Monográfico

Mega-minería y colonialidad. Nuevas estrategias de legitimación, viejos binomios

Mega-mining and coloniality. New strategies of legitimation, old binaries

Mega-projetos de mineração e colonialidade. Novas estratégias de legitimação, velhos binômios

Julieta GODFRID

Mega-minería y colonialidad. Nuevas estrategias de legitimación, viejos binomios

Chasqui. Revista Latinoamericana de Comunicación, núm. 131, pp. 159-179, 2016

Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina

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Recepción: 05 Marzo 2016

Aprobación: 18 Julio 2016

Resumen: La nueva división internacional del trabajo que tiene lugar bajo la globalización neoliberal relega a varios países latinoamericanos al lugar de meros productores de commodities. En este escenario, en la Argentina en los últimos años se ha expandido rápidamente la mega-minería a cielo abierto, produciendo multiplicidad de impactos socioambientales y trayendo consigo la emergencia de una gran cantidad de conflictos. Las sucesivas críticas socioambientales han contribuido a deslegitimar la imagen corporativa del sector, desacreditando la mega-minería. Frente a este desprestigio notable, las corporaciones mega-mineras despliegan nuevas estrategias de legitimación que tienden a reactualizar los ya clásicos binomios occidentales “moderno/atrasado”, “desarrollo/subdesarrollo”, en pos de una dominación anclada en la colonialidad del poder.

Palabras clave: medioambiente, conflicto, estrategias de legitimación, consenso.

Abstract: The new international division of labor that takes place under neoliberal globalization relegates Latin American countries to mere commodity producers. In this scenario, in Argentina in recent years it has rapidly expanded the mega-opencast mining, producing a multiplicity of socio-environmental impacts and bringing the emergence of a lot of conflicts. Successive socio-environmental critics contributed to delegitimize the corporate image of the sector, discrediting the mega-mining activity. Faced with this remarkable disrepute, mega-mining corporations deploy new strategies of legitimation that tend to retrain the classic binaries “modern/backwardness”, “development/underdevelopment”, towards a domination anchored in the coloniality of power.

Keywords: enviroment, conflict, legitimation strategies, consensus.

Resumo: A nova divisão internacional do trabalho que se realiza no âmbito da globalização neoliberal relega a vários países da América Latina o lugar de meros produtores de commodities. Neste contexto, os mega-projetos de mineração a céu aberto nos últimos anos na Argentina foram expandidos, produzindo uma multiplicidade de impactos socioambientais e trazendo consigo a emergência de uma grande quantidade de conflitos. As sucessivas críticas socioambientais contribuíram na deslegitimação da imagem corporativa do setor, desacredi- tando os projetos de mineração. Frente a esse notável desprestígio, as corpora- ções responsáveis pelos mega-projetos de mineração têm investido na implantação de novas estratégias de legitimação que tendem a reatualizar os já clássicos binômios ocidentais “moderno/atrasado”, “desenvolvido/subdesenvolvido”, uma dominação ancorada na colonialidade do poder.

Palavras-chave: meio ambiente, conflito, estratégias de legitimação, consenso.

1. Introducción

Las últimas dos décadas han estado atravesadas por la re-emergencia de actividades extractivas, que se intensificaron en distintas regiones del mundo. Este proceso se refleja tanto en países “primermundistas” (por ejemplo, en Estados Unidos con la expansión del fracking o en Canadá y Australia con la intensificación de los emprendimientos mega-mineros) como en países del Sur global, donde África y América Latina son los escenarios idílicos de la abundancia de los “recursos naturales”. Durante los años 90 se produjo en varios países de esta última región (Argentina, Perú, Chile, por ejemplo) la reformulación de los marcos regulatorios, que le asignaron un rol exclusivamente regulador al Estado, promoviendo un conjunto de beneficios y descuentos impositivos para las grandes corporaciones (Chaparro, 2002). El nuevo marco jurídico, combinado con el aumento internacional del precio de los minerales que entre 2003 y 2013 ascendió en un 300% (Heidrich, 2013), construyó un escenario favorable a la expansión del sector en la región. En este contexto, entre el 2003 y el 2010 los pre- supuestos de exploración en América Latina se multiplicaron en más de cinco veces, pasando de 566 millones a 3.024 millones de dólares anuales, concentrándose principalmente en Perú, México, Brasil, Chile y, en menor proporción, en Argentina (CEPAL, 2013). Asimismo, entre 2004 y 2009 la renta económica del sector minero en la región llegó a cuadriplicarse en relación con la década anterior (CEPAL, 2012). En el año 2012 el sector asociado a la explotación mercantil de los bienes comunes (“recursos naturales”), entre los que se destacó la minería, concentró el 51% de los flujos de inversión extranjera directa (IED) que llegaron a América Latina (CEPAL, 2012). A partir del año 2012 los precios internacionales de los minerales comenzaron a descender, lo que se tradujo en una disminución de los presupuestos de prospección para la región, que experimentaron una reducción del 26% entre 2013 y 2014, y del 47% respecto del 2012. Esto se vio reflejado también en la disminución de las IED destinadas al sector minero, que en el año 2014 representaron solo el 17% (lo que significó la cuota más baja de IED de los últimos diez años) (CEPAL, 2015). Sin embargo, a pesar de la caída de los precios y de las inversiones experimentada en los últimos tres años, América Latina continúa teniendo un fuerte predominio mundial en la producción minera metalífera; concentrando más del 50% de los proyectos de cobre y en torno al 30% y 40% de los proyectos de oro y plata, respectivamente. Y, de hecho según la encuesta elaborada por Timetric´s Mining Intelligence Center (TMIC),1 la región latinoamericana –junto con África– es una de las que más inversiones mineras recibirán en el año 2016, concentrando un estimado del 15% y 13% de las inversiones mineras mundiales respectivamente.

En este contexto de consolidación de América Latina como gran productor minero, Argentina −que no contaba con una importante tradición en el sector− ha visto crecer en los últimos años rápidamente esta actividad. Ya para el año 20112 el país tenía alrededor de 614 emprendimientos mineros, lo que representaba un crecimiento del 3.311% respecto al año 2002 (Secretaría de Minería, 2011); y se encontraba explorando 1,031.600 metros en áreas mineras (Argentina Minera, 2012). En el año 2014 el valor de la producción minera alcanzó los 36.328 millones de pesos y las exportaciones alcanzaron los 31.811 millones de pesos, representando el 5,4% de las exportaciones totales del país y el 0,86% del producto interno bruto nacional (CAEM, 2015).

El perfil productivo del sector se ha ido especializando en la producción metalífera. En este sentido, ya hacia finales de la década del noventa alrededor del 60% de la producción correspondía a minerales metalíferos, un 30% a la roca de aplicación y el porcentaje restante a la minería no metálica (Prado, 2005). Esta tendencia se ha mantenido y agudizado con el correr de los años, de esta manera lo evidencia el hecho de que, del valor bruto producido por el sector minero en el 2014, el oro representó el 39% y el cobre el 23%. Debido al agotamiento de minerales de alta ley, se extendió la modalidad de minería a cielo abierto3, la cual insume grandes cantidades de agua, tierra, biodiversidad y produce profundos impactos socioambientales, afectando los modos de vida de las poblaciones circundantes (Galafassi, 2009; Giarracca & Teubal, 2010;Giraud & Wagner, 2011;Svampa, Álvarez, & Bottaro, 2009). De ahí que el avance de la actividad mega-minera en el país estuviera acompañado de un conjunto de conflictos socioambientales, que criticaron abiertamente la actividad mega-minera y sus impactos (Merlinsky, 2013). Estos conflictos consiguieron a partir del 2003-20044 una importante visibilidad pública, desprestigiando y deslegitimando al sector mega-minero y sus corporaciones en el país. Frente a este escenario, el Estado y las corporaciones comenzaron a construir nuevas estrategias de legitimación a partir de una “narrativa del desarrollo sustentable” (Antonelli, 2009) que actualiza las visiones modernizantes, a través de sus pares antagónicos modernos/atrasados; desarrollados/subdesarrollados. En el presente trabajo nos interesa analizar las nuevas estrategias de legitimación impulsadas por las corporaciones mega-mineras en la Argentina, tomando como caso el primer mega-emprendimiento minero del país, llamado “La Alumbrera”. La hipótesis del presente trabajo es que la comunicación desempeña un rol fundamental dentro de las nuevas estrategias de legitimación, las cuales contribuyen a reproducir un patrón global de dominación capitalista basado en la “colonialidad del poder” (Quijano, 2000). Bajo esta hipótesis nos preguntamos cómo responden las corporaciones frente a los conflictos socioambientales, cuál es el discurso que construyen de su actividad bajo las nuevas estrategias y cuál es la imagen que crean de las comunidades que critican la actividad.

2. Marco teórico

La historia de América Latina está atravesada por la expropiación y explotación de sus bienes comunes,5 bajo la retórica de la modernidad/colonialidad (Mignolo, 2008). Este par conceptual conforma la matriz colonial de poder que, a partir de la invención de América, construyó un nuevo modo de clasificación social universal de la población mundial, a partir de la idea de raza (Quijano, 2000). La idea de raza fue un nuevo modo de legitimar las relaciones de dominación impuestas a través de la conquista, y con ello naturalizar las relaciones coloniales de dominación entre europeos y no europeos. A partir de esta idea se articularon todas las formas de control y de trabajo (incluidas las de esclavitud, servidumbre, la producción mercantil, la reciprocidad y el salario) en pos de la producción de mercancías para el mercado mundial. De este modo, una nueva tecnología de dominación/explotación basada en la idea raza/trabajo se articuló, de manera que parecieran naturalmente asociadas, configurando una nueva geografía social del capitalismo (Quijano, 2000). La potencia de la colonialidad del poder no se agota en la idea de raza, como principio jerárquico etno-racial, sino que también incluye, como señala Grosfoguel, la construcción de otras jerarquías globales tales como:

[…] la de género (donde los hombres dominan sobre las mujeres), sexuales (don- de los heterosexuales con la familia monogámica nuclear cristiana domina sobre otras formas de sexualidad y de organización familiar no-occidentales), epistémicas (donde a través del sistema universitario global los saberes occidentales dominan sobre los no-occidentales), espiritual (donde los cristianos [católicos y protestantes] a través de la iglesia cristiana global dominan sobre las espiritualidades no-cristianas y no-occidentales), estéticas (donde las formas de arte y belleza europeas se privilegian sobre las no-europeas), pedagógicas (donde las formas de pedagogía occidental dominan sobre las pedagogías no-occidentales), lingüísticas (donde las lenguas europeas se privilegian sobre las no-europeas), etc. (en Montes Montoya & Busso, 2007, p. 5)

En esta misma línea, Lugones (2003 & 2008) remarca la necesidad de un pensamiento de la interseccionalidad que existe en la superposición de las categorías de raza, género, sexualidad y clase, arrojando luz sobre aquellos procesos que atraviesan a colectivos como las “mujeres de color”, donde se entrama la raza y el género. El nuevo orden colonial/moderno y eurocéntrico fue avanzando sobre las diferentes regiones del mapa, intentando subordinarlas bajo su propia cultura y forma de conocimiento, reubicando a los pueblos colonizados bajo una nueva perspectiva temporal de la historia cuyo centro fue Europa. Bajo la mirada euro- céntrica, las relaciones intersubjetivas y culturales entre Europa y el resto del mundo fueron codificadas en un juego de categorías opuestas: oriente/occidente; primitivo/civilizado; mágico-mítico/científico; irracional/racional y tradicional/moderno (Quijano, 2000). A su paso, el proyecto modernizador se fue encontrando con una multiplicidad de resistencias y conflictos que produjeron también nuevos escenarios y estrategias contra-hegemónicas, encabezadas por una diversidad de comunidades indígenas y poblaciones en resistencia (Rivera Cusicanqui, 2010). Las resistencias y la hibridación cultural son expresiones en sí mismas de la persistencia de prácticas alternativas, no-modernas, que evidencian que las distintas comunidades “colonizadas”, lejos de ser receptoras pasivas de la modernidad, reconfiguran activamente sus identidades, relaciones sociales y prácticas económicas (Lander, 2000).

Bajo la globalización contemporánea tiene lugar una renovada emergencia de actividades extractivas que aparece como la culminación de este proceso modernizante, que ha ido encontrando de modo constante nuevas formas de ampliar y actualizar sus categorías subordinantes, como es por ejemplo el par desarrollo/subdesarrollo. El concepto de desarrollo se universaliza a fines de la Segunda Guerra Mundial, como una retórica positiva que promueve la industrialización y la occidentalización como la “salvación” del subdesarrollo (en el que se reedita la idea de lo primitivo/no-moderno, etc.) (Esteva, 2001). El desarrollo es más bien una suerte de vector emocional que conjuga una serie de proposiciones positivas (avance, progreso, mejoría) que un término cognitivo (Sachs, 2001). Justamente allí radica su fortaleza arrolladora, en el carácter marcadamente positivo en el que se presenta. Teubal (2011) explica que este concepto permitió presentar al mundo como una colección de entidades homogéneas, que se mantienen juntas, no mediante el dominio político de tiempos coloniales, sino a través de una interdependencia económica. Esto supuso nuevas modalidades de integración mundial que Coronil (2011) denomina “globalización neoliberal”, la cual produce una nueva división internacional del trabajo, relegando a una multiplicidad de países y regiones −como América Latina− al lugar subordinado de productores de commodities para el mercado internacional.

De este modo, el modelo extractivo basado en la explotación de bienes comunes para el mercado mundial (Giarracca & Teubal, 2010) se presenta como una teleología, bajo una nueva retórica desarrollista, la del “desarrollo sustentable” (Antonelli, 2009, p. 53). Dicha narrativa articula una serie de significantes como progreso, crecimiento, inversión, sustentabilidad, entre otros, que intentan construir un horizonte de representaciones positivas en torno a la minería, en el cual la actividad aparece como fundamental para los intereses del desarrollo nacional. Esta narrativa interviene en la cultura colonizando las representaciones sociales y sus legitimidades, produce verosimilitudes, suscita e incita deseos. Siguiendo a Lazzarato, “tanto la explotación como la acumulación del capital son simplemente imposibles sin la transformación de la multiplicidad lingüística en modelo mayoritario (monolingüismo), sin la imposición de un régimen monolingüe, sin la constitución de un poder semiótico del capital” (2006, p. 96).

La perpetuación del sistema de dominación contemporáneo se sigue sosteniendo, tal como lo hizo desde la invención de América (O’Gorman, 1954) bajo la “monocultura del saber occidental”, en la que todo aquello que el canon no legitima o reconoce es declarado inexistente, y esa inexistencia es procesada como incultura (Sousa Santos, 2010, p. 22). De este modo, aquellos que no reconocen las virtudes esgrimidas bajo la renovada retórica desarrollista son depositados en el lugar del atraso y de la ignorancia; allí son ubicadas todas las comunidades que critican abiertamente los impactos negativos de la mega-minería. En este marco, las corporaciones y los Estados, independientemente de su orientación política (Gudynas, 2010), desarrollan nuevas estrategias de legitimación, que se orientan fundamentalmente a “re-educar” a las poblaciones críticas.

3. Metodología

Para el estudio de las estrategias de legitimación del sector minero en la Argentina hemos tomado como caso la empresa mega-minera “La Alumbrera”. Este mega-emprendimiento de oro y cobre se ubica en el noroeste argentino, en la provincia de Catamarca y posee su planta de procesamiento en la provincia vecina de Tucumán.

Para el presente trabajo hemos analizado las estrategias de legitimación bajo la tipología propuesta por Composto (2012), distinguiendo entre aquellas de intervención social directa y aquellas comunicacionales. Las primeras han sido estudiadas en una de sus áreas de influencia,6 la localidad de Amaicha del Valle (provincia de Tucumán). Dicha localidad se encuentra a cuatro horas de la ciudad capital de la provincia de Tucumán y ha sido históricamente una región relegada. Allí habita la Comunidad Indígena Amaicha del Valle, que cuenta con propiedad comunitaria de su territorio y conserva varias instituciones de representación propia, como el Cacicazgo y el Consejo de Ancianos. Durante los años 2012 y 2013 realicé trabajos de campo en dicha localidad y entrevisté a varios referentes de la comunidad, así como a un representante corporativo de “La Alumbrera”. La realización de estos trabajos de campo implicó un proceso reflexivo sobre mi propia práctica de investigación. En este sentido, y en pos de aportar con este trabajo a una crítica decolonial, considero que es necesario explicitar mi propio lugar de enunciación que es el de joven, mujer, blanca, urbana, occidental y universitaria, y la construcción epistemológica que desde este lugar se deriva. La perspectiva decolonial reconoce este lugar de enunciación como un lugar de privilegios, que sitúa al investigador en una posición de poder que, de no explicitarse, tiende a reproducir las naturalizaciones existentes. Al respecto es importante señalar que, si bien en términos generales la posición de enunciación es la del “privilegio” por contar con credenciales propias del “saber experto”, el hecho de ser joven y mujer también conlleva una posición difícil a la hora de realizar tareas propias de la investigación, en la que mi intervención y comentarios son doblemente evaluados, simplemente por mi condición. En este sentido, la realización de los trabajos de campo implicó también un proceso reflexivo sobre las propias condiciones de enunciación, y las distancias socioculturales que me acercaban y alejaban de los miembros de la comunidad a los que iba a entrevistar.

Por otra parte, la limitación al acceso a información de tipo cuantitativa sobre las producciones alternativas locales (informes estadísticos sobre producciones agropecuarias, cantidad de recursos hídricos utilizados, etc.) puso de relieve aquello que señala De Sousa Santos (2010) sobre una necesidad de sociología de las emergencias. En este sentido, muchas de estas producciones agropecuarias y modos de vida no hegemónicos, tienden a ser excluidos porque son producidos como no existentes, y el hecho de que no figuren (o no se pueda acceder de manera pública) a informes que den cuenta de la heterogeneidad de producciones que hay contribuye a esta invisibilización.

Además de las tareas propias del trabajo de campo, se realizó un análisis de la estrategia comunicacional de “La Alumbrera”. Para dicho trabajo se recopila- ron las diferentes publicaciones mineras, a partir de lo cual se decidió trabajar con la Revista Minera Alumbrera, construyendo un corpus conformado por diez números de la misma (algunos ejemplos pueden verse en el anexo fotográfico). Se decidió trabajar con la revista mencionada porque, en primer lugar, dicha publicación está dirigida especialmente a las comunidades con el objetivo de presentar a la empresa, su actividad y, sobre todo, de legitimar su actividad. En segundo lugar, porque es la única que se entrega mano a mano, en las distintas comunidades próximas al emprendimiento. En tercer lugar, nos interesa particularmente dicha publicación porque es la única que ha persistido a lo largo de los años, siendo que otras publicaciones finalizaron su edición varios años atrás, lo que permite rastrear continuidades y cambios en el largo plazo. Para su estudio hemos trabajado a partir del análisis del discurso, identificando el contrato de lectura propuesto por la revista (Verón, 1985), la imagen que construye de sí misma la empresa, el ethos(Amossy, 2000), la escena de enunciación (Maingueneau, 1998) que construye el enunciado para legitimarse y los lugares comunes (topoi) a través de los cuales lo hace (Perelman, 1989).

Tal como sostiene Verón (1985), la relación entre el enunciador de un discurso y su destinatario no está construida de antemano, sino que es producto del contrato de lectura que se construye a partir de la enunciación. Lo que supone, por una parte, la construcción de cierta imagen de sí mismo como enunciador (ethos) y, a su vez, construye cierta imagen y posiciona a aquel que lo lee, sus destinatarios. Amossy (2000) señala que la construcción del ethos, no supone que el locutor se refiera explícitamente a sus cualidades y características de forma deliberada, sino que su estilo, sus competencias lingüísticas, los recursos a los que apela −es decir, las formas en las que construye su discurso− son suficientes para dar una representación de sí mismo. La condición del ethos remite a la figura del “garante” del que habla, que se apoya en un conjunto difuso de representaciones sociales valorizadas o desvalorizadas, sobre las cuales se sostiene la enunciación (ya sea escrita u oral).

La producción de una imagen de sí mismo va de la mano de la construcción de una “escena enunciativa” en la que se constituyen una serie de personajes (figura del enunciador y del destinatario), una cronografía (un momento) y una topografía (lugar), a través de la cual se interactúa y se dialoga (Maingueneau, 1996). La “escena enunciativa” no es un contexto construido previamente al discurso, sino que es justamente la enunciación, al desarrollarse, la que se esfuerza por construir progresivamente su propio dispositivo de habla. Tal como explica Maingueneau, en su propio desarrollo todo discurso pretender instituir la situación que lo hace pertinente, mientras que invita a adherirse a un determinado universo de sentido.

4. Resultados

En un escenario marcado por una alta conflictividad en torno a la mega-minería en todo el país, y con varias denuncias de contaminación presentadas en contra de “La Alumbrera”, la empresa comenzó en el año 2005 a desarrollar un nuevo “Programa de “Desarrollo Sostenible”. Este programa se propone vincularse con las comunidades y construir lo que la empresa concibe como lazos de confianza.

Nosotros no forzamos a nadie, pero sí no nos gusta la traición, o sea el tipo o la institución que te pide por un lado y que por otro lado critica la actividad. Conócela, si te gusta, si estás de acuerdo, si no tenés dudas recién trabajemos. Eso es nuestra forma de construir. No si hay desconfianza, o si hay cuestiones ocultas. Si no hay confianza no lo podés hacer (Entrevista a Hernando Lisiak, representante corporativo de “La Alumbrera”, 2013).

Bajo esta premisa, se pueden identificar analíticamente dos estrategias que impulsa la empresa en la localidad de Amaicha del Valle: una de intervención social directa y otra comunicacional.

La estrategia de intervención directa se realiza a través de representantes corporativos cuya función es vincularse con la comunidad y diseñar políticas específicas para ellos e implementarlas. Estas políticas consisten en una “colaboración” (tal como en “La Alumbrera” denominan su intervención) con distintas actividades comunitarias, entre las que se distinguen: las productivas, las culturales, las de educación, las deportivas y las sociales. Estas “colaboraciones” no son monetarias, sino generalmente se producen a través del otorgamiento de materiales o en asesoramiento técnico. Al analizar, por ejemplo, las iniciativas en el ámbito productivo encontramos que todas comparten un favor común, ellas se orientan a “modernizar” la actividad. A continuación presentamos un cuadro que sintetiza las iniciativas productivas encontradas en la localidad.

Cuadro Nº 1
Políticas de intervención para el sector productivo en Amaicha del Valle7
Políticas de intervención para el sector productivo en Amaicha del Valle7
Elaboración propia con base en: Revista Minera Alumbrera y entrevistas realizadas durante trabajo de campo en Amaicha de Valle (2012 y 2013).

La localidad de Amaicha del Valle (Provincia de Tucumán), en donde habita la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle CIAV (que cuenta con el reconocimiento jurídico del Estado nacional y con la propiedad comunitaria de 52.812 hectáreas), se caracterizó tradicionalmente por la pequeña producción nogalera y viñatera, con orientación al mercado nacional. Si bien dichas producciones atraviesan una profunda crisis desde la década de 1970, con la apertura del mercado internacional, dicha actividad constituye una importante fuente de trabajo para la comunidad. Estas producciones se caracterizan por: ser llevadas adelante por pequeños productores familiares; realizarse autónomamente sin asesoramiento agronómico externo; no contar con acceso al crédito; utilizar variedades criollas; aplicar generalmente abonos naturales y utilizar sistemas de riego por manto o por surco. A pesar de ser producciones que suelen desarrollarse de manera independiente y sin prácticamente apoyo o incentivo público o privado, los productores no tienen una reivindicación autonómica de sus producciones, como sí se puede hallar en otros movimientos sociales del país o de la región. Más bien por el contrario, muchos de ellos denuncian una falta de intervención del Estado en materia de política pública que pudiera incentivar o apoyar sus producciones. Teniendo estos elementos en cuenta, es interesante destacar que, en los ejemplos analizados, encontramos que las distintas iniciativas apoyadas por “La Alumbrera” se dirigen generalmente a promover elementos de “innovación” desde el discurso de la empresa, como nuevas tecnologías de riego, nuevas herramientas o nuevas variedades productivas. Al respecto de las innovaciones en las variedades productivas, pueden señalarse distintos casos (vid, nogal, etc.) en los cuales las variedades criollas han sido reemplazadas por otras de nuevo tipo. Por ejemplo, la tradición amaicheña se dedica a producir uva criolla para la producción de vino patero y “La Alumbrera” otorga a los productores variedades malbec y cabernet sauvignon, con el fin de reconvertir las producciones e integrarlas en la famosa “ruta del vino” de Cafayate (provincia de Salta). Asimismo, ha brindado materiales para modificar los viñedos tradicionales, por la instalación de nuevos sistemas de espalderas. Otro de los ejemplos que puede mencionarse es la producción nogalera, en la cual se intenta reemplazar la variedad criolla con destino a los mercados regionales, por la variedad californiana de origen norteamericano con destino para la exportación. De la mano de la entrega de este material, la empresa ha brindado, durante algunos meses, asesoramiento técnico especializado a través de ingenieros agrónomos que trabajan contratados especialmente para estos programas. En otros casos, en algunos cultivos el riego por manto ha sido reemplazado por riego por goteo, que incluye la instalación de un sistema complejo de filtros y presurización del agua.

Las distintas iniciativas que se llevan a cabo bajo el “Programa de Desarrollo Sustentable” están promovidas bajo la idea de la “innovación”, a partir de la cual se estimula a los pequeños productores a integrarse al mercado, de modo subordinado, mediante la condición de reconvertirse a producciones para las cuales no tienen ni la escala, ni el capital, ni el asesoramiento suficiente. A su vez, a través de la idea de la “reconversión varietal” y la “modernización de los sistemas de riego” se niegan los saberes locales, ubicando a los pequeños productores de la comunidad indígena en el lugar simbólico del “atraso”. Asimismo, la incorporación de estas técnicas promueve un sistema que genera aún mayor grado de dependencia, en tanto que implica para los productores la incorporación de insumos externos (nuevos fertilizantes, herbicidas, sistemas de riego, etc.) y el asesoramiento agronómico (sobre variedades que no conocen). Aquí puede verse cómo bajo la retórica del “desarrollo sustentable” que se construye bajo significantes positivos como “innovación” y “renovación”, la empresa ubica a la comunidad en el lugar indigno del “atraso” y de la “ignorancia”. En este sentido, tal como afirma De Sousa Santos (2010), la “monocultura del saber” produce el “desperdicio de la experiencia” y, con ello, de los saberes locales.

La estrategia de intervención directa se articula con la estrategia comunicacional, en la cual cada una de estas iniciativas que se llevan a cabo a nivel territorial son hilvanadas bajo una narrativa común. Bajo esta estrategia se produce una serie de publicaciones de la empresa: Informe de Sustentabilidad Ambiental, Suplemento Minero, Infoalumbrera y la Revista Minera Alumbrera.

En particular nos interesa analizar la Revista Minera Alumbrera y sus secciones dedicadas a la temática productiva, para comprender de qué modo se reconstruyen discursivamente las iniciativas que tienen lugar a nivel territorial. Para ello tomaremos algunos ejemplos de notas sobre iniciativas en Amaicha del Valle y también algunos de otras zonas de influencia del emprendimiento (ubicados en la provincia de Catamarca). En la mayoría de las notas la intervención de la empresa es planteada en términos de una contribución, como una suerte de acompañamiento a las comunidades, de ahí que se recurra a la utilización de términos como: “colaboración”, “ayuda”, “apoyo”. De este modo puede leerse “Alumbrera contribuyó para que de Amanao cuenten con pasturas adecuadas para la crianza de los caprinos” (Revista Minera Alumbrera, nº 32, p. 4); “Viñateros recibieron apoyo de Alumbrera para mejorar el perfil de su producción” (Revista Minera Alumbrera, nº 32, p. 5); “Alumbrera apoya la planta pasteurizadora en su plan de mejorar la calidad de vida del producto que se consume” (Revista Minera Alumbrera, nº 31, p. 12). De este modo, la empresa va construyendo su destinatario como un sujeto preocupado por lo agroproductivo, por la cuestión del agua y por el factor de la productividad. Mientras que, al mismo tiempo, va construyendo una imagen de sí misma (ethos) como un enunciador que comparte estos mismos intereses, pero que a la vez posee una vasta cantidad de conocimientos que incluyen una variedad de temas que van desde la producción, la salud, la educación a lo ambiental (a lo largo de las diferentes secciones con las que cuenta la revista). En este sentido, sostenemos que la empresa construye un ethos pedagógico, posicionándose en el lugar del saber y relegando a sus destinatarios (las comunidades) al lugar de aquellos que tienen que aprender. Esto construye un contrato de lectura de tipo profesoral, en el que la empresa plantea una relación de asimetría respecto de su auditorio, pero a su vez de confianza propia de la relación maestro-alumno. Este ethos pedagógico se comprueba en la aparición recurrente de los expertos, generalmente ingenieros que son contratados por la empresa para que asesoren a las comunidades.

[…] Rolanzo Lazzarotti, enólogo mendocino, está a cargo de la dirección técnica y fija el rumbo y la continuidad del emprendimiento. El objetivo es la producción de vinos de varietales de las cepas mablec y syrah de alta gama; el equipamiento fue adquirido con ese fin. Lazzaroti resume en una frase la importancia de la espera para la producción del vino: ¨No hay modo de que el agua hierva o se enfríe rápido¨ (Revista Minera Alumbrera, nº 4, p. 9).

[…] Y fue el enólogo Rolando Lazzarotti quien, desde su profundo conocimiento del trabajo de hacer vinos, fue la guía necesaria para que los frutos de la tierra se con- viertan en un producto que hoy es motivo de orgullo. (Revista Minera Alumbrera, nº 29, p. 10).

[…] Esta bodega fue prácticamente hecha para ayudar a un pueblo y tiene una base muy social, que es ayudar al productor y apoyar la producción de Hialfín. Ni la argentina ni catamarca tienen un emprendimiento municipal como este. Es más, se trata de la única en su tipo en toda américa (testimonio de Rolando Lazzarroti en Revista Minera Alumbrera, nº 29, p. 10)

Pretendemos una región más desarrollada, con su producción agropecuaria industrializada, dentro de un proyecto económico sustentable. Se trabaja en mejorar los cultivos, su oferta y calidad. También en obras: la capacitación, distribución y conducción del agua de riego. Además, se capacita al productor en organización y gestión comercial –Carlos Vélez, asesor agropecuario (Revista Minera Alumbrera, nº 30, p. 13).

A partir de estos fragmentos hay varias cuestiones que se desprenden para analizar. En primer lugar que la empresa se posiciona en el lugar del “conocimiento” a partir de recurrir a los ingenieros agrónomos o asesores técnicos, los cuales se explicita que han sido contratados por la empresa. De ahí que la posición del saber experto-científico de los especialistas se transfiere a “La Alumbrera” por ser esta la que brinda el recurso. En segundo lugar, el hecho de utilizar directamente la voz de los expertos a modo de testimonio, le permite a la corporación brindar una imagen positiva respecto de su intervención, sin tener que ser ellos mismos los que ponderen su trabajo. En tercer lugar, es interesante resaltar los significantes que se utilizan para posicionar la intervención de estos expertos y, por tanto, de la empresa minera como algo positivo. Por ejemplo, en el enunciado del ejemplo de la Revista Minera Alumbrera (nº 4, p. 4), el enólogo es presentado como alguien que tiene “profundos conocimientos” y, por tanto, constituye una “guía necesaria” para el proceso productivo. De este modo, el destinatario es ubicado en un lugar de desconocimiento que tiene que ser ayudado y apoyado por la empresa. Esto relega a las comunidades a una posición subordinada en la que tienen que esperar el “apoyo” de la empresa para poder realizar su actividad productiva. Por otra parte, es ilustrativo el ejemplo de la Revista Minera Alumbrera (nº 30, p. 13) que construye una imagen positiva de la intervención empresaria a partir de un enunciado que articula una serie de significantes tales como “desarrollo”, “producción agropecuaria industrializada”, “proyecto económico sustentable”, “mejorar”, “capacitación”. En esta misma se comprueba que las notas se orientan a mostrar el rol “modernizador” de la intervención de la empresa en las comunidades. De este modo, a través de la utilización articulada del topoi de calidad (que supone que si es nuevo es bueno) y el de cantidad (que supone que mientras más mejor) se posiciona a sí misma como una promotora de “desarrollo”.

El municipio de Hualfín invirtió regalías mineras en la construcción de una bodega, como proyección de un modelo vitivinícola sustentable para la zona que pretende desarrollar dicha industria en condiciones más competitivas. “La Alumbrera” aportó mejoras en la productividad […]. Allí, hay un sueño que crece pegado a las mejores vides de la región. Hualfín, zona productora de uva blanca y común desde siempre, dio hace 10 años un paso fundamental: reconvirtió viñedos a malbec y syrah, a partir del trabajo mancomunado de productores, el INTA, la comuna local y la empresa (Revista Minera Alumbrera, nº 4, p. 8).

[…] las mejoras en las tomas de agua de El Infiernillo y el trabajo de limpieza que se efectuó en el dique Los Zazos con el apoyo de “La Alumbrera”, abrieron las puertas de una mayor y mejor distribución a los productores de su zona de influencia. Así, los sembradíos de legumbres, árboles frutales y aromáticos dieron un salto de calidad (Revista Minera Alumbrera, nº 22, p. 11).

“La Alumbrera” contribuyó al proyecto de llevar agua a los productores y al inicio de la producción viñatera con técnicas modernas” (Revista Minera Alumbrera, nº 17, p. 7).

En estos ejemplos se puede ver, como así en otros números de la revista (nº 6, p. 5-6; nº 29, pág. 11; nº 30, p. 13; nº 32, p. 5; nº 35, pág. 4-5), cómo la idea de la calidad se expresa, sobre todo, en la idea de los novedosos elementos que aporta la empresa a las comunidades. A lo novedoso se le asigna automáticamente un signo positivo, el cual por sí solo permite mejorar la productividad y con ello produce “desarrollo”. Esto se puede apreciar concretamente en la manera que tiene la empresa de anunciar la “reconversión” (Revista Minera Alumbrera, nº 29, p. 11) de variedades de vid de tipo criollas por las nuevas variedades malbec y syrah. Este topoi se articula con el de cantidad, en el que se recurre en las distintas ediciones mencionadas, con expresiones de tipo numéricas para referirse a la cantidad de “beneficiarios”, de productores, de litros, de kilómetros, de plantines, resaltando las grandes cifras. Asimismo, se recurre a la utilización de expresiones tales como “mayor” (Revista Minera Alumbrera, nº 22, p. 11); “más” (Revista Minera Alumbrera, nº 4, p. 8) y “multiplican” (Revista Minera Alumbrera, nº 6, p. 4) para representar el aporte de la empresa como importante y significativo.

Estos elementos van construyendo una escena enunciativa de tipo pedagógico, en la que se propone educar a las comunidades sobre las “virtudes” de las innovaciones y la necesidad de incorporar “modernas técnicas”. Esto se produce a través de una escena englobante de tipo informativa que se logra a partir de la aparición recurrente de la voz de expertos-científicos, la utilización reiterada de porcentajes, cifras y números, que pretende revestir aquello que se enuncia de un velo de objetividad. A su vez, se apela a construir una escena genérica –como es la del formato de revista– que permite a la publicación que pase desapercibido el carácter publicitario de aquello que se enuncia. La propia escena enunciativa legitima aquello que a su vez da por supuesto, que es una fluida relación de con- fianza entre la empresa y la comunidad. Esto constituye, de hecho, el objeto de la revista y aquello que necesita legitimar, su intervención en las comunidades, y la presencia de la empresa en los territorios. Es importante señalar que, a pesar de la intencionalidad de la empresa y del contrato de lectura propuesto, no se construye una aceptabilidad plena sobre el rol de “La Alumbrera” en la comunidad, ni tampoco una subordinación por parte de la comunidad al lugar propuesto por el enunciador como “desinformados” o “atrasados”. Más bien, la aceptación de estas políticas de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) por parte de las comunidades debe comprenderse en un complejo juego de resignificaciones de sentidos y saberes, en los que la “contribución” recibida por parte de la empresa constituye parte de su propia estrategia de reproducción social.

5. Discusión

A partir del análisis se puede observar cómo el concepto moderno de desarrollo y sus nuevas adjetivaciones, referentes a la sustentabilidad, continúan operando como un mecanismo de dominación basado en la colonialidad del poder. De este modo, las estrategias de legitimación se orientan a desacreditar las críticas sociales, ubicando a las comunidades en el lugar del desconocimiento y del “atraso”, incitándolas a que acepten la “colaboración” de la corporación mega-minera para “desarrollarse”. Estas nuevas estrategias de legitimación desarrolladas por las empresas mega-mineras, y por “La Alumbrera” en particular, están sujetas a una doble dinámica, tanto local como global. Con la primera nos referimos a todos aquellos fenómenos que acontecen dentro de los circuitos que refieren al plano nacional y subnacional, como la promoción activa de políticas extractivas por parte de los gobiernos o la emergencia de una multiplicidad de conflictos socioambientales que cuestionan la actividad (forzando a las empresas a reformular sus estrategias), entre otros. Con respecto a la dinámica más global, entendemos que estas estrategias deben pensarse en un marco más general, en el cual las empresas transnacionales del sector extractivo a lo largo del mundo implementan estrategias de construcción hegemónica, como es la RSE. Estas nuevas políticas hegemónicas promueven un sistema de autorregulación voluntaria por parte de las empresas (Shamir, 2004), relegando el rol del Estado al de mero recaudador fiscal. Esto se articula con un nuevo diseño de gobernanza internacional, que remite a un funcionamiento estratégico de reglas políticas, de ejercicios concretos y de usos locales que enlazan las estrategias empresariales con las decisiones y políticas estatales (Antonelli, 2009). El modelo de gobernanza en el ámbito minero implica concretamente que las corporaciones expandan su poder corporativo más allá del tradicional enclave minero hacia nuevas áreas de influencia, reconfigurando los modos de vida de las poblaciones circundantes y sus saberes. En este sentido, es interesante pensar que el avance de las actividades extractivas en Argentina implican, no solo la reconfiguración de los territorios y la producción de un conjunto de impactos socioambientales, sino también la reconfiguración de las experiencias y de los saberes de las comunidades, a partir de la construcción de una “narrativa del desarrollo sustentable” que los ubica en el lugar del “atraso” y el “subdesarrollo”, desperdiciando sus experiencias.

6. Conclusiones

La rápida expansión de actividades extractivas en Argentina en las últimas décadas reaviva el imaginario del país como un gran proveedor de “recursos naturales”, imponiendo una visión utilitarista sobre los bienes comunes que desconoce otras formas y lenguajes de valoración. Sin embargo, bajo la nueva división internacional del trabajo, las actividades relegadas al país no necesariamente coinciden con su tradición productiva, siendo la actividad mega-minera particularmente nueva para Argentina. En este sentido, los conflictos socio-ambientales que critican abiertamente a la actividad por los impactos generados, lograron expandirse velozmente en la sociedad, sin encontrar grandes defensores de la misma, más que las corporaciones y el Estado. Las distintas experiencias de conflictividad en torno a los mega-emprendimientos se han ido nutrido de saberes y conocimientos, unas a otras, conformando campos de aprendizaje y experimentación que rechazan abiertamente la mega-minería, poniendo en jaque la visión hegemónica del desarrollo. En este escenario para el sector prominero (corporaciones, sectores del Estado, universidades, agencias de financiamiento, etc.), se vuelve cada vez más necesario construir un discurso que logre desarticular dicha crítica social y le permita construir legitimidad respecto a la actividad. Bajo esta premisa, varias empresas, como es el caso de “La Alumbrera”, recurren al despliegue de un conjunto de estrategias (de intervención social di- recta y de tipo comunicacional) que se orientan hacia construir una “narrativa del desarrollo sustentable” que deslegitime los saberes y las experiencias de las comunidades y las subordine a una lógica guiada por el poder corporativo. Esta “narrativa del desarrollo sustentable” recurre a los tradicionales binomios subordinantes “moderno/atrasado”, “desarrollo/subdesarrollo”, para imponer su actividad como la única alternativa posible que traerá la “salvación” y que permitirá “ayudar” y “colaborar” con el resto de las dimensiones de la vida de las comunidades. En este sentido, entendemos que las nuevas estrategias de legitimación del sector extractivo mega-minero reactualizan la dominación basada en la colonialidad del poder, intentando invisibilizar una multiplicidad de alternativas, saberes, valoraciones y experiencias otras.

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Anexo fotográfico

Revista Minera Alumbrera, nº 4, pp. 8-9

Revista Minera Alumbrera, nº 4, pp. 8-9
Revista Minera Alumbrera, nº 4, pp. 8-9

Revista Minera Alumbrera, nº 6, pp. 5-6

Revista Minera Alumbrera, nº 6, pp. 5-6
Revista Minera Alumbrera, nº 6, pp. 5-6

Revista Minera Alumbrera, nº 17, p. 7 Revista Minera Alumbrera, nº 22.

Revista Minera Alumbrera, nº 17, p. 7 Revista Minera Alumbrera, nº 22.
Revista Minera Alumbrera, nº 17, p. 7 Revista Minera Alumbrera, nº 22.

Revista Minera Alumbrera, nº 22, p. 11

Revista Minera Alumbrera, nº 22, p. 11
Revista Minera Alumbrera, nº 22, p. 11

Revista Minera Alumbrera, nº 29, pp. 10-11

Revista Minera Alumbrera, nº 29, pp. 10-11
Revista Minera Alumbrera, nº 29, pp. 10-11

Revista Minera Alumbrera, nº 30, p. 13

Revista Minera Alumbrera, nº 30, p. 13
Revista Minera Alumbrera, nº 30, p. 13

Revista Minera Alumbrera, nº 32, pp. 4-5

Revista Minera Alumbrera, nº 32, pp. 4-5
Revista Minera Alumbrera, nº 32, pp. 4-5

Notas

1 La consulta TMIC elabora su encuesta en base a la consulta a 630 gerentes mineros de distintos países del mundo. Véase https://timetric.com/sectors/mining/.
2 Presentamos los datos referidos a 2011 ya que son los últimos datos disponibles respecto a la cantidad de emprendimientos mineros en Argentina, estos pueden haber sufrido alguna variación debido a la bajada del precio internacional de los minerales.
3 Dicho método de explotación consiste en la voladura de montañas enteras con explosivos, a partir de lo cual la montaña es convertida en roca, luego se la tritura y es sumergida en piletones que contienen grandes cantidades de agua, a la cual se le agregan distintos químicos reactivos según el mineral que se quiera extraer (como el óxido de zinc, cianuro de sodio, silicato de sodio, sulfato de cobre, etc.), a partir de lo cual se logran separar los metales de la roca (cobre, oro, molibdeno, zinc, etc.). Durante el proceso de explotación se utiliza una gran cantidad de explosivos, agua y energía, cuyas cantidades varían según las características del emprendimiento. Este tipo de explotación permite el acceso al material minero que se encuentra disperso en la roca y constituye una alternativa de alta rentabilidad para las grandes empresas (Svampa et al, 2009).
4 Hacia finales del año 2002 toma notoriedad pública el rechazo de la población cordillerana de Esquel (provincia de Chubut) al mega-emprendimiento “Meridian Gold”, que pretendía instalarse a pocos kilómetros de la localidad. El rechazo de la población se expresó en grandes movilizaciones y también mediante plebiscito popular, donde el 81% de la población local rechazó el emprendimiento. A partir de allí se promulgó en el año 2003 una ley provincial de prohibición a la actividad, la cual fue replicada en otras seis provincias de la Argentina.
5 Siguiendo a Svampa se entiende que “[…] la noción de bienes comunes alude a la necesidad de mantener fuera del mercado aquellos bienes que, por su carácter de patrimonio natural, social o cultural, pertenecen al ámbito de la comunidad y poseen un valor que rebasa cualquier precio” (2013, pág. 41).
6 Las áreas de influencia de un emprendimiento son todas aquellas zonas en las que se pueden producir impactos socioambientales. En la Argentina dichas áreas quedan definidas en el Informe de Impacto Ambiental que las corporaciones deben presentar a la Secretaría de Ambiente de cada provincia, antes del inicio de cualquier actividad minera.
7 El término “beneficiarios” y “contribución” es utilizado por la empresa.
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