Resumen: Objetivo: analizar los usos diferenciados del teléfono inteligente entre mujeres y hombres que viven en el sector rural mexicano. Metodología: se estimó un modelo de regresión bivariado para fines laborales, escolares, de capacitación y comerciales, con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2022. Resultados: los hallazgos muestran un uso diferenciado por género y mayor diversificación de uso del celular a medida que se tiene mayor nivel de escolaridad y de habilidades digitales. Valor: los fines de uso del teléfono inteligente se asocian con los roles tradicionales de las mujeres y de los hombres en la sociedad, y refuerzan las desigualdades para las mujeres debido a su posición marginada en el espacio público. Limitaciones: el análisis se concentra en la población rural, definida por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía como localidades que tienen menos de 2 500 habitantes. Conclusiones: la brecha digital entre hombres y mujeres en el uso del teléfono inteligente está condicionada por la edad, el nivel educativo, el tipo de ocupación y el nivel de habilidades digitales.
Palabras clave: teléfono inteligente, brecha digital, habilidades digitales, zonas rurales, México rural.
Abstract: Objective: Analyzing smartphone differentiated uses between women and men that live in Mexican rural sector. Methodology: Using data from the National Survey on Availability and Use of Information Technologies in Households 2022, a bivariate regression model was estimated for work, school, training, and commercial purposes. Results: There is a differentiated use by gender. The higher level of schooling and digital skills of the individual translates into a greater diversification of smartphone use. Value: The purposes of using the smartphone is related with women and men’s traditional social roles, which reinforce inequalities for women due to their marginalized position in public space. Limitations: The analysis focuses on the rural population, defined by the National Institute of Statistic and Geography as those localities with less than 2 500 inhabitants. Conclusions: The digital gap in the use of smartphones between women and men is conditioned by age, educational level, type of occupation and level of digital skills.
Keywords: smartphone, digital gap, digital skills, rural areas, rural Mexico.
Artículos
Usos diferenciados del teléfono inteligente entre mujeres y hombres en el México rural
Differential Uses of the Smartphone between Women and Men in Rural Mexico
Received: 16 April 2024
Accepted: 02 August 2024
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), como las computadoras, tabletas y celulares, están presentes en todos los aspectos de la sociedad moderna. Su aumento ha transformado los sectores de la salud, la educación, el comercio, las finanzas y el gobierno, lo que ha incidido en el mercado, el gobierno y los hogares (Clercq, D’Haese y Buysse, 2023; Galperin y Viecens, 2017). Usar de forma eficiente las TIC es esencial para el desarrollo económico, el bienestar social y la gobernanza (Jamil, 2021). Sin embargo, no todos los miembros de la sociedad abrazan las tecnologías digitales, y la consecuencia de este hecho es la brecha digital (Alva de la Selva, 2015; Scheerder, Deursen y Dijk, 2017). La brecha digital de género en los países en desarrollo se relaciona con características y normas socioculturales que causan desigualdades en el empleo, la educación, la salud, la propiedad de activos, los créditos y la autonomía (Ameen y Willis, 2019; Bimber, 2000; Jayachandran, 2015).
Según los datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en 2023, a escala global, alrededor de 35% de las mujeres no utiliza esta tecnología. En cambio, sí la usa cerca de 30% de los hombres. La diferencia es más pronunciada cuando se trata de la propiedad de teléfonos móviles. Las mujeres tienen 8% menos de probabilidad de poseer un teléfono celular que los hombres. Entre las personas que no poseen un teléfono móvil, ellas superan en número a los hombres en 35% (UIT, 2023).
De acuerdo con el Informe global sobre la brecha de género 2023 (World Economic Forum, 2023), México ocupó el 33.er lugar de 146 países. En los subíndices de educación y salud casi alcanza la paridad de género (arriba de 97% en ambos rubros). El empoderamiento político ha impulsado mucho la igualdad de género (posicionado en el sitio 15 de 146 países). No obstante, el reto más importante sigue situándose en el ámbito económico (colocado en el lugar 110 de 146 países), pues 76% de los hombres participa en el mercado laboral, mientras que solo 44% de las mujeres lo hace.
En el sector rural de México reside 21% de la población del país (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2020a). A partir de los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022, se estima que las mujeres rurales enfrentan mayores carencias en diversos ámbitos: en educación, 12 de cada 100 mujeres de 15 años o más no sabían leer ni escribir; 5 de cada 100, de entre 6 y 14 años, no asistían a la escuela. En cuanto a la salud, 55 de cada 100 no estaban inscritas para recibir atención médica en las instituciones de salud; en el económico, 6 de cada 10 mujeres de 12 años o más con una ocupación subordinada, aunque remunerada, no recibían prestaciones laborales (INEGI, 2022a). Respecto del uso del tiempo, a escala nacional, las mujeres destinan a la semana 58.9 horas al trabajo doméstico y de cuidados, mientras que los hombres dedican a estas actividades solo 24.5 horas (INEGI, 2019a).
Sobre la disponibilidad de las TIC, el teléfono celular es el dispositivo móvil con mayor cobertura en el contexto rural. Según los datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2022 (ENDUTIH), 66% de la población de 6 años o más es usuaria de este artefacto. En lo que se refiere al acceso por sexo, 48 son mujeres y 52 son hombres, lo que sugiere que no hay diferencias, sin embargo, la brecha de género reside en los propósitos de uso del teléfono inteligente. Sobre el tipo de teléfono celular que se utiliza, predomina el teléfono inteligente (smartphone): 9 de cada 10 usuarios (INEGI, 2022b).
En la Figura 1, se observa que en el México rural ha disminuido con el paso del tiempo la tendencia a la disponibilidad de computadora. En 2022, 20 de cada 100 hogares rurales disponían de una (INEGI, 2019b, 2020b, 2021 y 2022b). En el sector rural, el televisor sigue siendo uno de los medios de comunicación predominantes. Según la ENDUTIH 2022, 8 de cada 10 hogares disponen de televisión y 4 de cada 10 posee radio.

Las investigaciones de Ma, McKay, Rahut y Sonobe (2023), Ma, Renwick, Nie, Tang y Cai (2018), Paunov y Rollo (2016) y Lio y Liu (2006) señalan que el uso del teléfono inteligente reduce los costos de transacción y aumenta la productividad laboral. Por lo tanto, acelera el crecimiento económico en las zonas rurales. Además, ese dispositivo ofrece muchas ventajas a las personas en su vida cotidiana; por ejemplo, mejora el aprendizaje de los estudiantes (Galperin y Viecens, 2017) y facilita la comercialización de productos y servicios para obtener ingresos económicos, porque permite a los usuarios realizar transacciones en cualquier momento y desde cualquier lugar, y ofrecer servicios instantáneos, personalizados y basados en la localización (Silver, Huang y Taylor, 2019; Verkijika, 2018). Las ventajas y la facilidad sugieren que el teléfono inteligente ha modificado la forma en que nos comunicamos, trabajamos y buscamos información.
La brecha digital de género ha sido un tema de investigación importante en el contexto latinoamericano (Barrantes, Agüero y Matos, 2018; David y Phillips, 2023; Gray, Gainous y Wagner, 2017; Hilbert, 2011). Sin embargo, sobre México hay pocos estudios (Mariscal, Mayne, Aneja y Sorgner, 2019; Sánchez, 2010). Por eso, a través del presente estudio se explora esta pregunta de investigación: ¿qué factores sociodemográficos, educativos, económicos y geográficos influyen en el uso diferenciado del teléfono inteligente entre hombres y mujeres que viven en el sector rural de México?
El objetivo de la investigación consiste en analizar los usos diferenciados del teléfono inteligente entre mujeres y hombres que viven en zonas rurales de México. El análisis se concentra en los usuarios del teléfono inteligente, pero no excluye que estos puedan utilizar otros dispositivos digitales, como la computadora o la tableta. Los usos del teléfono inteligente se clasificaron en laboral, escolar, capacitación y comercio. Se consideraron usos productivos “aquellos que expanden la autonomía de las personas para favorecer su acción humana y su participación en la vida social, con el fin de desarrollar su potencial personal y colectivo” (Zermeño, Navarrete y Contreras, 2020, p. 4).
Se formularon las siguientes hipótesis: 1) los usos del teléfono inteligente se asocian con las tareas y responsabilidades asignadas: las mujeres en el espacio privado (hogar) y los hombres en el espacio público (trabajo); y 2) una mayor disponibilidad de habilidades intermedias y avanzadas incentiva la diversificación de los usos del teléfono inteligente. Las aportaciones de la investigación a la literatura de brecha digital son las siguientes: primero, este estudio muestra la persistencia de la brecha digital entre hombres y mujeres en el sector rural; segundo, los fines del uso del teléfono inteligente se relacionan con los roles tradicionales que desempeñan las mujeres y los hombres en la familia y en la sociedad; y, tercero, poseer un mayor nivel de habilidades digitales posibilita explorar más usos del teléfono inteligente.
El documento se estructura de la siguiente forma. En la sección dos se presenta una revisión de la literatura sobre brecha digital y género y los determinantes de esta en estudios empíricos en países en desarrollo. En la tercera sección se describen los datos y la metodología empleada en el análisis econométrico. Los resultados del estudio se exponen en la sección cuatro y la discusión en la sección cinco. La última sección está consagrada a las conclusiones y sugerencias para futuras investigaciones.
La brecha digital es un fenómeno multidimensional y multifactorial (David y Philips, 2023; Scheerder et al., 2017). Este consta de tres niveles: a) el de la adopción o posesión, que se relaciona con la conectividad y la adquisición de dispositivos; b) el del propósito de uso, que se asocia con las habilidades digitales y con patrones de uso y c) el de los beneficios, que se vincula al aprovechamiento de las tecnologías, que se traduce en resultados individuales o colectivos (Grishchenko, 2020; Robinson et al., 2015). Alva de la Selva (2015) señala que “la sola conectividad es importante, pero no suficiente para contribuir al desarrollo, y para sacar provecho de las oportunidades y posibles resultados positivos se necesita de acceso equitativo, uso con sentido y apropiación social de los recursos de las TIC” (p. 275).
El género es una categoría del orden sociocultural que incluye a su vez subcategorías, interpretaciones y conocimientos relativos al conjunto de fenómenos históricos construidos sobre la base de la sexualidad, en torno a la cual se asignan roles, expectativas, espacios, jerarquías, permisos y prohibiciones a mujeres y hombres dentro de la sociedad (Lagarde, 1996). La perspectiva de género permite “analizar a las mujeres y a los hombres no como seres dados, eternos e inmutables, sino como sujetos históricos, construidos socialmente, producto del tipo de organización social de género en su sociedad” (Rubin, 1975, p. 179).
A partir del género, surge la división sexual del trabajo, que se refiere a la manera en que cada sociedad organiza la distribución del trabajo entre mujeres y hombres, de acuerdo con los roles de género establecidos y considerados apropiados para cada sexo. Esta división se transforma en relaciones jerárquicas de poder y, por lo tanto, en desigualdades. En este marco, se asigna a las mujeres el espacio privado (trabajo doméstico y de cuidados) y a los hombres el espacio público (trabajo remunerado) (Bornman, 2016; Brito, 2016). La brecha digital refleja que las mujeres tienen acceso limitado a los medios digitales y son pocas las oportunidades para acercarse a las TIC en comparación con los hombres (Mariscal et al., 2019). Así, la perspectiva de género visibiliza los problemas estructurales que enfrentan las mujeres para adoptar y utilizar las TIC (Rashid, 2016).
La perspectiva género y el desarrollo plantean que las mujeres padecen exclusión digital; no obstante, las TIC pueden empoderarlas en los países en desarrollo y transformar las relaciones de género (Daffé y Diallo, 2020; Hilbert, 2011). Ma et al. (2023) y Zheng, Zhou y Rahut (2023) proponen que el uso del teléfono inteligente incrementa el poder de las mujeres en la toma de decisiones, porque brinda mayor participación en las actividades fuera del campo, como la industria, el comercio y los servicios.
Las investigaciones de Ono y Zavodny (2016) y de Robinson et al. (2015) sugieren que la brecha digital se cruza con el género a través de dos formas: la primera se relaciona con los roles y los patrones socioculturales que favorecen a los hombres, lo que Bourdieu (2000) llama “dominación masculina” para explicar que la subordinación de las mujeres, se produce a través de mecanismos simbólicos e invisibles que se interiorizan y se naturalizan en la vida cotidiana. Esto ocasiona que las mujeres tengan menos confianza y menos habilidades digitales (Hargittai y Shafer, 2006; Hargittai y Shaw, 2015). Por otra parte, la segunda forma se asocia con el mercado de trabajo, en el cual las ocupaciones intensivas en TIC están vinculadas a los hombres (Segovia-Pérez, Castro-Núñez, Santero-Sánchez y Laguna-Sánchez, 2019; Vitores y Gil-Juárez, 2015).
De acuerdo con Sey y Hafkin (2019), Singh (2017) y Antonio y Tuffley (2014), en los países en desarrollo existen barreras que afectan adoptar y usar las tecnologías digitales y que se relacionan con la conectividad, las restricciones financieras, las habilidades digitales, el interés en las tecnologías digitales, la seguridad, la restricción de tiempo y las normas sociales y culturales del contexto local.

Conectividad o infraestructura en telecomunicaciones. La escasez de infraestructura en telecomunicaciones en los contextos rurales es un obstáculo para tener acceso a las TIC. El sector de las telecomunicaciones presenta bajos niveles de conectividad, y para las empresas privadas no es rentable invertir en zonas de baja densidad de población, aisladas y lejanas de los centros urbanos, con altas tasas de pobreza y marginación (Ovando y Olivera, 2018). Se infiere entonces que las mujeres tienen mayores desafíos asociados con la pobreza, la ubicación geográfica, los bajos niveles de escolaridad, la insuficiente infraestructura tecnológica, la cultura y las normas, porque todas obstaculizan el acceso y el uso de las tecnologías digitales (Antonio y Tuffley, 2014; Mariscal et al., 2019; Singh, 2017).
Restricciones institucionales y financieras. La carencia de recursos económicos sigue siendo el principal impedimento para comprar tecnologías digitales en los contextos rurales (Pashapa y Rivett, 2017). En particular, las mujeres del campo carecen de ingresos suficientes para adquirir las TIC o para pagar los servicios de internet; lo que no sucede a los hombres (Melhem, Morell y Tandon, 2009; Olatokun, 2007).
Habilidades y aptitudes para utilizar las TIC. Los bajos niveles educativos y el analfabetismo son barreras para servirse de las tecnologías digitales (Antonio y Tuffley, 2014; Hilbert, 2011). Bornman (2016) encontró que las mujeres tienen poco interés en invertir en el desarrollo de habilidades digitales porque no las consideran necesarias para sus funciones de cuidadoras del hogar.
El interés y la importancia que se perciben en torno a las TIC. Se asocian a contenidos que pueden ser importantes para las mujeres en su vida y aspiraciones diarias, en lenguajes y formatos fáciles de usar (Ya’u y Aliyu, 2017). Un estudio de Intel (2012) reveló que las mujeres no utilizan internet porque no lo conocen o no saben cómo obtener beneficios de su uso. Hilbert (2011) indica que las mujeres emplean las TIC con fines diferentes a los de los hombres dentro de las mismas sociedades y culturas, ya que ellas se concentran en las áreas de la salud y la educación debido a su rol de cuidadora de la familia.
Seguridad y protección. Este rubro se refiere a los riesgos que tienen las mujeres y las niñas al usar internet, como el de la violencia cibernética. Amnistía Internacional (AI, 2018) y la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC Women’s Rights Programme, 2015) han evidenciado la violencia contra las mujeres en las plataformas de redes sociales, como Twitter (ahora X).
El uso del tiempo. El tiempo libre de las mujeres rurales es limitado para experimentar con las TIC. La causa es su triple carga de trabajo: tareas domésticas, cuidado tanto de niños como de personas mayores y su participación en el mercado laboral (Barrantes et al., 2018; Singh, 2017; Hafkin, 2002). Allaby y Shannon (2020) hallaron que, en relación con el uso del tiempo en el teléfono, las mujeres querían tener actividades de ocio, pero que simplemente no tenían el tiempo. También Al-Saggaf, Shariati y Morrison (2017) y Mumporeze y Prieler (2017) sugieren que las mujeres iraníes con familiares dependientes tienen menos tiempo para usar internet.
Contextos socioculturales e institucionales. Los contextos culturales locales son barreras para que las mujeres incursionen en las TIC. Las normas sociales, los estereotipos y las limitaciones culturales son específicas en cada país. Al respecto, Ameen y Willis (2019) plantean que las creencias y los valores específicos de la cultura y los hábitos influyen en el uso de los teléfonos inteligentes. Un estudio realizado por Intel (2012) encontró que una de cada cinco mujeres en India y Egipto cree que sus familias desaprueban el uso de internet.
En esta investigación se utilizaron datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en Hogares (ENDUTIH) 2022. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) lleva a cabo la recolección de datos en todo México en el segundo trimestre de cada año, tarea en la cual la unidad de análisis son los hogares y los individuos de seis años o más. El procedimiento conceptual y metodológico de la encuesta se basa en el Manual de la Unión Internacional de Telecomunicaciones para medir la adopción y el uso de las TIC en los hogares y por las personas (UIT, 2014).
La ENDUTIH recaba datos sobre el uso que la población a partir de los seis años hace de la computadora o tableta, internet y telefonía móvil: frecuencia, tipos de conexión, actividades en línea y las razones por las que se utiliza el internet. También dispone de información sobre las habilidades digitales y los dispositivos electrónicos que poseen las personas. Un integrante del hogar, seleccionado de forma aleatoria, da la información sobre el uso de las TIC.
En la Tabla 1 se presentan las estadísticas descriptivas de la muestra de los usuarios de teléfono inteligente en el sector rural mexicano, cuya base es la ENDUTIH 2022. El análisis se fundamenta en la información que dieron 4 641 hombres y 3 914 mujeres residentes rurales con una edad que oscila entre 12 y 65 años. De acuerdo con los datos, las diferencias por género se evidencian en las siguientes variables, relacionadas con los propósitos con los que se usa el teléfono inteligente: los hombres triplican a las mujeres en la participación laboral; por lo tanto, es normal que los jubilados sean en mayor medida varones; en cuanto al trabajo doméstico y de cuidados, cinco de cada diez mujeres realizan estas tareas, mientras que en el caso de los varones es apenas uno de cada cien individuos.

En lo que se refiere al uso del teléfono inteligente, las mujeres utilizan más este dispositivo móvil que los hombres, pero el propósito de ellas es diferente. En cuanto a las habilidades digitales, los varones superan a las mujeres en competencias básicas e intermedias, aunque por muy poco (véase Tabla 1). La brecha digital se evidencia en los propósitos que cada género tiene para utilizar el dispositivo: el propósito de los hombres es usarlo para sus actividades laborales, lo cual se asocia con una mayor participación en el empleo. El propósito del uso del teléfono inteligente de las mujeres son las actividades escolares, debido a que ellas pueden ser estudiantes, madres de familia o cuidadoras de los miembros del hogar en edad escolar. En lo que respecta a la jefatura del hogar, los hombres encabezan 6 de cada 10 y las mujeres lo hacen en una cantidad de 2 por cada 10 por mujeres.
El estudio se concentró en analizar los usos que dan las mujeres y los hombres al teléfono inteligente en el sector rural mexicano. El análisis económico sobre la utilización de dicho dispositivo se basó en la premisa neoclásica de maximización de la utilidad, según la cual la demanda de uso está influida por la disponibilidad de la oferta para los consumidores, así como por los costos asociados con el uso del aparato (Varian, 2002). En cuanto a los fines de uso del teléfono inteligente, se observa una clara distinción entre usar el dispositivo o no y, si se usa, los tipos de uso, ya que la elección de las actividades en línea está condicionada por la decisión de usar el teléfono inteligente.
Puesto que los datos para el presente estudio provienen de una muestra única, el análisis se limitó a los usuarios de teléfono inteligente, lo cual no deja de ser un sesgo en la selección. Una estructura teórica que controla el problema de selección es el modelo probit bivariado1 con selección de muestra o procedimiento de Heckman (Van de Ven y Praag, 1981). El método de dos etapas de Heckman (1979) se emplea para examinar, en primer lugar, si se acepta o no el uso del teléfono inteligente y, en segundo lugar, para estimar su uso en las actividades en línea. Este enfoque teórico lo han utilizado Ma et al. (2018). Por lo tanto, la probabilidad de que las personas usen o no dicho dispositivo está determinada por las variables latentes no observadas.
Para mujeres y varones Únicamente se observa , que es igual a 1 if indicando así que mujeres y hombres usan el teléfono inteligente, si mujeres y hombres no usan un teléfono inteligente. es un vector de características sociodemográficas, educativas, económicas y habilidades digitales, mientras que es el término de error distribuido de manera normal, y los datos se describen mediante el siguiente modelo probit.
Dentro de esta estructura, varios factores influyen en la decisión de mujeres y hombres de usar el teléfono inteligente. Este conjunto de variables incluye aspectos sociodemográficos, educativos, económicos y habilidades digitales (Antonio y Tuffley, 2014; Grishchenko, 2020; Hilbert, 2011; Mariscal et al., 2019; Mukherjee, Ilavarasan y Kar, 2024).
La segunda etapa de estimación corresponde a la probabilidad de que mujeres y hombres usen el teléfono inteligente para las actividades laborales, escolares, de capacitación independiente y comercio. La estimación del modelo requirió la inclusión, en la primera etapa del análisis, de variables que están excluidas en el segundo modelo. En este caso, las variables: índice de riqueza, tamaño del hogar e internet móvil por WiFi cumplen con la condición de exclusión debido a que la correlación de estas dos variables con el uso del teléfono inteligente es no significativa para el problema de heterogeneidad. Por lo tanto, la probabilidad de que una persona i realice los tipos de actividades en el teléfono inteligente j.
Donde es un vector de características sociodemográficas, educativas, económicas y habilidades digitales. es el término error. Se presume que los errores aleatorios y siguen una distribución normal bivariada con correlación . El modelo bivariado es apropiado cuando
Las variables independientes de la primera ecuación (adopción o posesión de teléfono inteligente) y segunda ecuación (propósito del uso del teléfono inteligente) se agrupan en las siguientes categorías: demográficas, educativas, habilidades digitales, económicas, sociales y geográficas, ya consideradas en estudios previos (Ma et al., 2018; Mariscal et al., 2019; Martínez-Domínguez y Mora-Rivera, 2020; Verkijika, 2018).
Entre las variables sociodemográficas y económicas se incluyeron la edad, el nivel de escolaridad, el índice de riqueza del hogar y la ocupación. Con respecto a la edad, los estudios de Lamberti, López-Sinta y López (2023) y Gray et al. (2017) revelan que las personas usuarias de las nuevas tecnologías son jóvenes en mayor medida. Para mostrar el efecto de la edad, se establecieron cinco rangos: 12-24 años, 25-34 años, 35-44 años, 45-54 años y 55-65 años.
La educación es un elemento esencial en el uso y aprovechamiento de teléfono inteligente: un mayor nivel educativo se asocia con mayores beneficios (Antonio y Tuffley, 2014; Gupta y Kiran, 2023; Mariscal et al., 2019). Para medir la educación se establecieron cinco categorías: sin educación, primaria, secundaria, preparatoria, universidad o posgrado.
Se consideró la ocupación de las personas en cuatro categorías: empleado, pensionado, estudiante, trabajo doméstico y de cuidados. Al respecto, Hilbert (2011), Correa, Pavez y Contreras (2017) señalan que el uso que dan las mujeres a las tecnologías digitales se asocia con el rol de cuidadoras que tienen en la familia. Mumporeze y Prieler (2017) y Al-Saggaf et al. (2017) en sus respectivos estudios demuestran que las mujeres que se encargan del cuidado de los hijos y del hogar tienen menos tiempo para usar las tecnologías digitales.
En lo que se refiere a las habilidades digitales, Mariscal et al. (2019), Antonio y Tuffley (2014) y Hilbert (2011) sostienen que la falta de habilidades digitales limita a las mujeres a aceptar el uso de las nuevas tecnologías digitales. Se recurrió a la propuesta de UIT (2018) para clasificar las habilidades digitales en tres niveles:2 1) básicas (enviar y recibir correo, copiar archivos entre carpetas, crear archivos de textos, crear hojas de cálculo, crear presentaciones, instalar dispositivos periféricos); 2) intermedias (descargar contenidos de internet, descargar aplicaciones, utilizar servicios en la nube) y 3) avanzadas (crear o usar bases de datos, programar en lenguaje especializado, desarrollo de sitios de internet o blogs).
De igual forma, el ingreso económico determina tener acceso a dispositivos y a servicios de internet (Melhem et al., 2009; Olatokun, 2007; Pashapa y Rivett, 2017). Porque la ENDUTIH no contiene información para conocer el ingreso individual, se procedió a estimar el índice de riqueza mediante el método de análisis de componentes principales (ACP), en el que se incluyeron las características de la vivienda y de la propiedad de bienes durables (Filmer y Pritchett, 2001).3 Se parte del supuesto de que el índice de riqueza es una variable proxy adecuada para el ingreso, pues refleja las condiciones de vida de las familias. Se incluyó la jefatura del hogar,4 que está asociada con que los demás integrantes reconozcan al individuo como tal. También se construyó una variable binaria, en la que 1 indica que el usuario de teléfono inteligente dispone de conexión de internet en el hogar y 0 indica el caso contrario. Con respecto a los equipos y a los dispositivos electrónicos en el hogar, se consideró la disponibilidad de computadora, televisión o radio.
Se dividió el país en ocho regiones para el análisis: noroeste (Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Durango, Sinaloa y Sonora); noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas); oeste (Colima, Jalisco, Michoacán y Nayarit); central norte (Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas); centro sur (Ciudad de México, Estado de México y Morelos); este (Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Veracruz); sureste (Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán) y suroeste (Chiapas, Guerrero y Oaxaca) (Asociación Mexicana de Internet, 2022).
Las Tablas 2 y 3 muestran los resultados de las regresiones econométricas del modelo de Heckman para analizar los usos relacionados con el trabajo, la escuela, la capacitación y el comercio que dan los hombres y las mujeres que viven en el medio rural. Se calculó la prueba de razón de verosimilitud, lo que rechazó la hipótesis nula de rho = 0 , esto indica que el coeficiente (rho) estimado es significativamente diferente de cero, lo que indica presencia de sesgo. Además, se estimó la probabilidad conjunta probit para la ecuación de selección y el modelo de regresión de los usos del teléfono inteligente observados, que se graficaron con la probabilidad de modelo de Heckman, con excepción del modelo de usos del teléfono que hacen los hombres para propósitos escolares. En las demás regresiones los resultados de Chi2 proporcionan evidencia empírica para justificar el uso del modelo probit bivariado. Para interpretar los resultados, se recurrió a los efectos marginales y se midieron los efectos de las variables independientes en las decisiones de uso del celular inteligente para fines laborales, escolares, de capacitación y comerciales.

** = significativo en 5%.
*** = significativo en 1%.
Fuente: elaboración propia con datos de INEGI (2022b).

** = significativo en 5%.
*** = significativo en 1%.
Fuente: elaboración propia con datos de INEGI (2022b).
Según las estimaciones, los diferentes usos del teléfono inteligente están influidos por la edad, el nivel de escolaridad, la ocupación y las habilidades digitales. La edad es una variable que marca diferencia por género en los propósitos de uso del celular inteligente. Los hombres de entre 25 y 44 años lo utilizan más con propósitos laborales que las mujeres de ese mismo rango de edad. Esta diferencia se relaciona con el hecho de que ellos tienen mayor participación en el mercado laboral, lo que reafirma que los hombres ocupan más el espacio público y las mujeres más el ámbito privado (Bornman, 2016; Brito, 2016; Correa et al., 2017).
En cambio, las mujeres cuya edad oscila entre 12 y 44 años tienen mayor probabilidad que los varones de usar el celular para propósitos escolares y comerciales. Al respecto, Cheshmehzangi, Zou, Su y Tang (2023) dicen que las mujeres, en particular las madres de familia, son las responsables de monitorear la educación de sus hijos. Este hallazgo difiere del de Lamberti, López-Sinta y López (2023), quienes encontraron que ellas buscan información sobre ocio, como el entretenimiento.
Respecto del uso del teléfono inteligente para actividades laborales, los resultados sugieren la existencia de una brecha de género, los hombres, en comparación con las mujeres con similar nivel de estudios (universidad o posgrado), tienen mayor probabilidad de usar el teléfono como herramienta de trabajo, debido a su alta participación en el mercado laboral. En sus investigaciones, Segovia-Pérez et al. (2019), Vitores y Gil-Juárez (2015) subrayan que los empleos en los que hay uso intensivo de las TIC se asocian con los hombres.
Lo anterior indica que, a mayor nivel de escolaridad, mayor es el uso del teléfono inteligente para diferentes propósitos. Al respecto, Hilbert (2011), Antonio y Tuffley (2014) y Gupta y Kiran (2023) señalan la importancia que tiene aumentar el nivel de escolaridad, en particular de las mujeres. La escuela adquiere un valor primordial porque es un espacio para adquirir habilidades, desarrollarse individualmente y para que las personas socialicen (Daoud et al., 2020).
Los resultados del análisis sugieren que las estudiantes tienen mayor probabilidad que los varones estudiantes de usar el teléfono inteligente para fines escolares. Rashid (2016) confirma este hallazgo, al encontrar que las mujeres que estudian usan más el celular inteligente para las actividades escolares. En los varones pensionados disminuye la probabilidad de usar el celular inteligente con propósitos laborales y escolares, lo cual sugiere que son adultos mayores que carecen de habilidades para manejar el dispositivo. Al respecto, Martínez-Domínguez y Mora-Rivera (2020) plantean que si se tiene mayor edad se cuenta con menos habilidades digitales.
En cuanto a las mujeres con actividades en el espacio privado (doméstico y de cuidados), es menos probable que usen el teléfono inteligente con propósitos laborales, a diferencia de cualquier hombre. Lo anterior indica que las mujeres involucradas en el mercado de trabajo, además de dar tiempo a su jornada laboral, también dedican horas a las tareas del hogar: el resultado es la sobrecarga de trabajo. Este hecho lo confirman Allaby y Shannon (2020), Barrantes et al. (2018) y Singh (2017) al subrayar que la doble o triple jornada de trabajo de las mujeres restringe su disponibilidad de tiempo para explorar los diversos usos del teléfono inteligente. Además, Al-Saggaf et al. (2017) y Mumporeze y Prieler (2017) refieren que son menores las probabilidades de usar las tecnologías digitales en las mujeres que tienen responsabilidades domésticas y de cuidado en el hogar.
Las mujeres que poseen habilidades básicas tienen mayor probabilidad de utilizar el teléfono inteligente en el trabajo, mientras que los hombres con el mismo nivel de habilidades lo usan para la capacitación. En comparación con las mujeres, en los varones con habilidades intermedias aumenta la probabilidad de usar el celular inteligente para la capacitación. En cambio, para las mujeres que disponen de habilidades similares se incrementa el uso del dispositivo para el comercio, en relación con los varones. Esto confirma lo que plantean Zheng et al. (2023): que el teléfono inteligente favorece el empoderamiento de las mujeres a través del emprendimiento de actividades fuera del sector agropecuario, aseveración que difiere de Silver et al. (2019), quienes encontraron que los hombres emplean en mayor medida el celular inteligente para el comercio. Los hombres con habilidades avanzadas tienen mayor posibilidad de usar el celular para el trabajo, a diferencia de las mujeres. Lo contrario ocurre con el comercio, en el que las mujeres con habilidades avanzadas utilizan en mayor medida el teléfono inteligente que los hombres.
Los varones con habilidades digitales intermedias y avanzadas usan el teléfono inteligente para el trabajo y la capacitación (espacio público), lo cual sugiere que un mayor desarrollo de habilidades digitales conlleva la diversificación de los usos del teléfono.
Los resultados muestran la relevancia que tienen las habilidades digitales, en particular de las mujeres, para el manejo adecuado y diverso del teléfono inteligente. En este sentido, Mukherjee et al. (2024), Zheng et al. (2023) y Hilbert (2011) subrayan que la alfabetización digital es un mecanismo para empoderar y fortalecer la autonomía de las mujeres. Ma et al. (2023) y Zheng et al. (2023) muestran que los celulares inteligentes pueden empoderar a las mujeres a través del aumento del empleo femenino en el comercio. Porter et al. (2020) señalan que el teléfono puede “avivar las redes comerciales” al facilitar el contacto entre compradores y vendedores.
La disponibilidad de radio y de televisión en los hogares aumenta la probabilidad de que las mujeres usen el teléfono inteligente con fines escolares y comerciales. De acuerdo con el INEGI (2022b), el televisor, la radio, la telefonía alámbrica y el celular son las tecnologías que presentan mayor cobertura en las zonas rurales de México.
Por último, en cuanto a la ubicación geográfica, con excepción de las regiones centro sur y este, en las demás las mujeres tienen mayor probabilidad de usar el celular inteligente para el comercio. En general, en las siete regiones del país, en comparación con la suroeste, tanto para las mujeres como para los hombres se reduce el uso del teléfono inteligente para propósitos laborales y escolares. Esto sugiere dos recomendaciones: 1) ampliar la conectividad en las zonas rurales, puesto que para las empresas dichas zonas no son rentables debido a su baja densidad de población y al alto costo del servicio de internet (Ovando y Olivera, 2018); y 2) promover la alfabetización digital para el aprovechamiento de las tecnologías digitales.
Este estudio analizó los usos que dan al teléfono inteligente las mujeres y los hombres en las zonas rurales de México. Se aplicó el modelo de regresión bivariado, empleando datos de la ENDUTIH 2022. Los resultados de las estimaciones sugieren que las personas en edad de trabajar, los altos niveles de escolaridad, el tipo de ocupación, estudiar y el nivel de habilidades digitales inciden en los usos que se da al teléfono inteligente. A partir de los hallazgos se concluye lo siguiente.
Por género, hay uso diferenciado del teléfono inteligente. Los hombres lo utilizan más para las actividades laborales; y las mujeres, más para fines escolares en el papel de estudiante, madre o cuidadora de los miembros del hogar en edad escolar. De acuerdo con los datos, 5 de cada 10 mujeres cuya edad oscila entre 12 y 24 años estaban estudiando, y casi todas las mujeres de 12 a 65 años se dedicaba al trabajo doméstico y de cuidados. Estos usos se asocian con las normas culturales que prevalecen en las sociedades rurales, en las que las mujeres ocupan el espacio privado (trabajo doméstico y cuidados) y los varones, el ámbito público (trabajo asalariado) (Ameen y Willis, 2019; Brito, 2016).
La educación escolar es central en el uso del teléfono inteligente. Los resultados del análisis sugieren que las mujeres requieren más alfabetización escolar y digital para manejar y diversificar los usos del teléfono inteligente, que los hombres. De ahí la importancia de incrementar los niveles de escolaridad de las mujeres, como lo señalan Antonio y Tuffley (2014) y Hilbert (2011). Y es que los bajos niveles educativos y el analfabetismo son obstáculos para adoptar y usar las TIC.
Las mujeres con trabajo doméstico y de cuidados utilizan menos el teléfono inteligente para asuntos laborales que los hombres. Esta carga de trabajo representa una restricción de su disponibilidad de tiempo para explorar y diversificar los usos del teléfono (Barrantes et al., 2018; Singh, 2017).
La diferencia en las habilidades digitales por género resulta en brechas relacionadas con los usos del celular inteligente. Los hombres que poseen competencias intermedias y avanzadas usan el teléfono para el trabajo y la capacitación, mientras que las mujeres con similares habilidades usan el teléfono inteligente para el comercio. De ahí la importancia de las políticas públicas de alfabetización digital, pues incrementar las habilidades ayuda a la diversificación de los usos de esta tecnología.
En los usos que dan los hombres y las mujeres al teléfono inteligente hay una brecha adicional en cuanto a las desigualdades estructurales en los contextos rurales, donde las mujeres enfrentan mayores desventajas que los varones, por ejemplo, en la propiedad de activos, como la tierra agrícola y la autonomía económica.
Los resultados de esta investigación presentan las siguientes limitaciones que pueden considerarse en estudios futuros. Primero, las estimaciones se basan en datos de la muestra de la ENDUTIH 2022, en particular del sector rural, definido como aquellas localidades de menos de 2 500 habitantes (INEGI, 2022b), las cuales no necesariamente carecen de conectividad. Segundo, en el modelo probit bivariado se incluyeron variables demográficas, educativas, sociales y económicas. Sin embargo, futuros trabajos deben tener en cuenta variables culturales de normas sociales y el uso del tiempo, los cuales inciden en la organización de las sociedades.




** = significativo en 5%.
*** = significativo en 1%.
Fuente: elaboración propia con datos de INEGI (2022b).

** = significativo en 5%.
*** = significativo en 1%.
Fuente: elaboración propia con datos de INEGI (2022b).