
Recepción: 16 Mayo 2016
Aprobación: 15 Julio 2016
Resumen: La cultura ambiental es una racionalidad que cuando se impacta en otros ámbitos demuestra el vigor de su epistemología y las exigencias de un enfoque valorativo, que centrado en lo cultural configure una integralidad donde el uso emerge como aspiración importante. Con esa perspectiva este trabajo se propuso articular el continuum naturaleza–sociedad y mediatizarlo con las funciones del trabajo social, los instrumentos de la observación, la entrevista y el análisis discursivo; que con enfoque semiótico demostraron la trascendencia metodológica del continuum, la aplicabilidad de la racionalidad ambiental y la importancia que ese campo de la política pública está desempeñando en el Cantón Arenillas para convertir la relación valorativa de la naturaleza en un éxito de la estrategia del buen vivir.
Palabras clave: Naturaleza-sociedad, racionalidad ambiente.
Abstract: Environmental culture is a rationality that when it impacts on other areas demonstrates the vigor of his epistemology and the demands of an evaluative approach that focused on cultural set up an integrity where use emerges as supreme aspiration. With that perspective this paper was to articulate the nature and mediatizarlo-Society continuum with the functions of social work, instruments of observation, interview and discourse analysis with semiotic methodological approach demonstrated the importance of the continuum, the applicability of environmental rationality and the importance of this area of public policy is playing in Canton Arenillas to convert the invidious nature relationship in a successful strategy for Good Living.
Keywords: Nature and society, environment rationality.
INTRODUCCIÓN
La cultura ambiental es una propuesta necesaria de la sociedad contemporánea, sobre todo cuando lo sustentable se erige como un ideal para armonizar las relaciones que caracterizan los vínculos creados por el hombre con la naturaleza. La conflictividad aludida ha sido tratada con mayor énfasis a nivel macrosocial, pero no ha tenido la misma recurrencia desde la perspectiva microsocial, donde son muy diversos y carentes de control legislativo los efectos nocivos que tanto para la naturaleza como para el individuo tienen prácticas que desconocen el carácter cultural de esa relación. En ese carácter es donde es viable el rol del trabajador social para configurar una conciencia ambientalista en los sujetos, quienes con un conocimiento teórico y práctico sobre los cambios ambientales pueden aportar experiencias para el desarrollo sustentable. El principio en que se puede sustentar dicha relación visiona el desarrollo tecnológico y sus riesgos para la salud desde la perspectiva de la teoría de la probabilidad y los instrumentos básicos de la ciencia del medioambiente.
Ese sedimento empoderará a los sujetos que desempeñan roles tanto de enseñanza como de aprendizaje. Para quienes laboran como trabajadores sociales, la labor de enseñar incorpora una configuración con un enfoque comunitario; lo cual hace posible que cumplan funciones donde están contenidas las necesidades requeridas para una armonía con la naturaleza en la actual sociedad (Barreras, 2014). En el caso de los segundos, su aprendizaje de nociones de una cultura ambiental y la convicción de los retos del saber representa instruirlos para conservar la especie y asegurar una actitud responsable para las poblaciones de riesgo. Este artículo tiene el objetivo de explicar el saber del efecto de los cambios climáticos en la combinación de los componentes físicos y biológicos del entorno a partir de una perspectiva humanista y epistemológica de la interrelación desarrollo ambiental, desarrollo humano y salud humana.
El trabajo social ha surgido como respuesta al redimensionamiento de la sociedad, donde fenómenos complejos como la urbanización crean conflictos que deben ser atendidos por agentes con una alta capacidad de reacción ante las contingencias que tensionan a los sujetos. Por tales condicionamientos el escenario principal de este trabajo son las comunidades para buscar soluciones educativas a los problemas del mundo contemporáneo. Al referir respuestas de orden educativo se establecen gnoseologías y axiologías que insertan dimensiones especulativas, normativas y analíticas, con las cuales enriquecer a los individuos mediante vías que orienten su conducta.
Las situaciones de pobreza generan una realidad muchas veces fracturada ambientalmente, que moviliza una labor de lucha; esa labor constituye un acompañamiento para realizar procesos de integración que no generen otras dependencias y dignifiquen a las personas ayudadas (Bermejo y Martínez, 1998). Un principio que el trabajo social ha erguido es la autoayuda, desde una actitud empática del trabajador social. Con esta aptitud este trabajador adopta el marco de referencia interior del otro, con lo cual puede orientarlo en la construcción de una capacidad que puede ser cultural, si construye significados insertos en un proceso productivo.
Un enriquecimiento cultural envuelve necesariamente visiones alternativas de actividades, relaciones y procesos; donde la complejidad no está finalmente en la palabra, sino en los problemas que significantemente indican sus variaciones de uso (Williams, 1976). Entre estos usos ocupa un lugar sustancial el manejo de unidades significativas que provocan reacciones de comportamiento (Eco, 1986). Es oportuno diferenciar la dimensión significativa de un culturalismo reduccionista para el que no existe dialéctica entre naturaleza y cultura, puesto que naturaleza siempre es cultura (Soper, 1995). Una diferenciación a propósito coloca los matices que puede generar la naturaleza, delimitando la acción de los individuos; lo cual permite indicar que existe una modelación cultural concreta y reflexiva.
A ella se adscribe el presente trabajo cuando se ubica ante el deterioro de los ambientes y propone formar una cultura de la naturaleza, hecho que significa poner en práctica una filosofía educacional cuyos fines interpreten los procesos educacionales vinculados en la interconexión conciencia–sociedad desde la tipificación del ambiente natural. Esos ambientes se analizan como naturaleza, comunidad y los problemas asociados, donde interactúa una diversidad de individuos (Aroca, 2015). La propuesta a partir de una perspectiva ontológica supone la emergencia de un modelo que debe ser desarrollado mediante la educación, que propicie la construcción colectiva con una participación consciente de los involucrados, como actores de la comunidad.
La relación valorativa del hombre con la naturaleza
Para poder influir en la construcción de una comprensión en el hombre, que le permita evaluar su ambiente, conviene acotar el término naturaleza que se adopta. El mismo puede especificarse como aquellas estructuras y procesos que son independientes de la actividad humana y cuyas energías y poderes causales constituyen las condiciones necesarias de toda práctica humana. Apropiarse de esta significación, entonces, es incluir una percepción del contexto necesario donde el mismo sujeto se siente en condiciones de descargar su potencial, que puede impactar de modo positivo o negativo en su supervivencia. Ese sentido binario es el que permite establecer que existe una dimensión cultural en la práctica interpretativa del individuo, lo cual presupone una diacronía de significaciones que tienen como fuente las estructuras y procesos existentes en los condicionamientos objetivos en que se desenvuelven los sujetos.
Evaluar esas condiciones e incorporarlas a un comportamiento ético con el ambiente es asumir su trazado simbólico, y en un proceso de reconocimiento producir símbolos porque en su propia naturaleza se trasciende a sí misma (Eagleton, 2001). El movimiento representado en esa trascendencia lo opera el signo, que abre una distancia entre los sujetos y los entornos materiales, creando otra realidad semántica que se instala en las conciencias para narrar su historia. Con esas narrativas se comunica y dialoga en armonía con el ambiente y los otros sujetos que aparecen en él.
La elaboración de significados como construcción sociocultural de la naturaleza conlleva cualidades distintivas: es portadora de significantes y posee un condicionamiento textual-cultural erigido por los sujetos en la sociedad en el devenir de la vida cotidiana. Es decir, hay una memoria semiótica y una práctica discursiva desarrollada sobre la naturaleza, que requiere ser activada mediante el trabajo social para instalar una semiosis que comunique a los individuos y concientice los efectos, sus modelos y las regularidades que en los comportamientos ambientales y culturales conviene que esos sujetos revelen.
El trabajo social ante el deterioro medioambiental
En las acciones que despliegan los sujetos para producir o eliminar las sustancias contenidas en los productos consumidos se producen formas de riesgo para la salud y la vida en la sociedad. Esas amenazas pueden tener un origen de orden social; más frecuentemente en países en desarrollo o sectores pobres, con escasez de saneamiento, suministro de agua y alimentos; los cuales contribuyen a la propagación de enfermedades transmisibles. Esas amenazas constituyen un desafío para el trabajador social, que no puede desconocer que su labor a favor de la transformación de las problemáticas sociales existentes en el espacio donde se desempeñe determina la reducción y prevención de efectos negativos, cuya neutralización parte de una indagación en el contexto para la generación de saberes que formen una conciencia en los implicados.
La mala calidad de la vivienda y la movilidad humana pueden ser un factor de riesgo en el establecimiento de amenazas a la salud en sectores vulnerables. El sujeto, en tanto ser cultural, está implicado en sus actos en el medio natural y social y es responsable de sus consecuencias. Una epistemología que contribuya a explicar la articulación de los procesos naturales, tecnológicos y culturales demanda aportes teóricos como el concepto de racionalidad ambiental, que la sicología utiliza para explicar los niveles sustantivos, teóricos, técnicos y culturales. El último de estos favorece el desarrollo de reglas sociales y culturales, valores estéticos, sistemas de significación y de conocimiento (Leff, 1994). Empoderar a las comunidades con este saber dinamiza sus actos en pro de una seguridad multidisciplinaria y metodológica en la identificación de riesgos.
Los riesgos ambientales y los riesgos sanitarios ambientales en la salud humana son un resultado de la relación consumo-desechos de bienes materiales y contaminación ambiental, problema público que depende mucho de su manifestación. Esa relación es un problema público porque además de las políticas exige enfrentamiento. Un riesgo ambiental es la probabilidad de que se produzca, derivado de las actividades productivas de la sociedad, un daño al medioambiente del cual depende la vida (Vega, 2014). Adquirir estos conocimientos viabiliza soluciones para los complejos fenómenos que se producen en los agrupamientos sociales y su interacción con los sistemas naturales; encauza científicamente las estrategias de contención social para solucionar desajustes ocasionados a dichos sistemas y lograr que se reviertan positivamente al componente social (Aledo y Domínguez, 2000).
METODOLOGÍA DE TRABAJO
Las problemáticas sociales y culturales que impactan decisivamente en el estado de la naturaleza guardan nexos con prácticas nocivas patentes en el uso de las áreas naturales, ya que estas en ocasiones son manipuladas como destino de desechos, que tornan vulnerables a los sujetos como resultado de la realización de prácticas, como el engorde de animales en ámbitos familiares, carentes de las condiciones sanitarias mínimas y suficientes en lo referido a la higienización; lo cual se agrava con la deficiente limpieza de las áreas y espacios domésticos. En estos grupos familiares existe una convivencia con un número excesivo de animales, que arrojan las excretas a las vías. Estos comportamientos negativos demuestran desconocimiento de normas de convivencia, fundamentales en la configuración de reglas para la interacción con la naturaleza.
Los problemas socioculturales aludidos se expresan mediante un deterioro de las condiciones naturales, lo cual es palpable en las comunidades seleccionadas, configuradas como modelos culturales. Dichos modelos conforman maneras de interactuar de la sociedad con la naturaleza. Una orientación semejante exige explicaciones relativas al modo en que influyen los factores culturales, y en especial los significados, en la elaboración de las disímiles maneras que adopta la asimetría discursiva, en tanto respuesta a la naturaleza. Ese posicionamiento aportaría procedimientos eficaces para el aprendizaje de normas que orienten la relación de los sujetos con la naturaleza.
El reconocimiento de los principios que generan los modelos culturales aludidos esclarecerá la trama de relaciones del nexo sujeto-naturaleza y el espacio de apropiación cultural, donde serían más fértiles las interpretaciones de las estrategias que la posibilitan. El primer asunto es identificar las nociones de cultura con que operan y las limitaciones en la participación asumida por los sujetos, incluida una actitud agnóstica. Este enfoque permitirá evidenciar la autogestión de los actores, la subjetividad significativa para la comprensión de la racionalidad ambiental.
El movimiento que va desde la subjetividad significativa hasta la racionalidad ambiental facilita la interpretación de las relaciones de ayuda que pueden ponerse en práctica para orientar a los actores en la utilización de los significados de la naturaleza, proceso que se comporta como una construcción cultural, que se aprende y se reproduce condicionado por el universo de significados desde el cual los actores se proyectan hacia el mundo exterior.
El procedimiento empleado responde a una metodología cualitativa aplicada al caso, que particulariza una interpretación de los discursos de los sujetos y las descripciones de situaciones en las que está presente la naturaleza.
La aplicación de un estudio de caso permitió la comprensión de hechos en escenarios individuales, para descubrir relaciones y conceptos importantes. Esta tipología investigativa enriquece el conocimiento del papel de la cultura en las trasformaciones de los sujetos en los contextos comunitarios, que tiene como finalidad determinar la incidencia de las normas culturales en el manejo de la naturaleza (Correa y Muñoz, 2001). Se piensa como examen intensivo de una situación de un sujeto en su propio contexto. A su vez, se complementa con la realización de entrevistas empleadas para identificar, a través de los discursos, las asimetrías productivas de lenguaje y las maneras en que cada actor se apropia y construye una cultura de la naturaleza.
RESULTADOS
Las formas discursivas estudiadas identificaron la existencia de matrices culturales en la comunicación social desde la edad, que argumentan valores reconocidos en el paisaje natural.
El grupo social representado por jóvenes estudiantes, en razón del capital cultural que ha propiciado la escuela, tienen un conocimiento más amplio acerca de las interacciones que subyacen en la dicotomía naturaleza-sociedad. Estos conocimientos son socializados en los medios de comunicación mediante informaciones productoras de mensajes que forman a los sujetos y las familias cuando frecuentan el uso de productos con esta orientación simbólica; la falta de espacios sociales dispuestos para socializar conocimientos y experiencias daña la posibilidad de profundización de esas informaciones en la práctica social en los recintos de la Cuca y La Pitaya en el cantón Arenillas, provincia de El Oro.
Las personas en edad laboral que residen en el cantón generalmente tienen la responsabilidad de llevar al resto de la familia el sustento, que se vincula a labores con el medio natural. Estas personas no observan el cumplimento de normas construidas y reguladas para cada actividad, entre las que se encuentra el cuidado y conservación de los elementos naturales para cada situación. Las normas aprendidas son trasladadas a sus entornos familiares y al resto de los espacios en los cuales realizan actividades de su vida cotidiana, con lo cual incrementan los daños ambientales. Por lo tanto, se hace imprescindible modificar esos comportamientos desde la gnoseología de la ciencia del ambiente, de manera que con una mejor preparación estén en condiciones de asumir posturas responsables y adoptar diferentes alternativas que contribuyan al mejoramiento de los ámbitos naturales.
La coyuntura económica personal ha determinado el desarrollo de actividades socioeconómicas con un alto vínculo natural. La poca observancia de medidas higiénicas para desarrollar dichas acciones, que tienen significación en las condiciones naturales, como la pesca, hacen que estas personas no puedan disponer de tiempo para informarse acerca del mejor modo de vincularse con la naturaleza. De modo que al carecer de estos conocimientos contribuyen a fracturar el ambiente en que viven.
En el transcurso de la investigación se observó que en los asentamientos se desarrollan actividades como la cría de animales domésticos sin ordenamiento del destino de los desechos, situación que genera riesgos para la salud; estas actividades, al no estar controladas por ninguna entidad o reglamento, son realizadas sin ningún tipo de fiscalización y casi siempre tienen un gran peso en los altos índices de contaminación y degradación que presenta la naturaleza en los asentamientos. En la crianza de aves de corral se observó el manejo inadecuado de los insumos y productos residuales sin las medidas necesarias de control higiénico. El trabajador social tiene ante sí un ámbito para realizar un análisis profundo de sus funciones e interpretar las prácticas sociales de los sujetos, ya que sus argumentos pueden persuadir a los comunitarios para que alcancen una autoconciencia, que no solo los situará en el conocimiento sobre sí mismos, sino también sobre su mundo; con ese reconocimiento viene el hacer (Undiks, 1990), manera de lograr trasformaciones en los sujetos con larga vida.
En los ejemplos de las entrevistas realizadas a los sujetos, mostradas en este trabajo, se aprecia la coincidencia de juicios en discursos como los que se relacionan. Las actitudes que adoptan pueden tipificarse del modo siguiente:
Hombres adultos: vivo de la pesca y la naturaleza me brinda lo que oferto; nací aquí y esta es mi manera de vivir: directamente de lo que extraigo del mar; me gusta pescar y lo disfruto; el mar es una parte de mis trajines cotidianos; soy como él, si está tranquilo, yo también; el mar es mi otra vida, mi paz; allí converso con él y el mar me responde, es una conversación donde él cuida de mí.
Mujeres de la tercera edad: vivir entre ambientes y árboles es una bendición; el aire y los olores agradables de las montañas agradan y se llevan otros olores, es nuestra satisfacción y con ese orgullo andamos (…); eduqué a mis hijos para que quieran el orden, dentro y fuera de la casa; la naturaleza también es parte de nosotros, pues nos da la alegría (…).
Estudiante adolescente: en la escuela aprendo sobre la importancia de la naturaleza para la comunidad; mi familia me enseña a cuidar las plantas, ellas nos brindan frutos y oxígeno limpio para respirar, hablo de esos temas con mi abuela (…); todos debemos conservar la naturaleza, pues está muy contaminada.
Hombre de la tercera edad: la vida es difícil, obliga a lo mal hecho, como dañar los suelos, pero no tuve otra posibilidad que desmontar este monte, que tiene una vista bonita, y hacer este sembrío; el suelo aporta lo que uno le dé, no lo hago con las técnicas adecuadas, pero siento alegría y muchos deseos de sacar más a la naturaleza, por ella es que mantengo hoy mi familia, claro que no soy responsable, somos campesinos.
Hombre desocupado: Yo vivo luchando en lo que puedo; sé que no debo hacer muchas cosas, pero no tengo otra cosa que vender, de ahí que hago lo que sea, me arriesgo con las autoridades; sé que se afecta la naturaleza, el aire también, pero por acá no hay ríos ni nada; además, por este poquito de basura no se va a acabar el mundo.
La crianza de cerdos y gallinas es una actividad que permanentemente afecta el cauce o a la vía pública. Los alimentos de estos animales son tratados de manera inadecuada, lo cual provoca que proliferen los malos olores y las moscas. Esto convierte el ambiente en un espacio fértil para las enfermedades trasmisibles. Todas estas situaciones pueden constituir temas de talleres y charlas para configurar una conciencia colectiva.
Estas personas se muestran indiferentes con los daños al medioambiente; de ahí que el trabajo consista en persuadirlos para que asuman sus responsabilidades individuales ante los problemas que presenta la naturaleza y sientan afectividad hacia la misma.
En el Cantón Arenillas de los 23 sujetos entrevistados el 42 % refiere informarse por los medios de comunicación masiva sobre temas afines a la naturaleza, al menos una vez por semana. Ese indicador expresa la necesidad de poner a disposición de estos sujetos una información que transforme sus mentalidades y convierta los temas afines a la naturaleza en una necesidad frecuente. Esa aspiración no se consigue solo con charlas, interesa la participación comunitaria desde una racionalidad ambiental, donde los significados de la naturaleza sean manejados a diario.
La frecuencia y cantidad con la que los actores reciben informaciones sobre la naturaleza incide en su percepción y valoración sobre la misma. Constituye además una motivación para compartir sus preocupaciones con familiares, amigos y compañeros; ya sea en el hogar o en otros espacios públicos. En ellos pueden operar los trabajadores sociales junto a sus comunidades para la socialización de la información por otros medios, como es la comunicación interpersonal, de modo que se fortalezcan los lazos entre sujetos de diferentes generaciones y grupos sociales.
De este modo se puede contribuir a la formación de redes formales o informales de comunicación y se fortalece la identidad propia del asentamiento, que se manifiesta en los códigos educativos, que a su vez matizan las normas culturales que rigen los comportamientos sociales. Se pudo constatar que para los actores de las comunidades del Cantón la socialización de la información sobre la naturaleza implica no solo afianzar lazos de afinidad entre ellos, sino también desarrollar valoraciones afectivas y normas adecuadas que repercutan en su responsabilidad individual y colectiva con respecto a la conservación del entorno natural.
El trabajo social en Arenillas es una fortaleza que contrarresta el deterioro del medioambiente por los sujetos y enfrenta las situaciones construidas en el medio donde viven; al mismo tiempo, demanda una subversión del desconocimiento, una activación de los discursos estéticos sobre la naturaleza y la generación de espacios para el diálogo de saberes sobre el comportamiento responsable con el medio. De ese modo se crea una trama social que resignifica las estrategias de valorización con que las posiciones se confrontan en el espacio social. La agencia valorativa debe tener como centralidad el universo de discursos con los cuales el hombre ha reconocido a la naturaleza en un diálogo de siglos.
CONCLUSIONES
Los métodos interpretativos que exige el trabajo social demandan el dominio de una epistemología que se desarrolla donde las ciencias del ambiente natural sistematizan explicaciones más transdisciplinares, dirigidas a los valores simbólicos que pueden activar los sujetos que realizan funciones mediadoras y establecen relaciones de ayuda. Apelar al continuum naturaleza-sociedad es un modo de aportar la perspectiva integradora que la ciencia emplea para explicar otro comportamiento hacia la naturaleza. Un flujo deja atrás las polarizaciones y evalúa las interacciones como movimientos continuos donde el sujeto se aprecia atribuyendo efectos y recepcionado respuestas simétricas con su comportamiento hacia lo natural. El enfoque cultural, sustentado en los problemas que significantemente indican variaciones de uso del término, se visiona como una apertura a la reflexión sobre el ambiente; el juicio explicativo posicionado en el uso representa un diálogo intenso, una asimetría en las comprensiones de los valores naturales, con lo cual se eleva la dimensión gnoseológica de las condiciones de existencia y se clarifica su rol de garante de la vida humana.
Para el Cantón Arenillas esta explicación representa una validación de sus esfuerzos para hacer realidad la política del buen vivir, cuyo discurso amenaza convertirse en una consigna si no se realiza con ejemplos como los presentados en este estudio, donde se argumentan las múltiples miradas que tiene el trabajo social cuando se hace más objetivo y académico.
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