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LAS PACHAS PARALELAS. REFLEXIONES ETNOGRÁFICAS SOBRE ARTE, CONFLICTOS Y COMUNIDADES EN SALINAS GRANDES
The parallel pachas. Ethnographic reflections on art, conflicts, and Indigenous communities in Salinas Grandes
Avá. Revista de Antropología, vol. 39, pp. 18-40, 2021
Universidad Nacional de Misiones

DOSSIER



Recepción: 23 Marzo 2022

Aprobación: 04 Mayo 2022

Resumen: En el verano de 2020, el artista tucumano Tomás Saraceno llevó adelante un proyecto de arte contemporáneo en Salinas Grandes (Noroeste de Argentina) en articulación con las comunidades de la Mesa de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc, llamado Aerocene Pacha. Inspirado en el concepto de Antropoceno y la cosmovisión andina, el proyecto fue ideado como una experiencia multidisciplinar y cooperativa que contó con la participación de artistas, ingenieros, aeronautas, sociólogos y las comunidades del salar. En este artículo me voy a detener en algunas de las relaciones que emergieron en Salinas Grandes gracias a este proyecto, enfocándome en las establecidas entre el artista y su equipo y las comunidades del salar. Mi propuesta es que estas relaciones implicaron al menos dos perspectivas paralelas y por momentos divergentes, solo en una de ellas (la de Aerocene Pacha) las acciones conjuntas pueden definirse como motivadas por intereses comunes. Para argumentar esta idea, utilizaré descripciones de mi trabajo de campo en una de las comunidades que participó del proyecto, entrevistas con el artista y parte del abundante material de difusión que se generó, para hacer un análisis etnográfico de las ideas y prácticas implicadas en la noción de Pachamama de Aerocene y de las comunidades. A través de estos materiales, mostraré que la conexión que el proyecto impulsó entre ambas nociones puede conceptualizarse como una “equivocación”, en el sentido definido por Viveiros de Castro. Mientras la pacha de Aerocene descansa sobre el principio de lo ‘común’, como aquello que permite a las diferencias colectivizarse; la pacha de las comunidades se presenta como parte de un conjunto de prácticas locales que suponen, desean y apuntalan las autonomías familiares, en donde las ‘singularidades irreductibles’ tiene un papel fundamental.

Palabras clave: Arte contemporáneo, Movilización indígena, Pachamama, Equívocos.

Abstract: In the summer of 2020, and in articulation with the communities of the Table of the Salinas Grandes Basin and Guayatayoc Lagoon, the artist Tomás Saraceno developed a contemporary art project in Salinas Grandes (Northwest of Argentina). Inspired by the concept of the Anthropocene and the Andean cosmovision, the project was conceived as a multidisciplinary and cooperative experience, with the participation of artists, engineers, aeronauts, sociologists, and the communities of the salt flat. In this article I will discuss some of the relations that emerged in Salinas Grandes thanks to this project, focusing on those established between the artist, his team, and the local communities. I propose is that these relations involve at least two parallel, and at times, divergent perspectives, in which only in one of them -that of Aerocene Pacha- collaborative actions can be defined as motivated by common interests. To support this affirmation, I will use descriptions of my fieldwork in one of the communities that participated in the project, interviews with the artist, and part of the abundant outreach material that Aerocene Pacha generated, to make an ethnographic analysis of the ideas and practices implied in Aerocene's and the communities' notion of pacha. Through these materials, I will show that the connection the project promoted between the two notions can be conceptualized as an "equivocation", in Viveiros de Castro's sence. While Aerocene's pacha rests on the principle of the 'common', as that which allows differences to be collectivized, the pacha of the communities is presented as part of a set of local practices that assume, desire, and underpin the family autonomies, where 'irreducible singularities' play a fundamental role.

Keywords: Contemporary art, Indigenous activism, Pachamama, Equivocations.

Introducción

En 2018 comencé la recopilación de material etnográfico junto a la comunidad aborigen de San Miguel de Colorados, en el marco de mi proyecto doctoral de investigación. La comunidad está ubicada en la cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc, en la provincia de Jujuy (Noroeste de Argentina). Se compone de aproximadamente ochenta familias dedicadas a un amplio abanico de actividades productivas que incluyen labores agrícolas, ganaderas, salineras, empleos estatales y, desde 2014, el turismo comunitario. Las y los coloradeños mantienen desde el tiempo de los abuelos[1] una delicada relación de cuidados y aprovechamiento con este complejo entorno, a través de la extracción tradicional de panes de sal para el intercambio y el comercio en pequeña escala[2].

Estas relaciones sufrieron un drástico cambio en 2009, cuando San Miguel de Colorados y otras comunidades de la cuenca se vieron directamente involucradas en un conflicto territorial con el Gobierno de la Provincia de Jujuy y varias empresas privadas por proyectos inconsultos de minería de litio en el salar[3]. Actualmente el conflicto sigue vigente, con acciones de avance y retroceso por parte del Gobierno y las empresas según la respuesta de las comunidades y la opinión pública. Una situación que ha obligado a las familias coloradeñas a establecer un complejo entramado de relaciones para defender el salar (mesas intercomunitarias, movimientos sociales, partidos políticos, ONG, abogados, técnicos, investigadores, artistas, documentalistas, funcionarios y gurús, entre otros). Una amplia red de aliados que desde hace dos décadas pone en contacto formas de organización y territorialización locales y no locales[4]. A pesar de que estos procesos han sido ampliamente explorados desde una perspectiva etnopolítica (Bebbington, 2009; Espósito, 2017; Morin y Saladin D’Anglure, 1997), poco se ha comentado sobre el carácter específico de los encuentros (y desencuentros) que este tipo de articulaciones implican.

En el contexto de estas relaciones, en el verano de 2020 el artista argentino Tomás Saraceno montó Aerocene Pacha en Salinas Grandes. Un proyecto artístico de gran escala, diseñado como una experiencia multidisciplinar y cooperativa que contó con la participación de curadores, filósofos, ingenieros, sociólogos, aeronautas y las comunidades aborígenes de la Mesa de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc (en adelante Mesa). Uno de sus objetivos era articular los intereses del arte contemporáneo, los debates en torno al concepto de Antropoceno y las luchas indígenas contra el modelo neoextractivista[5]. El proyecto contó con una vasta difusión durante todo el proceso de su desarrollo, que incluyó la redacción de notas en medios periodísticos y especializados de la Argentina y el exterior, entrevistas y varios documentales. Un amplio y cuidado registro que se encargó de presentar a Aerocene Pacha como el punto de encuentro entre dos “cosmovisiones”: la del trabajo ecológico y cooperativo de Saraceno y la Pachamama de las comunidades aborígenes de la cuenca.

A pesar de que no estuve presente en Salinas Grandes durante el montaje del proyecto, que sucedió luego de una estadía de varios meses, sí pude entrevistar al artista, revisar parte del material escrito y audiovisual producido, recuperar comentarios locales en viajes posteriores y -quizás lo más importante- ser parte del mundo cotidiano inmediatamente previo de una de las comunidades implicadas (San Miguel de Colorados). Basándome en una selección de estos registros, mi intención en el presente artículo es problematizar la convergencia de intereses, conceptos y prácticas que Aerocene Pacha como proyecto artístico declara e intenta poner en movimiento. Para este propósito, voy a detenerme en las imágenes de ‘cosmos’ y ‘comunidad’ que propone, para ponerlas en relación con algunas de las prácticas comunitarias y territoriales de las familias coloradeñas.

El proyecto incorporó explícitamente la noción andina de Pachamama como parte de los objetivos dialógicos que definen el trabajo artístico de Saraceno. Sin embargo, los valores y prácticas que movilizó en el artista y las comunidades fueron distintas en cada caso, especialmente en relación al papel de la ‘diferencia’ y el ‘desacuerdo’ en los procesos de organización local. Aunque las comunidades no cuestionaron el discurso ecológico y comunitarista de Aerocene Pacha, su desarrollo puso en evidencia dos perspectivas desplegadas de forma paralela y simultánea. Solo en una de ellas las acciones colectivas fueron motivadas por la búsqueda explícita de ‘intereses comunes’ en relación a la defensa del salar y Pachamama.

Siguiendo los comentarios de Saraceno durante su entrevista y mi registro etnográfico sobre la organización indígena, propongo que para las comunidades de San Miguel de Colorados, Pozo Colorado y Santuario de Tres Pozos -en cuyos territorios se ejecutó Aerocene Pacha- el proyecto se vivió como una instancia de lo ‘no común’. Esto es, como un evento que puso en escena las diferencias que impiden que sus intereses coincidan ‘del todo’ con los intereses del proyecto artístico y del resto de las comunidades de la Mesa; diferencias que, por otro lado, las definen como las dueñas de la salina. Un título que estas comunidades reclaman en base a un tipo específico de relación con el territorio, que se funda en las experiencias de las familias con los espacios que habitan y trabajan cotidianamente.

Lo que voy a intentar mostrar a continuación, es que la articulación entre las prácticas locales y no locales que el trabajo de Saraceno impulsó y unificó bajo el concepto de Proyecto Aerocene, puede conceptualizarse etnográficamente como una “equivocación” (Blaser, 2018; Viveiros de Castro, 2004). Una relación en que conceptos homónimos (cosmos, comunidad, organización, territorio) son utilizados para referirse simultáneamente a cosas diferentes: la creación de intereses comunes en el trabajo artístico de Saraceno, y el reconocimiento de los vínculos cosmoterritoriales entre dueños por parte de las comunidades del salar. En ese sentido, mi objetivo no será explicar las faltas o errores interpretativos que se dieron entre el proyecto y las comunidades, sino describir cómo las “equivocaciones” producidas fueron tratadas por cada una de las partes involucradas de modo que permitieron la emergencia de “encuentros pragmáticos” (Almeida, 2021). En otras palabras, encuentros que designan el espacio relacional en que mundos distintos se afectan mutua pero diferencialmente. Son este tipo de encuentros, los que definieron la realización de Aerocene Pacha como un éxito para el artista y las comunidades, aunque sin compartir las mismas razones y propósitos.

Aerocene

El Antropoceno designa una época de la tierra caracterizada por la transformación de la especie humana en una fuerza de alcance global y geológico (Chakrabarty, 2019). Muchos de los debates alrededor de esta categoría se centran en las actuales mutaciones climáticas que el planeta viene experimentado de forma acelerada por la dependencia de los combustibles fósiles en las sociedades modernas (Crutzen, McNeill y Steffen, 2007; Crutzen y Stoermer, 2000). Introducida a inicios de la década del dos mil en el seno de las ciencias de la tierra, la noción de Antropoceno fue rápidamente apropiada y puesta en discusión por otras disciplinas científicas (incluyendo la antropología[6]) y el arte contemporáneo. Parte de la prolífica relación que mantiene con el arte se debe al propio devenir de sus indagaciones, desde el arte povera y el arte medioambiental de la década del sesenta hasta los recientes proyectos de bioarte de artistas multidisciplinarios como Eduardo Kac[7], el arte contemporáneo reflexiona el vínculo entre estética y entropía.

En este contexto, Tomás Saraceno crea Aerocene. Un concepto artístico que propone una salida al Antropoceno con la emergencia de una nueva época, caracterizada por el abandono de los combustibles fósiles y la adopción de la energía del sol y el viento como fundamentos técnicos, estéticos y cosmológicos para una sociedad alternativa (Altilio, 2020). Con una fuerte influencia del arte medioambiental y futurista, los debates alrededor del Antropoceno y el ecofeminismo, Proyecto Aerocene se define como una comunidad global, abierta y participativa abocada a la construcción experimental de vínculos no colonizantes y ecológicos con el ambiente (Aerocene, s.f.; Fly with Aerocene Pacha, s.f.). Desde 2007 Saraceno experimenta con esculturas aerosolares en forma de globos que utilizan la energía del sol y el viento para elevarse, así como la creación de experiencias colectivas basadas en el trabajo cooperativo. Con intervenciones artísticas en Berlín, Moscú, Davos, Tokio, San Pablo, Buenos Aires, etc. Aerocene viene desarrollándose ininterrumpidamente a escala planetaria, en cada caso dependiendo del involucramiento con las poblaciones locales para ser llevado adelante.


Imagen 1
Aerocene Pacha a punto de despegar en Salinas Grandes
Fuente: Estudio Tomás Saraceno (2020)

En el verano de 2020, gracias al financiamiento y la iniciativa del programa CONNECT, BTS[8], se realizó Aerocene Pacha en Salinas Grandes, cuyo sufijo expresa la articulación entre el proyecto de Saraceno de una “síntesis de arte, ciencia y activismo medioambiental”, su interpretación de la noción andina de Pachamama como “la superficie terrestre con los confines del universo, uniendo el espacio y el tiempo” (Artishock, 2020), y la participación de las comunidades indígenas de la cuenca. Una articulación que el artista encontró posible gracias a la propuesta de un modelo alternativo de sociedad compartido con las comunidades:

“Me parece que hoy celebramos y estamos celebrando una forma totalmente distinta. Una forma de estar con el planeta y entender los recursos de otra forma. Me parece que eso es mucho más importante que esos desafíos nacionalistas que en la guerra fría han hecho en un momento, competitivos en vez de cooperativos, en vez de solidaridad hacia las comunidades, a la gente y entre nosotros. Es otro modelo…” (Tomás Saraceno, Aerocene Pacha. Utopía sustentable).

En términos materiales, Aerocene Pacha fue una enorme escultura voladora, similar a un globo aerostático, que elevó a una mujer piloto[9] impulsándose “sólo por el sol y el aire que todos respiramos, sin utilizar combustibles fósiles, paneles solares, baterías o helio” (Artishock, 2020).

Las declaraciones oficiales del proyecto enfatizan la resonancia entre los intereses de Saraceno y las cosmologías locales, aunque en realidad el primer viaje del artista a Salinas Grandes se caracterizó por un desencuentro con las comunidades aborígenes, como expresó en una entrevista:

Nosotros fuimos a Salinas Grandes en 2020, principios de 2020, y el otro proyecto debe haber sido dos o tres años antes. Me habían pedido hacer una obra, una exposición en el CCK [Centro Cultural Kirchner]. Y yo dije ‘por qué no construimos unas esculturas portátiles’, que son estas esculturas que se elevan con el sol, parte de la comunidad de Aerocene. Entonces ellos comisionaron diez esculturas, diez mochilas. Y la idea era prestarlas, hacer una especie de escultura que podía ser usada en varias provincias, como una escultura móvil. Entonces Gabriela me dice ‘Tomás pero por qué no hacemos una prueba piloto o vamos a algún lugar’, y yo le dije ‘mirá, lo mejor siempre para volar es un lugar despejado de árboles, que no haya mucho viento’, y me dice ‘conozco un lugar ideal, la Salina Grande de Jujuy’. Entonces fuimos un equipo, también unos periodistas, hubo un par de artículos esa vuelta. Llegamos a la Salina, nos metemos con la camioneta y empezamos a entrar los globos y yo estaba entusiasmado, porque cuando empezás a inflar los globos se pone muy divertido. Entonces no me acuerdo si antes o después o en el medio, la cuestión es que yo me acuerdo de estar ahí y que llegan uno o dos colectivos llenos de niños. Una alegría, los niños como locos, que esto que lo otro, y empiezan a tironear el globo. Están todos saltando adentro, es como una fiesta, una cosa muy divertida y después tratamos de hacerlos volar. Bueno, todo esto, un poco antes o un poco después llegan los comuneros. Debe haber llegado Néstor [el comunero de la comunidad aborigen de Pozo Colorado]. Venía Néstor con el sombrero, que después nos hicimos amigos. Deben haber llegado cuatro o cinco en una camioneta y yo no entendía nada. Dicen ‘¿qué hacen ustedes?’, nosotros explicamos que tenemos permiso, que venimos del gobierno, ‘¡Se van ya de acá!’ y no sé qué. A mí no me meten en la conversación, me mantienen como el artista famoso alejado y era gracioso, porque eran los padres, los chicos de los padres que estaban ahí como locos de venir a jugar con nosotros. O sea, era como una cosa que te rompía el corazón porque se armó una cosa muy linda, todos juntos. Bueno, yo me entero todo esto después, parece que ahí negociaron decir que sí y nos dejaron hacer este evento de los globos con los niños. Que para mí era solo compartir, yo era muy inocente, no sabía de todas las problemáticas con los conflictos. Yo venía a compartir y bueno, después me entero que de alguna forma sí era como una violencia en sus territorios, entrar sin pedir permiso y toda una cosa que después vine a descubrir (Tomás Saraceno, entrevista personal, 2021).

Saraceno comprende este desencuentro como consecuencia de las agresiones territoriales en Salinas Grandes, que justifican a sus ojos la desconfianza de Néstor y la necesidad de permisos para ingresar al salar. No obstante, los reclamos del relato no se agotan en esta explicación y existen otros argumentos de carácter etnográfico para comprender la importancia de este gesto desde una perspectiva local. Pedir permiso resuena con un amplio régimen de prácticas, que incluye desde el diálogo con Pachamama hasta el manejo parcelario de la tierra.

Pedir permiso

Como en otros contextos andinos, para las personas, las labores productivas en San Miguel de Colorados implican vincularse cotidianamente con las distintas fuerzas y entidades que componen y habitan los espacios donde trabajan[10]: cerros, piedras, lagunas, ojos de agua (vertientes y manantiales) y Pachamama. Estas alteridades no humanas e inmanentes a las expresiones materiales del paisaje, tienen personalidades sensibles y poderosas que “se enojan, se ofenden, castigan y a la vez ayudan y escuchan” (Bugallo, 2015: 116). Del conjunto de seres tutelares de la puna, Pachamama (o pacha) es sin duda una de las más importantes, poseedora de una presencia ubicua, capaz de manifestarse, según la ocasión, como la totalidad de la tierra debajo de nuestros pies o como una quebrada, cerro o lugar en específico, incluso el corral de una familia es Pachamama en determinados momentos. Es considerada una fuente de energía y potencia que participa del crecimiento de los animales y las plantas, y de cuya buena relación “depende la renovación de los ciclos vitales, el multiplico y la fertilidad de los productos, el buen caminar de los negocios y proyectos, la salud, suerte y todo aquello de bueno que las personas quieren para su vida” (Pazzarelli, 2017a: 03). La relación con estas entidades se materializa a través de libaciones y ofrendas rituales durante las jornadas laborales y en ciertas fechas del calendario festivo-religioso. Por ejemplo, los salineros dan coca y alcohol a los bancos de sal y los ojos de agua cercanos antes de comenzar a trabajar, para pedir permiso y obtener la fuerza y suerte[11] requeridas para llevar adelante la ardua labor de la extracción:

Como te decía, darlo’ coca a la pacha antes de comenzar, ¿qué hacemos nosotros? como te explicaba, dar un poco de ulpada[12], darlo’ un poco, ofrendarle coca. Cuando no compartís con la pacha, los ojitos, cuando estás trabajando en las salinas no te da la buena calidad de sal, no hacés rápido el trabajo, te cansás (Salinero, San Miguel de Colorados, 2018).

Estos ofrecimientos son especialmente necesarios en la salina por la convivencia con los ojos de agua, entidades cuyo humor, particularmente sensible a las acciones humanas, es peligroso si no sabés cómo tratarlos porque pueden agarrarte, ocasionando una enfermedad que se manifiesta con “alergias permanentes, afecciones en la piel, falta de sueño, pérdida de la razón” (Vilca, 2009: 247):

Te empieza a salir un grano acá [señalándose la cara] y se va haciendo como esto [señalando el ojo de agua], como un pozo, se va haciendo como un ojo. Si no, te sale grano en todo el cuerpo. Vos cuando lo tenés mucha fe al ojo no pasa nada, ahora si vos no lo tenés fe, ahí tú estás… Uno es respetuoso, vos los charlás, no pasa nada, él es tranquilo. Es lo mismo que una persona, vos cuando le charlás más, cuando le dialogás más, él se siente más feliz (Salinero, Colorados, 2018).

Los permisos son parte de un conjunto de gestos rituales basados en el ‘respeto’ y el ‘cuidado’ de las relaciones con un espacio poblado de alteridades poderosas, a las que se les pide compartir sus cualidades generativas de forma benigna. No obstante, los resultados de estos pedidos dependen de la forma en cómo son llevados adelante: los ojos de agua no agarran a cualquiera, sino a las personas que no saben dirigirse a ellos. Este carácter singular de las relaciones es aún más explícito en los rituales dedicados a la tierra en el mes de agosto, en donde las familias dan de comer sus casas, campos, cultivos y vertientes con comidas, bebidas y coca para honrar a la pacha y tener un buen año. Al preguntar sobre las diferencias en la realización de estos rituales, las y los coloradeños afirman que:

Cada familia tiene su manera, cada abuelita tenía su forma, a todos nos han enseñado diferente. Si tú me preguntas a mí cómo hacen ellos, capaz que te digo que mal porque acá nosotros hacemos distinto. Pero si yo estoy allá no voy a decir nada, que si es la manera correcta o no, eso no se discute. La experiencia de una familia nunca es igual a la de otra (Coloradeño, Carrizal, 2018).

Todas las familias despliegan un conjunto particular de conocimientos técnicos y rituales referidos bajo la categoría local de experiencias, las cuales son adquiridas a lo largo del tiempo e implican variaciones en los gestos, tiempos y elementos utilizados en los rituales. En ese sentido, las experiencias resaltan el carácter diferencial (es decir, singular) de las relaciones que las personas establecen con las distintas fuerzas y entidades de las que dependen para el sostenimiento de su “medio”[13] (Stengers, 2017). La importancia de este carácter ‘diferencial’ o ‘singular’ no solo es expresada en la dimensión económica y cosmológica del trabajo productivo, también afecta otros aspectos de la vida comunitaria, como los procesos de organización y territorialización local. O, mejor dicho, dan cuenta de la cualidad profundamente material y espacial de la cosmopraxis puneña, que asocia cada rastrojo, corral, vertiente o cerro a un conjunto de entidades cuyas relaciones (y efectos) nunca son completamente iguales. Por esa razón, las experiencias no solo orientan la realización de los rituales, también son críticas para la ontología indígena de los cuerpos y la ejecución de ciertas acciones. Como ya comenté, los salineros adquieren la fuerza que permite a sus cuerpos no cansarse a través de las ofrendas de coca y alcohol que comparten diariamente con el salar. Sin embargo, nada de esto es posible si antes no aprenden cómo pedir permiso y charlar con respeto y cariño:

[A] los más chicos nosotros le enseñamos [como dirigirse a los ojos de agua y la pacha] pero son muy, como te puedo decir, tímidos. Capaz que ellos, cuando están solos si te lo hacen, pero ya cuando están varios sienten vergüenza (Salinero, Colorados, 2018).

Se trata de una formación que cada salinero emprende junto con sus compañeros de trabajo y las entidades del espacio circundante, cuyos resultados, sin embargo, son absolutamente singulares. Dicho de otra manera, aunque la estructura de la acción ritual es patrimonio común de todos lo salineros, lo que activa la relación productiva son las variaciones en la forma de ejecutarlas: con más o menos respeto, con más o menos cariño, con mucha fe, etc. La importancia de estas variaciones no es anecdótica, ya que tiene consecuencias directas en el desempeño del trabajo:

[En referencia a los rituales de agosto] Tú le hacías un honor a la pacha, por eso será que antes adelantábamos mucho che, mucho, porque nosotros le dábamos de comer bien a la pacha. Ahora la comunidad no lo hace como corresponde, por eso es que no puede adelantar, eso es lo malo que tiene, cuando es una cosa que te da de las salinas. Vos tenés que hacer con mucho amor, no medirte de la plata de ellos digamos, de la plata de la pacha. Si el mineral sale de ella, entonces lo que hace ellos no le dan bien (Salinero, Colorados, 2018).

En resumen, la noción de experiencia postula que la diferencia y la singularidad (expresadas a través de las variaciones en las formas de ejecutar los rituales o en la intensidad de ciertos gestos y afectos), son dimensiones inherentes y constitutivas a toda relación. Debido a que las entidades no humanas de la puna habitan y, al mismo tiempo, configuran los espacios de la comunidad[14], no es sorprendente que estas dimensiones también tengan un lugar destacado en los procesos locales de demarcación territorial. De hecho, son la base que permite el establecimiento de la condición de dueños. Las familias coloradeñas no solo se consideran las propietarias de los campos y los rastrojos en los que viven y trabajan, también son sus dueñas. Se trata de una condición obtenida a partir de las capacidades que despliegan para transformar un espacio en un espacio productivo (fértil), y que depende de las maneras en que trabajan y manejan sus vínculos cosmoterritoriales. Por ejemplo, las familias que abandonan por mucho tiempo sus parcelas pueden dejar de ser consideradas sus dueñas, independientemente de sus títulos de propiedad (cf. Lema y Pazzarelli 2015). Ahora bien, no solo los salineros y las familias son capaces de volverse dueñas de los espacios, las comunidades también se consideran las dueñas del territorio que defienden de las agresiones del Estado y las empresas.


Imagen 2
Salinero pidiendo permiso antes de comenzar a trabajar
Fuente: José María Miranda Pérez (2018)

En diez años de conflictos, las comunidades de la cuenca han adquirido una gran capacidad de movilización en base a la organización intercomunitaria, la alianza con organizaciones y proyectos de origen externo y el empoderamiento de sus vínculos territoriales. Una capacidad que en el caso de San Miguel de Colorados es fortalecida desde 2014 con el establecimiento de un emprendimiento de turismo comunitario. Actualmente, las familias coloradeñas además de trabajar en la extracción tradicional de panes de sal, administran junto a las vecinas comunidades de Pozo Colorado y Santuario de Tres Pozos dos paradores turísticos ubicados sobre la Ruta Nacional 52, en los que ofrecen comidas, artesanías y visitas guiadas a las piletas de sal y los ojos del salar[15]. A lo largo de los años, los paradores también se han convertido en un puente de contacto con activistas, políticos, empresarios, periodistas, documentalistas, artistas, etc. Muchos de los cuales llegan a estos espacios con el propósito exclusivo de ofrecer su ayuda en la lucha contra el litio. Además de que son plataformas de reunión y coordinación intercomunitaria cuando se decide tomar medidas de acción como las caminatas por el territorio y los cortes de ruta[16].

En el caso de Salinas Grandes, el trabajo no puede separarse de las tareas vinculadas al cuidado del territorio y la resistencia contra el neoextractivismo. Las y los coloradeños se refieren a esta indisociabilidad como posicionarse en el territorio. Una expresión que describe una relación con el espacio cuyo origen está en las actividades productivas: ser dueños. Como ya mencioné, son las familias las que se posicionan en sus campos y rastrojos en función de su capacidad para volverlos productivos y así afirmar su pertenencia. Cuando las comunidades del salar (San Miguel de Colorados, Santuario de Tres Pozos y Pozo Colorado) afirman en asambleas y reuniones la necesidad de posicionarnos en salinas porque somos sus dueños, están evocando la fuerza de las relaciones que han establecido con el salar a través de sus labores cotidianas en los paradores turísticos y las canteras de sal; relaciones que no se fundan solamente en la propiedad del territorio, sino en la historia productiva que han tejido a lo largo del tiempo con este espacio.

Aunque Saraceno reconoce que pedir permiso es importante para las comunidades, supone que es una consecuencia de los conflictos por el litio, dando a entender que si la situación fuera otra tal vez no sería necesario. Esta suposición es una “equivocación”, porque desde el punto de vista local los permisos son parte de una lógica cosmoterritorial que es transversal a múltiples dimensiones de la vida comunitaria: desde las prácticas rituales y productivas hasta la defensa del salar. Pedir permiso es el gesto que inaugura el encuentro con las alteridades (humanas y no humanas) que conforman el territorio. Es parte de los protocolos necesarios para moverse en un espacio que se encuentra poblado de relaciones diferenciales. En ese sentido, para las familias de San Miguel de Colorados el territorio comunitario no es un espacio común per se. Al contrario, las nociones de experiencia y dueños apuntan a una definición que lo caracteriza como un mosaico de lugares y seres, cuyas conexiones son hechas y (re)hechas según cada ocasión a través de permisos, pedidos y cuidados. Una situación que puede ocasionalmente fracasar y devenir en enfermedades en el caso de las relaciones con Pachamama y los ojos de agua, o en desacuerdos y peleas en el contexto de la organización comunitaria e intercomunitaria, como mostraré a continuación.

La organización

Ser dueños es una cualidad que puede crearse bajo ciertas condiciones, así como perderse en otras, ya que su constitución es inherentemente relacional. Como comenté antes, se trata de una adjudicación que depende directamente de la capacidad de manejar eficazmente las relaciones con el espacio. Hay muchas causas que pueden impedir esto, desde la incompetencia individual o familiar (a veces motivada por el olvido de las maneras) hasta el abandono permanente de los lugares. Sin embargo, hay otras circunstancias que sin llegar a la ruptura de estas relaciones las pueden afectar, modificando su estatus. Por ejemplo, los límites parcelarios pueden ser objeto de redefiniciones por cambios en las configuraciones familiares y los usos de la tierra. Un espacio que antes no formaba parte de la jurisdicción de una familia puede ser incorporado ante su abandono, o puesto en reclamo por matrimonios, separaciones, herencias, etc. Los efectos de estos cambios pueden incluir desde el establecimiento de arreglos más o menos consensuados, hasta el enfrentamiento público entre las partes involucradas. En más de una oportunidad fui testigo de cómo un conflicto parcelario, trasformó una asamblea convocada para tratar una agresión territorial externa en una instancia de disuasión colectiva para aplacar la enemistad entre dos familias. Si bien en los contextos asamblearios, las y los coloradeños hablan de la comunidad como si se tratara de una unidad territorial, en la práctica solo existen diferentes parcelas, campos y rastrojos acompañados de sus respectivos dueños y relaciones de vecinazgo. Relaciones que, por otro lado, muchas veces se encuentran en fricción debido a los cambios que las afectan[17]. Por esa razón, es relativamente común que al tratar temas vinculados al territorio emerjan desacuerdos y ocasionales peleas. Una situación que también se replica en los vínculos intercomunitarios, como el propio Saraceno describe al comentar el proceso de desarrollo de Aerocene Pacha:

Era casi el último día y ya venían los medios, venía todo y yo en un momento les digo ‘si acá, todas las comunidades no pueden venir al evento no hacemos el evento, se cae’; y les dije ‘no puede ser, o sea, pónganse de acuerdo, a mí no me importa que Tres Morros esté peleado con El Moreno o con Pozo Colorado... La fiesta esta la hacemos todos’ (…) Hicieron la asamblea por teléfono, de urgencia y a la media hora me llamaron y aceptaron. Dicen ‘bueno, como excepción vamos a invitar a todas las comunidades’. Así que estaban todas las comunidades (Tomás Saraceno, entrevista personal, 2021).

El artista después comentó que estos conflictos nacían del reclamo de algunas comunidades de la Mesa a San Miguel de Colorados, Pozo Colorados y Santuario de Tres Pozos por ser las únicas que trabajan en los paradores turísticos de Salinas Grandes. Un reclamo que es respondido con otro reclamo, en el que las últimas acusan a algunos referentes de la Mesa de agarrarse todos los proyectos y pasarse por encima de la autoridad del resto de las comunidades. Cabe aclarar, sin embargo, que se trata de una queja que también se da al interior de las relaciones entre estas tres comunidades, que en múltiples ocasiones se han acusado entre sí de creerse la única dueña de la salina. El efecto de estas fricciones intercomunitarias no es la ruptura, sino la proliferación de negociaciones para modificar los acuerdos en la gestión de los paradores turísticos, las acciones ante las empresas de sal o cualquier otra actividad que las involucre en conjunto[18].

Si bien la Mesa de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc reúne a una treintena de comunidades de la zona, no todas trabajan ni tienen territorio en el salar. Es decir, no todas tienen la misma capacidad de afirmar ante las otras que son las dueñas de ese espacio, y de ahí la relación diferencial que algunas reclaman. Como el final de la cita deja entrever, con la excepción a la que las comunidades accedieron ante la postura de Saraceno, las fricciones intercomunitarias no descansan tanto en el derecho que algunas comunidades se auto-adjudican para decidir quién puede o no entrar al salar, como en la exigencia de que todos los posicionamientos involucrados sean escuchados; y debido a que los posicionamientos no son más que las relaciones diferenciales que cada familia o comunidad establece con un espacio en particular, suelen expresarse a través de desacuerdos y peleas en el contexto de la organización. En otras palabras, las comunidades del salar y de la Mesa estaban planteándole a Saraceno que los permisos necesarios para montar Aerocene Pacha debían ser solicitados adecuadamente, lo que podía suponer más reuniones, más negociaciones, más peleas y el eventual establecimiento de un acuerdo temporario.

Las asambleas comunitarias e intercomunitarias buscan operativizar acciones colectivas y al mismo tiempo, son momentos en donde los posicionamientos territoriales (y las experiencias familiares y comunitarias que los fundamentan) se hacen presentes. Por eso, algunos temas que a los ojos externos pueden reducirse a una reunión para aceptar o rechazar una propuesta, para las comunidades indígenas pueden implicar los encuentros que hagan falta hasta que todas las opiniones, reclamos, verdades, etc. hayan sido reconocidas y a partir de ahí formar una decisión colectiva. Una decisión que, sin embargo, ante la aparición de nuevos posicionamientos puede exigir su reelaboración. Una situación que he podido registrar en innumerables ocasiones durante mi trabajo de campo[19] y que también le sucedió a Saraceno cuando tuvo que volver a negociar los permisos con Colorados, Pozo y Santuario después de haberlos obtenido de la Mesa. Las asambleas, antes que operar como un órgano resolutivo basado en la interpelación a los intereses comunes de la comunidad, del salar o incluso de Pachamama, son un espacio de exposición y negociación de las diferencias familiares, comunitarias y territoriales. Su objetivo no es eliminar estas diferencias en función de un espacio sin conflictos, lo suficientemente amplio para que todos los interesados quepan en él. Su objetivo, como lo expresa el comunero de Pozo Colorado en el relato del primer viaje de Saraceno a Salinas Grandes, es asegurar que los límites se hagan presentes, otorgándoles un plus de existencia que enfatiza el carácter no-común del territorio indígena. Este reconocimiento instaura las condiciones para el establecimiento de un diálogo simétrico entre dueños, incluso si los conflictos son necesarios para que esto suceda[20].

Equivocaciones

En viajes posteriores, al charlar con miembros de la comunidad de Pozo Colorado y San Miguel de Colorados sobre el proyecto de los globos, coincidieron en que:

Ayudó con el tema del litio por el cartel, pero el señor [Saraceno] también se quiso posicionar con sus intereses. No quería pagar al principio por usar la salina y no pidió permiso a todas las comunidades como corresponde (Poceña, Pozo Colorado, 2021).

El cartel se refiere al mensaje de no al litio que las comunidades colocaron en los globos de Aerocene Pacha. Nació como una propuesta del artista durante las negociaciones previas a la realización del proyecto:

Me dijeron que la asamblea es dentro de diez días, quince días y yo les digo ‘muchachos, yo estoy acá hace un mes’ y no, que la asamblea, que esto se decide así... Bueno, en un momento estamos en la asamblea, estoy hablando con algunos y viste que está el cartel con ‘no al litio’ [se refiere al cartel con el mensaje no al litio y Salinas grandes, una de las siete maravillas del mundo que las comunidades colocaron en uno de los paradores turísticos]. Miro al cartel y los miro a ellos y digo ‘che, ¿qué tal si escribimos en el globo no al litio? ustedes usan el globo como una pancarta para comunicar lo que ustedes quieren y ¿qué tal si todas las remeras de ese día del evento nos escribimos todos no al litio?’. Y ahí cayó la ficha, cayó algo que empezó como una confianza… y les dije -mirá van a venir todos los medios- o sea, vino CNN en español, publicitaron en todos lados. Y que ellos pudieran tener su cartel en letras gigantes, incluso decíamos que cuando saques con la camarita del teléfono se va a leer lo que quiere decir ese globo. Entonces se transformó todo, nosotros ayudamos a levantar su pancarta en el aire y era más visible que otra cosa (Tomás Saraceno, entrevista personal, 2021).

Aunque el mensaje se dirigía a la defensa del salar, en las asambleas funcionó como una retribución a las comunidades a cambio de trabajar en sus territorios. Este tipo de arreglos, que también se dan con las empresas de sal que trabajan en la zona[21], son comunes entre las comunidades y las organizaciones de origen externo interesadas en realizar actividades en Salinas Grandes: desde la publicidad de marcas de ropa y automóviles hasta los globos de Saraceno, todos deben devolver algo de su relación con el salar. Por esa razón, durante mis conversaciones sobre Aerocene las y los coloradeños se enfocaron en las fricciones y negociaciones que mantuvieron con Saraceno y su equipo. Los argumentos ecológicos del proyecto, así como su interpretación cosmológica de Pachamama no fueron nunca mencionados, a pesar de que se celebró la ceremonia a la pachamama[22] el día que Aerocene se elevó por primera vez.


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Cartel en la entrada al circuito del parador turístico de las comunidades aborígenes de San Miguel de Colorados y Pozo Colorado
Fuente: Gullo y Fernández (2021)

Desde la perspectiva local, el mensaje del globo adquirió una especial relevancia al reconocer materialmente la diferencia e intercambio de intereses (posicionamientos) entre las comunidades locales y Aerocene. Un mensaje que también fue celebrado por Saraceno, aunque por otras razones: para el artista fue la manifestación explícita de la intersección entre los fundamentos medioambientalistas y cooperativos de su trabajo y los modos de vida indígenas de Salinas Grandes. En este sentido, la colocación del mensaje se constituyó como un evento que refirió a dos cosas distintas al mismo tiempo. Un espacio que conectó ‘parcialmente’ la realidad de las comunidades del salar y la del proyecto, pero no por lo que tienen en común sino por lo que las diferencia, o por lo que Viveiros de Castro llama una “equivocación controlada” (2004). Un tipo de “traducción” en que lo que se mantiene en el primer plano de dos términos diferentes es, precisamente, su diferencia (Blaser, 2018: 141). Saraceno incorporó el mensaje de no al litio como parte de sus intereses y formas de trabajo artísticos, y las comunidades como un derecho legítimo por la relación y uso de sus territorios. Al mismo tiempo, gracias a este intercambio el artista logró la aceptación de su pedido de poner un freno temporal a las asambleas y peleas intercomunitarias para montar Aerocene como una fiesta para todos. Sin embargo, el éxito de estos intercambios no implicó la desaparición de las diferencias entre las cosas intercambiadas. Un hecho expresado en algunas declaraciones del proyecto, en donde la relación de la comunidad con Pachamama (a veces también llamada Naturaleza) es evocada a través de la figura de la armonía:

Los pueblos originarios en sus modos de habitar el territorio que son tan cuidadosos del ambiente, de los animales. En fin, esa armonía que cultivan porque se saben parte de la naturaleza y deudoras, yo creo que eso es fundamental y nos ayuda a repensar qué tipo de sociedad estamos viviendo y cuál es el lazo que hemos construido con la naturaleza (Maristella Svampa, Aerocene Pacha. Utopía sustentable).

Estas declaraciones son parte de un cosmos que gestiona uniones y separaciones según un determinado régimen ontológico. Aerocene Pacha reconoce los desacuerdos y las fricciones de los mundos indígenas, pero los ubica del lado de los conflictos territoriales con el Estado. En cambio, al referirse a Pachamama habla sobre una comunidad humana y no humana constituida por “la unión del espacio y el tiempo en un mismo universo” (Artishock, 2020). Desde este punto de vista, el salar es proyectado como un espacio sin fronteras, capaz de contener una infinidad armónica de interesados: bandas de kpop coreanas, aeronautas, artistas, sociólogas, comunidades, Pachamama. En realidad, cualquiera que desee cooperar con el proyecto podría sumarse virtualmente. Una imagen que es evocada en el relato de su primer viaje a Salinas Grandes, con el encuentro de los globos y los niños. Un encuentro que, justamente, las comunidades interrumpieron al reclamar la falta de permisos.


Imagen 4
Mensaje de Aerocene Pacha
Fuente: Estudio Tomás Saraceno (2020)

Esta imagen del mundo devino en una “equivocación” al entrar en relación con la alteridad local. Como el relato de Saraceno también deja ver, la intención de Néstor no era negar la presencia del artista, los globos y los niños en el salar, sino (re)introducir las relaciones cosmoterritoriales que definen el lugar de las comunidades indígenas como dueñas de la salina. Se presenta ante la gente de afuera con un propósito: negociar los límites conjuntos de lo que estaba sucediendo en ese momento y en ese lugar. Negociación que depende de un gesto inicial, pedir permiso. Se podría decir, que el comunero de Pozo Colorado, al igual que el artista, también estaba ahí para agenciar un encuentro, pero no en base al reconocimiento de lo que los interesados comparten, sino de aquello que no -y lo que no comparten en este caso, es su relación con el salar.


Imagen 5
Ceremonia a la pachamama durante el despegue de Aerocene Pacha
Fuente: Estudio Tomás Saraceno (2020)

Conclusiones

La descripción etnográfica de la noción de dueños y de la práctica de pedir permiso proyecta un cosmos que no puede existir sin lo político, así como una política que no puede existir sin el cosmos (Stengers, 2014). En otras palabras, un cosmos inmanente, materializado en los actos de la vida cotidiana, como expresa la relación entre las actividades productivas, la organización territorial y los ritos dedicados a los seres del paisaje. En este sentido, los permisos, las peleas y los desacuerdos son consecuencia de esta condición inmanente, que vuelve al cosmos algo que exige discutir. Se trata de un asunto siempre por resolverse. Esta indisociabilidad es traducida por el proyecto de Saraceno en una separación, que coloca las controversias y los conflictos del lado de las relaciones entre las personas, específicamente de las comunidades y el Estado. Mientras el cosmos local es caracterizado por un holismo que integra los pueblos indígenas y la naturaleza bajo el manto de las relaciones ancestrales:

Los feminismos populares que nacen en los márgenes sociales tanto como étnicos y geográficos cuestionan la visión individualista y moderno occidental, valorizan la experiencia colectiva y comunitaria recuperando perspectivas de raíces ancestrales basadas en un enfoque holístico de la naturaleza (Maristella Svampa, Aerocene Pacha. Utopía sustentable).

En Aerocene Pacha, son las agresiones territoriales del Estado y las empresas las que introducen una ‘diferencia negativa’, que no permite a las comunidades experimentar el cosmos como el proyecto propone. No obstante, las prácticas locales abrazan la ‘diferencia positiva’ y, en consecuencia, ciertas formas de conflicto como una forma eficaz de acompañar el desenvolvimiento cotidiano de la socialidad humana y no humana; o lo que en algunos contextos las y los coloradeños llaman territorio. Desde las asambleas en defensa de la salina hasta los rituales del dar de comer, las comunidades indígenas de la puna parecen insistir en la misma idea: no todas las maneras son iguales y esa es la fuerza que permite al mundo moverse. Un mundo en donde la singularidad de las relaciones es ontológicamente constitutiva, o lo que las familias de San Miguel de Colorados llaman experiencia. Uno de los principios de esta noción, es que no definen a Pachamama y otras entidades del paisaje como trascendencias estáticas, iguales a sí mismas, como podrían sugerir algunas de las ideas de Saraceno. Por el contrario, como señala Pazzarelli, si hay algo que define la pacha de las comunidades indígenas es su capacidad de ser siempre distinta a sí misma:

En otras palabras, y ya para concluir, la presencia de Pachamama, singularizada en distintas experiencias que abrigan diferencias de peso entre sí, nunca suprime la posibilidad simultánea de ser considerada la misma madre tierra de todos. Pero la relación aquí es, digamos, de una dependencia crucial: sólo puede ser la misma para todos porque se singulariza para cada uno de ellos. Pachamama es el conjunto de todas sus versiones; versiones que se producen continuamente; Pachamama, entonces, existe sólo en variación. Y si Pacha sólo existe en variación, no podríamos menos que preguntarnos si esto no sería de alguna forma útil para pensar a la propia existencia de las personas que, atada indisolublemente a sus experiencias con la tierra, no podrían menos que variar al mismo ritmo (Pazzarelli, 2017a: 10).

La cosmopraxis coloradeña resuena con las críticas de Latour (2019) a los discursos sobre la “crisis ecológica” y los “problemas del medio ambiente”, que persisten en reproducir la división moderna entre Naturaleza y Cultura. Para el autor, las prácticas de “defensa territorial” son movilizadas por el arraigo, los modos de vida, las experiencias locales y su indisociabilidad de la tierra desde donde son instauradas. En cambio, las nociones de medioambiente y ecología evocan el “cuidado de la naturaleza”, una categoría abstracta y desterritorializada gobernada por principios ajenos a los “asuntos de la gente”.

El proyecto de los globos, sin abandonar en ningún momento la perspectiva responsable de los movimientos que la llevaron hasta Salinas Grandes, se articuló con las comunidades locales a través de una “equivocación”, por algunos momentos “controlada”. Momentos, en que estas últimas se conectaron transversal y parcialmente con los intereses de Aerocene a través de sus propias nociones cosmológicas y territoriales, que paradójicamente se fundan en aquello que en algunas ocasiones el arte y la ciencia intentan conjurar en su trabajo: las controversias de lo no común.

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Notas

[1] A los fines organizativos, la itálica se utiliza para indicar palabras y frases textuales de mi registro de campo, las comillas dobles para citar conceptos, fuentes documentales y bibliográficas y las comillas simples para resaltar palabras de mi autoría.
[2] La extracción artesanal consiste en el cortado de bloques de sal gema de la costra salina utilizando hachas, barretas y palas. Hasta hace pocos años, las familias de la cuenca transportaban panes de sal, carne y tejidos a través de caminos de herradura a diferentes localidades de la quebrada y los valles de Jujuy donde los intercambiaban por harina, verduras y frutas.
[3] Salinas Grandes es parte del llamado “triángulo del litio” junto con los salares de Atacama (Chile) y Uyuni (Bolivia). La reciente demanda internacional de este metal ha reorganizado estos espacios como enclaves de proyectos de explotación neoextractivista, generando disputas con comunidades locales e indígenas (Svampa, 2008; 2019a). En 2010, las comunidades de la cuenca configuraron la Mesa de Comunidades Originarias de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc para la Defensa y Gestión del Territorio. Colectivo desde donde se rechazaron los trabajos de exploración de litio inconsultos por parte de las empresas South American Salars y Bolera Minera SA. El conflicto decantó en una demanda a la Provincia de Jujuy que la Corte Suprema de Justicia desestimó en 2012, y el reclamo por la implementación de la consulta previa libre e informada mediante un mecanismo institucional elaborado por las propias comunidades (Pragier, 2019; ver también: Gallardo, 2011; Göbel, 2013).
[4] Estas articulaciones son las responsables de elaborar documentación legal, científica y audiovisual que facilitan ante el Estado y la opinión pública la imagen de comunidades indígenas unidas, conscientes y con pruebas que justifican sus reclamos (Li, 2017; Weinberg, 2004; 2005).
[5] La relación entre Antropoceno, conflictos socioambientales y movilización indígena es discutida por Ulloa (2017) y Svampa (2019b), entre otros/as. Estos trabajos sitúan la problemática del Antropoceno en el contexto latinoamericano, poniéndola en relación con las políticas neoextractivistas. De manera similar que Aerocene Pacha, afirman que las formas de vida indígena y comunitaria ofrecen ontologías y epistemologías locales, alternativas y críticas a las impuestas por los modos de producción capitalistas. Cabe destacar, que Svampa trabajó con Saraceno durante el montaje del proyecto en Salinas Grandes como comentarista y consultora del artista.
[7] Una de las obras más conocidas de Eduardo Kac es “GPF Bunny”, presentada en Aviñón (Francia) en el año 2000 como una coneja fluorescente de color verde también conocida bajo el nombre de “Alba”. Este animal fue implantado con el gen de un tipo de medusa que hacía que bajo una luz azul específica apareciera de color verde fluorescente.
[8] CONNECT, BTS fue un proyecto de exhibiciones que contó con la participación de 22 artistas de todo el mundo, quienes crearon obras que encajan con la filosofía musical de la banda de kpop surcoreana BTS, la cual se centra en torno a la diversidad, la conexión y la comunicación.
[9] Saraceno establece algunas equivalencias entre el carácter ecofeminista de su proyecto y las prácticas comunitarias. Especialmente, entre su elección de una aeronauta como la primera persona en elevarse con Aerocene y Pachamama como una entidad femenina a la que las comunidades indígenas rinden culto.
[10] Para la puna argentina ver: Bugallo y Vilca, 2011; Lema y Pazzarelli, 2018; Vilca, 2009.
[11] La suerte es una noción muy extendida en los Andes, que en el contexto de la crianza de animales refiere a las relaciones de afinidad productiva entre ciertos individuos y ciertas especies (Bugallo y Tomasi, 2012; Pazzarelli, 2017b). Una de las principales características de la suerte, es que se trata de una cualidad ‘singular’. La suerte es siempre de alguien o de algo en particular, aunque jamás de forma definitiva o inalterable: la suerte puede cambiar o perderse. En San Miguel de Colorados, los salineros asocian la suerte a la capacidad de encontrar lindas vetas de sal y producir mucho gracias a las buenas relaciones con la pacha y los ojos de agua.
[12] La ulpada es una infusión de harina de maíz tostado y azúcar, a la que los salineros agregan alcohol medicinal para convertirla en bebida. Es utilizada en las libaciones cotidianas (challas) que se realizan antes comenzar la jornada laboral en las canteras de sal.
[13] Stengers advierte la imposibilidad de “retirar” las relaciones, ideas, fuerzas y deseos de nuestros interlocutores de los “medios” en donde habitan y se (re)producen, sin comprometer su existencia. Por consiguiente, la noción de “medio” no refiere al “medioambiente” (la puna jujeña, por ejemplo), sino a la “ecología de seres y prácticas” que hace imposible comprender qué es el trabajo, la producción y el territorio para las y los coloradeños sin incluir sus relaciones con Pachamama y otras entidades no humanas del espacio circundante. Se trata de una disposición metodológica, que interpela al etnógrafo o etnógrafa describir las relaciones que está investigando en su “medio” y no sólo en su “contexto” (cultural, social o histórico). Es decir, en conexión con el resto de las fuerzas y seres a través de las cuales ganan existencia (ver Stengers, 2005).
[14] La relación entre los lugares y las divinidades andinas ha sido ampliamente analizada desde la antropología, ver: Allen 2008; Bastien, 1996; Salas Carreño, 2019.
[15] El circuito dura aproximadamente una hora e incluye una presentación del origen de la salina y los tipos de extracción practicados por las comunidades aborígenes, en el marco de un speech que explícita los vínculos de pertenencia, cuidado y respeto entre ellas y el salar.
[16] Un caso reciente es el conflicto que se dio entre enero y febrero de 2019 con las empresas Luis Losi S.A., Ekeko S.A y A.I.S. Resources (apoyadas por el Gobierno Provincial), que iniciaron exploraciones no consentidas para la extracción de litio dentro de territorio comunitario. El conflicto, con gran repercusión mediática, llevó a distintas comunidades de la cuenca a declararse en asamblea permanente y bloquear la Ruta Nacional 52 por varios días (ver Miranda y Pazzarelli, 2019).
[17] Para empezar, al tratarse de sociedades de tradición pastoril que practican la trashumancia estacional, las negociaciones periódicas de los límites parcelarios entre las familias es inherente a la propia organización espacial del territorio.
[18] La propia historia de los paradores turísticos está marcada por una lógica de fricciones y renegociaciones constantes. Basta decir, que en el origen se trataba de un solo parador que debido a peleas internas se dividió en un segundo parador, construido a pocos kilómetros de distancia. A lo largo de los años ha habido distintas propuestas para que las tres comunidades vuelvan a trabajar en un mismo parador, que debido a múltiples desacuerdos siempre terminan por caerse. Esta dificultad para mantenerse unidas no les impide organizarse para llevar adelante acciones intercomunitarias complejas, como las requeridas para la defensa del salar ante los proyectos de minería de litio.
[19] Desde el año 2018 trabajo en un proyecto junto a la comunidad de San Miguel de Colorados para editar un libro de difusión con su historia, así que yo mismo he estado en innumerables ocasiones en el lugar de Saraceno (ver Miranda, 2022).
[20] Por “simétrico”, me refiero a que ninguno de los puntos de vista implicados en la relación recurre a un fundamento más allá de sus propias y singulares razones para despejar la “controversia” (Latour, 2007). Esta es la principal razón por la que la dilatación y reversibilidad de las decisiones comunitarias son fundamentales para la coordinación colectiva de las familias en las acciones comunitarias, incluyendo las que tienen como objetivo la defensa del salar contra el litio.
[21] Desde la década del noventa hay varias empresas privadas de extracción de sal emplazadas en Salinas Grandes. A raíz de las movilizaciones indígenas en 2009 por los conflictos alrededor de la minería de litio y la construcción de los paradores turísticos en 2014, las comunidades de San Miguel de Colorados, Pozo Colorado y Santuario de Tres Pozos decidieron exigir el establecimiento de convenios, que incluyen, entre otras cosas, el otorgamiento de puestos de trabajo a personas del lugar y el pago de un canon anual por explotar la sal en sus territorios.
[22] Ceremonia a la pachamama es como los coloradeños y coloradeñas suelen referirse a las challas realizadas en compañía de gente de afuera, que muchas veces es la que espera o solicita la realización de un ritual de agradecimiento dirigido a esta entidad, como fue el caso de Saraceno y su equipo.

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