Resumen: En un escenario global de crisis medioambiental, la naturaleza prístina del planeta se encuentra expuesta a presiones de uso intensivo por parte de distintos sectores productivos. En la Patagonia chilena, área reconocida por su valor ambiental, paisajístico y turístico, grandes proyectos energéticos han ocasionado conflictos socioambientales. El propósito de esta investigación es analizar el rol del sector turismo en tres conflictos socioambientales, a través de un estudio de caso comparado. Como hipótesis se plantea que el sector turismo tiene un discurso de oposición a los proyectos energéticos. Sin embargo, los resultados muestran que dicho sector se desenvuelve de manera ambivalente en los conflictos. Por un lado, participa activamente en la oposición a los grandes proyectos energéticos, debido al impacto que generan a la naturalidad del paisaje; y, por otro lado, los visualiza como una oportunidad de desarrollo, en términos de que contribuyen a una mayor turistificación del territorio.
Palabras clave: conflicto social, desarrollo regional y local, transformaciones socioterritoriales.
Abstract: In a global scenario of environmental crisis, the wild and untouched nature of the planet is exposed to intensive use pressures by different productive sectors. In Chilean Patagonia, an area recognized for its environmental, scenic, and tourist value, large energy projects have caused environmental conflicts. The research objective is to analyze the tourism sector’s role in three environmental conflicts through a comparative case study. The hypothesis is that the tourism sector has a discourse of opposition to energy projects. However, the results show that this sector develops itself ambivalently in conflicts. On one hand, it actively opposes large energy projects due to their impact on the landscape’s naturalness; on the other hand, it sees them as a development opportunity to contribute to a greater touristification of the territory.
Keywords: social conflict, regional and local development, socio-territorial transformations.
Dossier: Conflictos socioespaciales y disputas por el territorio
Conflictos socioambientales y el rol del turismo: estudio de caso comparado en la Patagonia chilena
Recepción: 19 Octubre 2022
Aprobación: 26 Noviembre 2022
A nivel mundial, los espacios naturales bien conservados se han convertido en una importante fuente para el turismo y las actividades recreativas al aire libre (Sæþórsdóttir, 2012). Sin embargo, la naturaleza es también demandada y usada por otros sectores productivos, lo cual genera un escenario de competencia espacial entre el turismo de naturaleza y otros usos intensivos (Gössling & Hall, 2006). Uno de estos usos intensivos corresponde al sector energético.
La energía en general, y la electricidad en particular, son consideradas necesarias para el bienestar y la calidad de vida de la población (Stefánsson et al., 2017). A su vez, dadas las preocupaciones por el cambio climático y la sustentabilidad, existe una demanda creciente por energía renovable, que incluye tanto la energía hidroeléctrica como la energía eólica (Ingólfsdóttir & Gunnarsdóttir, 2020; Stefánsson et al., 2017). Si bien las energías renovables en general son objeto de una opinión pública favorable (Stefánsson et al., 2017), la infraestructura energética que se requiere para una producción a gran escala y su respectiva distribución es a menudo percibida negativamente, especialmente en áreas con alta calidad natural y paisajística (Devine-Wright & Batel, 2013; Nadaï & Van der Horst, 2010; Sæþórsdóttir & Hall, 2018; Sæþórsdóttir & Ólafsson, 2010a; Stefánsson et al., 2017). Así, por ejemplo, los residentes locales consideran que las líneas de transmisión eléctrica afectan el paisaje usualmente de manera negativa, al ser altamente visibles, situación que genera fuerte oposición pública, especialmente en áreas naturales altamente valorizadas para el turismo de naturaleza (Stefánsson et al., 2017). Es así como la oposición pública a grandes proyectos, en este caso, energéticos, va derivando en conflictos socioambientales.
Los conflictos pueden ser entendidos como “situaciones en las que hechos concretos son vistos e interpretados de forma disímil y contrapuesta por diferentes grupos y sectores de la sociedad, que adoptan acciones según esas visiones e interpretaciones” (Reboratti, 2019, p. 2). En el ámbito en estudio, el origen de los conflictos se encuentra en las diferentes representaciones de los grupos sociales en torno a la naturaleza y su uso (Sæþórsdóttir, 2012). Desde la perspectiva del turismo, los conflictos se esperan cuando los conservacionistas de la naturaleza, los turistas y la población local tienen múltiples representaciones de un lugar en particular (Sæþórsdóttir, 2012; Williams, 2002). Un conflicto socioambiental se origina no solo por el impacto negativo que genera un actor sobre otro, sino cuando el otro actor toma conciencia del daño ambiental y está dispuesto a actuar en consecuencia, protegiendo el medioambiente afectado (Folchi, 2001). De este modo, los conflictos socioambientales se despliegan cuando la comunidad local se organiza para resistir las externalidades negativas de los grandes proyectos productivos, inmobiliarios o de infraestructura, pues dichas externalidades tensionan la estabilidad histórica que ha forjado una comunidad con su hábitat (Aliste & Stamm, 2016; Folchi, 2001).
La presente investigación tiene como objetivo analizar el rol del sector turismo en tres casos de conflictos socioambientales provocados por grandes proyectos de energías renovables. El área de estudio corresponde a una región biogeográfica y cultural reconocida por su alto grado de naturalidad y conservación, que es la Patagonia, emplazada en el extremo meridional del continente americano (Lozano & Carracedo, 2010; Said, 2014).
Si bien el turismo ha sido comprendido principalmente como una actividad económica, es por sobre todo un proceso societario complejo, el cual genera efectos económicos, sociales, culturales y ambientales, constituyéndose en un fenómeno territorial de múltiples dimensiones (Hiernaux-Nicolas, 2002a; Vera Rebollo et al., 2011). El turismo en términos generales corresponde al desplazamiento voluntario de personas hacia lugares fuera de su residencia habitual, por motivos principalmente de ocio y recreación (Hiernaux, 2010; Hiernaux-Nicolas, 2002b; Vera Rebollo et al., 2011): “El turismo es un sistema de actores, de prácticas y de espacios que participan de la ‘recreación’ de los individuos por el desplazamiento y el habitar temporal fuera de los lugares cotidianos” (Knafou & Stock, 2003, p. 931).
Ahora bien, el turismo como generador de transformaciones socioespaciales es capaz, por ejemplo, de estimular la urbanización de áreas naturales para satisfacer las necesidades de los turistas, y ello por medio de la implantación de nueva infraestructura que va moldeando una naturaleza turistizada para la sociedad global posmoderna (Díaz Castañeda & Osorio García, 2020). En esta línea, se ha observado que en áreas circundantes a parques nacionales se va generando un crecimiento urbano motivado por la calidad ambiental y paisajística de dichas áreas (Prados Velasco & Del Valle Ramos, 2010). La calidad ambiental y la tranquilidad de las áreas naturales atraen al mercado inmobiliario, y motivan migraciones tanto para residencias permanentes como para segundas residencias (Medina, 2017). Asimismo, el turismo, al estar enlazado con las políticas de conservación de la naturaleza, puede generar acaparamiento verde o green grabs (Van Noorloos, 2013), con adquisiciones de grandes superficies para supuestos proyectos de conservación con capitales provenientes de la misma industria extractiva (Núñez et al., 2020).
De este modo, la producción social del espacio turístico se evidencia en la turistificación de los territorios, en donde intervienen agentes del mercado, planificadores y turistas (González Reverté & Antón Clavé, 2010; Núñez et al., 2018). En virtud de esto, el turismo no es un fenómeno neutro, sino político, pues involucra relaciones de poder e intenciones de control del territorio (Ivars, 2003; Núñez et al., 2018), lo cual se expresa territorialmente en distintos modelos de desarrollo. Por un lado, el turismo es considerado una estrategia de desarrollo sostenible y de superación de la pobreza, visión según la cual suele ser interpretado como una actividad amigable con el medioambiente y como un factor de desarrollo local (López Palomeque, 2007, 1999; Lu & Nepal, 2009). Por otro lado, el turismo puede ser un colonizador de espacios periféricos en países subdesarrollados (Britton, 1982), en donde grandes empresas multinacionales se implantan en los destinos para desarrollar un turismo de masas que resulta ser un muy buen negocio, pero que produce usualmente impactos negativos en el medioambiente y en las sociedades locales (Hiernaux-Nicolas, 2002a).
Así se pueden encontrar procesos de desarrollo turístico dialécticamente opuestos, que transitan entre un modelo segregado y un modelo integrado (Hiernaux-Nicolas, 2002a). El modelo segregado corresponde al turismo de enclaves, controlado por grandes empresas nacionales y transnacionales, tal como se observa en algunos centros turísticos de la Patagonia (Zunino et al., 2012). El modelo integrado, por su parte, es liderado por micro, pequeñas y medianas empresas de turismo, muchas de ellas de carácter familiar, con un fuerte arraigo en la comunidad local y proclives a un uso sustentable de sus recursos naturales (Hiernaux-Nicolas, 2002a; Inostroza, 2008), dinámica que también se puede encontrar en Patagonia (Inostroza Villanueva, 2016). A su vez, el modelo integrado se identifica más con estadios iniciales de desarrollo turístico —según el ciclo de vida de las áreas turísticas, de Butler (1980)—, que se caracteriza por una oferta y flujos turísticos incipientes, pero en crecimiento continuo. En destinos turísticos emergentes, como sucede en ciertas áreas de la Patagonia, predominan las micro y pequeñas empresas de carácter local, y un perfil de turista más sensibilizado con la idea de la conservación de la naturaleza. Es así como en áreas remotas y poco pobladas de la Patagonia se observa un mayor grado de conciencia ambiental por parte del sector turismo, lo cual es congruente con un modelo integrado de desarrollo (Inostroza Villanueva, 2016).
Lo anterior coincide con el hecho de que el turismo se utiliza a menudo como justificación para la conservación de la naturaleza, en tanto opción más atractiva que las industrias extractivas (Ingólfsdóttir & Gunnarsdóttir, 2020; Núñez et al., 2018). En este sentido, el turismo es empleado como argumento de oposición a proyectos energéticos a gran escala, en especial en áreas naturales prístinas que motivan la llegada de turistas ávidos por establecer un contacto con una naturaleza bien conservada (Ingólfsdóttir & Gunnarsdóttir, 2020; Sæþórsdóttir, 2012). En Islandia, por ejemplo, la importancia de la naturaleza prístina para el turismo internacional ha sido utilizada como argumento por los conservacionistas de la naturaleza para oponerse a proyectos de energía en específico (Ingólfsdóttir & Gunnarsdóttir, 2020), como lo son los proyectos hidroeléctricos (Sæþórsdóttir & Hall, 2018). Se observa algo similar en la Patagonia chilena, donde el turismo ha sido usado como estrategia de reivindicación en tanto oposición a la implantación de un gran proyecto hidroeléctrico denominado HidroAysén (Inostroza Villanueva, 2016; Inostroza & Cànoves, 2014; Inostroza & Prat, 2014).
La oposición que generan las plantas energéticas puede ser explicada por el impacto negativo que generan en la naturaleza, el paisaje, y en la dinámica social y cultural de los territorios, lo cual se evidencia aún más en aquellas áreas que ya tienen una gran importancia para el turismo y la recreación (Ólafsdóttir & Sæþórsdóttir, 2019). De este modo, el turismo resulta ser un sector económico receptor de impactos (Ólafsdóttir & Sæþórsdóttir, 2019; Sæþórsdóttir, 2012; Sæþórsdóttir & Ólafsson, 2010b; Stefánsson et al., 2017). El impacto de los proyectos energéticos en el turismo se puede resumir en que ellos reducirían la competitividad de los destinos de turismo de naturaleza (Inostroza & Cànoves, 2014; Sæþórsdóttir & Hall, 2018; Tveit et al., 2006), al rebajar el valor paisajístico de las áreas, perturbar la naturalidad de los recursos naturales y emplazarse generalmente cerca de áreas naturales protegidas (Astorga et al., 2017). Sin embargo, la infraestructura energética no necesariamente disminuye el valor económico de un área turística, pues existen ejemplos de coexistencia entre proyectos energéticos y un creciente turismo de naturaleza (Ingólfsdóttir & Gunnarsdóttir, 2020), en donde incluso el mismo proyecto energético, como una gran presa hidroeléctrica, se usa también como atractivo turístico (Japan Commission on Large Dams, 2009). Pero lo que inevitablemente provoca la infraestructura energética es que con ella los viajeros pierden la oportunidad de vivir aquella experiencia de conexión profunda y transformadora que una naturaleza silvestre, intacta y prístina es capaz de provocar (Ingólfsdóttir & Gunnarsdóttir, 2020).
A lo anterior se suma que los beneficios de los proyectos energéticos generalmente no quedan en las comunidades locales (Romero Toledo & Sasso, 2014). Por ejemplo, los proyectos hidroeléctricos suelen generar importantes beneficios macroeconómicos a escala regional y nacional, peros sus impactos físicos y simbólicos se concentran localmente (Romero Toledo, 2014). De este modo, el impacto negativo que pueden generar otras actividades productivas en los recursos naturales que sirven de soporte al turismo, tales como ríos, lagos, playas, montañas y bosques, constituye una amenaza para el desarrollo sostenible de la actividad. El debate científico tiene que reconocer, por tanto, el rol que las industrias no turísticas desempeñan en el futuro del desarrollo turístico sostenible (Hall & Saarinen, 2010; Mckercher, 1993; Saarinen, 2013; Sæþórsdóttir, 2012; Sæþórsdóttir & Ólafsson, 2010a, 2010b).
Esta investigación emplea una metodología cualitativa con enfoque crítico, a través de un estudio de caso comparado. La teoría crítica asume las relaciones de poder entre los grupos sociales (Wiggershaus, 2009), que en esta investigación se establecen entre los intereses del sector turismo/conservación versus los intereses de los grandes proyectos energéticos. De este modo, el análisis se focaliza en el proceso social, característica propia de las geografías críticas (García Ramón, 1985; Ortega Valcárcel, 2000), en donde el territorio está marcado por relaciones sociales de poder que desvelan intereses de control y apropiación por parte de distintos actores (Fernández-Labbé, 2020; Romero Toledo et al., 2009). Precisamente, la geografía política latinoamericana se ha abocado a estudiar las disputas sociopolíticas territoriales localizadas y asociadas a los recursos naturales, y a las externalidades negativas que provocan los grandes proyectos, que ponen en entredicho tanto la responsabilidad social empresarial como el carácter fiscalizador y garante del Estado (Fernández-Labbé, 2020).
El estudio de caso comparado, por su parte, establece criterios de selección y comparación (Aravena, 2017). El criterio empleado para la selección de los casos consistió en identificar conflictos socioambientales provocados por proyectos energéticos en la Patagonia chilena y en los cuales se ha visto involucrado el sector turismo. Los criterios de comparación pusieron el foco en los impactos en el turismo que generan los proyectos energéticos, las medidas de compensación y mitigación ofrecidas por los titulares de los proyectos, y la reacción del sector turismo ante ellos. La selección de los casos de estudio fue realizada con base en el catastro de conflictos del Atlas de Justicia Ambiental (2017), de la Universidad Autónoma de Barcelona, España, la cual se contrastó con el catastro de conflictos del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (2022) y con un estudio técnico de conflictos socioambientales en Chile (Astorga et al., 2017).
De este modo, se realizó un trabajo de campo durante el cuarto trimestre del año 2018, en el cual se aplicaron entrevistas semiestructuradas a veintidós actores del sector turismo y del sector ambiental. Los actores entrevistados del sector turismo correspondieron a micro y pequeños empresarios turísticos y dirigentes gremiales, junto con funcionarios públicos vinculados a la planificación y gestión turística comunal. Lo anterior obedece a que existe evidencia de una mayor preponderancia de micro, pequeñas y medianas empresas turísticas en el área de estudio (Inostroza Villanueva, 2016; Servicio Nacional de Turismo, 2022).
Por su parte, los actores del sector ambiental entrevistados correspondieron a líderes y lideresas de los movimientos ciudadanos opositores a los proyectos, y miembros de ONG ambientalistas. La información primaria se contrastó con la proporcionada por los estudios de impacto ambiental (EIA) de cada proyecto energético, por los instrumentos de planificación territorial atingentes al sector turismo y los mensajes comunicacionales de rechazo a los proyectos. Las citas de las entrevistas se presentan en forma anónima, identificadas con el nombre ‘Turismo’ o ‘Ambiente’, respectivamente, seguido de una letra.
La estrategia de análisis de las entrevistas consistió en comprender cómo se relacionan el discurso del sector turismo y el del sector ambiental en términos de su postura ante los proyectos energéticos. La pauta general de preguntas realizada indagó sobre los impactos y las medidas de compensación/mitigación de los proyectos energéticos, la congruencia o no de intereses entre el sector turismo y el sector ambiental, y la existencia o no de acuerdos entre el sector turismo y el sector energético.
Se planteó como hipótesis que el sector turismo tiene un discurso alineado con el sector ambiental en tanto rechazo a los proyectos. Dicha hipótesis se basa en el caso de HidroAysén, donde el sector del turismo tuvo un discurso de oposición a dicho proyecto y, además, participó de acciones directas de activismo ambiental (Inostroza & Cànoves, 2014; Inostroza Villanueva, 2016). El conflicto socioambiental ocasionado por HidroAysén resultó emblemático desde la problemática del desarrollo turístico. Por un lado, un vocero del gremio turístico más importante de Chile apoyó al proyecto energético, señalando que este le agregaría valor turístico a la Patagonia, por todas las obras de infraestructura que conllevaría (mejora de puerto y de la Carretera Austral, por ejemplo); por otro lado, gremios turísticos locales y regionales, tanto de la región de Aysén como de la región de Los Lagos, se opusieron fuertemente al proyecto, principalmente por sus impactos negativos a la base de recursos turísticos naturales y a la imagen de naturaleza prístina de la Patagonia (Inostroza & Cànoves, 2014; Rojas Hernández & Hansen-Rojas, 2006; Segura Ortiz & Bourlon, 2011).
Las representaciones sociales de la Patagonia han contribuido a su posicionamiento como destino de turismo de naturaleza. Las narrativas de territorio inhóspito, caracterizadas por una serie de calificativos referidos a lo remoto y desconocido, a lo prístino e inexplorado, a lo mágico e inquietante, a lo fronterizo y periférico, a lo aislado y marginal (Álvarez, 2014; Garbelloti et al., 2008; Hiernaux, 2010; Inostroza & Prat, 2014; Núñez et al., 2014; Núñez et al., 2016; Núñez et al., 2017; Said, 2014), contribuyen al imaginario turístico. Así, la dinámica turística de la Patagonia chilena se ha basado en la construcción de un imaginario asociado a una naturaleza silvestre, prístina y sublime, cuya apertura geográfica se ha logrado principalmente gracias a la Carretera Austral,1 y donde las áreas silvestres protegidas del Estado (ASPE) constituyen los principales sitios de interés turístico (Bachmann, 2021; Bourlon, 2018; Gale et al., 2018; Inostroza Villanueva, 2016; Muñoz & Torres, 2010; Núñez et al., 2018; Urrutia et al., 2019). En efecto, la Carretera Austral ha configurado una ruta escénica para el turismo (Bachmann, 2021) que facilita el consumo del paisaje (Muñoz & Torres, 2010).
El turismo de Chile, basado en general en sus recursos naturales y calidad paisajística, presenta condiciones geográficas excepcionales para el turismo de naturaleza y aventura (Gale et al., 2018; Oyarzún & Guala, 2018; Pearce et al., 2017; Rivas, 2017; Szmulewicz & Veloso, 2013), y la Patagonia chilena resalta en dicho contexto. Si bien la Patagonia chilena no corresponde a una región político-administrativa determinada, se asume en esta investigación que ella se inicia en la cuenca del lago Llanquihue, región de Los Lagos, y finaliza en Cabo de Hornos, hito final del continente americano en el hemisferio sur, región de Magallanes. Lo anterior obedece a que la Administración Nacional de Turismo de Chile promociona la Patagonia como un destino turístico que abarca desde la Carretera Austral hacia el sur, hasta la región de Magallanes (Subsecretaría de Turismo & Servicio Nacional de Turismo, 2022). Por otro lado, Chiloé es considerada como parte de la Patagonia (Said, 2014).
La experiencia natural que brinda la Patagonia chilena se expresa en distintas tipologías turísticas, principalmente el turismo aventura, ecoturismo, turismo rural y turismo científico, los cuales se realizan en escenarios naturales y rurales de alta belleza paisajística (Bourlon et al., 2017; Gale et al., 2018; Inostroza Villanueva, 2016; Pearce et al., 2017; Rivas, 2017; Szmulewicz & Veloso, 2013). De este modo, el uso del concepto Patagonia con fines turísticos está directamente relacionado al imaginario de una naturaleza prístina, lo cual ha sido impulsado por el turismo y ha resultado beneficioso para el sector (Bachmann, 2021; Núñez et al., 2020).
En Chile, doce conflictos socioambientales originados por proyectos energéticos mencionan explícitamente al turismo como argumento de oposición a dichos proyectos (Astorga et al., 2017). De ellos, en la Patagonia chilena se emplazan cinco proyectos (Atlas de Justicia Ambiental, 2017; Instituto Nacional de Derechos Humanos, 2022), de los cuales en esta investigación se descarta el caso de HidroAysén, por haber sido ya estudiado anteriormente (Inostroza Villanueva, 2016; Inostroza & Cànoves, 2014; Rojas Hernández & Hansen-Rojas, 2006; Romero Toledo, 2014; Romero Toledo et al., 2009; Romero Toledo & Sasso, 2014; Segura Ortiz & Bourlon, 2011; Torres & García, 2009; Zunino et al., 2012), y Yelcho, por tratarse de un estudio técnico y no de un proyecto que involucra obras físicas. Fue así como los conflictos analizados corresponden a los originados por los siguientes proyectos energéticos: a) Central Hidroeléctrica Río Cuervo, b) Central de Pasada Mediterráneo, y c) Parque Eólico Chiloé. A continuación, la Figura 1 muestra la ubicación de los proyectos con sus características, y la Tabla 1 su descripción.
Las tres comunas donde se emplazan los proyectos energéticos destacan principalmente por la abundancia de aquellos recursos naturales que permiten la práctica del turismo de naturaleza, aunque con distintos grados de importancia turística en el concierto nacional, según la Administración Nacional de Turismo de Chile. La Tabla 2 detalla la dinámica turística de cada comuna.
De acuerdo con la Tabla 2, las tres comunas poseen atractivos turísticos en las áreas de emplazamiento de los proyectos energéticos, los que a su vez se encuentran adyacentes a áreas naturales protegidas. Por su parte, tanto la comuna de Cochamó como la de Ancud forman parte de ZOIT, que son áreas priorizadas por el Estado chileno para el fomento del turismo. Las comunas de Ancud y Aysén presentan relativamente altos rankings de intensidad turística, es decir, una mayor concentración de actividades turísticas en comparación con el resto de comunas del país, siendo catalogadas como destinos turísticos consolidados en los instrumentos de planificación pública (Gobierno de Chile et al., 2018). La comuna de Cochamó es la de menor desarrollo turístico, con una menor cantidad de servicios turísticos registrados y una categorización de destino turístico emergente. A continuación se explica el rol del sector turismo en cada conflicto.
El EIA del proyecto energético no identificó impactos en el turismo al considerar que el área de emplazamiento no tiene valor turístico, en términos de ausencia de oferta y demanda turística actual (Pramar Ambiental, 2007). Efectivamente, los lagos Yulton y Meullín constituyen una zona despoblada, prístina y accesible solo vía aérea, ya sea en helicóptero o avioneta (Ambiente A), por lo que no existen servicios turísticos en dichos lugares. En cuanto al rol del sector turismo en el conflicto, a nivel comunal el titular del proyecto realizó una serie de reuniones con dicho sector, en las cuales se llegó a acuerdos que se iban ejecutando en tanto medidas de compensación/mitigación del proyecto:
No sé si los ambientalistas se sentaron a conversar, porque los ambientalistas eran un no rotundo. En cambio, nosotros sí teníamos una buena relación […]. Yo tampoco era a favor de Energía Austral, pero me di cuenta de cosas que se podían hacer. (Turismo A)
Las medidas implementadas en beneficio del sector turismo financiadas por el titular del proyecto fueron las siguientes: capacitaciones en turismo y artesanía, viajes de dirigentes sociales y estudiantes al glaciar San Rafael, apoyo financiero a través de proyectos a cerca de treinta empresarios(as) turísticos(as) locales, habilitación de un balneario denominado Bahía Acantilada, gira tecnológica con ocho microempresarios y dirigentes de la comuna a la represa binacional de Itaipú (ubicada en la frontera entre Brasil y Paraguay), y una oficina de información turística móvil (Turismo A; B; C). A esto se añade un área de conservación comprometida en el EIA del proyecto, denominada Parque Yulton, de 6000 ha, que incluía senderos y miradores (Pramar Ambiental, 2007), la cual no llegó a implementarse.
Todas estas medidas fueron recibidas con beneplácito por el sector turístico local. El caso de Bahía Acantilada fue uno de las más valorados, pues se mejoró un atractivo turístico de la comuna con equipamiento de buena calidad: “Lo que hizo Energía Austral con Bahía Acantilada es súper bonito. Es un lugar que se recuperó. Yo voy muy a menudo. Puedo mandar a mis turistas” (Turismo A). La Figura 2 y la Figura 3 muestran las instalaciones de Bahía Acantilada.
La gira a la represa binacional de Itaipú fue también valorada, dado que permitió conocer el proyecto de desarrollo turístico que se llevó a cabo en esa zona de manera integrada al gran proyecto hidroeléctrico: “Fuimos a ver cómo se habían creado las actividades turísticas relacionadas a Itaipú. El desarrollo de marca, que eso es fantástico. Uno piensa: esto sería de lujo tenerlo en Aysén” (Turismo A). Cabe señalar que Itaipú es la mayor hidroeléctrica del mundo y considera visitas guiadas para conocer la central (Itaipú Binacional, 2022).
Ahora bien, las medidas implementadas por el titular del proyecto energético fueron interpretadas en su conjunto como una estrategia para vincularse de buena manera con el sector turístico local:
Energía Austral fue una empresa que ideó una estrategia para ganarse al sector turismo […] generando fondos para postular, para microempresarios y otros tipos de clubes y asociaciones, para ganarse la simpatía de la comunidad. Por lo tanto, quizás pudo haberse generado un mayor conflicto, pero utilizaron una estrategia que creo les favoreció en su momento, porque –digamos– la negativa o el mayor rechazo de su proyecto, yo diría que fue no necesariamente del sector turismo, sino que de una comunidad organizada del sector ambientalista, de las comunidades indígenas, de organizaciones más bien con una gran conciencia ambiental y social. (Turismo B)
Aun cuando las medidas fueron bien recibidas por el sector turístico, el gremio turístico local no se pronunció formalmente ya sea a favor o en contra del proyecto energético (Turismo A, C), lo que denota una posición de neutralidad: “Nunca hubo una postura general. Siempre estuvo esa discusión, de que sí o de que no […], la Cámara de Turismo nunca dijo nada al respecto. En las mesas de trabajo siempre había discusiones” (Turismo C). Así, el sector del turismo visualizó el proyecto como una oportunidad de mejora en equipamiento e infraestructura, un rol que no estaría asumiendo el Estado (Turismo A). De acuerdo con lo anterior, el sector turístico local no tuvo un discurso alineado con el sector ambiental, en términos de oposición al proyecto.
El EIA del proyecto no identificó impactos en el sector turismo, argumentando que es una actividad económica incipiente en el área, pero sí reconoció una alteración significativa del valor paisajístico en la zona de emplazamiento de las líneas de transmisión eléctrica, las cuales serían visibles desde el río Manso, río Puelo, lago Tagua Tagua y estuario del Reloncaví (Illanes y Asociados Consultores, 2011; Turismo E; G). Para mitigar dicho impacto se propuso que la vegetación existente actúe como mitigador natural, además de pintar de color verde algunas torres de alta tensión y desviar la ruta de navegación de la barcaza del lago Tagua Tagua para hacer menos visibles las torres (Ambiente C; Turismo E; G). Además, se ofrecieron capacitaciones a emprendedores, becas de estudio en especializaciones técnicas, folletería turística y apoyo a la elaboración de un plan comunal de turismo. Sin embargo, estas medidas fueron catalogadas como insuficientes por los entrevistados(as) (Ambiente C; Turismo D; E). Por otro lado, el EIA visualizó como un atractivo turístico la infraestructura de la central, proponiendo la instalación de señalética turística junto con la realización de visitas guiadas para conocer su funcionamiento durante la temporada estival (Illanes y Asociados Consultores, 2011).
Todos los entrevistados y entrevistadas del sector ambiental y turismo mostraron una oposición explícita al proyecto energético. Los(as) empresarios(as) turísticos(as) critican fuertemente el impacto paisajístico de la línea de transmisión eléctrica, pues el paisaje representa un atractivo turístico prioritario en la zona (Turismo D; E; F). Esto resulta congruente con la campaña ambientalista comunicacional en contra del proyecto, en uno de cuyos folletos se lee: “El paisaje se vería fuertemente afectado, reduciendo notablemente los ingresos por turismo de la comuna”. Además, el eslogan de dicha campaña fue “Puelo Sin Torres”. La Figura 4 muestra un ejemplo de la imagen paisajística del río Puelo.
Una acción directa del sector turístico que evidencia una alianza con los intereses del sector ambientalista en cuanto a detener el proyecto energético, ha sido la estrategia de fomentar el crecimiento de la oferta turística en el área por medio de inversión propia, para atraer más turistas (Turismo F). Asimismo, un rol importante desempeñó la ZOIT río Puelo – Cochamó, declarada el año 2007, debido a que el proyecto energético se ubicaría al interior de dicha ZOIT. En este sentido, el EIA del proyecto argumentó, por un lado, que la ZOIT no es un instrumento que impida la habilitación de otros usos productivos en el área; y, por otro, que esta no tenía asociado un plan de acción turístico vigente, tal como lo exige la norma legal (Illanes y Asociados Consultores, 2011). Efectivamente, la ZOIT no reviste un impedimento legal para la concreción de un proyecto energético, pero sí expresa una voluntad local en cuanto a la vocación de desarrollo anhelada para el territorio (Turismo G). Asimismo, la ZOIT, al momento de la presentación del EIA, se encontraba desactualizada, al no tener su plan de acción vigente. De este modo, los(as) empresarios(as) locales del turismo estaban interesados(as) en que la ZOIT se actualizara: “Estamos peleando el tema de la ZOIT y nosotros no queremos que nos toquen nuestros rincones ni queremos que nos pasen a llevar nuestra industria” (Turismo E). Fue así como la ZOIT constituyó un argumento más para oponerse al proyecto. Por ejemplo, en uno de los folletos de la campaña ambientalista, se lee: “Cuidemos la herencia de nuestros padres que es el futuro de nuestros hijos […] Zona de Interés Turística Nacional”. Al respecto, la actualización de la ZOIT se logró en el año 2021, con una alta participación de los gremios turísticos locales durante el proceso.
Finalmente, los actores locales no se oponen a la energía hidroeléctrica en sí, indicando que resulta lógico generar energía a partir del agua en un territorio que es generoso en la existencia de este recurso (Turismo F). Más bien se mostraron contrarios principalmente al impacto paisajístico de la línea de transmisión eléctrica, a las escasas medidas de compensación ofrecidas y a una vinculación errática con la comunidad por parte del titular del proyecto (Ambiente C; Turismo D; E; F; G).
Si bien el EIA del proyecto reconoce la alteración de la calidad integral del paisaje y de las actividades productivas turísticas, declara un poco significativo impacto en el turismo (Ernst & Young, 2013). Sin embargo, esto no coincide con lo señalado por los(as) entrevistados(as), quienes identifican los siguientes impactos negativos directos e indirectos en el turismo: afectación a las aves migratorias, humedales y sitios arqueológicos en playa Mar Brava, posible afectación a los pingüinos del Monumento Natural Islotes de Puñihuil, posible afectación a los cetáceos en el océano Pacífico, pérdida de valor paisajístico y pérdida de plusvalía de los terrenos (Ambiente D; Turismo H; I). En cuanto a las medidas de compensación/mitigación ofrecidas por el titular del proyecto, se encuentran: transporte de materiales de construcción durante la temporada de menor flujo turístico, impulso a proyectos de turismo con las comunidades locales a través de una fundación, e inversión en equipamiento turístico para cuatro comunidades indígenas (Ernst & Young, 2013; Ambiente D).
La postura del sector turismo resulta contradictoria en este caso, puesto que, de un lado, se observa una activa participación en contra del proyecto por parte de empresarias turísticas locales (Turismo H; I); y de otro, se critica desde el sector ambiental la indiferencia de los gremios turísticos locales más antiguos de la comuna de Ancud ante este conflicto (Ambiente D; E). Efectivamente, una de las principales lideresas del movimiento activista ambiental de oposición al proyecto es una empresaria turística, y al menos otras dos mujeres del rubro han participado e, incluso, financiado el movimiento de oposición al proyecto (Turismo H). Sin embargo, el sector ambiental indica que la participación de dichas empresarias ha sido la excepción a la apatía del empresariado turístico en general:
El sector turismo ha tenido una participación marginal, ha tenido una actitud displicente, inconsciente con la afectación que esto tendría a nivel provincial y a nivel local. No dimensionan que ellos son del grupo económicamente más afectado, ni los operadores de Puñihuil, ni los de Ancud […]. En general, el turismo y la ciudadanía de Ancud han tenido una actitud apática […] e inactiva […]. Esta actitud no solo ha venido del gobierno, sino de la apatía de los propios empresarios de Mar Brava y de Puñihuil. (Ambiente D)
Este caso se caracteriza también por evidenciar una competencia espacial por el uso de la playa Mar Brava. En la actualidad, la pesca artesanal, el turismo y la recolección de machas son actividades productivas que se desarrollan en mayor o menor grado en la zona:
Acá se instala un conflicto social, porque en esta área hay actividades productivas, que principalmente es el turismo que está en torno a ese lugar. Ahí, por ejemplo, se levantan las voces de Puñihuil, de las ONG, que ven que van a instalar torres eólicas en un lugar que ya está siendo productivo […]. Son muchas torres en un lugar muy pequeño y en un lugar turístico. (Turismo K)
En este sentido, el caso es catalogado como “un conflicto territorial, porque el principal rasgo de este conflicto apunta a vocación o desarrollo alternativo de otros usos o de otras actividades en el espacio donde se emplaza este parque eólico Chiloé” (Ambiente D). Las Figuras 5 y 6 muestran el sector de Puñihuil y Mar Brava, respectivamente.
De este modo, los actores se oponen a la ubicación del proyecto, evidenciándose también una representación social de afecto y pertenencia hacia el lugar. Fue así como el eslogan de la campaña ambientalista comunicacional fue “Salvemos Mar Brava”:
El proyecto al venir a invadir la playa Mar Brava, que […] para todo ancuditano es una playa que significa algo, porque tiene un paisaje maravilloso, porque desde toda la vida las generaciones ahí han ido a pescar, a recolectar machas […] alberga una cantidad de recursos valiosos para la comunidad. Entonces era imposible pensar que a la gente le fuera indiferente. (Turismo I)
Finalmente, los actores entrevistados están abiertos a que el proyecto se instale en otro lugar: “Nosotros queremos que lo coloquen en el monte” (Ambiente E). Es decir, los actores no se oponen a la energía eólica en sí, lo que se ve ratificado en uno de los folletos de oposición al proyecto: “No a Ecopower. Energía eólica sí, pero no en Mar Brava”. Otro elemento que causa rechazo es el impacto paisajístico del proyecto: “No podemos hablar de vender naturaleza prístina al lado de un parque eólico” (Turismo H). Finalmente, cuestionan el tamaño del proyecto eólico, en cuanto al número significativo de aerogeneradores en un área reducida: “Se puede convivir, pero no a esa escala” (Turismo I).
El sector turismo ha tenido una posición ambivalente en los conflictos socioambientales analizados. En el caso de la Central Hidroeléctrica Río Cuervo se evidencia una posición neutral del sector turismo, originada por un buen acercamiento del titular del proyecto con los(as) empresarios(as) turísticos(as) locales, lo que se tradujo en una serie de iniciativas de inversión que beneficiaron al sector, previo a la construcción misma de la central, la cual no llegó a concretarse. Este no rechazo podría ser interpretado como un apoyo soterrado por parte del sector turismo al titular del proyecto. Sin embargo, obedece más bien a un anhelo por una mayor turistificación del territorio, que en este caso fue facilitada por el proyecto energético, desvelando al mismo tiempo el apoyo insuficiente del Estado chileno en obras de inversión turística.
En el caso de la Central de Pasada Mediterráneo se observó oposición del sector turismo al proyecto energético, lo cual se explica por el impacto paisajístico de la línea de transmisión eléctrica, por las débiles medidas de compensación ofrecidas y por una vinculación comunitaria errada por parte del titular del proyecto. En el caso del Parque Eólico Chiloé, se evidencia una posición contradictoria del sector turismo. Por un lado, hay microempresarias turísticas que son lideresas del movimiento de rechazo al proyecto; y, por otro, el sector turismo en general se muestra indiferente al proyecto.
Un primer hallazgo derivado de los tres casos de estudio es que las intervenciones antrópicas que no son accesibles a la visión humana y que están ubicadas en zonas que no están siendo usadas para actividades turísticas, no generan rechazo en el sector turismo. En efecto, la Central Hidroeléctrica Río Cuervo no sería visible; la Central de Pasada Mediterráneo en sí no generó mayor controversia, a diferencia de su línea de transmisión eléctrica; y el Parque Eólico Chiloé no hubiese generado mayor conflicto si hubiese estado emplazado en otro lugar, no visible.
Un segundo hallazgo es que, al haber carencias en capital económico y físico en los territorios, los actores del turismo y la comunidad en general pueden llegar a estar dispuestos a aceptar los proyectos energéticos, en la medida en que otorguen beneficios económicos significativos a través de sus medidas de compensación y mitigación. De algún modo, los grandes capitales de los proyectos energéticos llegan a suplir la inversión pública en una serie de materias concernientes al desarrollo territorial, principalmente en conectividad y accesibilidad, lo cual permite una mayor turistificación de los territorios. Lo anterior involucra un riesgo para la protección ambiental, en el entendido de que las comunidades podrían estar abiertas a aceptar proyectos aun cuando el impacto negativo sobre el medioambiente sea evidente (Folchi, 2001). Otra amenaza derivada de lo anterior es que una desmedida turistificación puede llegar a deteriorar la naturalidad del paisaje, que es el principal soporte de la actividad turística. Dicho en otras palabras, la turistificación puede llegar a matar la propia razón de ser del turismo de naturaleza (González Reverté & Antón Clavé, 2010), por medio de una excesiva comodificación de la naturaleza (Romero Toledo et al., 2009).
Un tercer hallazgo es que no se encontró evidencia de oposición local a los proyectos de energías renovables, como la hidroeléctrica o eólica, lo cual coincide con la literatura (Stefánsson et al., 2017). No obstante, líderes del activismo ambiental a escala nacional son cautos con relación a este tipo de proyectos, respecto de los cuales señalan que “las energías renovables no convencionales pueden transformarse en nuestra próxima pesadilla” (Ambiente J). Al respecto, desde una perspectiva turística, el problema no son los proyectos en sí, sino su ubicación, tamaño e impacto paisajístico. Tanto el valor paisajístico como la ubicación ya fueron detectados como factores de conflicto en estudios técnicos anteriores (Astorga et al., 2017). El tamaño de los proyectos energéticos como causa del rechazo es un hallazgo que coincide con el resultado del caso de HidroAysén (Inostroza Villanueva, 2016). Es decir, son proyectos demasiado grandes emplazados en áreas con comunidades locales de escasa población y que no han sido planteados para satisfacer necesidades energéticas locales, sino más bien para generar y distribuir energía a escala nacional. Esto último coincide con la literatura, en el sentido de que los proyectos son pensados a escala nacional y regional (Romero Toledo, 2014). En este sentido, los titulares de los proyectos energéticos han sido poco estratégicos al no considerar explícitamente como medidas de compensación/mitigación la generación de energía eléctrica a bajo costo para las comunidades locales.
Por último, es necesario avanzar en una planificación territorial integrada y participativa, de tal manera de definir el uso de los recursos naturales entre distintos sectores sociales y productivos, lo cual brindaría certidumbres a las comunidades locales, a los actores ambientales, a los(as) empresarios(as) turísticos(as) y a los inversionistas de distintos proyectos (Ambiente D). De este modo, se debiese avanzar hacia un ordenamiento territorial bajo un enfoque de sostenibilidad.
Financiamiento recibido de ANID PAI / Concurso Nacional Inserción de Capital Humano Avanzado en la Academia, convocatoria año 2017 Folio PAI79170138.