Aforismos
Un poco más allá del sentido común
A veces encontramos a algunos seres humanos que, involuntariamente, nos hacen despreciarnos por pertenecer al género humano.
En la base de muchos suicidios yace la idea de liberación. El hombre hace las últimas cuentas consigo mismo para sacudirse de la presión insoportable de su existencia cruel.
Cuando nadie viola la corriente tranquila de nuestra vida, experimentamos un extraño presentimiento que el destino nos castigará por el hedonismo de la despreocupación.
La afirmación categórica de un perdedor: “no tenía ningunas oportunidades para ganar”, le causa menos preocupaciones que su suposición consoladora: “mi derrota no significa que no hubiera podido vencer”.
El tiempo es irreversible, pero el ser humano es terco: no sólo intenta resucitar su pasado sino trata de rehacerlo en pluscuamperfecto.
La historia se repite no sólo porque los descendientes no desean aprender de los errores de sus antepasados, sino también porque los últimos trataron de ocultar sus equívocos disfrazándolos de hazañas heroicas.
Qué es el remordimiento de conciencia, sino un chantaje del pasado al presente en pluscuamperfecto.
Lo que no sucedió, pero que hubiera podido suceder, a veces nos obliga a suspirar y otras veces, a agradecer a la suerte por la gracia otorgada.
La diferencia entre la conducta moral y la legal, en que insistía Kant, consiste en que si la conciencia obliga al hombre ser responsable, el miedo lo coacciona.
Dios ayuda a quien se ayuda. Y quien confía en Dios sin más, Él lo castiga por su pereza y frivolidad.
El azar es una razón suficiente para no recurrir a otras explicaciones y esto alivia el destino del fracasado.
La vida nos obliga a pagar por todo, hasta por lo que posiblemente nunca sucederá: las vías de las ironías del destino son inescrutables.