Artículos

La doctrina de san Juan de la Cruz sobre los fenómenos extraordinarios: en torno a la necesidad de rechazar las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento

The Doctrine of St. John of the Cross on Extraordinary Phenomena.On the Need to Reject the Supernatural Apprehensions of the Understanding

Lucero González Suárez *
Universidad Intercontinental, México
Universidad Iberoamericana, México

La doctrina de san Juan de la Cruz sobre los fenómenos extraordinarios: en torno a la necesidad de rechazar las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento

Revista Iberoamericana de Teología, vol. XIII, núm. 26, pp. 11-39, 2018

Universidad Iberoamericana, Ciudad de México

Resumen: Esta es una meditación fenomenológica sobre las aprehensio- nes sobrenaturales del entendimiento, cuya descripción presenta San Juan de la Cruz (sjc) en la Subida del Monte Carmelo. Su propósito es mostrar la actualidad perenne de la doctrina sanjuanista, en torno a la necesidad de rechazar los “fenómenos extraordinarios” para no impedir la infusión de la fe teologal. La aportación de este artículo consiste en poner de relieve que para el santo los fenómenos extraordinarios son experiencias sobrenaturales de orden secundario y contingente, que no constituyen la esencia de la mística cristiana. De donde se sigue que el misticismo sanjuanista es un ethos, que se define por el ejercicio del amor-ágape; no un estado alterado de conciencia, que conduce a la concentración egoísta.

Palabras clave: aprehensiones sobrenaturales, entendimiento, SanJuan de la Cruz, Noche Oscura, fenomenología.

Abstract: This is a phenomenological meditation on the supernatural apprehensions of the understanding, whose description presents St. John of the Cross (sjc) on the Ascent of Mount Carmel. Its purpose is to show the perennial relevance of the San juanist doctrine, about the need to reject the “extraordinary phenomena” so as not to prevent the infusion of the theological faith. The contribution of this article is to emphasize that, for the mystic poet, extraordinary phenomena are supernatural experiences of secondary and contingent order, which do not constitute the essence of Christian mysticism.

Keywords: supernatural apprehensions, understanding, St John of the Cross, Dark Night, phenomenology.

A las víctimas del terremoto del 19 de septiembre del 2017, con la esperanza que la adecuada comprensión de la mística,nos haga cultivar la fraternidad.

Introducción

San Juan de la Cruz (sjc) no es filósofo. Para señalar la imposibilidad de que, en virtud de su propio dinamismo, el entendimiento pueda realizar operaciones proporcionadas al ser sobrenatural de Dios, no propone una antropología, una metafísica, ni una teoría del conocimiento novedosas; retoma la teoría escolástica de la abstracción, en conformidad con la cual, los sentidos son las ventanas del alma.

Que el hombre sea un ente dotado de sensibilidad significa que existe como habitante de un mundo histórico específico, en cuyo seno le hacen frente las cosas, los otros y lo totalmente Otro. Ese contacto inmediato con lo que se muestra es el origen de toda comprensión. Lo cual da a entender sjc al usar el aparato conceptual de la escolástica y decir que el alma, tras ser infundida por Dios en el cuerpo, es semejantea una tabla donde nada está escrito. Dicho en términos fenomenológicos, sólo a través de los sentidos exteriores se le comunica alguna noticia de cuanto le sale al encuentro haciendo donación de su esencia.

Los sentidos exteriores posibilitan el conocimiento del ser natural por excelencia: el individuo. A través de la percepción, el hombre aprehende el aspecto externo de las entidades (su eîdos). Por cuanto los sentidos exteriores representan las imágenes y especies de sus objetos a los sentidos interiores (imaginativa y fantasía), estos constituyen el grado más originario y básico del conocimiento natural.

Al precisar la relación entre el conocimiento natural y sobrenatural de Dios, sjc aclara que se denominan naturales tanto a las noticias que proceden de los sentidos corporales como a aquellas que el entendi- miento forja. Mientras que se llaman “sobrenaturales” a las noticias que se infunden en el entendimiento. Estas últimas se dividen en corporales y espirituales. Las noticias sobrenaturales corporales son de dos tipos: unas se reciben a través de los sentidos corporales exteriores; otras, proceden de los sentidos corporales interiores. A las noticias sobrenaturales espirituales pertenecen algunas que son distintas y particulares (visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos espirituales), así como la noticia oscura y general de la fe teologal.

Esta es una meditación filosófica sobre las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento, cuya descripción presenta sjc en la Subida del Monte Carmelo, al describir la experiencia de Dios correspondiente a la entrada simultánea en la Noche Pasiva del Sentido y la Noche Activa del Entendimiento. Su propósito es mostrar la actualidad perenne de la doctrina sanjuanista en torno a los, así llamados por los estudiosos contemporáneos de la mística,“fenómenos extraordinarios”. Misma que se puede enunciar al decir que, con excepción de la noticia confusa y oscura de la fe infusa, ninguna de las noticias sobrenaturales corporales ni espirituales son medio proporcionado para el conocimiento sobrenatural de Dios.

En las páginas que siguen analizaré los rasgos esenciales de las noticias sobrenaturales corporales, procedentes de los sentidos exteriores e interiores, así como las aprehensiones sobrenaturales espirituales y distintas del entendimiento (visiones, revelaciones y locuciones). Posteriormente, reflexionaré sobre los daños provocados por el apetito de las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento. Por último, a propósito de la relación entre misticismo y éxtasis, presentaré algunas ideas encaminadas a mostrar que el misticismo es un ethos; no un estado alterado de conciencia.

El método aplicado para el análisis de la doctrina sanjuanista sobre las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento es una fenomenología hermenéutica de la mística –cuyas directrices metodológicas he presentado en un artículo titulado “Aportaciones para una fenomenología hermenéutica de la mística”, publicado en el 2013 en la revista Estudios de Filosofía–, cuyas raíces se remontan a una doble fuente: 1. La ontología fenomenológica de Heidegger, expuesta principalmente en El ser y el tiempo; 2. Las aportaciones de la fenomenología de la religión, cuyo máximo exponente es Juan Martín Velasco.

La contribución de este artículo es poner de relieve que para sjc los fenómenos extraordinarios son experiencias sobrenaturales de orden secundario y contingente que no constituyen la esencia de la mística cristiana. Lo cual permite comprender que el fin sobrenatural del hombre no es gozar de tales experiencias sino conformar su existencia a la de Cristo, al imitar la pobreza, el desprendimiento, la apertura y el compromiso con el otro. Es decir, que el misticismo no consiste en una concentración egoísta en el recuerdo ni el examen de las aprehensiones sobrenaturales que suelen infundirse en el entendimiento; sino en el ejercicio del amor-ágape, que supone un olvido de sí. De donde se infiere que el místico no es un hombre aislado de la comunidad, sino una presencia transformadora que irradia la presencia divina que mora en su interior, en cada uno de sus actos y palabras.

1. Las noticias sobrenaturales corporales, procedentes de los sentidos exteriores

Las noticias sobrenaturales que pueden caer en el entendimiento son de dos tipos. Las primeras provienen de los sentidos exteriores y son elorigen de diversas representaciones. A los aprovechados, que ya han atravesado las purgaciones de la Noche Activa del Sentido y comienzan a padecer las de la Noche Pasiva del Sentido y la Noche Activa del Espíritu,

Acerca de la vista se les suele presentar figuras y personajes de la otra vida, de algunos santos y figuras de ángeles […] oír algunas palabras extraordinarias, ahora dichas por estas figuras que ve, ahora sin ver quién las dice. En el olfato sienten a veces olores suavísimos sensi- blemente […] en el gusto acaece sentir muy suave sabor, y en el tacto gran deleite, y a veces tanto que parece que todas las médulas y huesos gozan y florecen y se bañan en deleite.1

Por cuanto el santo no considera que deba concederse importancia a tales aprehensiones, no abunda en ejemplos. No obstante, la fenomenología ha hecho aportaciones para la comprensión de la condición encarnada del hombre, que pueden arrojar luz sobre estas noticias sobrenaturales. En tal sentido, Marcel ha mostrado que el cuerpo no es algo que se tiene sino algo que se es. No “tengo cuerpo”; “yo soy mi cuerpo”. De mi cuerpo, “no puedo decir ni que es yo, ni que no es yo, ni que es para mí (objeto). De entrada, la oposición entre sujeto y objeto se halla trascendida”.2 El cuerpo es “mi manera de ser en el mundo”;3 la condición de posibilidad de que pueda habitar el mundo, rodeado por las cosas y en compañía de los otros.

El cuerpo propio, al ser la mediación absoluta entre el hombre y lo sentido, constituye el núcleo existencial al que se remite la totalidad de las experiencias. Por cuanto el propio cuerpo es la condición de posibilidad de sentir –diría yo, que tanto natural como sobrenaturalmente–, es “un inmediato no mediatizable que está en la raíz misma de la existencia”.4 No puedo tomar distancia de la corporalidad que soy para sentirla; sólo accedo a ella de forma indirecta: al tocar y ser tocado no sólo entro en contacto con algo o alguien (lo otro o lo totalmente Otro); además, me relaciono de forma indirecta conmigo misma. Como observa E. Lledó,“El sentir que sentimos ha sido quizá, el primer paso con el que el ser humano empezó a tomar conciencia de sí mismo y de su lugar en el mundo. Los sentidos que abren nuestro cuerpo han sido paradójicamente, el principio de nuestra reflexión”.5

No obstante, la importancia de los sentidos para el conocimiento natural, sjc declara que ninguna noticia que pueda caer en el entendimiento –cuyo origen se remonta a los sentidos exteriores– puede servir de medio próximo para la divina unión, toda vez que no hay proporción ni semejanza entre Dios y las noticias naturales del entendimiento.

Empero, como podría caber la duda de si es válido servirse de las noticias sobrenaturales corporales para conocer y amar a Dios como Él mismo se conoce y se ama, sjc explica que el ser sobrenatural de Dios no puede reducirse a ninguna aprehensión sobrenatural corporal. Por tanto, es equivocado hacer al sentido juez de la espiritualidad.

2. Las noticias sobrenaturales que provienen de los sentidos interiores

En conformidad con la antropología sanjuanista, el ser del hombre está integrado por tres estructuras: 1. El cuerpo, con sus sentidos exteriores e interiores y sus potencias sensitivas; 2. El espíritu, que abarca el entendimiento, la voluntad y la memoria; 3. El centro del alma, donde habita la presencia escondida de Dios. Con relación al cuerpo, se ha dicho ya que las noticias sobrenaturales de los sentidos exteriores no sirven de medio adecuado para el conocimiento de Dios.Toca ahora preguntarse si las aprehensiones sobrenaturales de los sentidos interiores también deben ser rechazadas.

Los sentidos interiores son la imaginativa y la fantasía. La imaginativa preserva las noticias que proceden de los sentidos externos y las presenta a la fantasía; esta última compone las imágenes y las presenta al entendimiento. Mientras que la labor de la primera es pasiva, la de la segunda es creativa.

Entre los sentidos interiores hay una relación de dependencia: “el uno discurre imaginando, y el otro forma la imaginación o lo imagina fantaseando”.6 La distinción puntual entre imaginación y fantasía es relevante para la antropología filosófica y la teoría del conocimiento. Pero para el propósito de sjc, da lo mismo tratar de un sentido interior que de otro porque sus funciones son correlativas.

El santo distingue entre las noticias imaginarias naturales y sobrenaturales. Las primeras son producidas por los sentidos internos. Respecto de ellas, el santo insiste en que ninguna criatura tiene proporción con el ser sobrenatural de Dios. Por tanto, nada de lo que el hombre pueda imaginar a semejanza de las criaturas puede servir de medio próximo para la unión.

Las noticias imaginarias naturales son la condición de posibilidad de la meditación.

Mediante el uso de materia discursiva (como puede ser un pasaje de la Biblia, la naturaleza, actos concretos de adoración […] el entendimiento recibe un mayor conocimiento de Dios, y la voluntad se siente movida a amarle más. Sirviéndose de algunos de esos consuelos sensibles, el Señor conduce a la memoria […] de sus intereses habituales hacia una orientación más espiritual.7

No obstante, las ventajas de su ejercicio para los principiantes, la meditación es sólo un medio remoto para la unión con Dios. Al presentarse las tres señales de que el hombre ha comenzado a recibir la contemplación, es necesario dejar a un lado el esfuerzo por meditar, a fin de no impedir la infusión del acto y el hábito de la Sabiduría divina.

Por su parte, las noticias imaginarias sobrenaturales son aquellas que se representan de manera pasiva en la imaginación. En las Sagradas Escrituras

se encuentran múltiples testimonios de imágenes recibidas de manera sobrenatural. Un ejemplo de aprehensión imaginaria sobrenatural es la visión del profeta Isaías, que él mismo relata al decir:“vi al Señor senta- do en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban. Uno a otro se gritaban: «Santo, santo, santo,Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria»” (Is 6, 1-3).

La imaginación, tanto en su operacón natural como en su actividad sobrenatural, ofrece a Dios debajo de algunas maneras y modos limitados. Pero Dios carece de modos. Eso no significa que el Dios de sjc es una divinidad abismática que se confunde con la Nada. Lo que sucede es que el ser sobrenatural de Dios está por encima de lo que el entendimiento puede conocer por sí solo (aquello que corresponde al orden de las categorías y de los existenciarios); la voluntad puede gustar y la imaginación puede aprehender, con el auxilio de los sentidos o sin él.

Aun cuando proceden de Dios, las aprehensiones sobrenaturales de la imaginación infunden en el hombre inteligencia y amor imperfectos. La razón por la cual deben ser rechazadas es que “ninguna semejanza ni proporción tienen con el término a que encaminan, que es Dios”.8 Toda vez que “Dios no cae debajo de imagen ni forma […] tampoco el alma, para caer en Dios, ha de caer debajo de forma e inteligencia distinta”.9El único conocimiento proporcionado al ser sobrenatural de Dios es lafe teologal infusa.

En virtud de la eficacia de las aprehensiones sobrenaturales de la imaginación, no es necesario que el hombre dé su consentimiento para que hagan su efecto. Si quien recibe tales mercedes las atesora, se expone a que le nazcan nuevos asimientos. Con lo cual se aparta de la pobreza espiritual y pierde el camino para llegar al Todo.

3. Las aprehensiones sobrenaturales espirituales y distintas del entendimiento

Con el fin de ofrecer doctrina provechosa sobre el modo en que el espiritual se ha de haber ante tales fenómenos, tras pronunciarse sobre el valor de las noticias sobrenaturales corporales, sjc trata de las cuatro noticias espirituales y distintas que de manera sobrenatural recibe el entendimiento. A saber: visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos espirituales.

Las visiones, que consisten en cierta recepción de algo nuevo para el entendimiento, que sobrenatural y pasivamente se le infunden, son de dos tipos. Las primeras versan sobre “las cosas materiales que hay en el cielo y la tierra, las cuales pueden ver el alma mediante cierta lumbre sobrenatural derivada de Dios”.10El ejemplo al que sjc remite es la visión espiritual de San Benito, en la cual “apareció ante sus ojos el mundo en- tero, como recogido en un rayo de sol […] al decir que el mundo quedó recogido ante sus ojos, no quiero decir que el cielo y la tierra redujeran su tamaño, sino que, dilatado y arrebatado en Dios el espíritu del vidente, pudo ver sin dificultad todo lo que estaba por debajo de Dios”.11

El segundo tipo de aprehensiones sobrenaturales intelectuales y espirituales son acerca de sustancias incorpóreas. Se distinguen de las anteriores porque no se pueden ver mediante dicha lumbre sobrenatural, sino sólo con la lumbre de gloria, que permite al hombre acceder a la visión clara de Dios.Tales visiones no son “de esta vida, sino fuese alguna vez por vía de paso, y esto, dispensando Dios o salvando la condición y vida natural abstrayendo totalmente al espíritu de ella y que con su favor se suplan las veces naturales del alma acerca del cuerpo”.12 El caso más conocido es la experiencia que San Pablo relata al decir: “Sé de un hombre en Cristo, el cual hace catorce años –si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe– fue arrebatado hasta el tercer cielo” (2 Co 12, 2).

La poca frecuencia de tales visiones obedece a la desemejanza entre la naturaleza del hombre y el ser sobrenatural del Dios. De suyo, el ser finito no tiene capacidad para soportar la visión clara del ser eterno. En virtud de su realidad excesiva,13 el hombre no puede ver a Dios sin ser aniquilado. Es por ello que, en diálogo con Moisés,Yahvé le dice que ningún hombre lo verá y seguirá vivo.

El segundo tipo de aprehensiones sobrenaturales espirituales distintas son las revelaciones. Éstas pertenecen al espíritu de profecía y consisten en el descubrimiento de alguna verdad oculta o la manifestación de algún misterio. Al descubrimiento de una verdad oculta, tanto acerca de lo temporal como del orden espiritual, sjc le llama “inteligencia de verdades desnudas”. Para distinguirlas de las visiones espirituales por vía sobrenatural, el santo dice que aquellas no consisten en una visión intelectual de las cosas corporales; sino en el entendimiento y la comprensión de ciertas verdades respecto de Dios o de las cosas presentes, pasadas y futuras.

La inteligencia de verdades desnudas consiste en “cierto toque que se hace al alma en la Divinidad, y así el mismo Dios es el que allí es sentido y gustado”.14 El goce del que se habla involucra al hombre como ser encarnado. No se trata de una experiencia intelectual, sino de un contacto íntimo con lo divino. Experiencia que sólo se otorga a quien ha llegado al matrimonio espiritual.

Las verdades desnudas que de forma sobrenatural se infunden en el entendimiento versan tanto acerca del Creador como de las criaturas. Además de diferir en cuanto a la materia de la que tratan, se distinguen entre sí por el gozo que provocan. Las primeras consisten en el conocimiento sabroso de Dios: en una ciencia de los misterios divinos que va acompañada de un deleite inefable. El mayor de los provechos derivados de tales experiencias consiste en que “basta una de ellas para quitar al alma de una vez todas las imperfecciones que ella no había podido quitar en toda la vida”.15Las verdades desnudas acerca de las criaturas versan sobre las verdades naturales y humanas. El pasaje de las Sagrada Escrituras que sjc utiliza para ejemplificar las verdades naturales es Sab 7, 17-21, donde el Sabio dice: “Diome Dios ciencia verdadera de las cosas que son: que sepa la disposición de la redondez de las tierras y las virtudes de los elementos; el principio y fin y mediación de los tiempos”.16Por lo que toca al conocimiento de las acciones y condición humanas, quienes “tienen el espíritu purgado con mucha facilidad naturalmente pueden conocer […] lo que hay en el corazón o espíritu interior, y las inclinaciones y talentos de las personas; y esto por indicios exteriores”.17

Las revelaciones que consisten en el descubrimiento de misterios y secretos ocultos –que son las que por lo general reciben tal nombre– son de dos tipos. Las primeras se refieren al misterio de la Santísima Trinidad. Las segundas aluden a la manifestación de la esencia de Dios a través de sus obras. En estas últimas se incluyen los mensajes de los profetas, las verdades “acerca del universo en general, como también en particular acerca de reinos, provincias y estados y familias y personas particulares”.18

En las revelaciones acerca de las obras divinas se incluyen los artículos de la fe. Se entiende por tales aquellas proposiciones teológicas cuya verdad no puede ser demostrada. A causa de la infinita distancia que separa al ser sobrenatural de Dios de la condición humana, el único camino para el conocimiento proporcionado de dichas verdades es la revelación. Ejemplos de verdades reveladas que se consideran artículos de la fe son el misterio de la Santísima Trinidad, la Encarnación y la resurrección.

Lo anterior implica que:“La existencia de Dios y otras verdades de Él pueden ser conocidas por la sola razón natural, tal como dice el Apóstol en Rom 1, 19 [y] no son artículos de fe, sino preámbulos a tales artículos”.19 Al conocimiento de Dios como causa eficiente, se puede llegar a partir de la consideración de las criaturas. Mas el conocimiento de la esencia divina presupone la revelación. No hay vía que permita a la razón inferir la esencia del Dios Crucificado y Resucitado.

En ocasiones, Dios descubre la verdad contenida en los artículos de la fe a ciertos hombres. Pero más que revelación, tal experiencia debe ser considerada una iluminación. Los textos sagrados de las diversas tradiciones religiosas son palabra originaria de origen divino. Quien pone por escrito una revelación no es el productor de ésta, sino su portavoz. Quien sólo ha escuchado hablar del contenido de la revelación, pero no ha participado de la experiencia que le dio origen, tiene un conocimiento imperfecto de ella. Por el contrario, el hombre que, como Job, accede al encuentro con la presencia elusiva de Dios, ve por sí mismo lo que antes sólo había oído.Tal experiencia no constituye una nueva revelación sino el conocimiento existencial de lo que ya se había manifestado.

Acerca de las revelaciones sobre los asuntos humanos, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento muestran que “La revelación del amor de Dios no se realiza por medio del conjunto de simples enseñanzas, sino mediante el cumplimiento de un acontecimiento que constituye toda una verdadera historia sagrada. En los libros sagrados se nos da originalmente el testimonio de un amor, no simplemente la teología del amor”.20 El conocimiento de Dios no proviene de la especulación racional. Los hombres comprenden de manera gradual quién es Dios, através de su manifestación en la historia.

Las revelaciones hechas a los profetas se refieren a las promesas y mensajes de Dios sobre aquello que los hombres debían hacer. Una de las enseñanzas más bellas acerca de cuál era el ethos que el pueblo de Israel estaba llamado a adoptar está contenida en el libro del profeta Oseas. Para enseñar al pueblo elegido que su amor no era como el de los hombres, Dios le dijo al profeta:“cásate con una de esas mujeres que se entregan a la prostitución sagrada y ten hijos de esa prostituta. Porque el país se está prostituyendo al apartarse de Yahvé” (Os 1, 2). Oseas tomó por esposa a Gomer y formó con ella una familia. Pero el matrimonio no frenó la lascivia de aquélla. Dolido por la prostitución de su esposa, Oseas condena los actos de ésta. Pero Dios le pide: “Vuelve a querer de nuevo a esa mujer adúltera que hace el amor con otros” (Os 3, 1). Oseas paga el rescate de Gomer y la recupera. Mas no para hacer justicia al castigarla, sino para enamorarla. A través del testimonio de Oseas, Dios enseña al pueblo de Israel, que, a pesar de sus prostituciones, lo ama de forma incondicional.

El tercer género de aprehensiones sobrenaturales distintas, que acaecen en el entendimiento sin la intervención de algún sentido corporal, son las locuciones. Las cuales son de tres tipos: palabras sucesivas, formales y sustanciales. Las primeras, que tienen por rasgos esenciales ser distintas y formales, son recibidas por el hombre de parte de una “tercera persona”. Por lo general, acaecen cuando el hombre está recogido en la consideración de alguna cuestión. El fenómeno consiste en que “en aquella misma materia que piensa, él mismo va discurriendo de uno en otro y formando palabras y razones muy a propósito con tanta facilidad y distinción, y tales cosas no sabidas de él va razonando y descubriendo acerca de aquello, que le parece que no es él el que hace aquello, sino que otra persona interiormente lo va razonando”.21

Las palabras sucesivas son causadas de forma pasiva por la influencia del Espíritu Santo. Se da un desdoblamiento en quien recibe dichas palabras: el mismo que se pregunta, se responde. La facilidad que entonces tiene el espiritual para comprender aquello en cuya consideración se ocupa, es efecto de la intervención del Espíritu Santo, que le ayuda a formar razones verdaderas.

Al recibir las palabras sucesivas,

el entendimiento está recogido y unido con la verdad de aquello que piensa, y el Espíritu Divino también está unido con él en aquella verdad, como lo está siempre en toda verdad, de aquí es que, comunicando el entendimiento en esta manera con el Espíritu Divino mediante aquella verdad, juntamente las demás verdades que son acerca de aquella que pensaba, abriéndole puerta y yéndole dando luz el Espíritu santo enseñador.22

Para comprender las palabras del santo, lo primero a considerar es que el Espíritu Santo es la relación subsistente de amor que vincula al Padre con el Hijo. Lo que el Espíritu Santo le comunica al hombre es la verdad sobre aquello que ocupa su pensamiento. El Espíritu Santo es Maestro que, al ilustrar el entendimiento, permite la formación de los conceptos relativos a lo conocido.23

Podría pensarse que no hay motivo para desconfiar de las palabras sucesivas. Pero aun cuando no puede haber engaño en la ilustración sobrenatural del entendimiento, sí puede haberlo en los conceptos que el entendimiento forja a partir de tal experiencia. En sí misma, la noticia sobrenatural que constituye el sentido de las palabras sucesivas es verdadera; pero es el hombre quien, desde su finitud e historicidad, lo interpreta. Situación a la cual se refiere con ironía sjc al sostener que en su época “cualquier alma de por ahí con cuatro maravedís de consideración, si siente algunas locuciones de éstas en algún recogimiento, luego lo bautizan por de Dios, y suponen que es así, diciendo: «Díjome Dios»,«respondióme Dios»”.24

El segundo tipo de locuciones son las palabras formales, que son recibidas por parte de una “tercera persona”. La principal diferencia entre las palabras formales y las sucesivas es que no son acerca de algo que se estuviera considerando, por lo cual acaecen tanto en recogimiento como fuera de éste. Cuando dichas locuciones proceden de Dios, asumen la forma de un mandato que le indica al hombre cómo actuar.

Las palabras formales son frecuentes entre los místicos. La vida de santa Teresa “estuvo gobernada por voces. Éstas guiaron gran parte de su carrera activa de fundadora […] a menudo se interferían en sus planes, iban en contra de su juicio personal, prohibían una fundación en la que estaba empeñada o le ordenaban otra que parecía imprudente o imposible”.25 Su acaecer, cuando se refieren a acciones que pueden propiciar la excelencia, va acompañado de cierta repugnancia. Se sobreentiende que el propósito de esto es salvaguardar la humildad del espiritual.

En tercer lugar, se encuentran las palabras sustanciales, que se le ofrecen formalmente al hombre, en recogimiento o fuera de éste, cuyo rasgo esencial es que causan aquello que significan. Uno de los ejemplos que sjc pone es que “si, temiendo mucho, le dijese: «No temas», luego sentiría gran fortaleza y tranquilidad. Porque lo dicho de Dios y su palabra, como dice el Sabio (Ecli. 8, 4), es llena de potestad; y así hace sustancialmente en el alma aquello que le dice”.26

Por cuanto son obradas por Dios, las palabras sucesivas participan de su poder creador. Los evangelios dan testimonio del poder de la palabra de Jesús, que sana a los enfermos. Sanación que no se limita al cuerpo, sino que involucra al hombre como ser integral. Por lo cual, al comentar el capítulo 5 del Evangelio según San Juan, Santo Tomás de Aquino dice que cuando Jesús le ordena al paralítico que se encontraba en la piscina de Bethesda que se levante y tome su camilla,

por el catre en el que el hombre descansa se significa el pecado […] Según Agustín, dos cosas eran deficientes en este enfermo, a saber, los preceptos de la doble caridad, y por eso manda dos cosas a la voluntad, que se perfecciona por la caridad, a saber, tomar el catre y caminar […] dice entonces en cuanto a lo primero “toma tu catre” como si dijera ‘cuando estás enfermo, tu prójimo te sostiene y pacientemente te contiene, enfermo, como en un catre […] en cuanto a lo segundo, dice “camina” acercándolo al Señor. Por ende en Salmos (83: 8) se dice “irán de virtud en virtud”.27

El último tipo de aprehensiones sobrenaturales espirituales distintas son los sentimientos espirituales. Los cuales son descritos por sjc como toques divinos por tratarse de “sensaciones espirituales deliciosas, impresas en la voluntad por una especie de contacto divino, y que van acompaña- das de viva luz en el entendimiento”.28El lugar propicio para su análisis es la purgación de la voluntad. No obstante, en el segundo libro de la Subida del Monte Carmelo, sjc se pronuncia sobre su importancia y efectos porque de ellos redunda en el entendimiento una cierta aprehensión. La cual consiste en un “subidísimo sentir de Dios y sabrosísimo en el entendimiento”.29

Los sentimientos espirituales son concedidos por Dios de forma gratuita,“a quien quiere y por lo que él quiere”.30 Ni siquiera hace falta que aquel a quien se le conceden, al momento de recibirlos, se halle practicando algún ejercicio espiritual. Tales aprehensiones son de dos tipos: algunos se dan en el afecto de la voluntad; otros, obran su efecto en la sustancia del alma. Se reconoce como sentimientos espirituales a “la inteligencia de suave olor espiritual, y deleite espiritual que el alma puede gustar sobrenaturalmente”.31 Un hermoso testimonio de ellos es lo dicho por San Agustín de Hipona:

Amo una fragancia, un cierto manjar y un cierto deleite, cuando amo a mi Dios que es la luz, melodía, fragancia, alimento y deleite de mi alma. Resplandece entonces en mi alma una luz que no ocupa lugar; se percibe un sonido que no lo arrebata el tiempo; se siente una fragancia que no la esparce el aire; se recibe gusto de un manjar que no se consume comiéndose; se posee estrechamente un bien tan delicioso, que, por más que se goce y se sacie el deseo, nunca puede dejarse por fastidio.32

4. Los daños provocados por el apetito de las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento

Si el espiritual no debe querer admitir las noticias sobrenaturales corporales que proceden de los sentidos externos, es porque de ello se siguen seis inconvenientes. El primero es que el sentido es ignorante de lo que ocurre en el espíritu. Por lo que mucho se equivoca quien tiene en gran consideración las noticias sobrenaturales corporales, procedentes de los sentidos exteriores y las toma como claros indicios de que está cerca de alcanzar la unión mística.

Asimismo, las noticias sobrenaturales corporales que el hombre recibe a través de los sentidos externos propician la vanidad.Ya que, por ser “tan palpables y materiales, mueven mucho al sentido, y parécele al juicio del alma que es más por ser más sensible, y vase tras ello, desamparando a la fe, pensando que es la unión de Dios; y pierde más el camino cuanto más caso hace de tales cosas”.33

La segunda razón por la cual conviene rechazar las noticias sobrenaturales corporales es que cuando éstas no son negadas, la voluntad se detiene en ellas y se olvida del ejercicio de las virtudes teologales. En la misma medida que el espiritual se centra en sí mismo para recrear y examinar dichas experiencias, se aparta de Dios.

En tercer lugar, a causa del asimiento a dichas noticias, aquel a quien acaecen piensa que ha progresado de manera considerable en el camino de perfección. Lo cual es contrario a la pobreza espiritual que se requie- re para llegar a la unión mística. Para alcanzar el conocimiento amoroso de Cristo es forzoso desnudarse de cuanto pueda embarazar el entendimiento. Pues al ir cargado con los regalos espirituales que Dios le hace, el espiritual no puede ascender por el camino estrecho y empinado que lleva a la cima del monte de perfección.

El cuarto riesgo derivado de consentir a las noticias sobrenaturales corporales es que, cuando el efecto de éstas pierde fuerza, el hombre concentra su interés en el aspecto sensual de aquellas. Entonces echa de menos lo vivido; ocupa su entendimiento con el examen de tales experiencias concomitantes a la experiencia mística, en olvido del Creador.

En quinto lugar, el asimiento a las aprehensiones sobrenaturales corporales provoca que los espirituales pierdan las mercedes que Dios les hace. Uno de los avisos espirituales del Montecillo dice a la letra:“Para venir a poseerlo todo, no quieras ser algo en nada”. El deseo de posesión y la recepción del don de la presencia divina se excluyen: sólo quien no desarrolla asimiento a la merced recibida, se beneficia con ella.

En sexto lugar, al querer admitir la recepción de las noticias sobrenaturales corporales procedentes de los sentidos exteriores, el hombre se expone a que el demonio lo engañe. Como guía espiritual, sjc sabe que, a partir de los efectos que ellas tienen, es posible identificar el origen de tales aprehensiones sobrenaturales. De hecho, explica que “las que son de parte del demonio, sin que el alma las quiera causan en ella alboroto o sequedad, o vanidad o presunción en el espíritu. Aunque éstas no son de tanta eficacia en el alma como las de Dios en el bien; porque las del demonio sólo pueden poner primeros movimientos en la voluntad y no moverla a más si ella no quiere”.34 No obstante, debido a la dificultad de identificar el origen de tales aprehensiones, lo mejor es rechazarlas.

La experiencia de Dios es eficaz y pasiva. Cuando tiene lugar la donación de alguna noticia sobrenatural corporal a través de los sentidos externos, mueve la voluntad a amar, al margen del consentimiento humano. Por lo cual dice sjc que sin la diligencia y habilidad del alma, “hace Dios el efecto que quiere con las tales cosas en ella, porque es cosa que se hace y obra pasivamente en el espíritu”.35

Por lo que respecta a las aprehensiones sobrenaturales corporales que surgen de la imaginación, sjc también aconseja rechazarlas. El argumento que ofrece es básicamente el mismo que presenta respecto de las noticias sobrenaturales corporales de los sentidos exteriores: por cuanto el ser sobrenatural de Dios no cae en el sentido, este último no tiene capacidad para conocer su esencia. Asimismo, para evitar los posibles ataques del demonio, conviene rechazar las aprehensiones corporales de la imaginación. Lo cual tiene su explicación en el hecho de que, según la teoría escolástica del conocimiento, toda noticia intelectual tiene su origen en los datos de los sentidos externos e internos.

Por su parte, las aprehensiones sobrenaturales espirituales son de dos tipos. Las primeras son distintas, y abarcan las visiones, revelaciones, locuciones y sentimientos espirituales. El segundo tipo es una noticia oscura y confusa, y corresponde a la fe infusa.

Las visiones intelectuales sobrenaturales “son percepciones sobrenaturales de un objeto naturalmente invisible para el hombre”.36 Tanto la “«visión intelectual» como la «palabra sustancial» […] es de una especie tan elusiva, espiritual e informe, que es difícil distinguirla del acto de pura contemplación en el que suele surgir”.37 El efecto provocado por la visión de sustancias corpóreas es “quietud, iluminación y alegría a manera de gloria, suavidad, limpieza y amor, humildad e inclinación o elevación del espíritu a Dios”.38 Empero, aún mayor ventura es la visión de sustancias incorpóreas, pues aun cuando en esta vida no se puede desnudar de forma clara con el entendimiento, el hombre las siente “en la sustancia del alma con suavísimos toques y juntas, lo cual pertenece a los sentidos espirituales”.39

La visión es concebida por el contemplativo “como un método de aprehensión imperfecto, oblicuo y poco digno de confianza”,40 porque puede ser causada por el demonio. En tal caso, el efecto de ellas es sequedad espiritual y estima de sí. Lo cual es contrario al conocimiento sobrenatural de Dios, gracias al cual se engendran en el hombre humildad y amor. En razón de la dificultad para determinar el origen de la visión sobrenatural, es preciso rechazarla. Lo cual no es impedimento para que haga su efecto, porque cuando tiene su origen en Dios es eficaz. De modo que, como sostiene Santa Teresa de Jesús en el Libro de la vida,“la hemos de mirar cuando el Señor la quiere representar, y cómo quiere, y lo que quiere; y no hay que quitar ni poner, ni modo para ello, aunque más hagamos, ni para verlo cuando queremos, ni para dejarlo de ver”.41

El segundo tipo de noticias sobrenaturales espirituales distintas son las revelaciones, de las que se pueden distinguir dos clases. Las primeras reciben el nombre de inteligencias de verdades desnudas; las segundas son las que de manera ordinaria se denominan revelaciones. Acerca de las inteligencias de verdades desnudas en el entendimiento, sjc señala que el demonio no puede imitar los efectos provocados por ellas al recurrir a algún engaño, porque no hay experiencia fruitiva que se les compare, en cuanto a su capacidad para encender en la voluntad el fuego del amor divino.

Al hablar de las inteligencias de verdades desnudas relativas al ser y a las acciones de los hombres, el poeta místico advierte sobre las inconvenientes de confiar en dicho conocimiento y aconseja renunciar a ellas. Debido al alto grado de certidumbre que les es propio, no es fácil evitar el apego a tales noticias. Pues en quienes prevalecen las tendencias del sentido, la noticia que se comunica con la infusión de las verdades desnudas queda impresa con fuerza en el entendimiento. Por lo cual, requieren de una oración intensa para no asirse a tales aprehensiones sobrenaturales.

Acerca de las revelaciones sobre los artículos de la fe, sjc sostiene que es necesario no consentir a ellas debido a que en ocasiones el origen de éstas no es Dios sino el demonio. Ante todo hay que rechazarlas si el contenido de las revelaciones difiere de las Sagradas Escrituras. En la encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección del Hijo, la revelación ha tenido lugar de forma plena, aunque no clara y distinta. Así que no hay más artículos “que revelar acerca de la sustancia de nuestra fe que los que ya están revelados a la Iglesia”.42 El hombre no ha de tomar por verdaderos los artículos de la fe con base en una “revelación personal”. En primer lugar, porque eso lo expone a desarrollar el vicio de la soberbia espiritual. En segundo, porque al consentir a tales fenómenos abre la puerta al demonio, que “para ir engañando e ingiriendo mentiras, primero ceba con verdades y cosas verosímiles para asegurar y luego ir engañando”.43

El tercer género de noticias sobrenaturales distintas son las locuciones. Mismas que, a su vez, se dividen en: palabras sucesivas, formales y sustanciales. Las primeras acaecen cuando el aprovechado está embebido en la consideración de alguna cuestión. De suerte que,“en aquella misma materia que piensa, él mismo va discurriendo de uno en otro y formando palabras y razones muy a propósito con tanta facilidad y distinción, que le parece que no es él el que hace aquello, sino que otra persona interiormente lo va razonando, o respondiendo, o enseñando”.44 La ilustración que entrañan las palabras sucesivas es noticia sobrenatural que se infunde en el hombre, sin que tenga lugar la actividad intelectual, cuando se halla en recogimiento. Las palabras sucesivas se dicen al entendimiento, en el sentido de que es allí donde se reciben; mas el origen de éstas no es el hombre sino el Espíritu Santo.

Según sjc, el Espíritu Santo está siempre unido a toda verdad. Al estar recogido en alguna consideración y hallarse asociado a la verdad de aquello que piensa, el entendimiento entra en comunión con el Espíritu Santo. Por tanto, conocer la verdad sobre el ser de las cosas es tanto como conocerlas en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es Maestro porque muestra al entendimiento la verdad. El hombre es el ser de la verdad; el único ente ontológico, toda vez que la existencia es apertura al acontecimiento histórico de la verdad. Pero no es el hombre quien produce la verdad. Respecto del Espíritu Santo, el entendimiento es mero instrumento. La verdad es un don que desciende de lo alto, y hace su morada en el hombre para convertirse en eco gracias a la palabra finita; al decir humano que no hace más que volver a decir la manifestación de la Palabra.

Podría pensarse que no hay motivo para desconfiar de las palabras sucesivas. Pero aun cuando no puede haber engaño en la ilustración sobrenatural del entendimiento, sí puede haberlo en los conceptos que el entendimiento forja a partir de tal experiencia. En sí misma, la noticia sobrenatural que constituye el sentido de las palabras sucesivas es verdadera; pero es el hombre quien, desde su finitud e historicidad, lo interpreta. A causa de la diferencia entre los planos natural y sobrenatural, no cabe esperar que el entendimiento interprete con plenitud el sentido de las noticias sobrenaturales, en general; ni de las palabras sucesivas, de forma específica.

El Espíritu Santo es el origen de la verdad; el entendimiento, lo es de la falsedad. La falsedad no está en la noticia sobrenatural que entrañan las palabras sucesivas, sino en los juicios que el entendimiento emite a partir de la comprensión finita de la primera. Dada la limitación del entendimiento, cuando éste se aplica a las verdades de las palabras sucesivas, no puede más que modificarlas y formar razones que luego atribuye a Dios. Aun si tienen un origen divino, el hombre debe privarse de las palabras sucesivas, debido a que el Espíritu Santo “alumbra el entendimiento al modo de su recogimiento”.45 Ahora bien, el mayor recogimiento es la fe. Así,“cuanto más pura y esmerada está el alma en fe, más tiene de caridad infusa de Dios; y cuanto más caridad tiene, tanto más la alumbra y comunica los dones del Espíritu Santo, porque la caridad es la causa y el medio por donde se les comunica”.46

Un principio fundamental de la teología mística sanjuanista es que sólo la virtud teologal de la fe es medio proporcionado para la unión con Dios. Ente la fe y la caridad infusas existe una estrecha relación. La fe es un don infuso que el hombre no puede producir, pero sí impedir. Siempre que el hombre coopera con su infusión gratuita merece una nueva y más intensa infusión del acto de la fe teologal. Gracias a la iluminación oscura de la fe, el hombre contempla el amor que Dios es. Mas contemplar no es ver desde lejos sino saberse implicado de forma creadora en lo visto. Ver el amor de Dios es ser visto por Dios. Mas el mirar de Dios es amar.A cada grado de desarrollo del hábito de la fe teologal corresponde un cierto grado de amor divino. Sólo la contemplación por fe de la esencia divina capacita al hombre para el ejercicio del amor-ágape.

Comparada con la ilustración sobrenatural de la fe, la infusión de las palabras sucesivas es una gracia menor. Mientras que la posesión del hábito de la fe oscura es propia de los perfectos, las palabras sucesivas se conceden a los aprovechados. Por cuanto estos últimos transitan por la segunda parte de la Noche Oscura, que consiste en la entrada simultánea en la Noche Pasiva del Sentido y la Noche Activa del Espíritu, no han superado la purgación pasiva del espíritu, durante la cual el amor-eros termina de transformarse en amor-ágape. De donde se sigue que aún no tienen el hábito del amor desnudo, sino que todavía buscan la presencia de Dios motivados por el goce que encuentran en los goces espirituales naturales y sobrenaturales.

Entre las palabras sucesivas y la noticia oscura de la fe hay gran diferencia. Por las primeras se le comunica al hombre “sabiduría de una, o dos o tres verdades, etcétera, y en la otra se le comunica toda la Sabiduría de Dios generalmente, que es el Hijo de Dios”.47 Ambas experiencias son de origen sobrenatural. No obstante, por las palabras sucesivas –siempre que no tergiverse su sentido al momento de emitir algún juicio sobre ellas–, el hombre sólo alcanzará la verdad sobre algún ámbito de la realidad. La virtud teologal de la fe es noticia confusa y oscura que no versa sobre lo que es; es comunicación sobrenatural de la Sabiduría.

Las palabras sucesivas pueden proceder del Espíritu Santo, del propio entendimiento o del demonio. Un signo de que es el Espíritu Santo quien comunica tales palabras al hombre es que “va amando y sintiendo amor con humildad y reverencia de Dios”.48 Cuando aquellas proceden del entendimiento, es posible que se suscite un movimiento natural que lleve al hombre a amar aquellas verdades, pero después que la meditación sobre éstas cesa queda seca la voluntad. Cuando es el demonio quien las infunde en el entendimiento, por lo general provocan la disminución del amor a Dios y el aumento de la vanidad. Lo cual sucede siempre que el hombre se concentra en dichos fenómenos y se olvida de ejercitarse en las virtudes sobrenaturales infusas teologales y morales. Pero ante la dificultad de discernir el origen de las palabras sucesivas, lo mejor es contentarse con “saber los misterios y verdades con la sencillez y verdad que nos propone la Iglesia”.49

De las palabras formales no cabe dudar si ha sido el entendimiento quien las produjo: es evidente que no es el caso. Sin embargo, el demonio sí puede producirlas. De ello es indicio que el hombre a quien se dirigen no siente repugnancia en intervenir en los asuntos de la comunidad. No hay que interpretar lo anterior como un indicio de que el místico es ajeno a la política. De lo que sjc habla no es la indiferencia del otro, que será siempre contraria al amor evangélico; sino de la actividad encaminada a la búsqueda de la excelencia.

En contraste con el espíritu griego,“El carácter no público y no político de la comunidad cristiana quedó primeramente definido en la exigencia de que formaran un corpus, un cuerpo cuyos miembros estuvieran relacionados entre sí como hermanos de una misma familiar”.50 En las comunidades cristianas son necesarias las normas encaminadas a impedir que la satisfacción de las necesidades nacidas de la corporalidad sean ocasión de la búsqueda de la excelencia, puesto que trae consigo la soberbia espiritual. No se trata de ignorar las necesidades de los otros, sino de obrar a semejanza de Jesús, quien no buscó la exaltación sino el rebajamiento.

De las palabras sustanciales dice sjc que “ni tiene el alma qué hacer (ni qué querer ni qué no querer, ni qué desechar, ni qué temer. No tiene qué hacer) en obrar lo que ellas dicen”.51 Ya que éstas no pueden ser producidas por el entendimiento ni por el demonio, no hay que temer. En todos los casos resultan provechosas para la unión mística.

En torno a los sentimientos espirituales, a fin de no impedir el provecho que de ellos se desprende, es necesario que el hombre no haga nada para propiciarlos ni tenga deseos de admitirlos. Lo único que cabe hacer es acogerlos de forma pasiva.

5. Misticismo y éxtasis

Desde una perspectiva fenomenológica, experiencia mística y fenómenos sobrenaturales no son sinónimos. El místico busca la unión/fusión con/ en la divinidad y, como consecuencia de ello, en ocasiones recibe ciertas aprehensiones sobrenaturales que dan cuenta de un estado alterado de conciencia; el extático busca, como un fin en sí mismo, la alteración de ésta. Desde la perspectiva psicológica, el éxtasis es la culminación del misticismo. Reducida al éxtasis, la experiencia mística es transitoria. En esta línea se sitúa la afirmación de W. James de que el estado místico puede durar desde instantes hasta horas, pero no es algo permanente. Idea a la cual se agrega la precisión de que, en algunos casos, el éxtasis místico sólo se goza una vez en toda la vida; mientras que en otros, puede repetirse.

Para James, el éxtasis que define al misticismo se origina a raíz de un estrechamiento de la conciencia del mundo exterior, compensado por un ensanchamiento de la conciencia del yo. La alteración de la conciencia se logra a través de la concentración en una sola idea. No importa que tal reducción de la conciencia del mundo exterior “sea debida a una ingesta alcohólica o a un largo trabajo ascético-místico, ya que los únicos puntos que pueden diferenciar psicológicamente unos éxtasis de otros es la idea en torno a la cual gira y se centra la mente desde el punto de vista afectivo”.52 A partir del análisis psicológico de la experiencia mística es imposible extraer elementos para la elaboración de una ontología de lo divino. Lo que le importa al psicólogo de la religión es el sujeto religioso; no el término de la experiencia místico-religiosa.

En continuidad con la psicología de la religión y de la mística, el punto de vista imperante entre los neurocientíficos es que:

fuera del ámbito religioso hoy no se acepta que el estado místico sea ningún proceso personal que permita una comunicación espiritual ni una vía sobrenatural directa con ningún dios. Es un fenómeno producido por el cerebro humano, que, sin duda, refiere a un estado diferente del que rige en la experiencia ordinaria, pero no –como indica Martín Velasco– («que permita la unión del fondo del sujeto con el todo, el universo. El absoluto, lo divino, Dios o el Espíritu»).53

Por el contrario, desde una perspectiva fenomenológica, los “fenómenos extraordinarios” son sucesos secundarios y accidentales de la experiencia de Dios. El místico se distingue del extático por su desprendimiento “en relación con todos los medios ascéticos y todas las actividades purificadoras y su relativización y radical superación de los estados de conciencia y los «beneficios» de carácter psicológico y afectivo que pueden reportar”.54 No toda práctica ascética es religiosa ni, mucho menos, mística. Lo que define al místico no es recibir aprehensiones sobrenaturales, sino su configuración con la esencia de lo divino, en el seno de cada una de las diversas tradiciones religiosas.

Es verdad que la mística no se puede separar de la ascética. Pero también lo es que para quien busca la unión/fusión con/en lo divino, las diversas prácticas de purificación tienen por fin disponer al hombre para que vacíe su entendimiento; para que alcance el desprendimiento de su voluntad y la regeneración de la memoria, y pueda entrar en contacto con lo divino. El hombre “no produce o proyecta esta Presencia […] se prepara para recibirla, lo que hace necesario que éste se disponga corporal, afectiva, anímica y mentalmente para ello. De ahí que la experiencia mística deba entenderse no tanto en su carácter de experiencia de éxtasis como en su condición de vía o camino”.55 La mística es un proceso; un camino de encuentro que recorre el homo viator para darle alcance al fin sobrenatural de la existencia. Nada hay más equivocado que confundir al misticismo –que es una modalidad de la vida fáctica, un modo de habitar el mundo compartido–, con una experiencia accidental, secundaria y extraordinaria como el éxtasis.

Como señala Underhill, los grandes místicos “se muestran unánimes en advertir a sus discípulos contra el peligro de conceder demasiada importancia a las «visiones» y «voces», o de aceptarlas literalmente como mensajes de Dios”.56 Al respecto, una destacada figura de la mística señala:

si alguna experiencia de orden sobrenatural incita al místico a apartarse del deseo de virtudes y de espiritual saber y sentir de Dios, para fijar la mirada de tu corazón y tu afecto, el deleite de tu descanso, principalmente ahí dentro, pensando que la sensación corporal debería ser parte del celestial gozo y de la dicha de los ángeles […] ese sentimiento es sospechoso y es del enemigo. Y, en consecuencia, aunque nunca fuera tan ameno y maravilloso, recházalo y no consientas en él.57

Conclusiones

En su papel de mistagogo, al tener presente que el fin sobrenatural del hombre no consiste en la atención a las aprehensiones sobrenaturales sino en el conocimiento de Dios por fe infusa, sjc aconseja ejercitarse en el “amor humilde, obrar de veras, y padecer imitando al Hijo de Dios en su vida y mortificaciones; que éste es el camino para venir a todo bien espiritual, y no muchos discursos interiores”.58 Para quien escucha con atención, es evidente la condena implícita de grupos que, como los alumbrados –o los carismáticos de nuestros días–, pretenden que la experiencia de Dios se limita a los fenómenos extraordinarios.

El propósito de sjc no es guiar al hombre para que, al desapegarse del gusto desordenado de los bienes naturales, limite sus esfuerzos para disponerse a favor de la infusión de aprehensiones sobrenaturales. Si ese fuera el caso, el misticismo sanjuanista se limitaría al plano erótico. Entonces, habría que entender a la mística como una concentración egoísta en las repercusiones psicológicas de la experiencia de Dios.Y por lo tanto, la única manera de comprender la esencia del misticismo sería el análisis de los “fenómenos extraordinarios”. En el Montecillo, sjc aconseja: “Para venir del todo al todo has de dejarte del todo en todo, y cuando lo vengas del todo a tener has de tenerlo sin nada querer”. Sólo al adoptar una actitud desapropiada, “no queriendo hacer presa ni embarazarse con lo que se les da a los sentidos, por cuanto es lo que más deroga a la fe”,59 el aprovechado consigue superar las tentaciones de la segunda fase del proceso místico.

Para que las aprehensiones sobrenaturales hagan en el hombre el efecto al que están encaminadas, no es necesario consentir a ellas. Sin importar cuál sea el deseo de aquel en quien se infunden, cuando son provocadas por Dios, “no puede dejar de recibir en sí las influencias y comunicaciones en aquellas figuras, aunque más las quisiere resistir”.60 Los “fenómenos extraordinarios” no forman parte esencial de la unión con Dios. Motivo por el cual, con excepción de la fe así como de la revelación de verdades desnudas acerca de Dios, de las palabras sustanciales y de los sentimientos espirituales, para evitar la aparición de apetitos nacidos del deseo desordenado de las aprehensiones sobrenaturales del entendimiento, estas últimas deben ser rechazadas.

Sólo la noticia oscura de la fe está a salvo de las insidias del demonio, por cuanto la contemplación es noticia ajena a toda operación del entendimiento. Y para recibir la infusión de la Sabiduría divina, que es noticia sobrenatural pura y sencilla, el hombre ha de participar de tal pureza y sencillez.

Hay que recordar que “la kénosis o auto-vaciamiento de Jesús es la base y la inspiración de cualquier vacío”.61 En tanto imitador de Cristo, el místico debe quedar resuelto en nada. Lo cual implica evitar cualquier tipo de asimiento, ya sea a las noticias naturales o a las sobrenaturales, que se ofrecen al entendimiento.

Dios “es incomprensible y sobre todo.Y, por eso, nos conviene ir a él por negación de todo”.62 El ser de Dios y los efectos psicológicos de su presencia no son sinónimos. Que Dios sea la causa de los fenómenos extraordinarios o aprehensiones sobrenaturales no significa que su ser trascendente se reduzca a lo que el hombre siente ser él. Es por ello que, para no obstaculizar la unión mística, el aprovechado no debe apegarse a las visiones, tales formas de comunicación imperfectas, sino que debe “cerrar los ojos a todo lo que es de sentido e inteligencia clara y particular”.63 Quien no desarrolle ningún apetito acerca de las aprehensiones sobrenaturales, las recibirá; quien se aficione a ellas, no sólo las perderá sino que retrocederá en el camino de perfección.

Notas

1 2S, 11, 1.
2 G. Marcel, Diario Metafísico, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1969, p. 15.
3 G. Marcel, El misterio del ser, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1964, p. 170.
4 Ibídem., p. 98.
5 Citado por Duch, L. & Mèlich, J. Ch., Escenarios de la corporeidad, Madrid, Trotta, 2005, p. 171.
6 2S, 12, 3.
7 Nemeck F. & Coombs, M. T., Corazón que escucha, Editorial de Espiritualidad, Madrid, 1992, p. 61.
8 2S, 12, 5.
9 2S, 16, 7.
10 2S, 24, 1.
11 Gregorio Magno, San, Diálogos, libro II, capítulo 35.
12 2S, 24, 3.
13 La presencia de lo divino provoca en el hombre “un terror de íntimo espanto, que nada de lo creado, ni aún lo más amenazador y prepotente, puede inspirar” (Otto, R., Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios, Madrid, Alianza Editorial, 2007, p. 23). Lo que distingue al numen de las realidades ordinarias es el poder amoral que lo habita. El deseo de huida que provoca la proximidad de lo numinoso no está relacionado con el reconocimiento de la miseria moral. Si el hombre no puede soportar la cercanía de Dios ni de los dioses es porque su naturaleza no puede sufrir la realidad excesiva de aquellos.
14 S, 26, 5.
15 S, 26, 6.
16 2S, 26, 12.
17 2S, 26, 14.
18 2S, 27, 1.
19 Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, 1, q. 2, a. 2.
20 F. Martínez, He creído en el amor, Herder, Barcelona, 2000, p. 31.
21 2S, 29, 1.
22 2S, 29, 1.
23 Detrás de la afirmación de sjc se encuentra la teoría de la iluminación de San Agustín de Hipona, de acuerdo con la cual, el conocimiento de las verdades eternas se da por participación en la sabiduría del Padre, que es el Logos encarnado. Teoría a la luz de la cual, conocer es “conocer en Dios” la verdad de las cosas.
24 2S, 29, 5.
25 Underhill, E., La mística. Estudio de la naturaleza y desarrollo de la conciencia espiritual, Madrid, Trotta/Centro Internacional de Estudios Místicos, 2006, p. 316.
26 2S, 31, 1.
27 Santo Tomás de Aquino, Comentario al Evangelio según San Juan, 5, 1, 717-718.
28 Tanquerey, A., op. cit., 955.
29 2S 32, 3.
30 2S 32, 2.
31 2S, 23, 3.
32 San Agustín, Confesiones, libro x, capítulo 6, párrafo 8.
33 2S, 11, 4.
34 2S, 11, 6. Por primeros movimientos, el santo entiende los deseos naturales naci- dos de la voluntad, en los cuales la voluntad no tiene parte. Los cuales no pueden impedir la unión del hombre con Dios, en tanto el primero no consienta a ellos.
35 2S, 11, 6.
36 Tanquerey, A., op. cit., 953.
37 Underhill, E., op. cit., 322.
38 2S, 24, 6.
39 2S, 24, 4.
40 Underhill, E., op. cit., 321.
41 V 29, 1.
42 2S 27, 4.
43 2S 27, 4.
44 2S 29, 1.
45 2S 29, 6.
46 2S 29, 6.
47 2S 29, 6.
48 2S 29, 11.
49 2S 29, 12.
50 Arendt, H., La condición humana, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 63.
51 2S 31, 2.
52 Álvarez, F. J., Medina, C. & Alonso, A., “Fenomenología de la mística y de la ascética”, Revista Psiquiatría 18 (1998) 501.
53 Mora, Francisco, El dios de cada uno. Por qué la neurociencia niega la existencia de un Dios universal, Alianza Editorial, Madrid, 2014, p. 256.
54 Martín Velasco, J. M., El fenómeno místico, Trotta, Madrid, 1999, p. 316.
55 Cadavid, L., “Experiencia mística: hacia una definición naturalizada”, Praxis Filosófica, 39 (2014) 142.
56 Underhill, E., op. cit., 307.
57 Hilton, W., The Scale of Perfection, libro I, cap. xi.
58 2S 29, 9.
59 2S 11, 11.
60 2S 16, 10.
61 Johnston, W., El ojo interior del amor, Ediciones Paulinas, Madrid, 1984, p. 137.
62 2S 24, 9.
63 2S 16, 15.

Notas de autor

* Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). En la actualidad, es profesora de asignatura en la Universidad Intercontinental y en la Dirección de Educación Continua, de la Universidad Iberoamericana. Correo electrónico: noche_oscura27@yahoo.com.mx
HTML generado a partir de XML-JATS4R por