TURISMO BIOCULTURAL: RELACIÓN ENTRE EL PARIMONIO BIOCULTURAL Y EL FENÓMENO TURÍSTICO. EXPERIENCIAS INVESTIGATIVAS.

Ismael Bello Cervantes
Colegio de Tlaxcala, México
Adriana Montserrat Pérez Serrano
Colegio de Tlaxcal, México

TURISMO BIOCULTURAL: RELACIÓN ENTRE EL PARIMONIO BIOCULTURAL Y EL FENÓMENO TURÍSTICO. EXPERIENCIAS INVESTIGATIVAS.

Scripta Ethnologica, vol. XXXIX, pp. 109-128, 2017

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Resumen: El fenómeno turístico en el mundo ha llegado a tener un impacto fundamental en el desarrollo de distintos países, tanto que algunos de ellos dependen económicamente del turismo y es una de las prioridades en sus planes de gubernamentales. Esa mirada económica, masiva y hasta depredadora del turismo ha ocasionado la exclusión de los actores locales como gestores de su propio patrimonio.

Las propuestas e iniciativas endógenas como el turismo biocultural, protagonizado en mayor parte por pueblos originarios están brin- dado otra manera de hacer turismo de la cual no dependan pero que aporten al cumplimiento de objetivos de mayor trascendencia para ellos que la obtención de ingresos, por ejemplo la defensa del territorio o la preservación de prácticas ancestrales que brindan un sentido de pertenencia a estas comunidades. Evitan así procesos de turismistificacion, y por el contrario la revalorización del patrimonio y se logre la sensibilización del visitante fomentado relaciones de reciprocidad y de buen vivir.

El presente texto pretende sistematizar las investigaciones realizadas en torno al patrimonio biocultural y el fenómeno turístico, para reconocer la viabilidad del turismo, como estrategia de preservación de los conocimientos y prácticas bioculturales de comunidades campesinas e indígenas.

Abstract: The tourism phenomenon in the world has come to have a fundamental impact on the development of various countries, so much that some of them depend economically on tourism and is one of their priorities in their government plans. Unfortunately, this economic, massive and even predatory view of tourism has led to the exclusion of local actors as managers of their own heritage. Fortunately, proposals and endogenous initiatives such as biocultural tourism by the indigenous peoples are offered another way of doing tourism that do not depend on them but that contribute to the fulfillment of objectives of mayor importance for them than the economy, for example the Defense of the Territory or the preservation of ancestral practices that provide a sense of belonging to these communities, thus avoiding processes of turismistification, that there is a revaluation of the heritage and the sensitization of the visitor is achieved by fostering relationships of reciprocity and good living. The present text seeks to justify the objectives of biocultural tourism through the systematization of the most recent studies that deal with the relationship between biocultural heritage and the tourist phenomenon.

Keywords: biocultural tourism, reciprocity, preservation, local actors, good living..

Introducción

Latinoamérica se distingue por el acervo de pueblos originarios o indígenas que durante cientos de años han guardo una conexión inseparable entre el medio natural que los rodea, con las creencias, conocimientos y prácticas que desarrollan. Desafortunadamente ese vínculo está siendo fragmentado debido a distintos modelos de desarrollo implementados después de la segunda guerra mundial y en su mayoría por países capitalistas.

Los modelos de modernización, desarrollismo, dependencia y neoliberalismo, impulsados desde la década de los cincuenta hasta el presente han generado en los países del sur la penetración tecnológica, privada, industrial, económica, social y cultural que obtiene beneficios económicos solo para inversionistas o al mismo gobierno nacional o extranjero dejando a su paso consecuencias como el aumento de la pobreza, las desigualdades, pocas oportunidades de empleo y el bloqueo del desarrollo de la agencia (1) del sector rural, ocasionando que el campesinado se obligue a buscar otras fuentes de ingresos de manera temporal y fuera de su lugar de origen (Kay, 2005), en donde junto con la comunidad encontraban un sentido de existencia entre lo natural y las expresiones de su diario vivir.

Diversos son los ejemplos para evidenciar los impactos negativos que han ocasionado estos modelos económicos en comunidades indígenas y/o rurales; el turismo es una muestra de las estrategia de expansión del capitalismo, una invasión en territorios indígenas que no necesita armas sino un discurso disfrazado de progreso, intercambio cultural y protección ambiental (Valenzuela, 2013); considerado como una actividad de corte económico, se presenta como invasivo, masificado (Zanirato, 2015) y aislado de la otredad de las comunidades receptoras; es la nueva forma de apropiación de la naturaleza y explotación de los países subdesarrollados. Desde esta visión mercadológica; el turismo ha sido utilizado para superar las crisis económicas y su expansión no tiene límites, impone modas y satisface en su mayoría; gustos para la sociedad de consumo (Valenzuela, 2013).

Es notable que las estrategias dirigidas al aumento de afluencia turística, de corte economicista pueden ocasionar el deterioro del patrimonio natural y cultural además de los conocimientos y prácticas ancestrales poniéndolas en posición de vías de extinción o que se realicen solo para el entretenimiento del turista lo cual irrumpe en la evolución natural de la cultura.

También surgen modelos de desarrollo emergentes en respuesta a la actual dominación neoliberal, tal es el caso del neoestructuralismo, nacido en los años noventa que propone al estado como centro y potenciador del desarrollo auxiliado del desarrollo de la sustentabilidad, los recursos humanos, el regionalismo, las vinculaciones económicas, la ciudadanía y la globalización; incentiva la participación ciudadana para la disminución de la pobreza y lograr una mayor confianza y protección del estado. Un modelo que de acuerdo con Kay (2005) sería el más adecuado para México en el presente.

Aunado a lo anterior existen otros dos modelos de más reciente surgimiento que pretenden erradicar el impacto negativo de los modelos económicos sobre las comunidades originarias y/o indígenas; buscan revalorizar, restaurar y mantener la conexión mencionada entre lo natural con lo cultural, logrando mantener “su relación estrecha con lo rural con relaciones de solidaridad y reciprocidad… además de no valorar todo a través de la moneda” (Collin & Cano, 2016, p. 35). La nueva ruralidad y las estrategias de vida rural encuentran otras vías para que el campesino e indígena aumente o mantenga no solo ingresos económicos, sino también lograr objetivos de mayor trascendencia como hacer oír su voz, defender su territorio, cuidar el medio ambiente y preservar su patrimonio biocultural, sin la necesidad de abandonar su lugar de origen y a través de actividades que no son específicamente agrícolas como el comercio, la artesanía, el transporte o el turismo. Dicha pluriactividad desarrollada como una constante en comunidades rurales y/o indígenas, se basa en actividades orientadas a la reproducción social ampliada, es decir, las actividades que no necesariamente necesitan una remuneración económica, es ahora una estrategia para resistir y combatir la lógica depredadora del sistema capitalista neoliberal actual, en la que se logra una comunión y reciprocidad entre los espacios, tiempos, recursos y actividades realizadas (Collin & Cano, 2016).

La nueva ruralidad y estrategias de vida rural, al abordar temas de sustentabilidad, agricultura orgánica, inclusión juvenil al campo, empoderamiento, equidad de género, mejor calidad de vida, etc., se incentiva a que las iniciativas de emprendimiento provengan de la base comunitaria campesina potencializando a los actores en el desarrollo de su agencia y permitiéndoles continuar preservando su forma de vivir de subsistencia, pensando antes en el desarrollo comunitario local que en el ingreso a lo urbano modernista (Kay, 2005).

Uno de estos medios o estrategias y que es el tema que atañe a este documento, es el fenómeno turístico y su relación con el patrimonio biocultural de los pueblos originarios, dicha relación entre ambos elementos se entenderá como Turismo Biocultural, este interpretado como una estrategia de preservación, cuidado, defensa y revalorización del patrimonio biocultural de los pueblos, además de evitar el turismo convencional masificado producto de las políticas neoliberales. El turismo biocultural elimina la relación de superioridad entre el visitante y la comunidad receptora y busca generar relaciones de reciprocidad, respeto y empatía. Sin embargo; son pocos los estudios sobre esta nueva modalidad de hacer turismo por lo que el presente artículo tiene como objetivo sistematizar las investigaciones realizadas en torno al patrimonio biocultural y el fenómeno turístico, para el reconocimiento de la viabilidad del turismo, como estrategia de preservación de los conocimientos y prácticas bioculturales de comunidades campesinas e indígenas.

Para dar cumplimento al objetivo planteado, el presente documento está conformado, en un primer apartado, sobre la contextualización del enfoque etnoecológico y el patrimonio biocultural, con base en el análisis de distintos documentos que han sido clave para su conceptualización. Posteriormente se realiza la sistematización de las experiencias investigativas en torno al tema de turismo biocultural, a través de subtemas y términos identificados en dichas experiencias. Para finalizar, se presentan las conclusiones de la información presentada.

Patrimonio Biocultural, origen y generalidades.

El concepto de patrimonio biocultural tiene origen en la antropología y la transdiciplinariedad con la biología, ecología y geografía. Desde 1992 se integra este concepto en el planteamiento de la etnoecología, y comienza a crecer en relación con las formas antropológicas del relativismo cultural (Reyes & Marti 2007). La etnoecología es explicada por Toledo (1992) como una disciplina que estudia el entendimiento entre la ecología, las creencias, los conocimientos y actividades de un grupo humano al apropiarse de los recursos natura- les, auxiliada de distintas disciplinas como la antropología, geografía, biología, entre otras. Posteriormente entendida como la integración del kosmos (conjunto de creencias), corpus (conjunto de conocimientos) y praxis (conjunto de prácticas productivas) (Toledo et al., 2001). El enfoque etnoecológico prioriza el estudio del conocimiento ecológico como una posible herramienta en la gestión sostenible de los recursos naturales, esto con miras de lograr la conservación y el desarrollo; en otras palabras, este enfoque busca “integrar, comparar y validar el modelo natural cultural y el modelo científico con el objeto de crear directrices que apunten a implementar propuestas de desarrollo local endógeno o sustentable con la plena participación de los actores locales” (Toledo y Barrera, 2008, p. 112)

Para el éxito de la etnoecología como disciplina, es necesario establecer un posiciona- miento ético, donde las comunidades participen en la definición de objetivos y actividades de investigación para asegurar el intercambio de conocimientos entre investigadores, estudiantes, expertos locales, etc., y generar beneficios para todos los actores involucrados; adicional- mente se debe tener presente que la etnoecología propone primero el estudio y rescate de los sistemas de producción de pequeños agricultores (corpus y praxis) y posteriormente, el desarrollo de cualquier estrategia de desarrollo rural. (Reyes y Marti, 2007). Este conjunto de creencias, conocimientos y prácticas generadas, especializadas, compartidas y transmitidas de manera generacional en las comunidades originarias en comunión con la naturaleza es lo que ahora se conoce como patrimonio biocultural, como su nombre lo indica, es la relación existente entre el patrimonio biológico y cultural haciendo referencia, específicamente, a la cultura intangible que, de acuerdo con Carámbula y Ávila (2013), se entiende como: “[…] el acervo de saberes, técnicas, sistemas artísticos, lengua, religión literatura, música, danza, usos y costumbres, actividades, valores, espacios históricos y simbólicos, formas de organización y de gobierno, códigos, ideología y aspiraciones de un grupo social que se manifiestan, transmiten y transforman a través de la tradición oral (p. 19).”

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2003), define al patrimonio cultural inmaterial como: “Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integran- te de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana (p. 2).”.

Los elementos mencionados en las dos definiciones anteriores resaltan la interacción directa con el medio natural que rodea a las comunidades indígenas o rurales, genera un significado y beneficio para el humano, en una apropiación simbólica del territorio.

Para iniciar la comprensión del patrimonio biocultural se analizó el libro El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México del antropólogo Eckard Boege (2008), que expone un panorama general sobre el abordaje y denominación de la relación entre naturaleza y cultura del hombre, enfatizando en la posibilidad de encontrar el equilibrio entre estos, particularmente en las comunidades indígenas y rurales de México; relación que ha permitido la conservación de áreas naturales, prácticas agroecológicas, así como la preservación de la cultura e identidad de los pueblos. También se tomará en cuenta el libro La memoria biocul tural, generado por Toledo y Barrera (2009).

En el primer documento estudiado, el autor expone las razones por las que la conservación in situ se considera idónea para la no extinción del patrimonio de los pueblos indígenas. Plantea tres objetivos principales para su logro: 1) mantener los sitios naturales, 2) fomentar la evolución natural y el consumo cultural y 3) promover el acceso libre a los materiales, valorando y reconociendo el origen, y no permitiendo su patentado y lucro; con estas acciones se busca el desarrollo de políticas públicas y que se considere a los campesinos y pueblos indígenas, como guardianes independientes de sus propios bancos de germoplasma. Las ventajas principales de la conservación en el sitio de origen, es que los campos de policultivo son de poca escala, generalmente se localizan cerca de montañas y se basan en la temporalidad. La estrategia utilizada por campesinos e indígenas fue crear variedades de una misma especie para su protección ante el clima y plagas y mezclar otras especies en el mismo campo para brindar beneficios mutuos (sistema milpa); obtener alimentos para el autoconsumo y cubrir necesidades básicas locales; lo que a su vez ha permitido fomentar la sustentabilidad del sistema “agrodiverso” y la comunión entre la naturaleza no intervenida, elementos que al integrarse dan un sentido de vida (cosmovisión) y fortalecen el sentido de pertenencia (identidad).

Boege (2008) expone el limitado abordaje sobre la relación entre la diversidad biológica y la cultural; enfatiza en el papel de la lengua endémica de los pueblos indígenas encontrada en espacios geográficos de alta biodiversidad y explica como a través de la lengua, se producen conocimientos acerca del territorio y de la praxis cotidiana; esto significa que la pérdida de una lengua o un ecosistema, implica la pérdida del conocimiento y fragmentación de la cosmovisión local; situación que se agudiza por el sistema de economías de escala y el proceso de globalización, que motivan el mayor consumo de mercancías y la mercantilización de la cultura y recursos naturales. Frente a este escenario resulta de vital importancia la recuperación, autonomía y el control en los procesos de cambio, así como una estrategia para la conservación de la biodiversidad.

El patrimonio biocultural se expresa, de acuerdo a Boege (2008:23), como los “bancos genéticos, de plantas y animales domesticados, semi domesticados, agroecosistemas, plantas medicinales, conocimientos, rituales y formas simbólicas de apropiación de los territorios”. El autor señala que los pueblos poseedores de este patrimonio son ejemplos de modelos nuevos de sociedad, que ayudan a amortiguar la crisis civilizatoria y ambiental que se vive en el presente a nivel mundial.

Por su parte, Toledo y Barrera (2008) entienden al patrimonio biocultural como memoria biocultural, integrada en la memoria de un grupo originario o indígena que mezcla la diversidad natural con la diversidad cultural a través de conocimientos generados por miles de años y que son claves para afrontar la crisis ecológica y social ocasionada por las políticas positivistas como la industria la mercadotecnia y el racionalismo.

Para los pueblos indígenas la naturaleza es sagrada, es el centro del origen de la vida y del universo; esta concepción brinda una cultura y un sentido de pertenencia (identidad étnica) que, en un sentido de reciprocidad, intercambian con otros pueblos y se apropian de la naturaleza mediante negociaciones simbólicas, como los rituales (Toledo y Barrera, 2008). Por su parte, el patrimonio biocultural también se refiere a `"(...) los conocimientos de los pueblos indígenas, sobre biodiversidad, que se han generado en interacción con sus territorios y están compuestos por el conjunto de usos, costumbres e informaciones sobre los organismos vivientes y los complejos ecosistemas en los que viven. Se producen de manera colectiva y son de carácter intergeneracional y acumulativo, además son producidos y mantenidos en el contexto cultural y biológico” (Boege, 2008: 62).

En otras palabras, los conocimientos, entendidos como “la diversidad biológica, genética lingüística, cognitiva, agrícola y paisajística” (Toledo y Barrera, 2008: 25) son obtenidos de manera empírica de acuerdo a las características y necesidades de cada pueblo; estos saberes son aprendidos y reproducidos de abuelos a padres y de padres a hijos y la mayoría de las veces no se encuentran escritos, lo que expone su fragilidad y posible extinción al no ser revalorizados y no continuar su reproducción.

En el caso particular de los conocimientos y prácticas productivas, el patrimonio biocultural incorpora la llamada diversidad agrobiológica o diversidad biológica domesticada, que es entendida como una estrategia que permite la supervivencia de los pueblos al generar policultivos para el aprovechamiento de la temporalidad y la protección mutua de plantas, y así asegurar la satisfacción de necesidades básicas de la población local. Entonces, estos pueblos constituyen auténticos laboratorios bioculturales donde los pueblos en su territorio son los que han estudiado y evolucionado semillas nativas por cientos de años, de tal manera que; el mejor espacio para estudiar y preservar el patrimonio es en el lugar donde se ha generado y desarrollado (Boege, 2008). Dicho proceso de evolución, diversificación y relación biocultural compone la memoria co- lectiva de la especie (Toledo y Barrera, 2008). El revalorizar esa memoria biocultural permitiría que las comunidades continúen con sus prácticas ancestrales y produzcan sus propios alimentos, para no depender de la importación o imposición de productos alóctonos, por lo que; es necesario generar estrategias nacionales para solucionar los problemas que impiden la satisfacción de necesidades básicas para la población en general, la conservación in situ, así como la defensa de los territorios y de los derechos indígenas y campesinos; aprender cómo estas comunidades cultivan el equilibrio del mundo, consumen de acuerdo a sus necesidades de subsistencia comunitaria y generan la verdadera soberanía alimentaria (Herrera, 2014).

Para demostrar la importancia de las especies vegetales domesticadas en los pueblos indígenas, el mejor ejemplo es el Maíz (Zea mays), que no solo representa un recurso alimenticio sino también un recurso cultural mesoamericano, indispensable para interpretar el sistema alimentario mexicano, e incluso la existencia del humano en la tierra. Especie aparecida en el 6,000 a.C. aproximadamente, valorada por su gran variabilidad, diversidad genética, nutrientes, resistencia a la sequía, exceso de humedad y plagas, además por su sabor y consistencia es usado en una amplia gama de platillos tradicionales para alimentación cotidiana o para momentos rituales que llenan de simbolismo su cultivo y producción; rituales generados desde la cosmovisión indígena sobre el mito de origen que expone que el ser humano está hecho de maíz; nacido del corazón de la tierra; crece, florece, madura, sufre un proceso de sequedad para al fin ser regresado al corazón de la tierra donde se purifica en las profundidades pero renace guiado con los astros para continuar el ciclo (Carrillo, 2009).

Del análisis hasta ahora expuesto es posible obtener una generalización sobre la conceptualización del patrimonio biocultural, sus dimensiones y como estas generan un sis- tema de vida en comunidades originarias en un equilibrio armónico entre la biológico y lo cultural que brinda un sentido de pertenecía (identidad) y que es transmitido de manera generacional.

Aprender la manera en que las comunidades indígenas y rurales viven y perciben su entorno; y el cómo producen y reproducen su patrimonio biocultural, aportará beneficios para materializar la utopía de la sustentabilidad, en donde los pueblos originarios lejos de desaparecer encuentran nuevas estrategias de vida que les permitan continuar perpetuando y evolucionando de manera generacional su sentido de pertenencia (identidad) con su patrimonio biocultural y precisamente, el turismo puede ser una vía para lograrlo, sin embrago es importante saber y respetar cuando este fenómeno no es la estrategia correcta y buscar alguna otra, entender si las comunidades están dispuestas a compartir lo suyo y ser éticos en la aceptación o no aceptación turística.

Es en este punto, donde comunidades campesinas, indígenas y académicas han planteado y dado un giro al turismo; uno de los fenómenos sociales que mayor impacto negativo está ejerciendo sobre el patrimonio biocultural; de tal manera que está actividad está siendo aprovechada como estrategia de preservación biocultural y, eventualmente, como una vía para el desarrollo endógeno y sustentable de las comunidades.

En consecuencia con lo anterior, sumado a las demandas turísticas contemporáneas, se están configurando formas alternativas de hacer turismo, alternativas al turismo invasivo, tales como el turismo comunitario, etnoturismo, turismo endógeno, turismo rural comunitario, turismo biocultural, entre otros.

El turismo biocultural, es una modalidad reciente; existen realmente pocas investigaciones que profundizan en el tema y el valor de su abordaje radica en que al ser abordado desde el enfoque etnoecológico, el fenómeno turístico será una herramienta en pro de la preservación del patrimonio biocultural. A continuación, se presentan algunos postulados de distintos autores que han observado al turismo como un medio para la preservación del patrimonio biocultural. Se analizan cinco estudios que abordan los temas específicos sobre el Patrimonio Biocultural y el fenómeno turístico:

Entendiendo el Turismo Biocultural

Jiménez y colaboradores (2016), realizan una investigación en una comunidad del estado de México, México; enfatizan en cómo el fenómeno turístico, vinculado con los etnoconocimientos (patrimonio biocultural), puede ayudar a la revalorización de los conocimientos y usos sobre los hongos silvestres comestibles, y lo definen como turismo micológico; entendido como: “Una actividad recreativa centrada en el conocimiento, recolección y consumo de los hongos comestibles silvestres y sus paisajes asociados. Su objetivo es crear valor añadido a los hongos mediante sinergias entre actores territoriales, con incidencia en la mejora económica, directa e indirecta de las comunidades. Es una actividad que vincula recursos naturales y culturales, mediante la articulación entre el turista y la naturaleza, así como una interpretación de las culturas locales a partir de sus expresiones gastronómicas.” (Jiménez et al., 2016: 9).

El estudio referido anteriormente, es uno de los primeros acercamientos específicos entre el turismo y el patrimonio biocultural, específicamente sobre los etnoconocimientos de los hongos. Anterior a esto Mérida, Sánchez, Cardona y Soliz (2013), mediante un proyecto de revalorización y desarrollo de Turismo Comunitario Biocultural en el municipio de Tupiza, Potosí, Bolivia, exponen los primeros fundamentos sobre el termino de Turismo Biocultural, conceptualizándolo como una nueva forma de gestionar la actividad turística a través de la evolución del ecoturismo y turismo sostenible, “que pretendió internalizar externalidades de impactos ambientales y culturales, que generaba la actividad”, es decir, introduciendo modelos, acciones o programas de un turismo convencional hacia comunidades rurales u originarias, “dejando como resultado pérdida del patrimonio natural, creencias, formas de vida, hábitos y costumbres, o daños en la salud y calidad de vida de las poblaciones receptoras de la actividad” (16).

Posteriormente Medina y Mérida (2016) profundizan, a través del Programa Nacional Biocultura, en Bolivia, el termino de Turismo Biocultural, exponiendo que es “un turismo vivencial de lo social, cultural y político. Oferta sistémica, holista, actual que incluye la intersubjetividad de los actores y su interrelación con la biosfera y la cultura” (Medina y Mérida, 2016: 8).

Con base en lo anterior, el turismo biocultural se define como la interacción generada entre el fenómeno turístico y el patrimonio biocultural; una actividad generadora de experiencias a través de la valoración de parte del visitante hacia la conexión existente en comunidades originarias entre la naturaleza y su cultura, busca aprender y compartir una forma de vida basada en relaciones de reciprocidad, sobreponiendo la preservación, respeto y protección de la identidad, subjetividad y recursos naturales de los actores locales antes que la derrama económica, siendo esta una consecuencia y no un fin.

En esta propuesta se considera, que el turismo puede representar una alternativa de ocio, que visto desde aspectos positivos del capitalismo como la rentabilidad, eficacia, profesionalismo, también es una empresa que distribuye equitativamente las ganancias con principios de reciprocidad de los interesados por participar. Además, es buena oportunidad para la comunión entre comunidad (conocimientos tradicionales) e investigadores (conocimientos especializados) (Jiménez et al., 2016; Medina y Mérida, 2016).

Objetivos del turismo biocultural

Se ha evidenciado que actividades como la minería, la explotación hidrológica y el turismo son actividades excluyentes para grandes sectores de la población (Hersch, González, Solorio y Sedano, 2014); sin embargo, las nuevas tendencias y formas de concebir al turismo buscan, en primer lugar, la preservación e inclusión de los actores que han habitado un territorio por cientos, e incluso miles de años. El turismo biocultural precisamente busca, a través de la actividad turística, preservar el patrimonio biocultural de las comunidades originarias y/o rurales. Esto debido a que la expansión del turismo es, al parecer, inevitable y dado que ya se desarrolla dentro de las comunidades, es necesaria la existencia de criterios que aseguren la preservación e involucramiento de los actores locales en la gestión y toma de decisiones.

Jiménez et al. (2016) mencionan que, en el contexto de la “turistificacion” de los espacios forestales, es posible la generación de actividades turísticas en torno a los etnoconocimientos, para que la actividad pueda ser aprovechada por las propias comunidades indígenas. Claro está que el fenómeno turístico puede integrarse a las actividades de una comunidad, siempre y cuando sus habitantes estén de acuerdo y exista inclusión, más allá del discurso, de los diferentes actores; estas características permitirían que el viaje realiza- do por los visitantes sea una oportunidad para conocer otras identidades distintas a la propia y de reconocer la otredad de las personas, además de generar un dialogo de civilizaciones (visitantes-anfitriones), siendo conscientes de que ambos son habitantes de un mismo mundo que se desarrolla en distintos contextos (Me- dina y Mérida, 2016). Esto quiere decir, que las comunidades y/o los destinos turísticos, no tienen que verse en la necesidad de modificar su ambiente cotidiano para satisfacer necesidades distintas; sino que se considera que los visitantes se adapten al entorno del lugar visitado y no de manera contraria, como lo hace el turismo tradicional de masas. En esta lógica, el autor plantea que es necesario cambiar la idea que el cliente siempre tiene la razón.

El turismo biocultural, en esencia, busca el cuidado del patrimonio natural, no solo como recurso natural, sino también del simbolismo y espiritualidad que este tiene para las personas que con ellos cohabitan, el respeto y reverencia hacia la Madre Tierra que da un sentido de pertenencia, y que en ella se ha desarrollado el patrimonio cultural material e inmaterial (Medina y Mérida, 2016).

En las definiciones y objetivos presentados en los párrafos anteriores, es importante notar que no se ha hecho mención sobre la generación de recursos económicos a través del turismo biocultural, dado que “el Turismo biocultural busca crear, en primer lugar, relaciones y conocimientos y, en segundo lugar, generar lucro.” (Medina y Mérida, 2016: 11). En otras palabras, el turismo desarrollado en comunidades no puede ser concebido como una forma de vida, ya que eso deriva en procesos de deformación de identidades; sino que debe ser considerado como una actividad complementaria a las tareas cotidianas de la misma comunidad. En distintos lugares se concibe a la práctica turística, como una herramienta para la preservación del patrimonio y hasta para la defensa del territorio en contra de empresas extractivas, tales como la minera.

Turismo biocultural como estrategia para el logro de objetivos mayores

Actualmente, ante la crisis ambiental y social en la que se vive, han surgido distintas estrategias para la preservación, cuidado y rescate de los recursos naturales; entre ellas el turismo, que debe ser bien planificado y orientado además de facilitar la integración y participación de los actores que habitan los territorios, dado que, como menciona Maldonado (2014), en ellos existe un acervo amplio de conocimientos sobre la naturaleza, insumos imprescindibles para la actividad turística, en sus diversas modalidades alternativas.

El turismo biocultural, pretende ser planificado, inclusivo, controlado y gestionado por las mismas comunidades, de tal manera que permita mitigar la explotación del patrimonio biocultural y hasta fomentar su protección con valores de solidaridad y reciprocidad; impulsando otro modo de vida contrario al capitalista, que sea más razonable y empático con las distintas cosmovisiones, creencias, códigos y praxis que pudieran estar en peligro de extinción. Adicionalmente, dentro de las cualidades de esta modalidad de turismo es la prevención de la migración y disminución de la pobreza vivida en las comunidades originarias y/o rurales (Jiméne et al., 2016). Como evidencia empírica en el estado de Tlaxcala, México, se observa la revalorización del rol del tlachiquero (2), lo que a su vez ha permitido reforzar la identidad regional y la economía familiar. En la comunidad de Tepuente, del municipio de Nanacamilpa, Tlaxcala; gracias al fenómeno turístico, se ha logrado que los hijos de uno de los tlachiqueros no se vean en la necesidad de migrar a Estados Unidos y Canadá para trabajar y se queden dentro de su comunidad, perpetuando la actividad aprendida de generación en generación sin modificar sus otras actividades cotidianas.

Además de evitar la migración como se planteó en el párrafo anterior y de acuerdo con Medina y Mérida (2016) el turismo biocultural como estrategia de intervención ayuda a distintos biotopos dentro de las comunidades receptoras:

Cambio climático: fomenta la adaptación, mitigación, resiliencia y transición sobre los recursos. Se trata de sobrevivir basándose en un uso equilibrado de las diversas fuentes de energía que provee la naturaleza.

Recursos Naturales y Naturaleza: en los visitantes, transmite el concebir a la madre naturaleza (Pachamama) como un ser vivo, entender que cada objeto de la naturaleza tiene un espíritu que influye en el (animismo).

Seguridad alimentaria: defiende la idea del aprovechamiento de la naturaleza de acuerdo a su propio ciclo natural, los policultivos rotativos y una economía basada en la abundancia femenina de la biodiversidad

Economía: no concebida únicamente como la generación de recursos monetarios; sino también como el intercambio equitativo y de reciprocidad favoreciendo mecanismos locales complementarios, tales como monedas locales o trueque. Estas acciones logran reforzar o recuperar los lazos sociales entre miembros habitantes, además de ayudar a resolver las necesidades del otro y las individuales.

Turismo aprovechado como actividad rural

El turismo biocultural es complementado con otros conceptos relacionados con la comunidad, el patrimonio y el visitante, quien participa de manera activa en lo que la comunidad decide compartir; es el caso del turismo vivencial, turismo ecológico, turismo comunitario, turismo cultural, turismo científico y el turismo slow, entre otros (Medina y Mérida, 2016).

Las comunidades que habitan espacios con riqueza natural, tienen la oportunidad de aprovechar sus actividades cotidianas como insumos para la creación de productos turísticos sustentables; por ejemplo, la praxis productiva y alimenticia asociada a la recolección de hongos, plantas silvestres comestibles o medicinales, producción agroecológica de alimentos de autoconsumo como el maíz entre otras más. Al respecto, Jiménez et al. (2016) han expuesto el aprovechamiento turístico de los HCS (Hongos Silvestres Comestibles), a través de senderos micológicos, programas de educación ambiental y una oferta etnogastronómica. Los mismos autores proponen algunas actividades relacionadas con los etnoconocimientos que podrían ser susceptibles de vinculación con el turismo, presentadas en el cuadro 1.

En el cuadro anterior es posible encontrar las relaciones entre los etnoconocimientos de comunidades originarias con actividades turísticas que siguiendo la lógica del turismo biocultural pueden apoyar a la preservación y revalorización de dichos conocimientos. Estas actividades deben tener criterios específicos para ser considerados realmente como una actividad sustentable, tema que se abordará a continuación.

Cuadro 1
El etnoconocimiento y su relación con el turismo
El etnoconocimiento y su relación con el turismo

Criterios para un turismo biocultural, del discurso a la práctica.

A pesar de existir pocos trabajos de investigación sobre el turismo biocultural, se plantea que uno de sus principales objetivos es la preservación de los conocimientos ancestrales, que se derivan de un sentido que explica la existencia (cosmovisión) y la aplicación de esos conocimientos en la vida diaria; en otras palabras, el turismo biocultural busca dar continuidad, de forma integrada, a los conocimientos tradicionales, a su significado y a las distintas prácticas derivadas de estos. A continuación se presentan algunos criterios necesarios para materializar una iniciativa de turismo biocultural. Jiménez et al. (2016) plantean como un requisito fundamental que a través del turismo se debe obtener una justa valorización social de los etnoconocimientos. Por su parte Mérida et al. (2013) identifican distintos principios que tienen que aceptarse como parte de la actividad del Turismo Biocultural, estos son:

Aunado a lo anterior Medina y Mérida (2016) establecen algunos criterios y herramientas que debería de seguir la implementación del turismo biocultural que a continuación se detallan: .Hospitalidad: se comentó anteriormente que el visitante debe de adaptarse a la dinámica diaria de la comunidad y que en los lugares que visita no tendrá tal vez el mismo estilo de vida que en el propio, esto no quiere decir que el hacer turismo biocultural o cualquier tipo de turismo de base comunitaria signifique que el viajero realice un sacrificio o tenga que sufrir de alguna manera, el cliente no es un cliente, es un huésped que busca entender, aprender y compartir en respeto la visión del receptor por lo que es importante asegurar su satisfacción con beneficios para ambos actores lo cual se traduce en la Calidad y Calidez. Si algo característica a una comunidad o pueblo originario es la construcción tradicional que se conserva o se sigue utilizado, siempre condicionada su construcción por los materiales disponibles para su uso responsable por lo que caracteriza a la Sencillez.”.

Para lograr el cumplimiento de los criterios mencionados se hace indispensable el uso de distintas herramientas que encaminen hacia el éxito del turismo biocultural como la alianza público-privada-comunitaria y la sinergia entre estos, la inclusión de todos en los beneficios generados evitando así tensiones sociales y asegurar la lógica económica de todos ganan (Medina & Mérida, 2016).

Estudios de caso y técnicas para desarrollar y estudiar el turismo comunitario

Sobre casos específicos es interesante el estudio realizado por Jiménez et al. (2016) quienes estudiaron ocho recolectores de hongos con características similares como el poseer conocimientos etnomicológicos y ser reconocidos socialmente como tales, además de haber obtenido el conocimiento de manera generacional, realizar la actividad de recolección de manera temporal y estar interesados en aprovechar al turismo como herramienta para diversificar su actividad. Las técnicas implementadas en el estudio fueron la bola de nieve, observación y entrevistas a profundidad.

Por su parte Maldonado (2014) expone que el uso de la investigación-acción permite que las personas se apropien sobre sus territorios y su patrimonio biocultural, que autogestionen y tomen decisiones sobre sus recursos, tal y como se ha demostrado en algunas comunidades de Chile donde se han aplicado técnicas de mapeo participativo, entrevistas a profundidad y la identificación de actores clave motivados por la conservación del patrimonio tradicional. El trabajo realizado por Morales y Chirveches (2010) que si bien no se enfoca directamente al tema turístico es un estudio sobre la incidencia de las políticas gubernamentales propuestas a través de metodologías y estrategias para la gestión sustentable de la diversidad biocultural a través de diagnósticos participativos comunitarios, entendidos como: “El Instrumento que permite entender y sintetizar la visión de los actores locales sobre la situación actual de sus recursos y estrategias de vida, así como la visión de los actores externos respecto de sus criterios y percepciones de la realidad actual, partiendo de los problemas pero fundamentalmente rescatando los potenciales en los ámbitos de vida material, social y espiritual” (BioAndes, 2006 citado por Morales y Chirveches, 2010: 18).

Parte del estudio retoma al etnoecoturismo y al turismo comunitario como factores para la generación de proyectos estratégicos de apoyo a las comunidades realizándolos de manera inductiva (de abajo hacia arriba).

Sin embrago el programa en general toma al turismo comunitario solo como estrategia económica para beneficio para las comunidades sin tomar en cuenta que el turismo biocultural y comunitario ven al recurso monetario como una consecuencia de una actividad. Esta concepción del turismo como herramienta de conservación es incipiente por lo que es justificado que inicie con un corte económico en algunas metodologías, pero la esencia es que visto desde el enfoque biocultural lo hace con ingresos para la comunidad y no para agentes externos.

Se concluye de este estudio que el turismo es abordado desde la base comunitaria lo cual es la prioridad para cualquier tipo de turismo en espacios originarios, sin embrago el turismo biocultural va más allá, busca la interacción con las dimensiones del patrimonio (kosmos, corpus, praxis).

Un caso de mayor profundidad es el estudio y proyecto aplicado en el Municipio de Tupiza en el departamento de Potosi de Bolivia, denominado: Revalorización y Desarrollo del Turismo Comunitario Biocultural de Tupiza. Mérida et al. (2013) exponen que el proyecto buscó que los actores locales tuvieran una participación directa durante el proceso de desarrollo del turismo biocultural para lograr así la revalorización de conocimientos ancestrales locales, esto a través de la creación de empresas de base comunitaria con un enfoque complementario de opuestos sobre el mercado y la reciprocidad, el fomento de un modelo de enseñanza-aprendizaje que debe generarse entre visitantes y comunidades receptoras (occidente-mundo indiano), la creación de una área protegida Biocultural y la consolidación de alianzas estratégicas y diálogos interculturales entre comunidades, consultores, operadoras turísticas, especialistas y la academia.

Entre los resultados más sobresalientes de dicha metodología se encuentran:

Participación de actores

Como menciona Toledo y Barrera (2008) es posible la implementación de “pro- puestas de desarrollo local endógeno o sustentable con la plena participación de los actores locales.” (112) ya que son ellos los que poseen el conocimiento y la interpretación de su propia realidad. De acuerdo con Jiménez et al. (2016) los etnoconocimientos son el punto de partida para “la planificación, diseño, gestión y ejecución de una propuesta micro-turística” (2016). Por su parte Medina y Mérida (2016) no solo mencionan la importancia y rol de los actores locales en el desarrollo del turismo biocultural, también exponen la importancia y papel de sector público, privado y por supuesto comunitario. Dentro del sector publico unos de sus principales roles son; ser ente rector, fomentar la inversión, realizar la promoción, generar infraestructura básica e incentivar la formación profesional. En cuanto al sector privado; este busca generar, captar y distribuir flujos turísticos, generar rutas, asesorar legalmente entre otras, y por su parte el sector comunitario debe de contar con el recurso cultural y medioambiental, gestionar los emprendimientos locales, participa laboralmente, participa en los beneficios y tiene la responsabilidad de la sostenibilidad.

De acuerdo a Maldonado (2014) el involucramiento de la comunidad en su totalidad, la participación activa de actores clave así como las alianzas con organización, instituciones educativas y municipios pueden generar estrategias de conservación biocultural a través del conocimiento local tradicional. Estos enfoques participativos son pensados “CON y PARA los actores locales… generando un nuevo proceso de enseñanza-aprendizaje reciproco/conjunto, complementando los saberes, necesidades y valores locales con aportes de consultores externos con ciencia occidental” (Mérida et al., 2013: 20).

Perfil del turista deseado

Se han descrito distintos factores para el éxito del turismo biocultural como estrategia de preservación, pero esos criterios y objetivos se deben de complementar con la presencia de un turista con ciertas características específicas que Jiménez et al. (2016) comienzan a describir como: “Un turista responsable, comprometido con el cuidado del entorno, respetuoso de la cultura y dispuesto a realizar intercambios económicos justos, a través de sus actividades de ocio y recreación. Ello pone de manifiesto la necesidad futura de estudiar la existencia de un mercado turístico consciente y de pequeña escala, que evite la depredación de la expresión local de la naturaleza” (16).

El turismo biocultural busca un segmento del mercado con necesidad de evolucionar personalmente a través de la interacción con el otro y con la naturaleza, busca además compartir con el turista una forma de vivir basada en relaciones de reciprocidad que fomenten el buen vivir, no es un turismo de masas (Medina & Mérida, 2016), ya que existe el riesgo de que la afluencia constante de turistas ponga en amenaza el desarrollo biocultural de la zona (Maldonado, 2014).

Conclusiones

A partir de la sistematización realizada, el turismo biocultural se entiende como la interacción generada entre el fenómeno turístico y el patrimonio biocultural; una actividad generadora de experiencias a través de la valoración de parte del visitante hacia la conexión existente en comunidades originarias entre la naturaleza y su cultura, busca aprender y compartir una forma de vida basada en relaciones de reciprocidad, sobreponiendo la preservación, respeto y protección de la identidad, subjetividad y recursos naturales de los actores locales antes que la derrama económica, siendo esta una consecuencia y no un fin.

Señalando que su objetivo principal no es la generación de recursos económicos para las comunidades, sino que persigue objetivos y fines mayores y específicos como la preservación de las practicas ancestrales que ha sido mantenidas de generación en generación, el cuidado del patrimonio natural y hasta la defensa del territorio en contra del sistema neoliberal existente.

Con base en el análisis expuesto sobre las experiencias investigativas en torno al turismo biocultural, que si bien son escasas y no es posible dar una conclusión contundente sobre los beneficios de esta modalidad turística; es posible apoyar la premisa de que el fenómeno del turismo no es una actividad que deteriore la identidad de los espacios bioculturales per se, sino que por el contrario puede ser un aliado para su protección. Esto si se reflexionan e implementan los principios expuestos, tales como: la participación total de los actores locales, un turismo controlado y no masificado, que los ingresos sean complementarios y no se dependa de ellos, visitantes consientes, responsables y motivados por la preservación e interacción.

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Notas

1. Se entiende como agencia a las entidades sociales con la capacidad de conocer y actuar en las prácticas sociales que afectan en las acciones o interpretaciones propias y de los otros (Long, 2001).
2. El Tlachiquero es el oficio de raspar el maguey pulquero para la extracción de aguamiel que, posteriormente sufre un proceso de fermentación y es transformado en pulque, bebida ancestral y tradicional del valle de México principalmente en los estados de Tlaxcala, Hidalgo, Edo. De México y Puebla. Hinke (2007) explica que “El tlachiquero recorre la tanda de magueyes dos veces al día. Va de maguey en maguey recolectando el aguamiel con ayuda de un acocote, esto es, una calabaza gran- de, alargada y hueca, abierta por los dos lados. Después de haber succionado el líquido, raspa con un raspador de metal los tejidos de la cavidad del maguey o cajete, para que no cicatricen y siga produciendo el aguamiel” (p.24).
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