Resumen: Este trabajo representa un punto de partida para problematizar el rol del color en las estrategias de comunicación y otros ámbitos de los grupos cazadores recolectores del centro-oeste de Santa Cruz (Argentina). A partir del análisis de la producción édita e inédita del equipo de investigación al que las autoras pertenecen, se realiza una sistematización inicial de los hallazgos de objetos móviles con sustancias colorantes y muestras de pigmentos en los sitios arqueológicos de la región. De esta manera, se genera una base de datos a través de la cual se logra una primera caracterización general de los mismos en distintos soportes y contextos. Se evalúa la distribución espacial y temporal de estos materiales y luego se la contrasta con la de las pinturas rupestres ya descritas en otros artículos. Se concluye que las evidencias analizadas se encuentran ampliamente distribuidas en la región de estudio, asociados a diversos tipos de sitios y a cronologías principalmente tardías y que en su mayoría no se encontrarían directamente vinculadas a los emplazamientos de las pinturas rupestres. Así, se busca dar inicio a un abordaje sistemático del color y mostrar la relevancia de su estudio a fin de complementar y profundizar en las discusiones sobre circulación de información construidas a partir del estudio de las representaciones rupestres.
Palabras clave: Color, Producción y uso de sustancias colorantes, Comunicación, Cazadores-Recolectores, Patagonia meridional.
Abstract: This work represents a starting point to evaluate the role of color in the communication strategies and other aspects of hunter-gatherer groups of central-western Santa Cruz (Argentina). Based on the analysis of the published and unpublished production of the authors’ research team, an initial systematization of the findings of mobile objects with coloring substances and pigment samples in the archaeological sites of the region is carried out. Thus, a database is generated through which a first general characterization of the production and use of coloring substances in different supports and contexts is achieved. The spatial and temporal distribution of these materials is evaluated and then contrasted with that of the painted rock art already described in other articles. It is concluded that the analyzed evidence is widely distributed in the study region, associated with various types of sites and mainly late chronologies and that most of them would not be directly linked to the locations of the paintings. Therefore, we seek to begin a systematic approach to color and to show the relevance of its study in order to complement and deepen the discussions on the circulation of information built from the study of rock art.
Keywords: Color, Production and use of coloring substances, Communication, Hunter-Gatherers, Southern Patagonia.
DOSSIER DEL IV CONGRESO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA DEL ARTE RUPESTRE, SALTA
LOS COLORES DEL CENTRO-OESTE DE SANTA CRUZ (ARGENTINA). PRIMERA CARACTERIZACIÓN DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO DE PIGMENTOS Y SOPORTES MÓVILES CON SUSTANCIAS COLORANTES
COLORS FROM CENTRAL-WESTERN SANTA CRUZ. FIRST CHARACTERIZATION OF THE ARCHAEOLOGICAL RECORD OF PIGMENTS AND MOBILE SUPPORTS WITH COLORING SUBSTANCES
Recepción: 08/11/2023
Aprobación: 03/05/2024
En diversos sectores de la Patagonia se ha demostrado la relevancia del uso del color en distintos contextos arqueológicos, más allá de las pinturas rupestres. La presencia de pigmentos y artefactos vinculados a su producción y aplicación ha sido mencionada en excavaciones desde los inicios de las investigaciones (Menghin,1952; Gradin, Aschero y Aguerre, 1976; Carden y Prates, 2015, entre otros). Asimismo, se han registrado diversos soportes móviles pintados (con o sin diseños distinguibles), por ejemplo, restos óseos faunísticos, cuentas, textiles y cueros (Bellelli, Scheinsohn y Podestá, 2008; L’Heureux, 2008; Pérez de Micou, 2009; Marchione y Bellelli, 2013, entre otros). Paralelamente, en distintos sectores de la región patagónica se han realizado trabajos a partir de fuentes etnohistóricas que dan cuenta del uso de pinturas corporales para diversos fines, así como de diseños pintados sobre toldos y vestimentas (Boschin y Nacuzzi, 1978; Martinic, 1995; Fiore, 2005, entre otros). Por lo tanto, se evidencia una gran variedad de usos de las sustancias colorantes en el pasado.
En el marco de los antecedentes mencionados, este trabajo busca contribuir a las investigaciones arqueológicas del centro-oeste de la provincia de Santa Cruz (Patagonia meridional, Argentina) (ver Región de estudio), a partir de la recopilación de evidencias vinculadas con la producción y uso de sustancias colorantes halladas a lo largo de cerca40 años de trabajo en la región. Hasta el momento el ámbito en el que mayor relevancia se le había dado al color era en el estudio de las representaciones rupestres, donde constituye una variable clave del análisis formal de las pinturas (Guichon,2018; Muñoz Soto, Re, Cordero Fernández, Guichon y Artigas San Carlos, 2021, entre otros).
El objetivo general a largo plazo es indagar sobre la producción y los usos del color por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras del centro-oeste de Santa Cruz. En particular, en este artículo nos proponemos generar un primer escalón para investigaciones sistemáticas en la región de estudio centradas en el rol del color en las estrategias de comunicación por diversos medios materiales, como así también en su potencial participación en otras actividades. El primer paso, desarrollado en este trabajo, consiste en sintetizar a partir de una revisión bibliográfica el estado de situación y evaluar la presencia en sitios arqueológicos de pigmentos, por un lado, y soportes móviles con sustancias colorantes adheridas, por otro, que incluyen artefactos líticos, restos óseos, entre otros. Hasta el momento solamente algunos de estos elementos contaban con menciones breves en artículos publicados y tesis inéditas (Goñi y Barrientos, 2000; Re, 2006; Re y Aragone, 2007; García Guráieb, 2010; Cassiodoro, 2011; Dellepiane y Cassiodoro, 2019). En este sentido, a partir de la revisión de distintas fuentes escritas producidas por los integrantes del equipo de investigación al que las autoras pertenecen (libretas de campo, plantas de excavación y bibliografía édita), se sistematizan y caracterizan los hallazgos de sustancias colorantes sobre objetos y pigmentos registrados hasta el momento en la región de estudio. Se describen los tipos de evidencias localizados y los colores empleados. Asimismo, se realiza una primera evaluación de su distribución espacial a lo largo de las distintas áreas que componen la región de estudio y se reflexiona sobre su potencial asignación temporal a partir de diversos indicadores. La información resultante es comparada con la distribución de las pinturas rupestres identificadas.
A través del análisis realizado, se comienza a problematizar la diversidad de factores y contextos involucrados en la producción y usos de las sustancias colorantes en la región de estudio. De esta manera, este artículo proporciona información inicial que permite proponer hipótesis sobre el rol del color en las estrategias de comunicación por medios materiales, así como sobre su posible uso en otro tipo de actividades. A través de las tendencias identificadas, se abren nuevos interrogantes que serán el punto de partida de futuras investigaciones.
A lo largo de toda la trayectoria de las investigaciones en Patagonia meridional continental se han relevado y estudiado una gran cantidad de pinturas rupestres localizadas en numerosas áreas (Menghin, 1952; Gradin et al., 1976; Aschero, 1988, 1995; Fiore, 2006; Carden, 2008; Re, 2010; Blanco, 2015; Acevedo, 2017; Guichon, 2018; entre otros). De acuerdo a distintos indicadores, la gran diversidad de tipos de motivos, técnicas de aplicación y colores empleados fue asignada a diversos momentos, desde la transición Pleistoceno-Holoceno hasta tiempos históricos.
De manera menos frecuente, se ha registrado la presencia de soportes móviles con sustancias colorantes adheridas y de pigmentos en sitios arqueológicos de diversas características. Así, en cuevas, aleros y paredones donde se realizaron excavaciones se refiere la presencia de pigmentos, crayones preparados, sedimentos y rocas coloreadas, vellones teñidos y elementos óseos o artefactos líticos manchados con pintura (Menghin, 1952; Gradin et al., 1976; Gradin, Aschero y Aguerre, 1979; Gradin, 1981-82; Aschero, 1983, 1988; Belardi, Súnico y Puebla, 2000; Carden, 2008; Aschero, Bozzuto, Civalero, De Nigris, Di Vruno, Dolce, Fernández, González y Limbrunner, 2009; Miotti, Carden y Blanco, 2012; Carden, Blanco, Poiré, Genazzini, Magnin y Garcia, 2014; Franco, Cirigliano, Fiore, Ocampo y Acevedo, 2014; Blanco, 2015; Acevedo, 2017; entre otros). En la mayoría de los casos se trata de breves menciones y estos materiales son considerados remanentes de la producción de pinturas rupestres en esos mismos sitios. Asimismo, se identifica una baja cantidad de referencias a instrumentos de molienda con manchas de sustancias colorantes (Gradin, 1981-82; Reyes, 2002; Carden, 2008; Blanco, 2015; Oriolo, Ozán, Schmidt, Chalin, Manzi, y Techmer, 2019).
Por otra parte, en algunos casos se ha planteado el uso intencional de sustancias colorantes en otros contextos involucrados en la comunicación a distintas escalas. En el Parque Nacional Perito Moreno (PNPM) se menciona la presencia de escasos huesos de animales con diseños pintados (Scheinsohn y Lucero, 2006; Papú y Fernández, 2022), así como algunas cuentas y pendientes con pintura roja adherida (Fernandez y Papú, 2023), todos ellos asignados al Holoceno medio y tardío. En Cerro de los Indios 1 (CI1) en lago Posadas se registró un fragmento de cuero pintado (Guráieb, 2012), si bien no se especifica si se identificaron diseños. Por otra parte, también en baja frecuencia se han documentado diversos materiales que reflejan el uso del color al sur del río Santa Cruz: cuentas de collar teñidas (L’Heureux, 2008), un pendiente con líneas en zig-zag pintadas (Prieto, 1984), cueros con diseños escalonados pintados (Jackman, 1976), entre otros.
Asimismo, se ha planteado el empleo de pigmentos dentro de las prácticas funerarias, aplicados directamente en los cuerpos, en posibles cueros que los cubrieran y/o de forma más generalizada (Reyes, 2002; Franco, Guarido, Montenegro y Ambrústolo, 2012; Zilio, 2016; Ozán, Oriolo, L’Heureux y Schmidt,2020). Además, se encontraron objetos con sustancias colorantes asociados a los entierros (Jackman, 1976; Prieto, 1984; Reyes, 2002). Las cronologías de estos sitios, en su mayoría chenques, estarían comprendidas aproximadamente entre 3800 y 350 años AP. Se ha sugerido que las sustancias colorantes podrían haber tenido un valor simbólico y también haber sido utilizadas como bactericidas en algunos casos (Ozán et al., 2020). Por otra parte, se ha advertido sobre la posibilidad de que en algunos contextos los posibles restos de pigmentos en entierros en realidad sean el resultado de la acción de procesos naturales (Goñi y Barrientos, 2000).
El estudio de los objetos con sustancias colorantes y muestras de pigmentos hallados en sitios arqueológicos del sur de la Patagonia también ha sido abordado a través de técnicas arqueométricas. En trabajos pioneros se menciona el uso de Difracción de Rayos X (DRX) para el análisis de muestras de pinturas rupestres (Iñiguez y Gradin, 1977; Aschero, 1983). En las últimas décadas se han diversificado los materiales arqueológicos analizados y las técnicas de análisis, incluyendo Microscopia Electrónica de Barrido acoplada a Sistema de Análisis por Dispersión de Energía de Rayos X (SEM- EDX), micro-Fluorescencia de Rayos X (μFRX), Espectrometría Infrarroja por transformada de Fourier (FTIR) y Espectrometría Raman (Wainwright, Helwig, Rolandi, Gradin, Podestá, Onetto y Aschero, 2002; Carden et al., 2014; Franco et al., 2012; Oriolo et al., 2019; Ozán et al., 2020, entre otros). Estos acercamientos han comenzado a arrojar luz sobre la composición elemental y molecular de los materiales colorantes, los minerales empleados en las mezclas pigmentarias y sobre las posibles fuentes de materia prima utilizadas.
Adicionalmente, es importante señalar que las fuentes etnohistóricas y los trabajos realizados a partir de las mismas en Patagonia continental meridional dan cuenta del uso del color para diversidad de fines y sobre distintos soportes, muchos de los cuales rara vez se preservan en sitios arqueológicos (Vignati, 1962; Musters, 1964; Boschin y Nacuzzi, 1978; Martinic, 1995; Casamiquela, 2000; Caviglia, 2002; Prates, 2009; entre otros). Así, se ha evidenciado el uso de sustancias colorantes para realizar pinturas corporales y diseños sobre capas de cuero y toldos, pero también su utilización para proteger la piel del sol y el viento, para preservar materiales orgánicos, entre otros[1].
Por último, cabe aclarar que los antecedentes sobre pigmentos y objetos con sustancias colorantes generados por las investigaciones en las que se enmarca este trabajo en el centro-oeste de Santa Cruz son sumamente escasos. Algunos de estos hallazgos han sido brevemente mencionados en trabajos anteriores (Goñi y Barrientos, 2000; Re, 2006; Re y Aragone, 2007; García Guráieb, 2010; Cassiodoro, 2011; Dellepiane y Cassiodoro, 2019), mientras que la mayoría se encuentran inéditos. En las referencias publicadas se evidencia la presencia de sustancias colorantes adheridas a artefactos de molienda, a huesos humanos y a tiestos cerámicos, así como pigmentos aislados. La necesidad de profundizar en el estudio de estos materiales dio el punto de partida inicial a la presente investigación.
La región de estudio, localizada en el centro-oeste de Santa Cruz, es amplia y abarca 250 km en el eje norte-sur y 120 km en el eje este-oeste, lo que representa una superficie de ca. 30.000 km2 (Figura 1). En su conjunto presenta un clima templado-frío de tipo árido/semiárido con precipitaciones que oscilan entre 200 y 400 mm anuales (Cabrera y Willink, 1980).
Comprende sectores con distintas características topográficas y ambientales. En primer lugar, se encuentran los espacios altos(700 a 1200 msnm) que corresponden a las mesetas basálticas altas (Pampa del Asador-Guitarra, Strobel, Asador, Portezuelo, sectores particulares del Sur del lago Cardiel y de La Bajada-El Tranquilo - LBET) y cuencas lacustres de gran altitud (PNPM). Todos estos espacios presentan una gran carga nival durante el invierno. En las mesetas predomina la estepa herbácea con vegetación de tipo matorral en algunos puntos del espacio, mientras que en el PNPM se registra una transición hacia un bosque andino de Nothofagus (Oliva, González, Rial y Livraghi, 2001).
En segundo lugar, se identifican los espacios bajos e intermedios(100 a 700 msnm). Estos están constituidos por las cuencas lacustres bajas de los lagos Salitroso-Posadas y Cardiel, de LBET y planicies bajas localizadas en el Sur del lago Cardiel. En estos sectores predomina una estepa arbustiva y se registra una menor carga nival durante el invierno (Cabrera y Willink, 1980).

El centro-oeste de Santa Cruz cuenta con una larga trayectoria de investigación llevada adelante por diversos equipos de trabajo (Aschero, Bellelli, Civalero, Goñi, Guráieb y Molinari, 1992; Goñi y Barrientos, 2000; Goñi, Belardi, Espinosa y Savanti, 2004; Aschero, Goñi, Civalero, Molinari, Espinosa, Guráieb y Bellelli, 2005; Guráieb, 2012; Cassiodoro, Rindel, Goñi, Re, Tessone, Garcia Guráieb, Belardi, Espinosa, Nuevo Delaunay, Dellepiane, Flores Coni, Guichon, Martínez y Pasqualini, 2013a; Re, Goñi, Flores Coni, Guichon, Dellepiane y Umaño,2017; Aschero, Bozzuto, Civalero, De Nigris, Fernández, Maveroff y Sacchi, 2019; Goñi, Re, Garcia Guráieb, Cassiodoro, Tessone, Rindel, Dellepiane, Flores Coni, Guichon y Agnolin, 2019, entre otros). Allí se ha registrado una gran diversidad de evidencias a lo largo de una amplia cronología, incluyendo pinturas rupestres (Figura 2).
Para el Holoceno temprano (10.000 a 7.000 años AP) se han localizado registros puntuales de ocupaciones humanas en el PNPM (Aschero et al., 2005) y el lago Pueyrredón, vecino al lago Posadas (Aschero et al., 2019). Asimismo, se ha inferido el conocimiento por parte de las poblaciones cazadoras-recolectoras de la Pampa del Asador a partir de evidencias indirectas como la presencia de obsidiana proveniente de ese sector en contextos tempranos de otras áreas (Stern, 2004; Cassiodoro et al., 2013a, entre otros). Durante este período solamente se ha propuesto la ejecución de pinturas rupestres en la localidad Cerro Casa de Piedra del PNPM (Aschero et al.,2005; Aschero e Isasmendi, 2018).
Posteriormente, durante el Holoceno medio (7.000 a 3.000 años AP), se continúa haciendo uso de las áreas mencionadas (Aschero et al., 2005; Aschero et al., 2009; Cassiodoro et al., 2013a; Sacchi, Bozzuto, Horta, Fernández, De Nigris, Civalero y Aschero, 2016; Aschero et al., 2019), al tiempo que se dispone de indicadores relativos y absolutos que evidencian ocupaciones en las restantes áreas de investigación de la región de estudio (Cassiodoro et al.,2013a; Goñi et al., 2019, entre otros). En este lapso temporal se planteó el inicio de producción de pinturas rupestres en el lago Posadas y lago Pueyrredón (Aschero, 1995; Aschero et al., 2009; Guráieb, 2012; Aschero e Isasmendi, 2018; Papú, 2023), el lago Cardiel (Guichon, 2018), el Sur de esta misma cuenca (Guichon, 2023) y LBET (Agnolin, Dellepiane, Chamorro y Re, 2023) y su continuación en el PNPM (Aschero et al.,2005). También se sostuvo la realización de los primeros grabados rupestres en las mesetas altas del Strobel y del Guitarra (Re, 2010; Re y Guichon, 2013; Guichon, Re, Goñi y Flores Coni, 2016; Re et al.,2017; Guichon, 2018; Re, Guichon, Espinosa y Martínez, 2021, entre otros).
En el Holoceno tardío (últimos 3.000 años AP) se propone una serie de modificaciones en las estrategias de uso del espacio y movilidad de los grupos humanos vinculadas a cambios paleoambientales y en particular a un clima más árido (Goñi et al., 2004; Goñi, 2010; Cassiodoro, 2011, Cassiodoro et al., 2013a; Re et al., 2017; Agnolin, 2019, Goñi et al.,2019, entre otros). Así, se plantea un uso planificado y complementario de distintos ambientes, que habría incluido una utilización residencial de las cuencas bajas y un uso estacional y/o logístico de los espacios altos. En este contexto se ha destacado la frecuencia de artefactos de molienda y de tecnología cerámica en las cuencas bajas, así como la presencia de estructuras de entierro tipo chenque en el lago Salitroso en particular.
Durante momentos tardíos, la ejecución de grabados rupestres en las mesetas altas tuvo una gran importancia en las estrategias de comunicación de estas poblaciones (Re, 2010; Re y Guichon, 2013; Guichon et al., 2016; Guichon, 2018; Re et al., 2021, entre otros). Por su parte, las pinturas se continuaron realizando en las cuencas lacustres, registrándose una gran frecuencia en el lago Cardiel (Guichon, 2018) y en CI1 en lago Posadas (Aschero, 1995; Guráieb, 2012; Papú, 2023). En contraposición, se reduciría su producción en el PNPM (Aschero et al., 2005). También se ha sugerido en forma preliminar la ejecución de motivos pintados en este período en el Sur del Cardiel y en LBET (Agnolin et al., 2023; Guichon, Re y Belardi, 2023; Guichon, 2023).
Por último, cabe mencionar que en la región de estudio también se ha evaluado el uso de otros mecanismos alternativos para la comunicación por medios materiales, como es el caso de soportes móviles con diseños. Por un lado, se abordó el estudio de placas grabadas, cerámica incisa y un molino grabado que se localizaron mayoritariamente en las cuencas bajas de los lagos Salitroso-Posadas y del lago Cardiel y fueron asignados a momentos tardíos (Cassiodoro, Guichon y Re, 2019). Por otro lado, durante el Holoceno medio y tardío se encuentran los escasos objetos con sustancias colorantes, con y sin diseños identificables, mencionados en el apartado “La producción de sustancias colorantes y el uso del color…” (Scheinsohn y Lucero, 2006; Guráieb, 2012; Papú y Fernández, 2022; Fernandez y Papú, 2023).

a) CCP5 (PNPM) (Aschero, 1981-82), b) Alero Gorra de Vasco (PNPM), c) CI1 (Lago Posadas) (Papú, 2023), d) K24 (Meseta del Strobel) (Guichon y Re, 2020), e) K185 (Meseta del Strobel), f) Gerasín 1 (Lago Cardiel) (Guichon, 2018), g) Alero del León (Lago Cardiel) (Guichon, 2018), h) Manantial Solis (Lago Cardiel) (Guichon, 2018), i) La Criolla 1 (Sur del Cardiel) (Guichon et al., 2023).
Fuente: Imagen elaborada a partir de fotografías propias y otras provenientes de publicaciones de distintos colegas (ver citas correspondientes en el epígrafe).Dado que este trabajo es un primer paso en una nueva línea de investigación que se abre en la región de estudio, se considera relevante resumir sintéticamente algunos conceptos teóricos y metodológicos que enmarcan los resultados y conclusiones en esta instancia. Se entiende que su estudio permitirá a futuro realizar importantes contribuciones sobre diversos aspectos de las poblaciones del pasado que incluyen: 1) estrategias de comunicación a partir del color, 2) uso de materiales colorantes en otro tipo de actividades y 3) secuencia de producción de estas sustancias.
En cuanto al primer aspecto, se parte de la premisa de que tanto las representaciones rupestres, como aquellas realizadas sobre soportes móviles, constituyen formas de comunicación desplegadas por los grupos humanos a distintas escalas espaciales (David y Lourandos, 1998; Carden, 2008; Re, 2010; Acevedo, 2017; Carden y Borges Vaz, 2017; Guichon, 2018; Cassiodoro et al., 2019; Romero Villanueva, 2019, entre otros). Generalmente, ambos tipos de manifestaciones han sido abordadas a partir del estudio de su morfología, aunque existen otras propiedades relevantes de las imágenes como, por ejemplo, el tamaño o el color que han tenido un menor tratamiento.
En este contexto se entiende al color como una de las propiedades físicas de la materia y, como tal, uno de los medios por los cuales las personas perciben, acceden y representan al mundo material (Caivano, 2005; Ávila, 2011; Calvo, 2014; Sepúlveda, 2023). Desde el punto de vista de la comunicación, el uso del color implica una serie de códigos compartidos propios del contexto social específico en el que ocurren (Ávila, 2011; Castañeda Marulanda y Villa Carmona, 2018; Varichon, 2018; Sepúlveda, 2021). De esta manera, el estudio sistemático e integrado de las distintas evidencias arqueológicas relacionadas con la utilización de materiales colorantes podría aportar una nueva perspectiva sobre las estrategias de circulación de información por medios materiales.
En relación al segundo punto, si bien se focaliza en el potencial comunicativo del color, se debe señalar que los pigmentos pueden ser empleados con otros fines. Diversos autores han mencionado las propiedades profilácticas y antisépticas de los materiales colorantes, como así también su función de protección solar cuando se los utiliza en pinturas corporales (egMansur, Lasa y Mazzanti, 2009; Ozán et al., 2020). Así, estos usos alternativos de las sustancias colorantes también deben ser tenidos en cuenta cuando se aborda su análisis sistemático.
En tercer lugar, el abordaje de la secuencia de producción de las sustancias colorantes, incluyendo el estudio de sus etapas, artefactos utilizados y emplazamientos (en conjunto con sus diferentes destinos), brinda un gran potencial de información sobre distintos temas, incluyendo aspectos tecnológicos y sociales (Aschero, 1983; Fiore, 2007; Varichon, 2018; Sepúlveda, 2011, 2021, entre otros).
Como se mencionó previamente, el estudio de las pinturas rupestres de la región de estudio cuenta con diversos antecedentes (Guichon, 2018; Guichon y Re, 2020; Muñoz et al., 2021; Re et al., 2021, entre otros). Aquí se focaliza en las restantes evidencias de producción y uso del color, que por el momento solo habían sido brevemente mencionadas. Estas incluyen pigmentosy diversos objetos con sustancias colorantes adheridas. A los fines operativos de este artículo, “pigmento” se utiliza en sentido amplio para designar tanto a las materias primas colorantes y otras sustancias con potencial tintóreo en estado natural, como aquellos pigmentos preparados, es decir, aquellas materias primas que presentan evidencias de procesamiento antrópico (Sepúlveda y Wright, 2018; Romero Villanueva, 2019). Por otra parte, el término “pintura” refiere a una mezcla formada por un pigmento, una carga y un aglutinante (Sepúlveda y Wright, 2018). Por último, cabe señalar que en este trabajo “sustancia colorante” se emplea de forma más genérica para indicar presencia de manchas de color, sin determinar si se tratan de pigmentos o mezclas pigmentarias.
Dado que se trata de una nueva línea de trabajo en las áreas consideradas, en este artículo se plantea el primer paso para abordar esta problemática que comprende realizar una revisión bibliográfica sistemática de las producciones éditas e inéditas del equipo de investigación y generar una base de datos sobre los materiales identificados. Así, se obtiene un panorama inicial del estado de situación que permite delinear los futuros trabajos. Se consideraron artículos publicados, tesis de licenciatura y doctorado, libretas de campo y plantas de excavación. Particularmente, se consultaron 62 libretas de campo producidas por 14 autores[2], las cuales abarcan el período comprendido entre 1987 y 2023. Asimismo, se revisaron 40 plantas de excavación de sitios ubicados en la cuenca del lago Salitroso y el PNPM. Durante las lecturas se buscaron menciones a pigmentos, sedimentos coloreados, artefactos de cualquier materia prima y restos óseos (tanto de fauna como humanos) con manchas de color.
La información obtenida a partir de la revisión bibliográfica fue organizada en una base de datos, dentro de la cual se registraron dos grupos de variables:
a) Contextuales:
Área: área de investigación particular dentro de la región de estudio: Salitroso-Posadas, Meseta del Asador, Pampa del Asador – Guitarra, Meseta del Portezuelo, LBET, PNPM, Meseta del Strobel, Lago Cardiel o Sur del Cardiel.
Altitud: se diferenciaron localizaciones en espacios bajos e intermedios (100 a 700 msnm) y en altos (700 a 1200 msnm).
Sitio: nombre del sitio.
Tipo de sitio: a cielo abierto, sitios con reparo (alero o paredón) o sitios con estructuras en piedra (chenque -estructura funeraria- o parapeto -estructura de caza-).
Superficie/Estratigrafía: presencia de los materiales arqueológicos, ya sea en superficie o estratigrafía (incluye sondeos y excavaciones).
Evidencias asociadas: materiales arqueológicos que se hallaron en un mismo conjunto artefactual que las evidencias de producción y uso del color aquí consideradas.
Cronología: asignación a Holoceno temprano, medio o tardío a partir de distintos indicadores absolutos y relativos 1) fechados radiocarbónicos asociados directamente con las evidencias consideradas, 2) fechados en capas inferiores o superiores que permitan evaluar cronologías máximas o mínimas, 3) tipos de artefactos temporalmente diagnósticos con sustancias colorantes (eg cerámica), 4) materiales temporalmente diagnósticos asociados, 5) geoforma donde se localizan los sitios (eg médanos), y 6) los antecedentes generales del área de estudio.
Proximidad a pinturas rupestres: presencia/ausencia de pinturas rupestres en el mismo sitio y hasta una distancia de 500 m de donde se hallaron pigmentos y/o soportes móviles con sustancias colorantes.
b) Específicas:
Tipo de evidencia: 1) pigmento (tanto en forma de materia prima como aquellos con señales de preparación), 2) objeto con sustancia colorante: artefacto (molino, mano de moler, tiesto cerámico, cuenta, etc.), hueso animal sin modificaciones antrópicas, hueso humano y roca sin modificaciones antrópicas. Adicionalmente, se consideraron menciones de sedimentos coloreados registrados en sondeos y excavaciones arqueológicas.
Color: tonalidad descripta en las fuentes consultadas.
Motivo representado: en el caso de los objetos con sustancias colorantes, presencia o no de un diseño reconocible ejecutado a través de la aplicación de pintura.
Es importante señalar que se contabilizó el número de evidencias a partir de las cantidades indicadas en los distintos escritos. Únicamente en el caso del sitio Alero Dirección Obligatoria, ubicado en el PNPM, debido a los numerosos pigmentos identificados en las plantas de excavación se consignó solamente un pigmento por capa para disponer de un número mínimo y evitar sobredimensionar la muestra en esta instancia inicial.
Para evaluar la distribución espacial de los sitios con pigmentos y objetos con sustancias colorantes se generó un Sistema de Información Geográfica a través del software QGIS 3.16. En el mismo también se integró a fines comparativos la información de los sitios con pinturas rupestres identificados hasta el momento.
La revisión bibliográfica de los escritos del equipo de investigación permitió identificar un total de 120 evidencias arqueológicas potencialmente relacionadas con la producción y uso del color ampliamente distribuidas (Tabla 1, Figura 3). Se ubican en 39 sitios de diferentes áreas dentro de la región de estudio. Particularmente se observó una mayor cantidad de pigmentos y objetos con sustancias colorantes en la cuenca de los lagos Salitroso-Posadas, seguida por el PNPM y el lago Cardiel. Si se considera la distribución de los sitios, se evidencia una tendencia similar, aunque con una menor cantidad relativa en el PNPM, el cual registra una gran concentración de hallazgos en sólo tres sitios (Tabla 1). En las mesetas de Pampa del Asador-Guitarra y meseta del Strobel se identificaron estos materiales, aunque en menores frecuencias. También se documentó una baja cantidad en LBET y el Sur del Cardiel, si bien en estos casos las investigaciones se encuentran en sus inicios. Por otro lado, en las mesetas del Asador y del Portezuelo no se encontró referencia a ninguna evidencia de pigmentos u objetos con sustancias colorantes. En síntesis, si se considera su distribución en sectores bajos e intermedios versus altos, se registra una mayor concentración en los primeros (n: 74, 62%).
Tabla 1. Distribución de pigmentos y objetos con sustancias colorantes en las diversas áreas de investigación de la región de estudio.


Las evidencias de producción y uso del color se encontraron en diversos contextos de hallazgo, evaluados a partir de los tipos de sitios arqueológicos y su presencia en superficie o estratigrafía. En primer lugar, se observa una amplia variedad de tipos, con una mayor frecuencia de sitios a cielo abierto y paredones. Cuando se considera la cantidad de materiales en ellos, se destaca una distribución homogénea en aleros, paredones, chenques y sitios a cielo abierto, con la excepción de los parapetos (Tabla 2, Figura 4). Estos últimos se restringen a las mesetas altas y presentan un número menor de materiales potencialmente asociados al uso de sustancias colorantes. Por otra parte, cabe aclarar que los pigmentos y objetos con sustancias colorantes en chenques se localizan únicamente en la cuenca del lago Salitroso, donde se concentran estas estructuras (eg Goñi y Barrientos, 2000; García Guráieb, 2010; Goñi et al., 2019).
Por otra parte, se realizaron sondeos y/o excavaciones en 27 de los 39 sitios que presentan este tipo de evidencias (69%) (Tabla 2). Así, cuando se evalúa la presencia de estos materiales en superficie vs. estratigrafía, se observa que la mayor parte de las evidencias (n: 79, 66%) corresponden a contextos estratigráficos, mientras que 41 de los hallazgos (34%) provienen de superficie. Los hallazgos en estratigrafía corresponden mayormente a los sitios con reparo (aleros y paredones) y a los chenques, mientras que los de superficie provienen primordialmente de los sitios a cielo abierto. La frecuencia de materiales estratigráficos guarda una estrecha relación con la realización de excavaciones o sondeos en esos tipos de sitios.


El tipo de evidencia más abundante son los pigmentos que representan el 53% del total (n: 64) (Tabla 3). La distribución de los mismos es homogénea si se comparan los sectores bajos e intermedios, por un lado, y los altos, por el otro, siendo el principal tipo de evidencia en estos últimos. Además, se han encontrado pigmentos en la mayoría de las áreas que comprenden la región de estudio. En particular se destaca el PNPM donde se registra un número mínimo de 19 pigmentos distribuidos en sólo tres sitios.
En segundo orden aparecen los objetos con sustancias colorantes adheridas (35%, n: 42). Dentro de este grupo se distinguen instrumentos de molienda, placas grabadas, cuentas de valva, tiestos cerámicos, restos óseos faunísticos y humanos y rocas (Figura 5). Los primeros, que incluyen manos de moler y molinos, son el tipo de artefacto más frecuente (n: 20), representando prácticamente la mitad de los objetos con sustancias colorantes. Les siguen los restos óseos (n: 8) y luego otros objetos escasos como las cuentas de valva, fragmentos cerámicos, placas grabadas y rocas. Cabe señalar que la mayoría de estas evidencias se ubicaron principalmente en sectores bajos e intermedios.
Por último, adicionalmente, se encontraron menciones a sedimentos con potenciales sustancias colorantes, los cuales representan el 12% de las evidencias (n: 14) y provienen principalmente de sondeos y excavaciones realizados en sectores bajos e intermedios.


Mediante la revisión bibliográfica se observó que la descripción de los colores en los tipos de evidencia analizados estuvo mediada por varios factores. Por un lado, las tonalidades fueron identificadas en campo a ojo desnudo y siguiendo el criterio subjetivo del observador. En ese sentido cabe recordar que este trabajo es el resultado de la revisión de registros de ca. 40 años de investigación y múltiples investigadores, lo que favorece una mayor variedad de los términos utilizados. Por otra parte, en diversos contextos solamente se consignó la presencia de sustancias colorantes, sin que resultara relevante al investigador la identificación del color específico.
Así, en el 63% (n: 76) de los casos se asignó un color a las evidencias aquí consideradas, mientras que en el 37% (n: 44) restante solo se indicó la presencia de sustancias colorantes (Tabla 3). En los primeros se identificó el uso de diez términos distintos para la asignación de color: amarillo, amarronado, rojo amarronado, anaranjado, blanco, negro, ocre, rojo, rojizo y rosáceo. A los fines de este trabajo, éstos fueron simplificados en ocho categorías para facilitar su comparación, así rojo agrupa a rojo y rojizo mientras que amarronado incluye a este mismo término junto con rojo-amarronado.
En la mayoría de los casos donde se especificó el color se identificó la presencia de rojo (62%). En porcentajes minoritarios se registraron: amarillo y amarronado (6,5% cada uno), anaranjado, blanco y negro (4% cada uno) y rosáceo (1%). Asimismo, se registró la mención del término ocre (12%), si bien cabe tener presente que éste es un término ambiguo que puede referir a diversos tonos rojos, anaranjados y amarillos, aunque en algunos casos se empleó explícitamente para diferenciar del rojo.
Por otro lado, si bien se había propuesto relevar información sobre posibles motivos representados en los objetos con sustancias colorantes, hasta el momento no se encontraron menciones sobre la existencia de diseños pintados en ninguno de los artefactos ni restos óseos. Esto resulta llamativo considerando la presencia de motivos realizados por técnicas sustractivas en soportes similares en las áreas bajo estudio (Cassiodoro et al.,2019) y escasos ejemplos de líneas pintadas sobre huesos animales en sitios próximos del PNPM (Papú y Fernández, 2022).
A través de indicadores absolutos y relativos, se pudo establecer una cronología tentativa para el 61% (n: 74) de las evidencias de producción y uso de sustancias colorantes relevadas. Se cuenta con 20 fechados radiocarbónicos para los sitios que presentan estos materiales (Aschero et al.,1992; Aschero et al., 2005; Goñi, 2000-2002a; Goñi, 2000-2002b; Goñi et al.,2004; Cassiodoro, 2008; Goñi, 2010; Goñi, Cassiodoro, Re, Guichon, Flores Coni y Dellepiane, 2010; Re, Goñi, Belardi y Guichon, 2010; Cassiodoro, Flores Coni y Dellepiane, 2013b; Cassiodoro y Tessone, 2014; Dellepiane, 2014; Re et al.,2017; Dellepiane y Cassiodoro, 2019; Dellepiane, 2019). Todos ellos corresponden al Holoceno tardío, con la excepción de seis fechas provenientes de Alero Destacamento Guardaparque (PNPM), Gerasín 1 (lago Cardiel) y Cañadón Guitarra 3 (meseta del Guitarra) que presentan cronologías entre ca. 4.000 y 7.000 años AP (Aschero et al., 2005; Goñi, 2010; Goñi et al., 2010; Cassiodoro et al., 2013b).
En cuanto a las aproximaciones relativas, éstas también dan cuenta de contextos tardíos vinculados con las ocupaciones de los últimos 3.000 años. En primer lugar, las evidencias de producción y uso del color encontradas en sitios con estructuras de piedra pueden datarse a este lapso temporal, ya que tanto los chenques como los parapetos son característicos de las ocupaciones del Holoceno tardío (Reyes, 2002; Goñi y Barrientos, 2004; Goñi, 2010; Cassiodoro, 2011; Franco et al., 2012; Re et al., 2017; Goñi et al., 2019, entre otros). En segundo término, en principio se asume esta cronología para los instrumentos de molienda con sustancias colorantes adheridas, generalmente localizados en sectores bajos e intermedios, dada su asignación temporal a nivel regional (Cassiodoro, 2005; Cassiodoro, Espinosa, Re, Belardi, Nuevo Delaunay, Piriz y Durou, 2014; Agnolin, Flores Coni y Cassiodoro, 2024). En tercer lugar, diversos pigmentos y objetos con sustancias colorantes se encontraron en asociación con materiales vinculados a cronologías tardías como instrumentos de molienda, tecnología cerámica o, incluso, fragmentos de vidrio (eg Cassiodoro, 2011; Cassiodoro y Tessone, 2014). Por último, las geoformas en que están ubicados algunos sitios como es el caso de los médanos en espacios bajos solamente se encontrarían disponibles a partir de momentos tardíos en función de los cambios paleoambientales registrados (eg Re, 2006; Re y Aragone, 2007; Goñi, 2010; Cassiodoro, 2011).
De esta manera, las evidencias de producción y uso del color registradas en la región de estudio a partir de la revisión bibliográfica aquí realizada se asocian principalmente al Holoceno tardío. Las excepciones están dadas por casos puntuales en el PNPM, la cuenca del lago Cardiel y la meseta del lago Guitarra, donde se observan cronologías anteriores que llegan hasta el Holoceno medio.
En la región de estudio se registraron 64 sitios con pinturas rupestres conocidos a través de las investigaciones del propio equipo de trabajo, en 25 (39%) de los cuales se realizaron sondeos y/o excavaciones (Guichon, 2018; Guichon y Re, 2020; Muñoz et al., 2021; Re et al.,2021; Agnolin et al., 2023; Guichon et al., 2023, entre otros). A éstos se suman ocho sitios ubicados en el PNPM y la cuenca de los lagos Posadas-Pueyrredón trabajados por otros colegas (Aschero, 1995; Aschero et al.,2005,2009; Aschero e Isasmendi, 2018; Papú, 2023). Tomando toda la información disponible en forma conjunta, la mayoría de los sitios con pinturas rupestres se ubican en la cuenca del lago Cardiel y en la meseta del Strobel, mientras que se observa una menor proporción en la cuenca del Posadas-Pueyrredón, el PNPM, el Sur del Cardiel y LBET (Figura 3). Esta tendencia es diferente si se considera la frecuencia de motivos rupestres, ya que en ese caso se identifica una mayor cantidad en el lago Cardiel, el PNPM y la cuenca del Posadas-Pueyrredón (Aschero, 1995; Aschero et al.,2005; Guráieb, 2012; Guichon, 2018; Guichon y Re, 2020; Muñoz et al., 2021, entre otros).
A raíz de este trabajo, se detectaron 39 sitios con pigmentos y objetos con sustancias colorantes. En este apartado se busca comparar la distribución espacial de las diversas evidencias tanto fijas como móviles relacionadas a la producción y uso del color a fin de evaluar la vinculación entre las diversas actividades implicadas.
En esta etapa inicial del análisis se consideró la presencia (o ausencia) de pinturas rupestres en cercanía a los sitios con evidencias de preparación y uso del color identificados en este trabajo (Figura 3). De esta manera, se detectaron 10 sitios (26%) que presentan tanto pinturas como pigmentos y/o soportes móviles con sustancias colorantes adheridas. Seis de ellos se ubican en sectores bajos e intermedios, particularmente en la cuenca del lago Cardiel y LBET, mientras que los cuatro restantes corresponden a espacios altos, como la meseta del Strobel y el PNPM. Por el contrario, los restantes 29 emplazamientos no presentan motivos rupestres pintados y se encuentran a una distancia mínima de 500 m de sitios con pinturas. Por tanto, la mayoría de los materiales aquí analizados en principio no estaría en asociación directa con los emplazamientos elegidos para ejecutar las representaciones rupestres.
Asimismo, es importante mencionar que, entre los 25 sitios con pinturas rupestres que fueron excavados, 9 (36%) presentan pigmentos u objetos con material colorante, mientras que en los 16 restantes (64%) estos materiales estarían ausentes. De esta manera, en esta instancia se infiere que la escasa vinculación entre estas líneas de evidencia debe explicarse principalmente a partir de otros factores, más allá de la falta de excavaciones.
El análisis bibliográfico aquí realizado ha permitido conocer el estado de situación de las evidencias asociadas con la producción y uso del color en el centro-oeste de Santa Cruz. En este sentido, se ha registrado un número considerable de pigmentos y objetos con sustancias colorantes en la región de estudio. Asimismo, gracias a la sistematización de los datos disponibles, se han identificado algunos patrones preliminares para estos materiales.
Inicialmente, cabe destacar que la mayoría de las menciones indican la presencia de materiales asociados a la producción de sustancias colorantes (y no a su uso), tales como pigmentos e instrumentos de molienda. En relación a los objetos sobre los que potencialmente se habría aplicado pintura, en la muestra considerada éstos son más escasos e incluirían las cuentas de collar, las placas grabadas y posiblemente algunos restos óseos. Sin embargo, a futuro estos casos deberán ser evaluados en profundidad a través de un análisis exhaustivo de los materiales, a fin de descartar la incidencia de procesos naturales en algunos de ellos (eg Goñi y Barrientos, 2000). Llama la atención que por el momento no se identificaron diseños pintados sobre soportes móviles, a pesar de su registro en sitios puntuales del PNPM (Papú y Fernández, 2022) y de la ejecución de motivos sobre este tipo de soportes en técnicas extractivas principalmente en la cuenca del lago Cardiel y del Salitroso-Posadas (Cassiodoro et al., 2019).
En lo que refiere al análisis de los colores en sí mismos, se registraron diversidad de tonalidades entre los que se destaca el rojo. Este tono también es el más frecuente en las pinturas rupestres de la región de estudio (Aschero, 1995; Aschero et al.,2005; Guichon, 2018; Muñoz et al.,2021; Papú, 2023, entre otros).
En cuanto a la distribución espacial de pigmentos y objetos con sustancias colorantes se documentó su presencia en la mayoría de las áreas de investigación, aunque se evidenció una mayor cantidad y variedad de materiales en los sectores bajos e intermedios. Si bien en estos espacios en términos generales se han registrado mayor frecuencia y diversidad de motivos rupestres pintados (Aschero, 1995; Aschero et al.,2005; Guichon, 2018; Guichon y Re, 2020; Muñoz et al., 2021; Papú, 2023, entre otros), en este trabajo se observó que solo el 26% de los sitios (n: 10) cuenta con ambos tipos de evidencia. De esta manera, inicialmente no habría una relación espacial directa en la mayoría de los casos entre la ejecución de manifestaciones rupestres y los materiales aquí analizados, que principalmente estarían involucrados en la producción de sustancias colorantes.
Asimismo, las evidencias de producción y uso del color se hallaron en variedad de contextos estratigráficos y superficiales de distintos tipos de sitios (a cielo abierto, con reparo -aleros y paredones- y con estructuras - parapetos y chenques-). Esta información apunta a una diversidad de contextos de uso y producción de sustancias colorantes en la región de estudio. Desde el punto de vista cronológico, a partir de los fechados disponibles e indicadores relativos se planteó que la mayoría de los materiales relevados están asociados al Holoceno tardío.
Por lo tanto, la información disponible en esta instancia del análisis permite comenzar a complejizar las estrategias de producción y uso del color en la región de estudio principalmente para los momentos tardíos de ocupación. La gran cantidad de evidencias documentadas, vinculadas en su mayoría a la producción de sustancias colorantes y sin asociación espacial directa a las pinturas rupestres, permite plantear varios escenarios posibles y complementarios que deberán ser contemplados en futuros trabajos a medida que se aborde esta nueva línea de investigación. En primer lugar, se debe considerar la posibilidad de que la manufactura de sustancias colorantes para los motivos pintados se haya realizado en forma diferida, lo que implicaría su almacenamiento para su posterior traslado y utilización sobre soportes fijos rocosos. En segundo lugar, diversas evidencias apuntan a una mayor variedad en los usos del color, más allá de la ejecución de representaciones rupestres. Estos podrían haber incluido la aplicación intencional de pintura sobre diversos materiales con fines comunicativos, por un lado, sin la necesidad de ejecución de diseños pintados (eg cuentas de collar, placas grabadas y entierros) o, por el otro, mediante motivos pintados sobre soportes que no han perdurado en el registro arqueológico, pero que sí se hallan documentados en las fuentes históricas para momentos postcontacto en Patagonia continental meridional (egcapas, toldos y cuerpo humano) (Musters, 1964; Boschin y Nacuzzi, 1978; Martinic, 1995; Casamiquela, 2000; Caviglia, 2002). Por último, también cabe considerar la relevancia de la producción de sustancias colorantes con otros objetivos que podrían incluir la protección de la piel humana y el procesamiento y preservación de materiales orgánicos (Musters, 1964; Boschin y Nacuzzi, 1978; Martinic, 1995; Mansur et al., 2009; Prates, 2009; Ozán et al.,2020). Será importante evaluar si la elaboración de sustancias colorantes se llevó a cabo en diversos emplazamientos en vinculación con los distintos propósitos mencionados.
En síntesis, este artículo nos permitió llevar adelante una caracterización inicial de los pigmentos y soportes móviles con sustancias colorantes adheridas que se han registrado en el centro-oeste de Santa Cruz a lo largo de los últimos 40 años. Se plantean numerosas preguntas que deberán ser abordadas en los siguientes trabajos, en primer lugar, a través de un análisis sistemático, tanto macroscópico (incluyendo el establecimiento de una escala de color estandarizada) como arqueométrico, de los materiales que se encuentran ya disponibles en laboratorio. Asimismo, se espera llevar adelante campañas arqueológicas dirigidas a estas problemáticas, donde se pueda tanto realizar nuevas excavaciones en sitios con y sin pinturas rupestres, como ahondar en las posibles fuentes de aprovisionamiento y en los procesos naturales que podrían haber afectado los contextos de hallazgo de los diversos materiales considerados. Además, se buscará sumar nuevas perspectivas y variables al análisis del color en las representaciones rupestres. Se entiende que este artículo, más que una línea de llegada, efectivamente se constituyó en un punto de partida para las investigaciones que desarrollaremos en torno al rol del color en toda su complejidad en las sociedades del pasado de nuestra región de estudio.
Agradecemos a los pobladores de las comunidades de Perito Moreno, Gobernador Gregores y Lago Posadas y su ámbito rural, gracias a quienes siempre podemos llevar adelante los trabajos de campo. También a todos los colegas que fueron miembros del equipo de investigación a lo largo del tiempo y que tan gentilmente nos compartieron sus libretas y su conocimiento. Un agradecimiento especial a Pancho Guichon por su ayuda con el SIG y en la elaboración de los mapas. Asimismo, agradecemos a los evaluadores anónimos por sus valiosos comentarios. Las investigaciones fueron subsidiadas por los proyectos PICT 2018-3336, 2018-3813, 2018-3344, 2019-1726, 2020-3521, UBACYT 20020170100150BA, 2023-20020220100180BA, EU61-UBA14950, EU71-UBA17621 y por la Secretaría de Cultura de la Nación.


a) CCP5 (PNPM) (Aschero, 1981-82), b) Alero Gorra de Vasco (PNPM), c) CI1 (Lago Posadas) (Papú, 2023), d) K24 (Meseta del Strobel) (Guichon y Re, 2020), e) K185 (Meseta del Strobel), f) Gerasín 1 (Lago Cardiel) (Guichon, 2018), g) Alero del León (Lago Cardiel) (Guichon, 2018), h) Manantial Solis (Lago Cardiel) (Guichon, 2018), i) La Criolla 1 (Sur del Cardiel) (Guichon et al., 2023).
Fuente: Imagen elaborada a partir de fotografías propias y otras provenientes de publicaciones de distintos colegas (ver citas correspondientes en el epígrafe).




