Reseñas

CENTROAMÉRICA: FILIBUSTEROS, ESTADOS, IMPERIOS Y MEMORIAS. VÍCTOR HUGO ACUÑA ORTEGA. COSTA RICA: EDITORIAL COSTA RICA, 2014. 149 PÁGINAS

Victor H. Acuña

CENTROAMÉRICA: FILIBUSTEROS, ESTADOS, IMPERIOS Y MEMORIAS. VÍCTOR HUGO ACUÑA ORTEGA. COSTA RICA: EDITORIAL COSTA RICA, 2014. 149 PÁGINAS

Anuario de Estudios Centroamericanos, vol. 42, pp. 511-513, 2016

Universidad de Costa Rica

. Nicoya: su pasado colonial y su anexión o agregación a Costa Rica. 2015. San José. EUNED

En 1974, Luis Fernando Sibaja y Chester Zelaya publicaron el libro titulado La anexión de Nicoya, en el contexto del sesquicentenario de la agregación del antiguo Partido de Nicoya al Estado de Costa Rica, integrante de la recién establecida República Federal Centroamericana. Hoy, cuatro décadas después, estos autores nos ofrecen una nueva edición corregida y ampliada de esa obra. Esta nueva versión puede ser considerada otro libro porque, según advierten, los dos primeros capítulos son prácticamente nuevos y los tres restantes han sido modificados de forma considerable. La obra se beneficia de los avances, habidos desde entonces, de la historiografía sobre la época colonial y los comienzos del siglo XIX en Costa Rica, Centroamérica y los otros países latinoamericanos.

El trabajo tiene dos partes: en la primera, se sintetiza la historia de Nicoya desde la llegada de los españoles hasta la coyuntura de la independencia de España y la anexión a Costa Rica; en la segunda, se presenta el proceso de anexión desde la declaratoria de agregación de las poblaciones de Nicoya y Santa Cruz al Estado de Costa Rica, en 1824, hasta la firma del Tratado Cañas-Jerez, en 1858, que estableció formal y definitivamente los límites entre las repúblicas de Nicaragua y Costa Rica y que, en consecuencia, consolidó en forma irreversible la pertenencia del antiguo Partido de Nicoya a Costa Rica.

La primera parte del libro constituye un trabajo de historia económica y demográfica de Nicoya en el cual se recorren los ciclos productivos que experimentó esa circunscripción administrativa del antiguo Reino de Guatemala, desde inicios del siglo XVI y hasta comienzos del siglo XIX. Así, tras el saqueo inicial, la región se integró al proceso de formación del imperio español en el Nuevo Mundo y al conjunto de la nueva economía mundo en formación mediante la exportación de esclavos indígenas, utilizados como auxiliares en el trasiego a través de Panamá y en la conquista del Perú. A la esclavización de la población autóctona siguieron la encomienda de servicio, una forma de servidumbre, y la encomienda de tributo. Como es de suponerse, esta fase de sobreexplotación de los indígenas se saldó con una estrepitosa caída de la población de Nicoya. En esta primera etapa de presencia de los europeos, la historia de Nicoya estuvo marcada por la búsqueda febril del llamado Estrecho Dudoso que se creía comunicaba los dos océanos; en otras palabras, según la expresión del geógrafo Carlos Granados, el territorio de Nicoya, adyacente al lago de Nicaragua y al río San Juan, desde el principio fue valorado por su potencial geoestratégico.

Entre fines del siglo XVI y mediados del siglo XVII, Nicoya vivió su primer ciclo comercial mediante la exportación de mulas y productos indígenas para abastecer el flujo transístmico en Panamá. Según el conocido modelo de otras regiones del imperio español en América, la desaparición de los seres humanos dio pie al surgimiento de una importante población de ganado vacuno sobre la cual se desarrolló un segundo ciclo productivo de extracción y exportación de sebo, desde fines del siglo XVII y durante las tres primeras décadas del siguiente. En forma similar a lo ocurrido con los seres humanos, esta actividad extractiva llegó a su fin como consecuencia de una reducción drástica de la población bovina.

En el siglo XVIII, en el contexto de una nueva articulación de la economía del Reino de Guatemala provocada por la expansión de la producción de añil en El Salvador, tinte exportado a Inglaterra durante la fase de despegue de su revolución industrial, la región de Nicoya experimentó un tercer ciclo productivo mediante el envío de ganado en pie a Nicaragua en tránsito hacia El Salvador y Guatemala. En el paso del siglo XVIII al XIX, las exportaciones de añil entraron en crisis como consecuencia del proceso de desintegración del imperio español, del ascenso del imperio británico y de los cambios en el comercio mundial del añil, fenómeno que afectó el negocio de ganado en pie de Nicoya al norte del istmo.

También en este periodo surgió el puerto de Puntarenas y creció el comercio de tabaco y otros productos entre el Valle Central de Costa Rica y Nicoya, de modo que la región empezó a vincularse más estrechamente con dicho país. Durante la coyuntura de la independencia, los vínculos económicos entre ambos territorios se fortalecieron por la extracción y la exportación del palo de Brasil, explotado por familias de la élite de los llamados ladinos de Nicoya. El puerto de Puntarenas fue clave en el desarrollo de estas relaciones. En fin, hacia mediados del siglo XIX, la expansión cafetalera de Costa Rica se convirtió en un imán para la producción ganadera de Nicoya y de la región de Cañas y Bagaces que habían pertenecido desde la época colonial a Costa Rica. Con el café cambió definitivamente el destino de las exportaciones de ganado de ese territorio.

Los autores muestran que las transformaciones económicas y demográficas de Nicoya fueron acompañadas de un importante cambio en la composición étnica de sus habitantes porque la población indígena perdió importancia en términos cuantitativos frente al grupo de los ladinos, integrado por mestizos y sobre todo mulatos. En efecto, desde el siglo XVII frente a la caída de la población indígena y ante la amenaza de las incursiones de piratas, las autoridades españolas establecieron en este territorio milicias de negros y mulatos. De este modo, al llegar la independencia, el grupo dominante en el Partido de Nicoya eran los ladinos y sus elites (donde era muy influyente el linaje Briceño Viales), quienes fueron protagónicos en el proceso de agregación a Costa Rica.

Si la primera parte del libro es una historia económica, demográfica y geográfica, colocada en una perspectiva estructural o de larga duración, la segunda es una historia de los procesos políticos, centrada en la corta y mediana duración. La primera parte sirve para comprender los condicionamientos de tipo económico y social que tendían a favorecer un vínculo más sólido y más constante entre Nicoya y Costa Rica por medio de la cuenca del río Tempisque y el golfo de Nicoya y la segunda rastrea el proceso de toma de decisiones políticas por parte de las elites de Nicoya, Santa Cruz y Guanacaste, localidad que luego pasó a llamarse Liberia. Los autores muestran que el proceso de agregación no fue unánime, pues al inicio Guanacaste estuvo en contra; pero tampoco fue lineal, ya que supuso una serie de declaraciones formales y explícitas de voluntad de pertenencia a Costa Rica por parte de las elites de las tres poblaciones, desde 1828 hasta 1854. Así, para comprender la aceptación de Nicaragua de la pérdida de este territorio se debe recordar los condicionantes geoestratégicos, ya que dicho país renunció a Nicoya a cambio de conservar en forma exclusiva la llamada Vía del Tránsito, por donde se construiría el canal interoceánico, objeto de disputa imperial entre Gran Bretaña y el recién llegado Estados Unidos, a partir de la década de 1840.

La anexión no puede ser entendida como un simple asunto decidido por los habitantes del antiguo Partido de Nicoya, ya que fue un proceso en el cual intervinieron las autoridades federales y los estados que se disputaban ese territorio. En última instancia, si los condicionamientos económicos de largo plazo y las recientes decisiones de tipo político-administrativo crearon un marco para la agregación, fueron capitales los procesos políticos experimentados por Nicaragua y Costa Rica en la coyuntura de la independencia y en los decenios siguientes para que las poblaciones optaran por integrarse al segundo país y separarse del primero. En este aspecto la obra es ejemplar al presentar la anexión como resultado tanto de determinantes estructurales como de factores contingentes que fueron el desenlace de interacciones entre los actores políticos del proceso.

No cabe duda de que el libro de Sibaja y Zelaya es un excelente trabajo porque presenta de manera desapasionada y sin los sesgos propios de la llamada historia patria un proceso histórico que se ha prestado y se sigue prestando para hacer propaganda nacionalista por parte de algunos gobiernos y ciertos sectores de la sociedad civil de ambas repúblicas. Tras la lectura de esta obra se puede decir que la anexión no era inevitable, pero resultó necesaria; no fue enteramente voluntaria, pero terminó siendo una opción asumida por las poblaciones interesadas, que en el corto plazo fue beneficiosa para Nicoya, dada la situación política imperante en cada uno de los estados que se la disputaban; aunque en el largo plazo, el antiguo Partido de Nicoya y su heredera, la provincia de Guanacaste, terminaron formando una región periférica dentro de la economía, la sociedad y el Estado costarricenses.

Sin embargo, el valor de esta obra trasciende el tema de la anexión por varias razones. En primer lugar, sin que así sea explicitado por sus autores, es un buen ejemplo de historias conectadas o de historia global en la medida en que la historia de esta pequeña región, aparentemente marginal en el conjunto del imperio español en América, se presenta articulada con procesos más amplios de rivalidad y competencia de los imperios marítimos europeos de la época moderna y con la formación y desarrollo de la economía mundo surgida a inicios del siglo XVI. Este no es un libro de estrecha historia regional o de limitada historia nacional, sino un trabajo que estudia la evolución histórica de un pequeño espacio en el marco de procesos más inmediatos que acontecen en el espacio centroamericano y de otros más lejanos, pero no menos determinantes como las disputas de los imperios de los europeos a escala global o la revolución industrial en Gran Bretaña.

En segundo lugar, esta obra revela los procesos de centralización político-militar, es decir, de construcción de los estados y la invención de las naciones en Centroamérica. En efecto, la separación de Nicaragua y la integración de Nicoya a Costa Rica fue consecuencia de las condiciones divergentes de formación del Estado en ambos países; en el primer caso, un proceso espasmódico y reversible, al menos hasta 1860, y en el segundo un proceso sostenido y acumulativo a lo largo del siglo XIX. Dichos procesos fueron percibidos y nombrados por los protagonistas como orden en el caso de Costa Rica y como desorden en el de Nicaragua. En términos más amplios, la anexión de Nicoya a Costa Rica se inscribió en el fracaso del intento de construcción de un Estado en el conjunto del espacio centroamericano.

En tercer lugar, este libro permite continuar la reflexión sobre los procesos de invención de las naciones en el istmo, en especial en el caso de Costa Rica. En efecto, la agregación fue justificada en nombre de la paz y seguridad imperantes en dicho país, rasgos que en ese momento estaban siendo elaborados para fabricar lo que he llamado el excepcionalismo costarricense, núcleo ideológico de su imaginario nacional. Pero, a su vez, la excepción de Costa Rica frente a la desgarrada Nicaragua y frente al resto de Centroamérica vino a ser potenciada por el acto de agregación, de modo que la anexión de Nicoya fue consecuencia y también causa de la invención de la identidad nacional costarricense.

Por último, el análisis histórico de largo plazo presentado en esta obra se enfrenta sin explicitarlo con las contradicciones del discurso de la identidad regional guanacasteca, la autodenominada guanacastequidad, que tiende a poner el acento sobre su fondo indígena prehispánico, en detrimento de la herencia y el peso étnico-racial de las poblaciones afrodescendientes establecidas en la época colonial. Hasta la fecha en los imaginarios regional guanacasteco y nacional costarricenses, los orígenes africanos de las poblaciones de ese territorio permanecen ignorados o no son reconocidos.

En suma, el libro de Sibaja y Zelaya viene a ocupar un lugar destacado en el desarrollo de la historiografía costarricense contemporánea, y es una obra indispensable para quien quiera introducirse en la historia de esa parte de Costa Rica que hoy se llama Guanacaste. Los indiscutibles méritos de la obra podrían ser realzados en una próxima edición con algo que en la presente está ausente, una adecuada y abundante cartografía que parece indispensable en cada una de las partes del libro.

Víctor H. Acuña Ortega. Costarricense, Doctor en Historia, profesor emérito de la Universidad de Costa Rica. Su última publicación es Centroamérica: filibusteros, estados, imperios y memorias (San José, EUCR, 2014).

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