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UNA MIRADA A LA ARAUCANÍA: CONSTRUCCIONES TERRITORIALES EN LA COLONIZACIÓN CHILENA EN EL SIGLO XIX

A VIEW OF ARAUCANÍA: TERRITORIAL CONSTRUCTIONS IN THE CHILEAN COLONIZATION THAT BEGINS IN 19TH CENTURY

Wladimir Antivil Marinao
Universidad Politécnica de Cataluña, España

UNA MIRADA A LA ARAUCANÍA: CONSTRUCCIONES TERRITORIALES EN LA COLONIZACIÓN CHILENA EN EL SIGLO XIX

Urbano, núm. 35, pp. 6-17, 2017

Universidad del Bío Bío

Recepción: 14 Febrero 2017

Aprobación: 24 Abril 2017

Resumen: El siguiente trabajo plantea una mirada territorial a la región de la Araucanía en Chile, cuando esta es conformada en la segunda mitad del siglo XIX. En este período, la zona pasa de ser un territorio dominado y construido por las diferentes agrupaciones mapuches a uno dominado y construido por el Estado chileno. Basándose en los relatos que entregan las fuentes históricas y la cartografía elaborada por Nicanor Boloña en 1916 y 1917, se procederá a describir las principales construcciones que dominaron el proceso de ocupación y colonización del territorio, el cual duró varios años. Estas construcciones son: las líneas de fuertes militares, la división del suelo rural y la vía del ferrocarril. La suma de ellas vendrá a dar una nueva fisionomía y ordenación a toda la región. Así, el objetivo de este trabajo es comenzar a entender la Araucanía desde el punto de vista de la construcción de la forma del territorio.

Palabras clave: historia, territorio, cartografía, morfología, asentamientos rurales.

Abstract: This article presents a territorial view of the Araucanía region in Chile when it was formed in the second half of the nineteenth century. In this period, the area transformed from a territory dominated and constructed by the different Mapuche groups to one dominated and constructed by the Chilean State. Based on accounts given by historical sources and the cartography produced by Nicanor Boloña in 1916 and 1917, the main constructions that dominated the process of occupying and colonizing the territory, which lasted several years, are described. These constructions include: the series of military forts, the division of rural land, and the railroad line. The sum of these constructions came to give a new physiognomy and order to the entire region. Thus, the objective of this paper is to begin to understand the Araucanía from the point of view of the construction of the territory´s form.

Keywords: history, territory, cartography, morphology, rural settlements.

INTRODUCCIÓN

A mediados del siglo XIX, desde el naciente Estado chileno, se puso una atención especial a este territorio con el objetivo de ocuparlo y dominarlo definitivamente. El proceso que llevó a la Araucanía a convertirse de un territorio mapuche a un territorio chileno es bastante complejo y abarca bastantes años. Se trata de un proceso largo que incluye la llamada “Pacificación de la Araucanía”. Un dato a considerar, para entender cuán “nuevo” es este territorio, es que la gran mayoría de las ciudades de la Araucanía no poseen más allá de 150 años[1]. El proceso de avance sobre la Araucanía se inicia en 1862, con la fundación de Angol (Leiva, 1984:11-12). A partir de entonces, se fundarán progresivamente más pueblos y ciudades, y algunas décadas mostrarán una mayor intensidad en este sentido; por ejemplo, durante 1890-1900 se decreta la creación de 19 poblados (Comisión Parlamentaria de Colonización, 1912:220-222). Pero esta fiebre por erigir ciudades no fue una iniciativa única y aislada. Lo que el Estado de Chile busca en el siglo XIX es el dominio de todo el territorio, considerando de forma importante el territorio no urbano y construyendo todo un espacio continuo desde la frontera del río Bío-Bío hasta la provincia de Valdivia.

El presente trabajo apunta principalmente a los aspectos relacionados con la morfología del territorio en un período de tiempo, aunque se debe aclarar que no es un trabajo de tipo histórico, sino que se vale de la historia para establecer algunas pautas de construcción territorial. Tampoco tiene como énfasis el análisis de los asentamientos urbanos. El enfoque se encuentra fundamentalmente en la forma del territorio y su expresión general. Para esto serán bastante útiles las cartas generales de colonización de la provincia de Cautín (Boloña, 1916) y Malleco (Boloña, 1917) elaboradas con datos de la Inspección General de Colonización e Inmigración (en adelante IGCI). Esta es una primera cartografía oficial que demuestra el estado de la Araucanía después de la ocupación que se inicia en el siglo XIX[2].

La Araucanía y su historia han sido objeto de investigaciones de diversas disciplinas, sobre todo aquellas pertenecientes a las ciencias sociales. Este artículo intenta cubrir un vacío, procura dar una mirada al territorio desde sus hechos físicos, desde la forma de las construcciones sobre el territorio. Además, plantea cómo, a partir de estas construcciones, se pueden establecer ideas generales acerca del ordenamiento territorial de la Araucanía. En primer lugar, se procederá a describir las fuentes utilizadas; en segundo lugar, el método y las investigaciones que han sido una base de trabajo. Después de esto, se procederá a describir las formas territoriales en el orden cronológico: la construcción de las líneas de fuertes, la división del suelo rural y la construcción de la línea del ferrocarril.

FUENTES HISTÓRICAS

Para la construcción de un relato de este tipo es necesario acudir a las fuentes de la historia. En primer lugar, están las fuentes primarias de archivo, para este caso son especialmente importantes las cartas de colonización de las provincias de Malleco y Cautín dibujadas por Nicanor Boloña (1916; 1917). El estudio de esta cartografía es el que, en definitiva, estructura este trabajo. Entre otras fuentes primarias se hallan las memorias del Ministerio de Guerra (1868) y del Interior (1881). En segundo lugar, están los trabajos de algunos historiadores que han hecho aportaciones al conocimiento de la historia de la Araucanía en el siglo XIX: Guevara (1902), Bengoa (2008), Navarro (2008), Flores (2012), Pinto (2015).

Respecto a la cartografía elaborada por Boloña (Figura 1), se observan datos que entregan cierta fiabilidad. En primer lugar, es un documento elaborado con datos de la IGCI, institución a cargo de todo el proceso de colonización. En segundo lugar, al desplegar la cartografía y ver su forma, se observan un par de características importantes. Por un lado, vemos que la ubicación de la gran mayoría de las propiedades entregadas a las familias mapuches que aparecen coincide con el registro actual que posee la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena. Esto hace pensar que si hay fiabilidad en la disposición de dichas propiedades también la puede haber para el resto de las propiedades entregadas a los no mapuches durante esos años. Por otro lado, es posible advertir que todo el dibujo y forma de esta cartografía es bastante coincidente con la cartografía actual elaborada por el Instituto Geográfico Militar (en adelante IGM), presentando solo algunas alteraciones leves.

Portada de la cartografía de Boloña para la provincia de Cautín (1916).
Figura 1
Portada de la cartografía de Boloña para la provincia de Cautín (1916).
Archivo Regional de la Araucanía, Temuco.

Sumado a esto, hay que valorar la cuantiosa información que este documento entrega, considerando la época de su elaboración, pues, además de las ciudades, la división del suelo rural, el ferrocarril, los fuertes militares, ofrece también la ubicación de vados, caminos, puntos altos, cursos de agua, dueños de la propiedad, las hectáreas de esa propiedad y las divisiones administrativas.

METODOLOGÍA

Un primer problema que suele encontrarse al estudiar una cartografía que abarca dimensiones regionales reside en cómo resumir o sintetizar sus partes de manera de ordenarlas coherentemente. El territorio puede ser descompuesto en diversas morfologías y partes. Aquí el aspecto metodológico es esencial.

El trabajo se fundamenta en buena parte en las aportaciones de algunos arquitectos. Un primer antecedente para el estudio del territorio es Gregotti (1972), pero un referente un poco más directo proviene de los trabajos acerca de las comarcas de Cataluña en España, hechas por el Laboratorio de Urbanismo de Barcelona (1981). En ellos se analizan ciertas áreas de Cataluña a través de las diferentes construcciones territoriales que la componen (parcelas, edificaciones, caminos, cruces de caminos, plazas, etc.); lo que se hace por medio del dibujo del territorio, generando nuevas cartografías y diversas interpretaciones morfológicas que también tienen un carácter proyectual. Esta forma de mirar detalladamente el plano del territorio se expresa en los dibujos de escala 1:10.000 hechos en hojas de 250x100cm (de Solà-Morales y Parcerisa, 1981: 4). Destacan también los trabajos de Eizaguirre (1985; 1990; 2001), los cuales proponen un acercamiento más específico a los territorios rurales (Eizaguirre, 2001: 225-227) a través de una serie de construcciones territoriales que él denomina “componentes”, con los que apuesta por una metodología propia des- de la Arquitectura hacia la disciplina de la Ordenación del Territorio.

Dichos componentes se ordenan en dos grupos: elementos formales y factores naturales. Dentro de los primeros están los asentamientos edificatorios, la división y compartimentación del suelo, y los sistemas de acceso e instalaciones. Y entre los segundos se encuentran el relieve, el clima, el agua, la orientación y la capa vegetal. Todos ellos tienen su expresión en el dibujo del territorio, dando lugar a hipótesis y modelos de construcción morfológica para diversos tipos de territorios rurales.

Los trabajos mencionados se caracterizan porque estudian las formas de las construcciones tal como son, se fundamentan en la observación y el redibujo sobre alguna base cartográfica, sea en la ciudad o el territorio; no tienen su metodología depositada en la mirada del urbanismo más administrativo, estadístico, económico o legal. Desarrollan una mirada enfocada a las formas, donde no solo descomponen un objeto, sino que también establecen relaciones entre los elementos, buscando repeticiones, pautas de comportamiento formal, etc. Este método del dibujo como entendimiento de la ciudad o del territorio también ya ha dado origen a investigaciones en Chile, específicamente sobre la ciudad de Santiago (Hidalgo, Rosas y Strabucchi, 2012).

Lo que se intenta hacer en este trabajo es un ejercicio similar a los ya mencionados, pero con algunas diferencias, dada la naturaleza del territorio de la Araucanía. En cuanto a lo similar, se han redibujado las dos cartas de colonización de Boloña completas, con el propósito de hacer una buena descripción y establecer en cuántos tipos de formas podría dividirse la ocupación del territorio en este período. Respecto a las diferencias, la primera es que se dará una mirada a mayor escala, regional. Al ser una primera mirada, requiere una visión global para comprender el contexto territorial. La segunda diferencia es que también se incluye en la observación datos y fuentes que provienen de la historia, no se apelará únicamente a lo que describe la morfología de las construcciones territoriales. En la Figura 2 se observa un ejemplo de cómo es la cartografía de Boloña y cómo se ha redibujado.

Una muestra de la cartografía de Boloña (1916) en una zona cercana a Chol-Chol (arriba) y un redibujo sobre aquella misma base (abajo). Se han redibujado la división del suelo rural, los cursos de agua, el trazado del pueblo de Chol-Chol y el trazado de la línea del ferrocarril (que nunca llegó a construirse).
Figura 2
Una muestra de la cartografía de Boloña (1916) en una zona cercana a Chol-Chol (arriba) y un redibujo sobre aquella misma base (abajo). Se han redibujado la división del suelo rural, los cursos de agua, el trazado del pueblo de Chol-Chol y el trazado de la línea del ferrocarril (que nunca llegó a construirse).
Archivo regional de la Araucanía y redibujo elaborado por el autor.

Después de haber redibujado estas cartas en un solo dibujo, se han establecido las siguientes construcciones territoriales para estudiar: los fuertes, el ferrocarril y la división del suelo rural. Estas se pueden definir como los hechos físicos construidos que determinaron, en buena parte, la forma y la fisonomía de la Araucanía, y cuyo valor puede observarse en el dibujo y estudio del territorio. La razón de esta elección se debe principalmente a la importancia de estas construcciones y a la disponibilidad de fuentes. La importancia de cada una de ellas no es equivalente, cada construcción tuvo su importancia en diferentes momentos. La línea de los fuertes y el ferrocarril sobresalen porque en estas estructuras se establecieron la mayoría de ciudades (o las más significativas). La división del suelo rural, en tanto, destaca porque ocupa las mayores áreas de intervención, generando una continuidad territorial desde el Bío-Bío al sur. Asimismo, además de las construcciones territoriales, se ha considerado dibujar algunas variables del territorio natural a partir de cartografía del IGM: la curva de nivel que pasa a 400 metros y algunos ríos importantes. Esta metodología no pretende constituirse en la última palabra, pero sí ser una forma de lectura y de interpretación de un territorio que hasta ahora no tiene interpretaciones desde su morfología o desde alguna cartografía específica.

RESULTADOS

LAS LÍNEAS DE FUERTES MILITARES

Las líneas de fuertes constituyeron los primeros avances de dominio hacia las tierras mapuches. Históricamente, hasta principios del siglo XIX, la línea que separaba los territorios mapuches era el río Bío-Bío. Con la llegada de la independencia, esta frontera entra en cuestionamiento y, con el correr de los años, el territorio al sur del Bío-Bío comienza a llenarse de particulares chilenos a través de una serie de compras de tierras (Leiva 1984: 30-31). Ante este escenario, el Gobierno decide realizar un primer avance hacia el interior de la Araucanía llegando hasta el río Malleco. De esta forma, nace la primera línea de avance militar (ver Figura 3).

Ubicación de las líneas de fuertes. Se han dibujado los principales cursos de agua y una curva de nivel a 400m de altura. Las líneas rojas más gruesas representan aquellas líneas de fuertes que se hicieron para avanzar en poco tiempo, casi de forma continua. Las líneas más delgadas representan la extensión de estas líneas hacia otros fuertes que se hicieron de forma añadida.
Figura 3
Ubicación de las líneas de fuertes. Se han dibujado los principales cursos de agua y una curva de nivel a 400m de altura. Las líneas rojas más gruesas representan aquellas líneas de fuertes que se hicieron para avanzar en poco tiempo, casi de forma continua. Las líneas más delgadas representan la extensión de estas líneas hacia otros fuertes que se hicieron de forma añadida.
Elaboración del autor con base en cartografía del IGM (1991) y la cartografía de Boloña (1916; 1917).

Dentro de esta etapa, hay varias líneas de avance. La primera de ellas va desde la costa y establece tres puntos en los años 1866 y 1867: Lebu, Quidico y Toltén (Chile Ministerio de Guerra, 1866: 28; 1867: 5). A esta zona se le llamó la “Baja Frontera”. Las siguientes líneas de avance se establecerán en la depresión intermedia, siguiendo un patrón: alrededor de los ríos. La primera de estas se inicia en el río Malleco en los años 1867 y 1868 (Navarro, 2008: 148), designándose a esa zona el nombre de “Alta Frontera”. Su punto de origen es Angol, que también es un fuerte, al cual se le sumaron ocho puntos militares, según el informe de Saavedra (1868: 14), ubicándose de forma cercana, aproximadamente cada una legua, de manera de facilitar la colaboración entre ellos. En concreto, es la línea del Malleco la que viene a consagrar el avance definitivo de Chile hacia el sur y, según su disposición en el territorio, se puede observar que marcha desde Angol hacia el este, para concluir en Curaco (Figura 3). Más allá de aquel punto no pasarán pues ya empieza a aparecer la topografía de los Andes y la geografía se complica. El acceso desde Malleco al sur será por el lado de la cordillera de la Costa, vía en el que serán fundados algunos pueblos, pero éste no constituirá un avance consolidado sino hasta la construcción de la siguiente línea de fuertes hecha sobre el río Traiguén, en 1878 (Navarro, 2008: 303). Esta línea acabará en el fuerte de Adencul y la conexión con la siguiente hacia el sur esperará menos años. La línea del Cautín se construye en 1880 y 1881 y se inicia con el fuerte Quino. Sobre ella se fundará Temuco y la serie de fuertes acabará en un punto denominado Ñielol. Un tiempo después, la línea del Traiguén se extenderá hasta Victoria y la del Cautín se extenderá hacia Carahue, Curacautín y Galvarino.

Estos tres recorridos descritos vienen a formar prácticamente una línea continua que forma una geometría similar a una “S”, donde cada nueva línea se une con la anterior. Al tiempo después, la línea del Cautín se une finalmente con la del Toltén[3] pero de una forma “menos continua” que sus predecesoras. El porqué de esta curiosa configuración puede hallarse, por una parte, en las dificultades geográficas del entorno. Parece ser que por el lado del valle central más cercano a la cordillera de la Costa las dificultades eran menores. Pero también es probable que se trate de estrategias de guerra: se buscaba “encerrar” a algunos grupos considerados rebeldes por los militares, muchos de ellos se escondían en las zonas cercanas a las montañas de la depresión intermedia, en Quechereguas y Ñielol (Recabarren, 1881: 243). En cuanto a la ubicación de los fuertes, muchos se desarrollaron en alguna inflexión territorial, sea una inflexión topográfica, la que se puede ver en la ubicación de Temuco o Adencul, o un vado, como se puede ver en el informe de Recabarren (ibídem, 228). Desde estos puntos de avance se irán expandiendo los dominios chilenos sobre el territorio. Sobre estos fuertes se fundarán bastantes asentamientos urbanos, al menos las ciudades más importantes. Al mismo tiempo, se irán ocupando las tierras del campo, dividiéndolas, tasándolas y adjudicándolas a nuevos propietarios, en tanto que los antiguos (mapuches) deberán ajustarse al nuevo orden.

LA DIVISIÓN DEL SUELO RURAL

En el dibujo (Figura 4) que se ha confeccionado, se puede apreciar la división del suelo rural de entonces. Se han incorporado las dos cartografías de Boloña (Malleco y Cautín) en un solo dibujo. La región, hasta ese momento, tenía como límite sur el río Toltén y se ve incluida la zona de Tirúa. Se puede observar también la gran diversidad de parcelas rurales y, como en muchos casos, la repetición de patrones morfológicos. A primera vista se puede advertir dos tipos de divisiones de suelo que se han destacado, aquellas con una morfología ortogonal y aquellas con una más “orgánica” o “irregular”. Estos dos tipos de divisiones no están del todo mezcladas, sino que generan al menos dos grandes zonas que se han coloreado en la Figura 4. Sobre estas divisiones se ha superpuesto las formas de las líneas de fuertes, observándose una aproximada coincidencia con la zona de las divisiones de morfología irregular. Esto lleva a suponer que probablemente esta fue la primera zona de consolidación chilena, con esa clase de patrones.

División del suelo con las dos principales morfologías de división. Se ha superpuesto la estructura de las líneas de los fuertes.
Figura 4
División del suelo con las dos principales morfologías de división. Se ha superpuesto la estructura de las líneas de los fuertes.
Elaboración del autor con base en la cartografía de Boloña (1916 y1917) y cartografía IGM (1991).

Si se examina la forma de la división del suelo por sí sola (Figura 5) es posible notar que hay más patrones, tanto de morfologías como de tamaños. Para ir un poco más al detalle, en este sentido, se han escogido cuatro muestras de diferentes patrones de división de suelo (A, B, C y D), las cuales se explicarán en seguida. Las muestras abarcan una dimensión de 10 x 10 km en el territorio real. En cada una se han superpuesto los cursos de agua, que también aparecen en la cartografía de Boloña, de manera de entender de mejor forma su adaptación al territorio natural.

División del suelo rural de la región y cuatro muestras.
Figura 5
División del suelo rural de la región y cuatro muestras.
Elaboración del autor con base en la cartografía de Boloña (1916 y 1917) y cartografía IGM (1991).

Las muestras A y B fueron posiblemente los primeros tipos de parcela que se formaron una vez dominada militarmente la Araucanía. La muestra A contiene formas irregulares de gran tamaño, variable entre 120 a 500 hectáreas aproximadamente. Este tipo de parcelas se entregó por medio de los primeros remates o subastas que se dieron en aquel entonces. La muestra B, en cambio, exhibe un tipo de geometría más pequeña y concentrada, pero primando divisiones con forma alargada. Se puede distinguir, en algún grado, cómo los cursos de agua determinan la forma. Estas tierras, que rodean la actual ciudad de Victoria (sin dibujar), parecen indicar las propiedades entregadas a una de las primeras colonias de europeos en la región, y sus tamaños fluctúan entre las 30 y 80 hectáreas aproximadamente.

La muestra C contiene formas ortogonales, con un mismo patrón de dimensión y forma. La explicación más razonable a esta geometría se encuentra en los documentos de Teodoro Schmidt, agrimensor de la Araucanía en aquella época, quien indica que aquellas zonas rectilíneas serían las más boscosas. Ello debido a dificultades técnicas, por el uso de instrumentos de topografía en medio de zonas boscosas (Schmidt, 1889). Esta cuadrícula pasa por el territorio sin considerar los cursos de agua, según se ve. Como imagen acaba siendo un elemento potente, del antiguo orden mapuche se pasa a un criterio “moderno”. Respecto al patrón de medida, parece ser un criterio que deriva del artículo 3º de la ley del 4 de diciembre de 1866 (Comisión Parlamentaria de Colonización, 1912: 6), donde se señala una dimensión: las hijuelas que se rematen o subasten no podrán superar las 500 hectáreas, lo que vendría a establecer una modulación de 2000 x 2500 metros (para el caso de la muestra). Con esta modulación, se genera, además, un patrón de ancho -2000 metros- que genera otras modulaciones, donde saldrían parcelas de 400 hectáreas (2000 x 2000 metros) y, a pesar de la ley citada, parcelas de 600 hectáreas (2000 x 3000 metros) en otros sectores.

La muestra D contiene divisiones del suelo entregadas a familias mapuches, especialmente a través de lo que se denominó, hasta entonces, la entrega de Títulos de Merced. Asimismo, se advierte que hay otra tendencia: las parcelas entregadas tienden a considerar mucho más los límites naturales. Esto tiene dos explicaciones que básicamente apuntan a lo mismo. Primero, el asentamiento mapuche antiguo tiende a buscar sus límites en los elementos naturales del territorio, en su geografía, sean ríos, montañas, o algún elemento sagrado, etc. Segundo, hay que recordar que quienes establecen estos deslindes son ingenieros agrimensores que el Estado de Chile envía para dividir la tierra mapuche. Estos actuaban, en términos generales, de acuerdo a la citada ley del 4 de diciembre de 1866, donde se señala, en la séptima regla del artículo 7º, que para dividir estas tierras se “preferirán los límites naturales, cuando los poseedores no presenten los límites precisos” (ibídem, 8).

Parte importante de la explicación de las formas de división del suelo rural tiene que ver con la legislación que se hizo en aquel entonces, legislación que fue planteando distintos tipos de dimensiones de acuerdo al tipo de habitante. A grandes rasgos, la principal diferencia sería esa: mapuches y nuevos ocupantes; pero, al mismo tiempo, entre los nuevos ocupantes hubo diferentes modos de entrega de tierras: desde grandes extensiones para empresas de colonización hasta extensiones más pequeñas, tanto para colonos extranjeros con sus familias como para colonos nacionales con sus familias.

LA LÍNEA DEL FERROCARRIL

Respecto a la línea del ferrocarril, en la cartografía de Boloña se reconoce una línea principal con sentido norte-sur que estructura todo el territorio. A este se le adhieren una serie de ramales. Todas las líneas tenían 1,68 m de ancho de trocha, tal como en buena parte del país (Marín, 1916: 178). La estructura norte-sur, que podemos ver en esa misma cartografía, inicia en la estación de Renaico y acaba en la de Pitrufquén. Este tramo se construyó en varias etapas, iniciándose en 1884 con el tramo Renaico-Victoria y llegando a Pitrufquén el año 1898 (ibídem, 177-178). El número de estaciones observables es de 22 en total. En cuanto a los ramales, el más importante es el que nace desde Renaico hacia la cordillera de la Costa, del cual se desprenden otros dos, uno que conectará Purén hacia la costa y otro que llegará hasta Capitán Pastene. Su estructura principal nace de Renaico, pasando por Traiguén y volviendo a conectar con la columna vertebral en la estación de Púa. Los otros ramales que aparecen en la cartografía de Boloña son cuatro, de norte a sur son: el ramal Púa-Curacautín, el ramal Cajón-Cherquenco, el ramal Temuco-Carahue y el ramal Freire-Cunco. En todo este sistema hubo dos ramales que se proyectaron pero nunca se construyeron: el ramal Traiguén-Boroa y el ramal que comunicaría Curacautín con Argentina[4].

El ferrocarril acaba uniendo todos los puntos que comienzan las líneas de avance militar ya comentadas. En la Figura 6 se ha dibujado la línea del ferrocarril, sumando las líneas de los fuertes y el área de morfología irregular de la división del suelo rural. Aquí se observa que el avance militar no pudo ser recto de norte a sur, por las complicaciones de la guerra y la geografía, y solo el ferrocarril viene a generar un nuevo tronco vertical norte-sur, consolidando los asentamientos urbanos. Además, se puede apreciar en la misma figura, cómo alrededor de unos tramos específicos de ferrocarril se agrupan unas parcelas más pequeñas y concentradas. Muchas de estas concentraciones de parcelas pequeñas pertenecieron a las primeras colonias de extranjeros, lo cual evidencia cómo la estructura de ferrocarril forma algunos sistemas con estas agrupaciones y, de algún modo, se articula con la división del suelo rural. Si bien ya existían algunos caminos en el territorio, por la dificultad que ofrece el clima, nunca estuvieron completamente disponibles durante todo el año. El ferrocarril, por lo tanto, viene a dar una forma de transporte que garantizaba mejores tiempos y una disponibilidad independiente del clima; esto, sin duda, fue un cambio radical para la época.

La línea del ferrocarril sobrepuesta sobre la división del suelo con morfología irregular y las líneas de fuerte.
Figura 6
La línea del ferrocarril sobrepuesta sobre la división del suelo con morfología irregular y las líneas de fuerte.
Elaboración del autor con base en la cartografía de Boloña (1916 y 1917) y la cartografía IGM (1991).

CONCLUSIONES

Si sumamos todas las formas estudiadas vemos que tanto la línea de los fuertes y la línea del ferrocarril se articulan y van generando un área determinada en el valle central. Se puede establecer que esta zona habría sido la primera en tener una mayor concentración de construcciones territoriales y, por tanto, mayor consolidación. Después vendrán a agregarse los territorios que están más hacia la cordillera de los Andes y al sur del río Cautín. La curva de nivel a 400 metros de altura ayuda a explicar lo anterior: se observa que el proceso comienza desde las tierras más bajas hasta las tierras más altas. Es interesante distinguir cómo el asiento más recurrente para la conquista y colonización del territorio es el lado oriental de la cordillera de la Costa; será ésta la espalda de las construcciones. La cordillera de Los Andes acabó convirtiéndose en una zona a conquistar solo posteriormente. La conquista tiene un sentido norte-sur, pero también un sentido oeste-este, desde el río Malleco al río Cautín y desde la cordillera de la Costa (y valle central) a la cordillera de los Andes.

A través del estudio de estas construcciones territoriales es posible elaborar una mirada morfológica a dos escalas. Cuando observamos las líneas de los fuertes y la línea del ferrocarril el territorio puede leerse, en la macro escala, como una unidad morfológica. Pero, por otro lado, cuando observamos la división del suelo, es más fácil una lectura morfológica en una escala más pequeña, por esa razón ha sido necesario examinar pequeñas muestras como las presentadas en la Figura 5. Esta mirada, a dos escalas morfológicas, viene a ser un método bastante útil y necesario para el orden del análisis territorial. Adicionalmente, se manifiesta el carácter de este proceso, que va desde lo militar a lo más técnico. El territorio se piensa desde la guerra y desde su nueva ordenación. En medio de este proceso es de especial interés una ley: la ley del 4 de diciembre de 1866. Esta ley con sólo 11 artículos viene a determinar buena parte de la morfología territorial. En consecuencia, el territorio rural de la Araucanía, a grandes rasgos, acabó convirtiéndose en una“ruralidad planificada”.

A partir de las formas territoriales construidas que se han estudiado, se puede establecer que la mayor parte de la Araucanía que hoy conocemos nace en el siglo XIX y que, al mismo tiempo, es un verdadero proyecto territorial llevado a cabo por el Estado chileno. Uno que acaba dejando dividida la propiedad en, básicamente, dos tipos de habitantes: mapuches y no mapuches. Más allá de las definiciones actuales, constituye efectivamente un proyecto territorial porque cuenta con una idea, proveniente del Estado, que termina aplicándose en un territorio. Esta idea fue aplicada dominando, transformando y reordenando el territorio, a través de sus diversas iniciativas militares, sus leyes, sus técnicos y, en definitiva, de su ideología.

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CHILE MINISTERIO DE GUERRA, Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra presenta al Congreso Nacional de 1867. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1867

CHILE MINISTERIO DE GUERRA, Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra, presenta al Congreso Nacional de 1868. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1868.

CHILE MINISTERIO DE GUERRA, Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra presenta al Congreso Nacional de 1870. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1870.

CHILE MINISTERIO DEL INTERIOR. Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1881. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1881

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RECABARREN, Manuel. Documento sin título. En: CHILE MINISTERIO DEL INTERIOR, Memoria del Ministro del Interior presentada al Congreso Nacional en 1881. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, pp. 223-243, 1881.

SAAVEDRA, Cornelio. Memoria sobre los trabajos emprendidos en la frontera norte i sur del Territorio Araucano. En: CHILE MINISTERIO DE GUERRA, Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Guerra, presenta al Congreso Nacional de 1868. Santiago de Chile: Imprenta Nacional, 1868.

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Notas

[1] Si bien se sabe que Pedro de Valdivia llevó a cabo unas primeras fundaciones en el siglo XVI, estas fueron destruidas después del levantamiento mapuche en Curalaba (1598).
[2] En este período se elaboró mucha cartografía, pero siempre por sectores. Es recién en los años 1916 y 1917 cuando se presentan los documentos de Boloña, los que, muy probablemente, conformarán una primera imagen oficial de parte del Estado como resultado del proceso colonizador. Sin embargo, no se trata de una cartografía con una idea territorial de propuesta global, ya que está construida en base a otras pequeñas cartografías y planos que la misma Inspección ya poseía en el proceso de colonización de este territorio.
[3] Aunque la fecha de construcción de la línea del Toltén inicia en los años 1869-1870 (Navarro, 2008: 176), esta finalizará tarde, en 1883, con la fundación de Villarrica. Es una línea de fuertes menos continua que las demás. La disposición de los fuertes del Toltén sigue lo que se infiere del mapa de Olascoaga que aparece en la Memoria de Guerra de 1870.
[4] Este ramal solo llegó hasta Lonquimay.
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