Carta al editor
Desafíos bioéticos en el contexto de la pandemia por el COVID-19 en Latinoamérica
Desde la llegada de los primeros casos del COVID-19 a Latinoamérica, se sabía que una dificultad adicional a esta pandemia sería la falta de preparación y la precariedad de los sistemas de salud en estos países.
Lamentablemente, la situación operativa en los sistemas sanitarios latinoamericanos no satisface las expectativas del sistema de salud y los usuarios por varias razones. Primero, una limitación de los servicios de salud pública reflejada en la infraestructura, equipamiento, insumos de autoprotección y diagnóstico, vigilancia, escasos recursos humanos especializados, entre otros. Segundo, la ausencia de un sistema nacional de gestión en investigación evidenciada en una entidad rectora débil, una comunidad científica inmadura y una capacitación científica y ética a nivel universitario deficiente. Y tercero, por la apenas incipiente cultura ciudadana en educación para la salud 1,2.
En estas circunstancias, la bioética ocuparía un rol fundamental como una disciplina bisagra y transversal a todos los problemas planteados al brindar enfoques humanizados al momento de analizar y tomar decisiones en los dilemas clínicos, de investigación y de conflictos sociales 3. Los sistemas nacionales de vigilancia(bio) ética (llámense comisiones, comités, consejos, juntas, redes) que existen en diferentes países del mundo cumplen ese rol en el contexto de una pandemia. Para evaluar la respuesta de estos sistemas a nivel de Latinoamérica, se realizó una búsqueda de recomendaciones en el marco de la pandemia por el COVID-19, en sistemas éticos constituidos en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Solo se encontraron recomendaciones generales en dos países y directrices en ética en investigación en tres de ellos (Tabla 1).

La escasez de la participación activa de los sistemas éticos expone a la población a una serie de problemas de inequidad social: en la atención clínica de los pacientes, la investigación científica y la participación ciudadana. Por ejemplo, el recorte del gasto en sectores sociales, como la salud, a expensas de otras prioridades, tiene como consecuencia un trabajo pauperizado de los profesionales de la salud y la generación de inequidad en el acceso a los servicios de salud y medicamentos; lo que hace difícil atender dignamente a un número cada vez más grande de pacientes con el virus.
A nivel de la atención clínica del paciente diagnosticado con COVID-19, el trabajador de la salud se enfrenta a diversos dilemas éticos que ocasionan la incertidumbre y temor de su propia integridad y la de su familia en el proceso de atención; por ejemplo, el estigma y daño psicológico de estos pacientes, el inadecuado proceso del consentimiento informado y la evaluación riesgos/beneficios en los tratamientos aplicados 4.
En el plano de investigación, se enfrentan problemas éticos en razón a la evaluación oportuna y responsable de los protocolos de investigación. Debido a la necesidad de generación de conocimiento, se originan conflictos de interés en la evaluación y, debido al problema de las patentes, se incrementa la influencia de la Big Pharma en la invención de vacunas u otros tratamientos y la accesibilidad a nuestra población 5. Otros problemas que se podrían originar incluyen el ocultamiento de datos, el secretismo y la competencia profesional.
Finalmente, un problema de bioética social es la ciudadanía de exclusión expresada en la compra compulsiva de productos como mascarillas, geles antisépticos, alimentos y otros productos de limpieza personal, así como la irresponsabilidad de no cumplir las reglas de distanciamiento social.
Esta emergencia sanitaria debe fortalecer a los sistemas nacionales de vigilancia bio(ética), los que tienen el deber de asesorar a las instancias públicas y a la sociedad civil en los dilemas éticos antes abordados, con el fin de asegurar un manejo humanitario de esta crisis.
