Resumen: El suicidio es una de las principales causas de muerte al nivel mundial, y en el continente americano no se ha logrado reducir la tasa de suicidios anuales, a diferencia de las demás regiones del mundo. El objetivo del estudio fue identificar las intervenciones que han tenido eficacia en el tratamiento de comportamientos suicidas en las Américas. Se realizó una revisión sistemática rápida y cualitativa bajo la declaración prisma, utilizando el casp como método de evaluación de riesgo de sesgo, encontrando un total de 3904 artículos, de los cuales 17 cumplían con el criterio de inclusión. Las intervenciones que más se presentaron fueron las basadas en Terapia Cognitivo Conductual e intervenciones breves (35% cada una). Todos los artículos tenían un objetivo claro; el 76% tenía un diseño experimental y el 64% fue evaluado por un comité de ética. En las Américas se encuentran más estudios que recomiendan la utilización de intervenciones basadas en Terapia Cognitivo Conductual debido a sus resultados positivos; sin embargo, considerando el incremento de las tasas de suicidio se hace evidente la falta de estudios en América Latina, así como investigaciones de otros modelos de intervención.
Palabras clave: suicidio, intervención, terapia cognitivo conductual, revisión sistemática.
Abstract: Suicide is among the leading causes of death globally. The Americas have not managed to reduce the annual suicide rate, unlike other regions of the world. This study seeks to identify interventions that have demonstrated effectiveness in addressing suicidal behaviours within the Americas. A rapid and qualitative systematic review was undertaken following the prisma statement, employing the casp method for assessing the risk of bias, which yielded a total of 3,904 articles, of which 17 met the inclusion criteria. It was discovered that all articles had a clear purpose; 76% utilised an experimental design, and 64% underwent review by an ethics committee. The most frequently reported interventions were those grounded in cognitive behavioural therapy and brief interventions (35% each). Within the Americas, most studies advocate using interventions based on cognitive behavioural therapy due to its positive outcomes. However, considering the rising suicide rates, the scarcity of studies in Latin America becomes evident, as does the lack of exploration into alternative intervention models.
Keywords: suicide, intervention, cognitive behavioural therapy, systematic review.
Artículos
Intervenciones para los comportamientos suicidas en las américas: revisión sistemática
Interventions for suicidal behaviours in the Americas: Systematic review

Recepción: 20 Noviembre 2024
Aprobación: 10 Febrero 2025
El suicidio es uno de los principales factores de mortalidad al nivel global, con más de 720 mil muertes en 2021 debido a este motivo (Organización Mundial de la Salud [oms], 2024). Por su parte la Organización Panamericana de la Salud (ops, 2024) refiere que, en América, este fenómeno es un reto considerable para la salud pública, con índices de suicidio que presentan notables diferencias entre naciones y regiones, impactados por elementos culturales, económicos y sociales. Estas discrepancias resaltan la importancia de entender las particularidades del suicidio en este escenario para elaborar intervenciones eficaces y culturalmente pertinentes.
Los efectos del suicidio van más allá de los datos estadísticos; cada muerte supone una pérdida devastadora, no solo para las familias y comunidades, sino también para los sistemas sanitarios, que se encuentran con una tarea demandante al tratar intentos de suicidio, sus efectos, seguimientos y secuelas (oms, 2024); esto principalmente en América, donde las desigualdades y las dificultades en el acceso a servicios de salud mental son considerables. Por ello, tratar este fenómeno demanda métodos concretos y respaldados por pruebas científicas de su efectividad.
Las intervenciones para los comportamientos suicidas alrededor del mundo han tomado mayor importancia cada día, de tal forma que para la oms (2022) la tasa de suicidios es un indicador que ayuda a conocer si su plan integral sobre la salud mental está siendo eficaz. En este sentido, la tasa de suicidio logró disminuir su número en todo el mundo en 2019; sin embargo, en la medición mundial volvió a incrementar en 2021, y en el continente americano no se ha logrado tal disminución (oms, 2021, 2024; Organización de las Naciones Unidas [onu], 2023). Por ello, surge la necesidad de identificar las intervenciones que se han estudiado en este continente, para reconocer las que sean eficaces en esta población.
Es importante precisar a qué se hace referencia cuando se habla de comportamientos suicidas. Para Turecki et al. (2019) incluyen la muerte por suicidio, la conducta suicida, el intento suicida, la ideación suicida, las autolesiones y las autolesiones no suicidas. Para fines de este estudio, se analizaron las intervenciones que trataban la conducta suicida, el intento y la ideación suicida.
El suicidio hace referencia a la muerte provocada por sí mismo, donde se es consciente del resultado y existe intencionalidad de llevarlo a cabo. La conducta suicida es cualquier tipo de comportamiento que pueda o no tener como resultado la muerte provocada por sí mismo, como lo es el caso del intento suicida donde se realizan conductas que terminan en daño autogenerado, que tenían la intención de acabar con la vida, pero no se consigue el objetivo. Por último, la ideación suicida es todo pensamiento relacionado con acabar con la propia vida; pueden ser pensamientos pasivos (querer estar muerto sin tener un plan desarrollado para ello) y/o pensamientos activos (tener un plan para llevar a cabo el suicidio) (Turecki et al., 2019).
Al mismo tiempo, se han encontrado factores que facilitan la presencia de comportamientos suicidas, conocidos como factores de riesgo, entre los que se encuentran sufrir acosos, violencia, migración, pobreza, abuso de sustancias, inestabilidad económica y/o familiar entre otras más (oms, 2018). Si se analizan estos factores de riesgo, se puede observar que la mayoría son características o situaciones comunes para la región de Latinoamérica.
Aunado a lo anterior, también existen factores de riesgo individuales, tales como desesperanza, depresión, impulsividad, perfeccionismo, adicciones, sensación de desesperación, presencia de ansiedad, sentimiento de soledad, carga percibida y abatimiento (O’Connor & Nock, 2014; Turecki et al., 2019).
Por otra parte, también hay factores que disminuyen la probabilidad de presentar comportamientos suicidas; se les conoce como factores protectores. Dentro de estos se encuentran tener metas y razones para vivir, poseer flexibilidad cognitiva, habilidades sociales, tener buen afrontamiento al estrés, ser resiliente, contar con redes de apoyo (familia, amigos, etcétera), pertenecer a un grupo social, entre otros (Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental [feafes], 2006; O’Connor & Nock, 2014).
Se consideraría que una intervención psicológica efectiva podría disminuir, minimizar o eliminar los factores de riesgo, al mismo tiempo que fomente, desarrolle o potencialice la aparición de factores protectores. Para ello también se tendría que considerar el contexto, la cultura y la efectividad dentro de un país, o en este caso en el continente americano.
En este sentido, la realización de una revisión sistemática podría ser de utilidad, ya que estas investigaciones permiten realizar un análisis de todos los estudios encontrados en diversas bases de datos para identificar sus principales resultados (Barquero, 2022).
Dentro de las revisiones sistemáticas que se han realizado en relación con las intervenciones psicológicas y los comportamientos suicidas se encuentra el estudio de Leiman y Garay (2017), cuyo como objetivo era analizar la eficacia de distintas intervenciones en adultos de 18 a 65 años, encontrando que, de 13 estudios, la mayoría utilizaba estrategias cognitivo-conductuales y solo tres de ellos no fueron eficaces. Ningún estudio fue realizado en Iberoamérica.
Se suma el trabajo de Mora y Pérez (2020), que tenía como objetivo identificar las intervenciones más eficaces para los comportamientos suicidas en todo el mundo. Encontraron que las intervenciones más utilizadas y más eficaces son la Terapia Cognitivo Conductual (cbt, por sus siglas en inglés) y la Terapia Dialéctico Conductual (dbt, por sus siglas en inglés). También encontraron un tratamiento desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (act, por sus siglas en inglés); sin embargo, este tratamiento solo se recomendaba como complemento de la cbt o dbt, no como intervención única. Además, la mayoría de los estudios se llevó a cabo en Estados Unidos, países europeos o asiáticos, no reportando intervenciones en países latinoamericanos.
Otro trabajo fue el realizado por Soto et al. (2021), donde tenían como objetivo encontrar los tipos de diseño y resultados de intervenciones para prevenir el suicidio en adolescentes de 2011 a 2021. Hallaron que los modelos que tenían mejores resultados eran la cbt y enfoques biopsicosociales con intervenciones comunitarias.
Aunado a los estudios anteriores, el de Benavides et al. (2021), a través de una revisión sistemática, buscó analizar los tratamientos psicológicos más eficaces para los comportamientos suicidas, observando en un total de ocho estudios que el tratamiento más identificado como eficaz fue el cognitivo conductual, además de intervenciones sociales y familiares, así como, en algunos casos, el uso de tratamiento farmacológico.
Asimismo, Soto et al. (2023) publicaron un trabajo con el objetivo de identificar intervenciones clínicas, educativas y sociales para la prevención del suicidio, mediante una revisión sistemática. Observaron que, para la atención clínica, la intervención que reportaba mejores resultados era la cbt, así como el acompañamiento emocional y las entrevistas motivacionales.
De la misma manera, González et al. (2024) realizaron una revisión sistemática con la intención de identificar los programas para la prevención del suicidio en adolescentes, tomando estudios de 2019 a 2023. Este encontró que las intervenciones que obtuvieron mejores resultados eran las que incluían psicoeducación acerca de los factores de riesgo y protección, así como habilidades para ayudarlos a afrontar las crisis suicidas.
Por último, está la revisión sistemática realizada por Almeida et al. (2024), cuyo objetivo era evaluar los tratamientos psicológicos que fueran efectivos para prevenir comportamientos suicidas en personas que ya habían presentado algún intento. En los 18 artículos que revisaron, encontraron que las intervenciones que utilizaban el incremento de la esperanza, la enseñanza de habilidades y la resolución de problemas, tenían mayor eficacia. Una observación sobre la mayoría de las revisiones sistemáticas de intervenciones para prevenir el suicido, es que identificaron estudios realizados en Estados Unidos, Europa, Asia e incluso Oceanía, pero pocos en países de América Latina. Asimismo, una constante es el uso de la cbt para las intervenciones clínicas e incluso educativas.
La cbt aplicada al tratamiento de comportamientos suicidas busca dos objetivos principales: el primero es desarrollar habilidades específicas en los consultantes para poder afrontar las crisis suicidas y las situaciones que le resulten difíciles en la vida; el segundo es la reestructuración de creencias irracionales que tengan que ver con los comportamientos suicidas (Wenzel et al., 2009).
Algunas de las estrategias utilizadas en la cbt para los comportamientos suicidas son plan de seguridad, activación conductual, entrenamiento en habilidades sociales, técnicas de regulación emocional, reestructuración cognitiva, tarjetas de afrontamiento y resolución de problemas (Wenzel et al., 2009). Aunado a la cbt, otro tipo de tratamiento que ha tenido buenos resultados es la dbt, en la cual se les enseña a los consultantes cuatro habilidades básicas para afrontar los comportamientos suicidas y tener una vida que merezca la pena ser vivida (Linehan, 2015). Las cuatro principales habilidades son: mindfulness, regulación emocional, tolerancia al malestar y habilidades interpersonales (Boggiano & Gagliessi, 2020).
Este tipo de intervenciones han demostrado buenos resultados para prevenir los comportamientos suicidas en muchas partes del mundo; sin embargo, no se ha realizado una revisión necesaria en el continente americano, y por ello, el objetivo del presente estudio fue identificar las intervenciones que han tenido eficacia en el tratamiento de comportamientos suicidas en las Américas mediante una revisión sistemática, teniendo como hipótesis que las intervenciones que han demostrado eficacia en otras partes del mundo (como la cbt y dbt) también serán eficaces en Latinoamérica.
De la misma manera, los objetivos específicos de este estudio fueron: 1) identificar estudios realizados con población latinoamericana, y 2) identificar las intervenciones más utilizadas en las américas.
El presente estudio es una revisión sistemática rápida cualitativa (sin metaanálisis). Se realizó un prerregistro en la base de datos del Registro Prospectivo Internacional de Revisiones Sistemáticas en Progreso (prospero), que designó el código 650675.
Fue realizado de acuerdo con los lineamientos propuestos para hacer revisiones sistemáticas bajo la declaración de Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses (prisma) (Page et al., 2021) (elementos de informes preferidos para revisiones sistemáticas y metaanálisis).
prisma es una guía de realización para revisiones sistemáticas, la cual incluye una lista de 27 ítems para cerciorar que la realización es adecuada. Cada ítem analiza una parte del estudio; por ejemplo, el título, resumen, introducción, justificación, objetivos, método, búsqueda de artículos, proceso de selección de artículos, entre otros (Page et al., 2021).
La búsqueda de los artículos se hizo durante febrero de 2023. Además, como método de evaluación del riesgo de sesgo se utilizó el instrumento denominado casp (Programa de Habilidades de Evaluación Crítica, 2018).
Las bases de datos utilizadas para buscar las investigaciones fueron: Sciencie Direct, Scielo, Spring, Wiley y Redalyc. En todas se emplearon dos palabras clave, tanto en español como en inglés, las cuales fueron “intervención” and “suicidio” (para el español) e “intervention” and “suicide” (para el inglés), con un rango temporal de 2013 a 2023 y que hubieran sido publicadas en América.
Los criterios de inclusión para los artículos fueron: 1) ser estudios que hablaran de intervenciones en comportamientos suicidas, y 2) la población participante debería ser del continente americano. Por lo tanto, se excluyeron todos los artículos que no hacían referencia al tratamiento de los comportamientos suicidas y todos aquellos realizados con población fuera de América. El tipo o modelo psicológico de intervención no fue un criterio de inclusión ni exclusión.
La evaluación de calidad se realizó de manera independiente por dos autores, quienes codificaron los elementos a evaluar en una hoja en Excel, recurriendo al tercer autor para aquellos elementos en los que hubo desacuerdo entre los primeros dos expertos.
Se recibió la aprobación ética para este estudio por parte del Núcleo Académico Básico del Doctorado en Psicología de la Salud de la Universidad Autónoma de Coahuila.
La primera evaluación de los artículos se realizó leyendo los títulos y resúmenes, y los que parecían cumplir con los criterios para ser incluidos se seleccionaban para la siguiente etapa, en la que se hizo un llenado en Excel con los siguientes datos: título, país, enfoque, objetivo, participantes, intervención, instrumentos de evaluación, principales resultados y aspectos éticos. Después de esto se eliminaron trabajos que no cumplían con los criterios o que estaban repetidos para proceder a la lectura completa de los artículos y, por último, la selección de aquellos que cumplían en su totalidad con los criterios de selección para el presente trabajo.
Las búsquedas en todas las bases de datos arrojaron un total de 3904 artículos, de los cuales se desecharon todos, con excepción de 55 con la revisión del título y el resumen. Después de eso, con el llenado del Excel, se descartaron otros 31 debido a que eran artículos repetidos. Al final, se leyeron de forma completa los 24 artículos para descartar siete, ya que no cumplían con los criterios de inclusión. Como resultado se tuvo un total de 17 artículos analizados para esta revisión sistemática, solo el 0.43% de los estudios encontrados inicialmente (Figura 1).






Se puede observar que el 70% de los artículos encontrados fue realizado en Estados Unidos, mientras que el restante 30% se divide en cuatro países de Latinoamérica (Brasil 12%, Chile 6%, Colombia 6% y Puerto Rico 6%). No se encontró ningún trabajo desarrollado en México.
Por otra parte, poco más del 41% de los estudios se llevó a cabo con adolescentes y cerca del 30% con pacientes clínicos, con alguna patología u hospitalizados. En relación con las intervenciones el 35% de ellas se basó en la cbt, otro 35% fue una intervención breve enfocada más en técnicas y estrategias específicas más allá de un modelo de intervención particular, el 23% fue una intervención psicoeducativa y solo el 7% fue una intervención DBT (breve).
Los resultados refieren que las intervenciones bajo la CBT y las intervenciones breves donde se hacen planes de seguridad y se les brindan estrategias de afrontamiento a los consultantes, son eficaces para el tratamiento de los comportamientos suicidas. Además, el único trabajo que intervino con dbt-breve observó que la intervención es aceptable para la población en riesgo suicida.
El análisis de la CBT incluye seis artículos que refieren tener eficacia en el tratamiento para los comportamientos suicidas, principalmente utilizando técnicas cognitivas para la reducción de la ansiedad, estrategias para afrontar crisis, regulación de emociones, resolución de problemas y el apoyo de familiares
Las intervenciones breves no parten desde un modelo en específico, sino que se enfocan en aplicar estrategias que ayudan a la persona a mantenerse a salvo. En ese sentido, las técnicas que resultaron eficaces fueron el uso del plan de seguridad, estrategia de afrontamiento de crisis, identificación de situaciones de riesgo, aclaración de los motivos de seguir con vida y el uso de redes de apoyo.
Los resultados de esta revisión sistemática revelan una realidad compleja y variada en relación con las intervenciones dirigidas a las conductas suicidas en América. Pese a los progresos significativos en algunos países, particularmente en América del Norte, los obstáculos para la puesta en marcha de programas eficaces en América Latina y el Caribe subrayan la imperiosa necesidad de crear e investigar métodos adaptados a estos entornos. En este contexto, se muestran los resultados más relevantes obtenidos en este estudio.
El objetivo del presente estudio fue identificar las intervenciones que han tenido eficacia en el tratamiento de comportamientos suicidas en las Américas tomando como margen 10 años (de 2013 a 2023). El objetivo se alcanzó, ya que se identificó que las terapias cognitivas conductuales y las intervenciones breves han mostrado ser eficaces en tratamientos para prevenir el suicidio; asimismo, las intervenciones basadas en psicoeducación también han mostrado ciertos beneficios para prevenir estos comportamientos.
Lo anterior concuerda con lo dicho por Leiman y Garay (2017), pues también se encontró que las intervenciones basadas en la cbt son las más estudiadas para los comportamientos suicidas, y se denotó la ausencia de estudios realizados en Iberoamérica. Esto resalta la necesidad de comprobar si la cbt u otras intervenciones podrían tener buenos resultados en población latinoamericana.
Asimismo, se encontraron resultados semejantes en el estudio de Mora y Pérez (2020), donde reportan que la intervención más eficaz para esta problemática es la cbt, aunque agregan terapias de tercera generación, como la dbt y act, compartiendo técnicas de regulación emocional y estrategias de afrontamiento a crisis.
Sucede algo similar con lo encontrado por Soto et al. (2023) ya que, al revisar las intervenciones clínicas, educativas y sociales, encontraron que la cbt era la más utilizada y la que había demostrado mejores resultados en la prevención del suicidio. Algo análogo fue hallado por este estudio, ya que tanto la cbt como las intervenciones breves fueron las más usadas y las que mejores resultados obtuvieron.
De la misma manera, Benavides et al. (2021) y Soto et al. (2023) concuerdan en que la CBT, hasta ahora, ha sido el tipo de intervención con mejores resultados, pero agregan la importancia de otras intervenciones, como las que involucren las personas cercanas de los consultantes y la medicación psiquiátrica, algo que no fue considerado en esta revisión sistemática.
Este estudio encontró dos tipos de intervenciones como las más usadas y recomendadas: por una parte, la cbt y las intervenciones breves como otra opción igual de utilizadas y recomendadas. Esto último concuerda con lo hallado por otras revisiones sistemáticas, que hacen referencia a la importancia de utilizar estrategias que ayuden a las personas a afrontar sus crisis suicidas, identifiquen sus momentos en riesgo, ubiquen sus factores de protección y mejoren sus capacidades de resolución de problemas (Almeida et al., 2024; González et al., 2024).
Sería relevante estudiar en el futuro intervenciones desde estos enfoques mayoritariamente reportados para determinar su efectividad en poblaciones latinoamericanas, ya que existen aspectos culturales, como por ejemplo la relevancia de los lazos familiares y sociales; la precariedad económica y de los servicios de salud pública que no facilitan el acceso a la atención psiquiátrica, la medicación y las estrategias complejas de intervención.
Asimismo, el reportar efectividad no significa que el nivel o el grado de dicha efectividad sea el necesario para atender una problemática con la complejidad de los comportamientos suicidas. Se requiere analizar longitudinalmente la efectividad y aplicación práctica de las habilidades desarrolladas en las intervenciones para garantizar no solo la contención o la atención en crisis, sino la verdadera asimilación y puesta en práctica de las estrategias a mediano y largo plazos.
En ese sentido, cuando se habla de intervenciones breves, se hace referencia a intervenciones de una o dos sesiones, tales como cams (Colaborative Assessment and Management of Suicidality), asist (Applied Suicide Intervention Skills Training), va bic (Programa de Contacto e Intervención Breve de Asuntos de Veteranos), smart (Safety, Mentalization, and Relational Therapy) y e-crp (Enhanced Crisis Response Planning), las cuales no pertenecen a algún modelo de intervención específico, sino que se enfocan en enseñar habilidades de afrontamiento ante crisis suicidas; estas intervenciones más pragmáticas parecen también resultar efectivas, por lo menos en el corto plazo.
Además de lo anterior, se observa una falta de investigación sobre las evaluaciones dbt en las Américas, para ver si este tipo de intervención que ha dado muy buenos resultados en otras regiones del mundo también puede funcionar en contextos como el de Latinoamérica. Por eso, se requiere analizar las limitaciones o barreras para su implementación en este contexto, que podría tener que ver con elementos de falta de capacitación, de recursos económicos y/o humanos para aplicarlas.
Al mismo tiempo, se observa una falta de investigación científica en otros modelos psicológicos, tales como la terapia humanista/interpersonal, el psicoanálisis, entre otros. La no aparición de estos modelos no se debe a ningún criterio de inclusión ni exclusión, tampoco a una orientación hacia ciertos modelos en específico, sino a la ausencia de artículos en las bases de datos en las que se realizaron las búsquedas. La falta de evidencias científicas sobre la efectividad de otros enfoques no implica que no lo sean; sin embargo, es importante desarrollar y publicar resultados por profesionales capacitados en dichos enfoques.
Otro de los puntos fundamentales es que la mayoría de estos estudios se realizó en Estados Unidos, lo cual señala una necesidad de investigar la implementación de diversas intervenciones en más países de Centro y Sudamérica. De los estudios analizados, solo dos se realizaron en Brasil; Chile, Colombia y Puerto Rico registraron uno por país. Esto no implica que no se hayan llevado a cabo, pero tal vez no se publicaron o no en revistas de amplia difusión, lo que complejiza la replicación, generación de evidencias de efectividad y ajuste al contexto particular.
A pesar de que en América Latina exista un contexto que potencia los factores de riesgo para el suicidio (desigualdad social, económica, problemas de migración, violencia, servicios de salud ineficientes, entre otros) no se encuentran los suficientes programas de intervención adaptados para dicha población, lo cual maximiza la situación de riesgo en estas poblaciones. Asimismo, se cuenta con reportes de acciones de prevención, protocolos de intervención y otras estrategias en países latinoamericanos, pero resulta un riesgo y un inadecuado uso de recursos que estas no tengan evidencias científicas de efectividad.
Específicamente no se identificó en México ningún estudio, lo cual se traduce en una necesidad para comenzar a aplicar y/o a generar investigaciones de intervenciones para la prevención de comportamientos suicidas; de esa manera, se podrán utilizar estrategias comprobadas científicamente que tienen eficacia en población mexicana y no solo aplicar intervenciones que hayan mostrado eficacia en otros países con otros contextos distintos al mexicano.
Al mismo tiempo, se observa una inclinación por intervenciones enfocadas con adolescentes, lo cual va de acuerdo con una de las recomendaciones de la oms (2024) para trabajar la prevención del suicidio y desarrollar habilidades socioemocionales en este grupo de edad que les permiten afrontar de mejor manera los eventos estresantes de la vida. Sin embargo, también se requiere conocer la forma de atender a esta población, que al ser menor de edad necesita la participación y la autorización de los padres y/o tutores, y que dicha participación podría incrementar la efectividad de las intervenciones en este grupo de la población.
Esto concuerda con lo realizado por Soto et al. (2021), quienes se enfocaron en revisar estudios que hayan trabajado la prevención del suicidio en adolescentes, donde encontraron que las intervenciones más utilizadas y que mejores resultados brindaban eran las que utilizaban la cbt. Asimismo, el estudio de González et al. (2024) concuerda, ya que hallaron que las intervenciones psicoeducativas en adolescentes daban buenos resultados para la prevención del suicidio.
Aunque hay que mencionar que, en esta revisión sistemática, la mayoría de las intervenciones en adolescentes era psicoeducativa, más que clínica, abriendo así un área de oportunidad importante de atender en el desarrollo de futuros protocolos de intervención con la inclusión de técnicas terapéuticas, de aplicación de habilidades y con alternativas de seguimiento.
Otro grupo con una importante cantidad de intervenciones reportadas son los pacientes clínicos, hospitalizados o con síntomas clínicos, los cuales, por lo regular, ya han presentado algún comportamiento suicida y eso los pone en riesgo de presentar otro intento o de llegar a la muerte por suicidio (Turecki et al., 2019). Otra vez las personas que llegan a recibir tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos son los que refieren resultados favorables; pudiera influir que cuenten con ciertos niveles de adherencia a los tratamientos y conductas de autocuidado.
Un aspecto relevante detectado en el estudio fue la ausencia de muestras equilibradas en género. Esto podría implicar que los resultados son aplicables prioritariamente a un género específico. Asimismo, esto lleva a reflexionar sobre la relevancia de desarrollar, estudiar y evaluar las intervenciones desde una perspectiva de género, ya que podrían incrementar su efectividad.
El presente estudio analizó artículos que cubrieran requisitos de inclusión, analizando la presencia de posibles sesgos, inconsistencias en los objetivos planteados, aspectos sobre la pertinencia, análisis estadísticos o el apego a las consideraciones éticas para así buscar incrementar la relevancia y la eficiencia de la revisión sistemática. A pesar de que la mayoría de ellos reporta diseños experimentales o preexperimentales se carece de información precisa sobre su validez interna.
Un aspecto positivo de los artículos analizados es que describen la intervención, lo que permite tener una idea más amplia de técnicas, sesiones, enfoques y elementos que se utilizaron para la intervención; así, otros investigadores o profesionales que trabajen con el tema pueden replicarlas para ampliar la evidencia empírica de efectividad.
Como conclusión se observa que las principales intervenciones que reportan resultados efectivos para prevenir los comportamientos suicidas son aquellas donde se enseñan habilidades de afrontamiento a los consultantes, alumnos o participantes, habilidades como el plan de emergencia, regulación emocional o flexibilidad cognitiva, lo cual concuerda con enfoques terapéuticos como la cbt (Wenzel et al., 2009) y la dbt (Boggiano & Gagliessi, 2020; Linehan, 2015). Desarrollar estas habilidades puede ser un punto de partida para generar protocolos, programas y políticas de prevención y atención en países donde no se cuente con intervenciones sitematizadas o con evidencia de efectividad.
Por último, se puede constatar que la mayoría de los objetivos en los artículos revisados tenía relación con conocer la eficacia de alguna intervención para la prevención del suicidio; sin embargo, también hubo otros trabajos que contaban con objetivos distintos, como desarrollar protocolos o proponer intervenciones.
Este estudio permite conocer la falta de investigaciones y tratamientos eficaces para la prevención del suicidio en Latinoamérica y en específico en México, ya que son lugares donde las tasas de suicidio siguen incrementando a diferencia de otras regiones del mundo (oms, 2021; onu, 2023).
Además de lo anterior, se reconocen limitaciones en el estudio, las cuales tienen que ver con un posible sesgo de publicación, ya que existen más de las cinco bases de datos que fueron utilizadas para este. Además, no se realizaron identificación de estudios mediante otros medios, como puede ser la búsqueda en revistas específicas o sitios web.
Asimismo, el hecho de que la mayoría de los estudios se haya realizado en Estados Unidos puede generar un sesgo de información, donde se comprueben intervenciones para dicho país, pero no para Latinoamérica, pues el contexto y la cultura son diferentes.
De la misma manera, se recomienda realizar una revisión sistemática cuantitativa (con metaanálisis) para tener resultados que aumenten la solidez del estudio y cuente con peso estadístico.
Será importante seguir realizando revisiones sistemáticas enfocadas en la región de las Américas, para continuar evaluando la manera en que esta región interviene ante los comportamientos suicidas y cómo reporta los tratamientos que han demostrado eficacia en la prevención del suicidio; asimismo, conocer las barreras o retos para la implementación de tratamientos eficaces y basados en evidencia y ampliar el análisis de la problemática más allá de aspectos epidemiológicos, teóricos o de investigación correlacional o explicativa.
redalyc-journal-id: 1339
Este artículo se llevó a cabo como parte de los estudios del Doctorado en Psicología de la Salud de la Universidad Autónoma de Coahuila, programa que cuenta con apoyo financiero (beca) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT). El autor principal y tercer autor son becarios del CONAHCYT.
Los autores declaran no tener conflictos de interés.





