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Jóvenes y cultura política: una aproximación a la cultura política de los universitarios de Bogotá1
Youth and Political Culture: an Approach to the Political Culture of the University Students of Bogotá
Jóvenes y cultura política: una aproximación a la cultura política de los universitarios de Bogotá1
Reflexión Política, vol. 19, núm. 38, 2017
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Recepción: 12 Julio 2017
Aprobación: 25 Septiembre 2017
Resumen: Los jóvenes universitarios han sido protagonistas de las movilizaciones sociales más importantes de los últimos años en Colombia. Sin embargo, su interés por la política aún sigue siendo un motivo de controversia académica y social, a partir de los bajos índices de participación electoral. Por medio de este estudio exploratorio mixto se buscó identificar los patrones de cultura política predominantes de los jóvenes universitarios de Bogotá en el contexto actual. Los hallazgos evidencian una dicotomía entre la identificación política y la identificación de la condición de juventud, así como un alto nivel de desconfianza en las instituciones que se refleja en las formas de participar en política y los valores que sustentan su identidad política.
Palabras clave: Jóvenes, cultura política, socialización política, comunicación política, valores políticos.
Abstract: University students have been protagonists of the most important social mobilizations of the last years in Colombia. However, his interest in politics remains a myth of academic and social controversy from low voter turnout rates. Through this mixed exploratory study, we sought to identify the predominant political culture patterns of young university students in the city of Bogota in the current context. The findings show a dichotomy between the political identification and the identification of the youth condition and shows a high level of distrust in the institutions that is reflected in the forms of participation in politics and the values that underpin its political identity
Keywords: youth, political culture, political socialization, political communication, political values.
Sumario.
Introducción. Antecedentes recientes de la participación política juvenil en Colombia. Jóvenes y cultura política. Metodología. Resultados. Discusión. Conclusiones.
Introducción
Los últimos años de la historia de Colombia han estado marcados por un incremento en los niveles de participación ciudadana no convencional. Los distintos acontecimientos políticos, como el proceso de paz, la polarización política que este trajo consigo y la ampliación de la agenda pública hacia los asuntos de género, sexualidad, medio ambiente y derechos de los animales, entre otros, han generado una mayor participación, sobre todo de sectores juveniles en los asuntos públicos del país. La presencia de los jóvenes en el espacio público nacional ha tenido como efecto inicial la revitalización de la movilización social, sobre todo urbana, especialmente por la creciente incorporación de estudiantes de universidades privadas, fruto de la ampliación de la agenda de demandas y reivindicaciones. Esta agenda ha visto cómo los temas que han tomado protagonismo en el escenario político como el medio ambiente, los animales, las minorías sexuales, entre otros, han sido asumidos, en gran medida, por jóvenes, que, de manera individual u organizada han tomado fuerza como actores determinantes de procesos políticos en Colombia.
Algo que ha caracterizado esta reciente tendencia es su volatilidad y los distintos grados de compromiso y persistencia. Esto genera una inquietud que este artículo pretende explorar, relacionada con los patrones de cultura política predominante en los jóvenes universitarios, en este caso de Bogotá. La progresiva incorporación de los jóvenes en asuntos públicos contrasta con bajos niveles de confianza institucional, interés medio en la política, mínima identificación con partidos políticos. Es evidente que cada vez hay una brecha más grande entre la política tradicional, enfocada en instituciones, líderes políticos y procedimientos formales, y una política más enfocada en procesos sociopolíticos, espacios y compromisos variables, así como otras formas de organización y gestión de los conflictos al interior de la sociedad.
La investigación del Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana tuvo como objetivo explorar la cultura política de los jóvenes universitarios bogotanos para identificar sus patrones característicos relacionados con sus imaginarios, el interés por la política, información política, socialización y participación política y valores políticos
Antecedentes recientes de la participación política juvenil en Colombia
El antecedente más relevante de un movimiento juvenil involucrado en la participación política en Colombia se encuentra en el año 2011 con las movilizaciones masivas por la educación gratuita y la resistencia a la reforma de la Ley 30 de educación superior.
Así lo sostiene Cruz(2012):
Entre marzo y noviembre de 2011 la sociedad colombiana fue sacudida por la protesta. El movimiento estudiantil desarrolló grandes movilizaciones para oponerse al proyecto de reforma a la Ley 30 de 1992, que regula el sistema de educación superior; consiguió articular a su lucha diversos sectores, planteó un Programa Mínimo, y logró que el gobierno retirara su propuesta y se dispusiera a construir una reforma concertada(p. 51).
Estas movilizaciones se dieron en torno, y fueron impulsadas, por la creación de una organización estudiantil como la “Mesa Amplia Nacional Estudiantil”, más conocida como MANE, que en su primera reunión, en agosto del 2011, se autodefiniría como un espacio amplio, democrático, pluralista que reúne organizaciones y estudiantes de instituciones de educación superior y de educación técnica y tecnológica y se constituye como escenario de trabajo y lucha por la defensa de la educación como derecho fundamental (Pérez, 2012, p. 7). Otros autores afirman que, más que la conformación de un movimiento social, lo que se vivió en el 2011 en Colombia fue un ejercicio novedoso de “accountability societal”. Al respecto Jiménez (2014) afirma que:
el movimiento estudiantil se activó como mecanismo de accountability social con el objeto de controlar la formulación de esta política pública, sino que la forma, organización, duración y magnitud de las movilizaciones, evidencia un cambio en la forma en que es ejercida la protesta, en un país con graves debilidades para realizar este tipo de participación política. En ese sentido, la acción del movimiento estudiantil fue más institucionalizada, localizada y estratégica, visibilizando con sus demandas, desde un sector favorecido por el crecimiento económico, la tensión de dos proyectos políticos, el neoliberal de privatización y el democrático – participativo(p. 82).
Sobre las prácticas innovadoras de participación política, también se asocia a estas movilizaciones la incorporación de las tecnologías de la información y el hecho de llevar la lucha al terreno de lo comunicacional, abandonando parcialmente las vías de hecho que tradicionalmente se han asociado al movimiento estudiantil y que a menudo hacen que sus manifestaciones terminen siendo permeadas por la violencia. Al respecto señala Ramírez(2015) que:
El uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías, se convirtieron en vehículos muy apropiados para difundir los mensajes de desacuerdo y promover acciones de resistencia, ampliando los canales de comunicación, contrarrestando los medios de comunicación hegemónicos acostumbrados. Los propios estudiantes promovieron evitar las tradicionales pedreas, jornadas de pintas en paredes y enfrentamientos violentos, l a s declararon innocuas y contrarias a la intención de diálogo, por lo tanto, fueron cambiadas por acciones de reflexión y construcción colectivas(p. 9).
En esa misma dirección Tarazona y Lugos (2015) sostiene que los estudiantes “usando redes sociales como Facebook y Twitter, generaron diversos contenidos en contra de la reforma. El uso de canales de libre acceso como YouTube fue un aliado en las creaciones de medios audiovisuales en contra de la reforma” (p. 47).
Se evidencia, de manera general, que las mov i l izacion es de 2011 marcaron un resurgimiento de la movilización estudiantil que aglutinó estudiantes de universidades públicas, privadas, de educación técnica y tecnológica e incluso estudiantes de últimos niveles de educación secundaria que por medio de prácticas de participación política no tradicionales lograron su objetivo inicial que era el detener la aprobación de la reforma a la ley 30.
A pesar del impacto que tuvieron dichas movilizaciones, con el paso del tiempo las organizaciones que las habían impulsado se desarticularon y sus principales líderes hicierontránsito hacia la política partidista.
La movilización de los jóvenes universitarios encontraría en el proceso de refrendación del proceso de paz en 2016 un escenario para su reactivación. Previo a la campaña, pero sobre todo después de la victoria del No en el plebiscito, miles de jóvenes salieron a las calles a exigir a las distintas fuerzas políticas involucradas no cesar en los intentos por solucionar el conflicto armado.
Después del 2 de octubre se convocaron distintas movilizaciones en todo el país. El fenómeno fue reseñado por varios medios de comunicación dada la magnitud de las manifestaciones que evidenciaban una juventud comprometida con el anhelo de paz. La manifestación que generó más impacto fue la “Marcha del Silencio” en la que miles de jóvenes llenaron la Plaza de Bolívar en la ciudad de Bogotá. La revista Semana la catalogaría como “la descomunal marcha de los universitarios” (Revista Semana, octubre 5 de 2016).
Autores como Elorriaga (2017) resaltan la importancia de estas manifestaciones en la legitimación del proceso y la consecución de un consenso social en torno a la implementación de los acuerdos, a pesar de la derrota del plebiscito. Al respecto afirma que:
La reacción de las FARC de mantener su voluntad de paz, las marchas universitarias que siguieron a lplebiscito, el restablecimiento de la mesade negociación, las rondas de diálogocon la oposición y el rápido anuncio deun nuevo acuerdo avalan la hipótesisinicial de que el capital simbólico puestoen juego por las partes negociadoras fuetrascendental para sembrar un cambioque legitimara la paz como salida alconflicto (p. 275).
Es necesario plantear acá que, si bien no han sido tan sistemáticas y masivas, se ha presentado otro tipo de manifestaciones donde los jóvenes han sido protagonistas, y que han tenido un impacto muy fuerte sobre el debate público en Colombia, entre ellas las relacionadas con los derechos de los animales y la abolición de la tauromaquia, las movilizaciones a favor y en contra del matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, protestas y marchas por la defensa de los recursos naturales, por mencionar algunas.
Jóvenes y cultura política
Frente a la relación entre jóvenes y cultura política existen hipótesis que a veces son validadas por la mayoría de las personas que sostienen la existencia de un fuerte desinterés y apatía frente a los asuntos públicos.
Así lo sostienen Brussino, Rabbia y Sorribas(2009):
Los jóvenes han sido frecuentemente identificados como los actores privilegiados de la creciente expansión en los años 60 y 70 de los modos no convencionales de implicación política, es decir, de las prácticas movilizadas por las expectativas de cambio político social. En el marco de la oleada neoconservadora de los 80, el descenso en la visibilidad de estas prácticas supuso la emergencia de la apatía y la desafección política, como signos característicos de las generaciones más j óvenes. Estas dos perspectivas (la de la participación diferenciada y la de la desafección política) aún continúan vigentes en los estudios del a participación política juvenil, aunque losresultados aportados suelen resultarcontradictorios (p. 280).
El debate en torno a la relación entre juventud y política también se ha planteado desde la perspectiva “generacional”. Moral (2003) sostiene que la juventud es una etapa fundamental en donde al cumplir la mayoría de edad “se asume un reconocimiento pleno de los derechos del joven y que, genera, en consecuencia un importante cambio en sus actitudes y compromisos, especialmente en el campo de la política”(p. 78).
Flores y Selios(2000) afirman que:
“cada persona tiende a modificar su visión en el correr de la vida, tanto por su envejecimiento a lo largo del tiempo, como porque el acontecer social que le toca vivir produce cambios en opiniones y actitudes de los distintos miembros de la sociedad. Sin embargo, cada generación puede presentar características distintivas en la forma de atravesar las etapas de la vida y del acontecer social”(p. 34).
El desinterés, la apatía o el desencanto no tienen por qué traducirse en la idea de que las nuevas generaciones no valoran las cuestiones públicas o, en otras palabras, que se trata de generaciones despolitizadas. Por el contrario, podrían permitirnos dar cuenta, al mismo tiempo, del modo en que se produce el alejamiento de los jóvenes de las instituciones y prácticas de la vieja política (a partir de la disminución de la participación en prácticas políticas tradicionales, así como el alejamiento y la desconfianza hacia las instituciones y actividades convencionales de implicación en la esfera pública); al mismo tiempo se produce la transformación de los espacios en los que los jóvenes se sienten más interpelados a participar; es decir, cómo la politización se produce a través de otro tipo de prácticas o por otros canales que no se desprenden de las vías institucionales de la política(Vommaro & Vásquez, 2008, p. 492).
Urresti (2000) asegura que“ para comprender qué pasa con los jóvenes de hoy, más que pedirles o juzgarlos por aquello que hacen o no hacen respecto de los jóvenes de generaciones anteriores, es comprenderlos en su relación con la situación histórica y social que les toca vivir, pues más que de un actor se trata de un emergente”(p. 178).
Youniss, Bales, Christmas-Best, Diversi, McLaughlin y Silbereisen, (2002) sostienen que “si se examinan los niveles de interés y participación en el sistema político formal, se videncia un patrón de apatía y desinterés entre la mayoría de jóvenes del mundo” (p. 126). Igualmente, llamaban la atención sobre la participación de los jóvenes en distintos lugares del mundo, valiéndose de movimientos sociales o acciones ciudadanas individuales o colectivas, en distintos acontecimientos de carácter político. Esto sugiere, para el análisis posterior, considerar la participación de los jóvenes en los asuntos públicos desde la perspectiva de sus propios intereses y no de lo que se desea, desde una perspectiva idealista de la ciudadanía.
Laura Cristancho, Carolina Parra y Surani Silva(2015) sostienen que:
Las trayectorias y experiencias históricas, la política y los discursos políticos, han generado variaciones en lo político especialmente en sus nociones y representaciones sociales, lo cual se expresa en nuevas formas de ejercer la política, nuevos mecanismos, formas y espacios de organización y participación política y ciudadana(p. 275).
En la misma dirección Krauskopf (1999)sostiene que:
La participación juvenil “no sólo requiere ser entendida desde su relación de empoderamiento respecto del sector adulto, sino que deben reconocerse las formas propias de empoderamiento que construyen y las transformaciones que se han dado en la expresión de los contenidos de la participación juvenil(p. 128).
Quintellier (2007) en su artículo sobre las diferencias generacionales y la participación política, hace un recuento de tres aspectos que considera deben tenerse en cuenta para estudiar dichas diferencias y que caracterizarían el tipo de participación política más común en los jóvenes. Al respecto sostiene que, primero, el ciclo de vida y el momento que vive un joven, sus necesidades y sus expectativas, hacen que sea poco probable que tenga razones para vincularse con la política. Segundo, afirma que con los avances tecnológicos y las nuevas formas de participación se ha dado un tránsito de formas tradicionales a formas no convencionales como acciones locales, el “consumismo político”, nuevos movimientos sociales, intereses temáticos y protestas políticas. Finalmente resalta que en el campo actitudinal los jóvenes tienden a ser más desinteresados frente a lo público, desconfían de las instituciones y tienen actitudes más negativas frente a la política.
Metodología
La investigación se realizó mediante una metodología mixta. Por una parte, se hizo un estudio cuantitativo aplicado en Bogotá a una muestra de 576 estudiantes universitarios correspondientes a un universo de 608396 matriculados en universidades2 de la ciudad. A continuación, se relacionan las universidades que hicieron parte de la muestra y del trabajo de campo.
El margen de error del estudio fue del 4% y la distribución porcentual del trabajo de campo tuvo en cuenta las variables género (50% hombres, 50% mujeres) y tipo de universidad (74% privada, 26% pública). Los instrumentos de recolección de información se aplicaron cara a cara en el periodo comprendido entre el 6 y el 17 de marzo de 2017 en las zonas donde están ubicadas las universidades bajo un muestreo probabilístico aleatorio.
El trabajo de campo y la publicación de los resultados se hicieron bajo respaldo y soporte legal del Observatorio de Medios de la Universidad de la Sabana, grupo d e investigación de la universidad, que cuenta con registro del Consejo Nacional Electoral para adelantar investigaciones de opinión pública en Colombia.
Después del estudio cuantitativo se trabajó en dos grupos focales con estudiantes universitarios: Grupo Focal #1: 7 estudiantes de universidades privadas de la ciudad de Bogotá. Grupo Focal 2# 7 estudiantes de universidades públicas y privadas de Bogotá. Los grupos focales estuvieron guiados por un cuestionario estructurado que buscaba profundizar sobre el entendimiento de los principales hallazgos del estudio cuantitativo.
Variables de estudio
A continuación, se hace una relación de las variables y sus indicadores de medición:
Resultados
El primer aspecto que se quiso indagar fue cuál era el imaginario de los jóvenes frente a la política. Para esto se realizó un ejercicio de asociación de conceptos pidiéndole a los jóvenes que definieran en una palabra lo que para ellos representaba la política (Ver figura 1).
Las palabras que más se mencionaron fueron corrupción con el 20% y poder con el 15%. Después viene una serie de conceptos como participación con el 5%, gobierno 4%, orden y democracia 3%. La formación de dicho imaginario está relacionada directamente con aspectos como el interés por la política, cómo se informan los jóvenes de los asuntos políticos y qué tanto se involucran en ellos.
En relación con el interés que muestran los jóvenes universitarios, se evidencia una tendencia hacia un punto medio con un 41% de los encuestados que afirmó tener “algo” de interés en los asuntos políticos, mientras que 24% afirmó tener mucho interés, el 25% poco interés y el 10% nada de interés. A pesar de no estar muy motivados por los asuntos políticos, el 78% de los encuestados afirmó informarse sobre estos temas, frente a un 22% que dijo no hacerlo.
Al indagar sobre los medios por los que se informan los encuestados, se observa el tránsito generacional de los medios tradicionales hacia los medios y dispositivos digitales, lo que no necesariamente implica nuevas fuentes de información. El 63% de los encuestados se informa a través de redes sociales y el 54% a través de portales web, medios de naturaleza digital. La televisión y la prensa aparecen con un 46% y radio con un 33% (Ver figura 2).
Ahora bien, se quiso establecer si el nivel medio de interés y la alta disposición para informarse sobre asuntos políticos tenían una implicación en la participación política de los jóvenes universitarios. Al preguntárseles por las formas de participación a las cuales alguna vez se habíanvinculado (ver figura 3) la más común fue laacción de ir a votar con un 66%, seguido de asistira una marcha con un 41% y firmar peticiones conel 37%.
De la mano de la información política y la participación, se averiguó por los hábitos de socialización política, más exactamente por la costumbre de hablar de temas políticos con otras personas. Sigue siendo curioso que, a pesar de que los niveles de interés por los temas políticos no son muy altos, sí existe una correspondencia entre el informarse sobre política y hablar de ella.El 81% de los encuestados afirmó hablar depolítica con otras personas. Las personas conquienes más hablan de este tema son, quizás, conlas que más tiempo comparten los jóvenesuniversitarios: amigos 83%, familiares 77% ycompañeros de estudio 51% (Ver figura 4).
Otro aspecto que se estudió tiene que ver con los patrones de pertenencia organizacional en donde primero se interrogó por la pertenencia o no de los universitarios a distintos tipos de organizaciones (Ver figura 5), esto con el objetivo de no desvirtuar la existencia de preocupaciones y causas a defender por parte de los jóvenes, sino tratando de determinar si dichas demandas y reivindicaciones encontraban canales organizados de expresión y movilización. Al respecto se encontró que el 83% de los encuestados afirman no pertenecer a ningún tipo de organización. Las organizaciones que aparecen con algún grado de pertenencia son las culturales con 4%, animalistas 3%, religiosas 3% y partidos políticos 3%. Esto contrasta con lo que se ha observado en los últimos sucesos políticos del país, en los que los jóvenes han sido protagonistas de grandes debates y movilizaciones públicas sobre temas de diversa naturaleza como los derechos de los animales, la libertad religiosa y ladiversidad sexual, entre otros.
La ausencia de pertenencia organizacional va de la mano con otro fenómeno que se buscó medir: la afinidad partidista. El 79% afirmó no tener relación con ningún partido. Dentro de los partidos que aparecen con algún grado de simpatía entre los universitarios están la Alianza Verde con 7%, Polo Democrático 3%, Partido Conservador 3%, Partido Liberal 2% y Centro Democrático 2%.
Detrás de la afinidad partidista, en este caso mínima, se encuentra un ejercicio de posicionamiento ideológico mediante la ubicación en una escala, de acuerdo a la autopercepción. El 33% afirmó ser de “centro” yel resto se distribuyó con una tendencia mayor hacia el centro izquierda.
Al tratar de establecer algún vínculo entre ideología y afinidad partidista, y dado el bajo nivel de afinidad con los partidos, se planteó una interrogante relacionada con una escala de valores que pretendía tomar conceptos vinculados con los principios de las ideologías políticas para establecer un “ranking” de importancia de valores.
A través de un cálculo de ponderación se determinó que los valores más importantes para los jóvenes universitarios son libertad, igualdad y justicia. Los valores menos relevantes son autoridad, orden y participación (Ver figura 6).
Se buscó establecer una relación entre la dimensión estructural del pensamiento (valores, identidades, pertenencia) y la coyuntura, a partir de dos variables: percepción de problemáticas y confianza institucional. Para los jóvenes universitarios hay un problema urgente, que supera porcentualmente por una gran distancia a los demás y es el fenómeno de la corrupción, con un 56%, impulsado claramente por los hechos recientes de la coyuntura política de la región y el país.
De la mano de la corrupción viene un alto nivel de desconfianza en las instituciones públicas.
Las instituciones por las que se preguntó fueron el Gobierno, los medios de comunicación, la Policía, la Iglesia, los partidos políticos y la Fiscalía. Ninguna de las instituciones supera la media de 2,5, siendo las peor calificadas los partidos políticos y la iglesia con 1,9 sobre 5.
Finalmente, queriendo saber sobre la percepción que tienen los jóvenes sobre el rol de su universidad en la formación política, se preguntó si las universidades promovían el debate, la participación y el interés en los asuntos políticos. Al respecto, el 74% de los encuestados respondió que sí lo hacían, frente a un 26% que opinó lo contrario. Dentro de las actividades más comunes resaltaron la realización de eventos con expertos, en un 70%; el debate en las clases, el 69%, y la realización de actividades/simulaciones que acercan al estudiante a la realidad política.
Discusión
A partir de los hallazgos cuantitativos se puede hacer el ejercicio de construir el perfil, de acuerdo con las tendencias más marcadas de la cultura política del universitario bogotano. De los hallazgos se desprenden los siguientes rasgos o patrones de cultura política, que deben ser profundizados en otros estudios para llegar a un mayor nivel de entendimiento: imaginario negativo de la política, interés relativo por los asuntos públicos, hábitos de información política preferiblemente en entornos digitales, patrones de participación y socialización política tradicionales (elecciones y socialización familiar), bajos niveles de pertenencia organizacional y afinidad partidista, tendencia hacia las ideas políticas de centro y centro izquierda relacionada con valores privilegiados como la igualdad, la justicia y la libertad y un alto nivel de desconfianza en las instituciones políticas.
Ahora bien, con ese panorama general se procedió por medio de grupos focales, a intentar la profundización en algunos aspectos que consideramos interesantes de tratar con un grupo de estudiantes universitarios que fueron objeto de dicha metodología.
A continuación se presentan los hallazgos cualitativos más importantes que permiten, con un contexto interpretativo más claro, entender mejor algunos de los resultados encontrados en el estudio cuantitativo.
Universitarios, coyuntura y cultura política
La cultura política de los universitarios bogotanos debe analizarse tomando como referencia el contexto político (coyuntura) y las estructuras y patrones de participación de los jóvenes en la política en general.
La ciudad, y el país viven un momento marcado por dos fenómenos que dominan la agenda pública e influyen directamente en el panorama encontrado. Por una parte, la firma de los acuerdos de paz y su posterior implementación, con todos los obstáculos y consecuencias políticas que esto ha traído para el país y, por otro lado, los escándalos de corrupción, sobre todo el de Odebrecht, que ha puesto este problema en la primera plana de todos los medios de comunicación.
A nivel local, en Bogotá se presenta un álgido debate en torno a la posible revocatoria del mandato del alcalde Enrique Peñalosa, cuyos índices de impopularidad rondan el 80% y su gestión no ha logrado satisfacer a gran parte de los ciudadanos, incluidos muchos que votaron por él. Esta situación evidencia una desconexión entre algunos medios de comunicación y gran parte de los líderes de opinión que insisten en defender al alcalde, mientras en la ciudadanía el descontento es cada vez mayor.
A este fenómeno debe sumársele el escándalo del “carrusel de la contratación”, como se le ha llamado al proceso político- judicial que descubrió cómo en la alcaldía de Samuel Moreno Rojas (2007-2010) los recursos públicos de la ciudad, destinados a la contratación de obras públicas y otro tipo de bienes y servicios, se repartieron a partir de sobornos y licitaciones amañadas, que beneficiaron a determinados empresarios que luego no ejecutaron, o ejecutaron de manera deficiente, las obras y los servicios para los cuales habían sido contratadas.
El clima general de opinión puede calificarse como de fuerte desconfianza institucional y marcado pesimismo, lo que podría tener dos consecuencias que van en vías distintas, por un lado, la activación de un ciclo de cinismo político (Cappella & Jamieson, 1996; Erber & Lau, 1990) que profundice el clima de opinión negativo o el desarrollo de un circulo virtuoso (Norris, 2001) que genere procesos de participación política. En relación con el tema del proceso de paz, vimos las grandes movilizaciones de respaldo a los acuerdos, especialmente de jóvenes. En relación con la corrupción, varios sectores están en un proceso de recolección de firmas, para una reforma política que imponga unas normas más fuertes que garanticen la transparencia en el ejercicio del poder público. Con respecto a la situación de Peñalosa en Bogotá, varios movimientos ciudadanos, muchos de ellos impulsados por jóvenes, vienen recogiendo firmas para que se vote por la revocatoria de mandato.
En otros escenarios relacionados con el medio ambiente, los derechos sexuales y los derechos de los animales, hay distintas iniciativas que buscan reformas legales, orientadas a la garantía de derechos fundamentales en esos campos.
Por otra parte, los niveles de participación política electoral de la población juvenil siguen siendo bajos, en comparación con otros grupos etarios, en un país que de por sí registra tasas muy bajas de participación.
Un estudio de la Universidad de Georgetown (Kiesa et al., 2007) que buscaba explorar la cultura política de los “millenials”, llegó a la conclusión de que estos participan más en actividades de carácter local y específico, algunos de ellos en voluntariados o en actividades relacionadas con temas más ligados a una sociedad posmaterial. La participación en el sistema formal esta mediada por la desconfianza en las instituciones, por lo que no tiene el mismo compromiso ni la misma intensidad(Kiesa et al. 2007:12).
Es necesario, entonces, analizar los resultados basados en el contexto y las precisiones sobre la dualidad en las formas de participación e involucramiento político de los jóvenes para tener una visión más integral, menos institucional de la política, que permita una mejor comprensión de los patrones de cultura política de los jóvenes universitarios de Bogotá.
La corrupción, el lente que da el sentido
Es inevitable partir el análisis desde el imaginario que se tiene de la política, desde el que se construyen las imágenes y las percepciones de las instituciones, los líderes políticos y las problemáticas del país. El imaginario predominante está relacionado con la corrupción, lo que se refleja en que sea la principal problemática percibida por los estudiantes universitarios.
Dentro de los comentarios de los estudiantes aparecen afirmaciones como “La corrupción es inherente al sistema” (Estudiante de Ciencias Políticas, mujer, Universidad Nacional, 21 años, comunicación personal, 22 de abril de 2017), “No hemos superado una etapa de aristocracia en la que los hijos de los hijos heredan el poder” (Estudiante de Ciencias Políticas, hombre, Universidad Nacional, 22 años, comunicación personal, 22 de abril de 2017) “Acabar con la corrupción es acabar con el sistema económico y político” (Estudiante de Historia, Universidad Javeriana, Mujer 21 años. Comunicación personal abril 22de 2017), “El que quiere hacer política en Colombia de alguna u otra forma tiene que ensuciarse” (Estudiante de Derecho, Universidad del Rosario, Mujer 21 años. Comunicación personal abril 22 de 2017).
Frente al problema de la corrupción encontramos posiciones como “Entiendo como corrupción, ese momento en donde alguien que está en el gobierno toma provecho de ciertos recursos y mecanismos, que puede hacer como político para sacar “tajada” de la sociedad.” (Estudiante de Ciencias Políticas, mujer, Universidad Nacional, 18 años, comunicación personal, 22 de abril de 2017), y “Lo que pasa con Colombia, es que no se puede llegar al poder sin que uno tenga que cumplir ciertas cosas. Por ejemplo, para llegar a ser presidente se necesita demasiado dinero, ayudas que no se van a conseguir de manera legal y la única manera para conseguirlo es a través de ciertos pactos que después salen a la luz” (Estudiante de Ingeniería Industrial, hombre, Universidad Javeriana, 20 años, comunicación personal, 22 de abril de 2017).
Se asume la corrupción como un fenómeno inherente al sistema, como una condición de supervivencia dentro del entorno político y social. De allí se desprende, en parte, que las instituciones por las cuales se consultó, y que representan referentes de autoridad en distintas áreas de la vida social (gobierno, iglesia, justicia, medios), no gocen de la confianza dentro de esta población. La corrupción es vista como “una perspectiva, un mensaje que legitima y deslegitima ciertos aspectos de la sociedad…. es más, una idea colectiva de corrupción que la misma plasmada en la política práctica” (Estudiante Universidad Nacional, hombre, 22 años, comunicación personal, 22 de abril de 2017).
Esta percepción de la corrupción muestra que se ve como un fenómeno que, incluso, trasciende el ámbito de lo político y se inserta como una práctica cultural colectiva, lo que ocasiona que la desconfianza institucional se amplié a todas las instituciones que representan una autoridad en el marco de la sociedad y a las personas que los rodean.
Esto no obedece únicamente a una tendencia “natural” de cuestionamiento de la autoridad en esta etapa de la vida, sino que también se puede analizar y explicar desde acontecimientos, unos más coyunturales otros más estructurales, que han minado la confianza de los jóvenes sobre dichas instituciones. En este caso, existe una combinación de políticas, decisiones y actos concretos que involucran a las distintas instituciones en la construcción de una subjetividad negativa, asociada a una juventud que es estigmatizada y criminalizada por comportamientos de diversa naturaleza y que en Bogotá se ha visto materializada en casos como la persecución a grafiteros y colectivos artísticos, el permanente conflicto entre las barras bravas y las autoridades, la constante lucha en el espacio público por el ocio y el entretenimiento y, en general, por unas condiciones estructurales que ponen a muchos jóvenes en situaciones muy críticas de desigualdad.
Al respecto, Andrea Bonvillani (2006) sostiene que la identidad de un joven está parcialmente moldeada por el reconocimiento que recibimos de los otros o por su ausencia, entonces resulta clara la importancia que tienen a nivel subjetivo los juicios de las figuras de autoridad y respecto del involucramiento de los jóvenes con la política en tanto producen o no reconocimiento y en segundo término, las emociones que se movilizan para tramitar la frustración de sentir que no se alcanza ese deber ser(p. 425).
Vemos entonces una situación en donde los jóvenes universitarios están en una etapa de “doble construcción”, por un lado, de su personalidad psicológica y, por otra parte, de su identidad política. Esto debe tomarse en cuenta a la hora de hacer un análisis más detallado de los hallazgos del estudio, ya que es probable que muchos de los patrones encontrados no obedezcan únicamente a factores políticos, sino también a aspectos psicológicos de una identidad personal en proceso de construcción dinámica.
En el caso de la política formal se observa un nivel muy bajo de afinidad partidista, fruto de esta desconfianza. Al respecto se afirma que ““Hay muchos partidos y la gente no es consistente con lo que, si les gusta hoy mañana no, entonces creo que a diferencia de cuando conservadores liberales, muchos teníamos nuestra familia que dice yo soy conservador o yo soy liberal. Entonces este multipartidismo genera que la gente no cree ninguna identidad partidista.” (Estudiante de Ciencias Políticas, Universidad de La Sabana, Mujer 18 años. Comunicación personal abril 17 de 2017).
Lo preocupante, al menos inicialmente, es que tampoco se da un nivel razonable de pertenencia organizacional. Esto implicaría hacer estudios más orientados hacia el concepto de capital social para entender si existe algún ingrediente de desconfianza interpersonal, sumado a la desconfianza institucional, o si, quizás, la participación política de los jóvenes universitarios está medida por sus intereses inmediatos, haciéndola altamente individualista y racionalista. Al respecto se sostiene que “simpatizar ya no significa pertenecer, entonces yo puedo simpatizar con cualquiera, no tengo que pertenecer e incluso mi simpatía puede ser hacia varios” (Estudiante de Derecho y Filosofía, Universidad de La Sabana, Hombre 20 años. Comunicación personal abril 17 de 2017).
No, pero si, le relación inconsciente con la política
Se encuentra un comportamiento bien curioso en relación con el proceso de “concientización” sobre lo político. Los niveles de interés no son ni altos ni bajos, sin embargo, los niveles de información política son altos. De igual manera, muchas actividades que realizan los jóvenes, y que tienen que ver con la política o lo político, no son entendidas por ellos como tal. El concepto que aún prima en el imaginario, más allá del problema de la corrupción, es la concepción institucional de la política: Estado, gobierno, normas, instituciones. Esto lleva a que muchas actividades de participación política y muchos conflictos sociales no sean percibidos como tales por muchos jóvenes.
En este fenómeno puede tener mucho que ver la forma como los medios enmarcan la actividad política al interior de la sociedad desde sus contenidos. Acá es importante aclarar que, si bien los medios más utilizados para informarse sobre asuntos políticos son las redes sociales y los portales web, los medios tradicionales siguen teniendo mucho peso, sobre todo a través de sus plataformas digitales que siguen siendo la referencia casi obligada de la mayoría de ciudadanos. “Yo sigo en redes sociales los perfiles de los medios tradicionales, se me hace más fácil y más inmediato. Consulto Semana, El Tiempo y El Espectador a través de redes” (Estudiante de Derecho, Universidad del Rosario, Mujer 21 años. Comunicación personal abril 22 de 2017).
La información de que se dispone por estos medios y el tipo de consumo al cual se habitúa el joven universitario, está marcado por la superficialidad e inmediatez de la comunicación digital, donde prima seguramente la imagen, los titulares y los temas que más llaman la atención de un joven que, con la posibilidad que dan las redes sociales, construye un mundo autorreferencial y una zona de confort en relación con los contenidos, lo que le puede generar un corto circuito al confrontarse con la realidad. Un estudiante afirmó “Pocas personas van más allá de lo que se presenta en las noticias, los medios son un reflejo de lo que somos”(Estudiante de Ingeniería Industrial, hombre, Universidad Javeriana, 20 años, comunicación personal, 22 de abril de 2017).
La información y la socialización política no activan la participación política, es más, en sí mismo el hábito de informarse o de hablar de política con otras personas no es considerado como una actividad política. Al respecto un estudiante afirmaba que “Uno a veces se informa sobre estos temas porque le van a preguntar en clase o para no quedar mal con los amigos que si saben del tema y viven hablando de eso” (Estudiante de Derecho y Filosofía, Universidad de La Sabana, Hombre 20 años. Comunicación personal abril 17 de 2017).
Los valores políticos: entre la confusión y la indeterminación
Un hallazgo interesante, no por eso novedoso, es que persiste en los jóvenes universitarios una tendencia, que se replica en distintos grupos etarios, a no identificarse dentro de los referentes ideológicos clásicos de izquierda o derecha y sus respectivos matices. La mayoría de encuestados afirmó ser de centro, e incluso un porcentaje importante respondió que no sabía o no era capaz de ubicar su postura ideológica. Al respecto se afirmó que:
“Todavía está como toda esa polarización, no en cuanto a los partidos, sino en cuanto a la ideología.
Si uno simpatiza con un partido de izquierda, uno es comunista, guerrillero, un mamerto, en cambio si uno simpatiza con uno de derecha, es godo, fascista, entonces como que tiende a ver esa aversión a afiliarse a algo” (Estudiante de Ciencias políticas, Universidad de La Sabana, Hombre 20 años. Comunicación personal abril 17 de 2017).
Otra estudiante afirmaba que “La juventud se mueve por las modas, por la tendencia del momento. Un proceso de despolitización.” (Estudiante de Historia, Universidad Javeriana, Mujer 21 años. Comunicación personal abril 22 de 2017).
En este punto vale la pena volver sobre la hipótesis del cambio cultural intergeneracional que planteaba ya hace más de 40 años Ronald Inglehart (1971), quien sostenía que en ese momento ocurría un cambio en las jerarquías de valores y en las prioridades de las generaciones en relación con los asuntos políticos, partiendo de la hipótesis de que “los individuos persiguen distintas metas en orden jerárquico y dan más importancia a los asuntos de insatisfacción que les merecen más importancia en un momento particular dado” p. 991). Una estudiante afirmaba “Para qué me voy a meter a una organización política, eso no tiene ninguna relevancia para mi vida, o sea, eso no me va a dar ni me va a quitar, uno está pensando realmente en lo que le afecta a uno” (Estudiante de Ciencias políticas, Universidad de La Sabana, Mujer 20 años. Comunicación personal abril 17 de 2017).
Al indagar por los patrones de pertenencia organizacional, es claro que los jóvenes universitarios, otrora referentes de acción política organizada, como se mencionó al comienzo del artículo, hoy en día no se articulan, en su gran mayoría, con ningún tipo de organización para buscar un objetivo de carácter político. Esto no significa, sin embargo, que no exista una agenda en la cual se inscriban sus demandas y reivindicaciones y que no exista ningún tipo de acción política orientada a influir sobre el sistema político.
Los pocos jóvenes que afirmaron pertenecer a algún tipo de organización hacen parte de los colectivos más visibles de la ciudad: animalistas, ambientalistas, organizaciones culturales, que logran movilizar miles de jóvenes sin lograr en ellos una pertenencia organizacional, pero sí, al menos, un compromiso temporal frente a sus demandas y reivindicaciones.
Si vamos al terreno de los valores políticos, vemos que los valores tradicionales aún priman, quizás porque el estado de desarrollo sociopolítico de Colombia va a un ritmo distinto al cultural shift. Esto es que, a pesar del predominio de las demandas posmateriales, las necesidades materiales no resueltas se mantienen como una prioridad de los jóvenes universitarios que son víctimas de esa misma situación. Es por esto que valores como igualdad o libertad son privilegiados, sobre valores como la tolerancia o la participación.
Conclusiones y recomendaciones
Después de analizar los resultados, puede concluirse que, al menos en el caso de estudio, se evidencia un fenómeno que podríamos llamar de “inconsciencia política”, dado que existe una participación política, en distintos grados de compromiso e intensidad y por distintas motivaciones, que pasa desapercibido por los mismos sujetos que entienden la política como un asunto “controlado por elites, en donde el problema es el sistema en sí” (Estudiante de Ciencias Políticas, Universidad de La Sabana, Mujer 18 años. Comunicación personal abril 17 de 2017). La percepción de la política como un ejercicio corrupto y alejado de su realidad, se acompaña de un marco de interpretación de la realidad a través de los medios de comunicación que va en la misma dirección: banalización, espectacularización y énfasis en los actos de corrupción.
El hecho de que la relación de los jóvenes universitarios con lo público se dé a través, o a partir, de temas asociados con valores posmateriales mientras en su realidad siguen viéndose afectados por necesidades materiales, puede explicarnos el por qué, a pesar de estar involucrados en distintos espacios, participando en debates, marchas y actividades políticas, muchos no consideran esto como parte de la política, de la manera como es concebida por ellos mismos.
Esta realidad nos pone de manifiesto un fenómeno interesante y es que se agudiza un proceso de “cinismo político” por un lado, en donde los jóvenes cada vez creen y confían menos en la política y los políticos, y por otro lado estaríamos ante la presencia de un “círculo virtuoso” donde los jóvenes, una vez construyen consensos en torno a sus agendas públicas, se involucran de manera mucho más directa en los asuntos de su interés.
Otro aspecto que se puede establecer es el de una dicotomía “identitaria”, esto es, que los jóvenes universitarios aún están en proceso de construcción de su “personalidad política”, lo que para muchos implica definirse frente a lo público más desde su condición de juventud y no tanto desde un criterio político-ideológico claramente delimitado. Esto podría ayudarnos, al menos, a plantear algunas explicaciones frente a inconsistencias encontradas en el estudio, como, por ejemplo, la no relación entre el posicionamiento ideológico y la escala de valores. La supuesta desideologización que se ampara en la falta de simpatía partidista y la dificultad de autodefinirse ideológicamente. Cuando se contrasta con la jerarquía que dan a los valores políticos, es claro que, una vez más siendo inconscientes, los jóvenes universitarios sí privilegian unas alternativas por sobre otras y aún están lejos de incorporar realmente los valores posmateriales dentro de sus prioridades.
En esto puede incidir mucho el tipo de formación ciudadana que las universidades están impartiendo en la mayoría de las instituciones. A pesar de que los universitarios reconocen que sus establecimientos fomentan la participación, el debate y la información política, la mayoría de discursos institucionales siguen privilegiando en sus actividades, programas de clase y eventos de formación, una visión formalista y normativa de la política.
Con respecto a los procesos de información y socialización política, es evidente que cada vez es mayor el impacto de la “cultura digital” sobre los patrones de cultura política. Sin embargo, esto debe prender las alertas para futuros estudios sobre el consumo de información política en el ámbito digital, con mayor razón cuando se experimentan y documentan distintas experiencias de lo que se ha llamado la “posverdad”. Esto nos pone frente a la necesidad de evaluar las fuentes informativas, los procesos de selección de información y la credibilidad y legitimidad de dichas fuentes, es decir, estudiar los procesos de construcción de opiniones de los jóvenes en un mundo cada vez con más información y más urgencia de consumirla.
Es importante en este punto mencionar que muchos de los líderes de las marchas estudiantiles de 2011 hoy son políticos o han aspirado a cargos públicos, y que muchos de los jóvenes que se movilizaron por la paz en 2016 empiezan a hacer el tránsito hacia líderes de opinión que buscan en los actores tradicionales los respaldos para llevar adelante sus proyectos. En consecuencia, se podría concluir que la participación política de los jóvenes universitarios sí tiene una influencia muy fuerte del contexto y la condición del “ser universitario”. Los métodos, formas de acción, e incluso agenda, van variando y se van entremezclando y adaptando con las lógicas formales de la política, que siguen siendo las que imperan en los espacios donde se toman las decisiones políticas en Colombia.
Es necesario identificar la limitación que tiene este estudio, en su carácter exploratorio, que, a pesar de que considera el universo más amplio de estudiantes universitarios de Colombia, no aborda a miles de ellos en otras regiones del país, cuya realidad es distinta y cuya relación con la política seguramente tiene factores que acá no son tomados en cuenta, siendo Colombia un país multicultural, con un conflicto armado tan prolongado, con una brecha urbano-rural que se refleja en unos niveles muy altos de desigualdad, y que seguramente tiene en las regiones una agenda y unos valores que no necesariamente se corresponden con los valores de los estudiantes de Bogotá.
El permanente estudio y monitoreo de los cambios en la opinión pública y los patrones de cultura política de las nuevas generaciones es de vital importancia para comprender los comportamientos de un grupo poblacional cada vez más involucrado en lo público y amparado en discursos de la “nueva ciudadanía”. Es imperativo romper con el lugar común del “desinterés juvenil frente a la política” cuando, en realidad, lo que se puede configurar son nuevas formas de acción, comprensión y socialización en lo público.
En el caso colombiano, y en el marco del postconflicto, la integración generacional en el marco de la socialización del país urbano con el país rural, sumado a los procesos de convivencia de jóvenes de distintas características dentro del sistema educativo, hace que sea de vital importancia este tipo de investigaciones. Más importante aún es entender todas estas dinámicas dentro de un escenario marcado por el permanente cambio y progreso tecnológico, cultural, semántico y sociológico que abre la necesidad de estudiar sistemáticamente estos patrones de cultura política en los jóvenes universitarios.
De cara al próximo proceso electoral, que definirá en gran medida el futuro y la viabilidad de la implementación del proceso de paz, queda por ver qué papel jugarán estos jóvenes que fueron grandes protagonistas del proceso que logró, gracias a su poder de movilización, “desempantanar” el impasse que significó la victoria del No en el plebiscito. Por otra parte, el interés por las nuevas ciudadanías y las nuevas agendas puede materializarse en las elecciones parlamentarias de marzo de 2018 con candidatos jóvenes que representen problemas y valores de la sociedad “posmaterial”, temas que cada vez movilizan más al electorado, no solo en las capas juveniles de la población.
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Notas