Voces y contextos
Recepción: 09 Enero 2018
Aprobación: 28 Abril 2018
Resumen: Este estudio avanza en el relevamiento y la descripción de las estrategias que las familias de clases altas despliegan en torno al hábitat. En una primera instancia, se delinea un encuadre teórico metodológico a partir de la construcción del espacio social cordobés. Para esto se delimitaron diferentes clases sociales desde una perspectiva relacional, donde las clases se definen por la distribución desigual de distintos recursos. Luego, se retoma la discusión en torno a la concepción de la ciudad, en tanto condición, medio y producto de la reproducción de las relaciones sociales. En la segunda instancia del trabajo, a través del análisis de entrevistas en profundidad a referentes de hogar de distintas fracciones de la clase alta, se aborda específicamente las trayectorias residenciales y las estrategias habitacionales que las familias despliegan en el Gran Córdoba. Palabras clave: Espacio social, clases sociales, espacio urbano, estrategias de reproducción social, estrategias habitacionales.
Palabras clave: Espacio social, clases sociales, espacio urbano, estrategias de reproducción social, estrategias habitacionales.
Abstract: This study advances in the survey and the description of the strategies that upper class families deploy around the habitat. In the first instance, a methodological theoretical framework is delineated from the construction of the Córdoba social space. For this, different social classes were defined from a relational perspective, where classes are defined by the unequal distribution of different resources. Then, the discussion about the conception of the city is resumed, as a condition, means and product of the reproduction of social relations. In the second instance of the work, through the analysis of in-depth interviews with household references of different fractions of the upper class, the residential trajectories and the housing strategies that families deploy in Greater Córdoba are specifically addressed.
Keywords: Social space, social classes, urban space, strategies of social reproduction, housing strategies.
Introducción
Luego de una preocupación inicial por el estudio de las clases altas durante la década de 1960 (De Imaz, 1962), las ciencias sociales argentinas mostraron un marcado desinterés por su abordaje. Así, durante la década de 1990 disminuyeron los estudios que tuvieron como objeto de estudio a las clases altas, debido a la emergencia de la pregunta por la “cuestión social”, la cual fue asimilada a los efectos del empobrecimiento y la marginalidad fruto de las reformas estructurales (Heredia, 2011). De este modo, las investigaciones de las ciencias sociales abocada al estudio de la estructura de clases han tendido a concentrarse en los aspectos ligados a la pobreza y a las categorías sociales más bajas, y más recientemente, en la problemática de la desigualdad (Benza et al., 2016). Por esto, se han reducido los esfuerzos destinados a comprender la sociedad en su conjunto y el modo en que se articulan los diversos grupos sociales que la componen (Heredia, 2011).
En la actualidad, salvo raras excepciones, el estudio de la dinámica de los sectores dominantes parece haber quedado confinado, por un lado, al espacio de la economía y de la sociología económica, con una producción cada vez más voluminosa en los últimos años2 (Giovine y Capdevielle, 2014). Este grupo de investigaciones se caracteriza por un abordaje de tipo estructural. A su interior, un conjunto de trabajos han mostrado que no puede estudiarse las clases altas sin atender a su relación con el Estado y las políticas públicas.3 Así, esta línea indaga el modo en que se relacionan la acumulación económica con la producción de redes, el ejercicio del poder y las decisiones políticas (Crompton, 1994 en Benza et. al., 2016). Asimismo, trabajos recientes abordan la recomposición de las clases altas, y la configuración de diferentes categorías en su interior, intentando romper con una imagen homogénea e inmutable de las mismas. En este sentido, Heredia (2011) se pregunta sobre el impacto de las transformaciones sociales y económicas en dicho sector, apuntando a conocer si han operado procesos de reproducción o de reconfiguración. De este modo, si bien las familias tradicionales conservaron, hasta los años setenta, una parte significativa de sus prerrogativas económicas, la democratización educativa y la industrialización propiciaron tempranamente el acceso de nuevos grupos al universo de la riqueza (Benza, et. al., 2016).
Por otro lado, desde el campo educativo, luego de la crisis de 2001, proliferan un conjunto de investigaciones sobre la producción y reproducción de las elites en la Argentina (Ziegler; 2004, 2007; Tiramonti 2004; 2009; Del Cueto, 2007; Tiramonti y Ziegler, 2008 y Ziegler Gessaghi, 2012). Buena parte de estos estudios permiten poner en discusión la representación sobre el sistema educativo argentino como una instancia promotora de la igualdad, a la vez que analizan las transformaciones en las estrategias educativas de las familias de clase alta en el último cuarto de siglo (Heredia, 2011). Otro eje de preocupación frecuente en las investigaciones sobre las clases altas se vincula a las transformaciones urbanas y la emergencia de nuevas pautas residenciales que tomaban forma al calor del proceso privatizador de las diferentes esferas de la sociedad argentina, ligado al declive de la tradicional presencia activa del Estado como regulador de la economía y proveedor de servicios y bienestar social (Baenza et. al., 2016). Así, un conjunto de trabajos (Arizaga, 2000; 2005 y 2017; Beltrán y Heredia, 2002; Svampa, 2005, 2008; Vidal-Koppmann, 2007, 2015; Hernández, 2009, Cervio, 2015) pusieron de relieve la emergencia de nuevas pautas de segregación residencial, que serían la expresión de una nueva matriz de desigualdad, relacionadas con nuevas modalidades de socialización y sociabilidad homogénea, las cuales se apartaban del modelo de ciudadanía de la sociedad salarial (Baenza et. al., 2016). Para el caso de la ciudad de Córdoba, Valdés (1999; 2007); Tecco y Valdés (2006), Capdevielle (2014) se centran en la fragmentación socio-territorial, analizando la conformación de enclaves de la riqueza, los countries, como producto de una nueva lógica de los productores y consumidores del suelo urbano, que refuerzan la fragmentación urbana.
El presente trabajo recoge las experiencias de dichas investigaciones y, tiene como objetivo, abordar, desde una perspectiva relacional, las trayectorias residenciales y las estrategias habitacionales desplegadas por las familias de clase alta en el Gran Córdoba.4 Para esto, focalizamos la mirada en las prácticas que llevan adelante para satisfacer sus necesidades de vivienda, las modalidades de acceso (préstamo bancario, compra a través de ahorros, ayuda familiar, etc.), el tipo de vivienda y la localización de las mismas.
A continuación, nos proponemos, en una primera instancia, explicitar la perspectiva teórico metodológico a partir de la cual se realizó la construcción del espacio social cordobés y sus respectivas clases sociales. Desde esta mirada es necesario abordar no sólo las posiciones que ocupan las familias de clases altas sino también las relaciones que las distancian y diferencian del resto de las clases que integran el espacio social. Posteriormente, se retoma la discusión en torno a la concepción de la ciudad, en tanto condición, medio y producto de la reproducción de las relaciones sociales. La articulación del espacio social y el espacio urbano se profundiza a través del análisis de las estrategias de reproducción social5 y las estrategias habitacionales que ponen en práctica las familias de clases alta. En la segunda instancia del trabajo, a través del análisis de entrevistas en profundidad a referentes de hogar de distintas clases sociales, se aborda específicamente las estrategias habitacionales de las familias de clase alta en el Gran Córdoba.
Las clases en el “papel”: aproximaciones a la clase alta cordobesa
En este apartado nos proponemos reflexionar sobre los principios teórico-metodológicos que guiaron la construcción del espacio social cordobés, en tanto espacio relacional de las clases. Partimos de entender al “espacio social” en el sentido de Bourdieu (1990), como una construcción teórica, una herramienta analítica que, tomando en cuenta simultáneamente un conjunto de variables relativas a recursos económicos y culturales, y apelando a métodos específicos, nos permite caracterizar las diferentes posiciones (y sus relaciones) de nuestras unidades de análisis, e identificar en él clases y fracciones de clase (Gutiérrez y Mansilla, 2016).
Desde esta perspectiva, el espacio social tiene preexistencia lógica pero también ontológica a las clases. Así, no se trata de dar cuenta de clases sociales predefinidas sino de reconstruir la estructura del espacio social para identificar en él a conjuntos de agentes que ocupan posiciones semejantes, y, por lo tanto, tienen condiciones de existencia homogéneas (Gutiérrez y Mansilla, 2016). En este sentido, las clases sociales son una construcción realizada por el investigador a partir de la distribución desigual de los distintos recursos, y, más concretamente, a partir del volumen y estructura del capital (económico, cultural, social y simbólico) y de su trayectoria, considerados en términos relacionales (Bourdieu, 1990). Las diferencias primarias, distinguen las grandes clases de condiciones de existencia, encuentran su principio en el volumen global del capital como conjunto de recursos y poderes, efectivamente utilizables. Las diferencias secundarias que, al interior de cada una de las clases, separan distintas fracciones de clases, definidas por unas estructuras patrimoniales diferentes, es decir, por unas formas diferentes de distribución global entre las distintas especies de capital. Es decir, las clases sociales no se definen por una propiedad ni por la suma de las propiedades (propiedades de sexo, de edad, de origen social o étnico) sino por la estructura de las relaciones entre todas las propiedades pertinentes, que confiere su propio valor a cada una de ellas y a los efectos que ejerce sobre las prácticas (Capdevielle, 2011). De este modo, las clases sociales se constituyen como el conjunto de agentes que ocupan posiciones semejantes al interior del espacio social y que, situados en condicionamientos semejantes y sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las probabilidades de tener disposiciones e intereses semejantes y de producir, por lo tanto, prácticas y tomas de posiciones semejantes (Bourdieu, 1990: 284). Sin embargo, cabe remarcar que como las disposiciones y conductas que las convertirían en un verdadero grupo existen sólo como “probabilidades”, debemos denominar a éstas no clases reales sino clases probables, clases teóricas o clases en el papel. A su vez, en la constitución de esas clases, no sólo es necesario considerar las relaciones objetivas identificables en un espacio social concreto, sino que también es fundamental dar cuenta de las relaciones simbólicas que ellas mantienen entre sí, duplicando de este modo, la disponibilidad diferencial de los recursos y con ello, las relaciones de fuerza y de lucha. Analizar entonces la dinámica de la reproducción social, supone, en primer lugar, captar su “sentido objetivo”, es decir, la construcción del espacio pluridimensional de posiciones donde se insertan las distintas clases de agentes (en el sentido estadístico y como una estructura de relaciones objetivas) y, en segundo lugar, dar cuenta de los “sentidos vividos” y de las prácticas concretas que esos agentes ponen en marcha (Gutiérrez, 2007).
Ahora bien, para la construcción del espacio social cordobés -momento objetivista de la investigación- apelamos a la utilización de métodos de estadística descriptiva multidimensional conforme a la escuela francesa de análisis de datos. Aplicamos de manera conjunta métodos factoriales y de clasificación, tomando como base la información captada por la “Encuesta Permanente de Hogares”6 (EPH) en el tercer trimestre del año 2011 (Gutiérrez y Mansilla, 2015).
Luego, se seleccionaron un conjunto de variables activas (algunas de las mismas son: ingreso per cápita familiar –en adelante IPCF-, Jerarquía ocupacional del Referente de Hogar -en adelante RH-, Nivel educativo del RH, Calificación ocupacional del RH, Sexo del RH, Edad del RH, Situación conyugal del RH, número de miembros del hogar) correspondientes al hogar y su referente, al mismo tiempo que las demás propiedades quedaron como variables ilustrativas o suplementarias. Tal tarea de selección involucró la revisión de criterios aplicados en otros trabajos y la realización de diferentes pruebas para llegar a establecer aquellos indicadores que, dentro de las limitaciones presentes en los datos recogidos por la EPH, condensan la estructura patrimonial de los hogares y permitieran una lectura lo más clara posible de las relaciones de desigualdad no sólo para un trimestre particular, sino también para analizar su trayectoria a lo largo de los últimos diez años (Gutiérrez y Mansilla, 2015). Posteriormente, construimos el sistema de relaciones del espacio, su estructura y las posiciones existentes (considerando como unidades de análisis tanto a agentes individuales como a hogares seleccionados en la muestra).
Finalmente, al interior del espacio social se identificaron cuatro grandes clases con sus respectivas fracciones.
La clase baja dominada se caracteriza por un bajo volumen global de capital con una estructura patrimonial asociada a bajas calificaciones laborales, capital escolar de nivel primario e IPCF entre el 1° y 2° decil. Con una importante presencia de hogares con problemas de hacinamiento y recepción de ayuda material (Gutiérrez y Mansilla, 2015).
En las regiones medias del espacio social encontramos la clase media dominada y media dominante. Con 338 casos efectivos, quienes se posicionan en esta región representan aproximadamente el 64% del universo, lo que conforma un grupo muy heterogéneo y susceptible de ser reagrupado en dos grandes clases, la clase media dominada y la clase media dominante, que permiten una mejor descripción de las desigualdades existentes en este vasto sector. Estas posiciones medias del espacio social se diferencian entre sí por el volumen global de capital poseído (Gutiérrez y Mansilla, 2016).
Las familias pertenecientes a la clase media dominada poseen una estructura patrimonial asociada principalmente a un IPCF que va del 3° al 5° decil. Aunque los ingresos del RH, tanto por su ocupación principal (3,28) como sus ingresos totales (2,52), se ubican en deciles más altos, el elevado número de miembros del hogar (3,73) tiende a disminuir su IPCF (Gutiérrez y Mansilla, 2016). En lo concerniente a la “Calificación ocupacional” este sector aparece fuertemente asociado a la calificación “Operativa”. En lo que respecta a la rama de actividad, para los hombres aparece con una fuerte asociación la “Industria manufacturera” y le siguen con menor asociación, “Logística”, “Construcción” y “Comercio”.
Mientras que la clase media dominante desarrolla sus estrategias aprovechando a su favor ciertos mecanismos de objetivación de su capital escolar y sus instancias de legitimación en el mercado laboral. La calificación predominante es la “Técnica”. Este sector está caracterizado principalmente por las ramas “Servicios sociales y salud” y “Enseñanza”. Por lo general son “Empleados u Obreros”, muchos de ellos de “Ocupación Estatal” -las mujeres trabajan en un 26% de los casos mientras que los hombres lo hacen sólo en un 18%-. En lo concerniente a “Máximo nivel educativo alcanzado” por el RH, se concentran las categorías en “Universitario” (47.7% de los casos) y “Terciario” (34.2 % de los casos). Otras características vinculadas a esta clase muestran hogares unipersonales (3,28) o pocos numerosos (3,78), con RH jóvenes, en su mayoría mujeres (6,74), solteras (8,84) y sin presencia de menores de diez años (4,30) (Gutiérrez y Mansilla, 2016). Las familias de esta clase poseen un IPCF con un valor modal en el octavo decil y una concentración en los séptimo, octavo y noveno deciles de un 64.4% de los casos.
Por último, al interior de la clase alta, foco de análisis del presente trabajo, encontramos aquellas familias que se ubican en la parte superior del espacio social cordobés y poseen un alto volumen global de capital. La clase alta integra el 17% de los casos y se subdivide en dos fracciones. Sin embargo, no se establecen diferencias en torno al sexo de los RH: ambos grupos continúan asociados a RH masculinos. Tampoco se establecen diferencias en torno al volumen global de recursos, pero sí en lo que hace a su estructura: la propiedad/no-propiedad de empresas establece una clara distinción entre las fracciones (Gutiérrez y Mansilla, 2016). La primera está compuesta por un 13% de hogares que se caracterizan por un elevado capital cultural lo que se complementa con la ocupación de trabajos asalariados de categoría profesional (7,83) en el ámbito del Estado (4,57), en la enseñanza (3,53), operando sistemas y equipos informáticos (3,62) y con cargos directivos (2,85), como indicadores del control del proceso de trabajo en su división técnica. La segunda fracción, (con un 5% de los casos aproximadamente), presenta fuertes asociaciones con indicadores de propiedad de empresas (7,64 y 3,23) y RH patrones (8,73), ocupando cargos de dirección (8,93) o jefatura (2,67) en el ámbito privado (3,46) (Gutiérrez y Mansilla, 2016).
El espacio urbano: “locus” de la reproducción social
A continuación, nos proponemos, reflexionar en torno a la concepción de la ciudad, en tanto condición, medio y producto de la reproducción de las relaciones sociales. En este sentido, la perspectiva teórica que guía nuestro trabajo se inserta en la ruptura epistemológica que tuvo lugar en Latinoamérica a fines de los sesenta e inicios de los setenta. Este cambio de abordaje hizo posible una nueva visión material del espacio donde el poder y las relaciones sociales conflictivas se colocan en el centro de la dinámica urbana7 (Núñez, 2009). Con esto, se produjo el traspaso desde el análisis de la ciudad como sumatoria de puntos a la conceptualización del espacio como el medio a través del cual las relaciones sociales se producen y reproducen. Se afirma, desde esta mirada, la importancia del espacio como poseedor de un significado y no simplemente como la forma de cristalización de la sociedad sobre un territorio determinado (Clichevsky, 2011). El espacio urbano pasa a ser entendido como un complejo sistema dinámico en el cual las formas espaciales y los procesos sociales se hallan en continua interacción. Es decir, la forma espacial y los procesos sociales son analizados como diferentes modos de pensar la misma cosa (Harvey, 2007b). Se sostiene así que existe un camino de doble vía entre lo social y lo espacial y que nuestras vidas y sus condiciones territoriales son indivisibles (Renna, 2010). En este sentido, el espacio debe considerarse dinámico y en movimiento, un momento activo, no un marco pasivo, en la constitución de la vida física, ecológica, social y político-económica (Harvey, 2007a).
El espacio urbano es hoy, como siempre a lo largo de la historia de su producción, condición, medio y producto de la reproducción de las relaciones sociales. Se trata de una producción que involucra y tiene como sujeto a la sociedad en su conjunto (Carlos, 2014).
Ana Carlos (2011; 2013) plantea que el contenido de las relaciones que constituyen el espacio surgen del movimiento del proceso de producción/reproducción/apropiación. La sociedad al producirse lo hace en un determinado espacio-tiempo, como condición de su existencia, y, por medio de esa acción también está produciendo un espacio que le es propio. La reproducción del espacio urbano, en cuanto producto social y producto histórico, se realiza en el cotidiano social apareciendo como forma de ocupación y/o utilización de un determinado lugar como espacio-tiempo de la práctica socio-espacial. Este modo de uso del espacio se expresa tanto en el plano individual, vale decir, en el hecho de habitar, como en el plano colectivo que implica la realización de la sociedad (Carlos, 2011).
Desde este marco de ideas, en torno a la concepción de lo urbano, se plantea el abordaje de las clases sociales que conforman el espacio social cordobés. El espacio habitado (o apropiado) funciona como una especie de simbolización espontánea del lugar ocupado en el espacio social (Bourdieu, 2000). Las desigualdades sociales se objetivan (no de manera lineal) en el espacio urbano estableciendo formas desiguales de apropiación de la ciudad. El modo de ocupación de determinado lugar de la ciudad se da a partir de la necesidad de realización de determinada acción, sea de producir, consumir, habitar o vivir (Carlos, 1992).
La morfología vivida en la práctica socio-espacial, ilumina la producción del espacio urbano en su contradicción fundamental, que es la producción social de la ciudad en contraposición a su apropiación privada. Es decir, el acceso al suelo urbano, tanto para vivienda como para ocio, está subyugado a la existencia de la propiedad privada del suelo que define el lugar de cada uno en la ciudad y en la distribución de los bienes y servicios urbanos (Carlos, 2005). La apropiación como conjunto de prácticas sociales y estrategias de los diferentes agentes sociales, le confiere a un espacio determinado las cualidades de lugar que pueden ser captadas a través de los sentidos y los afectos poniendo en juego el sentido vivido, en lucha en/por el espacio. De esta forma, en la reproducción cotidiana del espacio, se imbrican estructuras objetivas y subjetivas, materiales y simbólicas, que establecen una red de relaciones que le otorgan sentido a un determinado lugar y lo diferencian de otros (Carlos, 2007).
En el caso estudiado, hablamos de estrategias de reproducción social y estrategias habitacionales, siguiendo la teoría relacional de lo social, para dar cuenta de las prácticas que las familias despliegan a los fines de acceder a la tierra y vivienda y, con ello, conservar y/o mejorar su modo de vida, y lugar en la ciudad (Valdés et al., 2017).
La ciudad de córdoba: localización y características
En este apartado consideramos necesario especificar algunas características de la ciudad de Córdoba (ver Figura 1). La misma se constituye en la segunda ciudad más poblada de Argentina, según el Censo Provincial 2008 cuenta con una población de 1.315.423 habitantes, y en la más extensa de su territorio, cuya forma es un cuadrado, con 24 kilómetros de lado, alcanzando una superficie de 572 km2.
En relación a la dinámica poblacional, durante las tres últimas décadas del siglo XX, tuvo lugar un fenómeno poblacional de tipo centrífugo. A diferencia del proceso denominado de contraurbanización (Champion, 1989), característico de los países centrales en la década pasada, la migración reciente se produjo hacia áreas periféricas, extendiéndose mucho más allá de los límites administrativos de la ciudad principal para abarcar a numerosas localidades satélites. De este modo, diversas investigaciones evidencian un retroceso en la cantidad de habitantes, que fueron receptados en gran parte por gran parte por localidades de la Región Metropolitana Córdoba8 (Tecco y Bressan, 2002). Así, en las dos últimas décadas se han producido dos tipos de transformaciones: por un lado, desaceleración de las tasas de crecimiento de la población; y, por otro lado, se produjeron fuertes cambios en los patrones de uso del suelo, con el surgimiento de los primeros countries y barrios cerrados de la ciudad. Transformaciones que modificaron la forma de entender, concebir y vivir la ciudad (Molinatti y Peláez, 2012, Capdevielle, 2014). En relación a las condiciones habitacionales, el porcentaje de hogares que presentan al menos una condición Necesidades Básicas Insatisfechas (cuyos indicadores son: hacinamiento, vivienda inconveniente, condiciones sanitarias, asistencia escolar y capacidad de subsistencia) corresponde al 6,6% de los mismos. Mientras que 12.861 hogares residen en viviendas deficitarias y/o no construidas para habitación (http://web2.cba.gov.ar/actual_web/estadisticas/index.htm Estadísticas y Censo Pcia. Córdoba, 2008).
Respecto al mercado laboral, la tasa de desempleo en el segundo trimestre de 2008 para el aglomerado del Gran Córdoba con una base poblacional estimada de 1.378.000 habitantes era de 6,5% y la de subocupación 10,6%. Los dos pilares de la economía cordobesa lo constituyen, por un lado, el sector servicios y comercio, y, por el otro, la industria, destacándose el rubro automotriz. La ciudad es asiento de las terminales de Renault, Fiat, Iveco y Marco Polo, las que a su vez generan una serie de empresas autopartistas a su alrededor, así como también una fuerte avanzada del sector tecnológico con la instalación de empresas relacionadas con el software y la alta tecnología (Valdés y Coch, 2009).
Las estrategias habitacionales: prácticas y “sentidos vividos” de familias de clase alta
Como mencionamos, en la constitución de esas clases, no sólo es necesario considerar las relaciones objetivas identificables en un espacio social concreto, sino que también es fundamental dar cuenta de las relaciones simbólicas que ellas mantienen entre sí, duplicando de este modo, la disponibilidad diferencial de los recursos y con ello, las relaciones de fuerza y de lucha (Gutiérrez, 2007). Por esto, la segunda instancia de la investigación apuntó a dar cuenta de los “sentidos vividos” y de las prácticas concretas que las familias ponen en marcha para hacer frente a sus necesidades. Con tal fin, se realizaron 44 entrevistas en profundidad a miembros de las familias. El criterio de elección de los casos se sustentó en las características asociadas significativamente (perfil medio) a cada clase y fracción de clase. Al mismo tiempo, la cantidad de entrevistas buscó representar y ser proporcional al tamaño de cada clase y fracciones de clase. Los tópicos abordados en las mismas buscaron reconstruir las estrategias de reproducción social (puntualmente las estrategias laborales, educativas, habitacionales y de consumo cultural) individuales, principalmente de los RH, y familiares que pudieran ser representativas de cada clase y fracción de clase.
Para la reconstrucción de las estrategias habitaciones las áreas temáticas de las entrevistas giraron en torno a las trayectorias residenciales propias y de la familia de origen, tanto de los RH y como las de sus cónyuges, así como los modos de acceso a la vivienda y los regímenes de tenencia. Asimismo, se incorporaron tópicos relacionados con la movilidad espacial cotidiana, las actividades barriales y extra-barriales, y las valoraciones construidos en torno al mismo.
De este modo, tomando como insumo ambas etapas de producción y procesamiento de datos, se analizaron las trayectorias residenciales y las estrategias habitacionales como parte de las estrategias de reproducción social, estableciendo un recorte circunscripto a la clase alta con sus respectivas fracciones. En esta instancia se analizaron ocho entrevistas, seis correspondientes a la primera fracción y, las dos restantes pertenecientes a la segunda fracción.
La mayoría de los entrevistados de la primera fracción de clase alta viven en casas de grandes dimensiones que cuentan con más de cinco ambientes, parque y garaje. El resto de los entrevistados de esta fracción viven en departamentos con más de tres ambientes y balcón. Todas las casas cuentan con servicio de luz, gas natural, agua, televisión por cable e internet. Estas viviendas se encuentran en barrios peri-centrales de la ciudad y en todos los casos analizados, los entrevistados son propietarios. Algunos incluso poseen más de una propiedad habitacional. En cambio, los entrevistados de la segunda fracción de clase alta residen en barrios cerrados, ya sea en casa o en departamento, cuentan con varios dormitorios y ambientes grandes. Al igual que en la primera fracción, se trata de propietarios de la vivienda, o bien inquilinos que poseen la propiedad de un inmueble en una localización distinta a la de su residencia actual (ver cuadro 1 en Anexos).
Cabe agregar que investigar a las clases dominantes suele implicar ciertas dificultades metodológicas a la hora de acceder a los datos. En el caso de nuestro estudio, una de las principales limitaciones se dio al momento de concertar el lugar de las entrevistas con los RH de la clase alta. Algunos de estos encuentros se lograron realizar en la vivienda del entrevistado, dándonos la posibilidad de observar de manera directa algunas características de la vivienda (el entorno, la estética, la disposición y el uso de los espacios) que escapan a los alcances del cuestionario. Otros entrevistados, sin embargo, nos recibieron en las oficinas de sus respectivos lugares de trabajo, o incluso convinieron el intercambio por vídeo-llamada. Esto se debe con frecuencia a la apretada agenda laboral que suelen aludir los agentes que integran las clases más afluentes.
Luego de estas aclaraciones, nos proponemos analizar las estrategias habitacionales desplegadas por las familias pertenecientes a la primera y segunda fracción de la clase alta del espacio social cordobés. Para esto, focalizamos la mirada en las trayectorias residenciales y en las prácticas que llevan adelante para satisfacer sus necesidades de vivienda, las modalidades de acceso (préstamo bancario, compra a través de ahorros, ayuda familiar, etc.), el tipo de vivienda y la localización de las mismas. Como sostiene Del Río (op. cit.) la vivienda en su calidad de inmueble se encuentra fijada al soporte suelo, por tanto, una parte de sus atributos son dependientes de las características del espacio construido y la posición relativa en la estructura urbana. En este sentido, el lugar se constituye como un recurso que brinda oportunidades económicas, sociales y culturales según las distintas estrategias familiares de reproducción social (Del Río, 2009). En efecto, la posición residencial posibilita, en mayor o menor medida, el acceso a un conjunto de oportunidades económicas, sociales y culturales derivadas del “efecto de lugar” (Bourdieu, 2000).
La propiedad como modalidad por excelencia del acceso a la vivienda
En primer lugar, en relación al régimen de tenencia, encontramos una uniformidad: todos los entrevistados de la clase alta se constituyen en propietarios de sus viviendas. Sin embargo, las modalidades de acceso varían ya que, para resolver y dar solución a sus necesidades habitacionales, individuos y familias desarrollan diferentes y múltiples estrategias que, fundamentalmente, se vinculan con su capacidad para movilizar distintos recursos a los que tienen acceso (Di Virgilio, 2003). Así, varios de los entrevistados de la primera fracción de la clase alta (quienes disponen menor capital económico que las familias de la segunda fracción) acceden a su primera vivienda a través de créditos bancarios, mientras que otros lo hicieron a través de ahorros, herencias y/o ayuda familiar.
(...) antes de eso no teníamos (casa propia), alquilábamos (...) por ahí los créditos que se otorgaban eran demasiado altos, que se hacían inaccesibles, o la posibilidad de pedir créditos… Es más, el crédito ese lo perdimos 3 veces, y lo recuperamos en base a tesón y pelearla ¿no? De todos modos, era una cosa muy loca, el crédito en sí era muy caro en dólares y nosotros, con todo el problema 2001, estuvimos a punto de perder la casa esa, a punto de perder la casa… Este… al final nosotros seguimos pagando e hicimos una renegociación con el banco, la cuestión es que pudimos terminar de pagar y la casa es nuestra. Costó mucho en su momento conseguir el crédito, y después cuando vino la crisis… (...) Eran 12 años primero, y pasamos a 14 con la negociación. (…) Y bueno, cuando terminamos, una liberación… (Entrevista 2: Primera fracción; 61 años, Investigador de CONICET, Barrio Providencia9)
(…) Bueno, en realidad tuve como algunas opciones, oportunidades de trabajo que me permitieron hacer ahorro, y en una buena época de… porque el dólar estaba uno a uno, y una compraba… (...) En este caso, fue como que mi propio trabajo fue generando como los ahorros. Y en esto me fueron ayudando mis padres también, porque yo alquilaba un lugar, y me ayudaban también. (Entrevista 5: Primera fracción; 58 años, Directora de un Instituto terciario. Barrio Nueva Córdoba)
(...) cuando nos casamos, el papá de los chicos (...) era hijo único, entonces fallecieron sus padres, (...) él se quedó solo a los 24 años, muy joven. Heredó… entonces teníamos un departamento chiquito que alquilábamos y teníamos otro con dos cuartos muy chiquitos, y de pronto tuvimos 4, hijos entonces los dueños de esos departamentos tenían esa casa, justo al lado del edificio, nos mudamos casi en la misma cuadra, y ellos nos aceptaron como parte de pago ese departamento… (Entrevista 6: Primera fracción, s/d años, Asesora técnica Agencia de Promoción y Empleo, Barrio Nueva Córdoba).
Entre los recursos que las familias movilizan para dar solución a sus necesidades habitacionales cobra relevancia el capital social. De este modo, como sostienen una gran cantidad de antecedentes -principalmente dentro de los estudios de la pobreza- (Gutiérrez, 2005 y 2008; Arriaga, 2005; González de la Rocha, 2005; Freyre, 2013, entre otros), la reproducción de las unidades domésticas depende, en parte, de su capacidad para gestionar y sostener relaciones sociales que le permitan tener acceso a una diversidad de recursos. Así, las redes -o capital social- se constituyen en el conjunto de relaciones sociales que un agente o familia puede movilizar en un momento determinado, que le proporcionan un mayor rendimiento del resto de su patrimonio. En este caso, el capital social de uno de nuestros entrevistados le garantizó la información propicia para gestionar airosamente un crédito hipotecario y, con él, acceder a su primera vivienda en calidad de propietario.
(...) después, Mercedes quedó embarazada, y ya no podía subir los tres pisos con la panza, entonces ya accedimos a un crédito hipotecario, de un banco, del HSBC, yo tengo un amigo que trabajaba ahí en el banco, y que me dijo “Pero, sacate un crédito hipotecario”, “No, mirá”, “No!, te lo consigo, blablabla”, y bueno, hizo una serie de gestiones ahí, yo fui a firmar y me lo dieron al crédito. (Entrevista 1: Primera fracción, 46 años, abogado, Pro-secretario en un Juzgado, Barrio Juniors)
Como mencionamos anteriormente, las posibilidades de acceder a la propiedad dependen del volumen del capital poseído, que actúa sin duda en calidad de condición (Bourdieu, 2010). De este modo, las familias de clase alta entrevistadas se constituyeron en propietarias en virtud del conjunto de recursos que disponen y, por determinadas disposiciones que los inclinan a comprar en lugar de alquilar. El acceso a la vivienda no sólo implica la satisfacción parcial o total de una necesidad material. La propiedad confiere una posición residencial, y de esta manera una posición social. Es un indicio de ascenso social: la trayectoria residencial que desemboca en un acceso a la propiedad siempre es considerada como ascendente (Bonvalet y Dureau, 2002).
Cada hombre vale por el lugar donde está: y su valor como productor, consumidor y ciudadano depende de su localización en el territorio. Su valor va cambiando, incesantemente, para mejor o para peor, en función de las diferentes accesibilidades (tiempo, frecuencia, precio), independientes de su propia condición. Personas con las mismas virtudes, la misma formación, incluso el mismo salario tienen valor diferente según el lugar en el que viven: las oportunidades no son las mismas. Por eso, las posibilidades de ser más, o menos, ciudadano depende, en gran medida, del punto del territorio donde se está. Mientras que un lugar ha de ser condición de su pobreza, otro lugar podría, en el mismo momento histórico, facilitar el acceso a aquellos bienes y servicios que les son teóricamente debidos, pero que, de hecho, le faltan (Santos, 2007: 107; en: Del Río, 2012).
Asimismo, la casa tiene un vínculo simbólico indisociable con el hogar y la constitución de un proyecto familiar de largo plazo. Alcanzar la condición de propietario puede interpretarse (Cravino, 2007) como posibilidad de transmitir un legado familiar, dejarle algo a los hijos -una herencia- y, al mismo tiempo, es un objeto de consumo que expresa los éxitos económicos o estatus en la estructura social.
Espacio urbano y capital locacional
Ahora bien, no sólo la vivienda se configura como relación de consumo sino también la ciudad. Así, el espacio urbano puede interpretarse como un medio de consumo colectivo para la reproducción de la vida familiar. Es el locus de habitación y todo lo que el habitar implica en la sociedad actual: escuelas, asistencia médica, transportes, agua, luz, cloacas, teléfono, actividades culturales y ocio, compras, etc. (Carlos, 1992). En este sentido, las metrópolis han sido sitios de producción de bienes y servicios con una diversificación progresiva, espacios edificados para la vida pública y privada, para el trabajo y el ocio, las infraestructuras, entre otros. Por esto, es posible considerarlas como un sistema gigantesco de recursos, construidos, en su mayor parte, por el hombre. Éstos no se encuentran en todas partes y, por consiguiente, su disponibilidad depende, entre otras cosas, de la accesibilidad y la proximidad (Harvey, 2007b). De allí que las diferentes localizaciones, al interior de las ciudades se conviertan en espacios codiciados, valorados y disputados. La capacidad de dominar el espacio, adueñándose de los bienes escasos que se distribuyen en él depende del capital poseído (Bourdieu, 2007). Ahora bien, dentro de las principales especies de capital, el capital económico y el cultural constituyen los principios fundamentales de estructuración del espacio socioterritorial, mientras que el capital social y el simbólico son antes bien principios de rentabilidad adicionales de los otros dos (Gutiérrez, 1999). De este modo, localización en la ciudad y, por ende, la proximidad en el espacio físico, permite que la proximidad en el espacio social produzca todos sus efectos, negativos o positivos, facilitando u obstaculizando la acumulación de las diferentes formas de capital. Los efectos facilitadores o inhibidores de la proximidad social y espacial dependen de las características del entorno y de las características económicas y sociales de sus habitantes. Así, son las familias de clases altas, quienes disponen de mayor volumen global de capital, las que están en condiciones de habitar las mejores áreas, ya sean las más centrales o, aquellas alejadas pero que disponen de terrenos más grandes, arbolados, silenciosos, y con mayores posibilidades de ocio (Carlos, 1992).
En nuestro caso, las familias de la primera fracción de la clase alta habitan los barrios pericentrales de la ciudad. Remarcan como aspectos positivos la facilidad de acceso a los servicios y al trabajo, así como también, la permanencia en un barrio “tradicional” y; como aspectos negativos mencionan la inseguridad.
...) Lo positivo (del barrio) es la cercanía al centro, y la verdad que nunca me puse a pensar, yo vivo acá porque viví en el barrio cuando era chica, viví toda mi vida acá. Viví a dos cuadras desde que nací hasta ahora que me casé, viví a dos cuadras. Hoy lo que le veo al barrio. Por supuesto lo más positivo que tiene es la cercanía con el centro y por lugar de trabajo y por todos los accesos que tenemos. (Entrevista 4: Primera fracción, 60 años, Camarista, Barrio Jardín)
(...) El departamento de ahí es un cuarto con baño en suite, con living comedor chiquitito
(...) Lo positivo (del barrio) es la cercanía al centro, y la verdad que nunca me puse a pensar, yo vivo acá porque viví en el barrio cuando era chica, viví toda mi vida acá. Viví a dos cuadras desde que nací hasta ahora que me casé, viví a dos cuadras. Hoy lo que le veo al barrio. Por supuesto lo más positivo que tiene es la cercanía con el centro y por lugar de trabajo y por todos los accesos que tenemos. (Entrevista 4: Primera fracción, 60 años, Camarista, Barrio Jardín)
(...) El departamento de ahí es un cuarto con baño en suite, con living comedor chiquitito y cocina chiquita y balcón corrido de los dos ambientes a la calle, ubicado en un buen barrio que a mí me gustaba, ahí donde está el mercado de las pulgas. (...) Lo que más me gusta es la ubicación, que está cerca de barcitos, de restaurantes, de la feria los domingos, de supermercados, de fácil acceso a comercios, del parque, eso me parece bárbaro, lo que no me gusta es que es inseguro, yo a determinada hora no circulo, salvo que… si es de noche, aunque sea 3 cuadras me tomo un taxi, siento que es inseguro, las motos, los arrebatos… (Entrevista 6: Primera fracción, s/d años, Asesora técnica Agencia de Promoción y Empleo, Barrio Nueva Córdoba)
(...) Entonces la elección de Juniors fue por una cuestión de que, nos resultaba como un barrio familiar. Era como no irse de la zona en que nosotros estábamos acostumbrados a estar. Conocíamos gente, nos parecía tranquilo. (Entrevista 1: Primera fracción, 46 años, abogado, Pro-secretario en un Juzgado, Barrio Juniors)
(...) O sea, vos podés caminar y hacés las compras, y volvés con la bolsa del almacenero, y tenés gente en la vereda. Cosa que… los barrios van perdiendo eso también, esa apropiación del espacio de la calle. Hay chicos jugando en la calle en horarios pos-escuela, que se yo, no sé… sigue siendo barrio, tiene una vista buena, que está cerca del colegio, una vista buena, que está cerca de la Cancha de Belgrano, al frente… es un buen barrio. (Entrevista 3: Primera fracción, 52 años, Director de una Institución educativa, Barrio Providencia)
Estos relatos nos permiten vincular las estrategias de acceso a la vivienda con las trayectorias de los agentes y con sus historias “hechas cuerpos” en este sentido, la inclinación por cierto tipo de viviendas y de entornos residenciales constituye una especie de “herencia familiar” incorporada al habitus de los agentes.
Por su parte, los entrevistados de la segunda fracción de la clase alta, quienes - como mencionamos- disponen de mayor capital económico, eligen espacios cerrados para su residencia. Una de las familias vive en una torre-country ubicada en las proximidades del centro y, la otra, en un barrio cerrado en las periferias de la ciudad. Destacan como aspectos positivos la seguridad que garantiza ese formato de residencia y la accesibilidad a una variedad de servicios que convierte al barrio en una “ciudad al interior de la ciudad”.
(...) Vivimos juntos en barrio Altos del Chateau, un barrio cerrado. (...) Sí, me gusta Altos del Chateau porque, bueno, vamos por la seguridad que ofrecen barrios de este tipo, y porque nos queda cerca de los espacios de trabajo, y es de fácil acceso por Costanera para el centro, y porque bueno, en definitiva, era un barrio con todas las posibilidades de un barrio cerrado (...) yo me mudé ahí para estar tranquilo, para estar feliz. (Entrevista 7: Segunda fracción, 65 años, Propietario de una concesionaria de camiones, Barrio cerrado Altos del Chateau) (...)
Bueno este barrio tiene todos los servicios ahí adentro porque es un complejo que tiene supermercados, cine, el shopping, peluquería, para lavar el auto, un taller, un hotel, restaurant... es casi una mini ciudad, contrasta con lo que yo estaba en Tierra Alta que llegaba, me había olvidado de comprar coca Zero y tenía que ir a Carlos Paz a comprarla… (Entrevista 8: segunda fracción, 57 años, Propietario de una empresa, Barrio Alto Verde)
Las valoraciones en torno a este tipo de espacios residenciales nos muestran cómo la seguridad se configura como una mercancía más, en tanto objeto producido para el consumo a través del mercado. La “tranquilidad” resalta como característica inherente de la urbanización privada, acompañada de disponibilidad de servicios que torna innecesario buena parte de las salidas al exterior.
Como mencionamos el espacio urbano puede ser interpretado como un sistema de recursos distribuidos desigualmente, así localizarse en un lugar o en otro, modifica las posibilidades de acceso a bienes y servicios y al desarrollo de actividades, introduciendo variaciones en el acceso a oportunidades de quienes lo habitan (Di Virgilio, 2011). En este sentido, nuestros entrevistados disponen de un conjunto de recursos (objetivados e internalizados) que les permiten habitar las áreas cercanas al centro con buena infraestructura y servicios (“lo positivo es la cercanía al centro”; “Lo que más me gusta es la ubicación, que está cerca de barcitos, de restaurantes, de la feria los domingos”) y/o espacios cerrados donde lo que cobra valor es la seguridad (“Bueno, vamos por la seguridad que ofrecen barrios de este tipo”). En ese sentido, el espacio, en particular la localización en la ciudad, constituye un capital más que producen diferenciaciones en las condiciones de vida y en el status social de los hogares, aún entre aquellos que pueden ser ubicados en un mismo estrato social en función de sus inserciones ocupacionales, ingresos o niveles educativos (Cosacov, 2015). Así, como plantea Natalia Cosacov, forma parte del capital locacional de un hogar, la accesibilidad que presenta su localización residencial. En este sentido, uno de los cruces entre espacio urbano y desigualdad social que ha sido menos evidenciado, es -como señala Segura (2012)- la forma en que los distintos sectores sociales experimentan cotidianamente la ciudad, el acceso desigual al espacio urbano, así como los tiempos y los medios para desplazarse.
Movilidad residencial y oportunidades laborales
La movilidad residencial intraurbana cobra vital importancia en el abanico de estrategias habitacionales desplegadas por las familias de clase alta. La movilidad residencial es una práctica ligada a la inserción de las familias en la estructura de clases y que, como tal, nos aproxima a las pautas y comportamientos típicos de los diferentes grupos sociales. (Di Virgilio, 2007). Así, analizar los procesos de movilidad residencial nos provee información sobre los éxitos o los fracasos obtenidos en las luchas por la apropiación del espacio urbano y, en general, sobre la trayectoria social de los hogares y sus miembros en la medida en que hábitat y habitus se encuentran estrechamente vinculados (Bourdieu, 2000). Entendida de esta manera, la movilidad residencial es el producto de las oportunidades habitacionales y de las necesidades y expectativas habitacionales de los hogares, las cuales están condicionadas por la posición que ocupa la familia en la producción y en el consumo, por el estilo de vida, por las preferencias de sus miembros, las redes de las que participan, las percepciones sobre su propia posición social y sobre las condiciones del hábitat, etc. (Di Virgilio, 2007).
(...) (Nos mudamos) por la distancia básicamente… la otra era casa, también propia, pero la distancia enorme, por los dos chicos, uno que ya está en la facultad, y el otro estudiante del Belgrano, así que… también está buena la vida alrededor de la escuela. (Entrevista 3: primera fracción, 52 años, Director de una Institución educativa, Barrio Providencia)
(...) Por supuesto lo más positivo que tiene (el barrio) es la cercanía con el centro y por lugar de trabajo y por todos los accesos que tenemos. (Entrevista 4: primera fracción, 60 años, Camarista, Barrio Jardín)
Las estrategias de reproducción social, como detallamos anteriormente, sólo pueden abordarse relacionalmente, ya que unas y otras se condicionan y complementan. En este sentido, las estrategias laborales de nuestros entrevistados que se definen por ocupar cargos de dirección y puestos jerárquicos con altas remuneraciones incidirán fuertemente en la localización de sus viviendas. Así, las oportunidades laborales, entre otros factores, inciden fuertemente en la movilidad residencial. De este modo, dos nuestros entrevistados, aun siendo propietarios, deciden movilizarse y relocalizarse como inquilinos.
(...) Si, mi casa principal es en Buenos Aires que es una casa grande con muchos metros, muchos cuartos es enorme, y en Córdoba por temas laborales decidí alquilar un departamento para no estar en un hotel porque eso me iba a hacer sentir más el desarraigo… muy chiquito, el departamento. (Entrevista 6: Primera fracción, s/d años, Asesora técnica Agencia de Promoción y Empleo, Barrio Nueva Córdoba)
(...) Esa casa (en Tierra Alta) está alquilada, y ahora por lo mismo que alquilé, me alquilé un departamento ahí en el noveno piso en Milenica II, ese es más o menos el seguimiento. (Entrevista 8: segunda fracción, 57 años, Propietario de una empresa, Barrio Alto Verde)
Como sugieren otras investigaciones realizadas en ciudades latinoamericanas (Dureau, 2002), si bien el acceso a la propiedad produce cierta estabilización de la población en la vivienda: la propiedad estabiliza aún más a los más pobres que a las familias acomodadas.
Trayectorias residenciales en ascenso
Como mencionamos, el concepto de trayectorias residenciales alude al conjunto de los cambios de residencia y/o localización de las familias en el espacio urbano. Su utilidad radica fundamentalmente en que facilita el abordaje de la capacidad de apropiación del espacio urbano. Las diferentes posiciones que las familias ocupan en el territorio, en general, y en el hábitat en particular, refleja -en parte- su posición en el espacio social. Tal como analizamos, las trayectorias residenciales de nuestros entrevistados se definen en términos ascendentes. Algunos pasan de inquilinos a propietarios mientras que otros nunca dejaron de serlo (sus padres eran propietarios y ellos pasan a serlo cuando se independizan y conforman su propia familia). En estos últimos la trayectoria residencial en ascenso está marcada más bien por la jerarquía social del tipo de vivienda.
(...) Cuando me casé pasé a vivir en una casa que compramos en Alto Alberdi a dos cuadras de la casa de mis padres, después compramos otra casa en Urca, después construimos en Las Delicias, y cuando me separé me fui a un departamento en el centro unos meses, después a una casa en Tierra Alta y ahora al departamento éste (en Milenica II) más grande porque alquilé la casa de Tierra Alta. (Entrevista 8: Segunda fracción, 57 años, Propietario de una empresa, Barrio Alto Verde)
Como se desprende del fragmento, algunos entrevistados pueden tornarse inquilinos circunstancialmente como parte de sus estrategias de movilidad espacial, aunque sin abandonar su condición de propietarios sobre la anterior vivienda.
Por otro lado, cabe agregar que las trayectorias residenciales ascendentes son indisociables del ciclo vital familiar, que en todos los casos corresponde a RH mayores de 46 años.
(...) Viví en Barrio Talleres Este, seccional 13 de Córdoba (...) Me casé a los 24 años, y me fui del barrio (...) Sí, me fui del barrio, ¿eh?!, y me fui a vivir al centro, con todo lo que quieras [risas], di un salto de calidad, un departamento en el centro… chocho de la vida (...) nos fuimos a vivir por el año ´81 al Cerro de las Rosas (...) En el Cerro de las Rosas hemos vivido en dos, en tres casas, porque nos hemos mudado de casa en la zona del Cerro, en tres casas. En definitiva 19 años hemos vivido en el Cerro. (...) (Actualmente) vivimos juntos en barrio Altos del Chateau, un barrio cerrado. Que está allá después de la Fico. Un barrio hermoso. (Entrevista 7: Segunda fracción, 65 años, Propietario de una concesionaria de camiones, Barrio cerrado Altos del Chateau)
Es decir, en los casos analizados confluyen la trayectoria de clase, la trayectoria residencial y el ciclo vital familiar.
Conclusiones
Durante la década de 1990, disminuyeron las investigaciones que tuvieron como objeto de estudio a las clases altas, debido a la emergencia de la pregunta por la “cuestión social”, la cual fue asimilada a los efectos del empobrecimiento y la marginalidad fruto de las reformas estructurales (Heredia, 2011). De este modo, la bibliografía de las ciencias sociales abocada al estudio de la estructura de clases ha tendido a concentrarse en los aspectos ligados a la pobreza y a las categorías sociales más bajas (Benza et al., 2016). En este marco, se han reducido los esfuerzos destinados a comprender la sociedad en su conjunto y el modo en que se articulan los diversos grupos sociales que la componen (Heredia, 2011). Sin embargo, investigar a las clases altas es de fundamental importancia para explicar cómo se reproduce el orden social desigual (Giovine y Capdevielle, 2014). Ya que como sostiene Antonio Cattani (2008) la reproducción de la pobreza no se da con independencia de la reproducción social de la riqueza. Así, el presente trabajo buscó, en un primer momento, a partir de la conformación del espacio social cordobés, delimitar diferentes clases sociales y fracciones de clases desde una perspectiva relacional, donde las clases se definen por la distribución desigual de distintos recursos. Desde esta mirada es necesario abordar no sólo las posiciones que ocupan las clases altas sino también las relaciones que los distancian y diferencian del resto de los sectores que integran el espacio social.
En la segunda sección del trabajo, a través del análisis de entrevistas en profundidad nos enfocamos en la clase alta, en la parte superior del espacio social cordobés, donde encontramos aquellas familias que poseen un alto volumen global de capital. Aquí, buscamos abordar las estrategias habitacionales, fundamentalmente los modos de acceso a la vivienda y los regímenes de tenencia, y las trayectorias residenciales de dichas familias.
Como analizamos, frente a las condiciones estructurales las familias despliegan un repertorio de respuestas, donde el margen de acción varía según la posición en la estructura social. En este sentido, las familias de clase alta del espacio social cordobés disponen de una diversidad de recursos (económico, cultural y social) que les permiten constituirse en propietarios de su vivienda. Sin embargo, la modalidad de acceso, el esfuerzo y el tiempo implicado en dicha tarea varían en función de las fracciones de clase. Las familias de la primera fracción -quienes disponen de menor capital económico- accedieron, en algunos casos, a través de créditos bancarios a su primera vivienda en calidad de propietarios. Mientras que otras lo hicieron a través de ahorros, herencia y/o ayuda familiar.
Las familias de la primera fracción de la clase alta habitan los barrios pericentrales de la ciudad. Remarcan como aspectos positivos la facilidad de acceso a los servicios y al trabajo, así como también, la permanencia en un barrio “tradicional” y; como aspectos negativos mencionan la inseguridad. Por su parte, los entrevistados de la segunda fracción de la clase alta, quienes -como mencionamos- disponen de mayor capital económico, eligen espacios cerrados para su residencia. Destacan como aspectos positivos la seguridad que garantiza ese formato de residencia y la accesibilidad a una variedad de servicios que convierte al barrio en una “ciudad al interior de la ciudad”. En este sentido, los habitus -forma incorporada de la condición de clase- de las familias de estas dos fracciones de clase explican los gustos diferenciales y la inclinación por cierto tipo de viviendas y de entornos residenciales.
Por último, cabe remarcar, que frente a la diversidad de investigaciones que abordan la segregación residencial de las familias de clases altas en este artículo no circunscribimos la mirada a los espacios residenciales cerrados. Más bien, buscamos analizar desde una mirada relacional las desigualdades al interior de la clase alta del espacio social cordobés y, a partir de allí, abordar las prácticas concretas y los modos diferenciales de acceso a la vivienda.
Bibliografía
Arizaga, C. (2000), “Murallas y barrios cerrados. La morfología espacial del ajuste en Buenos Aires” en Nueva Sociedad, núm. 166. Pp. 22-32.
Arizaga, C. (2005), El mito de comunidad en la ciudad mundializada: estilos de vida y nuevas clases medias en urbanizaciones cerradas. Buenos Aires, El Cielo por Asalto.
Arizaga, C. (2017), Sociología de la felicidad. Autenticidad, bienestar y management del yo. Buenos Aires, Biblios.
Arriaga, I. (2005), “Introducción” en Arriaga, Irma. (ed.) Aprender de la experiencia: el capital social en la superación de la pobreza, Santiago de Chile, CEPAL. Pp. 15-17.
Azpiazu, D., Manzanelli, P. y Schorr, M. (2011), Concentración y extranjerización. La Argentina en la posconvertibilidad. Buenos Aires, Capital Intelectual.
Beltrán, G. y Heredia, M. (2002), “La emergencia de los barrios privados en Buenos Aires. Algunas reflexiones sobre la distribución del espacio a partir de Simmel y Elías” en Apuntes de Investigación del CECYP, Nº 8, Junio, Buenos Aires. S/n.
Benza, G., Iuliano, R., Álvarez Leguizamón, S. y Pinedo, J. (2016), “Las clases sociales en la investigación social de la Argentina (2003-2014)” en Álvarez Leguizamón, Sonia et al. [coords.], Estudios sobre la estructura social en la Argentina contemporánea. [et al.]. 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CLACSO. Pp. 143-214.
Bonvalet, C. y Dureau, F. (2002), “Introducción. Los modos de habitar: unas decisiones condicionadas”, en Dureau, F., Dupont, V., Leliévere, E., Lévy, J., y, Lulle, T. [coords.], Metrópolis en movimiento. Una comparación internacional, Colombia: Alfaomega. Pp. 69-87.
Bourdieu, P. (1990), “Espacio social y génesis de las «clases»” en Bourdieu, Pierre [ed.], Sociología y cultura. México, Grijalbo. Pp. 281-309.
Bourdieu, P. (2000), La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Madrid, Taurus.
Bourdieu, P. (2007), [1993] “Efectos de lugar”, en Bourdieu, Pierre. [dir.], La miseria del mundo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. Pp. 119-124.
Bourdieu, P. (2010) [2000], Las estructuras sociales de la economía. Buenos Aires, Manantial.
Capdevielle, J. (2011), “El concepto de habitus: con y contra Bourdieu” en Revista Anduli. Núm. 10. Pp. 31-45.
Capdevielle, J. (2014), “Los grupos “desarrollistas” y su incidencia en el espacio urbano de la ciudad de Córdoba, Argentina (1990- 2013)” en Revista Terra Nueva Etapa. Vol. XXX.S/n.
Castells, M. (2004). La cuestión urbana. México: siglo XXI Editores.
Cattani, A. (2008), “Riqueza sustantiva y relacional: un enfoque diferenciado para el análisis de las desigualdades en América Latina” en Cimadamore, Alberto & Cattani, Antonio [coords.], Producción de pobreza y desigualdad en América Latina. Bogotá, CLACSO, Siglo del Hombre Editores. Pp. 205-213.
Carlos, A. F. Alessandri (1992), Repensando la geografía. La ciudad. San Paulo, Contexto.
Carlos, A. F. Alessandri (2005), “La utopía de la <>” en Scripta Nova. Vol. IX, Núm. 194 (01), Barcelona. S/n.
Carlos, A. F. Alessandri (2007), O Espaço Urbano: Novos Escritos sobre a Cidade. São Paulo, FFLCH.
Carlos, A. F. Alessandri (2011), “Da “organização” a la “produção” do espaço no movimento do pensamento geográfico”, en Carlos, A. F. Alessandri; Lopez de Souza, M. y Beltrăo Spósito, M. E. Beltrão [orgs.], A produçăo do espaço urbano. Agentes é procesos, escalas e desafíos. Săo Paulo, Contexto. Pp. 53-73.
Carlos, A. F. Alessandri (2013), A cidade contemporânea. Contexto, São Paulo.
Carlos, A. F. Alessandri (2014), “La ciudad como privación y la reapropiación de lo urbano como ejercicio de la ciudadanía” en Scripta Nova. Vol. XVIII, Núm. 493. Barcelona. S/n.
Castellani, A. & Schorr, M. (2004), Devaluaciones y dolarizadores. La construcción social de las alternativas propuestas por los sectores dominantes ante la crisis de convertibilidad. Argentina, 1999-2001. Buenos Aires, Mimeo.
Cervio, A. (2015), “Expansión urbana y segregación socio-espacial en la ciudad de Córdoba (Argentina) durante los años ‘80”, en Astrolabio, Nueva Época, Núm. 14. Pp. 360-392.
Champion, A. (1989), Counter urbanisation: The Changing Pace and Nature of Population Deconcentration.London,Edward Arnold.
Clichevsky, N. (2011), “Prólogo” En: Di Virgilio, M., Herzer, H., Merlinsky, G. y Rodríguez, M. [comp.], La cuestión urbana interrogada. Transformaciones urbanas, ambientales y políticas públicas en Argentina. Buenos Aires, Café de las Ciudades. Pp 9- 23.
Cosacov, N. (2015), “Más allá de la vivienda: los usos de la ciudad. Movilidad cotidiana de residentes en Buenos Aires” en Estudios socioterritoriales. Revista de Geografía Nº 18 julio-diciembre. Pp. 61-80.
Cravino M. (2007), Vivir en la villa. Relatos, trayectorias y estrategias habitacionales. Tesis doctoral. Tomo 3. Facultad de Filosofía y Letras – UBA.
Del Río, J. P. (2012), El lugar de la vivienda social en la ciudad: Un análisis de la política habitacional desde el mercado de localizaciones intra-urbanas y las trayectorias residenciales de los habitantes. Tesis presentada para la obtención del grado de Doctor en Geografía, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la educación.
De Imaz, J. (1962), Los que mandan. Buenos Aires, Eudeba.
Del Cueto, C. (2007), Los únicos privilegiados son los niños. Buenos Aires, UNGSPrometeo.
Di Virgilio, M. (2003), “Estrategias residenciales y redes habitacionales. El acceso a la vivienda de familias de bajos ingresos en el Área Metropolitana de Buenos”, en Congreso de la Latin American Studies Association, Dallas, 27 al 29 de Marzo.
Di Virgilio, M. (2007), Trayectorias residenciales y estrategias habitacionales de familias de sectores populares y medios en Buenos Aires. Tesis “para optar al Título de” Doctor en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.
Di Virgilio, M. (2011), “La movilidad residencial: una preocupación sociológica” en Revista Territorios. Bogotá. Núm. 25. Pp. 173-190.
Dureau, F. (2002), “Bogotá: unas estrategias residenciales muy diversas marcadas por un dominio desigual del espacio”, en Dureau F., Dupont V., Lelièvre E., Lévy J. P. y Lulle T. [coords.], Metrópolis en Movimiento: Una Comparación Internacional, Bogotá, Alfaomega. Pp. 96-102.
Freyre, M. (2013), “El capital social. Alcances teóricos y su aplicación empírica en el análisis de políticas públicas” en Revista Ciencia, Docencia y Tecnología, Vol. XXIV. Núm. 47. Pp. 95-118.
Gaggero, A., Schorr, M. y Wainer, A. (2014), Restricción eterna. El poder económico durante el kirchnerismo. Buenos Aires, Futuro Anterior.
Giovine, M. y Capdevielle, J. (2014), “La configuración de los sectores dominantes en el espacio social de Córdoba, Argentina (2011)” en Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas, julio-diciembre. Núm. 27. Pp. 165-182.
González De La Rocha, M. (2005), “México: Oportunidades y capital social”, en Arriaga, Irma. [ed.], Aprender de la experiencia: el capital social en la superación de la pobreza, Santiago de Chile, CEPAL. Pp. 61-97.
Gutiérrez, A. (1998), “Estrategia habitacional, familia y organización doméstica”. En Cuadernos de Antropología Social. Núm. 10, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Pp. 151-165.
Gutiérrez, A. (1999), “Reflexiones teóricas metodológicas en torno al análisis de la pobreza” en Ponencia presentada en el XXII Congreso ALAS.
Gutiérrez, A. (2005) “Acerca de la noción de capital social como herramienta de análisis. Reflexiones teóricas en torno a un caso empírico” en Perspectivas. Núm. 2. Pp. 7-26.
Gutiérrez, A. (2007), “Clases, espacio social y estrategias: una introducción al análisis de la reproducción social en Bourdieu”, en Bourdieu, P. Campo del poder y reproducción social, Córdoba, Ferreyra Editor, Colección Enjeux. Pp. 9-27.
Gutiérrez, A. (2008), “El capital social” en la pobreza: apuesta, medio y resultado de luchas simbólicas” en Pavcovich, P. y Truccone, D. [coords.], Estudios sobre pobreza en Argentina. Aproximaciones teórico metodológicas. Córdoba, Editorial Universitaria Villa María, Universidad Nacional de Villa María. Pp. 29-48.
Gutiérrez, A. y Mansilla H. (2015), “Clases y reproducción social: el espacio social cordobés en la primera década” en Política y sociedad, Revista de la Universidad Complutense de Madrid. Pp. 409-442.
Gutiérrez, A. y Mansilla H. (2016) (comp.), El espacio social de las clases y los instrumentos de reproducción social. Dinámicas del mercado de trabajo, el mercado de las políticas sociales, el mercado escolar y el mercado habitacional. Gran Córdoba 2003-2011, Documento de Trabajo, Córdoba, 2016. Disponible en: http://idh.unc.edu.ar/2017/03/27/el-espacio-social-de-las-clases-y-los-instrumentos-dereproduccion-social-documento-de-trabajo/[17 de septiembre de 2017].
Harvey, D. (2007a), Espacios del capital. Madrid, Ediciones Akal.
- (2007b) Urbanismo y desigualdad social. España, siglo XXI.
Heredia, M. (2005), “La sociología en las alturas. Aproximaciones al estudio de las clases/ elites dominantes en la Argentina” en Apuntes de Investigación del Cecyp. Año IX. Núm. 10. Buenos Aires.
- (2011), “Ricos estructurales y nuevos ricos en Buenos Aires: primeras pistas sobre la reproducción y la recomposición de las clases altas” en Estudios Sociológicos. Núm. 85. enero– abril.
Hernández, F. (2009), “Urbanizaciones privadas en América Latina, los ‘guetos’ del Siglo XXI. El caso del crecimiento de countries y barrios privados en la costa atlántica argentina”, en 12 Encuentro de Geógrafos de América Latina, Montevideo, Uruguay. Recuperado en http://observatoriogeograficoamericalatina.org.mx/egal12/Geografiasocioeconomica/Ge ografiaurbana/88.pdf. [17 de septiembre de 2017].
Lefebvre, H. (1969), El derecho a la ciudad. Barcelona,Ed. Península.
- (1972), La revolución urbana. Madrid, Alianza Editorial.
Molinatti, F. y Peláez, E. (2012), “Los patrones espaciales de los comportamientos de riesgo en la ciudad de Córdoba (Argentina)”, en Revista Brasileira de Estudos de População. Vol. 29. Pp. 37-52.
Núñez, A. (2009), “De la alienación, al derecho a la ciudad. Una lectura posible sobre Henri Lefebvre” en Revista THEOMAI. Estudio sobre Sociedad y Desarrollo. Segundo semestre, Núm. 20. Pp. 34-48.
Paredes, D. (2011), “Directorios cruzados: un estudio sobre la cúpula empresarial en la Argentina actual” en Revista trabajo y sociedad. Núm.16, Santiago del Estero. ene./jun.
Paredes, D. (2013), “Redes y poder económico: un análisis de la estructura de relaciones en la cúpula empresarial de Argentina”, X Jornadas de sociología de la UBA, 1 a 6 de Julio de 2013.
Renna Gallano, H. (2010), “Los movimientos sociales y la ciudad” en Revista Proposiciones, Pensar la ciudad. Núm. 37. Pp. 74-82.
Rodríguez Moyano, I. (2012) “Capital cultural y estrategias educativas de las clases altas de la ciudad de Buenos Aires”, en: Ziegler, S. y Gessagui, V. [comp.], Formación de las elites. Investigaciones y debates en Argentina, Brasil y Francia, Buenos Aires, Manantial; FLACSO. Pp. 147-163.
Segura, R. (2012), “Elementos para una crítica de la noción de segregación residencial socio económica. Desigualdades, desplazamientos e interacciones en la periferia de La Plata” en Quid16. Núm. 2. Pp. 106-132.
Svampa, M. (2005), La sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo. Buenos Aires, Taurus.
- (2008), Los que ganaron. La vida en los countries y barrios privados. Buenos Aires, Editorial Biblio.
Tecco, C. y Valdés, E. (2006), “Segregación residencial socioeconómica e intervenciones para contrarrestar sus efectos negativos: Reflexiones a partir de un estudio en la ciudad de Córdoba, Argentina” en Cuadernos de Geografía, Revista Colombiana de Geografía. Núm. 15. Pp. 53-66.
Tecco, C. y Bressan, J. (2002), “Cambios sociales y espaciales en tres asentamientos humanos periféricos del Gran Córdoba” en Primeras Jornadas de Estudios de Población y Sociedad de Córdoba: Centro de Estudios Avanzados (CEA) Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba.
Tiramonti, G. (2004), “La fragmentación educativa y los cambios en los factores de estratificación” en Tiramonti, G. [comp.], La trama de la desigualdad educativa. Mutaciones recientes en la escuela media, Buenos Aires, Manantial. Pp. 15-45.
- (2009), “Una aproximación a la dinámica de la fragmentación del sistema educativo argentino. Especificaciones teóricas empíricas” en Tiramonti, Gu. y Montes, N. [comp.], La escuela media en debate. Problemas actuales y perspectivas desde la investigación.Buenos Aires, Manantial, FLACSO. Pp. 25- 37.
Tiramonti, G. y Ziegler, S. (2008), La educación de las elites. Aspiraciones, estrategias y oportunidades. Buenos Aires, Paidós.
Topalov, C. (1979), La urbanización capitalista: Algunos elementos para su análisis. (Disponible en http://es.scribd.com/doc/52839153/Topalov-LaUrbanizacion-Capitalista [Consultado en: 2017, noviembre 1].
Torrado, S. (1992), Estructura social de la Argentina. Buenos Aires, Ediciones de la Flor.
Valdés, E. (1999), “La ciudad dual y los nuevos fragmentos urbanos: los guetos de la riqueza” en Administración Pública y Sociedad. Núm. 12. Pp. 1-16.
Valdés, E. (2007), “Fragmentación y Segregación Urbana. Aportes teóricos para el análisis de casos en la ciudad de Córdoba” en Ponencia. Primer Congreso de Geografía de Universidades Nacionales. 05 al 08 de junio de 2007. Río Cuarto.
Valdés, E. y Coch, M. (2009), “Tendencias de segregación residencial en metrópolis latinoamericanas intermedias al inicio del siglo XXI. Porto Alegre (Brasil) y Córdoba (Argentina)”, en Revista Lider. Vol. 15 Año 11. Pp. 85-104. Valdés, E., Capdevielle, J., Fernández, G., & Ferrari, E. (2017), Apropiación diferencial del espacio urbano residencial: reproducción social y estrategias habitacionales en el Gran Córdoba, Argentina. Urbano, No.35 mayo. pp. 44-57.
Vidal-Koppmann, S. (2007), Transformaciones socio-territoriales de la región metropolitana de Buenos Aires en la última década del siglo XX. La incidencia de las urbanizaciones privadas en la fragmentación de la periferia. Tesis de doctorado. FLACSO- sede Argentina. Doctorado en Ciencias Sociales.
- (2015) “Urbanizaciones privadas en zonas costeras: la costa atlántica argentina y las estrategias de ordenamiento territorial” en Revista: Argentina como Geografía. Vol. 1. Pp. 101-115.
Ziegler, S. (2004), “La escolarización de las elites: un acercamiento a la socialización de los jóvenes de sectores favorecidos en la Argentina actual”, en Tiramonti, G. [comp.], La trama de la desigualdad educativa. Mutaciones recientes en la escuela media. Buenos Aires. Manantial. Pp. 73-99.
- (2007), “Los de excepción: un retrato de las elecciones escolares de las familias de sectores favorecidos en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense”, en Narodowski, M. y Gómez Shettinni, M. [comp.], Familias y escuelas. Problemas de diversidad y justicia social. Buenos Aires, Manantial. Pp. 79-100.
Ziegler, S. y Gessaghi, V. (2012), La formación de las elites en la Argentina. Nuevas investigaciones y desafíos contemporáneos. Buenos Aires, Manantial. FLACSO.
GOBERNACIÓN DIRECCIÓN GENERAL DE ESTADÍSTICA Y CENSOS (2008). Anuario estadístico provincial, Córdoba en cifras. Documento en línea. Disponible en: http://web2.cba.gov.ar/actual_web/estadisticas/anuario2008/index.htm [Consultado en: 2013, diciembre 12].
WIKIPEDIA LA ENCICLOPEDIA LIBRE. Área Metropolitana de Córdoba. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81rea_Metropolitana_C%C3%B3rdoba [Consultado en: 2018, abril 23].
WIKIPEDIA. ENCICLOPEDIA COLABORATIVA DEL GRAN CÓRDOBA. NUESTRA CIUDAD. Disponible en: https://nuestraciudad.info/portal/Gran_C%C3%B3rdoba. [Consultado en: 2018, abril 23].
Anexo
Notas
La noción de estrategias habitacionales alude, de este modo, a las decisiones que toman las familias/unidades domésticas y los objetivos que ellas persiguen en materia de hábitat (Dansereau y Naváez- Bouchanine, 1993 en Di Virgilio, 2007). Aun cuando el marco explicativo que aquí se propone reconoce que en las estrategias habitacionales intervienen múltiples factores (política de vivienda, oferta de vivienda, dinámica del mercado de trabajo, ingresos, el momento del ciclo vital familiar, etc.) los individuos y las familias disponen en el transcurso de su vida de un mínimo de libertad de acción y de lucidez en sus prácticas de residenciales (Bonvalet y Dureau, 2002).