Perspectivas de Intervención

Psicología de la emergencia en contexto de pandemia:aportes y herramientas para la intervenciónpsicológica

Emergency Psychology in the Context of a Pandemic: Contributions and Tools for Psychological Intervention

Eduardo Enriqu Sandoval-Oband
Corporación Universitaria Minuto de Dios -UNIMINUTO, Colombia
Katherin Pavon-Cuellar
Corporación Universitaria Minuto de Dios -UNIMINUTO, Colombia

Psicología de la emergencia en contexto de pandemia:aportes y herramientas para la intervenciónpsicológica

Tesis Psicológica, vol. 15, núm. 2, pp. 1-22, 2020

Fundación Universitaria los Libertadores

Recepción: 05 Junio 2020

Aprobación: 21 Octubre 2020

RESUMEN: En su libro de los pasajes, Walter Benjamín aporta una serie de reflexiones sobre la figura del Flâneur, palabra francesa con la que se designa a ese personaje que deambula, va a la deriva por las calles, que se pierde en la muchedumbre, figura urbana que observa la ciudad, sus transformaciones. Un sujeto que no se deja seducir por las vitrinas, que hace del acto de caminar; un placer en sí mismo. El funcionamiento capitalista del siglo XXI ha alterado la relación de los sujetos con la ciudad, los escenarios citadinos parecen estar hechos para el consumo, para la compra y venta de productos, es así, como el acto de caminar termina atravesado por las lógicas del uso y la utilidad, hoy se camina con afanes, sin contemplar, sin implicarse con el entorno urbano,la tecnología, la velocidad y el consumismo generan efectos sobre el modo en el que los sujetos se relacionan en las urbes. En el presente artículo, se explora la noción de flâneur en la obra del filósofo Walter Benjamín, su articulación a la obra del poeta Charles Baudelaire, así como la crítica al capitalismoque se encarna en las prácticas de este personaje surgido en los albores de París del siglo XIX, a partir de esta exploración se presentan algunas reflexiones sobre las nuevas formas de relacionarsecon espacio vital de la ciudad y las configuraciones de la subjetividad actual. Todo este recorrido finaliza con algunas consideraciones sobre la pregunta: ¿se puede ser flâneur en esta época?

Palabras clave: Walter Benjamín, Flâneur, mercancía, pasaje, capitalismo.

ABSTRACT: In Walter Benjamin`s book Das Passagen-Werk (In German), he contributes a series of reflections on the figure of the Flâneur, a French word that designates that character who wanders, drifts through the streets, who is lost in the crowd, urban figure who observes the city, its transformations, someone who does not allow himself to be seduced by the shop windows, who makes the act of walking; a pleasure in itself. The capitalist functioning of the XXI century has altered the relationship of the subjects with the city, the city scenes seem to be made for consumption, for the purchase and sale of products, thus, as the act of walking ends up crossed by the logic of use and utility, today we walk with eagerness, withoutcontemplating, without getting involved with the urban environment, technology, speed and consumerism generate effects on the way in which subjects relate in cities. In this article, the notion of flâneur is explored in the work of the philosopher Walter Benjamin, its articulation to the work of the poet Charles Baudelaire, as well as the critique of capitalism that is embodied in the practices of this character who emerged at the dawn of Paris from the 19th century, from this exploration some reflections on new ways of relating to the city's living space and the configurations of current subjectivity are presented. This whole journey ends with some considerations on the question: can one be a flaneur at this time.

Keywords: Walter Benjamín, flâneur, merchandise, Passage, Capitalism.

Introduction

La declaración de pandemia por la propagación del virus SARS-CoV-2 así como losdiversos desastres ocurridos en Chile durante la última década (Terremoto y tsunami del 2010;erupción Volcán Villarrica y Calbuco, Aluvión en Villa Santa Lucía, entre otros), enfatizan lanecesidad de promover en las personas, equipos de salud y emergencia, una respuesta eficaz yoportuna frente a estas problemáticas que colocan en jaque las capacidades y recursos deafrontamiento de las comunidades. Al respecto, el Ministerio del Medio Ambiente (2018), señalaque Chile posee siete de las nueve características necesarias para calificar como una naciónvulnerable frente al cambio climático: áreas costeras de baja altura; zonas áridas y semiáridas;amplias zonas de bosques; territorio susceptible a desastres; áreas propensas a sequía ydesertificación; zonas urbanas con problemas de contaminación atmosférica y ecosistemasmontañosos.

Este trabajo se construye a partir de la experiencia acumulada por el autor en el campo de laPsicología de la Emergencia, como un ámbito del conocimiento especializado en responder altratamiento de personas y/o comunidades que experimentan el trauma antes, durante y posterior ala presentación de una emergencia o catástrofe. A partir de lo anterior, se describe el ciclo de undesastre en sus diferentes etapas (prevención, reacción, emergencia y reconstrucción) comoreferente teórico para la organización de los recursos y capacidades de respuesta frente a estoseventos. Por otra parte, describe los criterios que orientarían la aplicación de los PrimerosAuxilios Psicológicos (PAP) y la intervención en crisis (presencial y online) frente a la pandemia,destacando la importancia del apoyo social y la promoción de comunidades resilientes, comoestrategias de afrontamiento eficaces en el abordaje de estos eventos. En la misma línea, seexplicitan algunas recomendaciones asociadas a la preparación y entrenamiento de los equipos deemergencia que se despliegan durante esta pandemia, disminuyendo el riesgo de aparición delestrés postraumático, entre otras patologías que inciden en la salud mental de los sujetos al corto,mediano y largo plazo (Cuadra-Martínez, Castro-Carrasco, Sandoval-Díaz, Pérez-Zapata yMoraDabancens, 2020). 3

La Psicología de la Emergencia se ha transformado en un campo del saber emergente ypromisorio, en el que las Ciencias Sociales y de la Salud tienen mucho que aportar, generandoacciones sistemáticas en torno a la promoción de una cultura de la prevención en el ámbito socio-sanitario (Sandoval-Obando, 2016), integrando las lecciones aprendidas por otros países duranteel abordaje de esta pandemia (Cao et al., 2020a). Del mismo modo, emergen nuevas posibilidadesde intervención psicológica para la protección de la salud mental de las personas, favoreciendo laconstrucción de comunidades resilientes, y a la articulación de saberes y aprendizajes queorienten la construcción de una política pública participativa y coherente frente a la pandemiainstalada en Chile y el mundo

Contextualización histórica de la gestión del riesgo de desastres y sus implicanciasoperativas

Al analizar semánticamente el ‘riesgo’, encontramos en su concepción más amplia, que estapalabra convive natural e históricamente con la existencia humana (Beck, 2002). Es decir, seencuentra relacionada con aquellas pérdidas y/o daños que impactan en las distintas esferas de laactividad humana, superando muchas veces los recursos personales, comunitarios ogubernamentales existentes en un determinado territorio. De acuerdo a esto, al profundizar en lacomprensión de las emergencias socio-sanitaria como el COVID-19, estamos refiriéndonos a unconjunto de condiciones socio-sanitarias, histórico-culturales, políticas y económicas en que lasociedad (en su conjunto), se ve afectada de forma significativa e imprevisible por el impacto deeventos de origen natural (tales como terremotos, huracanes, inundaciones, erupcionesvolcánicas) y antrópicas (eventos que se producen por la acción directa del hombre, tales comoincendios, terrorismo, guerras, accidentes de transporte, etc.). No obstante, la pandemiaprovocada por el SARS-CoV-2 en Chile y el mundo, conlleva altos índices de morbilidad ymortalidad en personas mayores y enfermos crónicos (Promislow, 2020), aumentandosignificativamente la demanda de asistencia sanitaria (Fernández-Montesinos, 2014) así como laalteración e incluso interrupción de los niveles de operatividad normal de los servicios básicos(Narváez, Lavell y Pérez, 2009

Precisamente por ello, este evento requiere ser visto como una sindemia (Singer, Bulled,Ostrach y Mendenhall, 2017). Es decir, el coronavirus (como agente patógeno) impactanegativamente sobre un individuo, afectándolo no sólo en su salud, sino que simultáneamentedesencadenaría un conjunto de consecuencias potencialmente negativas para el individuo en elplano individual, familiar, social, cultural, político y económico, etc. En dicho contexto, resultaprioritario analizar las acciones preventivas que se podrían implementar para reducir su efecto enla vida social desde la perspectiva de la Gestión del Riesgo de Desastres. Pero ¿De dónde surge elinterés por la comprensión de estos fenómenos en Chile? ¿Cuáles son los niveles de respuestadurante estos eventos? ¿De qué manera estas emergencias y catástrofes impactan sobre la saludmental de las personas?

Asimismo, conviene señalar que el dominio que ejercían las ciencias naturales y básicassobre el abordaje de los desastres en el contexto latinoamericano era casi total, predominando unamirada tecnócrata y lineal acerca de estos fenómenos, por lo que no se concebían como un ámbitointegral de la estrecha relación sujeto – naturaleza, sino más bien como un problema ‘resuelto’,temporal, atípico y territorialmente limitado (Lavell, 1993

Ante esta realidad, el estudio de las emergencias y desastres en el campo de las CienciasSociales se inicia en Estados Unidos, en el Centro de estudios de Desastres, adscrito a laUniversidad del Estado de Ohio (actualmente Universidad de Delaware). Entre sus mentoresdestacan los aportes de Dynes (1993) y Quarantelli (2000), quienes suponen la existencia de unaorganización social que es sacudida por una crisis significativa de tipo específico, es decir, unevento que por sus características excede los recursos de una comunidad, requiriendo la ayudaexterna (de una región, país u organismo internacional). Desde este enfoque y en palabras de Aguirre (2004), las investigaciones se abocan a la comprensión de las organizaciones complejasen un asentamiento humano, las burocracias que se ven afectadas de una u otra forma por elfenómeno, la participación ciudadana en la toma de decisiones (Charlin, 2007), etc

De igual manera, emergen otros ámbitos de acción e investigación en lo relacionado a la mejoracontinua de aquellos programas y dispositivos de intervención existentes en los países, paramejorar la capacidad de respuesta y aliviar los efectos de los desastres (Ochoa, 2015). En este eje,y de acuerdo a lo recomendado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se incluyen las posibilidades efectivas de integración y complementariedad de las organizacionescomunitarias y el fortalecimiento de la toma de decisiones (OPS, 2004; 2007). Por su parte, laOrganización de Naciones Unidas (ONU, 2002) y el Ministerio de Salud (MINSAL, 2018)destacan la importancia del trabajo colaborativo y sinérgico de los equipos de salud y deemergencia; la transferencia de protocolos y acuerdos entre la sociedad civil y agenciasinvolucradas en emergencias (Li et al., 2020), las estrategias de planificación de las comunidadesexpuestas a potenciales peligros posibilitando la actualización de protocolos centrados en laprevención y la mitigación, etc

Psicología de la emergencia en contexto de pandemia: aportes y desafíos actuales

La psicología de la emergencia es una subdisciplina de la psicología interesada en elestudio y comprensión del comportamiento humano frente a eventos potencialmente traumáticos(Salas, 2012; Ochoa, 2015). Así, se interesa por el abordaje y tratamiento de personas, grupos y/ocomunidades que experimentan el trauma, antes, durante y posterior a la presentación de unevento que impacta significativamente en su calidad de vida y prácticas cotidianas (Sandoval-Obando, 2019), alterando el funcionamiento y tejido social territorial del entorno afectado. Por suparte, Valero (2002) la define como un área de la psicología abocada al estudio de las reaccionesde los individuos y de los grupos humanos en el antes, durante y después de una situación deemergencia o desastre, desarrollando un importante rol en la implementación de estrategias deintervención psicosocial que faciliten la mitigación y preparación de la población frente a estoseventos, con el objetivo de reducir las respuestas inadaptativas de los individuos y facilitar laposterior rehabilitación y reconstrucción.

En lo específico, y tomando como referencia la revisión del estado del arte (Araya, 2013;Valero, Gil y García, 2007; Parada, 2008; Sandoval-Obando, 2019a), en la tabla N.° 1 sedescriben las dimensiones de estudio y desarrollo de la psicología de la emergencia:

En el contexto latinoamericano, el estudio y desarrollo de la Psicología de la Emergencia haadquirido mayor notoriedad por la pandemia (Dong y Bouey, 2020). No obstante, estárelacionada con la historia de desastres acumulados en la región ya que de acuerdo a los datosrecopilados por Charveriat (2000) adscrito al Banco Internacional de Desarrollo Americano(IADB), durante los últimos 30 años, ha habido un promedio de 32,4 desastres por año entre lasnaciones latinoamericanas, con un estimado de 7.500 muertes por año, produciendo más de226.000 muertos, generando graves consecuencias económicas para la región. En complemento a lo anterior, los desastres sísmicos han sido responsables de casi la mitad de las muertesreportadas (100.000 fallecidos) en toda Latinoamérica (Barrales, Marín y Molina, 2016). Por otraparte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indican que en lasúltimas tres décadas más de 150 millones de habitantes de la región han sido afectados pordesastres, falleciendo más de 108.000 personas y dando como resultado 12 millones dedamnificados directos. El monto total de los daños, considerando únicamente los grandesdesastres, ascendería a más de 50.000 millones de dólares (CEPAL, 2007)

En el caso del COVID-19, al día 03 de noviembre 2020, se reportaron un total de47.821.924 contagiados y 1.219.452 personas fallecidas, siendo Estados Unidos, India, Brazil,Rusia y Francia las naciones más afectadas por esta catástrofe sanitaria (Worldometers, 2020). Dehecho, esta pandemia ha puesto en jaque los sistemas sanitarios de muchos países en el mundo, yal mismo tiempo, ha visibilizado las profundas desigualdades sanitarias existentes en AméricaLatina (Kaba y Kitaw, 2020). Por ende, los países deberían redoblar sus esfuerzos para laactualización de sus protocolos de emergencia, integrando aquellas prácticas y estrategias máseficaces ante esta amenaza mundial (Li et al., 2020)

En dicho contexto, emergen modelos y protocolos en salud mental que se han nutrido delos aportes de la psicología de la emergencia, abocados al análisis y comprensión de los diversosefectos que provocarían las emergencias y desastres sobre los individuos (Maskrey, 1998; OMS,2014; De la Torre y Pardo, 2017; Sandoval-Obando, 2020a). Más aún cuando estos eventos handeteriorado significativamente los lazos de asociatividad y cohesión social existente en unacomunidad (Cova y Rincón, 2010; Lopes et al., 2010) como consecuencia de las cuarentenaspreventivas implementadas (Cuenya, Fosacheca, Mustaka y Kamenetzky, 2011; Brooks et al.,2020).

Precisamente este es uno de los tópicos que fomenta este trabajo, ya que desde laperspectiva de la psicología de la emergencia, estos eventos de gran magnitud implican unaperturbación psicosocial que excede con creces la capacidad de manejo y afrontamiento por partede la población afectada (Rodríguez-Rey, Garrido-Hernansaiz y Collado, 2020). Por ello, seríaesperable observar un incremento de la incidencia de manifestaciones emocionales y trastornos mentales (OPS, 2002), de acuerdo al nivel de riesgo y vulnerabilidad por el que cada país estápasando.

Además, es necesario explicitar que no todos los signos y síntomas que se presenten setransformarán en un trastorno de salud mental; muchas serán reacciones normales ante unasituación excepcional y ante la que aún existe mucha incertidumbre respecto a su abordaje ytratamiento (Sandoval-Obando, 2020b). No obstante, es primordial ayudar a que las personaspuedan centrarse en aquellos aspectos asociados al autocuidado y bienestar general, sin negar laexistencia de lo negativo, involucrándose en acciones positivas e importantes para sí mismos ysus comunidades (Parks y Schueller, 2014), aún cuando la realidad sea objetivamente adversa,reafirmando la necesidad de promover una cultura de la prevención en la sociedad (Reyes, 2013;Ugarte y Salgado, 2014; Sandoval-Obando, 2016; Sandoval-Obando, 2020a)

El ciclo de un desastre: algunos criterios para su comprensión

En lo teórico, se describen los aportes de Narváez, Lavell y Pérez (2009), quienes hansistematizado de manera clara y precisa las fases de un desastre:Fase previa a una Emergencia y/o Desastre: Al referirnos a la fase previa de un desastre,encontramos las siguientes fases: Prevención, Reacción, Preparación y Alerta (Reyes, 2013; DelGranado et al. 2016). Apuntan al conjunto de acciones y estrategias que pueden emprender lascomunidades o un Estado, para impedir la ocurrencia de fenómenos que causen o den lugar aemergencias, reduciendo el peligro y/o delimitando las condiciones que incrementen los dañosproducidos por un desastre. En este ámbito, adquiere relevancia lo referido a la autoprotección yla cultura de la prevención en los diferentes ámbitos de la sociedad (Sandoval-Obando, 2019a;Sandoval-Obando, 2020a), reiterando el llamado a que las personas de un determinado territoriosean proactivas y responsables en generar acciones concretas que reduzcan los riesgos vinculadosa una determinada amenaza (International Strategy for Disaster Reduction, 2005, Organizaciónde Naciones Unidas, 2015).

En lo técnico, apunta al conjunto de medidas y políticas de intervención implementadas conanticipación a la ocurrencia de un evento potencialmente traumático, para reducir o eliminar almáximo el impacto adverso (riesgo) en las poblaciones y mecanismo de subsistencia, sociedad yambiente (Rojas, 2010; Courtney, Goldenberg y Boyd, 2020). Tales actividades y medidas,permiten reducir la vulnerabilidad, y asegurar una respuesta eficaz ante el impacto de amenazasincluyendo diagnósticos actualizados sobre zonas de riesgo y necesidades existentes en losterritorios (Ramírez, 2006), autoformación y educación orientada a la prevención (Campos,2005), la emisión oportuna y efectiva de sistemas de alerta temprana, la evacuación temporal dela población, la creación o reforzamiento de capacidades (logísticas, tecnológicas, políticas, etc.),el establecimiento de políticas y planes operativos de emergencia e inclusive el fortalecimiento delos medios logísticos y sanitarios para hacer frente a una emergencia de salud pública (Kaba yKitaw, 2020)

Durante un desastre: este ámbito hace alusión a la Respuesta ante la Emergencia (Pérez,2007). Es decir, corresponde al despliegue y abordaje de la situación de emergencia y/o desastrepor parte de los organismos técnicos especializados (tales como Oficina Nacional deEmergencias, Fuerzas Armadas y de Orden, Equipos de Salud, Bomberos, etc.), quienes asumenel control de aquellas acciones previstas en la etapa de preparación y que, en algunos casos, yahan sido antecedidas por actividad de alistamiento y movilización, producidas por la declaraciónde diferentes estados de alerta (Chaparro y Renard, 2011). En el caso chileno y comoconsecuencia del estado de excepción constitucional decretado por la presidencia ante el COVID-19, las misiones son diversas tales como: dar mayor seguridad a los hospitales y todos los sitiosde atención de salud; proteger la cadena logística y traslado de insumos médicos; facilitar elcuidado y traslado de pacientes y personal médico, e inclusive resguardar el cumplimiento de lascuarentenas y medidas de aislamiento social, etc. (Sandoval-Obando, 2020a)

Tras la presentación de un desastre: Corresponde a las fases de Reconstrucción yRehabilitación. Específicamente, apunta al proceso de reparación y resignificación del evento, amediano y largo plazo, dependiendo de la magnitud del mismo y además del daño físico, social,económico o psicológico provocado, a un nivel de desarrollo igual o superior al existente antes del evento (Cuny, 1983; Reyes, 2013). Implica la reparación de la infraestructura y larestauración del sistema de producción y abastecimiento, a mediano o largo plazo, con miras aalcanzar o superar el nivel de funcionamiento y desarrollo previo al desastre. Por esa razón,adquiere importancia el apoyo social y las redes comunitarias para resignificar el impacto de unacatástrofe en la población (particularmente, cuando existen pérdidas de vidas humanas comoestaría ocurriendo con la propagación del COVID-19)

Protección de la salud mental durante emergencias y desastres: algunasherramientas de intervención

Primeros auxilios psicológicos (PAP) e Intervención Telepsicológica: Una AdaptaciónNecesaria: Los Primeros Auxilios Psicológicos son una técnica modular, basada en evidencias ydestinado a la contención de aquellas personas pertenecientes a una determinada comunidad y/oregión que se ha visto afectada por una crisis o evento de gran magnitud (a modo de ejemplo: unterremoto, la pandemia). Por ende, corresponden a la primera atención que reciben los afectadospor este tipo de eventos (Heath, Sommerfield, Von Ungern‐Sternberg, 2020), y por ello,generalmente se aplican dentro de las primeras 72 horas de ocurrida la emergencia y/o catástrofe(Martín y Muñoz, 2009; Sandoval-Obando, 2019b)

Actualmente, se han incluido dentro de las técnicas de intervención psicológicas que se hancomenzado a aplicar de manera no presencial (online) en países como España, Estados Unidos yChina (SIRA, 2020; Li et al., 2020; Liu et al., 2020; Nicol, Piccirillo, Mulsant y Lenze, 2020), enaquellos sujetos que se encuentran desbordados, experimentando un alto nivel de dificultad paracontinuar con el curso de su vida durante el periodo de confinamiento (Francis, Juares Rizal,Ahmad Sabki y Sulaiman, 2020; Zhang, Wu, Zhao y Zhang, 2020). Esta pandemia ha generadoun estado de malestar generalizado, estrés, ansiedad y aumento de la irritabilidad en las personas(Brooks et al., 2020), viendo mermada su capacidad de tomar decisiones frente al evento ante lacrisis que experimentan los dispositivos sanitarios (Xiao, 2020)

En vista de lo anterior, la psicología de la emergencia ha propiciado la adaptación de losPAP para su uso de manera no presencial (particularmente durante procesos de confinamientoprolongado en los que se promueve el distanciamiento físico), complementando las habilidadesterapéuticas y comunicativas del/la interventor/a al contexto de crisis imperante, permitiendo unaadecuada alianza terapéutica (De la Torre y Pardo, 2017). Por esta razón, la aplicación de estastécnicas persiguen 3 objetivos:Contener y reducir los reacciones provocadas en las personas (estrés, ansiedad, insomnio,depresión, etc.) por la presentación de la catástrofe sanitaria. Fomentar la reaadaptación activa de la persona y/o colectivo afectado al corto, mediano ylargo plazo.Potenciar el despliegue de estrategias de afrontamiento activas frente al evento,posibilitando el desarrollo de la resiliencia, el fortalecimiento de los lazos de asociatividady la organización de las personas y/o colectivo afectado

Es importante señalar que los PAP y la intervención en crisis sean aplicados porprofesionales y especialistas de la salud mental previamente entrenados para ello, por lo quegeneralmente, son integrantes de los equipos y organizaciones de respuesta a incidentes criticosdisponibles en cada país. En el caso de China, han sido aplicados de manera online porprofesionales de la salud, expertos de universidades y sociedades científicas especializadas (Liuet al., 2020)

Cuando se generan emergencias y desastres (un accidente vehícular, un terremoto o laactual pandemia por ejemplo), los proveedores de PAP son coordinados por los equipos deprimera respuesta disponibles durante incidentes críticos, de acuerdo a las disposiciones legalesimperantes en el país. En cambio, cuando surgen emergencias cotidianas (tales como: unaccidente automovilístico con víctimas fatales, un incendio, la muerte repentina de un familiar,etc.), los PAP podrían ser aplicados por personas del contexto habitual de la familia afectada(educadores, psicólogos/as; enfermeras, agentes comunitarios, etc.) siempre y cuando, hayan sidoformados y capacitados debidamente en estos protocolos

En definitiva, la aplicación de los PAP se encuentra directamente enfocada en contener y/oaliviar oportunamente el sufrimiento, orientar respecto a la satisfacción de las necesidades básicasde los afectados; poner en contacto (de manera virtual) a las víctimas con su red natural de apoyo social, facilitar la readaptación de la vida cotidiana durante la cuarentena preventiva, lograndodetectar a las personas de riesgo para derivarlas posteriormente a los Centros de Salud Mentaldisponibles en el territorio (Echeburúa y De Corral, 2007; Li et al., 2020).En en el plano local, se destacan los aportes de Cortés y Figueroa (2018) quienes hansistematizado las principales etapas que orientarían los Primeros Auxilios Psicológicos, a travésdel Modelo ABCDE: A) Escucha Activa: Comienza con una presentación de forma no intrusiva; explicar elmotivo de la intervención; establecer el setting de la intervención (confidencialidad,contención, evitar los prejuicios, apoyar la reagrupación familiar, respetar los silencios,espacio físico adecuado para la intervención, etc.). B) El Reentrenamiento de la Ventilación: Apunta a la práctica y reentrenamiento en tornoa técnicas de relajación y respiración, ayudando a las personas a tranquilizarse y disminuirlos niveles de ansiedad y estrés provocados por el evento. C) Categorización de Necesidades: producto de la confusión y estado de shock en que seencontrarían las personas, es necesario explorar y analizar las necesidades inmediatas delas personas; jerarquizando y reordenando sus necesidades de acuerdo a la situaciónactual; favoreciendo una planificación realista de aquellas acciones más urgentes parareadaptar su rutina diaria durante la emergencia.D) Derivación a Redes de Apoyo: se fomenta la conexión con la red social de apoyo(familia y amigos), para luego informarle acerca de los servicios disponibles a nivelcomunitario.E) Psicoeducación: En esta etapa, se centran los esfuerzos en informar acerca de lostiempos aproximados para requerir ayuda de un especialista; reforzarzando elmantenimiento de un contacto adicional en caso de crisis, etc

Protocolos de Desactivación para Respondedores de Emergencia: Los protocolos dedesactivación para intervinientes o ‘Critical Incident Stress Management’, son un conjunto de técnicas de intervención sistematizadas y de amplio espectro para abordar y gestionar el estrésproducido por una emergencia o desastre. Estos protocolos se han enriquecido con los aportes dela psicología de la emergencia, aportando técnicas específicas basadas en la evidencia,tremendamente relevantes a la hora de manejar, comprender y aliviar las reacciones provocadaspor la exposición directa a experiencias potencialmente traumáticas (IASC, 2015)

Estas técnicas fueron inicialmente desarrolladas para ex-combatientes de guerra yposteriormente para intervinientes de primera respuesta en el ámbito civil, entre ellos policías,bomberos, equipos de salud y de rescate (Lorente, 2008). Desde esta perspectiva, se entiende quelos intervinientes en emergencias no son inmunes al estrés generado por un incidente crítico, sinomás bien un grupo de alto riesgo por la actividad profesional que desarrollan. De hecho, se haobservado en bomberos del Reino Unido, que estos intervinientes tienen más probabilidades dedesarrollar parte de la sintomatología relacionada con el trastorno de estrés postraumático, talescomo trastornos del sueño y rumiación (Haslam y Mallon, 2010).

En complemento a lo anterior, un estudio realizado en La Habana determinó que el 31.7%de los bomberos presentaba alguna manera de TEPT. En este caso, la presencia del trastorno serelacionó con la frecuencia de asistencia en emergencias, un mayor cargo del personal dentro delgrupo y el tiempo que llevaban ejerciendo esta profesión (Ventura, Reyes, Moreno, Torres, y Gil,2008). Otra investigación realizada en Grecia obtuvo resultados similares, integrando lasvariables implicadas, sin embargo, sus resultados reflejaron un mayor riesgo de desarrollo deTEPT para aquellos que tenían menos experiencia y un rango menor dentro del cuerpo debomberos (Psarros, Theleritis, Martinaki, y Bergiannaki, 2008). A su vez, un estudio determinóque el 16% al 24% de los bomberos experimenta TEPT en silencio, debido a la dificultad queexperimentan para verbalizar sus miedos, refugiándose únicamente en sus compañeros de equipo(Henderson, Van-Hasselt, LeDuc, y Couwels, 2016)

En consecuencia, existe consenso internacional respecto a que la presencia del TEPTafectaría la calidad de vida y salud mental del personal interviniente: policías (Alarcón, 2002;Vallejo, 2011), militares (Vallejo y Terranova, 2009), equipos de primera respuesta, tales comobomberos, médicos, enfermeros y psicólogos (Li et al., 2020), civiles expuestos a conflictosarmados (Pérez, Fernández y Rodado, 2005; Lorenzo Ruiz y Guerrero, 2017), adquiriendo importancia la existencia de los protocolos de desactivación de intervinientes así como sucorrecta descripción, diferenciación y difusión en los diferentes ámbitos de la vida

De acuerdo a lo anterior, se describen algunas de las técnicas empleadas dentro de losProtocolos de Desactivación para Intervinientes: Defusing (Magyar y Theophilos, 2010): dura alrededor de unos 30 o 60 minutos y se llevaa cabo en la primera hora o hasta pasadas 4 horas de ocurrido el incidente. Su proposito esestabilizar a los intervinientes después de la emergencia para que puedan volver a surutina habitual sin estrés añadido.Debriefing (Raphael y Wilson, 2000; Fanning y Gaba, 2007; Chronister y Brown, 2012;Rajbhandari, Phuyal, Shrestha y Thapa, 2020): Aunque su uso es controversial, tienecomo propósito mitigar el impacto de un acontecimiento estresante y favorecer larecuperación a nivel grupal. Debe ser aplicada por un profesional entrenado,preferentemente entre 24 -72 horas después del incidente.Triage Psicológico (Te Brake, Dückers, De Vries, Van Duin, Rooze y Spreeuwenberg,2009; Stroud, 2012; Schreiber, Yin, Omaish y Broderick, 2014; Brown y Morey, 2016):se utiliza para identificar a las víctimas de una situación de desastre o eventopotencialmente traumático, posibilitando una rápida clasificación de los afectados para eldiagnóstico, evaluación y/o tratamiento. Existen protocolos estandarizados para su uso yaplicación. •Sesión de dolor y pérdida (Rabelo, 2010): es una sesión grupal o individual estructuradadespués de la muerte de un compañero o familiar. Favorecería la comprensión de aquellasreacciones de dolor, propiciando un ambiente de confianza y diálogo en torno a la muerte.•Crisis Management Briefing (Everly, 2000; Perry y Hayes, 2008; Zhang, Wu, Zhao yZhang, 2020): es una sesión grupal que puede ser utilizada antes, durante y después de unincidente potencialmente traumático. Sirve para verbalizar los hechos, facilitar lainformación y comunicación entre los intervinientes, controlar discusiones y hacertraspasos de información sobre la situación, evaluar la calidad de los servicios disponiblesy protocolos utilizados, mejorando capacidades de respuesta, etc •Critical Incident Adjustment Support (Jenkins, 1996; Devlin, 2006; Figueroa, Marín yGonzález, 2010): Esta técnica facilita el correcto despliegue de la ayuda humanitariamultidisciplinar a todas aquellas personas, familias o grupos afectados por un incidentecrítico, para que gradualmente sean capaces de afrontar los procesos de reconstrucción yrehabilitación, particularmente cuando han experimentado la pérdida de vidas humanas. Psicoeducación en Emergencias y Desastres (Raphael y Wilson, 2000; Mendoza,Martínez y Gibert, 2012; Sommer et al., 2013; Barreiro, 2017): Apunta a la promoción deuna cultura de la prevención en materia de emergencias y desastres. Así, estimula lageneración de espacios socio-educativos donde se transmitan experiencias en torno alautocuidado y la autoprotección, difusión y reforzamiento de protocolos de actuación entorno a la psicología de la emergencia (Valero, 2002; Sandoval-Obando, 2019a),participación ciudadana en materia de prevención de desastre y protección civil(Maldonado y González, 2013), estrategias de afrontamiento y manejo del estrés; etc

Discusión

Los elementos descritos precedentemente, evidencian que la Psicología de la Emergenciase transforma en un campo del saber especializado para organizar a los equipos de salud y deprimera respuesta durante la presentación de una emergencia, desastre o inclusive una sindemia,en la que los recursos de una determinada comunidad, región o país se ven sobrepasados ante lamagnitud del evento, provocando un conjunto de reacciones en las personas afectadas quepodrían convertirse en factores potencialmente negativos para su salud física y mental al corto,mediano y largo plazo. La discusión se organiza en 3 dimensiones: características de laintervención psicológica en crisis, organización de recursos e implementación de la intervenciónen crisis y fortalecimiento del apoyo social / resiliencia comunitaria como factores protectoresdurante una emergencia o desastre

En primer lugar, se podría señalar que la intervención en crisis debe ser focalizada, modulary flexible (Sandoval-Obando, 2019b), adaptándose a las diferentes etapas de la pandemia, esdecir, antes, durante y después del brote (Zhang, Wu, Zhao y Zhang, 2020). Además, sería recomendable que los profesionales de la salud mental participen activamente en la intervencióny abordaje del evento, de modo que la respuesta psicosocial pueda movilizarse de maneraoportuna y acorde a los requerimientos de la población afectada (OMS, 2013; Mohammed et al.,2015). En este sentido, y en coherencia con la experiencia internacional, se recomienda que losdispositivos de intervención en salud mental se integren transversalmente en la implementaciónprogresiva de las medidas sanitarias asignadas para las comunidades más afectadas (Liu, Bao,Huang, Shi y Lu, 2020). Para cumplir con lo anterior, la intervención en crisis se focaliza en 2dimensiones centrales: (1) manejo del miedo al contagio y el tratamiento de la enfermedad,realizada principalmente por médicos y asistida por psicólogos; (2) manejo de la incertidumbre yreadaptación activa de la rutina del afectado, desarrollada principalmente por psicólogos/ascomunitarios/as. En el caso de aquellos trastornos de salud mental más graves (por ejemplo,violencia, conductas suicidas) deben ser manejados por psiquiatras (Hoppen y Morina, 2019)

En segundo lugar, y pensando en la implementación de una respuesta eficaz a nivel desalud mental, es prioritario que los gobiernos asuman un liderazgo político y participativo(Reicher y Stott, 2020), integrando a las diversas fuerzas sociales para el trabajo colaborativo conlos diferentes organismos públicos y privados, Fuerzas Armadas y de Orden, definiendo unaestrategia global de respuesta y abordaje frente al evento que otorgue calma, seguridad yestabilidad en los colectivos afectados (Albris, Lauta y Raju, 2020).

En lo relacionado a la implementación de una intervención telepsicológica, es necesarioasegurar el acceso y cobertura de internet por parte de la población, para ser potenciales usuarios/as de las prestaciones no presenciales de salud mental (De la Torre y Pardo, 2017). En esteámbito, y de acuerdo a lo expuesto por Zhang, Wu, Zhao y Zhang (2020) en China, señalan quela asistencia psicológica (consultoría en línea) se utiliza para identificar y ayudar a los gruposobjetivo que requieren una intervención. Dicha prestación se realizó mediante el uso deaplicaciones como Huayitong y el applet Psyclub (dos plataformas integradas para el registro,programación y pago de la sesión, etc.) en complemento a la implementación de una líneatelefónica directa para la orientación y canalización de dudas en la población. Adicionalmente, seconformaron equipos de rescate psicológico con médicos y psicólogos con formación en manejode crisis y emergencias, mediante la activación de una plataforma (WeChat), en la que pudieron organizar a todo el personal médico especializado y expertos en rescate psicológico para eldiseño y actualización de protocolos clínicos (programas de capacitación y psicoeducación enemergencias, estructura de las sesiones, mecanismos de retroalimentación y seguimiento depacientes, protocolos de derivación, etc.) que respondan eficazmente a la pandemia. Estasintervenciones también estuvieron orientadas al monitoreo, diagnóstico y seguimiento del estadosalud mental de pacientes sospechosos de COVID-19, así como a la contención y apoyo delpersonal socio-sanitario que operaron en los hospitales y unidades de urgencia (Liu, Yang,Zhang, Xiang, Liu, Hu y Zhang, 2020)

Posterior al peak de personas contagiadas, el apoyo psicosocial se focaliza en las personasen cuarentena y personal sanitario (Liu, Bao, Huang, Shi y Lu, 2020). En este sentido, esimportante mencionar que estas intervenciones son realizadas por miembros de la familia,trabajadores sociales, psicólogos o psiquiatras a una población específica (pacientes aislados,pacientes sospechosos y contactos cercanos), a través de una línea telefónica directa o asistenciavía Internet (por ejemplo, WeChat)

En consecuencia, y de acuerdo a las intervenciones desarrolladas en China, España yEstados Unidos (SIRA, 2020; Li et al., 2020; Liu et al., 2020; Nicol, Piccirillo, Mulsant y Lenze,2020), se reitera la importancia de asegurar un sistema de monitoreo y contención en saludmental sistemático a todo el personal médico que trabaja en estos contextos, pudiéndose aplicar elModelo de Anticipar, Planificar y Disuadir de riesgo y resiliencia del respondedor (ADP), ya queha mostrado ser un método eficaz para comprender y gestionar los impactos psicológicos en elpersonal médico, incluida la gestión del riesgo total y la resiliencia en el estrés específico alpeligro del respondedor (Schreiber, Cates, Formanski y King, 2019). Este enfoque deintervención en crisis psicológica centrada en personal sanitario se puede complemetar con otrasherramientas disponibles hace algún tiempo, tales como el Triage Psicológico (Schreiber, Yin,Omaish y Broderick, 2014; Sylwanowicz et al., 2018) y el PsySTART-R (Schreiber, Koenig,Schultz, Shields y Bradley, 2014) que le permite a cada sujeto monitorear su exposición a losfactores de riesgo presentes en su quehacer profesional (habiendo sido previamente capacitadospara esta evaluación así como en la configuración de un plan de resiliencia personal). Al mismotiempo, posibilita que el comandante de incidentes críticos o responsables de unidades de salud mental puedan contar con un diagnóstico general del personal sanitario desplegado en una unidadde urgencia

En tercer lugar, este artículo devela que el fortalecimiento de los lazos de asociatividad, elapoyo social y la resiliencia (Grotberg, 1995; Werner, 2003; Rutter, 2006) existente al interior deun grupo humano, son un factor relevante para la comprensión y abordaje de una emergencia odesastre, particularmente en el proceso de reconstrucción y rehabilitación (Hernández yGutierrez, 2014). De hecho, en el contexto de pandemia actual, se ha observado que el apoyosocial no solo reduce la presión psicológica durante una emergencia o catástrofe, sino quetambién cambia la actitud con respecto al apoyo social y los métodos de búsqueda de ayuda,demostrando que un apoyo social efectivo y sólido durante las emergencias de salud públicaprovocan un efecto reparador entre los afectados (Bai et al., 2005; Cao et al., 2020b)

Por lo tanto, emerge como un desafío para los intervinientes el convertirse en catalizadoresde relaciones interpersonales positivas al interior de las comunidades afectadas por unaemergencia o desastre (Chen et al., 2020), puesto que la experiencia de superar colectivamentelas dificultades propias de estos eventos, contribuiría a desarrollar vínculos sociales significativosentre los implicados, así como una mayor percepción de pertenencia e identidad colectiva(Martinez-Taboada y Arnoso, 2001; Smith y Gibson, 2020). Del mismo modo, se ha observadoque la resiliencia favorecería un estilo de vida optimista ante eventos estresores, que en otrosgrupos es asumido como riesgo y amenaza de estrés (Quiceno y Vinaccia, 2011). Por ende, lapercepción del riesgo y la evaluación de la emergencia o desastre que amenaza el bienestar deuna comunidad, favorecería una perspectiva optimista (Parks y Schueller, 2014), empática yproactiva en la reducción del riesgo producto de su capacidad de organización y resiliencia(OMS, 2020b), a diferencia de una comunidad en la que no existen lazos cercanos decolaboración y ayuda mutua (Sugiura, Nouchi, Honda, Sato, Abe e Imamura, 2020)

Asimismo, Monroy y Palacios (2011) enfatizan tres ámbitos de acción que seríandeterminantes desde la psicología de la emergencia para el manejo de eventos potencialmentetraumáticos: el fortalecimiento de estilos de vida positivos ante el aumento de los eventos deriesgo, alta flexibilidad ante las contingencias del entorno, y el fortalecimiento de la resilienciacomunitaria para favorecer una recuperación inmediata ante los fenómenos estresantes. A su vez,Heymann y Shindo (2020) explicitan que frente a la pandemia es necesario intensificar losesfuerzos en torno a la preparación para la resiliencia de los sistemas de salud en todos los países,anticipando infecciones graves y monitoreo permanente de la enfermedad en grupos de riesgo(personas mayores, embarazadas, lactantes, etc.)

Por lo tanto, los elementos descritos en este trabajo son coherentes con las experienciasinvestigativas realizadas a nivel internacional, destacándose el interés por la promoción de laresiliencia comunitaria (Twigg, 2007) como un aspecto clave desde el enfoque de la Gestión delRiesgo de Desastres (Uriarte, 2010; Schreiber, Yin, Omaish y Broderick, 2014; Mohsina, 2020),lo que favorecería una mayor proactividad y autoprotección en la población expuesta a eventoscríticos, transformándose en un campo relevante y promisorio de estudio e investigación para lasCiencias Sociales y de la Salud, particularmente para la psicología de la emergencia en AméricaLatina.

Comentarios finales

A modo de conclusión, este trabajo describe el rol de la psicología de la emergencia en lacomprensión y abordaje de aquellos eventos potencialmente traumáticos, que alteransignificativamente el ritmo de vida cotidiana de las personas y sus comunidades de origen, asícomo alguna de las estrategias y protocolos de intervención que se han sistematizado para laprotección de la salud mental en el marco de la gestión del riesgo de desastres.Finalmente, esta sindemia instala los siguientes desafíos:Plan Estratégico de Comunicación en Emergencias: los gobiernos deben implementarestrategias de comunicación efectivas, que brinden información clara y específica a lapoblación (general y de riesgo), promoviendo el autocuidado y una cultura de laprevención. Asimismo, favorecería la correcta identificación de síntomas y una guía clarael diagnóstico, evaluación y tratamiento de las personas afectadas (Heymann y Shindo,2020). Fortalecimiento de la Salud Pública (con foco en la promoción y prevención en salud):Involucra que los países cuenten con suficientes profesionales de la salud (capacitados para afrontar emegencias y desastres), camas de unidades de cuidados intensivos, insumosy equipos de protección adecuados, ventiladores mecánicos, etc. (Legido-Quigley,Mateos-García, Campos, Gea-Sánchez, Muntaner y McKee, 2020). Readaptación Activa de las Personas y Comunidades Afectadas durante una Emergencia(Sandoval-Obando, 2020b): Los países de la región deben implementar mecanismos quefavorezcan el teletrabajo y la educación a distancia, facilitando la reorganización integralde las actividades cotidianas de una comunidad (armonizando la vida familiar con eltrabajo o responsabilidades escolares en niños/as y jóvenes). Por ende, es necesarioaumentar las capacidades logísticas de cobertura de redes y telefonía, para que laspersonas puedan contar con espacios virtuales de apoyo mutuo y soporte emocionalcuando se enfrentan largos periodos de aislamiento social (cuarentena sanitaria).Innovación e Investigación en torno a la Psicología de la Emergencia y sus PotencialesAplicaciones ante Eventos Críticos: los equipos de salud y centros de investigación debenabocarse al estudio sistemático del comportamiento humano antes, durante y después dela presentación de eventos de gran magnitud, adaptando y/o actualizando los protocolos yherramientas de salud mental disponibles a las necesidades de la población en coherenciacon las tecnologías de la información disponibles. A modo de ejemplo, es destacable laexperiencia china en torno a la educación en salud mental en línea con programas decomunicación, como WeChat, Weibo y TikTok, junto con diversos libros que handiseñado sobre prevención, control y educación en salud mental frente al COVID-19 (Liuet al., 2020).Promoción de Comunidades Resilientes: Implementar políticas públicas que incentiven laautoformación y la psicoeducación en torno a la Gestión del Riesgo de Desastres y elMarco de Sendai (ONU, 2015). Es primordial la participación ciudadana y el trabajointersectorial para la protección de la salud física y mental de las personas, avanzandosinérgicamente en el empoderamiento de las comunidades para los eventos que surjan enel futuro, aspirando a la construcción de una sociedad proactiva y responsable en torno ala gestión y reducción del riesgo de Desastres en Chile y América Latina.

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