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“La playa es la playa”: influencia de la costa de Barcelona en el bienestar de sus habitantes
EURE, vol. 51, núm. 153, pp. 1-20, 2025
Pontificia Universidad Católica de Chile

Artículos


Recepción: 12 Marzo 2024

Aprobación: 24 Abril 2024

DOI: https://doi.org/10.7764/eure.51.153.05

Resumen: La costa y playas urbanas de la ciudad de Barcelona tienen una historia relativamente reciente, habiendo sido parte de la industria portuaria hasta la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992, cuando se abrieron al uso público. Su desarrollo y estudio en las últimas décadas ha estado íntimamente ligado a su potencial económico y turístico, olvidándose la forma en que experimentan la costa las personas residentes de Barcelona. Este estudio parte de la consideración de los blue spaces, defendidos por la Psicología Ambiental como espacios caracterizados por la presencia de agua que sirven para la restauración emocional de quienes los frecuentan. Plantea estudiar el impacto del litoral de Barcelona en el bienestar de sus habitantes, y su potencialidad como blue space, mediante una metodología etnográfica con entrevistas. Los resultados demuestran la variedad del uso que la población barcelonesa hace de su costa y su influencia restaurativa.

Palabras clave: espacio público, gentrificación, medioambiente urbano.

Abstract: The urban coast and beaches of Barcelona have a relatively recent history, having been part of the port industry until the 1992 Summer Olympics, when they were opened to public use. Their development and study in recent decades have been closely linked to economic and tourist potential, neglecting Barcelona residents’ experiences of the coast. This study draws upon the concept of blue spaces, areas with water presence that, as environmental psychology suggests, provide emotional restoration to the people who frequent them. It aims to study the impact of Barcelona’s coastline on the well-being of its inhabitants, recognizing its potential as a blue space through ethnographic methodology with interviews. The results demonstrate the variety of uses of the coastline by the population and its restorative influence.

Keywords: public space, gentrification, urban environment.

Introducción

El mar a lo largo de la historia

No debería sorprendernos que los océanos, al cubrir más de dos tercios del planeta, tengan una influencia directa sobre nosotros y la hayan tenido a lo largo de nuestro desarrollo como especie. Volviendo la vista hacia la era prehistórica, encontramos que el mar actuó como barrera para la exploración, lo que llevó a que las primeras civilizaciones surgieran alrededor de cuencas hidrográficas y ríos, principalmente por motivaciones agrarias y de alimentación (Ratzel, 1986). En el Nilo se construyeron las primeras embarcaciones y se realizaron las primeras exploraciones de la costa mediterránea, con lo que el mar devino en la principal vía de comunicación del planeta, con propósitos económicos, políticos, sociales y estratégicos (Oyarzún, 1998).

Tras la colonización de América y la consiguiente globalización, con el mar y la exploración marítima como protagonistas, quedó constancia de la relevancia de los océanos y de la comunicación portuaria en el sistema globalizado en construcción. A partir del siglo XVIII, en países como Inglaterra comenzó el desarrollo de redes de carreteras, avance ligado a la importancia del transporte para los mercados y centros de producción (Oreja, 2014). Así, a partir del siglo XIX, llegan la evolución de los puertos y la marina mercante, la construcción de barcos cada vez más grandes y la aplicación de la máquina de vapor en la búsqueda de mayor velocidad (Rueda et al., 2008). De esta forma, el mar aseguró su poder en relación con la economía y la industria.

Ligado a lo anterior, comenzó la gran urbanización de la población mundial y el aumento de grandes ciudades situadas en costas, lo que hizo imprescindible el comercio marítimo. La población urbanizada superó el 50% en 2008 y se espera que alcance el 70% en 2050 (ONU-Hábitat, 2009). Ya en 2011, alrededor del 40% de la población mundial vivía en territorios costeros (Intergovernmental Oceanographic Commission of UNESCO [IOC/UNESCO] et al., 2011).

Centrándonos en los países mediterráneos, los cambios urbanísticos y sociales ocurridos en ellos durante la década de los noventa llevaron a convertirlos en el primer destino mundial del turismo internacional (Tomàs, 1998). Este turismo fue considerado como un lujo para las elites sociales a partir de los años cincuenta, catapultándose luego hasta todas las capas sociales bajo la influencia del turismo de masas.

Las relaciones con el mar y la costa se han desarrollado siempre muy ligadas al momento y la evolución humana y social en que se encontraban los distintos grupos sociales. Este trabajo se centra en la relación actual con la costa y la importancia que puede tener dicha relación en los habitantes del litoral.

Sociología de la costa

Tal y como afirma Hannigan (2017), la sociología marítima “simplemente no está despegando”. Sí se ha dado relevancia al océano como un componente importante de las relaciones internacionales y la sociopolítica, pero se tiende a ignorar la costa como un espacio de socialización independiente que debería ser estudiado en la perspectiva de las diferentes formas en que los humanos experimentan la vida (Picken, 2015). También hay amplias investigaciones en referencia a la historia, geografía y cultura de las costas (Booth, 2001; Corbin, 1994), pero una aproximación sociológica holística a la costa sigue estando pendiente.

Osbaldiston (2017) propone su sociología de la costa como un caso de estudio sobre la transición en la cultura moderna hacia la intelectualización y racionalización, tras la ruptura con los mitos característicos de las creencias religiosas y espirituales. El autor plantea que el estudio de la costa y del mar ha sido relegado a geógrafos y economistas, pero sugiere que el elemento social que los compone es significativamente influyente en las formas de entenderlos, lo que debería ser suficiente para desarrollar una sociología que los tenga como objeto.

En un repaso histórico del significado del mar, Osbaldiston (2017) recupera su asociación al misterio y la justicia divina, aspectos típicos de la tradición judeocristiana (Lenček & Gideon, 1998). Los océanos no podían entenderse más allá de la imaginación humana: formaban parte de reinos divinos y deificados. La modernidad ha roto de manera absoluta con tales ideas, pasando a situar la costa como objeto de interés científico y geográfico, además de supeditado a los procesos de la colonización y turismo de masas. El autor recalca la relevancia social e histórica de estos procesos, proponiendo como ejemplo las costas de Australia y las tribus que allí fueron colonizadas. Mencionando a tribus indígenas como las de Gubbi Gubbi o Noosa, Osbaldiston reflexiona sobre cómo su expulsión de la costa representa la instrumentalización racional característica del posmodernismo.

“Nature-based Solutions”: blue spaces

Tras el auge del interés en temáticas derivadas del calentamiento global y la crisis climática, áreas de estudio como la Psicología Ambiental (Holahan, 1991) intentan mejorar las relaciones humanas con el medioambiente natural, y conseguir que el medioambiente construido sea, de alguna forma, más humano (Sierra-Barón et al., 2022; Sundstrom et al., 1996).

En este contexto, cobran importancia las denominadas Nature-based Solutions, definidas como el conjunto de metodologías centradas en aumentar la resiliencia a los impactos del cambio climático (O’Hogain & McCarton, 2018). Tales soluciones se consideran agentes activos participantes en la capacidad del urbanismo para incrementar la calidad de los espacios naturales en las ciudades y de la gestión de las aguas, aumentando con ello la calidad de vida, entre otras cosas (United Nations, 2013). En este contexto, es de vital importancia hablar de los blue spaces, espacios azules con un potencial positivo para el bienestar psicosocial y físico, y de su importancia en la vida urbana.

Los blue spaces hacen referencia a todo espacio con presencia de agua, ya sea salada (océanos, mares, playas), dulce (lagos, ríos), o incluso de origen humano, como piscinas, canales o embalses (Olive & Wheaton, 2021). Este concepto busca diferenciarlos de los green spaces, lugares naturales como bosques, jardines o parques, que se caracterizan por la vegetación. La mayoría de estudios en torno a los blue spaces han girado en torno a lugares cercanos al mar, reflejando actividades tales como el turismo, deportes marítimos u ocio costero (Britton & Foley, 2021; Gould et al., 2021). Además, debe tenerse en mente que esta investigación se ha dado principalmente en países occidentales u occidentalizados (Samuel, 1993), tales como Irlanda, Noruega, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda (Olive & Wheaton, 2021).

En los últimos años han aumentado los estudios cuyo objetivo es demostrar los beneficios para la salud mental y el bienestar que acarrea la exposición a espacios azules y naturales, como lo son la playa y el mar (Gascon et al., 2017). Se ha demostrado la relación entre la cercanía de residencia al mar con una mejor salud física y mental, en comparación con la de personas no residentes en la costa (Garrett et al., 2019). Además, la proximidad con la costa se ha asociado a una mayor actividad física (White et al., 2014), mayor interacción social (Ashbullby et al., 2013) y mejoría de relaciones familiares (Elliott et al., 2018). Centrándonos en la dimensión emocional, el contacto con la costa ha demostrado tener un efecto restaurativo para reducir el estrés (White et al., 2013) y para reactivar habilidades cognitivas inhibidas (Gidlow et al., 2016). La escasa literatura centrada en los procesos emocionales concretos experimentados en relación con la costa concluye que son dos las emociones que se podrían vincular a dicho espacio: el temor y la nostalgia (Jarratt & Gammon, 2016; Pearce et al., 2017; Willis, 2015).

Otros estudios, siguiendo enfoques cualitativos, ahondan en las emociones experimentadas en la costa y su influencia en nuestro bienestar, considerando incluso estos espacios como parte de experiencias terapéuticas (Bell et al., 2015; Severin et al., 2022). Los participantes asociaban la costa con efectos emocionalmente restaurativos, con el temor al verse fascinados por la costa y la inmensidad del mar y con la nostalgia relacionada con recuerdos del pasado y, más concretamente, de la infancia. Además, el mar mostraba ser el lugar en el que muchos participantes acudían para “perderse a sí mismos” y “encontrar diferentes perspectivas en sus experiencias terapéuticas”.

Barcelona y el mar

El desarrollo de la playa y la costa de la ciudad de Barcelona resulta curioso. Como explican Crespi-Vallbona y Mascarilla-Miró (2018), el barrio de la Barceloneta se consideró hasta mediados del siglo XVIII una zona extramuros, cuyos primeros habitantes se establecieron allí a partir de la Guerra de Sucesión, tras la construcción de la Ciutadella como fortaleza militar y para situar a los ciudadanos desalojados. Por su cercanía a las zonas portuarias, constituyó el alojamiento de las personas dedicadas a la industria del mar. A mediados del siglo XIX, gran parte del barrio consistía en naves industriales y su población se multiplicó por cinco, construyéndose dos pisos más de altura en los edificios y aumentando la sensación de congestión del barrio.

La costa de la ciudad en su parte más urbanizada era un espacio meramente industrial. Pese al éxito de los campings turísticos a finales de los años cincuenta en las costas de Viladecans, Gavà y Castelldefels (Roselló i Nicolau & Guàrdia, 2020), la playa de la ciudad de Barcelona no se ofrecía como un espacio para el descanso o el turismo. No fue sino hasta los Juegos Olímpicos de 1992 cuando tuvo lugar la remodelación de la ciudad de Barcelona con el objetivo principal de relacionar íntimamente el litoral con los vecinos y hacer de él un espacio público (Crespi-Vallbona & Mascarilla-Miró, 2018).

Con la apertura de la playa de Barcelona, llegaron también los primeros hoteles de la costa y, al tiempo, el recambio de los merenderos locales, gestionados en gran medida por los propios pescadores, y por la construcción de chiringuitos más consolidados. Algunos autores apuntan a esto como la evidencia de que el objetivo de esta renovación urbana no fue la mejora de la infraestructura pública, sino la dinamización económica fortalecida por el potencial turístico (Janoschka et al., 2014). Con más de un millón y medio de bañistas al año únicamente en las playas del barrio de la Barceloneta (Ajuntament de Barcelona, 2016), la costa de Barcelona se ha convertido en uno de los lugares de mayor demanda turística. En un estudio cualitativo sobre la gentrificación de Barcelona (Crespi-Vallbona & Mascarilla-Miró, 2018), los vecinos de la Barceloneta señalaron el turismo de borrachera, el ruido, la falta de descanso y las conductas antisociales como características centrales de este barrio.

En relación con estas sensaciones negativas asociadas a la ciudad de Barcelona, existe una perspectiva crítica en torno a los fenómenos urbanos, la cual pone de relieve el malestar contemporáneo experimentado en las ciudades como uno de los componentes principales de las mismas (Cucó i Giner, 2014; Harispuru & Domínguez, 2011; Quiroz, 2003; Vélez & Horna, 2021). Se ha relacionado la velocidad con que las ciudades tradicionales se transforman en ciudades industriales, con una crisis cultural que perdura hasta nuestros días y representa el malestar que generan los espacios urbanos. Los autores citados, al referirse a la ciudad, consideran importante hablar también de enajenación, monotonía, hacinamiento, contaminación, estrés, inseguridad y caos (Quiroz, 2003); todo lo contrario de lo vinculado a los blue spaces mencionados anteriormente.

Este estudio se propone examinar el potencial que tienen las playas y zonas costeras urbanas de la ciudad de Barcelona como blue spaces generadores de bienestar emocional. Su objetivo es conocer la forma en que las personas habitantes de Barcelona, no turistas, se relacionan con el blue space que puedan tener más a mano y la influencia que este puede tener en su bienestar físico y emocional. Los objetivos específicos podrían resumirse en la elaboración de un perfil de los usuarios de la costa de Barcelona, analizar las prácticas que llevan a cabo e identificar las percepciones que tienen sobre los aportes de la playa y la costa a su bienestar. Se seleccionaron para ello las playas de San Sebastián, Sant Miquel, la Barceloneta y el Somorrostro, a fin de determinar, mediante observación participante y entrevistas, si los habitantes de Barcelona encuentran en estos espacios el descanso y bienestar emocional descrito en la literatura como característicos de ellos. Para contextualizar, las señaladas se consideran las playas más accesibles para los habitantes de Barcelona, al formar parte del núcleo urbano y tener conexiones directas con él mediante el metro y autobús urbano. En datos del ayuntamiento de Barcelona (Ajuntament de Barcelona, 2023), estas playas recibieron 5,2 millones de visitantes durante la temporada de verano de 2023, entre el 1 de abril y el 25 de septiembre, suponiendo 200.000 más que el año anterior.

Metodología

Teniendo en cuenta los objetivos de investigación, resulta sencillo delimitar la metodología usada como parte del espectro cualitativo. Las metodologías cualitativas tienen como punto de partida el objetivo de describir las cualidades de un fenómeno (Palacios, 2006). En esa línea, el propósito de este estudio es definir los diferentes usos de las playas urbanas de Barcelona que hacen las personas y la significación que les atribuyen, englobando tales hallazgos en el marco de las propuestas de la psicología ambiental relacionadas con el bienestar y uso asociado a los blue spaces.

Método

En la búsqueda de una metodología cualitativa que se ajustase a la observación directa y participante en el contexto del estudio social de la playa, la etnografía se presentó como la más adecuada para nuestros objetivos. La etnografía se ha definido como el conjunto de descripciones detalladas de situaciones, eventos, personas e interacciones y comportamientos observables (Palacios, 2006). Tiene en cuenta lo que dicen los participantes, incluyendo sus experiencias, actitudes, creencias y pensamientos tal y como ellos y ellas los expresan. Este método ha sido utilizado en otros estudios relacionados con la costa y la playa y las prácticas de sus usuarios, sirviendo estos de interés e inspiración para la decisión metodológica señalada (Coronado et al., 2020; Langarita, 2015; Verdejo, 2004).

La etnografía llevada a cabo se ubica en el marco de las metodologías móviles, descritas como nuevas formas de estudio de lo urbano en las que el trabajo del investigador es una labor en movimiento, que se realiza a través de recorridos, definidos o no, por los espacios estudiados (Jeada, 2016). Las metodologías móviles incluyen la etnografía en la medida en que esta se considera una descripción de los grupos humanos y que, englobada en lo urbano, se concibe la ciudad como un organismo vivo y lleno de posibilidades (Park & Martínez, 1999).

Técnicas

La técnica principal de este estudio ha sido la entrevista, que permite al investigador acumular información sobre las opiniones, sensaciones y estados de ánimo de los participantes, dando más valor a la información (Torrecilla, 2006). El objetivo fue realizar entrevistas no estructuradas, buscando lograr conversaciones naturales sin centrarse en hallar respuestas o temas explícitamente predefinidos, evitando así sesgos personales. Las únicas preguntas comunes en todas las entrevistas fueron las relacionadas con características de la muestra, como la edad, nacionalidad, lugar de residencia y frecuencia de visitas a los lugares de muestreo.

Citando a Torrecilla (2006), se ha recomendado el uso de la entrevista de forma complementaria a otras técnicas para reforzar su validez. La observación participante es una técnica comúnmente ligada a la entrevista y englobada en la metodología etnográfica (Taylor & Bodgan, 1984). Se la ha definido como una observación en la que se “palpa la situación” y se intenta disipar una entrada al campo de estudio intrusiva para las personas observadas (Taylor & Bodgan, 1986).

Es importante destacar la técnica de la deriva como componente de las metodologías móviles presentadas anteriormente. Esta técnica ha sido descrita como específica para el estudio de la ciudad (Pellicer et al., 2013), y se la considera capaz de captar el movimiento desde el movimiento. En las derivas, se escoge el entorno urbano estudiado y se camina “a la deriva”, reconociendo e interpretando lo observado por el investigador mediante el movimiento (Baudelaire, 1994). Estas derivas fueron llevadas de forma conjunta a la observación participante localizada, principalmente en los primeros días de trabajo de campo y para conocer más el entorno de estudio y las disimilitudes entre los que más adelante serían puntos de recogida de información diferenciados.

Muestra

Para la recogida de datos y la generación de la muestra, dada la naturaleza casual y espontánea de la observación participante y entrevistas llevadas a cabo en el contexto de la etnografía, los criterios de inclusión establecidos fueron bastante flexibles.

El requisito fundamental para formar parte de la muestra fue encontrarse en la playa en el momento del trabajo de campo. Sin embargo, debido al interés de la investigación por estudiar las playas y costa urbana de Barcelona relacionadas con el uso e impacto en el bienestar de las personas habitantes de la ciudad, fue importante establecer el criterio de inclusión de residir en Barcelona. Por lo tanto, quedaron excluidas de la muestra todas las personas que estuviesen en las playas como parte de un viaje o una estancia corta en la ciudad. No se establecieron más criterios de exclusión en relación ni con la edad, ni con el género, ni con la nacionalidad ni con ninguna característica de cariz sociodemográfico. Por el contrario, en la elección de personas a las que proponer entrevistas durante el trabajo de campo se buscó la heterogeneidad de la muestra, intentando encontrar testimonios de personas de distintas edades y con diferencias visibles entre ellas.

Así, la muestra final está compuesta de 16 personas, con edades entre 18 y 75 años, y hay tanto hombres como mujeres. Todas son habitantes de Barcelona, siendo doce de nacionalidad española, dos italianas, una búlgara y una uruguaya. Diferenciando la muestra en función de su localización, participaron seis personas en el Mirador del Mediterrani, una en la playa de San Sebastián, dos en la playa de Sant Miquel, cuatro en la playa de la Barceloneta y tres en la playa del Somorrostro.

Procedimiento

El procedimiento para la recogida de datos puede dividirse en dos fases desarrolladas paralelamente en el tiempo.

Por un lado, la observación participante y uso de derivas se utilizaron en un primer momento durante el trabajo de campo para, principalmente, conocer y familiarizarse con el espacio estudiado. Sirvieron para delimitar los cinco espacios en los que se llevarían a cabo entrevistas diferenciadas: el Mirador del Mediterrani, la playa de San Sebastián, la playa de Sant Miquel, la playa de la Barceloneta y la playa del Somorrostro (Figura 1).


figura 1
Mapa de la costa de Barcelona ampliado en las playas estudiadas
Elaboración propia.

Por otro lado, las entrevistas se llevaron a cabo a lo largo de todo el trabajo de campo. Comenzaban preguntando a las personas interpeladas por su consentimiento para participar en la investigación, explicando los principales objetivos y motivos de esta. También se daba a cada participante el documento con el consentimiento informado, para leer y firmar, y solo entonces se daba comienzo a la entrevista.

Análisis de datos

Finalmente, la información fue analizada mediante análisis temático. Este comenzó con la transcripción de las entrevistas realizadas, digitalizándose los datos recogidos. A continuación, se organizaron estos datos en función de aquellos conceptos, ideas o consideraciones que mayor representación hubiesen tenido en el discurso de las personas entrevistadas (Mieles et al., 2012). El análisis temático facilita la creación de categorías conceptuales en el discurso de las personas entrevistadas. Así se evitan sesgos en la investigación y se identifican temas que no hayan sido predefinidos por el investigador, y a los cuales se haya llegado a través de entrevistas no estructuradas.

Resultados

Experiencias de bienestar

Desconexión de la ciudad, conexión con uno mismo

Resulta llamativa la referencia a la costa y la playa como un espacio que lleva a la desconexión: “La playa me ayuda mucho a desconectar”; “el mar es paz y calma”; “vengo aquí a buscar la paz”. Pensamientos como “aquí conecto con el mar”; “me da un momento para parar, me obliga a no hacer nada”; “es como un oasis en medio de la ciudad, me ayuda a olvidarme de mis problemas” o “aquí nunca llevo auriculares, me gusta estar conectada con lo que me rodea”, ponen de relieve el doble sentido de la desconexión explicada. Al mismo tiempo que se hace referencia a la playa como un lugar para la desconexión, se habla también de un espacio para poder conectar con uno mismo, para no pensar en los problemas y darse un momento para pensar en lo que se apetezca de verdad, alineándose así con los estudios acerca del potencial de los blue spaces tomados como referencia (Gidlow et al., 2016; White et al., 2013).

En relación con la actividad física y la consideración de la costa como una zona de descanso, algunas entrevistadas dan relevancia al sentimiento hacia la playa como “un lugar para parar”. “El mar es un sitio para desconectar; no es para el día a día, es un sitio aparte”. Así, podemos vislumbrar por vez primera cómo la playa urbana de Barcelona es entendida, por algunas personas entrevistadas, como un espacio diferenciado del resto de la urbe.

Un grupo de tres personas entrevistadas, naturales de Menorca, generó una significación binomial de esta desconexión-conexión: “Nos conecta con nuestra casa, al ser de una isla. Lo miras y es como: es el mismo mar”. Fue igual caso que el de una persona originaria de Sicilia: “Soy de Sicilia, también es verdad que eso me conecta con el mar para siempre”. En relación con la sensación de conexión con la playa y la costa de la Barceloneta, una persona nacida y criada en Barcelona comentó estar segura de necesitar vivir cerca de la costa a lo largo de su vida, reafirmando así la existencia de un vínculo con el mar entre aquellas personas procedentes de una ciudad costera.

Sentimiento de apertura

Un resultado relacionado con la desconexión y la tranquilidad experimentada por los usuarios de la playa es la consideración de este espacio como un lugar para la apertura. Esta condición hace referencia al espacio abierto que representa la costa, en cuanto punto en que se unen el mar y el cielo: “El mar para mí es apertura, llegar hasta aquí es expansión. Brilla más la luz y si miras por aquí tienes el mar y también por allí tienes la montaña si quieres”; “aquí el día dura más, hay siempre mucha luz”. Esta sensación de apertura parece estar relacionada con la facilidad de abstraerse: “El mar representa una manera muy simple y directa para olvidarte del mundo”; “detrás está la ciudad, pero en el mar no hay límite”. Así, se refuerza este sentimiento como un espacio de refugio o un lugar con una particularidad muy concreta que lo diferencia de forma importante del resto de la ciudad.

Según estos testimonios, la playa parece tener un efecto restaurativo, tal y como se ha presentado en la literatura anterior y se planteaba como objetivo principal de la investigación: “Te vas a casa como nueva”, “venimos por la tranquilidad”, “es un lugar para descansar”. Este resultado refuerza la importancia que dan al mar en sí mismo las personas entrevistadas. Gran parte de los motivos por los que acudían a la costa decían relación con el mero hecho de estar cerca del mar y ver el mar: “De la Barceloneta solo me gusta el mar”; “mi bienestar aquí está más relacionado con el mar que con la playa de la Barceloneta en sí”; “és la part que més m’agrada de Barcelona”.

Ausencia de normas

Un hecho llamativo durante el trabajo de observación y derivas fue la cantidad de personas que se encontraban fumando en la playa. Cabe tener en cuenta que el conjunto de playas estudiadas se considera “playas sin humo”, con prohibición de fumar (Figura 2). Además de fumar tabaco, fue posible constatar que muchas personas también fumaban marihuana. De entre las personas entrevistadas, tres fumaban marihuana durante su entrevista, y otras cuatro estaban fumando tabaco.


figura 2
Cartel para promover la prohibición de fumar en las playas
Ajuntament de Barcelona, 2022.

Al preguntar a estas personas sobre si se sentían seguras de fumar marihuana en un espacio tan abierto y con presencia policial, fueron sorprendentes sus respuestas: “Este es el mejor sitio para fumar porros de Barcelona; si no estás liándola no va a venir la poli. Es el sitio más tranquilo”; “yo me fumo mi porro, el otro se lee su libro... Aquí hay mucha diversidad cultural”; “si veo que se acercan los cops, la policía, yo apago el porro y me hago la loca”.

Lo anterior pone de relieve la consideración del espacio costero como al margen del resto de la ciudad; en este caso, un espacio fuera de las normas. Todas las personas que fumaban estaban incumpliendo las reglas respecto de conservar la costa de Barcelona como espacio “sin humo”. Además, había quienes fumaban marihuana, siendo ilegal su consumo en espacios públicos. Aun así, todas las personas entrevistadas convergían en lo mismo: la tranquilidad de que no iba a pasar nada, no iban a ser castigadas.

En relación con la sensación de falta de normas sociales o legales, una persona entrevistada formaba parte de una banda de música y en el momento de la entrevista se encontraba montando la batería para tocar en la playa, como comentó que hacían cada domingo. Tratando el tema de la vigilancia policial o la legalidad de tocar en la playa, el entrevistado no mostró signos de temor: “Qué va, con la policía no hay problema, la policía es un fan más. Antes tocábamos en el paseo marítimo y ahí sí que un día nos dijeron que nos fuésemos. Pero ahora tocamos aquí abajo y no pasa nada”.

Espacio para la actividad física

Uno de los principales resultados observables y en el que tuvo mucha relevancia la observación participante y las derivas como parte de la etnografía, fue el de la práctica del deporte como una actividad mayoritaria en la costa de Barcelona. Mediante las derivas, se distinguieron varios espacios destinados exclusivamente a la actividad física. En la playa del Somorrostro existe una amplia área compuesta tan solo de campos de voleibol. También se distinguen dos gimnasios callejeros con estructuras de barras, situados entre la playa del Somorrostro y la Barceloneta y al final de la playa de San Sebastián. Además, en los alrededores del Hotel Vela y del Mirador del Mediterrani se distinguen lugares destinados únicamente al deporte, que acogen desde clases de yoga, hasta personas en grupo o solas patinando o en bici. También son visibles grupos de personas bailando o llevando a cabo juegos físicos en grupo.

Considerando a las personas entrevistadas, doce del total de dieciséis estaban utilizando la playa como un espacio relacionado con la actividad física. Para llegar hasta allí, muchas personas entrevistadas señalaban hacerlo en bicicleta, patines o patinete, y utilizar la playa como lugar de descanso: “Llegar a la playa es como un reto, es el sitio donde descansamos y hablamos”; “vengo por hacer deporte, pero el objetivo es llegar a la playa”. Otras personas comentaban hacer uso del transporte público para llegar, pero su estancia en las playas consistía en pasear, solas o acompañadas de sus perros.

Reflejo de cambios

Cambios económicos

La gran mayoría de personas entrevistadas –tanto las de entre 52 y 75 años de edad como las más jóvenes, de entre 18 y 20 años–, mencionó los cambios que experimentó Barcelona y su costa con el paso del tiempo. Sin embargo, mostraban opiniones diferentes y que plasman distintos puntos de vista en la materia. Así, las personas de mayor edad hicieron referencia al cambio en la costa desde los Juegos Olímpicos, cuando las playas de San Sebastián, la Barceloneta y el Somorrostro se crearon y se pusieron a disponibilidad pública (Figura 3): “Antes, Barcelona no miraba al mar, Barcelona estaba mirando hacia la montaña. Cuando las Olimpiadas, con todo el dinero, le empezaron a dar la vuelta a toda la ciudad y ya hicieron todo lo que es la Barceloneta. De pequeñas no veníamos aquí, porque no había. Nosotras íbamos a Gavà o Castelldefels”; “Barcelona estaba toda cerrada al mar, el acceso al mar desde aquí estaba cerrado hasta los Juegos Olímpicos”; “la Barceloneta se creó por la evolución económica de Barcelona”.

Por otro lado, las personas más jóvenes vivían estos cambios con una óptica ligada al turismo de la costa urbana de Barcelona. La mayoría de sus pensamientos se presentaban de forma negativa; “La Barceloneta ha cambiado mucho, la gentrificación de Barcelona… Nunca ha sido muy tranquila, pero ahora está plagada de guiris” (la palabra “guiris” se utiliza en España para designar de forma coloquial, en ocasiones con intención despectiva, a turistas no hispanohablantes); “hay demasiada gente, no da mucho relax”; “con el turismo está todo peor, la vienen a liar aquí”; “ha aumentado mucho la venta ambulante. Cada minuto pasan tres o cuatro. Y antes vendían alcohol, pero ahora venden de todo. Y de todo es de todo”. Únicamente una persona, curiosamente de las de mayor edad, 72 años, manifestó opiniones positivas respecto de la gran cantidad de turistas: “Hay muchos turistas, pero a mí me encanta toda esta gente. Es verdad que ayer, por ejemplo, llegaron cinco cruceros… Toda esa gente es impresionante. Muchos se quejan de que esto no es turismo, y la verdad es que se tendría que hacer algo, pero a mí no me molesta este movimiento”.


figura 3
La costa de Barcelona antes (superior) y después (inferior) de las Olimpiadas de 1992
Archivo La Vanguardia, 2022.

Un cambio muy interesante en la costa de Barcelona, diferente del turismo pero ligado a la economía, es el que constató la persona entrevistada que paseaba con una máquina detectora de metales, destinada a ubicar monedas perdidas. Al respecto, se refería a la pandemia de Covid-19 como el momento decisivo que marcó un antes y un después para encontrar dinero en efectivo –monedas–, y ello debido al aumento del uso de las tarjetas o el pago con el móvil, como resultado del miedo al contacto físico: “No encuentro muchas cosas; antes de la pandemia sí, mucho más. Ahora todo ha cambiado, la gente paga con tarjeta, ya no hay monedas. Antes me podía encontrar veinte o treinta euros al día, ahora ya no. Sería mejor encontrar una tarjeta con código”. Por otro lado, el entrevistado no veía en lo económico su principal motivación: “Yo vengo, y si me encuentro algo, bien. Si no, no pasa nada. Me gusta caminar y así puedo caminar por aquí”.

Cambios relacionados con la contaminación y naturaleza

En relación con los cambios experimentados en la costa y playas a lo largo del tiempo, y como posible consecuencia de la masificación y gentrificación de la ciudad, debe hablarse sobre la contaminación y naturaleza de la costa barcelonesa. Mediante la observación se pudo apreciar la existencia de muchas papeleras de reciclaje a lo largo de todo el paseo marítimo e incluso en la arena de la playa, pero la cantidad de gente que acude a las playas, sobre todo durante fines de semana, hace difícil, por ejemplo, el mantenimiento adecuado de la Barceloneta, como fue observable.

En cuanto a esto, los participantes entrevistados tuvieron mucho que decir. Empezando por el agua: “Aquí no me suelo bañar, el agua está muy sucia. Si me quiero bañar me cojo un Rodalies y me voy un poco más lejos”; “no me baño en la Barceloneta”; “no me baño, esa agua es el propio residuo humano de toda la gente que viene aquí, no invita a bañarte...”; “en verano no vengo porque aquí da asco bañarse”; “antes el agua era más cristalina”. Resulta curioso constatar que el mar, habiéndose presentado como uno de los motivos principales por los que la mayoría de las personas acuden a la playa, es al mismo tiempo considerado contaminado y sucio. Las personas entrevistadas parecen preferir verlo o encontrarse cerca de él que tocarlo.

Vale la pena, para analizar este punto, rescatar la perspectiva de la psicología ambiental desde la que se ha partido en este estudio. Como se ha comentado, la psicología ambiental busca generar soluciones ante los desafíos planteados por, entre otros fenómenos climatológicos y ambientales, el calentamiento global. Así, las respuestas de las personas entrevistadas en torno a la mala calidad del agua de las playas urbanas de Barcelona deberían entenderse como el planteamiento de una necesidad que deben abordar las instituciones pertinentes a fin de hacer estos espacios más saludables y habitables, mejorando así el urbanismo y calidad de la costa barcelonesa.

En cuanto a la limpieza de las playas, la arena y paseo marítimo, parece haber diversidad de opiniones. Una persona entrevistada negaba absolutamente que la playa urbana de Barcelona fuese natural: “La Barceloneta no es un espacio natural, es todo artificial. ¿No ves que cuando sube un poco el mar se ve todo el cemento que hay debajo de la playa?”. Otras personas también comentaron sobre la falta de naturaleza: “De aquí solo me gusta el mar, no me gusta el paseo marítimo; hay mucha gente y falta naturaleza”; “está poco cuidada la Barceloneta”.

Curiosamente, las personas con mayor edad de la muestra son las que tienen una mejor opinión en cuanto a la limpieza de la costa de Barcelona: “La Barceloneta ha mejorado mucho con los años, ahora está todo más limpio”; “el barrio ha cambiado más que la playa, antes era así como más peligroso, ahora está bien”; “me gusta mucho la naturaleza de este espacio”. Tres personas entrevistadas procedentes de Menorca, pero residentes en Barcelona, también tienen una opinión positiva en torno a la limpieza: “La verdad es que esta playa está bastante limpia para ser de una ciudad tan grande. Algunas en Menorca están más sucias que esta”.

Conclusiones

Para comenzar con las conclusiones de este estudio, resulta relevante echar la vista atrás al objetivo principal de la investigación: conocer qué influencia tiene la costa de Barcelona en el bienestar de sus habitantes.

La costa de Barcelona y las playas observadas en este trabajo han resultado ser espacios descritos como fuentes de bienestar para sus usuarios. Haciendo referencia a los resultados, la gran mayoría de personas comentó la vivencia de sensaciones de tranquilidad, calma o relajación al encontrarse en la playa, siendo el hecho de experimentarlas normalmente el motivo principal por el que acudir a las mismas. Estas sensaciones subjetivas de calma ya han sido descritas por otros estudios de corte etnográfico que buscan analizar las experiencias de bienestar emocional vinculadas a la costa, la playa y el mar, todos ellos blue spaces (Ashbullby et al., 2013; Gascon et al., 2017; White et al., 2013).

Resulta muy relevante e interesante la consideración de la playa, por parte de gran parte de la muestra, como un espacio aparte y diferenciado de la ciudad, pudiendo encontrarse diferentes sentidos para esto. Por un lado, algunas personas lo identifican como un espacio en el cual poder descansar o reflexionar: “un oasis en medio de la ciudad”; un refugio. Otros participantes hablan de la costa como el lugar para desconectar y, al mismo tiempo, conectarse con el mar o la naturaleza, dando valor al concepto de espacios terapéuticos propuesto por estudios como el de Bell et al. (2015) y Severin et al. (2022), comentados anteriormente. Uno de los hallazgos más inesperados es el de la sensación de la playa como un lugar escindido de las normas, en el que las propias personas que la frecuentan son las que deciden si sus actos son apropiados o no. Ejemplos de esto son el sentimiento subjetivo de no estar al alcance de la policía y afirmar que no se experimentará ningún problema al fumar marihuana en ese espacio.

En este punto, vale la pena plantearse que todas estas sensaciones descritas por los participantes, desde la desconexión con la ciudad hasta la sensación de liberarse de responsabilidades y normas, hacen referencia también al bienestar emocional que produce el hecho de estar en la playa, alineándose con los estudios tomados como referencia en torno a los blue spaces (Gidlow et al., 2016; White et al., 2013). Los usuarios de las playas estudiadas vivencian la estancia en ellas como un premio, entendiéndolas como espacios diferenciados de la normalidad urbana. Sin embargo, tal experiencia se presenta como un sentimiento temporal y efímero cuya duración va ligada al tiempo que se invierta en la playa, pero que después desaparece. A ninguna de las personas entrevistadas esto pareció importarle; aunque sea efímero, el descanso en la costa parece ser suficiente para tener un efecto positivo en quienes la frecuentan. Esta emocionalidad se alinea con los hallazgos en torno a la aparición de la nostalgia como sentimiento predominante en los blue spaces, tal y como se apuntaba en las investigaciones revisadas (Jarratt & Gammon, 2016; Pearce et al., 2017; Willis, 2015).

Los hallazgos señalados ayudan a generar un perfil de los usuarios de la costa de Barcelona, principalmente en torno a las actividades que realizan. En esta línea, se podría agrupar las motivaciones para ir a la playa por parte de los usuarios de la costa en dos grupos diferenciales: de un lado, hay quienes acuden para buscar el descanso o evadirse de la ciudad, como se ha descrito anteriormente; otros, por su parte, lo hacen a fin de practicar deporte y actividad física, alineándose ambos con las consideraciones previas en torno al estudio de los blue spaces (Ashbullby et al., 2013; Gascon et al., 2017; Gidlow et al., 2016; White et al., 2013; White et al., 2014). Tal y como se ha descrito en los resultados, el último caso aparece representado tanto por actividad física desarrollada para ir a la playa (ir en bicicleta, patines o caminando), como por la actividad física realizada exclusivamente en la costa (yoga, patinaje, gimnasios urbanos…). Es importante comprender que la actividad física en sí misma ha sido relacionada en amplia literatura (Gascon et al., 2017; White et al., 2013) con el bienestar físico y psicológico, por lo que partimos de esta concepción para entender el ejercicio como un catalizador del bienestar emocional.

En cuanto a la etnografía llevada a cabo como parte de esta investigación, la mayoría de los hallazgos se concentra en el descubrimiento y exploración de los espacios estudiados de una manera natural, libre y fundamentada en derivas y metodologías móviles. Estos resultados quedaron registrados en un diario de campo y sirvieron para generar un esquema mental acerca de los lugares en los que realizar las entrevistas para así encontrar una mayor diversidad en la muestra.

En un principio, la investigación fue planteada como exclusivamente en la playa de la Barceloneta, pero como resultado de la etnografía, y debido a la diversidad de actividades observadas en cada lugar, se abrió a los diferentes enclaves analizados. Por ejemplo, el mirador del Mediterrani y la playa de San Sebastián pasaron a formar parte del análisis debido al potencial para analizar en ellos las actividades físicas allí desarrolladas. Por otro lado, se decidió analizar la playa de Somorrostro por una presencia significativamente menor de turistas en comparación con la playa de la Barceloneta, y se entendió como un lugar en el que encontrar más participantes habitantes de Barcelona.

Aunque no fuese un objetivo de la investigación, resultó de crucial relevancia considerar la manera en la que las personas que frecuentan la costa de Barcelona han experimentado sus cambios a lo largo del tiempo, y las consecuencias de dichos cambios. Se tuvo en cuenta estas observaciones tras aparecer reflejadas en la mayoría de las entrevistas. Por ello, acorde con hallazgos anteriores (Crespi-Vallbona & Mascarilla-Miró, 2018; Janoschka et al., 2014), se ha podido confirmar la vivencia del nacimiento de la playa de Barcelona como una experiencia muy reciente y que ha generado cambios, sobre todo turísticos y de corte económico, relacionados con la organización del espacio a lo largo del tiempo. Dando importancia al turismo y en su mayoría siendo críticas con él, las personas participantes ponen de relieve la necesidad de aumentar el cuidado de la playa y de tomar medidas para evitar su destrucción, con miras a la mejora económica de la ciudad.

Es importante explicitar las limitaciones que este estudio ha presentado. La principal de ellas es la de basarse en una muestra pequeña y poco representativa, compuesta solo por 16 personas. Esta limitada muestra dificulta establecer datos estadísticos que sean representativos de la mayoría de los visitantes de los espacios estudiados. Así, es complicado establecer un perfil de los usuarios de estas playas que se considere estable en el tiempo y represente a los visitantes en el más amplio espectro, ya que para ello debería haberse recogido una muestra mucho mayor y representativa de la mayoría de la población. Por otro lado, debe reconocerse también una limitación metodológica, al no haber recogido suficiente información para ser analizada desde el prisma de la psicología ambiental y de una percepción psicológica de estos espacios. Para solucionarlo, deberían llevarse a cabo entrevistas con una mayor estructuración que buscasen ahondar en dichas temáticas de forma más concreta.

Para concluir, el presente estudio ha visto resuelta su principal pregunta: la costa de Barcelona tiene una influencia sobre el bienestar de los habitantes de la ciudad que la transitan. Este bienestar parece presentarse de diferentes formas. Once de las personas entrevistadas lo entienden como un espacio diferenciado del resto de la ciudad; un oasis para el descanso, un lugar que invita a la reflexión y a la desconexión, y un lugar con diferentes normas sociales establecidas. Por otra parte, destacan cuatro personas que lo consideran parte de su actividad física, una posibilidad para hacer deporte al aire libre y tener contacto con la naturaleza. Es importante mencionar a la única persona que comprende la playa como su espacio de trabajo o fuente de ingresos: el hombre con la máquina detectora de metales.

Lo que parece común en ambos casos es la consideración de la playa como un espacio con características diferentes a las de otros espacios, que son las que mayormente influyen a la hora de tomar la decisión de acudir a la costa. Estas características unen de alguna manera a todas las personas que la frecuentan. Los espacios costeros, las playas, tienen una capacidad especial en comparación con el resto de la urbe para hacer sentir mejor a sus usuarios o, como mínimo, hacerles sentir de una manera que ningún otro espacio consigue. Como afirmaron varios participantes: “la playa es la playa”, “una playa siempre es una playa”, “tú sabes lo que venimos a hacer aquí”.

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