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Loberos en Patagonia: Operaciones de caza y encuentros con los pueblos originarios
Melisa A. Salerno
Melisa A. Salerno
Loberos en Patagonia: Operaciones de caza y encuentros con los pueblos originarios
Intersecciones en Antropología, vol. 22, núm. 2, pp. 265-267, 2021
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
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Reseñas de libro

Loberos en Patagonia: Operaciones de caza y encuentros con los pueblos originarios

Melisa A. Salerno
Instituto Multidisciplinario de Historia y ​Ciencias Humanas​ (IMHICIHU)-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
Intersecciones en Antropología, vol. 22, núm. 2, pp. 265-267, 2021
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
Mayorga Marcelo. Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia (1780-1850). 2020. Santiago de Chile. Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, Ediciones de la Subdirección de Investigación. 219pp.. 978-956-244-479-8

Hacia mediados del siglo XVIII, la caza comercial de lobos marinos se transformó en un negocio global. En la actividad participaron empresas de diferentes nacionalidades, entre las que tuvieron especial relevancia las inglesas y norteamericanas, por el volumen de sus operaciones. La explotación se concentró en diferentes puntos de los mares del sur, incluyendo Islas Malvinas, Isla de los Estados, Patagonia, Tierra del Fuego, Islas Shetland del Sur, entre otros. La industria buscó obtener pieles para la producción de indumentaria y aceite para iluminación, lubricación de máquinas, etc. Cantón fue uno de los primeros mercados para la comercialización de pieles, al que se le sumaron Londres y Nueva York posteriormente. La explotación de lobos marinos se conectó con la de otras especies de las que también se obtenían pieles y/o aceite (ballenas, elefantes marinos, nutrias, etcétera).

La presencia de loberos ha sido profundamente estudiada en las Islas Shetland del Sur por historiadores y arqueólogos (e.g., Stackpole, 1955; Pearson et al., 2020). Si se los compara con el caso antártico, los antecedentes de estudio sobre el tema en Patagonia son relativamente escasos y fragmentarios. Con excepción de algunos trabajos (e.g., Martinic, 1987; Mayorga, 2017), gran parte de las referencias disponibles no son resultado de estudios sistemáticos y se encuentran subordinadas al interés por otros problemas de investigación. En este sentido, si bien existe consenso sobre la importancia que pudo tener la caza comercial de lobos marinos en la región, y se considera que el impacto de la actividad podría explicar ciertos cambios en la vida de los indígenas, aún se deben profundizar los estudios.

Pieles, tabaco y quillangos. Relaciones entre loberos angloestadounidenses y aborígenes australes en la Patagonia (1780-1850) ayuda a revertir esa tendencia. El objetivo general del libro consiste en abordar los “desconocidos avatares” de la explotación lobera en Patagonia, entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX (desde el inicio de la actividad hasta la irrupción de los Estados nacionales en la región). Una de las premisas de la obra es que, durante el desarrollo de sus operaciones, los cazadores adquirieron un profundo conocimiento de la geografía y los pueblos originarios a los que frecuentaban. A partir de ello, Pieles, tabaco y quillangos… tiene como objetivo específico analizar la diversidad de vínculos que los loberos pudieron mantener con diferentes grupos indígenas en Patagonia.

Para llevar a cabo su estudio, Marcelo Mayorga recurre a documentos primarios, tanto publicados como inéditos. Entre los primeros se incluyen diarios de viaje, algunos de los cuales proporcionan información indirecta sobre la actividad. Mientras tanto, entre las fuentes inéditas destacan las bitácoras loberas. Las bitácoras son registros elaborados por capitanes o primeros oficiales que dejan constancia de lo sucedido en los viajes sobre una base diaria. Gran parte de los datos allí volcados describen condiciones climáticas y de navegación. En el caso de las bitácoras loberas, las entradas incluyen menciones al desembarco de operarios y al tipo y volumen de recursos obtenidos. Algunas notas breves también aportan datos sobre situaciones protagonizadas por los tripulantes, incluyendo encuentros con grupos indígenas. Para explotar al máximo el potencial de estas referencias, Mayorga utiliza una metodología fundada en la microhistoria.

La argumentación de Pieles, tabaco y quillangos… se desarrolla a lo largo de cuatro capítulos y unas consideraciones finales. El capítulo I sitúa la llegada de los loberos a Patagonia en el marco de un proceso de expansión de países como Inglaterra y Estados Unidos sobre los mares del sur. Mayorga contempla particularmente la sinergia entre la explotación lobera y las dinámicas expansivas. En este sentido, no solo considera cómo los cazadores contribuyeron a la consolidación de los intereses extraterritoriales de sus naciones de origen mediante el desarrollo de su actividad. También sugiere cómo las expediciones científico-navales aportaron información que resultó aprovechada por los loberos, y viceversa. El capítulo II explora los rasgos distintivos de la industria, incluyendo su organización, rutas comerciales y las especificidades de la caza y el procesamiento.

El capítulo III pone en foco la figura de un lobero que operó por tres décadas en Patagonia: el escocés William Low. Para abordarlo, el autor recurre a diarios de viaje que ofrecen información indirecta sobre el cazador (como aquellos relativos a los levantamientos hidrográficos ingleses entre 1824 y 1836). La figura de Low conduce a conocer algunos aspectos de la actividad lobera inglesa en Patagonia. Asimismo, permite discutir cómo la experiencia adquirida en sucesivos viajes aportaba a los cazadores un conocimiento del territorio difícilmente igualado por otros occidentales en la época. Mayorga analiza las relaciones que Low mantuvo con grupos aónikenk, kawésqar y chono, de quienes no solo obtuvo alimentos y pieles en el marco de trueques. También consiguió que algunos indígenas cazaran por él y oficiaran como prácticos en sus naves. En última instancia, la figura de Low abre la reflexión sobre las formas en que los loberos pusieron sus conocimientos al servicio de expediciones científico-navales (en este caso, los levantamientos hidrográficos ingleses anteriormente referidos).

El capítulo IV considera múltiples viajes protagonizados por diferentes naves y capitanes de la flota lobera estadounidense. Aquí Mayorga considera fuentes directas, entre las que destacan las bitácoras inéditas. Los viajes seleccionados se agrupan en dos bloques. El primero coincide con un momento temprano de explotación, entre 1780 y 1812, cuando Isla de los Estados y Patagonia oriental formaban parte de los circuitos de explotación pero el foco estaba puesto en algunas islas subantárticas. El segundo bloque corresponde a una segunda oleada de explotación, entre 1819 y la década de 1840 aproximadamente, cuando adquirieron mayor relevancia Isla de los Estados, el estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego. Los viajes del primer bloque incluyen los del Neptune y el Onico; y los del segundo, los del Penguin, Harriet, Mary Jane, Hancox, Athenian y Betsey. Además de aportar datos sobre la explotación, en este capítulo Mayorga describe los encuentros que los loberos protagonizaron con los indígenas en cada uno de esos viajes. Las variables consideradas incluyen la etnicidad de los grupos nativos, el número y la naturaleza de los encuentros (incluyendo interacciones concretas y encuentros fugaces, situaciones de conflicto y cooperación), el tipo de intercambios efectuados (materiales y simbólicos), etcétera.

Las consideraciones finales delinean algunas tendencias a partir del análisis de datos suministrados en el capítulo IV. Estas tendencias sugieren que los encuentros entre loberos e indígenas fueron más abundantes y heterogéneos de lo que tradicionalmente se habría pensado. Los encuentros más frecuentes se produjeron con parcialidades aónikenk, seguidos por yaganes, chonos, kawéskar y, en menor medida, selk´nam. Específicamente, mientras los encuentros con los aónikenk y chonos incluyeron más instancias de cooperación e intercambios, aquellos con los yaganes y kawésqar involucraron más situaciones de conflicto y menos intercambios. En lo que a esto respecta, Mayorga entiende que la presencia o ausencia de productos a partir de los cuales se podían establecer intercambios pudieron alentar o desalentar los encuentros.

En vistas de lo señalado, Pieles, tabaco y quillangos… resulta una obra de interés para historiadores, arqueólogos y otros investigadores, como biólogos marinos. Uno de sus aspectos a destacar es la presentación de información contenida en bitácoras inéditas que –si bien poseen potencial de análisis– hasta el momento han sido escasamente consideradas por las dificultades que supone su compulsa y análisis. Sin lugar a dudas, el libro constituye una contribución valiosa y sumamente esperada para quienes desean conocer más sobre la explotación lobera en Patagonia, pero también para quienes trabajan en otras regiones que formaron parte de los circuitos de explotación e intentan efectuar comparaciones y reconocer dinámicas entre cotos de caza. Más allá de esto, la obra constituye una nueva referencia obligada para quienes discuten los vínculos entre occidentales e indígenas en Patagonia, al sugerir el rol de los loberos en gran parte de las interacciones, y al desentrañar la diversidad que pudieron representar los encuentros con distintos pueblos originarios.

Material suplementario
REFERENCIAS
Martinic, M. (1987). Navegantes norteamericanos en aguas de Magallanes durante la primera mitad del siglo XIX. Anales del Instituto de la Patagonia, 17, 11-17.
Mayorga, M. (2017). Actividad lobera temprana en la Patagonia Oriental: Caza de mamíferos marinos. RIVAR, 4(11), 31-51.
Pearson, M., Zarankin, A. y Salerno, M. (2020). Exploring and exploiting Antarctica: The first human interactions. En M. Olivera y J. Ruiz (Eds.), Past Antarctica. Paleoclimatology and Climate Change (pp. 259-270). Elsevier.
Stackpole, E. (1955). The voyages of the Huron and the Huntress: The American sealers and the discovery of the continent of Antarctica. Marine Historical Association.
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