Dossiê
De órgano de expresión institucional local a publicación de vanguardia regional: las dos épocas de La Revista de El Círculo de Rosario en la modernidad cultural de los años ‘201
De um órgão de expressão institucional local à publicação de vanguarda regional: as duas épocas da La Revista de El Círculo de Rosario na modernidade cultural dos anos ‘20
From an organ of local institutional expression to regional vanguard publication: the two stages of La Revista de El Círculo de Rosario in the cultural modernity of the 20s
De órgano de expresión institucional local a publicación de vanguardia regional: las dos épocas de La Revista de El Círculo de Rosario en la modernidad cultural de los años ‘201
Antíteses, vol. 12, núm. 23, pp. 221-256, 2019
Universidade Estadual de Londrina

Recepción: 01 Abril 2019
Aprobación: 18 Junio 2019
Resumen: Este artículo analizará como objeto a La Revista de El Círculo de Rosario (Argentina) en tanto expresión gráfica que le imprimió a sus páginas una idea fuerza constante, esta es la de ser el germen de una revitalización intelectual, cultural y artística para la ciudad de Rosario hacía comienzos de la década de 1920. La originalidad del trabajo consiste en el cruce entre los aspectos textuales con los del lenguaje visual, enfocando la existencia de ciertos argumentos e indicios que nos permiten claramente proponer la demarcación entre dos épocas o etapas al interior de la revista, sosteniendo la idea de la presencia de una ruptura temática, iconográfica e ideológica entre ambos momentos, destacando el paso desde un primer momento en que la revista se conformaba como órgano de expresión de una asociación cultural local, hasta convertirse en una publicación autonomizada con características vanguardistas de repercusión regional.
Palabras clave: Entreguerras, Publicaciones gráficas, Vanguardia, Historia cultural, Rosario.
Resumo: Este artigo analisará como objeto a La Revista de El Círculo de Rosario (Argentina) como uma expressão gráfica que imprimiu em suas páginas uma idéia constante, o que ser o germe de uma revitalização intelectual, cultural e artística para a cidade de Rosáriono início da década de 1920. A originalidade do trabalho consiste no cruzamento entre os aspectos textuais com os da linguagem visual, enfocando a existência de certos argumentos e pistas que nos permitem claramente propor a demarcação entre dois períodos ou etapas dentro da revista, apoiando a idéia da presença de uma ruptura temática, iconográfica e ideológica entre os dois momentos, destacando o passo desde o primeiro momento em que a revista foi formada como órgão de expressão de uma associação cultural local, até se tornar uma publicação autônoma com características de vanguarda de repercussão regional.
Palavras-chave: Entre-guerras, Publicações gráficas, Vanguarda, História cultural, Rosario.
Abstract: This article will analyze the magazine La Revista de El Círculo from Rosario (Argentina) as a graphic expression that imprinted on its pages a constant force idea, this is to be the germ of an intellectual, cultural and artistic revitalization of the city of Rosario at the beginning of the decade of 1920. The originality of this work consists of the crossing between the textual aspects with those of the visual language, focusing on the existence of certain arguments and indications that clearly allow us to propose the demarcation between two eras or marked series within the journal, supporting the idea of the presence of a thematic, iconographic and ideological break between both moments, through the analysis of graphic, visual and advertising detachments that are evident.
Keywords: Interwars years, Graphic publications, Vanguard, Cultural History, Rosario.
Introducción
Este artículo se inscribe en una tendencia metodológica desde la historia local/regional y de los estudios culturales para analizar ciertos fenómenos apelando a una serie de fuentes textuales para deconstruir la imagen urbana desde el potencial que otorga pensar a la “ciudad como texto”. De esta manera, privilegiaremos diversos modos desde los que la trama literaria describe y trata a la ciudad, ya sea desde la comprensión de la ciudad como texto material, así como en la lectura de las prácticas o de los imaginarios urbanos apuntando a los modos en que la ciudad experimenta y representa la cultura urbana.
El objeto de estudio será La Revista de El Círculo de Rosario (Argentina), enfocando la presencia de ciertos argumentos e indicios que nos permiten claramente proponer la existencia en su interior de una periodización entre dos épocas o etapas bien definidas en la publicación.Se sostiene la hipótesis de la presencia de una ruptura temática, iconográfica e ideológica entre ambos momentos, destacando el paso desde un primer momento en que la revista se conformaba como órgano de expresión o vocera de una asociación cultural de dimensión local; hasta convertirse en una segunda instancia en una publicación autonomizada con características vanguardistas de repercusión regional. En este artículo el enfoque de la investigación está principalmente puesto en el análisis del período comprendido entre 1923-1925, en tanto que el período previo de 1919-1920 aparece en mayor medida como contrapunto de contraste.
Con la renovación que ha caracterizado al campo historiográfico en los últimos treinta años y el descubrimiento de nuevas fuentes documentales, el análisis de las revistas culturales y gráficas ha ganado en importancia (MALOSETTI COSTA; GENÉ, 2009). Al respecto cabe mencionar el trabajo de Patricia Artundo, quien se ha ocupado de analizar a las revistas culturales como un nuevo objeto de estudio propio de las ciencias sociales en general y en particular para la historia y la literatura (ARTUNDO, 2010). A su vez, sobre La Revista de El Círculo específicamente Adriana Armando argumenta que la misma fue un canal privilegiado de recepción de los debates en torno a la singularidad cultural americana, destacando también su perfil nacional, con la intención de configurar una perspectiva de alcance regional (ARMANDO, 1998, p. 88). Por otra parte, Sandra Fernández ha trabajado en profundidad La Revista de El Círculo, analizando además de sus variopintos contenidos textuales, el soporte material sobre el que la publicación se asentaba y destacando el rol esencial que la letra y las publicidades ocuparon en ella. En su exhaustivo estudio, Fernández caracteriza a La Revista de El Círculo como una publicación de neto corte intelectual y artístico, que no buscó alcanzar un público de masas, sino que se concentró en un segmento de población restringido social e intelectualmente. De esta manera, se conformó como una revista cultural con un marcado sello burgués (FERNÁNDEZ, 2010, p. 24-25). La riqueza de su análisis sobre la revista gira en torno a tres ejes diferenciales, que unidos dan cuenta de la totalidad de la empresa editorial; compuestos por la letra, la imagen y la publicidad, los que pensados en conjunto le permiten a la autora desplazar la mirada del tradicional examen de las revistas culturales de entreguerras centradas sólo en la letra y el análisis del discurso, con una singular primacía por la búsqueda de las vanguardias (FERNÁNDEZ, 2010, p. 227-228).
Particularmente en este trabajo analizamos a La Revista de El Círculo de Rosario en tanto publicación gráfica integral que le imprimió a sus páginas una idea fuerza constante, esta es la de ser el germen de una revitalización intelectual, cultural y artística para la ciudad de Rosario en el período de entreguerras. Originariamente la revista se configuraría como expresión y vocera de la asociación cultural madre El Círculo. La misma nacería en el año 1912 como una asociación de carácter particular, pero teniendo el fin específico de actuar y transformar la esfera pública y la ciudad de Rosario en su conjunto, con la intención de corregir el excesivo énfasis materialista que pesaba sobre la urbe, por lo que apelaría a dotarla de aspectos culturales e ilustrados, en una clave artística y espiritual, como forma elevada de civilidad y como complemento necesario de una pretendida identificación ciudadana distanciada de sus representaciones originales asociados al mercantilismo burgués y al pesado estigma de “ciudad fenicia”. Con estos objetivos sentarían las bases para la conformación de una institución netamente de corte cultural.
Luego del necesario afianzamiento institucional y los consecuentes cambios de directorios, ingresamos desde 1919 en una segunda etapa de la asociación cultural, en la que contamos con la publicación de la Revista (en su primera y segunda época) como una fuente privilegiada para medir los contenidos y los tópicos destacados recorridos por El Círculo. “La Revista de El Círculo” tendría la tarea de exponer estos postulados tanto en la esfera pública local y regional, así como en la nacional e internacional, conformándose originalmente en una publicación vocera de la institución madre.
Como ha señalado Sandra Fernández al estudiar el contenido de La Revista de El Círculo, puede distinguirse una tensión entre dos vertientes que conformaban la asociación cultural y que puede también extenderse a los contenidos de la publicación; una tendencia de carácter cosmopolita liberal y otra tendencia espiritual con marcados tintes nacionalistas (FERNÁNDEZ, 2006, 2010). Esta caracterización válida para analizar los contenidos de la revista, creemos que es particularmente generalizable para extenderla al conjunto de la asociación cultural. Por lo tanto, podemos sostener que El Círculo como institución estuvo atravesada por esta dicotomía al interior de sus miembros, lo que le valió no pocas fracturas y quiebres internos. Esta tensión pudo ser más evidentemente marcada hacia los años 1923-1925, cuando los defensores de la tendencia esencialista ocuparían posiciones destacadas dentro de la edición la revista, como en el casoparticular de Alfredo Guido quien llegará a ocupar la dirección de la publicación.
Si la asociación cultural había sentado las bases para la tarea dignificante y de regeneración ciudadana; la primera etapa de la revista aparecía como órgano de expresión y como el complemento artístico necesario de una obra cultural mayor, pero, como lo veremos, con un peso específico propio. Durante su primera época (1919-1920), la obra de El Círculo institución y la obra de La Revista de El Círculo publicación se complementan y se fundirían en un rotundo y mutuo “nuestra obra”. La principal hipótesis que sostendremos en este artículo pone el énfasis en esa inicial relación de complementariedad, para insistir luego en el vuelco que va a dar la publicación y la gestión de la revista durante su segunda etapa (1923-1925). Por lo tanto proponemos que la inicial reciprocidad entre institución cultural y publicación comenzará a resquebrajarse y tornarse compleja durante la segunda época de la revista, dejando de conformarse la revista como “vocera” evidente de la asociación madre hacia la esfera pública, sino que tomará canales de autonomización que lindan con planteos vanguardistas. En este sentido cabe postular la idea de que, la revista tal cual fue originalmente concebida por el grupo fundacional sufrió una serie de cambios determinantes, en manos de un grupo editorial nuevo y joven que cooptó la revista para fines propios, a veces cercanos, pero otras veces disímiles a los de la asociación cultural fundadora. Por ello, durante su segunda época, se correrían abiertamente de los lineamientos inaugurales y terminarían conformando un vía adecuada para la circulación de saberes, ideas y conceptos de perfil latinoamericanista, y que serviría además para contribuir en el afianzamiento de lazos de sociabilidad y en la conformación de un grupo reducido, pero estable, de especialistas que encuentran su contacto de expresión de la mano de esta revista, la que adquiriría rasgos netamente científicos y académicos, tendientes a conformar un “grupo de intelectuales” con preocupaciones propias alejadas de los lineamientos inaugurales de la publicación durante su primera etapa.
Este artículo intentará complementar el análisis estrictamente textual, con el aporte del lenguaje visual, para otorgar sentidos y evidenciar, aunque sea de manera indiciaria, los corrimientos y distanciamientos gráficos, visuales y publicitarios que se producen entre las dos épocas de La Revista de El Círculo, insistiendo en la idea de la existencia de una ruptura temática, iconográfica e ideológica entre ambos momentos analizados.
La revista como fiel vocera de la asociación cultural (la primera etapa: 1919-1920)
Inicialmente y en tanto fiel expresión de la asociación cultural, La Revista de El Círculo estaba pensada para circular entre un grupo restringido y distinguido, aunque podría pretender trascender ese círculo institucional original, para llegar al conjunto de la burguesía local; pero nunca intentar atravesar aquella barrera de clase y de pertenencia, para pretender masificarse. Se configuraba de esa manera como una revista cultural e ilustrada, de arte y de literatura, de música y de ocio. La Revista de El Círculo sería iniciativa de uno de sus socios fundadores y a la postre Presidente durante el período de la quinta Comisión Directiva (1918-1919), el Sr. Luis Ortiz de Guinea2. Aparece el número inicial de su primera época en el mes de enero de 1919, con la intención de que mantuviera una periodización de aparición mensual. Justificando su lanzamiento se destacaba una singular ausencia y una evidente necesidad: la de crear una revista de arte y de cultura para la ciudad de Rosario.
“EL CIRCULO” […] viene con imperturbable fé desarrollando un vasto plan de cultura. […] Faltábale empero –derivación de su triunfo espiritual en este Rosario con fama un tanto injusta de urbe fenicia– ampliar su órbita, como a la columna trunca el ornamento y remate del chapitel, dotando a la segunda ciudad de la república, por el número de sus habitantes y lo extraordinario de su riqueza [...], de una Revista de arte, en la que lejos un momento de las agitaciones, del trajín febril de la vida –olvidándonos, un instante, que por ley de estática vital estamos aferrados a la tierra– elevemos las almas hacia el azul sembrado de puntos luminosos [...] (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1919, p. 2) [énfasis añadido].
Con su primer número la revista estaría en la mira de todos, y sería evaluada por propios y ajenos. Por un lado, sería examinada por los integrantes de la institución cultural para valorar si sus expectativas puestas en la revista estaban alcanzadas, pero también sería comentada por el público y por los “colegas de la prensa”, que podrían criticarla generosamente o ensañarse con ella. Por eso el primer número sería una “prueba de fuego”; de su éxito podía depender la continuidad de la empresa editorial. Por ello, el contenido de aquel número inicial se constituye en un documento excepcional.
Suponemos que todos los apartados que componían el número inaugural estaban estratégicamente seleccionados y ubicados con la intención de alcanzar el fin propuesto. Por lo tanto, entendemos que las elecciones de los contenidos para cada una de las secciones del número original debieron ser cuidadosamente meditados y escogidos.Teniendo en cuenta el peso simbólico de las primeras elecciones, en líneas generales puede afirmarse que la apuesta editorial de la revista proponía una tónica profundamente modernista en lo literario, una singular impronta hispanista en los contenidos y una primacía de autores con marcado perfil ibérico o hispanoamericano.
A su vez, desde el número inicial dela primera época aparece la colaboración singular y destacada del artista plástico local Alfredo Guido en la realización de varios de los dibujos y bocetos que ilustran algunas de las notas, así como las tapas y contratapas. También desde el lugar de la imagen, en este primer número ya puede apreciarse el muy destacado lugar que la revista le dedicaría en su primera época a la publicidad de todo tipo de artículos de consumo y de lujo, suntuosos y signos de “distinción” burguesa3. (Imágenes n° 1, 2 y 3 en anexo).
El segundo número de la revista abre con un Pórtico llamado “Camino adelante”, allí se realiza un balance del primer número y de las críticas y comentarios que el mismo despertó en el público de lectores.
[A raíz de los comentarios y críticas del primer número] nos ha hecho entender, que el Rosario, nuestro “gran emporio” sabe vibrar profundamente, complejamente, con insólitas notas, dejando asomar también su alma, (que muchos espíritus socarrones se la discutían...) (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1919, p. 21).
Si bien existen las críticas de rigor, los redactores mencionan que en el “gran emporio” rosarino también puede asomar y vibrar su alma, aunque muchos podrían dudarlo. Rosario consta de altos prestigios intelectuales por lo que puede tranquilamente incorporarse a la “honda y radiante vida espiritual de Buenos Aires, médula del país, de La Plata, universitaria, y de Córdoba, docta y libre” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1919, p. 22).
Recorriendo los sucesivos números de La Revista de El Círculo podemos percibir una serie de constantes; por un lado las plumas de reconocidos exponentes intelectuales delo que la historiografía ha denominado el movimiento del “nacionalismo cultural” y del “operativo hispanista” (PIKE, 1971; TABANERA GARCÍA, 1997; TERÁN, 2000), en ese sentido sobresalen autores como Ricardo Rojas, Leopoldo Lugones, Octavio Bunge y Manuel Gálvez; además de una marcada recurrencia de ciertos autores como Amado Nervo, Rubén Darío, Ramón Del Valle Inclán, Vicente Medina, Fernán Félix de Amador, todos ellos exponentes destacados de las letras hispanoamericanas y del modernismo literario4. Dichos autores citados tienen la particularidad de publicaren ambas etapas de la revista. En aquella coyuntura inicial del tránsito de los siglos XIX al XX, estos exponentes del modernismo literario hispanoamericano, apelaron a esta clase de revistas ilustradas para tender “puentes culturales”, favoreciendo el intercambio intelectual y artístico entre el ambiente cultural vernáculo y el resurgimiento provocado por el movimiento del regeneracionismo español en ambos continentes, apelando incluso a un discurso latinoamericanista y de resistencia antiimperialista (SCARFI, 2013).
El modernismo5 en el ámbito hispanoamericano, designa al movimiento artístico y cultural que se inicia hacia 1885, se afirma entre 1898-1900 y se extiende en el tiempo según las diversas realidades regionales (REAL DE AZÚA, 1986). Según Gonzalo Aguilar, algunas de las aporías características del modernismo consistirían en destacar su originalidad frente a la despersonalización; su esteticismo frente a la vulgaridad burguesa; su elitismo aristocratizante frente al avance del exotismo y del cosmopolitismo. Por lo tanto, las estrategias desarrolladas para resistir la cosificación materialista de la vida moderna, genera una recurrencia que atraviesa todo el arte modernista; generando en éste la necesidad por diferenciarse de la representación de una cultura burguesa filistea, instrumentalizada y mercantil (AGUILAR, 2002, p. 183). A su vez y según el mismo autor, en el ámbito americano, hacia las primeras décadas del siglo XX este modernismo se iría paulatinamente desplazando hacia un marcado hispanismo, latinoamericanismo y “antiyanquismo” cada vez más endurecidos (AGUILAR, 2002, p. 186). Por ello, esta clase de revistas representan una plataforma esencial para analizar el tránsito del siglo XIX al XX en la conformación de un ideario latinoamericano, hispano-americano, iberoamericano como marco de enunciación y discurso de resistencia cultural antiimperialista, y, finalmente, como vasos comunicantes entre la cultura política, la vida cultural y la producción literaria y artística asumiendo diferentes formatos.
Este modernismo hispanoamericanista de tradición espiritualista inspirado en las escrituras de Darío, Nervo, Inclán y Rodó que abrevaba en una fuerte tradición hispanista, se opondría indudablemente al pragmatismo materialista, utilitario y positivista inspirado en la tradición del panamericanismo liderado por los “yanquis” del norte. En este sentido veremos muy claramente, como los editores de la revista sobre todo en su segunda etapa (1923-1925) privilegiarán un “tipo literario” asociado a los valores modernistas, hispanistas y espirituales, que sirvieran para oponerlos a las visiones aún circulantes sobre la ciudad como “urbe utilitaria” y frente al “pragmatismo de sus burgueses”, que mencionados elípticamente y de manera subliminal, impregnan gran parte de las caracterizaciones ciudadanas recreadas desde el exterior, incluso las condescendientes con la propia labor cultural de la institución El Círculo.
Al menos hasta la década del ’20 puede percibirse una tensión entre dos tendencias que recorren el panorama intelectual y argumentativo nacional y que tienen una singular expresión en la ciudad de Rosario. Hasta aquellos años ambas tendencias pugnarían por tornarse hegemónicas, pero entretanto aceptarían una convivencia equilibrada. Como veremos en esta investigación, lo que aparece en la segunda época de la publicación es la precipitación de este equilibrio con un peso específico hacia uno de los dos lados de la balanza, produciéndose el quiebre definitivo de este tenso equilibrio y la diferenciación en la práctica entre sectores demarcados.
Un “golpe de timón”. El giro vanguardista en la dirección de la segunda etapa (1923-1925)
Es por ello que la segunda época de La Revista de El Círculo, se convierte entonces en una fuente relevante para estudiar este giro intelectual y el quiebre en torno a la percepción de una serie de ideas de la mano de sus nuevos directores, pero también de otras figuras que en ella vuelcan sus plumas. Vale la pena detenerse antes que nada en el perfil de sus nuevos directores, Fernando Lemmerich Muñoz y Alfredo Guido. Lemmerich Muñoz sería evidentemente el “alma mater”, la pluma y el artífice de la publicación en esta segunda etapa. Con evidentes intensiones de autonomizar la órbita de la revista de la esfera de la asociación cultural El Círculo, aunque inicialmente cuidando las formas y buscando el equilibrio con la institución madre. Si bien es autor de algunas poesías y obras teatrales6, a Lemmerich Muñoz podemos ubicarlo como un “crítico”, en el sentido literal del concepto. El mismo se reconoce como crítico de arte y de literatura, aunque en un momento determinado decida pasar al lugar de la creación, cuando compila su libro Los primeros pecados7.
Como el propio Alfredo Guido se encargaría de decir en un próximo número, será la figura de Lemmerich Muñoz quien le imprimiera a la revista un nuevo y marcado rumbo con su “golpe de timón inicial lleno de juventud y fortaleza” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1925, p. 4). Así se remarca el giro que habría implicado la aparición de esta segunda época en la dirección de la revista, con respecto a la primera serie de 1919-1920.
Si bien el quiebre expresado en la segunda época fue tajante y contundente respecto a la edición original, también buscó a manera de herencia legitimarse en la tradición de la asociación y el rescate simbólico de algunas de las tendencias expresadas en la primera etapa. Singularmente los orígenes y herencias rescatados serían los que habían dejado entrever cierta tendencia espiritual y cristina en la primera época. En ese sentido nos parece determinante el rescate que en el primer número de la segunda serie se realiza del primer número de la serie original. Se inicia con un editorial al que ahora llaman “Pórtico” y que cuenta con una ilustración realizada por Alfredo Guido de una imagen de mujer desnuda sosteniendo unas columnatas griegas (Imagen n° 4 y 5, anexo).
Es interesante destacar que los dibujos de Guido eran de por sí obras de arte8. Frente a aquella imagen estática y reiterativa de los primeros números, Guido retoma la “figura del desnudo femenino introduciendo elementos propios de la naturaleza y la cultura americana” (ARMANDO, 2005, p. 38). En éste número los editores encuentran apropiado hacer una serie de reminiscencias con el primer número original de 1919. Por lo tanto retoman parágrafos, ideas y conceptos. En particular es ilustrativo el epígrafe que eligen para inaugurar esta nueva época.
Frente a la montaña de trigo: una idea. Frente a la montaña de oro: un ideal. Y se convierte -taumatúrgicamente- el trigo en pan ácimo. Y el oro un vínculo de fraternidad (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1919). Si bien era una cita literal de un texto aparecido en el prólogo del primer número, este epígrafe resume y condensa la obra y el imaginario de La Revista de El Círculo, aún más precisamente en su segunda época, dominada por una vertiente eminentemente espiritualista. La imagen de las montañas de trigo aparecen redimidas taumatúrgicamente por un ideal, que no es otro que el religioso.
Escribiendo, la primera página del primer número, la página blanca, hermana menor de aquella otra que trazáramos emocionadamente el año XIX en que la paz venció a la guerra pero no mejoró a los hombres. […]. Nuestras palabras de ayer, del ayer lejano, las releemos hoy con grave melancolía. A pesar del tiempo y la distancia no nos parecen inactuales (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 3).
Efectivamente la reminiscencia de la búsqueda de los orígenes esta lograda, pero en una clave singularmente distinta. Si se retoman algunos aspectos de la tradición original, serían éstos tópicos recargados de espiritualidad religiosa. También se copia un extracto de aquella nota editorial, en apariencia de manera idéntica, pero con unos leves corrimientos que terminarían construyendo un relato en clave diferente. Por ejemplo, en vez de mencionar la injusta fama de “urbe fenicia” que recae sobre Rosario, se la cambia ahora por la de “urbe agropecuaria”; o el “trajín febril” de las agitaciones en la edición original es trocado por un “trajín egoísta”. Como veremos la iniciativa por desmarcarse de lo que entendían era el legado de una urbe rural y agropecuaria, sería una constante de esta segunda época, además llamativamente el carácter fluido y “febril” de la ciudad quedaría enmascarado como un trajín “egoísta” con lo cual se corren de la mera percepción adjetiva para ingresar en un aspecto de orden valorativo. Si móvil y cambiante era la ciudad, “egoístas” serían sus burgueses, aquellos individuos inmersos en sus especulaciones materialistas a los que llegado el caso “habrá que romperles los oídos para que aprendan a escuchar con los ojos”, con la intención de espiritualizarlos, enseñándoles los tesoros del arte puro. Como notamos en el siguiente fragmento, es el marco mercantil el que los impulsa para generar los efectos de contrastes.
UNA otra vez intentamos la revista de arte. De arte por el arte, a ejemplo de las buenas e ingenuas épocas románticas.Y en Rosario: pese a la finísima ironía piadosa de los que no entienden o no quieren entender, de aquellos que habrá «que romperles los oídos para que aprendan a escuchar con los ojos». Tal vez nos seduce como fondo para nuestro cuadro el Rosario bursátil y agiotista, fondo violento y exultante, que de rechazo valoriza el esfuerzo por crudo efecto de contraste (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 3).
Con estos conceptos e ideas-fuerza la revista inauguraba su segunda época sin romper en apariencia con las herencias de la primera etapa, aunque en profundidad los cambios sean notables, empezando por el de sus directores y también en las autoridades de la institución cultural. Como veremos serían las artes plásticas, en particular el pictórico, escultórico y arquitectónico los que tendrían una nueva primacía, imponiéndose a otras clases de arte como el musical o el literario, los que tenían el predominio en la primera época. Las secciones literarias y musicales van desapareciendo en detrimento de una preponderancia de las mencionadas artes concretas y tangibles, en especial el arte decorativo y el arquitectónico.
De esta manera, la primera nota que aparece en la revista es un comentario de Fernando Lemmerich Muñoz a la exposición de arte retrospectivo organizada por El Círculo. En ella se mención que el joven Museo Municipal se estaba transformando, las iniciales pinturas heterogéneamente rejuntadas, los cuadros familiares, el incipiente acervo de la novel pinacoteca, estaba siendo renovado e iba siendo
[…] sustituido por extrañas obras, impresionantes, de una severidad clásica, llenas del misterio de la antigüedad, resquebrajadas, y ennegrecidas por la pátina de los siglos, con grandes marcos tallados de oro muerto, y el prestigio como un aroma de leyenda, de las firmas inmortales: El Greco, Furini, Rivera, Veronese, Rubéns, Goya [...]. Vuelan nuestras imaginaciones. No sospechábamos que Rosario encerrase un tan original tesoro. Agradezcamos a EL CIRCULO esta palingenesia de las obras de la antigüedad, que nos hace volver los ojos al pasado saturándonos de la belleza eterna (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 5-6).
Pero si los autores clásicos europeos eran redescubiertos y destacados, también aparecía en un lugar preponderante la pintura colonial del Siglo XVII representada por piezas de mérito y una serie de vestigios y “documentos de singular interés para el estudio folklórico de la pintura americana”, y la Platería Colonial.
La nota destaca un profundo quiebre con los anteriores repasos por los salones y las galerías de arte locales. Al ser una exposición de arte retrospectivo, se le dio una singular preeminencia a obras consideradas “antiguas”, aquellas de las firmas descollantes y la de marcos ennegrecidos, pero también, aparecía por primera vez el legado del patrimonio colonial hispanoamericano. Llamativamente se destacan algunos nombres de coleccionistas locales, que lo eran de objetos históricos más que de obras pictóricas, tales como el Dr. Julio Marc, el Dr. Antonio Cafferata, el Dr. Fermín Lejarza, etc.
Además de esta nota, aparece destacado un artículo firmado por Ángel Guido, hermano de Alfredo, sobre la “Cristianización de las formas” con dibujos propios del autor. Este sería el primero de una larga serie de aportes de los Guido y de otros autores sobre el tema de los aspectos gótico/cristianos, los precolombinos y coloniales en la conformación de un “estilo arquitectónico netamente americano” (Imagen n° 6, anexo). En esa clave se inserta el artículo de Martín S. Noel titulado “Durante el siglo XVII florece un tipo de arquitectura Hispanoamericana”.
Con estos aportes la revista ingresaba en un nuevo tópico, preocupado por rastrear las raíces artísticas, arquitectónicas y estilistas autóctonas de la historia hispanoamericana. Objetivo bastante disímil al de aquellos iniciadores de una revista cultural y de artes generales para la ciudad de Rosario. A su vez, esta nueva serie incluye un apartado llamado “vida intelectual”, en el que se incluyen comentarios de libros y reseñas bibliográficas y artísticas, además de mencionarse un repaso por las conferencias que se dictan en la institución. En este apartado aparece un comentario ante el primer número.
Rosario tiene hoy una Revista de Arte. Y la ha realizado, y este es el concepto substantivo, con elementos propios, independizándose de Buenos Aires, de los macrocéfalos y riéndose anticipadamente, con la buena salud de una dentadura jóven, de los fósiles críticos. (énfasis añadido). A nosotros nadie nos conoce, pero nos conocerán. Es cuestión de tiempo. Por de pronto parafraseando el viejo to be or not to be, hemos decidido ser nosotros mismos […] (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 70).
Si aquella “lejana” primera época abría sus números mencionando que esta “obra contribuirá a reflejar sobre el Rosario altos prestigios intelectuales, incorporándolo a la honda y radiante vida espiritual de Buenos Aires…” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1919, p. 22), esta segunda serie parece intentar independizarse y cortar todo tipo de lazo con la capital de los “macrocéfalos y fósiles críticos”. Frases como “A nosotros nadie nos conoce, pero nos conocerán. Es cuestión de tiempo”, o la que “hemos decidido ser nosotros mismos…”, parecen las de una vanguardia artística9 que intenta posicionarse en el ambiente cultural nacional rompiendo con las tradiciones centrales heredadas.
Una muestra más del posible carácter vanguardista o de combate de la revista lo constituye el singular hecho de que en la sección “vida intelectual” aparezca una efusiva y acalorada defensa del libro Los primeros pecados de Fernando Lemmerich Muñoz, realizadas por un autor bajo las siglas F.L.M. Este es nada menos que el propio Lemmerich Muñoz el que dedica unas cuantas columnas a rebatir los argumentos maliciosos de uno de esos críticos porteños “a sueldo”. Estos deslices demuestran por un lado el amplio margen de autonomía que la dirección tenía para moverse en los asuntos cotidianos de la revista. Todos estos indicios nos llevan a postular la idea de que, la revista tal cual fue originalmente concebida por la asociación cultural sufrió una serie de cambios determinantes, en manos de un grupo editorial nuevo y joven que cooptó la revista para fines propios, a veces cercanos, pero otras veces disímiles a los de la institución madre. En esa misma sección “vida intelectual” aparece una singular solicitada en pro de la realización de una empresa editorial local, cuyo director sería el propio Lemmerich Muñoz, mientras que tres hermanos Guido (Ángel, Alfredo y José) aparecerían conformando el directorio, junto con destacadas personalidades como Julio Marc, Antonio F. Cafferata o el Dr. Ricardo Foster, quienes ocuparon respectivamente la vicepresidencia y la presidencia de la casa editorial10. Aquella solicitada era acompañada de comentarios como el siguiente: “Rosario vibra espiritualmente: en Rosario se hace literatura y se editan libros! Todavía por cuenta y riesgo de sus autores pero se “editan” libros al fin… Síntoma para algunos de que Rosario va perdiendo su buena salud, su buena salud agropecuaria (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 65).
Este comentario es muy ilustrativo y se complementa con el desliz del primer editorial en que se trocaban los conceptos de “ciudad fenicia” por el de “ciudad agropecuaria”. Pero, si la fama de ciudad mercantil/comercial tenía larga trayectoria, la caracterización de “urbe agropecuaria” se nos presenta como reciente, en el contexto de mediados de los años´20 en que el modelo agroexportador estaba dando muestras de sus límites expansivos y evidenciando la posibilidad de una futura crisis de desarrollo. El cambio es muy significativo, aquella revista que originariamente nació junto con la institución cultural para discutir y rebatir la “injusta fama fenicia” que estigmatizaba a la ciudad de Rosario; pareciera ser que ahora reproduce desde sus páginas el argumento de la fama “agropecuaria”, al que lejos del ánimo de la defensa, aparece esgrimida como una crítica propia de la publicación hacia la clase dominante. Más aún, “Nosotros nos felicitamos y hasta tal vez no alegremos de la crisis ganadera: como compensación, oh divino equilibrio, Rosario tímidamente se espiritualiza […]” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 67).
Este comentario también se complementa con el del “trajín egoísta” de la burguesía local, ya que de todas maneras “Nos abriremos paso convenciendo con la fuerza de nuestro optimismo; y tal vez se ablanden los escépticos y se suavicen las cerraduras de las “cajas fuertes” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1923, p. 67).
Si con estas elocuentes palabras terminaba el primer número, el siguiente, lejos de reencaminarse y retomar la senda abandonada, insistirá más fuertemente con la apuesta y dedicará directamente el Pórtico de su editorial a instalar los mismos tópicos.
La idea de la constitución de una Casa editora de libros se abre camino. […]. Nos vamos espiritualizando. En nuestro practicismo neo-estadunidense de cacatúas nos habíamos olvidado de la serena belleza de Minerva y de los ojos verdes — ojos de la sabiduría — de Pallas Athenea, por el frio culto a Mercurio; a Mercurio con alas en los pies (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 13) [énfasis añadido].
Este culto pagano y material al comercio y este pragmatismo “neo-estadunidense”, no impedirán la espiritualización de la ciudad mediante la creación de una casa editorial local, que sería un “maravilloso molino de ideas”. Además de la crítica en clave utilitaria y antiimperialista, tales iniciativas de vanguardia son imprescindibles para autonomizar a la ciudad de Rosario de la asfixiante órbita cultural porteña-nacional.“Rosario puede y debe independizarse de Buenos Aires, creando de su propia sustancia, definiéndose, perfilando sus caracteres constructivos. Sinó, continuaremos siendo humildes y subalternos tributarios” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 13).
Es en esta hora, que esa luz se ha agrandado en llamarada y su resplandor ilumina las vidas interiores. Vivimos la inquietud como antaño vivíamos el letargo. Se ha operado la transfiguración y somos “otros”, y posible es que encontremos hasta descubridores […] (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 3).
Tal es la contundencia del cambio con respecto a la etapa anterior, que se ha operado una verdadera transfiguración, convirtiéndolos en “otros”. Tan cambiados están, que quizás sea posible encontrar “descubridores”, frase que resuena doblemente ante la inminencia del año 1925 y el debate historiográfico que se desataba previamente en torno a la supuesta fundación bicentenaria de la ciudad y la búsqueda de sus orígenes.
El tercer número de otoño-invierno de 1924, insiste en una serie de tópicos entre los que se destacan por un lado la necesidad de diferenciarse y por otro el de resaltar la preeminencia de los rasgos agrarios y rurales de la ciudad. Estos rasgos históricos, lejos de ser superados siguen vigentes a causa de la “silueta burguesa” de la ciudad. Pero estas parábolas tomadas como propias en las páginas de una revista que había nacido como vocera de una institución con una marcado perfil burgués, con el explicito fin de constituirse en un soporte cultural de la ciudad para hacer frente a las difamaciones materialista, no pueden menos que asombrarnos ante el evidente giro y corrimiento de sus objetivos. Así como, debieron sorprender a los integrantes de la asociación cultural El Círculo en particular y a la burguesía local en general; pero a pesar de esgrimir estas impresiones, sin embargo la revista seguiría todavía apareciendo por un tiempo más bajo el título de “El Círculo”, aunque el alejamiento con sus objetivos iniciales y con la institución madre pareciera irreversible.
El tercer número de esta segunda serie abre con un Pórtico titulado ROSARIO-GRANERO.
MAÑANA, cuando se escriba la historia de la pujil ciudad proclamada a los cuatro vientos centro agropecuario del litoral argentino, granero enorme sólo comparable a las urbes clásicas, a las creaciones salomónicas en que la fantasía vuelca el oro de los granos […] hemos de comprobar, con los ojos bien abiertos de asombro – asombro para los eternos bobos de Fenicia – que Rosario, la mediocre Villa sin abolengo, transformada por el trabajo y la especulación en remedo de los estados monstruos de Yanquilandia, conservaba, a pesar de externar su paisaje, seco como sus hombres, la silueta burguesa, una tímida y fiel lucesita (sic) interior nutrida en oleo profundo, que ningún soplo apagaría: el alma mater fecundadora e invencible (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 3) [énfasis añadido].
Estos “bobos de Fenicia” no eran otros que los burgueses rosarinos, que por medio de su especulación materialista se habían empecinado en convertir a su ciudad en una reproducción de menor escala y deslucida de aquel gigante monstruoso de “Yanquilandia”, del que ya se había copiado “nuestro practicismo neo-estadunidense de cacatúas” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 13). Sin embargo la mediocre y sin abolengo Villa del Rosario, aún conservaba una tenue, pero profunda esencia espiritual.
Retomando argumentos que ya estaban presentes en la obra de Rodó sobre el resurgir espiritual latinoamericano en oposición al materialismo utilitario del coloso del norte, la revista reimprime esos argumentos en clave de antiimperialismo cultural, en el complejo contexto de entreguerras. Incluso tensando la cuestión de la comparación con la potencia norteamericana, Rosario estaría destinada a cumplir su propio “destino manifiesto”, este sería nada más ni nada menos que el de “plasmar el carácter de la argentinidad”.
Geográficamente, Rosario, es ciudad llamada a cumplir un destino sancionado por leyes inmutables: el de plasmar el carácter de la argentinidad. Su privilegiada posición de punto medio — entre la Buenos Aires cosmopolita, tentacular, ultramoderna, y sin estilo, y el interior nativo, poemático, con su sello de hondo americanismo, donde se ha recogido el alma autóctona — le adjudica un rol de singular virtud, tal vez el de la realización del sueño grandioso de EURINDIA que forjó Ricardo Rojas, antípoda de maese Alberto Gerchunoff (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 4) [énfasis añadido].
En tanto punto geográfico estratégico entre el Buenos Aires cosmopolita y el interior autóctono, Rosario ya no tendría ese carácter de intercambiador comercial que todos sus visitantes constataron, sino que esta vez la intermediación sería más pura, ya que Rosario tendría la singular virtud de poder condensar el ideal euríndico. Esta visión del interior espiritual, autóctono y nativo frente al litoral fluvial moderno y cosmopolita – litoral en que entraban Buenos Aires y también Rosario – la hemos visto aparecer recurrentemente en una serie de representaciones sobre la ciudad, sin embargo nunca habíamos visto esta designación de Rosario como punto medio y enclave de esta amalgama entre el litoral europeo y el interior americano e indio. Así, llamativamente para los editores de la segunda época de la revista la ciudad podría mixturar y yuxtaponer eur-india.
En ese mismo número aparecía un artículo firmado por Ángel Guido titulado “En defensa de Eurindia” (Imagen n° 7, anexo), acompañado por dibujos del autor y xilografías de Argentina Arévalo (Imagen n° 8, anexo). Un ensayo en el cual Guido intenta esbozar la esencia del americanismo, bajo el punto de vista plástico, estudiando especialmente el arte de la arquitectura. Desde el comienzo del artículo se destacan nuevamente las distancias con Buenos Aires, mencionándose incluso la aparición en la capital de un centro de “reacción antiamericanista”.
Un núcleo de artistas e intelectuales pretende formar, en Buenos Aires, un centro de plataforma antiamericanista, cuya misión, será, seguramente, combatir todo arte construido sobro raíces autóctonas o tradicionales, aparte de cimentar la antigua estética de acción refleja de las artes importadas (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 34).
Para Ángel Guido este antiamericanismo importado pretendía combatir la búsqueda regionalista de raíces autóctonas y de raigambres tradicionales refugiadas en el interior puro, invocando la naturaleza heterogénea y cosmopolita argentina. Pero este cosmopolitismo sería puro extranjerismo trasplantado.
Las estéticas que hace pocos años, en nuestro país, prevalecían como consagradas sin que nadie osara por cierto penetrar el significado de su trasplante, hoy, merced al movimiento a que aludimos, están pasando bajo la revisión de una censura de vigorosa raigambre intelectual y artística. El espíritu de esta censura hubo de bucear los antepasados, profundizando avizoramente por los siglos anteriores al XIX, sondando el XVI, penetrando los incaicos, preincaicos, los aztecas, pre-aztecas, persiguiendo una forma que concretara el sentido de nuestra tierra (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 34).
Este cosmopolitismo trasplantado, ingresó de tal manera que hemos sido llanamente “invadidos por una corriente antiartística, híbridamente extranjera, invasión que tuvo todas las formas de asalto y poderío absoluto” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 35).
El proceso fue simple. Sin defensores, sin estudios profundos arqueológicos, sin una cultura artística sólida, la introducción de las polifaseadas formas extranjeras fue fácil […] merced a este arte importado, hasta perder su centro de gravedad artístico, provocando el equilibrio inestable actual, donde las formas nuestras, las coloniales, las americanas, resaltan exóticas al público de cultura común y las extranjeras resultan nuestras (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 36).
Ante la inminencia de este avance extranjero en la actualidad comenzaba a gestarse en silencio la “revolución americanista”. Y esto se realizaba en plena “defensa de eurindia”. Ésta constituía un mestizaje y una fusión entre lo extranjero y lo autóctono, entre lo hispano y lo americano; según la lógica del crisol y del choque cultural. Amén de sostener que aquellos ideales iniciales del nacionalismo cultural pudieron haber nacido como una “actitud literaria”, en referencia evidente a los planteos intelectuales de la generación del Centenario y haciendo referencia particular a la obra de Ricardo Rojas; Guido sostiene que una década después esos planteos intelectuales son “un hecho”, por lo tanto, revestiría un interés extraordinario el análisis del “choque” cultural de las artes europeas con las indígenas americanas, y por tanto sostiene la tesis de que la fusión europeo-indígena sería el primer paso de una “estética americanista verdaderamente nuestra”. Las raíces autóctonas no hay que buscarlas en el cercano siglo XIX, sino en los coloniales siglos XVI, XVII y XVIII, momento en que el arte barroco español chocó culturalmente y “rompió lanzas con el arte americano indígena”.
Bolivia. Perú y Méjico, son los países más favorecidos de América, como teatros de este choque de dos artes distintas… El barroco español trasladado a América, en la mayor parte de las construcciones levantadas en los países citados, dejó de ser ya el barroco español, para transformarse en una nueva arquitectura con carácter propio, extraño, original, inédito (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1924, p. 38).
Desde la perspectiva del arte arquitectónico americanista, para Ángel Guido la fusión euríndica propuesta por Ricardo Rojas, tiene un componente esencialmente español en el lado de la balanza europea de la fusión. Este largo artículo se conecta con otro publicado en el número dos de la segunda época de la revista, firmado por el arquitecto porteño Martín S. Noel sobre el florecimiento de un tipo de arquitectura Hispanoamericana durante el siglo XVII, que se encuentra acompañado con ilustraciones realizadas por el propio Guido (Imagen n° 9, anexo). Y tiene su complemento en un artículo que aparecería en el cuarto número de la revista firmado por el peruano Dr. Uriel García sobre el espíritu Incaico y la cultura colonial.
Precisamente para el mismo año aparece el libro Fusión Hispano-indígena en la arquitectura colonial del propio Ángel Guido. Allí el autor apela al uso de lo que denomina “métodos modernos de investigación ornamental”, para sostener su tesis general que intenta “demostrar el injerto ornamental hispano-indígena”, para luego “desintrincar la maraña del injerto euríndico” (GUIDO, 1925). Estos conceptos de “fusión” y de “injerto”, se complementan con la noción del crisol euríndico propuesto por Rojas y serían retomados en las futuras obras de Guido (1930).
El artículo “El espíritu Incaico y la cultura colonial”, enviado especialmente por el Dr. Uriel García, catedrático de la Universidad de Cuzco, Perú y se conecta claramente con las temáticas anteriores. Dice la revista en la presentación, que su autor representa a un grupo de intelectuales que “lucha por imponer una cultura que a la vez que sea moderna tenga características netamente americanas” (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1925, p. 15). Allí García hace una profunda revalorización de la cultura incaica y de su reflorecimiento tras el “choque cultural” con lo español, mencionando que de dicha yuxtaposición salió algo cualitativamente superior. A su vez, el aporte de García se remite también a la obra citada de Martín S. Noel publicada números atrás, demostrando la circulación de ideas y conceptos y la conformación de un grupo reducido de especialistas que encuentran su canal de expresión de la mano de una revista, que pareciera adquirir rasgos novedosos netamente científicos y académicos, tendientes a conformar aquello que los propios editores habían mencionado de lograr un “grupo de intelectuales” con preocupaciones americanistas.
Consideraciones finales. Un nuevo quiebre en la política editorial
Llamativamente, el cuarto número de la segunda época de La Revista de El Círculo, publicado en Junio de 1925 produce un nuevo quiebre en la lógica editorial. El mismo se inicia con la inquietante noticia de la repentina muerte del director de la revista Fernando Lemmerich Muñoz ocurrida el 13 de junio de 1925; por lo tanto la publicación quedaba bajo la órbita y dirección interina de Alfredo Guido. En el obituario Guido afirmaría que
Breve fué su vida,pero grande su ejemplo de optimismo y esperanza. En «La Revista de El Círculo» dejó marcado el rumbo con su golpe de timón inicial lleno de juventud y fortaleza. Consecuentes con su ideal, trataremos que ella sea lo que él quería que fuese: una fuerza viva. A.G. (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1925, p. 4).
Con su súbita muerte también la revista y la empresa editorial estarían destinadas a desaparecer. Se publicaría un último número extraordinario en octubre ante los festejos del bicentenario de 1925 en la ciudad y la revista cesaría sus actividades. Ni siquiera allí hubo márgenes para el epílogo o la despedida, su suerte quedaría repentinamente clausurada11.
Un claro indicio de la pérdida de autonomía de este grupo vanguardista en la dirección de la revista puede evidenciarse en el siguiente ejemplo. En la reunión número 226° de El Círculo realiza una conferencia el reconocido periodista Alberto Gerchunoff disertando sobre “La política del idioma” (27 de junio de 1924). El número cuarto de la revista incluye una sección con los comentarios sobre las sesiones literarias del último año en la asociación cultural, dedicándole a la conferencia de Gerchunoff un lugar destacado y mencionando las siguientes palabras sobre la obra del autor en pro del problema de la nacionalidad y la cohesión nacional.
Gerchunoff hizo un vigoroso análisis de las inquietudes renovadas después la guerra, con relación al problema de la nacionalidad. Gerchunoff apuntó que hay que realizar una verdadera “política del idioma”como verdadero instrumento de“cohesión nacional”. Así, con este ensayo macizo de ideas e impecable de forma, nos ha dado una muestra más de su robusto talento (LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”, 1925, p. 50-51).
Para los hermanos Guido y la dirección de la revista dicho comentario hubiera sido inconcebible, ya que Gerchunoff representaba una solución al problema de la nacionalidad diametralmente opuesta a la esgrimida por el alma mater representado en el pensamiento euríndico de Rojas; que, como hemos visto, nutre ideológicamente los números de la revista en su segunda época.
Evidentemente aquel comentario no era una cuestión menor y demostraba que una tensión ideológica permeaba al interior de la revista. Una diferencia entre dos maneras de entender el problema de la nacionalidad y las disímiles maneras de cohesionar al heterogéneo conjunto migrante. Aunque también se inscribiría en la clave del crisol asimilacionista, Gerchunoff lo hacía desde una visión contractualista y electiva de la nacionalidad y no en la clave esencialista propuesta por Rojas. Gerchunoff sería el anti Rojas, quedando así en evidencia dos maneras muy disímiles de entender el problema de lo nacional.
Al respecto de esta dicotomía y tomando partido en ella, Juan Álvarez, miembro fundacional del Circulo de la Biblioteca, grupo originario de la Asociación Cultural El Círculo y uno de los más prestigiosos intelectuales, juristas e historiadores locales, intervendría indirectamente y por ausencia en esta discusión. Álvarez tenía la política de no publicar en La Revista de El Círculo sus intervenciones públicas12, mientras que prefería exponer sus argumentos en la prensa nacional, en particular en el diario “La Prensa” de Buenos Aires13. Es profundamente sintomático que en tanto representante indiscutible y destacado de la tendencia liberal cosmopolita y modernizadora, Álvarez no recurriese a la revista local como canal de expresión privilegiado para publicar su serie de notas y artículos a favor del cosmopolitismo y en contra de la tendencia caracterizada como nacionalista y “euríndica” personificada por Rojas14. No puede dejar de llamarnos la atención el hecho de que Álvarez, presidente fundador de la institución El Círculo, inicial director de la Biblioteca Argentina que cedía gratuitamente las instalaciones del espacio público para que funcione la institución cultural y a la postre nuevamente presidente de la institución cultural en la comisión directiva de 1921-1922, no se digne a publicar sus artículos en la revista de la asociación, aunque más no fuera como un duplicado de aquellos aparecido en la capital. O que invirtiendo el argumento, que los editores de la revista no vean la conveniencia de reproducir los escritos de un destacado intelectual como Álvarez en las páginas de la revista. Seguramente para la impresión personal de Álvarez, pero también para el sector que él representaba al interior de la asociación cultural, la revista en su segunda etapa se había autonomizado demasiado de la órbita de la institución madre y era conveniente retirarla de la circulación, por lo menos hasta que la tendencia culturalista sea censurada15.
Desde el aporte y la riqueza del cruce entre los aspectos textuales con los del lenguaje visual, este artículo enfocó la existencia de ciertos argumentos e indicios que nos permiten evidenciar una serie de giros y distanciamientos gráficos, visuales y publicitarios que se producen entre al menos dos épocas en La Revista de El Círculo; proponiendo la existencia de una ruptura temática, iconográfica e ideológica entre ambos períodos analizados; una primera etapa que va de los años 1919 a 1920, frente a una segunda época de 1923 a 1925. En este artículo hemos enfocado la investigación principalmente en el período comprendido entre 1923-1925, en tanto que el período previo de 1919-1920 aparece en mayor medida como contrapunto de contraste.
Recorrida por una tensión que atraviesa la década del ’20, puede percibirse una distinción entredos tendencias que impregnan el panorama intelectual y argumentativo nacional y que tienen una singular expresión en la ciudad de Rosario. Hasta aquellos años ambas líneas pugnarían por tornarse hegemónicas, pero entretanto aceptarían una adaptación acomodaticia basada en una convivencia equilibrada. Como dijimos, por un lado aparecería una primacía de la tendencia patriótica cosmopolita o liberal modernizadora en la dirección de una institución cultural como El Círculo, y por otro lado percibimos cierta primacía de una tendencia plenamente esencialista, nacionalista y con rasgos hispanistas en la dirección de La Revista de El Círculo, sobretodo dimensionada durante su segunda época (1923-1925). En esta segunda etapa se destacarán en todos y cada uno de los números de la publicación por sus “artículos de combate”, mediante un notorio corrimiento ideológico producido por sus directores y editores, lo que contribuirá a dar un salto definitivo hacia un marcado proceso de autonomización de la revista respecto al núcleo originario, hasta convertirla en la expresión evidente de un grupo determinado al interior, pero también probablemente al exterior de la asociación cultural. Para esta tendencia, que bien podríamos caracterizar como vanguardista por el nivel general de ruptura que estaba proponiendo, el hispanismo, el americanismo, el nativismo, el antiimperialismo y la búsqueda de caracteres autóctonos serían de una recurrencia determinante.
Insistiendo en este argumento podríamos sostener que la figura de Fernando Lemmerich Muñoz sería el artífice principal de esta mutación, desde aquel celebrado “golpe de timón” y que su pluma sería la que catapultaría a personajes como los hermanos Alfredo y Ángel Guido como actores relevantes por fuera de una esfera de difusión estrictamente local, sino que alcanzarían una trascendencia de repercusión nacional e incluso regional.
Como hemos podido constatar en el análisis, La Revista de El Círculo en su segunda etapa se correría abiertamente de los lineamientos de la etapa fundacional y terminaría siendo un vía adecuada para la difusión y circulación de saberes, ideas y conceptos de perfil latinoamericanista, que servirían además para contribuir en el afianzamiento de lazos de sociabilidad y en la conformación de un grupo reducido pero estable de especialistas que encuentran un canal de expresión de la mano de esta revista, la que adquiriría rasgos netamente científicos y académicos, tendientes a conformar aquello que los propios editores habían mencionado de lograr un “grupo de intelectuales” con preocupaciones hispanoamericanistas.
Referencias
AGUILAR, Gonzalo. Modernismo. In: ALTAMIRANO, Carlos (dir.). Términos críticos de sociología de la cultura. Buenos Aires: Paidós, 2002.
ÁLVAREZ, Juan. Nacionalismo y exotismo I. La Prensa, Buenos Aires, 13 nov. 1921.
ÁLVAREZ, Juan. Nacionalismo y exotismo II. La Prensa, Buenos Aires, 21 nov. 1921.
ÁLVAREZ, Juan. A propósito de Eurindia. La Prensa, Buenos Aires, marzo 1925.
ÁLVAREZ, Juan. La práctica del patriotismo. La Prensa, Buenos Aires, 24 enero 1926.
ARELLANO, Jorge. Rubén Darío y su papel central en los modernismos en Hispanoamérica y España. CILHA, Mendoza, v. 10, n. 11, 2009.
ARMANDO, Adriana. Imágenes de Argentina y América: los murales de Alfredo Guido. Studi Latinoamericani, Udine, v. 1, 2005.
ARMANDO, Adriana. Entre los Andes y el Paraná: La Revista de “El Círculo” de Rosario. Cuadernos del CIESAL, Rosario, v. 4, n. 5, p. 79-88, 1998.
ARTUNDO, Patricia. Reflexiones en torno a un nuevo objeto de estudio: las revistas. In: CONGRESO ARGENTINO DE HISPANISTAS, 9., 2010, La Plata. Actas [...]. La Plata: Universidad Nacional de La Plata, 2010. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.1028/ev.1028.pdf. Acceso en: 26 marzo 2019.
CAMURATI, Mireya. Dos cantos al centenario en el marco historico-social del Modernismo en la Argentina. Revista Iberoamericana, Pittsburgh, v. 55, n. 146/147, enero/jun. 1989. Disponible en: http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/issue/view/181. Acceso en: 26 marzo 2019.
CILENTO, Laura. Coleccionar y comprender: voces populares en la biblioteca modernista. In: CONGRESO INTERNACIONAL DE TEORÍA Y CRÍTICA LITERARIA ORBIS TERTIUS, 8., 2012, La Plata. Actas [...]. La Plata: Universidad Nacional de La Plata, 2012. Disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/29205/Documento_completo.pdf?sequence=1. Acceso en: 26 marzo 2019.
DALMARONI, Miguel. Una república de las letras: Lugones, Rojas, Payró: escritores argentinos y Estado. Rosario: Beatriz Viterbo, 2006.
FERNÁNDEZ, Sandra. Poder local y virtud. In: GARCÍA JORDÁN, P. (ed.). Estado, región y poder local en América Latina, siglos XIX-XX. Barcelona: UB-TEIAA, 2006. p. 229-250.
FERNÁNDEZ, Sandra. La revista El Círculo o el arte de papel: una experiencia editorial en la Argentina del Centenario. Murcia: EDITUM: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 2010.
FLORIO, Sabina. La dama del abanico y La niña sentada. In: BALDASARRE, María Isabel (coord.). Museo Municipal de Bellas Artes. Buenos Aires, 2010.
FLORIO, Sabina. Un museo moderno para la ciudad de Rosario: crónica de una gestión. In: ARTUNDO, Patricia (ed.). De la Comisión Municipal de Bellas Artes al Museo Castagnino: la institucionalización del arte en Rosario, 1917-1946. Buenos Aires: Fundación Espigas, 2012a.
FLORIO, Sabina. Diferenciaciones estéticas, instituciones y agrupaciones artísticas: el arte de Rosario entre el Centenario y el inicio del Peronismo. In: FERNÁNDEZ, Sandra (dir.) La ciudad en movimiento. Rosario: Ediciones del ISHiR, 2012b.
GUIDO, Ángel. Fusión hispano-indígena en la arquitectura colonial. Rosario: La Casa del Libro, 1925. cap. 5-6.
GUIDO, Ángel. Eurindia en la arquitectura americana. Conferencia, 1930.
GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael. Modernismo. Barcelona: Montesinos, 1983.
LA OBRA CULTURAL DE “EL CÍRCULO”. Rosario, 1925.
LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”. Rosario, v. 1, n. 1, enero 1919.
LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”. Rosario, v. 1, n. 2, 1919. Primera época.
LA REVISTA DE “EL CIRCULO”. Rosario, v. 1, n. 5, 1919. Primera época.
LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”. Rosario, primavera 1923. Segunda época.
LA REVISTA DE “EL CIRCULO”. Rosario, otoño/invierno 1924. Segunda época.
LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”. Rosario, verano 1924. Segunda época.
LA REVISTA DE “EL CÍRCULO”. Rosario, jun. 1925. Segunda época.
LEMMERICH MUÑOZ, Fernando. Los primeros pecados. Rosario, 1922.
LITVAK, Lily. El modernismo. Madrid: Taurus, 1981.
MALOSETTI COSTA, Laura; GENÉ, Marcela (comp.). Impresiones porteñas: imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires. Buenos Aires: Edhasa, 2009.
MONTALDO, Graciela. La sensibilidad amenazada: fin de siglo y modernismo. Rosario: Beatriz Viterbo, 1994.
ONEGA, Gladys. El Centenario: la inmigración en la literatura argentina. Buenos Aires: Galerna, 1969.
PHILLIPS, Allen. Cuatro poetas hispanoamericanos entre el modernismo y la vanguardia. Revista Iberoamericana, Pittsburgh, v. 55, n. 146/147, enero/jun. 1989. Disponible en: http://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/issue/view/181. Acceso en: 26 marzo 2019.
PIKE, Frederick B. Hispanismo, 1898-1936: Spanish conservatives and liberals and their relations with Spanish America. Notre Dame: University of Notre Dame, 1971.
RAMA, Ángel. Los poetas modernistas en el mercado económico. Montevideo: Universidad de la República, 1968.
RAMA, Ángel. La ciudad letrada. In: MORSE, Richard; HARDOY, Jorge Enrique. Cultura urbana latinoamericana. Buenos Aires: CLACSO, 1982.
REAL DE AZÚA, Carlos. Modernismo e ideologías. Punto de Vista, Buenos Aires, v. 9, n. 28, nov. 1986.
SARLO, Beatriz. Una modernidad periférica: Buenos Aires, 1920 y 1930. Buenos Aires: Nueva Visión, 1988.
SCARFI, Juan Pablo. La emergencia de un imaginario latinoamericanista y antiestadounidense del orden hemisférico: de la Unión Panamericana a la Unión Latinoamericana (1880-1913). Revista Complutense de Historia de América, Madrid, v. 39, 2013.
TABANERA GARCÍA, Nuria. El horizonte americano en el imaginario. EIAL, Tel Aviv, v. 8, n. 2, 1997.
TERÁN, Oscar. Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910): derivas de la “cultura científica”. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000.
Anexo de imágenes









Notas