Reseñas
Crisis, emergencias y transiciones en el capitalismo global
![]() | Méndez Ricardo. Tiempos críticos para el capitalismo global. Una perspectiva geoeconómica. 2023. Revives. 216pp.. 978-84-126777-1-3 |
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Con un título especialmente adecuado a un libro dedicado a analizar las transformaciones del capitalismo global, Ricardo Méndez reflexiona acerca de la situación generada por la sucesión de profundas crisis socioeconómicas, a las que se añaden la sanitaria y la ambiental, que tienen carácter mundial y alcanzan dimensiones hasta ahora desconocidas; hay que sumar a ellas la inquietante conflagración vinculada a la invasión de Ucrania por tropas rusas. Afirma el autor que esta conjunción de graves e intensos procesos está contribuyendo a acentuar las desigualdades sociales y territoriales, a provocar una intensa polarización social y a generar un miedo creciente a las incertidumbres del futuro.
Ante un contexto general de referencia tan complejo y preocupante, Méndez centra la atención en la perspectiva geoeconómica, reflexionando acerca tanto de los comportamientos de los actores que condicionan el funcionamiento de la economía global, como de los procesos de fondo que ayudan a entender tales conductas y las múltiples consecuencias de ellas derivadas. Defiende así una geografía económica que, traspasando las fronteras disciplinares, emprenda el análisis de los problemas que afectan a las sociedades actuales, afrontando el reto de “aportar ideas que ayuden a comprender la complejidad del mundo actual y ofrecer una reflexión crítica sobre sus claves estructurales, base necesaria para abordar con fundamento cualquier tipo de propuestas transformadoras” (p. 15).
El libro se estructura en siete capítulos.
A modo de introducción, el primero se centra en transmitir la forma de concebir el libro y en explicar sus planteamientos y contenidos. Con el objetivo de recapacitar acerca de las mutaciones experimentadas por el capitalismo global, parte de la hipótesis según la cual las turbulencias que afectan a este modelo tienen precisamente “como clave esencial algunos de sus rasgos estructurales que muestran signos de agotamiento, desorganizan el sistema y difunden inestabilidad al conjunto” (p. 10); es decir, que las causas de las crisis que dañan al sistema son consecuencia de su propia lógica de funcionamiento. En efecto, la financiarización de la economía y la desregulación de los mercados permitió la conformación de la burbuja especulativa inmobiliaria que fue el detonante de la Gran Recesión. Por su parte, los procesos de relocalización industrial han generado una creciente dependencia de las cadenas de valor globales, con el riesgo tanto de colapsar el intercambio de productos, como de que el modelo económico basado en su continuo crecimiento acelere el deterioro ecológico y la crisis ambiental. Hay que añadir a lo anterior el problema que supone la creciente privatización de bienes que debieran ser públicos, propiciando con ello el crecimiento de las desigualdades sociales y territoriales.
Con tales planteamientos, propone el autor una sugerente interpretación de los contenidos del libro utilizando como metáfora los pasos a seguir en un proceso terapéutico: detección de los síntomas (crisis financiera, sanitaria, geopolítica y ambiental), la hipótesis (transición sistémica por agotamiento del capitalismo global), el diagnóstico (hegemonía del poder corporativo, riesgos de la división internacional del trabajo y las cadenas de valor globales; presión sobre los recursos naturales y deterioro ambiental; y financiarización de los bienes esenciales), y la terapia (reformar el capitalismo o buscarle alternativas) (p. 12).
Con el título “Un capitalismo global en dificultades”, el capítulo segundo se destina a analizar las crisis que han perturbado al sistema, considerando sus causas –inmediatas y subyacentes– y sus consecuencias –económicas y socioespaciales–, que han evidenciado sus múltiples fragilidades. Señala Méndez que se trata de crisis estructurales, endógenas y sistémicas, que no son el resultado de una suma de accidentes y errores sino de la propia lógica del sistema, y que, al afectar a la economía global, perturban las relaciones sociales y políticas y los comportamientos de la población.
Partiendo de estos planteamientos, se analizan las distintas crisis. La ligada a la Gran Recesión de 2008, cuando los centros financieros internacionales se convirtieron, por una parte, en depositarios de un creciente poder intangible; y, por otra, en los lugares que concentran las mayores amenazas para el sistema. La sanitaria, iniciada en 2020 y debida a la pandemia del COVID-19, que provocó una paralización temporal de muchas actividades y la intensificación de las desigualdades socioespaciales. Por su parte, la geopolítica, originada el año 2022 con la invasión del territorio ucraniano por el ejército ruso, alteró las relaciones internacionales al provocar una guerra económica que pone en evidencia la estrecha relación entre factores geopolíticos y geoeconómicos. Los esquemas utilizados para el análisis de estas crisis son muy ilustrativos, clarificadores y valiosos, al contribuir a sintetizar sus causas, impactos, contrastes entre territorios y respuestas dadas en cada caso, lo que facilita el entendimiento de lo ocurrido en ellas (Figuras 2.3, 2.4 y 2.6).
El capítulo tercero, denominado “La creciente hegemonía del poder corporativo”, analiza el comportamiento de los actores en la conformación del capitalismo global. Empieza destacando el creciente poder corporativo de las grandes entidades financieras y grupos empresariales para orientar el comportamiento del sistema y que les permita ejercer poder sobre la economía mundial. Partiendo de la base de que la observación depende de la teoría, se plantea que, para la correcta comprensión de una realidad multidimensional, deben diferenciarse tres dominios o estratos interrelacionados y complementarios: el empírico, de los resultados; el de la agencia, de las estrategias; y el real, o estructural (Figura 3.1). Esta argumentación abstracta se traduce en que, para comprender la lógica del capitalismo global, hay que describir los acontecimientos observables; analizar el comportamiento de los actores respecto a sus objetivos, proyectos, decisiones y estrategias; y observar el contexto estructural dominante.
Con esta interpretación, se analiza el dominio de la agencia o de la acción, centrando la atención en los comportamientos de las mayores empresas y patrimonios, los gigantes financieros y las compañías trasnacionales. Despiertan especial atención los procesos de declive o reestructuración que están experimentando los Estados; y, dado que tanto ellos como los principales organismos internacionales han colaborado en el surgimiento del capitalismo global, advierte Méndez que es necesario ser cautos ante las referencias al retorno al Estado y la supuesta crisis del neoliberalismo, recordando que son pocos los casos en que se cuestionan los principios esenciales de la agenda neoliberal con una redistribución más justa del excedente empresarial, un mayor control de los mercados de capital, un aumento de servicios públicos, o una más estricta ordenación del territorio. Se cierra el capítulo con un interesante epígrafe dedicado a las alternativas de la sociedad civil frente al capitalismo global.
Llevando por título “Fragmentación productiva y cadenas de valor globales en cuestión”, en el capítulo cuarto se reflexiona sobre la densificación de redes de flujos de bienes, servicios y capitales sustentada en la liberalización y desregulación de los mercados y la división internacional del trabajo. Señala Méndez que dichas redes están vinculadas a cadenas de valor globales, las cuales, fragmentando las tareas, fabrican un producto en diversas localizaciones; y que aunque, por una parte, mejoran la productividad empresarial, por otra, han llevado al declive a muchas actividades destinadas a mercados más cercanos. Advierte también que se han ignorado los elevados costes sociales y ambientales que genera la hipermovilidad y los riesgos asociados a la dependencia de productos y servicios procedentes de lugares lejanos. La Figura 4.2 recoge una interpretación de estos procesos.
Respecto a los problemas socioespaciales, señala el autor que las empresas pueden mover su capital y desplazar sus centros de trabajo, sustituyendo trabajadores, proveedores y territorios por otros más rentables, imponiendo sus condiciones a empresas, sindicatos y gobiernos locales, a los que provocan así daños colaterales estrechamente asociados al crecimiento de las desigualdades. Junto a lo anterior, entiende que este modelo ha provocado un intenso deterioro ecológico allí donde se instalan industrias contaminantes y se intensifican actividades extractivas sin una normativa ambiental que las controle. Las cadenas globales de valor se han convertido, pues, en un componente esencial de la articulación de la economía mundial, pero se han generado profundas fracturas en el funcionamiento de un modelo que empieza a ser cuestionado, al estar sometido a numerosas contradicciones e incertidumbres.
Teniendo en cuenta que este modelo económico es ambientalmente insostenible, el capítulo quinto, “Globalización capitalista y crisis ambiental”, se centra en esta materia. Con un planteamiento muy clarificador, reflejado tanto en su línea argumental como en su estructura, incluye un cuadro síntesis que sistematiza la relación entre el sistema económico y la crisis ecológica, añadiendo también las posibles opciones de respuesta (Figura 5.1). Muestra así los obstáculos estructurales para el mantenimiento de un modelo económico –basado en el crecimiento constante, la rentabilidad a corto plazo y la minimización de costes–subrayando la existencia de barreras ecológicas que lo impiden y considerando, a su vez, el “desigual balance entre beneficios y costes de la explotación intensiva de la naturaleza según territorios“ (p. 114). Respecto a esto último, se entiende el extractivismo como una renovada geografía de la dependencia y se enfatiza la creciente presión ejercida por algunos recursos, entre los que destaca las fuentes de energía y los minerales estratégicos, lo que genera, además de escasez, tensiones y conflictos.
Es especialmente interesante el capítulo sexto, titulado “La financiarización de los bienes esenciales”. Llamando la atención sobre el descontrol existente en los mercados inmobiliarios e hipotecarios, los déficit de buena parte de los sistemas sanitarios, evidenciados durante la pandemia, y la inseguridad alimentaria provocada por la guerra de Ucrania, analiza las raíces de estos dilemas estrechamente relacionados con los procesos de financiarización y de privatización provocados por el modelo capitalista globalizado. La Figura 6.1 es, sin duda, una excelente síntesis de los principales componentes del capitalismo financiarizado.
Méndez subraya, a su vez, el problema que supone la inseguridad alimentaria que, si ya era grave en los años posteriores a la Gran Recesión, se ha incrementado con la pandemia, y piensa que hay que relacionar este grave problema con la financiarización de los sistemas agroalimentarios (Figura 6.2). No deja al margen el problema que representa entender la salud como negocio, lo que lleva a distintas formas de privatización sanitaria (Tabla 6.2). Por último, analiza las complicaciones que conllevan la urbanización del capital y el negocio inmobiliario, a las que hay que añadir la financiarización de la vivienda (Figura 6.7).
Con el capítulo siete, “Epílogo: Reorientar el presente para tener futuro”, finaliza este libro. Se señala en él que la resistencia al cambio está presente en muchas de las respuestas de gobiernos y sociedades a la crisis global, cuando entienden que es posible mitigar problemas que consideran circunstanciales, con medidas meramente paliativas. No obstante, se hace cada vez más evidente la necesidad de asumir transformaciones estructurales que hagan a nuestras sociedades más resistentes y resilientes a futuras crisis.
Partiendo de tal conclusión, se contraponen propuestas reformistas a aquellas que defienden el cambio de modelo. Entre estas últimas, resultan sugestivas las promovidas desde los territorios, priorizando así la escala local. Las Figuras 7.1 y 7.3 son muy relevantes y clarificadoras al respecto.
Llegado este punto, solo resta felicitar al autor por su valiosa aportación. Como él afirma, en un periodo de aceleración histórica como el que vivimos, es difícil profundizar en el análisis de procesos que son extremadamente complejos y cambiantes. Hay que agradecerle, pues, el esfuerzo realizado para construir una reflexión sobre ellos, enlazándolos con un argumento didáctico, sugerente y muy relevante. Que incluya interesantes y clarificadores esquemas interpretativos, y que vaya contraponiendo, además, las propuestas neoliberales con las realizadas desde posiciones críticas, son importantes valores añadidos, a los que hay que sumar las numerosas referencias bibliográficas.
Méndez apuesta así por una geografía económica centrada en una reflexión crítica sobre los problemas esenciales de las sociedades actuales, aportando ideas que, además de ayudar a interpretar la realidad, resultan estimulantes para concebir, construir y ejecutar propuestas transformadoras. Hay que valorar, además, que se trate de un libro electrónico de libre disposición, lo que facilita considerablemente su lectura.
En definitiva, es este un excelente libro centrado en analizar las intensas mutaciones que está experimentando el capitalismo global en unos tiempos cambiantes, convulsos y complejos, caracterizados por la presencia de transiciones (energética, económica, ética y de valores…), emergencias (pandemia, guerra, nueva crisis económica, cambio climático…) y posibles cambios de paradigmas.