PERSPECTIVAS DE INTERVENCIÓN
Recepción: 17 Junio 2020
Recibido del documento revisado: 07 Julio 2020
Aprobación: 06 Diciembre 2020
DOI: https://doi.org/10.37511/tesis.v17n1a13
RESUMEN: Antecedentes: A partir del segundo Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, surge el interés de analizar el imaginario de estudiantes de Instituciones de Educación Superior (IES), acerca del tránsito de las antiguas FARC-EP a la vida democrática. Objetivo: Caracterizar el imaginario de IES y las implicaciones que tendrían las FARC-EP en la participación democrática. Método: Se empleó una metodología cualitativa, con un diseño basado en la teoría fundamentada, a través de la conformación de grupos focales y la aplicación de entrevistas semiestructuradas, realizadas en el año 2018 en tres IES. Como base interpretativa se tomaron las teorías de Cornelius Castoriadis, particularmente las expresadas en su texto La institución imaginaria de la sociedad (2013). Resultados: Se pudo determinar la emergencia de 3 categorías de análisis (poder político, construcción de país y perdón), las cuales reflejaron un imaginario de estudiantes de IES en el que prima el escepticismo frente al éxito político de los reinsertados, por la acción de las élites en el poder, lo que dificulta la construcción de país y refuerza el imaginario violento del pasado de las FARC, dificultando al tiempo el perdón y resultando en una oportunidad política limitada para este grupo. Conclusiones: emerge la necesidad de la reparación a las víctimas y las peticiones de perdón.
Palabras clave: Imaginario, democracia, guerrilla, cultura de paz, transformación social.
ABSTRACT: The purpose of this document is to analyze the political imaginary of Higher Education Institutions, about the transition of the former FARC-EP to democratic life, from the second Peace Agreement signed between the Colombian government and this guerrilla. For this, a qualitative methodology was applied, with a grounded theory methodological design, through the formation of focus groups and the application of semi-structured interviews, carried out in 2018 in three IES, two of them located at the Bogotá Centre and Area Andina University Foundation. Cornelius Castoriadis’s theories were taken as an interpretative basis, particularly those expressed in his text The Imaginary Institution of Society (2013). In the results, it was possible to determine the emergence of 3 categories of analysis (political power, construction of the country and forgiveness), which reflected a political imaginary of IES students in which skepticism prevails over the political success of the reinserted, due to the action by the elites in power, which makes it difficult to build a country and reinforces the violent imaginary of the FARC’s past, making forgiveness difficult at the same time and resulting in limited political opportunity for this group, in conclusions the needs for reparation the victims and request for forgiveness emerges.
Introducción
En el tránsito de las FARC-EP a la actividad política legal, a partir del segundo Acuerdo de paz firmado entre el gobierno de Colombia y esta guerrilla, se planteó como hipótesis, que los estudiantes, al estar en un ambiente universitario, pueden ser optimistas respecto a la incorporación política de las FARC, recalcando las oportunidades que el proceso conlleva. De ahí que conocer las opiniones, representaciones e imaginarios de los estudiantes de instituciones universitarias, abre escenarios para indagar acerca de la participación democrática de las extintas FARC- EP en la institucionalidad del gobierno y la vida política de la nación, entendiendo que en los últimos años, los jóvenes han acudido a las urnas y convergen en lo que Hoyos-Vásquez (2002) consideró como las nuevas ciudadanías.
El interés por indagar sobre los imaginarios, tienen un largo trayecto en Colombia y en el mundo en general. En México por ejemplo, se empieza a desarrollar en la década de los años 80, momento desde el cual la relación entre lo real e imaginario pasa por múltiples interpretaciones, desde la oposición manifiesta entre ambas, la intersección de influencia recíproca, hasta los estudios actuales en que se aboga por una construcción múltiple de lo real (material, imaginario, simbólico, etc.) (Girola & De Alba, 2018).
Estudios como el de Cuadra y Urbina (2019), centrado sobre los imaginarios políticos de los estudiantes de la UCE 2010-2015, desde la perspectiva teórica de Cornelius Castoriadis, muestran la influencia de los discursos políticos y los modelos de educación por parte de los medios de comunicación sobre la universidad. En el caso colombiano, los estudios que vinculan imaginarios políticos y el conflicto armado son recurrentes. Reyes (2017), desde la perspectiva de la educación, exploran los imaginarios de estudiantes universitarios sobre el ingreso de personas desmovilizadas a IES. Aunque el estudio analiza un problema práctico -la convivencia de estudiantes de IES con desmovilizados-, se centra también en las consecuencias inmediatas de la novedad que supone los Acuerdos de paz. De igual manera, el estudio de Zapata y Pineda (2017) acerca de los imaginarios sociales sobre el posconflicto en Colombia de jóvenes universitarios, evidenciar cómo el escepticismo prima en los estudiantes universitarios frente a los acuerdos de paz. Por último, se ha podido encontrar una tendencia en estudios que van más allá de eventos específicos como el conflicto, así como también, a analizar imaginarios más amplios como el de paz (Vega, 2017) o democracia (Castro, 2019).
Siguiendo este derrotero, se sostiene que es necesario abrir espacios de diálogos interdisciplinares para la comprensión del conflicto histórico en Colombia, incluyendo el reconocimiento de los actores del conflicto y los imaginarios que aún quedan en la memoria colectiva colombiana. Estas investigaciones tienen relación directa con la necesidad de continuar tejiendo herramientas colaborativas e interdisciplinares en la construcción de paz nacional, el rescate de la democracia como institución deslegitimada, y particularmente la ruptura de discursos en torno a la invención del otro como un enemigo público sin cabida en el diálogo social.
Siendo así, se intenta sumar al análisis de las condiciones para una Colombia en rehabilitación posbélica. Explorar los obstáculos, desafíos y retos de las investigaciones en el trabajo comunitario permanente, trasladando estos ejercicios a otros escenarios más allá de la academia.
Los imaginarios políticos
Es posible afirmar que los imaginarios son significados que están instituidos y que son a la vez instituyentes, puesto que se convierten en pautas de conductas que se aceptan como parte estructurada de una cultura o, al decir de Randazzo-Eisemann (2012), “Los imaginarios operan como un filtro prácticamente invisible que preconfigura ‘la realidad social’ (p. 91). Ahora bien, esta realidad social ha tenido, históricamente distintos modos de concebirse, sin embargo, dos de los modos que han primado en esta construcción son; la expansión, que pareciese ilimitada, de lo racional sobre lo natural, y un proyecto de autonomía individual y colectiva.
El dominio racional sobre lo natural, inicia con el cristianismo escolástico, con el derecho del hombre sobre la naturaleza, posteriormente reafirmado en Descartes, quien da pie a la separación, instrumentalización y explotación de la naturaleza (Megías-Quirós, 2014, p. 169). En cuanto al proyecto de autonomía individual y colectiva, es fuente de debate, teniendo en cuenta que desde el Derecho, lo social e individual del hombre, debe reconocerse complementario “como partes indisolubles de este, el que se desarrolla en un contexto social” (Masbernat, 2005, p. 117).
Aun cuando desde el influjo de la razón en la modernidad, y desde los empiristas en la filosofía, se ha denunciado a la imaginación como fuente de todo error e ilusión, para otros autores, como Cornelius Castoriadis, la imaginación juega un papel constructivo y positivo de cohesión entre lo social y lo histórico, puesto que la historia no puede existir sin la “imaginación productiva o creadora, de lo que hemos llamado lo imaginario radical, tal como se manifiesta indisolublemente en el hacer histórico” (Castoriadis, 2013, p. 234).
Para Castoriadis (2013), el sujeto no puede existir desligado de un colectivo, entendido este, como lo social-histórico, término que es aplicado al “colectivo anónimo” que materializa o llena la formación social, por ejemplo, lo que fue, es y será: “la unión y la tensión de la sociedad instituyente y de la sociedad instituida, de la historia hecha y de la historia que se hace.” (p. 172). Así las cosas, el sujeto, inmerso en lo social-histórico, cristaliza los elementos que conforman la sociedad, sean estos instituciones u obras (materiales o inmateriales), que persisten en el tiempo y que son el marco de acción de otras generaciones. Para esto es importante el papel de lo imaginario en la construcción de lo social-histórico y de las instituciones.
En ese sentido, es posible afirmar que la sociedad “es una red cambiante de significados que configura modos de comportamiento y creencias [y por lo tanto] se conserva como tal, como una ‘clausura organizadora, cognitiva y de información’ (Arribas, 2008, p. 106). De esta manera, la sociedad se convierte en una productora permanente de imágenes que guían, condicionan y se transforman.
Para Agudelo (2011), si bien lo imaginario ayuda a la comprensión de los valores de una sociedad, lo imaginario mismo escapa a la comprensión, es decir, si bien son investigables las manifestaciones de lo imaginario, “no puede ser objeto de estudio por sí mismo” (p. 8). De acuerdo con esta postura, el imaginario social produce imágenes para sí, lo cual conlleva a una repercusión en lo colectivo, e implica una construcción de significados que orienta las creencias y las prácticas sociales, y “en cuya presencia el investigador se afinca desde preguntas, por ejemplo,: ¿cómo nos imaginamos en la colectividad? En este punto se empieza a tejer una historia, bien de una sociedad, de una institución particular, o bien de un grupo en particular” (Agudelo, 2011, p. 8).
Así, es posible establecer las siguientes preguntas: ¿Qué sector del poder ha influido en el imaginario de los estudiantes de instituciones universitarias sobre las FARC-EP? y ¿cómo inciden estos imaginarios en la construcción, y la transición de las FARC-EP a la vida democrática de este grupo? Sin duda, la propuesta no es realizar un análisis en el orden estructural del Estado, pero sí en la relación semántica que los estudiantes puedan tener sobre la política y la construcción de nación.
Sobre las FARC-EP y el contexto
Bushnell (2002), refiere que el desarrollo histórico de la nación Colombiana ha sido problemático, puesto que, “los diferentes conflictos y violencias se concentran en las zonas marginales y alejadas del centro de poder administrativo, las particularidades geográficas, las diferencias culturales, así como la lucha de intereses, han hecho que la construcción de esta nación esté marcada por antagonismos, mal entendidos de modalidades sociales, culturales, políticos y regionales.” (Bushnell, 2002, p. 15). El conflicto armado, presente desde la segunda mitad del siglo XX, es una expresión de estos problemas y evidencia las profundas desigualdades que aún prosperan. Y siendo este un fenómeno de un impacto tan profundo en la historia del país, aún no existe unanimidad en torno a las características del conflicto, y menos de la formación de guerrillas como las FARC-EP1.
Precisamente, el proceso histórico que vive Colombia, gracias a los acuerdos firmados en La Habana2, ha puesto a prueba la institucionalidad del Estado colombiano y a la sociedad civil. Estos acuerdos están orientados a brindar garantías “al movimiento político que surja del tránsito de las FARC-EP a la actividad política legal y a los integrantes de las FARC-EP en proceso de reincorporación a la vida civil” (Presidencia de la República y FARC-EP, 2016). Sin embargo, estas garantías se han puesto en entre dicho, no solo por parte de la fuerza política resultante del proceso, sino por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y medios que denuncian arbitrariedades y poca protección a la vida y derechos de los excombatientes; por ejemplo, para el 2020 entre los excombatientes “el número de homicidios [sic] asciende a 224, las desapariciones forzadas a 12, y los amenazados de muerte son 236.” (Revista Semana, 2020). Así las cosas, los acuerdos han generado tanto un escenario de posibilidades como de amenazas a la legitimidad de lo pactado.
Metodología
Tipo y diseño
Puesto que el propósito de la investigación es explorar los imaginarios políticos de estudiantes de instituciones universitarias, la investigación se basó en enfoque metodológico cualitativo, enfocado en “comprender los fenómenos, explorándolos desde la perspectiva de los participantes en un ambiente natural y en relación con su contexto” (Hernández, et al. 2014, p. 358).
Se contó con un diseño metodológico que posibilitase explorar, no solo los imaginarios políticos de los jóvenes universitarios sobre el proceso de reincorporación política de las FARC-EP, sino la confrontación con la hipótesis presentada en este contexto específico. De ahí, que la presente investigación corresponde a la Teoría fundamentada. En esta teoría, desarrollada por Barney y Anselm, “El investigador produce una explicación general o teoría respecto a un fenómeno, proceso, acción o interacciones que se aplican a un contexto concreto y desde la perspectiva de diversos participantes” (Hernández, et al. 2014, p. 472). Lo que se pretende con este enfoque es analizar un fenómeno específico, es decir, la incorporación de los excombatientes de las FARC-EP a la vida institucional y civil a la luz de las reflexiones de jóvenes estudiantes de universidades, descubriendo categorías insertas en su discurso y así poder explorar los imaginarios políticos de los jóvenes, a través de un acercamiento inductivo.
La teoría fundamentada, como lo expresa Páramo (2015), “exige identificar categorías teóricas que son derivadas de los datos mediante la utilización de un método comparativo constante” (p. VIII), por lo que el ejercicio, más que de recolección de datos para corroborar una teoría, implica, por medio de la comparación de diversas fuentes, en este caso testimonios, la construcción de categorías que permitan identificar los imaginarios políticos del grupo estudiado.
Técnicas y herramientas metodológicas
Para la recolección de datos se realizaron grupos focales; la entrevista semi-estructurada fue la herramienta específica de recolección de datos. Para el caso de los grupos focales, Sibaja (2009), en una investigación acerca del imaginario político de los jóvenes costarricenses, menciona que esta es una herramienta idónea para poder interpretar el contenido de los sujetos sobre estos imaginarios (p. 62). En efecto, los grupos focales, aparte de permitir la discusión y el descubrimiento del sentido grupal acerca de un tema específico, permiten la identificación de opiniones sobre las situaciones y ejes de discusión, los cuales pueden devenir en categorías.
A través de las entrevistas semiestructuradas, aplicadas a grupos focales, es posible explorar a profundidad los sentidos que los jóvenes imaginan que tiene la política a partir de la [o las] pregunta[s] generadora[s]” (Sibaja, 2009, p. 61). Se diseñaron y estructuraron 13 preguntas orientadoras sobre la participación política de las FARC-EP y el futuro de la democracia en Colombia. Las preguntas fueron revisadas, corregidas y validadas por dos expertas con reconocida trayectoria en investigación y el tema de representaciones sociales e imaginarios.
Participantes
Para la selección de los participantes se realizó un muestreo teórico por conveniencia, estrategia desarrollada por Glaser y Strauss (2006), que implica un proceso de colecta, codificación y análisis de datos, con el fin de identificar categorías y describir sus características. Para la elección de la muestra, se optó por los casos típicos, es decir, “los casos en los que el éxito o el fracaso son realmente característicos para la media o la mayoría de los casos. Aquí, el campo se revela desde dentro y desde su centro.” (Flick, 2004, p. 82). Por lo tanto, se eligieron tres grupos focales, cada uno de 9 estudiantes de últimos semestres en dos Instituciones de Educación Superior en el centro de Bogotá (IES 1 y IES 2) y de la Fundación Universitaria del Área Andina (FUAA).
Procedimiento
Se diseñó un formulario de entrevistas semiestructuradas, aplicadas a cada grupo focal. Posteriormente, se trascribieron las narraciones de los universitarios, transformándolas en datos con los cuales fuese posible establecer categorías de análisis. Así mismo, al escoger los sujetos de estudio, se tuvo en cuenta que los jóvenes no participaran activamente en alguna corriente política, que tuviesen edad para ejercer el derecho al voto (mayor a 18 años) y ser joven (menor de 27 años según la Organización Mundial de la salud -OMS-).
Se realizó una revisión de literatura respecto al segundo acuerdo del Gobierno con las FARC con información oficial de las fuentes gubernamentales Con ayuda del software Atlas TI 6, se procedió a la categorización, codificación e interpretación de las entrevistas grupales de los estudiantes, lo que permitió identificar, contrastar y analizar el imaginario político de los jóvenes y con la construcción del corpus secundario, el análisis de contexto y el proceso de comprensión de la experiencia de los sujetos
Resultados
La investigación arrojó las categorías Poder político, preocupación por la construcción de país y perdón. Dichas categorías se manifestaron en los tres grupos focales. En la categoría poder político se hallaron cuatro subcategorías principales: Elites en el Poder político, oportunidades de cambio, representación de minorías y comparación con otros procesos. A continuación, en la figura 1, se muestra el esquema de categorías:
Poder político: Entendido por élite una “minoría selecta”. Con esta subcategoría se pudo observar cómo los jóvenes perciben los sucesos políticos cotidianos, y juzgan que en la historia del país existe lo que consideran una manipulación de algunas pocas personas en el poder.
Siguiendo a Castoriadis (2013), tales “significaciones imaginarias” desempeñan un papel organizador en el comportamiento humano y en las relaciones sociales, y son una “creación imaginaria” de la sociedad dada. A través de significaciones imaginariamente creadas, cada sociedad da respuestas a las preguntas básicas que tienen que ver con su propia existencia. Lo histórico-social establece ante toda racionalidad explícita, un universo de significaciones al que debe su unidad y coherencia: la estructura específica de sus elementos, una cierta comprensión de los recursos naturales externos al mundo y su relación con la sociedad, la elección de un determinado sistema simbólico, una cierta definición de las necesidades sociales “reales”, y, una funcionalidad de las instituciones que debe servir, etc. (Castoriadis, 1987).
Este imaginario se presenta en el relato de los estudiantes con respecto a las FARC-EP y su proceso de reincorporación:
Ahorita yo considero, si sube uno de los que siempre han dirigido el poder, me da miedo lo que llegue a pasar con Colombia, porque digamos que tal vuelva a haber una masacre como la UP”. (Estudiante IES – 1).
La subcategoría de representación de minorías cobra sentido, puesto que, en el imaginario de los estudiantes, para que puedan existir oportunidades de cambio, es necesario que se tengan en cuenta estas minorías. Ahora bien, evidentemente hay una tensión, una aporía, entre dos perspectivas de las minorías: aquellas élites que se encuentran en el poder político (el gobierno de unos cuantos), y aquellas que son minorías
Usualmente, cuando se habla de las minorías excluidas de la representación, frente a las élites que conforman una minoría en el poder, existen ciertas contradicciones en el discurso, que, no obstante, son dicientes. Dicho poder minoritario se ha configurado en torno a las políticas neoliberales, la globalización, en alianzas con grupos locales que han imperado en la injusticia y se ha afianzado en la corrupción. Así, en el imaginario de los estudiantes, la incorporación de las FARC-EP en la institucionalidad se ve irremediablemente expuesta a esta corrupción que supone el poder.
El poder político se identificó también con una exacerbada injusticia, que es motivo de preocupación permanente en la mayoría de estudiantes participantes de los grupos focales; misma en la que está presente la corrupción en la administración de las instituciones del Estado y representa una desconfianza marcada. Es claro que el nivel de indiferencia de la centralidad del poder y las polémicas actuaciones de algunos funcionarios del Estado, han sido relevantes en el imaginario que tiene los estudiantes sobre la historia política de Colombia. Más aún, el imaginario del poder asociado con las élites en el poder político tiene la característica de ser un factor que corrompe a los diferentes bandos.
Finalmente, dentro de la categoría poder político, fue importante la comparación con otros procesos de resolución de conflictos a nivel mundial. Los estudiantes consideran que para la resolución del conflicto, es importante contar con la elaboración de estrategias que tengan en cuenta las lecciones aprendidas y los aportes metodológicos en países como Sudáfrica e Irlanda. Así mismo, en el imaginario político son importantes en el proceso de paz colombiano, instituciones como el Centro de Memoria Histórica, Fundación Ideas para la Paz, por mencionar algunas que pueden ofrecer un apoyo a la construcción de un país más justo y equitativo.
Si como dice Castoriadis, el imaginario constituye la capacidad colectiva de creación del “Imaginario Social” (Castoriadis, 2013, p. 367), en este imaginario del poder político recae la corrupción en la administración de justicia, y expresa una profunda desconfianza en los administrados, que de paso arrastra con el trabajo honesto de la inmensa mayoría de trabajadores y de estudiantes que perciben un constante abuso del poder político. Esto implica que el imaginario que se desarrolla sobre la institucionalidad colombiana, y el poder político de la misma, se constituya en una serie de “normas, valores, lenguaje, herramientas, procedimientos y métodos de hacer frente a las cosas y de hacer cosas, y, desde luego, el individuo mismo, tanto en general como en el tipo y la forma particulares que le da la sociedad considerada” (Castoriadis, 2005, p. 67). Esta consideración significa a su vez, una pérdida de credibilidad en aquellos que gobiernan el país; estos imaginarios se expresan como reflejo de la proyección de la clase política colombiana y la falta de gobernabilidad transparente, lo que evidencia una apatía y profunda desconfianza.
Construcción de país: El objetivo del proceso de paz en Colombia con las FARC-EP, consiste en acabar el conflicto con uno de los actores armados más representativos en oposición al Estado. Muchos jóvenes expresaron una inquietud profunda respecto a la implementación de lo acordado en el teatro Colón: El acuerdo busca subsanar las causas estructurales e históricas que han alimentado el conflicto por más de sesenta años.
Respecto a estas causas estructurales, la reforma agraria, según los estudiantes, es uno de los puntos fundamentales, debido al conflicto por la tierra que se ha desatado en el país¸ “las FARC nacieron fue por un olvido del estado” (Estudiante IES -2); otros consideran la apertura democrática de las FARC-EP como el escenario en el que diferencias políticas se podrían solucionar. Así, el imaginario de la construcción de país pasa precisamente por una representación plural, conllevando un debate serio y abierto sobre la legalidad e ilegalidad del comercio de sustancias, que han configurado un enfoque territorial tanto de los grupos armados como del Estado, en el que las comunidades más vulnerables han sido las víctimas permanentes del conflicto. Muchos estudiantes consideran que, para la construcción de una paz estable y duradera, los enfoques de género, las comunidades indígenas, las diferentes etnias, los campesinos más vulnerables, deben ser un eje central, “podría haber más variedad de pensamiento para tomar decisiones en el país, que las mismas de siempre” (Estudiante FUAA). Este tipo de iniciativas y preocupaciones, demuestran que la socialización del conflicto armado en diferentes escenarios como las manifestaciones en las calles, iniciativas comunitarias o algunas campañas del gobierno, expresan cómo el proceso requiere de una participación de la comunidad, la sociedad civil y las víctimas del proceso de negociación, con un reconocimiento de las profundas fisuras que han debilitado la construcción de país. Existe un imaginario del campo como el lugar donde ha ocurrido lo más atroz del conflicto, tanto por “un olvido del Estado” (Estudiante IES -1), como por el accionar de los actores armados, incluyendo las FARC, “porque es que vienen de la guerra, sabemos que han matado, han masacrado; o ellos no, sino que han participado (dado la orden) y es una historia que a Colombia le ha dolido” (Estudiante IES -2). Así, el imaginario político de los estudiantes pasa también por una aceptación de los horrores de la guerra, de todos los actores, y de la conciliación.
Con base en esto, los jóvenes estudiantes entrevistados se suman a las voces a nivel nacional e internacional, avocando porque los acuerdos de la Habana, ratificados en el teatro Colón (capital del país), se implementen y se ejecuten con el mayor bienestar para todos los colombianos, ya que la mayoría de la población atravesada por el conflicto, han dado su apoyo a los Acuerdos de paz en Colombia. Aunque es preciso mencionar; en el imaginario, que la construcción de país no es un proceso simple, y necesita de la voluntad política de las FARC.
“Yo no votaría por alguien de las FARC, pero si veo que las propuestas de las FARC son mejores que las de los demás candidatos, yo siento que no me queda otra opción, porque igual de mi voto depende el futuro del país en el que estoy”. (Estudiante FUAA).
Los diferentes países garantes y acompañantes del Proceso de paz con las FARC-EP (Noruega Chile, Cuba, y Venezuela) junto con las Naciones Unidas, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz-Organización de Estados Americanos (MAPP-OEA) y la Unión Europea, siguen manteniendo un importante apoyo político y económico a la defensa de este Acuerdo. Los estudiantes que participaron en la investigación, en este sentido, indican cómo el apoyo internacional es fundamental debido a las presiones y ataques que han expresado los sectores más conservadores y la derecha del país a este proceso.
Perdón: En el contexto en el cual se desarrolló la investigación, se revela un escenario de conflicto no superado por los Acuerdos. En Colombia, el conflicto ha conllevado escenarios de guerra y periodos de relativa paz, palabras que no agotan su significado debido a que en el país son realidades que se presentan en la cotidianidad, y encierran una posibilidad de gobernanza que oscila entre la vida y la muerte. Esas dos realidades indican una manera y posibilidad como nación y país. Así, según el Centro de Memoria Histórica, entre 1958 y 2012 fueron 220.000 personas las que perdieron la vida en situaciones derivadas del conflicto; una de cada tres muertes violentas se ocasionó por la guerra, siendo el 81% de las víctimas, civiles (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013, p. 24). Es indudable que múltiples actores han intervenido en los escenarios de violencia; el imaginario de los estudiantes se conforma en la inclusión de estos actores, pero se reconoce, al tiempo, la posibilidad que emerge desde un escenario ignominioso.
Sin duda alguna, un intento por buscar la paz atraviesa el perdón de las víctimas y la reconciliación de una sociedad que ha estado en guerra por más de seis décadas, con impactos catastróficos y de grandes magnitudes no solo para Colombia, sino para la humanidad.
La justicia transicional ha funcionado en los conflictos contemporáneos como un modelo necesario para la transición de regímenes autoritarios hacia sistemas democráticos, y para la consecuente resolución de conflictos; ha sido una política jurídica que se ha implementado en la superación de guerras internacionales en la búsqueda de la paz. En ese sentido, algunos entrevistados son escépticos sobre los alcances de este modelo, dado que su implementación ha sido diversa en países, como Colombia, que sufren y han vivido conflictos internos. Sin embargo, también está presente el imaginario del perdón como voluntad política de los gobernantes y de todo el entramado del país, en los diferentes órdenes de lo social:
“Pienso que estamos en un Estado de derecho, en donde se puede resarcir el dolor, y las faltas que se cometieron. Y ellos [las FARC] están y han estado en disposición de entregar sus armas; de ser, de tener voluntad de cambio, enfocados como en mejorar nuestra sociedad, que se quite todo ese paradigma también de que siempre los mismos están gobernando. Ellos quieren empezar a hacer es punto de diferencia, y pienso que por eso ellos en este momento quieren estar en la política”. (Estudiante FUAA).
Como se ha venido notando, el imaginario político está constituido por una serie de significados que se estructuran cultural, moral, económica, y socialmente, que derivan en una unidad de sentido que tiene como ejes dinámicos el conflicto, el poder y las relaciones humanas. En ese orden de ideas, estos imaginarios reflejan cómo las diferentes sociedades, conductas, creencias, acciones, valores y pensamientos, están condicionados por ciertas pautas e ideas que se han ido desarrollando histórica y culturalmente; todo individuo no existe con anterioridad a esta estructura en la que se suscribe. Permanecemos en esas significaciones que construyen realidad, desde lo personal, familiar, social y hasta global. Este marco de sentido social se construye conjuntamente, pero es precisamente en este marco en que se hace evidente una disputa por el sentido de la paz y el perdón. De esta manera se empieza a construir el perdón como un escenario en que ciertas significaciones se imponen en el imaginario social, como es posible notar en el siguiente comentario:
“Nos los han vendido como que son unos asesinos y eso no tiene perdón en Colombia. Porque aquí para todos no es un secreto que si hablan de las FARC son asesinos, secuestradores, minas quiebra pata, es más como “perdono, pero no olvido”. Entonces es cómo yo perdono, pero entonces no vamos a olvidar que las FARC hizo tal masacre en tal lado, o hizo tantos atentados en tal lado […]”. (Estudiante IES -1).
Las significaciones imaginarias constituyen el umbral de reconocimiento e inserción en lo real, estableciendo un marco común y definitorio, estando ancladas en la mentalidad histórico-cultural de una sociedad que se convierte en una configuración de lo real. Dichas delimitaciones giran en torno al poder y problematizan sobre quiénes eligen lo que puede ser una significación. La sociedad existe mientras que los individuos se mantienen cohesionados en torno a la imaginación de dicha sociedad. Cada sociedad, crea un universo compartido de significado para sí misma, que no está determinado por la necesidad; la historia es la existencia de la multiplicidad de tales mundos, pero tampoco es totalmente contingente, ya que tiene que tener en cuenta lo existente. Como señala Castoriadis (1997b):
la historia es creación: la creación de formas totales de vida humana. Las formas histórico-sociales no están “determinadas” por las “leyes” naturales o históricas. La sociedad es autocreación. […] La autoinstitución de la sociedad es la creación de un ser humano mundo: de “cosas”, “realidad”, lenguaje, normas, valores, formas de vida y muerte, objetos para lo que vivimos y los objetos por los que morimos, y, por supuesto, ante todo, la creación del individuo humano en el que está incrustada masivamente la institución de la sociedad (p. 269).
Por último, es posible concordar con autores como Sibaja (2009), quien menciona que estudiar el imaginario político de los jóvenes permite vislumbrar el futuro, pues son los jóvenes los verdaderos gestores del cambio social.
Discusión
Este estudio sobre los imaginarios frente al conflicto y la reincorporación, muestra que-, permanece el pesimismo de los estudiantes frente a las instituciones, incluso frente a los mecanismos institucionales como la justicia transicional. Mientras en un estudio similar se llegaba a la conclusión que: “Existe escepticismo por el proceso de paz y reconciliación ya que lo representan como un camuflaje donde no se muestran los verdaderos intereses del gobierno y las FARC-EP” (Zapata & Pineda, 2017, p. 58), en el presente estudio se ha visto cómo en algunos estudiantes existe también escepticismo incluso frente al papel de la nueva fuerza política surgida de los Acuerdos de Paz, “porque ¿qué tal que haga cambiar como toda la rama judicial y todo el poder que hay? Digamos que todo eso siempre ha sido un robo” (Estudiante IES-1). Esto ha indicado cómo el imaginario sobre las instituciones de gobierno -aun cuando estas correspondan a mecanismos para lograr los objetivos de la paz-, tienen una connotación negativa, que es asociada con el poder de las élites: al ingresar a la arena política pública, se ingresa también al contexto de los vicios de poder.
Así mismo, existe entre los estudiantes de IES incertidumbre por el futuro de los Acuerdos de Paz, tanto por las condicionantes institucionales como por las fuerzas políticas opositoras, lo que concuerda con el estudio realizado por Castro (2019), en el sentido de que “persiste el desencanto, la insatisfacción y la desconfianza de la ciudadanía en los asuntos relacionados con la política, el Estado y la democracia”. Según estos resultados, parece que el imaginario político dentro de los jóvenes estudiantes universitarios no ha variado en los años transcurridos desde los acuerdos de paz. Lo anterior va en contravía con la hipótesis planteada, puesto que evidencia no un optimismo frente a la implementación pesimismo por el futuro de los acuerdos. de los acuerdos, sino un escepticismo e incluso
El escepticismo es una adversidad que es necesario superar, más que un problema imposible de sortear. Se evidencia entonces la necesidad de la construcción de paz para superar los errores históricos de las élites, en el marco de un postacuerdo, lo que concuerda con estudios realizados en ciudades como Pereira con estudiantes universitarios (Cardona, et al. 2018). Precisamente, el marco universitario, desde su autonomía, ha de aportar a la construcción de este post-acuerdo (Luna, 2019), en el que la construcción de un criterio social juegue un rol decisivo en la paz.
El conflicto con las FARC-EP, deriva de una instrumentalización del Estado por parte de una élite, a favor de unos pocos, haciendo que la sociedad civil colombiana sea vulnerada en sus derechos y en la capacidad conjunta de desarrollo. Así, se hace imperiosa la necesidad de establecer políticas que permitan un desarrollo inclusivo y democrático para todos, incluidos, afros, indígenas, comunidad LGTBI, mujeres, campesinos y en general todos aquellos que conforman la nación colombiana.
Desde luego, el trabajo presentado tiene ciertas limitantes. La primera de ellas, es que, los imaginarios políticos son fluidos, están en permanente configuración; aun cuando se nutren del pasado y de la historia, las decisiones presentes y las voluntades colectivas pueden reformarlos. Es por esto que, si bien este estudio es limitado tanto en el tiempo como en el espacio, abre la posibilidad del estudio de los imaginarios como herramienta de diagnóstico del momento que vive el país, con miras a la construcción de un futuro común. Por lo tanto, se abre una necesidad, y es la sistematización de experiencias en diversas regiones del país, para así, encontrar puntos de trabajo en este objetivo común.
Conclusiones
El análisis de las entrevistas semiestructuradas a los grupos focales de las IES, arrojó la conformación de tres categorías: Poder político, preocupación por la construcción de país y perdón, en los jóvenes universitarios. No obstante, la categoría poder político presentó cuatro subcategorías principales: elites en el poder político, oportunidades de cambio, representación de minorías y comparación con otros procesos.
Para el caso del imaginario de poder político, es interesante observar la conformación de unas élites en el poder político, que han condicionado históricamente los marcos de acción y transformación del país. Estas se conciben como una fuerza reaccionaria, proclive a la conservación del statu quo, a costa de la violencia hacia el pueblo y todo lo que ha conllevado el conflicto armado. Estas élites, a su vez limitan las oportunidades de cambio en el país, puesto que son excluyentes y reacias a la representación de las minorías. Aun cuando la nueva fuerza política nacida de las extintas FARC-EP, se ha insertado en los mecanismos institucionales de participación política, siguen siendo en el imaginario político unas minorías en términos de representación, (según el discurso particular de cada estudiante) que controlan el poder político. Por esto se hace importante para los estudiantes la perspectiva y experiencias de los procesos de paz en el mundo, puesto que pueden aportar ideas para solucionar tales conflictos.
Respecto a la construcción de país, esta se ve envuelta en un halo de escepticismo, puesto que, siendo el actuar de estas “elites” las que han influido en el imaginario de los estudiantes de IES de la política nacional, se considera a la nueva fuerza política emergida de las FARC-EP como una minoría que tendrá obstáculos para realizar un cambio en la sociedad colombiana, ya que serán estigmatizados en razón a su actuar pasado, es decir, las masacres, secuestros, vinculación forzosa al conflicto, etc. Así, respecto al futuro político, los jóvenes consideran que, aunque se les dará una oportunidad política a los miembros de las extintas FARC-EP, esa oportunidad política será limitada por quienes ellos consideran ostentan el poder y realmente definen el futuro del país para la construcción del mismo. No obstante, y dentro de este escepticismo, se vislumbra una esperanza, puesto que, pese a todos los tropiezos, los Acuerdos son un paso, aunque pequeño, pero real hacia la construcción de la democracia en Colombia.
La salida de la guerra y la apuesta por la opción política incita a la sociedad civil a una postura que permita la democracia, al menos parcialmente. La construcción de país también indica el imaginario que la población tiene de las FARC y de los otros actores que influyen en la construcción de nación.
Finalmente, es menester mencionar que el imaginario histórico con el que carga las antiguas FARC-EP en un sector de la población, repercute en una transición que está siendo disputada por poderosos sectores conservadores del país. A su vez, estos sectores se han encargado de replicar el imaginario de violencia y extrapolándolo en el actual proceso, haciendo que el perdón sea uno de los mayores desafíos. Estos poderosos sectores han frustrado la modernización de la sociedad, que como vimos en los imaginarios de los estudiantes, no quiere ceder el más pequeño de sus privilegios, y se ve en disputa la democratización de la sociedad y la apuesta reducción de la inequidad, esta última siendo una de las vertientes más influyentes en el conflicto de este país atravesado por la injusticia, la barbarie, la ignominia y la necesidad de construir un país incluyente y más equitativo.
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Notas