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Beatriz Melano, primera doctora en Teología en el ámbito protestante latinoamericano

Beatríz Melano, first Woman Doctor in Theology in Protestant Latin American Theology

Martha González Pérez
Universidad Iberoamericana Ciudad de México, México

Beatriz Melano, primera doctora en Teología en el ámbito protestante latinoamericano

Revista Iberoamericana de Teología, vol. XIV, núm. 27, pp. 43-80, 2018

Universidad Iberoamericana, Ciudad de México

Resumen: El artículo tiene como finalidad dar a conocer a Beatriz Melano (1931-2004), primera doctora en Teología en el ámbito protestante latinoamericano, cuyos postulados y obra académica han sido ignorados en la mayoría de los seminarios protestantes sobre Teología en México. Asimismo, se intenta recuperar algunas de sus propuestas teológicas con la finalidad de ver si son vigentes para las tradiciones cristianas católicas y protestantes del siglo xxi.

Palabras clave: Beatriz Melano, Iglesia latinoamericana, Reforma protestante, ecumenismo, Teología.

Abstract: The article aims to create awareness of Beatriz Melano (1931-2004), the first doctor in Theology in the protestant sphere in Latin America, whose postulates and academic work have been ignored in most protestant theological seminaries in Mexico. It also attempts to recover some of her theological proposals in order to see if they are valid for the catholic and protestant traditions of the xxi century.

Keywords: Beatriz Melano, Latin American Church, Protestant Reformation, ecumenism, Theology.

Introducción

Beatriz Melano fue la primera doctora en Teología en el ámbito protestante de América Latina y fuera de él, tal como lo afirma Virginia Raquel Azcuy.1 En este artículo se dan a conocer algunas de las situaciones históricas que dieron origen a la fuerte crítica que hizo del sistema eclesial protestante y el análisis que realizó de sí misma para poder situarse como sujeto histórico. En sus propuestas legó el nuevo paradigma histórico que propone que mujeres y hombres son colaboradores y ambos deben emanciparse y reconstruirse dejando de lado los prejuicios2 que los separan, con la finalidad de vivir la unidad en la diversidad, cuya tarea es construir una humanidad con vida plena de acuerdo a la voluntad del Creador.

Como discípula del filósofo francés Paul Ricoeur (1913-2005), uno de los “maestros de la sospecha”, la voz profética de Melano no sólo evidencia los excesos que experimentó dentro de las Iglesias en un espíritu ecuménico, sino que las conmina a vivir desde la fe una esperanza nacida del compromiso, en la que las Iglesias protestantes y católicas deben sumergirse en los conflictos y en la lucha para sobrevivir en medio de estructuras violentas y así generar seres humanos libres. Esto como resultado de vivir como Iglesias renovadas, consecuentes con los principios básicos de la Reforma del siglo xvi: una sola fe, una sola gracia y una sola Escritura. Con su legado teológico induce a que las Iglesias sean una comunidad profética, ecuménica y una frontera de paz, una comunidad de la no violencia encarnada. A la Iglesia protestante en particu­lar la exhorta a ser una verdadera Iglesia reformada inserta en la historia humana.

Datos biográficos

Beatriz Elena Melano Laguardia nació en Buenos Aires el 20 de octubre de 1931. Su padre fue Giuseppe Melano, quien ejercía la publicidad de una fábrica tabacalera; su madre, María Luisa Laguardia, uruguaya, fue una de las primeras dentistas de Buenos Aires. Susana Campertoni menciona que desde pequeña Melano apoyó a su madre en los trabajos de la Iglesia bautista.3 De confesión metodista, durante sus estudios en el Seminario Teológico de Princeton, Nueva Jersey, conoció al pastor presbiteriano estadounidense Richard Couch, con quien contrajo nupcias en 1957.4 Procrearon dos hijas y un hijo: Ana Gabriela (), Johanna Rut y Marcos José. En febrero de 1959 fueron enviados por la Iglesia Presbiteriana Unida de Estados Unidos a trabajar en la Facultad Evangélica de Teología en Buenos Aires.5

Refiere Susana Campertoni que Melano participó en el Movimiento Estudiantil Cristiano (mec) y tuvo como amiga y mentora durante toda su carrera a Margaret Flory (1914-2009). En 1959, en las Cátedras Carnahan6 conoció a la teóloga reformada francesa Suzanne de Dietrich (1891-1981), a quien admiró por su claridad teológica. Hubo dos personas importantes en su vida académica: Yvonne van Berchem (1893-1970) y su esposo Emanuel Galland, pastor de la Iglesia Reformada, quienes fundaron y crearon el Centro Emanuel, en Colonia Valdense, Uruguay. En ese lugar Melano realizó seminarios, retiros y encuentros. Asimismo, en Bolivia y Montevideo fue invitada por mujeres aymaras para dar conferencias, cursos de educación y Teología. En 1963 participó en el Encuentro de Mujeres Norteamericanas Presbiterianas y Latinoamericanas Reformadas, realizado en México. En los años sesenta reunió a mujeres católicas y protestantes para que juntas trabajaran en la concientización sobre el reconocimiento de las mujeres en todos los ámbitos.7

Estudió en la Escuela Normal Nacional de Lomas Zamora el plan especial de seis años para obtener la especialidad en Docencia (1950), en el Colegio Tift, Georgia, Estados Unidos. Realizó la especialidad en Lenguas Modernas (1955), obtuvo la especialización en Educación Cristiana y Teología en el Seminario Teológico de Princeton, Nueva Jersey (1957). En 1970 se graduó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires con especialidad en Literatura Moderna,8 con la tesis “El problema de la salvación en O’Neill”, dirigida por Jorge Luis Borges. Hizo estudios de perfeccionamiento en Psicología y Religión en el Seminario Teológico de Pittsburgh (1964), en Entrenamiento Clínico para Labor Pastoral en el Hospital Presbiteriano y en el Semi­nario Unión, Nueva York (1964), y de Cristianismo y Drama en el Seminario Unión (1964). Completó sus estudios doctorales en Ciencias Religiosas con Paul Ricoeur en Estrasburgo, Francia (1975). Su tema de tesis fue “Hermenéutica metódica: la teoría de la interpretación según Paul Ricoeur”, dirigida por el profesor Roger Mehl (1902-1997).9 Asimismo, ejerció la docencia en el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (isedet). En este centro educativo fundó y dirigió el Departamento de Educación Cristiana. Como teóloga, fue incluida en la Comisión iv del Consejo Mundial de Iglesias. Ella y Julia Campos reunieron esas experiencias y las publicaron en la revista La Mujer en América Latina.10

Melano perteneció a la generación de pensadores cristianos dentro y fuera del Río de la Plata: Julia Esquivel (1930), Raúl Macín (1930), Hiber Conteris (1933), Rubem Alves (1933), Julio de Santa Ana (1934), Justo L. González (1937), entre otros. En la vertiente cultural: María Elena Walsh (1930-2011), Elizabeth Azcona Cranwell (1933-2004) y Alejandra Pizarnik (1936-1972), entre otras. Publicó dos libros: La mujer y la Iglesia y Hermenéutica metódica: teoría de la interpretación según Paul Ricoeur, y algunos capítulos en libros. Tradujo el libro de James D. Smart El ministerio docente de la iglesia (1963). Colaboró junto a Ricoeur en el volumen colectivo Del existencialismo a la filosofía del lenguaje (1983). Dictó cursos en Estados Unidos y en Bangalore, India; ofreció conferencias en Ginebra, Suiza; Rangoon, Birmania; Bangkok, Tailandia; Hong Kong; Tokio y Kioto, Japón; y Honolulu, Hawái.

Desde 1959 escribió acerca de Teología, interpretación bíblica, educación cristiana, psicología pastoral, evangelización, ecumenismo, misión de la Iglesia, teología sistemática, teología de la liberación y ética. Dictó cátedras de teología de la liberación, teología feminista y teología negra, educación cristiana, ciencias religiosas y hermenéutica.12 Fue miembro de la Asamblea Permanente pro Derechos Humanos, presidida por el pastor metodista José Míguez Bonino.13

En 1994, Janet W. May, profesora del Seminario Bíblico Latinoamericano, coordinó la revista Vida y Pensamiento, núm. 14. En la presentación menciona que ese número está referido al Primer Encuentro-Taller de Profesoras de Teología, como un homenaje a Beatriz Melano. Allí escribe:

En el número que presentamos a continuación también incluimos algunas ponencias de un encuentro, el Primer Encuentro-Taller de Profesoras de Teología. En este encuentro nos reunimos un pequeño grupo representativo de mujeres que enseñan en instituciones teológicas en toda América Latina. Queríamos conocernos, compartir nuestras labores, ideas y desafíos. También queríamos honrar a Beatriz Melano, cuya entrada en la docencia teológica marcó, hace muchos años, un hito y un reto para todas las mujeres y los hombres teólogos, y un estímulo que ha producido fruto: la incorporación de otras mujeres latinoamericanas en la docencia.14

En otro homenaje póstumo se consideró que Melano fue verdaderamente “una amazona, del universo teológico protestante” de la segunda mitad del siglo xx.15 Su voz ha sido recuperada y analizada por las nuevas generaciones de teólogas y teólogos.16 Abordó las nuevas formas de teología desde las propuestas hermenéuticas de la teología de la liberación y de los aportes teológicos de autores como José Míguez Bonino, Pablo Richard, Mortimer Arias, Emilio Castro, Rubem Alves, Hugo Assmann, Julio de Santa Ana y José Severino Croatto, algunos de ellos profesores del isedet. Para su hermenéutica abrevó en la obra del filósofo reformado francés Paul Ricoeur. Fue lectora de Eric Erikson, Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Sigmund Freud. Todos ellos fueron fundamentales para el desarrollo de su pensamiento y su teología.

Reconoció el valor de otras mujeres escritoras, a quienes admiró, como a Sor Juana Inés de la Cruz, primera mujer que defendió no sólo su derecho a educarse, sino también, dice Melano, “su derecho a pensar y a escribir teología”;17 Lucy Stone y Mary Wollstonecraft, quienes en el siglo xviii levantaron su voz en la lucha por los derechos humanos, sobre todo la defensa de los derechos de la mujer.18 Retomó las ideas de la antropóloga Margaret Mead quien insistía en que la supervivencia de la raza humana depende de hombres y mujeres, por lo que ambos deben contribuir a lograrlo para poder considerarse realmente humanos.19 En relación al dualismo, basó su reflexión en Rosemary Radford Ruether, quien remite a recordar que en Platón aparece el dualismo alma-cuerpo, en uno de sus diálogos “describe el mito de la creación, según el cual el alma se coloca en el cuerpo; si vive correctamente vuelve al cielo, a su es­trella, pero si cede a la pasión retomará el cuerpo de una mujer en su segundo nacimiento y luego se encarnará en la forma de alguna bestia que se parezca a su naturaleza malvada”.20 De la teóloga Elizabeth Schussler Fiorenza rescató la interpretación de las tradiciones patriarcales, ya que “la patriarcalización significó que las mujeres fueron gradualmente eliminadas del liderazgo, subordinadas a roles femeninos tra­di­cionales”.21 En este sentido, para Melano la Biblia trasciende el patriarcalismo, y para reflexionar en el lenguaje patriarcal dice que “Letty Russell nos recuerda que sin un cambio de lenguaje es lento el proceso de cambio de las estructuras”.22 Por eso, Melano afirma que “se necesita cambiar el lenguaje del opresor por un nuevo lenguaje y por nuevas imágenes”.23

Rubem Alves, el iniciador de la teología de la liberación en el ámbito protestante, y Melano fueron invitados al Diálogo Ecuménico de los Teólogos del Tercer Mundo (Tanzania, 1976). Al primero le solicitaron hablar de “La presencia de la Iglesia”, y a ella le asignaron el tema “Bosquejo de una aproximación teológica y una perspectiva de la Iglesia”. Pero Alves no pudo asistir, así que ella asumió los dos temas e hizo un solo ensayo titulado “Teología de la liberación y misión de la Iglesia en América Latina”.24 Lo anterior es importante porque en el libro Teólogos de la liberación hablan sobre la mujer,25 Elsa Tamez, teóloga protestante mexicana, sólo entrevistó a Ivone Gebara, María Clara Bingemer y Raquel Rodríguez. Melano fue excluida, aun cuando tuvo participación a nivel nacional e internacional con esa temática.

De la misma manera, en Las mujeres toman la palabra: en diálogo con teólogos de la liberación que hablan sobre la mujer,26 nuevamente fue excluida para dar a conocer su postura sobre la situación de la mujer en la Iglesia latinoamericana. Sólo como dato referencial, en 1986, cuando se hicieron las entrevistas a los teólogos de la liberación, Melano escribió el artículo “El Reino de Dios y la ética”,27y en 1989 lo hizo acerca de las “Perspectivas teológicas desde el punto de vista de los oprimidos”.28 Esto muestra que teológicamente estaba muy activa. Sus últimos artículos publicados que se conocen son: “Hermenéutica feminista. El papel de la mujer y sus implicaciones”29 y “Liberación: una perspectiva bíblica (1 Samuel 1.2-2.11)”.30

El profesor Pablo R. Andiñach refiere que Melano se jubiló de isedet en 1998. La considera una pionera en el feminismo, influida por Dorothee Sölle (1929-2003), la teóloga Suzanne de Dietrich y la pedagoga Sara Eccleston (1840-1916).31 Campertoni dice que Melano decidió instalarse en su residencia de Montevideo un tiempo, hasta su fallecimiento el 29 de mayo de 2004.32

1. Coyuntura histórica

En los años sesenta, protestantes y católicos se vieron desafiados a incidir desde la teología en función de los movimientos sociales de los diferentes países latinoamericanos. Melano afirma que, durante ese periodo histórico, en Argentina en particular, se estaban viviendo los lastres de la “tiranía peronista”.33 En muchos países de la región, las dictaduras militares utilizaron tácticas similares a algunas de las que ahora se siguen practicando: la violencia macro-estructural desde ciertas instituciones públicas, el uso de la violencia por parte de militares y de grupos paramilitares para reprimir a quien pensara o realizara actos contrarios al sistema dictatorial apoyado por Estados Unidos.34 Al igual que hoy, en esa época hubo muchas desapariciones forzadas, tortura, apresamientos y ejecuciones extrajudiciales de personas, entre otras situaciones. Toda persona que cuestionaba al sistema político resultaba sospechosa y, por lo tanto, era vigilada y, eventualmente, castigada.35

Estas terribles experiencias fueron quizá las que motivaron a la joven estudiante Melano Laguardia a reunirse junto con otros compañeros (en su propia casa) para que juntos reflexionaran acerca de las acciones que, desde su visión cristiana en el ámbito protestante, podían realizar a favor de la vida de las personas reprimidas de su tiempo.

Para Melano, la tarea de la Iglesia en el trabajo realizado desde el púlpito ya no sólo debía consistir en ocuparse del llamado a la conversión personal y en la necesidad de vivir un encuentro personal con Cristo, para así mostrar el gozo, la paz y la seguridad que se expresaba en los testimonios de quienes vivían esa experiencia religiosa. Las coyunturas históricas que vivían los países en desarrollo en América Latina exigían que las Iglesias salieran de su pasividad. Los escritos de Melano reflejan la inquietud de que las Iglesias cristianas no católicas tenían la tarea de generar acciones concretas a favor de la vida como muestra de hermandad solidaria, que contribuyeran a la transformación de la sociedad para dar cumplimiento al Evangelio de vida. Melano participó en el Centro de Estudios Legales Sociales (cels) en Buenos Aires, junto con un grupo ecuménico de pastores, profesores y otras personas, incluyendo al rabino Marshall Meyer (1930-1993). Ese grupo se reunió regularmente para apoyar el trabajo de derechos humanos a principios de los años ochenta.36

1.1. Respuesta del protestantismo latinoamericano a la situación de la mujer

La misión del protestantismo en Argentina durante los años sesenta fue tratar de actuar para evitar algunos de los daños políticos, sociales, económicos y eclesiales derivados de los avances del imperialismo estadounidense, una de cuyas estrategias para lograr el sometimiento de los países del Cono Sur fue implementar el terror estatal a través de la disuasión de cualquier movimiento social u organizaciones civiles, obreras, estudiantiles. Hay evidencias de los llamados “Archivos del horror”.37

Desde una época tan temprana como 1916, algunas Iglesias protestantes organizaron actividades para responder a la situación política, social, económica y religiosa que se vivía en América Latina.38 Las circunstancias dieron origen a las diferentes conferencias realizadas en tres momentos. La I Conferencia Evangélica Latinoamericana (i cela) titulada El cristianismo evangélico en la América Latina se llevó a cabo entre el 18 y el 30 de julio de 1949 en Buenos Aires, Argentina, con la participación de 17 países. Los temas centrales fueron: La realidad latinoamericana y la presencia de las Iglesias Evangélicas y Mensaje y misión del cristianismo evangélico para América Latina.39 A esta conferencia sólo asistieron cuatro mujeres: Jorgelina Lozada, Mercedes Ulloa, Rosa Vázquez y Lidia Vargas Bravo. La conferencia expresó una débil denuncia contra la política económica. Se trató el tema de la marginación de los pueblos sumergidos en la miseria desde el siglo xvi. En general, los participantes consideraron que el cristianismo evangélico tenía algunas contribuciones específicas que aportar en el contexto latinoamericano desde la ética. Por ejemplo, en el apartado “El fortalecimiento de las bases del hogar” se propuso:

Es misión del cristianismo evangélico establecer las bases espirituales para la formación de una vida familiar íntegra y sana […] crear una actitud de mayor consideración y respeto hacia la mujer, e insistirá en una sola moral, igualmente exigente para ambos sexos […] pureza sexual y fidelidad conyugal como elementos necesarios para el amor […] es su misión brindar al hogar una atmósfera espiritual y altos ideales morales, propicios a la formación del carácter y el total desarrollo de la personalidad de los hijos.40

Estas líneas expresan que la situación y el lugar de la mujer seguían reducidos al ámbito del hogar, al ámbito privado, dado que se pensaba que la educación de los hijos sólo era responsabilidad de la madre de familia. Pero se olvidó que no sólo es la mujer quien educa, porque la educación “es la acción ejercida por las generaciones adultas, sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que le exige la sociedad política en su conjunto”;41 educan la familia, la escuela, la sociedad y la religión de acuerdo a cada cultura. Sin embargo, se entiende que en ese momento era muy importante, desde la perspectiva de los participantes en esa conferencia, que las familias evangélicas (protestantes) dieran ejemplo de ser familias transformadas por el amor de Cristo, pues así se mostraría lo valiosa que es la vida humana cuando se obedece a Dios.

Otro aspecto muy importante en el plan de acción como resultado de las discusiones en esa conferencia se denominó “El elemento femenino”, en el cual se reconocía

la gran contribución que la mujer puede hacer en todas las esferas de la vida humana, […] en un plano de igualdad con el hombre […] creemos, que es necesario dar a la mujer una mayor participación en todas las esferas de la obra de las iglesias evangélicas, fomentando la organización de sociedades femeninas dentro de las iglesias para que por medio de ellas puedan expresar sus ideales y participar más activamente dentro y fuera de la Iglesia, procurando como objetivos primordiales la evangelización de la mujer y la formación de hogares cristianos […] Que Institutos bíblicos, Seminarios y Facultades de Teología faciliten al elemento femenino todas las oportunidades posibles para su mejor preparación para la obra de la Iglesia, especialmente en sus aspectos prácticos […] El programa de educación cristiana deberá […] preparar a los jóvenes para el matrimonio y la formación de hogares verdaderamente cristianos.42

Estas propuestas remiten a pensar en las llamadas “sociedades” o “ligas” femeniles, organizaciones que existen todavía en casi todas las Iglesias evangélicas, pero que lamentablemente han sido utilizadas, aún hoy, sólo para desarrollar actividades de servicio, tales como preparar alimentos cuando se realizan reuniones diversas y en las que las mujeres únicamente realizan acciones de tipo doméstico.43 En ese tiempo, y hasta la actualidad, su participación se reduce también a las “escuelas dominicales” o las “escuelas bíblicas”, en las que muchas mujeres atienden de manera voluntaria a los niños, adolescentes y jóvenes en la enseñanza de temas bíblicos, entre otras tareas, algo equivalente a la catequesis católica. Lo anterior se lograría con proyectos educativos en cada Iglesia participante, con la finalidad de fortalecer la dignidad individual como cristianos. Sin embargo, las propuestas de cómo enfrentar las estructuras de opresión que les eran comunes se dejaron de lado.

Asimismo, las actividades propuestas en esa época estuvieron muy lejos de provocar cambios, así fueran mínimos, de la situación de la mujer dentro del ámbito religioso. Si bien es cierto que las actividades ecle­siales las colocaban fuera del ámbito doméstico, realmente su participación no tenía mayor trascendencia, ya que hasta la fecha, por lo menos en el ámbito protestante presbiteriano, ni siquiera los hombres son reconocidos oficialmente como teólogos, mucho menos las mujeres quienes, por supuesto, tampoco son reconocidas como pastoras.44

Asimismo, el hecho de que entonces algunas mujeres tuvieran cargos importantes en las comunidades no significaba que tuvieran algún poder o autoridad reconocidos. Tiempo después, Julio de Santa Ana afirmaría que

son muy pocas las mujeres que aparecen en los parlamentos, en los cargos de dirección de la sociedad política y ni qué hablar de la sociedad civil […] Hay un desajuste entre el hecho de la participación de la mujer como ingrediente decisivo, en algunos procesos y el lugar que luego asume la mujer en la sociedad […] no tenemos que olvidar que la filosofía griega, una filosofía idealista, es una filosofía de machos para los cuales trabajan los esclavos en el campo y las mujeres en las casas y podríamos seguir con todo ese proceso.45

Lo anterior pone de manifiesto que, aunque se tengan las mejores intenciones de que las mujeres colaboren con los hombres en las labores eclesiales, eso no significa que se eliminen los problemas ocasionados por el patriarcado, ni siquiera al proporcionarles a ellas los cotos y espacios de poder que históricamente han tenido los hombres.

La ii cela se llevó a cabo entre el 20 de julio y el 6 de agosto de 1961, en Lima, Perú.46 A partir de la observación de un marco histórico signado por la injusticia social, el imperialismo económico y las pro­blemáticas de los pueblos originarios, hubo en esa conferencia un gran esfuerzo por superar el individualismo piadoso de la i cela. Los temas fueron: Nuestro mensaje y Nuestra tarea inconclusa, participaron 200 personas, entre ellas 33 mujeres, provenientes de casi todos los países latinoamericanos. En esta conferencia estuvieron presentes Melano y su esposo.

El aporte del pastor metodista uruguayo Emilio Castro, quien participó como orador,47 se encaminó a responder varias preguntas, de las cuales sólo se extraen dos: “¿cuál es la meta hacia la cual estamos trabajando?” y “¿cuál es la tarea inmediata?”.48 Afirma que “no es que queramos meternos en el mundo; él nos pregunta y no tenemos más remedio que responder. Diríamos que Dios nos está obligando a cumplir nuestra misión de enseñar todas las cosas y no solamente las que hacen a la vida piadosa y santa en lo personal y en lo individual”.49

Aunque los propósitos de la conferencia iban encaminados a pensar en estrategias para proponer cambios estructurales, no hubo mayor avance. Una tarea inconclusa que se identificó fue en relación con la atención que requerían “las familias cristianas” como parte del propósito de Dios para la humanidad, y se reconocía la fragmentación religiosa de las mismas, por ello se propuso repensar la estrategia evangelizadora de los integrantes de cada una. Así, se instó a los líderes religiosos a que les recordara a las Iglesias

la necesidad del culto familiar diario […] con la presencia de los niños en el culto […] celebración de la Semana del Hogar, del mes de la familia o de tardes familiares; campamentos familiares: mesas redondas que discutan problemas que atañen a la familia […] para ver […] a través del lente de la unidad familiar.50

Las crisis de los países latinoamericanos exigían la unión e incidencia de católicos y protestantes en la sociedad, a fin de crear estrategias de incidencia en las problemáticas económicas, sociales y políticas. En ese momento histórico, para Castro, existía un gran riesgo:

Evitar el tema es traicionar a la América Latina y traicionar el evangelio de Jesucristo […] A nuestra generación le toca el gozoso privilegio de recibir la posta de nuestros mayores en momentos culminantes del desarrollo de la Iglesia […] y del desarrollo de la vida global de nuestros pueblos en América Latina.51

En esa misma línea, Melano reflexionaba que

la Iglesia en América Latina debe descubrir fielmente su responsabilidad en medio de un rápido y revolucionado cambio social […] en vez de permanecer como una élite distante del fermento del mundo, puede tender a descubrir sobre la marcha la existencia de la comunidad profética para el servicio de Dios en el mundo.52

La participación de Melano en el Movimiento Estudiantil Cristiano y la convivencia con miembros de otras tradiciones cristianas le permitieron tener una visión amplia de la misión de la Iglesia en América Latina.53 En la ii cela, en el compromiso social expresado en sus conclusiones ignoraron los de la i cela en relación con las mujeres, dado que ni siquiera se consideró la necesidad de agregar un apartado al respecto.

La iii cela se realizó entre el 13 y el 19 de julio de 1969, en Buenos Aires, Argentina. El tema fue: Deudores al mundo. Esta conferencia tocó un tema relevante, entre otros, porque se reconoció que existía una deuda de las Iglesias protestantes hacia todos los grupos sociales, incluidas ahora sí, las mujeres latinoamericanas. En la ponencia “Nuestra deuda evangélica para con la mujer latinoamericana”, de Olga B. de Ramírez, se reconoció que las condiciones religiosas tradicionales favorecían la sumisión de la mujer, y que la religiosidad popular la colocaba en una situación de dependencia y marginalidad, situaciones contrarias a la voluntad de Dios. Se enfatizó que quienes proclaman el Evangelio son impelidos a iniciar y a acompañar los esfuerzos que expresen mejor la voluntad de Dios hacia las mujeres, tal como lo enseñan las Escrituras desde el principio. Se puntualizó que: “En Cristo, Dios mismo ha provisto una medida de libertad y una vocación de testimonio al cual la mujer tiene pleno derecho. Por ello, tanto en el campo de la vida familiar como en el cumplimiento de vocaciones seculares la mujer expresa la plenitud de su obediencia al Señor”.54 Asimismo, se realizó un diagnóstico de la realidad histórica latinoamericana, concluyendo que la incidencia cristiana católica y protestante debía encaminarse hacia la injusticia social, el subdesarrollo y la explotación económica en los diferentes países. De la misma manera se conminó a que las Iglesias fueran la voz profética y la presencia encarnada para enfrentar las acciones inhumanas terribles que se vivían de parte de la violencia institucional en el continente americano.

Dos años antes de la iii cela, ante la preocupación acerca de la poca participación de las mujeres en el movimiento ecuménico latinoamericano y la demanda de que las Iglesias cristianas protestantes y católicas respondieran de manera creativa ante los rápidos cambios sociales, en 1967 el reverendo Emilio Castro, coordinador de la Unidad Evangélica Latinoamericana (Unelam),55 convocó a una consulta única en su tipo en ese momento, bajo el título El rol de la mujer en la Iglesia y la sociedad. Fue la primera vez que se reunieron mujeres de casi toda América Latina. Para estas jornadas estuvo invitada Melano, cuya ponencia se tituló El hombre y la mujer en la misión de Dios. Para ella, el quehacer cristiano es hacerse humano, “hacerse carne del otro y esto apunta a algo más que la relación genital”.56

Melano explica que “hacerse carne” consiste en tener mayor conciencia crítica, mayor conocimiento y mayor responsabilidad consigo mismo y con el cosmos. Al respecto, dice:

vivimos en una época de abundancia y de grandes hambres, de explosión demográfica y de poder para controlar la natalidad. El peligro está en que el hombre, capaz de aniquilar gérmenes y acabar con enfermedades que ocasionan la muerte, deja morir a millones de hambre viviendo en condiciones infra-humanas, en la ignorancia y la explotación. El hombre moderno puede producir sintéticamente alimentos, viviendas, vestimenta, puede transmitir conocimientos y noticias en forma masiva, predecir y computar resultados. Esta es la época del descubrimiento del inconsciente, individual y colectivo, con todos sus mecanismos de defensa y posibilidades de re-creación; época de la paciencia de Dios y de la impaciencia del hombre; época de grandes luces y de tremendas cegueras.57

El desafío para todos los seres humanos, cristianos o no, era tremendo, porque se vivía en una época que remitía al desierto y al éxodo, en términos bíblicos. Melano reflexionó acerca de que las mujeres y los hombres tenían la misión de descubrirse como personas en medio de una cultura para poder liberarse de prejuicios y costumbres que les impedían ser personas, por lo que propuso que la tarea deberían hacerla juntos en un diálogo profundo, para que ambos desempeñaran las responsabilidades como coherederos de la nueva humanidad que habita en la tierra que la sostiene y como parte de todo el cosmos creado por Dios.

En esas jornadas, Emilio Castro afirmó que la dinámica eclesial en la tarea misionera debía transformarse ante los cambios vertiginosos de la sociedad moderna, porque “ha venido preocupando a dirigentes cristianos la falta de participación de la mujer cristiana en el movimiento ecuménico latinoamericano”.58 Al ser las mujeres, en mayor número, las protagonistas de las Iglesias, los tiempos exigían evitar mantenerlas en las tareas tradicionales, pues su participación en los movimientos ecuménicos era justa y urgente.

1.2. Desarrollos paralelos en la Teología protestante

En esta línea de respuesta social y teológica, en el ámbito protestante alemán, Jürgen Moltmann propuso en 1964 la “teología de la esperanza”,59 para situar la reflexión teológica y la acción eclesial en medio de los conflictos del mundo. Rosino Gibellini explica que, para Moltmann, el principio teológico de la esperanza se formula así:

en la vida cristiana, la prioridad pertenece a la fe, pero el primado pertenece a la esperanza […], la esperanza es esperanza de fe, y no al revés; […] primero viene la fe, y luego la esperanza; pero la fe puede y debe expandirse en esperanza […] La fe implica la esperanza: sin esperanza, efectivamente, la fe se vuelve tibia y muere. La fe en Cristo, sin esperanza, aportaría un conocimiento de Cristo no duradero y estéril […] La esperanza implica la fe; efectivamente, la esperanza sin fe se convertiría en utopía, perdiendo así su dimensión teológica.60

En la praxis eclesial cotidiana, entonces, la fe de las personas no puede ni debe desentenderse de las expresiones cotidianas de injusticia político- social y religiosa. Se debe evitar desvincular la fe y las acciones que generen esperanza para concretar la acción de Dios en el mundo a través de la Iglesia, a quien Dios le exige hacerse presente en el tiempo histórico que le ha tocado vivir. De esta forma la fe y la esperanza van juntas; así, la acción divina se hace presente en el mundo como un acto de esperanza.

La teología de Jürgen Moltmann vino a reflexionar sobre la situación de la mujer hasta 2003, cuando él y su esposa Elisabeth Moltmann-Wendel hicieron una “teología a dos voces”.61 En ella, ambos llevan a recordar la amistad de Jesús con las mujeres, la presencia de la ruah sanadora y la acción del amor (amistad) de Dios con el mundo, todo ello con la finalidad de terminar con la era jerárquico-patriarcal. La teología de Moltmann-Wendel propuso remover el arquetipo de padre que sirve de pretexto para justificar la violencia no sólo hacia las mujeres, sino también hacia los hombres, hacia el cosmos y hacia las demás religiones. Para ella, las mujeres deberían dejar de glorificar el sufrimiento y el sacrificio como valores de su autoafirmación social. Dice:

muchas mujeres […] ven cómo se desgastan, cómo se sacrifican en orden a que las cosas les vayan bien a otros: a su marido, a sus hijos, a su profesión; cómo son drenadas y cómo su energía vital fluye fuera de ellas hasta que han agotado todas sus reservas, hasta que su persona­lidad se ve debilitada. Ven cómo su ego se disuelve debido a todos los deseos, derechos e intenciones particulares, hasta que cualquier resto de autoconfianza ha desaparecido. Muchas mujeres dicen que durante ese proceso no se sienten ellas mismas, que no tienen sensación de nece­sidades ni derechos propios. Después de tales experiencias tan sólo queda dolor y depresión.62

Lo anterior es una invitación a la mayoría de las mujeres para dejar el sadomasoquismo como regla de vida y apela a la activa devoción por la vida plena que promovió Jesús. Para ambos, “el eros y la ternura corresponden a la amistad con Dios y son los medios realistas de romper barreras de clase, raza y género, y de redescubrir la sacralidad de la tierra”.63

2. Algunas de sus propuestas teológicas

2.1. Bases de su interpretación bíblica

Gibellini recuperó algunas de las propuestas teológicas de la conferencia Theology in the Americas (Detroit, 1975), en la cual Beatriz Melano participó y expuso que:

en América Latina, subrayamos la importancia del punto de partida, de la praxis y del uso de la ciencia social para analizar nuestra situación histórico-política. En este sentido, estoy totalmente de acuerdo con mis colegas masculinos, pero con una diferencia cualitativa: yo subrayo la necesidad de dar importancia a las diferentes formas culturales que expresan la opresión, así como a la ideología que nos divide no sólo en función de clase, sino también de la raza y del sexo. Racismo y sexismo son ideologías opresoras que necesitan un tratamiento específico en el ámbito de la teología de la liberación.64

Desde 1975, para Melano era muy urgente realizar el análisis teológico de las categorías raza y sexo. Dice ella: “Hoy todos estos grupos co­mienzan a teologizar. Tenemos una teología muy interesante en la nueva teología de los indios y de los negros norteamericanos y sudafricanos, así como una teología feminista, tanto en Europa como en Estados Unidos, incipiente en América Latina”.65 En relación con el sexo, dice: “como si la humanidad hubiese sido creada para el sexo y no el sexo para la humanidad”.66 Por eso, el racismo y el sexismo desde su perspectiva teológica deben ser el punto de partida para todo análisis histórico-político y teológico. Es importante el análisis de la categoría sexo porque a partir de él se construyen socialmente las personas y esto repercute en los ministerios negados a las mujeres en el interior de las Iglesias, pre­valeciendo el prejuicio sobre la verdad bíblica.

En ese sentido, afirma que “nuestra interpretación tratará de ser consciente de las limitaciones impuestas en nosotros por las estructuras de la sociedad en que vivimos, es decir, de los patrones de pensamiento y de vida que condicionan nuestro propio pensar, nuestra propia imaginación y nuestras acciones”.67 Desde esa tribuna comenzó su quehacer teológico analizando el lenguaje bíblico y expuso el menoscabo del dualismo construido a través de las palabras, porque éste en sí mismo es excluyente, no sólo de las mujeres sino de todos los grupos que no están dentro de la hegemonía dominante. Así, la experiencia de vida de las mujeres y de otros grupos son distintas perspectivas de fe, quienes a partir de sus experiencias de vida la interpretan y se convierten en el sujeto y el lugar teológico de la nueva hermenéutica, de la nueva teología y del nuevo paradigma liberador.

La reflexión, la acción y las ciencias sociales fueron para ella las bases de su nueva propuesta de interpretación bíblica. Su teología trataba de ir más allá de la interpretación tradicional transmitida por los misioneros protestantes, quienes llegaron en la segunda mitad del siglo xix con creencias y prácticas religiosas conservadoras,68 aunque realmente la ideología de los misioneros no podía ser calificada todavía como “pensamiento teológico” como tal, sino como formas de pensamiento protestante cuyo abrevadero fueron los manuales de evangelización con énfasis fundamentalistas o tradicionales.69

2.2. Los prejuicios entre hombres y mujeres son expresión de pecado

En 1967, en su conferencia El hombre y la mujer en la misión de Dios,70 Melano explica que hombres y mujeres conforman la humanidad de Dios desde el Génesis, que a ambos se les mandó trabajar en unidad, que se tienen que hacer carne en el otro, pero no sólo en el aspecto genital, sino en el descubrimiento con el otro y para el otro. Para ella, los marxistas fueron los primeros en reconocer a la mujer como “la primera esclava, la primera obrera, la primera proletaria”,71 y que esa situación iba en contra del plan divino. Al hablar de marxismo se hace evidente que el método teológico utilizado por ella ya no es el tradicional, pues afirma que deben incorporarse a la interpretación bíblica los aportes de las ciencias sociales para evidenciar que la Palabra de Dios es clara al insistir en que mujeres y hombres no deben crear barreras que los separen, sino que unidos en Cristo viven bajo el propósito divino, que sus vínculos son vitales en la perpetuación de la creación de acuerdo con la misión de Dios. Por ello, dice que “la mujer no puede ni debe actuar separadamente del hombre como un ente autosuficiente prescindiendo de la otra parte de la humanidad ya que en el mismo acto de la creación Dios creó una sola humanidad: varón y mujer […] Dios dio la creación entera a la humanidad entera […] y les mandó trabajarla en unidad también”.72

Enfatiza que tanto hombres como mujeres son infieles porque no han sido capaces de descubrir la forma de enfrentar y superar la lucha que por siglos los ha separado en relación con el sexo y la construcción social que a partir de él se hace. Conmina a ir juntos a sacar agua del pozo de la vida que Dios les ha dado.

Al hablar de las implicaciones políticas o históricas, exhorta a que surja el diálogo, e insiste en que esto es muy necesario para humanizar la humanidad, pero advierte que sólo se podrá lograr cuando hombres y mujeres comiencen a conocerse, saber con claridad por qué se piensa lo que se piensa, para dar sus aportaciones a la construcción de nuevos roles, cuya conformación y construcción serán los cimientos de la nueva forma de relacionarse y de la creación de la nueva humanidad. Eco de estas palabras sería la conformación y construcción de otro mundo posible y necesario por el que los llamados pueblos originarios están luchando.

Esto que propuso Melano es todo un proceso educativo en el que ni mujeres ni hombres están interesados en participar, porque no es fácil liberarse de prejuicios que durante siglos se han tenido; sin embargo, insiste en que es un llamado de Dios:

En el caso del hombre, el pre­juicio generalmente inconsciente frente a la mujer respecto a su colaboración o coparticipación en el mundo del pensamiento y de la acción […] no puede fácilmente despojarse del bagaje ancestral inconsciente y consciente que ha dominado a la humanidad durante veinte siglos en los que la mujer fue considerada y usada como objeto […] sierva, instrumento.73

Estos aportes se vinculan con una de las estrategias propuestas por la teóloga Elisabeth Schüssler Fiorenza, quien invita a releer los discursos patriarcales culturales que alienan a las mismas mujeres porque para ellas también es difícil despojarse del bagaje cultural en el que han sido consideradas como objetos y no como sujetos de interpretación. Por eso, ésta será una de sus estrategias de interpretación de la teología feminista.74

Melano dice que la separación a partir de los sexos es una expresión de pecado dentro de la Iglesia, porque sigue presa de prejuicios que en otros ámbitos ya han sido superados. Por eso desafía a las Iglesias a revisar sus dogmas y a no separar lo que Dios ha unido, invita a las mujeres a no tener prejuicios en contra de las propias mujeres, lleva a la reflexión de que el ministerio no sólo sea masculino, sino que esté integrado por mujeres y hombres, para que juntos reflexionen teológicamente sobre el significado de la obediencia y fidelidad a Dios en el presente, para la creación de la humanidad querida por Dios, su hacedor.75

2.3. Cristo supera las barreras que separan a la humanidad

En 1972 se publicó el libro La mujer y la Iglesia,76 texto en el que se recuperó la participación de Melano en el Segundo Encuentro Ibérico Ecuménico de Mujeres en el Colegio Mayor San Agustín de la Ciudad Universitaria (Madrid, 1971). A esta reunión asistieron mujeres protestantes y católicas de toda la península ibérica, tradicionales y liberales.77

El enfoque de sus ponencias recayó en tres aspectos:

El interés de publicar en América Latina sus conferencias consistió en que ella esperaba que hicieran eco entre las mujeres de todo el continente, así como había sucedido con las mujeres españolas y portuguesas, con el propósito de hacer conciencia de la necesidad de replantearse el papel de la mujer en la Iglesia contemporánea.79

Una de sus tesis es que la resurrección de Cristo ayuda a descubrir que él destruye las paredes que dividen y separan a los seres humanos de Dios, y los unos a los otros; paredes creadas en su mayoría por el prejuicio, la tradición o la costumbre y que fundamentalmente expresan el pecado.80

Teológicamente, Jesús anuló toda división. Sin embargo, Melano reconoce que así como fue difícil para los judíos comprender y aceptar que Dios también acogía a los gentiles (Hch 11.17), la misma dificultad existe en la mayoría de los hombres y muchísimas mujeres quienes no logran aceptar que Dios los creó en igualdad, y que el sacerdocio es para toda persona creyente. Lamentablemente, no se ha logrado superar el prejuicio respecto a la mujer.81

Asimismo, invita al pueblo cristiano a revisar los mitos, prejuicios culturales y costumbres que oscurecen el mensaje evangélico; exhorta a que como hijas e hijos de Dios reflexionen en lo que el apóstol Pablo dice a los romanos: “Transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rom 12.2). Conmina a ambos a discurrir: “¿Qué significa ser nuevo-hombre-en relación-a-la-mujer desde la perspectiva teológica, y en relación a [sic] ser fieles a la voluntad de Dios que es unir a toda persona en Cristo?”.82

Pero lamentablemente este tema de la división abismal de los seres humanos es ignorado, porque la división se vive como natural tanto en unos como en las otras. Por ello les lanza las preguntas: ¿puede el ser humano ser libre o llegar a ser completamente libre mientras su prójimo permanece en la esclavitud? y ¿pueden la mujer y el varón ser libres sin tomar en cuenta al otro?83 Al no dialogar sobre esto se niega el propó­sito de Dios, la unidad de la humanidad entera y, al mismo tiempo, no se permite la redención de Dios, quien desea la unidad de la humanidad en su diversidad para la plenitud de su vida y del reino de vida.

Además, remite a recordar que “una tesis fundamental de la Iglesia primitiva es la igualdad en Cristo” (Gál 3.28), cuya centralidad es que varón y mujer, el hombre libre y el esclavo son considerados personas. Los rangos, las clases, las razas son superadas; en el Señor, todas las personas son iguales. Apela a la historia bíblica para recordar que “la mujer en la Iglesia primitiva ocupaba cuatro cargos: profético, litúrgico, docente y caritativo”.84 Desafortunadamente, la subvaloración de la mujer permanece hasta nuestros días. La participación de las mujeres en los cargos eclesiales quedó fuera. Puntualiza que es necesario revisar las sugerencias del apóstol Pablo, porque “su teología va más allá de su tradición, penetra más hondo que las costumbres de su sociedad […] subraya, una y otra vez, la unidad y la igualdad de ambos en Cristo” (Gálatas 3:27, 28; Efesios 2:11-22).85 Muestra que Pablo no menguó los cargos de las mujeres, al contrario, insiste en que “no os hagáis esclavos de los hombres” (1 Corintios 7:23) y cada uno, varón o mujer, responda al Señor fielmente, de acuerdo a los dones y a la vocación a la que fue llamado.86

De manera específica, Melano habla acerca del mito y la mujer, el mito “como un relato tradicional referente a acontecimientos ocurridos en el origen de los tiempos; un relato a través del cual el ser humano trata de comprenderse a sí mismo dentro de su mundo”.87 Mitos que se relacionan con la sexualidad de la mujer y su cuerpo, al considerarla manchada, impura, intocable, peligrosa, tentadora, inferior, “estos mitos juegan un papel en el inconsciente de la raza. Lo prueban las reacciones de tipo irracional tanto de varones como de mujeres cuando se ponen en tela de juicio ciertos roles masculinos y femeninos dentro de la Iglesia y de la sociedad”.88 Ella habla de por lo menos siete consecuencias de estos mitos en la vida de las mujeres y las limitaciones que se generan al impedir el desarrollo de su potencial.

  1. 1. Reducción de las acciones de la mujer al ámbito de ciertas sociedades primitivas: niños, cocina e Iglesia, como único destino posible.
  2. 2. La práctica entre los cristianos a la llamada doble moral, más benigno el juicio para los hombres “Don Juan”, en cambio muy mal juzgadas las mujeres.
  3. 3. La concepción de inferioridad intelectual de las mujeres y la discriminación legal y jurídica.
  4. 4. La desigualdad económica laboral. Además del “trabajo invisible” realizado en casa y sin ninguna remuneración.
  5. 5. La persistencia de la compra y venta de mujeres como “objeto sexual”.
  6. 6. Menosprecio de la mujer soltera, apodada peyorativamente “solterona”, estigmatizada como un ser no realizado, incompleto y menos valioso.
  7. 7. Las actividades que se adjudican a la mujer dentro de las parroquias y demás instituciones eclesiásticas son de carácter secundario; la mujer sigue siendo sierva del varón y, por lo tanto, desempeña roles fijos que presuponen que las hijas de Dios no tienen otros intereses o capacidades. La coparticipación es casi nula. Sólo al varón se le han asignado valores fijos y roles [sic] inamovibles, tales como la capacidad intelectual y el rol de teólogo o sacerdote, entre otros.89

Concluye que la mujer y el hombre tienen que descubrir quiénes son como personas, que el diálogo es indispensable para la humanización de toda la humanidad. Esto sólo lo podrán lograr despojándose del bagaje cultural, lo que se conoce como deconstrucción y construcción social de lo que somos y hacemos los seres humanos.

Por lo tanto, la implicación eclesiológica más importante para ella será el sacerdocio universal de todos los creyentes,90 porque cada miembro de la Iglesia es un sacerdote; por lo tanto, tiene la responsabilidad de interpretar, enseñar y predicar la Escritura para dar sólo a Dios la gloria y ser consecuentes con uno de los principios básicos de la Reforma. Pero, para ella, esto “expresa el riesgo de la Reforma Protestante”91 porque ser consecuentes con los principios reformados de la sola Escritura, la sola fe y la sola gracia es verdaderamente todo un desafío que convoca a las Iglesias cristianas en todo el mundo a replantear su ser y quehacer en este siglo xxi.

2.4. La nueva reforma de la Iglesia

En Contribuciones potenciales de la teología reformada para la discusión y la práctica ecuménica,92 Melano puntualiza que la teología es inseparable de la historia. La sola fe, la sola gracia y la sola Escritura siguen siendo un desafío principalmente para las Iglesias herederas de la Reforma. Para ella, el riesgo de la Reforma es que la Iglesia protestante no sea consecuente con su responsabilidad humana, porque debe responder a lo que Dios exige, ya que “estamos viviendo en una época en la cual la codicia del poder y el amor por el poder predominan. La glorificación del ser humano genera la violencia institucionalizada”.93

Los principios básicos de la Reforma fueron dados por los reformadores del siglo xvi como una respuesta a la situación histórica de su tiempo. “La clave hermenéutica de una sola Escritura fue para Jesucristo mismo su obra liberadora y redentora para la tierra y toda la humanidad […] esto nos previene de caer presos en el biblicismo y el absentismo social […] así la Iglesia pierde toda autoridad […] y reproduce la realidad de una humanidad desgarrada en su propio interior […] la pregunta de hoy para las Iglesias protestantes es preguntarse si verdaderamente somos o no sus verdaderos herederos”.94

Para la reflexión propone los siguientes elementos:

  1. 1. La renovación bíblica hermenéutica para ayudarnos a regresar a la fuente (una sola Escritura), porque es cuestión de liberar falsas interpretaciones que se han convertido en dogmas en el pasado y cuya carga está todavía presente entre nosotros. Por lo tanto, la renovación hermenéutica es necesaria para ser fieles a los principios de los teólogos reformadores. Asimismo, el problema de la interpretación bíblica divide nuestra teología contemporánea a través de barreras confesionales. Se debe considerar que el mensaje cristiano no es tanto una colección de dogmas y doctrinas. Yahvé es un Dios histórico.
  2. 2. Una Iglesia renovada. Para Melano y otros teólogos de su tiempo, era necesaria una Reforma de la solidaridad con todas aquellas personas que viven en una situación infrahumana. Porque la acción en el amor es una respuesta a la unidad entre católicos y protestantes, para descubrir en esa solidaridad la presencia y esperanza vivas de Cristo. Porque en medio de tanta confusión, el Espíritu Santo crea una comunidad de adoración, proclamación y servicio solidario. Porque cuando la palabra proclamada no está acompañada de una solidaridad visible con aquellos que han sido relegados de la sociedad, corre el riesgo de convertirse en palabras vacías, sin significado. El servicio es una parte intrínseca de la razón de la existencia de la Iglesia. Existe un miedo profundo de una reforma radical tanto en los católicos como en las tradiciones reformadas y ortodoxas. La Iglesia comienza a convertirse en un refugio para los cristianos, en lugar de ser la frontera del servicio y el discipulado de Cristo.

    Para Melano, la Iglesia reformada siempre reformándose debe accionar en tres aspectos:

      • Comunidad profética. Una frontera de liberación frente a la negación de los derechos humanos básicos. Se pregunta: ¿Cuál es la respuesta de la Iglesia ante la humanidad que vive en condiciones infrahumanas; ante los desposeídos, explotados, prisioneros, oprimidos, de los sin poder, sin voz? En este sentido los cristianos no tienen un mensaje, pero son un mensaje.

      • Comunidad ecuménica: Una frontera de unidad y reconciliación. Porque las divisiones y subdivisiones que viven las Iglesias cristianas son un escándalo que se suma a la cruz. Las etiquetas usadas para designarnos aíslan a toda la Iglesia de los demás seres humanos no cristianos.

        Todas las Iglesias deben traer a la memoria las palabras dichas por Jesús: “Para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Jn 17:22).

      • Comunidad de la no-violencia encarnada. Una frontera de paz. Ante la violencia macro-estructural que mutila los mínimos derechos básicos, la comunidad mesiánica no puede permanecer en una esfera neutra, en cobardía o en la aceptación de este tipo de situación.95

Conclusión

Como se ha intentado demostrar en estas páginas, el pensamiento teológico latinoamericano llegó, por su propio camino, a la conclusión de que Dios está presente en las diferentes coyunturas de la vida humana, pues las realidades históricas son los lugares concretos de la acción de Dios, son la fuente de conocimiento y producción teológica; es decir, confrontan siempre a la praxis cristiana porque sólo al reflexionar desde las coyunturas históricas y actuar en consecuencia se descubre continuamente la presencia de Dios. Parte de todo esto fue la tarea y el trabajo compartidos por Beatriz Melano en el momento histórico, liberador, educativo y teológico que le correspondió vivir.

Melano expresó desde sus propuestas teológicas su fe de características genuinamente protestantes, aunque al mismo tiempo con un profundo aprecio por las perspectivas católica y ortodoxa; por tanto, su experiencia religiosa se construyó a partir de un fuerte individualismo. Su solidaridad le permitió experimentar la apertura simultánea a las realidades sociales exigentes, así como al diálogo ecuménico sin distinciones confesionales.

Desde su ejercicio docente influyó en la doctora Mary Hunt, quien dice que aprendió mucho de ella en relación con las mujeres y la religión en América Latina, cuando Hunt estuvo como profesora visitante en isedet, entre 1980 y 1981.96 De la misma manera, influyó en el pensamiento teológico de alumnas como Marcella Althaus-Reid (1952-2009),97 Marcela Bosch (1955)98 y Mercedes García Bachmann (1963),99 militantes de diversas confesiones cuyas aportaciones teológicas evidencian su influencia hermenéutica. Althaus-Reid reconoció que Melano acuñó el término teología pertinente, precursor de la teología de la liberación.100

A partir de su interés por crear una nueva hermenéutica, formuló una metodología de orientación liberadora en la que planteó que hombres y mujeres debían despojarse de los prejuicios y costumbres que los alejan de su humanidad, y propuso que el diálogo como herramienta básica les permitiría desempeñar su responsabilidad en el mundo y así poder participar en la construcción de una nueva humanidad.

Desde su propuesta hermenéutica, vio la necesidad de articular un nuevo lenguaje de interpretación del texto bíblico que llevara a la verdad, como algo que debe ser hecho, no sólo creído, desde los aspectos filosófico, teológico e histórico. Su propuesta de analizar el lenguaje bíblico para la interpretación sigue vigente porque la propia fuerza de la palabra escrita en el texto bíblico expresa elementos significativos y favorecedores de la superación de interpretaciones legalistas y patriarcales. De esta forma, Melano expresa: “El evangelio de Jesucristo tiene raíces teológicas en el profetismo hebraico, en lugar del judaísmo legalista sacerdotal. Sin embargo, las Iglesias no saben a veces si son herederas del profetismo hebraico o del judaísmo legalista”.101 Asimismo, crea la necesidad de que se recupere la semántica femenina en toda formulación teológica; por ejemplo, en los salmos, con la finalidad de evidenciar las formas en las que el lenguaje bíblico trasciende el patriarcalismo desde el primer relato del Génesis (1:27), texto que da cuenta de que Dios creó una humanidad a su imagen, no una humanidad patriarcal.102

Lamentablemente, sus reflexiones teológico-filosóficas permanecen casi por completo ignoradas, pues no obtuvieron respuesta de las comunidades protestantes latinoamericanas de la época. Pero, a decir de Mary Hunt, “si bien fue ignorada en cierta medida en América Latina, fue tomada en serio en Estados Unidos y Europa como teóloga feminista”.103

En el breve recorrido teológico realizado se muestra que en sus escritos Melano proponía al pueblo cristiano revisar sus mitos, prejuicios culturales y costumbres cuyo objetivo redundaba en oscurecer el mensaje evangélico. Al hacer esto, la Iglesia se conduciría de una forma renovada, tal como se propuso con los principios básicos de la Reforma del siglo xvi.

Beatriz Melano es un ejemplo o paradigma para toda persona cristiana en busca de una educación teológica sólida, pertinente, acorde y consecuente con las exigencias no sólo intelectuales, sino sociales, políticas y económicas del momento histórico. Desde su perspectiva, la Iglesia de Cristo debe definir sus ministerios, está obligada a encarnarse en la realidad histórica como anticipo del reino de Dios, debe mantener la capacidad de asombro ante tantos signos de muerte, y actuar en consecuencia. La fe en la praxis debe regresar a las Iglesias y a las Escrituras, para que éstas sean guiadas a su acción profética y ecuménica, y lleguen a encarnarse como fronteras de paz y de servicio con los que viven en situaciones infrahumanas. La Iglesia está llamada a vivir la fe no pasiva sino activamente, a ser fiel a las Escrituras y a actuar en consecuencia por la gracia dada por Dios.

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Notas

1 Cfr. V. R. Azcuy, “Exégesis y teología en la encrucijada. Teología feminista e interpretación feminista de la Biblia: una aproximación”, Teología y Vida, vol. liii (2012): 167.
2 Melano al definir la palabra “pre-juicio” dice que este “señala claramente su significado, quiere decir anterior al juicio o la razón; cuando nos referimos a prejuicios aludimos justamente a conceptos que no se justifican por medio de la razón y que, en la mayor parte de los casos, responden a nociones erróneas trasmitidas de generación en generación durante siglos […] los prejuicios se encuentran en la parte inconsciente de nuestra psiquis […] se encuentran en aquello de lo que no tenemos conciencia”. Beatriz Melano, La mujer y la Iglesia (Buenos Aires: El Escudo, 1973), 19.
3 Cfr. M. S. Campertoni, “Beatriz Melano Couch (1931-2004)”, en Personalidades religiosas de la ciudad de Buenos Aires. Hombres y mujeres que dejaron su huella, coordinado por Marcos Vanzini (Buenos Aires: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 2012) 142.
4 Los datos autobiográficos de Beatriz Melano proceden de la “Introducción” del libro: H. Stuntz (comp.), Raise a Signal. God’s Action and the Church’s Task in Latin America Today (Nueva York: Friendship Press, 1961), 10.
5 Cfr. Stuntz, Raise a Signal, 10.
6 En el Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (isedet) existe una placa en la cual se reconoce que esa casa de estudios ha sido erigida en homenaje a Carrie Jay Carnahan (1865-1936), quien fungió como secretaria de la Woman Foreign Missionary Society de la Iglesia Metodista Episcopal (1905-1935) y también como secretaria ejecutiva para América Latina en los años 1911-1935. Se le reconoce porque “consagró toda su vida a la extensión del reino de Dios en la tierra”. Salmo xxxvi, 9. Cada año se celebran las Cátedras Carnahan, cuyas conferencias son impartidas por especialistas reconocidos.
7 Cfr. Campertoni, “Beatriz Melano Couch (1931-2004)”, 141-146.
8 Cfr. Beatriz Melano, “La salvación en O’Neill” (Tesis para obtener el grado de licenciada en Letras, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1970). http://catalogosuba.sisbi.uba.ar/vufind/Record/20160331012309933. Consultado el 13 de febrero de 2017.
9 Los datos curriculares fueron obtenidos de una copia que ella misma elaboró y firmó. Ésta se encuentra en los archivos del isedet. Consultados el 6 de abril de 2016.
10 Cfr. Campertoni, 145-146.
11 B. Melano, Hermenéutica metódica: teoría de la interpretación según Paul Ricoeur, (Buenos Aires: Docencia, 1983).
12 Algunas referencias disponibles sobre Melano son las siguientes: J. C. B. Webster y E. Low Webster (eds.), “The First Woman Theologian in the Americas”, en The Church and Women in the Third World (Philadelphia: Westminster Press, 1985), 54; D. William Ferm, Third World Liberation Theologies: An Introductory Survey (Ma­ryknoll: Orbis Books, 1986), 51; B. Guy-Sheftall, Words of Fire: an Anthology of African-American Feminist Thought (Nueva York: The New Press, 1995), 321; M. P. Aquino y E. Tamez, Teología feminista latinoamericana (Quito: Abya-Yala, 1998), 44; F. Vázquez Rodríguez, La cultura como texto: lectura semiótica y educación (Bogotá: Fave- graf, 2002), 31; G. Maturo, La razón ardiente: aportes a una teoría literaria latinoamericana (Buenos Aires, Biblos, 2004), 129; J. Prieto, “Gracia, discipulado y resistencia en Dietrich Bonhoeffer (1906-1945)”, Vida y Pensamiento, vol. 25, núm. 1 (2005): 58; M. González, “Sor Juana Inés de la Cruz: Latin American Church Mother” en Hispanic Theological Iniciative Ocassional Paper Series Issue NineFall (Nueva Jersey, Princeton Theological Seminary, 2005), 10; T. María Driollet, La libertad interior. La proyección de Le volontaire et l’involontaire en la obra de Ricoeur (Buenos Aires, Biblos, 2008), 32; D. Salinas, Latin American Evangelical Theology in the 1970’s: The Golden Decade (Leiden, Dutch: Brill Academic Press, 2009), 14; M. E. Hunt “Surreal feminist Liberation Theology: Marcella Althaus-Reid, Present!”, en L. Isherwood y M. D. Jordan, Dancing Theology in Fetish Boots: Essays in honour of Marcella Althauss-Reid (Londres, SCM Press, 2010), 19; U. Arning, Narración-Religión- ¿Subversión?: Novelas contestatarias durante la dictadura militar argentina (1976-1983) (Buenos Aires, lit, 2014), 7; C. West y E. S. Glaude, African American Religious thought an anthology (Louisville, Westminster John Knox Press, 2003), 832; J. Bobo, C. Hudley, M. Claudine (eds), The Black Studies Reader(Nueva York-Londres: Routledge, 2004), 421; D. P. Aldridge y C. Young, Out of the Revolution: The Development of African studies (Nueva York: Lexington Books, 2002), 428; L. Masson, Feministas en todas partes: una etnografía de espacios y narrativas feministas (Buenos Aires: Prometeo, 2007), 50; R. M. Skinner Keller y R. Radford Ruether, Encyclopedia of women and religion in North America (Bloomington: Indiana University Press, 2006), 478; J. González Nieves, “18 Latin American Female Theologians you should know about”, en https://theglobalchurchproject.com/18-latin-ameri cain n-female-theologians-know/. Consultada el 22 de agosto de 2017.
13 Cfr. Miembros de la Mesa Directiva de la Asamblea Permanente pro Derechos Humanos (apdh), en http://www.derechos.org/nizkor/arg/apdh/mesa.html.
14 J. W. May, Vida y pensamiento, vol. 14, no. 1 (San José, Costa Rica: Seminario Bíblico Latinoamericano, 1994), 3, en https://archive.org/search.php?query=crea tor%3A%22Seminario+Bi%CC%81blico+Latinoamericano.+Departamento+de +Publicaciones%22. Consultada el 6 de junio de 2018.
15 Cfr. Mercedes García Bachmann, “Cuando la teología se soltó el pelo. Beatriz Melano: la primera teóloga en el Río de la Plata (†2004)”, en Estudios de autoras en América Latina, el Caribe y Estados Unidos de V. R. Azcuy et al. (Buenos Aires: San Pablo, 2009), 49.
16 Cfr. V. R. Azcuy, “Exégesis y teología en la encrucijada. Teología feminista e interpretación feminista de la Biblia: una aproximación”, Teología y Vida, vol. liii, núm. 1 (2012): 67; C. A. Lértora Mendoza. “La historia de la iglesia en América Latina desde la perspectiva teológica evangélica”, en Qué es la historia de la Iglesia: XVI Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra (Pamplona: Universidad de Navarra, 1996), 443-458; L. Cervantes-Ortiz, “Especificidad, diversidad y organicidad del quehacer teológico latinoamericano” (Ponencia de ingreso a la Fraternidad Teológica Latinoamericana, capítulo México, 1996), Lupa Protestante, 12 de febrero de 2015, www.lupaprotestante.com/blog/especifidad-diversi dad-y-organicidad-del-quehacer-teologico-latinoamericano/#_ftn19; L. Cervan­tes-Ortíz, “Emilio Castro: una trayectoria teológica, pastoral y ecuménica”, Lupa Protestante, 22 de junio de 2007, http://www.lupaprotestante.com/blog/emilio- castro-una-trayectoria-teologica-pastoral-y-ecumenica-leopoldo-cervantes-ortiz/. Consultadas el 12 de agosto de 2017.
17 B. Melano, “Sor Juana Inés de la Cruz, primera teóloga de América”, Cuadernos de Teología, vol. 1, núm. 3, isedet (1983): 47-55. En portugués: J. Buendia (ed.), Palavras de mulheres: juntamdo os fios da teologia feminista (San Paulo: Católicas pelo Direito de Decidir, 2000), 45-60, http://catolicas.org.br/wp-content/uploads/2014/08/publica%C3%A7%C3%A3o-palavras-mulheres.pdf. Cfr. A. Pérez Amador Adam, La ascendente estrella: bibliografía de los estudios dedicados a Sor Juana. Bibliografía de los estudios dedicados a Sor Juana Inés de la Cruz en el siglo xx (Madrid: Iberoamericana-Vervuert Verlag, 2007), 122.
18 Cfr. B. Melano. La mujer y la Iglesia (Buenos Aires: El Escudo, 1973), 79.
19 Cfr. B. Melano. La mujer y la Iglesia, 27.
20 B. Melano. La mujer y la Iglesia, 59.
21 E. Schüssler Fiorenza, “Interpreting Patriarchal Traditions”, en The Liberating Word: A Guide to Nonsexist Interpretation of the Bible, editado por Letty Russell (Filadelfia: The Westminster Press, 1976), citado por Beatriz Melano, “La teología, el lenguaje masculino y el rol de la mujer, sus implicaciones en las comunicaciones”, en Mujer latinoamericana, Iglesia y teología de G. Abdó, O. Rivera y V. Reyes, et al. (México: Mujeres para el Diálogo, 1979), 127.
22 E. Schüssler Fiorenza, “Interpreting Patriarchal Traditions, 119.
23 B. Melano, “La teología, el lenguaje masculino y el rol de la mujer, sus implicaciones en las comunicaciones”, 119.
24 Cfr. B. Melano, “Teología de la liberación y misión de la iglesia en América Latina. Un punto de vista protestante”, en Cuadernos de Teología, vol. vi, núm. 4 (1985): 21. Este texto apareció también en VV. AA., Introducción a la teología de la liberación (Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria, 1987), 19-42.
25 E. Tamez (comp.), Teólogos de la liberación hablan sobre la mujer (San José, Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1986).
26 E. Tamez. Las mujeres toman la palabra (Entrevistas) (San José, Costa Rica: Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1989).
27 B. Melano, “El Reino de Dios y la ética”, en Cuadernos de Teología, vol. VII, núm. 3: 177-196.
28 B. Melano, “Theological perspectives from the point of view of the oppressed”, en The Ecumenical Review, Consejo Mundial de Iglesias, vol. 43, núm. 4 (octubre de 1991): 443-450.
29 B. Melano, “Hermenéutica feminista. El papel de la mujer y sus implicaciones”, en Vida y Pensamiento, vol. 14, núm. 1 (1994): 15-33.
30 B. Melano, “Liberación: una perspectiva bíblica (1 Samuel 1.2-2.11)”, en Concilium, núm. 269 (1997): 227-236.
31 Comunicación personal, proporcionada por el doctor Pablo R. Andiñach el 6 de abril de 2016, en Buenos Aires, Argentina.
32 Campertoni, 146.
33 Cfr. Stuntz, Raise a Signal, 10.
34 Cfr. F. Gaudichaud, Operación Cóndor. Notas sobre el terrorismo de Estado en el Cono Sur (Madrid: sepha, 2005), 16-17.
35 Cfr. Valeria Caruso, “Sindicatos, intelectuales y dictadura en la Argentina durante la década del ’60. Perspectivas para un debate historiográfico a partir del caso de la cgt de los argentinos”, Revista Contemporánea, año ٥, núm. ٧, (2015) http://www.historia.uff.br/nec/sites/default/files/5_sindicatos_intelectuales_y_dictadura_en_la_argentina_durante_la_decada_del_60._perspectivas_para_un_debate_historio grafico_a_partir_del_caso_de_la_cgt_de_los_argentinos.pdf. Consultada el 30 de mayo de 2017.
36 M. Hunt, comunicación personal, 18 de septiembre de 2017.
37 Cfr. Gaudichaud, 21-25.
38 Las actividades de cooperación evangélica comenzaron en 1916, en Panamá, con el primer Congreso Evangélico Panamericano, dominado por la presencia misionera extranjera. En 1925, en Montevideo, Uruguay, se llevó a cabo el Congreso de Obra Cristiana; posteriormente, en 1929 tuvo lugar en La Habana, Cuba, el Congreso Hispanoamericano. Todo ello con la finalidad de que el pueblo evangélico trabajara con ímpetu renovado para terminar con las divisiones denominacionales. Cfr. “El movimiento de cooperación evangélica en América Latina. Reseña histórica”, en III Conferencia Evangélica Latinoamericana (cela), (Montevideo: Comisión provisoria por la Unidad Evangélica Latinoamericana [unelam], 1969), 6.
39 Cfr. I Conferencia Evangélica Latinoamericana, El cristianismo evangélico en la América Latina. Informe y resoluciones de la Primera Conferencia Evangélica Latinoamericana (Buenos Aires: La Aurora, 1949), 3.
40 I Conferencia Evangélica Latinoamericana, 39-40.
41 E. Durkheim, Educación y sociología (México: Colofón, 1997), 14-15.
42 I Conferencia Evangélica Latinoamericana, 58-60.
43 En la Iglesia Nacional Presbiteriana de México las sociedades femeniles son organizaciones de mujeres que se reúnen para prepararse y servir mejor en el hogar, la Iglesia y en la comunidad en la que viven. Estas sociedades están conformadas por una directiva y las secretarias de los departamentos: Espiritual, del Hogar, Misionero y Social. Tienen un consejero que usualmente es el pastor o un anciano perteneciente al consistorio de la Iglesia, quien generalmente asiste a todas las reuniones semanales. Su sostenimiento económico es autónomo. Cfr. E. Pérez de Celis, Manual para las sociedades femeniles presbiterianas de México (México: Unión Nacional Presbiteriana de Sociedades Femeniles de México, 1982).
44 Por esta razón hubo un fuerte conflicto entre los líderes de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (inpm), que originó el surgimiento de la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (cmirp) en octubre de 2012, conformada por los pastores excomulgados y las comunidades que en ese momento atendía cada uno, todas ellas adscritas a la inpm. El motivo de la excomunión fue la promoción continua de la ordenación de las mujeres, así como el desacato a los acuerdos tomados por la asamblea general de la inpm. Cfr. L. Cervantes-Ortiz, “Nace la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas, y ordena primeras pastoras”, Lupa Protestante, (2 de noviembre de 2012) http://www.lupaprotestante.com/blog/surge- comunion-mexicana-de-iglesias-reformadas-y-presbiterianas-y-ordena-primeras- pastoras. Consultada el 2 de junio de 2017; H. Conde Rubio, Mujeres ministras: una mirada ecuménica en torno a la ordenación de mujeres. (Tesis de maestría en Teología y Mundo Contemporáneo, Universidad Iberoamericana, 2016); y S. Villalobos Nájera, Las mujeres que tomaron la palabra. Construcción de igualdad y participación en el campo religioso, desde sus ministerios ordenados y consagrados en México. (Tesis de doctorado en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Sociología, unam, 2017).
45 J. de Santa Ana, en E. Tamez, Teólogos de la liberación hablan sobre la mujer (San José, Costa Rica: dei, 1986), 23-31.
46 II Conferencia Evangélica Latinoamericana. Cristo, la esperanza para América Latina, Ponencias, informes y comentarios. Lima, Secretaría General, 20 de julio a 6 de agosto de 1961.
47 Quien posteriormente sería secretario general del Consejo Mundial de Iglesias.
48 E. Castro, “Nuestra tarea inconclusa”, en Cristo, la esperanza para América Latina. II Conferencia Evangélica Latinoamericana (Lima: Colegio María Alvarado, 1961), 93.
49 E. Castro, “Nuestra tarea inconclusa”, 109.
50 Cfr. “Conclusiones generales de las comisiones”, en II Conferencia Evangélica Latinoamericana (Lima: Confederación Evangélica del Río de la Plata, 1962), 140-141. 51 “Conclusiones generales de las comisiones”, 108-110.
51 “Conclusiones generales de las comisiones”, 108-110.
52 B. Melano, Raise a signal, 21.
53 La pertenencia de Melano al Movimiento Estudiantil Cristiano (mec) fue un dato proporcionado por la doctora Mary Hunt, 20 de septiembre de 2017. El mec formaba parte de la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos (fumec).
54 Cfr. O. B. de Ramírez. “Nuestra deuda evangélica para con la mujer latinoamericana”, en III Conferencia Evangélica Latinoamericana, Deudores al mundo (Buenos Aires: unelam), 11, 35. 55 unelam fue un organismo que comenzó a agrupar a las Iglesias protestantes en América Latina y a promover actividades y proyectos ecuménicos conjuntos. Posteriormente, desembocó en la organización del Consejo Latinoamericano de Iglesias (Clai) en 1978 y 1982.
55 unelam fue un organismo que comenzó a agrupar a las Iglesias protestantes en América Latina y a promover actividades y proyectos ecuménicos conjuntos. Posteriormente, desembocó en la organización del Consejo Latinoamericano de Iglesias (Clai) en 1978 y 1982.
56 B. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, en El rol de la mujer en la Iglesia y sociedad de Vv. Aa. (Montevideo: unelam, 1968), 125.
57 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 79.
58 E. Castro, El rol de la mujer en la iglesia y en la sociedad (Piriápolis: unelam, 1967), 7.
59 J. Moltmann, Teología de la esperanza (Salamanca: Sígueme, ١٩٦٥).
60 R. Gibellini, “Teología de la esperanza”, en La teología del siglo XX (Santander: Sal Terrae, 1998), 300-301.
61 Cfr. J. Moltmann y E. Moltmann-Wendel, Pasión por Dios. Una teología a dos voces (Santander: Sal Terrae, 2010).
62 Moltmann y Moltmann-Wendel, Pasión por Dios. Una teología a dos voces, 27-28.
63 Moltmann y Moltmann-Wendel, Pasión por Dios. Una teología a dos voces, 21.
64 B. Melano, en S. Torres y J. Eagleson (eds)., Teología en las Américas (Salamanca: Sígueme, ١٩٨٠), 421, citado por R. Gibellini, en La teología del siglo xx (Santander: Sal Terrae, 1998), 629. Énfasis agregado.
65 B. Melano, “La teología, el lenguaje masculino y el rol de la mujer, sus implicaciones en las comunicaciones”, en Mujer latinoamericana, Iglesia y teología de G. Abdó, O. Rivera y V. Reyes, et al. (México: Mujeres para el Diálogo, 1979), 134.
66 Cfr. Melano, La mujer y la Iglesia, 69.
67 Melano, La mujer y la Iglesia, 116.
68 Carlos Mondragón afirma que los misioneros protestantes llegaron a las “colonias luteranas en Brasil, Argentina y Chile, valdenses en Uruguay y Argentina, y menonitas en Paraguay, etc., serán algunas de las comunidades de inmigrantes europeos que llegaron a Latinoamérica trayendo creencias y prácticas distintas a las católicas”. C. Mondragón, “Protestantes y protestantismo en América Latina: Reflexiones en torno a la variedad de experiencias en su introducción”, en Espacio de Diálogo, Fraternidad Teológica Latinoamericana, núm. 2, (abril de 2005), http://www.cenpromex.org.mx/revista_ftl/ftl/textos/carlos_mondragon.htm. Consultada el 19 de mayo de 2018.
69 Cfr. R. Alves, “Religión, ¿opio del pueblo?”, en Religión, ¿instrumento de liberación? de Gustavo Gutiérrez et al. (Barcelona: Marova-Fontanella, 1973), 88-96. En esa sección, Alves se ocupa de lo que denomina “el credo político de los protestantes” en contraste con las ideas propias del catolicismo romano.
70 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 75-91.
71 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 78.
72 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 75, 77.
73 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 87.
74 E. Schüssler Fiorenza, Pero ella dijo (Madrid: Trotta, 1992), 57.
75 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 86.
76 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 86.
77 Melano cita en el prefacio del libro La mujer y la Iglesia, que fue invitada a preparar las conferencias, pero no refiere si fue la única latinoamericana que asistió al Encuentro. Por el momento no se encontraron fuentes que lo corroboren.
78 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 9.
79 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 10.
80 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 13.
81 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 18.
82 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 29.
83 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 30.
84 Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 37.
85 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 40-41.
86 Cfr. Melano, “El hombre y la mujer en la misión de Dios”, 43.
87 P. Ricoeur, Finitud y culpabilidad (Madrid: Taurus Ediciones, 1969), citado por B. Melano, La mujer y la Iglesia, 50.
88 Melano, La mujer y la Iglesia, 56-57.
89 Melano, La mujer y la Iglesia, 65-69.
90 Melano, La mujer y la Iglesia, 80.
91 B. Melano, “Potential Contributions of Reformed Theology to Ecumenical Discussion and Praxis”, en Toward the Future of Reformed Theology. Tasks, topics, traditions editado por David Willis y Michael Welker (Grand Rapids-Cambridge, William B. Eerdmans, 1999), 154.
92 Melano, “Potential Contributions of Reformed Theology…”, 153-164.
93 Melano, “Potential Contributions of Reformed Theology…”, 154.
94 Melano, “Potential Contributions of Reformed Theology…”, 154-155. 9595 Melano, “Potential Contributions of Reformed Theology…”, 162-164. 9696 Comunicación personal, 18 de septiembre de 2017. 9797 Cfr. M. Hunt, “Surreal Feminist Liberation Theology: Marcella Althaus-Reid Presente!” en Dancing Theology in Fetish Boots. Essays in honour of Marcella Althaus-Reid editado por L. Isherwood y M. D. Jordan, (Londres: SCM Press, 2010), 19s.
95 Melano, “Potential Contributions of Reformed Theology…”, 162-164.
96 Comunicación personal, 18 de septiembre de 2017.
97 Cfr. M. Hunt, “Surreal Feminist Liberation Theology: Marcella Althaus-Reid Presente!” en Dancing Theology in Fetish Boots. Essays in honour of Marcella Althaus-Reid editado por L. Isherwood y M. D. Jordan, (Londres: SCM Press, 2010), 19s.
98 A la pregunta sobre la influencia de Melano en su formación teológica o en otras áreas de su vida, Marcela Bosch expresó:

Me sirvió ver una mujer que fue muy agredida aun por sus colegas sufriendo sexismo en isedet. Me explicó como nadie, la hermenéutica. Como tantas otras mujeres inteligentes, brillantes y pioneras, fue tildada de loca. Me enseñó que, para abrirnos caminos en cualquier lugar, tenemos que luchar. Y que sólo las mujeres que son regalonas de papá, es decir, que se avienen al patriarcado o coquetean con él triunfan rápidamente o se sostienen en sus lugares porque no tocan la raíz de su poder. Estas cosas me enseñó, sin decir ni una palabra, ni quejarse. Pero tengo ojos para ver y deconstruir.

Comunicación personal, 13 de agosto de 2017. Bosch radica en Buenos Aires, estudió en el isedet, es teóloga, especialista en ética feminista, educadora popular y luchadora social por los derechos de los niños y niñas en situación de calle.

99 Cfr. García Bachmann, “Cuando la teología se soltó el pelo. Beatriz Melano: la primera teóloga en el Río de la Plata († 2004)”.
100 Cfr. M. Althaus-Reid, La teología indecente. Perversiones teológicas en sexo, género y política (Barcelona: Bellaterra, 2005), 41.
101 Melano, “La teología, el lenguaje masculino y el rol de la mujer…”, 120.
102 Melano, “La teología, el lenguaje masculino y el rol de la mujer…”, 125. Cfr. R. R. Ruether, Sexism and God-talk: Toward a Feminist Theology. With a New Introduction. [1983] (Boston: Beacon Press, 1993).
103 Comunicación personal, 18 de septiembre de 2017.
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