EL MAL DE OJO ENTRE GRUPOS CRIOLLOS E INDÍGENAS DEL CHARCO ARGENTINO

Gustavo Fabián Scarpa
Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, Argentina

EL MAL DE OJO ENTRE GRUPOS CRIOLLOS E INDÍGENAS DEL CHARCO ARGENTINO

Scripta Ethnologica, vol. XXXVIII, pp. 9-23, 2016

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Resumen: Se presentan y discuten datos genuinos tomados de primera mano acerca del mal de ojo entre grupos criollos e indígenas del Chaco semiárido, centro-norte de Argentina. Se registraron dos modalidades: a) una entre pobladores criollos caracterizado como tras- torno sufrido por seres usualmente débiles, derivado de la acción voluntaria o involuntaria de una persona malintencionada o con exceso de energía. b) otra, entre criollos e indígenas chorote, caracterizada como trastorno causado por la condición penetrante y dañina a la vista de un fenómeno colorimétrico, no mediando ninguna interacción social aparente. En el plano exegético este fenómeno sería producido por el color amarillo intenso de las ores de una hierba (“quellusisa”, Verbesina encelioides, Asteraceae), de un arbusto (“pichana”, Senna spp., Fabaceae) o de un árbol (“palo cruz”, Tabebuia nodosa, Bignoniaceae). La tera- péutica criolla emplea la cura “por secreto” o bien el uso tópico o instilaciones de productos vegetales, mientras que la indígena recurre a la práctica chamánica. Resultan indudables las intervinculaciones entre las concepciones etio- lógicas y terapéuticas de criollos e indígenas chorote respecto a esta última modalidad, las cuales podrían estar asociadas a las valencias simbólicas del amarillo ligadas a la corrupción y al desprecio en estas sociedades.

Abstract: Genuine and first-hand data about “mal de ojo” among criollos and indígenous groups from Semiarid Chaco of northern Argentina, are presented and discussed here. Two modalities were found: a) one characterized among criollo people as a disease suffered usually by weak beings as a consequence of a voluntary or involuntary action of a malicious person or with an exceeding energy; and b) another one among criollo and chorote indigenous people described as a disease caused by the pervasive and harmful to vision condition of a colorimetric optical phenomena, unmediated by any apparent social interaction. At the exegetical level this phenomenon would be produced by the bright yellow flowers of an herb (called “quellusisa”, Verbesina encelioides, Asteraceae), of a shrub (“pichana”, Senna spp., Fabaceae) or of a tree (“palo cruz”, Tabebuia nodosa, Bignoniaceae). Criollo’s therapy employs the curing “por secreto” as well as the topical use or instilation of plant products, while indige- nous people resort to shamanic healing. Inter linkages between etiologic and therapeutic conceptions of Criollo and indigenous people become undeniable respect to the latter mode, which would be associated to the symbolic meanings of yellow color linked to corruption and contempt in these societies.

Keywords: Evil eye, Criollos, indigenous people, Chaco, Argentina..

Introducción

El “mal de ojo” homologado a la “ojeadura” es una enfermedad folk muy difundida en Iberoamérica y en numerosos países del orbe. Entre los estudios que abordan esta entidad gnoseológica en Argentina, merecen mencionarse por su exhaustividad y profundidad los de Idoyaga Molina & Real Rodríguez (2010); Idoyaga Molina (2013) y el de Sturzenegger (1999), quienes analizan el fenómeno con material etnográfico documentado a campo e identifican los sistemas etiológico-terapéuticos a los cuales responde dicho trastorno.

Aunque en la bibliografÌa citada el mal de oo se considera nicamente como sinónimo de la oeadura, los datos recogidos de primera mano por el autor en las provincias de Formosa y Salta, asÌ como aquellos citados por Di Lullo (1929; 1943) para la provincia de Santiago del Estero-ambos pertenecientes a la misma subárea cultural de El Melero segn Palavecino, coinciden en afirmar queet al categoría también incluye en su seno a todos los demás tipos de oftalmias que registra la etnomedicina folk de esta región. Entre estas últimas merecen citarse la conjuntivitis, “nubes” (queratoconjuntivitis), orzuelos, entre otras. Esta misma concepción de la expresión “mal de ojo” (o “maldiojo”) es referida por Villafuerte (1961) para los criollos de la provincia de Catamarca pertenecientes a la misma Área Cultural del Noroeste argentino donde se incluye la citada subárea.

De esta manera, en sentido estricto, la “ojeadura” es denominada tanto de esta manera como “mal de ojo” o “maldiojo” entre los criollos pastores del bosque semiárido argentino y zonas aledañas, al igual que cualquier otra oftalmia. Este fenómeno consistente en denominar a una categoría clasificatoria con el nombre de uno de los elementos de su clase es denominado “asociación prototípica” y resulta muy frecuente en los análisis de tipo etnotaxonómico. Dada la inadecuación de este criterio clasificatorio para la lógica de accidente, este fenómeno ha generado no pocas confusiones en las interpretaciones de las categorías emic que emplean los pueblos para clasificar los taxa de muchos dominios semánticos, entre ellas la inclusividad realtiva de la categoría “mal de ojo” que aquí se trata (1).

Los datos que aquí se analizan fueron tomados de primera mano por el autor a partir de trabajo de campo etnográfico con indígenas y mestizos o “criollos” del Chaco semiárido en el centro-norte de Argentina. Los primeros corresponden al grupo chorote, indígenas de la familia lingüística mataguayo (con los wichí, nivaklé y maká) que habitan en los alrededores de la ciudad de Tartagal y en asentamientos rurales ubicados sobre la margen derecha del río Pilcomayo en la provincia de Salta, en las inmediaciones de la triple frontera entre las Repúblicas de Argentina, Bolivia y Paraguay. Antaño cazadores-recolectores y pescadores seminómades, desde mediados del siglo XX se hallan sedentarizados y sujetos a un importante proceso de asimilación cultural con la sociedad criolla y nacional englobante. Su población asciende a unas 2500 personas y su lengua -así como variados aspectos de su cultura- posee sin embargo, cierta vitalidad.

Los “criollos” también llamados “chaqueños”, son pastores de raigambre hispano-quichua descendientes del mestizaje conformado desde la época colonial entre los primeros españoles y los indígenas incaizados del Noroeste argentino por ellos sojuzgados en una primera instancia, y luego por sucesivas olas migratorias provenientes desde distintos países de Europa. Practican históricamente una ganadería extensiva de baja inversión tecno- lógica, ocupan mayormente tierras fiscales y habitan tanto en el ámbito rural como citadino. Profesan mayormente la religión católica y son especialmente devotos a diversas advocaciones de la Virgen María existentes en la zona.

Los datos que aquí se presentan y analizan fueron registrados en el marco de trabajos de campo de una investigación etnobotánica de largo aliento realizados con ambos grupos humanos entre los años 1996 y 2008.

De acuerdo a todo lo anterior, el objetivo de esta contribución es presentar datos genuinos tomados de primera mano acerca del mal de ojo sensu lato entre grupos criollos e indígenas del Chaco semiárido de Argentina, así como discutir la forma en que los mismos se articulan dentro de los sistemas etiológico-terapéuticos de sus sistemas de salud respectivos.

Resultados

En función de lo mencionado en la sección introductoria, se presentan y analizan por separado las características generales, factores etiológicos y prácticas terapéuticas asociadas al mal de ojo entendido como “ojeadura” y a tal entidad en tanto oftalmia corriente.

1. El mal de ojo como “ojeadura”

Desde la perspectiva etiológica, se registraron dos modalidades de las “ojeaduras” entre poblaciones criollas e indígenas encuestadas, las cuales se describen a continuación según las características generales y etiologías que presentan en uno y otro caso, a saber:

A.) Los factores etiológicos a los que responde el “mal de ojo” en tanto “ojeadura” registrados entre los criollos del Chaco semiári- do argentino, coincidieron con los citados por Idoyaga Molina (2013). En líneas generales es caracterizado como un trastorno sufrido por seres usualmente débiles, derivado de la acción voluntaria o involuntaria de una persona malintencionada o con exceso de energía conocida como "ojeo". entre ellas figura el contagio producido por personas y animales que sufren de alteraciones humorales derivadas de motivos orgánicos (individuos o animales cansados, sedientos, hambrientos, mujeres menstruantes o embarazadas); el contagio producido por personas con características físicas anómalas (mirada penetrante) o que padecen un fuerte deseo incumplido.

B.) Por otra parte, el mal de ojo también fue caracterizado por criollos como por indígenas chorote del Chaco semiárido argentino como un trastorno causado por la condición penetrante y dañina a la vista de un fenómeno óptico caracterizado por un color y una intensidad específica, sin mediar ninguna interacción social aparente. El mismo sería producido por el color amarillo intenso de determinadas flores de plantas silvestres del bosque chaqueño como las de la hierba “quellusisa” (Verbesina encelioides, Asteraceae), tal como registramos a campo entre los criollos del oeste de Formosa y como también citan Di Lullo (1943: 299) para los de Santiago del Estero y Villafuerte (1961: 226) para los de Catamarca, quien añade la sugestiva observación que "su flor por su olor y su color tienen el significado del desprecio".

Para los criollos de Santiago del Estero, Di Lullo (1943: 299) agrega entre los factores causales el acto de mirar fijamente las flores del arbusto “pichana” (distintas especies del género Senna, Fabaceae).

Los indígenas chorote refirieron un trastorno de etiología y terapéutica chamánica (inlaye aiewuj ikímet) (2) que posee características similares al anterior. Denominado ji tátei-yójme’i –(dialecto iyo- jwujwa)- cuya traducción literal sería “sus ojos apagados”, sus síntomas consisten en una disminución de la visión producida por un encandilamiento originado por mirar fijamente las flores color amarillo intenso del árbol "jéelik” o “palo cruz” (Tabebuia nodosa, Bignonia- ceae). Este fenómeno es aprovechado por el aiewuj (chamán) chorote durante sus luchas contra otros chamanes, tal como documenta el siguiente relato:

“Al que lo tiene el canto (de jéelik) puede refugiarse ahí y al que lo sigue, si no lo tiene el canto, es porque no tiene algo que le afecta la vista, porque como es amarillo ¡fuerte es! entonces le apaga la vista al que no lo tiene el canto, tiene que tener como máscara ahí, para poder apagar un poco los colores, no sé de qué color la máscara, como anteojos”. (Felipe González, julio de 2007, Misión Chorote I, Tartagal, Salta).

La posesión del canto de la planta, entonces, no solo habilita al chamán a refugiarse dentro del tronco de este árbol en sus luchas con otros chamanes, sino que le permite adjuntarse una especie de máscara –denominada intóokyo jlót (lit. “cobertura del rostro”)- que lo previene de este mal.

Otra modalidad de este último trastorno, referido con idéntica denominación, síntomas característicos y también de etiología y terapéutica chamánica, fue descripta en un interesante relato donde se reseña el combate entre un chamán chorote y un curandero criollo:

“Vos probá a ver quién va a ganar, [a ver] quién va a salvar la vida. Ahí nomás tiene que largarlo, tiene que hacer secreto de nénuk [sacha sandia]. Ellos tiraban algo como janas y ya quedaba apagada la vista, [entonces] así [gesto de a tientas] andaba el criollo. Claro, ellos [criollos] no tienen secretos de ellos [chorotes]. Sí, un aiewuj flecheó [a] un criollo, ellos largaban las janas que tiene la sacha sandia y queda ciego, tiene ojos pero no puede ver”. (Pablo Sarabia, noviembre de 2008, Misión La Gracia, Salta)

Esta última variante del trastorno an- terior presenta, sin embargo, diferente factor causal; en este caso el indumento pulverulento de las hojas de “sacha sandia” (Sarcotoxicum salicifolium, Capparaceae) mencionadas como “janas” en el relato transcripto, el cual se libera al sacudir sus ramas. Al igual que en el caso anterior, la posesión y ejecución del “canto” de dicha planta por la misma víctima o por otro chamán liberan a aquél de este trastorno.

La terapéutica que se prescribe entre los criollos para ambas modalidades etiológicas mencionadas (1 y 2) consiste en curaciones de tipo religiosas como la “cura por secreto” o “de palabra” que incluyen invocaciones a santos del devocionario cristiano o ensalmos conjuratorios de dicho mal, especialmente a la Santa Lucía patrona de la vista.

Entre los chorotes, en cambio, la terapéutica consiste en procurar un chamán que posea el “canto” de la planta (inkélysiena’) cuyas flores o "janas" produjeron el mal de ojo, para que al ejecutarlo se comunique así con el alma de la misma y deshaga de esta manera el accionar del chamán dañador.

2. El mal de ojo como una oftalmia

El empleo de la categoría genérica de “mal de ojo” para aludir a cualquier tipo de oftalmia -como ya fuera apuntado en la introducción-, fue referida tanto por colaboradores criollos como por chorotes. Esto último, así como su diagnosis y terapéutica específica, quedan evidenciadas en las siguientes afirmaciones realizadas por los criollos del oeste de la provincia de Formosa:

“e. Y el que le dicen el maldiojo doña Juana? jp. Ah!, ese que entra en la vista… ¡Qué cosa fea de más! Capaz que se le revienta la vista… Le purga una cosa amarilla, no ve nada al otro día, todo pegado, y aquí lo curan. Uuh! está haciendo [ya como] más de quince años que debe haber andado ese maldiojo por acá. Hay que curar con la hoja del vinal machucada. Machucar la hoja así, un montón, hace una pasta. y botarlo en la agüita tibia y lavarle la vista. e. Y es efectivo eso para el maldiojo? jp. Ese sí, sabíamos curarnos. y con el té de té también. e. Esos remedios son para el mal de ojo, no? jp. Sí, para el maldiojo”. (jp.: Juana Paz Salvatierra, julio de 1996, Pescado Negro, Formosa).

“El mal de ojo curamos haciendo hervir el agua del vinal. A veces uno amanece ciego pues...pegado los ojos...Y después si usted nota que fastidia, se lo pone a lavarlo otra vez”. (Felipa Sandoval, julio de 1997, El Quebracho, Formosa).

En efecto, en estas citas se aprecia que los criollos aluden a los síntomas típicos de las conjuntivitis tales como la presencia de lagañas y amanecer con los ojos “pegados” por las mismas. Asimismo se refieren a la queratoconjuntivitis o “nubes” y también a los orzuelos, en citas que no se transcriben aquí en aras de la brevedad. Las prácticas terapéuticas utilizadas para enfrentar este trastorno son muy variadas. Algunos de ellos se tratan con remedios naturales y otros “por secreto”, tal como indica el siguiente párrafo sobre la “nube”:

“La nube se cura en secreto…no sé cómo le hacen...Y a los animales, por ejemplo a los chivos que yo los manejo, yo les pongo cuando tienen nube les pongo un poquito de azúcar, entonces el animal si tiene, también puede ser igual para curarlo. También dicen de la semilla de albahaca también es linda. La semilla va dando vueltas mientras uno va moviendo el ojito debe ser...y va sacando parece ser como una telita que se va haciendo, porque la semillita después queda toda blanca, parece ser algo que va sacando”. (Ema Pérez, julio de 1996, Pozo de Maza, Formosa).

Entre los “remedios naturales” prevalece el uso tópico, instilaciones, lavajes y vahos efectuados con productos de origen vegetal, tanto entre criollos chaqueños como entre indígenas chorote, tal como se detalla en la Tabla 1. Allí se enlista un total de 24 especies vegetales con sus nombres científicos según la familia botánica a la que pertenecen ordenadas alfabéticamente, los nombres vernáculos de quienes las utilizan, formas de preparación y/o administración y procedencia de los datos. Estas plantas rinden 26 preparaciones medicinales, las cuales corresponden a un total de 38 datos etnobotánicos de la misma área cultural. De estos últimos, el 68 % (26) son datos propios provenientes tanto de colaboradores criollos (14) como de chorotes (12), mientras que el resto procede de fuentes bibliográficas (12). Resulta destacable que casi la mitad de los remedios que emplean los chorotes (42 %) contra el “mal de ojo” resultan idénticos a los utilizados por los criollos.

Tabla 1
Remedios vegetales recopilados contra el “mal de ojo” entre criollos e indígenas chorote del Chaco argentino
Remedios vegetales recopilados contra el “mal de ojo” entre criollos e indígenas chorote del Chaco argentino




Discusión y conclusiones

La originalidad de la presente contribución radica en que los vegetales no han sido registrados hasta el momento entre las causas naturales del “mal de ojo” por ninguna de las cuantiosas fuentes que cita Idoyaga Molina (2013) en su compendioso estudio sobre este trastorno (a no ser cuando se hallan en estado de putrefacción) (3).

Los resultados señalados sobre el mal de ojo en el Chaco argentino muestran una concordancia simbólica en varios planos. En primer lugar, la presencia de un mecanismo contaminante respecto al mal de ojo se sustenta en que, en las etnomedicinas de los pueblos aquí considerados, resulta frecuente considerar como factores causales de enfermedades a distintos elementos de esta naturaleza. En la etnomedicina chorote –por ejemplo- así actúa la menstruación en contacto o cercanía de cuerpos de agua, la cual desencadena la aparición de un “viborón”(4) que persigue y devora a comunidades enteras (Scarpa, 2013). En la etnomedicina criolla, en cambio, el efluvio de cadáveres humanos o animales así como el incumplimiento de rituales de higiene, nos ha sido referido frecuentemente como causal de enfermedades, entre ellas, de la “aicadura”(5) (Scarpa, 2012). Ahora bien, además de identificar el contagio como mecanismo involucrado en el mal de ojo, se debe analizar el factor contaminante interviniente así como sus valencias que adquiere en los sistemas simbólicos propios de cada pueblo aquí considerado.

En primer lugar, aquello que desencadena la entidad mórbida aquí considerada (flores amarillas) se hallaría directamente asociado a la descomposición y a la muerte entre los criollos del Chaco argentino, tal como se representa simbólicamente al color amarillo en el área cultural criolla del Noroeste (como explícitamente se lo caracteriza en una de las citas transcriptas), así como para otros sistemas simbólicos de América prehispánica y de la Europa del Medioevo (6). Sustenta aún más la concepción contaminante del mal de ojo la homologación icónica explícitamente destacada por nuestros colaboradores en uno de los párrafos aquí transcriptos, en cuanto al color amarillo del factor causal (flores) y las lagañas amarillentas de la conjuntivitis.

En segundo lugar, la medicina humoral sostenía que “las enfermedades se trasmitían por el aire, cuya esencia o complexión podía ser corrompida por personas, animales y vegetales enfermos, incluso por objetos o elementos en descomposición”(7). Según esto, resulta totalmente coherente que la sola visión de un símbolo de la putrefacción –color amarillo intenso de ciertas flores-, haya podido ser interpretado como patogénico de acuerdo a esos criterios etiológicos en boga en ese tiempo. El mal de ojo no escapa a esta lógica tal como sostiene Idoyaga Molina: “La mirada de ciertos individuos infectaba el aire y trasmitía por intermedio de éste la enfermedad a otros individuos” (8). Es decir, que cualquier entidad morbosa podía llegar a transmitir su corrupción al aire el cual servía de vehículo de contagio. A pesar de lo anterior, no se ha registrado ninguna vinculación a nivel etiológico ni a nivel terapéutico que asocie el “mal de ojo” con el síndrome cálido-fresco, el cual ha sido registrado como criterio etiológico-terapéutico de gran importancia en la etnomedicina de los mismos criollos que se refieren en este artículo (Scarpa, 2004).

A diferencia de los resultados que asocian los factores causales de este trastorno al síndrome cálido-fresco como aquellos que mencionan los rayos solares, lunares o el fuego como tales (Idoyaga Molina, 2013), se considera que debe tenerse en cuenta que además de calor, el sol y el fuego transmiten luz, cuyo resplandor podría llegar a encandilar (lo cual no quiere decir que el sol no pueda llegar a provocar trastornos de índole “cálido”, como la insolación entre otros que se han recabado al respecto). En efecto, la interpretación antedicha es congruente con lo que explícitamente transcribe de sus consultantes Idoyaga Molina en la compilación citada, en cuanto a que lo que daña sería su luz (de la luna y del televisor) en los siguientes párrafos: “La luna puede causar mal de ojo, si uno expone el chico, la luz de la luna le penetra en el cuerpo y le daña la sangre y los humores y el chico queda ojeado...”(9) y “Los chicos pueden ojearse por el brillo de la pantalla del televisor, cuando miran por mucho tiempo.”(10) De esta manera, la relación con el mal de ojo estaría vinculada con esta última propiedad por su capacidad de “encandilar”, al igual que las flores de un amarillo fuerte intenso según los datos aquí presentados. En consonancia con esta caracterización etiológica, las curaciones no radican en la utilización real o simbólica de elementos de índole cálido-fresco, sino en la utilización de filtros para evitar / disminuir la intensidad de ese reflejo.

Entre los chorotes, el simbolismo del color amarillo estaría asociado según Karsten (1932) con la maduración de los frutos. Este autor sostiene que la antigua ceremonia conocida con el nombre de “níssam maha aséhne” (lit. “ponerse amarillas las chicas” en alusión a la maduración de la algarroba) (11) correspondía a un ritual propiciatorio de este proceso, consistente en influenciar a los espíritus de los árboles y exorcizar a los demonios maléficos que tratan de marchitarlos (Karsten, 1932: 55)(12).

Ésta concepción benéfica que evoca el color amarillo parecería contradecir, en una primera instancia, el efecto nefasto que el mismo provoca sobre la vista de las personas. Sin embargo, consideramos que el campo semántico de lo "maduro" no dista significativamente de "lo putrefacto” a no ser por una cuestión de intensidad relativa. Coherentemente, la intensidad del amarillo enfermante de las flores que ocasionan el mal de ojo es explícitamente remarcada por nuestros colaboradores (y fácilmente discernible para cualquiera), a diferencia del amarillo de los frutos del algarrobo (blanco), los cuales son de un amarillo pálido.

En conclusión, se destacan las similitudes halladas entre los indígenas chorote y los criollos respecto al “mal de ojo”. A nivel etiológico no solo coincide la caracterización de esta entidad gnoseológica tanto con la “ojeadura” como con cualquier otra oftalmia, sino que además coinciden los factores causales respecto a la primera en términos específicos flores color amarillo intenso).

Se plantea la hipótesis de que los indígenas chorote habrían adquirido dicha homologación entre ambos tipos de trastornos (ojeadura y oftalmias comunes) a manera de préstamo de los criollos vecinos, al igual que fuera demostrado de manera contundente la apropiación de remedios vegetales a nivel de su etnobotánica médica como un todo (Scarpa, 2009).

Al mismo tiempo, también resulta coherente que las visiones amarillo intenso como factor causal del mal de ojo habrían sido tomadas por los criollos del acervo cultural indígena durante la época colonial como parte del proceso de mestizaje por ellos sufrido. El hecho de que los mismos tipos de visiones se hallen originadas en flores correspondientes a las mismas plantas del bosque chaqueño estaría indicando un origen común. Por ello, se concluye que resultan indudables las intervinculaciones entre las concepciones etiológicas de criollos e indígenas chorote respecto a esta última modalidad, las cuales podrían estar asociadas a las valencias simbólicas del amarillo ligadas a la madurez, a la corrupción y al desprecio en estas sociedades.

Por último, desde el punto de vista de las prácticas terapéuticas llevadas a cabo tanto por criollos como entre los indígenas, se observan al igual que en el plano etiológico, tanto orígenes propios como adquisiciones culturales externas. Las características de la “ojeadura” tal como fueran registradas entre los criollos, marca indudablemente un origen europeo, así como su terapéutica ejecutada sobre la base de ensalmos y oraciones de tipo conjuratorio, típicas de la cultura popular cristiana. Esto resulta semejante entre los chorote, quienes manifiestan tanto terapéuticas chamánicas propias como préstamos culturales de los criollos vecinos, tal como fuera señalado en la enumeración de los remedios vegetales registrados entre ellos en la actualidad.

Agradecimientos

A la Dra. Anatilde Idoyaga Molina por su gentil invitacin a participar en el Simposio Mal de oo populariaciones en las AmÈricas, mecla de tradiciones espaolas e indÌgenas u orÌgenes paralelos en el marco del cual se ha presentado una ponencia durante el Congreso Internacional de Americanistas "Conflicto, paz y construcci n de identidades en las Américas celebrado en la Universidad Francisco Gavidia en la ciudad de San Salvador, El Salvador, del al de Julio de 2015.

Bibliografía

Becker, U. 2005. The Continuum Encyclopedia of Symbols. Nueva York y Londres: Continuum.

Di Lullo, O. 1929. La medicina popular de Santiago del Estero. Santiago del Estero: El Liberal.

1943. El folklore de Santiago del Estero. Santiago del Estero: El Liberal.

Grieve, M. 1998. A Modern Herbal. The medicinal, culinary, cosmetic and economic properties, cultivation and folklore of herbs, grasses, fungi, shrubs and tres with all their modern scientific uses. Londres: Tiger Books International.

Idoyaga Molina, A. 2013. Las manifestaciones del mal de ojo en Iberoamérica. reflexión crítica sobre la posibilidad de orígenes Indoamericanos. Scripta Ethnologica 35: 109-222.

Idoyaga Molina, A. & E. Real Rodríguez. 2010. De ojeadores, brujos y humores. Análisis comparativo sobre las concepciones del mal de ojo en Argentina y Galicia. Contrapunto 5.

Karsten, R. 1932. Indian tribes of the Argentine and bolivian Chaco. Helsingfors: Societas scientiarium Fennicacommentationes humanarum litterarum, Vol. l.

Palavecino, E. 1959. Áreas de cultura folk en el territorio argentino, en J. Imbelloni (ed.), Folklore Argentino, Buenos Aires: Nova, pp. 343-370.

Salvador, R.J.; J.D. Morgan & P. Laungani(eds.) 2003. Death and Bereavement Around the World: Death and Bereavement in the Americas. Death, Value and Meaning Series, Vol. II. Nueva York: Baywood Publishing Company.

Scarpa, G.F. 2004. El síndrome cálido–fresco en la medicina popular criolla del Chaco argentino. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 59: 5-29.

2009. Etnobotánica médica de los indígenas chorote y su comparación con la de los criollos del Chaco semiárido (Argentina). Darwiniana 47(1): 92-107

2012. Las plantas en la vida de los criollos del oeste formoseño. Medicina, Ganadería, Alimentación y Viviendas Tradicionales. Buenos Aires: Rumbo Sur.

2013. Medicina indígena chorote. Continuidad y transformaciones históricas y culturales. Norderstedt: Editorial Académica Española.

Sturzenegger, O. 1999. Le mauvais œil de la lune. Ethnomédecine créole en Amérique du Sud. Paris: Karthala.

Villafuerte, C. 1961. Voces y costumbres de Catamarca. Tomo I y II. Buenos Aires: Academia Argentina de Letras.

Notas

1. Ejemplos de este tipo abundan en el Chaco, tales como en el caso de los wichi al denominar “si’yus” tanto al “sábalo” (Prochilodus platensis) como a la categoría de todos los peces, o de los chorote al denominar “katoojs kalik” tanto al “bejuco del monte” (Fridericia dichotoma) como al conjunto de todas las enredaderas o trepadoras.
2. Los chorote distinguen dos clases de en- fermedades en función del factor etioló- gico interviniente cuyas etiquetas émic son: “inlaye aiewuj ikímet” o “enfermedades del chamán” e “inlaye aiewuj je ikímiet”, aquellas que no conciernen a este agente. Para mayores detalles consultar el libro de Scarpa (2013) sobre la Medicina Indígena Chorote.
3. En efecto, como textualmente refiere (Idoyaga Molina, 2013: 132): “la atribución del poder de ojear a vegetales es realmente excepcional”.
4. Con los nombres de “jwats’ilkat” y “tsapilkat” los chorote-iyojwa’ja y chorote-iyowujwa respectivamente denominan a un monstruo caracterizado como una serpiente gigantesca, la cual habita en las profundidades de esteros, lagunas y ríos del bosque chaqueño.
5. Enfermedad folk que sufren niños menores a un año cuyos síntoma principal es la apertura de los huesos craneales desde la mollera en sentido radial, cuyo factor causal serían los efluvios o contacto con cadáveres.
6. La simbología de las flores amarillo brillantes resulta variada alrededor del mundo. Sin embargo, se destaca la significación introducida por los árabes en la Europa del Medioevo como símbolo de la desgracia, envidia y de la traición (Becker, 1994), a diferencia de la representación benéfica asignada por la cultura cristiana europea de ese entonces asociada a la Virgen María a distintas especies del género Calendula (Asteraceae)(Grieve, 1998). En México, similarmente a la primer representación, simboliza la muerte, razón por la cual es profusamente empleado en las fiestas de los muertos las flores amarillo brillantes de distintas especies del género Tagetes (Asteraceae) como ofrendas sobre tumbas y para adornar arcos, en la creencia de que esto propiciará la comunicación con los difuntos (Salvador et al., 2003).
7. Cita textual del artículo de Idoyaga Molina (2013: 118).
8. Cita textual del artículo de Idoyaga Molina (2013: 118-9).
9. Cita textual del artículo de Idoyaga Molina (2013: 127).
10. Cita textual del artículo de Idoyaga Molina (2013: 127).
11. Con este nombre se conoce a las vainas comestibles del árbol denominado “al- garrobo” por los criollos o jwa’ayuk por los chorote, perteneciente a la especie Prosopis alba (Fabaceae). Constituye sin duda el alimento de origen vegetal más importante para esta etnia y para todas las del Gran Chaco tanto por su abundancia como por su calidad nutritiva.
12. Esto asocia la fruta madura a la mujer preparada para el casamiento con las algarrobas maduras (no en vano los casamientos se celebran en dicha época).
HTML generado a partir de XML-JATS4R por