Artículos

Valoración de los procesos por contrabando en la América Hispana (1600-1800)

Valuation of the processes by contraband in Hispanic America (1600-1800).

Antoni Picazo Muntaner
Universitat de les Illes Balears Palma de Mallorca, España

Valoración de los procesos por contrabando en la América Hispana (1600-1800)

Procesos Históricos, núm. 33, pp. 85-100, 2018

Universidad de los Andes

Recepción: 15 Agosto 2017

Aprobación: 15 Noviembre 2017

Resumen: A partir de la documentación del Consejo de Estado hemos hilvanado una aproximación a la dinámica y evolución del contrabando realizado en el Caribe para profundizar en el estudio de las redes que intervinieron en el mismo. Redes que evidencian la coparticipación en varias de ellas de unos mismos agentes, de la extensión transnacional de las mismas. En ocasiones estas redes además de una participación transnacional se convierten en redes globales, cuando intervienen mercaderes de Europa (españoles, holandeses, ingleses), y de Filipinas (vía galeón).

Palabras clave: Contrabando, Caribe, redes, Era Global, cooperación.

Abstract: Based on the documentation of the State Council basting we have made an approach to the dynamics and evolution of contraband carried out in the Caribbean to deepen the study of the networks that intervened in it. Networks that show the co-participation in several of them of the same agents, of the transnational extension of the same. Sometimes these networks in addition to a transnational participation become global networks, when merchants from Europe (Spanish, Dutch, English), and from the Philippines (via galleon) intervene.

Keywords: Contraband, Caribbean, networks, Global era, cooperation.

Introducción

A lo largo de la primera Edad Global1 (1400-1800) se fue gestando un sistema extremadamente dinámico, impulsor a la vez del capitalismo2, que siguió las leyes físicas de la emergencia de la complejidad3. Todo, en cierta forma, estaba conectado y la suma de las partes fue mucho mayor que el conjunto. Se fraguó una nueva forma de participar, de cooperar, de colaborar, donde poco importaba la nacionalidad o la religión4 pues el objetivo común de las redes fue el de la acumulación de beneficios. Se trataba, en definitiva, de vender y comprar a los que producían allende los mares, pero también aquella premisa básica para poder controlar los mercados lejanos, la acumulación de información.

En ese aspecto el comercio legal, sin duda, tuvo una importancia fundamental en el desarrollo de determinadas áreas, especialmente en Europa. Pero también es cierto que la introducción del europeo en otras muchas precipitó cambios radicales; en algunas, como en el caso de Asia, la desaparición de unos mercados y circuitos tradicionales y la aparición de otros dominados por completo por las primeras compañías globales –VOC5 y EIC6-; en otras por la desestructuración de la población local fruto del aumento del tráfico de esclavos, como África; en América y el Caribe, vivieron la interrelación del contrato mercantil, generando movimientos portuarios de gran magnitud7, con importantes relaciones intercontinentales8 que, lógicamente, demandaban muchas inversiones para una defensa eficaz9.

Cierto es que este comercio legal tuvo una importancia asombrosa10, pero también lo es que el tráfico oculto, el derivado de las redes invisibles11, las encubiertas y completamente clandestinas, también presentó una actividad muy elevada, y complementó –y en algunos casos incluso superó- al legalmente reconocido. En este sentido cabe valorar la revisión y las críticas que realiza Johanna von Grafenstein12 de las afirmaciones de otros autores, tales como Fariss, respeto al volumen y participación de determinadas comunidades.

Uno de los problemas de dicho suministro alternativo es la falta de recursos documentales que permitan fijar su volumen, establecer las conexiones pertinentes con las zonas de emisión y valorar cuáles fueron las de recepción más importante. Este tipo de actividad demandaba y requería un gran secretismo, y ello dificulta notablemente la labor del investigador. Sin embargo, algunas fuentes permiten ofrecer algo de luz sobre todos esos puntos desconocidos. Cierto que solo se puede mesurar un porcentaje muy escueto de todo ese intercambio, pero aún siendo un análisis parcial nos ilustra –con todos los matices y reservas posibles- de las rutas seguidas, de los actores participantes, de las zonas emisoras, de las receptoras, de los productos transportados, de las redes internacionales y, en consecuencia, del ritmo evolutivo.

En este artículo pretendemos realizar una primera evaluación del comercio clandestino en la zona del Caribe13, su interrelación con las zonas emisoras y, especialmente, valorar los productos comercializados, desde África y Europa hasta Asia14. Principalmente pretendemos valorar cómo se distribuyeron los productos asiáticos que llegaron con el galeón de Manila en el Caribe. Efectivamente, ya en su momento detectamos la presencia de un número muy significativo de productos asiáticos en toda la América hispana, y en especial en el Caribe. Sabíamos de la existencia de agentes y redes mercantiles que reexportaban esos productos, si bien queríamos apreciar -además de la movilidad individual- cómo se introdujeron determinadas cantidades de productos en regiones concretas. Y por ello era menester penetrar en el mundo del contrabandista, de la red y de las implicaciones que ello conlleva. Y efectivamente, pudimos hallar una nave que desde México arribó a Santo Domingo con un cargamento (ilícito y por tanto decomisado por las autoridades) de productos asiáticos.

En tal sentido se ha recurrido a las fuentes judiciales de decomiso de barcos y mercancías, concretamente los listados remitidos por las diferentes Audiencias15 al Consejo de Estado y en algunos casos por el análisis pormenorizado del expediente judicial –en una primera fase-. Por tanto, la valoración de estas son bastante objetivas en cuanto a la actividad detectada por las autoridades, pero ello, sin duda alguna, solo es una muestra, bastante insignificante, bajo nuestro punto de vista, de lo que fue el contrabando total. Una actividad de la que participaban no solo los actores y agentes extranjeros que introducían los diferentes productos, sino también toda una amplia relación de autoridades y particulares que velaban por sus propios intereses, empujados bien por el deseo de satisfacer unas necesidades de consumo no resueltas por vía ordinaria, o bien para acrecentar su riqueza.

El contrabando en el Caribe: una primera valoración de los procesos.

Comparando el número de causas por contrabando que se vieron en el siglo XVII y en el XVIII16 llegamos a una primera y rapidísima conclusión, la última centuria fue un tanto más activa –al menos en el terreno judicial- que la primera. Si a lo largo de todo el XVII se realizaron 53 grandes juicios por comercio fraudulento (en este sentido no valoramos las pequeñas incautaciones que se efectuaron a pasajeros por portar alguna mercadería fuera de registro17), la mayoría con decomiso de naves y carga; en el XVIII ascendieron a 58, con igual resultado para las naves y las mercancías. No obstante, existe una clara y evidente particularidad que nos llama la atención: la concentración en la parte central de ambas centurias de un volumen muy destacado de sumarios. Así, podemos visualizar esta circunstancia con una tabla que nos ilustra de ese proceso de concentración.

Número de procesos por contrabando, 1601/1650-1751/1800.
Cuadro 1.
Número de procesos por contrabando, 1601/1650-1751/1800.
Archivo Histórico Nacional. Consejo de Estado.

Los decomisos de naves a lo largo de las centurias estudiadas presentan una gran regularidad, con unas medias anuales de dos barcos, especialmente en el siglo XVII. No obstante, hay momentos de notable expansión del comercio ilegal, años en que sobresalen las incautaciones, como en 1662 cuando el número se disparó pues se vieron nada menos que diez causas. De estos diez juicios, ocho fueron contra españoles, solo dos correspondieron a sendos capitanes holandeses. De estas aprehensiones, ocho se realizaron en La Habana18; una en Puerto Rico19 y otra en Santo Domingo. De todas ellas dos lo fueron por contrabando de esclavos, introducidos clandestinamente por Juan Estévez, dueño del navío Santo Cristo de San Román y por el gaditano Sebastián Mejía, capitán del navío Santo Domingo Soriano al que se le incautaron 30 esclavos. También quisiéramos destacar la detección y posterior enjuiciamiento de una red20 en la que participaban representantes administrativos de la isla tales como el oidor Andrés Caballero, Diego de Soria y Pardo21, contador y tesorero; y el también contador de la Real Hacienda Alonso Xaque Carvajal22.

A estos se les abrió un proceso por participar en el desembarco y ulterior compra de esclavos23 al holandés24 Eduard Jansen, capitán del navío Brasiliano25. En 1658, solo tres años antes de la captura del navío holandés, Félix de Zúñiga y Avellaneda recibió la correspondiente autorización, tras el registro del navío y su carga, para que el navío Brasiliano, de 272 toneladas a cargo del maestre Francisco Morena, pudiera salir junto con la flota de Nueva España. Suponemos que se trata del mismo barco que, o bien fue comprado o bien fue capturado por los flamencos. El siglo XVIII26, aunque también presenta una notable estabilidad fruto especialmente de la actividad de los corsarios hispanos que operaban desde Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo27, aparecen puntas alcistas, como en 1715 y 1746, que en cada año se confiscaron cuatro naves; en 1749 se alcanzaron las seis y en 1752 fueron tres. Las incautaciones de 1749 lo fueron todas en La Habana, con la participación de un elevado número de extranjeros, concretamente tres franceses y un inglés28.

Los puertos de recepción del comercio clandestino (s. XVII-XVIII).

Como era de esperarse, la mayoría de presas efectuadas contra barcos por transportar productos sin registrar, o por ser extranjeros, se situaron en los principales nódulos de Cuba y Puerto Rico. No obstante, también es evidente que el contrabando se realizaba en otros puertos secundarios a fin de evitar la detección de las autoridades hispanas. Y en ese aspecto hemos descubierto las dos evidencias. Por una parte, una incautación de barcos y navíos de forma mayoritaria y masiva en Cuba y Puerto Rico y, por otra parte, una extensión del contrato alternativo hacia la periferia de las zonas nucleares (Bayamo29, Guaira, Cauta, Realejo30, Puerto Alde, Trujillo31...). Algunas de estas últimas aprensiones ponen en evidencia la asociación de autoridades locales32 y de capitanes de navíos extranjeros.

Tal es el caso, por ejemplo, del decomiso realizado en 1665 en Bayamo (Cuba) del navío propiedad de la compañía formada por Reinaldo Reinaldo, holandés, residente en Puerto Príncipe; y Diego Cordero, español, capitán del navío San Jorge. A estos les facilitó la arribada –y también participaron de ese lucrativo negocio- Francisco Vázquez Valdés Coronado33, alguacil mayor de Bayamo; Francisco Arceo, sevillano residente en Bayamo; Antonio Sologuren y Jerónimo Manuel de Téllez, alcaldes ordinarios de la referida población. Todos ellos fueron procesados por haber participado en el desembarco clandestino realizado en el pequeño puerto de Manzanillo, en Bayamo ubicado junto a Santiago, en la vertiente sur de la isla y, en consecuencia, de fácil accesibilidad para las naves de otras potencias.

Pero esta actividad también se desarrolló en los puertos más importantes. Así, en 1666 salía de Cartagena de Indias el navío San Fortunato, comandado por el capitán Juan de Arana, con mercancías de Ricardo Ortega y Juan Fernández Morera, vecinos de esa, a los que se les incautaron los productos en La Habana por entrada fraudulenta. A finales del XVII hallamos a varios navíos que entraron en La Habana con registro, pero sin declarar parte de sus productos que fueron incautados. En 1688 se decomisaron cinco cajas de cuchillos y otros productos a Domingo Correa, capitán del Nuestra Señora del Carmen y las Ánimas, de 106 toneladas; ese mismo año se procedió a la captura de una partida de cacao no registrada de Francisco Perdomo de Vera, capitán del Santo Cristo de Maracaibo y Santa Teresa de Jesús; poco después lo eran 25 botijas de vino de Diego Alonso de Betancourt, que había cargado en Cartagena de Indias. En 1690 se incautaron varias botijas de vino y aguardiente a Manuel Martínez Lobo34.

En el Mar del Sur la dinámica no era muy diferente. En 1721 se capturó al navío San Juan Bautista, que había desembarcado en el puerto de Realejo35 (Guatemala), comandado por el capitán Domingo de Echea. A este se le incautó la respetable suma de 340.000 pesos embarcados clandestinamente en Callao propiedad de Alonso Ortiz de la Sierra, Santos Pérez de Ángulo (Caballero de la Orden de Santiago36), el gaditano Bartolomé de Arana. A Arana lo encontramos de nuevo registrado como cargador para ir a Nueva España en 1695; en este mismo sentido, solicitó de nuevo un permiso y otro registro en 1699, esta vez como mercader. Finalmente, sobresale el apresamiento de la saetía San Pedro y San Pablo37, de Juan Barroso del Pozo que embarcó en Curazao (principal centro de contrabando38 y depósito de explica en El Caribe colonial, Madrid: Akal, 1992 que el Caribe se convirtió en el escenario ideal para las confrontaciones europeas. esclavos del Caribe39), una partida de esclavos y los desembarcó “maliciosamente” en Guaira. Juan Barroso obtuvo algunos asientos de negros, pero la rivalidad con otras redes, como ya veremos, le provocó grandes pérdidas. Juan Barroso, además de portar esclavos, se especializó en comerciar cacao de Venezuela. No obstante, en 1689 de nuevo se le decomisó una partida de negros y otras mercancías que desembarcó clandestinamente en La Habana.

En 1680 obtuvo, merced a la petición formulada por su administrador general Nicolás Porcio, un asiento para aportar 200 esclavos40 a Portobelo41 a efectos de ser empleados en las obras de fortificación de la ciudad. En 1681 la Junta de Guerra desestimó la propuesta y optó por una solución más económica: comprarlos en Curazao, petición esta en que también se involucró otra red, como veremos más adelante, liderada por el gobernador de Cartagena de Indias, Juan Pando de Estrada42, y por los mercaderes y asentistas Baltasar Coymans y Juan Carcán. En 1685 Baltasar Coymans estaba negociando en la Corte un gran asiento de negros para abastecer a toda la región del Plata.

Referente a este último también se halla vinculado a otra red más extensa. Rodrigo Gómez envió una carta a Manuel Diego López de Zúñiga y Mendoza, Duque de Béjar para que intercediera en favor de su hijo Pedro pues conocía perfectamente las intenciones de Coymans. Gómez pedía que se recomendase a su hijo pues consideraba que era ideal para ese negocio, concretamente para vender los esclavos en Buenos Aires.

No sería la única vez, pues también se abrió un proceso contra Pando, Coymans y el holandés Beq por entrada fraudulenta de provisiones y negros en Cumaná43, Guaira y Maracaibo. Efectivamente, en la cima de esta red hallamos a tres personajes clave, los nódulos del pequeño sistema: Juan Pando, Baltasar Coymans y Baltasar Beq44 (éste último socio a la vez de Peter Van Belle y Alejandro Scott). Sobre los Coymans cabe explicar que se trató de una empresa fundada por dos hermanos, Gaspar y Baltasar, que iniciaron sus negocios en Amberes a principios del siglo XVII, con unas inversiones bastante lucrativas (una media anual de 18.000 florines holandeses). Al parecer en 1640 la compañía se trasladó a Ámsterdam con una fortuna que superaba los 400.000 florines. Fue a partir de 1641 cuando la firma comenzó sus actividades en el Caribe con unos beneficios netos que se incrementaron año tras año45.

Como vínculos subalternos hallamos a Gregorio Laso, tesorero general; los oficiales reales Antonio Farfán, Felipe Núñez de la Rioja46 y Francisco Valcárcel; el sargento mayor Silvestre, Francisco. Descripción del reino de Santa Fe de Bogotá: Epígrafe, 2006. El autor aporta un verdadero aluvión de noticias de la región caribeña, desde el impacto y la importancia del comercio ilícito, al desastre Alonso Cortés y el escribano José Blanco García. Así pues, esta última red maniobró para que no se contratase el asiento de negros que estaba negociando Nicolás de Porcio en la Corte, en nombre de Juan del Pozo Barroso. Al mismo tiempo se realizaron varias denuncias contra éste, pudiéndose incautar 102.000 pesos que había enviado con Santiago del Castillo y Francisco de Torregrosa en una nave holandesa y que, evidentemente, fueron decomisados por las autoridades en Cartagena47. Las relaciones de españoles con ingleses y holandeses en el Caribe fueron constantes. Así, en 1690 se capturaron dos navíos. En Cartagena de Indias lo fue el navío inglés “Flor de Mayo”, de Isaac Lucas, en connivencia con Toribio de la Torre, Conde de Santa Cruz; en Portobelo lo fue una goleta holandesa y encausado el español Miguel Torres Palomares, asentista de negros48.

La gran red de Juan Pardo, Beq y sus socios también se halla vinculada con la plaza de Veracruz. Así, en 1687 Peter Van Belle, factor del asiento de negros en Curazao, envió un navío hasta Veracruz que fue capturado y decomisado, demostrándose la participación en el desembarco clandestino de Gaspar de Herrera, Fermín Sasoeta, Julián Salinas (alguacil mayor de Veracruz), Juan Lacarra49 (factor en Veracruz), Jacinto Pérez Ballinas, Martín de Aranguti, Francisco Arias de Vivero y Juan Francisco Herrera50.

Los puertos emisores y los titulares.

Tal vez el mejor modelo para percibir claramente la globalidad comercial en la que estaba inmersa la América hispana51, aunque solo sea de forma parcial, sería la red de conectividad entre los principales puertos emisores y los puertos receptores. La simple observación de esta ordenación nos muestra en primer lugar la gran centralidad que poseía La Habana, su enlazado no solo con la península Ibérica y sus islas (Canarias52 sobre todo), sino también con África53 o con las posesiones de otras potencias, entre ellas Curazao54. También, cómo no, pero en menor medida, la realizada con el contrabando de Manila-Acapulco o la ejecutada desde América del Sur con el Caribe55.

Un ejemplo de esta internacionalización del comercio caribeño y su estructura global lo hallamos en el año 1607, en Puerto Rico, cuando se capturó al navío comandado por Juan de (tanto humano como económico) que supuso la expedición al Darién, o la importancia de las minas de plata existentes en esa misma región.

Gardea Caval el Nuestra Señora de la Concepción por conducir desde Nueva España56 mercancía China de forma fraudulenta. Gardea aprovechó el requerimiento realizado por las autoridades para ser el encargado de transportar el situado para la isla que ascendía a 67.000 pesos. Entre los muchos bienes asiáticos que se le incautaron quisiéramos destacar una breve lista de algunos de ellos: 11 fardos de tafetanes, 6 libras de seda negra, 262 varas de listones negros y de colores, 25 libras de pimienta, 6 libras de pasamanos, 22 piezas de botones de seda y oro, 70 botones de seda de colores, 200 pares de medias de seda…

La estructura de la red de recepción nos permite entender mucho mejor la importancia de la conectividad y su dimensión transoceánica. Ello nos lleva a considerar cómo esa zona se fue transformando en uno de los centros nucleares más importantes para el comercio clandestino, con una posición extraordinariamente apta para, una vez introducidas los productos y mercancías, redistribuirlos por la América Hispana. Esta fuerte implementación del contrato ilegal debe valorarse, entre otros factores, por la propia ruptura del denominado „pacto colonial‟57, cuando España fue incapaz de satisfacer las demandas y necesidades de la población local en ultramar, pero también como fruto de un incremento de las tasas fiscales y los fletes en el Atlántico. En definitiva, por el incremento de la política de coerción ordenada por la Corte58.

La procedencia de los capitanes de los navíos decomisados también nos ilustra acerca de la actividad de los mercaderes. La mayoría de dueños y capitanes de barcos capturados, eran españoles y, en algunos casos, portugueses. De ellos un buen número procedían de las islas Canarias59. En cambio, para el siglo XVIII, aprovechando la coyuntura de la guerra de Sucesión a la Corona Española, los franceses se sitúan como los máximos representantes de las entradas ilegales en toda la América hispana (desde el Pacífico al Atlántico), sobresaliendo, en cambio, su nula actividad a lo largo del XVII. Los españoles se situaron en segundo lugar en navíos decomisados en el XVIII mientras ingleses60, holandeses y finalmente portugueses tuvieron una actividad menor.

La irrupción de otras potencias y sus mercaderes en el Caribe hispano, fue motivada, en mayor medida, por una doble circunstancia. Por una parte la participación en el siglo XVII de franceses, holandeses e ingleses en el comercio regional, lo que incrementó el número de transacciones con las Indias hispanas y multiplicó las redes mercantiles mixtas. Pero también como fruto de la coerción y del monopolio aplicado en la Carrera de Indias que generó la búsqueda de alternativas al comercio legal, demandando un aumento de beneficios61, pero también un incremento en la velocidad del contrato. La diferencia secular entre nacionalidades es evidente, lo cual se demuestra en el cuadro 2.

Nacionalidades de los contrabandistas, 1601-1800.
Cuadro 2.
Nacionalidades de los contrabandistas, 1601-1800.
Archivo Histórico Nacional. Consejo de Estado.

La relación de los contrabandistas y su lugar de residencia de los siglos XVII y XVIII es el siguiente:

Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Cuadro 3.
Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Fuente: Archivo Histórico Nacional. Consejo de Estado.

Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Cuadro 3 (Cont.)
Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Fuente: Archivo Histórico Nacional. Consejo de Estado.

Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Cuadro 3 (Cont.)
Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Fuente: Archivo Histórico Nacional. Consejo de Estado.

Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Cuadro 3 (Cont.)
Relación de contrabandistas y su lugar de residencia
Fuente: Archivo Histórico Nacional. Consejo de Estado.

Conclusiones.

Después de comprobar la presencia de productos asiáticos en la América continental y en el Caribe a lo largo del siglo XVII y XVIII, pese a cualquier normativa legal existente, intentamos tomar el pulso a las relaciones contractuales invisibles que se implementaron en esa última área. La meta: identificar a las redes inmersas en esa globalidad que afectó a todo el comercio americano; valorar y cuantificar –aunque solo fuera aproximadamente- el contrabando y determinar quiénes formaron parte del mismo, y cómo se distribuyeron los productos asiáticos en América.

Las conclusiones a las que hemos llegado han confirmado todos y cada uno de nuestros hipótesis de partida. La dinámica comercial ilegal, clandestina, en América fue muy alta –y eso que tan solo disponemos de las causas legales contra las aprehensiones realizadas, escapándose las no detectadas por las autoridades-, las conexiones intercontinentales directas (África, Europa) muy elevadas y las indirectas (Asia) también sumamente patentes y a tener en cuenta para terminar de valorar esa misma globalidad. Un ejemplo de ello lo evidenciará claramente. En 1739 falleció en Cartagena de Indias el gaditano Juan Ruiz del Piélago, mercader por oficio. Entre sus múltiples géneros que tenía almacenados destacaban los 5.777 peines chinos y los 120 botones de metal también de la misma procedencia.

En cuanto a la formación de redes queda también reflejado dos cuestiones que deberíamos tener en cuenta: en primer lugar la articulación de una red en la que, además de las autoridades hispanas, interrelacionan agentes de distintas procedencias (criollos, españoles, holandeses, ingleses, franceses...). En segundo lugar, cabe remarcar aquel fenómeno típico de esa primera Edad Global que hallamos en las redes, la de compartir agentes. La unión momentánea de redes mediante la vinculación con agentes que, aunque solo fuera temporalmente, trabajaban en comunidad con más de una. Pero también podemos percibir cómo las redes chocan entre si, la rivalidad comercial se evidencia en algunas puntos, como el bloqueo de participaciones activas en el asiento de negros y su cambio por otro de alternativos, de ilícitos. En definitiva, las redes funcionan como subsistemas integrados dentro de sistemas mucho más complejos, son dinámicas y presentan las mismas condiciones que cualquier otra red: el desarrollo de varios puntos nucleares posibilita cambios de peso gravitatorio en su dinámica, lo que conlleva inevitablemente a la alteración del mercado a favor de una de ellas, y la consecuente rivalidad que aparece de forma inmediata.

Bibliohemerografía consultada

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47 Solé, R; Manrubia, S. Orden y Caos en sistema complejos, Barcelona: UPC, 2001.

48 Stapells Johnson, V. Los corsarios de Santo Domingo, 1718-1779: un estudio socioeconómico, Lleida: Universidad de Lleida, 1992.

49 Van Veen, Eric, “Voc, strategies in the far east, 1605-1640”, Bulletin of Portuguese/Japanese Studies, December 2001 (3), pp. 85-105.

50 Villalobos, S. “El comercio extranjero a fines de la dominación española”, Journal of InterAmerican Sudies, 4-4 (1962), pp. 517-544.

51 Von Grafenstein, Johanna. El Caribe en los intereses imperiales, 1750-1814, México: Instituto Mora, 2000,

52 Webre, S. “Política y comercio en la Guatemala del siglo XVII”, Revista de Historia, (15), 1987, pp. 27-44.

53 Zahedieh, N. “The merchants of Port Royal, Jamaica, and the Spanish contraband trade, 1655-1692”, William and Mary Quarterly 43, 1986, pp. 570-593.

54 Zambrano Pérez, Milton en “Piratas, piraterías y comercio ilícito en el Caribe: la visión del otro (1550-1650)”, Historia del Caribe, 12 (2007), pp. 23-56.

Notas

1 Sobre esa primera Edad Global, su conceptualización y sus grandes implicaciones, véase entre otros, las obras de Ringrose, D.R. Expansion and Global Interaction, 1200-1700, New York: A.W. Longhman, 2001. Gills, Barry; Thompson, W. Globalization and Global History, London: Routledge, 2006. Arrighi, G.; Silver, B.; Ahmad, I. Chaos and Governance in the Modern World System, U. of Minnesota Press: 1999.
2 Picazo Muntaner, Antoni. “Ports and commercial networks in the Indian and Pacific Oceans: Models and Flows of Capitalism”, pp. 35-53 en Mukejee, Rila. Networks in the First Global Age 1400-1800, Indian Council of Historical Research: 2011.
3 Para una visión general y aplicada destaca, Battram, Arthur. Navegar por la complejidad. Guía básica sobre la teoría de la complejidad en la empresa y la gestión, Barcelona: Granica, 2001. Para un marco mucho más amplio sobre la complejidad, Solé, R; Manrubia, S. Orden y Caos en sistema complejos, Barcelona: UPC, 2001.
4 En su día ya reflejamos como se desarrolló esa colaboración y cooperación en algunos navíos, tanto armenios como indonesios en el área Asia-Pacífico, vid. Picazo Muntaner, Antoni. “Comercio y colaboración en el Mar del Sur: el ejemplo del patache San Buenaventura”, en Dubert, I; Sobrado, H. (Eds.) El mar en los tiempos modernos, Santiago: Universidad de Santiago-Fundación Española de Historia Moderna, 2009.
5 Existe una abundante bibliografía sobre la Compañía Holandesa de las Indias Orientales –VOC- si bien quisiéramos destacar algunos estudios que presentan un enfoque mucho más complejo como Gaastra, F. (Eds.). Companies and Trade. Essays on Overseas Trading Companies during the Ancient Regimen, La Haya: 1981. Gaastra, Femme. The Dutch East India Company: Expansion and Decline, Walburg: 2003. Van Veen, Eric, “Voc, strategies in the far east, 1605-1640”, Bulletin of Portuguese/Japanese Studies, December 2001 (3), pp. 85-105.
6 Harris, Ron. “The formation of the East India Company as a Cooperation-Enhancing Institution”, Social Science Research Network, December (2005), pp. 223-241. Gardner, B. The East India Company: a History, Londres: Davis, 1971. Keay, J. The Honourable Company: A History of the English East India Company, Londres: Collins, 1991. Lawson, Ph. The East India Company: A History, Londres: Longhmann, 1993.
7 Malamud, Carlos. “El comercio directo de Europa con América en el siglo XVIII”, Quinto Centenario, 1 (1981), pp. 25-52, afirma que el comercio no oficial superaba el 50% del total.
8 La obra de Crespo Solana, Ana. Mercaderes atlánticos. Redes de comercio flamenco y holandés entre Europa y el Caribe, Córdoba: Universidad de Córdoba, 2009 pone un especial énfasis en ese gran comercio. Nos llama poderosamente la atención la gran cantidad de naves flamencas que cruzaron el Atlántico.
9 Pinzón, Guadalupe. Los bastiones de la Nueva España. La importancia defensiva de los establecimientos portuarios durante el siglo XVIII”, Ulúa, (4-7), 2006, pp. 9-30.
10 Sin duda los dos grandes clásicos del comercio legal en sendos sistemas –Atlántico y Pacífico- sean las obras de Chaunu, P. Las Filipinas y el Pacífico de los Ibéricos. México: IMCE, 1960. Chaunu, P.; Chaunu, H. Sevilla y América, siglos XVI-XVII, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1983.
11 Véase la dinámica de las redes invisibles en Picazo Muntaner, A. “Las redes mercantiles en el galeón de Manila”, en Delaware Review of Latin American Studies, pp. 2-15, 12 (2), 2011.
12 Von Grafenstein, Johanna. El Caribe en los intereses imperiales, 1750-1814, México: Instituto Mora, 2000,
13 Uno de los autores, ya clásicos, en el estudio del contrabando y relaciones comerciales del Caribe es José Luciano Franco, “Contrabando y trata negrera en el Caribe”, Ed. Ciencias Sociales, 1974; o el publicado en 1980 “Comercio clandestino de esclavos”.
14 Vid. la primera parte del artículo de Villalobos, S. “El comercio extranjero a fines de la dominación española”, Journal of Inter-American Sudies, 4-4 (1962), pp. 517-544.
15 Malagón, Javier. El Distrito de la Audiencia de Santo Domingo en los siglos XVI a XIX, Santo Domingo: Universidad, 1942. También, como no, Moreta, Américo. La Real Audiencia de Santo Domingo: la justicia en Santo Domingo en la época colonial, Academia Dominicana de Historia: 2010.
16 Araúz, Celestino Andrés, El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII, Academia Nacional de Historia: 1984.
17 Un ejemplo, lo hallamos en AGI, Escribania, 580A “El fiscal con Pedro de León, vecino de Cartagena, sobre comiso de una marqueta de cera, 1688”.
18 AGI, Escribania, 51-A “El fiscal con Cristóbal de Poveda, Diego Chirinos, Juan Manuel Barreto, José Avendaño, Alvaro Bázquez, Fernando de León y otros varios vecinos de la Habana, sobre haber comerciado con extranjeros, 1689”.
19 A partir de la segunda mitad del siglo XVII las principales potencias europeas más que actividades bélicas en la América hispana centraron su atención en incrementar las ventas de productos y mercancías. De toda el área Puerto Rico tenía una ubicación geográfica ideal y se convirtió en el punto de confluencia de distintos intereses: hispanos, criollos y de los mercaderes europeos. Vid. Morales, Arturo. Puerto Rico y la lucha por la hegemonía en el Caribe: colonialismo y contrabando, siglos XVI-XVIII, Puerto Rico: Universidad, 1995. Este autor cita como en 1688 el gobernador de Puerto Rico Gaspar Martínez y su sobrino fueron los máximos artífices del establecimiento de una red clandestina con los holandeses de Curazao.
20 Ibarra, A.; Del Valle, G. (Coord.). Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos XVI-XIX, México: I. Mora, 2008.
21 Archivo General de Indias, AGI, en adelante-, Escribanía, 35, “Visita a las Cajas Reales de Santo Domingo realizada por Sancho de Ubilla y continuada por Rodrigo Navarro en 1666. Comprende las demandas puestas por Rodrigo de la Bastida al Presidente Félix de Zúñiga, la del capitán Juan Muñoz Cordero al Presidente Juan de Balboa y a Diego de Soria Pardo y Alonso de Xaques”. En 1696 también se alzaron varias piezas contra Ignacio Pérez Caro, presidente de la Audiencia de Santo Domingo, contra oidores y otros oficiales, entre ellos Diego de Soria (ya fallecido) por un gran número de excesos en su cargo.
22 AGI, Escribanía, 24 B.
23 Navarrete, M.C. “De las malas entradas y las estrategias del buen pasaje: el contrabando de esclavos en el Caribe neogranadino, 1550-1690”, Historia Crítica, 34 (2007), pp. 160-183. La autora afirma que las autoridades locales se sentían muy receptivas para el comercio con los extranjeros el cual, en cierta manera, era una forma de oposición al poder de la metrópoli.
24 Para las actividades holandesas en el Caribe, vid. Klooster, W. ; Oostinde, G. “El Caribe holandés en la época de la esclavitud”, Anuario de Estudios Hispanoamericanos, 51 (2), 1994. De la repercusión del mercantilismo coercitivo de la corona española, OLIVA, J. M. “Criollos, y mercantilismo español en el siglo XVIII: la resistencia a la compañía de Barcelona en Santo Domingo”, Pedralbes, 4 (1984), pp. 231-292.
25 Vid. AGI, Contratación, 223.
26 Para el comercio en esta centuria, García-Baquero, A. Cádiz y el Atlántico, 1717-1778, Sevilla: EEHA, 1976.
27 Stapells Johnson, V. Los corsarios de Santo Domingo, 1718-1779: un estudio socio-económico, Lleida: Universidad de Lleida, 1992. Para los problemas de los corsarios hispanos con las autoridades vid. López Cantos, Ángel. Miguel Enríquez, Sevilla: EEHH, 1998.
28 Vid. Nelson, G. “Contraband and trade under The Asiento, 1730-39”, American Historical Review, (50), 1945, pp. 55-67. Feliciano, H. El contrabando inglés en el Caribe y Golfo de México, Sevilla: Diputación, 1990. Gómez, M. D. “El contrabando inglés en América”, Revista Española de Historia, 39 (1950), pp. 336-369.
29 González-Ripoll, M. D. “La organización político-administrativa y mecanismos de poder colonial, siglos XVI-XVIII, pp. 253-273 en Naranjo Osorio, Consuelo (Coord). Historia de Cuba Madrid: Doce Calles, 2012, explica como Bayamo se había consolidado como el centro más ventajoso para los intercambios clandestinos o „rescates‟, dada su facilidad de acceso de las colonias extranjeras ubicadas en la región, p. 261. La misma autora
30 Webre, S. “Política y comercio en la Guatemala del siglo XVII”, Revista de Historia, (15), 1987, pp. 27-44.
31 Potthast-Jutkeit, Bárbara. “Centroamérica y el contrabando por la Costa de los Mosquitos en el siglo XVIII”, Mesoamérica, 36 (1998), 499-516.
32 Otro ejemplo lo tenemos en el proceso contra Salvador Barranco, gobernador de Santa Marta, por admisión ilícita de un navío portugués en 1685. AGI, Escribanía, 965.
33 Coronado tuvo una larga vida política, fue regidor y alguacil mayor –pese a los expedientes en su contra- de Bayamo de 1601 a 1615.
34 AGI, Escribanía, 964. En 1678 se procesó a Gaspar González de Troconiz, Manuel de Sologastoa y Félix Gómez de Lussa por comercio ilícito de vinos del Perú con Guatemala, AGI, Escribanía, 367 B.
35 Realejo, ubicado en Nicaragua, en la Audiencia de Guatemala, fue un importante foco de construcción de navíos, y de entrada ilegal de productos, vid. Webre, S. “Política y Comercio en la Guatemala del siglo XVII”, Revista de Historia, 15 (1987), pp. 26-41.
36 AHN, OM, “Expediente, 1705”, 6431. Santos Pérez era del Callejo, en el valle de Carranza (Vizcaya), Familiar del Santo Oficio, fue nombrado sargento mayor de las milicias de Potosí.
37 AGI, Escribanía, 340A.
38 Santos Pérez, S. “Los comerciantes de Guatemala y la economía de Centroamérica en la primera mitad del siglo XVIII”, Anuario de Estudios Americanos, 2 (1999), pp.462-484.
39 Crespo Solana, Ana; Emmer, Pieter C.. “Las islas holandesas en la época colonia. Evolución político- económica, 1580-1816” en Crespo Solana, Ana; González-Ripoll, M. Dolores. Historia de las Antillas no hispanas, Madrid: Doce Calles, 2011, pp. 441-478 explican como “Curazao despuntó por dos cuestiones principales: su conversión en puerto franco en 1675 y su papel en el transporte de esclavos desde África y Curazao y los lugares de destino de mano de obra africana a las distintas regiones americanas”, p. 451. Estiman los autores que sobre 1675 llegaban unos 1.500 esclavos a Curazao.
40 AGI, Panamá, 231L.
41 Fernández Durán, Reyes. La corona española y el tráfico de negros: Del monopolio al libre comercio, Madrid: Ed. Economista, 2011.
42 AGI, Contratación, 5793L, fue nombrado gobernador de Cartagena de Indias el primero de junio de 1683.
43 Nestares, María José. El comercio exterior del Oriente venezolano en el siglo XVIII, Universidad de Almería, 1996 afirma como “Cumaná era un importante centro de contrabando con el Caribe extranjero”, p. 128.
44 Bec también realizó varias operaciones para abastecer de mercaderías a diferentes puertos y plazas en el Caribe.
45 Para una mayor información sobre las empresas holandesas vid. Lesger, Cle. The Rise of Amsterdam Market and Information Exchange. Merchants, Commercial Expansion and Change in the Spatial Economy of the Low Countries, c. 1550-1630, Ashgate: 2006.
46 Fue alférez, capitán de infantería durante la expedición al Darién, corregidor de Canta (Perú), y oficial real.
47 Romero, Luis René; Pérez, Juan Felipe. Naufragios y puertos marítimos en el Caribe colombiano, México: Siglo XXI, 2005, afirman “El contrabando era un fenómeno central de la vida económica y social del Caribe colombiano, como lo era en general, de una u otra forma, de toda la región adyacente.”, p. 35. Los autores consideran que esta actividad era un modo para la supervivencia no solo de esas clases populares sino que además se ampliaba a las elites y oligarquías locales.
48 AGI, Escribanía, 191.
49 AGI, Escribanía, 181 A. En 1692 se tornó abrir una causa contra Juan de Lacarra por un desembarco clandestino en Veracruz de 29 pipas de vino.
50 AGI, Escribanía, 297B.
51 Martínez de la Vega, E. “Los mercaderes novohispanos: control virreinal y fraude fiscal en el primer tercio del siglo XVII”, Revista Complutense de Historia de América, 20 (1994), pp. 87-128.
52 Para la importancia de las Canarias como base de comercio global, vid. Santana, G. “Canarias: base de actuación holandesa en el Atlántico, s. XVII-XVIII”, Cuadernos de Historia Moderna, 29 (2004), pp. 91-109.
53 Franco, J. L. El comercio clandestino de esclavos, La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 1980.
54 Goslinga, C. The Dutch in the Caribean and the Wild Coast, Asse: 1971. Grahn, L. R. Contraband, commerce and Society in New Granada, 1773-1783, Duke: Duke U. Press, 1989.
55 Ya Zambrano Pérez, Milton en “Piratas, piraterías y comercio ilícito en el Caribe: la visión del otro (1550- 1650)”, Historia del Caribe, 12 (2007), pp. 23-56 relató los tres grandes arcos comerciales de la zona. A saber, la intercontinental, con sus flujos con Europa, África y Asia; la intercolonial, entre diferentes áreas y, finalmente, la local.
56 Del Valle, G. “Los mercaderes de México y la trasgresión de los límites al comercio pacífico en Nueva España, 1550-1620”, Revista de Historia Económica, 23 (2005), pp. 213-240. Vid. también Gil, E. “Interpretación del comercio de un puerto colonial novohispano durante un periodo de crisis, Veracruz: 1587- 1650”, Estudios de Historia Social y Económica de América, 14, 1997. En la última década del XVIII y principios del XIX tenemos el valioso artículo de Smith, Robert Sidney, “Shipping in the Port of Veracruz, 1790-1821”, The Hispanic American Historical Review, 23 (1943), pp. 5-20.
57 Muro, F. “La reforma del pacto colonial en Indias: notas sobre instituciones de gobierno y sociedad en el siglo XVII”, Anuario de Historia de América Latina, 19 (1982), pp. 47-68. Cordero, Verónica. El movimiento mercantil del puerto de Campeche en la época del comercio libre y neutral, 1770-1814, Campeche: Gobierno del Estado, 2004, también afirma que el contrabando fue necesario para cubrir las necesidades de la población, vid. también Fisher, J. R. “Commerce and imperial decline: Spanish trade with Spanish America, 1797-1820”, Journal of Latin American Studies 30, (1998), pp. 459-79.
58 Moutokias, Zacarias. Contrabando y control colonial. Buenos Aires y el espacio peruano en el siglo XVII, Buenos Aires: 1989 afirma que el comercio ilegal fue constante a lo largo de toda la época colonial.
59 López Cantos, Ángel. El tráfico comercial entre Canarias y América en el siglo XVII, Gran Canaria: Cabildo, 1999. Morales Padrón, Francisco. El comercio canario-americano (siglos XVI, XVII y XVIII), Sevilla: 1955.
60 Sobre la importancia del contrato inglés, en especial de Jamaica, vid. el clásico de Christelow, A. “Contraband trade between Jamaica and the Spanish Main, and the Free Port Act of 1766”, Hispanic American Historical Review 22(2), 1942, pp. 309-43 y Zahedieh, N. “The merchants of Port Royal, Jamaica, and the Spanish contraband trade, 1655-1692”, William and Mary Quarterly 43, 1986, pp. 570-593, explica como “In the first half of the seventeenth century the direct contraband trade to the Spanish Indies was dominated by the Dutch, who had a convenient base at Curaçao. The English lagged behind. Because their early successful settlements were on the periphery of the Caribbean, they lacked a suitable base from which to gather commercial information or to provide a storehouse and a safe retreat from Spanish reprisals. The capture of Jamaica in 1655 solved these problems. Situated in the heart of the Spanish Indies, with a large sheltered harbor at Port Royal, Jamaica gave the English an ideal opportunity to exploit the advantages of direct trade”, p. 574. 61 Perez Herrero, P. "Los beneficiarios del reformismo borbónico: metrópoli versus elites novohispanas," Historia Mexicana 41:2, (1991), pp. 207-64.
61 Perez Herrero, P. "Los beneficiarios del reformismo borbónico: metrópoli versus elites novohispanas," Hitsoria Mexicana 41:2, pp. 07 264
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