Entre la ficción y la pasión. Dos siglos de historia mexicana a través de la telenovela
Between fiction and passion. Two centuries of Mexican history through the soap opera
Entre la ficción y la pasión. Dos siglos de historia mexicana a través de la telenovela
Procesos Históricos, núm. 31, pp. 47-63, 2017
Universidad de los Andes
Recepción: 01 Octubre 2016
Aprobación: 01 Diciembre 2016
Resumen: Repensar la práctica de la historiografía a través de determinadas producciones, ya sea en pantalla grande o pequeña, ha ido convirtiéndose en un tema de interés común en el ámbito académico. A partir de este planteamiento, el presente artículo tiene como objeto el estudio de un período concreto de la historia mexicana, comprendido entre mediados del siglo XVIII a las primeras décadas del siglo XX, a través de un género televisivo determinado: la telenovela, un producto que se ha convertido en uno de los resultados audiovisuales más consumidos en América Latina.
Palabras clave: Telenovela, México, Historia.
Abstract: Rethinking the practice of historiography through certain productions, whether on screen large or small, has become a subject of common interest in the academic field. In this sense, this article raises the study of a particular period of Mexican history, from the mid 18th century to the early decades of the 20TH century, through a specific television genre: the soap opera, a product which, incidentally, it has gradually in one of the most consumed audiovisual products in Latin America.
Keywords: Soap opera, México, History.
Introducción
La presencia de la Historia en los medios audiovisuales no es una novedad. La representación de la historiografía a través de este formato lleva décadas proponiendo al espectador una nueva forma de sumergirse en épocas pasadas. La vinculación entre producciones audiovisuales e Historia ya fue investigada en profundidad por Marc Ferro1, argumentando que el cine era una herramienta factible para ser analizada como fuente de esta disciplina, y como tal, viable en su enseñanza2. Partiendo de esta idea, y siguiendo el planteamiento de Charlois Allende3, repensar la práctica de la historiografía, no sólo a través del cine, sino también del formato televisivo, ha ido convirtiéndose en un tema de interés común, “entendiendo que la presencia del discurso histórico en la televisión es algo recurrente”, dando lugar a que “distintos académicos, tanto desde la historia como desde la comunicación hayan fijado el tema de sus investigaciones en este cruzamiento narrativo”.4
Justamente en este punto situamos el comienzo del presente estudio, donde planteamos un recorrido por la historia mexicana a través de un género televisivo determinado: la telenovela. Abordaremos el tema trazando un esquema general sobre el origen y desarrollo de la industria de la telenovela en el país mexicano; y en una segunda parte, centraremos nuestra atención en la aparición del subgénero histórico y de época planteado en este tipo de producciones, remitiéndonos a un período concreto de la historia de México y las telenovelas que han inspirado su trama entre mediados del siglo XVIII y las primeras décadas del XX, aproximadamente 1940.
Origen y desarrollo de la telenovela en México
En referencia al origen de este género, sus primeros antecedentes se encuentran en la novela sentimental inglesa del siglo XVIII5, cuyo desarrollo formó parte del movimiento romántico, donde prevaleció el alto contenido emocional que presentaban sus tramas6. Asimismo, en el siglo XIX, continuó la marcada tendencia sentimental y su “deliberada atracción por producir el llanto en los lectores”7. Como “complemento” a esta novela sentimental, debemos señalar la iniciativa por parte de los periódicos, en países como Francia, Inglaterra o Estados Unidos, de publicar algunas de estas historias en revistas, gacetas y diarios8, desglosadas en capítulos9. No obstante, el antecedente más directo de la telenovela, tal como la conocemos hoy día, fue la radionovela, surgida en 1926 en Estados Unidos, al calor de la creciente industria de la radio. Fue entonces cuando distintas firmas de fabricantes, a través de agencias de publicidad, comenzaron a patrocinar este tipo de programa10. Los mecenas de estas emisiones radiofónicas se dedicaban en su mayoría a la fabricación de jabones y productos de limpieza para las amas de casa que escuchaban la radio mientras realizaban las tareas domésticas. Así fue como conocidas marcas (Colgate Palmolive, Peet, etc.) se interesaron por la iniciativa, dando lugar al término Soap Opera (obra de jabón), para denominar a este tipo de programa de radio melodramático11 que, bajo el “amparo del jabón”, acabaría trasladándose al formato televisivo con el mismo nombre12.
En México comenzaron a escucharse las primeras radionovelas a finales de los años treinta13, alcanzando un gran número de oyentes con historias como El derecho de nacer (1938) o Anita de Montemar (1941)14. Sin embargo, a mediados del siglo XX, el esplendor de las radionovelas comenzó a decaer debido a la llegada de la televisión, y con ello el despegue de la representación audiovisual de este género.
La etapa inicial de la telenovela mexicana da comienzo con la aparición de la industria de la televisión nacional a partir de los años cincuenta15, empezando a despuntar y tomar forma en la década de los 60 a través del llamado “teleteatro”, donde no sólo encontramos la adaptación de obras de autores clásicos traducidos al español, sino también la conversión de las antiguas radionovelas al formato televisivo. La citada radionovela Anita de Montemar de 1941, se traspasa a la pantalla pequeña en 1967 con el mismo título; lo mismo ocurre con historias como La mentira, cuya versión radiofónica se estrenó en 1952 y su homónima televisiva en 1965; Cristina, radionovela de 1954 adaptada para televisión en 1962 como Encadenada; o Corazón Salvaje, retransmitida en 1955 y televisada bajo el mismo título en 196616.
Estas primeras telenovelas empiezan ya a presentar una serie de características propias del género, diferenciándose de las denominadas Soap Opera estadounidenses, tanto en la duración como en la estructura narrativa. Mientras que la estadounidense cuenta con una media de duración más larga, permaneciendo en pantalla incluso años, la mexicana oscila entre 90 y 120 capítulos aproximadamente, salvo excepciones en determinadas épocas. Por otra parte, la estructura narrativa cuenta en el caso mexicano con un final menos abierto, se trata de historias que inciden en el melodrama y con finales que reivindican la recompensa al sufrimiento de sus protagonistas a lo largo de la trama17. Del mismo modo, otra de las características de estas primeras telenovelas mexicanas es el énfasis que propone sobre las relaciones amorosas, más allá del reflejo de la cotidianidad y el abordaje de problemáticas más de fondo18.
Contaban además con un público concreto, las mujeres, especialmente las amas de casa, y su argumento giraba en torno al devenir de sus protagonistas y mártires, mujeres que personificaban roles que iban desde madres abnegadas, a cenicientas, ingenuas damiselas, y hasta villanas.
Las grabaciones de estas iniciales telenovelas se realizaban en vivo hasta la inclusión del vídeotape en 1965, lo que rebajó los costes de producción y comenzaron las primeras exportaciones de telenovelas a otros países latinoamericanos.
Ya entre 1965 y 1967, se elevó la franja de tiempo dedicada a las telenovelas de dos a tres horas y media diarias, en respuesta a la notable audiencia que iban adquiriendo. También en esta década empiezan a aparecer nuevos subgéneros del melodrama, entre ellos, la telenovela histórica, con tramas como Sor Juana Inés de la Cruz19; también comienzan a despuntar entre otros autores, quien se convertiría en una de las principales virtuosas del género de la telenovela, Caridad Bravo Adams20.
Asimismo, y como puede observarse en la tabla que reproducimos al final de este estudio21, la mayor parte de las telenovelas mexicanas de esta época fueron producidas por Ernesto Alonso (precursor de la denominada telenovela histórica junto al guionista Miguel Sabido) y representaron a buena parte de las protagonistas actrices como, Carmen Montejo, Maricruz Olivier o la española Amparo Rivelles22.
Continuando el desarrollo cronológico, la década de los setenta representó para la telenovela mexicana el comienzo de la consolidación del género, aumentaron las exportaciones, se importaron telenovelas de Perú o Venezuela, con títulos como Simplemente María o Cristal, y comenzaron a adaptarse telenovelas extranjeras de éxito que a su vez se convirtieron en producto mexicano exportable. Se incrementó incluso en número de capítulos por telenovela, así como continuó al alza los distintos subgéneros dentro la misma: la telenovela infantil (Mundo de juguete, 1974) o la didáctica (Ven conmigo, 1975, que promovía la alfabetización del país). Junto a ello, la llegada de la televisión a color, que tiñó de matices y detalles lo que progresivamente iba convirtiéndose en uno de los productos televisivos más consumidos en el país.
A partir de los años ochenta en adelante, el afianzamiento y la consolidación de la telenovela en México será una constante. Las exportaciones aumentaron hasta el 80% entre 1982 y 1983; representando, además, entre dieciocho y veintidós mil horas de emisión por año. Los países de Europa del Este fueron convirtiéndose en una zona predilecta de exportación; se multiplicaron los subgéneros de la telenovela, apareciendo la telenovela policíaca con títulos como Cuna de Lobos (1986); las telenovelas de terror, como El maleficio (1983); y comenzaron a darse grandes éxitos tanto nacionales como internacionales, encarnados entre otros por historias como Los ricos también lloran o Muchachita23. Asimismo, la telenovela dejó de ser un producto exclusivo para la mujer, intentando captar nuevas audiencias con temáticas dirigidas a hombres y jóvenes, surgiendo las llamadas telenovelas de “contenido social” (esbozadas a mediados de la década setenta), que a través de historias habituales trataban de incidir en la vida social de México24.
Acompañando y avalando el rotundo éxito de la telenovela, el número de telespectadores iba en aumento, hasta tal punto que, siguiendo las estimaciones de IBOPE25, una de las telenovelas que referiremos posteriormente, (posiblemente una de las más versionadas de la telenovela mexicana) Corazón Salvaje, emitida en 1993, alcanzó un promedio semanal de unos 40 puntos, lo que equivaldría a más de seis millones de habitantes de la zona Metropolitana del Valle de México26.
De realidad, ficción y pasión. Una historia mexicana a través de la telenovela
Tal como se ha señalado en el apartado anterior, en la década sesenta inician su aparición nuevos subgéneros del melodrama, entre los que destacó la denominada telenovela histórica, auspiciada fundamentalmente por el tándem que formaron Ernesto Alonso en la producción y dirección, y Miguel Sabido en las labores de guion27. Paulatinamente, y siempre teniendo como objetivo contribuir a la función social del entretenimiento, este tipo de historias comenzó, no sólo a fomentar el interés cultural y nacionalista, sino que incluso llegó a contar con el patrocinio gubernamental28.
De esa forma, y una vez presentado el formato de telenovela en el que nos centraremos, debemos puntualizar un aspecto importante que marcará el desarrollo de este epígrafe. Partiendo del subgénero de telenovela que propone en su trama el desarrollo de un contenido histórico, diferenciaremos entre la telenovela histórica propiamente dicha, y la telenovela de época. En este sentido, la telenovela histórica, como su propio nombre indica, narra un período concreto de la Historia (de México en este caso), o bien la biografía de un personaje relevante, a lo que se añaden una serie de personajes ficticios, cuyos amores y desamores se desarrollan dentro de la trama. Podríamos decir entonces, que la historia de ficción se adapta a la realidad histórica que se pretende mostrar. Por su parte, la telenovela de época, recrea momentos del pasado, localizándose en un punto “indeterminado” de la Historia, cuyo objeto no es otro que adaptarlo a la trama ficticia que presenta. Es un tipo de telenovela que pone el énfasis en los detalles: vestuario, mobiliario, ambientación y todos aquellos accesorios y elementos propios del período que se pretende recrear, pero donde el rigor histórico pasa a un segundo o tercer plano.
La historia mexicana a través de la telenovela de época, series y películas (1956- 2011)
Así pues, delimitados ambos conceptos, no queda más que adentrarnos en la historia mexicana a través de las 33 producciones seleccionadas para este estudio29, y que fueron emitidas en el país entre 1956 y 2011. Para ello, seguiremos el orden cronológico que plantean las historias, puntualizando que, buena parte de ellas pertenecen al modelo de telenovela de época, y por lo tanto, no concretan con exactitud su localización histórica. No obstante, la mayoría, remiten a lo largo de su trama algún hecho, acontecimiento, detalle o personaje histórico que nos ha permitido ubicarlas en un tiempo relativamente acertado.
Comenzamos nuestro recorrido a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Las telenovelas Pasión y Alborada, ambas protagonizadas por el mismo actor, el mexicano Fernando Colunga. En ellas se presenta una trama que, a juzgar por la ambientación, la caracterización de sus personajes, así como la alusión a determinados elementos, tales como la Inquisición, la mención de la figura del virrey, o la representación de la piratería más clásica (además de la referencia al derecho de pernada), nos hacen situarla en este punto de la historia mexicana. Una y otra, representan ejemplos claros de la denominada telenovela de época, donde la importancia no radica en la narración de hechos históricos, sino en el desarrollo de las diferentes historias en la que se ven envueltos sus personajes, prestando especial atención a la relación amorosa de la pareja protagónica.
Una imagen distinta nos proponen las dos siguientes telenovelas: Los Caudillos y La antorcha encendida30, trasladándonos a un período concreto e identificable de la historia de México: los antecedentes y desarrollo del proceso de independencia, así como el ocaso de la Nueva España ante los levantamientos insurgentes31. Sin embargo, cabe señalar lo siguiente: mientras que la trama de Los Caudillos, aunque fiel a los acontecimientos históricos, fija gran parte de su atención en el devenir sentimental de la protagonista, La antorcha encendida, otorga especial importancia a los personajes históricos reales, especialmente a la figura del sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, sin dejar de lado las diferentes historias de amor, desamor, celos e intrigas. Igualmente, recrea con bastante fidelidad determinados acontecimientos históricos32 de la época, destacando secuencias como el conocido Grito de Dolores o la toma de la Alhóndiga de Granaditas el 28 de septiembre de 181033.
Seguidamente, títulos como Las momias de Guanajuato o Leyendas de México, ambas producidas por Ernesto Alonso en la década sesenta, nos sitúan en lo que bien podría ser la transición entre el México colonial y el período decimonónico. Es cierto que no se determina con precisión su localización histórica, pero sí parece adaptarse a esos dos tiempos. La primera de ellas, Las momias de Guanajuato (1962) nos presenta un argumento que gira en torno a las historias de vida de los cuerpos que acabaron siendo petrificados. No sólo expone tramas amorosas, sino también de drama y horror, temáticas compartidas con Leyendas de México (1968). En esta última, se reproducen leyendas misteriosas de la época colonial, tales como: “La Llorona”, “El callejón del beso”, “La mulata de Córdoba, o “Doña Beatriz, La Sinventura”34.
A continuación, la siguiente tanda de telenovelas vuelven a encuadrarse en el modelo “de época”: Corazón Salvaje, Amor Real, Ramona y El Zorro: la espada y la rosa, nos sitúan en el transcurso de la nueva República Mexicana. En este sentido, la versión de Corazón Salvaje del año 2009 fija su trama en Veracruz alrededor de 1850, las referencias históricas, con mayor o menor precisión, no son destacables, al margen de proponer como incentivo las bellas imágenes de la localización, o la pretendida ambientación de sus escenas y personajes, no obstante, el argumento gira únicamente en torno a las idas y venidas del triángulo amoroso protagónico.
Similares características plantean las producciones Amor Real, Ramona y El Zorro: la espada y la rosa. La primera, Amor Real, remite algunas “notas históricas”, sobre todo a la hora de mencionar determinados personajes de la historia mexicana. Se remite a Juan Álvarez, al partido Alianza por el Progreso, y a su dirigente, Pedro Baranda. El protagonista de la trama, Manuel Fuentes Guerra, fruto de la violación de una india a manos del dueño de una hacienda, parece situarse a favor de lo que en la telenovela se denomina como “ejército del partido del pueblo”, defensor de la supresión de los privilegios de la clase dirigente del país. Podría pues situarse dicha telenovela a mediados del siglo XIX.
El ambiente cronológico es más claro en Ramona. Esta producción se nos presenta como una historia de amor localizada en la California posterior al Tratado de Guadalupe Hidalgo, justo en la frontera entre México y el nuevo Estado del norte. Pasados los años tras la guerra fronteriza entre México y Estados Unidos, las rencillas y conflictos por la posesión de tierras continuaban vigentes, y en ese contexto nace el amor entre Ramona, hija de la adinerada familia Moreno Gonzaga, mexicanos que resuelven quedarse a vivir en California, y Alejandro, indígena perteneciente a la tribu de los Yahís.
Parecida localización geográfica presenta la telenovela El Zorro, la espada y la rosa, una producción colombo-estadounidense, pero vinculada con la historia de México. Su trama se ubica en la ciudad de Nuestra Señora de los Ángeles, y expone parte de la vida de Diego de la Vega, cuya verdadera identidad es la del héroe conocido como “El Zorro”. Las referencias históricas se suceden, se habla de San Martín y Bolívar como contemporáneos, no obstante, volvemos a encontrarnos con la característica principal de la telenovela de época, la recreación histórica no es sino el “telón de fondo” que se adapta a la trama ficticia de sus personajes.
Continuando el desarrollo cronológico de la historia mexicana a través de la telenovela, toca el turno a tres producciones que, si bien no es el objetivo concreto de nuestro estudio, bien merecen una investigación más completa del planteamiento histórico que proponen. Se trata de La Tormenta (1967), Maximiliano y Carlota (1965), y El carruaje (1972). La primera de ellas, La Tormenta, es considerada como una excelente producción de carácter histórico que expone la historia de México entre la promulgación de la Constitución de 1857, y el estallido de la Revolución en 191035, prestando especial atención al período de gobierno de Benito Juárez. Junto a la recreación de los hechos históricos, otorga interés a esta telenovela incluir en su trama la temática del indigenismo y el mestizaje, siendo su protagonista un indio originario de Oaxaca que, tras aprender a leer y escribir, decide unirse al ejército de Juárez. Obviamente, el argumento se acompaña de las sempiternas relaciones amorosas que caracterizan al género, más aún cuando La Tormenta extiende su historia durante más de 30 años.
Un matiz diferente presenta la segunda telenovela, Maximiano y Carlota, estrenada en 1965. Dicha producción recrea de forma romántica la historia de los emperadores de México que gobernaron en la época de enfrentamientos entre conservadores y liberales. No obstante, a pesar de que la historia de amor fue exitosa, el trato que la telenovela dispensó a determinados personajes históricos, hizo que hasta el propio gobierno mexicano manifestara un claro desacuerdo. Las desavenencias se produjeron debido a la forma en que se presentó al personaje de Benito Juárez. Para ilustrar lo dicho, reproducimos literalmente la siguiente cita:
La telenovela fue un éxito inmenso al narrar la historia romántica de dos príncipes ilusos, cuyo único pecado fue amarse en tierra de indios (…) En este caso, el villano cuya maldad se opone a esos amores al grado de mandar al paredón al Quetzalcóatl austriaco fue el mismísimo “Benemé rito de las Américas”, Benito Juárez36.
Sin embargo, la redención llegó unos años más tarde, en 1972, cuando se estrenó la telenovela El Carruaje, la primera telenovela histórica en color, donde nuevamente la trama nos sitúa durante el gobierno de Juárez, esta vez, desde una perspectiva muy diferente. Los años de la Guerra de Reforma marcan el devenir de esta producción, cuando Juárez, impedido de asentar su gobierno legítimo en México, debe trasladarse hacia el norte del país en un carruaje, portando consigo la documentación que lo confirmaba como presidente efectivo. En este caso, la crítica fue mucho más benévola, alabando la imagen que se representó de uno de los personajes más sobresalientes de la historia mexicana.
La siguiente etapa historiográfica podríamos situarla a comienzos del gobierno de Porfirio Díaz, a partir de las décadas setenta y ochenta del siglo XIX. Títulos como Alondra, Los plateados, algunas de las versiones de Corazón Salvaje, especialmente la de 1993, Bodas de Odio, Pueblo chico infierno grande, Azul tequila y Yo compro esa mujer, tendieron a inspirarse en este período para recrear sus melodramas. Ahora bien, la que sí plantea claramente su argumento durante los años del porfiriato, es El Vuelo del Águila, ya que se trata de la biografía dramatizada de su principal protagonista, Porfirio Díaz y su ascenso al poder durante 30 años.
Como parte de la trama, y contando con diversos asesores históricos, representa con cierta veracidad, acontecimientos reales tales como: la guerra de Reforma, la batalla del 5 de mayo en Puebla o la Decena Trágica. No obstante, también en este caso la telenovela recibió duras críticas, especialmente las que señalaban que se había mostrado al personaje de Porfirio Díaz desde un punto únicamente positivo en relación a las acciones que llevó a cabo durante su mandato. Se llegó incluso a argumentar que “la telenovela respondía a intereses comerciales y no culturales”37. Igualmente ambientada en la etapa porfirista es la telenovela La Constitución, estrenada en 1970, coincidiendo con el aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos de México. Su historia recrea las condiciones de vida precarias y de explotación en que vivían los indígenas, así como la necesidad de establecer una constitución que fijara los derechos de los mexicanos38.
Y a estas alturas del estudio, finalizaremos el análisis remitiendo las dos telenovelas que concluirán nuestro recorrido por la historia de México. Se trata del “pack” formado por las producciones La Tierra y Senda de Gloria. La primera de ellas emitida en 1974, centrada en el transcurso de la denominada Guerra de los Cristeros en México durante el gobierno de Plutarco Elías; respecto a la segunda, Senda de Gloria, abarca el período histórico situado entre 1917 y 1940 a través de una serie de tramas personales y familiares adaptadas a la época, con la clara intención de “vincular al espectador con la trama nacional”39. Comienza con una breve alusión al estallido de la Revolución en 1910, el asesinato de Madero y la lucha iniciada por Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza contra el gobierno de Huerta. Las diferentes tramas melodramáticas, encabezadas por la pareja protagónica, Andrea Álvarez y Manuel Fortuna, rica ella y pobre él, van sucediéndose y adaptándose al devenir histórico del país posterior a la Revolución, vinculándose con personajes históricos y hechos que marcaron al México postrevolucionario.
Conclusión
Finalmente, a modo de conclusión, recopilamos una serie de ideas desarrolladas a lo largo del artículo, destacando en primer lugar, aquella que considera el formato audiovisual, ya sea cine o televisión, como una de las plataformas a partir de la cual pueden recrearse épocas pasadas. En este sentido, y sustentado principalmente por el progresivo éxito de la telenovela en México, el nuevo formato televisivo se transformó en una herramienta viable para rememorar el pasado siguiendo una línea de actuación determinada. Por un lado, la telenovela histórica nacida poco después del despegue de este género, y en segundo término, la telenovela de época.
Como hemos comprobado, el subgénero de telenovela histórica tal cual, conocerá su período de esplendor en las tres últimas décadas del siglo XX. Producciones como El Carruaje, La Constitución, El vuelo del Águila, La Tierra o Senda de Gloria, precedidas por aquellas primeras historias entre las que destacaron Los Caudillos o Las momias de Guanajuato, trataron de recrear, con más o menos fidelidad un período histórico concreto de la historia mexicana. Sus tramas ficticias se adaptaban y acompañaban el acontecer histórico del país. Sin embargo, junto a la telenovela histórica, el desarrollo del subgénero de época también imprimió su propio carácter, donde el melodrama per se, era el objetivo principal. La recreación histórica era poco más que el escenario a partir del cual se desarrollaba la trama, y en consecuencia, el rigor histórico no podía contarse como aliciente. Así lo hemos visto a través de títulos como: Corazón Salvaje, El Zorro, la espada y la rosa, Azul Tequila, Alborada, Pasión o Pueblo chico infierno grande.
De cualquier forma, no cabe duda que la recreación de la Historia de México llevada a cabo por parte del género de la telenovela, ha contribuido a la representación de diferentes propuestas, y más allá de la fidelidad procurada a los acontecimientos históricos reales, ha desarrollado un modelo determinado a través del cual, la Historia puede entrar en nuestras vidas con un solo “click”.
Referencias
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Anexos.
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https://www.filmaffinity.com/es/filmimages.php?movie_id=528786 (7/11/2016)
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http://www.miblogdecineytv.com/2010/01/corazon-salvaje/ (7/11/2016)
http://seriesadicto.com/serie/corazon-salvaje (7/11/2016)
http://www.imdb.com/title/tt1522468/ (7/11/2016)
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https://www.mundolatino.ru/forum/php/viewtopic.php?f=75&t=13021&start=60 (7/11/2016)
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http://derecuerdos.blogspot.fr/2011/02/yo-compro-esa-mujer.html (7/11/2016)
http://mistelenovelasfavoritas.com/store/home/241-ramona-dvd.html (7/11/2016)
http://www.filmaffinity.com/es/film243760.html (7/11/2016)
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http://mastelenovelas.org/azul-tequila.html (7/11/201
Anexo
Anexo de imágenes.
Notas