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MONTES SAGRADOS Y EMBLEMÁTICOS EN URUGUAY: DEL CERRO PAN DE AZÚCAR A LA ERMITA DEL PADRE PÍO EN SALTO
Mitológicas, vol. XXXV, pp. 87-106, 2020
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas


Resumen: La montaña no ha jugado un papel destacado en la construcción de la identidad de los habitantes de Uruguay, un país que tradicionalmente ha focalizado en las planicies, costas fluviales y marítimas de su geografía. Sin embargo, el territorio uruguayo no carece de elevaciones entre las que sobresalen los llamados “cerros chatos”, característicos del norte del país, y los sistemas de sierras o “cuchillas” que atraviesan el interior del territorio. La dimensión sagrada de los cerros en Uruguay está siendo promovida en función de un turismo orientado a intereses metafísicos y esotéricos. También han sido puestas en valor diversas colinas asociadas a reservas de fauna y sitios costeros de importancia histórica y patrimonial, como en el caso del emblemático monte Pan de Azúcar en San Carlos, el cerro San Antonio en Piriápolis, el promontorio rocoso de Punta Ballena en Maldonado, el cerro de la Buena Vista en Cabo Polonio y el cerro Verde, junto al Fuerte de Santa Teresa. Además, el santuario mariano en el cerro Verdún ha sido por más de un siglo un multitudinario lugar de peregrinaje religioso. El presente trabajo tiene por objeto reflejar la diversidad de creencias y prácticas asociadas a los espacios de altura en distintos puntos de Uruguay, en base a ascensiones a las cimas y entrevistas informales a peregrinos, custodios, arqueólogos y visitantes, que permiten arrojar luz sobre la creciente importancia que la dimensión simbólica de la montaña adquiere en Uruguay.

Palabras clave: Montañas Sagradas, Cerro Pan de Azúcar, Padre Pío dePietrelcina, Devoción Popular, Uruguay.

Abstract: Mountains seemingly have not played a prominent role in the construction of the identity of the inhabitants of Uruguay, a country known primarily for its plains, rivers and maritime coasts. However, the Uruguayan territory does not lack elevations, among which the so-called "flat hills” in the north of the country, and the systems of "cuchillas" that cross the interior of the territory. The sacred dimension of the hills in Uruguay is being promoted on the basis of tourism oriented to metaphysical and esoteric interests. Various hills associated with wildlife reserves and coastal sites of historical and heritage importance have also been protected, as in the case of the emblematic Mount Pan de Azúcar in San Carlos, the San Antonio hill in Piriápolis, the rocky promontory of Punta Ballena in Maldonado, the Buena Vista hill in CaboPolonio and the Verde hill, next to the Fort of Santa Teresa. The Marian sanctuary on Verdun hill has been a massive place of religious pilgrimage for more than a century. The purpose of this paper is to reflect the diversity of beliefs and ritual practices associated with high places in different parts of Uruguay. Fieldwork has been based on climbs to the hills and informal interviews with pilgrims, custodians, archaeologists and visitors, which allow to shed light on the increasing importance of the symbolic dimension of mountains in Uruguay.

Keywords: Sacred Mountains, Pan de Azúcar, Father Pio of Pietrelcina, Folk Devotions, Uruguay..

Introducción

Uruguay se caracteriza desde un punto de vista paisajístico por sus planicies extensas y por sus costas fluviales y marítimas. Sin embargo, su geografía no carece de elevaciones entre las que sobresalen los llamados “cerros chatos” del norte del país y los sistemas de sierras o “cuchillas” que atraviesan el interior del territorio. Entre estas últimas, se destacan la sierra de las Ánimas, cercana al resort costero de Piriápolis, y la sierra de Aguirre, en el departamento de Rocha. El punto más alto en el territorio uruguayo está situado en el cerro Catedral, que alcanza 513 metros sobre el nivel del mar.

El santuario mariano en el monte Verdún ha sido por más de un siglo un multitudinario lugar de peregrinaje religioso en la región de Minas; en tanto que en las últimas décadas ha crecido la convocatoriade la ermita del Padre Pío, en una pequeña colina en las inmediaciones de la ciudad de Salto. La dimensión “mística” de los cerros, queasoma con frecuencia enámbitos donde se cultiva el movimiento New Age, aparece promovida activamente en Uruguay,en función de un turismo orientado a intereses metafísicos y esotéricos. También han sido puestas en valor diversas colinas asociadas a reservas de fauna y sitios costeros de importancia histórica y patrimonial, como el emblemático monte Pan de Azúcar en San Carlos, el cerro San Antonio en Piriápolis, el promontorio rocoso de Punta Ballena en Maldonado, el cerro de la Buena Vista en Cabo Polonio y el cerro Verde, junto al Fuerte de Santa Teresa, en Coronillas.

La importancia de la montaña ha crecido en el imaginario colectivo uruguayo en las últimas décadas, habiendo obrado como catalizador al accidente aéreo ocurrido en la cordillera de los Andes en 1972. La caída del avión a más de tres mil metros de altura forzó a un grupo de jóvenes deportistas uruguayos a protagonizar una de las historias de supervivencia más extraordinarias de la segunda mitad del siglo XX, la cual ha sido llevada al cine (en el filme “Viven”) y continúa siendo recordada en las conferencias y libros escritos por los sobrevivientes. Desde hace algunos años, el Museo Andes 1972 revela a visitantes locales y extranjeros los pormenores de la hazaña (incluido el controversial canibalismo in extremis), a la vez que exhibe objetos rescatados del lugar del accidente e ilustra detalladamente acerca de las características adversas del entorno cordillerano. La presencia de dicho museo en pleno corazón histórico de la capital nacional, contribuye a generar un interés creciente por los ambientes de montaña y sus extremos.

El presente trabajo tiene por objeto reflejar la diversidad de creencias y prácticas asociadas a los cerros sagrados y emblemáticos de Uruguay. Se reconoce la importancia arqueológica de los llamados “cerritos de indios”; se describen procesos de patrimonialización de colinas costeras; se analiza el papel de las cruces e imágenes de santos católicos en lugares de peregrinación en altura, y se contempla también el rol del turismo y el impacto del movimiento New Ageen la sacralización de las elevaciones orográficas. La investigación se basa en experiencias de campo, que incluyen ascensiones a las cimas, observación participante y entrevistas informales a peregrinos, custodios, arqueólogos y visitantes, que permiten arrojar luz sobre la importanciade la dimensión simbólica de la montaña en Uruguay.

Materiales y métodos

Una aproximación holística o integral al estudio de montes emblemáticos y cerros sagrados combina aportes de la arqueología, la etnología, la etnografía y la historia. Tiene en cuenta la importancia del patrimonio material e intangible en el robustecimiento de la identidad de los pueblos, en la práctica religiosa y en el desarrollo de un turismo sustentable. Se reconocen como antecedentes las propuestas investigativas desarrolladas por Edwin Bernbaum (1990 y 2006) y Adrian Cooper (1997) para el estudiode las montañas sagradas; los aportes de Richard Bradley (2002) para una arqueología de paisajes naturales, y las contribuciones previas de la autora en el campo de la arqueología de alta montaña sudamericana, las procesiones andinas en altura y la antropología de montañas sagradas del mundo.

Entre los montesabordadosen el presente trabajo se cuentanel Pan de Azúcar en San Carlos, el cerro San Antonio en Piriápolis, el promontorio rocoso de Punta Ballena en Maldonado, el cerro de la Buena Vista en Cabo Polonio y el cerro Verde adyacente al fuerte de Santa Teresa. Particular atención se otorga al estudioetnográfico del caso de la ermita del Padre Pío en Salto; en tanto que el cerro Verdún es abordado someramente, por encontrarse en prensa otro trabajo de la autora dedicado específicamente a dicho santuario mariano.La diversidad de los datos reunidos incluye testimonios etnográficos espontáneos, prácticas cúlticas relevadas durante las experiencias de campo y el análisis de aspectos vinculados a la toponimia, el folclore y la mitología.

Desde el punto de vista lingüístico, el elemento montañoso aparece aludido en el propio nombre de la capital de Uruguay, Montevideo, que hace referencia a una colina costera fortificada en tiempos virreinales.

El Cerro de San Antonio en Piriápolis

Piriápolis fue fundada por Francisco Piria en 1890, inspirado en los grandes resorts costeros mediterráneos, y soñada como “el balneario del porvenir” por su emplazamiento rodeado de cerros, bosques y playas. Efectivamente, la ciudad se encuentra enmarcada por los cerros San Antonio y del Toro, y ofrece como telón de fondo al emblemático monte Pan de Azúcar. Entre los principales atractivos culturales se cuentan el castillo de Piria (construido en 1897), la rambla de los ingleses y el hotel Argentino inaugurado hacia 1930, el cual funciona actualmente como resort de talasoterapia y “termas marinas”.

Dada la fama de Francisco Piria como “alquimista”, el turismo apela a visitantes que se sientan atraídos por la búsqueda de “lugares de poder” a través de propuestas de recorridos por “rutas místicas” y “senderos de cábala”. Todo lo antedicho redunda en una singular y personalísima antropización de este tramo del paisaje costero uruguayo que también ha heredado el nombre del visionario fundador del balneario.

El cerro San Antonio supera los cien metros sobre el nivel del mar y domina la bahía donde se asienta la ciudad de Piriápolis. Convertido en un atractivo turístico gracias a la instalación de un sistema de aerosillas, puede ser ascendido también a pie o en vehículo y ofrece un panorámico mirador en su cima, desde donde se alcanza a divisar Punta del Este. La vista resulta francamente escénica durante los amaneceres invernales cuando la bruma marina cubre parcialmente las planicies, lagunas y pinares que rodean a la ciudad balnearia.

En el punto más elevado de esta pequeña montaña también tienen cabida antenas repetidoras y un restaurante con piscina. La dimensión sagrada del cerro se encuentra subrayada por la presencia en la cumbre de una ermita de planta circular dedicada a San Antonio, en cuyo interior se destaca una imagen escultórica del santo que sostiene al Niño Jesús en los brazos, acompañada de placas de agradecimiento y escasas ofrendas dejadas por los devotos.

La sacralidad de esta colina se nutre asimismo de la presencia de una imagen de la Virgen de los Pescadores que mira hacia el mar, desde un balcón artificial situado sobre sus laderas bajas, no lejos del puerto deportivo de Piriápolis. Dicha imagen de Nuestra Señora como Stella Maris ha sido erigida en el preciso punto donde Francisco Piria puso la piedra fundamental de su proyectado “balneario del futuro”.

No lejos del cerro San Antonio se encuentra el llamado cerro El Toro, de 252 metros de altura, que recibe su nombre por la presencia de una escultura bovina de 3000 kilogramos de peso que ha sido erigida en las laderas altas, junto a una surgente de aguas a las que se considera con propiedades radioactivas.


Figura 1
Vista de Piriápolis desde el cerro San Antonio (M. Ceruti).

Los “Cerritos de Indios” y su arqueología

Característicos por su antigüedad precolombina son los llamados “cerritos de indios”, en cuyas cimas se han documentado parapetos de piedras de planta circular u ovoide. Las investigaciones arqueológicas de estos peculiaressitios de altura uruguayos se encuentran actualmente en pleno auge, gracias a la tesonera labor de la arqueóloga uruguaya Moira Sotelo y sus colaboradores. Los resultados de sus observaciones en las alturas de la Serranía de Aguirre han sido compilados y analizados en el marco de una Tesis de Doctorado defendida en la Universidad de Sevilla (Sotelo 2018). Asimismo, la divulgación a la comunidad ha sido hábilmente encauzada a partir de la redacción de un volumen de literatura juvenil titulado “Más cerca del Cielo: misterios de la arqueología uruguaya para niños curiosos” (Sotelo et. al. 2014), distribuido como material de estudio en escuelas y colegios secundarios.

El Monte Pan de Azúcar

El Pan de Azúcar es uno de los montes más visibles y prominentes del Uruguay Dotado de un perfil distintivo, alcanza una altitud de 389 metros sobre el nivel del mar y puede ser divisado desde las ciudades balnearias de Piriápolis y Punta del Este.

A los pies del monte se extiende una importante reserva de fauna litoraleña con ejemplares de ciervos, carpinchos, tortugas, yacarés, aves lacustres y hasta yaguaretés. Una antigua cantera situada en la base misma del cerro ha sido convertida en un museo al abierto donde pueden apreciarse góndolas mineras, vías de ferrocarril y otros implementos característicos de la actividad minera. Adyacente a la base del cerro, en unos distintivos afloramientos rocosos de acceso restringido, se encuentran algunas de las manifestaciones de arte rupestre más significativas de esta región de Uruguay, que han sido declaradas Monumento Histórico Nacional. El emplazamiento de estas pictografías sugiere la importancia simbólico-religiosa que dicha montaña debió haber revestido para los habitantes originarios.

Visitar la cima del Pan de Azúcar demanda un ascenso de una hora y media siguiendo un sendero de montaña señalado con pequeñas flechas pintadas de color amarillo. Antes de emprender la subida es necesario informar datos personales a un grupo de guarda-faunas empleados de la reserva ambiental, quienes toman nota del horario de partida de cada persona a fin de facilitar la coordinación de un rescate, en caso de alguna eventualidad. Para el descenso se estima que hacen falta más de dos horas,dadas las complejidades del terreno en el que abundan bloques graníticos de gran tamaño cubiertos por vegetación arbustiva y palmeras enanas. Los cuidadores no escatiman en admoniciones para los visitantes menos experimentados, advirtiendo el peligro del vértigo y la necesidad de “usar las manos” en ciertos tramos.

En la extensa cumbre del Pan de Azúcar se yerguen varias antenas transmisoras y una gigantesca cruz, de más de 35 metros de altura (el equivalente a un edificio de seis pisos), cuyos brazos funcionan como mirador. La cruz puede ser ascendida gracias a la presencia de una escalera de caracol en el interior.

Pese al enorme tamaño y la visibilidad de este símbolo católico que corona al monte, el ascenso del Pan de Azúcar no parece ser encarado en función de móviles religiosos. No hay presencia de ofrendas en la cima, ni tampoco una fecha calendárica en la que montaña sea utilizada masivamente como meca de peregrinaje devocional. La autora ascendió en una soleada tarde con temperaturas otoñales agradables, esperando encontrar una significativa cantidad de devotos caminantes,por tratarse de un día Domingo. Sin embargo tan solo cruzó a dos turistas argentinos y a un puñado de jóvenes senderistas uruguayos. Quizás las dificultades del terreno amedrentan a potenciales devotos con menores habilidades para el excursionismo.

Aparentemente en las alturas de este monte hay presencia de parapetos y otras estructuras de piedra de antigüedad arqueológica (véase Sotelo et. al. 2014). No lejos del Pan de Azúcar se yergue otra montaña de importancia patrimonial, una cuchilla bautizada como sierra de las Ánimas, que habría sido utilizada como lugar de entierro por los pobladores originarios charrúas y que actualmente es visitada en el marco de caminatas guiadas hacia pequeñas cascadas conocidas como el “salto de los Espejos”.

La ciudad de San Carlos, que tiene al monte Pan de Azúcar como telón de fondo, fue fundada por Pedro de Cevallos en 1763 y habitada inicialmente por un conjunto de familias portuguesas. Su importancia estratégica radicaba en la defensa de las posesiones del imperio español en la Banda Oriental. Monumento Histórico Nacional, la iglesia de San Carlos Borromeo fue erigida en 1767 y constituye el segundo templo más antiguo del país. Los pobladores de la vecina Sierra de Caracoles apuestan al desarrollo del agroturismo a través de circuitos como los llamados “caminos del olivo”.

Con respecto a la denominación de “Pan de Azúcar”, aplicada a montes de forma cónica en muchos rincones de Iberoamérica, se debe mencionar no solamente su similitud formal con los moldes para el azúcar en uso en tiempos de la Colonia, sino también la vinculación conceptual con “Pan”, una antigua deidad de las montañas celtas cuya veneración en los Alpes fue subsumida por los romanos bajo la advocación de Giove Penino y posteriormente cristianizada bajo el culto a San Bernardo (Ceruti 2019a).


Figura 2
Rocosos contrafuertes del monte Pan de Azúcar (M. Ceruti)


Figura 3
Cruz en la cima del Pan de Azúcar (M. Ceruti)

Del promontorio de Punta Ballenas al faro de José Ignacio

La bahía de Maldonado fue poblada y fortificada en 1755 por orden del gobernador de Montevideo, en razón de su valor estratégico para la defensa de los intereses de España en la región. Convertida actualmente en capital del departamento homónimo, es la segunda ciudad más importante de Uruguay. Entre sus principales atractivos culturales se cuenta la catedral de San Fernando, el museo del Títere y el cuartel de Dragones, considerado Monumento Histórico Nacional.

Punta Ballenas es un promontorio rocoso que delimita a la bahía de Maldonado, separándola de la playa de Solanas. Es mundialmente conocida por albergar la Casa Pueblo, un conjunto de construcciones trogloditas y de estilo cicládico -pintadas de blanco y carentes de líneas rectas- las cuales se distribuyen en varios niveles, sobre el empinado acantilado occidental. El museo alberga una buena parte de la obra pictórica y escultórica del celebrado artista plástico uruguayo, Carlos Paez Vilaró.

Punta del Este se encuentra situada en una angosta península donde se unen las aguas del Río de la Plata y el océano atlántico. Tanto la península como el Mar Dulce que la baña fueron descubiertas por Juan Díaz de Solís en 1516. Desde sus orígenes como villa pesquera, Punta del Este se ha desarrollado durante la segunda mitad del siglo XX hasta convertirse en la ciudad balnearia más importante del Uruguay. El perfil edilicio basado en rascacielos, su proyección turística internacional y la extensión territorial enmarcada por dos frentes costeros -las playas Brava y Mansa, respectivamente- determinan que sea frecuentemente comparada con Miami, su contraparte norteamericana, situada en el extremo meridional de la península de la Florida.

Las islas que emergen frente a su puerto concentran las más importantes manifestaciones del patrimonio costero regional. La isla Gorriti conserva vestigios históricos de ocupaciones militares y del uso del islote como refugio por parte de piratas y corsarios; en tanto que la isla de los lobos nuclea a una numerosa colonia de pinnípedos.

La rambla que circunvala la punta de la península se extiende aproximadamente cinco kilómetros desde el puerto de Nuestra Señora de la Candelaria (en el extremo de la Playa Mansa) hasta la famosa “Mano”, una escultura de gigantescas proporciones obra del escultor Mario Irrazabalque representa a dedos emergiendo de las arenas doradas de la Playa Brava. El interior de la península concentra residencias veraniegas del siglo XIX, una estación meteorológica, un imponente faro marítimo erigido en 1860 y la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, construida en estilo neo-románico.

Sin embargo, el punto culminante de la geografía sacralizada de Punta del Este se encuentra situado entre afloramientos rocosos y olas rompientes. Se trata de una pequeña ermita dedicada a la Virgen de la Candelaria, que congrega a numerosos fieles y devotos durante todo el año y ha quedado íntegramente cubierta con placas de agradecimiento y exvotos. La ermita fue inaugurada el 2 de Febrero de 1982 y es obra del escultor Mario Lazo. Su emplazamiento y la fecha de su inauguración promueven el sincretismo entre la devoción católica a la Virgen de la Candelaria y el culto afroamericano a la orixá del mar, Iemanja.

Caracterizada por sus centros comerciales y galerías de arte, la localidad de La Barra se extiende al norte de Punta del Este, junto a una laguna que forma el arroyo Maldonado antes de desembocar en el mar. Sobre sus aguas cruza un llamativo puente ondulante construido en 1965 y que lleva el nombre de Leonel Viera (al cual se le ha anexado otro puente semejante en 1999). En sus inmediaciones, el Museo del Mar custodia esqueletos de cetáceos, maquetas de barcos en miniatura, instrumental de navegación y objetos históricos pertenecientes a corsarios y piratas.

Sobre una suave colina boscosa, a unos seiscientos metros de la playa oceánica, entre pinares y casas residenciales, se ha construido recientemente una ermita dedicada al Padre Pío. La misma alberga una imagen escultórica del santo, situada al interior de una pequeña gruta de mampuesto blanco, custodiada por rejas. Alrededor de la imagen se dispersan ofrendas florales y placas de agradecimiento, que se suman a otras placascolocadas en el exterior.

Pasando la playa de Manantiales, la exclusiva localidad de José Ignacio no ostenta ermitas de importancia religiosa, destacándose en cambio el vistoso faro marítimo, que corona el promontorio rocoso situado al extremo de la península. Forma parte del sistema de faros históricos del Uruguay, que lo articula con el faro de Punta del Este, el faro de La Paloma y el faro de Cabo Polonio.


Figura 4
Ermita del Padra Pío en La Barra (M. Ceruti)

El Cerro de la Buena Vista en Cabo Polonio

Cabo Polonio constituye uno de los principales Parques Nacionales de Uruguay donde se protege una parte de la riqueza marina y submarina de la región costera oceánica. Se trata de un cabo rocoso conformado por bloques de granito rosado que se adentran a las aguas del Atlántico, formando extensas playas de arena dorada a ambos lados. El promontorio alberga una nutrida colonia de lobos marinos, con alreededor de un centenar de ejemplares que se asolean sobre las rocas, junto al antiguo faro, excelentemente preservado y en perfectas condiciones de funcionamiento.

En el istmo del cabo se asienta un pueblo histórico fundado inicialmente como aldea de pescadores, y constituido por pequeñas casas de madera pintadas de colores vivos, las cuales carecen de electricidad y agua corriente. El poblado ha devenido en destino de veraneo local y meca de turismo internacional. Artistas y jóvenes bohemios contemplan los mágicos atardeceres con animada conversación y música de tambores, entremezclados con el aroma de las pizzas a la piedra, los sahumerios y el humo de la marihuana (cuyo uso se ha despenalizado hace algunos años en Uruguay).

Aproximadamente a seis kilómetros, entre las dunas que separan la playa septentrional de Polonio y la barra de Valizas, se yergue un promontorio rocoso conocido como el cerro de la Buena Vista, que mira hacia un conjunto de islotes que emergen del mar. El estatus simbólico de esta pequeña elevación ha aumentado en los últimos años, dado que algunos de los pobladores locales la identifican como un cerro cuya dimensión sagrada se remontaría a tiempos precolombinos.

Una pareja de jóvenes turistas alemanes, con quienes la autora conversó en Cabo Polonio,dijeron en referencia a residentes locales que “los hippies” les habían recomendado caminar hasta el cerro de la Buena Vista para ver el atardecer y “absorber la energía”. Les habían explicado que se trataba de un cerro sagrado para los indígenas, en el que a veces se revelaba la presencia de “dibujos en las piedras”.

Consultado al respecto, el arqueólogo uruguayo Arturo Toscano informó que no se han documentado manifestaciones de arte rupestre en torno a dicha montaña (Arturo Toscano, comunicación personal, Noviembre de 2018).

El Cerro Verde y el fuerte de Santa Teresa

El pueblo pesquero de Punta del Diablo, con sus casas de colores y barcazas de madera dispersas sobre la arena de su principal bahía, es el punto habitado más cercano para visitar los cerros costeros que jalonan la costa septentrional uruguaya. Una de estas pequeñas colinas fue elegida para la construcción del histórico fuerte de Santa Teresa.

La fortaleza de Santa Teresa responde al patrón “tipo estrella” característico de arquitectura militar del siglo XVIII. Cercada por una muralla de rocas rojizas dotada en sus esquinas con torretas de vigilancia y reforzada con cañones, la fortaleza ostenta en su interior diversos espacios musealizados cuyo impecable mantenimiento corre por cuenta de miembros activos del ejército uruguayo. Se pueden visitar la comandancia, la capilla, la enfermería, la herrería, la despensa y el polvorín, entre otros.

Una reserva de animales adyacente a la fortaleza cuenta con una pajarera y jaulas donde se alojan diversidad de primates no autóctonos (incluyendo mandriles). Entre áreas de palmares y humedales vernáculos pasean venados de las pampas y carpinchos.

Hacia el norte de la fortaleza, inmediatamente adyacente al mar se levanta el llamado cerro Verde, que domina la aldea de Coronillas. Esta pequeña elevación cuenta con un mirador para los visitantes y supo ser empleada tradicionalmente para el avistamiento de ballenas francas (el cual puede realizarse directamente desde ciertos puntos de la costa uruguaya entre los meses de Mayo a Noviembre).

El Cerro Verdún y la geografía sagrada de Minas

La ciudad de Minas se encuentra enclavada en uno de los paisajes más montañosos de la geografía de Uruguay. Cerca del centro urbano, el llamado cerro de Artigas ostenta en su cima una estatua ecuestre del prócer más celebrado en la historia de la Banda Oriental. Las elevaciones que circundan al núcleo poblacional cumplen funciones recreativas y socializadoras. En virtud de sus farallones de roca desnuda casi verticales, el cerro de Arequita es meca de escalada en roca y punto de reunión para la práctica recreativa de rapel.

En los alrededores de Minas se sitúa un afamado “monasterio budista” semejante en su función social al “monasterio zen” construido hace algunas décadas en la localidad serrana de Capilla del Monte, en Córdoba, Argentina. Asimismo, un valle serrano que forma parte del terreno de una estancia vecina se ha convertido en foco para un turismo de corte esotérico y místico. Promocionado como “el Hilo de la Vida”, el recorrido del valle debe realizarse acompañado por un guía local y permite apreciar un curioso conjunto de apilamientos rocosos con forma cónica. Si bien los arqueólogos uruguayos vinculan a los conos de piedra con actividades agrícolas de despiedre introducidas por la conquista europea (Arturo Toscano, comunicación personal, 2018), la folletería y la página web de la estancia les atribuyen una antigüedad “incalculable” y las interpretan como “enigmáticos vestigios de una avanzada civilización precolombina”.

Entre diversos cerros minuanos apropiados creativamente con fines religiosos y recreativos, sobresale el monte del Verdún, coronado por una imagen de la Virgen María y activo centro de peregrinaje en altura durante más de un siglo de historia uruguaya. El cerro alcanza una altura de 326 metros y debe su nombre a uno de los primeros pobladores de la región, el vasco Juan Bautista Berdún, quien se asentó en sus inmediaciones en 1801.

Una imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción -que había sido pensada originalmente para el cerro Arequita- fue inaugurada en la cima del Verdún en 1901, en respuesta a una exhortación papal a “cristianizar” las montañas a través de la colocación de cruces e imágenes religiosas. La importancia simbólica y el uso social del Verdún como lugar de peregrinaje y espacio de culto funerario es motivo de análisis en un trabajo dedicado específicamente a este cerro sagrado(Ceruti, 2019b). El santuario llega a recibir 80.000 peregrinos durante una festividad patria en el mes de abril, y es visitado a lo largo de todo el año por devotos que recuerdan la memoria de familiares fallecidos -e, inclusive, arrojan las cenizas en la cima-.

La ermita del Padre Pío en Salto

La ciudad de Salto se encuentra enclavada sobre las altas terrazas fluviales que bordean al río Uruguay, frente a la ciudad argentina de Concordia, a escasos kilómetrosaguas abajo del dique de la represa de Salto Grande. Los pobladores de ambas márgenes se reconocen como integrantes de un mismo paisaje cultural, en el que la figura del río juega un papel clave para la construcción de la identidad local.

El museo de Historia Natural de Salto conserva y celebra el patrimonio de la región, exhibiendo colecciones de mates de porcelana, conjuntos de implementos de cuero (botas de piel de iguana, rebenques), dioramas de gauchos litoraleños con su vestimenta típica y reconstrucciones de pulperías rurales e interiores de casas señoriales del siglo XIX. En la vecina ciudad de Concordia, el museo de antropología e historia ofrece colecciones de cerámica unguiculada, tabletas de piedra grabadas con forma fálica y fósiles de fauna pleistocénica, que incluyen gliptodontes y perezosos gigantes.

En las cercanías de Salto se sitúa el enclave turístico uruguayo de Dayman, cuya importancia no ha cesado de crecer en los últimos años, gracias a las propiedades atribuidas a sus aguas termales. Su aprovechamiento inicial fue posible gracias ala intervención de un fraile, de quien se dice que habría “destapado el pozo”. La villa se extiende junto a un arroyo de aguas cristalinas, en una geografía de suaves cuchillas, pasturas y bosques arbustivos.

A tan solo cinco kilómetros de las termas de Dayman se levanta una renombrada ermita del Padre Pío, en la cima de una elevación natural con distintivos afloramientos de cuarzo blanco, que contribuyena sacralizar a este inusual espacio “de altura”. La gruta se encuentra comprendida dentro del terreno de la estancia La Aurora, cuyo casco se ubica a aproximadamente un kilómetro de distancia. El saber popular local atribuye a los dueños del establecimiento el haber promovido la devoción al Padre Pío, además de quedar vinculados históricamente con el surgimiento de la veneración a la Virgen del Cerro en la ciudad de Salta.

En efecto, son habituales los viajes en ómnibus chárter que unen las ciudades ribereñas de Salto y Concordia con el santuario mariano en las sierras salteñas del norte argentino, foco de intenso turismo religioso desdehace aproximadamente dos décadas (Ceruti, 2013). No dejan de llamar la atención los grandes carteles publicitarios promocionando el peregrinajea la Virgen del Cerro de Salta, tanto en la región de Salto, como en otros puntos más distantes de la geografía uruguaya.

El relato oral de los lugareños enfatiza las particularidades “místicas” de la geografía que circunda a la ermita del Padre Pío, atribuyéndole cualidades inusitadas. Se hace referencia a la estancia La Aurora como un “vórtice energético” semejante a otros “siete vórtices que existen en distintos lugares del mundo”; hasta se llega a vincular más o menos explícitamente a estas elevaciones del terreno con el fenómeno OVNI. En este sentido, el discurso popular se asemeja a las interpretaciones de corte New Agetejidas en torno a la localidad norteamericana de Sedona, en Arizona, cuyas rojizas colinas son caracterizadas vulgarmente como “vórtices energéticos” y lugares de avistamiento de naves alienígenas.

La Aurora es referida como escenario de inusuales “emanaciones telúricas”perceptibles al acercarse físicamente a un afloramiento rocoso vecino al casco de la estancia. Acostándose sobre las piedras,se dice inevitable vivenciar “un silencio increíble”, “la sensación de que el tiempo no pasa” y “una recarga completa de las energías del cuerpo y del alma”. Estas expresionesresultan comparables a las que se entretejen habitualmente en torno a otros lugares sagrados que son objeto de afluencia de “turísmo místico”, como Machu Picchu, en los Andes peruanos.

Durante una de las entrevistas se hizo mención a la inusual preservación de material orgánico que se daba en un pozo rocoso junto a las raíces de un árbol solitario: un informante manifestó que allí se conservaban inexplicablemente los cuerpos de animales muertos en el campo. Al expresar la autora su intención de examinar el extraño repositorio, se le explicó que los dueños de la estancia ya no permiten el acceso, en razón de las cada vez más frecuentes e inoportunas visitas de curiosos. También refirió el mismo informante que años atrás, los extraños avistamientos de “objetos voladores no identificados” en los cielos de la estancia habían atraído la atención de investigadores norteamericanos. Aparentemente, se habrían hecho presentes en esta parte de la geografía uruguaya varios miembros de la NASA y “hasta el propio astronauta Armstrong, primer hombre en llegar a la Luna”.

La autora visitóen dos oportunidades la ermita del Padre Pío. La primera vez durante una lluviosa tarde de otoño y,la segunda, en la mañana de un soleado sábado de primavera. El número de fieles que se congregan allí crece significativamente cuando la climatología es benigna; pero el flujo de peregrinos no se detiene ni siquiera cuando impera el mal tiempo. Aún durante la visita realizada bajo condiciones climáticas adversas, se observó la llegada (a pie) de devotos procedentes del enclave turístico de las termas de Dayman. En condiciones más favorables, además del flujo incesante de peregrinos se verifica la instalación de dos o tres puestos de venta de ítems religiosos en el espacio destinado al estacionamiento de vehículos, en los que no faltan imágenes del santo, rosarios, medallas de la Virgen y fragmentos de cuarzos de distinto color y tamaño.

El sendero agreste que conduce a “la ermita de Salto” se encuentra jalonado por numerosos carteles que reproducen frases célebres y reflexiones del Padre Pío, los cuales cumplen una función semejante a la de las estaciones de un Vía Crucis. Aunque no sea acentuadamente ascensional, el acercamiento se asemeja a la recorrida de un monte calvario ibérico o a la peregrinación a un “sacromonte” lombardo. Cabe mencionar como dato anecdótico que la lluvia torrencial que acompañó laprimera visita se interrumpió convenientemente durante el tiempo que se tardó en recorrer a pie los trescientos metros que separan el ingreso del prediode la gruta. Dosdevotas procedentes de la ciudad de Concordiainterpretaron el cese de las precipitaciones como una deferencia del santo, destinada a evitarles un resfrío.

La pequeña gruta de piedras se encuentra situada en el ápice de una colina muy suave, apenas perceptible en el paisaje. La característica “cumbrera” del enclave se ve subrayada por la presencia de una corta escalinata de tierra apisonada que desciende desde el frente de la ermita hasta un pequeño bosque con árboles nativos, habitualmente utilizado como área de pic-nic y descanso .Prácticamente no queda espacio entre las rejas que cierran la gruta y el borde de la escalinata, lo que obliga a los devotos a formar una sola hilera transversal frente a la imagen del santo y acortar la permanencia, cuando nuevos peregrinos pretenden acercarse para rezar.

En el interior de la gruta se acumulan placas de agradecimiento, rosarios, medallitas, fotos, velas y exvotos en gran número y variedad. En el transcurso de casi medio año entre las dos visitas, se pudo advertir un notorio incremento de los objetos allí dejados por los peregrinos, los cuales aparentemente no son removidos.

Un curioso relato, referido repetidamente, hace alusión a la cabeza esculpida del fraile, la cual se dice que cayó al suelo en más de una oportunidad, tras haber sido colocada en posición anatómica, sobre el cuello de la imagen. Se da a entender que el santo habría reaccionado negativamente, en razón de que la semejanza física de su semblante no habría estado bien lograda, pese a las buenas intenciones y la pregonada maestría del escultor. Finalmente, la cabeza quedó firme en su lugar, una vez que el escultor rogó humildemente al Padre Pío que dirigiera sus manos para lograr su cometido.


Figura 5
Escalinatas a la colina del Padre Pío en Salto (M. Ceruti)

Consideraciones y conclusiones

En las tierras altas sudamericanas, la imponente orografía andina ha inspirado el desarrollo de diversas creencias y prácticas rituales indígenas y el anclaje de mitos y prácticas devocionales de origen europeo; así como el sincretismo resultante de su recíproca interacción.En ausencia de grandes elevaciones en el paisaje, la importancia social y religiosa otorgada a las manifestaciones orográficas uruguayas ha sido comparativamentemenor. Sin embargo, la antigüedad prehispánica de la montaña sagrada en Uruguay comienza a visibilizarse gracias al estudio arqueológico de los llamados “cerritos de indios”. La mirada católica tradicional -que articula al paisaje de montaña en relación con la Virgen María- se pone en evidencia en la centenaria tradición de peregrinaje al santuario mariano en el cerro Verdún.Más recientemente, lainauguración de un museo dedicado a los Andes en pleno corazón de la ciudad capital de Montevideo, refleja un creciente interés por la montaña, motorizado indirectamente por el turismo.

En las áreas costeras uruguayas seadvierteuna significativa asociación entre promontorios considerados emblemáticos y áreas de valor patrimonial. A lo largo del trabajo hemos hecho referencia a Punta Ballenas -mundialmente famosa por su museo Casa Pueblo-; así como al fuerte de Santa Teresa y al monte Pan de Azúcar, que fundamentan su atractivo turístico en las reservas de fauna y museos de sitio que se extienden en sus inmediaciones.

En el caso del monte Pan de Azúcar, más allá de su utilización como mirador, la colocación de una imponente cruz desde hace más de medio siglo en su cima no parece haber suscitado o promovido actividades religiosas asociadas a la tradición católica (peregrinaje colectivo, ascensiones penitenciales, culto a los difuntos, etc.). Sin embargo, la presencia de arte rupestre en afloramientos rocosos junto a la base sería indicativa de su importancia como montaña sagrada para los pobladores originarios.

Las actuales investigaciones arqueológicas sobre arquitecturas en piedra en emplazamientos de altura; así como el estudio sistemático de los llamados “cerritos de indios”,abren nuevos horizontes para la valoración de la importancia religiosa de la montaña uruguaya en tiempos previos a la conquista europea. Por otra parte, la espiritualidad de los pueblos originarios es invocada en las eclécticas interpretaciones que los bohemios residentes de Cabo Polonio comparten con los visitantes extranjeros, acerca de la importancia simbólica del vecino cerro Buena Vista.

En los últimos años, la dimensión sagrada del paisaje de montaña en Uruguay ha comenzado a reforzarse mediante la búsqueda de experiencias caracterizadas como “mágicas” o “esotéricas”, en el contexto del auge delas creencias vinculadas a la New Age y de un turismo al que suele caracterizarse como “místico”. Las elevaciones que enmarcan a la ciudad costera de Piriápolis -el monte Pan de Azúcar, el cerro San Antonio y cerro del Toro-son concebidas como “lugares de poder” vinculados al legado de Francisco Piria, el visionario fundador del balneario, a quien se identifica como “alquimista”. Las sierras que rodean a la ciudad de Minas sonvaloradas en virtud de “las energías que de ellas emanan”, que invitan a la meditación en el monasterio budista local, o a recorrer el circuito de turismo místico conocido como “el Hilo de la Vida”. La ermita del Padre Pío, en una colina cercana a la ciudad de Salto, es concebida popularmente como asociada al “vórtice energético” de la estancia La Aurora, entre manifestaciones de “emanaciones telúricas” vinculadas al basamento cristalino y aducidos avistamientos de objetos voladores no identificados.

A diferencia de otras elevaciones actualmente consideradas como “centros energéticos o de poder”, el cerro Verdún se distingue por el origen claramente eclesiástico de su santuario mariano. Inaugurado en 1901 y utilizado ininterrumpidamente como centro de peregrinaje por más de un siglo, adquiere una dimensión patrimonial e histórica que se añade a su ya establecida importancia religiosa.

Se advierte que en términos generales, los montes de Uruguay no cuentan con leyendas fundacionales que legitimen su sacralidad, remitiendo por ejemplo a pretéritas instancias de apariciones milagrosas de la Virgen. Lo dicho supone una diferencia importante con otros santuarios de montaña sudamericanos, tales como Sixilera (Ceruti,2015) yPunta Corral (Ceruti,2013) en el norte de Argentina, o el Señor de la Estrella de la Nieve en la cordillera de Vilcanota, en Perú (Ceruti,2008). Las leyendas de hallazgos de imágenes de la Virgen María también han contribuidoala sacralización de montañas europeas, como en el caso del santuario de Nuria en los Pirineos Catalanes (Ceruti,2018) y el santuario del monte Lussari, en los Alpes Julianos.

El hecho de que nohaya sido necesario recrear leyendas fundacionales para montañas sagradas de Uruguay puede estar vinculado a la temprana desaparición de las creencias de los pobladores originarios(charrúas y minuanos, en particular). Por el contrario, frente a la vitalidad de las tradiciones y ritos afro-americanos dedicados a la orixá del mar, Iemanja, el catolicismo popular ha cultivado la sincrética figura de Nuestra Señora de la Candelaria, cuyas imágenes -vestidas con distintivos atuendos celestes, inusualmente entallados- moran en grutas y ermitas erigidas en selectos puntos de la costa.

El tema de la montaña sagrada en su vinculación con la devoción al Padre Pío de Pietrelcina ha sido motivo de un libro dedicado a la espiritualidad en el monte Gargano (Ceruti, 2014). Uruguay es uno de los principales focos de irradiación de la veneración a la figura de este santoitaliano en Latinoamérica. Su alcance se traduce en el creciente número de peregrinos y visitantes a la ermita construida en un afloramiento rocoso cercano a la ciudad ribereña de Salto,en la abundancia de estampitas del fraile estigmatizado asociadas al cerro sagrado Verdún, así como en la extensión espacial de un culto “en altura” que atraviesa la totalidad del territorio uruguayo, para materializarse en la ermita recientemente construida en una colinaboscosa de la Barra, sobre la costa atlántica.

Agradecimientos

A los arqueólogos Arturo Toscano y Moria Sotelo, y a la antropóloga Leticia Canella. A los miembros de la Comisión de Patrimonio Cultural de la ciudad de Concordia y a las autoridades y personal de la delegación UCASAL en Concordia.

Bibliografía

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