Transición y construcción de la paternidad

Transition and construction of fatherhood

Liliana Nieri
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas , Argentina

Transición y construcción de la paternidad

Interdisciplinaria, vol. 34, núm. 2, pp. 425-440, 2017

Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias Afines

Recepción: 24 Junio 2016

Aprobación: 02 Marzo 2017

Resumen: Algunos hechos históricos trajeron apareja­das consecuencias sociales y psicológicas que llevaron a replantear las funciones de los padres. Esto llevó a que las investigaciones centraran su interés en estudiar qué le ocurría al padre ante su paternidad. Por lo tanto el trabajo que se informa tuvo como objetivo realizar una revisión biblio­gráfica relacionada con la transición de la pater­nidad. En el mismo se pueden evidenciar diver­sas investigaciones que dan cuenta de distintos procesos emocionales que atraviesa el padre y có­mo estos influyen en la relación con su familia de origen, pareja e hijo. Se observó que factores ta­les como la relación matrimonial, las demandas de trabajo, las relaciones tempranas con su fami­lia de origen influyen en la construcción de la identidad paterna. Los estudios revisados desta­can la importancia de entender qué le ocurre al pa­dre durante ese período, ya que como lo viva in­cidirá en la relación con su hijo.

Palabras clave: Paternidad, Transición, Cons­trucción, Identidad, Relación, Embarazo, Naci­miento.

Abstract: For decades, the researchers agreed that the father’s role was just being an economic provider and he was considered secondary in the function of parenting. Thus, most of studies focused in the mother’s psychological processes through the pre­gnancy, childbirth and postpartum, letting of fa­ther’s role side out. However, according with historical changes as French revolution, industrial revolution and the both world wars, the psycho­logists throw their interest into know which the father role is and how he influences in the psy­chological development of their children. One of the first psychologists to study the role of the father was S. Freud, he thinks that father’s role was to distance the mom to their son; the father represents authority, rules, law, order, the opening to the world. In this theory, the interaction between father and son begin around 2 years of the child. Later this theory was refused for different psychologist who found that the father’s early involvement has a positive impact on the development of their chil­dren. From the 70’s the interest was to know how is the man’s psychological change that became a father, and how the transition to the construction of parenthood is. As the research progressed, the researchers discovered that the parents during the pregnancy of his wife manifested the need to feel included in this process. So, the psychologists began to ask questions about what happen to the father in childbirth? Greenberg and Morris (1974) think that the childbirth is the most intensive moment in an emotional level to build the parent­hood, so they start to study the emotions and concluded that there is a stage called: engrossment, it is about a father’s innate potential and it develop with the childbirth. Based on these theories the aim of this research is make a bibliographic review to better understand the father’s transition, including researches that explained different father’s emo­tional processes and how this emotional processes influence in the relationship with his family of origin, his couple and his sons. The method used was a bibliographic search in the databases: Pub Med, Redalyc, Scielo, MEDLINE, EBSCO, and APA, from 1970 to date. We found 150 articles and books. After a first reading 63 articles were not included because it did not meet with the criteria. Finally, we included 89 articles and books for this review. This studies shows that the transition to paternity is a multidimensional process in terms of individual, partner, work, family of origin, among others. This means that the father goes through a process of transition, in which: his history as a child, the relationship with his partner and his current situation play an important role in the development of his paternal identity. Researches highlights the importance of understanding what happens to the father during his transition, as the way he crosses it affects the relationship with his son or daughter. Thus the fatherhood is not just a biological act, but there are some factors that join in for construction and organize the fatherhood (Palkovitz & Palm, 2009). Like the mother, a father has a vital and evolutionary crisis; in this period interact his personal history, personality, currently situation, relationships and baby's characteristics (Nieri, 2015; Oiberman, 2008). Know these studies allow understand and explains the father’s affective process through the fatherhood, and how the father develops a meaning about his new state is and what the consequences are. Also, previous bibliography shows evidence to the necessity to understand what is happening and how this influence in his relat­ionship with his wife and baby (Habib & Lancaster, 2010; Moreno-Rosset et al., 2016).

Keywords: Transition, Parenthood, Construction, Identity, Relationship, Pregnancy, Birth.

Introducción

Durante años las investigaciones se han centrado en el estudio de la maternidad en re­lación con el embarazo, parto y puerperio. Es­tas concluían que la madre era la principal cuidadora y sostén de su hijo. El conocer y entender lo que le ocurría a la madre durante dicho período era central para el futuro del ni­ño. Desde el punto de vista social, la función del padre consistía en proveer el soporte eco­nómico de su familia y así poder ayudar a la madre a que el embarazo llegue a término. Las primeras investigaciones psicológicas concluyeron que el padre atravesaba por un proceso de transición, en donde su historia como hijo, la relación con su pareja y su si­tuación actual, configuraban la manera en que se relacionaba con su hijo (Oiberman, 2008). En un comienzo se creía que dicha transición se generaba ante el nacimiento del hijo (Bouchard, 2014; Greenberg & Morris, 1974); sin embargo, a medida que las inves­tigaciones avanzaron sobre ese tema, descu­brieron que los padres durante el embarazo de su esposa, manifestaban la necesidad de sen­tirse incluidos en dicho proceso (Bouchard, 2014). Es así que se comienza a pensar en qué le ocurría al padre durante la gestación de su hijo.

A partir de esto, muchas investigaciones centraron su interés en estudiar el proceso de transición hacia la paternidad durante la ges­tación de su hijo (Draper, 2003; Habib & Lancaster, 2010; Kowlessar, Fox & Witt­kowski, 2014; May, 1982).

El nacimiento de un bebé trae consigo cambios importantes en la vida de los nuevos padres. Esta transición a la paternidad signi­fica el establecimiento de nuevos lazos emo­cionales y la entrada en una nueva vida (Fe­eney, Hohaus, Noller & Alexander, 2001; Kowlessar, Fox & Wittkowski, 2014; Mo­reno-Rosset, Arnal-Remón, Antequera-Jurado & Ramírez-Uclés, 2016). Para Casullo

“el tránsito a la paternidad implica la adqui­sición de ciertas habilidades, cambios en la identidad así como la construcción de signi­ficados” (2004, p. 56).

Dentro de este proceso hay tres áreas de dificultad para los hombres durante el período prenatal. La primera son los sentimientos afectados de no realidad, que provienen de la carencia de pruebas tangibles de la existencia de su hijo aún no nacido y el deseo de desa­rrollar un enlace emocional con el niño (Gage & Kirk, 2002).

La segunda área problemática para los pa­dres pertenece a la relación de la pareja, es de­cir, un desequilibrio percibido en la relación con su compañero, implicando una diver­gencia entre expectativas masculinas y fe­meninas sobre la relación y las necesidades (Kowlessar et al., 2014).

Finalmente, la tercera dificultad se relacio­na con la formación de la identidad paternal, la cual requiere un cambio de identidad prin­cipal del papel a desarrollar (Habib & Lancas­ter, 2010; Strauss & Goldberg, 1999).

En relación a lo anterior, McCall y Sim­mons (1978) sostienen que el contenido de identidad es teóricamente significativo, ya que la conducta del rol relacionado con los hombres se ve reflejada en los diversos signi­ficados de quienes son padres. Lo que signi­fica que no hay una sola manera de ser padre, y por lo tanto hay variaciones en el contenido del rol e identidad del padre (Hofner, Schadler & Richter, 2011).

Para Durkheim (1951) y Cast (2004) la transición a la paternidad produce sentimien­tos tanto positivos como negativos que inci­den en la relación con su hijo (Fillo, Simpson, Rholes & Kohn, 2015; Hofner et al., 2011). Por ejemplo, el bebé puede dar a los nuevos padres una mayor satisfacción con la vida, pero al mismo tiempo, el cambio a una tríada puede generar presión social en relación con el impacto de convertirse en padre (Keizer, Dykstra & Poortman, 2010).

En virtud de lo expuesto, este trabajo tuvo como objetivo realizar una revisión biblio­gráfica acerca de la transición a la paternidad. Se evidencian diversos trabajos acerca de los distintos procesos emocionales y psicológicos que atraviesa el padre y cómo estos influyen en la relación con su familia de origen, pareja e hijo por nacer y / o nacido (Moreno-Rosset et al., 2016).

También es importante entender cómo es la transición hacia la paternidad, la confor­mación de la identidad paterna y las relacio­nes que van a influir en el nivel de participa­ción e involucramiento del padre con su hijo por nacer y/o nacido.

Método

Búsqueda bibliográfica

Se realizó una búsqueda bibliográfica a partir del año 1970 hasta la fecha, en las si­guientes bases de datos: PubMed, Redalyc, SciELO, MEDLINE, EBSCO y APA.

Los términos de búsqueda utilizados fue­ron: paternidad, relación de pareja, identidad paterna, transición a la paternidad, nacimiento de un hijo, vínculo padre - hijo, embarazo y experiencia familiar. Las seis bases de datos dieron como resultado un total de 150 artí­culos y libros.

También se realizó una búsqueda no sis­temática de la literatura basada en publica­ciones de reconocidos autores dentro de los campos de la paternidad y arrojó 45 estudios diferentes, que parecían relevantes según el tí­tulo y el resumen.

Criterios de inclusión

Se consideraron todos los estudios que cumplían los siguientes criterios de inclu­sión: (1) Artículos referidos exclusivamente a la transición e identidad paterna. (2) Artí­culos relacionados con la transición e identi­dad paterna y el nacimiento de un hijo sano. (3) Que no fueran artículos históricos sobre la función y rol del padre y (4) que los artículos fueran Fulltext.

Criterio de exclusión

De los 150 artículos y libros seleccionados, 63 no cumplían con los criterios de inclusión establecidos, ya que los mismos se referían a la transición materna, a la transición e identi­dad paterna ante el nacimiento de un hijo con patologías genéticas y / o no eran Fulltext. Fi­nalmente, se incluyeron 89 artículos y libros

Resultados

Transición a la paternidad

En la década de los años 80, la mayoría de las investigaciones centraron su interés en comprender la formación temprana de la fa­milia y el proceso de transición a la paterni­dad. Sin embargo, las primeras investigacio­nes tomaron dicha situación como una crisis; de esta manera, la mayoría de los estudios se han interesado en conocer cómo la transición hacia la paternidad influye en la relación de pareja. Estos primeros intentos de analizar empíricamente los efectos de dicha transición en las relaciones maritales parten de la hipó­tesis de que el nacimiento de un hijo genera una crisis en las parejas. Así, Hill (1949) de­fine a esta crisis como una situación que se genera después de un evento importante. Hay tres factores que determinan si se ha produ­cido una crisis: definición de caso, dificulta­des asociadas con el evento y la disponibili­dad de los recursos familiares para responder a dicho evento (LeMasters, 1957).

Dentro de esta misma línea, Bibring (1959) postulaba que la transición a la pater­nidad está marcada por momentos decisivos y específicos en la vida del individuo, que da un paso hacia las nuevas funciones, es decir, que es un fenómeno para el desarrollo, es un punto sin retorno entre una fase y la siguiente.

No obstante, Rossi (1968) cambia el en­foque conceptual de crisis, entendiendo que la transición implica un cambio normativo de una etapa a otra. Esto significa que las tran­siciones son períodos de cambio (Price, Mc Kenry & Murphy, 2000), es decir, que el em­barazo y la transición a la paternidad marcan un período de desarrollo importante para los padres, por la relación cuidador - niño y el de­sarrollo del bebé.

Nyström y Öhrling (2004) informan que algunos padres fueron dominados por senti­mientos de amor y alegría inspirados por la nueva familia. Dicha satisfacción y confianza se relacionaron con sentimientos de compar­tir las preocupaciones con su compañero.

Las investigaciones han demostrado con­sistentemente que el nacimiento de un niño es a menudo un evento estresante y lleva con­sigo cambios más profundos que cualquier otro estado en el desarrollo durante el ciclo de vida (Ohashi & Asano, 2012).

De igual manera, dichas transiciones dan lugar a una reorganización de los roles y de las relaciones con otras personas significativas (Bouchard, 2012). Por ejemplo, en el ámbito de la paternidad, la transición para algunos pa­dres puede extenderse durante varios años, mientras que para otros puede terminar poco después del nacimiento del niño (Reynolds, Houlston & Coleman, 2014). Así la transición genera nuevos significados que comprenden las expectativas, los niveles de habilidad y conocimiento, el ambiente alrededor de los padres y el bienestar emocional y físico (Ohashi & Asano, 2012; Schumacher & Meleis, 1994).

Esto quiere decir que en el curso de la ge­neración de una nueva vida, todos los padres se ven sometidos a una transformación del sí mismo a nivel emocional y psicológico (Katz- Wise, Priess & Hyde, 2010). Esto significa que la transición es un proceso gradual, físico, psicológico y espiritual que consiste en el mo­vimiento de la vida normal, por un período de reorganización psicológica y adaptación, a la incorporación de las nuevas circunstancias (Swain, 2011; Genesoni & Tallandini, 2009).

Schumacher y Meleis (1994) sostienen que la teoría de la transición sugiere que este proceso se ve influenciado por las creencias culturales y las actitudes de las personas (Genesoni & Tallandini, 2009).

Para Kowlessar y colaboradores (2014) la transición a la paternidad comienza con la confirmación del embarazo y continúa hasta los primeros meses después del nacimiento de un niño, en donde los roles (por ejemplo, pro­veedor, cónyuge) se vuelven particularmente relevantes.

En consecuencia, es un momento en que los sentimientos de éxito y la competencia en estas funciones pueden dar lugar a un ajuste saludable a la paternidad, mientras que los sentimientos de fracaso e incompetencia en estos roles pueden conducir a una mala adap­tación a la paternidad (Cowan, P.A. & Co­wan, C.P., 1988; Moreno-Rosset et al., 2016).

Los procesos psicológicos de la transición se pueden ver reflejados en tres períodos de tiempo, el período prenatal que consiste en una fase de reorganización basada en la apari­ción del estado de la paternidad y dicho pro­ceso requiere la integración gradual de los papeles del padre (Bouchard, 2014). En rela­ción al segundo período, los estudios que han investigado la paternidad durante el naci­miento sostienen que es el período más in­tenso a nivel emocional, de la transición a la paternidad (Habib & Lancaster, 2010). Final­mente, durante la etapa postnatal, los hombres se encuentran esforzándose por equilibrar las necesidades personales y de trabajo con las nuevas demandas del estado de padre y su nueva autoimagen. No obstante, un elemento común en los tres períodos es la importancia de la calidad de la relación del hombre con su pareja (Draper, 2003; Miller, 2011; Moreno­Rosset et al., 2016).

Dentro de esta línea, Kowlessar y colabo­radores (2014) sostienen que el proceso de transición a la parentalidad (el cual comienza durante el embarazo y los primeros meses de vida de un hijo) es el reconocimiento del niño como tal, lo que induce al desarrollo del sen­timiento de ser padre que es el reconocimien­to de la dependencia y de la imposibilidad del niño de satisfacer sus propias necesidades. Asimismo, se ha demostrado que esta transi­ción no solo concierne a la mujer, sino que in­cluye al padre, es decir que el nacimiento de un niño es un importante período de transi­ción para las familias y lleva a la pareja a ha­cer adaptaciones significativas (Cox, Paley, Burchinal & Payne, 1999). Esta transición puede ser muy estresante para muchos padres, debido a que el nacimiento de un niño aumen­ta exponencialmente la carga de trabajo fa­miliar, lo que requiere una negociación y co­ordinación de tareas (Deave & Johnson, 2008).

Según P.A Cowan y C.P. Cowan (1988), cuando los varones llegan a ser padres ocu­rren tres cambios: incorporan la paternidad a su identidad, tienen la sensación de que han perdido el control de sus vidas y sus aspira­ciones personales tienden a desarrollarse ex­ponencialmente (Palkovitz & Palm, 2009).

Tal como sostienen Herzog y Lebovici (1995) el concepto de paternidad no significa ser padre en el sentido biológico del término, sino también poder imaginarse su descen­dencia.

Esto significa que la paternidad no solo representa un desarrollo en el adulto y un movimiento para una nueva posición social, sino que implica un

“proceso psicoafectivo por el cual un hombre realiza una serie de actividades en lo concer­niente a concebir, proteger, aprovisionar y criar a cada uno de sus hijos jugando un im­portante y único rol en el desarrollo del mis­mo, distinto al de la madre” (Oiberman, 2008, p. 104).

Dicho proceso es vivido por el hombre en función de su historia personal, su actualidad y las vivencias en relación a su hijo por nacer y / o recién nacido. La forma en que se unan dichos acontecimientos se verá reflejada en las conductas que asuma en relación a su pa­reja e hijo (Nieri, 2015; Ohashi & Asano, 2012; Oiberman, 2008).

Así el futuro padre cursa un proceso de transición hacia la paternidad, en tanto la misma provoca cambios en el estado de sa­lud, en las relaciones, en las expectativas y / o habilidades y en la identidad personal y so­cial (Schumacher & Meleis, 1994; Testa, 2010).

Para C.P. Cowan y P.A. Cowan (2000) los padres transitan diversas etapas, la primera es su ansiedad acerca de convertirse en padre (la vida interior), luego surge la calidad de las re­laciones en la familia, seguida por las exi­gencias de un trabajo fuera del hogar (estrés fuera de la familia) y por último, la negocia­ción de nuevos roles y decisiones dentro de la familia -la calidad del matrimonio- (Testa, 2010).

En resumen, diversas investigaciones con­cluyeron que la mayoría de los padres relatan cambios en la naturaleza e intensidad de sus sentimientos (Cowan, P.A. & Cowan, C.P., 1988; Habib & Lancaster, 2010; Strauss & Goldberg, 1999) y amor propio (Berman & Pedersen, 1987). Los sentimientos pueden ser negativos o positivos. Los primeros están caracterizados por ansiedad, ambivalencia u hostilidad, confusión, distanciamiento (Bar­clay, Donovan & Genovese, 1995; Buist, Morse & Durkin, 2003; Rholes et al., 2011; Kowlessar et al., 2014) y síntomas depresivos (Arnal-Remón, Moreno-Rosset, Ramírez- Uclés & Antequera-Jurado, 2015). Sin em­bargo, los sentimientos positivos están ca­racterizados por ser afecto, realización, ma­ravilla y regocijo (Greenberg & Morris, 1974; Lupton & Barclay, 1997; Testa, 2010).

Identidad paterna

Para entender qué ocurre con los cambios en la paternidad, es necesario centrarse en la definición de identidad, la misma postula que la conducta de una persona se delimita en función de la posición que ocupa en la socie­dad (Kuhn, 1960). Tal como se aplican en las investigaciones sobre paternidad, las teorías proponen que el elemento clave de la partici­pación del padre es el grado en que un padre se identifica con la situación y los roles aso­ciados con ser padre. Además, postulan que estas autopercepciones se organizan jerárqui­camente, haciendo que en un momento del proceso, algunos roles del padre sean más im­portantes que otros (Ihinger-Tallman, Pasley & Buehler, 1993).

Estas diversas identidades reflejan la inte­gración de los individuos a nivel social, las expectativas con sus propias creencias y las expectativas en cuanto a lo que significa ocu­par cierto papel -abastecedor, proveedor- y que dichas identidades posteriormente dirigen el comportamiento (Burke & Reitzes, 1991).

Asimismo, las teorías sostienen que la identidad está formada por modelos multidi­mensionales, lo que significa que no se limita solo a la identidad individual, ya que tanto los aspectos culturales como los sociales van a influir en la manera de como un padre ejerza su función (de Montigny, P. & de Montigny, F., 2013). Por otra parte, está íntimamente vinculada con sus relaciones sociales del pa­sado y del presente, y por lo tanto incorpora varios elementos de los modelos de imagen, como la relación conyugal y la historia evo­lutiva (Belsky & Kelly, 1994; Bouchard, 2012; Cowan, C.P. & Cowan, P.A., 2000; Testa, 2010). Esto significa que la transición a la paternidad anuncia un proceso de trans­misión intergeneracional en donde la expe­riencia de cómo fue criado actúa como la fuente inicial de la formación o constitución mental acerca del rol de ser padre, a pesar de que puede permanecer latente o encubierta hasta que el disparador de la realidad, con­vertirse en padre, evoca las representaciones mentales de las experiencias anteriores de la paternidad (Bouchard, 2012; Habib, 2012).

También Pleck (1997) sostiene que la identidad paternal puede ser vista como una integración de la historia, las características de la personalidad en el desarrollo de la per­sona y las creencias relacionadas con la pa­ternidad (de Montigny, P. & de Montigny, F., 2013).

La investigación sugiere que la percepción del hombre de sí mismo en el estado del pa­dre, infuye en la relación con sus hijos. Por ejemplo, la teoría de la identidad se ha utili­zado para explicar la participación paterna en relación con la función del padre y la relación de pareja (Bouchard, 2012; Palkovitz & Palm, 2009).

En términos de esta teoría, existe un im­portante factor que determina la conducta pa­terna, la misma se basa en la importancia de la condición de padre de un hombre, es decir, el conjunto jerárquico de otros estados (por ejemplo, trabajador, hijo, amigo, etc.)

Asimismo, es necesario considerar que el papel de la maternidad es visto por la socie­dad como elemento central de la identidad de una mujer, en el que los hombres tienden a percibir la paternidad como algo que hacen, mientras que las mujeres suelen experimen­tar la maternidad como algo que son (Ehren­saft, 1987). Las investigaciones previas su­gieren que los padres son vistos por las madres como una ayuda en lugar de compar­tir la responsabilidad parental (Cowan, C.P. & Cowan, P.A., 2000).

Sin embargo, para entender cómo se desa­rrolla la identidad paterna y cuáles son los factores que inciden en la misma durante la transición, es necesario tomar dos perspecti­vas teóricas que explican, desde diferentes miradas, el desarrollo de identidad paterna (Palkovitz & Palm, 2009). Dichas teorías se­leccionadas hacen hincapié en el desarrollo de la identidad como una integración del indivi­duo, la familia, la cultura y el ambiente social.

Modelo de la Identidad de Rol de McCall y Simmons (1978)

Esta teoría pone el énfasis en la importan­cia de la negociación y permite observar for­mas de interacción particulares entre las per­sonas, así como intercambios a lo interno, entre quienes han asumido un rol. De acuerdo con esta teoría, el sujeto adopta un rol, con las implicaciones que éste tiene: significados, expectativas que se tienen de él, así como de la negociación que cada ocupante pueda ha­cer (Bouchard, 2012).

Esta identidad de rol se deriva de la visión imaginaria que una persona tiene de sí misma. El rol de las identidades constituye la fuente principal de los planes de acción del sujeto y por lo tanto, pueden influir en su vida cotidia­na. De esta manera los autores utilizan los tér­minos prominencia o importancia relativa o self ideal y el de jerarquía de saliencia o self circunstancial. La prominencia es el equiva­lente a lo subjetivo, a la importancia de ese estado para el individuo, en cuanto a cómo él se imagina a sí mismo. La saliencia represen­ta el self circunstancial; la jerarquía resul­tante de las identidades de rol en términos de su saliencia representa un orden relativo de prioridad frente a posibles actuaciones en una situación determinada. La situación de una identidad en esta jerarquía depende de la pro­minencia de la identidad, su necesidad de apoyo o legitimación, la necesidad o deseos de la persona de satisfacciones extrínsecas o intrínsecas obtenidas a través de su actua­ción y la oportunidad percibida. En conse­cuencia, para estos autores, la jerarquía de la prominencia se constituye en el más básico determinante de la saliencia.

Asimismo, aportan el concepto de rele­vancia de la identidad, el cual sostiene que una persona tiene múltiples identidades, tales como padre, esposo o un trabajador. Las mis­mas se organizan en una jerarquía de rele­vancia dentro de las cuales algunas identida­des son más importantes y sobresalientes que otras (Habib & Lancaster, 2010; Pasley, Kerpelman & Guilbert, 2001). Es decir que esta relevancia de identidad se basa en el compro­miso con el papel social. En otras palabras, esta conducta de rol refleja los diversos sig­nificados de quiénes son los padres. No hay una sola manera de ser padre, y por lo tanto hay variaciones en la manera de ejercer el rol (Rane & McBride, 2000), lo que significa que el contenido del rol del padre puede de­pender de factores tales como la etapa del ci­clo de vida, la cultura, las circunstancias so­ciales, el período histórico y las relaciones particulares o el contexto interpersonal en las que se produce la paternidad (Burgess, 1997; Colman, A. & Colman, L., 1988; Lamb, 1997). Teóricamente, el contenido del estado de padre sugiere ciertas consecuencias, un hombre cuyo estado de jerarquía de impor­tancia está dominada por la importancia re­lativa de sí mismo como un padre, que es el soporte emocional de la madre de su bebé, tiende a involucrarse con el cuidado y pro­tección del bebé. Sin embargo, un hombre que se identifica más estrechamente con su propio padre como un proveedor tiende a pa­sar más horas en el trabajo en lugar de dedi­car tiempo al cuidado de su hijo.

Teoría social de la identidad de Eaglv y Wood (1999)

Esta teoría postula que las personas ocu­pan roles y que los mismos dependen de la elección de la persona, las presiones socio-culturales biológicas, las cualidades psicoló­gicas y a su vez los comportamientos rela­cionados con adaptarse a esas funciones. Por ejemplo, el papel biológico de la mujer en la maternidad (embarazo, parto y lactancia), junto con expectativas culturales de la misma, colocan a la mujer en un papel diferente al de los hombres que tienen una contribución bio­lógica más pequeña. De esta manera, esta te­oría explica que las mujeres y los hombres pueden diferir psicológicamente antes del na­cimiento del hijo debido a que ocupan dife­rentes roles en relación con el género (Palkovitz & Palm, 2009).

Esto significa que la sociedad mantiene restricciones y oportunidades diferentes para los hombres y mujeres, que conducen a una división diferenciada del trabajo por género (Eagly & Wood, 1999). Es decir que dicha fuerza de trabajo, diferenciadas por género, lleva a que hombres y mujeres se adapten psicológicamente a los roles marcados por la sociedad (Katz-Wise et al., 2010). De acuerdo con la teoría social estructural, hombres y mujeres sufren cambios psicológicos relacio­nados con el grado de alteración de sus roles sociales. Por lo tanto, de los padres que están haciendo la transición a la paternidad por pri­mera vez, se espera que cambien más dra­máticamente que los padres que tienen más de un hijo (Katz-Wise et al., 2010).

Desarrollo de la identidad paterna durante la llegada de su hijo

En relación con los cambios en la identi­dad del padre ante la llegada de su hijo, la pa­ternidad puede ser vivida como una expe­riencia de entrega total por el hijo, es decir, como una experiencia de entrega gratificante y de autotrascendencia, o vivida como una pérdida de libertad asociada a sentimientos de tristeza e inadecuación. Según Fuller (2000) la paternidad como entrega total se manifies­ta a través de la presencia disponible para entregar afecto y cuidado al hijo, como tam­bién de brindar las condiciones materiales necesarias para que el hijo se desarrolle.

Asimismo, los estudios concluyen que el hecho de ser padre implica el cierre de la eta­pa juvenil y el comienzo de la vida adulta (Fuller, 2000). De acuerdo con esta investi­gación, esto ocurre cuando hay efectos posi­tivos en la identidad de los padres y adquie­ren una visión trascendente de la vida (Ohashi & Asano, 2012; Swain, 2011). Esta implica adquirir mayor madurez, aumentar la autoes­tima y sentirse más acompañado.

Herzog y Lebovici (1995) enfatizan la re­lación de apoyo mutuo que debe existir en la pareja, señalando que uno de los procesos más importantes de la transición a la paterni­dad tiene que ver con la redefinición de la identidad de hombre y esposo hacia padre. Entre los procesos psicológicos que esta tarea implica, además de crear un lazo con el bebé, el padre también debe lograr la convicción in­terna de que puede cuidar de él. Los autores señalan que el padre puede ayudar a la madre en el proceso de transición a la parentalidad, pero él también necesita sostén para paternalizarse. Además de necesitar del apoyo afectivo de la madre para volverse un padre interesado, el proceso depaternalización es­taría facilitado por la participación del padre en el deseo de tener un hijo, por la prepara­ción para el parto y por su presencia en la sala de parto (Chen, Enright & Tung, 2016; Kowlessar et al., 2014).

La influencia del apego en la identidad paterna

La teoría del apego (Bowlby, 1980) expli­ca que los seres humanos están dotados natu­ralmente con un sistema conductual de apego que motiva a la gente a relacionarse con otras personas importantes en su entorno. Estas re­laciones con las figuras de apego contribuyen al desarrollo de modelos generalizados de sí mismo y los demás. Dichos modelos de tra­bajo abarcan una amplia gama de contenido cognitivo y afectivo, incluyendo recuerdos episódicos de las interacciones pasadas con las figuras de apego (Collins, Guichard, Ford & Feeney, 2004).

Asimismo, se ha demostrado que las rela­ciones tempranas con las figuras de apego contribuyen al desarrollo de modelos genera­lizados, en donde dichos modelos influyen tanto a nivel cognitivo como afectivo, inclu­yendo los recuerdos de interacciones pasadas con las figuras de apego, las expectativas ge­nerales acerca de cómo las figuras de apego se comportarán en situaciones futuras, metas relacionadas con los planes y las manera de llevar a cabo dicha metas y planes (Collins et al., 2004; Habib & Lancaster, 2010).

Durante la transición a la paternidad, las propias experiencias de los nuevos padres con sus familias de origen pueden influir en los modelos o las representaciones mentales del funcionamiento de la familia a nivel consciente e inconsciente (Cohen & Finzi- Dottan, 2005; Habib & Lancaster, 2010).

Transmisión intergeneracional

Palkovitz y Palm (2009) y Van Ijzendoorn (1992) describen a la transmisión intergene­racional de los estilos de crianza como la in­fluencia de las generaciones anteriores en las actitudes y comportamientos de los nue­vos padres. Así resultan modelos de crianza negativos tales como el rechazo a los hijos, maltrato infantil, entre otros (Weiss, Dodge, Bates & Pettit, 1992) y positivos, por ejem­plo afecto, apoyo, etc. (Simon & Baxter, 1993).

Algunos estudios apoyan la hipótesis de que los padres son más propensos a estar in­volucrados si tuvieron un modelo de paterni­dad positivo en la infancia, mientras que otros apoyan la hipótesis de que la participación es mayor entre los padres que carecían de un modelo positivo, debido a que esta falta los llevaba a compensar la participación en las vi­das de sus hijos (Parke, 2002; Van Ijzendoorn, 1992).

Según Espasa (2004) las identificaciones proyectivas de los padres con respecto al re­cién nacido llevan no sólo a las representaciones del pasado de los propios padres como niños sino, también, a representaciones de sus pro­pios padres y de otras personas significativas de su infancia. Sin embargo, en este contexto de las relaciones padres - hijos, el término de identificación proyectiva no necesariamente tie­ne implicaciones patológicas (Palkovitz & Palm, 2009). Por el contrario, en las identifi­caciones proyectivas de los padres es donde el niño a menudo desempeña un papel positivo en el desarrollo y estructuración psíquica de éste. Esto está estrechamente relacionado con el hecho de que la llegada de un bebé ofrece a los padres la oportunidad de revivir y / o co­rregir, en su relación con el bebé, ciertas ex­periencias y relaciones (Bouchard, 2012; Espasa, 2004).

Con respecto a los vínculos tempranos y con las parejas, se ha demostrado que la ca­lidad del matrimonio dentro de la familia de origen se asocia con la calidad de matrimo­nios de la siguiente generación. Este impacto puede ser particularmente fuerte durante la transición a la paternidad (Cowan, C.P. & Cowan, P.A., 2000).

Por ejemplo, las parejas que tuvieron con­flictos con su familia de origen han demos­trado una mayor disminución en la satisfac­ción marital desde el principio del embarazo hasta 18 meses después del parto (Cowan, C. P, Cowan, P.A., Heming & Miller, 1991). Del mismo modo, Belsky e Isabella (1985) en­contraron que cuando la persona recuerda ha­ber sido criada en un hogar cálido y enriquecedor, evidencia descensos menores en la calidad de su relación romántica; Cox y cola­boradores (1999) encontraron que las clasifi­caciones de apego adulto de padres modera­ban la asociación entre la transición a la paternidad y la calidad de la relación román­tica. Específicamente, los maridos clasificados con apego inseguro mostraron una disminu­ción del afecto hacia sus mujeres durante la transición a la paternidad.

Estos hallazgos ponen de manifiesto cómo las experiencias con la familia de origen son relevantes e influyen en la calidad de la rela­ción romántica después convertirse en padre. Esto significa que la transición a la paternidad evoca pensamientos acerca de las experien­cias en la familia de origen y el tenor de esos recuerdos tiene injerencia sobre las familias (Bouchard, 2012; Perren, Von Wyl, Burgin, Simoni & Von Klitzing, 2005).

Relación de pareja

El período que rodea al nacimiento del primer hijo en la pareja, es a menudo estre­sante y puede tener efectos nocivos sobre las personas y las relaciones, debido a que las pa­rejas deben hacer frente a grandes cambios de roles (Cowan et al.,1999). Es decir, que la lle­gada de un hijo puede ser un momento estre­sante para las madres y los padres debido a los grandes cambios que se generan en la vi­da de la transición de una díada familia a una tríada (Fish, Stifler & Belsky, 1993).

De esta manera, con la llegada del primer hijo, las parejas deben reorganizar sus roles con respecto a la realización de tareas del cuidado de los niños, es decir que los mismos tienen que negociar cómo y quién pondrá en práctica diversas tareas específicas relaciona­das con el cuidado del bebé (Castellano, Ve­lotti, Crowell & Zavattini, 2014).

Como ya se ha mencionado, la llegada de un hijo representa una crisis vital y evolutiva dentro del ámbito familiar, puesto que su na­cimiento provoca un cambio en la estructura de la pareja, lo que lleva a modificar la manera de relacionarse y por ende, los padres deben atravesar un proceso de readaptación (Kluwer, 2010), en donde las demandas y las necesida­des de su hijo, la atención, los gastos, entre otros, ocasionan niveles altos de ansiedad y estrés. Para Mortensen, Torsheim, Melkevik y Thuen (2012) es esperable que la llegada de un hijo refuerce las situaciones previas que ca­racterizaban la relación de pareja. Lo más amenazado suele ser la intimidad conyugal, que necesita ser resguardada.

Estos cambios que genera el nacimiento de un hijo pueden afianzar la unión de la pareja o afectar y romper su equilibrio al punto de llevarla incluso a la separación (Kowlessar et al., 2014; Lawrence, Rothman, Cobb & Brad­bury, 2012; Miller, 2011).

Esto significa que con el nacimiento del hijo la nueva familia deberá construir otra dinámica donde se asuman al mismo tiempo dos papeles: la pareja conyugal y la pareja pa­rental. Los padres deben articular la función masculina o femenina con la paterna o ma­terna y actuar esos diferentes roles según la situación. La función materna no debe anular la sensualidad femenina y el hombre debe ser el responsable de buscar su tiempo y es­pacio en la intimidad de la pareja (Lawrence et al., 2012).

Asimismo, se ha comprobado que durante este período la frecuencia de actividades ma­trimoniales, como pasar tiempo juntos y la ac­tividad sexual tienden a disminuir (Cowan, C.P. & Cowan, P.A., 2000; Fillo et al., 2015). Las investigaciones sostienen que estos cam­bios llevan a la insatisfacción matrimonial. Shapiro, Gottman y Carrere (2000) sustentan que la transición a la paternidad es sobre todo exigente para las mujeres porque por lo ge­neral asumen la responsabilidad de ser los principales cuidadores del niño (Moreno­Rosset et al., 2016).

Los estudios realizados hasta el momento han identificado diversas variables que in­terfieren en la satisfacción de la pareja du­rante la transición a la paternidad (Kluwer, 2010; Moreno-Rosset et al., 2016). Las mis­mas son duración de la relación, la planifica­ción del embarazo, el divorcio en la familia de origen, visiones religiosas, edad, nivel de educación e ingresos, entre otros (Lachance- Grzela & Bouchard, 2009).

En relación con lo anterior, Cowan, P.A. y Cowan, C.P. (1988) concluyeron que la tran­sición a la paternidad incrementa las dificul­tades ya existentes entre las parejas. Los mis­mos argumentan que los comportamientos de las parejas se modifican durante el embarazo hasta meses o años después del nacimiento de un niño (Bradbury, Fincham & Beach, 2000; Fillo et al., 2015).

Sin embargo, no todas las parejas reportan un descenso en la calidad del matrimonio a través de la transición a la paternidad, en al­gunos casos muestran mejoras (Belsky & Ro­vine, 1990). Esto significa que los cambios en la calidad marital están asociados con la sa­tisfacción de la pareja con respecto a la divi­sión de las tareas domésticas y el cuidado de los niños (Levy-Shiff, 1994), la personalidad y las variables demográficas, las característi­cas del niño y la salud mental de los padres (Adamsons, 2013; Castellano et al., 2014; Cox et al., 1999).

Por tanto, muchas investigaciones toman la satisfacción marital como un predictor más frecuente en la participación paterna. Las mismas apoyan la asociación positiva entre la satisfacción marital de padres pri­merizos o la calidad de su relación de pareja y la cantidad y calidad de la participación del padre en el cuidado de los niños (Lee & Do­herty, 2007).

Además de las características personales, existen características que parecen influir so­bre la vulnerabilidad durante la transición a la paternidad y en la relación de pareja. Estas ca­racterísticas suelen incluir procesos sociales como la resolución de problemas, el nivel de compromiso en la relación romántica, la dis­posición de la pareja para tener un hijo, el ni­vel de confianza, entre otros (Ohashi & Asa­no, 2012; Swain, 2011).

Finalmente, la relación matrimonial (ro­mántica) establece el clima emocional de la familia (Cummings & Davies, 2002) y tanto la relación conyugal como la relación entre padres e hijos están interrelacionadas (Gable, Belsky & Cmic, 1992), lo que significa que la calidad de la relación entre los padres afecta el desarrollo del niño de tal manera que los problemas que haya entre los padres aumen­tan el riesgo de conducta y dificultades emo­cionales de niños y adolescentes (Cui, Con­ger & Lorenz, 2005).

Se ha demostrado que los hombres que apoyan el embarazo de su pareja pueden for­mar un compromiso temprano con los roles de paternidad adquiriendo una identidad pa­terna saliente (Berlin, Cassidy & Belsky, 1995). Por el contrario, los hombres que no apoyan o no están involucrados durante el embarazo no estarían motivados para asumir los roles de padre (Berlin et al., 1995; Habib & Lancaster, 2010).

Por ello es necesario reconocer que la tran­sición a la paternidad es un momento de es­trés, así como de felicidad y mayor compro­miso de la pareja, que da forma a las expec­tativas de un hombre y comportamientos acerca de su rol de padre (Fillo et al., 2015; Ihinger-Tallman & Cooney, 2005).

Discusión

El estudio que se informa tuvo como ob­jetivo realizar una revisión bibliográfica re­lacionada con la transición a la paternidad y estuvo centrado en explorar diversas teorías e investigaciones acerca también de la cons­trucción de la identidad paterna durante la gestación y nacimiento de su hijo.

Los estudios citados demuestran que esta transición es un proceso multidimensional en términos de individuo, pareja, trabajo, familia de origen y factores de niño (Habib, 2012). Este artículo se ha centrado en el sentido de sí mismo del padre dentro del marco de la teo­ría de la identidad y la transición paterna, sin­tetizado y enlazando diversos enfoques que permiten comprender los sentimientos y con­ductas paternas durante ese período de transi­ción.

A lo largo de esta revisión se ha observado que factores tales como la relación matri­monial, las demandas de trabajo, las rela­ciones tempranas con los padres y el género, entre otros, inciden en la construcción de la identidad paterna (Palkovitz & Palm, 2009). Esto significa que la paternidad no es solo un hecho biológico sino que intervienen diver­sos factores en la construcción y configura­ción de la misma (Palkovitz & Palm, 2009), ya que al igual que en la madre, en el padre también se presenta una crisis vital y evolu­tiva donde se ponen en juego el desarrollo de su identidad, su historia personal, su estruc­tura de personalidad, la situación presente, las características del bebé y sus vínculos pasados y presentes (Nieri, 2015; Oiberman, 2008).

Conocer estos estudios permite entender y explicar los procesos psicoafectivos que tran­sita un padre durante la construcción de su pa­ternidad, haciendo hincapié en el significado y desarrollo del nuevo estatus y las conse­cuencias que tiene el mismo en el involucramiento de los nuevos padres con sus niños.

Además, las investigaciones citadas evi­dencian la necesidad de entender lo que le ocurre al padre durante su transición, ya que como la lleve adelante influirá en la relación con su pareja e hijo (Habib & Lancaster, 2010; Moreno-Rosset et al., 2016).

Sin embargo, a lo largo de la búsqueda bi­bliográfica, la literatura e investigaciones so­bre la participación paterna no han diferen­ciado y comparado sistemáticamente las di­mensiones cualitativas e instrumentales de los roles e identidades paternas. Igualmente, no se encontraron investigaciones que anali­cen lo que le ocurre al padre durante el pro­ceso de gestación de su hijo y cómo reacciona en diversos momentos de este proceso. Fi­nalmente, se han hallado pocas investigacio­nes que estudien empíricamente este tema.

Futuras líneas de investigación deberán estudiar las reacciones, emociones y conduc­tas paternas durante el desarrollo y la transi­ción hacia la paternidad.

Al ser un constructo poco estudiado, es necesario hacer estudios de tipo longitudinal con el fin de poder determinar: (a) ¿Cuándo comienza la transición?, (b) ¿Pueden recono­cer los padres el inicio de la transición?, (c) ¿Cuáles son las características que se presen­tan durante su desarrollo? y (d) La imagen que el padre tenga de sí mismo ¿predice la parti­cipación paterna? (a nivel de compromiso, la accesibilidad y las responsabilidades del niño y el grado de vinculación con el niño).

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