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IMPACTOS DEL CORREDOR MIGRATORIO EN CIUDADES DE PERÚ Y CHILE. TRANSFORMACIONES URBANAS DURANTE LA PANDEMIA
IMPACTS OF THE IMMIGRATION CORRIDOR ON PERUVIAN AND CHILEAN CITIES URBAN TRANSFORMATIONS DURING THE PANDEMIC
IMPACTOS DEL CORREDOR MIGRATORIO EN CIUDADES DE PERÚ Y CHILE. TRANSFORMACIONES URBANAS DURANTE LA PANDEMIA
Urbano, vol. 25, núm. 45, pp. 08-19, 2022
Universidad del Bío-Bío. Departamento de Planificación y Diseño Urbano
Recepción: 01 Diciembre 2021
Aprobación: 15 Mayo 2022
RESUMEN: El desalojo de migrantes de la plaza Brasil, en la ciudad de Iquique, cuestionable por la violencia de la fuerza pública, dejó de manifiesto no solo el problema humanitario implicado, sino también un punto de inflexión en los intentos por normalizar un proceso donde las ciudades se han visto alteradas por el éxodo de migrantes. El presente estudio indaga en los impactos generados por las sucesivas etapas de migración correspondientes al flujo migratorio venezolano, el cual se caracteriza por una condición de gran vulnerabilidad. Desde inicios de 2020, en etapa de crisis sanitaria y cierre de fronteras, estos migrantes han ingresado por vía terrestre y por pasos no habilitados a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, con el propósito de encontrar mejores condiciones de vida en los destinos prioritarios en este contexto. Se discuten aquí los enfoques que relacionan flujos y transformaciones como respuestas a factores de reproducción de la sociedad global, con aquellos que conciben la movilidad como una “fuerza creativa” que interactúa en forma autónoma con estas estructuras. Para ello, se explora la movilidad en los centros históricos de tres ciudades ubicadas en zonas de tránsito fronterizo y de ingreso a cada país, donde la interrelación en el espacio público se ha transformado y tensionado: Piura, en Perú, e Iquique y Antofagasta en Chile. Los resultados evidencian similitudes en dinámicas y transformaciones generadas. Dada la condición vulnerable de los migrantes, se observa un incremento en la ocupación del espacio público como resultado de acciones autónomas de autogestión y organización, como también de resistencia local, lo que da cuenta de la relevancia de la movilidad en la sociedad contemporánea. Se recomienda, en suma, adoptar una agenda diferenciada para comprender la conexión entre migrantes y lugares durante la experiencia de movilidad.
Palabras clave: migración, covid-19, espacios públicos, transformaciones urbanas.
Abstract: The eviction of migrants from Plaza Brasil, in the city of Iquique, an act that was questioned due to the violence used by publicforces, revealed not just the humanitarian problem involved, but also a turning point in attempts to normalize a process wherecities have been altered by the exodus of migrants. This study looks into the impacts generated by the successive stages ofmigration within the Venezuelan migratory flow, one characterized by the great vulnerability of these migrants. Since the startof 2020, amid a health crisis and border closures, they have entered Colombia, Ecuador, Peru, Bolivia, and Chile by land usingunauthorized crossings, to find better living conditions in these destinations. Here, the approaches which connect flows and transformations as responses to reproduction factors of global society, with those that conceive mobility as a “creative force” that interacts autonomously with these structures, are discussed. To this end, mobility in the historical centers of three cities located in border transit and entry zones to each country, where the interrelation in public space has been transformed and stressed, is explored, namely Piura, in Peru, and Iquique and Antofagasta in Chile. The results show similarities in the dynamics and transformations generated. Given the vulnerable condition of migrants, there is an increase in the occupation of public space, through autonomous actions of self-management and organization, as well as local resistance, demonstrating the relevance of mobility in modern society. All-in-all, it is recommended to adopt a differentiated agenda to understand the connection between migrants and places during the mobility experience.
Palabras clave: migración, covid-19, espacios públicos, transformaciones urbanas.
Keywords: migration, covid-19, public spaces, urban transformations
INTRODUCCIÓN
En América Latina, la crisis social política y económica de Venezuela ha originado el mayor éxodo de población de las dos últimas décadas hacia el sur del continente. Los desplazamientos migratorios se han convertido en un desafío, especialmente para los países receptores; una situación que se ha agravado en la coyuntura de la pandemia de Covid-19, acrecentando la crisis sanitaria, y que exige respuestas inmediatas desde los gobiernos afectados. En este proceso, las ciudades han ocupado un rol sustancial, enfrentándose a una encrucijada, en especial aquellas ubicadas en la franja que enfrenta el océano Pacífico, por donde más de cuatro millones de venezolanos han tomado camino por el corredor geográfico con rumbo al extremo de América.
Perú y Chile han presentado un proceso constante de fortalecimiento económico, al igual que Colombia y Ecuador, al que se suman factores geográficos de continuidad que los han convertido en una opción para los destinos de los migrantes. Según el Monitoreo de Flujo de Población Venezolana en Perú, realizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2020), en febrero de 2020, la población venezolana en tránsito indicó tener como destino final en su ruta de viaje mayoritariamente al Perú (92,6%), seguidos de Chile (5,3%), Argentina (1.2%) y Bolivia (0.6%). En Perú, han hallado refugio 860.000 venezolanos y en Chile, 361.000 (Escobar, 2019); cifras que consolidan su rol como países receptores de migración transfronteriza y que obligan a sus ciudades a adaptarse.
Las ciudades ubicadas en el corredor migratorio, en zonas de tránsito fronterizo y de ingreso a cada país, hacia las regiones y ciudades prioritarias de migración, como Lima y Santiago, se constituyen en las principales ciudades de destino de la migración. Estas cumplen el rol de receptoras de migrantes y representan atractivas opciones de empleo. En la región norte del Perú las actividades de servicios, agroexportación, y extractivas, lideran la economía posicionándose como una alternativa laboral para migrantes. Las ciudades del norte de Chile presentan prevalencia como atractivo migratorio por el desarrollo de la minería, los servicios y el intercambio comercial de la Zona Franca, como resultado de su capacidad para seguir liderando el dinamismo económico. Así, debido a su condición de ciudades de frontera, Piura, en Perú, e Iquique y Antofagasta, en Chile, cumplen un doble rol, de tránsito y de receptoras de migrantes.
En este devenir, dichas ciudades se han transformado en términos de ocupación y reconfiguración del espacio público, integrando los desplazamientos de los migrantes. A partir del crecimiento del comercio ambulante y los asentamientos informales en las periferias, los migrantes aportan con nuevos estilos de vida y agregan un componente de intranquilidad social en la actualidad. Sobre todo, la falta de respuestas adecuadas desde los gobiernos locales, tensiona la realidad social de las ciudades, especialmente en aquellas a las que se aboca este estudio, exacerbando las posiciones extremas que cuestionan la llegada de migrantes.
El protagonismo del espacio en la constitución de la realidad social de la movilidad migrante y su articulación con los procesos de reproducción de la sociedad global (Santos, 2004; Canales, 2016; Maldonado, Martínez Pizarro y Martínez, 2018), se encuentra en debate. Por una parte, están quienes sitúan los desplazamientos, permanencia y reasentamientos de la población migrante, como respuestas a las dinámicas de transformación de la sociedad contemporánea condicionadas por factores de reproducción del capital, demografía, de las estructuras de clases y desigualdad social (Canales, 2013) y, por otra, los que ven este fenómeno como una fuerza “creativa” por atender a necesidades básicas de sobrevivencia (Casas-Cortes, 2020). Para Bojadzijev y Serhat (2010), se trata de una respuesta autónoma de la migración, en la configuración de la movilidad en el espacio, que emerge de los conflictos sociales, lo cual lleva a repensar los enfoques para analizar la trayectoria migratoria sudamericana.
En este contexto, el objetivo planteado por la investigación expuesta es contribuir a los debates sobre las relaciones entre el espacio y sus usuarios, examinando la interrelación entre los migrantes y el espacio público a través de su uso cotidiano en el centro histórico de las tres ciudades sudamericanas. Se busca entender las especificidades de la relación entre este grupo de usuarios y el espacio público, identificando aquellas tácticas de supervivencia como también aquellas de resistencia y organización, y comparando las dinámicas y transformaciones urbanas en los centros de las tres ciudades.
Con base en discusiones teóricas sobre la precariedad de la migración temporal y la intersección entre los migrantes y el espacio urbano, la propuesta del trabajo busca ampliar la reflexión hacia la incidencia de las dinámicas migratorias en la reconfiguración de las ciudades, lo que presupone, en un mundo globalizado, ponderar al migrante como un impulsor activo de la reestructuración urbana (Bork-Huffer et al., 2014; Maldonado et al., 2018).
MARCO TEÓRICO
La migración se construye en un escenario complejo, de múltiples variables, agudizado por la crisis sanitaria que sobrepasa los ribetes humanitarios en un marco que otorga el proceso de la globalización. Hasta la fecha, existen diversas investigaciones que abordan los efectos de los procesos migratorios y el modo en que ellos, en tanto dinámicas socio-espaciales, han marcado el desarrollo de las ciudades, el uso del espacio público, los procesos de expansión urbana, las políticas y la economía local (Etzold, 2019). Asimismo, se encuentran aquellos que evalúan la dimensión global de las transformaciones territoriales que están afectando a los países sudamericanos, como respuestas a factores de reproducción de la sociedad global (Santos; 2004; Canales, 2013; 2016; Maldonado, 2018).
En el escenario de crisis política y socioeconómica de Venezuela, al que se suma la emergencia sanitaria y las restricciones migratorias impuestas por los gobiernos sudamericanos, los desplazamientos del flujo migratorio venezolano encontraron puntos permeables en las fronteras de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Una situación que permitió configurar el corredor migratorio (Figura 1), como una experiencia concreta potenciada por la continuidad geográfica, y por las experiencias compartidas por los migrantes pioneros a través de las redes sociales, que permiten comprender las relaciones sistémicas y sus nexos, favoreciendo el éxodo de población e incrementando el número de personas que ingresaron por vías irregulares o informales.
En una primera instancia, a escala sudamericana, la crisis económica y social de Venezuela y Colombia (durante inicios de la década de 2000) provocó la migración hacia Perú y Chile, los que se posicionaron como países receptores de migrantes (OIM, 2020). A escala nacional, como parte del corredor geográfico migratorio, Perú y Chile responden tanto a su condición de países de tránsito como de receptores de flujos migratorios, y, a escala local, sus ciudades estratégicas se enfrentan a una encrucijada.
En el ámbito de la transformación de los espacios de la ciudad, se encuentra la propuesta de Datta y Brickell (2011), la cual permite observar e interactuar con las diversas dinámicas de los migrantes y se abre a una comprensión de la movilidad, amplia y espacialmente compleja, en relación con los procesos de modificación y adaptación de lugares, de una groundedness (conexión a tierra) durante aquellas interacciones. El enfoque translocal encarna no solamente el estudio de las relaciones locales-globales sino, a la vez, las dinámicas locales. Las transformaciones urbanas como reconfiguraciones translocales, resultantes de aquellas prácticas sociales, que crean y transforman las formas (Santos, 1996), y como formas significativas que materializan la existencia humana, donde no hay ser humano que no surja en el interior de un mundo de materialidades humanizadas (Silveira, 2014), se constituyen en enunciados que simultáneamente permiten recuperar y develar la totalidad social, en otras palabras, el espacio como un todo.
En este marco, los espacios públicos como escenarios de disputa, confluencia compleja y conflictiva de diferentes actores, muestran las diversas formas de apropiación de una ciudadanía activa (García-Arias y Hernández-Pilgarín, 2019) y, paralelamente, pueden desempeñar un papel clave en la mejora de la inclusión de los migrantes al actuar como lugares para el diálogo y el intercambio intercultural (Price y Chacko, 2012). Asimismo, Kohn (2004) identifica tres componentes del espacio público: propiedad, accesibilidad e intersubjetividad. Relaciona la propiedad con los bienes públicos; la accesibilidad con la posibilidad de ingreso a todos sus habitantes; y la intersubjetividad con el aspecto social y el fomento de la comunicación y la interacción.
El estudio del espacio público gana profundidad al adoptar un enfoque más centrado en las personas y su papel fundamental en la vida social y económica de las comunidades. En ese sentido, Borja y Muxí (2003), Johnson y Glover (2013) y Wittmer (2017) han dado cuenta de su importancia en la ciudad. Cabe añadir que en la ciudad existen diferentes usos del suelo y el espacio público tiene la función de vincularlos, crear lugares de esparcimiento, de intercambio de productos o de creación de hitos simbólicos (Carrión 2007).
En general, se reconoce que el espacio es producido, dotado de significado por sus habitantes y usuarios, y producto de relaciones complejas de poder (Lefebvre, 2013; de Certau, 1999). Al igual que el concepto de “apropiación”, este resultado de la acción creadora de los ciudadanos expresada en el espacio de la ciudad, los que se concitan y convergen en la producción del espacio. El diseño y las funciones propuestas del espacio público son, según Lefebvre (2013), las representaciones del espacio que reflejan las “decisiones sobre qué -y quién- debe ser visible y qué no [cuando se habla de] conceptos de orden y desorden” (Zukin, 1995). Esta dualidad entre los usos del espacio, en el proceso de toma de decisiones y el usuario o los usuarios como formadores activos del espacio, genera la pregunta: ¿quién realmente es el usuario y cómo se apropia del espacio?
Para inicios del año 2021, las medidas adoptadas por los países de la región buscaron controlar la expansión de la pandemia. Con la declaración de emergencia sanitaría, aumentaron las restricciones a la libertad de circulación, y con el cierre de las fronteras, se decretó la prohibición de entrada de extranjeros no residentes en su territorio. Las disposiciones de confinamiento de la población, la crisis en la atención hospitalaria y la vacunación obligatoria generaron un impacto diferenciado en los distintos grupos de población, afectando en mayor medida a la población de escasos recursos y con trabajos precarios e informales. De esta forma, la llegada masiva de migrantes se sumó a una parte importante de la población local, la que debió salir de sus casas y barrios para buscar el sustento para sus familias, desarrollando diversas estrategias de subsistencia y apropiación del espacio público.
METODOLOGÍA
Dada la amplitud del fenómeno migratorio se buscó diseñar una metodología de trabajo que permitiese abordar la complejidad dinámica de ocupación del espacio urbano -y sus restricciones- en las ciudades elegidas. Por tanto, una primera decisión del equipo de trabajo fue la elección de los centros urbanos, para lo cual un primer plano de reflexión pasó por entender las particularidades de cada ciudad, sus actividades económicas, sus aspectos demográficos y de localización, entre otros, contextualizando la movilidad venezolana en su tránsito por el corredor migratorio. De esta forma, el abordaje desde la geografía, la arquitectura y la antropología se constituye en una visión multidimensional que favorece el análisis del fenómeno migratorio y su interacción en el espacio público. En concreto, la dimensión espacial -el tránsito por lugares y territorios- fue uno de los objetivos a abordar, por lo que se optó por considerar la estrategia de la observación, pero desde una perspectiva que permitiese dialogar desde una estrategia multilocalizada (Rivero, 2017). Se buscó privilegiar la observación de los desplazamientos en aquellos puntos que, durante la pandemia, se mantenían como una referencia constante de ocupación de migrantes, lo que se asumió como un espacio para compartir el acceso a recursos, alojamiento e información relativa a las próximas etapas de su “viaje”.
Respecto al enfoque de investigación, se optó por una metodología descriptiva y un enfoque cualitativo (Flick, 2012), que se caracteriza por captar y reconstruir significados (Ruiz, 2012), puesto que favorecían la profundización en términos de la escala analizada, constituida por el desplazamiento de individuos en el contexto de los centros históricos. Su aplicación se articuló con el uso de una pauta de observación y su finalidad fue identificar el movimiento espacial de las personas migrantes en el espacio público, en un contexto de pandemia y, por ende, de tensiones respecto al uso y acceso a los servicios en dicho espacio. El registro se complementó con fotografías, dada la importancia de los datos visuales (Banks, 2010) y con la elaboración de croquis a partir de los mapeos de flujo de desplazamiento de las personas por las diferentes calles de la ciudad, lo que permitió reconstruir los planos adjuntos en la próxima sección. Finalmente, el trabajo de campo se completó con conversaciones de tipo abiertas y breves que, en muchos casos, surgieron en el transcurso de la observación de forma breve y no lo menos invasiva posible para no afectar de sobremanera la vulnerabilidad de las personas migrantes y las complejas condiciones en las que se encontraban.
RESULTADOS
El rol dual de las ciudades como corredor migratorio de tránsito y receptoras se constituyó, efectivamente, en una constante, donde las prácticas de los migrantes se fueron reproduciendo en los distintos lugares. A través de las observaciones realizadas en cada ciudad fue posible identificar la presencia de variadas formas de ocupación. La perspectiva constructivista, al proveer al análisis de las características de los flujos y trayectorias en el espacio público, favoreció la comprensión de la dinámica de desplazamiento, dando sentido a la ocupación de los centros urbanos en el contexto específico de la pandemia y permitiendo, no solo poner en discusión las particularidades y generalidades del fenómeno en las tres ciudades, sino también desarrollar posibilidades de profundización y continuidad del estudio.
En cuanto a la visibilidad del migrante en el espacio de las tres ciudades, se puede advertir claramente una nueva dinámica generada por los migrantes y un aumento de actividades económicas asociadas. Las Figuras 2, 3 y 4 muestran el mapeo de las actividades de la comunidad venezolana en relación con las actividades comerciales del centro y sus espacios públicos.
La ciudad de Piura (Figura 2) es la quinta ciudad con mayor población del país, con alrededor de 480 mil habitantes (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2018). Debido a su ubicación fronteriza, es el destino de los migrantes que pasan por la frontera con Ecuador y es la zona de tránsito hacia las demás regiones del sur del país. La ciudad experimentó un crecimiento exponencial impulsado a través de invasiones o mercados ilegales de tierras. Además, se estima que el 90% de la población trabaja en el sector informal, muchos de ellos en los servicios y la construcción (INEI, 2018). En la estructura urbana del centro histórico resaltan la Plaza de Armas (1) y la Avenida y el Óvalo Grau (2), donde se evidencia una presencia notoria de refugiados y migrantes venezolanos, con una mayor concentración en la Avenida Grau, una de las principales avenidas de la ciudad. En sus primeras cuadras, esta se destaca por constituir un importante eje comercial que se constata en el flujo peatonal, las tiendas y algunos locales tradicionales.
La ciudad de Iquique y la de Alto Hospicio conforman una conurbación cuya población total, según el censo 2017, alcanza los 300 mil habitantes. Iquique se extiende por una estrecha plataforma costera y su centro (Figura 3) se configuró históricamente a partir de su relación con el puerto y las actividades que se fueron desarrollando. La llegada de grupos de venezolanos durante el año 2020 marcó un punto de inflexión de carácter humanitario. Soportando condiciones climáticas extremas, familias migrantes traspasaron la frontera a más de cuatro mil metros sobre el nivel mar, desde el altiplano de Bolivia y Chile, descendieron hacia Iquique, cruzando el desierto y arribaron a la ciudad; y el centro histórico se estableció como punto de referencia para la recepción de estos grupos de personas. En la estructura urbana del centro histórico destacan tres plazas, las que confieren un orden a la ciudad: la principal, la Plaza Prat (1), lugar donde se reúnen las actividades financieras y sociales, y donde la presencia patrimonial está dada por los edificios del teatro Municipal, los cafés y los clubes; la Plaza Condell (2), que concentra las actividades comerciales que se extienden por las calles aledañas; y, por último, la Plaza Brasil (3), vinculada con la unidad urbana barrial que acogió a los antiguos migrantes que le dieron su nombre: el “Barrio Inglés”.
La ciudad de Antofagasta, en tanto, ha sido desde su fundación, un centro de atracción cosmopolita. De origen eminentemente minero se caracterizó por atraer a obreros y familias de diferentes rincones del mundo. Hoy en día, con una población que sobrepasa los 360.000 habitantes, según el Censo 2017, es la región que detenta la mayor cantidad de yacimientos cupríferos en el país, por lo que su explotación establece, a su vez, un efecto importante en la dinámica urbana de la región y atrae a nuevos habitantes en la búsqueda de trabajo. Es una de las ciudades con mayor población migrante del norte de Chile. En la estructura urbana del centro histórico destacan las calles Paseo Prat (3) y Matta (7), una de las principales arterias de la ciudad, que se ubica cerca del Mall Plaza (2) (Figura 4) y concentra el mayor flujo de migrantes.
En los tres centros se observaron tres categorías de ocupación y transformación. Las Figura 5 y Figura 6 ilustran algunas de esas dinámicas observadas en el centro histórico de la ciudad de Piura y de Antofagasta. Una primera categoría corresponde al comercio formal, referida al comercio establecido, y presenta una asociación con los migrantes que se vincula con la vocación de estos y con sus prácticas de identidad. En las tres ciudades, se puede evidenciar una nueva dinámica generada, un aumento de actividades económicas: barberías, servicios, venta de ropa y lugares de comida rápida, administrados por los migrantes. A través de las tiendas se crean redes sociales y se establecen otros comercios. En Piura, el comercio formal del grupo migratorio de Venezuela es un fenómeno de los últimos cinco años y se ha intensificado con la pandemia. En las dos ciudades chilenas, pero en especial en Antofagasta, la primera ola migratoria de origen colombiano data de la década de 2010 y la presencia de migrantes en los centros históricos es común, por lo que no se visibiliza y no es posible identificar a los venezolanos. En la práctica, se suman a una sinergia participativa e integrativa (Massó Guijarro, 2013) asociada con la actividad económica informal de calle. En el caso de Iquique, la cantidad de tiendas administradas por migrantes ha aumentado considerablemente en los últimos años, con la llegada de los primeros migrantes de Venezuela, concentrándose en ferias o mini centros de forma alternada.
El comercio ambulatorio informal es un fenómeno generalizado en las tres ciudades analizadas, que se percibe de forma polarizada. Los comerciantes se concentran en las calles más concurridas del centro, aunque en los horarios de tarde/noche se desplazan a los espacios fuera de los centros comerciales o parques. Los vendedores ambulantes y los puestos de comida en las calles forman parte de la actividad comercial existente que da a los espacios abiertos un carácter especial, más allá del quehacer productivo y de la vinculación social que generan. Entre los aspectos más simbólicos del consumo, se encontró la apropiación territorial, donde las expresiones culturales explícitas de los migrantes, asociadas a los espacios abiertos, como la música, la comida y la bebida, pueden considerarse actividades de apego al lugar. Son los mismos vendedores que vienen todos los días ocupando los mismos sitios. Indican que existe una cierta organización entre ellos y todos se conocen. A pesar de las restricciones de movilidad de la pandemia, se observa una alta cantidad de ambulantes en las principales calles del centro; en Piura, esto ocurre mayormente en la Avenida y el óvalo Grau (2). En Iquique las actividades comerciales se concentraron en las calles Tarapacá y Vivar, donde la informalidad predomina ocupando las calles, y la presencia de migrantes venezolanos es minoritaria. En Antofagasta, la mayor concentración del comercio informal se ubica en calle Matta (7), concretamente en lugares con mayor afluencia de público, por el control de la policía.
Por último, las formas de ocupación de carácter temporal del tipo campamento, a través de carpas y toldos, se han dado en el espacio público de los tres centros históricos, tanto en plazas, sitios baldíos y áreas verdes y recreativas, como en zonas de playa. En Piura, sitios como el Parque Infantil (3) o las áreas verdes en la Urbanización Los Cocos están ocupados con carpas como espacios de pernoctación. En Antofagasta, ante la falta de espacio en áreas verdes en el centro, la ocupación temporal se ha desplazado hacia la zona intersticial entre el Centro Institucional y Comercial y la zona del puerto y del Mall Plaza Antofagasta (2). Antes de la llegada masiva de migrantes venezolanos, era utilizada como lugar de asentamiento temporal para la población en “situación de calle”. Actualmente, se mantiene una ocupación visible en dichos espacios, principalmente durante el día. Gracias a información recabada, se puede afirmar que durante la noche se instalan carpas de familias migrantes, sobre todo, en las zonas aledañas al puerto, dado que durante el día dichos espacios cuentan con vigilancia que hace difícil mantener un establecimiento permanente. Mientras que en Piura y Antofagasta la ocupación tiene un carácter muy temporal, en Iquique se observa una apropiación del espacio por un periodo mayor de tiempo. La zona de carpas de migrantes se concentra en un foco de apropiación, la Plaza Brasil (Figura 7).
Como caso especial, la ocupación de la Plaza Brasil adquirió un carácter particular por su desenlace: el violento desalojo de finales de septiembre por parte de la policía. La ocupación se inició durante el mes de septiembre del año 2020 y se mantuvo activa en forma interrumpida como campamento durante un año. La apropiación, de carácter transitoria, evidenció una dinámica de autogestión y resistencia como medio de presión para obtener una respuesta desde el gobierno central y alcanzar sus proyectos de migración. La forma de la apropiación se caracterizó la organización y planificación del espacio plaza, en zonas de familias y de solteros, por la instalación de sus carpas y por la distribución de espacios de cocina, comedores compartidos y toldos de sanitarios y duchas. El proceso siguió con la zonificación de usos y actividades, diferenciadas por necesidades de grupos familiares y/o de solteros. La apropiación fue aceptada por la comunidad de vecinos en una primera etapa, cuando prevaleció el carácter humanitario y la presencia de niños/ as y mujeres marcaron el proceso. Una actuación, acorde con una ciudad que se identifica multicultural desde sus orígenes, donde la costumbre es vivir entre migrantes, con diversidades étnicas y socioculturales. Sin embargo, en la espera de una respuesta desde el gobierno, las críticas y los comentarios discriminatorios fueron en aumento, lo que acabó desencadenando un desenlace sumamente violento.
DISCUSIONES
Los resultados de la investigación expuesta permiten evidenciar los efectos de la migración en la dimensión espacial de tres ciudades en estudio e identificar aquellas tácticas de supervivencia locales desarrolladas. Se puede observar una dinámica espacial vinculada a los migrantes y a las formas de ocupar el espacio urbano. El contexto, las prácticas y las formas en que este se utiliza para cubrir las necesidades varían y están relacionados con los casos y las circunstancias individuales. Más en Perú, país que es reconocido por sus altos índices de informalidad, al igual que en las ciudades de la zona norte de Chile, donde estas formas de ocupación no son nuevas, ni diferentes a las que se realizaban antes de la llegada de los migrantes y refugiados venezolanos.
Los hallazgos obtenidos deben ser evaluados con cautela debido a algunas limitaciones metodológicas que podrían comprometer su validez externa. En tal sentido, cabe mencionar una dificultad transversal presente durante la pandemia: tanto las restricciones a la movilidad de las personas, como la dimensión, el alcance y la velocidad del proceso migratorio venezolano, problematizaron la recolección de información, dada la imposibilidad de mantener un contacto permanente con los migrantes.
Por otra parte, los migrantes, dependiendo de su estatus socioeconómico y su origen, pero también de las políticas migratorias específicas de los países receptores, se encontraban condicionados, en distintos grados, incluidos o excluidos de acceder a las instituciones, infraestructuras y servicios urbanos. Algunos crearon y/o ampliaron espacios informales a fin de asegurar un medio de vida, una vivienda o la educación (Roy y AlSayyad, 2004). En el caso de la ocupación de espacios urbanos con carpas, específicamente en Iquique, la llegada de los migrantes supone un desafío a la regulación estatal establecida y a los regímenes políticos de los países receptores. Como argumenta Bork-Huffer et al. (2014), la situación de ser migrante niega las oportunidades de hacer planes y decisiones a largo plazo para el trabajo y la vida, ya que se permanece en condiciones improvisadas, frágiles y temporales. La visibilidad de la práctica humana a través del uso cotidiano de un grupo masivo de migrantes trae a la luz la importancia y el significado de su representación. “El propio acto de representar al propio grupo [...] ante un público más amplio crea un espacio de representación” (Mitchell, 2003) y tal es el caso de los tres centros.
Sin embargo, al adaptarse al entorno urbano, los migrantes están transformando los espacios urbanos según sus necesidades, opciones y restricciones. Así ocurre con los migrantes vendedores ambulantes que, en las tres ciudades, crean nuevos espacios informales flexibles y fluidos, que cumplen funciones sociales, culturales y económicas fundamentales (Etzold, Keck, Bohle y Zingel, 2009). Los espacios públicos son focos de orden público y las actividades de los vendedores suelen provocar una respuesta del personal de seguridad y de los vendedores locales (Bork-Huffer et al, 2014). Corroborando el protagonismo que adquiere el espacio público, las zonas urbanas presentan una profunda ambivalencia, ya que, para muchos, son tanto lugares de esperanza y oportunidades como lugares de conflicto y sobrevivencia. Esta ambivalencia da forma a las interacciones y la negociación de los espacios públicos urbanos. Desde esta óptica, el estudio evidencia similitudes y particularidades en cada una de las tres ciudades, en los patrones espaciales y temporales del uso, como también en las acciones de resistencia local ante un migrante vulnerable, manifestada en intentos de normalizar una realidad.
CONCLUSIONES
El objetivo de este trabajo fue contribuir a los debates sobre las relaciones entre el espacio y sus usuarios, examinando la interrelación entre los migrantes y el espacio público a través de su uso cotidiano en el centro histórico de las tres ciudades sudamericanas: Piura, en Perú; Iquique y Antofagasta, en Chile. La presencia de la migración en el paisaje urbano contribuye a cuestionar el uso y los significados dados a los espacios urbanos. En este sentido, se avanzó hacia la comprensión de las especificidades de la relación entre este grupo de usuarios y el espacio público.
Para concluir, cabe señalar que en este estudio la integración se concibe como una cuestión de igualdad relacional, por consiguiente, esta debería promover relaciones más igualitarias entre las personas, en las que las redes sociales se han vuelto muy importantes. Sin embargo, la igualdad no necesariamente indica la integración como una situación en la que se superan las fronteras sociales. Además, las personas pueden identificarse con grupos diferentes, locales o transnacionales, y la afiliación personal puede ser más fuerte que las nacionales.
Los ciudadanos urbanos conviven, reaccionan y contribuyen a la dinámica de los espacios urbanos. Las ciudades receptoras y de tránsito se han ido transformando a través de dinámicas también transitorias, mediante las cuales la ubicación de los migrantes ha ido cambiando con el tiempo en cada ciudad, llevando consigo las prácticas transnacionales respectivas. En este contexto de movilidad interna se genera un proceso de adaptación e integración y de resistencia, que da lugar a transformaciones socioculturales, las cuales, a su vez, irán creando nuevas relaciones entre migrantes y locales.
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones significativas para la comprensión de los procesos urbanos, en cuanto contribución al debate sobre el dinamismo en las ciudades. Partiendo de la base que los espacios públicos fomentan la comunicación, se puede sostener que ese potencial para reconectar todas las partes puede originar nuevas formas de coexistencia, permitiendo la mezcla social, la participación ciudadana y el sentido de pertenencia. Existe una clara necesidad de una comprensión más profunda de la dinámica en el espacio urbano de nuestras ciudades con respecto a los flujos migratorios, más aún con el surgimiento de movilizaciones que presentan actitudes anti-migrantes y xenófobas. No obstante, estas tácticas de supervivencia, como también aquellas de resistencia y organización, pueden estimular y apoyar la innovación urbana, aumentar la competitividad de las ciudades y, en última instancia, contribuir a su desarrollo económico.
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