Resumen: Los estudios en el fenómeno de la vulnerabilidad parten de dos posturas centrales, una que la aborda desde una perspectiva macrosocial y otra que intenta explicarla a partir de conceptos como pobreza, indefensión social y los activos; sin embargo, la propuesta de acercamiento al tema en esta investigación, considera el fenómeno desde las realidades que se desarrollan y confluyen en la vida cotidiana de una persona, grupo o cultura, considerando los aspectos emocionales, y los eventos externos (contexto) e internos (individuales) que cohabitan en la persona; por consiguiente, se planteó como objetivo de este estudio encontrar y delimitar las dimensiones psicosociales de la vulnerabilidad de Celestún, Yucatán. El estudio fue de naturaleza exploratoria y se aplicaron 167 cuestionarios (99 mujeres y 68 hombres), junto con una observación no participante, antes y después de la aplicación del instrumento para la construcción de los instrumentos se consideraron 8 ejes de exploración, los mismos que guiaron el trabajo; en relación a la aplicación de los mismos se generaron alianzas colaborativas con Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), gobierno y líderes de la comunidad, con el fin de establecer, a través de ellos los contactos para las entrevistas. Una vez recogida y analizada la información, se destaca, entre los resultados más sobresalientes, que existen prácticas como adicciones, violencia, deserción escolar, carencias en atención a la salud, malestares afectivos entre los y las pobladores de la comunidad. Esto sugiere que Celestún requiere generar mecanismos integrales que permitan el desarrollo, no solo económico, sino afectivo y social de sus habitantes.
Palabras clave:génerogénero,vulnerabilidadvulnerabilidad,diagnóstico socio-afectivodiagnóstico socio-afectivo,contextocontexto.
Abstract: Research studies on the phenomenon of vulnerabil- ity take into account two central positions: one that deals with it from a macro-social perspective and the other one that aims to explain it from concepts such as poverty, social defenselessness and assets. However, the approach to deal with the subject through this re- search, contemplates the phenomenon from the reali- ties that develop and converge in the daily life of a per- son, group or culture, bearing in mind the emotional aspects, and external (context) and internal (individual) events that cohabit in the person. Hence, the main goal of this research was to find and delimit the psy- chosocial dimensions of the vulnerability in Celestún, Yucatán. This study was mainly exploratory and 167 questionnaires (99 women and 68 men) were applied, accompanied by a non-participant observation, before and after the administration of the instrument. For the elaboration of the instruments, 8 exploration axes were considered, the same ones that guided the work. For the application of such axes, collaborative alliances with Civil Society Organizations (CSO), government and community leaders were established. Among the most outstanding outcomes, it is highlighted that there are practices such as addictions, violence, dropping out of school, lack of health attention, and affective dis- comforts among the people of the community. This implies that Celestún needs to generate integral mecha- nisms that allow the development, not only economic, but also affective and social of its inhabitants.
Keywords: gender, vulnerability, socio-affective diagnosis, context.
SECCIÓN MONOGRÁFICA Territorios indómitos: feminismos y política
Adversidad en el paraíso: vulnerabilidades y género en la costa yucateca
Adversity in paradise: vulnerabilities and gender in the Yucatan coast

Recepción: 23 Junio 2017
Aprobación: 21 Agosto 2017
La comunidad de Celestún, ubicada a 95 km de Mérida, la capital del Estado yucateco, cuyo paisaje entre flamingos, salinas y la ría representan un micro-universo de tranquilidad, dibujan, de manera ingenua, un imaginario de que dadas esas condiciones geográficas, no existen tensiones entre sus pobladores; sin embargo, nada más alejado de la realidad, en este puerto se generan interacciones complejas entre sus habitantes debido a la lucha permanentemente entre creencias religiosas, grupos de poder, venta y consumo de alcohol y otras sustancias adictivas, violencia y abuso sexual, entre muchas otras situaciones; además de generarse ambientes competitivos que demarcan tensiones por la subsistencia económica relacionada con el turismo, lo que se convierte en consecuencias negativas para la salud, como por ejemplo, la presencia de altos niveles de ansiedad, sentimientos de frustración por la falta de reglamentación, y en consecuencia el abandono social que promueve indefensión y malestares que llevan a la depresión.
Es por la emergencia de dichos fenómenos que en la comunidad de Celestún se han realizado diferentes estudios sobre la vulnerabilidad, no obstante, en su mayoría, estos han sido abordados desde una perspectiva ambiental, económica o social (Espadas, 2007; Fraga, Salas & Mexicano-Cíntora, 2009; Munguía, Méndez & Soares, 2013), descuidando los aspectos relacionados al individuo mismo como, por ejemplo, su afectividad. En este sentido el abordaje de este trabajo cobra relevancia toda vez que intenta posicionar al sujeto como el núcleo de un análisis que permita entender desde las subjetividades, las dimensiones de vulnerabilidad que se entretejen en las relaciones entre los actores y su contexto. Es por lo expuesto que con el objetivo de encontrar y delimitar las dimensiones psicosociológicas que se entretejen en el contexto situado de la zona costera al poniente de Yucatán, específicamente en el puerto de Celestún, se analizarán, en este artículo, las circunstancias objetivas de convivencia, al igual que las subjetivas que se desencadenan en la lucha por la subsistencia en un contexto de vulnerabilidad, a fin de integrar un diagnóstico psicosociológico de la zona.
La vulnerabilidad se ha estudiado principalmente desde dos posturas centrales: aquél grupo que reporta elementos desde una perspectiva macrosocial y a partir de modelos explicativos que han contribuido al avance en temas como la pobreza, la indefensión social y los llamados activos (Busso, 2005; Filgueira, 2001; Kaztman y Filguera, 2006; Moreno & Moreno, 2008; Moser, 1998); y el grupo que ha desarrollado concepciones y argumentos teóricos que de manera continua han contribuido a la reflexión del concepto de vulnerabilidad (Alwang, Siegel & Jorgensen, 2001; Cardona, 2004; Oliver & Hoffman, 1999), a pesar de ello, estas vertientes no alcanzan a responder las consecuencias de vulnerabilidad que se construyen en un contexto situado a partir de la interacción social. En virtud de ello, el concepto de vulnerabilidad que definiremos, no solo se limitará a una categoría de estudio descriptiva, sino también, se tomará como una fórmula explicativa de realidades contingentes que se desarrollan y confluyen en la vida cotidiana de cualquier grupo, persona o cultura.
También se demostrará que el componente emocional ha resultado ser un factor determinante en el desarrollo de lo que hemos nombrado “vulnerabilidades acumuladas” (Flores & Mora, 2010, p.86) que pueden tener su origen en edades tempranas, independientemente de la clase, sexo, etnia y cultura a que las personas pertenezcan.
La vulnerabilidad por lo regular se pondera a partir de un evento externo que irrumpe en la vida de las personas, pero también es necesario considerarla como un factor que cohabita con el ser humano; todos los seres vivos son susceptibles de vulnerabilidad desde el momento en que nacen y conviven en un mundo relacional que asemeja la gran disputa por la sobrevivencia, es por ello que se ha demarcado el interés en la línea conceptual de la vulnerabilidad recursiva2 como un proceso de afrontamiento natural que el ser humano construye frente a su realidad. Entender desde estas nociones la dinámica de vulnerabilidad, implica partir de un derecho a la igualdad entre seres humanos e introducir una noción de justicia desde la indefensión personal y colectiva.
Por ello, las variables externas como la pobreza y falta de recursos se sitúan en un ámbito menos determinante para la generación de vulnerabilidad, más bien se apunta hacia la experiencia de vivir y padecer estas variables en la cotidianeidad. No es solo la condición de pobreza en que se está inmerso lo que genera vulnerabilidad, es también la falta de oportunidades reales, esperanza y la ausencia de un ambiente saludable de convivencia lo que realmente contribuye a ese estado de indefensión y desesperanza, componentes que han sido relativamente poco estudiados.
En consecuencia, el concepto de vulnerabilidad, adquiere un carácter dinámico que requiere ser comprendido desde diversas aristas que son complejas por su naturaleza, y que van desde lo real claramente objetivo, como puede ser el riesgo latente, hasta lo inconsciente, como el miedo e inseguridad social y personal construido desde diversos referentes históricos de las mismas personas, pero naturalizado en el mismo contexto de adversidad.
En este apartado se presentan los datos que las instituciones oficiales exponen sobre la comunidad, con el objetivo de obtener un panorama descriptivo que permita situar y justificar el lugar de estudio.
Celestún es uno de los 106 municipios del Estado de Yucatán y ocupa el 1.6% de la superficie total del estado con 604.543 km cuadrados; entre sus límites, colinda al norte con el Golfo de México y el municipio de Hunucmá; al este con los municipios de Hunucmá, Tetiz, Kinchil y Maxcanú; al sur con el municipio de Maxcanú, la Zona Interestatal de Campeche-Yucatán y el estado de Campeche y al oeste con el estado de Campeche y el Golfo de México (Secretaría del Desarrollo Social (SEDESOL), 2016). Su población asciende a 7,836 personas (50.9% hombres y 49.1% mujeres) con una razón de 103 hombres por cada 100 mujeres.
Según cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL, 2015), existen 2,066 viviendas en las cuales habitan en promedio 3.8 personas por hogar, de estas, el 38.6% posee agua entubada, 90.5% drenaje, 91.4% servicio sanitario y el 98.6% electricidad. Con relación a los servicios de salud, el 88% de la población se encuentra afiliada al Seguro Popular (96.5%), el Instituto Mexicano del Seguro Social-IMSS (3.5%) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado-ISSSTE (0.5%).
Igualmente en cifras del Insituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2016) sobre la educación, esta comunidad se caracteriza porque el 99% de su población de 15 a 24 años sabe leer y escribir, aunque en las personas mayores de 25 años el porcentaje disminuye a 89.9%. En este sentido el 73.8% de su población mayor a 15 años ha cursado el nivel básico de educación, el 14% la educación media superior y apenas un 4.1% tiene estudios a nivel superior (INEGI, 2016).
Por otro lado, la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) cataloga a la comunidad como una zona de atención prioritaria para el desarrollo, debido a que el 25% o más de su población se encuentra en pobreza extrema (SEDESOL, 2014). Sin embargo, Celestún posee dos elementos que le posicionan como una localidad de importancia a nivel estatal, por un lado, presenta atractivos turísticos de origen natural como son sus playas color turquesa, la Reserva de la Biosfera “Ría de Celestún” y su santuario de flamingos y, por otro lado, al ser una comunidad pesquera contribuye a posicionar al estado en el séptimo lugar en cuanto a valor comercial de productos marinos capturados (Consejo Nacional de Pesca (CONAPESCA) 2013). En concordancia con lo anterior, son el turismo y la pesca las actividades principales que ofrecen ingreso económico a sus pobladores, el 51.9% de su población es económicamente activa (PEA), el 73% son hombres y 27% mujeres (INEGI, 2016).
Una vez que se ha contextualizado a esta comunidad y situado sus condiciones de sobrevivencia en general, es importante señalar que el objetivo de la investigación fue la realización de un diagnóstico a fin de corroborar y comparar algunos datos oficiales que se han reportado, además de analizar la dinámica relacional entre indicadores psicosociológicos que podrían influir en el desencadenamiento de condiciones de vulnerabilidad, partiendo de las interacciones cotidianas entre algunos habitantes del Puerto de Celestún.
Este estudio fue de naturaleza exploratoria y para la recolección de información se utilizaron dos técnicas, por un lado, se recurrió a la aplicación de un cuestionario mixto con preguntas cerradas de tipo dicotómica y preguntas de tipo nominal con preguntas abiertas conformado por 46 ítems, recurriendo a un muestreo por conveniencia. En total se aplicó el instrumento a 167 personas mayores de 13 años, 99 mujeres y 68 hombres. El tratamiento de los datos se hizo mediante el Programa e “SPSS Statistics”. Por otro lado, se recurrió a la observación no participante antes y después de la aplicación del cuestionario. Para ambas técnicas se consideraron 8 ejes de exploración previamente definidos que a continuación se describen:

Para la aplicación de las técnicas, se hicieron visitas a la comunidad estableciendo alianzas colaborativas, particularmente con Tixkuncheil Presente, Asociación Civil, actual Organización de la Sociedad Civil (OSC, 2012) que tiene arraigo en Celestún desde hace siete años, trabajando contemas como la violencia, salud mental y conflictos de exclusión social. Se presentó el proyecto a las autoridades municipales y se realizaron contactos en la escuela primaria y secundaria, se visitó el Centro de Salud y, se conversó con algunos líderes de la misma comunidad.
En cuanto al análisis de los resultados, se recurrió a la triangulación analítica por la naturaleza misma del estudio, con el propósito de comparar contenidos descriptivos del cuestionario con la observación no participante, además de evaluar y analizar las relatorías de campo, así como discursos de las participantes de la OSC y de las autoridades municipales, líderes comunitarios, autoridades y estudiantes de las escuelas.
Las personas encuestadas fueron 167 (40.7% hombres y 59.3% mujeres), y sus edades eran desde los 13 a 91 años, la media fue de 38 años. El 67.66% son católicos, el 12.57% cristianos y 8.9% manifestaron no profesar ninguna religión.
Según el INEGI (2016) la localidad está en el quinto lugar de municipios con mayor porcentaje de personas nacidas fuera de su entidad y esto es relativamente cierto, pues únicamente el 40.71% de las y los entrevistados nacieron en Celestún; sin embargo, es importante destacar que en el Puerto no se cuenta con las condiciones sanitarias para atender los partos, por lo que las mujeres son atendidas en su mayoría en el municipio de Mérida, lo que sirve como ejemplo para tomar con cautela las cifras oficiales que se reportan. De hecho, una de las características de la población que crece y se desarrolla en Celestún, es la poca vinculación que tienen con el exterior. También es importante mencionar que existe un alto flujo de migración de otros Estados entre la población encuestada, en consecuencia, el 59.28% de la población procede de Tabasco, Quintana Roo, Guerrero, Chiapas, Campeche y la Cd. de México. Sin embargo, del total de estas cifras, el 89.22% de los y las encuestadas han vivido al menos una tercera parte de su vida en la comunidad, lo que lleva a la conclusión que dicho porcentaje de la población ha pasado en promedio 12.6 años viviendo en Celestún.
Como se observa en la gráfica 1, el estado civil de los y las entrevistadas indica que un 36.52% manifestó estar soltero/a y un 40.11% de la población estar casado/a. Sin embargo, la mayoría de los hombres son solteros con un 47.05%, mientras que las mujeres, en su mayoría son casadas, con un 39.39%. Un dato interesante es que el alto porcentaje de soltería en los hombres se puede deber a que las mujeres mencionan vivir en unión libre, lo que para los hombres significa soltería.

Respecto a la ocupación de la población, se observa que el 20.35% no trabaja; el 15.56% se desempeña como ama de casa, y el 11.97% se dedica a la pesca y por tanto, consideran que tienen un negocio propio. Es interesante resaltar que el porcentaje de las dos primeras ocupaciones resulta ser más de la tercera parte de la población (35.91%), que si bien, puede deberse a que fueron más mujeres entrevistadas que hombres, todavía parece mantenerse la práctica heteronormativa, en la que es el hombre el responsable de llevar el ingreso al hogar. Ahora bien, considerando las cifras del INEGI (2016), la población económicamente activa (PEA) en la comunidad es del 51.9% mayoritariamente masculina, representada por un 73%; así mismo las personas no económicamente activas (PNEA) asciende a 47.8%, y de estas el 55.5% son mujeres que se dedican a las labores del hogar y por lo tanto no están registradas, mostrando una vez más que dicha actividad no es reconocida oficialmente como un trabajo. Otro dato que resulta importante resaltar es que de las personas que manifestaron dedicarse a la pesca, el 100% son hombres, lo que puede deberse a que se mantienen roles de género en los espacios en donde se generan recursos económicos tangibles.
En cuanto al nivel educativo, según el análisis por rangos de edad, se evidenció que, a mayor edad de las personas entrevistadas, es menor el grado de estudios cursados, así, en el rango de menores de 30 años el nivel educativo alcanzado es bachillerato, aunque cabe mencionar que al momento de la aplicación del cuestionario algunos continúan estudiando; posteriormente las personas en el rango de edad de 30 a 59 años el nivel alcanzado es la primaria, al igual que las personas del rango de 60 a 100 años. Esto significa que el nivel de educación e instrucción es realmente muy bajo.
Según la población celestunense que respondió al cuestionario, se organizan colectivamente para participar en diferentes acciones, entre las que sobresalen las actividades deportivas (97%) en primer lugar, seguido por las religiosas (94.61%) y las actividades políticas (92.21%). Para las mujeres resultan más importantes las actividades de índole deportiva (96.96%), seguida de las religiosas (94.94%), las culturales y políticas (92%); los hombres por su parte, le dan mayor interés a las actividades deportivas (97.05%), seguido de las religiosas (94.11%), las turísticas (92.64%), las políticas (91.17%) y las culturales (89.70%). Por lo que se observa, existe cierta coincidencia entre hombres y mujeres en relación a sus intereses por la acción colectiva y participación social.
En cuanto a las acciones a favor de la salud son más del interés de las mujeres 55.69%; mientras que para los hombres solo el 4.7% se interesa en éstas, el resto no participa.
Ahora bien, los datos previos abordan el interés de la población con relación a las actividades colectivas, sin embargo ¿en cuáles realmente participa la población? Según los datos arrojados por el cuestionario, casi la mitad de la población (45.5%) no se integra en alguna actividad, ya sea deportiva, religiosa, cultural, política, turística o cultural. Del 54.5% que si lo hace, un 23.95% se introduce en actividades religiosas y un 15.56% en las deportivas, coincidiendo las respuestas en hombres y mujeres.
Finalmente, se obtuvo información acerca de otro tipo de actividades que sí logra la participación de la población, entre las cuales se destacan aquellas relacionadas con la denuncia o protesta social, problemas a nivel municipal y para la resolución de conflictos. Con base en la observación, pareciera que la comunidad en general se mueve y rige bajo sus propias reglas, de hecho, es considerado como “un puerto sin ley” (citado por Trejo, 2014, p. 30). Los intereses de la población estudiada están mucho más orientados a la necesidad de resolver sus problemas inmediatos en relación al territorio y la sobrevivencia de sus familias, que en la construcción de una verdadera comunidad basada en la igualdad y el respeto.
En esta dimensión la pregunta se orientó básicamente a ¿cómo construyen las y los habitantes de Celestún su medio físico de manera socioafectiva? Para ello, se le preguntó a la población acerca de aquellos lugares que consideran más importantes en la comunidad (ver Gráfica 2). Los resultados muestran que el 55.68% considera que la playa es de los lugares más importantes, seguido de la ría3 con 37.12% y la zona turística con un 13.77%, aunque vale la pena mencionar que tanto la playa como la ría son consideradas como espacios de turismo, con lo cual ese 13.77% se incluye en los espacios mencionados.

Un dato que resulta necesario demarcar es la diferencia que existe entre hombres y mujeres en la atribución de lugares de importancia; aunque ambos grupos coinciden en que los dos más importantes son la playa y la ría, las mujeres incluyen en tercer lugar, la escuela, lo que nos lleva a inferir que los lugares turísticos son el “espacio económicamente activo” donde los hombres se desempeñan, mientras que la escuela o el centro de salud son espacios “dentro” de la comunidad donde las mujeres ejercen el rol de guías y/o cuidadoras.
En cuanto a los lugares más frecuentados por sus habitantes resultan la playa (40.71%), el parque (19.16%) y la escuela (11.37%); en este sentido, las observaciones permitieron reconocer que mujeres y hombres cumplen con roles preestablecidos, por ejemplo, las mujeres tienen la responsabilidad del hogar, la crianza y el cuidado de las hijas e hijos, así como también, la administración de los recursos económicos. Por su parte, los hombres salen a pescar y muchos ocupan el dinero en beber y vincularse sexualmente con otras parejas.
En términos generales, más de la mitad de la población a quien se aplicó el cuestionario (57.49%) se siente “contento/a” en el lugar que vive, siendo las mujeres quienes manifiestan mayor contradicción de sentimientos que van de gustarle el lugar, no gustarle, sentirse satisfecha de vivir allí, sentirse triste y sentirse molesta. Por su parte los hombres, oscilan entre sentirse contentos y sentirse satisfechos, esto supone una diferencia en el sentido de bienestar para hombres y mujeres bastante diferente.
Con relación a este eje, se observa cierta tendencia por parte de las mujeres a padecer sentimientos de malestar, lo que es consecuente con lo mencionado anteriormente; en relación con los hombres, ellas presentaron un mayor número de síntomas (ver Gráfica 3). Entre los padecimientos de mayor prevalencia se encontraron el enojo, dolores de cabeza y tristeza. Este hecho confirma que son las mujeres quienes debido a su condición de género presentan mayores síntomas y malestares sociales que recaen en una dolencia física (Flores Palacios, 2010). Así mismo, llama la atención que sean los padecimientos de tipo afectivo los que se mencionaron por parte de ambos sexos, lo que confirma la importancia de la vulnerabilidad en la interacción.

En el mismo sentido, al hacer el análisis por edad, los resultados fueron los siguientes: para los menores de 30 años los padecimientos más sufridos son dolores de cabeza, enojo y tristeza; para las personas de 30 a 59 años son enojo, insomnio y tristeza; y para los de 60 años en adelante son tristeza, enojo, nervios y mareos. Cabe señalar que en todos los grupos etarios como en los grupos por sexo, la “tristeza” estuvo presente como una dolencia, lo cual parece contradecir al 57.49% de la población que manifestó sentirse contenta en su comunidad. Este dato, obliga desde el aspecto psicosocial a cuestionarse acerca de ¿cuáles son los factores que ocasionan una comunidad triste?, ¿habría una disonancia entre lo que se piensa y lo que se vive? En un intento de esbozar respuestas preliminares a los cuestionamientos previos, se observó que el 39.52% de la población considera que la familia es la que más afecta su bienestar, luego se encuentra el dinero con 29.94% y en tercer lugar se encuentra el trabajo con 24.55%. Para el caso de las mujeres, son los problemas con sus hijos lo que más afecta su bienestar, mientras que a los hombres les afecta los problemas familiares y de trabajo.
Por otro lado, en un ejercicio de evaluación del Centro de Salud de la comunidad, se cuestionó acerca de ¿cuáles serían los elementos, materiales e inmateriales, que favorecerían la atención en salud?, aunque se pudo observar las recientes remodelaciones al Centro de Salud, la población considera que es necesario mejorar la atención, teniendo más personal médico (83.23%), medicamentos (81.43%) y mejores equipos (62.87%), sin embargo, los hombres enfatizaron en la necesidad de mejorar el trato por parte del personal, lo cual resulta relevante si regresamos al eje de acción colectiva, específicamente al dato de la baja participación masculina en cuestiones de salud ¿será una condicionante de género lo que implica una diferenciación en el trato hacia hombres y mujeres, lo que a su vez genera un distanciamiento en la participación de actividades sanitarias?
Al cuestionar acerca de los problemas de salud en la comunidad, resultan la diabetes (77.24%), gripa (65.86%) y calentura (54.49%) como los más frecuentes, sin embargo, lo que llama la atención es que el 50.89% de la población utiliza la automedicación como la práctica más común de cuidado, seguido por la asistencia al Centro de Salud con un 48.5% y visita al médico particular con un 41.91%, no habiendo diferencia de estas prácticas entre hombres y mujeres.
Por otro lado, se cuestionó acerca de la percepción en el consumo de drogas en la comunidad siendo que el 96.98% menciona la existencia de tal actividad, en ese orden de ideas, las drogas que se han percibido como de mayor consumo son la marihuana (94.4%), alcohol (90.06%), piedra (80.12%), cocaína (70.65%), thinner (52.69%), resistol (44.91%) y las pastillas psicotrópicas (38.92%), de igual forma, aunque en un porcentaje mucho menor, se mencionaron algunas substancias que no estaban contempladas en el cuestionario, como: crack, cristal, gasolina, pintura y tachas. Estos datos con base en la percepción de los y las personas participantes en el estudio, llevan a inferir que si bien, dicha población menciona no haber consumido, si tienen conocimiento y familiaridad con estas drogas.
Al preguntar a la población acerca de los métodos para la prevención del embarazo e infecciones de transmisión sexual (ITS), se encontró que el más conocido, es el condón con el 83.83% seguido de las pastillas anticonceptivas (79.04%) e inyecciones (60.47%). En cuanto a las prácticas de cuidado, poco más de la tercera parte de los y las encuestadas (38.5%) usan condón en su práctica sexual, y de estos el 56.66% son hombres y 43.33% mujeres; con base en estos datos surge el cuestionamiento ¿a qué se debe que sean los hombres en su mayoría quienes dicen usar el condón?, ¿qué rol tienen las mujeres en una relación sexual? Algo que llama la atención es la consideración, por parte del 27.54% de las y los participantes, del coito interrumpido como un método de prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos.
En la gráfica 4, se puede notar cómo la población conoce diversos medios para prevenir alguna ITS, sin embargo, se debe poner atención en que los discursos discurren en relación al uso de algún medio, específicamente para evitar embarazarse y no tanto para evitar una ITS; del mismo modo es importante cuestionar la ineficacia de las acciones llevadas a cabo con relación a la salud sexual, específicamente en adolescentes, dado que, según la Secretaría de Salud del Estado, Celestún ocupa el primer lugar estatal de embarazos adolescentes. Entre las principales razones que conjeturan los y las entrevistadas con relación a este fenómeno, se mencionan la irresponsabilidad (35.32%), falta de educación (27.54%) y falta de orientación (16.76%).

Al respecto del embarazo en adolescentes, según se ha observado, es común que la recién pareja tenga rupturas prematuras, lo que conlleva a que la mujer regrese al seno familiar, recayendo la manutención del nuevo miembro de la familia en los padres de ella, además de que la madre insiste muchas veces en que su hija regrese con su pareja independientemente de las condiciones en que se cohabite, enviando mensajes contradictorios entre el derecho a tener una vida sin violencia y seguir con la elección que se hizo.
Al cuestionar acerca de las razones para no usar condón, figuran respuestas relacionadas con 1) la confianza en la pareja, 2) no lo consideran necesario, o 3) porque no les gusta. En las tres opciones, son las mujeres las que ocupan el mayor número, es decir, “son las que tienen mayor confianza en sus parejas, por lo que no consideran necesario el uso de tal insumo preventivo”. Sin embargo, sabemos que la deseabilidad en las respuestas es importante y por el conocimiento de informantes clave, se descubrió que más bien son los hombres quienes no lo usan y las mujeres se someten a este deseo. Estas prácticas de riesgo se confirman en otras investigaciones (Flores-Palacios 2012; 2016) y han generado un incremento en el número de mujeres infectadas por VIH, al igual que una tasa elevada de embarazos adolescentes. En este estudio no se obtuvieron datos de VIH en la comunidad, pero se sabe de casos que no están registrados.
Como ya se mencionó, dada la naturaleza costera de la comunidad, la principal fuente de ingreso familiar es la pesca con un 62.87%, seguido de la posesión de un negocio propio con 37.12% y, en tercer lugar, la gente se emplea en algún negocio de la localidad (24.55%). Un dato relevante, es que al ser la pesca una actividad condicionada por temporadas, la gente combina sus ingresos con otras actividades como “chofer de mototaxi”, “salinero”, “turismo”, entre otras. Así mismo, más de la mitad (53.89%) manifiesta que las mujeres son las que administran el ingreso total, en mayor porcentaje se consume en alimentos, siguiendo electricidad y agua. Otros gastos que impactan la economía son los relacionados con los artículos personales (66.64%), medicinas (76.24%), teléfono y deudas con el 41.31%. Estos datos llaman la atención frente a la administración del ingreso y señalan cierta dimensión de precariedad.
Con relación al tipo de maltrato, de los cuales han sido víctimas las personas entrevistadas, sobresalen los gritos (59.28%), insultos (49.7%) y golpes (29.94%) (Ver Gráfica 5). Como se observa en la gráfica 5, son las mujeres quienes han padecido la violencia en sus diversas manifestaciones y, siempre, más que los hombres. En este sentido, se ha documentado a través de información de los pobladores que es común encontrar personas del sexo femenino, sin importar la edad, que son golpeadas sea por el marido, el padre, el hermano o algún varón de la familia, a quien, culturalmente, se le ha concedido el “derecho” de hacerlo por la simple razón de ser hombre (Trejo, 2014). Lo anterior indica que la relación entre los sexos es desigual, de donde se deriva que el 60.24% de la población encuestada cree que si existe diferencia en el trato entre hombres y mujeres, aunque al hacer la diferenciación por sexo, es mínima la diferencia (2.9%) de quienes perciben el trato desigual por quienes no lo perciben.

Otro aspecto que llama la atención es el alto porcentaje (14.97%) de mujeres y hombres que han sido agredidos de manera sexual. Esto puede dar pauta para generar hipótesis que relacionen esta práctica violenta con el índice de embarazos adolescentes y que posiblemente no sean planeados ni deseados.
Una vez que hemos planteado los resultados descriptivos del cuestionario, es claro que existen condiciones de coexistencia bastante complejas entre las y los pobladores de Celestún encuestados, tanto en sus dinámicas de interacción como en su experiencia de vida cotidiana. Si partimos del hecho de que la mayoría de hombres y mujeres mencionan que el espacio público más importante es la playa, no solo como lugar de subsistencia turística, sino básica en su alimentación, esto implica una relación continúa y directa con su medio ambiente. Una población costera está determinada en primer lugar por su relación con el mar, no solo en cuestiones de subsistencia sino en todos los ámbitos de su vida.
Los jóvenes por ejemplo se ven atraídos a muy temprana edad por esta relación que establecen con su medio, siguiendo las pautas de comportamiento parentales, pero sobre todo de tener presencia y ser alguien en su contexto de referencia, además de tener ganancia económica que les permite adquirir medios propios de sobrevivencia, esto lleva a lo que podemos denominar una “adultez temprana” que los convierte en proveedores a muy corta edad, asumiendo que son hombres y por lo tanto pueden y tienen el derecho de embarazar a mujeres de su edad o menores que ellos; consumen alcohol y generan adicciones que van en detrimento de su salud, abandonan la escuela y fácilmente naturalizan la violencia entre ellos y sus familiares.
La pobreza y desesperanza son dos factores que se entretejen como unicidad en contra de una planeación y proyecto de vida que permita delimitar nuevos horizontes, “aquí llegamos, otros nacimos y aquí morimos”, mencionan algunos de los entrevistados que pocas veces salen de las fronteras de Celestún, como si fuera un territorio cerrado en donde la vida transcurre en tiempo y espacio, al margen de interacciones con el exterior y con poco o nada de interés en el mundo externo. Esta pertenencia y apropiación social del contexto, conlleva a generar relaciones de tensión y conflicto territorial entre la comunidad y los de “fuera”, marcando un fuerte sentimiento de apropiación del territorio que incide en una alerta constante y latente que se percibe en la interacción cotidiana.
La tensión entre las condiciones de vida en la pobreza extrema y la falta de oportunidades de trabajo más allá de la pesca es una realidad en Celestún. El trabajo doméstico de las mujeres se minimiza, al igual que la presión de administrar el gasto familiar; no importa que contribuyan o mantengan el ingreso mediante distintas actividades informales igualmente relacionadas con el mar o incluso con la venta de ropa y zapatos, preparan comida para venta, ya que perciben que su vida transcurre en esa naturalidad. Los varones cuando se introducen en altamar, se van por dos, tres o hasta cinco días, sin los mínimos recursos de seguridad para el desarrollo de su trabajo y muchas veces en condiciones de riesgo total, esto genera una incertidumbre en la familia por la falta de comunicación y las condiciones de trabajo que asumen, aumentado la tensión y alerta en su comunidad.
Como se muestra en los resultados, esta comunidad es en su mayoría creyente de alguna religión siendo un componente que dimensiona cierta tensión en el espacio comunitario, de ahí se derivan en gran parte muchos de los conflictos intracomunitarios de poder que van desgastando la posibilidad de planificar proyectos de bienestar común, centrando las condiciones de vida en el conflicto social de manera permanente.
La violencia por su parte, se ejerce entre la población no solo por el territorio sino por la búsqueda de oportunidades particularmente con relación a las actividades turísticas, lo que paradójicamente resulta un elemento más de tensión entre los pobladores. Esta violencia que ha sido naturalizada en el espacio público se refuerza en el espacio privado, en su mayoría son los varones quienes golpean, gritan y maltratan a sus parejas mujeres e hijos, casi siempre en estado de ebriedad o bajo el efecto de alguna substancia. El ejercicio de la violencia se ha naturalizado a tal punto que el abuso sexual se ejerce sin mayores castigos ni señalamientos.
Este es el esquema de vida que las mujeres viven y padecen y que lamentablemente trasmiten a sus hijas, quienes se embarazan a temprana edad, pueden ser abusadas y repiten muchas veces la misma historia que sus madres, no hay un proyecto de vida alterno más allá de esos modelos que cotidianamente viven, si la salida es otra, generalmente está basada en la violencia o simplemente en atentar contra su propia vida. Cabe señalar que no encontramos ninguna referencia estadística oficial al respecto, pero los casos son conocidos y señalados casi rutinariamente por la misma comunidad.
Entre los jóvenes existe cierto sentimiento de esperanza-desesperanza cuando deciden relacionarse con sus parejas. Por un lado, es el camino que les libera de la familia violenta en la que han nacido, pero, por otro lado, al introducirse en ese nuevo contexto de pareja, repiten las mismas prácticas violentas y roles de género que aprendieron.
No resulta por lo tanto extraño que, ante este sentido de malestar y adversidad cotidiano, los problemas de salud estén directamente relacionados con situaciones de estrés y tensiones emocionales como se muestra en los resultados. Si consideramos que el proyecto de vida más allá de Celestún no existe, el enojo es una respuesta a esta situación objetiva que tal vez ellos mismos no alcanzan a ponderar como posible salida a su situación en la adversidad, así el dolor de cabeza e insomnio tienen su raíz en la preocupación constante que genera ansiedad en hombres y mujeres por igual. La tristeza es un estado de indefensión que les lleva a deprimirse, particularmente a las mujeres, mientras que los hombres tienden a los mareos y enfermedad de los nervios, todo esto se relaciona en con la falta de recursos económicos. Sin embargo, analizando los datos, se considera que la desesperanza y falta de ilusión en posibles proyectos de bienestar, también son los determinantes para esa condición de malestar psicosocial, mala alimentación, poca o nula información para una adecuada dieta, sin dejar de mencionar los problemas gastro-intestinales que están siempre presentes.
Finalmente, y ante esta situación, la pregunta es ¿la vulnerabilidad recursiva como dinámica de deconstrucción, podría ser una estrategia que cuestione las propias condiciones de vida de esta comunidad?, consideramos que sí, pero para ello se requiere de mucho esfuerzo y trabajo por parte de la población, primeramente, en la toma de conciencia de que es posible movilizar recursos de afrontamiento más allá de la indefensión, generando condiciones adecuadas por ellos mismos y revirtiendo su sentimiento de incapacidad a capacidad de gestionar sus recursos personales, emocionales y sobre todo, afianzando su confianza en la creación de nuevas estrategias de vida que les permitan resignificar igualmente su experiencia vivida.
Pero también se requiere del apoyo de las autoridades de este municipio, en primer lugar, para que se puedan sumar esfuerzos en esta toma de conciencia, y, en segundo, para generar los mecanismos liberadores no solo de una realidad que viven y padecen sino de una verdadera reconstrucción de un sentido de indefensión que ha invalidado sus potencialidades. Se trata pues de generar de manera conjunta nuevos proyectos encaminados al bienestar psicosocial de este paraíso que resulta ajeno para sus propias condiciones de vida.
Como citar este artículo: Flores, F., Lambarri, A., Puc, E., Trejo, A., & Rojano, I. (2017). Adversidad en el paraíso: vulnerabilidades y género en la costa yucateca. Revista Tesis Psicológica, 12(2), 54-71.





