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Sabatini: una contribución a los estudios sobre segregación y conflictos urbanos
Valentina Saavedra-Meléndez
Valentina Saavedra-Meléndez
Sabatini: una contribución a los estudios sobre segregación y conflictos urbanos
EURE, vol. 50, núm. 150, pp. 1-5, 2024
Pontificia Universidad Católica de Chile
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Reseñas

Sabatini: una contribución a los estudios sobre segregación y conflictos urbanos

Valentina Saavedra-Meléndez
Universidad de Chile, Chile
EURE, vol. 50, núm. 150, pp. 1-5, 2024
Pontificia Universidad Católica de Chile
Rasse Alejandra, Trebilcock María Paz. Sabatini. 2022. Editorial Bifurcaciones, Colección Influencia. 978-956-9501-26-5

La discusión sobre los conflictos urbanos y la segregación que generan o reproducen nuestras ciudades es un tema que convoca a un sinnúmero de investigadores y activistas (Ducci, 2007; Durán et al., 2020; Rodríguez & Sugranges, 2005; Sarracina, 2021; Tapia, 2011). Los debates que han generado tienen una larga trayectoria y, a través de ellos, se han realizado valiosas contribuciones que hoy nos permiten nombrar y ahondar en diferentes fenómenos urbanos y sociales. Parte de esto hace la Colección Influencia, de la Editorial Bifurcaciones, con publicaciones como Salcedo y Lawner, y dentro de la cual ahora se encuentra la obra compilatoria Sabatini, de Alejandra Rasse y María Paz Trebilcock. En cinco capítulos –cada uno con una introducción redactada por un investigador del tema respectivo–, las editoras compilan 22 artículos y estructuran lo que podemos llamar las cinco principales líneas de investigación y trabajo que ha desarrollado Francisco Sabatini en cuatro décadas de trayectoria como sociólogo planificador urbano y académico, dedicado a los estudios sobre las desigualdades urbanas en Chile.

La obra sorprende de entrada con sus primeros capítulos “Pobreza urbana y participación” y “Conflictos ambientales y territorio”, donde Sabatini aborda problemáticas relativas a la ciudad con una perspectiva de género y ambientalista, miradas muy acordes a los debates actuales sobre los desafíos de las ciudades y territorios. A lo largo de ellos hace carne las expresiones que destacan las editoras en cuanto a que “el espacio importa” y que “la sociedad es en su misma constitución, espacial”. Es decir, que el espacio que habitamos incide en las relaciones y dinámicas sociales y no es un mero escenario de estos.

En específico, el capítulo inicial funciona como una especie de manifiesto para el resto del libro, donde se aborda la dimensión ambiental de la pobreza y se discute el concepto de marginalidad que se utilizaba en la década de 1980 para definir a sectores de la sociedad. También se presenta como antesala para lo que luego Rodríguez y Sugranyes (2005) llamaran el problema de “los con techo”, y que figuraría como un elemento central en el problema de la vivienda y hábitat en Chile. Finalmente, el autor marca una decidida posición sobre la necesidad de realizar estudios situados para superar la imposición globalizada de diagnósticos, dotándolos de una mirada latinoamericana que les reconoce agencia a las familias de sectores populares en la transformación de sus espacios.

Es el haber trabajado inductivamente desde los territorios lo que le otorgó a Sabatini la capacidad de vislumbrar tempranamente problemas de la política pública que hoy seguimos discutiendo, como lo es la participación de las comunidades y la dominación patriarcal que inhibe los deseos de involucrarse de mujeres de barrios populares en la toma de decisiones y debates colectivos.

Es interesante en estos tiempos, donde la impugnación y cancelación son las herramientas cada vez más usuales en el debate público, observar cómo también varones han podido ser parte y contribución al debate feminista en la ciudad. Abordar tempranamente la doble jornada laboral, el aislamiento o violencia como parte estructural de la experiencia de las mujeres ante un escenario de empobrecimiento y cesantía en la ciudad, es –por decirlo menos– destacable.

Como señalan Olga Segovia y María Nieves Ricco (2017), el desafío es cambiar el paradigma patriarcal con el que se piensan y construyen las ciudades. Así lo reflejan las diversas entrevistas que Sabatini hace a mujeres pobladoras, donde el machismo que en ocasiones se naturaliza, se enfrenta con la toma de conciencia que dota la organización y educación como el mejor mecanismo de resistencia feminista. De esta manera, se puede notar que la práctica machista en las comunidades no tiene directa relación con la ausencia de conciencia, sino con dispositivos sociales, materiales y culturales que la sostienen y que, por lo tanto, son la realidad de fondo que se requiere atacar.

El problema de la participación parece ser un tema que a lo largo de su trayectoria ha inquietado a Sabatini, quien dedicó diversos escritos –varios de ellos presentes en esta obra– a ahondar en la participación popular, las motivaciones que han tenido las comunidades para movilizarse y las estrategias de resolución de conflictos que se han utilizado desde las instituciones a cargo. Al respecto, el tema ambiental no se hace esperar y, de hecho, el autor reconoce tempranamente la conciencia ambiental existente en los sectores empobrecidos de la sociedad, sin idealizar sus realidades ni intenciones. Esto último es particularmente interesante, considerando que distingue entre “conflicto ambiental” y “conflicto territorial”, ya que la motivación de una parte importante de las comunidades que entran en conflicto no es necesariamente el cuidado del medioambiente, sino lograr una distribución equitativa de los beneficios sociales y materiales que se llevan las empresas que intervienen en sus territorios. De esta manera, se configuran como conflictos sociales por contraposición de fuerzas y, por lo tanto, como conflictos políticos.

Sabatini examina los conflictos señalados, ambientales y territoriales, sin renunciar a un análisis más global de una situación que ya ponía una alerta sobre la inminente crisis de la política a la que asistimos hoy, donde la subsidiariedad, la democracia liberal y la disociación entre política e intereses sociales se han constituido en los tres ejes que caracterizan las democracias latinoamericanas posdictatoriales.

“¿Son movilizaciones como la de Maipú reveladoras de cambios de fondo en nuestra manera de hacer política, o más bien llamados de atención de una población abandonada por el Estado y los partidos políticos? ¿O ambas?”, se pregunta Sabatini en el artículo sobre la guerra de la basura en Santiago, del que es coautor con G. Wormald (p. 183).

En este tipo de encrucijadas, el autor propone de diferentes maneras la necesidad de lograr consensos para el procesamiento de los conflictos, ante la amenaza de una polarización y un abordaje populista a las reclamaciones sociales. Es difícil no relacionarlo con el momento crítico que vive la política en la actualidad, aunque Sabatini no llega a advertir la posibilidad de surgimiento de nuevas fuerzas políticas provenientes de los movimientos sociales que se erigieron desde estas luchas y reflexiones territoriales.

Los siguientes capítulos son quizás lo que se esperaría encontrar en un libro titulado Sabatini: una discusión en detalle y dinámica sobre la segregación, el rol de los intereses inmobiliarios y la fragilidad a la que se somete la ciudad cuando no hay regulación en el mercado de suelo, en una aproximación que se intersecta con el debate sobre si hay distinción entre la gentrificación y los consiguientes procesos de desplazamiento. Se expresa en ellos el ímpetu de Sabatini por comprender en mayor detalle los fenómenos de desigualdad socioterritorial que caracterizan nuestra realidad, los intereses que se ponen en juego, las aspiraciones que tiene la población sobre los espacios que habita y las personas en su entorno, y cómo la geografía es parte de las variables incidentes en la segregación. Dice al respecto: “Como se puede apreciar, la escala geográfica no es una cuestión secundaria ni un simple aspecto metodológico del estudio de la segregación, como se la trata usualmente” (p. 364).

Este ejercicio aventurado de exploración lo lleva a sostener aseveraciones que sin duda incomodan a quienes sostenemos una posición materialista y crítica sobre fenómenos como la gentrificación y la segregación. Cuesta encontrar las bondades de la segregación que propone Sabatini, quien sostiene que la concentración de población con características similares permite la dinamización y refuerzo de la identidad, cuando tales logros se dan a cambio de precarización o en procesos donde la aproximación entre personas de diferentes estratos socioeconómicos dependa del encuentro de los muros de sus condominios cerrados. No obstante, tales diferencias que se presentan frente a algunas de sus conclusiones, o las resistencias que ellas pueden despertar, enriquecen esta compilación y la obra misma de Sabatini, debido a que abrir la discusión no solo contribuye a la teoría, sino también a la política.

El atrevimiento de explorar los claros y oscuros de un fenómeno que usualmente se presenta como una discusión cerrada, y que Sabatini propone insistentemente volver a abrir y revisar, viene a recordar que el espacio (y su comprensión) forma parte de los procesos sociales y urbanos y que, por lo tanto, es dinámico y –como él mismo denomina– “maleable”. Esta maleabilidad, es en parte lo que permite hacer llamados a la política a tomar medidas, aprovechando la permanente transformación a la que están sujetas las ciudades.

Más allá de estas valiosas contribuciones, sin embargo, se echa de menos en estos capítulos la agencia que inicialmente Sabatini reconoció a los pobladores, pobladoras y movimientos territoriales. La renuncia a la mirada interseccional de la ciudad no se condice del todo con su trayectoria. Vale la pena recordar que las desigualdades que vivimos en la sociedad no son solo de clase, sino también de género, raza, corporalidades, entre otros.

Quizás esta ausencia se podría explicar con el capítulo que Rasse y Trebilcock decidieron que fuera el cierre del libro, donde Sabatini reconoce la relevancia del entendimiento multiescalar de las ciudades y asume que no todos los conflictos se replican a diferentes escalas. Con esto enfrenta la idea de la atomización como supuesta forma de explicar los procesos urbanos y conflictos territoriales. Con una delicada comparación entre la exploración de procesos urbanos y la exploración a la composición molecular que se hace en las ciencias químicas, describe por qué en el urbanismo tendemos a creer que la diferencia de escala consiste simplemente en replicar a mayor tamaño la escala local o a la inversa, a modo de espejo. En contraposición a tal enfoque, propone que los procesos y fenómenos que actúan en diferentes escalas pueden ser de diferente naturaleza, a pesar de afectar a los mismos territorios y que, por lo tanto, no es posible determinar cuál escala se debe priorizar por sobre la otra.

Donna Haraway (2020) –en contraposición a la idea normativa, hegemónica y positivista de la ciencia tradicional– propone que no es posible entenderlo y explicarlo todo, y quizás con esta humildad Sabatini ha buscado entregar a través de sus escritos diferentes perspectivas, problemáticas y escalas de acción, consciente de ser parte de un entramado de intelectuales que, así como explican fenómenos, abren constantemente preguntas sin una sola respuesta.

El esfuerzo que este libro implica en cuanto a agrupar, estructurar y comentar cada capítulo es admirable y, por lo mismo, se extraña un apartado que concluya o entregue reflexiones para el cierre de su lectura.

Para finalizar, no queda más que reconocer que esta obra es un imperdible para los estudios urbanos, especialmente para las nuevas generaciones de urbanistas que, en ocasiones, creemos estar comenzando de cero. Para que no se nos olvide que el “espacio importa”, que no es neutro y que sigamos haciendo investigación, docencia, activismo y política con conciencia de lo erigido en el urbanismo, con miras a avanzar en la permanente construcción de ciudades más inclusivas y democráticas.

Material suplementario
Referencias bibliográficas
Ducci, M. E. (2007), La política habitacional como instrumento de desintegración social. Efectos de una política exitosa. En M. J. Castillo & R. Hidalgo (Eds.), 1906/2006. Cien años de política de vivienda en Chile (pp. 107-123). Universidad Nacional Andrés Bello y P. Universidad Católica de Chile.
Durán, G., Bayón, M., Bonilla Mena, A. & Janoshka, M. (2020). Vivienda social en Ecuador: violencias y contestaciones en la producción progresista de periferias urbanas. Revista INVI, 35(99), 34-56. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-83582020000200034
Haraway, D. (2020) Manifiesto Ciborg. Kaótica Libros.
Rodríguez, A. & Sugranyes, A. (2005). Los con techo, un desafío para la política de vivienda social. Ediciones SUR. http://www.sitiosur.cl/r.php?id=81
Sarracina, A. (2021). Consideraciones referidas a la expansión de la ciudad y las políticas habitacionales. RevIISE: Revista de Ciencias Sociales y Humanas, 17(17), 41-53. http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/reviise/article/view/479/596
Segovia, O. & Rico, M. N. (2017). ¿Cómo vivimos la ciudad? Hacia un nuevo paradigma urbano para la igualdad de género. En M. N. Rico & O. Segovia (Eds.), ¿Quién cuida en la ciudad? Aportes para las políticas urbanas de igualdad (pp. 41-70). Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/42424/1/S1700617_es.pdf
Tapia, R. (2011). Vivienda social en Santiago de Chile. Análisis de su comportamiento locacional. Periodo 1980-2002. Revista INVI 26(73), 105-131. https://www.redalyc.org/pdf/258/25821502004.pdf
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