Conflictos, violencia y territorio en el Nordeste de Argentina

Agronegocio y violencia. Dinámicas locales de un modelo global1

David Hernán Luna
CONICET/UNNE, Argentina

Agronegocio y violencia. Dinámicas locales de un modelo global1

Theomai, núm. 34, pp. 20-31, 2016

Red Internacional de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo

Número 34 (segundo semestre 2016) - number 34 (second semester 2016)

Revista THEOMAI / THEOMAI Journal
Estudios críticos sobre Sociedad y Desarrollo / Critical Studies about Society and
Development
Revista THEOMAI / THEOMAI Journal Estudios críticos sobre Sociedad y Desarrollo / Critical Studies about Society and Development
Theomai

Introducción

Lo que podría denominarse “lo rural” en el Chaco, contrario a lo que algunas nostalgias populares mitificadas profesan, al respecto de las epopeyas fundacionales y de las características materiales del paisaje, ha sido escenario de múltiples y permanentes procesos de transformación (Echeverría, 2004). Sin embargo, no hubo hasta ahora un periodo donde se profundice de manera tan acelerada los cambios impuestos para el desarrollo productivo imperante a escala global, ya que en los últimos diez años: 100.000 personas han dejado de vivir en ámbitos rurales de la provincia para radicarse en pueblos y ciudades; el 2% de los productores tiene formas de propiedad y tenencias sobre más del 50% de la tierra, al mismo tiempo, más de un 15% de pequeños y medianos productores desaparecieron del escenario productivo, en general absorbidos por productores locales capitalizados y capitales extraterritoriales.

Hablar hoy de “transformación” como categoría para reflexionar acerca de los procesos sociales en territorios concretos, supone asumir el riesgo de que las situaciones sobre las que basamos nuestra descripción se encuentran inclusive, ahora mismo, transformándose, porque lo único constante en la dinámica social son las transformaciones (Elías, 1970). Sin embargo, muchos procesos presentados como transformación a escalas regionales, no constituyen más que agudizaciones de procesos histórico, variaciones sobre las matrices de las formaciones sociales históricamente constituidas. No todo lo que cambia se transforma, no todo lo que vibra es fractura geológica (en general son pliegues), ni tampoco, lo que se presenta como novedad configura sorpresa alguna. Decimos esto, porque nos preocupa no perder de vista nuestra pretensión de entender situaciones concretas, con sujetos sociales concretos, comunidades concretas, territorios concretos y por ello hacemos nuestra la vigilancia epistémica sobre las tendencias recientes de las Ciencias Sociales en general y las Ciencias Sociales agrarias en particular de asignar a los nombres y con esto a las palabras, dimensiones que trascienden lo significante. El Agronegocio tiene este dilema, se presenta como lo nuevo y en muchos casos se lo investiga como lo nuevo, se presenta como un ensamble de cambios y radicales transformaciones, sin embargo, no hace falta hacer un revisionismo exacerbado para dar cuenta de que lo que representa, aun bajo un claro y renovado conjunto de prácticas comunicacionales, no es más que la dinámica sobre la que se erige hoy el proyecto neoliberal global, en el que las circunstancias de territorios aún con márgenes para la producción y apropiación de plusvalía aparecen como blanco de batalla, o podría decirse, como blanco de inversión. Estamos ante una compleja trama de transformaciones territoriales, pero lo que cambia no es la fuerza/flujo capitalista de ampliación de potencialidades para la acumulación, lo que cambia son las relaciones sociales y se cristalizan en cambios de las condiciones de vida de los sujetos y las poblaciones locales.

En primer lugar, queremos desarrollar una mirada elemental y descriptiva acerca de las formas en que el capitalismo neoliberal se reconfigura así mismo para avanzar en su principio básico de expansión y acumulación en esta región concreta. Nos enfocamos en los agronegocios, en su caracterización particular en la provincia de Chaco, sus estrategias locales, sus núcleos activos y sus follajes, sus ensambles camaleónicos, es decir, nos ocupamos de su violento acontecer local; en segundo lugar, buscamos comprender la relación estructural entre la dinámica social impuesta por el dominio de los Agronegocios con la violencia como factor operante. Problematizando las formas en que se desarrollan hoy las relaciones en el escenario agrario provincial, atravesadas por la complejidad del pasado histórico; y en tercer lugar, buscamos evidenciar algunos momento empírico actuales que se presentan como emergencias sociales, catalizadores de un escenario de conflicto incipiente, sujetos, comunidades y voces que construyen mecanismos de resistencia y rechazo al sistema productivo agrario actual y sus dinámicas sobre esta región.

Los Agronegocios en Chaco

Los actuales procesos de concentración y el desplazamiento de la población (mediado por diferentes formas de expulsión), son dos componentes inseparables del proceso productivo. A medida que la tierra fue siendo ocupada por un número menor de propietarios (concentración), se ampliaron significativamente las extensiones con capacidad productiva (expansión), estimulados por los niveles de ganancias extraordinaria que permite la soja y acompañado por una serie de “bondades” tecnológicas, mecánicas y genéticas desarrollada en las últimas décadas en función de un modelo productivo de escala global.

La producción de soja ha experimentado un crecimiento paulatino y permanente en los últimos 20 años, pasando de un promedio de 70.000 toneladas anuales en los años 90 a números muy cercanos a los 2.000.000 de toneladas para la campaña 2010/2011, al mismo tiempo de manera mucho más radical ha incrementado la superficie en que se produce la misma, pasando de 50.000 hectáreas a 800.000 hectáreas en igual periodo. El departamento que más fuertemente ha experimentado esta transformación productiva ha sido Almirante Brown, pasando de tan solo 500 hectáreas, considerada zona poco apta para el desarrollo de cualquier actividad que implique el trabajo con la tierra, a ser la zona principal de la soja, superando las 150.000 hectáreas sembradas.3 El Sudoeste de la provincia, desde los departamentos 2 de abril y Fray justo Santa María de Oro, hasta el departamento Almirante Brown y parte del General Güemes, constituye el epicentro provincial de la producción de soja. Además de modificar de manera radical una serie de variables operantes en el territorio, incorpora nuevos actores a las dinámicas productivas en un escenario mucho más complejo que las tradicionales explotaciones familiares. En ese sentido, un actor que toma relevancia en este periodo es el rentista, favorecido por el aumento de más del 800% del precio de la soja entre el 2000 y 2008, con el consecuente aumento del precio de la tierra hizo que muchos productores propietarios de las tierras se volcaran a la renta generada por el arrendamiento. Este fenómeno caracterizado en principio como centralmente pampeano, hoy presenta sobradas evidencia de su extensión hacia el NEA. Al mismo tiempo, ésta circunstancia beneficia a otros dos actores, por un lado, el productor local capitalizado que pudo ampliar la ocupación de tierras, comprando parcelas linderas y mediante contratos de alquiler, por otro lado, aparece el nuevo arrendatario, un actor que no necesariamente tiene antecedentes en la producción agrícola pero que ve una oportunidad de inversión diferencial en la soja, cuyo origen del capital invertido proviene de diversas actividades, muchas empresas han diversificado sus actividades implicando parte de sus inversiones en el agro, además, en general no ejercen la labor directa de producción, en su lugar, contratan empresas de servicios agropecuarios, que brindan el servicio de trabajo del ciclo completo y/o tareas parciales.

Los niveles de ganancia extraordinaria de la soja, son ahora repartidos entre más de un actor: el rentista, bajo el esquema clásico de la renta agraria (Kautsky, 1986), el arrendatario (productor capitalizado y/o proveniente de otra actividad), el contratista de servicios agropecuarios, fundamentalmente las empresas acopiadoras y exportadoras –tema del que nos ocuparemos en este trabajo- y del transporte que también accedieron a niveles de ganancias poco habituales. Sin embargo redujo notablemente las posibilidades de sostenimiento de la vida social y comunal de una amplia población rural.

En general la población rural de Chaco, compuestas de manera heterogénea por comunidades indígenas, campesinas, de trabajadores agrarios, que vivían en ámbitos rurales, en el actual proceso de sojización, han sido desplazadas de sus condiciones no solo laborales, sino también de sus condiciones mínimas para vivir. El desarrollo de tecnologías aplicadas a la producción de soja, hizo que población de trabajadores rurales que vivían en pueblos rurales pierdan sus trabajos y sus expectativas de trabajo. En remplazo, las empresas de servicios, contratan trabajadores calificados para el manejo de las maquinarias: Empresas y máquinas de origen en general extra-provincial, lo cual hizo que la inmensa cadena de trabajo que producía el campo chaqueño, en remplazo por la estructura del modelo de los agronegocios, haya dejado a la gran mayoría de los trabajadores rurales en situación de desempleo, además de reducir al mínimo las expectativas de trabajo futuras en el ámbito agrario, potenciando las iniciativas de traslado a ciudades centrales.

Acerca de lo que (no) cambia

La compleja estructura a la que denominamos agronegocios, como dijimos al principio, está inscripta en el proceso global que atraviesa el capitalismo neoliberal en la actualidad. Se trata de una etapa en donde prima la valorización del valor (Echeverría, 1998), transformada en acumulación de capital, configurada a partir de la reconversión de plusvalía en nuevo capital y representada en situaciones concretas bajo formas de expansión capitalista en territorios y procesos aparentemente nuevos. Estamos ante la razón nuclear del capitalismo: la acumulación de capital posibilita y amplía la producción específicamente capitalista (en algunos casos desplazando formas más elementales o no capitalistas), ésta a su vez genera acumulación de capital, in situ, es la reproducción del capitalismo como clase. 4

En cuanto capital personificado, el capitalista está motivado por la valorización del valor, al incesante incremento en la producción y el desarrollo de las fuerzas productivas; el modo capitalista de producción impone a la competencia como ley coercitiva que lo obliga a expandir continuamente su capital para conservarlo. El volumen de esta acumulación varía a la par de todas aquellas circunstancias que regulan la magnitud del plusvalor. Por lo tanto, la supervivencia del capitalista individual y la de la propia relación social del capital dependen de una mayor explotación […](Galafassi, 2014 p. 9)

Dicho esto, realizaremos una breve descripción de lo que podría llamarse el “modelo de los agronegocios”, para poder identificar las matrices de acción general sobre las cuales se ensamblan los engranajes en la dinámica local.

Gras y Hernandez (2013) plantean que hablar de agronegocios, implica poner el énfasis en el segundo segmento de la composición del término y alertan sobre reducir éste modelo a un sujeto determinado o a un proceso productivo particular, los agronegociosa demás de configurar un tipo de desarrollo capitalista en el agro, representan un esquema, modelo o lógica del capital a escala global. Las autoras consideran cinco elementos centrales en la composición de los agronegocios, que nos resulta significativo mencionar: En primer lugar, la transectorialidad: que implica mayor integración técnica (vertical) de los procesos productivos y articulación (horizontal) con otras actividades en el proceso expansivo de valorización del capital; en segundo lugar, la prioridad del consumidor global por sobre el consumidor local como fundamento de las determinaciones y posibilidades productivas; en tercer lugar, la estandarización de las tecnologías utilizadas bajo el paradigma de la reducción de las especificidades biológicas y climáticas para la optimización del agro; en cuarto lugar, el acaparamiento de tierras como requerimiento básico para la ampliación de la escala productiva; y por último, lo que nos parece el punto neurálgico de esta descripción que hacen las autoras, la financiarización del universo agrario a un nivel nunca antes alcanzado (Gras y Hernández, 2013).

Si bien el mecanismo más emblemático del capital en esta etapa, remite fundamentalmente a la incorporación del agro al dominio de la especulación internacional bajo las formas de mercado futuro y promoción de fondos de inversión, a su vez, las múltiples mutaciones que sufre el capital constantemente le permiten participar en varios eslabones más de la cadena, construyendo dominio sobre el modelo productivo desde distintas fauces. Una de ellas, bajo formas de corporaciones de agroinsumos y corporaciones de acopio y comercialización, el capital opera de manera directa en los territorios agrarios. El productor, altamente capitalizado, constituido en el sujeto productivo de esta etapa del agro capitalista, está fuertemente determinado en sus opciones por formas de contrato que establece con estas corporaciones, que ya no solo proveen de insumos, semillas y asistencia técnica, sino que además, operan reduciendo al mínimo la autonomía de los productores, bajo un acuerdo mutuo de maximización de la rentabilidad y de garantías comerciales.

Es el capitalismo neoliberal el que crea el modelo de agronegocios, es una etapa más de expansión, donde las formas tradicionales de apropiación de plusvalor están alteradas, sin que eso implique un cambio en la secuencia básica de apropiación de trabajo ajeno y subsunción real. Lo que agrega el Agronegocio al esquema clásico de rentista, capitalista y asalariado, consiste en las luchas internas por el dominio de los excedentes de los sistemas productivos en su métrica global. Ahora bien, ¿Dónde encarna este proceso? ¿Dónde eclosiona? ¿Dónde se materializa? En este momento del trabajo de investigación que llevamos adelante, nos encontramos observando la dinámica generada por las grandes empresas del agro provincial, ya sea reducida al acopio y comercialización de la producción agraria o a la producción propia de gran escala, venta y transporte a puerto (productores capitalizados).

Los sujetos del capitalismo agrario en Chaco

Cada vez resulta más difícil diferenciar por actividades los movimientos que realiza el capital global, las líneas de distinción entre las empresas que acopian y comercializan con las empresas productoras de alimentos y a su vez, estas con empresas de producción primaria, son cada vez más difusas. Tres casos sobre esta región son más que ilustrativos al respecto: La empresa ARCOR, una de las mayores productoras y exportadoras de alimentos de Argentina, ha realizado en los últimos años notables inversiones agrarias, un ejemplo de ello es la reciente adquisición de 17.500 hectáreas en Bandera, Santiago del Estero; En Chaco la empresa UNITEC Agro de Eurnekián posee 42 mil hectáreas con irrigación y la empresa Buratovich s.a. (Conexa) ha adquirido en los últimos años más de 50 mil hectáreas en la zona centro de la provincia.

Por otra parte, lo que más rentabilidad genera en la exportación de soja, no es la venta del producto en forma grano, sino en aceite y harina, agregado de valor en el que no participan más que sólo las grandes empresas comercializadoras. Por lo tanto, cabría decir que si hay un grupo representativo de la dinámica actual de los agronegocios en las dos puntas del complejo, son estas grandes empresas que concentran la compra de materia prima en la provincia, someten mediante contratos de compra anticipada a los productores, proveen de insumos, agregan valor en las plantas de los puertos argentinos y participan en la venta de escala global, no sin anclar acciones directas sobre los territorios, como las compras de amplias extensiones, participación en actividades secundarias como el transporte y comunicación.

Corporeidades y variaciones, el paisaje en disputa

Si nos situamos en el sudoeste de la provincia y empezamos a transita la Ruta Nacional Nº 89, partiendo de la intersección con la Ruta Nacional Nº 16 (Avia Terai) y vamos hasta la línea interprovincial que divide Chaco con Santiago del Estero (Gancedo), veremos además de amplios paisajes llanos, verdes, ínfimas cortinas de bosque, algunas pequeñas ciudades, una serie de complejos agroindustriales que a la vista concentran la dinamitica productiva de la región. Se trata de las empresas que concentran la comercialización de producción primaria, almacenan mediante silos verticales (los más simples de avizorar), silos jaula y silos bolsa una cantidad de producción que está muy cerca de la cantidad total generada en la provincia de Chaco. Este corredor recientemente conformado (coincidente con el ramal C-14 del Belgrano Cargas), interconecta a estas empresas, las hace fluir por las vías de trenes recientemente renovadas y conectadas a cada una de sus plantas, las hace compartir estrategias de acaparamiento, aunque muchas veces a aparezca con disfraces de libre competencia.

En el siguiente cuadro, construimos una muestra lo más grafica posible de las inversiones en forma de instalaciones para el almacenamiento y comercialización de la producción que estas empresas han realizado recientemente. La columna de la ubicación refiere al lugar donde están instaladas las plantas y no a su influencia en la región que es mucho más amplia, a su vez, el año remite al momento en que aparecen las instalaciones directamente asignadas al almacenamiento de producción de cereales y no reduce la influencia siempre histórica de alguna de estas empresas en la región, algunas remontadas a la etapa algodonera de los `60.


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Si tomamos solo estas empresas, por su importancia, y comparamos la capacidad comercial que han desarrollado durante la última década en la provincia de Chaco, veremos que alcanzan una cifra aproximada de 400.000 toneladas, acaparando más del 40% en promedio anual de la producción provincial que para el año 2015 por ejemplo produjo 1.191.339 toneladas de soja.5 Es un proceso reciente, que aún se está desarrollando, se trata de una disputa por las voluminosas rentas que aún hoy, con la baja del precio en los mercados de referencia, sigue siendo un botín de guerra comercial. Pero se trata de una guerra muy formal, de índole estrictamente capitalista, donde por ejemplo en una punta del enfrentamiento estas empresas se disputan la atención de los productores particulares para la compra de su producción mediante diferentes estrategias económicas y publicitarias, que van desde ofrecer el flete gratis para retirar la producción del campo, hasta bonificaciones por tonelada entregada para futuras compras de insumos o semillas; mientras que en la otra punta comparten las estrategias de influencia sobre la política estatal ferroviaria para lograr que el ramal C-14 en lo que refiere a la zona en donde están ubicadas la mayoría de estas empresas se haya recientemente renovado.

Se trata de empresas que por su propia existencia, problematizan la noción histórica de economías regionales que diferencia el núcleo pampeano del resto del país, porque como puede verse, la participación de ésta parte del país en el concierto nacional en lo que hace a comercio global de commodities es cada vez más importante y las dinámicas de las grandes empresas disputando territorio y territorialidad en la provincia de Chaco grafican este escenario.

Por otra parte, no menos importante, están los que en el mismo proceso de transformación del territorio provincial por influencia de los agronegocios, han generado hacia adentro de sus esquemas económicos y productivos niveles extraordinarios de capitalización, explicando hoy más del 40% de la producción total de la provincia. Estamos hablando de productores locales, grupos de productores locales, que acaparan hoy un importante porcentaje de la producción y han desplegado en sus campos auténticos procesos agroindustriales. La empresa Zorián hnos. s.a. por ejemplo, concentra hoy alrededor de 50.000 hectáreas, posee instalaciones de acopio propia, flota de camiones propia, logística interna propia y comercializada por canales paralelos a las grandes empresas mencionadas anteriormente. Se trata de empresas de emergencia y escala local que han mutado, dando inicio a un proceso de reconversión propuesto por el esquema del capitalismo.

Para una comprensión de la violencia en la era de los agronegocios

Nuestro enfoque teórico tiene por objetivo abordar las particularidades que se presentan en torno al emergente proceso de transformación de territorios y territorialidades, junto con la implicancia de la violencia como fenómeno histórico y socialmente situado, reconstruyendo las circunstancias mediante las cuales el territorio que se investiga se fue determinando en relación con los momentos y mecanismos del capital en expansión. Proceso en el cual, a lo largo de la historia las cristalizaciones emergentes, han ido imponiendo a los pueblos de América Latina la condición de desplazados, de asalariados, de aniquilados, entre otras formas no menos lacerante (Roze, 2010).

La violencia no es necesariamente un fenómeno concreto desprendido de un acontecimiento material, la misma está presente en las formas simbólicas mediante las cuales el Estado y otras instituciones vinculadas con el poder categorizan los territorios. La violencia se presenta en términos relacionales, despojada de las restricciones del campo natural y del ámbito del derecho, porque implica construcción, destrucción y recomposición de relaciones sociales, tanto con el uso de la fuerza, como con la manipulación de formas institucionales y simbólicas. En este mismo proceso, si entendemos al territorio como el conjunto de relaciones, mediadas por una espacialidad, donde acontecen múltiples determinaciones del capitalismo neoliberal actual, como trasvasamientos históricos del capitalismo colonial propio de América Latina, la violencia aparece como un operador permanente en la generación de posibilidades para el desarrollo y expansión de las formas capitalistas en cada etapa y región.

Estamos ante un proceso de transformación territorial, donde la violencia se expresa sobre los forzamientos a las que las poblaciones campesinas e indígenas están sujetas en el actual modelo productivo. En este escenario, la violencia no opera como un fenómeno en sí, sino como parte de un conjunto de estrategias de poder y dominación, en el sentido que lo plantea Foucault, donde la violencia está en los dispositivos y estrategias locales de sujeción. (Foucault, 1993)

Podría definirse a la violencia afirmando que es la cualidad propia de una acción que se ejerce sobre el otro para inducir en él por la fuerza…un comportamiento contrario a su voluntad, a su autonomía, que implica su negación como sujeto humano libre…violencia no sólo es ineludible en la condición humana, sino constitutiva de ella, de su peculiaridad […] (B. Echeverría, 2004 p. 94)

Se trata de una violencia creativa, una violencia que descompone las relaciones vigentes, que descompone las territorialidades, para el ensamble del modelo productivo global. Teje alianzas a distintas escalas bajo el amparo de un marco jurídico normativo que sostiene, a pesar de sus contradicciones, todo rumbo económico-social en el territorio rural del Chaco.

Se trata de una violencia a la que podríamos llamar dialéctica puesto que quien la ejerce y quien la sufre mantienen entre sí a través del tiempo, más allá del momento actual, un lazo de reciprocidad, una complicidad que convierte al acto violento en la vía de tránsito a una figura más perfecta de su existencia conjunta…una violencia que convierte en virtud, en un hecho armónico y “amable”, la necesidad estratégica de sacrificar ciertas posibilidades de vida en favor de otras, reconocidas como las únicas indispensables para la supervivencia comunitaria en medio de la escasez de oportunidades de vida o la hostilidad de lo extrahumano. Una violencia constructiva, dialéctica, paideica, está sin duda en el fondo e la vida humana institucional y civilizada. (B. Echeverría, 2004 p.101)

Hay un devenir histórico en los entramados territoriales, donde la violencia también consiste en marcas en la piel que se regeneran en los actuales procesos de expansión del capital y la impronta de los agro-negocios. Esta historicidad de los procesos es la que permite comprender de manera ecléctica los procesos y analizar la dialéctica de los momentos actuales.

[…]Los aborígenes del gran Chaco Gualamba son, según el presagio evangelizador seres que desde sus orígenes estuvieron asesorados y poseídos por hechicerosdel demonio, llevan en sus cuerpos y en sus actos las marcas de una violenciaperversa. Y es precisamente aquella parte maldita del ‘otro’ la que funcionó comouno de los argumentos legitimadores para la violencia colonizadora. (Carabajal y Fernández, 2010: 55).

Los diversos procesos de transformación que sucedieron en la región, conforman un conjunto dinámico de acontecimientos, donde viejas y nuevas formas de ocupación van creando permanentemente escenarios de enfrentamiento. Las dinámicas de los territorios, dan cuenta de una constante presencia de diversas formas de coacción y violencia bajo distintas formas y matices, en muchos casos casi inobservables.

Los agronegocios no sólo han implicado un cambio de prácticas concretas de producción, además, han constituido un eslabón de gran relevancia para la construcción de un tipo de conocimiento dominante, estrechamente vinculado con un sector económico con fuertes intereses en el desarrollo agrario; han significado la dominación de una normativa en las prácticas agrarias; han implicado la obligatoriedad de relacionamiento con grupos oligopólicos, fundamentalmente de insumos agrarios; han implicado el desarrollo de un conjunto de prácticas con un gran perfil técnico, que puso a diversas agencias del conocimiento –Universidades, Centros de Estudios, Instituciones Privadas, Organismos Públicos, etc.- a disposición del desarrollo agrícola. Porto-Gonçalves (2008) vuelve imprescindible explicar y comprender los fenómenos en la intersección entre la escala local y la escala global, donde no hay sectores del capitalismo mundial aislado.

[…] la revolución tecnológica no se pone en movimiento por sí misma –he ahí los límites de ese fetichismo de la tecnología que ve relaciones entre cosas, donde hay relaciones entre grupos, personas y clases sociales-. Finalmente, lo que está en curso no es solamente una nueva matriz energética o una ‘transición energética’, sino un reacomodo en las relaciones sociales y de poder por intermedio de la tecnología. (Porto-Gonçalves, 2008: 110).

Hay por un lado un claro dominio de sectores capitalizados, locales y extra-territoriales, que ejercen el poder de producción, el uso de la tierra a grandes escalas, el acceso a créditos públicos, mientras que al mismo tiempo, hay un constatado deterioro de las condiciones de vida de las poblaciones locales y un profundo desplazamiento de las poblaciones rurales a pueblos de la región y a grandes centros urbanos de la provincia y el país.6 La dominación de un sistema productivo impone y/o participa en la imposición de las leyes y normas sociales de cada región y en legislaciones globales. En ese proceso hay efectos directos e indirectos sobre las poblaciones y sobre los sectores dominados, excluidos y desplazados que va más allá de la sola expulsión de sus tierras.

Se trata de transformaciones destructivas, de procesos de desterritorialización y reterritorialización donde las solapas que emergen como tamiz sobre el cual el capitalismo construye las dinámicas de esta etapa, opera generando múltiples formas de avasallamiento, de despojo y de dominación.

La violencia destructiva

Un interés renovado acerca de la violencia, ha generado desde las ciencias sociales un amplio conjunto de indagaciones que aborda formas de la violencia donde la particularidad consiste en sus dinámicas implícitas (Izaguirre, 1998) en los procesos de conformación de los tipos de relaciones sociales sobre los que opera. En esta etapa de los agronegocios, pretendemos poner en evidencia un tipo de violencia que opera en forma tradicional, como ofensa directa sobre poblaciones y sujetos concretos, sin que esto implique obviar que el centro neurálgico sobre el que este modelo se legitima opera a niveles celulares, traccionando sobre territorios concretos, esquemas de legitimidad global.

Lo que se observa en esta etapa, bajo forma directa de afección del modelo de los agronegocios sobre las poblaciones, se presenta bajo formas de contaminación integral de la vida, esparcimiento y diseminación de sustancias químicas que alteran la vida en su forma natural, generando múltiples afecciones sobre las personas y las otras formas de vida no humanas, a partir de fumigaciones aéreas y terrestres, que someten las poblaciones rurales, mediante envenenamiento directo, fumigando sobre casas y escuelas, sobre napas de agua, sobrelos alimentos y alterando la composición del aire que se respira.

Una serie de situaciones en diferentes puntos de la provincia, dan cuenta de que las afecciones sufridas por las poblaciones, están en un proceso incipiente de movilización, exacerbando evidencias de los mecanismos nocivos sobre los cuales está traccionando el modelo de los agronegocios:

En las localidades de Las Palmas y La Leonesa, las empresas SAN CARLOS, CANCHA LARGA y PUERTO LAS PALMAS7, producen actualmente más de 4 mil hectáreas de arroz. Su actual dimensión fue alcanzada en el 2008 cuando estas tres empresas conectadas adquirieron campos linderos a las cuencas del Rio Paraguay, direccionando mediante canales artificiales agua hacia adentro de los campos de arroz. En este mismo periodo una serie de denuncias empiezan a evidenciar las consecuencias sobre la salud de la población que este tipo de producción genera sobre los barrios cercanos. Las denuncias hacen referencia a la aparición de enfermedades desconocidas hasta el momento como abortos provocados naturalmente, malformaciones en recién nacidos, alergias en vía respiratoria, erupciones en la piel y diversas tipologías de cánceres, entre otras, que en muchos de los casos le han llevado a la muerte y la sospecha que las causas de dichas enfermedades es consecuencia del insuficiente control de las fumigaciones aéreas con productos contaminantes que llevan a cabo empresas arroceras en los campos linderos con el barrio La Ralera de la localidad de La leonesa.8

Por otra parte, en las zonas de Campo Medina y Campo Nuevo, donde viven poblaciones indígenas, se han venido presentado diversos reclamos y denuncias sobre las consecuencias que tienen sobre sus producciones familiares y sobre la salud de sus familias, las fumigaciones que realizan la empresa UNITEC AGRO y DON PANOS que posee 42 mil hectáreas y que produce fundamentalmente soja, bajo un sistema artificial de irrigación, que ha encausando el Rio Bermejo hacia sus campos. Las denuncias redundan en la destrucción de la producción a escala familiar que realizan las familias por la contaminación que se desprende de las fumigaciones en los campos linderos de la empresa, también por síntomas sobre la salud que evidencian a partir de los periodos de fumigación.9

Además, van en aumento los reclamos y denuncias de escuelas rurales acerca de avionetas y mosquitos que fumigan por sobre los techos, sobre los patios y canchas de futbol. En la Escuela EFA 192 de la Montenegrina, a 50 kilómetros de Roque Sáenz Peña, el pozo de agua del que toman alumnos, docentes y la población en general, contiene niveles de nitritos que superan en 4 veces los máximos permitidos.10

A su vez, en AviaTerai, da testimonio de esta situación, una familia que lleva una lucha desde hace algunos años por la salud de una de sus hijas que ha sido víctima de la producción de una enfermedad cancerígena derivada de la contaminación con agroquímicos. Esta familia de extrema precariedad tiene su casa a metros de una empresa de aplicación aérea de agroquímicos, por lo que en temporada de fumigación, el primer sonido al despertar es el de la avioneta que sale serpentea en la pista con el tanque lleno de sustancias para luego regresar con el vuelo más ligero por el esparcimiento de lo que llevaba sobre alguno de los infinitos campos de soja que definen hoy la región.11

Si bien, la violencia es un operante necesario en las dinámicas sociales donde domina el capitalismo (Roze, 2016) y no se reduce a solo formas físicas de afección, porque como hemos intentado demostrar, está instalada en la matriz de acumulación del capitalismo neoliberal, naturalizada su participación en los cambios sobre los modelos productivos como en la conservación de los mismos, en estos casos, aquí brevemente expuesto, la violencia se presenta bajo formas de contaminación, como un mecanismo, instrumento de ataque directo sobre poblaciones, sobre comunidades, sobre formas de vida marginales al capitalismo. Es esta violencia, que aún por su notable dramatismo, pareciera suavizarse cada vez más, convirtiéndose en problemas entre privados. Es por ello que nuestro objetivo con este trabajo, consiste en dejar claramente expuesto que la violencia que está actualmente sosteniendo y ampliando el modelo productivo, consiste en una lógica compartida, en un consenso tácito donde prima el derecho privado de ampliar la producción.

Bibliografía

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Notas

1 El trabajo aquí presente forma parte de las preocupaciones y líneas de investigación del Espacio Interdisciplinario de investigación sobre conflicto y Territorio (EIICyT).
4 Marx El capital tomo i volumen 3 siglo xxi
5 Información extraída del sitio oficial del Ministerio de Agroindustrias: http://www.siia.gov.ar/_apps/siia/estimaciones/estima2.php
6 Desplazados. Publicado en Diario Página/12 el 20/07/2008.
7 http://www.diarionorte.com/article/118838/relevan‐necesidades‐de‐infraestructura‐logistica‐que‐se‐incluiran‐en‐un‐ documento
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