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Experiencias de vida ante el riesgo por COVID-19 (año 2020-2021). Redimensionando el comportamiento ante el desastre

Life experiences in the face of risk due to COVID-19, in the year 2020-2021. Redefining the dimension of behavior in the face of disaster

María Guadalupe Garibay Chávez
Universidad de Guadalajara,, México
Jorge Regalado Santillán
Universidad de Guadalajara, México
Arturo Curiel Ballesteros
Universidad de Guadalajara, México
Martha G Orozco Medina
Universidad de Guadalajara. México. https://orcid.org/0000-0002-2619-3408. E-mail: martha.orozco@academicos.udg.mx , México
Valentina Davydova Belitskaya
Universidad de Guadalajara, México
Silvia L Ramos de Robles
Universidad de Guadalajara, México

Experiencias de vida ante el riesgo por COVID-19 (año 2020-2021). Redimensionando el comportamiento ante el desastre

Interdisciplinaria, vol. 40, núm. 3, pp. 25-26, 2023

Centro Interamericano de Investigaciones Psicológicas y Ciencias Afines

Recepción: 08 Febrero 2022

Aprobación: 05 Agosto 2022

Resumen: La COVID-19 es el mayor desastre biológico del siglo XX y XXI con múltiples consecuencias. El objetivo fue documentar y analizar las experiencias de vida de investigadores frente al riesgo y desastre durante la pandemia por COVID-19 en un año de confinamiento. El supuesto fue que reflexionar sobre las experiencias de vida durante la pandemia por COVID-19, facilitaría estar preparado para próximos eventos. Se sistematizaron experiencias de vida mediante un proceso individual y colectivo interdisciplinario. Se empleó una metodología cualitativa desde una perspectiva interpretativa, mediante el uso de la encuesta-autorreporte y el grupo focal. Para analizar los datos se recurrió al análisis del discurso, el mapa mental y los fragmentos narrativos del autorreporte. Los referentes teóricos utilizados para abordar las experiencias de vida fueron Benjamin (1933/1999), De Alba et al. (2016), Dewey (2002), Díaz (1997), Dubet (2011), Hochschild (1979), Larrosa (2006) y Llanos (2017). Las experiencias de vida refieren 292 palabras descriptivas, entre las que figuran con mayor frecuencia: desastre, gobierno, muerte, pandemia y riesgo. La pandemia afectó la salud mental de los participantes, mostró cambios y ajustes, contradicciones de autoridades e incapacidades institucionales, así como en el sentido de vida, el valor de las relaciones sociales y con la naturaleza, las habilidades y los aprendizajes. A partir de este estudio, se hizo un aporte al entendimiento del riesgo y del desastre, desde perspectivas que incluyen las experiencias de los sujetos. Se muestra la preponderancia del comportamiento humano en el desastre, sus consecuencias y su manejo, así como la falta de preparación gubernamental y social ante esta situación. Se concluye que, para adquirir experiencia, es necesario saber y decidir qué hacer para evitar nuevos desastres.

Palabras clave: experiencias de vida, riesgo, pandemia, COVID-19, comportamientos.

Abstract: COVID-19 disease was first identified in Wuhan, China, in December 2019. The new coronavirus was recognized for its dangerousness, high level of contagion and spreading among the population. In March 2020, the World Health Organization (2020) declared the pandemic. The purpose was to document and analyze the life experiences of a group of researchers facing risk and disaster during the COVID-19 pandemic in a year of confinement.

Keywords: life change events, life experiences, risk, pandemics, COVID-19.

Introducción

Como en todo el mundo, también en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), la pandemia por COVID-19 tuvo múltiples efectos. El virus llegó a esta geografía pocos meses después de haber sido identificado en Wuhan, China, en diciembre de 2019. Muy pronto, en marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (2020) declaró la pandemia y, por su alcance global, fue considerada como uno de los mayores desastres biológicos de la historia. Ninguna otra epidemia en el XX y XXI fue tan prolongada ni había presentado tantas muertes, ni el colapso de la economía y el confinamiento forzado de la población mundial como medida de prevención para reducir los contagios y fallecimientos, como en esta ocasión.

Al 2 de enero de 2022 sumaban más de 5.4 millones de muertes por COVID-19 a nivel mundial (Naciones Unidas, 2022). En México, hasta el 8 de junio de 2022 habían fallecido 325 055 personas y 5 802 672 millones se habían contagiado (Gobierno de México, 2022). En el caso de Jalisco, a principios de junio de 2022 hubo 19 513 muertes y 592 852 contagiados (Gobierno del Estado de Jalisco, 2022).

De acuerdo con Schwab (2020), desde la segunda guerra mundial, ningún acontecimiento había tenido impacto global como la pandemia por COVID-19 que ha desatado una crisis no registrada en generaciones y, al mismo tiempo, haya exacerbado problemas como la desigualdad y la postura de las grandes potencias.

Algunos estudios dan cuenta de las consecuencias que la pandemia y el confinamiento por COVID-19 ha generado en la vida de las personas; entre ellas se identifica el incremento en las tasas de trastornos mentales en adultos jóvenes y se destaca la soledad como afectación más importante (Wright et al., 2021). Otros estudios, realizados mediante encuestas online a 5545 personas en España, identificaron síntomas de ansiedad y depresión (Fullana et al., 2020); pérdida del bienestar relacionado con la soledad y con un mayor tiempo dedicado al uso de pantallas al día (Stieger et al., 2021). Pak et al. (2021) analizaron experiencias durante la pandemia y encontraron que el miedo a la COVID-19 presentaba una correlación positiva con la intolerancia a la incertidumbre y la depresión. Medeiros et al. (2022) destacaron que las experiencias de aislamiento social, la exclusión o la pérdida afectiva, fueron identificadas con mayor frecuencia durante la pandemia por COVID-19. Estos autores indicaron que el aislamiento produjo malestar social, aumentó la intensidad del miedo aprendido, potencializó el dolor emocional y redujo la actividad física y prácticas religiosas o espirituales. Por su parte, Alcota y Aravena-Reyes (2020), al indagar sobre el impacto de desastres históricos, reportaron que estos generan daños a nivel emocional y en el bienestar colectivo entre los que destacaron el temor, la desconfianza, el miedo y el distanciamiento social. Finalmente, Orozco (2022) señaló que la soledad vivida por estudiantes universitarios debido al confinamiento durante la pandemia por COVID-19, aumentó la ansiedad a través de un incremento de pensamientos repetitivos y pasivos enfocados en sentimientos negativos, por lo que destacó la importancia de la prevención e intervención en el manejo adecuado de estas emociones.

Como el resto del mundo, durante la pandemia en México, se observó, con cierta incredulidad, un sistema de salud pública rebasado en sus capacidades y el desconocimiento social sobre cómo enfrentarla. Las desigualdades e inequidades sociales se expresaron al generar una crisis con múltiples repercusiones económicas, sociales, ambientales e institucionales.

En términos generales, los efectos globales de la pandemia se trasladaron a Jalisco y al AMG. Por ello, de manera poco usual y justo por el confinamiento, se consideró que la pandemia fue una oportunidad para documentar y analizar las experiencias de vida de un grupo de investigadores en salud ambiental en México, como parte de proceso de investigación interdisciplinario, reflexivo, crítico, y de coconstrucción para compartir los aprendizajes adquiridos y compartidos desde 2006 como integrantes de un cuerpo académico dedicado a la investigación interdisciplinaria.

Las experiencias de vida se expresaron en un autorreporte (narrativas). En las narrativas se analizó cómo la pandemia y las medidas sanitarias impuestas alteraron la cotidianidad en relación con las personas con las que se comparte la vida, según el contexto y trayectorias de vida y, a la luz de referentes teóricos y conceptuales, valorar las posibilidades de adquirir experiencia transformadora (Benjamin 1933/1999; Dewey, 2002; Díaz, 1997; Dubet, 2011; Larrosa, 2006, y Llanos, 2017). Hay que reconocer la necesidad de recurrir a la historia en situaciones de peligro o la manera como socialmente se construye el riesgo (Benjamin, 1933/1999; De Alba et al., 2016) y el papel que en ello tiene la producción de emociones o el trabajo emocional (Hochschild, 1979). Se asume que son diferentes perspectivas teóricas, pero son concurrentes en torno a los intereses y objetivos planteados en este trabajo. Por ello, se consideró necesario trabajar con un enfoque interdisciplinario, con sus planteamientos teóricos y metodológicos para abordar la complejidad de la pandemia.

Se hizo una investigación cualitativa y, por los temas abordados, con una carga fuerte de subjetividad. Se considera un trabajo interdisciplinar no solo por la formación académica de los participantes, sino por la forma de trabajo desarrollado para consensuar este documento. De manera poco usual, los participantes se asumieron como sujetos de una experiencia de autoinvestigación (método). De manera colectiva y en las condiciones que lo permitió la pandemia, se diseñó online el instrumento que sirvió de guía para elaborar el autorreporte, que cada uno de los participantes redactó de manera individual según su vivencia en pandemia, y se enfatizó en la experiencia significativa vivida en su cotidianidad. También online, se compartieron los autorreportes y, como parte del análisis de los discursos de las narrativas, se utilizaron matrices y el mapa mental (Ontoria et al., 2006) que produjo representaciones gráficas que indicaron hallazgos relevantes. Todo ello permitió identificar los ejes de análisis (procedimiento) con los que se organizó la discusión que condujo a las conclusiones. Así fueron consideradas, dada la complejidad de la temática y al hecho de que la pandemia COVID-19 es un desastre aún en proceso.

Objetivo

El objetivo de esta investigación fue documentar y analizar las experiencias de vida de un grupo de investigadores frente al riesgo y desastre durante la pandemia por COVID-19 en un año de confinamiento.

El supuesto de partida fue que reflexionar sobre las experiencias de vida durante la pandemia por COVID-19, facilitaría estar preparado para próximos eventos.

La realización de esta investigación puede ser considerada como una acción estratégica en el contexto de pandemia que contribuye a la proyección de futuros deseados, como resultado de una autocrítica de las experiencias de vida durante la pandemia por COVID-19. Lo estratégico consiste en medir y cerrar la distancia que existió entre la respuesta dada y aquella deseada o exigida para satisfacer con mejor calidad la demanda o expectativa.

La meta del aprendizaje común es entender la conexión de distintos factores (Clark, 1997). Respecto al impacto de este estudio referido a la salud ambiental, en principio, se visualiza que las fuerzas que han originado la aparición de esta pandemia de la COVID 19 tienen que ver con un crecimiento poblacional que ha llevado al humano y a los organismos con los que se alimenta la biomasa más representativa del planeta, a convertirse en una presión hacia la biodiversidad y al equilibrio ecológico en el planeta. Así, las poblaciones humanas más vulnerables, particularmente en las grandes ciudades, han sido las más expuestas a este virus y sufrido sus efectos.

Método

Tipo de estudio

Se trata de un estudio cualitativo, con enfoque interpretativo y reflexivo, que documentó y sistematizó las experiencias de vida durante un año de pandemia y confinamiento por la COVID-19. Se reflexionó respecto de múltiples alteraciones que la pandemia provocó en la vida cotidiana de un grupo interdisciplinario de investigadores universitarios, residentes en el AMG, México.

Respecto a los motivos de la elección de los participantes, se partió desde la perspectiva de que la pandemia por COVID-19 es considerada un desastre global, cuyos efectos variaron en diversos países y localidades a partir de las determinantes sociales y ambientales presentes en cada territorio. Estas determinantes no pueden ser evaluadas desde una sola disciplina o al reunir, de manera fragmentada, cada disciplina. Al analizar la complejidad de los desastres, los participantes tuvieron en cuenta una trayectoria en trabajo interdisciplinario y transdisciplinar de varios años, y dialogaron a través de coloquios trimestrales y trabajos de investigación en salud ambiental, que por definición abordan aspectos de la salud humana, incluida la calidad de vida. La trayectoria de los participantes también está relacionada con la teoría y práctica de la evaluación, la corrección, el control y la prevención de los factores ambientales que pueden afectar, de forma adversa, la salud de la presente y de las futuras generaciones.

Participantes

Participaron seis profesores investigadores en salud ambiental y desarrollo sustentable, que se constituyeron en el grupo focal que sistematizó y analizó las experiencias de vida del riesgo y desastre de la pandemia por COVID 19 y sus implicaciones desde donde viven, trabajan y se recrean. Los participantes tenían su residencia en el AMG y tenían formación profesional en psicología, sociología, ingeniería, biología y educación. Todos eran miembros del Sistema Nacional de Investigadores, desde donde trabajan y cuentan con el máximo nivel escalafonario, con una trayectoria académica y administrativa (mínima de 10 años y mayor de 40 años de servicio). Sus trayectorias de vida y formaciones académicas distintas sufrieron el impacto de la pandemia, por lo que sus narrativas al respecto fueron puestas en común en este ejercicio analítico interdisciplinar y de triangulación disciplinar (Arias, 2009).

El AMG, punto de convergencia del grupo interdisciplinario, es una ciudad en expansión que integra 10 municipios. Algunas de sus principales características de vulnerabilidad ante esta pandemia son:

1. El factor demográfico. El tamaño de su población residente y en tránsito la hace vulnerable. Con aproximadamente 5 millones de personas, se coloca en el número 81 de las más pobladas en el mundo y la segunda en México. Los contagios fueron facilitados por sus intensos procesos de gentrificación y expansión, así como por el flujo promedio anual de 30 000 migrantes provenientes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, en tránsito hacia los Estados Unidos de América, si bien muchos de ellos habían decidido adoptarse en el AMG.

2. Vulnerabilidad histórica. Antes de la pandemia actual, el AMG había mostrado su vulnerabilidad con otras epidemias anteriores epidemias: no solo tiene la mayor cantidad de casos de dengue en el país, sino que durante 2009 ocupó el más alto porcentaje de personas que murieron por influenza A H1N1. Por COVID 19 se han contabilizado más de 25 mil muertes.

3. Es una conurbación de contrastes sociales. Hay 276 000 personas que viven en condiciones de hacinamiento.

4. Más de un millón y medio de personas utilizan el servicio de transporte público a diario, que marca una diferencia social en el AMG y favoreció el contagio.

Procedimiento

Primero se discutió colectivamente entre los investigadores participantes una propuesta inicial de proyecto para realizar la sistematización de la experiencia de vida durante la pandemia COVID-19. El planteamiento, los ejes y la batería de preguntas para realizar los autorreportes fueron propuestos por investigadores integrantes del proyecto con formación y experiencia en el campo de riesgo y psicología, y posteriormente, enriquecidos y validados colectivamente por el resto de los investigadores involucrados en el estudio. Los ejes identificados fueron los siguientes:

Técnicas

Se utilizó la encuesta de autorreporte como técnica para la recuperación de la información cualitativa, insumo principal para el análisis (Casas et al., 2003). Los principios planteados por el análisis del discurso se utilizaron para identificar el razonamiento y reflexión en torno de la información, así como para la construcción de categorías (Sayago, 2014). El grupo focal se empleó tanto para obtención de información de las experiencias de vida de manera colectiva como para el análisis de la información, y así generar reflexiones de cómo se construyen esas experiencias, en un contexto social de mayor incertidumbre y riesgo de enfermar y morir (Hamui-Sutton y Varela-Ruiz, 2013).

Análisis de la información

De los autorreportes se identificaron y seleccionaron fragmentos narrativos o unidades de sentido que representaran situaciones, estados psicológicos, emociones, consecuencias y significados relevantes respecto de los ejes temáticos y preguntas generadoras de la investigación. Los fragmentos seleccionados fueron agrupados y jerarquizados de acuerdo con los ejes temáticos. Se realizaron análisis e interpretaciones de cada caso en particular y luego de forma global, con una lógica de razonamiento inductiva.

En el grupo focal se realizó el análisis y discusión reflexiva de los autorreportes. Se construyeron matrices y el mapa mental (Ontoria et al., 2006) que representaron gráficamente los hallazgos más relevantes, entre los que destacaron las palabras y conceptos más recurrentes que, a su vez, se definieron como más significativos, emotivos o expresivos de sentimientos y emociones que aparecieron en cada uno y en el entorno familiar y de trabajo. Los conceptos y palabras reiteradas representaron los recursos disponibles como sujetos singulares y colectivos, en tanto integrantes de un cuerpo académico, como “comunidad cultural que comparte creencias acerca de cómo son las personas y el mundo o acerca de cómo valorar las cosas” (Bruner, 1991, pp. 97) y los procesos, en este caso, la pandemia. En este trabajo se intentó comprender y explicar lo que estaba sucediendo, el porqué de la pandemia y lo que pudiera suceder en un futuro mediato.

Se cumplen las normas de la American Psychological Association y la Declaración de Helsinki, así como los códigos de ética del Comité de Evaluación de Proyectos de Investigación del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara. Los participantes tuvieron previo conocimiento de los objetivos de la investigación, su método y beneficios. Colaboraron voluntariamente y acordaron que la información obtenida sería utilizada con fines de estudio. Se respetó la confidencialidad y anonimato de las narrativas de los autorreportes de los participantes, para los que se adoptó un nombre ficticio con fines de publicación, así como la libertad de revocar su consentimiento a la participación en cualquier momento. La opinión expresada en el artículo es de responsabilidad exclusiva de los autores.

Resultados

Mapa mental de las experiencias de vida ante la pandemia

Se generó un mapa mental a partir de sistematizar las respuestas del autorreporte sobre la experiencia en este periodo de vida común en el contexto de la pandemia de la COVID-19.

Se encontró un total de 292 palabras descriptivas de la experiencia y las de mayor frecuencia fueron las que refieren a: desastre, gobierno, muerte, pandemia y riesgo.

Primero se mencionó el componente riesgo como un concepto articulador de conocimiento, experiencia e interdisciplina, que define un tipo de desastre biológico, representado por la pandemia de la COVID-19 y la alta probabilidad de enfrentarse a la muerte. El otro componente de importancia es el de gobierno, que definió la experiencia con base en su responsabilidad y las acciones tomadas para reducir la exposición al virus.

En segundo lugar, las palabras que siguieron con mayor frecuencia fueron: capacidad (dudosa), contagio, y cubrebocas, articulado al riesgo y la capacidad relacionada con las acciones o políticas sanitarias del gobierno, como el uso obligatorio del cubrebocas.

En un tercer nivel de frecuencia están las palabras: emociones (nuevas), familiares (preocupación) y vacunación. Se manifestaron las emociones vividas, centradas en una preocupación por los familiares que pudieran contagiarse y morir y, por otra parte, la emoción esperanzadora de la aplicación de las vacunas que, al menos momentáneamente, hizo visualizar el próximo fin del desastre. Esta ilusión se problematizó por la aparición de las derivaciones del virus.

Un cuarto nivel estuvo conformado por dos expresiones: fallecimientos y quedarse en casa. La primera estuvo relacionada al conocimiento de múltiples muertes de personas conocidas: compañeros de trabajo, vecinos de los que fue imposible despedirse, nivel que se potenció por la exposición a información constante a través de los medios y las redes sociales. La segunda se debió a la acción del gobierno, en el sentido de la obligatoriedad de quedarse en casa que, si bien los participantes no tuvieron problema en cumplir, se percibió como una medida autoritaria que, además, no atendía la raíz del desastre.

El quinto nivel de frecuencia fueron las palabras: culpa, información desinformación, miedo, mujeres –que fueron las más expuestas–, y reflexiones. Se reconoce que la pandemia permitió una serie de reflexiones profundas alrededor del riesgo y del miedo, el sentirse vulnerable o culpable, e identificar la comunicación oficial contradictoria y alejada de una comunicación pertinente de riesgo. Con estas palabras de mayor y mediana frecuencia, se construyó el siguiente mapa mental (Figura 1).

Mapa mental de las experiencias de vida en pandemia COVID-19
Figura 1
Mapa mental de las experiencias de vida en pandemia COVID-19

Análisis del discurso de las narrativas

Eje 1: Antecedentes de experiencias previas de desastres

En la experiencia y el conocimiento previos sobre desastres, los participantes, en general, manifestaron no haber conocido y, mucho menos, vivido uno de la magnitud de la COVID-19. La referencia histórica más lejana data de los tiempos de la colonización de México, cuando los habitantes originarios fueron expuestos a nuevos microbios y bacterias que dieron pie a epidemias desconocidas como la viruela, y que el territorio que hoy se conoce como Jalisco, entre abril de 1734 y enero de 1735, enfrentó la gran epidemia de viruela durante la cual “cientos de personas murieron y muchas otras se contagiaron” (Quezada, 2021). El desconocimiento del virus y la manera de tratarlo dio origen a la Romería de la Virgen de Zapopan que desde entonces se celebra cada 12 de octubre. La pandemia de la COVID-19 tuvo la fuerza para suspender este importante ritual religioso durante los años 2020 y 2021.

En relación a epidemias recientes, los integrantes relataron lo experimentado con la epidemia de la influenza A (H3N2) de 1970 y la de la influenza A (H1N1) de 2009. En esta última fue también obligatorio el uso del cubrebocas, aunque ninguna epidemia había alcanzado la gravedad de la COVID-19.

Eje 2. Causas del desastre epidemia COVID-19

En torno a las causas del desastre, de las narrativas se extrajo lo siguiente: 1) es producto de la destrucción de la biodiversidad y del poder de regulación y prevención de enfermedades que tiene la naturaleza; 2) la pérdida de la biodiversidad significa la reducción de los espacios o territorios donde los virus habitan con organismos silvestres y por ello, para sobrevivir, encuentran hospedaje en la población humana, con sistemas inmunes debilitados; en ese sentido se acuerda afirmar que el virus se transmite como zoonosis; 3) su rápida propagación por el mundo se debió a la existencia de los múltiples puentes aéreos que permitieron la circulación diaria de millones de personas de un continente a otro, así como el consumo de carne de especies silvestres portadoras del virus.

En síntesis, se identificó que la causa del desastre no es tan solo el virus, sino, sobre todo, la pérdida de la biodiversidad, los estilos de vida dominantes, las dietas alimenticias no sanas y el deterioro de los sistemas de salud pública. Asimismo, se consideró como parte central coadyuvante del desastre, las contradictorias políticas sanitarias sustentadas en una visión medicalizada de la pandemia y las políticas (des)informativas (infodemia).

Eje 3. Experiencias durante el desastre por COVID-19

En este eje fueron destacados tres aspectos: cómo vivieron los riesgos derivados de la pandemia; los cambios y significados generados en su vida personal y familiar, y los efectos en la salud física y mental causados por esta.

Las experiencias de los participantes sobre cómo vivieron el riesgo y desastre por la pandemia COVID-19, manifestada a través de las narraciones, aludieron a la experiencia emocional, por la que destacaron los cambios sufridos en las condiciones de vida; las contradicciones de las autoridades y las incapacidades institucionales; la falta de conocimientos para enfrentar la pandemia, pero hicieron referencia al sentido de la vida. También hicieron hincapié en la idea de revalorar las relaciones sociales y con el entorno natural, así como las habilidades y aprendizajes personales incorporados. En lo narrado se afirma que durante “… la pandemia (se expresó) lo peor y lo mejor del ser humano” (E. Gómez, comunicación personal, 25 de mayo de 2022).

La experiencia emocional

El referente teórico que se consideró en este trabajo para abordar las experiencias emocionales de los participantes fue lo planteado por Hochschild (1979:561), quien conceptualizó la experiencia o el trabajo emocional como la capacidad que todas las personas tienen de sentir, evaluar y manejar las emociones siempre en relación con procesos cognitivos personales y la estructura social. Se adopta esta definición amplia y flexible para abordar las emociones y los estados psicológicos narrados sin diferenciar unos y otros. La experiencia tuvo diversidad de manifestaciones en respuesta al riesgo advertido para la salud y la vida y las condiciones que prevalecían en el contexto de la pandemia. Lo narrado como experiencia se sintetizó al agrupar los términos en cinco conjuntos: 1) miedo/preocupación/ansiedad/angustia/tensión/nerviosismo; 2) depresión/desesperanza/tristeza; 3) estrés; 4) molestia/enojo, y 5) frustración.

Se presentan las experiencias de vida que se consideraron más significativas en medio de la incertidumbre durante la pandemia.

Primer conjunto: miedo/preocupación/ansiedad/angustia/tensión/nerviosismo

El miedo se remitió a la alta probabilidad del contagio; a la posibilidad o al hecho de vivir la enfermedad, en un espacio aislado de la casa o en una cama de hospital, y a excluir el contacto humano.

“…miedo al caos e incertidumbre ante el riesgo de la epidemia” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…miedo de estar sola con síntomas de gravedad…” (B. Palacios, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…aceptar que la nueva normalidad contenga… el miedo al contacto humano” (P. Soza, comunicación Personal, 25 de mayo, 2021).

La preocupación fue relacionada con la vulnerabilidad percibida como especie y por la familia.

“Me sigue preocupando lo vulnerables que somos ante cualquier situación inesperada, catastrófica o fortuita…” (E. Gómez, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Entré en una preocupación constante por mi familia sobre todo los mayores de 60 años” (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…en plena pandemia… el embarazo (de hija)… y nacimiento prematuro (de nieto) nos tenía de nervios” (P. Soza, 25 de mayo, 2021).

La ansiedad se atribuyó al aumento de actividades, referido tanto en el trabajo como en la casa.

“…por tantas cosas que se tenían que hacer” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021)

Se reportó que el trabajo en línea fue abrumador, eliminaba los horarios de empleo e invadía la privacidad. Muchas horas frente a la pantalla no eran saludables.

La infodemia también produjo angustia. Esto sucedió al estar expuestos a “…información tan diversa y poco confiable” (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Pero también que, ante la política del miedo, el confinamiento supuso sentirse relativamente seguros solo en casa, lo cual significó, momentáneamente, ver la ciudad como un espacio de socialización derrotado. Todos los espacios públicos, incluso los parques, fueron erradamente cerrados y abandonados.

Segundo conjunto: depresión /desesperanza/tristeza

Lo más destacado aludió a la depresión por enfrentarse a la enfermedad y la muerte.

“…Depresión profunda (al) enterarse que muchos familiares … están enfermos, algunos de gravedad, incluso han muerto a causa de COVID-19” (B. Palacios, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…compañeros …que fallecieron por COVID u otras causas …y que no pudimos asistir a ningún ritual de duelo y despedida, …nos han sometido a un estado permanente de …depresión” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “… me deprimía saber de personas cercanas enfermas, de hospitales llenos, de escasez de oxígeno, ... (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…emociones que más he experimentado desde la suspensión de labores a causa de la pandemia de inicio a la fecha …es desesperanza…” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Ahora y en la espera de la vacuna sigo con una sensación de tristeza,…aunada a una vivencia muy cercana con la muerte” (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Tercer conjunto: estrés

En la pandemia se comprobó que el estrés enferma y mata. La forma como se informó el riesgo aparece como factor determinante de estrés. La explosión de noticias negativas sobre las muertes y contagios denotaban la magnitud del desastre y la posibilidad de enfermar y morir incrementaron exponencialmente los niveles de estrés que existían previos a la pandemia.

“Las imágenes y noticias que trasmitían los medios…y la lista de compañeros que fallecieron…nos han sometido a un estado permanente de estrés” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…ver en cada persona un potencial peligro para la trasmisión de la enfermedad es algo estresante” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Cuarto conjunto: molestia/enojo

Se manifestó ante situaciones laborales, contradicciones en la información y decisiones tomadas por las autoridades, e incumplimiento de medidas de seguridad.

“…molestia…al tener que ir a trabajar y atender pendientes…en plena contingencia…, darme cuenta de que salían (los mayores de 60 años) o que no se protegían…” (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…enojo…por tantas cosas que tenía que hacer (en referencia al trabajo)” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Quinto conjunto: frustración

Esta vivencia se refirió a que, como sociedad, se perdió la oportunidad para reorientar los comportamientos humanos y con ello prefigurar un futuro diferente.

“La COVID me ha generado…frustración…perdimos (la humanidad)…una oportunidad para orientar estilos de vida,…dar certidumbre ante estos desastres” (G. Ríos, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Cambios en los comportamientos y en los espacios en que se habita

El confinamiento obligó a realizar cambios de comportamientos: reducción de actividades sociales y del contacto humano, prácticas de consumo y medidas de protección.

“Cambios…el quedarse en casa es el que más impacto ha tenido…encierro” (G. Ríos, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Algo que me afectó mucho…y me sigue afectando fue el “encierro” (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Encierre total sin salir 14 días obligatorios. Alimentos y compras en tiendas, farmacias vía servicios tipo UBER, RAPPI, DIDI etcétera…Aislamiento durante las fiestas familiares…evitar a los seres queridos para no contagiarlos” (B. Palacios, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Muchos cambios en hábitos de compras y consumo, salidas, turismo, reuniones sociales y familiares...Hábitos de higiene extrema, nula asistencia a…restaurantes y eventos masivos” (E. Gómez, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Se identificó que quedarse en casa implicó nuevas rutinas y mayor carga de actividades en el hogar, y tiempo invertido para realizar las actividades laborales; más horas frente a una pantalla expuestos a la radiación electromagnética que, a su vez, supuso adquirir conocimientos y habilidades para el uso de tecnologías digitales. Por el contrario, el tiempo para el ocio y la diversión se vio reducido, así como la diversificación de opciones de recreación; restricciones para visitar sitios públicos y circunscribirse a actividades que se pudieran realizar dentro de casa. Fue difícil entender y aceptar que las actividades sociales colectivas hayan devenido en comportamiento de riesgo.

Resultado de esta crisis, en las narraciones se ubicaron cambios y significaciones

positivas relacionadas con el sentido de la vida (el ser); la necesidad y el valor de las relaciones y de convivencia; el desastre como oportunidad para descubrir habilidades y adquirir aprendizajes.

Sentido de la vida

El vivir la pandemia llevó a replanteamientos acerca de la propia existencia, a revalorar lo que se tenía –y que había sido alterado–, al cuidado de la salud y la vida. Se expresó la posibilidad de anticipar decisiones y se reflexionó acerca de aceptar o no que la nueva normalidad fuera el miedo y la práctica de medidas sanitarias sin la certeza de su eficacia.

“…me ha generado…una profunda reflexión de mi vida y mi quehacer” (G. Ríos, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…el valor de salir, convivir, viajar, estar con la libertad de hacer distintas cosas,… me he replanteado el valor de la vida…” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Esta situación me permitió …reflexionar en aspectos personales, verdaderas necesidades, atención de las condiciones de salud” (N. Casanova, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Me ha llevado (La Pandemia) … a experimentar que se puede vivir de otra manera en donde el eje no sean las exigencias y necesidades institucionales…la posibilidad de jubilarme…a no querer aceptar que la nueva normalidad sea el confinamiento recurrente, el uso cotidiano del cubrebocas y…el miedo al contacto humano” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “…reflexión acerca de nuestros patrones de vida, consumo, interacción entre nosotros y con el ambiente” (E. Gómez, comunicación personal, 25 de mayo, 2022).

Habilidades/Aprendizajes

Se advirtieron oportunidades para el desarrollo de habilidades personales y aprendizajes derivados del confinamiento y las medidas sanitarias aplicadas.

“Significó…un autoaprendizaje de sobrevivencia en condiciones de aislamiento,…uso de redes sociales, mi crecimiento profesional a pesar de condiciones difíciles y muy cambiantes” (B. Palacios, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “La pandemia…me está urgiendo aprender otros conocimientos como la agroecología…” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “Mis aprendizajes están en revalorar la fragilidad humana, la necesidad de hacer una vida más centrada en lo que da satisfacciones, armonía y lo que te hace feliz” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021);

Concepción integral de la salud

Otro resultado de la pandemia fue la identificación y la confirmación de posibilidades alternas al modelo médico tradicional, es decir, de maneras más integrales (holísticas) de concebir la salud y las estrategias para mantenerse saludable a partir del contacto continuo con la naturaleza,

“...Mi relación con la medicina y los médicos … es cada vez de menos confianza (relacionado con experiencias de muerte de familiares en hospitales, donde entran por una enfermedad y mueren por otra), …Mi mayor confianza es en estar regenerando mi sistema inmune…por continuo contacto con la naturaleza, …una casa …en contacto con ecosistemas me han servido para la autorregeneración de mi salud física, mental y emocional” (G. Ríos, comunicación personal, 25 de mayo, 2021); “… cosas positivas que ha significado estar en casa y en esta crisis, es poder irme a un mejor lugar para vivir, estar en contacto con la naturaleza” (I. Flores, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Contradicciones en la actuación de autoridades; ineptitudes e incapacidades institucionales

En palabras de los participantes, la pandemia dejó al descubierto contradicciones en la actuación de autoridades y en la forma en que se ha afrontado la contingencia; ineptitudes e incapacidades institucionales en el sector salud para prevenir contagios y muertes; la ineficacia del modelo médico dominante para combatir la pandemia, con una debilitada infraestructura de salud pública y con cuerpos con sistemas inmunes vulnerables. En las narraciones predominó la percepción de no estar preparado para esta pandemia, no solo por parte de los participantes, sino el gobierno o las instituciones de salud y educativas. Se expresó la diferente atención y disposición a mantener las medidas sanitarias.

“…me han fastidiado lo mensajes contradictorios de autoridades (institucionales) respecto al control de riesgos, …con alto nivel de mediocridad” (G. Ríos, comunicación personal, 25 de mayo, 2022); “La pandemia, …constató la precariedad del sistema de salud pública en México, …no me había sentido en riesgo o vulnerable frente al virus, …La duda, la incertidumbre de lo que el sistema (de salud) y la ciencia ofrecen frente al virus...la vacuna es una especie de placebo que produce una falsa sensación de seguridad… Las medidas preventivas y la vacuna solo prometen que los efectos serán menores…en un organismo sano” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Como se ha descripto, las experiencias, los cambios y los significados de la pandemia en los participantes, originaron efectos relacionados con un contexto inédito de riesgo, incertidumbre, enfermedad, posibilidad de pérdida de la vida propia y la de seres queridos. Las imágenes de noticias centradas en los fallecidos y contagios acentuaron la cercanía con la muerte. En el contexto del confinamiento, los cambios en los comportamientos trastocaron y colocaron atención en los estilos de vida de las personas y su relación con la naturaleza y otros organismos vivos; en la relación con el proceder de las autoridades de gobierno y de las instituciones, en las medidas sanitarias adoptadas, en la reducción de actividades sociales y el distanciamiento humano, la pérdida de la libertad y de la confianza.

Efectos referidos en la salud física y mental

Los efectos en la salud manifestados por los participantes, se agruparon en dos ámbitos: la salud física y la salud mental, sin dejar de reconocer que están relacionadas entre sí.

Las repercusiones en la salud física relatadas fueron haber vivido la enfermedad COVID-19, el agravamiento de enfermedades y nuevos padecimientos, que se atribuyeron al miedo, la preocupación, la depresión, el estrés, la ansiedad, el enojo, la fatiga y la frustración. También se presentaron enfermedades como infarto, alergias en la piel y dolores musculares atribuidos al estrés.

“…viví en una especie de cóctel estresante que me llevó a un infarto que, según el cardiólogo, pudo haber sido fulminante” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Con respecto a la salud mental, las condiciones y contextos de riesgo que la afectaron fueron los siguientes: a) la condición de enfrentarse a un virus nuevo, desconocido y peligroso; la exposición involuntaria, la posibilidad de contagio, enfermar y morir; b) la pérdida del control de la pandemia; la indefensión y la vulnerabilidad percibida; la incertidumbre de enfrentar una enfermedad que demanda una condición de salud humana óptima y recursos para resistirla, superarla y no morir; c) molestias por las medidas tomadas e incapacidad de respuesta por parte del gobierno; d) ajuste a cambios y restricciones en la vida personal, familiar, laboral y del contexto local, nacional y global, a lo que se sumó la necesidad de generar estrategias y medidas de prevención; e) la exigencia de espacios adecuados, adquisición de bienes y servicios para el trabajo a distancia y los requerimientos de tiempo y habilidades; f) la imposibilidad de anular o evadir la infodemia, y g) la estadía y coexistencia permanentemente con la familia como condición/ilusión para mantenerse alejados del contagio.

En resumen, el miedo afectó, inmovilizó y enfermó a los participantes, y fue potenciado por la política sanitaria del confinamiento, la infodemia y la posibilidad de contagio. Se temía recurrir a un hospital porque podía significar el enfrentar las carencias de infraestructura, recursos y equipo, así como a exponerse a la cercanía con la muerte real o percibida. El miedo también movilizó. Así lo mostraron las protestas y las críticas sociales ocurridas en Jalisco y distintas partes del mundo en plena pandemia sin acatar o desafiando las medidas sanitarias.

La salud mental también se vio vulnerada por pérdidas como la libertad para llevar la vida cotidiana acostumbrada, la falta de contacto humano, el distanciamiento social, la anulación de actividades colectivas y la limitada movilidad. La pérdida más fuerte se refirió a la muerte anticipada de seres queridos, así como la probabilidad de perder la vida propia o sufrir secuelas por el contagio. También hubo pérdida de confianza en la autoridad y en las instituciones.

La depresión reduce, incapacita a las personas a seguir desarrollando sus actividades cotidianas y funciones psíquicas. Esta se relacionó principalmente con la enfermedad y la coexistencia con la muerte.

El estrés se vio incrementado por la infodemia, la cercanía con la muerte, la percepción del contacto humano como riesgo, la confluencia de personas en el hogar, el trabajo a distancia, exigencias laborales, exigencia para adquirir nuevos conocimientos y habilidades, dependencia de las telecomunicaciones y adecuaciones de espacios.

“La Universidad definió una política flexible en cuanto a la presencialidad… Sin estar preparados para ello; sin contar con la infraestructura suficiente…, el hacer universitario se redujo a lo que se pudiera realizar a través de la pantalla, a través de las plataformas” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

“En el hogar, la coexistencia de muchas personas generó estrés; hacer del hogar la oficina u oficinas, o en aula(s), se convirtió en obligación…y exigió reacondicionar espacios y mobiliario en el hogar” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Lo anterior desencadenó múltiples efectos en la salud al estar sometidos a estilos de vida y trabajo extenuantes.

“Los trabajadores universitarios sufrimos de enfermedades y morimos por causas ligadas al estrés y trabajo exhaustivo producido por las políticas competitivas y productivistas… Nuestros días transcurren yendo de la pantalla de la computadora a la pantalla de la tv. ...El teletrabajo…tendrá consecuencias en nuestra salud” (P. Soza, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

En forma generalizada, se identificó también que los participantes, al tener un trabajo estable que garantizó sus ingresos y la satisfacción de sus necesidades básicas, relativizaron el impacto negativo de la pandemia en su vida personal y familiar.

“Esta vivencia la cuento desde una condición afortunada, con trabajo, con salud, con casa, con libros, con ingresos, con familia, con oportunidades y satisfacciones … (diferente a) muchos ...tuvieron que reinventarse para …llevar comida a sus familias, continuar pagando tratamientos médicos o para intentar salvar una situación extrema que le trajo la enfermedad y sus secuelas” (E. Gómez, comunicación personal, 25 de mayo, 2021).

Así, también se observaron planteamientos que contribuyeron a la salud mental: formas de vida orientadas a la armonía, la serenidad, la felicidad, la cooperación, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la mejora de vínculos, nuevas formas de relacionarse, establecimiento de prioridades y límites.

Eje 4. Medidas de prevención tomadas

En opinión de los participantes, las medidas de cuidado y prevención reconocidas como más efectivas fueron: evitar sitios públicos; mantener la higiene; estar informados e irse de la ciudad a zonas rurales. Estas medidas fueron adoptadas por decisión personal, familiar e institucional.

Respecto a si el desastre pudo evitarse, se expresaron dos ideas afirmativas y convergentes: por un lado, quienes consideraron que estos se gestan socialmente y, por lo tanto, pueden prevenirse y, por otro, que las epidemias, al ser parte de los procesos biológicos, puede ser intervenidas desde los ecosistemas.

Discusión

Metodológicamente, el primer reto que presentaron las narrativas fue buscar en ellas los conceptos o abstracciones para referirse al drama social (la pandemia/confinamiento). De ellas se partió para reflexionar, en torno a las posibilidades o potencialidades de la vivencia y exposición a este que se ha definido como el mayor desastre biológico y que las ciencias sociales califican como “hecho social total” (Mastrangelo, 2020) que, eventualmente, pudiera derivar a largo plazo en experiencia tanto singular como colectiva (Díaz, 1997, p. 6).

El contenido de las narrativas sobre las experiencias de vida coincidió con la definición de experiencia que plantea Larrosa (2006) al afirmar que esta implica dar importancia, sentido, manifestarse emocionalmente y analizar reflexivamente sobre los acontecimientos para su entendimiento. Esto incluye también observar los hechos en una lógica coherente y fundamentada.

Si como dicen Dewey (2002) y Larrosa (2006), las experiencias adquieren un carácter transformador de los comportamientos sociales y singulares a partir de la influencia de lo vivido en el pasado, no está claro aún si la experiencia o el trabajo emocional (Hochschild, 1979) tenido durante la pandemia llevará a corto plazo a nuevos comportamientos; a posicionarse de manera diferente, crítica, respecto de prácticas, conocimientos y creencias que le daban sentido a nuestra vida cotidiana, así como al tipo de relaciones políticas y de la sociedad con el Estado y la naturaleza.

Sustentado en los autorreportes a través de las experiencias narradas, pudo advertirse que algunas prácticas cotidianas fueron alteradas. Faltaría ver si estas son sostenidas pospandemia, para, estar en condiciones de, como señala Dubet (2011), afirmar que la cristalización de la experiencia está ya sucediendo en los ámbitos individual y familiar. Si así fuera, no sería un hecho menor porque en México la familia sigue siendo una célula básica de la sociedad. También se enunciaron cambios en lo laboral, tanto respecto de las relaciones con los estudiantes como en torno a la comprensión de los riesgos de seguir trabajando bajo las dinámicas impuestas institucionalmente. Sin embargo, al respecto se debe ser más cauteloso porque si bien son importantes los cambios, su consolidación no depende solo de las decisiones individuales.

Cuando Dubet habla de “cristalización”, hace pensar que la formación de la experiencia es un proceso incierto, que podría suceder o no, ser de mediano o largo plazo que alteraría la subjetividad y los deseos para no seguir reducidos a los modos y modas de consumo y las formas de trabajo productivista o de competencias (Dubet, 2011). El conjunto de subjetividades a las que alude Dubet –emociones, sentimientos e ideas–, se hicieron evidentes en las narrativas personales.

El análisis de los autorreportes permitió comprobar, –en línea con Bruner (1991), pero con un matiz sustantivo–, que las narrativas son instrumentos a través de las cuales es posible encontrar el sentido potencial de las experiencias. La pandemia por la COVID-19 es un desastre en marcha, no concluido aún. Faltan procesos por vivir y ver, de manera que las percepciones, emociones y comportamientos personales y sociales cotidianos podrían alterarse aún más. Sin embargo, en sentido contrario, es muy alta la posibilidad de que, en general, la sociedad vuelva a la normalidad anterior a la pandemia y compruebe nuevamente no haber adquirido experiencia de esta que, reiteradamente, se ha considerado el mayor desastre de la historia, como lo ha clasificado el fundador del Foro Económico Mundial Klaus Schwab (Meyer y Schwarze, 2021).

Por la COVID-19 u otras enfermedades ocurrieron millones de muertes en el mundo y se vieron afectados muchos cursos de vidas (Adam, 2022). Los participantes en este estudio se consideran provisionalmente, sobrevivientes de la pandemia.

De acuerdo con Koselleck (2001) se puede afirmar que desde el siglo XX a la fecha y en la vida de los participantes, no se había presentado un desastre de tal naturaleza y no está registrado en la historia un número tan alto de personas en el mundo que hubieran sido sorprendidas, impresionadas, atemorizadas, confinadas y muertas como en este caso.

Benjamin (1933, citado por Kuecker, 2020) manifestaba que para alcanzar el nivel de la experiencia faltaría el proceso de reflexividad y una atención a la disminución de la vulnerabilidad y aumento de la resiliencia. La vivencia por sí sola no produce experiencia. Esta deviene de lo vivido reflexionado y subjetivado.

El miedo llevó a realizar acciones de manera acrítica, pero, sobre todo, a obedecer instrucciones sanitarias invariables: quedarse en casa, usar cubrebocas, lavarse continuamente las manos, aplicación de gel y mantener la sana distancia. A todo esto, se agregó el llamado a vacunarse, lo cual, como se sabe, no evitó el contagio e incluso la muerte, pero, lo más importante y cuestionable del proceso de vacunación es que a muchas personas les generó la sensación de protección y los llevó a relajar las medidas sanitarias, en tanto que los gobiernos hacían lo propio en torno a la apertura de actividades.

La pandemia, si bien en sus inicios llevó al cierre de varios establecimientos y al auge de las compras en línea, hacia el otoño y el inicio del invierno de 2021 –en el hemisferio norte–, cuando se anunciaba la aparición de la variante Ómicron, prácticamente todas las actividades económicas estaban restablecidas y se hacía difícil mantener la distancia entre personas.

La vida cotidiana se alteró súbitamente. Aun quienes pregonaban la necesidad de cambiar el estilo, la forma y la velocidad de la vida, se vieron sorprendidos. Un virus paralizó todo el funcionamiento de la sociedad y las rutinas cambiaron por la aparición de un factor externo. Y es aquí donde se esconde la posibilidad de no convertir en experiencia lo vivido durante la pandemia.

El miedo, además del sufrimiento, la vulnerabilidad, el trauma y la construcción del riesgo, se ha considerado negativos por sus capacidades desmovilizadoras de la sociedad (Gloss-Núñez, 2021). Y aunque esto mismo puede ser movilizador, en general, la desmovilización social vía el miedo al contagio y a la muerte por COVID-19 fue lo que predominó. Lo narrado en este trabajo, sobre las experiencias de vida durante la pandemia por COVID-19, coincide con lo señalado como consecuencias de la misma pandemia por otros autores: ansiedad y depresión (Fullana et al., 2020), miedo y depresión (Pak et al., 2021), miedo (Medeiros et al., 2022), ansiedad (Orozco, 2022). Igualmente se reconoce que los desastres generan daños a nivel emocional en los que se destacan el miedo y el distanciamiento social (Alcota y Aravena-Reyes, 2020), y también, en la necesidad de implementar medidas de prevención e intervención para un adecuado manejo de las emociones (Orozco, 2022) y reducir daños.

Entre las limitaciones de este estudio, se mencionan el reducido número de casos que se consideraron para abordar las experiencias de vida; el tiempo –un año– para hacer la investigación y, por último, que la investigación se hizo en el mismo tiempo en que se vivían las experiencias objeto de análisis, aspectos que habría que considerar en futuras investigaciones.

Conclusiones

En la definición de los desastres se deben considerar perspectivas integrales y abordajes multidimensionales e interdisciplinarios que incluyan y sistematicen sus implicaciones en toda su complejidad y tomen en cuenta las experiencias de los sujetos.

Las experiencias de vida de los participantes fueron múltiples. La salud mental fue alterada y destacan el miedo, la depresión, y el estrés por la pérdida de personas cercanas, por las contradicciones y desacuerdos frente a las medidas impuestas, la privación de libertades y el replanteamiento súbito del modelo de vida en curso; por haber estado o sentido estar en la antesala de la propia muerte o de haber visto afectada la salud personal; por la pérdida del control ante la pandemia, y por cuidar de otros a costa de la propia salud, por autocontrol de emociones y el trabajo extenuante, bajo el modelo productivista y de competencia.

Las formas expansivas, invasivas y no siempre certeras de la comunicación de riesgos en esta pandemia contribuyeron al miedo, la ansiedad y a elevar el estrés.

Adquirir experiencia significa también saber y decidir qué hacer, y que no, para evitar nuevos desastres.

Se puede afirmar que las pandemias anteriores no cristalizaron en experiencia transformadora, así pareciera, por el alto registro de daños, pérdidas, muertes y las alteraciones a la vida cotidiana. Es muy pronto para saber si esta será un caso diferente.

Los participantes se reconocieron vulnerables durante la pandemia al no estar preparados para la muerte anticipada, sorpresiva, masiva e inexplicable, lo que apremia mayor resiliencia social para evitar nuevos desastres.

Se tendrá que seguir con reflexiones críticas acerca del porqué los gobiernos optaron por el confinamiento y la vacunación como vías privilegiadas contra el contagio del virus y relegaron la comunicación de riesgos para el cambio de comportamientos, prácticas alimentarias que fortalecen el sistema inmune y las capacidades de las personas para proteger su salud y prevenir enfermedades. También habrá que investigar por qué, en general, la sociedad, acató acríticamente, durante la pandemia, las indicaciones sanitarias de las cuales no está convencida, como también indagar sobre actitudes de desafío y desatención.

Los participantes manifestaron haber aprendido de la sobrevivencia en condiciones de aislamiento, del incremento en las cargas laborales y de las experiencias negativas, como la necesidad de replantear la forma de alimentación, de convivencia y de actividad física.

Los conocimientos científicos acumulados resultaron insuficientes para contener la pandemia y para comprender lo que sucedía. El sistema de salud y la sociedad se vieron superados en sus capacidades. Después del periodo de estudio, la pandemia no ha podido ser contenida. Los contagios y los decesos siguen, así como las reflexiones sobre la pandemia. Por tal motivo, urge adoptar perspectivas sobre y para la salud centradas en comportamientos preventivos en las que se incluya el manejo de emociones, fortalecer el sistema inmune de las personas, aumentar el contacto con la naturaleza y robustecer los ecosistemas por sus beneficios para la salud y el bienestar, y para la prevención de enfermedades y desastres.

La pandemia fue identificada por los participantes como una oportunidad para un cambio en las relaciones y un cambio de comportamiento, pero también para generar mejores estrategias para enfrentar momentos de crisis. En esa posibilidad se esconde la potencialidad disruptiva de la pandemia. Pero es solo eso: potencia y posibilidad.

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