Artículos y Ensayos
Recepción: 09 Agosto 2022
Aprobación: 07 Diciembre 2022
Publicación: 03 Noviembre 2023
DOI: https://doi.org/10.48102/if.2023.v3.n1.248
Resumen: En este artículo se exploran las percepciones y experiencias del embarazo en la adolescencia y el proyecto de vida en adolescentes residentes en el estado de Morelos, a la luz de las desigualdades sociales en que éstas se enmarcan. Los resultados evidencian los vínculos entre el embarazo en la adolescencia y los proyectos de vida de las y los adolescentes con los procesos de desigualdad social. Igualmente, los hallazgos indican que el embarazo en la adolescencia es un potente indicador de desigualdades estructurales, generalmente previas a este evento y que lo dotan de sentido, cuestionando que éste sea —como tiende a presentarse en los discursos hegemónicos— un generador de pobreza.
Palabras clave: Embarazo adolescente, desigualdad social, adolescencia, proyecto de vida, derechos.
Abstract: This article explores the perceptions and experiences of adolescent pregnancy and life projects among adolescents living in the state of Morelos, considering the social inequalities in which they live. The results show the links between adolescent pregnancy and adolescents' life projects and the processes of social inequality. Likewise, the findings indicate that adolescent pregnancy is a powerful indicator of structural inequalities, generally prior to this event and which give it a certain meaning, questioning whether it is—as it tends to be presented in hegemonic discourses—a generator of poverty.
Keywords: Adolescent pregnancy, social inequality, adolescence, life project, rights.
Introducción
La incidencia del embarazo adolescente en México es un desafío importante no sólo de salud sexual y reproductiva, sino de derechos sexuales, reproductivos y humanos. Al respecto, diversos estudios han señalado que el embarazo en edades tempranas puede representar un riesgo bio-psico-social para la madre y el recién nacido y una mayor mortalidad materno-infantil (Fraser et al., 1995). El tema cobra mayor relevancia si se toma en cuenta que, en la última década en México, el ejercicio, el reconocimiento y la garantía de los derechos sexuales y reproductivos de éste y otros grupos poblacionales se han visto significativamente restringidos, lo que se refleja en el rezago en el descenso de los niveles de embarazo y de la fecundidad adolescente en relación con otros grupos de edad (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2019). Por ejemplo, según los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, la fecundidad de las mujeres pertenecientes al grupo de 15 a 19 años en México se ubica en 70.62 hijos nacidos vivos por cada mil mujeres (INEGI, 2019).
En las últimas décadas, diversos estudios (Stern, 1997; Stern y Menkes, 2008; Furstenberg, 2003) han enfatizado el complejo vínculo que existe entre el embarazo adolescente, la desigualdad social y los proyectos de vida de las y los adolescentes (Menkes y Sosa-Sánchez, 2016, 2022; Sosa-Sánchez, 2020; Rojas Martínez, 2021). En México, se ha señalado que, generalmente, las adolescentes que se embarazan ya habían desertado de la escuela antes del primer embarazo, con lo que se ha llegado a la conclusión de que éste no es la causa primordial de la interrupción de sus trayectorias educativas (Stern y Menkes, 2008; Llanes Díaz, 2012; Menkes y Sosa-Sánchez, 2016). Asimismo, algunos estudios han indicado que tanto el embarazo como la maternidad adolescentes se inscriben en la historia subjetiva y objetiva de las jóvenes; por lo tanto, sugerir que estos fenómenos son accidentales o no deseados reduce su comprensión y contribuye a conceptualizarlos en términos negativos o problemáticos (Le Van, 1998; Llanes Díaz, 2012).
En este sentido, se debe resaltar el importante impacto que tienen las desigualdades sociales imperantes en el México contemporáneo sobre el acceso y permanencia en el sistema escolar de este sector poblacional. Por ejemplo, según los datos de la ENADID 2018, “las personas que tienen de 15 a 19 años 60.8 % (6.9 millones) asiste a la escuela” (INEGI, 2019, p. 4). Esto implica un importante desafío para el Estado mexicano, dado el peso de la educación en el fomento de la inclusión social y la mitigación de la desigualdad (Vite Pérez, 2018).
En el caso del estado de Morelos, éste cuenta con una baja marginación y tasas de fecundidad y natalidad similares a la media nacional; además, es una de las entidades con menor proporción de nacimientos en mujeres de entre 10 y 19 años —el 17.5 % del total de nacimientos en mujeres en edad reproductiva (INEGI, 2013)—.2 Esto no significa, como veremos a lo largo de este artículo, que el embarazo adolescente y el rezago en materia de derechos y sexuales y reproductivos de las y los adolescentes, así como las importantes desigualdades sociales y de género prevalecientes en este estado —como en el resto del país—, no necesiten ser atendidas de modo riguroso y apremiante.
Andamiaje conceptual
Aunque no existe un consenso sobre la definición del concepto “proyecto de vida” y hay diferentes aproximaciones para su estudio, para este trabajo lo definimos como un sistema principal de la persona en su dimensionalidad esencial de vida, un modelo ideal-real complejo de la dirección perspectiva de su vida, de lo que espera o quiere ser y hacer, que toma forma concreta en la disposición real y las posibilidades internas y externas de lograrlo; define su relación hacia el mundo y hacia sí mismo, su razón de ser como individuo en un contexto y tipo de sociedad determinada (D'Angelo-Hernández, 1999, p. 32). Igualmente, es preciso enfatizar el carácter contingente y procesual del proyecto de vida cuando se trata de población adolescente (Suárez-Barros et al., 2018). Asimismo, cabe señalar que, desde los discursos sociales hegemónicos e institucionalizados, se ha caracterizado la ocurrencia del embarazo adolescente como un indicador de desigualdades, como un acto fallido en el proyecto de vida de las adolescentes, sin conocer el significado que tiene la maternidad a edades tempranas según la experiencia de quienes la viven (Mesías Rodríguez, 2021). Desde una perspectiva crítica, podemos afirmar que, cuando se analizan las experiencias de embarazo adolescente, el proyecto de vida puede y deber ser entendido como “una forma de combinación histórica y específica de la reflexividad agencial” (Aedo, 2012, p. 29). Siguiendo esta línea, se asume que los sujetos sociales son agentes que toman posturas intencionales y reflexivas ante las posiciones estructurales en las que nacen y crecen, construyendo así sus proyectos o cursos de acción (Aedo, 2012).
Desde hace varias décadas, se produce bibliografía especializada sobre el tema: diversos estudios han enfatizado el estrecho vínculo entre el proyecto de vida, las trayectorias reproductivas, el embarazo adolescente y las desigualdades sociales (Salvatierra López et al., 2005; Sosa-Sánchez, 2005; Stern y Menkes 2008; Menkes y Sosa-Sánchez, 2016, 2020, 2022; Mesías Rodríguez, 2021; Adaszko, 2005; Llanes Díaz, 2012).
En cuanto a las trayectorias reproductivas, éstas se definen como
la sucesión de acontecimientos reproductivos vividos por una mujer en un periodo determinado, los cuales incluyen el “flujo de experiencias reproductivas y las transiciones en torno a ella, tales como el inicio de la vida sexual, el inicio de la vida reproductiva, número de embarazos, partos y abortos, el tipo de atención materna pre y posparto y en el marco de qué tipo de relaciones de pareja se presenta cada embarazo”. (Muñoz, 2015, p. 65)
De tal suerte, las trayectorias reproductivas permiten evidenciar el impacto de las desigualdades sociales y las formas de exclusión en la vida sexual y reproductiva de las mujeres en contextos precarios y establecer vínculos entre la experiencia intersubjetiva de las mujeres con los contextos más amplios que condicionan sus experiencias. Esto es particularmente relevante para analizar de manera más cabal el fenómeno del embarazo adolescente, pues permite establecer conexiones entre las experiencias individuales y las desigualdades sociales, lo que visibiliza el carácter muchas veces estructural de éstas (lo que incluye no sólo las desigualdades socioeconómicas, sino también las relaciones y asimetrías de género).
Objetivo
En este artículo, se exploran las percepciones y experiencias del embarazo en la adolescencia y el proyecto de vida en adolescentes residentes del estado de Morelos a la luz de las desigualdades sociales en las que éstas se enmarcan. Asimismo, se revisan los vínculos de las desigualdades sociales con el proyecto de vida, las trayectorias sexuales y reproductivas de los adolescentes y el embarazo adolescente.
Método
Se realizó una investigación sociológica-interpretativa. Se llevaron a cabo veintiún entrevistas individuales y catorce entrevistas grupales en profundidad con adolescentes mujeres y hombres de 12 a 19 años en cuatro municipios del estado de Morelos que, en ese momento, eran considerados prioritarios por el Programa Nacional de la Prevención del Delito (PRONAPRED): Cuernavaca, Cuautla, Temixco y Jiutepec.
Se realizó un muestreo teórico para incluir a sujetos que contaran con características diferentes en términos de iniciación sexual, edad, escolaridad, residencia (rural-urbana), experiencias de embarazo adolescente y estado civil.3 Paralelamente, con la finalidad de incluir en el estudio a adolescentes que estuviesen fuera del sistema escolar —población considerada prioritaria, ya que es la que ha sido señalada por la bibliografía como aquélla en la que se concentra de manera significativa el embarazo adolescente— o que hubieran experimentado algún embarazo en la adolescencia, se recurrió a la técnica de bola de nieve (snow-ball sampling). Se realizaron catorce entrevistas grupales —en las que participaron noventa y dos adolescentes en total—: seis de ellas con mujeres, seis con hombres y dos mixtas. Tres de ellas tuvieron lugar en Cuernavaca, cuatro en Cuautla, cuatro en Temixco y tres en Jiutepec. Asimismo, se realizaron veintiún entrevistas individuales en profundidad: siete en Temixco, dos en Cuernavaca, siete en Jiutepec y cinco en Cuautla. Catorce de estas entrevistas se realizaron con mujeres y siete con hombres.
A partir de guías de entrevistas semi-estructuradas en profundidad, se indagó sobre el proyecto de vida, las trayectorias sexuales y reproductivas, las imágenes de futuro, la sexualidad y la salud sexual y reproductiva, así como sobre las percepciones y experiencias en torno al embarazo adolescente, la maternidad y la paternidad, enfatizando el contexto social en el que las trayectorias y decisiones sexuales y reproductivas de los participantes tienen lugar. Las guías de entrevista permanecieron abiertas a la incorporación de categorías emergentes relevantes para el estudio durante el trabajo de campo, y éste se dio por concluido cuando se alcanzó la saturación teórica (Glaser y Strauss, 1967).
Adicionalmente, a todas las y los entrevistados se les aplicó un cuestionario sociodemográfico para recabar su información con la finalidad de reconstruir el contexto demográfico y socioeconómico, el cual se utilizó para analizar los datos recolectados en las entrevistas.
La mayoría de las y los participantes del estudio fueron reclutados en escuelas, en talleres de intervención que se desarrollan en el marco del PRONAPRED en las colonias pertenecientes a los polígonos en los municipios antes mencionados, así como a través de organismos no gubernamentales (ONG) y gubernamentales vinculados con la población joven.
Las entrevistas fueron realizadas en espacios recreativos, escuelas, cafeterías y parques —según la preferencia de las y los participantes—. Fue un requisito el consentimiento informado de las y los participantes en el estudio —tanto para las entrevistas individuales como grupales— y se garantizó que toda la información proporcionada sería absolutamente confidencial y usada estrictamente para fines de investigación. En la fase de análisis y difusión de resultados, toda posible identificación de las y los participantes ha sido cuidadosamente anulada. Las entrevistas, grabadas y transcritas en su totalidad, fueron sistematizadas mediante el software Atlas-Ti.
El análisis de las narrativas privilegió el método propuesto por la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967). Desde esta perspectiva, el análisis puso un énfasis especial en la comparación constante de los datos, privilegiando un ir y venir entre los datos y la teoría. Para la codificación de las entrevistas, se buscó fragmentar el material según los temas identificados como centrales en la guía de entrevista: proyecto de vida, sexualidad, salud sexual y reproductiva, prevención y riesgos asociados a los embarazos adolescentes, relaciones de género, necesidades de información y de servicios en materia de salud sexual y reproductiva. En todos los casos, la idea central era desentrañar los mecanismos sociales subyacentes en los imaginarios, prácticas, percepciones y significados en torno al proyecto de vida, el embarazo adolescente, la sexualidad y la reproducción, poniendo especial énfasis en identificar las principales condicionantes sociales a las que tales mecanismos se vinculan.
La interpretación de las narrativas de las entrevistas individuales y grupales se sustentó después de sucesivas lecturas de cada testimonio: leyendo por códigos, por sujetos y por las voces identificadas como relevantes para las preguntas de investigación (Brown et al., 1989). Durante este proceso de sucesivas lecturas, nos sensibilizamos para oír y diferenciar voces contradictorias y disonantes. En una primera lectura detallada de cada trascripción, en la interrelación de nuestro marco teórico y de interpretación inductiva, identificamos voces que se apegaban a los significados dominantes, pero también otras voces que aludían a la emergencia de lo que podríamos denominar discursos transicionales, en los que se hacía referencia a cuestionamientos (sutiles o abiertos) a los discursos hegemónicos. Se prestó especial atención a la emergencia de esas voces en otras entrevistas durante las lecturas posteriores y a las contradicciones en cada testimonio.
La fase de realización de entrevistas se dio por terminada cuando los temas fueron saturados teóricamente y no emergían nuevas categorías (temas) relevantes y significativas vinculadas con el objeto central de la investigación. Se buscó complementar la información recabada durante el trabajo de campo, tomando en cuenta que las entrevistas individuales en profundidad pretenden, mediante la recolección de saberes privados, la construcción del sentido social de la conducta individual o del grupo referencial de las y los participantes (Alonso, 1999); mientras que, mediante las entrevistas grupales, se producen discursos particulares y controlados que remiten a otros discursos generales y sociales (discursos socialmente consensados), que reflejan las normatividades prevalecientes en determinados contextos (Alonso, 1999).
Si bien reconocemos la plasticidad, la historicidad y la heterogeneidad que quedan englobadas bajo las categorías “adolescencia” y “juventud”, así como su carácter problemático, dinámico y discontinuo, para este trabajo nos apegamos a la definición de las organizaciones internacionales que consideran como adolescentes a quienes se ubican entre los 10 y los 19 años. Asimismo, reconocemos que, pese a sus diferencias, las y los adolescentes, aunque con cierta variabilidad, comparten determinadas características, necesidades y problemáticas entre sí que los hace factibles de constituirse en un grupo específico de estudio.
Características de las y los participantes en las entrevistas grupales
La mayoría de las y los participantes (n=92) en las entrevistas grupales radican en Cuautla o Cuernavaca (28.3 %); en Temixco y Cuautla vive uno de cada cuatro de los participantes; el 14.1 % reside en Jiutepec. La mayoría (casi la mitad) tiene de 16 a 17 años; el 33.5 %, de 12 a 15 años, y el 18.9 %, de 18 a 19 años. La mayoría son mujeres (58.7 %); el 41.3 %, varones. Gran parte viven en familias nucleares (71.7 %) y son mayoritariamente solteros (90.2 %); sólo el 9.8 % están casados o viven en unión libre. Casi tres cuartas partes se declararon religiosos —el 70 % de ellos católicos—. Prácticamente todos son estudiantes (97.8 %); el 72.6 % cuenta con algún grado de preparatoria y el resto con algún grado de secundaria. El 44.6 % se encuentra trabajando —la mitad de ellos en negocios familiares o como vendedores—.
Únicamente el 8.7 % declaró haber experimentado un embarazo y el 7.6 % dijo haber tenido un hijo. Ocho habían pasado (ellas o sus parejas) por un embarazo en la adolescencia y ocho tenían un hijo. Todos conocían a alguien en su entorno cercano que había experimentado un embarazo en la adolescencia.
Con el fin de caracterizar el estrato socioeconómico de las y los participantes, se realizaron unas preguntas acerca de las condiciones de la vivienda para elaborar un índice socioeconómico básico. Casi la mitad pertenece al grupo socioeconómico medio o alto (46.7 %), el 38 % al bajo y el 15.2 % al muy bajo.
Características generales de las y los participantes de entrevistas individuales
Las y los participantes en las entrevistas individuales presentan un perfil heterogéneo. La mayoría tiene 18 o 19 años (52.4 %); el 38.1 %, 15 o 16 años, y el resto, de 12 a 15 años (9.5 %). El 28.6 % son hombres y el 71.4 % mujeres. La gran mayoría vive en familias nucleares (81 %), el 66.7 % son solteros, el 28.6 % viven en unión libre y el 4.8 % están casados. La mayoría se encontraba estudiando al momento de la entrevista (81 %); asimismo, la mayoría cuenta con algún grado de preparatoria (76.2 %) y el 23.8 % con algún grado de secundaria. El 42 % se encontraba trabajando, sobre todo en negocios familiares, como vendedores o como albañiles. El 52.4 % declaró algún embarazo; el mismo porcentaje tiene un hijo. Casi todos (90 %) conocen a una persona cercana que tuvo un embarazo en la adolescencia. Finalmente, el 40 % pertenece a un estrato medio o alto, el 30 % al bajo y otro 30 % al muy bajo.
Resultados
Los resultados sugieren que en las narrativas de la mayoría de las y los participantes tienden, en una primera instancia, a emerger imágenes de futuro y proyectos de vida vinculados al desarrollo personal, la movilidad social4 y la estabilidad económica a través de los estudios. Estas imágenes y proyectos de vida se contraponen con experiencias cercanas a sus contextos sociales vinculadas con la violencia, el desempleo, las dificultades económicas, los malos salarios y las condiciones precarias de vida; es decir, con pocas posibilidades de movilidad social a través de un proyecto de vida enfocado en los estudios. Las narrativas sugieren que las imágenes de futuro donde emergen proyectos de vida alternativos tienden a desvanecerse ante el contraste de las condiciones objetivas de vida de las y los participantes.
Los hallazgos sugieren que, si bien, desde las políticas públicas el embarazo adolescente tiende a conceptualizarse como un evento inherentemente indeseado y no planeado, e incluso como un riesgo a evitar, en las narrativas de las y los participantes el embarazo adolescente tiende a emerger como un evento no necesariamente accidental e incluso como un proyecto de vida subyacente acorde a las condiciones simbólicas y materiales de existencia. Así, el embarazo adolescente aparece en las narrativas —sobre todo en contextos de marcada precariedad social— como parte y continuidad de un proyecto de vida centrado en la maternidad y la conyugalidad. Incluso, el embarazo adolescente, en ciertas condiciones, es percibido y significado como un evento que puede transformar de manera positiva el proyecto de vida de las y los adolescentes.
Imágenes de futuro y proyectos de vida entre el deseo y la realidad: ser alguien, contextos de violencia y desigualdad estructural
Es relevante que en las narrativas producidas durante las entrevistas grupales tienden a predominar las imágenes de futuro asociadas a proyectos de vida vinculados al desarrollo personal, la movilidad social y la estabilidad económica a través de los estudios, especialmente entre aquellos participantes que se encontraban estudiando al momento de la entrevista:
P: ¿Por qué estudias y para qué?5
E: Estudio para aprender mejor y ser algo en la vida, y no andar trabajando de albañil como mis hermanos los más grandes.
P: ¿Ellos no estudiaron?
E: No, dejaron la escuela después de haber salido de la secundaria. (Entrevista individual 009; hombre adolescente, 19 años, Temixco)
P: ¿Para qué están aquí en la escuela?
Em1: Estoy aquí porque quiero tener una carrera como químico laboratorista [...] recibo el apoyo de mi papá; él me dice: “estudia, échale ganas para salir adelante”. A mí me gustaría llegar a ser alguien, aparte de que ya lo soy, pero ser alguien, por ejemplo, ser un químico. (Entrevista grupal 004; mixta, Cuautla)
En estas imágenes de futuro, en términos generales, el tener hijos, la maternidad y la paternidad ideales se asocian con un panorama en el cual ese proyecto de vida alternativo —basado en los estudios para lograr un mejor trabajo y estabilidad económica— ya esté realizado:
P: ¿En qué momento les gustaría tener hijos?
E1: Como a los 23.
E2: Cuando acabe mi carrera.
E3: Con un trabajo estable.
E4: Cuando ya esté bien, cuando sea grande.
E5: Cuando acabe mis estudios, tenga una casa, todo solucionado. (Entrevista grupal 002; hombres, Cuernavaca)
P: Las chicas que sí desean tener hijos, ¿en qué momento creen que les gustaría ser madres?
E1: A mí me gustaría ser mamá, después de terminar todos mis estudios y ya, de ahí que tenga un trabajo, que yo sepa mantenerlo sola. (Entrevista grupal 003; mujeres, Cuernavaca)
Sin embargo, las narrativas e imágenes de futuro donde coexisten realizaciones personales y estabilidad económica a través del estudio —y que preceden en el imaginario de las y los participantes la llegada de los hijos— se contraponen con lo que observan en sus contextos sociales. Esto es, con experiencias que les resultan familiares, en las cuales predominan situaciones vinculadas con la violencia, el desempleo, las dificultades económicas, malos salarios y condiciones de vida precarias a pesar de contar con estudios; en fin, pocas posibilidades reales de movilidad social a través de un proyecto de vida enfocado en los estudios. Esto puede ser apreciado en el siguiente testimonio obtenido durante una entrevista grupal:
P: ¿Para qué están aquí en la escuela?
Em1: Al principio, sí tienes una idea más o menos, pero, como decía ella, se va acabando, viendo, no sé, la sociedad y dices “no, no hay trabajo ni nada”; y más que nada pues estamos aquí para pasar el tiempo o para simplemente no trabajar; si no estudio, trabajo, entonces, mejor estudio, no trabajo.
Eh3: Tengo una idea más o menos de lo que quiero ser en mi vida; y el estudio, creo que todos estudiamos para salir adelante, en esta situación de que no hay trabajo, para conseguir algo.
Eh1: Yo la verdad estaba en la misma idea, [estoy aquí] una parte nada más por hacer algo; sí me están dando la oportunidad y hay que aprovechar, si no, no estaría aquí haciendo mis extraordinarios. Pero sí, la mayoría del tiempo es para no estar ahí en mi casa, haciendo los quehaceres; o sea sí cuando tengo los ratos libres, sí ayudo, pero no me gusta casi ayudar; pero sí es más para perder el tiempo.
Eh4: Cada quien tiene su forma de vida, lo de venir a la escuela, muchos [vienen] para una carrera, otros para no estar en su casa, otros para ver a sus amigos y salir a los bares, probar cosas que no conocen, y echar relajo, no se quedan estudiando, pero luego se les va a acabar, ya no va a haber recursos a lo mejor y hasta ahí se van a quedar. (Entrevista grupal 004; mixta, Cuautla).
Como se aprecia en los testimonios anteriores, si bien estudiar, es decir, estar insertos en el sistema escolar, emerge en los testimonios como un eje central del ser joven y como un medio para llegar a “ser alguien en la vida”, también aparece como una estrategia usada por las y los adolescentes —sobre todo en el caso de aquéllos provenientes de contextos marginales— para poder acceder a la moratoria social de ser un adolescente (“para pasar el tiempo”), retrasar —cuando las condiciones económicas se los permiten— la entrada al mercado de trabajo o para eludir otras actividades no deseadas por esta población.
Es preciso señalar que, si bien la violencia no se consideró un tema relevante durante la elaboración inicial del proyecto de investigación ni para la construcción de las herramientas de campo, el contexto de marcada violencia que se vive en el país en general y en los municipios en donde se llevó a cabo el estudio contribuyó a que, durante el trabajo de campo, la violencia constituyera una categoría emergente. En las narrativas durante las entrevistas grupales e individuales, surgieron diversos episodios y referencias a experiencias relacionadas con la inseguridad y la violencia imperantes en México y en Morelos. En este sentido, la violencia emergió acompañada de la percepción de imaginarios en torno a los miedos frecuentes que los adolescentes tienen:
P: ¿Alguien más que quiera decir algo sobre lo que estamos hablando, sobre los miedos y temores que tienen las y los adolescentes?
Eh1: Bueno hay miedos a la delincuencia y eso, a que te asalten o te secuestren. (Entrevista grupal 002; mixta, Cuautla).
E: No quiero irme [migrar] y están planeando llevarme, por mi seguridad. Tuve un atentado de secuestro dos veces. Es más que nada por seguridad y mi mamá ya me quiere tener allá [en Estados Unidos]. Me siguieron desde la secundaria hasta mi casa; yo iba a la Cuitláhuac y vivo en San José; me siguieron, me di cuenta y me empezaron a hablar y tuve que sacar las tijeras y empecé a gritar y a correr. Esa persona iba atrás de mí. Como pude me metí a una casa que no conocía, me auxiliaron y hablé a mi casa. Pasó tiempo y apenas, no tiene mucho, intentaron secuestrarme afuera de mi casa, un taxista; abrió la cajuela y me forcejeó, me toqueteó. (Entrevista individual 016; mujer, Cuautla)
Si bien diversos estudios han señalado que vivir en contextos de violencia tiene efectos sobre el bienestar social y psicológico y sobre el tejido social (Posada y Parales, 2012), el clima de violencia e inseguridad prevaleciente, tal como emerge en las narrativas de la población participante, indica que la violencia tiene efectos en la manera en la que las y los adolescentes construyen y significan sus proyectos de vida. En este sentido, aún se desconoce la magnitud del impacto de este clima de violencia en la vida de los sujetos sociales y en su transcurrir como generación (colectividad) para éste y para otros grupos poblacionales, por lo que futuros estudios de este tipo, con población adolescente, deben sondear estos puntos.
Embarazo adolescente y proyecto de vida: entre el accidente y la búsqueda del mismo
Pese a que desde las políticas públicas el embarazo adolescente es definido invariablemente como un problema (social, de salud, etcétera), en las narrativas de las y los participantes, este evento no es definido generalmente ni significado categóricamente como tal. Al respecto, es preciso resaltar una diferencia significativa entre los discursos producidos durante las entrevistas grupales e individuales. En las primeras —consecuentes con la técnica de recolección de información que alude a discursos socialmente consensados—, se observó una tendencia a presentar los embarazos adolescentes como la causa de “arruinarse la vida”. Esto incluye la posibilidad de truncar otros planes y proyectos de vida diferentes a la maternidad o paternidad, por lo que emerge así la percepción de que es un evento del cual las mujeres deben protegerse (y evitar), y del cual ellas son las principales responsables. En este sentido, la prevención de embarazos continúa siendo percibida como una responsabilidad femenina, lo que nos lleva a poner al centro la persistencia de las desigualdades de género en las prácticas de prevención de los mismos:
Em: Las mujeres no se deben de atontar mucho, porque hay más hombres en este mundo. Tienen que pensarlo muchas veces [para tener relaciones sexuales], porque no por una persona van a arruinar su vida, ¿qué tal que queda embarazada y le dice el chavo “tú tuviste la culpa porque te acostaste”? (Entrevista grupal 003; mujeres, Cuernavaca)
Al profundizar en los testimonios de las entrevistas —sobre todo de las individuales—, el significado de “arruinarse la vida”, desde la perspectiva de las y los participantes, evidencia que el embarazo adolescente es percibido principalmente como un evento disruptivo que añade nuevas dificultades —sobre todo económicas y de uso de tiempo— a la vida de los y las adolescentes, limitando el tiempo destinado a la diversión y el esparcimiento (disfrutar la vida). El carácter disruptivo de este evento, si bien aparece en ambos sexos, en las mujeres está más vinculado al cuidado del bebé; en los hombres, en general, emerge asociado a la necesidad de trabajar más para afrontar las necesidades económicas que genera:
P: ¿Y tú crees que el embarazo hace más difícil la vida?
E: Yo digo que sí, porque dejas de hacer muchas cosas, muchas. (Entrevista individual 013; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 18 años, Jiutepec)
P: ¿Qué es lo que sería importante hacer antes de tener un hijo o de pensar en embarazarte, según la opinión de ustedes?
E1: Primero, disfrutar tu vida, terminar tus estudios, porque muchas se embarazan a una edad muy temprana y no disfrutan su vida, y cuando ya tienen sus hijos dicen: “es que yo me quiero divertir”. (Entrevista grupal 001; mujeres, Cuernavaca)
Así, el embarazo en la adolescencia, desde la perspectiva de las y los participantes, constituye un evento que marca un límite claro —altamente generizado— entre la juventud y la adolescencia, constituyéndose en una transición, un cambio que limita el uso del tiempo (la moratoria social) y las actividades de esparcimiento que realizaban antes del embarazo. Las narrativas sugieren que un embarazo en la adolescencia para las mujeres significa la ineludible expulsión de la adolescencia (lo que no necesariamente ocurre entre los varones):
P: ¿Y tú te consideras un adolescente?
E: Ahorita ya en mi etapa de que ya está mi bebé, pues aún sí, porque puedo divertirme, pero con un grado más de medición. No tanto como antes cuando estaba soltero; o sea lo de divertirme no se me va a quitar por haber tenido una niña; puedo seguirme divirtiendo como me divertía antes, no tomo, nada más me dedico al fútbol. (Entrevista individual 019; hombre con experiencia de embarazo adolescente, 19 años, Cuautla)
Sobresale que, en las definiciones del uso del tiempo, la adolescencia y la dimensión de género, hay una articulación importante. Todas las participantes que han experimentado un embarazo en la adolescencia dejan de considerarse como tales; el uso de tiempo dedicado a la diversión se ve, en general, anulado. En contraparte, en el caso de los participantes hombres que han sido padres en la adolescencia, esta separación no es tan tajante, como se observa en el testimonio anterior; incluso, éstos, en general, siguen teniendo espacios de esparcimiento y uso de tiempo dedicados a la diversión; por lo tanto, se siguen autodefiniendo —y son identificados socialmente y entre el grupo de pares— como adolescentes.
E: La adolescencia es una etapa que debemos disfrutar, pero sin tener más que nada responsabilidad como un hijo, porque al tener un hijo ya es una responsabilidad y se termina todo lo que es la adolescencia, como dicen de un día al otro ya nos convertimos en mujeres. (Entrevista individual 015; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 15 años, Jiutepec)
En los casos en los que las adolescentes que experimentaron un embarazo no estaban conscientes de la relación entre el embarazo adolescente y el fin de la adolescencia, el entorno social (comunitario, vecinal, etcétera) les hizo saber que habían dejado de ser adolescentes al embarazarse:
E: De hecho, hasta a mi hermana le criticaron [sus compañeras de escuela]; y me hacían burla, que yo ya no iba a ser una adolescente, que ya iba a ser una señora, y que la señora y su chamaco. (Entrevista individual 013; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 18 años, Jiutepec)
En el caso de los y las participantes en las entrevistas individuales provenientes de contextos sociales altamente marginados, el embarazo, cuando no está precedido de una unión, lo está de la deserción escolar —haber dejado la escuela por motivos económicos o simbólicos, ya que estudiar no tiene sentido dadas las condiciones objetivas de vida—. En estos casos, generalmente el hombre se encuentra inserto en el mercado laboral y el embarazo resulta como consecuencia “lógica” de iniciar las relaciones sexuales y de asumir que “lo que sigue” es formar una familia propia.
A partir de la existencia de experiencias de embarazo adolescente en el entorno (de personas conocidas, familiares, el grupo de pares, etcétera), emergen discursos que sugieren que el embarazo en la adolescencia no necesariamente significa renunciar ineludiblemente a la realización de un proyecto de vida que implique continuar con los estudios. Es relevante señalar que los testimonios, tanto grupales como individuales, sugieren que las reacciones positivas —o al menos no desaprobatorias— del entorno social y familiar ante un embarazo adolescente tienen un impacto favorable en la decisión de las mujeres, especialmente, de continuar sus estudios aun estando embarazadas. Así, las narrativas indican que, además de las dificultades económicas que puede conllevar un embarazo en la adolescencia, las reacciones del entorno social y escolar (lo que incluye a las autoridades escolares y al grupo de pares) juegan un rol importante en la decisión de las adolescentes embarazadas de dejar o continuar la escuela, lo cual debe ser tomado en cuenta por las políticas públicas:
P: Aquí [en la escuela], ¿recibiste algún apoyo?
E: Sí, con mis amigas y con los maestros.
P: ¿Qué tipo de apoyo?
E: Apoyo moral, porque ellos me hacían sentir bien, me acariciaban mi panza los maestros y todo eso; o sea, moral más que nada. (Entrevista individual 020; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 17 años, Cuautla)
Sobresale que la mayor parte de los testimonios indica que entre las y los participantes en el estudio no tiende a percibirse de manera categóricamente negativa el embarazo adolescente. Incluso —pese a que, en las narrativas de las y los jóvenes con experiencias de embarazo, inicialmente emerge el miedo ante la desaprobación social por parte del grupo de pares—, las experiencias con el grupo de pares posteriores o durante el embarazo indican que no existe una percepción negativa por parte de éstos frente a las adolescentes que experimentan un embarazo:
P: ¿Y cómo viviste tu embarazo, estando en la escuela? ¿Cómo te veían tus compañeras, compañeros?
E: La experiencia en la escuela fue de que nunca me hicieron el feo, siempre me apoyaban, mis compañeros me apoyaban mucho [...] lo que sea de cada quien, mis compañeros y compañeras me ayudaban, me cuidaban. (Entrevista individual 002; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 15 años, Jiutepec)
Así, tanto en los discursos individuales como grupales, emerge que cada vez, con más frecuencia, este grupo de población percibe como normal compartir espacios escolares con mujeres adolescentes embarazadas.
En los testimonios de las y los participantes del estudio que han experimentado un embarazo en la adolescencia, éste es concebido como un evento que incluso puede transformar positivamente las expectativas de vida, dotando de sentido el desarrollo de un proyecto de vida que incluya aspiraciones educacionales y laborales más elevadas, las cuales son percibidas como un medio para mejorar la calidad de vida de las personas involucradas en el mismo:
P: ¿Y cómo fue esta decisión de seguir estudiando (aun con el embarazo)?
E: Me di cuenta de que sin estudios no puedes tener un buen trabajo, y sí quiero darle lo mejor a mi hija. Necesito seguir estudiando para sacarla adelante y tener un buen trabajo.
P: ¿Cómo te ves en cinco años?
E: Dándole lo mejor a mi hija, un futuro bien para ella. (Entrevista individual 001; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 15 años, Temixco)
E: A mí me gustaría tener mi carrera de doctora y, si Dios quiere y lo permite, sí lo voy a lograr por mi bebé; mi meta es seguir estudiando y llegar a tener una carrera. (Entrevista individual 002; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 15 años, Jiutepec)
En las narrativas de las y los participantes en las entrevistas individuales, se observa que el embarazo adolescente es un evento que, aunque no es siempre activamente buscado, no tiende a ser generalmente prevenido.6 Así, el embarazo adolescente es percibido y presentado en las narrativas de las y los participantes como un evento que solamente sucede, por lo cual sólo resta hacer frente a esta situación. Incluso, en ocasiones, en el caso de las y los participantes de las entrevistas individuales que experimentaron un embarazo en la adolescencia, sus narrativas —especialmente las de quienes consideraban estar en una relación de noviazgo estable o de unión libre— sugieren la existencia previa de planeación y el deseo del embarazo —volveremos sobre este punto más adelante—:
P: ¿Cómo supiste que ella estaba embarazada?
E: Porque lo hablamos y dije: “sí, está bien, hay que intentar [embarazarse]”. Fueron dos veces que pasó así, ya no usé el método y al mes empezó. O sea, no fue así de “¡ay, pues pasó y no manches!”, no, porque yo le dije “¿sabes qué?, ¡pues va!”. (Entrevista individual 018; hombre con experiencia de embarazo adolescente, 19 años, Jiutepec)
Los testimonios anteriores son inteligibles en un contexto donde la maternidad, la paternidad y la conyugalidad tienden a ser todavía construidas y percibidas como una importante fuente de reconocimiento social y de reafirmación de las identidades de género, ante la falta de otras opciones de realización. Es preciso también subrayar que las entrevistas individuales con las mujeres adolescentes que experimentaron al menos un embarazo en la adolescencia y que provienen de contextos sociales altamente desfavorecidos sugieren, frecuentemente, que el embarazo en la adolescencia tiene lugar dentro de uniones conyugales que lo preceden. Estas uniones pueden ser conceptualizadas como mecanismos o estrategias a través de los cuales las adolescentes intentan salir de situaciones y entornos conflictivos o violentos que se originan sobre todo en sus núcleos familiares. Sobre este último punto, sobresale un testimonio obtenido durante una entrevista grupal, en el cual se expresan, a través de la construcción de una historia colectiva, las razones que puede tener una adolescente para embarazarse:
P: ¿Por qué otra razón, una mujer adolescente como María quiere tener un hijo ahora?
E1: Porque le gustan los niños.
E2: Porque se quiere salir de su casa.
P: ¿Ustedes conocen a alguien que se embarazó para salirse de su casa?
E1: Yo conocí a una chava que tenía su novio, y ya faltaba como un mes para sus quince años; entonces fueron con sus papás y le dijeron que ella estaba embarazada y que ya se iba a ir con su novio y ya no le hicieron los XV años; pero no estaba embarazada, nada más lo inventó, como pretexto para salirse de su casa. (Entrevista grupal 003; mujeres, Cuernavaca)
Es preciso resaltar que las uniones tempranas también son incentivadas por contextos sociales en donde la conyugalidad es altamente valorada, vista como un proyecto de vida medular y como una transición importante a la adultez, y en donde la posibilidad concreta de acceder a otras oportunidades que favorezcan un proyecto de vida distinto a la unión y la maternidad o paternidad se reduce y carece de sentido, ya que no son acordes con las condiciones objetivas de vida.
En estos casos, el embarazo no es percibido como un evento disruptivo, sino que emerge en las narrativas como la continuidad lógica de un proyecto de vida cuyo nodo central está constituido por la vida conyugal y la conformación de una familia, eventos que también son centrales en la reafirmación de las identidades genéricas (masculinas y femeninas) acordes con las expectativas sociales del entorno y las condiciones objetivas de vida.
P: ¿Y desde hace cuánto que trabajas?
E: Empecé a trabajar chiquito con mi tío, tiene un carro de agua. Empecé a trabajar porque me gustaba comprarme mis cosas, ser independiente. Después empecé a trabajar porque era necesidad, y ahorita igual por mi hija, más que nada, por mi hija y por mi esposa. (Entrevista individual 019; hombre con experiencia de embarazo en la adolescencia, 19 años, Cuautla)
P: Decías que desde que dejaste la escuela, en la secundaria, te pusiste a trabajar.
E: Sí, empecé a trabajar de jardinero.
P: ¿Y crees que la vida se hace más difícil cuando se vive un embarazo adolescente?
E: A mí no se me hizo difícil, porque ya estaba acostumbrado a trabajar. (Entrevista individual 017; hombre con experiencia de embarazo en la adolescencia, 18 años, Temixco)
Si bien las narrativas de los y las participantes sugieren que la maternidad como proyecto de vida central de las mujeres ha sido significativamente erosionado —respecto a momentos históricos precedentes—, la maternidad como proyecto aún coexiste con proyectos de vida alternativos que suelen ser, en ciertos contextos sociales, frágiles, marginales y poco cimentados debido a las condiciones objetivas de vida restringidas. En consecuencia, las narrativas de los y las participantes con experiencias de embarazo en la adolescencia aluden a que el embarazo en la adolescencia es un evento que resulta común y familiar en sus contextos sociales; pese a que, en su entorno, se hubiese deseado o pensado en la posibilidad de seguir otros proyectos de vida centrados en el desarrollo y la movilidad social a través de los estudios, las condiciones de vida dificultan que éstos se concreten:
P: ¿Entre tus amigas llegaban a platicar sobre tener hijos algún día?
E: Sí, ellas decían que no iban a tener hijos, que ellas iban a seguir estudiando; pero la mayoría de mis amigas ya tienen hijos ahorita. (Entrevista individual 012; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 15 años, Temixco)
Frecuentemente, en las narrativas de las y los participantes con experiencias de embarazo en la adolescencia, este evento está asociado a un deseo de embarazo, lo que sugiere que éste no es necesariamente accidental, sobre todo en contextos de marcada precariedad social. En dichas narrativas, el embarazo emerge como parte y continuidad de un proyecto de vida centrado en la maternidad y la conyugalidad:
E: Le decía [a mi novio] “¡ay, quiero saber lo que se siente tener un bebé!”, y él me decía “estamos muy chicos”, y yo decía “pues sí, pero también me gustaría sentirlo”. Hasta que una vez los dos dijimos que lo íbamos a intentar, y quedé embarazada. (Entrevista individual 013; mujer con experiencia de embarazo adolescente, 18 años, Jiutepec)
Sin embargo, la aparición en las narrativas de la búsqueda de un embarazo entre la población adolescente lleva a problematizar este “deseo de embarazo” y entenderlo en los contextos sociales y condiciones de vida en donde tiene lugar, los cuales lo tornan posible y lo dotan de sentido. Este contexto incluye, sin lugar a dudas, la falta de acceso real —no sólo discursivo— a oportunidades vinculadas a otros proyectos de vida socialmente valorados, más allá del matrimonio y la maternidad o paternidad. Esto nos lleva a plantear la superposición discursiva de proyectos de vida vinculados a los estudios y el desarrollo personal con la existencia subyacente de proyectos de vida fácticos centrados en la maternidad o paternidad, acordes a las condiciones simbólicas y materiales de existencia.
Discusión y conclusiones
Los resultados presentados en este artículo sugieren que el embarazo en la adolescencia no es siempre un evento accidental y puede representar, para las y los adolescentes en ciertos contextos sociales, un acto potencialmente estratégico de identidad, como lo ha señalado Ana María Fernández (2009). Esto no significa que la búsqueda de embarazo durante la adolescencia no deba de ser problematizada, pues debe evidenciarse su raíz sociocultural y sus vínculos con la existencia de diversas desigualdades sociales. La búsqueda del embarazo y el deseo que expresan las y los participantes de embarazarse en la adolescencia tienen que ser entendidos a partir de los aspectos simbólicos asociados al evento y los contextos sociales —mayoritariamente precarios y marcados por desigualdades sociales, entre ellas las desigualdades de género—, que los tornan posible y que los dotan de sentido.
Como sugieren los testimonios analizados, la ocurrencia del embarazo en la adolescencia es inteligible, concuerda y es compatible con las condiciones objetivas de vida de los sujetos, las cuales tienden a producir principios de visión y de división de mundo acordes a éstas (Bourdieu, 1994). Las condiciones materiales y simbólicas de vida de las y los adolescentes restringen significativamente la posibilidad real —dejando de lado discursos meritocráticos— de acceder a otros proyectos de vida vinculados con el desarrollo personal a través de los estudios. Esto repercute en la deserción escolar, en la entrada temprana al mundo laboral para las y los adolescentes, y en la entrada al mercado conyugal para ellas, lo que, en muchas ocasiones, como vimos, precede en general al embarazo y dota de sentido su ocurrencia en la adolescencia.
Esto nos lleva a visibilizar que las condiciones de exclusión y de miseria estructural prevalecientes en el México contemporáneo, en general, y en los municipios estudiados, en particular, dificultan el desarrollo de proyectos de vida alternativos a la maternidad y a la unión conyugal, pese a la prevalencia de discursos sociales que imponen ciertas expectativas y metas en el imaginario social —aunque éstos no brindan acceso real a importantes sectores de la población a los medios para alcanzarlas— (Adaszko, 2005; Cherrington y Breheny, 2005). A este contexto de precariedad social se suma el contexto creciente de violencia e inseguridad que prevalece en México, lo que puede incidir en los proyectos de vida de los y las jóvenes y en cómo construyen la transcendencia a través del significado de los hijos o de las uniones tempranas; lo que, sin lugar a dudas, debe tomarse en cuenta en futuros estudios sobre estas temáticas.
Asimismo, si bien los discursos de las instituciones políticas, médicas y escolares —por mencionar algunas— indican que el embarazo en la adolescencia debe ser prevenido, estas instituciones no han sido capaces de articular estrategias efectivas para que las y los adolescentes que desean postergar la maternidad o paternidad e invertir en proyectos de vida alternativos (no centrados en la conyugalidad y la maternidad o paternidad) cuenten con los recursos cognitivos, materiales y simbólicos para hacerlo. Incluso, las narrativas de las y los adolescentes participantes parecen sugerir la superposición discursiva de proyectos de vida, la cual debe tomarse en cuenta en futuras investigaciones sobre este tema.
Estos hallazgos nos apremian para realizar una reflexión colectiva que permita visibilizar y problematizar que no es el embarazo adolescente per se el que vulnera o pone en riesgo a los y las adolescentes. Más bien, siguiendo a Fernández (2009), podemos afirmar que la vulnerabilidad y los riesgos comúnmente asociados al embarazo en la adolescencia son producidos por el desamparo político y social (frecuentemente previos al embarazo) altamente generizado y que son el nodo central que genera estrategias de fragilización social, subjetiva y corporal que son organizadas socialmente y que deben ser combatidas social, colectiva y políticamente.
Lo antes mencionado significa invertir la lógica de análisis de los discursos dominantes, que conceptualizan el embarazo en la adolescencia como causa o generador de pobreza; ya que, a partir de los resultados de este estudio y de muchos otros realizados en el mundo (Nauar, 2003; Stern, 1997; Stern y Menkes, 2008; Cherrington y Breheny, 2006; Medina y Ortiz, 2018), podemos afirmar que el embarazo en la adolescencia es un indicador, un resultado de exclusión y desigualdades estructurales generalmente previas a este evento y que lo dotan de sentido; es decir, que no es necesariamente —como tiende a presentarse en los discursos hegemónicos— la causa de la pobreza, condición que frecuentemente lo precede.
Esto también implica reconocer las relaciones entre las trayectorias y prácticas sexuales y reproductivas de la población adolescente y los diversos factores socioculturales, políticos y económicos que producen los procesos de vulnerabilización (Fernández, 2009; Stern y Menkes, 2008; Vite Pérez, 2018; Menkes y Sosa-Sánchez, 2020, 2016; Mesías, 2021), lo que ha llevado a concluir que difícilmente se puede incidir en las prácticas y trayectorias sexuales y reproductivas de los y las adolescentes sin transformar las estructuras de desigualdad social —tomando en cuenta su interacción e intersección—, dado que éstas condicionan la ocurrencia, el significado y los resultados de dichas trayectorias y prácticas (Adaszko, 2005).
Consideramos necesario enfatizar que el contexto actual de precariedad social, de violencia, inseguridad e incertidumbre prevaleciente en México contribuye a dificultar la construcción de proyectos de vida en las poblaciones jóvenes, dado que quienes participaron en el estudio perciben que asistir a la escuela e invertir en proyectos alternativos no garantiza ni el empleo, ni mejores salarios ni, en muchos casos, movilidad social; a lo que se aúna la creciente criminalización de la que han sido objeto como grupo poblacional.
En términos de políticas públicas, es indispensable generar políticas e intervenciones que tomen en cuenta la diversidad y complejidad que queda englobada en la categoría “adolescentes” para reconocer que no toda la población comprendida entre los 10 y los 19 años de edad se inscribe en prácticas catalogadas como “adolescentes”, por lo que es esencial hacer visibles las inscripciones sociales de afiliación étnico-racial, de clase social, de género y de generación que atraviesan estas categorías, así como sus intersecciones e interacciones. Esto implica, a su vez, reconocer que la división en clases de edad y sus contenidos sociales son construidos en cada grupo social en función de sus condiciones objetivas de vida y de sus condiciones y estrategias de reproducción social (Bourdieu, 1992). Así pues, podemos afirmar que las intervenciones y políticas públicas encaminadas a la prevención y gestión social de los embarazos adolescentes ve limitada su efectividad al no ser capaces de organizar líneas de acción que respondan a las especificidades y diferencias de este grupo poblacional con experiencias, significaciones y prácticas diferentes en relación a las prácticas sexuales y reproductivas —incluyendo el embarazo adolescente—, así como a los contextos diversos en donde estas prácticas, experiencias y significados tienen lugar.
Los resultados de este estudio nos urgen a reconocer que la sociedad y el Estado tienen deudas pendientes con las y los adolescentes, especialmente con aquéllos pertenecientes a contextos socialmente marginados respecto al ejercicio efectivo de sus derechos no sólo sexuales y reproductivos, sino de sus derechos sociales y humanos más fundamentales: trabajo, educación, salud, vivienda.
Bibliografía
Adaszko, A. (2005). Perspectivas socio-antropológicas sobre la adolescencia, la juventud y el embarazo. En M. Gogna (coord.), Embarazo y maternidad en la adolescencia. Estereotipos, evidencias y propuestas para políticas públicas (pp. 33-66). UNICEF-CEDES.
Aedo, A. (2012). La estratificación social por dentro: Proyectos de vida en las clases sociales en Chile. Revista Austral de Ciencias Sociales, (19), 29-52. https://doi.org/10.4206/rev.austral.cienc.soc.2010.n19-02
Alonso, L. E. (1999). La mirada cualitativa en sociología: Una aproximación interpretativa. Fundamentos.
Bourdieu, P. (1994). Raisons pratiques. Sur la théorie de l'action. Éditions du Seuil.
Bourdieu, P. (1992). “La jeunesse n'est qu'un mot”. En Questions de Sociologie. Minuit.
Brown, L., M. Tappan, C. Gilligan, B. Miller y D. Argyris (1989). Reading for self and moral voice: A method for interpreting narratives of real-life moral conflict and voice. En Martin P. y Richard A. (eds.). Entering the Circle: Hermeneutic Investigation in Psychology (pp. 141-164). University of New York Press.
Cherrington, J. y Breheny, M. (2005). Politicizing dominant discursive constructions about teenage pregnancy: Re-locating the subject as social. Health, 9(1), 89-111. https://doi.org/10.1177/1363459305048100
D'Angelo-Hernández, O. (1999). Proyecto de vida y desarrollo humano integral. Revista Internacional Crecemos, 6(1), 24-45.
Fernández, A. M. (2009). Las lógicas sexuales, amor, política, y violencias. Nueva visión.
Fraser, A., Brockert y Ward, H. (1995). Association of young maternal age with adverse reproductive outcomes. New England Journal of Medicine, 332(17), 1113-1117. https://doi.org/10.1056/NEJM199504273321701
Furstenberg, F. (2003). Teenage childbearing as a public issue and private concern. Annual Review of Sociology, (29), 23-29. https://doi.org/10.1146/annurev.soc.29.010202.100205
Glaser, B. y Strauss, A. (1967). The discovery of Grounded Theory. Aldyne Gruyter Press.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2019). Estadísticas a propósito del día internacional de la juventud (12 de agosto). INEGI. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2020/Juventud2020_Nal.pdf
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2013). Hombres y mujeres en México 2013. INEGI-INMUJERES. http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/101234.pdf
Le Van, C. (1998). Les grossesse à l'adolescence: Une pluralité d'explications. Vie Sociale, 24(1), 225-234. https://doi.org/10.3917/ado.055.0225
Llanes Díaz, N. (2012). Acercamientos teóricos a la maternidad adolescente como experiencia subjetiva. Sociológica, 27(77), 235-266. http://www.sociologicamexico.azc.uam.mx/index.php/Sociologica/article/view/66
Medina, O. y Ortiz, K. (2018). Fecundidad en adolescentes y desigualdades sociales en México, 2015. Revista Panamericana de Salud Pública, 42(e99). https://doi.org/10.26633/RPSP.2018.99
Menkes, C. y Sosa-Sánchez, I. (2022). Los círculos de la desigualdad: el embarazo adolescente y su repetición en jóvenes mexicanas. Coyuntura demográfica, (21), 27-34. http://coyunturademografica.somede.org/el-circulo-de-la-desigualdad-el-embarazo-adolescente-y-su-repeticion-en-jovenes-mexicanas/
Menkes, C. y Sosa-Sánchez, I. (2020). Embarazo en la adolescencia y creencias sobre sexualidad y género en México. En F. Pérez Baleón y M. Lugo (coords.), Los claroscuros del embarazo en la adolescencia. Un enfoque cuantitativo (pp. 319-333). Orfila Valentini, Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Trabajo Social.
Menkes, C., y Sosa-Sánchez. I. (2016). Características del embarazo y de la fecundidad de las adolescentes en México. En J. Ávila, H. Bringas y M. López (coords.), Retos del cambio demográfico de México (pp. 179-209). Universidad Nacional Autónoma de México.
Mesías Rodríguez, V. (2021). Maternidad adolescente y proyecto de vida. Un estudio intergeneracional desde los márgenes urbanos. Revista Punto Género, (14), 25-48. https://doi.org/10.5354/2735-7473.2020.60863
Muñoz, B. (2015). Maternidad juvenil en situación de calle: Trayectorias reproductivas y des-atención materna. Revista CONAMED, 20(2), 64-69. https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=59899
Nauar, A. (2003). Ser alguém na vida: uma análise sócio-antropológica da gravidez/maternidade na adolescência, em Belém do Pará, Brasil. Cadernos de Saúde Pública, 19(2), S335-S343. https://doi.org/10.1590/S0102-311X2003000800015
Posada Gilède, R. y Parales Quenza, C. J. (2012). Violencia y desarrollo social: Más allá de una perspectiva de trauma. Universitas Psychologica, 11(1), 255-267. https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy11-1.vdsp
Rojas Martínez, O. L. (2021). Masculinidades, desigualdad social y embarazo en varones adolescentes mexicanos. Revista interdisciplinaria de estudios de género, 7, 1-34. https://doi.org/10.24201/reg.v7i1.817
Salvatierra López, L., Aracena Alvarez, M., Ramírez Yáñez, P., Reyes Aranis, L., Yovane, C., Orozco Rugama, A., Lesmes Páez, C. y Krause Jacob, M. (2005). Autoconcepto y proyecto de vida: Percepciones de adolescentes embarazadas de un sector periférico de Santiago, participantes de un programa de educación para la salud. Revista de Psicología, 14(1), 141-152. https://doi.org/10.5354/0719-0581.2005.17419
Sosa-Sánchez, I. (2020). Embarazo y sexualidad adolescente en México: Una lectura desde el pánico moral y sexual. Debate feminista, 31(61), 92-112.
Sosa-Sánchez, I. A. (2005). Los significados de la salud y la sexualidad en jóvenes. Un estudio de caso en escuelas públicas en Cuernavaca. Instituto Nacional de las Mujeres, Secretaría de Educación Pública.
Stern, C. (1997). El embarazo en la adolescencia como problema público: Una visión crítica. Salud Pública de México, 39(2), 137-143. https://saludpublica.mx/index.php/spm/article/view/5990
Stern, C. y Menkes, C. (2008). Embarazo adolescente y estratificación social. En S. Lerner e I. Szasz (coords.), Salud reproductiva y condiciones de vida en México (pp. 347-396). El Colegio de México.
Suárez-Barros, A., Alarcón Vásquez, Y. y Reyes Ruiz, L. (2018). Proyecto de vida: ¿Proceso, fin o medio en la terapia psicológica y en la intervención psicosociales? Archivos Venezolanos de Farmacología y Terapéutica, 37(5), 1- 7. https://www.revistaavft.com/images/revistas/2018/avft_5_2018/12proyecto_vida_proceso_fin_medio.pdf
Vélez Grajales, R., Campos Vázquez, R. M. y Fonseca, C. E. (2015). El concepto de movilidad social: dimensiones, medidas y estudios en México. Centro de Estudios Espinosa Yglesias. https://ceey.org.mx/wp-content/uploads/2018/06/01-V%C3%A9lez-Campos-Fonseca-2015-1.pdf
Vite Pérez, M. A. (2018). Género, vulnerabilidad y precariedad de los jóvenes de la Ciudad de México en la reproducción de la desigualdad social. Espiral. Estudios sobre Estado y Sociedad, 25(71), 193-224. https://doi.org/10.32870/espiral.v25i71.5591
Notas
Notas de autor