Sección Monográfica

La psicología crítica como psicología histórica-cultural: Las dimensiones políticas y las limitaciones del conocimiento psicológico

Critical Psychology as Cultural-Historical Psychology: Political Dimensions and Limitations of Psychological Knowledge

Ian Parker
Universidad de Manchester, Estados Unidos

La psicología crítica como psicología histórica-cultural: Las dimensiones políticas y las limitaciones del conocimiento psicológico

Tesis Psicológica, vol. 15, núm. 2, pp. 1-22, 2020

Fundación Universitaria Los Libertadores

Recepción: 29 Abril 2020

Aprobación: 29 Abril 2020

RESUMEN: Este capítulo explora la relación entre la teoría y la práctica de la psicología crítica, centrándose en la crítica del esencialismo, individualismo y el universalismo de la psicología social convencional y sentando las bases para un enfoque hacia la política y la justicia trabajando a favor y en contra de la disciplina. Argumento en este capítulo que la “psicología crítica” contemporánea es necesariamente social y ésta como forma de la psicología crítica histórica y cultural, siempre es necesariamente política. Esta naturaleza política de la psicología histórico-cultural, tiene que ser aclarada, no obstante, para ser contrastada con las maneras en las que la “política” algunas veces es entendida en “psicología comunitaria” . En este capítulo abordo preguntas de “alienación”, las maneras en las que la psicología crítica se configura a sí misma como respuesta de la psicología convencional como una garantía ideológica para el capitalismo. Describo las áreas emergentes de la búsqueda en la psicología crítica, tomando el ejemplo en particular de la psicología critica en Gran Bretaña, para ilustrar las oportunidades y los riesgos con respecto a nuestra preocupación frente a la justicia social que se relaciona intimamente con las dificultades anticapitalistas

ABSTRACT: This chapter explores the connection between the theory and practice of critical psychology, focusing upon the critique of essentialism, individualism and universalism of mainstream social psychology and laying the basis for an approach to politics and justice working in and against the discipline. I argue in this chapter that contemporary ‘critical psychology’ is always already necessarily social and that as a form of critical cultural-historical psychology, it is always already necessarily political. This political nature of cultural-historical psychology needs to be clarified, however, and to be contrasted with the ways in which ‘politics’ is sometimes understood in ‘community psychology’. In this chapter I address questions of ‘alienation’, the ways critical psychology configures itself as a response to mainstream psychology as an ideological warrant for capitalism. I describe emerging areas of research in critical psychology, taking the particular example of critical psychology in Britain to illustrate the opportunities and dangers to our concern with social justice as intimately linked with anti-capitalist struggle.

Introduction

La disciplina de la psicología ha sido opacada desde que inició como una empresa científica a finales del siglo XIX por tradiciones de análisis crítico (Dazinger, 1990). En adición, ha sido claramente contradictorio, con discursos a favor y en contra de lo convencional,esforzándose para ser escuchado. La nueva ola de críticas en la forma que toma ahora en Bretaña, está empezando a hacer incursiones dentro de la disciplina donde ahora se llama “psicología crítica”, pero esta es una colección diversa de argumentos (Parker, 2011a). Los recursos conceptuales que dibujamos en el pasado fueron frecuentemente basados en teorías políticas y prácticas que desafían imágenes dadas por sentado y de sentido común de seres humanos, y lo que con frecuencia se asume que es su naturaleza subyacente y su incapacidad de cambiar esa naturaleza a través de condiciones sociales revolucionarias

Crítica Política

El argumento fundamental clave que muchos de los psicólogos críticos hacen es que es necesario clarificar el rol político que la psicología juega (Parker, 2007). Nosotros politizamos la psicología precisamente porque siempre hay una agenda política en la búsqueda y práctica psicológica, pero es una agenda que los psicólogos ocultan o, en algunos casos, es una agenda que se han negado a permitirse pensar. Hay tres aspectos en esta agenda, y estos aspectos entrelazados operan con diferente peso y asumen diferentes funciones en cada contexto.

El primero es el individualismo que la psicología a supuesto históricamente. Este individualismo despoja nuestros aspectos relacionales de la acción humana, y esos aspectos sólo se reintroducen después, como si fueran “variables”. De esta manera, la misma individualidad de la experiencia humana, que deriva su significado y valor de historias de interacción con los demás, es traicionada. Por ejemplo, el “prejuicio” es apuntado como el resultado de errores cognitivos o respuestas emocionales de cada persona por separado, más que como una función de los patrones sociales estructurados de exclusión e ideología. Las relaciones de grupo se han reducido a las actividades de individuos (Billig, 1976).

El segundo aspecto es el esencialismo, en el que las cualidades de la actividad humana son separadas entre sí, para que puedan estar sujetas a categorización y refinamiento dentro de un modelo psicológico de la persona. Esta es una versión distintiva de la reificación, la conversión de las actividades humanas en cosas; este esencialismo luego organiza explicaciones sobre lo que las personas pueden o no hacer en términos de mecanismos o procedimientos fijos. Por ejemplo, la dificultad que una persona o grupo puede enfrentar al fallar a conformarse con lo que se espera de ellos (ya sea porque no se adaptan a las perspectivas de la ideología dominante sobre el comportamiento o porque no corresponden a lo que la ideología dominante considera apropiado de las minorías) se da una etiqueta que nombra el problema (como ADHD), y después la supuesta entidad a la que se refiere la etiqueta es tratada como la causa del problema. Esto esencializa aquello a lo que se refiere la etiqueta, como si eso fuera una cosa dentro de una persona (McHoul & Rapley, 2005).

El tercer aspecto es la normalización, y esto puede operar ya sea a través de la universalización de las representaciones de seres humanos, generalmente con el efecto de confirmar la superioridad de la cultura de la que emanan las representaciones. O puede operar a través de la segregación, en la que hay una patologización de aquellos que se desvían de la norma de la cultura anfitriona o con la que se compara.

Complejo de Psy

Una forma útil de dar marcha atrás a los supuestos hechos por la psicología sobre sus objetos de estudio es localizando la psicología en una red más amplia de teorías y prácticas que individualicen, esencialicen y normalicen la acción social. A esto lo llamamos “el complejo de psy” (Ingleby, 1985). Para localizar la psicología en un complejo de psy más amplio, entonces, nos permite identificar lo que comparte con esos aparentes enfoques competentes y ver con más claridad cómo este complejo de psy opera en escuelos y compañías, y ahora en muchas esferas de la vida pública, cómo funciona para describir y hacer cumplir el buen comportamiento.

Por un lado, este trabajo es, primero, profundamente ideológico; eso es que provee una imagen de individuos saludables y bien adaptados contra los cuales no encajan y se pueden evaluar. La imagen del sujeto individual, a quien la psicología estudia y luego transmite al mundo exterior, también evoca una imagen de los sistemas sociales normales y saludables. Entonces, el efecto ideológico de la psicología es “profundo” dentro del individuo, cuando provee un modelo de cómo comportarse y cómo pensar; y es aún más amplio y obviamente político en la manera en que supone que ciertos tipos de condiciones sociales en las que su versión del individuo puede florecer.

Por otro lado, este trabajo es, segundo, material, una práctica material; eso es, la vigilancia y la categorización de las cualidades de los individuos en distintas dimensiones de “inteligencia” o “personalidad”, es decir, frecuentemente tendrá consecuencias que cambian la vida. estas consecuencias pueden incluir la entrada a ciertas escuelas, la provisión de ciertos recursos, la prescripción de diferentes tipos de tratamientos y decisiones sobre el encarcelamiento. A través de la vida del individuo, entonces, la psicología puede jugar un papel importante determinando cómo están posicionados, determinando las condiciones en las cuales se pueden relacionar con los demás y entenderse a sí mismos.

Las dimensiones ideológicas y materiales de la psicología son aparentemente más precisas en la manera en la que el complejo de psy separa la mente como su principal objeto de estudio de la materia, como el mero comportamiento. Acá la psicología reflexiona, reproduce y participa activamente en la separación del trabajo intelectual del manual. Esta separación es una falsa oposición perpetrada por las condiciones de producción en la que gobierna la experiencia especializada lo que entonces se supone que es el movimiento bruto físico simple. Encaja bien en la división entre aquellos que poseen y manejan los medios de producción y aquellos que son empleamos para producir un valor adicional (Mandel, 1974).

Esto significa que tenemos cierta caracterización de la psicología, que podemos sumar en los siguientes puntos: su mirada se dirige hacia aquellos fuera de la disciplina que se asume que no son psicólogos que habitualmente son engañados y mal representados; el fenómeno se reduce al nivel del individuo, y esta reducción procede abajo del nivel de procesos sociales y arriba del nivel de las funciones fisiológicas; reproduce un modelo abstracto de las consecuencias de comportamiento y los mecanismos cognitivos en los que se asume que cada individuo opera como una versión miniatura de las maneras operacionales que describen la investigación positivista; pretende meramente describir la actividad humana, pero esta descripción requiere un grado declarado o subrepticio de interpretación que prescribe la versión correcta de los eventos; lo subscribe a una forma de objetividad, falsa neutralidad que obscurece el duradero papel de las apuestas personales, institucionales y políticas en la formulación de preguntas de investigación.

La psicología crítica es un enfoque en el que las preguntas de los modelos convencionales de la persona que individualizan, esencializan y normalizan el comportamiento y la experiencia, y engloba el trabajo de quienes deseen hacer que la psicología sea más relevante y justa para la gente que la disciplina tiene hasta ahora, y el trabajo de aquellos que concluyen que debemos participar en la crítica para debilitar las explicaciones psicológicas a favor de más relatos sociales y políticos de explotación y opresión. La nueva ola de “psicología crítica” que se desarrolló en 1980 ha sido influenciada por ideales feministas, marxistas y “post-estructuralistas” y también ha visualizado el psicoanálisis para dar un enfoque alternativo a la experiencia (Henriques, Hollway, Urwin, Venn & Walkerdine, 1984). Desde entonces, hemos enfatizado la manera en la que los enfoques “críticos” reflexionan acerca de los contextos políticos y culturales en los cuales han desarrollado en distintas partes del mundo, y la preocupación con la crítica histórica y cultural está orientada hacia las preguntas particulares que los psicólogos (y los psicólogos críticos y sociales) deben abordar (p.ej. Dafermos, Marvakis, & Trivilia, 2006; Dafermmos Marvakis, Mentinis, Painter & Triliva, 2013). Por esta razón, le doy un marco general a la “psicología crítica” en este capítulo que le da espacio, espero, por la gran variedad de psicología crítica, y por qué debo ser específico sobre dónde vengo con mi propio contexto y mi propia versión de la psicología crítica (Parker, 2015).

La psicología crítica en Gran Bretaña

Ahora pasemos a la psicología crítica en Gran Bretaña. Claramente, todo lo que describo aquí sobre la psicología crítica está enmarcado por el contexto particular en el que trabajo,entonces este repaso y crítica en sí es en algún sentido “británico”. La psicología crítica es diferente en distintas partes del mundo. No es un enfoque homogéneo, ciertamente no es una sub-disciplina de la psicología con premisas metódicas y teoréticas claramente definidas. Esto es algo que hemos tratado de reconocer y explorar en el tema del Repaso Anual de Psicología Crítica de dedicada a la psicología crítica “global” (Dafermos en al., 2006, 2013). La psicología crítica es heterogénea en Gran Bretaña. Gran Bretaña es, por supuesto, un reino desunido,aunque no se puede decir que las culturas separadas en Escocia, Gales, Inglaterra, norte y sur, y así sucesivamente, pueden haber dado lugar a formas distintivas de la psicología crítica. Sin embargo, es posible delinear algunos de los diferentes enfoques competitivos que vienen bajo el amplio título de “psicología crítica” en Gran Bretaña. Por el momento, reservo el juicio sobre la medida en que estos son críticos y simplemente describen lo que son estos componentes. Hay cuatro componentes.

La primera línea es trabajar en torno al “discurso”. “El análisis del discurso” fue por algunos años un significante para la “psicología crítica” en Gran Bretaña, y para muchos de los que se sienten atraídos por el análisis del discurso, aunque efectivamente fue una “psicología crítica” (p.ej. Burman, Aikten, et al., 1996). Esto tiene un efecto en la manera en que definimos a la psicología crítica, porque lleva al trabajo crítico al supuesto de que la psicología debe estar a favor de la investigación “cualitativa” en oposición a la investigación cuantitativa. Esta suposición ha sido útil, ya que nos ha permitido abordar el supuesto hecho por los psicólogos convencionales, que solo la investigación cuantitativa es propiamente científica. La psicología como disciplina en el mundo de habla inglesa ha estado unida no tanto por un acuerdo conceptual, sino por un cierto grado de acuerdo sobre el método, y esto lleva a los psicólogos a considerar la investigación cualitativa como una forma menor adicional de psicología o como superflua (Banister et al., 2011). Este no es el caso en otros países.

El otro efecto menos útil de este énfasis en investigación cualitativa como crítica es que ambas nos llevan a imaginar que la investigación cuantitativa no puede ser crítica (una visión completamente errada en mi opinión), y nos lleva a imaginar que la investigación cualitativa es necesariamente crítica (otro error). En años recientes, el análisis del discurso ha sido rehabilitado como parte de la psicología (Parker, 2012).

El aspecto declaradamente crítico ha sido marginado de análisis del discurso como tal. Se ha limitado a los que llevan a cabo una investigación “construccionista social”de algún tipo que es sólo vagamente “discursiva”. Ha habido un muy buen trabajo construccionista social en el campo de la salud mental, por ejemplo (p.ej. Harper, 1994). Algo de psicología crítica se encuentra en el trabajo de aquellos que están combinando el análisis del discurso con las perspectivas feministas (Wilkinson & Kitzinger, 1995). , o ha sido reconfigurada por aquellos que traen perspectivas psicoanalíticas junto con un estudio del discurso (p.ej. Dashtipour, 2012).

El segundo componente es la investigación y la actividad en torno de la salud mental y lo que resalta esto como parte de la “psicología crítica” para un numero significativo de aquellos involucrados es que conecta la investigación con la acción. Aquí es donde algunas iniciativas de la “psicología comunitaria” que también pretenden ser críticas para operar realmente como una forma de psicología crítica. Hay algunos investigadores que se inspiran en la acción participativa de América Latina, por ejemplo, quienes están inspirados por lo que hacen “psicología crítica comunitaria” (Kalgan, Burton, Duckett, Lawthom, Siddiquee, 2011). Algunos trabajos en “estudios de discapacidad” se conectan con esta corriente de trabajo (Grech, 2015).

Gran Bretaña no está sola en esto, pero hay un movimiento activista particularmente poderoso en Gran Bretaña de “usuarios” o “sobrevivientes” de servicios de salud mental. Desde 1960 han habido grupos como Mental Patients Union, Survivors Speak Out y the Hearing Voices Network (Spandler, 2006). Muchos de estos grupos en algún punto han sido asociados con el movimiento por la “psiquiatría democrática” que inicialmente se inspiró por las reformas italianas en torno a Franco Basaglia (1987). El trabajo de R.D. Laing y el movimiento “anti-psiquiatría” ha sido influyente. Esta auto actividad de los usuarios de salud mental ha significado que este componente de “psicología crítica” ha sido más pragmático, menos preocupado por debates teóricos. Aún así ha habido discusión en el movimiento del trabajo de Michel Foucault, algunas conexiones con políticas Marxistas, algunas conexiones ocasionales con el feminismo y una incómoda alianza con algunos terapeutas radicales (Parker, 1999). A diferencia de Europa continental, el psicoanálisis ha sido visto por el movimiento de sobrevivientes británicos como parte de la psiquiatría y no en contradicción a ésta, y así los vínculos con la terapia han sido difíciles (aunque algunas figuras claves como R.D. Laing, fueran psicoanalistas).

El psicoanálisis como tercer componente del trabajo radical ha sido un enfoque relativamente reciente para conectar con el campo de la psicología crítica. En Gran Bretaña el psicoanálisis ha sido a menudo atractivo para aquellos que rompen con la psicología convencional porque aparenta trabajar con la subjetividad, algo que la psicología convencional trata de evitar (Henriques et al., 1984). El psicoanálisis también parece ser menos susceptible de cuantificación, por lo que volvemos a poner en juego un supuesto sobre la naturaleza radical de la investigación cualitativa. Otra razón ha sido la tendencia de aquellos involucrados en políticas Marxistas y feministas de 1960 y 1970 para ir a terapia, ya sea como pacientes o para entrenar los terapeutas. La individualización de las respuestas a la explotación y opresión ha llevado a los activistas a trabajar en cambios personales después de haberse rendido a los cambios políticos. Ha habido desacuerdo sobre qué forma de psicoanálisis sería útil.

Paradójicamente, y parcialmente como función de la dominancia de ciertos modelos en entrenamiento psicoanalítico y psicoterapéutico en Gran Bretaña, ha sido lo que podemos llamar como la “tradición británica” en el psicoanálisis que ha sido más influyente recientemente (Young, 1994), más que la tradición lacaniana ostensiblemente más radical que la de Europa continental (Parker, 2011b). También puede haber aquí una consecuencia del desencanto entre algunos de la izquierda en Gran Bretaña con la tradición política francesa que había sido tan importante para ellos en su juventud. La tradición británica, que incluye el trabajo de Melanie Klein, ha sido combinado con la investigación cuantitativa para intentar “profundizar” el análisis y darle rigor al mismo. El desarrollo de esta “investigación psicológica” reúne a algunos que se auto definieron como “psicólogos críticos”. Ellos usan su compromiso con el psicoanálisis como piedra de toque para un enfoque que combine niveles sociales e individuales de trabajo (Hollway & Jefferson, 2000).

El cuarto componente ha sido más duradero como forma real de psicología crítica, incluso si no siembre ha sido nombrada como tal. Este cuarto componente es investigación feminista. La conexión entre la teoría y la práctica ha estado en la agenda para algunos involucrados, también con debates recurrentes sobre las formas de organización, sobre sí, por ejemplo los psicólogos feministas deberían estar organizados dentro de la Sociedad Psicológica Británica o si su organización debería incluir a quienes no son, formalmente hablando, “psicólogos” (Burman, 1990). Durante algunos momentos en el desarrollo de la psicología feminista, hubo un estrecho vínculo con el análisis del discurso en la medida en que el “discurso” operaba como uno de los significantes de la investigación feminista más que de la psicología crítica como tal (Burnman, Alldred, et al., 1996). En otros momentos, recientemente, algunos investigadores feministas han recurrido al análisis de la conversación para estudiar el aparato del poder en el lenguaje que margina y oprime a las mujeres (p.ej. Kitzinger, 2000). Algunos psicólogos feministas han sido involucrados en el movimiento de salud mental, aunque eso a menudo ha tendido a ser más de la posición de proveedores de servicios, pese a que algunos investigadores activistas han combinado ambas posiciones (Haaken & Reavey, 2009).

Un argumento difícil y necesario en relación con la psicología ha sido sobre la conexión y desconexión entre el “feminismo” como crítica política y movimiento contra el patriarcado y la “feminización” como atención a ala subjetividad que incorpora a las mujeres en el capitalismo como recurso para el desarrollo para el sector de servicios. El argumento en el movimiento feminista es que lo “personal” es “político”, ha llevado a reducir la política a la respuesta personal. Esto ha tenido un efecto en el campo de la “investigación psicosocial” , donde aquellos que rechazan el enfoque son en algunas ocasiones acusados de ser “macho”, fallando al reconocer la importancia de la subjetividad (Hollway, 2008).

Hay, entonces, unas conexiones cruciales entre estos cuatro componentes de la “psicología crítica” en Gran Bretaña. Hay contradicciones entre ellas pero algunas veces han trabajado para reforzarse mutuamente entre sí. Ha sido difícil para las otras corrientes menores como las pequeñas agrupaciones de seguidores de Gilles Deleuze para operar (p.ej. Brown & Stenner, 2009) y grupos aún más pequeños de Marxistas (Parker & Spears, 1996), y estas corrientes menores han sido los márgenes del trabajo en torno a uno o más de estos cuatro componentes. Cada uno de estos componentes abordan preguntas de la crítica histórica y cultural: el análisis del discurso al centrarse en la manera en la que las lenguas enmarcan nuestro entendimiento de los problemas sociales, políticas radicales de la salud mental al interactuar con los afectados por la psicología y las prácticas psiquiátricas, el psicoanálisis al desarrollar enfoques alternativos al sujeto humano que respecta a la subjetividad y los enfoques feministas que dan un mayor entendimiento de las relaciones de poder e ideología.

Necesitamos comprender nuestras actividades críticas y la existencia de estos componentes de la psicología crítica en relación a la naturaleza de la psicología como parte de un aparato más amplio del “complejo de psy” y la cultura psicológica.

Cultura Psicológica

La doble operación del complejo de psy, que tiene efectos ideológicos y materiales, nos lleva a una doble tarea para la investigación radical a favor y en contra de la disciplina de la psicología. El primer aspecto de la tarea es que debemos girar la mirada analítica escéptica para que en vez de aliarse con los psicólogos, para estudiar las personas externas que se presumen de no ser psicólogos, ahora conducimos nuestra investigación en la historia y las funciones de psicología. El segundo aspecto es que estudiamos los recursos cotidianos del sentido común de los que se basan los propios psicólogos y de los que luego se diferencian para confirmar su propia experiencia. También estudiamos esos recursos para desafiar la forma en que las ideas y prácticas de la psicología se insinúan en esta cultura, en lo que conceptualizamos como “cultura psicológica” (De Vos, 2012).

La base material de la cultura psicológica ya existe en la sociedad estadounidense y europea contemporánea a través de una serie de transformaciones en la forma de trabajar de las personas, se mantienen fuera del trabajo y gestionan la alienación (Mandel, 1974).

Primero, hay cambios significantes en la organización de la producción y el consumo, y el sector de servicios ahora se convierte en un sitio de producción en el que las mujeres son un recurso clave (Brook, 2009). Más específicamente, la “feminidad” estereotipada es el recurso, y se alienta a los hombres a aprovechar ese recurso ahora con tanta eficacia como las mujeres. Cada vez más, operaciones gerenciales y comerciales se han “feminizado”, y esta “feminización”, no hace falta decirlo, idealiza pero no necesariamente beneficia a las mujeres (Fraser, 2013). El requisito de que el personal de las industrias de servicios debe participar en lo que se ha denominado como “actuación profunda”, para que su compromiso con la organización persuada a los consumidores que cuida a todos los que están en contacto con la misma, es un ejemplo de esta feminización (Hochschild, 1983

Segundo, nuevas formas de medios intensifican la demanda por la que las personas deben responder. Se espera que ellos hagan esto en términos de su historia personal u en términos de pensamientos y sentimientos que pueden de otra manera ser secretos, escondidos, adentro. Los medios confesionales se han convertido cada vez más en la dieta básica de la televisión diurna y revistas femeninas basadas en la tradición de investigación en psicología que se basa en la “introspección” (De Vos, 2013). La práctica de la “introspección” subyace a la psicología, ya que requiere esa experiencia, experiencia que ahora es algunas veces llamada como “habilidades personales”, ser desarrollado para que cada individuo pueda reflexionar en las causas de sus acciones como si fueran causas psicológicas (Rose, 1996).

Tercero, existe el desarrollo de nuevos modos de autopresentación aparentemente más libre en la que los individuos imaginan que han sido empoderados para hablar acerca de sí mismos, pero haciéndolo ahora en el código restrictivo de la autogestión terapéutica. Es aquí donde una forma de psicología que fue por muchos años menospreciada por los psicólogos regresa para perseguirlo. No obstante, ahora estas formas humanísticas y más creativas de la psicología han florecido fuera de la disciplina. Por lo tanto los psicólogos están intentando reconfigurar su propia disciplina en torno a propósitos más “positivos” con el din de conectar y eventualmente recolonizar la psicología cotidiana (McLaughlin, 2011). Haya tensión entre algunas formas de psicología cultural y aspectos de la disciplina de la psicología, pero esto no nos debería llevar a optar por una siendo necesariamente más progresiva que la otra. Operan como gemelas, dos lados de un proceso efectivo ideológico y material.

Psicologización

Una consecuencia importante de estas transformaciones es que el “trabajo intelectual” del que la psicología se jactaba de tener experiencia en manejar se divide ahora , a su vez, en dos. Por un lado, ahora está el “trabajo instrumental” bastante anticuado, que es el conjunto de procesos principalmente mecánicos para la percepción y la “cognición” (como los psicólogos prefieren llamar pensamiento). Por otro lado, está el “trabajo emocional”, en el que prefieren centrarse quienes trabajan en las divisiones de recursos humanos de las grandes empresas, así como en los departamentos de psicología clínica y educativa.

Note que, como con la primera división artificial y alienante entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, que caricaturizó exigió la actividad “masculina” estereotipada, esta nueva subdivisión establece las formas masculinas “instrumentales” de trabajo intelectual en contra de lo que se supone que es el trabajo “emocional” psicológicamente más complejo. El punto aquí no es que un lado de la división debería ser recuperado, pero que debemos entender cómo esta práctica divisoria opera y cómo sirve para reforzar una imagen ideal individualista, esencialista y normalizada de la feminidad y sirve para fomentar la psicologización en la cultura y en las experiencias cotidianas. La psicologización fue esencial para que la psicología fuera capaz de tomar prestado material de disciplinas adyacentes como la filosofía, biología y sociología, y reelaborar ese material como si fuera psicológico. El dominio de la “psicología” como tal es una ficción, no hay tal cosa como la psicología; en cambio hay un intenso proceso de psicologización. Por lo tanto la psicologización tiene lugar de varías maneras que son problemáticas para aquellos de nosotros que pretendemos cambiar el mundo, y crucialmente, saber que otro mundo sólo es posible si las personas están activamente comprometidas a cambiar las condiciones sociales por su cuenta (Parker, 2007).

Primero, la psicologización opera a través de la reducción de horizontes en el cual ciertos temas se ponen entre corchetes ya sea como sin importancia o como cosas que simplemente no pueden tener un impacto. Esto no es meramente un problema técnico que fluye del intento de producir estudios experimentales de fenómenos sociales en la psicología; es un problema que surge cuando los individuos son animados a reflexionar en su decepción y dibujar la moraleja de que ahora todos son los más valientes al aceptar lo que no se puede cambiar.

Segundo, la psicologización trabaja a través de la separación no sólo de cada individuo de los otros para que las soluciones psicológicas sean independientes de todos los demás, sino también a través de la segregación de lifeworlds (para usar un término popular psicológico en la tradición fenomenológica de la disciplina). Esta segregación promueve un organicismo en el que la identidad como miembro de un grupo involucra la concentración en la identidad así como la lealtad a las propias comunidades organizadas para mantener las jerarquías tradicionales poderosas. El motivo de “balance”, como ideal de bienestar cognitivo también como una relación ideal dentro y entre “comunidades”, sirve para mantener el orden establecido.

Tercero, la psicologización opera a través un compromiso experiencial para las explicaciones psicológicas, no solo por lo que le pasa a cada individuo pero también por lo que le pasa a la sociedad. Entonces, el lenguaje de la psicología viene para reemplazar varias explicaciones políticas, y este lenguaje limita el margen de maniobra y, más aún, para el cambio social.

Así la psicologización refuerza cada uno de los tres problemas claves de la investigación convencional, el individualismo, el esencialismo y la normalización, y de esta manera nos lleva a pensar sobre la crítica cultural e histórica como intrínsecamente separadas de la acción colectiva (Reicher, 1982). Esta psicologización es la antítesis de la crítica histórica y cultural. Podemos tomar como un poderoso ejemplo de psicologización el llamado a la “comunidad” como una de las artimañas de la psicología. Un simple llamado a la comunidad no necesariamente nos desenreda del complejo de psy, la cultura psicológica o los procesos de la psicologización. Esto es particularmente importante porque la “psicología cultural” afirma estar preocupada con la pregunta de la crítica histórica y cultural (Kagan et al., 2011). Tomando una perspectiva crítica psicológica podemos ver cómo la comprensión de la psicología comunitaria tiene de las “comunidades”, puede funcionar en contra de la crítica cultural e histórica. Podemos ver esto claramente si examinamos la manera en que esta psicologización oscurece nuestro entendimiento de uno de los efectos subjetivos de tener que vivir en una sociedad capitalistas. Eso es la “alienación”.

Alienación

La alienación se entiende comúnmente como una sensación de “impotencia” en la psicología, como algo individual (Stokols, 1975). Pero en esta confusión, necesitamos recurrir a relatos histórico-culturales teóricos más sofisticados que desafíen la individualización de la experiencia, que traten al problema como alguna “cosa”, una condición o proceso de desarrollo defectuoso, que se supone que es una esencia dentro de la persona, o que patologizan a quienes experimentan la alienación. Los relatos más radicales de la alienación vienen de la tradición Marxista y conectar su descripción de esta expresión de angustia y explotación bajo el capitalismo con intervenciones para derrocar el capitalismo y por consiguiente mejorar, sino terminar, alienando los procesos de vida (Mandel & Novack, 1970). Necesitamos conceptualizar cómo la alienación es la separación del propio trabajo creativo y, por lo tanto, entender cómo implica una separación más profunda entre el sentido empobrecido de sí mismo y algo que se supone que está perdido (Kovel, 2007).

La alienación implica la separación del “yo” del “producto”, y así esta separación constituye una división en el sujeto humano bajo el capitalismo que también conjura en su lugar “unidades” románticas en las que se invierte la totalidad. Por esto es que el Marxismo intenta comprender cómo nuestras capacidades creativas se distorsionan bajo el capitalismo cuando vendemos nuestro tiempo de trabajo a los demás, determina las condiciones en las que trabajamos y toma las ganancias cuando venden el fruto de nuestro trabajo; esto es parte de la crítica “humanista” de un sistema político-económico deshumanizador e injusto. No obstante, el Marxismo también intenta comprender cómo es que intentamos sanar esa alineación al invocar una idea simple “humanista” individualista de la persona como un individuo real psicológico que, suponemos, existió antes que la alineación (Mandel & Novack, 1970).

Así, la alienación opera de varias formas complejas, como una separación o división que pertenece al menos a tres dimensiones diferentes: en cuanto a la mente enfrentada al cuerpo; en cuanto al trabajo intelectual en contra del trabajo manual; y en cuanto a el trabajo instrumental contrastado con el trabajo emocional.

Esto nos devuelve a la psicologización. Hay una psicologización resultante del fenómeno de la alineación aquí, y esto trabaja en dos formas. Generalmente la psicologización , está primero, la psicologización que se reduce en gran parte de la psicología a los motivos para identificar, el auto control, la racionalidad y el sentimiento. Un segundo aspecto de la psicologización toma forma como “sociologización” que se reduce por los psicólogos por el motivo de la “comunidad”. Estos dos aspectos de la psicologización sobre el individuo y sobre el reino de lo social, reflejándose entre sí en la psicología, operando como entendimientos ideologizados de nosotros mismos y de los demás, y cada una de ellas funciona como maneras de describir lo que se “pierde” en la alineación; la “identidad” refleja la “comunidad” dada la plenitud a ambas, a una de la otra (Badiou, 2001).

El psicólogo

El proceso de psicologización levanta una pregunta sobre el tipo de sujetos que son más susceptibles a las explicaciones psicológicas. Mientras el psicólogo imagina que meramente realiza estudios en los demás fuera de la disciplina, los no psicólogos, son los que están más profundamente comprometidos con la psicología. Aquí hay un proceso histórico que se recapitula en el entrenamiento y la carrera de cada psicólogo.

En el primer paso, el psicólogo es el sujeto de investigación, el agente que describe su investigación en primera persona. Debemos recordar que los últimos estudios basados en la introspección en la psicología requirieron que el sujeto fuera hábil y experimentado.

Para poder describir con precisión lo que imaginaron que sería su proceso de pensamiento interno, el sujeto necesitaba estar bien versado en la terminología psicológica. Ya hubo una separación de esta supuesta investigación científica del mundo exterior, de extranjeros. El primer sujeto de la investigación psicológica fue, pues, un psicólogo, y su experiencia en la introspección los confirmó como tal.

El segundo paso, es cuando el psicólogo comienza a hablar como la cifra de un sistema de declaraciones impersonales; son señales de su neutralidad científica al usar la tercera persona en la cual ellos también se reducen al estatus de un objeto de hipótesis, modelos teóricos y explicaciones. Esta negación de cualquier reconocimiento directo de sus propios intereses y actividad y en la consecución de sus “resultados” sirven para alinearlos de un proceso en el que, de hecho, todavía tienen cierto grado de autonomía y poder sobre los demás.

El tercer paso se toma cuando la psicología es vista como una fuente de conocimiento, y ahora es que el psicólogo puede hablar en segunda persona, transmitiendo sus hallazgos a los demás en una posición de entusiasta.

“Psicologías” alternativas

Así que volvamos al papel de los enfoques “críticos” hacia la psicología. La primera enseñanza que podemos extraer de este breve análisis de la disciplina es que si somos capaces de estudiar psicología, si somos capaces de concentrarnos en la disciplina de la psicología en la investigación crítica, entonces también debemos mirar lo que los “psicólogos críticos” están haciendo. Ellos siempre han sido grupos disidentes en la disciplina que afirman estar haciendo algo muy diferente de lo convencional, pero siempre han estado implicados en ello.

Una opción hoy en día es lo que debo llamar “contra psicología”, con lo que me refiero a esos enfoques es a lograr complementar la investigación convencional. Esto requiere un acto de balance delicado en el que la contra psicología pretende ser la conciencia crítica de la disciplina mientras también espera ser reconocida como una “sub disciplina”. Aquí incluiría el valioso trabajo de la los psicólogos comunitarios que todavía hablan el lenguaje de la psicología con el fin de intentar la reforma de la disciplina (Prilleltensky & Nelson, 2002).

Otra opción es tomar una postura rebelde, en el punto de ventaja de la “anti psicología”. Aquí, como con la “anti psiquiatría, que fue un movimiento que fue liderado principalmente por psiquiatras, todavía existe el riesgo de complementar la psicología convencional, aunque solo sea de una manera más inmediatamente conflictiva. Esta todavía es una opción que se dedica a oponerse a la mala psicología y por ende puede terminar funcionando como el reflejo de lo que se opone. Tengo en mente aquí enfoques populares humanísticos y espirituales al individuo que le disgusta a la disciplina de la psicología, los enfoques están esperando a acoger al anti psicólogo, quien eventualmente puede estar listo para colapsar exhausto por la dificultad de una cosmovisión individualista, esencialista y normativa que es tan mala como la que que ellos mismos enfrentaron (p.ej. Wilber, 2001).

Hay una tercera opción, que es construir formas de “no psicología”. Nuestra actividad no psicológica va a incluir distintas alianzas entre los académicos, profesionales y aquellos que usan los servicios de la psicología. Va a incluir utilizando los marcos teóricos que antagonizan los psicólogos, notando cuando las ideas comienzan a ser absorbidas y neutralizadas por la disciplina. Incluirá derechos específicos y elaborados para aquellos sujetos a la psicología, así estén fuera o dentro de la disciplina, entonces su propia actividad pone en duda las limitaciones impuestas por la psicología. También incluirá la formación de espacios en los cuales alternativas a la psicología pueden representar la disciplina en una práctica específica e histórica que algún día serán obsoletas. Tengo en mente un enfoque que corre en paralelo con los intentos de desarrollo de formas de descripción que eviten repetir categorías filosóficas y, en lugar, ver esos intentos como la “no filosofía”(Brassier, 2003). Sin embargo en la psicología estamos liderando con un aparato conceptual que no solo es engañoso, pero profundamente injusto, y así nuestra “psicología crítica” debe incluir elementos explícitamente políticos si se tratan de conectar con la crítica histórica y cultural.

Esta tercera “no psicología” sería por tanto una genuina “psicología crítica” anti-capitalista y que comprende cuatro elementos interconectados, y estos elementos de la psicología crítica se pueden poner a trabajar para responder una pregunta más profunda y urgente que el porqué de la existencia de la psicología crítica. La tarea analítica más importante que enfrentan los psicólogos críticos que quieren ir más allá del marco histórico limitado de el neoliberalismo, una tarea que involucra tomar una posición en relación a lo que estamos analizando, una posición que necesariamente nos impulsa cambiar lo que analizamos en el proceso de entenderlo y explicarlo, que es; ¿Por qué hay psicología (Canguilhem, 1958)? ¿Por qué existe la psicología como tal, como un dominio de la actividad abstracta e intelectual que se nos aparece, a cada uno de nosotros, uno por uno, como si pudiera ser estudiado dentro del marco disciplinario particular y que nos revelaría las razones de la acción humana? Estos cuatro elementos del análisis crítico pueden, tal vez, acercarnos a los enfoques Marxistas frente a este objeto de estudio (Parker, 2009).

Esto podría facilitar el desarrollo de una “psicología crítica” que pone la la crítica histórica y cultural en el centro de su trabajo. Esta “crítica histórica y cultural” por lo tanto pasaría de una mejora de los problemas que aparecen bajo el capitalismo para hacer frente a las condiciones político-económicas estructuran sistemáticamente e intensifican a la alienación. Es anti-capitalista porque conceptualiza la psicología misma como parte del “complejo de psy” que se desarrolló en conjunto con el desarrollo del capitalismo como un aparato para regular “individuos” y sus “comunidades”, haciéndolos obedientes, buenos trabajadores y ciudadanos. Es específicamente Marxista porque trata la arquitectura simbólica de la psicología como una ideología legítima para el capitalismo que sólo desaparecerá con la abolición del capitalismo (Parker,, 2007).

El primer elemento de una psicología crítica anti-capitalista sería un minucioso análisis de la manera en la que las formas dominantes de la psicología operan ideológicamente y al servicio del poder. Dicho análisis debe concentrarse no sólo en los “modelos” psicológicos pero también en las metodologías que usa (Parker, 2005). Aquí es donde llegamos al centro del problema: la abstracción del sujeto individual de las relaciones sociales y la abstracción del investigador. La psicología nos representa los elementos de nuestra segunda naturaleza bajo el capitalismo que los psicólogos imaginan que es la verdadera causa de nuestra actividad. Este análisis nos llevaría a una económica política de la psicología como opera dentro de una mayor circulación de comodidades en el capitalismo (Newman & Holzman, 1993).

El segundo elemento de una psicología crítica anti-capitalista sería el estudio de cómo psicologías alternativas vienen a ser históricamente constituidas para que ellas puedan confirmar representaciones ideológicas de las relaciones o subvertirlas. Aquí hay un recordatorio de que cada uno de los marcos que utilizamos está condicionado por el imperativo del capitalismo para abrir nuevos mercados, y la textura ideológica de este capitalismo en constante mutación se compone de diferentes reflexiones contradictorias como la manera en la que las comodidades se producen y consumen (Gordo López &Parker, 1999). Como hemos visto en el caso del neoliberalismo, el estudio de las psicologías alternativas debería incluir el estudio de las condiciones político-económicas que las soportan (Gordo López & Cleminson, 2004).

El tercer elemento de una psicología crítica anti.capitalista sería la eploracióm de cómo operan las nociones psicológicas operan en la vida cotidiana para producir la cultura psicológica contemporánea. Junto a el análisis teórico histórico de la psicología como una disciplina, necesitamos un detallado análisis cultural de la menta en la que reproducimos relaciones sociales capitalistas como si fueran procesos mentales, y el intento de conectar con ese procesos la base para diferentes variedades de falsa conciencia psicológica popular (Gordo López, 2000). Estas nuevas formas de falsa conciencia necesaria que condensan y reproducen con precisión ciertas condiciones de la vida “mental” (Sohn-Rethel, 1978).

El cuarto elemento de una psicología crítica anti-capitalista incluiría una búsqueda y recuperación de la forma en la que las prácticas de la vida cotidiana pueden formar las bases de la resistencia a la psicología (Mc Laughlin, 1996). La abstracción y circulación de las comodidades permiten la participación en el mundo intelectual, pero éstas no nos dan acceso directo a nada, razón por la cual el empirismo es un callejón sin salida ideológico. Es una práctica colectiva que forma las bases de la resistencia, y siempre es necesario algún trabajo teórico para hacernos presente esa resistencia y que sea efectiva como parte de los proyectos revolucionarios colectivos (Fozooni, 2011).

Para cumplir el desarrollo de un enfoque anti-capitalista que aborde la pregunta de la crítica histórica y cultural, necesitamos conectar la psicología crítica en diferentes partes del mundo y cada tradición laboral necesita examinar cómo su crítica se limita por las operaciones específicas del capitalismo, el complejo de psy y la psicologización (p.ej. Dafermos et al., 2006, 2013). La psicología crítica no puede ser “universal”, pero nuestra lucha y nuestro aprendizaje mutuo es crucial si queremos producir algo diferente al trabajo convencional en la disciplina y para confrontar las estructuras de explotación y opresión que estructuran nuestro mundo hoy en día.

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