Recepción: 28/06/16
Aprobación: 16/07/16
Resumen: El artículo tiene como objetivo presentar la evolución de la sociología de la juventud, haciendo hincapié en los enfoques actuales. Además, se plantea como objetivo mostrar la evolución de temas, actores, metodologías e institucionalización del campo, principalmente en América Latina y Europa. La principal conclusión es que ha habido un progreso sustancial en el desarrollo de la sociología de la juventud, a pesar de haber sido acompañada, en el caso de América Latina, de poca continuidad, institucionalización y sistematización, las cuáles no han permitido la creación de una comunidad científica sólida. En Europa, donde existe una tradición de investigación más larga, la sociología de la juventud se ha convertido en sólida, en torno a grupos bien definidos y financiados por diferentes instituciones, investigadores experimentados y programas de investigación, lo que ha permitido el desarrollo de diferentes líneas de investigación, pero aún algo fragmentadas e incompletas por la misma abundancia de los temas tratados. En los estudios metodológicos, las encuestas son los más abundantes, aunque los tratamientos con técnicas cualitativas - observación, grupos focales, entrevistas y narrativas- han comenzado a ser utilizados en mayor medida. Estamos frente a un campo emergente con un gran potencial para el desarrollo.
Palabras clave: Sociología, juventud, institucionalización, teoría, Latinoamérica y Europa.
Abstract: The article aims to present the origin and evolution of sociology of youth, emphasizing the most important theoretical background and the current approaches. It also raises aim to show the evolution of themes, actors, methodologies and institutionalization of the field, mainly in Latin America and Europe. The main conclusion reached is that there has been substantial progress in the development of sociology of youth, although have been accompanied, in the Latin American case, of little continuity, institutionalization and systematization, which they have not allowed the establishment of a solid scientific community. In Europe, where there is a tradition of research more long, sociology of youth it has become solid, around groups well-defined and financed by different institutions, experienced researchers and research programs, which has enabled the development of different research lines, but still somewhat fragmented and incompleteness by the very abundance of topics covered. At the methodological studies, surveys are the most abundant, although treatments with qualitative techniques - observation, focus groups, interviews and narratives - have begun to be used to a greater extent. We are facing an emerging field with great potential for development.
Keywords: Sociology, youth, institutionalization, theory, Latin America and Europe.
Introducción
La sociología de la juventud tiene su origen en los cambios sociales acaecidos en las sociedades occidentales a partir del siglo XX. Se trata de cambios que tienen que ver, por un lado, con la reproducción social y, por el otro, con la división y periodificación de entrada, por edad, en el mundo laboral y en la constitución familiar propia.
No es extraño, pues, que fuera la llamada “moratoria”, propia de los estudiantes, en principio de clases medias y altas, la que marcara el inicio de una división por edades en el sentido social, no biológica ni psicológica. Se abrió así el camino de una diferenciación de generaciones, en la que la juventud era tratada como categoría social existente, con particularidades propias, que la hacían diferente a los adultos, que era preciso estudiar desde la sociología.
El tratamiento que se le dio en estos estudios, en principio, no abarcaba, empero, más que a un reducido grupo de jóvenes, los estudiantes, tomando a éstos como el conjunto de la juventud y olvidando al resto, los que no reunían aquélla condición. Este olvido, sin embargo, tuvo la ventaja de focalizar las investigaciones y hacerlas más sistemáticas, pero no pudo corregir la pérdida de conocimiento de las “otras juventudes” no estudiadas.
Influenciados por las investigaciones psicológicas de los adolescentes, los sociólogos, de los años 20 y 30 del pasado siglo, empezaron a realizar estudios vinculando a la juventud con la violencia. Se trataba de investigar a grupos de jóvenes marginados con actitudes y comportamientos que conculcaban las normas sociales establecidas.
Lo anterior abrió un nuevo campo dentro de la sociología de la juventud, el de las políticas públicas para jóvenes. Se trataba de incidir a través de programas gubernamentales en su desarrollo para mantener el orden social y tener una reproducción generacional que reprodujera a la sociedad con el menor conflicto posible.
Los estudios culturales, con su énfasis en las prácticas simbólicas y estilos de vida de las diferentes juventudes, vinieron a rellenar huecos de conocimiento importantes. No sólo diversificaron a los jóvenes, complejizándolos en su tratamiento y señalando las diversas realidades que les atañen, sino que permitieron avances metodológicos importantes: se les empezó a investigar con técnicas de investigación cualitativa, muy vinculadas a la etnografía.
Las investigaciones marxistas, centradas en la categoría de clase, establecieron la preminencia de ésta para el cambio social y negaron que la juventud fuera una categoría social, en contra de los partidarios de la teoría de las generaciones que la consideraban como “motor de la historia”. Esto supuso, para la corriente marxista, que la juventud no existiera en sí sino que formaba parte de las clases sociales. Su estudio, pues, era inútil ya que entraba dentro de la reproducción social, que era por clases. Posición ésta muy parecida a la de Pierre Bourdieu, que investiga la sucesión en los puestos de poder, en campos determinados, entre jóvenes y adultos, misma que obedecía a reglas socio-históricas cambiantes de los propios campos.
Las protestas estudiantiles de finales de los años 60 del siglo pasado y sus consecuencias dieron lugar a nuevos objetos de estudio: movimientos estudiantiles y participación política de los jóvenes. Aquí, la sociología de la juventud compartió, como no podía ser de otra manera, temáticas con los investigadores del campo de la educación y la política.
Los años de la década de 1970 y 1980 se caracterizaron por los estudios de bandas de jóvenes urbanos. Las diferencias en cuanto a las prácticas y estilos de vida de éstas fueron cada vez mayores entre ellos y con los adultos. El tratamiento que se les dio desde la sociología de la juventud, en el que el concepto de “subcultura” fue prioritario, propició la realización de estudios de caso que mostraron la diversidad del mundo juvenil. A éstos se les unieron los que abordaban a los jóvenes que viven en el mundo rural y a los que son parte de los pueblos originarios.
Con la entrada del nuevo siglo y milenio se observó un cambio generacional en cuanto a los usos del consumo y las tecnologías de la información y la comunicación que afectó a las formas tradicionales de socialización y, por tanto, a la reproducción social. Todavía es pronto para evaluar los alcances de las transformaciones sociales que producirán los dos factores señalados, pero es indudable que los mismos afectan a la juventud actual y, por tanto, abren un nuevo campo para la sociología de la juventud.
Enfoques actuales en la sociología de la juventud
A mediados de la década de los 70 se produjo en occidente una crisis económica importante que tuvo su origen en el aumento sustancial del precio del petróleo, lo que provocó un incremento considerable del desempleo, que afectó sobre todo a los jóvenes. La consecuencia fue que éstos se vieron obligados a atrasar su incorporación al mercado de trabajo. En este nuevo horizonte surge la teoría de la transición que, desde una perspectiva empirista, presenta dos perspectivas: la funcionalista, que tiene en cuenta los ciclos vitales, y la biográfica, centrada en la biografía de los individuos. Sus variantes son adulto-céntricas, la juventud en transición hacia su completud de adulto; y culturalista, basada en las identidades juveniles, al tiempo que ignora las cuestiones materiales.
El primer enfoque presenta dos criterios: “el tratamiento de la juventud como una categoría social y la delimitación de esta supuesta categoría social a partir de criterios demográficos” (Brunet & Pizzi, 2013:13-14). Al respecto, si la juventud es una categoría social es porque se encuentra administrada, es decir, específicamente limitada para el ejercicio institucionalizado de políticas públicas sigularizadas en rangos de edad concretos.
Para la sociología de la juventud el tratamiento categorial de la juventud tiene tres consecuencias importantes: politización a través de las demandas que los “administradores públicos de la juventud” le hacen; dependencia de fuentes estadísticas secundarias, con el consecuente uso, casi exclusivo, de bases de datos y técnicas de investigación social cuantitativas; comparación de los resultados que se obtienen.
El segundo enfoque, el biográfico, tiene como referentes más destacados a Coleman y Husen (1985), Galland (1985), Andy Furlong y Fred Cartmel (1997), quienes aceptan la existencia de la juventud como categoría social que puede ser estudiada por la sociología y subrayan la heterogeneidad de las trayectorias biográficas de los jóvenes. Se centran, además, en dos transiciones: escuela-trabajo y hogar paterno-hogar propio, en las que se dan los distintos itinerarios a la vida adulta, mismos que presenan para ellos tres dimensiones: sociohistórica, institucional y biográfica.
Otro enfoque actual es el nominalista, que recoge la conceptualización de Mannheim sobre la juventud, vista más arriba, y que implica considerarla como un conjunto de indiviudos que comparten un momento histórico concreto, pero que no son un grupo social a menos que se enfrenten a los mismos acontecimientos desde idénticos periodos de vida y, esto es importante, desde igual posición social, la cual se articula generacionalmente a través de los ciclos vitales y la posición de clase del individuo, que se ajusta al proceso histórico.
El origen social, pues, adquiere una gran importancia en este enfoque, provocando que la juventud sea vista como un rango de edad compartido por determinados individuos, cuando no como una invención social (Galland, 2011) o una categoría sociohistórica (Allerbeck & Rosenmayr, 1979 [1974]) y, en todo caso, como algo no homogéneo dada la multitud de experiencias de los jóvenes, que al estar situados en diferentes posicones sociales difieren notablemente en cuato a ellas.
El enfoque de Bourdieu, también visto más arriba, ha aportado desarrollos interesantes para la sociología de la juventud. Un ejemplo de ello es su planteamiento de conflicto entre los jóvenes y los viejos, conflicto que tiene lugar en los distintos campos sociales. Éste se produce, según este sociólogo francés, entre dos formas de producción de sujetos derivadas de dos diferentes estados sociales.
Lo anterior, implica que se establecen estrategias diferenciadas por edad, lo cual supone que ésta se constituya a través de “las luchas por la dividión del poder, por el establecimiento de los limites de edad y por los ritmos de sucesión que se definen en cada campo entre los adultos y los jóvenes” (Brunet & Pizzi, 2013:27-28, citando a Mauger, 2008). Desde este punto de vista se considera que deben atenderse a las trayectorias como estructuradas y a la clase de edad como asociada a las variables de clase, género y etnia.
Temáticas, actores, metodologías e institucionalización de la sociología de la juventud
Por temáticas abordadas, los estudios de culturas y subculturas, de movimientos y de problemáticas juveniles son los que poseen un mayor número de trabajos; por actores, son los estudiantes de clase media y urbanos los que han tenido un mayor tratamiento. La metodología principal utilizada ha sido la deductiva, a través del análisis de datos de encuestas sobre la juventud elaborados por los Institutos de la juventud principalmente, aunque no sólo. Abundan las investigaciones por regiones y por países a través de la operacionalización y asociación de diversas varibles.
Lo anterior no quiere decir que no se hayan realizado estudios a través de otras metodologías, por ejemplo la de estudios de caso a través de técnicas de investigación etnográficas1, propias de la antropología pero usadas también por los sociólogos; otros actores: jóvenes excluídos de la clase baja, rurales o pertenecientes a una etnia; otras temáticas: condición juvenil, estudio de las brechas generacionales, sujetos emergentes politizados2; prácticas relacionadas con el consumo cultural, estilos de vida diferenciados, uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, exclusión social de los jóvenes, trayoctorias de inserción, efectos de la glocalidad y la ciberculturalidad, y cambios en las relaciones intergeneracionales. En una palabra, las metodologías se han diversificado, los actores se han multiplicado y las temáticas se han incrementado, haciendo de los estudios sobre la juventud algo complejo con múltiples abordajes y aristas.
Temporalmente se puede situar el año Internacional de la Juventud, 1985, como el inicio del interés de la comunidad de los científicos sociales por estudiar a los jóvenes. Esto no quiere decir que no hubiese teorizaciones e investigaciones sobre los mismos, los hemos referido sintéticamente en este texto. Esquemáticamente, en ese momento predominaban dos perspectivas: la funcionalista, con énfasis en el consenso y la integración social de los jóvenes; y la marxista que utilizaba la noción de clase, prescindiendo del modelo generacional (Feixa, 2013).
El boom de publicaciones sobre la juventud que tuvo lugar en el año Internacional de la Juventud, 1985, no tuvo como consecuencia una institucionalización y sistematización académica de este ámbito particular del conocimiento en Latinoamérica.3 En este sentido, la investigación sobre juvenud en esta región ha adolecido de:
Fragmentación, escasa institucionalización, poca vinculación entre los agentes sociales involucrados (investigadores e instituciones académicas, gobiernos y organiciones civiles) entre otros, que han impedido la consolidación de un campo propio (Pérez Islas, 2006:145).
Lo señalado no es óbice para que no existan experiencias positivas en cuanto a la institucionalización y sistematizacón de los estudios de la juventud en América Latina. Es el caso del Grupo Infancias y Juventudes del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), que intenta incidir en las políticas públicas que tienen por objeto a los jóvenes latinoamericanos; del Grupo, también de CLASO, Juventud y nuevas prácticas políticas en América Latina, que entre 2008 y 2010 realizaron estados del arte de los estudios de juventud, y de 2011 a 2013 investigaron sobre las condiciones sociales y culturales de los jóvenes (Rodríguez et al., 2015); y del Consejo Iberoamericano de Investigación en Juventud, que promueve la institucionalización en este campo y que reúne a investigadores de primera línea, entre otros: Jesús Martín Barbero, José Manuel Valenzuela Arce, Nestor García Canclini, Rossana Reguillo Cruz, José Antonio Pérez Islas, Maritza Urteaga Castro-Pozo y Carles Feixa Pàmpols, entre otros (Consejo Iberoamericano de Investigación en Juventud, s.f.a).
Reguillo et al (coords.) (2003) es un buen ejemplo del avance producido de forma sistemática y congruente por redes de investigadores. Las redes de Investigación brasileñas de Sao Paulo y de Rio de Janeiro también son muy importantes a nivel de la producción relizada. Por otra parte, existen diversas publicaciones que presentan estados del arte de los estudios de juventud en Latinoamérica, mismos que muestran la dispersión y poca sistematicidad que presentan estos estudios en nuestra región. De los mismos destacan a nivel supranacional: Braslavsky (1989) y Rodríguez & Dabezies (1991); a nivel nacional sobresalen, en México: Pérez Islas & Zermeño (1989), Pérez Islas (coord.) (2000), Mendoza (2011); en Uruguay: Lovesio & Viscardi (2003) y Romero & Moreira (2010); en Chile: Aguilera (2009), en Colombia: Escobar (coord.) (2004) y en Venezuela: Bermúdez & Martínez (2010). Otros avances importantes se han producido a través de las encuestas nacionales sobre juventud en diversos países: Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia, Guatemala, México y Colombia ya las habían realizado antes de 2004. Existen, además, Observatorios de la Juventud en: Chile, Colombia, Costa Rica, Uruguay, Nicaragua, Venezuela y Perú, éste último a través de la Sociedad Peruana de Adolescencia y Juventud (SPAJ).
Por otro lado, existen varios grados y posgrados en estudios de la juventud. Al respecto está la Cátedra UNESCO de la Juventud que tiene su sede en la Universidad de Guadalajara, México; el Máster en Juventud y Sociedad que realiza la Universidad Nacional de Educación a Distancia y que patrocina el Instituto de la Juventud (INJUVE) en España; el doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud que se desarrolla en la Universidad de Manizales, Colombia; en este mismo país la Universidad Central tiene una línia de formación e investigación en jóvenes y culturas juveniles. Existe además una Red Iberoamericana de Posgrados en Infancia y Juventud (INJU), a iniciativa de CLACSO, que reune varias universidades y países: Universidad de Manizales, Colombia; Pontificia Universidade Católica de Sao Paulo, Brasil; Universidad de la República, Uruguay; Universidad de San Martín, Argentina;Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia y Universidad Católica, Chile (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, s.f.).
Otro pilar, no menos importante, en la institucionalización y sistematización de los estudios sobre juventud en Latinoamérica, ha sido la creación de canales de difusión periódicos especializados en la temática juvenil. Éstos no han sido muchos y de hecho algunos de ellos han desaparecido, cómo: Participación. Revista Uruguaya de Estudios sobre la Juventud; Ecuentro. Boletín Latinoamericano de Informaciones sobre la Juventud, que se publicaba también en Uruguay; Mayo. Revista de Estudios de Juventud, que se editaba en Argentina. Sobreviven: Revista Última Década, que se publica en chile; Jóvenes. Revista de Estudios sobre juventud, editada en México; Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud publicada en Colombia y Revista de Estudios de Juventud que se imprime en España.
Gloria Lisbeth Graterol (s.f.:1) Considera que:
El proceso de institucionalización latinoamericano de la política pública de juventud ha venido constituyéndose alrededor de un entramado de relaciones dadas en un ámbito internacional, cooperativo e iberoamericano que ha influido directamente en la evolución de los lineamientos políticos dirigidos a este sector.
La autora aporta un sociograma que denomina: “Red de estudios y políticas de juventud en América Latina. Introducimos el mismo a continuación por considerarlo informativo y de interés.

Con ser indudables los avances que se dan en los estudios sobre la juventud que se realizan en Latinoamérica todavía son insuficientes. De hecho, como afirma Pérez Islas (2006:163): “Todavía no es posible hablar propiamente de un campo de conocimiento sobre juventud en AL”. No lo es por la “débil asociatividad de los investigadores y la fragmentación del conocimiento respecto al sujeto juvenil” (Aguilera, 2009:113).
En Europa las temáticas y metodologías de los estudios sobre la juventud han sido diversas. Las últimas han pasado de un predominio casi absoluto de los estudios cuantitativos a una cada vez mayor utilización de las técnicas de ivestigación social cualitativas: narrativas, observación participante o no participante, grupos focales, entrevistas semiestructuras y entrevistas a profundidad o de vida.
En cuanto a las temáticas, el número 100 de la revista Revista de Estudios de Juventud, publicada por el Instituto de la Juventud de España, da buena cuenta de su evolución en el tiempo y de la variedad de las mismas. Se trata de un monográfico de los propios artículos aparecidos en esta publicación que lleva por título: “Jóvenes a través del tiempo en la Revista de Estudios de Juventud. El cuadro siguiente nos da cuenta de los bloques y los temas desarrollados desde el número 1 al 99 de esta publicación.

El cuadro 1 es interesante, pues nos da cuenta de la gran variedad de temáticas desarrolladas por los investigadores europeos. De nuevo se repite aquí la dispersión vista en los estudios latinoamericanos, sólo que al ser mayor la masa crítica de investigadores en juventud y la financiación otorgada a estos temas, en el viejo continente los desarrollos han sido mayores y más sistemáticos que en Latinoamérica.
En Europa existe desde hace tiempo interés por estudiar la juventud. Esto ha supuesto: institucionalizarlos, financiarlos y sistematizarlos, por lo menos en algunos países y a nivel supranacional. Consejo de Europa, Programas Marco de Investigación de la Unión Europea, Centro de Conocimiento y de Transferencia en Políticas de Juventud, Comité de Investigación sobre Sociología de la Juventud de la Asociación Iternacionacional de Sociología, Red Nórdica de Juventud5, entre otros, han financiado estudios y publicaciones sobre la jvuentud.
Respecto a la posibilidad de investigaciones conjuntas entre europeos y latinoamericanos en temas de juventud ha habido varios esfuerzos, Feixa (2013) nos da cuenta de algunos de ellos. Un Foro que se celebró en la ciudad catalana de Lleida en el año 2001 reunió a investigadores de CLACSO con investigadores europeos. El mismo no logró establecer, por problemas diversos, un espacio de coordinación. No obstante lo cual, con posterioridad hubo articulaciones procedentes de investigadores particulares, sobre todo de latinoamericanos que han estudiado en Europa y europeos que han realizado estancias en América Latina.
A nivel general, los sociólogos de la juventud han aportado en los últimos años interesantes trabajos. En este sentido podemos considerar los aportes de los sociólogos norteamericanos (Howe & Strauss, 2000), que aunque no llegan a demostrar sus enunciados principales hacen aportaciones interesantes sobre la realidad tecnológica en que viven los jóvenes norteamericanos -que se puede estrapolar a la que viven los jóvenes de los países desarrollados y cada vez más los de los países emergentes- y su influencia en sus actitudes, comportamientos y prácticas.6
Sobre las publicaciones periódicas en inglés que estudian a la juventud destacamos las siguientes: Young. Nordic Journal of Youth Research; International Journal of Adolescence and Youth; Journal of Youth Studies; Sociological Studies of Children and Youth; Youth and Society y Youth Voice Journal.7
Conclusiones
La juventud no es única sino múltiple, distinta en sus manifestaciones y formas de expresión, que varían según el espacio que ocupan y la historicidad que habitan (Taguenca, 2009). Este descubrimiento ha sido fundamental en la evolución de la sociología de la juventud, pues ha permitido su evolución y diversificación en: preguntas de investigación, objetos de estudio, actores sociales y metodologías.
Los sociólogos han pasado de considerar a la juventud como una categoría social homogénea, la representada por los estudiantes, a mostrarla en su complejidad, que implica no cosificarla como algo único y permanente, sino múltiple y variado en estilos de vida y prácticas simbólicas y materiales que la conforman dentro de la cultura dominante o en diversas subculturas de creación, que pueden ser rechazadas por la cultura hegemónica o acabar siendo absorbidas por ella.
La evolución apuntada podemos verla claramente en este artículo, que desarrolla los cambios producidos en la sociología de la juventud desde sus orígenes hasta la actualidad. De esta forma observamos: desarrollos teóricos con tratamientos cada vez más diferenciados; avances metodológicos, cuyas técnicas de investigación se van complementando; objetos de estudio que se diversifican; preguntas de investigación que se amplían y actores sociales más plurales y cambiantes.
La sociología de la juventud es todavía un campo de conocimiento en ciernes, con poca institucionalización e insuficiente vinculación con las administraciones públicas, financiación, programas de investigación y número de investigadores dedicados a ella, por lo menos en Latinoamérica, aunque en Europa la situación es mejor.
El camino recorrido por los sociólogos estudiosos de los jóvenes ha sido mucho y muy positivo para comprender las distintas realidades en las que se desenvuelven y de las que son parte activa. No obstante, todavía queda mucho por comprender, mucho por trabajar; y ahí la sociología, como disciplina destacada de las ciencias sociales, va a ser fundamental.
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Notas