Artículos
Recepción: 11 Enero 2021
Aprobación: 16 Marzo 2022
Resumen: En este trabajo, se exploran los discursos sobre sexualidad que, en el contexto de la pandemia de covid-19, se (re)producen y circulan en las cuentas de Instagram de seis sexólogas argentinas que hacen educación sexual y divulgan su trabajo profesional a través de dicha red social. A partir de exploraciones etnográficas digitales se analizó como estas profesionales construyen un modo de narrar los saberes de la sexología en internet; despliegan actividades pedagógicas que las posicionan como nuevas referentes en el campo de la sexología nacional y configuran una red de “instagramers” que se dedican a la educación sexual.
Palabras clave: MEDIOS SOCIALES, EDUCACIÓN SEXUAL, INTERNET, ETNOGRAFÍA, PANDEMIA.
Abstract: In this paper, it is exploring the discourses on sexuality that, in the context of the covid-19 pandemic, are reproduce and circulate on Instagram accounts of six Argentine sexologists who do sex education and publicize their professional work through these social media. From digital ethnographic explorations we analyze how these professionals construct a way of narrating the knowledge of sexology on the internet; deploy pedagogical activities that position them as new references in the field of national sexology and configure a network of “instagramers” dedicated to sex education.
Keywords: SOCIAL MEDIA, SEXUAL EDUCATION, INTERNET, ETHNOLOGY, PANDEMICS.
Introducción
El 17 de abril de 2020, a casi un mes de haber comenzado en la Argentina el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (en adelante aspo) decretado por el Presidente Alberto Fernandez a raíz de la pandemia de covid-19, en el reporte diario1 del Ministerio de Salud de la Nación intervino el médico infectólogo José Barletta, convocado para dar recomendaciones sobre cómo tener sexo de manera segura y no propagar el virus. No tener relaciones sexuales con personas con las que no se convive, ni con las que no se conocen; como alternativa, hacer sexting y sexo virtual; lavarse las manos antes y después de la masturbación y el sexo virtual; desinfectar teclados, teléfonos y juguetes sexuales, fueron los consejos que dio el experto, dejando en evidencia que el sexo es una cuestión de interés público, en tanto atañe al gobierno de la población y de sí mismo (Foucault, 2002). Como señala Attwood (2006), en Occidente, la modernidad tardía trajo actitudes más permisivas hacia el sexo, aunque este también se convirtió en un foco regular de preocupación pública en el contexto de una aparente desintegración del consenso moral en torno a cuestiones de “corrección” sexual.
Pero no solo el Ministerio de Salud dio consejos sexuales, las redes sociales y los medios de comunicación amplificaron y (re)produjeron discursos sobre el sexo que incitaron a las personas a interiorizarse con distintas prácticas y tecnologías sexuales, y a ponerlas en práctica de manera responsable. En este trabajo se exploran los discursos sobre sexualidad que se (re)producen y circulan en los perfiles de Instagram de cinco sexólogas y una periodista de sexualidad de nacionalidad argentina, prestando atención a los consejos sexuales que estas especialistas brindan y a la imaginación privilegiada sobre la sexualidad que despliegan. Asimismo, se indagó cómo estas profesionales construyen un modo de narrar los saberes de la sexología en internet –articulando el discurso de la disciplina sexológica con el discurso publicitario y otros recursos que habilita esta red social–; desarrollan actividades pedagógicas que las posicionan como nuevas referentes en el campo de la sexología nacional –al promocionar a su vez su trabajo offline y online, ya sea en consultorio, publicaciones editoriales, boutiques eróticas, cursos– y configuran una red de “instagramers” que se dedican a la educación sexual desde la disciplina sexológica, realizando actividades conjuntas, citándose, recomendándose y etiquetándose.
Se parte de dos hipótesis que guiaron esta investigación. La primera es que los discursos de las sexólogas que intervienen en las redes sociales, adquieren visibilidad y masividad en un contexto de sexualización de la cultura, donde la sexualidad aparece articulada “en términos de una cultura “terapéutica” que promueve un enfoque sobre la sexualidad y el yo como un medio para el desarrollo personal y la realización” (Attwood, 2006, p. 80). En este contexto, dichos discursos forman parte de un dispositivo de gestión neoliberal de sí, que supone un individuo racional y responsable, capaz de ejercer una sexualidad “libre, voluntaria, consentida, responsable y placentera” (Brown, 2016, p. 23). La incitación al autoconocimiento, al autoplacer y a la maximización de los placeres sexuales, son efectos de las transformaciones ocurridas en Occidente en el dispositivo de la sexualidad y en la política sexual a partir de la década de 1980 (Carrara, 2015), y de la expansión contemporánea de la cultura de la autoayuda que organiza la subjetividad moderna desde las primeras décadas del siglo xx (Illouz, 2007; 2014).
El dispositivo de sexualidad, en tanto sistema de criterios sociales, políticos, científicos, jurídicos y culturales que regulan las maneras legítimas de obtener placer y relacionarse afectivamente, fue analizado por Foucault entre su emergencia durante el siglo xviii y su ascenso a lo largo del siglo xix. Este se superpuso al dispositivo de alianza y redujo su importancia al centrarse en el control de los cuerpos (su intensificación, su valoración como objeto de saber y como elemento en las relaciones de poder). Carrara (2015) señala que este dispositivo se transformó durante las últimas décadas del siglo xx, a partir de la irrupción de la noción de derechos sexuales como derechos humanos y el centrarse en el bienestar a través del buen uso de los placeres, como criterio de demarcación del buen sexo, ahora devenido una “tecnología de si”.
En un contexto donde la sexualidad “representa y moviliza algunos de los temas clave de la definición del buen yo moderno, dueño y conocedor de sí mismo y hedonista” (Illouz, 2014, p. 53), la “cultura de la autoayuda” ha llegado a convertirse en uno de los medios fundamentales de organización de la subjetividad moderna y se ha vuelto la relación dominante de cada individuo consigo mismo. Para Illouz (2010), la cultura de la autoayuda está caracterizada por un “estilo emocional”, que se “preocupa” por ciertas emociones y “crea” técnicas para aprehenderlas y modificarlas, en un terreno donde se entrecruzan conocimientos expertos, tecnologías de los medios de comunicación y emociones.
La segunda hipótesis es que la emergencia y la proliferación de sexólogas que se dedican a hacer educación sexual en las redes sociales y la incorporación de preocupaciones en torno a desigualdades de género y diversidad sexual, así como al placer sexual femenino en sus discursos, no pueden pensarse por fuera de la masificación de los feminismos ocurrida en el 20152. Como señalan Gogna y Jones (2014), hasta la primera década del 2000, el campo de la sexología no había adoptado una perspectiva de género que ayudara a entender y cuestionar “cómo ciertas supuestas diferencias entre varones y mujeres funcionan como desigualdades” (p. 156). Según el relevamiento que estos autores realizaron entre 2007 y 2008 con las organizaciones sexológicas y las personas profesionales más relevantes del campo en Argentina, la perspectiva de género era abordada desde la corrección política y, al mismo tiempo, funcionaba como criterio de demostración acerca de su actualización profesional, al incorporar un enfoque novedoso y “a la moda”. Mientras que:
… en la mayoría de los programas de formación sexológica (...) el género no aparece concebido como un enfoque transversal a los distintos objetos de intervención de la sexología (...) de los 22 encuentros sexológicos (jornadas y congresos) relevados entre 2003 y 2007 encontramos sólo una mesa (“género y poder”) y cuatro ponencias que incluían en su título la palabra género (...) (Gogna y Jones, 2012, p. 53-54).
Asimismo, la vinculación con el movimiento feminista era marginal –salvo excepciones individuales– y la mayoría de profesionales intentaban evitar ser asociadas con la categoría “feminista” (Gogna et al., 2011).
En ese sentido, el proceso de democratización de la sexualidad (Fassin, 2012) intensificado con el cambio de milenio –que en Argentina se plasmó en leyes como la del matrimonio igualitario, la de identidad de género, la de parto respetado, la de educación sexual integral, entre las más relevantes– y la expansión de los discursos feministas (incluyendo su institucionalización en la formación superior) sobre la sexualidad y el género como dimensiones profundamente atravesadas por el poder, la desigualdad y la violencia, han introducido ciertas tensiones en el discurso de la sexología. Este ha comenzado a incorporar algunas de dichas dimensiones para pensar la sexualidad en el marco de su práctica profesional y, al mismo tiempo, mostrarse más pluralista en términos de prácticas y sujetos sexuales considerados “sanos” y deseables, y menos centrada en el coito, la genitalidad y la pareja –entendida como pareja heterosexual monogámica–.
Consideraciones metodológicas
En la actualidad, internet se ha convertido en una dimensión más de los objetos de estudio de cualquier investigador o investigadora de las sociedades contemporáneas. Como señala Carolina Di Prospero (Di Prospero, 2017; Di Prospero y Daza Prado, 2019), dado que la red forma parte de múltiples espacios de la vida social, personal y colectiva, son muy pocos los objetos de estudio que pueden escapar a su influencia. Esto se ha vuelto ineludible en el contexto de la pandemia, donde la etnografía digital3 constituye un acercamiento privilegiado para analizar objetos de estudio digitales o que están atravesados y mediatizados digitalmente (Di Prospero, 2017; Di Prospero y Daza Prado, 2019).
Este tipo de análisis permite abordar dinámicas de coproducción permanente de sentido entre actores y sitios explorados. Es decir, permite ver cómo las personas usuarias otorgan diversos usos y sentidos a plataformas, y cómo a su vez esos sentidos están habilitados y condicionados por los diseños de los sitios (Kozinetz, 2010). Esta metodología posibilita relacionarnos con las personas interlocutoras a partir de los mismos medios digitales que utilizan, facilitando el encuentro más allá de un espacio geográfico (Pink et al., 2016), convirtiendo así a la dimensión digital en el objeto y medio de estudio (Di Prospero, 2017).
Estos acercamientos intentan alejarse de las nociones que ven a las tecnologías como simples herramientas de las personas usuarias (Ahlin y Li, 2019), y buscan ver las relaciones complejas y dinámicas que vuelven a las tecnologías sociales y a la sociedad tecnológica. Hester (2018) considera a las tecnologías y a las herramientas digitales como partes de la vida cotidiana pero también como posibles ámbitos de intervención feminista (Hester, 2018). Esta mirada se suma a una larga tradición en los estudios de género, pioneros en señalar las hibridaciones entre la sociedad y las tecnociencias (Haraway, 1995), y en considerar la potencialidad de los espacios virtuales para socavar viejos ordenamientos sociales y transformar los roles de género convencionales (Wajcman, 2006).
La construcción del campo se realizó a partir del seguimiento detallado de los perfiles de Instagram4 (ig) de 6 profesionales argentinas que hacen educación sexual a través de las redes sociales. Cuatro de ellas son psicólogas y sexólogas clínicas, otra es médica ginecóloga y sexóloga clínica, y otra es comunicadora y diplomada en sexualidad. Si bien, su formación y práctica profesional es distinta, las agrupamos bajo la denominación de “educadoras sexuales”, ya que así es como definen su actividad en Instagram. Se observaron y analizaron sus publicaciones desde el inicio del aspo, prestándole mayor atención a aquellas que tenían como contenido específico consejos vinculados al contexto de pandemia. Asimismo, se observaron sus charlas y videos en vivo, tanto los que llevaron a cabo de forma individual como aquellos que hicieron en cooperación con otros profesionales de la sexualidad. Por fuera de esta red social, se visitaron sus páginas web y se escucharon/leyeron sus intervenciones en medios de comunicación.
La selección de las seis educadoras sexuales analizadas se llevó a cabo a partir de diferentes criterios. Se eligieron profesionales que tuvieran formación específica en sexología o en sexualidad humana, y que ocuparan un lugar destacado en IG. Esto último se evaluó a partir del número de seguidores, la periodicidad y la repercusión de sus publicaciones –en términos de cantidad de “me gusta” y comentarios– (Van Dijck, 2016; Serafinelli, 2018). Si bien, el número de seguidores varía y ninguna de ellas se identificó con la categoría de “influencer”, se considera que en la lógica de esta red social operan como tales. También se evaluó su presencia en otros medios de comunicación, la vinculación con espacios de formación en sexología o sexualidad humana, y la participación de manera conjunta de eventos en las redes sociales.5
El hecho de que Instagram “viva” dentro de Internet y a través de dispositivos móviles inteligentes, hace que el empleo de un enfoque etnográfico digital se considere indispensable para su estudio (Serafinelli, 2018). Las investigaciones de Poulsen (2018) y Serafinelli (2018) sobre esta red social destacan que en un principio su objetivo no estaba en fomentar las interacciones entre sus usuarios, sino solamente en publicar e intercambiar fotos (Poulsen, 2018; Serafinelli, 2018). Sin embargo, algunas modificaciones en sus interfaces, como la habilitación de Instagram Direct (una función para intercambiar mensajería instantánea) y la herramienta Stories (una función donde las personas pueden subir fotos y videos por un lapso de 24 horas) han hecho que se habiliten nuevas posibilidades para su uso (Poulsen, 2018). Junto con las fotos y videos se pueden intercambiar contenidos de índole textual y fomentar interacciones a partir de los mensajes directos y los comentarios en publicaciones.
Breve presentación de los casos de análisis
Cecilia Canzonetta abrió su cuenta de IG @lic.ceciliace a finales de 2016 pero adquirió popularidad en 2019. Actualmente, cuenta con más de medio millón de seguidores. Es psicóloga, especialista en terapia sistémica y como algunas de las sexólogas consultadas se formó en sexología clínica en la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (sash)6. Su libro “Sexo atr. A todo ritmo. La educación sexual que queremos” (2019), lideró los rankings de ventas durante los primeros meses del aislamiento. Su charla ted “La ecuación del sexo” tiene más de medio millón de reproducciones y su columna en el programa radial “Últimos cartuchos” (Radio Vorterix) tiene gran repercusión. Durante el periodo de aislamiento llevó a cabo talleres online sobre orgasmos femeninos cuyas entradas se agotaron en pocas horas y desarrolló una versión virtual de su show Beer&Sex.
Mariana Kersz abrió su ig @lic.marianakersz a mediados del 2017 y actualmente tiene noventa mil seguidores. Es licenciada en Psicología y se formó en Sexología Clínica en la Universidad de Buenos Aires. Es especialista en terapia de parejas y se dedica a la terapia psicológica y sexual. Ganó popularidad por su presencia en distintos medios de comunicación. Durante el periodo de aislamiento realizó talleres online sobre deseo, autoerotismo, orgasmos femeninos y educación sexual para adultos.
Francesca Gnecchi creó su ig @alasparatusexualidad a inicios del 2017 y actualmente tiene cerca de cincuenta mil seguidores. Es licenciada en Comunicación y tiene una diplomatura en sexualidad y feminismo. Es la dueña de Erotique Pink, una boutique erótica dedicada a la venta de lencería y juguetes sexuales. Durante el periodo de aislamiento dictó cursos online sobre Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo (bdsm), sexo tántrico y relaciones abiertas, junto con otros profesionales. Fue una de las organizadoras del “Fin de semana poco santo” y de la “Sexmaraton”, dos eventos que reunieron a diversos profesionales de la sexualidad para dictar charlas y talleres que se transmitieron en vivo. Participa de los podcast de Astro Sex donde se busca vincular la astrología y la sexualidad. Tiene una gran presencia en medios de comunicación.
Patricia Safadi creó su ig @licpatriciasafadi a mediados del 2017 y actualmente tiene más de veinte mil seguidores. Es licenciada en Psicología y estudió Sexología Clínica en la sash. Sus actuales actividades profesionales se dividen entre las redes sociales y su consultorio donde realiza terapia de parejas y atiende pacientes con problemas sexuales. Se identifica con el Tantra y el Tao. Busca vincular la dimensión sexual y espiritual en sus publicaciones. También escribe notas para algunos portales de revistas.
Bárbara García creó su perfil de ig @sexualidadeslibres a fines del 2017 y actualmente tiene cerca de dieciséis mil seguidores. Es médica especializada en ginecología y obstetricia. Estudio sexología humana en el instituto Kinsey de Rosario. Busca educar sobre sexualidad en su perfil de Instagram, dando charlas, talleres y ateneos que complementa con su actividad en el consultorio. Durante el aislamiento llevó a cabo workshops online (talleres virtuales) referidos a “cerebros multiorgásmicos” y “parejas creativas”.
Carolina Meloni abrió su cuenta de ig @meloni.sexologa a mediados del 2018 y actualmente cuenta con más de catorce mil seguidores. Es licenciada en psicología y se formó en sexología clínica en la sash. Forma parte del equipo de Psicología de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (falgbt)7 y en su Instagram se define como sexóloga transfeminista. Dentro de sus actividades profesionales también se encuentra su rol en las redes sociales y la atención en su consultorio. Lleva adelante el “Proyecto Chornia” donde recibe y recopila fotos de vulvas para luego socializarlas y visibilizar “imágenes de genitales reales para “normalizar” las diversas características que ellos tienen”8.
Sexólogas en Instagram
Desde 2015, las redes sociales se han consolidado como uno de los espacios privilegiados en términos de oferta educativa y pedagógica referida a la sexualidad. En ese contexto, diferentes sexólogas y comunicadoras han tomado como aliada a la red social Instagram donde muchos seguidores/as y consultantes se valen del parcial anonimato y la cercanía con las profesionales para hacer consultas. Con la situación del aislamiento, las actividades profesionales que desarrollaban las educadoras –atención en consultorio, capacitaciones y talleres presenciales– quedaron supeditadas a su ejecución en espacios virtuales y se sumaron a las tareas que ya venían desarrollando en ese espacio. Esto tuvo distintos efectos. Por un lado, las plataformas de comunicación y redes sociales como Instagram se convirtieron en el único canal de comunicación entre las sexólogas y sus seguidores/as y consultantes. Por el otro, aumentaron considerablemente las actividades que desarrollaban de forma conjunta con otros profesionales, en su mayoría charlas en vivo. Dada esta situación, todas las educadoras consultadas vieron incrementada su actividad en ig como así también el número de seguidores/as9.
En relación con las herramientas de la plataforma, las profesionales afirmaron que eligieron tener una cuenta de tipo “profesional” que les brinda acceso a las estadísticas de su perfil. Esta función les permite, entre otras cosas, conocer la edad y el género de las personas que las siguen; ver el rendimiento de sus publicaciones y la interacción de los seguidores con los contenidos. Con esta información, pueden orientar sus publicaciones. A través de esta red social, las profesionales difunden información, brindan consejos y proporcionan técnicas sobre diversos temas que atañen a la sexualidad buscando difundir una visión de la salud y la educación sexual que incluya el placer. Para ello, construyen y vinculan el discurso científico y disciplinar de la sexología con el discurso publicitario y con las herramientas que ofrece la plataforma, desde una narrativa pedagógica bajo la lógica del consejo: “8 ideas para cuarentenear solx” (Gnecchi, 2020), “Tips para mejor lubricación” (Canzonetta, 2020), “3 tips para tener sexo anal” (Kersz, 2020) o “4 toques para sentir la energía sexual por todo el cuerpo” (Safadi, 2020).
Estos son algunos de los títulos que encabezan publicaciones y videos de igtv de las profesionales analizadas, en los que apuntan a explicar el “modo de hacer” una determinada práctica e instruir a sus seguidores/as para que puedan realizarla. Esta narrativa pedagógica se articula a través de “tips” o como respuesta a preguntas disparadoras. Así, interrogantes cómo “¿se puede tener sexo en cuarentena?” (Kersz, 2020), “¿Cómo higienizar los juguetes sexuales?” (Canzonetta, 2020) o “¿Cómo ser creativos en lo sexual?” (Garcia, 2020), les permiten a las profesionales abordar una temática específica y brindar recursos para llevarla a cabo. Si bien, suelen sugerir la autoexploración, ya que destacan que no existe una “receta única” en torno a las formas de ejercer la sexualidad, la mayoría de sus publicaciones se sustentan en este tipo de narrativa.
Como han analizado Racioppe, Párraga, y Bruzzone (2018), profesionales que hacen uso de redes sociales como Instagram para difundir conocimientos, construyen redes que les permiten a las personas seguidoras y consultantes acceder a fuentes de información que suelen estar disponibles solo para profesionales (Racioppe, Párraga, y Bruzzone, 2018). En los nombres de sus cuentas, algunas educadoras eligen poner el término “lic” antes de su nombre, en la biografía de sus perfiles explicitan su formación acreditada como psicólogas, periodistas y sexólogas, y en muchas de sus publicaciones buscan poner de relieve el sustento científico de los conocimientos que brindan. Por ejemplo, en una publicación sobre el “Punto P”, Cecilia Ce hace un recorrido minucioso para referirse a la próstata como un punto de excitación anatómico, científicamente demostrado. Caracteriza la zona, destaca cuales son los nervios involucrados y brinda algunas técnicas para estimularlo. Esta publicación, que también es acompañada por una imagen que señala donde se encuentra el punto P, culmina con la frase: “A meter dedo, no lo digo yo, lo dice la ciencia” (Canzonetta, 2020). Al mismo tiempo, en los perfiles registrados se pueden encontrar algunas publicaciones como “Encuentra tu cérvix” (Gnecchi, 2020), un posteo de Francesca Gnecchi donde se visualizan imágenes del cérvix uterino acompañadas por un texto explicativo que describe el lugar donde se ubica, sus características principales y brinda recomendaciones para que las mujeres puedan descubrir su propio cérvix y estimularlo de manera correcta. Otras publicaciones como “¿Sabías que nuestro deseo se aloja en el cerebro?” (Garcia, 2020), “¿Las personas con pene se excitan más rápido que las personas con vulva?” (Meloni, 2020), “Oposición vagina-clítoris. ¿De dónde surge?” (Meloni, 2020), son frecuentes en todas las cuentas analizadas y demuestran el entrelazamiento entre formación profesional y divulgación científica que caracteriza la narrativa de estos perfiles.
En los perfiles también se puede encontrar contenido específico orientado a mostrar y enseñar a usar juguetes sexuales, lubricantes, productos de higiene femenina o lencería erótica. También es frecuente la recomendación y la difusión de libros con contenido sexológico o sexual/erótico –algunos de su autoría– y materiales de tipo audiovisual. Como se mencionó previamente, una de las educadoras posee una boutique erótica y muchas de ellas –las que poseen mayor cantidad de seguidores– cuentan con alianzas comerciales con sex-shops, tiendas de lencería u hoteles por hora, por lo que algunas de sus publicaciones, historias o en vivos están destinados a mostrar y promocionar esos productos. Esta promoción suele estructurarse a partir de la generación de sorteos que muchas veces son presentados como forma de “agradecimiento” por el aumento de seguidores y seguidoras. Así se encuentran publicaciones del tipo: “Sorteo 400K. Esta cuarentena no termina, pero puede mejorar mucho la vida de 4 afortunadas que ganen este bello vibrador de @stherapytoys” (Canzonetta, 2020). Esto visibiliza que la narrativa publicitaria se articula con gran parte de los contenidos que producen y difunden estas educadoras. A su vez, sus perfiles funcionan como una “ventana” para promocionar su trabajo offline. Ellas recomiendan a sus seguidores y seguidoras que pidan una consulta presencial –u online dada la situación de aspo– para tratar temáticas o problemas que requieren de una mayor profundidad y no pueden ser solucionados a través de un intercambio por Instagram y para ello suelen elaborar placas o historias con la información para contactarlas. A su vez, publicitan los talleres o capacitaciones que brindan y facilitan los links para las inscripciones o la compra de los tickets.
Las educadoras que cuentan con mayor número de seguidores trabajan de manera conjunta con agencias de publicidad que las ayudan en la producción del contenido, en su difusión y en el mantenimiento diario. Estos perfiles se distinguen por construir una “identidad” reconocible. Esto se visibiliza a partir de su estética general, ya que utilizan el mismo tipo de imagen, los mismos colores o la misma narrativa para los textos, manteniendo una coherencia general entre todas las publicaciones. También se visualiza en los videos que están intervenidos con conocimientos de edición específicos o en la presencia de marcas de agua. Por último, desde algunas cuentas se acuñan frases que son utilizadas frecuentemente por las educadoras en sus publicaciones, son incorporadas también por las personas seguidoras y consultantes, con lo cual se convierten en “marcas de identidad”. Es el caso de los términos “Mabel y Roberto” utilizados por Mariana Kersz para referirse a un estereotipo masculino y otro femenino, así como la expresión “Chape fuerte” para dar cuenta de una técnica para “reavivar” la pasión en la pareja, o del termino “Clete” popularizado por Cecilia Ce para referirse al sexo oral hacia personas con vulva.
Al mismo tiempo, estas narrativas están condicionadas por los recursos que ofrece la plataforma. Así, las educadoras utilizan con frecuencia la herramienta “preguntas” para proponer un interrogante sobre un tema particular y que las personas puedan contestar, opinar y relatar experiencias. Por ejemplo, el hilo de preguntas “¿Te viste el clítoris alguna vez?” (Kersz, 2020), o la iniciativa para que cuenten experiencias sobre sexting en cuarenta: “Sexting, fracaso y confusión” (Canzonetta, 2020). Asimismo, esta herramienta es utilizada para que los seguidores y las seguidoras puedan realizar preguntas generales o sobre un tema específico: “Dudas/preguntas sobre deseo sexual en Cuarentena” (Kersz, 2020) o “Sexo y cuarentena preguntas” (Canzonetta, 2020). También utilizan la herramienta “encuestas” con preguntas con dos opciones o que pueden responderse por sí o por no y la herramienta “cuestionario” donde suelen instalar un tema o pregunta y elaborar distintas opciones para que las personas elijan. Las respuestas a las preguntas, encuestas o cuestionarios suelen ser compartidas por las educadoras en sus historias. A su vez, utilizan mensajes que les llegan de forma privada o como respuesta a alguno de estos recursos y realizan un post retomando esa temática con mayor profundidad, lo que genera un diálogo constante entre la información brindada por las educadoras y la demandada por sus seguidores y seguidoras.
Finalmente, las profesionales analizadas configuran una red de “instagramers” que se siguen entre sí, se ponen “me gusta” en las publicaciones o comparten el contenido de otras cuentas afines. La configuración de esta red se visibiliza aún más a partir de las prácticas de “citado” y “etiquetado” que establecen. Es muy frecuente que frente a una pregunta que escapa a sus conocimientos específicos una educadora recomiende y “derive” la pregunta a algún o alguna colega haciéndole una etiqueta, que suele responder desde su propio perfil compartiendo la historia, que a su vez luego será compartida nuevamente por la primera educadora. Esta misma lógica se repite cuando alguna persona usuaria o consultante pide recomendaciones sobre algún profesional para tratar una temática específica. Estas prácticas producen la propagabilidad, lo que supone que un perfil o contenido adquiera mayor circulación al ser recomendado por otros (Jenkins et al., 2015; Racioppe et al, 2018). A su vez, esta red se articula a partir de las actividades que realizan en la plataforma y en otras redes sociales de forma conjunta. Algunos eventos realizados durante el aspo como el “Fin de semana poco santo” o la “Sexmaraton” y la organización de diversos profesionales a partir del hashtag #sexualidadycoronavirus visibilizan esta dimensión.
Consejos sexuales: entre el placer y la responsabilidad
Desde el comienzo del aspo, las sexólogas brindaron recomendaciones sobre sexualidad en tiempos de pandemia, que se pueden agrupar, con fines analíticos, entre consejos para el cuidado de la salud (en un sentido amplio) y consejos para aumentar el placer, el deseo y expandir los márgenes de la sexualidad. La mayoría de estos consejos estuvieron dirigidos hacia un público femenino, ya que el 80% de quienes siguen sus perfiles son mujeres. Una de las iniciativas más relevantes en Argentina fue el hashtag #sexualidadycoronavirus, con 87 publicaciones, iniciado por @alasparatusexualidad, @clinicadeparejas (de Mariana Kersz), @ginecoyvos y @sexualidadeslibres, y al que rápidamente se sumaron alrededor de veinticinco profesionales, entre quienes se encuentran las que estamos explorando en este trabajo. Siguiendo la consigna del gobierno de #QuedateEnCasa, proponían el hashtag como un espacio para brindar recomendaciones respaldadas por distintos saberes profesionales y también como un espacio de consulta para evitar concurrir al médico por controles de rutina o consultas no urgentes. En línea con las recomendaciones del Ministerio de Salud para tener sexo seguro, aconsejaban evitar las relaciones sexuales entre personas que no conviven o que recién se conocen y proponían como alternativa el sexo virtual, el sexting y el autoerotismo.
La “pareja” aparece como la relación más recomendable para entablar encuentros sexuales y algunos/as profesionales sostienen que el covid-19 va a revalorizar este tipo de vínculo estable, al establecer una jerarquización sexual que la ubica en la cima, por sobre otro tipo de relaciones. En este contexto, la responsabilidad individual de comunicar lo que se quiere, desea, lo que le gusta y lo que no, emerge como un tema relevante:
🥳 Cómo hacés para tener sexo con tu pareja en esta cuarentena?
🥳 Qué recursos nuevos usaste? ¿Qué te desafía en este tiempo? Te animaste a algo diferente? Cómo organizas tu rutina con los chicos?
🥳 Con la genia de @sandrixlopez nos pusimos a pensar… ¿Sabemos pedir qué queremos y cómo lo queremos? ¿Cuánto conocés tu cuerpo y el de tu pareja? La cuarentena nos plantea desafíos inmensos e impensados.
Te damos tips concretos para pasarla mejor (Kersz, 2020).
La clave es comunicación sexual positiva!
Pedir desde lo que te gustaría, lo que necesitas! El mito de que todo fluya sin guiarnos... nos resta placer. Por qué?
Cuando alguien que nos atrae nos estimula, en el cerebro se enciende un sistema de recompensa que recibe esta información desde los sentidos y la asocia a un valor positivo y una sensación placentera!
Si mediante el lenguaje comunicamos qué nos gusta queda en el archivo de este circuito de recompensa cerebral. Por eso hablar de esto antes, durante y/o después de vincularnos afectiva o sexualmente enciende nuestro cerebro súper rápido la próxima
Que la conquista verbal sea cotidiana. (Garcia, 2020).
Por otro lado, este llamado a hacerse responsable de “educar” al/a otro/a acerca de nuestras necesidades, deseos y preferencias sexuales y afectivas –que se expresa y justifica de distintas maneras dependiendo la inscripción profesional de las educadoras (psicología o medicina)–, se da en paralelo a una incitación a quererse, gustarse, conocerse y darse placer, que muchas veces aparece como el pre-requisito para poder ser gustado/a por otro/a y encontrar placer en una relación compartida:
Hay muchas personas que esperan que el otro nos de un orgasmo y nos enseñe eso que no sabemos. Buen momento para empezar a autogestionarte el orgasmo. Buen momento para ver qué te pasa en el encuentro con vos mismo y porqué, por ejemplo, te causa rechazo el autoplacer.
(...) Asi que básicamente podemos empezar el #challenge las 12 maneras de hacernos la paja o el mejor tutorial para la nude perfecta. (Canzonetta, 2020).
En la misma línea que el consejo anterior, la mayoría de las sexólogas recomiendan masturbarse, autoerotizarse y “autogestionarse el orgasmo”:
Mi media naranja? soy yo
Somos naranjas completas llenas de gajos diversos, la familia, las amistades, las pasiones, los hobbies, los trabajos, y también los vínculos afectivos y sexuales.
Cuando estas en soltería , no falta la mitad, simplemente estás habitándote.
La autoestimulación, (masturbación) es una forma saludable de conectar con nuestra sexualidad personal y mejorar la compartida.
La Autogestión del placer sexual
es una bella forma de ver qué necesitamos, darnos tiempo para bajar la vida atr (a todo ritmo), relajar, respirar, conectar con nuestros cuerpos y el placer... un happy hour para mi!
Les dejo en igtv unos cortos desde mi consul y una nota con @flakotar explicando los beneficios y cómo comenzar este saludable camino que mágicamente nos grafica la genia de @flor.luciani.ilustradoraA Disfrutar-SE este finde! (Garcia, 2020).
#RatoneateSinCulpa 🔥 #HoyEsSabado ✌.
✌Cuanto más conozcas tu cuerpo, más vas a poder reconocer qué es lo que te gusta y qué cosas te generan más placer. Por eso cuanto más te explores, más literatura erótica leas y más pensamientos asociados al erotismo tengas, más vas a poder pedir exactaemente lo que te gusta y vas a notar cómo aumentan tus niveles de deseo sexual. Por eso #EnSexoMasEsMas(...)
Cómo hago para poner en práctica que más es más? Explorá, conocé tu cuerpo, el autoconocimiento es la puerta de entrada para empezar a hablar de sexualidad. Destimificá los tabúes que tengas en relación al sexo y poné en práctica lectura erótica y baños de burbuja exclusivamente para vos. Aprendé a conocer y reconocer qué es lo que te da placer. Cuanto más conectada estés con el deseo, más ganas de tener sexo vas a tener (Kersz, 2020).
Esta valoración de la autoestimulación como una práctica saludable y que trae beneficios para el sujeto y para sus relaciones interpersonales, así como la idea de que cada persona puede saber y pedir “exactamente lo que (le) gusta” para aumentar los “niveles de deseo sexual” y que ello implica un aprendizaje al que “con esfuerzo y paciencia todas las personas pueden llegar!” (Garcia, 2020), pueden pensarse como manifestaciones del “nuevo” régimen de sexualidad que Carrara (2015) señala que comienza a emerger a finales del siglo xx.10 Este nuevo régimen de sexualidad, organizado en torno a la noción de derechos sexuales, entendidos como derechos humanos, generó cambios en las moralidades, racionalidades y políticas sexuales (Carrara, 2015). Así, el buen sexo ya no es aquel que está al servicio de la reproducción biológica y la producción eugenésica de una población sana, sino el que promueve el bienestar individual y colectivo a través del buen uso de los placeres. Del mismo modo, las prácticas sexuales se evalúan moralmente en relación con el grado de congruencia con los deseos del sujeto (que expresarían su “verdad interna”) y al pleno consentimiento en participar de las mismas. El sexo se convierte en una tecnología de sí, que los individuos pueden y deben saber manejar para ser más felices.
En el contexto de aislamiento, el autoplacer no solo es propuesto como una de las “prácticas sexuales más seguras” para evitar las relaciones sexuales con personas con las que no se convive y como una práctica “saludable” para “conectar con nuestra sexualidad y mejorar la compartida” sino que además es presentado por algunas de estas educadoras como una forma de empoderamiento femenino:
Ayer, junto con @femininjaok, realizamos el conversatorio “Tocate, hermane” a través de un vivo de instagram. La masturbación, en contexto de aislamiento social obligatorio, no sólo es un modo de resolución (de ganas de coger, de necesidad de contacto, como ansiolítico, etc.), sino también (...) un acto político de empoderamiento, porque nuestro placer estuvo siempre supeditado al accionar y conocimiento de une otre (...).
Es así como, tras un recorrido histórico de mitos acerca de la masturbación y conociendo también cómo se ha ubicado la práctica en distintos estamentos (religiosos, jurídico penales, médicos, psiquiátricos, etc.) a lo largo de los tiempos, nuestro conversatorio se enfocó en la búsqueda /desafío personal que conlleva descubrirnos y redescubrirnos a nosotres mismes (re)encontrándonos de otros modos con nuestros cuerpos. (Meloni, 2020).
Este tipo de publicaciones pueden analizarse en relación con lo que sugiere Attwood (2006) sobre que en las sociedades contemporáneas hay un cambio perceptible en la noción del sexo como un “placer propio”, en clave de “cultura de la autoayuda”, que a su vez se combina con un fenómeno de “sexualización de la cultura” y difusión de consignas de “liberación femenina” (Felitti, 2016). Así, se difunden una serie de discursos, de prácticas y de productos que plantean una visión del placer sexual como vía de empoderamiento femenino y que vuelven a retomar las demandas de autoconocimiento y autodeterminación corporal que ya habían puesto en agenda los feminismos de la segunda ola (Felitti, 2016; Hester, 2018). Al mismo tiempo, esta publicación visibiliza, como se mencionó al comienzo de este artículo, que en los últimos años la disciplina sexológica se ha hecho eco de ciertos discursos feministas sobre la sexualidad. En este caso, se caracteriza a la masturbación como una actividad que históricamente ha sido relegada para mujeres y disidencias pero que debería incorporarse dado que, además de ser una vía de empoderamiento, es presentada por estas profesionales como una práctica sexual saludable.
El autoconocimiento se convierte en una dimensión fundamental en las recomendaciones brindadas por las educadoras. Este aparece como el pre-requisito indispensable para lograr la autogestión del orgasmo, pero al mismo tiempo se instala como un fin en sí mismo, al que se llegaría como resultado de llevar a cabo las prácticas sexuales vinculadas al autoplacer. El contexto de aislamiento se visualiza a partir de estos consejos, como un momento propicio para que las mujeres puedan “pasar tiempo consigo mismas”, “capacitarse, aprender y descubrir nuevas prácticas y técnicas de sexualidad”, dedicarse a la “autoexploración” de sus cuerpos, placeres y deseos, así como “conectarse” con su erotismo. Francesca Gnecchi (@alasparatusexualidad) llama a estas prácticas “citas con una misma” e incentiva a las mujeres a que generen el hábito de tomarse momentos específicos para el “autodescubrimiento” y la “liberación sexual”. Para lograr el autoconocimiento, las educadoras no solo sugieren la masturbación, el uso de juguetes sexuales o el consumo de material erótico, sino que algunas también recomiendan la conexión espiritual y para ello ofrecen meditaciones guiadas o proporcionan técnicas para fomentar la introspección y la reflexión. En el perfil de Patricia Safadi, esta última orientación se vuelve más evidente. De esta manera, se pueden encontrar publicaciones como:
Días de aislamiento=-oportunidad👉 meditación guidad: “Reconectando con tu erotismo”1)✔Empieza por dejar que venga a tu mente el recuerdo de una ocasión en la que te sentiste apasionada y sexualmente viva. 2)✔Repasa tu historia hasta encontrar un recuerdo con el que puedas conectar y que puedas visualizar claramente en tu mente. 3)✔Si te cuesta recordar una ocasión en la que sentiste pasión, también puedes imaginar cuál sería tu fantasía sexual ideal. 4)✔Ahora quiero que sintonices con ese recuerdo o fantasía... ¿Estás con una pareja o sola? Si estás con alguien, ¿Quién es? ¿Cómo es tu entorno? Descríbelo con tanto detalle como puedas. ¿Estás dentro de casa o al aire libre? ¿Qué aspecto tiene el lugar? ¿Qué colores ves? ¿El lugar es fresco o cálido? ¿Es tranquilo u oyes sonidos? ¿Qué está pasando? ¿Cómo son los contactos? ¿Qué está pasando en la sensualidad de tu escena?. 5)✔Ahora quiero que percibas cómo te sientes dentro de tu cuerpo. 6)✔Nota las sensaciones en tu piel, tus labios, tus genitales. Permítete sentir tu deseo. ¿Sentiste calidez, cosquilleo, vibración...? ¿En qué parte de tu cuerpo sientes la pasión?. 7)✔Quiero que te aferres a la energía de tu deseo... Y, recordando todos los detalles de esta experiencia, vuelve al presente”🖤 Guía de la meditación, la sexóloga Rachel Abrams. (Safadi, 2020).
También se encuentran los posteos “Más tiempo en casa = Más tiempo para pensar en vos” donde se describe un ejercicio práctico para “retratar el equilibrio que mantienes entre las cosas que te nutren o te aportan chi (energía) y las que lo agotan” para poder mantener activa la faceta erótica (Safadi, 2020); “Potenciar el propio placer depende más que nada, de vos misma” (Safadi, 2020); “Introspección y sensualidad. Estar aquí y ahora, con vos misma” donde se describen una serie de pasos a seguir para “desarrollar una relación íntima con tu propio cuerpo” (Safadi, 2020). Las nociones referidas al autoconocimiento detectadas en estas publicaciones pueden pensarse en relación con la espiritualidad “new age”, surgida en la década de 1970 en Estados Unidos del macromovimiento sociocultural de la “Nueva Era” y, posteriormente, popularizada en Argentina (Carozzi, 1999). Este movimiento promueve la importancia del autoconocimiento como medio para la transformación individual y el empoderamiento personal (Carozzi, 1999; Felitti y Rohatsch, 2018).
El autoerotismo y la masturbación también aparecen para estas educadoras como alternativas que permiten alejarse del imaginario coitocentrista y heteronormado, a través del cual, la sexología ha pensado a la sexualidad, es decir, a partir del coito vaginal facilitado por un pene erecto. Así, algunas de las educadoras han elaborado publicaciones criticando el coitocentrismo y difundiendo otras maneras de experimentar la sexualidad y definir aquello que es considerado sexo:
Hablamos de coitocentrismo. Hablamos de sexo = procreación. Hoy, que podemos tener sexo sin tener hijes, y podemos tener hijes sin tener sexo, pareciera una asociación poco sensata. Sin embargo, el pene sigue siendo el que dicta el inicio y el fin de una relación sexual: mientras dura la erección y hasta que eyaculó. Y poco se piensa sobre estas funciones del pene por fuera del coito vaginal (...) No se arman preguntas sobre prácticas que no lo incluyen erecto, penetrando; mucho menos que directamente no incluyan al pene (...) La exigencia de penetración, conlleva dificultades para las personas con pene (...), así como para las personas con vulva (...). No es negocio para nadie. (Meloni, 2020).
En este sentido, también se encuentran publicaciones como las de Cecilia Ce “No coito también es sexo”, “No es previa, es sexo” (Canzonetta, 2020), que intentan difundir la idea de que el sexo no es únicamente penetración.
Por otro lado, como plantea Felitti (2016), en la actualidad la noción de liberación femenina se encuentra vinculada a la de liberación sexual lo que implica “no solo tener sexo sino hacerlo bien y con mediciones”. Este elemento, sumado a la difusión de valores de la psicología positiva, la espiritualidad new age y el emprendedurismo característico del capitalismo emocional, hacen que se vuelva indispensable informarse, esforzarse e incorporar técnicas en la búsqueda y en la consecución del placer, que se instala como una responsabilidad netamente individual (Felitti, 2016).
Así, aparecen una serie de posteos que proponen tips para alcanzar el orgasmo, dar y recibir sexo oral, tener sexo anal sin dolor, tener sexo virtual de manera placentera, tener una mejor lubricación, aumentar el deseo, mejorar la vida sexual con tu pareja, entre otros. Pueden asumir distintas formas narrativas como la de la receta, que explica paso a paso cómo realizar una práctica; la del catálogo, que presenta una serie de opciones para que cada quien elija la práctica que quiere realizar, o la de preguntas y respuestas. A veces estos posteos promocionan talleres o cursos arancelados para profundizar en dichas temáticas o técnicas sexuales:
3 tips para el #SexoAnal!🍑
#NoDuele #TeHacesFan.
🍑El sexo anal no duele! Basta de mitos! Si lo hiciste y te dolió es porque no practicaste antes con vos mism@ o intentaron ir de una a la penetración anal.
Probá primero dilantando el esfínter mientras te duchás, ponés un poco de jabón neutro en tu dedo y de a poquito das pequeños masajes circulares con el dedo hasta vencer la resistencia del esfínter.
Practicá varias semanas hasta lograr una buena dilatación y mayor control de la zona (...)Descubrilo! (Kersz, 2020).
(...) Les dejo unas ideas para jugar con la fantasía. El sexting no es sólo intercambio de fotos y masturbarse en simultáneo. Podemos:
🔥Mandar instrucciones de cosas que querés que haga la otra persona. Un poco de rol amo/esclavo, pero cosas que se haga el otro a si mismo
🔥 Verdad/consecuencia (muy 90s)
🔥 Digalo con emojis (my fav!!)
🔥 Si no sabés cómo arrancar, usa algún disparador, onda “che en qué andás?” “Acá mirando videos en youtube” y pum le mandas el link de últimos cartuchos sexo anal y de ahí arranca el intercambio.
🔥 Si no te sale ni mandar fotos ni escribir hot, manda otras imágenes ya sea extractos de pelis porno (onda quiero que me hagas esto y foto a la pantalla de la compu) o algún extracto de un libro o lo que fuera
🔥 mostrá tus juguetes sexuales y contale cómo los usas
🔥 el clásico, una prenda por foto
🔥 también se puede hacer sexo grupal o tríos por aplicaciones que permiten más de dos (whatsapp hasta 4 y zoom permite varios)
🔥🔥 Audios!!! Audio gimiendo o acabando re vaaa. Eso si, tenes q dejar el audio grabando asi podés usar tus dos manos (...) (Canzonetta, 2020).
QUÉ NECESITAS PARA LLEGAR AL ORGASMO?
Alguna vez te lo preguntaste? Porque miramos tanto tiempo solo ese punto, miramos el qué y no el cómo.
La respuesta es hermosa, diversa y necesita de la herramienta más poderosa que tenemos en la sexualidad, el aprendizaje! Nadie nació sabiendo cómo orgasmear, primero debemos pasar por el cerebro nuestros 5 sentidos y reconocer cómo excit-arte!
Así es, antes del querido orgasmo está la excitación
Para aprender más sobre ella, sobre cómo funciona tu cuerpo, como encenderla, controlarla y disfrutarla desde la medicina del placer haremos un Workshop online por Zoom con conversatorio para responder todas sus preguntas! (Garcia, 2020).
Estos consejos forman parte de las soluciones de mercado, centrales en las vidas de las clases medias y altas, dentro de las cuales “se encuentra la mercantilización de lo afectivo a partir de la existencia de servicios que vienen a resolver en la inmediatez los aspectos emocionales de nuestra vida” (Palumbo, 2018, p. 1).
Como señalan Elizalde y Felitti (2015), en la cultura del consumo, la demanda femenina de aprendizaje sobre sexualidad y erotismo, que retoman y fomentan estas educadoras sexuales, permite, por un lado, que las mujeres hablen de sexo en público y pongan en palabras sus deseos y decepciones, ampliando los márgenes de autonomía sexual, pero, por otro lado, en algunos casos parecieran reforzar mandatos de género:
Ponele onda al pene, Mabel!
🍆Roberto también existe, Mabel. Hablamos un montónnnn de sexualidad femenina, entendemos nuestro cuerpo y aprendemos a amarnos así como somos. Complejas, dinámicas, cambiantes. ¿Pero, y el pene? (...)
Le pedimos bastante al pene: que se erecte, que nos de placer, que nos satisfaga, pero ¿nosotras sabemos satisfacerlo? Diálogo, Mabel, ya sabés que insisto mucho con esto, pero lo mejor que podés hacer es preguntarle a tu pareja sexual qué le gusta, cómo y con qué intensidad. No a todas las personas nos gusta lo mismo!.
La zona de mayor sensibilidad del pene es el glande. Pero si vas a dar sexo oral, no te olvides de los testículos, es realmente placentero para ellos.
Mientras lo masturbás/rozás/estimulás/chupás/todo eso, acordate del contacto visual, los hombres tienen una predominancia visual que nosotras no tenemos y eso los excita muchísimo! (...) (Kersz, 2020).
Eva Illoz (2014) ha mostrado cómo la sexualidad para las mujeres modernas ha quedado tensionada entre la libertad sexual (placer, libertad, poder) y la estructura tradicional de la familia (lazos domésticos y obligaciones para con otros), entretejiéndose de manera compleja con un deseo de intimidad que aparece esquivo en el modelo de sexualidad serial-recreativa. En el post anterior, donde se dan consejos para “satisfacer al pene”, se reactualiza el mandato de género que asigna a las mujeres la responsabilidad de evitar la “huida del varón” y se propone para ello un entrenamiento sexual al servicio del placer masculino (Elizalde y Felitti, 2015).
La responsabilización no solo implica retener al otro, sino que se vincula con la idea de que es posible llevar adelante una sexualidad totalmente placentera y reconfortante, sin exponerse al desencanto, los disgustos, los malestares y el sufrimiento. Esto presupone un yo transparente, volitivo y dueño de sí mismo, que no solo es capaz de expulsar el sufrimiento de su vida, sino que está obligado a hacerlo, bajo el imperativo del goce, la felicidad y el entretenimiento de mercado. En algunas publicaciones, el amor aparece como “objeto de administración” (Kohan, 2019) y no como una instancia que coloca a la persona en un escenario donde se activan múltiples ansiedades: “el miedo a fundirse con otro ser, la disolución de los límites del cuerpo y del sentimiento de identidad, y el miedo a la disolución y a la aniquilación del yo que lo acompaña” (Vance, 1989, p. 15), como se observa en la siguiente publicación:
Feminismo sexual =liberación sexual
A ver esto es lo que buscamos, no siempre nos sale así y no todos los puntos son para todxs iguales
La feminista en el sexo:
-Pide lo que quiere
-Dice que no a lo que no quiere. -El no es no en sexualidad.
-Pide que se pongan un preservativo o dice hoy no tengo ganas o va a la casa de un tipo tomar algo y después si no le pinta sexo se va
-No piensa en que la única forma de disfrutar es con un pene ni en la heteronorma.
-Busca también su placer, no está al servicio de
-Puede, si es que quiere, tomar el control
-Se permite hablar de sexo
-No ve a su cuerpo como un envase, lo valora, lo cuida, lo respeta, se siente segura
-No está pensando en el qué dirán o en el qué pensarán de mí
-No cree que masturbarse sea un pecado, lo ve como una bendición
-No cree que tener sexo en la primera cita o estar con varias personas a la vez o hacer determinadas prácticas sea algo malo
-Experimenta, se atreve porque no está pensando en que si quiere usar juguetes o quiere practicar bdsm se la va a juzgar
-Salió de la caja, no compra espejitos de colores ni se sube a lo establecido
(Gnecchi, 2020).
Como señala Illouz (2014), “la sexualidad no solo es un proyecto hedonista sino también uno político y moral, impregnado de la consigna de exhibir ideales de igualdad y consentimiento” (p. 54). Los encuentros sexuales, en tanto locus de la modernidad cultural, aparecen regulados por “los ideales normativos de la libertad, la autonomía y una relación implícitamente contractual” (Illouz, 2014, p. 54).
La activación sexual de las mujeres a partir de la cultura de masas se visibiliza en la oferta educativa y pedagógica (libros eróticos de autoayuda, revistas femeninas con consejos sexuales, lencería erótica, juguetes sexuales, talleres presenciales y charlas que brindan una constante “capacitación sexual”) (Illouz, 2014; Felitti, 2016; Felitti y Spataro, 2018) y también se expresa en la legitimidad acordada a la posibilidad de que sea la mujer la que tome la iniciativa, la pérdida del carácter de valor de la virginidad, la relativización de la exclusividad sexual, el valor de la experiencia sexual y la legitimidad de la concurrencia a diversos profesionales para conseguir la plenitud sexual (Semán y Vila, 2011). Además, se visibiliza el distanciamiento de algunas normas sociosexuales de décadas pasadas, aunque en algunos casos el ideario de la liberación sexual puede convertirse en nuevas normativas sexuales para las mujeres (Justo von Lurzer y Spataro, 2016).
Este manifiesto de la feminista en el sexo condensa las ansiedades y las transformaciones en torno a la sexualidad y al lugar de las mujeres en la misma, las cuales pivotan entre la disponibilidad de nuevas formas de erotismo, articuladas en la cultura del consumo, y las desigualdades de género persistentes, atadas en los casos más extremos al riesgo de la violencia física. En este escenario, donde “el consentimiento y la vulnerabilidad son los términos centrales en torno de los que son accionados los derechos y las prácticas sexuales” (Gregori, 2016, p. 185), las máximas “Dice que no a lo que no quiere. El no es no en sexualidad” y “Pide que se pongan un preservativo o dice hoy no tengo ganas o va a la casa de un tipo tomar algo y después si no le pinta sexo se va”, podrían reforzar la conceptualización de la responsabilidad como imputación. Desde esta perspectiva, las personas se convierten en responsables de aquello que se supone que podrían evitar y prevenir, aunque no todas tienen las mismas posibilidades “para asegurarse por sí mismas contra las consecuencias de su participación en la vida social y los riesgos de su existencia” (Merklen citado en Brown, 2016, p. 31).
Finalmente, en este mismo sentido, los consejos sexuales se configuran también como consejos de seguridad personal, donde la sexualidad aparece vinculada a diversas narrativas de peligro y riesgo sexual. Como se mencionó, el sexting y el sexo virtual son presentados como prácticas sexuales “seguras”, ya que tenderían a evitar la propagación del virus. Sin embargo, se convierten en “inseguras” y “riesgosas”, dado que el material erótico enviado puede ser difundido sin consentimiento. Las formas “seguras” de llevar a cabo estas prácticas fueron un tema recurrente en los perfiles de las educadoras y en medios de comunicación masiva durante los primeros meses de aislamiento. En un video de igtv sobre “Sexteo en cuarentena”, Mariana Kersz indicaba:
La tercera cosa importante tiene que ver con la identidad. Si es una persona que no conoces evita enviar fotos de tu cara o de alguna zona de tu cuerpo que sea fácilmente identificable, como un tatuaje o una cicatriz para evitar que esas fotos si se llegasen a viralizar vos quedes ahí como tan pegada en esa situación. Y la última que te la voy a dejar así de yapa es que hay algunas aplicaciones que vos mandas la foto y se borran prácticamente en el momento (...) Así que con esto vos ya sabés que es una práctica segura (Kersz, 2020).
En la misma línea, en la columna que Francesa Gnecchi del 24 de marzo en Canal de la Ciudad (compartida en su página de ig), sobre sexo en cuarentena, donde realiza una serie de recomendaciones para las personas que no conviven con su pareja y necesitan “mantener el fuego”, se produce el siguiente diálogo entre ella y la conductora:
F: Por un lado (recomiendo), lo que es el sexting, mandarnos fotitos, videitos o alguna cosa, siempre con personas que tengamos confianza y con consentimiento
C: Me da miedo Fran, me da terror
F: Sí, por eso mismo. Si tenemos confianza y siempre lo que yo recomiendo es que no aparezcan marcas que nosotros tengamos. Por ejemplo, primero nuestra cara y por otro lado, si tenemos algún tatuaje o lunar, que lo tapemos si vamos a hacer estas fotos y llegado el caso, que pueda pasar algo malo con nuestras imágenes, tenerlo con más recaudo (Gnecchi, 2020).
En estos intercambios, la noción de seguridad se vuelve central y en algunos casos pareciera reactualizar la idea de “mas vale segura que arrepentida” (Vance, 1989, p. 14). Históricamente, esto ha funcionado como una precaución generalizada para las mujeres, a quienes se supone responsables de controlar su deseo y su expresión pública en el marco de una cultura sexual patriarcal que las pone en riesgo.
Por otro lado, algunas educadoras destacaron el riesgo de que se relajaran los cuidados sexuales por estar alerta ante las pautas de prevención del virus, lo que podía aumentar la circulación de enfermedades de transmisión sexual (ets) o embarazos no planificados. Esto hizo que se generaran variadas publicaciones orientadas al cuidado de la salud sexual y reproductiva, así como a la promoción del “sexo seguro”: “No seamos forros. Mitos, verdades y ocurrencias sobre su uso” (Kersz, 2020), “Relaciones sexuales saludables y placenteras. Una guía práctica para evitar los errores más comunes y cuidar tu salud sexual” (Kersz, 2020), “¿Sabes para qué sirve un campo de látex?” (Garcia, 2020), “¿Cuál es el cuidado en el sexo entre personas con vulva?” (Meloni, 2020).
Junto con los peligros potenciales del sexo virtual y el riesgo de que se relajasen los cuidados de la salud sexual y reproductiva, la pérdida o la disminución del deseo sexual se consolidó como otra de las grandes preocupaciones de las educadoras durante el periodo analizado, ya que consideraban la situación de aislamiento y su condición de obligatoriedad “como un estímulo aversivo para el deseo sexual” (Meloni, 2020). Esto se tradujo en una serie de publicaciones, videos de igtv y talleres arancelados —destinados en su mayoría a parejas, aunque no de forma exclusiva— para incentivar y fomentar el deseo sexual. “Deseo. Cómo encender tus ganas” de Mariana Kersz, taller que se dictó en más de tres oportunidades desde el inicio del aspo, ofrecía “tips, técnicas, herramientas y muuuuuucha info para que dejemos de cuestionar por qué no nos sale espontáneamente chaparnos a Roberto y poner manos a la obra… o ¡a la vulva!” (Kersz, 2020). También, se dictaron los talleres “Parejas creativas” (Garcia, 2020) y “Conquistando el deseo” (Garcia, 2020). En ellos se caracteriza al deseo sexual como algo que no se genera de forma espontánea pero que, a través de algunas técnicas, se puede y debe producir, ya que su falta o disminución es considerada problemática:
#ElDeseoSexualNoEsEspontaneo.
Si tu relación de pareja se está volviendo un poco monótona y aburrida, podés cambiar las cosas. Estás a tiempo de renovar la pasión en tu pareja si cambiás algunos hábitos.
El deseo sexual no es espontáneo: organizá, planificá encuentros sensuales y eróticos con tu pareja. Tengan una cita, vayan al teatro, armen una salida, vayan a un hotel, etc. ¡Ponganse de novios otra vez, no esperen a que la pasión los encuentre porque eso no va a pasar espontáneamente...vayan a buscarla!
🍑🍆’(...) Recordá usar los 5 sentidos para explorar, besar, chupar, observar y escuchar la respiración de tu pareja en una situación muy hot!🔥
👠👅 No olvides la autoestimulación! Tocá, frotá, rozá, probá cosas nuevas, posiciones diferentes, juguetes, lo que se te ocurra.
👐🔥 Acordate que #MasEsMas (...) (Kersz, 2020).
En el resto de los perfiles, la baja en el deseo sexual se caracterizó de esta forma y el hecho de que, por ejemplo, los tickets para los talleres de Mariana Kersz se agotaron rápidamente, lo que indica la relevancia que adquiere también esta situación para sus personas seguidoras y consultantes.
Sin embargo, Carolina Meloni buscó cuestionar y relativizar el guion sexual que indica que la baja del deseo durante el aislamiento es un “problema”. Esto se visibilizó, por ejemplo, en los “En vivos” que llevó a cabo con la agrupación “Pluralidades Sexuales”, en los que participaban personas con diferentes identidades asexuales. Esta educadora publica frecuentemente información y dicta cursos donde tematiza la diversidad sexual e interpela el saber sexológico hegemónico al que considera heteronormado y coitocéntrico. En el curso “Introducción a la sexología con perspectiva de género y diversidad sexual”, que dictó en el marco de las actividades de formación ofrecidas por la Red de psicólogxs feministas11, realizaba la siguiente proclama:
Necesitamos una sexología no binaria y con perspectivas [de género y diversidades] porque a pesar de posicionarnos desde el feminismo seguimos viéndola como genitalizada, fragmentada en zonas erógenas, automática, natural, limitada, recortada, donde “el juego previo” puede no estar, y el coito es el centro imprescindible. Porque el sexo “normal”, “habitual”, “sano” es el heterosexual, entre un varón cis y una mujer cis, siempre penetrando con un pene una vagina, siempre de a dos, siempre juntes. Porque cuando algo de todo esto no se da, se patologiza, se discrimina, se segrega, se ridiculiza, se “trata” con ejercicios, medicamentos, psicoterapia, exorcismos…Necesitamos pensar la sexología rompiendo los binarios. Posicionarse desde el feminismo implica también formarse apelando a que la sexualidad no es “única”, “individual”, “subjetiva” sino necesariamente atravesada por esta cultura y tratada desde el modelo médico hegemónico. (Meloni, 2020).
Esta pluralidad de identidades de género y prácticas sexuales se sumó al intento de visibilizar cierta pluralidad en los vinculos sexo-afectivos, más allá de la pareja monogámica y del amor romántico. Varias educadoras compartieron información sobre diversos arreglos sexo-afectivos: “Efectos nocivos de los mitos del amor romántico o amor Disney” (Meloni, 2020) o “El amor romántico, mandato 5” (Gnecchi, 2020). Y algunas también brindaron talleres sobre “nuevos vínculos y relaciones abiertas” para “hablar sobre la libertad en las parejas, reflexionar sobre cómo vivís tus relaciones y los mandatos sociales” (Gnecchi, 2020).
Reflexiones finales
La emergencia y la popularización de sexólogas y periodistas de la sexualidad que hacen educación sexual a través de Instagram es algo novedoso, aunque la presencia de estas profesionales en los medios de comunicación no lo es. A principios del 2000, la sexóloga puertorriqueña Alessandra Rampolla cobró una inusitada relevancia mediática en los medios de comunicación de habla hispana, con un abordaje innovador de la sexualidad.
Como antecedente en Argentina, en la década de los 50 se destaca la experiencia de Eva Giberti y Florencio Escardó con la “Escuela para padres”, y en los 90, la presencia de Juan Carlos Kusnetzoff hablando sobre sexualidad y placer, en radio y televisión. A su vez, la participación de las sexólogas en redes sociales como Instagram presenta continuidades con lo que sucedía en las revistas femeninas de la década del 60, en relación con la práctica de brindar consejos y a la utilización de un estilo directo y coloquial, que busca complicidad con su audiencia, que continúa siendo en su mayoría femenina.
Lo particular del contexto actual es que la expansión de las redes sociales en la última década las ha convertido en uno de los espacios privilegiados en términos de oferta educativa referida a la sexualidad, lo cual ha ampliado los públicos de la sexología. En este sentido, la incorporación de las funciones de mensajería, historias y en vivos en Instagram las ha vuelto un espacio idóneo para potenciar un intercambio fluido y cercano entre, en este caso, sexólogas y seguidores/consultantes. Además, la creación de redes entre profesionales a través de la realización de actividades virtuales conjuntas y de las prácticas de etiquetado y citación, les ha permitido a las educadoras tener mayor visibilidad y, al mismo tiempo, generar que más personas accedan a un saber disciplinar que antes circulaba de manera más acotada. Así, el formato de la red ha propiciado una articulación entre discurso disciplinar sexológico, divulgación científica y narrativa publicitaria, al permitir que las profesionales no solo hagan educación sexual sino que promocionen su trabajo, sus emprendimientos comerciales –cuando los tienen– o las alianzas comerciales con otros emprendimientos.
Asimismo, en el contexto actual donde conviven una mayor permisividad hacia el sexo –entendido en clave de derechos y bienestar individual–, con una preocupación por la falta de consenso moral sobre la “corrección sexual” (Attwood, 2006), los discursos pedagógicos, sobre todo, cuando están respaldados por un saber “científico” o “disciplinar”, es decir, cuando son enunciados por voces autorizadas, como en este caso, adquieren valor y son demandados como fuente legítima para educar a la población sobre el “buen sexo”. Los discursos de estas sexólogas “instagramers” visibilizan el lugar del sexo como una tecnología de sí y, en este marco, los consejos sexuales están destinados tanto al buen uso de los placeres, como a la prevención de su “mal” uso.
Pero no solo el surgimiento y la popularización de Instagram y la transformación del dispositivo de sexualidad explican la amplificación de los discursos sexológicos en las redes sociales, sino que esta se ha visto acicateada por la masificación de los feminismos ocurrida en 2015. Este fenómeno vinculado con el ciclo de movilizaciones abierto por el “Ni una Menos”, ha puesto en el centro de los debates públicos temáticas referidas a la sexualidad, la violencia de género, la autonomía corporal y la afectividad. Si bien, no todas las sexólogas y comunicadoras se identifican como feministas, sí se hacen eco de estos discursos y retoman consignas o reclamos de los feminismos reelaborándolos para orientar su práctica profesional. Las sexólogas advierten las lógicas patriarcales y sexistas, retoman en sus consejos algunas consignas históricas del feminismo, como la libertad sexual, el derecho al placer, el empoderamiento o autoconocimiento femenino. En este sentido, Illouz (2014) ha señalado que el feminismo ya no es solo un movimiento político, sino que se ha convertido en un código cultural, que al ser afirmado expresa el respeto por su fuerza moral y sus demandas, aunque no siempre mantiene su filo político.
En este contexto, se encuentra una serie de transformaciones en el discurso sexológico que en las voces de estas sexólogas en Instagram se muestra más pluralista en términos de las prácticas y relaciones sexuales consideradas “sanas” y deseables, y menos centrado en el coito y la genitalidad. Aunque, al mismo tiempo, se identifica una tensión entre esta ampliación de los márgenes de la sexualidad y el erotismo, sobre todo para las mujeres, y cierta tendencia hacia su normatización o enunciación en términos de mandatos y responsabilidad.
El contexto del aspo habilitó la intensificación de las pedagogías sexuales online, que ya venían difundiéndose desde los perfiles de estas educadoras, produciendo un efecto normalizador en relación con el sexo “virtual”, en el marco más general de una ampliación del imaginario, las prácticas y los valores sexuales considerados y presentados como legítimos. Al mismo tiempo, los consejos sexuales se configuraron también como consejos de seguridad personal, donde la sexualidad apareció vinculada a narrativas de peligro sexual.
Para las mujeres, el aspo se caracterizó como un momento propicio para que se dediquen a la “autoexploración”, el “autoconocimiento”, se “capaciten” y pongan en práctica nuevas técnicas sexuales, apuntalando una visión de la “liberación femenina” vinculada a la “liberación sexual” y fomentando una lógica de “emprendedurismo sexual”, que depende del deber de informarse y esforzarse para incorporar habilidades que lleven a la consecución del placer (Felitti, 2016). Por estas razones, las pedagogías sexuales desplegadas por las profesionales oscilan entre la “liberación sexual”, la democratización de los saberes sobre la sexualidad y las “nuevas exigencias de autorregulación y autodisciplina de la sexualidad femenina en la agenda neoliberal” (Felitti y Spataro, 2018).
Referencias
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Notas