee, regardless of whether it is true or false” (Sperber et al. 2010:360).
Para Sperber, la comunicación es esencialmente una coordinación cooperativa en la que las partes tienen expectativas que deben cumplirse. En este empeño, lo más delicado es que al comunicador, en principio, no le importaría utilizar información falsa para lograr sus objetivos. El concepto de vigilancia epistémica se refiere así a la capacidad del receptor para evaluar la fuente del contenido (¿se puede creer en esta persona?) y el contenido en sí mismo (¿me es útil lo que se comunica?). La vigilancia epistémica no es un mecanismo cognitivo en contra de la confianza, sino sólo en contra de la confianza ciega; es un delicado equilibrio entre la confianza epistémica por defecto y la vigilancia epistémica estratégicamente necesaria.
Hay un uso particular de la vigilancia epistémica cuando recibimos información que va en contra de nuestras creencias básicas, o cuando detectamos algún tipo de inconsistencia (entre la reputación del comunicador y el contexto de la comunicación, entre lo que se da por sentado por defecto y la nueva información inesperada). En estos contextos, Sperber parece implicar que nuestra tendencia es evaluar la información con más cuidado y el remitente es escaneado concienzudamente. El exceso de confianza es un peligro frente a los free riders, aquellos que parasitariamente se aprovechan de nosotros sin corresponder. Esta sería una de las razones por las que estamos equipados con esta herramienta cognitiva (Kissine y Klein, Models of communication, epistemic trust and epistemic vigilance).
Según Sperber, esta herramienta cognitiva puede hacer varias cosas a la vez. Puede evaluar la confiabilidad del hablante (si el hablante es competente, es decir, si es epistémicamente confiable y si es benevolente, es decir, moralmente confiable) y evaluar el grado de credibilidad de la información entrante, es decir, la herramienta analiza la calidad de las proposiciones independientemente de su fuente. Así, la vigilancia epistémica proporciona impresiones generales de la confiabilidad del remitente (considerando todo tipo de pistas, como las expresiones faciales), y evalúa la confiabilidad del remitente sobre la base de factores contextuales, como la convergencia entre el contenido de la proposición y el esfuerzo intencional del hablante (quizás el emisor quiere que creamos algo que sabemos que él no cree).
Sperber usa una metáfora interesante para explicar por qué nos vigilamos: “Our mutual trust in the street is largely based on our mutual vigilance. Similarly, in communication, it is not that we can generally be trustful and therefore need to be vigilant only in rare and special circumstances. We could not be mutually trustful unless we were mutually vigilant” (Sperber et al. 2010:364). Pero ¿es esta una buena analogía, a saber, comparar caminar y comunicarse?
3. ¿Nos vigilamos? Preguntas desde una perspectiva comunitaria
El mismo hecho de que esté escribiendo esta reflexión complementaria sobre el concepto bajo análisis, es evidencia de que todos estamos ejerciendo una vigilancia epistémica. Pero, al mismo tiempo, lo hago aprovechando algunas observaciones ya realizadas por otros colegas que forman parte de la comunidad en la que circulan estas ideas. Así que estoy alerta porque otros lo han estado antes que yo. Esto no es mutualismo, es decir, no estoy haciendo esto porque otros me estén apoyando en esto directamente, de hecho, no estoy criticando a Sperber porque he sido criticado por ellos (¡ni siquiera saben que existo!). Entonces, el argumento aquí es que cualquier vigilancia epistémica se ejerce dentro de un diseño social de controles y equilibrios distribuidos en los que los agentes adquieren, mantienen y comunican creencias. Además, como agentes socialmente constituidos, depositamos creencias en artefactos que están a nuestra disposición para la vigilancia presente y futura, a medida que extendemos nuestras habilidades cognitivas e ideas en artefactos u otros mecanismos ubicados en el entorno.
Este argumento se explicará en esta sección considerando una perspectiva comunitaria sobre cómo adquirimos y comunicamos creencias, en particular usando el enfoque de Kusch (Knowledge by agreement). En la siguiente sección (4), abordaré el problema de la construcción epistémica distribuida.
Kusch respalda su enfoque señalando algunas limitaciones del enfoque individualista de la formación de creencias, a saber, que existen asimetrías naturales y sociales en el acceso a la información, que la cognición individual es limitada (ver también Mercier, Not born yesterday), que la formación de creencias es una cuestión de educación y uso (experiencia), y que hay factores sociales epistémicos muy importantes a considerar (por ejemplo, las injusticias epistémicas abordadas por Fricker en Epistemic injustice). Estos hechos se suman a una visión comunitaria del proceso de formación de creencias y, para nuestros propósitos, la comunicación de creencias.
El punto de vista comunitario, según Kusch, presupone dos proposiciones importantes: 1) que el conocimiento y sus cognantes, vale decir, "saber" y "conocedor", marcan un estatus social, y 2) que los propietarios fundamentales del conocimiento son grupos de personas en lugar de los individuos. Los agentes dentro de una comunidad se vuelven epistémicos en virtud de un entrenamiento dialógico sistemático, directo e indirecto. Para ilustrar esto, Kusch utiliza la forma en que funciona el testimonio. En pocas palabras, Kusch describe el testimonio como un acto performativo, es decir, constituye los hechos que relata sólo si existe un convenio colectivo que reconozca la transmisión de información por el testificante como tal. En tal sentido, la formación de creencias empíricas a través del testimonio es también un movimiento político, en términos de autorizaciones públicas y colectivas.
4. Cognición distribuida: ¿cómo vigilamos?
De modo que tenemos una especie de control sobre las creencias comunicadas, comprobando la plausibilidad de estas creencias dentro de la red de creencias compartidas, es decir, controlamos a nuestros congéneres utilizando creencias preexistentes (siendo el sesgo de confirmación el mecanismo cognitivo más sólido para filtrarlas). Otra forma de controlar la comunicación en general, según Mercier (Not born yesterday), es utilizar mecanismos inferenciales preexistentes. Ponemos en marcha estos mecanismos cuando discutimos. La argumentación es el mecanismo cognitivo y cultural más paradigmático para ejercer la vigilancia colectiva. En escenarios argumentativos reales, no todos tienen la misma capacidad para acceder y evaluar información, ni las mismas habilidades, y por lo general las asimetrías sociales también juegan un papel importante en la determinación del resultado de los desacuerdos. Las diferencias sociales entre los argumentadores, como la reputación como comunicadores (Origgi, Reputation), el estatus social, las asimetrías epistémicas, el poder, entre otros, son hechos que han organizado a las culturas (y de hecho a los animales) durante cientos de miles de años (Diamond, The world until yesterday). Hemos evolucionado incorporando estas experiencias sociales como patrones cognitivos de adaptación para construir nichos (Sterelny, Thought in a hostile world).
Mi enfoque para tratar con evidencia tan poderosa es observar cómo una perspectiva cognitiva distribuida podría arrojar luz sobre el problema de la vigilancia epistémica desde un punto de vista argumentativo. En resumen, el enfoque cognitivo distribuido sostiene que todos los recursos necesarios para resolver una tarea están ubicados colectivamente entre los miembros del grupo. Los grupos están formados por agentes que se implican de forma conjunta e intencionada en la solución de un problema o tarea, y todos contribuyen a la solución.
Según Steiner (Models for inferring relationships), existen varias formas en que los miembros de un grupo pueden trabajar juntos para resolver un problema, tales como (1) Aditiva. Los miembros pueden hacer algo porque la suma de sus aportes individuales genera la resolución; (2) Compensatoria. Los miembros pueden producir un resultado en función de sus soluciones individuales, por ejemplo, agregando juicios bajo una regla de mayoría; (3) Conjuntiva. Los miembros pueden hacer algo que requiera que todos tengan éxito al mismo tiempo para tener éxito como grupo, por ejemplo, los montañistas; (4) Disyuntiva. Los miembros pueden trabajar de forma independiente y en grupo para elegir la mejor solución a partir de los esfuerzos individuales y (5) Complementaria. Los miembros pueden instituir una división del trabajo en la que una tarea compleja se descompone en diferentes partes asignadas a diferentes agentes, distribuyendo así el problema a resolver entre los agentes y herramientas y las características estructurales de su entorno (equipos, universidades, corporaciones).
Pareciera ser que usamos los cinco comportamientos como argumentadores. Mirando estas posibilidades desde el punto de vista de patrones contextuales, también son escenarios argumentativos prototípicos. Las mediaciones podrían ser un ejemplo de un escenario argumentativo aditivo. Los parlamentos podrían ser un ejemplo de un entorno compensatorio. Los debates en equipo son ejemplos de contextos conjuntivos. Las sociedades comerciales tienden a incorporar mecanismos disyuntivos. Como se ha dicho, las universidades son ejemplos prototípicos de escenarios complementarios. Ciertamente, es probable que estos contextos combinen los cinco comportamientos durante la solución de la tarea en cuestión y, como bien han mostrado los estudios de la argumentación, estos escenarios obviamente hacen uso de diferentes tipos de diálogos durante el intercambio de opiniones para resolver el problema o lograr el objetivo.
5. Argumentación
Es necesario responder dos preguntas para ver en qué sentido la vigilancia epistémica es una práctica distribuida y la argumentación es su mecanismo natural. En primer lugar, necesitamos determinar, al menos provisionalmente, qué habilidades cognitivas que normalmente se piensa que operan a nivel individual se manifiestan a nivel grupal (Pettit, Groups with minds of their own). La memoria y la intencionalidad son dos de ellos.
Theiner (Transactive memory systems; Theiner, Allen y Goldstone, Recognizing group cognition) propone los siguientes parámetros como cognición grupal, siendo el ejemplo paradigmático los sistemas de memoria transactiva que expresan memoria e intencionalidad:
(1) y (2) son comportamientos automáticos y/o puros, pero (3)-(5) obviamente involucran intencionalidad; (6) y (7) son más problemáticos porque implican la idea de conciencia (reflexividad).
La segunda cuestión sería determinar en qué sentido un grupo es un cognoscente por mérito propio. Una cosa es que la cognición esté distribuida y otra que un grupo en el que la cognición esté distribuida sea cognoscente (siendo el problema de la conciencia el mayor problema). El primer paso para responder a esta pregunta es considerar que los grupos con miembros que se conocen bien, que han tenido mucho tiempo para adaptarse y confiar recíprocamente, son candidatos para convertirse en sistemas de memoria transactiva que van más allá de lo que sus individuos pueden hacer cuando se consideran de forma independiente (Theiner, Transactive memory systems). En tales grupos, los recuerdos se almacenan en relación con las experiencias, hay acceso a esta información almacenada y sirve para resolver problemas de manera más efectiva. Los recuerdos no tienen por qué ser propiedad exclusiva de los individuos.
Aunque Kusch no hace uso de la literatura cognitiva en su enfoque comunitario de formación de creencias, es posible complementarlo con los 5 comportamientos identificados, teniendo en cuenta que dentro de los grupos es probable que existan las asimetrías epistémicas que Kusch distingue.
Vale la pena recordar que la primera ola de estudios cognitivos afirmaba que ciertos procesos cognitivos o mentales se extienden más allá de los límites de los organismos (biológicos). En ese momento se postuló el principio de paridad o semejanza funcional entre extensiones y cuerpos cognoscitivos. Pero con la segunda ola de estudios cognitivos, este principio (Clark, Supersizing the mind; Clark y Chalmers, The extended mind) fue reemplazado por la siguiente idea: el tránsito de la paridad funcional a la complementariedad entre ellos como vehículos de la cognición. Se trata de la integración entre entidades intra y extramentales. La tercera ola de estudios cognitivos (Cash, Cognition without borders; Kirchhoff, Extended cognition and fixed properties) ha agregado, sobre la base de la perspectiva enactiva, que la cognición a menudo no solo implica interacción social, sino que la acción depende de formas institucionales de prácticas, normas y convenciones que constituyen la cognición individual. A la luz de estos avances en el análisis cognitivo, se ha postulado el Principio de Paridad Social (Ludwig, Is distributed cognition group level cognition?), que se define de la siguiente manera:
1) Si, al enfrentarse a una tarea T, dos agentes A y B llevan a cabo los procesos cognitivos P y P* de forma que tomados por separado no sería funcionalmente suficiente para llevar a cabo T.
&
2) Si P y P* fueran realizados por un solo agente (ya sea A o B), no tendríamos problema en reconocer a P o P* como parte de A o como parte de B, lo que nos permite considerar que P y P* se distribuyen socialmente en un sistema cognitivo singular (son "partes" de un sistema cognitivo extendido).
Como mecanismo cognitivo, los roles/partes del proceso argumentativo (protagonista, antagonista, audiencias directas e indirectas, etc.) se distribuyen entre los participantes, y cada uno de ellos puede cambiar de rol a medida que avanza el proceso, utilizando artefactos que contienen creencias. Mi punto es que cada vez que discutimos, activamos una organización cognitiva a nivel de grupo que está diseñada, entre otras cosas, para formar productos epistémicos y controlar su transmisión. Desde esta perspectiva, el mecanismo cognitivo de argumentar para formar, transmitir y evaluar creencias, manifiesta (en diversos grados) algunas de las características básicas de los sistemas cognitivos distribuidos y extendidos (Theiner, Transactive memory systems). Por ejemplo, la característica de disponibilidad: las herramientas cognitivas externas que contienen deben estar constantemente a mano y pueden ser utilizadas por otros o por instituciones sociales; o la característica de accesibilidad: acceso fácil y constante al entorno cognitivo compartido; o la característica de transferencia directa y mutua entre los miembros de sus capacidades cognitivas (de todos o de la mayoría) o del punto de vista intencional de forma más o menos automática o habitual; o la característica de control y autocorrección: capacidad y posibilidad de controlar la ejecución de los procesos cognitivos y la distribución de los mecanismos de control (espontáneos o predeterminados), y cuando es necesario, corregir las acciones de todos o algunos de los miembros en relación con una tarea.
6. Conclusiones
Goldberg (Epistemic extendedness) ha propuesto la hipótesis genérica de la mente epistémica extendida para entender el funcionamiento de la creencia testimonial. La creencia testimonial la describe como una evaluación epistémica del procesamiento de la información que tiene lugar en el entorno del sujeto. Pero la memoria también brinda un caso especial de esta hipótesis: cuando evaluamos una creencia a través de la memoria, consideramos no solo la confiabilidad del proceso mediante el cual se almacenó y recuperó tal creencia, sino también la confiabilidad del proceso mediante el cual se produjo inicialmente. De hecho, la memoria es un proceso prolongado en el tiempo. Goldberg señala que deberíamos clasificar las contribuciones no humanas (externas) como causales generales, a diferencia de las contribuciones cognitivo-psicológicas que son inmediatas.
Recordemos algunos hechos similares a los que proporciona Goldberg para respaldar su hipótesis. Como se ha indicado, el primer dato es que existen diferentes tipos de asimetrías epistémicas sociales (Gilbert, On social facts; Fricker, Epistemic injustice); en segundo lugar, hay una división del trabajo cognitivo cada vez que discutimos (Mercier, Not born yesterday; Trouche, Johansson y Mercier, Vigilant conservatism); tercero, la adquisición y formación de creencias en los infantes depende del testimonio de los demás; en cuarto lugar, hay dependencias cognitivas de todo tipo (en las familias, en las corporaciones, etc.); quinto, existe una confianza por defecto predeterminada hacia los adultos; en sexto lugar, creamos organizaciones físicas en el entorno como depósitos de creencias; séptimo, a nivel grupal o institucional, las creencias son monitoreadas en protocolos; también se observan compromisos mutuos (voluntarios o contractuales) con un conjunto de creencias (expectativas) dentro las instituciones que todos conocen y que todos defienden, con lo que la institución se organiza y asegura su funcionamiento; y por último, dentro de los grupos, los miembros muestran interdependencia en el apoyo a la integridad y tales actos se registran en las instituciones, es decir, las instituciones tienen memoria extendida (no humana) que funciona causalmente.
Entre las consecuencias importantes de estos hechos está que la vigilancia epistémica se delega automáticamente (porque cuesta menos energía, es más eficiente), y se distribuye entre los miembros de una comunidad (grupo, institución) y en artefactos. Este es un patrón cognitivo cultural que se ha convertido en un diseño colectivo estable (o lo que Tollefsen llama una mente colectiva estable en From extended mind to collective mind; u otros llaman cognición colaborativa estable (Harnad, Distributed processes).
¿Cuál es el mecanismo central mediante el cual se transmiten, evalúan y negocian las creencias y la vigilancia sobre esas creencias? La actividad argumentativa es el proceso por el cual estas posibilidades comunicativas se ponen en práctica y en la que los argumentadores cambian continuamente de posición por el bien del grupo, distributivamente. De hecho, la argumentación es la superestructura inteligente que hemos creado para asegurar una vigilancia epistémica colectiva, y en la que emerge el mejor argumento, a veces independientemente de la posición del argumentador, pero ciertamente en comunidad.
Bibliografía
Bentham, J. van. (2007). Logic in philosophy. En: D. Jacquette (Ed.), Handbook of the philosophy of logic, pp. 65-99. Elsevier.
Sperber, D. et al. (2010). Epistemic vigilance. Mind and Language, 25(4), 359-393. https://doi.org/10.1111/j.1468-0017.2010.01394.x
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