Reseñas bibliohemerográficas

Arraiz Lucca, Rafael. El Hipismo en Venezuela. Caracas: Ediciones B Venezuela, 2016. 103 págs.

J. Deivid Barrios B
Grupo de Investigación de Historia de las Regiones Americanas., Venezuela

Arraiz Lucca, Rafael. El Hipismo en Venezuela. Caracas: Ediciones B Venezuela, 2016. 103 págs.

Procesos Históricos, núm. 33, pp. 153-154, 2018

Universidad de los Andes


La compra de un libro suele estar acompañada de un buen motivo, y en la búsqueda constante por encontrar obras y autores asociados al campo de la historia del hipismo en Venezuela, no se da la excepción. El arqueo de este tipo de fuentes en nuestro mercado librero tiene una amplia motivación, pero también va aparejada por una constante frustración debido a su escasez. Como se podrá prever, no siempre se encuentran a la mano del comprador trabajos que permitan informar o profundizar acerca de la historia del hipismo venezolano. Por esta razón, el libro que hemos adquirido y reseñamos a continuación, representa una oportunidad para traer a la mesa de debates temas añejos pero de gran interés para un público lector joven, mismo que anhela conocer más sobre el pasado del “deporte de los reyes” en nuestro país.

Luego de leer el libro El hipismo en Venezuela. Breve historia, del escritor Rafael Arráiz Lucca, estamos convencidos de que el devenir del hipismo venezolano sigue simbolizando un fantástico “paseo” por la historia cultural de nuestro país. El autor muestra, en 103 páginas, el desarrollo de la hípica en Venezuela desde sus inicios hasta la actualidad. Como trabajo escrito, presenta un breve recorrido desde la historia conocida del purasangre y sus antecedentes históricos (americanos y venezolanos), hasta las distintas formas en que se ha ejecutado una carrera de caballos en plena modernidad.

Arráiz Lucca, de forma amena, aborda los entresijos de una pasión que nace en las culturas milenarias de China, pasa por la península arábiga y el norte de África hasta adentrarse en la antigua Persia (aunque no se tenga una vasta documentación certificada). Lucca se apoya en obras escritas como “Los juegos olímpicos de la antigüedad” de Manuel Briceño Jáuregui, S.J., quien señala cómo las carreras de caballos comenzaron a tener lugar en esas tierras.

Por otra parte, esta obra permite al público conocer cómo nace, crece y se desarrolla la pasión hípica en nuestro país, desde que se formalizaron las primeras competencias entre equinos, organizadas por personeros de la legión Británica llegada a tierras venezolanas en 1817, hasta la actualidad. Además, ayuda a entender cómo se fue desarrollando una infraestructura asociada a la misma y cómo se fue gestionando la fundación de los hipódromos venezolanos de El Callao (1876), Sabana Grande (1882 y 1886), El Paraíso (1908) y La Limpia (1948), hasta llegar a la etapa dorada de la carreras y su evolución definitiva con la apertura del moderno hipódromo La Rinconada (1959). Este último de importante arraigo para el país, toda vez que trajo consigo resultados materiales y deportivos para el hipismo nacional de gran impacto socioeconómico; así como un impulso definitivo al desarrollo de la industria hípica venezolana, permitiendo el notable crecimiento de óvalos en el interior del país como son los casos de Valencia (HINAVA) en 1983 y el hipódromo zuliano de Santa Rita en 1988.

Cabe destacar que la industria hípica ha sido fuente de empleo para miles de personas, ha contribuido con la economía del país y brindado aportes considerables a la sociedad a través de obras benéficas. Además, ha sido fuente de entretenimiento y distracción para el pueblo venezolano generación tras generación, impulsando históricamente una cultura hípica propiamente venezolana. Nótese que tanto José Gil Fortoul como Martín Tovar y Arturo Michelena, tres figuras de renombre para el país, estuvieron vinculados directamente al movimiento hípico en Venezuela: el primero llegó a ser Juez de línea en el hipódromo de Sabana Grande en 1899, el segundo fue fanático y propietario de caballos; y el tercero, fue parte de la nómina de propietarios de la época, al tiempo que dedicó obras completas a inmortalizar las carreras de la pista de Sabana Grande (1896); tal y como lo certifica la obra que sirve de portada al libro que hoy reseñamos.

Como hípicos, consideramos que este libro no logra satisfacer por completo la ansiedad por nutrirnos de información cada vez más rigurosa, pero debe ser considerada como un aporte del autor al rescate de los valores más profundos de este ejercicio en Venezuela, ya que como lo expresa en una de sus páginas: “El hipismo es un deporte”. Es decir, es un espectáculo que ha cobijado a aficionados y no aficionados por décadas. Sus instalaciones han sido visitadas por millones de venezolanos y miles de extranjeros durante años. Conocedores, y no, de la materia, han convertido los hipódromos en un lugar de encuentro social para intercambiar opiniones y apreciar a innumerables figuras: ejemplares, jinetes, entrenadores, traqueadores, palafreneros, criadores y propietarios; muchos de ellos llegando a ser íconos e ídolos de multitudes dentro y fuera de nuestras fronteras. Sin duda, contar sus pequeñas grandes historias aun es una deuda pendiente que tienen los escritores y cineastas venezolanos para quienes, desde el recuerdo, se emocionan y disfrutan rememorando las tardes “doradas” de las carreras de caballos en vivo o por TV.

Consideramos este trabajo como una oportunidad que nos da Lucca para repensar el rescate del hipismo, de que no se siga viendo la hípica con los ojos del envite y el azar, sino como lo que es: “deporte y sana diversión”, tal y como es representado, en parte, por algunos países como Estados Unidos, Inglaterra y Arabia Saudita, donde las apuestas − al margen de las distorciones que siempre se presentan en el deporte − son el atractivo que se le agrega al espectáculo para hacerlo más emocionante, pero que no eclipsa su emotividad, estética y su sentido central: el vínculo histórico entre el Hombre y el caballo.

La obra de Rafael Arráiz Lucca, cargada de imágenes emotivas, permite volver a pensar con entusiasmo en quienes han labrado la cultura hípica en Venezuela. Pensar en la posibilidad de ver renacer el hipismo en el que destacaron para la posteridad figuras como: Juan Vicente Tovar, Gustavo Ávila, Balsamino Moreira, Millar Ziadie, Domingo Noguera Mora, Julio Ayala, Daniel Pérez; Fabiana Oxford, Doña “Peggy” Azqueta, Magali Rojas, Aly Khan, Héctor Alonzo Rivas, Gustavo Ríos y un sin número de nombres emblemáticos que se pierden de vista en el mosaico hípico venezolano, y que son, indudablemente, referencia para la hípica latinoamericana.

Este libro, nos permite elevar nuestro optimismo por ver en la pista de La Rinconada el resurgir de ídolos de la talla de Gradisco, El Corsario, Negresco, Torrejón, Gelinotte, Trinycarol, Iraquí, Catire Bello o My Own Business, quienes, con sus hazañas, captaron nuestra atención y conquistaron la imaginación de niños, hombres y mujeres, espectadores que entre gritos y risas han sabido apreciar el valor de una tarde de caballos.

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