Artículos
Received: 12 June 2024
Accepted: 09 November 2024
DOI: https://doi.org/10.22320/07183607.2024.27.50.03
RESUMEN: Con base en una concepción de la estética alejada de lo artístico y mucho más próxima a la vida diaria, la investigación que se presenta buscó entender de qué manera las expresiones materiales del hábitat migrante modifican la estética de los barrios y generan formas de resistencia al poder dominante en el territorio. La metodología consistió en la elaboración de un inventario espacializado de intervenciones estéticas en un caso de estudio de la ciudad de Santiago de Chile, el que fue confeccionado a partir de recorridos fotográficos barriales sistemáticos, mediante los que se generaron más de quinientas fotografías y cuatro registros audiovisuales. Este material fue analizado buscando patrones recurrentes de acuerdo con los lineamientos teóricos de la investigación con apoyo en la etnografía visual y sensorial. Los resultados se agrupan en cuatro dominios principales -la casa, la calle, el comercio fijo y el comercio ambulante- y revelan cómo las estéticas cotidianas transforman el entorno barrial y habilitan nuevas formas de intercambio y sociabilidad entre los habitantes del barrio. Se concluye que estas manifestaciones estéticas tejen puentes para la composición de comunidades y alteridades, generando dinámicas territoriales que desafían la homogeneidad impuesta en las ciudades, por lo que cobra plausibilidad entenderlas, no sólo como formas de hibridismo cultural, sino que como estéticas de la resistencia.
Palabras clave: Migración, hábitat, resistencia, estética urbana.
ABSTRACT: Based on a conception of aesthetics outside the artistic and much closer to daily life, this research sought to understand how material expressions of the migrant habitat alter the aesthetics of neighborhoods and generate resistance to the dominant power in the territory. The methodology comprised preparing a spatialized inventory of aesthetic inventions in a case study in Santiago, Chile. This was done using systematic neighborhood photographic tours, generating more than five hundred photographs and four audiovisual records. This material was analyzed to look for recurring patterns using the research’s theoretical guidelines and support from visual and sensory ethnography. The results are grouped into four main areas - the house, the street, the shops, and the street trade - revealing how daily aesthetics transform a neighborhood setting and enable new forms of exchange and sociability among its inhabitants. It is concluded that these aesthetic manifestations weave the composition of communities and alterities, generating territorial dynamics that challenge city-imposed homogeneity. Hence, plausibility is needed to understand them, not only as the means of cultural hybridism but also as resistance aesthetics.
Keywords: Migration, habitat, resistance, urban aesthetics.
INTRODUCCIÓN
Chile ha sido un destino atractivo para diversos grupos internacionales, registrándose un aumento constante de inmigración latinoamericana desde la década de 1990 hasta hoy. En los últimos años, además de la migración proveniente de países vecinos como Perú, Bolivia y Argentina, se ha observado un crecimiento en la llegada de personas de naciones más alejadas geográficamente como Colombia, República Dominicana, Venezuela y Haití. De acuerdo con los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), en diciembre del año 2022 residían en Chile aproximadamente 1.625.074 personas extranjeras, siendo los venezolanos el grupo más numeroso con un 32,8%, seguido por los peruanos, colombianos y haitianos con 15,4%, 11,7% y 11,4%, respectivamente.
A nivel territorial, la Región Metropolitana alberga la mayor parte de la población inmigrante del país, con cerca del 57,8%. A ésta le sigue la región de Antofagasta, que concentra el 6,7% de la población inmigrante superando ligeramente a la región de Valparaíso, que registra un 6,1% (INE, 2022). Este patrón ha evidenciado una cierta “preferencia” por ciertas ciudades y, dentro de ellas, por áreas residenciales específicas, lo que ha provocado una marcada diversidad y multiculturalidad espacial en determinados sectores urbanos. Estos cambios impactan las dinámicas organizativas de los barrios y las interacciones entre sus habitantes (Margarit y Bijit, 2014; Chan y Ramírez, 2020).
En este contexto, la pregunta de investigación que guía este estudio es: ¿De qué manera las expresiones materiales del hábitat migrante en el marco de la condición transnacional modifican la estética de los barrios y en particular, generan formas de resistencia al poder dominante en el territorio?.
La hipótesis de esta investigación se basa en que la creciente y constante presencia de migrantes internacionales en los territorios donde se concentran, ha ido transformando tanto las calles como los espacios que ocupan. Estas transformaciones se manifiestan, a través de diversas expresiones estéticas vinculadas al hábitat migrante, particularmente en condiciones de precariedad. Estas manifestaciones no sólo reflejan la identidad cultural de quienes habitan estos espacios, sino que también pueden interpretarse como formas de resistencia utilizadas por los grupos migratorios para enfrentar dinámicas que impactan su vida diaria.
A pesar de la extensa literatura sobre migración y dinámicas sociales, aún no se ha investigado suficientemente cómo estas estéticas reflejan identidades y estrategias para enfrentar procesos de exclusión y asimilación. La importancia de esta investigación radica en un entendimiento más profundo de cómo los migrantes influyen en la configuración del espacio urbano, a través de sus prácticas estéticas cotidianas. Al visibilizar estas estéticas como una forma de resistencia, se abre un nuevo campo de análisis sobre las dinámicas de poder, inclusión y exclusión en las ciudades. En última instancia, el estudio aporta a la comprensión de cómo se construyen nuevas formas de convivencia y sociabilidad en contextos de multiculturalidad, generando un impacto en el ámbito académico y en el diseño de ciudades más justas y equitativas.
El artículo se estructura en ocho apartados. Los primeros, introducen el fenómeno migratorio en Chile y desarrollan un marco teórico que abarca conceptos como la resistencia cotidiana y las estéticas del habitar. Luego, se presenta el estudio de caso de la población Los Nogales, en el que se abordó el análisis de las estéticas en cuatro escalas: la casa, la calle, el comercio fijo y el comercio ambulante. La investigación emplea una metodología de etnografía visual, sensorial y multilocal. Finalmente, se exponen los resultados, seguidos de una discusión y conclusiones, donde se reflexiona sobre las estéticas migrantes como formas de resistencia que transforman el espacio urbano y social.
MARCO TEÓRICO
LA RESISTENCIA COTIDIANA
Los debates actuales sobre la construcción de identidades transnacionales se han enfocado cada vez más en la perspectiva geográfica del fenómeno (Guizardi et al., 2020), centrándose en cambios significativos en los territorios y sus características espaciales. Esta perspectiva conceptualiza los territorios como una manifestación directa de la identidad, donde se revelan y entrelazan elementos diversos, dando lugar a expresiones híbridas o transculturales. Este hibridismo de las identidades sociales ha sido entendido como una forma de resistencia y reterritorialización en la medida que, a través de la mezcla, hace emerger nuevas formas de construcción identitario-territorial (Haesbaert, 2011) en contextos en que asedian las formas de asimilación e incorporación sin reconocimiento.
En este sentido, las expresiones identitarias cotidianas hablan del despliegue de prácticas y la configuración de espacios transnacionales que reproducen los vínculos con el país de origen y que emergen como estrategias que buscan evadir el control de la ciudad ordenada de forma hegemónica y asimilacionista. La noción de resistencia emerge aquí como el despliegue activo de prácticas y formas de hacer que se oponen a un modelo de asimilación cultural, mediante la producción de variaciones que van más allá de la norma y desestabilizan los significados y las interpretaciones dominantes en el espacio urbano (Murcia, 2019).
En esta variante de prácticas y actuaciones cotidianas multiformes la resistencia se conecta con procesos transnacionales y al mismo tiempo, agita las sensibilidades de quienes habitan el territorio (Medina, 2022). La consecuencia de ello, es una intervención sobre el monopolio de las formas de aparecer (Medina, 2022), que se expresa como un “arte de la diferencia” (Agier, 2008, p. 100) cuya consecuencia es la modificación, tanto el espacio social, como el político y el urbano, capitalizando en ello la “porosidad” del territorio (Márquez, 2013).
Como indica Agier (2008, p.100), la “búsqueda de identidad más íntima puede pues desarrollarse a la luz del día”. Se trata de agenciamientos cotidianos que constituyen “formas de escapar al orden y a la planificación de una ciudad atravesada por crecientes formas de homogeneización, segregación y privatización de la vida” (Cruz et al., 2022, p.14) y que poseen una expresión material y territorial.
LAS ESTÉTICAS DEL HABITAR
Algunos autores han organizado la variada producción estética del siglo XX en cinco ámbitos conceptuales bien diferenciados: forma, vida, conocimiento, sentimiento y acción/praxis (Hernández, 2007). Esta última, en conexión con la cultura y el habitar, ha abierto campos de estudio relacionados con la ciudad y el urbanismo que no se centran únicamente en la forma urbana, sino que más bien amplían la perspectiva hacia aspectos sociales y la construcción del hábitat por parte de los habitantes.
Por un lado, la estética cotidiana aspira a reconocer la forma en que las actividades diarias y habituales modelan y producen lo estético (Melchionne, 2013; Silva et al., 2020). Por ello, no remite ni exclusiva ni principalmente a los productos finales o elaborados, sino que al significado de procesos y actividades cuyos componentes son los gestos, las identidades, las materialidades y los sentidos.
Por otro lado, la estética social se centra en “aquellos sectores de la ciudad con características económicas y sociales particulares que se van desarrollando y consolidando con el tiempo, donde conviven, muchas veces mezclados, varios orígenes y formas de producir y expresar ciudad” (Hernández, 2007, p.15). Generalmente remite a emplazamientos de sujetos marginalizados y territorios atravesados por el estigma, en los que predomina la autogestión y la autoconstrucción del hábitat por parte de sus habitantes.
La perspectiva aquí adoptada sugiere que la estética se expresa de múltiples formas y no se restringe al campo de lo visual, convirtiéndose en una interfaz de intercambio e interacción que se plasma en una diversidad de elementos que componen la vida cotidiana de los habitantes de un territorio.
La propuesta analítica de Mandoki (2001; 2006), es relevante porque vuelve operativa la reflexión anterior y que tiene uno de sus fundamentos teóricos en la obra de Rancière (2009), particularmente en lo relativo al reparto de lo sensible. Este autor se interroga sobre las maneras en que se producen, componen y sostienen nuestros regímenes sensibles, así como acerca del potencial transformador que tienen nuestras actuaciones prácticas sobre estos últimos. La noción de “reparto de lo sensible” permite entender la conformación socio-política de nuestras capacidades atencionales y perceptivas, pero, además, da luz sobre la importancia que poseen los factores que actúan sobre nuestra sensibilidad en la configuración de nuestro mundo en común, de nuestros roles y de nuestras capacidades de acción sobre él. A juicio de Rancière, las maneras de hacer están ineluctablemente ligadas a las maneras de ser y a las formas de visibilidad.
Ejemplo de lo anterior se encuentra en la reflexión que ha desarrollado Rancière (2020) acerca del paisaje, donde plantea que éste refiere a una forma que unifica la diversidad de nuestras percepciones sensoriales y en muchos casos, desafía las normas perceptuales y estéticas. Además de contribuir a la configuración de las formas de representación identitaria y comunitaria, también puede cuestionarlas. Así, la contemplación del paisaje a menudo impulsa a la acción, invitando a una experiencia que integra tanto lo estético como lo político.
Mandoki (2006) propone un modelo de análisis que distingue dos expresiones de los fenómenos estéticos que se entienden como distintos e, incluso, antagónicos: el arte y lo cotidiano. Centrando su atención en este último plano, la autora propone un modelo de estética aplicada que se vuelve operativo a través de una matriz en la que convergen aspectos de lo que denomina la retórica y la dramática (Mandoki, 2001).
La primera, analiza la prosaica y está constituida por cuatro registros o canales de intercambio de enunciados estéticos: léxico, somático, acústico y escópico. Por otro lado, la dramática consiste en actitudes, impulsos y desplantes de energía en la comunicación estética. Es dramática porque el término viene de acción, actuar, y se enfoca en el despliegue de energía en la vida cotidiana hacia la producción de efectos sensibles. Existen en ella cuatro modalidades que tienen por función analizar el impulso e intensidad de la formulación retórica: proxémica, fluxión, cinética y enfática (Mandoki, 2006). A continuación, se presenta una tabla que sintetiza el resultado del cruce de las dos dimensiones descritas. (Tabla 1).
ESTUDIO DE CASO
La población Los Nogales se encuentra en la ciudad de Santiago de Chile, en la zona sureste de la comuna de Estación Central (Figura 1). Sus límites están definidos por la calle Arzobispo Subercaseaux al norte, Hermanos Carrera al sur, la Autopista Central al este y Guillermo Franke al oeste (Figura 2).
Respecto al número de habitantes en la Población Los Nogales, se estima que para el año 2017 había alrededor de 11.700 personas, de las que aproximadamente 2.580 eran migrantes, representando así el 22% de la población total del sector. Entre los migrantes, la población haitiana constituye más del 50% de los habitantes del sector, seguida por nacionalidades como la peruana y la dominicana (INE, 2017).
La concentración de migrantes en este sector se debe principalmente a factores como la conectividad, debido a la cercanía a estaciones de transporte público, centros comerciales y ferias libres; un activo mercado inmobiliario, que a través de la subdivisión de viviendas y habitaciones ofrece alquileres a la población migrante; y las redes comunitarias, principalmente por las iglesias evangélicas, adaptadas al idioma creole, que proporcionan un lugar de reunión y apoyo espiritual para la población haitiana (Jiménez, 2017).
METODOLOGÍA
La investigación sobre resistencias basadas en su condición estética se llevó a cabo con un enfoque fundamentado en la etnografía visual (Pink, 2001), sensorial (Pink, 2009) y multilocal (Marcus, 2001). La etnografía visual, como herramienta, se sitúa en un campo emergente de estudios dentro de la antropología, comúnmente con el uso predominante de fotografías. Por otro lado, la etnografía sensorial se dedica a explorar la percepción y experiencia de los lugares en la vida cotidiana, más allá de la vista. Finalmente, la etnografía multilocal realiza investigaciones que trascienden un único lugar, capturando la complejidad de las interacciones sociales en contextos diversos.
Para el estudio se llevaron a cabo cinco recorridos fotográficos sistemáticos entre los meses de octubre y diciembre del año 2020 en la Población Los Nogales, ubicada en la comuna de Estación Central, en la Región Metropolitana de Santiago. Los recorridos incluyeron las calles Manuel Rodríguez, Hermanos Carrera, Capitán Gálvez y Veintiuno de Mayo, seleccionadas por su alta concentración de población migrante y por la presencia de comercios y actividades sociales relevantes para el análisis. Además, se registró la actividad en la feria libre de la zona, dado su papel central en la dinámica comercial y social del barrio. La elección de estos espacios responde a su relevancia como áreas donde se despliegan prácticas cotidianas de resistencia estética, vinculadas a la interacción social y comercial.
Los criterios para seleccionar la muestra fueron principalmente viviendas y locales comerciales que exhibían banderas de otros países, como la peruana, dominicana, haitiana, colombiana y venezolana, así como aquellos con colores diferentes y llamativos y donde se escuchaban otros acentos e idiomas, tanto por la música como por las conversaciones de los residentes y comerciantes. Estos elementos se interpretaron como expresiones visuales y sonoras de identidad y resistencia cultural en el espacio público.
Se realizaron un total de 575 fotografías y 4 registros audiovisuales los encuentros sociales observados. Esta muestra se seleccionó con base en la observación directa de elementos que reflejan la vida cotidiana y las dinámicas estéticas del territorio, en el que se priorizan las áreas y actividades que muestran formas de interacción social y resistencia a las dinámicas dominantes.
El análisis de este material, realizado por los investigadores, consistió en la identificación de patrones estéticos recurrentes, vinculados al uso del espacio y las prácticas cotidianas de los migrantes. Este ejercicio analítico permitió clasificar las observaciones en cuatro escalas de análisis: la casa, la calle, el comercio fijo y el comercio ambulante (Figura 3). Esta clasificación se basó en la necesidad de separar los diferentes contextos donde se manifestaban las estéticas de resistencia, a fin de obtener un entendimiento global de las dinámicas estéticas en el territorio y la vida cotidiana.
Cada una de estas escalas fue analizada en función de las expresiones estéticas predominantes observadas en las fotografías y registros audiovisuales. Posteriormente, se elaboraron inventarios de estas expresiones, que fueron ubicados en planos de la población, lo que permitió visualizar espacialmente los fenómenos analizados. Con esto, se buscó comprender el carácter territorial de las estéticas de resistencia, evidenciando cómo éstas transforman el espacio urbano y las dinámicas sociales. La investigación, en su conjunto, tiene un enfoque exploratorio e inductivo, lo que permitió adaptar los niveles de análisis a las observaciones emergentes del trabajo de campo.
RESULTADOS
INVENTARIO DE UN RECORRIDO BARRIAL
A partir de los cinco recorridos realizados en la Población Los Nogales y del análisis de las fotografías, se identificó una serie de estéticas de resistencia presentes en los cuatro ámbitos de análisis: la casa, la calle, el comercio fijo y el comercio ambulante. Estas observaciones se clasificaron utilizando la matriz dramático-retórica, que permitió organizar las diferentes manifestaciones estéticas de acuerdo a sus dimensiones retóricas (léxico, somático, acústico y escópico) y dramáticas (proxémica, fluxión, cinética y enfática).
LA CASA
En este ámbito, se observó una transformación significativa en las viviendas donde los migrantes desplegaron elementos visuales como colores vivos, mezcla de materiales en las fachadas y banderas de sus países de origen. También se identificaron ampliaciones informales de las viviendas, carteles de arriendo y la reutilización de materiales locales para adaptarse a sus necesidades cotidianas. Estos elementos reflejan tanto la apropiación del espacio residencial como una clara diferenciación visual respecto al entorno local (Figura 4).
En general, se observó que en las prácticas relacionadas con el habitar existe una condición particular inscrita en los cuerpos, influenciada por la herencia cultural, las vivencias del grupo, las tradiciones y las experiencias individuales que condicionan la forma de apropiación y usos de los espacios. En este sentido, no solo la herencia cultural y sus costumbres definen el uso de los espacios. Según lo observado en el barrio, existen elementos que prohíben y/o potencian la ocupación de algunos recintos en las viviendas, resultando en el traslado de prácticas transnacionales a otros espacios, principalmente públicos.
LA CALLE
En las principales calles del barrio, como el eje Manuel Rodríguez y Capitán Gálvez, se observaron múltiples intervenciones visuales y sonoras que denotan prácticas transnacionales. Entre ellas, se registraron banderas, afiches y grafitis que exhibían símbolos culturales y mensajes de reivindicación migrante (Figura 5). Además, se identificó el uso del espacio público para encuentros sociales en los que predominaba la música y las conversaciones en idiomas extranjeros como el creole y el español con acentos dominicanos y venezolanos.
Esta integración y segregación social crea patrones de apropiación de espacios, con códigos basados en nacionalidades. La comprensión de estos elementos puede ser un indicador de la integración de migrantes y su adaptación a las representaciones estéticas locales.
EL COMERCIO FIJO
En los comercios fijos, particularmente en barberías, tiendas y restaurantes, se evidenció una fuerte presencia de estéticas transnacionales. Las fachadas de estos locales estaban adornadas con colores brillantes y carteles que destacaban productos y servicios dirigidos a la comunidad migrante. Se observaron grafismos y decoraciones con banderas que hacían alusión a los países de origen de los propietarios, mientras que, en el interior, los productos importados reforzaban el sentido de identidad cultural en el espacio comercial (Figura 6).
Los elementos visuales transmiten mensajes que crean códigos de invitación selectivos para grupos nacionales, relacionados con el idioma, la acústica y la culinaria. Este comercio transnacional, considerado también como economía étnica (López, 2021) facilita la convivencia pluricultural y el diálogo de saberes, que impacta las dinámicas de convivencia a nivel barrial y crea una nueva comunidad transnacional. Estos espacios son productivos en la expresión de relaciones que modifican las comunidades de origen y acogida, promoviendo la construcción de territorios interculturales.
EL COMERCIO AMBULANTE
En el comercio ambulante los vendedores desplegaron productos típicos de sus países de origen en las ferias libres y en los puestos callejeros. Se registró una amplia variedad de alimentos y productos importados que no son comunes en el comercio local, lo que atrajo tanto a migrantes como a residentes locales (Figura 7). Este tipo de comercio se organizaba de manera informal, al ocupar espacios públicos de forma temporal, lo que muestra una adaptación flexible a las dinámicas locales.
La importancia del comercio ambulante y sus estéticas radica en su función como estrategia de supervivencia y como medio para integrarse a otros ámbitos comerciales o espacios. Aunque mayormente se perciben como acciones económicas, también expresan la búsqueda de reconocimiento en la sociedad de acogida y nuevas formas de sociabilidad. En su dimensión territorial, estos comercios son lugares de interacción social y de intercambio con personas diversas, atrayendo constantemente nuevos migrantes y configurando una fábrica de heterogeneidad en constante disputa. Estos lugares generan nuevos modos de vivir, habitar y producir lo urbano, que refleja la dinámica de la ciudad como un espacio en constante cambio y creación.
LA ESTÉTICA TERRITORIALIZADA EN LA POBLACIÓN LOS NOGALES, EN LA COMUNA DE ESTACIÓN CENTRAL
La superposición de los niveles analizados revela la diversidad estética de los territorios mediante su concentración y las relaciones existentes entre cada uno de ellos, tal como se observa en la Figura 8.
LA ESTÉTICA APLICADA DE LA RESISTENCIA
La aplicación de la estética como modelo de análisis de acoplamientos dramático-retóricos (Mandoki, 2001; 2006) permitió clasificar los elementos encontrados en el territorio según su origen y el mensaje que desean comunicar (Figura 9).
En el ámbito de la retórica, que considera la forma y coherencia del mensaje, los registros léxicos se caracterizaron por ser textos como afiches, carteles, letreros físicos o en redes sociales. Aunque tienen diferentes intenciones comunicativas (repartidos en los cuatro ejes de la dramática), la mayoría destaca un sello internacional, en el que se marcan distancias socioculturales, a través del lenguaje, lo que en una perspectiva convergente ha sido denominado la sonoridad visual de los muros” (Campos y Soto, 2016, p. 82).
Los registros acústicos se perciben principalmente en los lugares de reunión de la población migrante. Las barberías, en este caso, desempeñan un importante papel social (Lara, 2020), con manifestaciones que incluyen música, acentos o idiomas detectados en estos espacios. Facuse y Tham (2022) han destacado la relevancia de los componentes afectivos y sensoriales en los procesos de recepción de la música migrante, mientras que la relevancia de los acentos de la población migrante en el territorio ha sido destacada por Campos y Soto
(2016). Por otro lado, los lugares considerados como puntos de encuentro, especialmente dentro de las viviendas colectivas, también generan la misma percepción respecto a las voces y la música.
En la quinésica/ somática se engloban clasificaciones relacionadas con las prácticas como el despliegue corporal, gestos, posturas, olores y sabores2, muy en línea con lo abordado en el libro “Rutas migrantes en Chile. Habitar, festejar y trabajar” (Imilan et al., 2016). Dentro de este ámbito se encuentra el comercio ambulante en diversas modalidades, haciendo referencia a la proxémica, cinética y enfática, especialmente por el uso del espacio en la feria libre y las formas en que se lleva a cabo esta actividad, así como los aromas generados por los puestos de comida y los nuevos sabores introducidos en el comercio. Además, el comercio fijo considera los sabores para establecer un acercamiento a la cultura culinaria del país de origen, a través de la venta de productos importados. En el nivel de la calle, los encuentros se sitúan en el ámbito de la proxémica, resonando con los planteamientos de Medina Gavilanes y Cano- Ciborro (2022). En el contexto de la vivienda, la somática está relacionada con el control ejercido sobre los cuerpos mediante el uso del espacio.
El registro icónico/escópico abarca la mayoría de las representaciones visuales en los diferentes ámbitos de estudio. En cuanto a la proxémica, el comercio establecido es el que crea más tipos de distancias con su público por medio de la imagen y las nacionalidades. En relación con el registro enfático, los elementos resaltados en esta categoría destacan por su contraste con el entorno en el que se sitúan. Aquí entran en juego clasificaciones vinculadas al color, la materialidad, los productos novedosos en tiendas y mercados, así como los letreros comerciales. Finalmente, la distribución arquitectónica, como una tipología específica para alquileres dirigidos a grupos migrantes, regula el uso de los espacios, algo que se observa no sólo en su diseño, sino también en las normas de uso, como las restricciones de visitas y la prohibición de escuchar música.
En el eje de la dramática, donde resalta la intención comunicativa, la proxémica se considera el registro más relevante en el análisis, ya que evidencia la distancia existente no sólo a nivel físico, sino también social y cultural entre los distintos grupos nacionales.
Asimismo, en la cinética se destaca la temporalidad y el movimiento tanto en las formas de habitar como en las interacciones sociales y comerciales. En este contexto, resulta interesante reflexionar sobre la temporalidad, proyección de vida y proyecto migratorio de los habitantes, así como también en estructuras efímeras instaladas en los espacios públicos como soporte de actividades sociales y comerciales.
En la enfática, se destacó la capacidad del elemento para sobresalir sobre los demás, principalmente a través de la diferencia. En el caso de la migración, esta inscripción subraya la condición de los migrantes como “el otro” al integrarse en patrones socioculturales establecidos. Esta noción de otredad ha sido desarrollada por autores que sostienen que puede considerarse como el establecimiento de las fronteras del sujeto nacional, quien pasa a formar parte del colectivo nacional de llegada sin integrarse por completo, lo que expone los límites de la sociedad mediante su presencia (Tijoux y Palominos, 2015).
Finalmente, en la fluxión, asociada al control y restricción de prácticas, destacan características relacionadas con la capacidad de agencia del sujeto migrante, vinculado muchas veces a la pérdida de autonomía e identidad. En este sentido, la relación entre el poder y la subordinación entre migrantes y población nativa es clave para entender fenómenos asociados a la precariedad de las condiciones de vida, la discriminación social, ocupación las posiciones más bajas en la estructura social y estar en una situación de exclusión social (Thayer, 2013). Los elementos estéticos ubicados en este eje: reglas, usos del espacio y distribución arquitectónica, dan cuenta de aspectos que controlan los modos de vida y posiciona a los migrantes en una situación de vulnerabilidad social, asociada muchas veces a la falta de oportunidades.
DISCUSIONES
Las transformaciones observadas en los espacios donde se concentra la población migrante, incluyendo viviendas, comercios y calles, muestran que las estéticas cotidianas funcionan como formas de resistencia frente a las dinámicas dominantes del territorio. Estas estéticas no sólo reflejan las identidades culturales de los migrantes, sino que también crean nuevas configuraciones urbanas que desafían la homogeneidad impuesta. En particular, el análisis evidencia que expresiones materiales como colores, banderas, sonidos y prácticas comerciales contribuyen significativamente al fortalecimiento de identidades comunitarias en un entorno multicultural, así como a la emergencia de nuevas modalidades sensibles que remodelan la vida en común del barrio.
La noción de estética cotidiana revela a nivel territorial cómo los migrantes se apropian y transforman el espacio urbano mediante diversas formas comunicativas que abarcan los sentidos y emplean múltiples soportes y materiales. Estas expresiones no sólo permiten adaptaciones para el desarrollo de la vida diaria, sino que también tienden puentes para la construcción de identidades y comunidades, influyendo en el régimen sensible de la comunidad local, en línea con la propuesta de Rancière (2009).
Más allá del medio de comunicación en el territorio, el concepto de estética prosaica permitió profundizar en la intensidad de estas expresiones y su capacidad de transformación territorial desde una perspectiva dramático-retórica. Elementos como la proxémica, la cinética, la tónica/enfática y el pulso/fluxión reflejan de manera análoga ciertos aspectos del proceso migratorio: distancias geográficas y culturales, temporalidad/ proyección, diferencia/otredad y control, respectivamente. Esta conexión sugiere un paralelismo entre las lógicas de la estética prosaica y la experiencia migratoria, lo que ofrece una nueva perspectiva para comprender cómo estas dinámicas sensibles contribuyen a la resistencia y transformación del espacio urbano que abre, además, caminos prometedores para futuros estudios.
El hibridismo que predomina en el territorio estudiado refleja una construcción identitaria-territorial que surge de la mezcla y recrea el espacio urbano, en sintonía con las ideas de Haesbaert (2011). Este hibridismo se convierte en un instrumento de resistencia, transformando un contexto inicialmente homogéneo y asimilacionista en un entorno heterogéneo y multiforme.
De esta forma, la resistencia a la desdiferenciación adquiere un rol central desde la perspectiva de las estéticas cotidianas. Los objetos estéticos que encarnan esta resistencia -nuevos colores, banderas, materialidades en el entorno urbano, así como olores, sabores y prácticas sociales- se vuelven esenciales para entender las dinámicas que surgen a partir de la diferencia. En espacios de vivienda, encuentros y comercio, la proximidad facilita la integración entre y para los grupos migrantes, estableciendo códigos sociales que generan barreras, límites o nuevas fronteras en el proceso de habitar, una manifestación tangible del arte de la diferencia planteado por Agier (2008).
Por otro lado, la resistencia a la invisibilización actúa como una estrategia de reconocimiento que busca contrarrestar las presiones hacia la homogeneidad y la asimilación. Así, detrás de las manifestaciones estéticas ligadas a esta resistencia, subyace un interés por la supervivencia y la sociabilidad. En el contexto migrante, estas expresiones están estrechamente relacionadas con el comercio ambulante y los usos del espacio público para actividades comerciales, las que, si bien son precarias, configuran una plataforma que facilita una forma altamente visible de aparición en el entorno barrial (Medina, 2022).
CONCLUSIONES
Esta investigación ha demostrado que las diversas expresiones del hábitat migrante pueden ser conceptualizadas como estéticas cotidianas de resistencia, destacando su capacidad para generar transformaciones en distintos planos de la vida y la organización territorial. Estas manifestaciones estéticas modifican la percepción del entorno urbano y barrial, habilitando la aparición de nuevas dinámicas económicas, sociales y culturales, a través de las que los migrantes expresan su identidad, pero también crean nuevas formas de sociabilidad. Al mismo tiempo, estas estéticas conectan con los lugares de origen de los migrantes, contribuyendo a la diversidad y a la interconexión entre diferentes comunidades.
Las estéticas cotidianas de la migración no sólo reproducen, sino que también generan nuevas prácticas transnacionales, al forjar conexiones entre el país de origen y el territorio de acogida. En algunos casos, este fenómeno adquiere un carácter impulsivo orientado hacia la búsqueda de raíces identitarias o valores culturales, lo que se manifiesta en una serie de intervenciones materiales que reducen las posibilidades de mezcla cultural. Lo que se denomina como una hibridación de lo común, emerge aquí como un asunto interesante de atender y profundizar, aun cuando este proceso puede tener un efecto dual. Por un lado, puede fortalecer el sentido de pertenencia y mejorar la posición social del grupo en relación con otros sectores. Sin embargo, también puede tener un efecto negativo al limitar el contacto y el intercambio cultural, lo que favorece actitudes conservadoras y fomentaría el aislamiento social.
Las estéticas de la resistencia se caracterizan por su despliegue cotidiano y sigiloso. A pesar de modificar de forma sustantiva la vida barrial y el entorno urbano, lo hacen de un modo subrepticio y que sólo se vuelve visible a condición de un cambio de foco que preste atención a los aspectos más prosaicos de la vida, porque a través de ellos también se entreteje el territorio y se producen los procesos de apropiación y resignificación del espacio urbano.
Por último, aunque esta investigación ha permitido identificar y analizar en profundidad las estéticas de resistencia presentes en la Población Los Nogales, quedan aspectos sin abordar que podrían abrir nuevas líneas de estudio. Uno de los temas no explorados es la relación entre dichas estéticas y las políticas públicas relacionadas con el urbanismo y/o la migración por medio de un análisis más detallado de cómo estas formas de resistencia interactúan con las normativas locales o con iniciativas gubernamentales de integración o control migratorio, sería capaz de ofrecer nuevas perspectivas sobre el papel de los migrantes en la configuración de la ciudad a largo plazo. Además, sería enriquecedor comparar las estéticas de resistencia observadas en Los Nogales con las de otras comunidades migrantes en distintos contextos urbanos, dentro de Chile como en otros países, permitiendo evaluar si estas manifestaciones son un fenómeno local o si forman parte de un patrón más amplio de reconfiguración urbana en contextos migratorios.
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Notes