¿QUÉ QUIERE DECIR «RACIONAL»? (Multiusos de ese término persuasivo)
What does “Rational” Mean?(Multi-uses of that Persuasive Term)
¿QUÉ QUIERE DECIR «RACIONAL»? (Multiusos de ese término persuasivo)
Revista de Ciencias Sociales (Cr), vol. II, núm. 160, 2018
Universidad de Costa Rica
Recepción: 29 Noviembre 2017
Aprobación: 22 Marzo 2018
Resumen: Este trabajo discrimina entre una multifacética variedad de significados que «racionalidad» recibe mediante distintos usos de este término, principalmente para ámbitos de la llamada Razón práctica. Es puesto así de manifiesto el carácter opcional-voluntarista al elegir entre esos usos (precisos o imprecisos) y se concluye subrayando la connotación emotivo-retórica (lenguaje persuasivo) que ellos suelen llevar aneja. Al final se consigna una amplia bibliografía sobre el tema.
Palabras clave: razón, racional, razonable , semántica, lenguaje persuasivo.
Abstract: This paper offers a wide array of meanings for «rationality», they are mainly used in order to achieve heterogeneous goals for the so called practical Reason. The choices between those language uses (whether precise or imprecise) are indeed optional, a kind of voluntaristic knowledge; the present study underlines the emotional-rhetorical connotation (persuasive language) that they often carry with them. In addition, an extensive bibliography on the subject is included at the end.
Keywords: reason, rationality, reasonable, semantics , persuasive language.
sumario
Pluridimensionalidades del término «racionalidad» 167
(Un repertorio de sus juegos de lenguaje académicos)
Definición de «racionalidad»: cuatro grandes tipos 167
Campo semántico 169
Subespecies de «racionalidad» 170
Persuasividad de las definiciones al respecto 174
Una bibliografía a propósito de «racional» 178
* * *
... la racionalidad y la irracionalidad. Pocas palabras se usan en manera tan múltiple y contradictoria como estas dos.
... y así confío en vencer cualquier obstáculo. A quien no concuerde conmigo, le negaré la facultad de comprender lo racional.
Suele darse por entendido1 que los pensamientos y conductas de orden racional se caracterizan, como tales, por no responder simplemente a impulsos de la vida emocional (si bien ni aun los de ese orden son independientes del todo con respecto a ella: juicios de valor «categóricos»2, variedades de sentimientos, costumbres que responden simplemente a estos últimos). Pero las opiniones divergen, y no poco, en cuanto a precisar de qué o cómo se trata específicamente en aquellas formas de pensar, para hacer efectiva esta diferencia primaria de grosso modo.
El presente estudio procura responder a tal interrogación. Mas no la indaga bajo el supuesto de que acaso sea cuestión de aprehender algo así como un significado propiamente verdadero para dicho término: tal o cual supuesta definición real3 (y suele ser esencialista4), naturalismo lingüístico5. Me importa sobre todo llamar la atención hacia lo contrario: el hecho de que cada locutor, al utilizar esa palabra en calificar comportamientos humanos (sean materiales o unas formas de pensamiento), elige entre sus variadísimas posibilidades semánticas, para que el prestigio de tal término resulte imputado a alguna preferencia especial —suya personal, pero también de otros— acerca de las materias consideradas. Entonces él no puede evitar la opción entre los dos extremos siguientes: ya sea dejar aclarado en forma expresa a cuál o cuáles de esos múltiples sentidos entiende referirse específicamente ahí, y haciéndolo con precisión suficiente de no dejar en confusión el suyo propio con otros de aquellos; o bien, omitir tal precisión, en cuyo caso buena parte del fárrago de polisemias y vaguedades y contradicciones que esa palabra conlleva6 (cuando no es aclarada) pasa a formar parte también de su propia exposición. Esto último constituye lo más habitual.
En efecto, no poco común es encontrarse con esta segunda salida, sin excluir exquisitas elucidaciones académicas en donde «racional» y otros términos muy emparentados se emplean omitiendo simplemente tales aclaraciones7, como si el sentido de ellos fuere bastante obvio. Semejantes faltas de claridad básicas hacen que, de hecho, se aproveche simplemente la carga emotiva encomiástica que las palabras «razón» o «racional» portan consigo (o recurrir al amparo de su bien condescendiente hijastro: lo «razonable»), sean cuales fueren sus variados referentes efectivos en las conductas lingüísticas abarcadas así. El siguiente «diccionario» [A]8 ofrece elementos de juicio al respecto, va dirigido a tratar de evitar la tentación de emplear in-distintamente los susodichos términos.
[Naturalmente, nadie pretenderá que para cada utilización de estas palabras, ni aun tratándose de estudios que se interesen en examinar aspectos decisivos de sus usos considerados ahí, entonces sea cuestión de que el autor pase revista a todas o la mayoría de las variantes de sentido que al respecto serán desglosadas acá. No obstante, aunque por cierto él no necesita estar enterado de tanta multiplicidad (no es común que ni aun la sospeche), de todos modos resulta indispensable, si pretende formular sus ideas con bastante precisión, que en todo caso deje bien en claro a cuál sentido en especial entiende referirse. Al menos corresponde aclarar si se trata ahí, para él, de una «racionalidad» instrumental (Weber) vale decir, distinguiendo bien a qué fines específicos (i.e., cuyos elementos de composición sean diferenciables de modo netamente intersubjetivo) han de estar ordenados los medios empíricos para implementarla- o si , en cambio, entiende referirse a alguna otra suerte de «racionalidad» y en este últimoso: ¿cuál?. Por lo general, tales aclaraciones brillan por su ausencia].
A) PLURIDIMENSIONALIDADES DEL TÉRMINO «RACIONALIDAD» (UN REPERTORIO DE SUS JUEGOS DE LENGUAJE ACADÉMICOS)
One might say of such words that they serve as pegs: it’s marvellous what a lot of things you can put on them.
A mi juicio, constituye un auténtico obstáculo en la discusión sobre racionalidad, el hecho de que la palabra «racional» sea a menudo —aunque no siempre— entendida ante todo como un término valorativo; de modo tal que algunos teóricos tratan de invertir en su concepto de racionalidad todo aquello que consideran bueno, mientras otros temen llamar «racional» acaso a las conductas de delincuentes, porque estas no armonizan con nuestras exigencias morales9.
I. DEFINICIÓN DE «RACIONALIDAD»: CUATRO GRANDES TIPOS
Etimología.– Del latín rationalitas, facultad de ejercer la ratio, cálculo, apreciación, cuenta de las operaciones que se hacen.
De donde resulta: evaluación, facultad de razonar, juicio, inteligencia, explicación, argumentación, razonamiento, teorías.
Traducción.– Al.: Rationalität; y, en sentido amplio, Vernünftigkeit (eventualmente Vernunftmässigkeit11 o vernunftmässig). Ingl.: Rationality. Fr.: Rationalité. It.: Rationlitá. Port.: Racionalidade.
II. CAMPO SEMÁNTICO
Asimismo, las relaciones entre estos últimos dos términos se presentan de maneras muy variadas. No suele diferenciarse bien entre ambos, son empleados prácticamente como sinónimos; salvo por parte de unas orientaciones teoréticas que utilizan estas palabras para subrayar justamente diferencias fundamentales entre los respectivos modos de pensamiento, ya sea señalando lo «razonable» como una especie particular dentro de lo racional in genere (supra § I: acepción 1) o como una modalidad de pensamiento aparte frente a dicho género.
Las orientaciones que sustentan estos dos últimos enfoques [i.e., las que acabo de señalar diciendo: «salvo»… ] —Toulmin, 1958; Perelman, 1979; más continuadores actuales— abogan por tal senda aparte como la alternativa adecuada para la Razón práctica. Pero también hay quienes consideran que, si bien la diferencia por cierto existe y es muy decisiva, las apologías de lo «razonable» suelen consistir sobre todo en maneras de disimular el «ir-racionalismo» que caracteriza a esas maneras de razonar: sus fundamentales indeterminaciones, sus «celadas» lingüísticas habituales, en general, el voluntarismo que preside esos razonamientos que aparecen cohonestados así13.
Todos esos términos son polisémicos; y se suelen emplear persuasivamente, al menos cuando son usados para caracterizar las argumentaciones en campos de la llamada Razón práctica14. Lalande define Racionalidad como «carácter de lo que es racional, en particular en el sentido laudatorio de la palabra razón»; a su vez, señala que Racional es «lo que pertenece a la razón, o es conforme a esta... En particular, lo que es lógico y conforme a un buen método»; y Razonable es «Quien posee la razón... Quien piensa o actúa de una manera que no se puede censurar». Por lo demás, hay señaladas relaciones entre todas estas formas y los diversos aspectos del razonamiento15.
De esos vocablos deriva el término racionalismo, al caracterizar a tendencias del pensamiento filosófico o el científico. Tal calificación aparece reivindicada en sentido altamente aprobatorio por parte de unas escuelas de pensamiento —cf. Bachelard, Albert (con base en Popper)—, mas no así por ciertas otras. Estas últimas —hegelianos y «dialécticos» en general, heideggerianos y «hermenéuticos» en general, «postmodernistas», etc.— entienden que los «positivistas» (así llaman, bastante indiscriminadamente, a escuelas como aquellas primeras) se aferran a visiones esencialmente «empobrecedoras», —«menguadas», «reduccionistas», «fijistas», falsadoramente «objetivizantes», etc.16— acerca de las realidades humanas.
Hasta nuestros días se prolonga la discusión sobre si —como entendía Weber, y siguen sosteniendo las distintas tendencias de orientación analítica— únicamente la racionalidad formal es susceptible de hallar sostén en el plano científico (cf. la polémica de Albert, 1973a, contra Habermas, 1973). Eso sí, aun dicha racionalidad puede ser delineada de distintas maneras, según unas u otras especies de ella19. Por el otro lado, asimismo hay diferentes concepciones de la racionalidad material, las discrepancias al respecto pueden ser radicales: considérese, p. ej., la discusión entre partidarios de la «hermenéutica»20; en cuanto a la «dialéctica», véase la querella entre el marxismo de tipo soviético y la Escuela de Francfort21, o aun las diferencias de lo que es la «dialéctica crítica» en Sartre.
III. SUBESPECIES DE «RACIONALIDAD»
[Nota. - Aquí ni es dable presentar sino de la manera más sucinta cada una de las variantes que serán señaladas. Mas en las notas subpaginales se indican, respectivamente, sitios donde hay explicitaciones propiamente dichas sobre cada una de aquellas; el lector queda así advertido no solo sobre la existencia misma de tanta suerte de variantes (propósito principal del presente trabajo), sino también en condiciones de obtener información en detalle sobre cualquiera de las mencionadas, señaladamente en cuanto a las que logren despertar su interés en especial, para lo cual encuentra identificadas aquí unas fuentes bibliográficas correspondientes].
A1. Racionalidad OBJETIVA: del mundo, de sus «cosas». — A2 Racionalidad SUBJETIVA: del sujeto cuando se aboca a aprehender o manejar esas «cosas».
B1. Racionalidad TEORÉTICA, de creencias, del discurso: razonamientos, lógica (formal o material), argumentación, métodos de conocimiento. — B2. Racionalidad PRÁCTICA, de la conducta, acciones: actividad cotidiana, técnicas de intervención científica, praxis política, etcétera. — Vale decir, se trata de las diferencias y las relaciones entre: creencia (B1) racional y acción (B2) racional22.
C1. Racionalidad DESCRIPTIVA: racionalidad «como concepto explicativo» científico-empírico [Hempel]; racionalidad de «sistemas» sociales (parsoniana [Parsons, 1999], luhmanniana [Habermas-Luhmann, 1971; Luhmann, 1973]23 u otras)24; racionalidad instrumental (Zweckrationalität: Weber y continuadores25) en general y en particular para las tomas de decisión26; racionalidad axiológico-científica27 y en especial para la fundamentación moral [Kraft, 1961]. — C2. Racionalidad intrínsecamente VALORANTE: Wertrationalität (racionalidad con arreglo a valores [Weber, 1964]), racionalidad «como concepto normativo-crítico» [Horkheimer, 1973], racionalidad crítico-social o política [Habermas, 1971], racionalidad moral en las procedimientos de decisión política [Höffe], etcétera.
D1. Racionalidad SINCRÓNICA, estática: un orden de cosas dado. — D2. Racionalidad DIACRÓNICA: cambios en las formaciones sociales (Dialéctica de la Historia28), evolución de las sociedades, etc.; desarrollo del conocimiento humano (la cuestión de su progreso y las «revoluciones científicas»29); etcétera.
E1. Racionalidad en sentido estricto, «dura»: intersubjetividad neta («fuerte»30); es la dominante en lógica formal y las ciencias de la naturaleza, y en decisiones normativas ceñidas a las respectivas condiciones empírico-científicas de razón instrumental. — E2. Racionalidades en sentido amplio, «blanda»: discusiones sobre lo «razonable» («prudencia» aristotélica31; pensamiento «dialógico», según M. Buber –«dialógica vital»– y otros [Schrey, 1970], argumentación «dialógica»/«no-monotonía» [Piacenza, 1998], etc.); sus respuestas tienen intersubjetividad vacilante o dividida («débil»32), como suele suceder en las controversias jurídicas, las de política, las de ética, etcétera. [En esta esfera suelen invocarse múltiples suertes de fórmulas vacías33. Por cuanto hace en particular para el pensamiento llamado «razonable», se lo presenta basado en categorías de pensamiento cuyos contenidos específicos acomodables a los gustos de tirios y troyanos: así las calificaciones de «universalidad», «coherencia», «consistencia», pretensión de aprehender lo «correcto», etc.34].
Y, en su caso, caben aun sentidos mas peculiares: p. ej., los números «racionales».
Las alternativas A-E no son excluyentes; pueden complementarse entre sí las de un mismo plano, como también existen entrecruzamientos y caben distintas combinaciones entre dos o más planos. Pero también se hacen presente contradicciones, ya sea principales (agudas) o secundarias (más bien leves), entre unas y otras de esas posibilidades.
a1. Racionalidad ATOMÍSTICA: de un acto aisladamente considerado, o de unos pocos actos. — a2. Racionalidad de actos considerados desde perspectivas GLOBALES: planes de vida, «sistemas» sociales, etc.; ello se corresponde, en líneas generales, con la distinción entre «racionalidad instrumental» y «racionalidad inclusiva»35.
b1. Racionalidad de INDIVIDUOS: acciones de personas, cuando la conducta en cuestión es imputada a cada una de esas personas respectivamente (su propia «culpa», su inteligencia o no, etc.)36 . — b2. Racionalidad de sujetos COLECTIVOS: nación, clase, raza, religión, instituciones, etc.37.
c1. Racionalidad EXPRESA: métodos, discursos, argumentaciones, etc. — c2. Racionalidad LATENTE, subyacente: de estructuras sociales o psicológicas, «sentido» de «sistemas» sociales (Parsons, Luhmann), Razón de la Historia (Hegel, tal vez Marx) o el «sentido» imputado a esta misma, teodiceas.
d1. Racionalidad NOMOLÓGICA: referida a leyes empíricas (del todo generales para una esfera o al menos regularidades estadísticas), sean de la naturaleza o de conductas sociales. — d2. Racionalidad del comportamiento ajustado a NORMAS: reglas jurídicas, morales, etc. [cf. Gottlieb, 1968].
e1. Racionalidad DEMOSTRATIVA: teoría de la decisión-elección racional (subtipos básicos38: racionalidad paramétrica y racionalidad estratégica-teoría de los juegos —calzan ahí, entre otras modalidades, específicamente la lógica deóntica y la teoría lógico-formal de la decisión39—); modelos deductivo-nomológicos y estadísticos, en la explicación científica. He ahí la «razón constructora de máquinas»40).— e2. Racionalidad NO-DEMOSTRATIVA: probabilidad inductiva, «racionalismo crítico» (Popper, Albert, etc.), plausibilidad de lo «razonable» (su «logos», dice Recaséns Siches), argumentaciones41, «lógica viva» (según Vaz Ferreira), etcétera42.
f1. Racionalidad TECNOLÓGICA («Todo lo real es racional»): «razón instru-mental»43, «razón planificadora»44, derecho como tecnología social45 (inclusive la tendencia más específicamente tecnocrática: «Análisis Económico del Derecho»46), etc. — f2. Racionalidades ÉTICO-POLÍTICA o CRÍTICO-EMANCIPADORA («Todo lo racional es real»): «dialéctica negativa» según Adorno47 y Marcuse48, papel transformador de las «utopías» según Bloch49, «teoría de la sociedad» (estilo Habermas) en vez de «tecnología social» (estilo Luhmann)50, y demás.
g1. Racionalidad CIENTÍFICA (en especial para las ciencias sociales51), en distintas versiones: analíticas, sistémicas, etc. [Bunge distingue, pero sólo como pasos no-independientes en el seno del sistema científico «global» de racionalidades, siete conceptos o tipos de ellas: conceptual, lógica, metodológica, gnoseológica, ontológica, evaluativa, práctica52.] —g2. Racionalidad EXTRA-CIENTÍFICA: conceptos y reglas básicas en cada creencia religiosa53 y en general las racionalizaciones de cada mitología social54, tradiciones (Burke y en general el pensamiento social conservador, etc.), «razones» de los sentimientos («El corazón tiene sus razones...», Pascal), inteligencia «emocional», fundamentalismos en general (puntos de vistas absolutistas: de raza, de religión, de nacionalismo, de «clase», de «género», etc.), y demás.
h1. Racionalidad METÓDICA: procedimientos intersubjetivos científicamente acreditados55. —h2. Racionalidad A-METÓDICA: «conocimiento personal», según Polanyi; «teoría anarquista del conocimiento», según Feyerabend, 1981; tópica», según Viehweg56; «nueva retórica», según Perelman; «dialéctica aristotélica», según Villey; dialéctica hegeliana y la marxista57; conocimiento «hermenéutico», según Gadamer, Apel, Ricoeur y otros58; etcétera.
Y muchas alternativas más: «Razón» (Vernunft) frente a «entendimiento» (Verstand), según Hegel59; «razón especulativa» según Whithehead, 1985; etcétera.
Las dos opciones indicadas en el seno de cada uno de los pares (a-i) suelen comportarse como mutuamente excluyentes. Eso no quita que, también en cuanto a estos, se den combinaciones o identificaciones entre miembros de distintos pares: por ejemplo, así como armoniza la racionalidad nomológica con la racionalidad metódica, la racionalidad «negativa» armoniza antes bien con unas racionalidades ametódicas. Por lo demás, quedó señalado que a su vez cada subespecie de racionalidad admite variantes, a veces bastante distintas.
IV. PERSUASIVIDAD DE LAS DEFINICIONES AL RESPECTO
Para las ciencias sociales, en cuanto al primer polo [§ iii.1.E1] sigue siendo válida, como núcleo básico de orientación general, la fundamental categoría Zweckrationalität delimitada como lo hizo Weber: «Actúa racionalmente con arreglo a fines quien oriente su acción por el fin, medios y consecuencias implicadas en ella, y para lo cual sopese racionalmente los medios con los fines, los fines con las consecuencias implicadas y los diferentes fines posibles entre sí; en todo caso, pues, quien no actúe ni afectivamente (emotivamente, en particular) ni con arreglo a la tradición» [Weber, 1964, p. 21 (§ 2.4)]. Y, si se quiere, con ámbito más global de aplicación cabría señalar el uso lingüístico que califica de racionales a razonamientos firmemente intersubjetivos como los científicos en general (aunque no se refieran a unas relaciones de medios a fines), inclusive los de las ciencias sociales cuando no son ideológico-doctrinales, y las aplicaciones no controversiales de aquellos: en tal sentido, «pensar racionalmente consiste en que las conclusiones a que se llegue estén basadas en unos razonamientos cuya validez sea intersubjetivamente controlable» [Haba, 2012, p. 202]62.
En cambio, el segundo polo de acepciones [§ iii.1.E2], mucho más anchas y asimismo señaladamente mas elásticas, lo conforman aquellas nociones de racionalidad que combinan dos caras: cierto sentido descriptivo, casi siempre bastante vago, el cual ahí viene apoyado por un neto sentido emotivo-valorativo de aprobación63. Lo que se predica como «racionalidad» consiste, para este segundo grupo, en: a) un orden, tiene cierta estructura, sus elementos básicos no están (o en todo caso se «ven» como no estando) ligados arbitrariamente o al azar; b) y ese orden tanto si es producido por la propia conciencia del sujeto que lo aprehende, como si radica en las «cosas» mismas con que este se encuentra ahí (naturaleza o sociedad), o si se manifiesta en ambos extremos (sujeto-objeto) se tiene por sobreentendido que él está bien justamente por ser así es considerado altamente recomendable, se presupone que le es intrínseca la cualidad de encarnar unos valores positivos—.
La mayoría de los autores reservan el uso de dicha palabra para denotar las clases de razones y de conductas que consideren deseables, de acuerdo con los presupuestos teorético-científicos o político-ideológicos a que respectivamente se adhieran ellos mismos. De ahí que, si ese término es tomado en su sentido amplio, resulta que hay tantos modelos de «racionalidad» cuantas son las escuelas filosóficas que entre sí discuten acerca del sentido que aquella tiene o debiera tener: racionalidad empírico-analítica [Hempel, 1979], racionalidad racionalista-crítica67, racionalidad de tipo lógico-formal (lógica deóntica, etc.), racionalidad «sistémica» (las tenidas por tales), racionalidad fenomenológica [Schutz, 1974], racionalidad histórico-evolutiva [Toulmin, 1977], racionalidad dialógico-constructivista (Escuela de Erlangen) [Kamlah/Lorenzen, 1973], racionalidad estructuralista68, racionalidad dialéctico-negativa69, racionalidad dialéctico-discursiva70, racionalidad marxista-leninista71, racionalidad «hermenéutica»72, racionalidad argumentativa o retórico-argumentativa73 o argumentativo-«procesal»74 o lo racional como «razonable»75, y demás. A su vez, cada una de esas grandes tendencias aparece entendida de maneras variadas según unos u otros autores.
Cada concepción se presenta como opuesta a unos respectivos contramodelos de pensamiento que ella califica de «irracionales», o en todo caso entiende que estos son muy insuficientemente racionales: «falsa» racionalidad, racionalidad «recortada» o «menguada», y demás. Así resulta que, al fin de cuentas, también el término «irracional» ofrece una gama de sentidos que es paralela, más o menos, a la de los que recibe la palabra «racional».
Y puesto que hay distintas modalidades del racionalismo como «ideología», correlativamente resultan ser más o menos «ideológicas» muy buena parte también de las concepciones sobre qué son racionalidad e irracionalidad para cuestiones de las ciencias sociales. (Kolakowski, el filósofo más lúcido en la segunda mitad del siglo xx, supo diferenciar entre distintas modalidades del «racionalismo», respectivamente como: «doctrina», «conocimiento», «reforma de la filosofía», «normativo» —para la conducta, para el pensamiento, regla de verificación— el «mundo de los valores», etc. [Kolakowski, 1970]). Esas ideologizaciones se hacen presentes señaladamente como postulaciones en cuanto a la llamada «Razón práctica».
Si bien se mira, también a los etiquetados «racional» o «razonable» se suele acudir como unas maneras discursivas de legitimar algo así como lo que Pareto llamó derivaciones76: tales o cuales expedientes argumentativos disimuladores, los cuales tienen mucho curso señaladamente en la teoría política y en los razonamientos jurídicos. En efecto, no raramente, el uso de esos términos se constituye al fin de cuentas en todo un «obstáculo epistemológico» [Bachelard, 2000] contra la comprensión realista de los fenómenos en cuestión; así en fundamentaciones de sentencias judiciales y en las concepciones idealistas al respecto que ostentan la voz cantante en la actual Teoría del Derecho77, pero también en prestigiosas orientaciones de la teoría social (p. ej.: Rawls, Habermas78).
En cuanto al derecho, el sentido laudatorio de este término salta a la vista en los enfoques apologéticos sobre el razonamiento judicial, este al que esos autores llaman «racional» o «razonable»: cf., por todos, al pensador original de tal tendencia, por cierto el más lúcido y diáfano en el seno de ella [Perelman, 197979; para la crítica realista ante esa ideología profesional, vid. Haba, 2010c, 2011 y 2014]. Acerca de los discursos jurídicos, mas también para la ética, la política, etc., nos encontramos así con variedad de teorizaciones idealistas (es «algo así como poner el carro delante del caballo...», señala Toulmin80) en las reflexiones académicas sobre esa materia, distintas «cirugías plásticas»81 al respecto. Estos autores (Rawls82, Habermas83, Dworkin84, Alexy85, Alchourrón y Bulygin86, Nino87, Ferrajoli88, Aarnio y Atienza89, etc.90) consagran principalmente sus estudios a pergeñar tales o cuales modelos impolutos de pensamiento «racional» o «razonable (¡ciencia jurídica «exquisita»!91), dando sin más por pre-supuesto que el derecho funciona o podría llegar a funcionar como obra de locutores jurídicos ideales y condiciones institucionales ideales.
En definitiva, las controversias teoréticas sobre qué sea de veras «racional» o «razonable», y qué no lo sea en absoluto o no suficientemente, suelen consistir en desacuerdos sobre simpatías doctrinarias hacia tales o cuales definiciones estipulativas. Y estas son llevadas adelante como si ahí viniera a tratarse, al fin de cuentas, ni más ni menos que de unas definiciones reales92 (¡esencialismo!93) para la materia en cuestión.
Mas no es fácil sustituir el término «racional» por otras palabras que sean de uso normal y suficientemente preciso, para no dejar de diferenciar —frente a ese maremágnum de significados vago-emotivizantes encubiertos por quel mismo también— determinados círculos de referentes precisos y muy importantes del pensamiento científico sibre ciertas materias. Esto es, distinguir las condiciones para alcanzar tales o cuales maneras específicas de la «racionalidad» en sentido estricto [supra § I: tipo 3], con vistas a encarar justamente así las cuestiones de que se trate.
Sea o no sea que se adopte esta última orientación, para la claridad del pensamiento (vale decir, ¡cuando no se procura antes bien «inmunizarlo»!94) resulta lo más aconsejable dejar expresa constancia sobre lo siguiente, en cada caso o especie de casos donde se entienda que ahí intervienen o deberían intervenir decisivamente unos componentes que se califica como instancia racional: a) el hecho de que cualquiera de las definiciones de ese término es OPCIONAL —por tanto, elegirla es básicamente asunto de «conveniencia», ya sea cognitivo-intelectual o como retórica, no una cuestión de verdadero-o-falso (salvo en cuanto no se pretenda sino dar cuenta descriptiva de un uso determinado al respecto en cierto grupo de locutores)—; b) y sobre todo aclarar CUÁL, entre las múltiples alternativas semánticas disponibles para ello, es la acepción específica recogida por el locutor. [Probablemente tal alternativa calce con alguna de las señaladas en el presente examen, o eventualmente hasta podría ser oportuno llegar a hacer ver si ahí a cualquiera de ellas corresponda incorporarle (¡tanto mejor!) ciertas notas de precisión adicionales; o bien, si fuera del caso, hacer ver aun cierta opción semántica al respecto que aquí haya pasado desapercibida].
De todos modos, muy difícilmente alguien reconocerá que su propia manera de usar la categoría «racional» comporta una aplicación voluntarista —opción entre bandos de doctrina— de ese término. Los «ir-racionales» son siempre, ¡cómo no!, otras personas. ¿Hay quien no esté convencido de que son «racionales» o «razonables» —¡faltaría más!— las ideas que él estima acertadas? Tal destino para los usos de estas palabras es, por cuanto se ve, no menos inevitable también para los juristas95; abunda asimismo en teóricos de otras esferas para la llamada Razón práctica y de la filosofía social en general96.
B) UNA BIBLIOGRAFÍA PARA «RACIONALIDAD»97
Nota.– Si bien la lista consignada es no poco extensa, obviamente no abarca, ni podría hacerlo (ella misma o cualquier otra), sino alguna escasa porción del maremágnum de estudios publicados en cuyo título se indica la palabra «racionalidad» o «racional», y ni qué hablar de tantos otros trabajos que en el seno de su propia temática abarcan también cuestiones denominadas de esa manera. Me he fijado como límite, para confeccionarla, el número de 200 títulos principales. Aun siendo esta una cifra no poco elevada, por supuesto «no están todos los que son», la innumerable legión de estudios convocados por tal homonimia, y seguramente faltan inclusive muchos cuyo interés puede ser similar o hasta superior al de otros entre los que sí están. Pero me parece que, así y todo, la amplísima variedad de los puntos de vista relativos a dicho término comprendidos en esta enumeración, expuestos principalmente en textos del siglo pasado e incluso llegando hasta fechas muy recientes, hace que ella pueda resultar bastante representativa del multifacético caleidoscopio existente al respecto; pienso que difícilmente (¡mas no es imposible!) alguna perspectiva fundamental ubicada dentro la vasta homonimia de dicho término haya sido dejada de lado aquí. [En particular, creo haber conseguido no dejar de incluir, entre los trabajos enumerados aquí, unos tipos de exámenes claves sobre cuyas decisivas puntualizaciones, inusualmente realistas, se hace abstracción en los trabajos «técnicos» más mencionados que responden al afán de precisar formalmente dicho término. Tal vez pueda ofrecer algún valor indicativo llamar la atención hacia la existencia de estudios como estos justamente, por lo cual me tomo la libertad de destacarlos mediante el recurso tipográfico de hacer resaltar con VERSALITAS (en negrita) el nombre de su respectivo autor].
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Notas