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Campamento Cañadón Negro, localidad La María, Santa Cruz. Sitio arqueológico a cielo abierto en un paisaje habitado de manera redundante
Cañadón Negro campsite, locality La María, Santa Cruz: Open-air archaeological site in a redundantly inhabited landscape
Intersecciones en Antropología, vol. 25, núm. 2, pp. 281-300, 2024
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Artículos


Recepción: 21 Septiembre 2023

Aprobación: 12 Enero 2024

DOI: https://doi.org/10.37176/iea.25.2.2024.867

Resumen: Se caracteriza el sitio a cielo abierto Cañadón Negro –La María, Meseta Central de Santa Cruz– a partir de las prácticas sociales identificadas. Se presentan los resultados del estudio del paisaje, de la tecnología lítica y su análisis distribucional. Asimismo, se evalúa el posible uso como campamento por sociedades cazadoras-recolectoras. El análisis espacial señala que la distribución de los restos presenta un patrón agrupado no azaroso. Dado que las variables geomorfológicas y ambientales no habrían generado modificaciones de gran escala en la distribución artefactual, se propone que esta sería el producto de las prácticas sociales. En el sitio se realizaron distintas actividades como elaboración, mantenimiento, empleo y descarte primario de artefactos; y el encendido de hogares. Además, se reconoce que la materia prima mayormente usada fue el sílex y que los artefactos formatizados se relacionaban con actividades de procesamiento primario y secundario de recursos, también con actividades cinegéticas. Esto permite postular que Cañadón Negro funcionó como un sitio campamento donde se efectuaron actividades múltiples. Lo cual es consistente con los patrones reconocidos en fuentes etnohistóricas, como en estudios etnográficos y arqueológicos regionales.

Palabras clave: Tecnología lítica, Uso del espacio, Patagonia argentina.

Abstract: Cañadón Negro open-air site, La María, Central Plateau of Santa Cruz, is characterized based on identified social practices. Results of the study of the landscape, lithic technology, and the latter’s distributional analysis are presented. In addition, the site’s possible use as a camp by hunter-gatherer societies is evaluated. Spatial analysis indicates that the distribution of the remains presents a non-random clustering pattern. Given that the geomorphological and environmental variables would not have generated large-scale modifications in the artefactual distribution, it is proposed that this distribution could be the product of social practices. Different activities were carried out at the site, such as the production, maintenance, use, and primary discard of artifacts, as well as the lighting of hearths. Furthermore, it is recognized that the raw material used most frequently was flint. Tools were related to primary and secondary resource processing and hunting activities. The evidence thus supports the idea that Cañadón Negro functioned as a camp site where multiple activities were carried out. Such an interpretation is consistent with the patterns recognized in ethnohistorical sources, such as regional ethnographic and archaeological studies.

Keywords: Lithic technology, Use of space, Patagonia argentina.

INTRODUCCIÓN

En la Meseta Central de Santa Cruz, Patagonia Argentina, los contextos más ricos y variados que fueron analizados proceden principalmente de sitios reparados –frente a aquellos emplazados a cielo abierto–. Esto se debe, en parte, a que las investigaciones pioneras estaban orientadas a establecer el poblamiento inicial de la región y la secuencia de ocupación. En este sentido, los abrigos rocosos posibilitan la conformación de estratos sedimentarios más estables, óptimas condiciones de conservación, mayor resolución arqueológica y mejores posibilidades de alcanzar cronologías precisas y fiables (Paunero et al., 2005).

En los últimos tiempos, se incrementaron las prospecciones de nuevos sectores del paisaje, la identificación de sitios y el estudio de contextos a cielo abierto. Las escalas de análisis involucran decenas de m2 a cientos de km2. Se evaluaron las particularidades del uso de los ambientes según las características geomorfológicas, estudiando las fuentes de aprovisionamiento de minerales, espacios vinculados a actividades de caza (parapetos), escondrijos, divisaderos, concheros y áreas de enterramiento (Castro et al., 2003; Hermo, 2009; Magnin, 2010; Zubimendi, 2010; Zilio, 2013; Frank et al., 2015; Valiza Davis et al., 2018; Skarbun et al., 2019a; Cueto et al., 2022). Sin embargo, en esta región los campamentos residenciales emplazados a cielo abierto, en especial aquellos ubicados en el interior del continente y alejados del litoral marítimo, fueron examinados con menor frecuencia y desde aproximaciones diversas (Martinic y Prieto, 1985-1986; Velásquez et al., 2007).

El objetivo de este trabajo es caracterizar el sitio a cielo abierto Cañadón Negro –CN– (localidad arqueológica La María, Meseta Central de Santa Cruz), a partir de las prácticas sociales identificadas. Evaluamos el posible uso como campamento residencial por parte de sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron este paisaje durante el Holoceno tardío. Examinamos la tecnología lítica y buscamos definir los patrones de uso de este espacio a partir de la distribución de los artefactos líticos y la incidencia de los agentes y procesos formadores del registro. Además, discutimos las relaciones con otros sitios de la región y con el paisaje que integra.

Asumimos que el registro arqueológico es producido en parte por las prácticas sociales (Bourdieu, 2007) reiteradas, cotidianas y rutinarias de las personas que habitaron y habitan el paisaje (Acuto, 2013). Estas se desarrollaron en lugares específicos, los cuales fueron seleccionados según características determinadas, conocidas por los grupos. Las actividades realizadas en los distintos lugares generan modificaciones del paisaje perdurables. Además, la distribución de los restos resulta de distintos procesos postdepositacionales (Borrazo, 2006).

ANTECEDENTES

La información etnohistórica y etnográfica sobre los lugares de acampe de sociedades cazadoras-recolectoras de Patagonia, permite modelizar qué espacios fueron usados para su asentamiento, cómo fue su estructuración interna y qué actividades se desarrollaron allí. Se considera que los campamentos base fueron habitados de manera recurrente (Nacuzzi, 2005) situándolos principalmente en espacios a cielo abierto, al pie de colinas, a orillas de cursos de agua, en valles, cañadones y cauces secos, mayormente sobre llanos herbosos, terrenos arenosos y secos y, en menor frecuencia, sobre terrenos eriales o pantanosos (Nacuzzi y Pérez de Micou, 1994; Loyola Laborde y Skarbun, 2019; entre otros).

Los campamentos se conformaban por un número variable de toldos, algunos poseían entre 12 y 14. Su extensión se vinculó al número de personas que habitaban o circulaban en ellos. Los toldos solían disponerse a distancias de hasta 25 o 40 m, con la abertura mirando al este, a resguardo del viento, en algunos casos sin orden aparente y en otros en fila. Cada toldo contaba con un fogón en su interior (Gallardo, 1910; Schmid, 1964; Aguerre, 2000; Wallis, 2004; entre otros). En ocasiones se colocaban en lugares donde hubiese pasto para aprovechar pisos blandos, se podía usar árboles u objetos prominentes para su sujeción o apoyo. En invierno podían juntarse y colocarse un fogón en el medio, y en verano separarse pudiendo quedar abiertos (Gallardo, 1910; D’Orbigny, 1945; Bórmida y Casamiquela, 1958-1959; Aguerre, 2000; Musters, 2005). En particular se usaron como habitación para pernoctar, algunos tenían compartimentos internos. En su interior se realizaron trabajos como coser, sobar cueros y preparar alimentos (Schmid, 1964; Aguerre, 2000; entre otros).

En los campamentos se desarrollaron variadas actividades como la cocción de alimentos, el mantenimiento del fuego y la elaboración y empleo de una variedad de productos como mantas y quillangos decorados, cuerdas, camas, morteros, hondas y boleadoras. Para su manufactura se utilizaron diversas materias primas como cuero, hueso, madera y roca. Además, en el campamento la comunidad se esparcía mediante juegos, danzas o música; también realizaban reuniones y festividades (Bórmida y Casamiquela, 1958-1959; Schmid, 1964; Musters, 2005). Desde estos salían las partidas para la obtención de presas y la recolección de plantas, utilizadas como leña, alimentos, artefactos, medicinas y pinturas (Musters, 2005).

Las investigaciones arqueológicas sobre campamentos a cielo abierto para Patagonia continental al sur del paralelo 42°, según un relevamiento no exhaustivo, presentan diversos sitios de este tipo. Entre ellos se encuentra El Deshielo, Appeleg 1 y Winchester 1, en Aisén (Méndez et al., 2006; Reyes et al., 2007; Velásquez et al., 2007); Dinamarquero, en territorio magallánico (Martinic y Prieto, 1985-1986); Delta Vulcana 1 (Peralta González et al., 2014), Tapera Pescán y Casa Tolkin (Castro Esnal et al., 2020), en Chubut; y varios en la cuenca del lago Salitroso (Cassiodoro, 2010). Presentan evidencias de uso reiterado durante amplios lapsos temporales y formaron parte de los circuitos de movilidad y de circulación de bienes de las sociedades cazadoras-recolectoras pasadas. Las dataciones abarcan desde ca. 1490 hasta 750 años AP, aunque distintos indicadores arqueológicos y estudios etnohistóricos sugieren cronologías desde el Holoceno medio hasta el siglo XIX (Martinic y Prieto, 1985-1986; Goñi et al., 2000-2002; Méndez et al., 2006; Cassiodoro, 2010; Peralta González et al., 2014; Cirigliano, 2016).

Estos campamentos se emplazaron en diversos puntos del paisaje, mayoritariamente en bajos con poca pendiente. Poseían dimensiones variables (desde 3500 m2 a 140.000 m2). Los paisajes utilizados fueron valles fluviales, planicies, morrenas, terrazas o abanicos deltaicos, seleccionándose frecuentemente dunas o médanos dentro de estos. Las fuentes de agua se encontraban de manera adyacente o hasta los 400 m de distancia. Poseían flora y fauna variada y buenas condiciones de reparo. Sin embargo, aquellos expuestos a los fuertes vientos se vinculan al uso de toldos.

Estos sitios muestran materiales superficiales y subsuperficiales, dispuestos en forma dispersa o concentrada, algunos poseen estratigrafía. Presentan material lítico, óseo, cerámico, artefactos de molienda, agrupaciones de piedras, áreas de combustión y probables huellas de poste. Aquellos con cronologías posteriores a la conquista europea también presentan hierro, vidrio, loza y metales (Martinic y Prieto, 1985-1986; Méndez et al., 2006; Reyes et al., 2007; Velásquez et al., 2007; Cassiodoro, 2010; Magnin, 2010; Peralta González et al., 2014; Castro Esnal et al., 2020).

En general, los conjuntos líticos integran clases artefactuales que se asocian a actividades de procesamiento, contienen raspadores, raederas, cuchillos, láminas de corte, cepillos, mano de moler, denticulados y artefactos de formatización sumaria. También poseen artefactos destinados al procuramiento de presas como puntas de proyectil y bolas (Méndez et al., 2006; Velásquez et al., 2007; Cassiodoro, 2010; Peralta González et al., 2014; Castro Esnal et al., 2020). Las secuencias de producción incluyeron extracción de formas base, descortezamiento inicial, formatización final y mantenimiento de artefactos. Estas están representadas por núcleos, lascas generadas durante su talla y percutores. También ingresaron piezas avanzadas o artefactos terminados (Velásquez et al., 2007; Castro Esnal et al., 2020).

Las técnicas empleadas fueron talla, picado y pulido. La talla se realizó de manera unifacial, bifacial y laminar, generando piezas con filos marginales, parcialmente extendidos o extendidos. Se utilizaron principalmente rocas locales y, en menor medida, no locales. Entre estas se encuentran sílices, granito y obsidiana negra de Pampa del Asador (Martinic y Prieto, 1985-1986; Méndez et al., 2006; Reyes et al., 2007; Velásquez et al., 2007; Cassiodoro, 2010; Magnin, 2010; Peralta González et al., 2014; Castro Esnal et al., 2020).

Entre otras características diagnósticas del registro lítico de campamentos, se postuló una diversidad y riqueza artefactual alta –más de 10 categorías–; una densidad artefactual alta o media, y áreas de actividades sincrónicas o diacrónicas, que en algunos casos resultan homogéneas y en otros heterogéneas (Velásquez et al., 2007; Cassiodoro, 2010; Magnin, 2010). En un caso, Delta Vulcana 1, el análisis distribucional intrasitio indica posibles áreas de actividades diferenciadas, fuerte estructuración interna y evidencias de mantenimiento del espacio (Peralta González et al., 2014).

Localidad arqueológica La María

El paisaje de esta localidad presenta una intensidad y redundancia de uso muy alta, con variaciones en distintos sectores. Esto se evidencia por las ocupaciones en estratigrafía desde el Pleistoceno final hasta el Holoceno tardío, la distribución de restos superficiales con densidad altísima, el uso generalizado de las canteras y el arte rupestre profuso (Paunero et al., 2005; Frank et al., 2015; Skarbun et al., 2019b; Cueto et al., 2020).

En el noreste de la localidad, hay una cuenca endorreica, que contiene a la laguna Grande de La María, de régimen estacional (Paunero et al., 2005). La cuenca está delimitada al norte, este y sur por una meseta basáltica (Figura 1a). La laguna se desarrolla sobre depósitos finos, al noreste hay depósitos aluviales y coluviales inconsolidados; al este y al oeste aflora la formación Chön Aike. La altura de la cuenca va de 170 a 220 msnm. Las pendientes son mayormente suaves (0º-5º) y moderadas (5º-10º). Se encuentran pequeñas elevaciones y arroyos intermitentes. Presenta amplia disponibilidad de guanacos, lugares reparados y buena visibilidad de cerros.


Figura 1
a) Ubicación de la localidad y del sitio Cañadón Negro (CN); b) delimitación y vista del sitio.

Al oeste y sudeste de la laguna se emplazan los cañadones de La María Bajo y La Ventana, cuyas cuevas poseen pinturas y materiales que evidencian ocupaciones desde Holoceno temprano (Paunero et al., 2005). Además, se identificaron sitios con dataciones del Pleistoceno final a 3,6 km hacia el norte, en el sector La María Quebrada (Figura 1a) (Paunero et al., 2015).

El noreste de la laguna, al pie de la meseta basáltica, presenta concentraciones de bloques derrumbados, sobre un relieve ondulado con pendiente decreciente hacia la laguna, que abarca 800 m. Al borde de estas ondulaciones hay vertientes de agua dulce; y se distancian 250 m del margen de la laguna. En este sector se emplaza CN, que ocupa 78.000 m2 (Figura 1a-b). Allí el terreno se encuentra a 162 msnm y las pendientes son mayormente moderadas (5º-10º), alcanzando los 15°. Presenta cauces de escurrimiento que cruzan el sitio y desembocan en la laguna. CN posee abundantes restos líticos en superficie, su distribución es parcialmente continua, con una densidad muy alta o altísima 1. Este patrón fue vinculado con una intensidad de uso muy alta, en lugares puntuales donde pudieron realizarse actividades de manera redundante o por un largo período de tiempo (Skarbun y Paunero, 2023).

El paisaje de la cuenca pudo ser atractivo para que las sociedades cazadoras-recolectoras lo habiten de manera intensa y frecuente, dado que presenta buenas características para la caza, la recolección de vegetales y la obtención de recursos minerales, resulta accesible y ofrece reparo y soportes para la confección de pinturas. Así, planteamos la hipótesis que CN fue utilizado como campamento base (Nacuzzi, 2005) donde se realizaron actividades diversas. Inicialmente, la distribución artefactual permite sostener esta hipótesis, sin embargo, consideramos necesario analizar la tecnología lítica.

Respecto al período ganadero hay evidencias del uso de los cañadones para protección de las ovejas, evidenciado en los restos de guano en las cuevas. Este sector forma parte de los circuitos turísticos de la localidad, desde hace 30 años. En el marco de estas prácticas se recolectaron las piezas arqueológicas más llamativas, como puntas de proyectil y artefactos de obsidiana. En consecuencia, consideramos que estas piezas estarían subrepresentadas.

Por otra parte, la localidad presenta evidencias de ocupación para el Holoceno tardío. Estas provienen principalmente de los conjuntos líticos de sitios reparados como La Mesada, La Ventana y Cueva Túnel –escasamente estudiados– (Paunero, 2000; Paunero et al., 2015), Casa del Minero 1 unidad 2 (CDM1U2) (Skarbun, 2011) y La Cocina (LC) unidades 1-2, 3 y 3B (Del Piccolo y De Andreotti, 2019), con estudios detallados publicados. En estos últimos dominan los productos de la talla con más del 80%, seguidos por artefactos formatizados hasta un 8,3%, núcleos (0,04% en CDM1U2 y 0,7% LC capa 3) y percutores (0,12% solo en CDM1U2). También, predomina el empleo de materias primas locales, principalmente sílex (57% al 76%), seguido por la calcedonia (10% al 21%) y bajos porcentajes de obsidiana (2,5% al 9%).

En relación con los productos de talla en CDM1U2 prevalecen los enteros (75%) en cambio en LC los fragmentados (71% al 76%). En estos conjuntos dominan las lascas y en menor medida las láminas. La actividad más representada de la secuencia de producción artefactual es la talla y obtención de formas bases (≥ 70%), en menor porcentaje la formatización final de artefactos (10% al 25%) y el descortezamiento (1% al 7%). Durante la formatización final, en CDM1U2, se realizó el retoque y, en menor medida, el adelgazamiento y la retalla.

Entre los artefactos formatizados predominan los raspadores y las lascas retocadas. En CDM1U2 le siguen cuchillos, puntas de proyectil y láminas retocadas (6,97% cada uno); y en LC 3 y 3b las láminas retocadas con más del 20%, en cambio en LC 1-2 las muescas. Además, algunos de estos conjuntos contienen raederas, puntas destacadas y artefactos compuestos. En CDM1U2 los instrumentos se encuentran mayormente enteros (54,84%), en cambio en LC predominan aquellos fragmentados (59,09% a 77,14%). Respecto del tamaño los artefactos de CDM1U2 son principalmente chicos y medianos (39,29% cada uno), seguidos por grande, muy grande y otros. En este sitio, como forma base se emplearon lascas (42%), seguidas de láminas (26%) y lascas largas (23%). El único núcleo de CDM1U2 es de xilópalo, tiene tamaño chico y se encuentra activo, mientras que los tres núcleos de LC 3 son de sílex.

Las pinturas rupestres asignadas al Holoceno tardío en los cañadones de La María Bajo, La María Quebrada, Los Sauces y La Ventana, corresponden al grupo estilístico 3. Este se caracteriza por motivos geométricos esquemáticos, mantiene motivos previos como los negativos de manos y manifiesta el estilo de pisadas (Paunero et al., 2005). Al noreste de la laguna Grande, hay motivos grabados sobre bloques de basalto, entre estos destacan guanacos y líneas (Skarbun et al., 2023).

Entre las evidencias a cielo abierto, identificamos en paisajes de mayor altura otros sitios atribuidos al Holoceno tardío, como estructuras de piedra que posiblemente sean chenques sobre un cerro en el centro este de la localidad y parapetos ubicados sobre el basalto La Angelita (Cueto et al., 2017a).

Al respecto de las fuentes de materias primas, al oeste de la laguna Grande, hay una gran área de disponibilidad de rocas (GADLMB). Presenta principalmente sílex, de calidad muy buena a buena, también posee tobas silicificadas de calidad muy buena a regular. Estas litologías se encuentran en forma de nódulos, bloques, crestones o morros. Además, contiene una densidad altísima de artefactos (Skarbun et al., 2019a). Al sur del sector y cercano al cañadón de La Ventana hay afloramientos y probables cantera-taller de sílex (Paunero et al., 2005). Al noreste de la laguna, a solo 200 m del sitio homónimo, se identificó la cantera Cañadón Negro (CCN) de pequeñas dimensiones (10.324 m2), la cual fue intensamente utilizada. Esta contiene sílex, calcedonia y toba silicificada en forma de nódulos y bloques. Además, registra madera silicificada y obsidiana (alóctona), probablemente trasladadas por los grupos. En esta cantera destacan –aunque con porcentaje bajo– los núcleos de calcedonia, roca poco frecuente en otras fuentes locales, hecho que subraya la importancia de este paisaje (Cueto et al., 2017b). La tecnología lítica de esta y otras canteras de la localidad –e.g., BP, GADLBM y CSCDM– (Skarbun et al., 2019b) señalan que alrededor del 70% de los materiales recuperados son productos de talla. El porcentaje de los núcleos varía entre el 13 y 23%, exceptuando BP donde no superan el 5%. Asimismo, menos del 3% corresponde a instrumentos. Los artefactos indican que las piezas fueron generadas durante la talla de núcleos y la obtención de formas bases, mientras que la formatización final tiene representación muy baja. Las clases más frecuentes son las lascas (> 60%), seguido por los fragmentos indeterminados, salvo en BP donde predominan los fragmentos sobre otras formas. Más del 60% tienen un tamaño menor a 4 cm. Finalmente, los instrumentos más comunes son las lascas retocadas. Los filos de los artefactos son marginales y expeditivos.

En este contexto, en las canteras suelen realizarse los primeros pasos de la secuencia de producción de artefactos, siendo los núcleos, las lascas nodulares y/o los soportes trasladados a los sitios de actividades múltiples, donde se producen los pasos finales de la producción. Esta articulación de las actividades de talla intersitio fue corroborada para los sitios reparados (Cueto et al., 2020; Skarbun et al., 2021). Consideramos que estos paisajes fueron habitados y explotados desde los primeros momentos de ocupación de la localidad.

METODOLOGÍA

Discutimos el patrón de la distribución artefactual del sitio CN aplicando análisis geoestadísticos y medimos la autocorrelación espacial aplicando el índice I de Moran como herramienta estadística. Para ello utilizamos los resultados de los estudios distribucionales efectuados en este espacio (Skarbun y Paunero, 2023), donde se relevó la frecuencia artefactual a partir de 12 transectas de 3 andariveles, fragmentadas cada 50 m, que conforman 168 segmentos de 400 m2. Buscamos identificar si el patrón espacial expresado es agrupado, disperso o azaroso, y medir la concentración o dispersión de los valores (Vilalta y Perdomo, 2005). Aquí mensuramos el grado en que la frecuencia lítica de un segmento es similar a otras frecuencias en segmentos próximos. El índice I de Moran calcula una puntuación z y un valor p, medidas de significancia estadística que permiten contrastar la hipótesis nula que establece que los valores de las entidades (segmentos) no están espacialmente correlacionados, es decir que están distribuidos en forma aleatoria. Cuando el valor . es muy pequeño y la puntuación . es lo suficientemente grande o pequeña, cayendo más allá de la significancia esperada, es poco probable que el patrón espacial observado sea resultado de procesos aleatorios, por lo tanto, la hipótesis nula puede rechazarse (Esri, 2023). Un valor positivo de z indica una tendencia hacia el agrupamiento mientras que un valor negativo marca una tendencia hacia la dispersión. Utilizamos el umbral de búsqueda de 80 m, que garantiza que cada entidad presente vecinos de las transectas cercanas.

Asimismo, correlacionamos la distribución del material lítico con variables ambientales para evaluar su incidencia en la formación del registro. Superpusimos capas de pendiente, altura y cauces de escurrimiento según la metodología de Skarbun (2019); para la capa vegetación utilizamos una imagen Sentinel 2 de Copernicus Sentinel 2022 (bandas 8, 4 y 3). Aplicamos una prueba de chi-cuadrado para evaluar la dependencia entre la densidad artefactual y la presencia/ausencia de vegetación, postulando la hipótesis nula de independencia.

Para comprender la tecnología lítica clasificamos los restos arqueológicos in situ a partir de 112 grillas de 1x1 m, muestreando los artefactos que yacen en superficie o en posición semienterrada, sin recolectar material. Las grillas se localizaron en diversos sectores del sitio, escogiendo de manera dirigida lugares de mayor concentración artefactual. En ocasiones la presencia de algunos tipos artefactuales llevó a seleccionar sectores con menor concentración.

Para clasificar los artefactos consideramos variables como grupo, clase, tamaño1, talón, forma base, estado, tipo de materia prima considerando calidad y color, alteración térmica, momento de la secuencia de producción, técnicas de manufactura y remontaje de piezas. Para núcleos consideramos morfología, presencia de corteza, estado y tipo de extracción. Describimos los filos de los artefactos formatizados considerando su frecuencia, largo, situación, ancho y profundidad de los lascados (Cueto et al., 2014; Skarbun et al., 2021).

Por último, analizamos la distribución de tipos artefactuales, agrupando las grillas en seis áreas. Para ello realizamos buffers de 15 m desde cada grilla, disolviendo aquellos espacios que se superponían. Analizamos en cada una cómo es la densidad kernel (DK) de los artefactos líticos según distintas variables (grupo, materia prima, momentos de la secuencia de producción y alteración térmica). La DK parte de cantidades conocidas de algunos fenómenos y las expande sobre un espacio, seleccionamos un umbral de 15 m y la unidad de área fue m2.

RESULTADOS

El índice de autocorrelación espacial I de Moran tiene una puntuación z = 7,650169 y un valor p = 0,000000. Dado que . resulta estadísticamente significativa y la puntuación . es positiva rechazamos la hipótesis nula. Así, este índice muestra un patrón agrupado para la distribución de los artefactos líticos con una probabilidad menor al 1% de que ésta sea el resultado de un proceso aleatorio.

De los 168 segmentos registrados en las transectas, 85 tienen restos y 83 no (Figura 2a). Reconocimos vegetación en 127 segmentos, 72 de ellos contienen restos y 55 no. La prueba de chi-cuadrado indica que no hay evidencia suficiente para rechazar la hipótesis nula de independencia entre densidad artefactual y vegetación (X2obs = 9,72; valor crítico = 11,07; 5 grados de libertad y nivel de significación del 0,05). Hay 149 segmentos con pendientes suaves (0°-5°) –68 poseen restos– y 19 moderadas (5°-10°) –17 poseen restos–. Treinta segmentos con restos se emplazan en sectores con alturas entre 170–175 msnm, 49 en sectores entre 175–180 msnm, 4 entre 180–185 msnm y 2 en sectores con alturas mayores a 185 msnm. Cuarenta segmentos intersecan cauces de escurrimiento, de ellos 23 presentan restos y 17 no.


Figura 2
a) Densidad artefactual por segmentos de transectas, grillas, variables geomorfológicas y ambientales; b) clasificación in situ con grilla; c) distribución artefactual en grilla.

El conjunto artefactual posee 2020 piezas, clasificadas in situ (Figura 2b-c). Prácticamente todas se disponían en superficie (99,56%), excepto unas pocas que se encontraban semienterradas. El 95,85% corresponde a productos de la talla, en menor medida contiene artefactos formatizados, núcleos y un percutor, entre otros. La materia prima mayormente usada es el sílex (89,8%) y otras rocas como calcedonia, toba silicificada y obsidiana (Tabla 1). Las materias primas determinadas muestran una tendencia a elevados porcentajes de productos de talla, excepto el granito. El sílex refleja la tendencia general de la estructura del conjunto. La calcedonia tiene un porcentaje de artefactos formatizados un poco más alto y no se identificaron de obsidiana.

Tabla 1
Estructura del conjunto lítico según materia prima. Indet.: Indeterminado.

De los productos de talla, un segmento significativo conserva el talón, debido a que se encuentran enteros (n = 690, 35,65%) o corresponden al fragmento proximal (n = 233, 12,03%). Un segmento menor está fragmentado (n = 310, 16,01%) y otro segmento corresponde a fragmentos de la talla (n = 703, 36,31%), ambas categorías no presentan talón.

Los productos de talla con clase determinable (enteros, fragmento proximal y fragmentados) presentan valores ≥ 69% de piezas con talón, para las distintas litologías: sílex 75,06%, calcedonia 72%, toba silicificada 78,37%, obsidiana 69,23%, toba 71,42%. Todos los productos de basalto, ópalo y rocas indeterminadas poseen talón.

Entre los productos de la talla predominan las lascas con porcentajes superiores al 83%. Además, hay lascas anchas, lascas triangulares, lascas largas y lascas de reactivación de núcleo. Se registran láminas con proporciones inferiores al 11% y laminillas para algunas litologías (Tabla 2).

Tabla 2
Clase de producto de talla según materia prima.

Entre los productos de talla dominan los tamaños chico (n = 272, 39,43%) y muy chico (n = 258, 37,39%) –estimado sobre enteros y fragmentados con talón, cuya fractura no afecta la longitud–. Hay soportes medianos (n = 123, 17,83%) grandes (n = 35, 5,07%), muy grandes y excepcionales (n = 1, 0,14% cada uno). Los productos fragmentados y los fragmentos de talla son muy chico (n = 636, 51,05%) y chico (n = 524, 42,06%), con escasos productos medianos (5,77%), grande (0,96%) y muy grande (0,16%).

El conjunto está compuesto por piezas originadas durante la actividad de talla del núcleo (85,49%), seguido de lascas asignables al momento de descortezamiento y, en menor medida, a la formatización final de instrumentos. Esta involucra principalmente el retoque (3,81%), seguido por el adelgazamiento bifacial (0,32%) y la retalla (0,24%) (Tabla 3). El trabajo del sílex, la toba silicificada y otras materias primas exponen esta tendencia, mientras que el trabajo de la calcedonia y la obsidiana registran más actividad de formatización final luego de la talla del núcleo.

Tabla 3
Momentos de la secuencia de producción según materia prima. Indet. Indeterminado.

El conjunto presenta 43 artefactos formatizados (Tabla 4). Dominan las lascas retocadas, seguidas de los raspadores. En menor medida hay cuchillos, puntas de proyectil, cepillos, bifaces, y otras clases (e.g., raedera, bola, punta destacada, nódulo retocado) con un solo ejemplar (Figura 3a). El 48,83% de las piezas están enteras, el resto fragmentadas –incluida una punta de proyectil–. Prácticamente todos los instrumentos se elaboraron en sílex (86,04%), excepto unos pocos hechos en calcedonia, toba silicificada y granito, como la bola (Tabla 4). La mayoría se confeccionó en rocas de buena a muy buena calidad (81,39%), además se emplearon rocas de calidad regular (13,95%), y un artefacto de sílex y otro de toba silicificada presentan mala calidad.


Figura 3
Artefactos a) 1 y 3. Raspadores; 2. punta destacada; 4-5. puntas de proyectil; 6. nódulo retocado; 7. Cepillo; 8-9. Núcleos; 1-5 y 7-9. Sílex; 6. calcedonia. b) Gráfico de frecuencia de forma base.

Tabla 4
Clase de artefactos formatizados por materia prima. Indet.: Indeteminada.

Los instrumentos enteros mayormente poseen longitud mediana (42,86%) y grande (33,33%), seguidos por aquellos de longitud chica y muy grande (9,52% respectivamente) y grandísima (4,77%). La mayor parte de los instrumentos no posee corteza (65,12%), otros presentan corteza escasa y parcial (13,95% cada categoría) o abundante (6,98%). La mayor parte de los instrumentos se elaboró sobre formas base lascas (44,19%), seguidos por láminas, lascas nodulares y núcleos (< 10%, respectivamente) (Figura 3b).

Los artefactos formatizados se produjeron por técnicas de talla (n = 42, 97,67%). Solo la bola (2,33%) se elaboró por picado, pulido y abrasión, esta posee una superficie activa. Los artefactos producidos por talla presentan filos regularizados, mayormente uno por pieza (n = 34; 80,95%), siete artefactos (16,67%) presentan dos y un raspador tres. Los bordes se modificaron principalmente de manera unifacial (66,67%), seguido por la regularización bifacial (21,57%); mayormente mediante lascados marginales (56,87%) (Tabla 5). Los filos se caracterizan por ser cortos y extendidos, también hay algunos largos. Se regularizaron mediante la técnica de retoque, unos pocos por talla o por talla y retoque.

Tabla 5
Frecuencia de filos y características de los lascados por clase de artefacto. Uni: unifacial, Bif: bifacial, Alt: alterno, I: indeterminado, Mar: marginal, Prof: profundo, dest: destacada.

En cuanto a los núcleos (n = 18), según su morfología dominan aquellos poliédricos (38,89%), seguidos de amorfos (33,34%) y lascas nodulares (22,22%) (Tabla 6). Abundan aquellos de sílex (88,89%). Estos se encuentran principalmente activos (n = 8, 44,45%), seguidos por agotados (33,34%) y uno de reducción inicial. En relación con el tamaño máximo los núcleos poseen entre 1,8 y 11 cm. Los que se encuentran activos se agrupan en un rango de tamaño con medidas más altas entre 7 y 11 cm, registran un máximo de 11 extracciones, y poseen corteza remanente en un 30%. Aquellos agotados poseen dimensiones menores, un máximo de 16 extracciones y menos corteza (14,2%). De los núcleos se extrajeron lascas, algunos también tienen extracciones de lascas y láminas. Las formas base corresponden a nódulo, seguidos de lascas nodulares y rodado. Además, hay un fragmento de percutor de materia prima indeterminada, con abundante corteza y alteraciones que remitirían a impactos por uso.

Tabla 6
Características de los núcleos.

El conjunto lítico posee buen estado de conservación, solo el 3,51% evidencia alteración térmica –70 productos de la talla y un instrumento–. Estos presentan hoyuelos, escamaciones, rugosidad, craquelado y variaciones de color tanto de manera individual o combinados. Los mismos se distribuyen en todas las áreas con una DK media (Figura 4e), manifestándose con más casos y en mayor porcentaje de grillas dentro de las áreas 6, 5 y 3 (Tabla 7). En cada una de estas áreas destaca una grilla que posee mayor agrupación de restos termoalterados (n = 5 –en grillas de áreas 3 y 6–; n = 12, en grilla del área 5).

En el conjunto identificamos 17 casos de remontaje, estos involucran piezas de sílex. En 14 casos se produce entre dos productos de la talla, en dos casos entre un producto de talla y un núcleo, y en un caso entre dos fragmentos de un instrumento (cuchillo). Estos remontajes ocurren dentro de 14 grillas, dos de estas contienen dos casos cada una, mientras que hay un remontaje de productos de talla ubicados en dos grillas contiguas.

En todas las áreas los productos de talla poseen mayor DK que el resto de los grupos, destacándose las áreas 1 y 3 (Figura 5c). La mayor DK de núcleos está en el área 3 (Figura 5a), mientras que la de artefactos formatizados está en las áreas 1 y 3 (Figura 5b). Las áreas 5 y 6 carecen de núcleos e instrumentos. En todas las áreas el sílex presenta mayor DK que las otras rocas (Figura 4). Estas últimas, donde están presentes, tienen DK intermedia. En todas las áreas las piezas producidas durante la talla registran DK más altas. El resto de las piezas elaboradas en otros momentos de la secuencia tienen DK intermedia.


Figura 4
Densidad kernel por áreas. a) sílex; b) calcedonia; c) toba silicificada; d) obsidiana; e) alteración térmica.


Figura 5
Densidad kernel por áreas. a) núcleos; b) artefactos formatizados; c) productos de talla; d) descortezamiento; e) talla; f) formatización final.

Tabla 7
Distribución de artefactos con AT: alteración térmica.

DISCUSIÓN

El análisis geoestadístico indica que la distribución de los artefactos líticos en CN presenta un patrón agrupado, no azaroso. Este resulta tanto de las prácticas sociales desarrolladas, como de los agentes naturales formadores de sitio, aunque la evaluación de estos últimos sugiere que no generaron modificaciones de gran escala. No obstante, el hecho que la vegetación se distribuya en la mayor parte del sitio pudo favorecer, en lugares puntuales, el entrampamiento de restos. Aunque, la prueba de chi-cuadrado sugiere que la densidad de restos líticos en los segmentos no depende de la presencia de vegetación. En relación con la altura del terreno, la mayor cantidad de segmentos con restos se ubica entre las cotas de 175 y 180 msnm (5 y 10 m sobre la actual línea máxima de creciente de la laguna). El sector inferior, entre 170 y 175 msnm, también presenta un porcentaje significativo de segmentos con restos. Posiblemente su menor cantidad se deba tanto a la acción del agua durante crecidas eventuales, como a la preferencia de los sectores más altos. Asimismo, la distribución de restos sobre pendientes bajas (suaves y moderadas) pudo operar a favor de su estabilidad, atenuando su migración. Los cauces de escurrimiento habrían tenido baja incidencia en la distribución de los restos, dado que intersectan pocos segmentos, donde afectan porciones acotadas de superficie y la mayoría presenta restos arqueológicos. Además, distintas características de los artefactos y su distribución permiten dar cuenta de la buena integridad del conjunto. Así, tanto los productos de la talla, como los artefactos formatizados registraron altos porcentajes de piezas enteras o fracturadas pero determinables, mostrando buen estado de conservación. El hecho de que más del 75% de las piezas tengan tamaños menores a 4 cm sugiere que procesos como el enterramiento y el traslado horizontal no habrían tenido fuerte incidencia en el sitio. También fue posible realizar remontajes, cada uno de los cuales se identificaron principalmente dentro de grillas particulares. Asimismo, existe un bajo índice de artefactos con alteración térmica en las seis áreas, pero con una distribución y DK que muestran cierto agrupamiento. Estos podrían atribuirse, por un lado, a la incidencia de fuegos naturales. Por otro, al menos para los lugares que exhiben mayor agrupamiento, a prácticas sociales que involucraron el uso del fuego. Entre estas se puede mencionar el encendido de fogatas para generar humo y comunicarse, con registros para momentos post-conquista (Musters, 2005) y actuales, tal como relevamos entre los trabajadores de Estancia La Evelina -meseta central- en 2019. Otra posibilidad es el encendido de fogatas dentro de lugares de campamento para calentarse, cocinar, iluminar y demás aplicaciones. Estas ofician como estructuradoras del espacio, en torno a las cuales se elaboran y utilizan los artefactos líticos y pueden contener o asociarse a piezas con daño térmico, producto de la caída accidental o el descarte intencional (Frank y Baridon, 2022).

De esta manera, el patrón agrupado se debería principalmente a la forma en que fue habitado el paisaje por las sociedades cazadoras-recolectoras a través del tiempo. No obstante, en algunos lugares puntuales los artefactos de menor dimensión pudieron desplazarse debido a los cauces de escurrimiento de agua superficial, el viento, el pisoteo, entre otros.

Desde una perspectiva tecnológica el conjunto lítico generado por los grupos que habitaron CN, indica que en las seis áreas se llevaron a cabo las distintas actividades de manufactura de instrumentos, con un predomino y mayor intensidad de la talla de los núcleos. Es una estructura similar a la identificada en los sitios reparados de la localidad asignables al tardío. Se diferencia de las canteras debido a que CN presenta un escaso porcentaje de núcleos, hecho que refuerza la distinción entre las actividades realizadas en ambos lugares. CN se caracteriza por el desarrollo de actividades múltiples, mientras que en las canteras, se realizó el abastecimiento y las tareas iniciales de reducción. La semejanza identificada en los pasos de las secuencias de producción artefactual entre las áreas de CN presenta un correlato con la homogeneidad propuesta para las áreas de actividad de algunos sitios campamento de la región, hecho que sugeriría similitudes en el uso de estos espacios. No obstante, desde un criterio distribucional intrasitio, verificamos que solo la talla tuvo presencia ubicua en CN, con picos de alta densidad. Mientras que el descortezamiento y la formatización final se realizaron en espacios discretos dentro de cada área.

En todas las áreas del sitio los grupos seleccionaron el sílex como materia prima para confeccionar prácticamente todos los artefactos, hecho que evidencia un uso intenso. La preferencia por su empleo constituyó una práctica entre los grupos que habitaron la localidad a través del tiempo (Skarbun, 2011; Cueto, 2015; Frank et al., 2015). Particularmente en CN, la cercanía y la disponibilidad de esta roca pudieron operar como variables de importancia, dado que implicaría poca inversión de trabajo para su obtención. Sin embargo, otras litologías como la calcedonia, la toba silicificada y la obsidiana también fueron utilizadas, aunque en baja frecuencia.

A partir de la talla de los núcleos de sílex los grupos obtuvieron principalmente lascas, hecho evidenciado en la forma base de los productos de talla, de los soportes seleccionados para formatizar artefactos y de los negativos de lascado de los núcleos. De manera secundaria obtuvieron láminas o lascas largas, implicando el manejo de esta tecnología alternativa.

La manufactura de instrumentos de sílex implicó labores de descortezamiento de núcleos con mayor frecuencia que de formatización final. Asimismo, se realizó principalmente el retoque de los filos, y en menor medida, el adelgazamiento. Esto marcaría una diferencia con los trabajos realizados por los grupos en sitios reparados, donde la formatización final ocupa el segundo lugar entre las actividades vinculadas al proceso de manufactura. Consideramos que esto se debería a una diferenciación en las prácticas realizadas en los distintos tipos de lugares habitados, a la cercanía de los sitios con respecto a las canteras y a la disponibilidad de recursos líticos. Sin embargo, se debe contemplar que podría atribuirse a procesos tafonómicos que impliquen el enterramiento de los artefactos de menor dimensión junto con un sesgo vinculado a la clasificación in situ. La selección de esta metodología se debió a que buscamos alterar lo menos posible el paisaje arqueológico. La información obtenida nos permitió realizar inferencias sobre las prácticas tecnológicas de las sociedades pasadas y caracterizar la funcionalidad del sitio. Algunos aspectos de esta metodología presentan sesgos, principalmente aquellos referidos a la posible pérdida de información de las piezas de menor tamaño. En futuras investigaciones buscaremos contrastar la ocurrencia de este sesgo y reducir su incidencia en la frecuencia de las piezas de formatización final, a partir del cribado de un porcentaje del sedimento de una capa de dos cm.

Los grupos que habitaron CN ingresaron materias primas en diversos formatos –núcleos, nódulos, lascas nodulares y/o rodados– junto con percutores. Siguieron estrategias de talla que no involucraron la preparación inicial de la forma de los núcleos, en vinculación con la alta disponibilidad y la abundancia de rocas en el paisaje. Asimismo, se relacionaría con una práctica de descarte de núcleos que pudieron seguir aprovechándose. Además, en algunas áreas realizaron actividades de talla, aunque no descartaron núcleos, hecho que sugiere una práctica de descarte diferencial. En general, las prácticas asociadas a la gestión de los núcleos –en cuanto a rocas ingresadas, técnicas empleadas y clase de soportes obtenidos– se corresponden con las identificadas en sitios reparados de La María y en otros campamentos de la región (ver antecedentes). Además, en estos lugares, la escasez de percutores contrasta con su mayor ocurrencia en las fuentes, hecho que podría relacionarse con que formaban parte del equipo personal y eran conservados luego de su empleo.

Si bien los procesos de confección de instrumentos con otras materias primas, como calcedonia, toba silicificada y obsidiana siguen patrones similares a los de sílex, encontramos diferencias remarcables. Hasta el momento, en la localidad solo registramos nódulos y núcleos de calcedonia en CCN, cantera inmediatamente disponible al sitio. Resulta interesante la presencia de un único núcleo de calcedonia de reducción inicial en CN, el cual debió ser trasladado desde la fuente lindera. En ambos espacios, esta roca se presenta de manera similar, en bajos porcentajes. Sin embargo, en CN es la segunda materia prima más utilizada. De esta manera, aunque este sector de la cuenca presenta características particulares en cuanto a la disponibilidad de calcedonia, no se infiere que haya una mayor selección de esta con respecto a otros espacios de la localidad (Skarbun, 2011; Cueto, 2015). Por lo tanto, se refuerza la preferencia del sílex para la producción de instrumentos por las sociedades pasadas.

Asimismo, las clases de instrumentos manufacturados en calcedonia, vinculables a tareas de procesamiento, no sugieren una preferencia por la misma. No obstante, su presencia dentro del campamento, cercano a la cantera de CN donde no se registraron artefactos formatizados de esta litología, refuerza la distinción de estos lugares en cuanto a las actividades realizadas. Finalmente, si bien esta roca fue escasamente seleccionada, su amplia distribución en el sitio puede representar eventos diferidos para la confección artefactual. Además, la baja elección de la calcedonia y probablemente la inmediatez a la cantera de CN expliquen, al menos en parte, la menor incidencia de su descortezamiento dentro del sitio frente a la formatización final de instrumentos. Esta relación es inversa en la gestión del sílex, roca que fue preferentemente escogida y colectada en distintas fuentes locales.

La toba silicificada está altamente disponible en la cuenca. En CN no se presentan piezas de formatización final sobre esta materia prima, esto podría relacionarse con su inferior calidad (buena) respecto del sílex, hecho que posiblemente llevó a su menor elección y a la escasa inversión de trabajo en la formatización final, generando poca cantidad de restos.

La obsidiana, materia prima alóctona, pudo obtenerse dentro de los circuitos de movilidad o por intercambio (Cueto et al., 2018). Esta no presenta piezas de descortezamiento, probablemente trasladaron al sitio los núcleos ya descortezados o preformas luego finalizadas allí. Esto no implica su trasladado sin corteza desde la fuente, ya que se registraron artefactos que poseen corteza en distintos sectores de la meseta. El bajo porcentaje de artefactos de obsidiana –principalmente productos de la talla– con poca distribución en el sitio, indicaría eventos discretos de obtención de soportes. Para la formatización final de los instrumentos aplicaron principalmente adelgazamiento, procedimiento utilizado exclusivamente con obsidiana y sílex. Esta técnica pudo requerirse para elaborar puntas de proyectil u otras clases de artefactos con mayor trabajo, la cual resulta plausible de ser aplicada frente a las singulares propiedades de fractura de estas litologías. Sin embargo, no identificamos instrumentos de obsidiana, esta roca es muy llamativa y probablemente fue recolectada por los pobladores actuales y de momentos de ocupación ganadera, dada la cercanía al casco y a los circuitos turísticos.

El granito con el que se confeccionó la bola pudo haber sido recolectado en canteras secundarias u obtenido por intercambio o movilidad con lugares más alejados. Estos artefactos suelen acabarse por picado, pulido y abrasión. Sin embargo, dado que no se hallaron núcleos, productos de la manufactura ni otras preformas de bolas (Vecchi, 2010) no es posible inferir su producción en el sitio.

Los artefactos formatizados que componen el conjunto se vinculan principalmente por su diseño con actividades de procesamiento primario y secundario de recursos, de origen animal y vegetal. Aunque también hay artefactos vinculados con actividades cinegéticas, como las puntas de proyectil y la bola. En este sentido, la variabilidad del equipo de herramientas refiere a un sitio donde se efectuaron actividades múltiples, el cual es consistente con aquellos identificados en campamentos residenciales de la región, en los cuales se manufacturaban artefactos en cuero, hueso, madera, entre otras, evidenciado etnohistórica y etnográficamente.

Los artefactos formatizados se manufacturaron fundamentalmente por talla sobre soportes seleccionados a partir de lascas internas. Dominan aquellos de longitud mediana y en segundo lugar existió una preferencia por la confección de instrumentos de mayor dimensión. Sobre todos estos se regularizó principalmente un filo por pieza, con predominio del diseño unifacial, corto y extendido, modificados por retoque marginal. Sin embargo, también registramos artefactos con otros diseños, como lascados parcialmente extendidos o extendidos sobre las caras, de situación bifacial o alterna, y con dos o tres filos. Esto evidencia una tecnología caracterizada por la poca inversión de trabajo, como suele suceder en sitios de la localidad con ocupaciones en estratigrafía del Holoceno tardío (Skarbun, 2011; Del Piccolo y De Andreotti, 2019).

Los instrumentos vinculados a dispositivos de cacería, tres puntas de proyectil –dos enteras y una fracturada– y una bola fragmentada, pudieron encontrarse en el campamento debido a su descarte como consecuencia del recambio por piezas enteras, la renovación del astil o de las correas de sujeción de la bola, entre otros motivos. Además, su presencia podría atribuirse a pérdidas ocurridas en momentos en que este lugar pudo funcionar como espacio de caza. Cabe mencionar que es la primera vez que identificamos una bola en contexto en la localidad. Consideramos que, al menos en parte, la baja cantidad de bolas y de puntas puede atribuirse a prácticas de recolección coetáneas. Esto se evidencia en la colección que poseen los propietarios de estancia La María.

En cuanto al uso del espacio se distingue que las áreas más intensamente utilizadas –1 a 4– son las más alejadas de la laguna, entre ellas destacan la 3 y la 1 por la mayor DK de artefactos. Asimismo, muestran mayor variabilidad de actividades de manufactura y contienen instrumentos vinculados a labores de procesamiento como a la obtención de recursos, excepto en la 2 para estos últimos. Estas áreas reflejarían la preferencia por utilizar sectores más altos, como una menor incidencia del agua durante las crecidas. Si bien no se puede establecer con exactitud la cronología en que fue ocupado CN, las prácticas tecnológicas identificadas, así como las características del conjunto y la ausencia de materiales de origen europeo, permiten sostener que este sitio habría sido habitado en algún momento del Holoceno tardío previo a la conquista.

El examen del conjunto lítico de CN desde aproximaciones tecnológicas y distribucionales, además del análisis del paisaje donde se emplaza el sitio, habilitan a considerarlo como un campamento. Este resulta consistente con aquellos identificados en la región a partir de estudios arqueológicos, como de fuentes etnohistóricas y etnográficas. Entre las características más destacadas que permiten hacer esta comparación se encuentra el hecho de que se localiza en un bajo con poca pendiente, al borde de la laguna. Para su emplazamiento se utilizó un espacio grande, que si bien no posee reparo pudieron haberse utilizado toldos. A su vez se localiza próximo a fuentes de agua apta para consumo humano, presenta amplia disponibilidad de plantas –para leña, entre otros usos– y manadas de animales.

Consideramos que CN fue ocupado de manera recurrente, aunque no descartamos la posibilidad de una ocupación prolongada, y que en el mismo se desarrollaron diversas prácticas propias de un sitio de actividades múltiples. En este sentido se reconoce la elaboración, el mantenimiento y el empleo de artefactos líticos; el encendido de hogares; y el descarte primario de las piezas. En relación con la gestión de las rocas, como a las estrategias de producción artefactual también hallamos correspondencias con aquellas propuestas para otros campamentos de la región.

Agradecimientos

A la familia Behm. A la comunidad de Puerto San Julián. A nuestro equipo de trabajo. A las evaluaciones anónimas que ayudaron a mejorar este manuscrito. Este trabajo fue financiado por UNLP (N943) y ANPCYT (PICT 02528).

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Notas

1 Categorías (cm): muy chico (0,1-1,9); chico (2–3,9); mediano (4–5,9); grande (6–7,9); muy grande (8–9,9) grandísimo (10–11,9); excepcional (>12).


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