Resumen: En este trabajo se hace una revisión bibliográfica del tema del amor en América Latina en dos ámbitos disciplinares: las ciencias de la salud y las ciencias sociales. Se retoma la propuesta luhmanniana de la semántica científica y se utiliza el método de la revisión integrativa, acotando el material a aquellos artículos publicados en revistas latinoamericanas entre 2011 y 2020 en la plataforma SciELO que tuvieran en su título y resumen la palabra “amor”. El objetivo es, por un lado, describir el tipo de amor del que se habla y los temas tratados. Por el otro, mostrar las diferencias disciplinares en las maneras de abordarlo. Por ejemplo, ambos ámbitos disciplinares retoman el tema del amor romántico, y del amor y cuidado; sin embargo, en las ciencias sociales se busca desnaturalizar al primero y, respecto al segundo, se reflexiona acerca de cómo el cuidado se ha asociado al hecho de ser mujer.
Palabras clave: Amor, cuidado, amor romántico, ciencias de la salud, ciencias sociales, mujer.
Abstract: In this paper, a bibliographic review of the topic of love in Latin America is carried out in two disciplinary fields: health sciences and social sciences. The Luhmannian proposal of scientific semantics and the integrative review method are used, limiting the material to those articles published in Latin American journals between 2011 and 2020 in the SciELO platform that had the word “love” in their title and abstract. The objective is, on the one hand, to describe the type of love discussed and the topics covered. On the other hand, to show the disciplinary differences in the ways of approaching it. For example, both disciplines take up the subject of romantic love, and love and care; however, the social sciences seek to denaturalize the former and, with respect to the latter, reflect on how care has been associated with the fact of being a woman.
Keywords: Love, care, romantic love, Health Sciences, Social Sciences, woman.
Dossier
El amor en América Latina: Entre el amor romántico y el cuidado1
Love in Latin America: Between Romantic Love and Care (2011-2020)
Recepción: 24 Mayo 2023
Aprobación: 06 Septiembre 2023
Publicación: 31 Diciembre 2023
Hace más de diez años, una colega y quien esto escribe publicamos un artículo que daba cuenta de cómo el amor se había convertido en parte de las preocupaciones de las ciencias sociales en el ámbito anglosajón (García-Andrade y Cedillo, 2011). En aquel entonces, mostramos que el surgimiento del tema estaba asociado con la aparición de nuevas disciplinas como los estudios de género, los estudios culturales y los estudios sobre la sexualidad, así como a disciplinas tradicionales como la sociología o la psicología. Aunado a ello, la aparición de revistas de corte interdisciplinar tuvo también un impacto en la publicación de artículos sobre el amor.2 El estudio mencionado se ciñó a la región anglosajona (revistas de Estados Unidos, Australia, Canadá, Reino Unido). En esta región y en las ciencias sociales, el amor se restringía al amor de amantes, mayoritariamente heterosexual, asociado a una diferencia entre los géneros y con un componente violento (García-Andrade, 2014). Aunque encontramos trabajos sobre el amor en México (García-Andrade y Cedillo, 2011, p. 562), éstos eran incipientes en aquel momento, por lo que proponíamos la necesidad de indagar posteriormente de qué manera se estudiaba el amor en América Latina (AL).3
El objetivo del presente artículo es presentar algunos avances respecto al estudio del amor en AL en los últimos años. En este primer trabajo, el énfasis está puesto en dos ámbitos disciplinares: las ciencias sociales y las ciencias de la salud. Las razones de la elección tienen que ver con cuestiones que se hicieron evidentes para la población en general a raíz de la pandemia de COVID-19. A saber, que las cuestiones de la salud están imbricadas no sólo con componentes biológicos —el cuerpo y su entorno ambiental no social— sino con cuestiones sociales y psicológicas —que incluyen las emociones, los sistemas de salud, la pertenencia a una clase social, las creencias que se tienen y las prácticas que se realizan—.
Esta realidad a simple vista —la necesidad del diálogo entre saberes para atender cuestiones de salud— aún no se aplica en las prácticas y la investigación, si bien algunos profesionales de la salud lo tienen claro y han realizado programas locales o proponen un conocimiento radical interdisciplinario (Clarke et al., 2019). Del lado de las ciencias sociales, se vuelve indispensable incluir los aspectos biológicos y psicológicos que impactan en las relaciones sociales. En ese sentido, se vuelve relevante comparar ambas disciplinas en un tema común, en este caso el amor, para ver las convergencias y divergencias en aras de generar diálogos entre disciplinas.
Aquí, se tomará AL como una región científica, sin indagar en las particularidades de los países que ahí se incluyen. Desde la perspectiva luhmanniana, la ciencia es un sistema mundial (Luhmann, 1996); eso supone que la ciencia como sistema observa a la sociedad desde criterios específicos que se han ido formando en el propio sistema bajo la distinción entre verdad y no verdad; en ese sentido, cuando un tópico se vuelve parte de la ciencia, es posible pensar que será tratado en cualquier región del mundo. Eso es lo que sucedió con el amor: de ser un tema restringido a la literatura, la filosofía y, durante algunos años, a la psicología, se convirtió en tema de interés para diversas ciencias sociales en la región anglosajona, castellana y francesa (García-Andrade, 2014).
Sin embargo, la manera de aproximarse al objeto, así como los temas y problemas específicos, dependen de la región en que se inscriben. Es decir, existen formas de observación regional que obedecen tanto a factores de desarrollo institucional —universidades, institutos de investigación, programas de estudio, revistas— como a factores de desarrollo teórico —qué autores, tradiciones, traducciones se retoman y se asumen como formas válidas de interpretación—, dependientes o relacionadas con actores concretos y sus posiciones en el campo. Asimismo, los temas tratados se asocian con problemas sociales y culturales de las regiones de estudio. Es decir, si bien la ciencia opera como un sistema mundial, como afirma Luhmann, es posible observar regiones o campos científicos regionales, retomando a Pierre Bourdieu (2003).
Los campos científicos regionales no sólo se refieren a lógicas internas del campo científico, sino a referentes empíricos distintos (problemas sociales o prácticas culturales diferenciadas). En este trabajo, el campo científico regional se operacionalizó retomando los artículos científicos sólo de AL recopilados por la plataforma SciELO.4 Ciertamente esto supone una reducción del campo pero, como afirma Schriewer (2006, p. 378), los artículos científicos se han convertido en la manera por antonomasia en la que se comunica el conocimiento científico. Utilizar tanto la plataforma como la restricción a artículos supone limitaciones5 pero, como se plantea, éste es un primer acercamiento.
Este tipo de análisis permite observar de manera indirecta el grado de institucionalización de un tema. Es decir, la producción científica supone que existen grupos de investigación más o menos consolidados que se interesan por el tema y, también, que el tema es un problema social que genera inquietudes más allá de las académicas (como en el caso de las violencias en las relaciones amorosas).6 Aunque no es posible rastrear todos y cada uno de los grupos en la academia que se dedican a analizar el tema del amor en América Latina, es importante mencionar que, entre 2007 y 2010, se consolidaron —en términos institucionales— seminarios, organizaciones y revistas referidas al tema de las emociones. Esto nos da la pauta para hacer la selección de artículos entre 2011 y 2020, diez años después de la aparición de estos indicios de institucionalización del tema de las emociones en AL.7
A continuación se presentan los elementos teóricos y metodológicos que se siguieron para la actual pesquisa. Posteriormente, se hace un análisis de las temáticas en dos campos disciplinares: ciencias sociales (que incluyen revistas de sociología, antropología, estudios de género, estudios culturales, comunicación, ciencia política y psicología social) y ciencias de la salud (que incluyen revistas de medicina, enfermería y salud). Finalmente, se presentan algunas reflexiones respecto al contraste y las convergencias en las maneras de observar el amor en los dos ámbitos disciplinares.
En esta indagación se parte de la perspectiva luhmanniana de la ciencia como un sistema de sentido que genera su propia semántica. Desde esta noción, la aparición de una palabra en el sistema de la ciencia (en este caso en artículos denominados científicos) supone una semántica social (García-Andrade, 2013a, p. 57) o un sentido (Vélez, 2012, p. 224 y ss.) que se selecciona entre otras opciones, que puede condensarse en el tiempo y generar explicaciones científicas que se tornan plausibles en esa condensación (García-Andrade, 2013a, pp. 62-63). De esa manera, al analizar la aparición de la palabra amor en artículos de revistas científicas, no sólo se observa cómo y qué se indaga del amor en el campo de la ciencia en AL, sino qué explicaciones se vuelven reiterativas, así como los lugares institucionales en que se publican (revistas) y las referencias a las que apelan como criterio de verdad (bibliografía).
Para observar las reiteraciones en la semántica de la ciencia en AL, se realizó una revisión integrativa de la bibliografía, que supone la identificación de un problema, la búsqueda de fuentes y la evaluación y análisis de datos (Whittemore y Knafl, 2005, p. 548). El problema identificado fue el amor como tema de investigación; la búsqueda se hizo en la plataforma SciELO que, aunque incluye algunas revistas españolas, portuguesas, francesas y anglosajonas, es preponderantemente una plataforma de revistas de AL. Se buscaron los artículos que incluyeran la palabra “amor” en el resumen o en el título. En esta primera revisión se encontraron 735 artículos de diversas disciplinas, como se puede ver en la gráfica.
Si nos enfocamos en las cuatro disciplinas mayoritarias (a saber, psicología, ciencias de la salud, ciencias sociales y literatura), tenemos que éstas concentran el 70 % del total de los artículos producidos. El análisis y la evaluación de los datos que se presentan a continuación sólo incluyen las ciencias de la salud y las ciencias sociales, que agrupan el 40 % de la producción sobre el tema. La decisión de retomar las ciencias sociales y las de la salud no sólo tiene que ver con que la proporción de artículos es muy amplia, sino con que, también, como ya subrayé al inicio, en el ámbito de las ciencias de la salud se vuelve evidente que “los factores psicológicos y sociales influyen en la determinación de los fenómenos de la salud” (Echeverri, 2010, p. 52). De esta manera podemos observar cómo dos disciplinas estudian el tema del amor y analizar convergencias y divergencias que permitan diálogos a futuro entre disciplinas.
Después de elegir los ámbitos por analizar, se hizo la selección final de los artículos, y se descartó aquéllos en los que la referencia al amor fuera muy tangencial o la palabra “amor” fuera parte de un nombre, un lugar o un programa, así como reseñas de libros. Además, se excluyeron artículos de revistas externas a la región, excepto aquéllos cuyos autores o la investigación sí fueran de la misma. En esta depuración, de 130 artículos de ciencias sociales, quedaron 97; de 122 de ciencias de la salud, quedaron 79. Para el análisis de contenido, se leyeron todos los resúmenes o, bien, los artículos cuando el resumen no era lo suficientemente claro en sus planteamientos, metodología o conclusiones. Con ello, se generaron categorías temáticas de manera inductiva (siguiendo los planteamientos de la teoría fundamentada de Strauss y Corbin, 2002). Además, se utilizó el programa MAXQDA para analizar la bibliografía de los artículos y extraer los autores y trabajos más citados en cada ámbito disciplinar. Estos resultados se presentan a continuación.
En el caso de las ciencias de la salud, se encontraron seis temas: amor y cuidado (45 artículos), amor romántico (15), amor y vejez (8), amor como fuerza o causa (5), amor a la profesión (4), otros (2).
Este tema llama la atención, tanto por la cantidad de artículos como por la coincidencia en los contenidos. Pereira et al. (2012) mencionan que la profesión médica y la enfermería requieren de “cambios de paradigma en el cuidado […] que inviertan en la subjetividad del ser, valorando lo vivido, la complejidad de los sentimientos que acompañan los desórdenes físicos y emocionales del usuario de los servicios de salud” (p. 344).
Es decir, parecería que los profesionales de la salud plantean la necesidad de incorporar las emociones en el proceso de cura, más allá del saber acerca del cuerpo como multiplicidad de órganos. El amor del que se habla es el amor filial8 o el amor solidario (entre congéneres)9 como un valor y una característica del tipo de cuidado que realizan familiares y profesionales con sus enfermos.
Los artículos aquí reunidos se pueden dividir en tres tipos. En el primero, se habla de manera reiterada de la importancia del amor por el paciente, de la práctica de enfermeras, cuidadores y médicos como profesionales que realizan una labor de amor, de sensibilidad hacia los otros. En un segundo grupo, aparecen estudios acerca de cómo familiares, cuidadores, médicos, progenitores, se relacionan con sus hijas e hijos prematuros (Botêlho et al., 2012), con enfermos terminales, enfermos de cáncer (Jiménez et al., 2019), de diabetes o de parálisis. Cómo esa práctica de cuidado va desde la satisfacción de necesidades básicas hasta necesidades emocionales que, si bien no curan, contribuyen al bienestar del paciente y coadyuvan en su mejoría. Finalmente, aparece un tercer grupo más reducido que versa sobre cómo los profesionales de la salud también sufren por esa exigencia de cuidado, lo que les genera dolor (Evangelista, et al., 2016) e impotencia (Almeida et al., 2014), y cómo no tienen herramientas desde la profesión para manejar esto.
Aquí aparecen artículos en donde se aborda el amor de pareja; casi en su totalidad son relaciones cis heterosexuales y no aparecen investigaciones que hablen de relaciones no monógamas. Las investigaciones analizan las representaciones de adolescentes en grupos de enfoque o sus comportamientos en línea (Campeiz et al., 2020) y encuentran que hay violencia en las relaciones de pareja y en las nociones de cómo deben ser éstas. Las y los adolescentes asumen que los celos son parte de la relación y que se requiere ejercer control sobre la pareja (actividades, amigos, relaciones). También hay análisis de las aplicaciones que se usan para el rastreo y control de la pareja sin su consentimiento (Flach y Deslandes, 2019). Lo singular de estas investigaciones es que no hay una diferencia por género en el control del otro; es decir, hombres y mujeres ejercen violencia y control sobre sus parejas.
Otro de los temas recurrentes tiene que ver con la transmisión de virus y enfermedades por vía sexual y la relación que esto guarda con la noción que se tiene sobre el amor. En diversas indagaciones, las mujeres (principalmente mujeres heterosexuales) afirman que no exigieron la utilización del condón u otro medio de protección porque amaban a sus parejas y eso significaba que les tenían confianza (Fernandes et al., 2017).
En otra investigación sobre las representaciones sociales de mujeres acerca del VIH y la posibilidad de contagio, las investigadoras encontraron que éstas plantean que “el matrimonio, el amor, la vida conyugal y el tiempo de relación son situaciones que garantizan la inmunidad a la contaminación por la enfermedad” (Silva y Reis, 2012, p. 1452). Por ello, afirman que en la prevención del VIH-SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual es importante conocer lo que las personas creen acerca del contagio, el amor y la vida conyugal.
Esta asociación entre amor, confianza y no protección en las relaciones sexuales no está limitada a un sector etario o a una orientación sexual. Mujeres adolescentes, adultas, bisexuales repitieron en las diversas investigaciones que en la monogamia, es decir, la relación de pareja unida por amor, no se requería el uso de protección; es más, servía como un signo de confianza. Aquí, las nociones de amor romántico asumidas por mujeres (en su mayoría) operan como un factor contra la salud; así como una forma de violencia que las parejas (hombres) pueden utilizar para manipular la relación sexual o conyugal.
Otra cuestión que apareció en los artículos es la diferenciación entre géneros respecto a cómo se observa la sexualidad. En las representaciones de mujeres estudiantes (de secundaria y de grado superior), el sexo se asocia al amor; para los hombres, se asocia al placer, a lo lúdico (Fernández et al., 2018; Bezerra et al., 2015). Un par de artículos proponen utilizar el amor como forma de control de la sexualidad: en uno se insta a que la familia eduque a los adolescentes en el amor filial y en la desaprobación de la sexualidad lúdica (Ruiz-Canela et al., 2012); en otro, a retomar las enseñanzas del expapa Ratzinger para vincular la sexualidad al amor “procreativo conyugal” (García-Sánchez, 2013).11
Estos hallazgos visibilizan que las creencias culturales (del amor y la sexualidad) de las personas inciden en sus prácticas y pueden impactar en su salud.
Aquí aparecen investigaciones cualitativas y cuantitativas respecto a la importancia que el amor reviste para este grupo de edad. Ya sea como un valor12 tan importante como la salud y la familia (Guerrero-Pérez et al., 2012) o para su propio bienestar en la familia y la comunidad, más allá del cuidado de la salud corporal (Sampaio et al., 2019; Nogueira et al., 2013). Uno de los artículos retoma la teoría del reconocimiento de Axel Honneth para explicar la importancia del amor en los adultos mayores: Burille y Gerhardt (2018) estudiaron el amor como “forma de reconocimiento […] [en] el cuidado desencadenado por la familia —especialmente por esposas e hijos—” hacia adultos mayores (p. 7; traducción propia); sin embargo, las autoras encontraron que los hombres rurales mayores y con procesos de enfermedad vivían el cuidado con sufrimiento por las nociones que tenían sobre la masculinidad, asociada a ser invulnerables, a ser quienes ayudan, no quienes son ayudados; ante una situación de minusvalía (por una operación o enfermedad crónica), el cariño, apoyo o ayuda se vivía como “ser un estorbo” o ser menos hombre.
Entre líneas se observa que los artículos buscan postular la necesidad de atención a la salud no sólo en términos técnicos, sino con programas que incluyan bienestar en las relaciones e integración a la comunidad, a la luz de que esto también impacta en la salud.
Este tema incluye dos tipos de artículos. En los primeros, el amor al otro se explica como una fuerza motivadora que impulsa acciones o permite sobrellevar situaciones precarias; en la mayoría de los casos se trata de mujeres y es el amor a sus hijos lo que genera la fuerza para resistir la prisión (Lima et al., 2013) o su amor a Dios se ve como una fuerza para sobrellevar una afección como el SIDA (Ibarra et al., 2020). En los primeros, se plantea que el amor es necesario para el desarrollo de las y los adolescentes, y que la falta de amor en las relaciones familiares causa que “no puedan mostrar estos sentimientos a otros”, no puedan establecer relaciones libres de violencia (Cordeiro et al., 2020, p. 4), genera problemas en su desarrollo sexual (Yano y Ribeiro, 2011) y puede impactar en la aparición de conductas suicidas (Correia et al., 2014).
Aquí aparecen reflexiones y análisis de representaciones respecto a cómo una práctica médica o de enfermería requiere una vocación. Es decir, se alude a que una buena médica, cuidador o enfermero son aquéllos que aman su profesión.
Como uno de los principales hallazgos se puede mencionar que muchas de las técnicas, teorías y preguntas de investigación son similares a las de las ciencias sociales, pero incluidas en revistas del campo de la salud y realizadas por médicas y enfermeras. Por ejemplo, muchas investigaciones retoman la teoría de las representaciones sociales, la fenomenología, el análisis del discurso y la etnografía (33 artículos). Esto se observa también en la bibliografía más citada en los artículos analizados: los tres textos más citados hacen referencia al análisis cualitativo y a las representaciones sociales;13 los tres están escritos en portugués por lo que se podría decir que es una especificidad de la producción en ciencias de la salud en Brasil.
Los artículos analizados comparten con las ciencias sociales el objetivo de observar las ideas, creencias, representaciones y prácticas que tienen los pacientes, los familiares y los profesionales de la medicina. Una gran parte de los artículos son indagaciones cualitativas que reiteran como conclusión que las creencias culturales que los pacientes y practicantes de la medicina tienen inciden en su práctica médica o en su práctica cotidiana y su salud. Esta idea, ampliamente conocida y sustentada en las ciencias sociales, adquiere fuerza en los artículos analizados.
Finalmente, también aparece la idea de observar el cuerpo enfermo no sólo como entidad biológica simple, sino como mente/cuerpo cruzado por la sociedad y la cultura en que vive, que requiere de relaciones afectivas con otros para su propio bienestar y salud. Respecto a la múltiple referencia al amor y al cuidado, quienes cuidan, en las investigaciones revisadas, son mujeres —hijas, esposas y madres—, dato también encontrado en las investigaciones de ciencias sociales (Enriquez, 2019).
Es importante mencionar que la noción del cuidado y amor que aparece en los textos es una visión idealizada que sólo se problematiza cuando los propios profesionales de la salud afirman que el cuidado tiene un coste emocional y de salud para los cuidadores y que éstos no cuentan con herramientas psicológicas o técnicas para solventar ese costo.
Además, en la mayoría de los trabajos se asume la heterosexualidad de las y los entrevistados; sólo en un par se habla de orientaciones sexuales distintas, pero se trata casi siempre de investigaciones asociadas a contagio de virus y enfermedades venéreas.
Entre las particularidades del campo, además de las referencias bibliográficas, las temáticas y la manera de abordarlas, vemos que también hay nichos institucionales en los que es más probable encontrar la publicación de estos artículos. Como se observa en el cuadro 1, son las revistas de enfermería (una profesión feminizada y dedicada al cuidado) las que publican más de la mitad de los artículos que incluyen la palabra “amor”.
Finalmente, una peculiaridad más del campo es que el 76 % de los artículos (60) tienen tres o más autores y un 9 % (7) tienen sólo un autor, cuestión que contrasta con la autoría de los textos científicos en las ciencias sociales.
En este caso, se localizaron siete temas: amor romántico (27 artículos), amores (28), amor como fuerza (13), amor y cuidado (11), amor y dinero (10), amor desde la teoría (7) y otros (4).
La primera diferencia entre el campo de la salud y las ciencias sociales es que, en el primero, el amor filial y el amor solidario son los más analizados; en las ciencias sociales, se habla mayoritariamente del amor entre amantes (65 artículos). Como se verá más adelante, no sólo se aborda la monogamia, sino también las relaciones entre más de dos personas. Otra diferencia es que hay varios artículos que buscan problematizar qué es el amor, cómo se estudia, qué interpretaciones existen, cómo las representaciones de los sujetos cambian según el contexto en el que las verbalizan. Es decir, el amor se convierte en un problema y no se toma como un dato más; cuestión que aparece de manera reiterada en el campo de las ciencias de la salud.14
Como se puede observar, este tema se repite en ambos campos; sin embargo, existen varias diferencias. En primer lugar, uno de los subtemas (que aparece en 10 de los 25 artículos) es la propuesta explícita de la deconstrucción del amor romántico. Se asume la existencia de éste en la actualidad, su asociación con la violencia, las diferencias entre géneros, pero la propuesta de los artículos es deconstruirlo. Esto es, se muestra que es una construcción social, un producto histórico y cultural asociado al capitalismo (Palomino, 2012), al patriarcado, a las nociones tradicionales de la familia (en donde las mujeres son madres y no seres con deseos) (Flores, 2019), y se propone que es posible modificar esta visión y que otro tipo de amores son posibles. En un par de casos, los artículos hablan de talleres o apps que se utilizan para modificar las ideas que se tienen acerca de cómo es el amor —especialmente actitudes de pertenencia, celos y control— para fomentar ideas igualitarias (Navarro-Pérez et al., 2020).
Al igual que en el campo de la salud, se observa que el amor romántico sigue presente y se asocia a la violencia y a la desigualdad de género. Los adolescentes siguen manteniendo estas ideas, controlan a sus parejas y ejercen violencias en la relación; violencias que son relacionales (Palumbo, 2018). Hombres y mujeres espían y controlan a sus parejas utilizando ahora las redes y la tecnología (Sánchez-Hernández et al., 2020; Rodríguez y Rodríguez, 2016). También se registra la asociación entre tener actitudes sexistas y cómo esto impacta en prácticas de violencia en las relaciones. La noción de amor romántico no sólo se ve en adolescentes o jóvenes heterosexuales, sino en hombres y jóvenes en relaciones de trabajo sexual (Pocahy, 2012), en hombres que tienen sexo con hombres (Zapata et al., 2020) y en los medios de comunicación que presentan actos de violencia como “amor” (Rossi, 2020).
Aquí se incluyen artículos que hablan de formas alternativas al amor romántico o que muestran cómo en las relaciones y en las personas de carne y hueso se mezclan elementos románticos con elementos posrománticos (Tenorio, 2012; Ramírez et al., 2014). En algunos se afirma que, en otras formas de amor, la mujer se ve como sujeto, como sexuada y no sólo como una figura maternal. Estas representaciones son actuales (Cárdenas y Giraldo, 2019) e incluso de tiempos pasados (Liblik, 2018). También se muestra que existen nuevas visiones de cómo ser hombre y amar (Torre y Rodríguez, 2018). No obstante, también hay algunos artículos que cuestionan las relaciones que se posibilitan con las nuevas tecnologías y que parecen evanescentes (Bonavitta, 2015) o que “pornifican” el cuerpo, ahora el masculino (Morelli y Pereira, 2018).
En este grupo también aparecen varios artículos sobre el amor homosexual entre varones.15 Aquí se retoman cuestiones como la creciente visibilización de estas relaciones en los medios (Mesquita y Pavia, 2015) y en la literatura (García Castillo, 2013). Hay algunos estudios de casos de comunidades como “los osos” (Ríos, 2018)16 o de prácticas que parecerían tradicionales como las bodas (Marentes, 2020) para mostrar la diversidad, pero también la cercanía con los ritos amorosos heterosexuales.
Finalmente, aunque sólo son tres artículos, se trata el tema del poliamor. Es decir, la posibilidad de amar a muchos, sin condicionamientos temporales, donde todos los interesados saben de todos los involucrados y no hay exclusión de orientaciones sexuales. Es decir, un amor totalmente distinto al amor romántico —que supone exclusividad y la relación entre dos personas; en el que no hay finitud; que es heterosexual y que frecuentemente no es igualitario—. Los artículos muestran las ambivalencias entre las ideas preconcebidas del poliamor y la realidad de las relaciones poliamorosas. Antonio Pilão (2015, 2019) señala conflictos por diferencias de clase, de género y raciales, y sitúa en el centro del debate la posibilidad real de poner en práctica los ideales de un amor de ese tipo.17 Perez y Palma (2018), también en Brasil, indagan acerca de los ideales y prácticas de comunidades poliamorosas; detallan que algunas de las personas con las que tuvieron acercamiento se etiquetaron como poliamorosas tiempo después de establecer su relación y sin conocer el término; también observan que los conflictos se gestionan en el interior de las relaciones y muchos de los ideales se cumplen; sin embargo, parece haber una diferencia entre géneros: en su investigación, los hombres tienen “más facilidad para experimentar el poliamor en la práctica”; las mujeres, por su parte, exaltan el poliamor “como un soporte filosófico que las saca del rol de propiedad de sus parejas y les permite ser, de hecho, libres” (p. 9).
Al igual que en el campo de las ciencias de la salud, se tematiza el amor como la posibilidad de modificar el estado de cosas y de generar bienestar comunitario. Ocho de los artículos apuntan a ello: versan sobre el amor filial (Scribano, 2019), el amor eficaz (Perea y Meneses, 2017), el amor como forma de reconocimiento, el amor como ética política (Bello, 2018) y el amor como fuerza que puede generar colectividades, conexión y bienestar para las mayorías e incluso salvar a la humanidad (Bastos, 2015).
En una nota crítica, para Jónasdóttir (2011), el amor es una fuerza en las relaciones sociosexuales que puede generar éxtasis y bienestar, pero que también puede ser explotada y expropiada por la pareja. En ese mismo tenor, Montiel (2018) hace un análisis del sistema proxeneta en la zona sur del estado de Tlaxcala, México, y muestra cómo los padrotes utilizan “el amor como recurso de dominio para reclutar, someter, trasladar y explotar” a mujeres de distintas regiones del país (p. 39)
El amor también se ve como una fuerza que ayuda o permite el reconocimiento, al utilizar la propuesta de Honneth (que también aparece en el campo de la salud). El reconocimiento a través del amor se plantea como una necesidad y un derecho para los pueblos indígenas (Faundes, 2017) y los niños en situación de calle (Fuhrmann, 2013). También, el amor al otro se analiza como una fuerza motivadora que impulsa a los sujetos a luchar por justicia para sus hijas e hijos muertos, encarcelados o desaparecidos (Leite y Marihno, 2020; França, 2020).
Los artículos restantes se pueden clasificar en dos subtemas. En el primero, el amor es concebido como una fuerza que se puede utilizar para el control político; en un caso se menciona el chavismo y cómo utilizó “el tópico del amor como recurso propagandístico” (Arteaga, 2019); en otro artículo se hace un análisis histórico del discurso de los sentimientos morales en la Inglaterra del siglo XVIII: Andrade (2016) sostiene que este discurso supuso un poder emocional que generó, entre otras cosas, reglas emocionales en donde se prescribía un “amor benevolente y moderación del amor de sí”. En el segundo grupo, se trata al amor como una fuerza creativa en la vida de las personas, es decir, que impacta en la producción literaria o intelectual (Cajías de Villagomez, 2017; Coelho, 2019) e incluso en sus aficiones o prácticas culturales (Benzecry, 2014).
Aquí subyacen dos miradas respecto al cuidado. Una, muy similar a la encontrada en las ciencias de la salud, en donde el amor se materializa en prácticas como la visita a familiares presos (Duarte, 2013), la asistencia a grupos de autoayuda (Ferreira, 2016) o el apoyo a menores inmigrantes de parte del gobierno (Moctezuma-Longoria, 2018).
La otra mirada es un cuestionamiento de la noción de amor y cuidado. Guimarães (2016) afirma que hay una demanda creciente de este tipo de trabajo y, por ende, un proceso de mercantilización de éste; sin embargo, subyace una tensión, ya que la noción de cuidado está íntimamente asociada a la de “amor materno”, se considera un “atributo integral de las mujeres” y que es “realizado como un deber compulsivo” (Guimaraes, 2016, p. 75). Por ello, parecería que esta actividad está desprendida o es distinta de un “comportamiento económico”, cuestión que puede traer tensiones, más ahora que la demanda de este tipo de labores va en aumento. Cruzando esto con lo encontrado en el campo de la salud, se entiende por qué a médicos, pero más a enfermeras y cuidadoras, se les asigna como parte de su ética de trabajo el cuidado de los otros. Todo ello como una capacidad que se tiene y no como un trabajo complejo que requiere ciertas herramientas que no aparecen innatamente y que supone desgaste entre quienes lo realizan.
Otros artículos cuestionan que el cuidado suponga una práctica desinteresada, que no tenga impactos en los cuidadores (por ejemplo, el sufrimiento) (Hedler et al., 2016) y que esté fuera de las relaciones de poder (Barbieri y Sarti, 2016). Es decir, hay un reconocimiento del aumento de este tipo de prácticas ante una población envejecida y de la complejidad de una labor que supone trabajo no sólo material sino emocional. Finalmente, y de manera especial, dos de los artículos revisados hablan del amor materno como un mito: en el primero, se presenta un análisis estadístico de casos de infanticidio (Pinheiro, 2018); en otro, se analizan las representaciones de mujeres que no son madres y que rechazan que el amor materno sea definitorio en su identidad como mujeres (Patias y Buaes, 2012); es decir, buscan romper la asociación de ser cuidadora con ser mujer.
Aquí se analizan las formas de relación entre amantes que están mediadas por el dinero. El énfasis está puesto en una línea similar al tema del cuidado. Éste, así como el sexo y el afecto, se supone que se dan y reciben “por amor”, no por un pago. Viviane Zelizer (2009) explora este mito de la separación clara entre amor y dinero para mostrar cómo en las relaciones íntimas afectivas el dinero siempre está presente, y es parte de la negociación de la intimidad. Varios abordan estudios de caso de los llamados “tours de romance”,18 matrimonios por agencia y vacacionistas europeos o “gringos” que buscan a las mujeres latinas porque para ellos son “irracionales, más emotivas y sensuales” y además las asocian “con la domesticidad, con características de pasividad, maternidad, sumisión y especial habilidad para realizar tareas de cuidado” (Assunção, 2016).
Las y los autores que analizan estos estudios de caso retoman la visión de las mujeres, buscando eliminar la narrativa tradicional del tráfico de personas o trabajo sexual como una forma de esclavización. Las mujeres en estos estudios consideran que “ser latinas” las coloca por encima de las europeas; utilizan esto como un capital —capital erótico, diría Hakim (2014)— para lograr un ascenso social cuando se casan y emigran al país de la pareja, o por lo menos para obtener “ayuda” para sus hijos y otros familiares (Sacramento, 2017).19 Además de la obtención de recursos económicos, las mujeres también declaran que encuentran en sus “parejas” europeas cuestiones que no hallan en los hombres de sus países; éstas incluyen expectativas sexuales (Sacramento, 2017), así como expectativas que tienen que ver con el género (Assunção, 2016; Ricordeau, 2017). Para las mujeres, “el hombre europeo está asociado a un imaginario que hace referencia a la paridad de género, la preocupación por los niños, la caballerosidad, el romanticismo y la modernidad relacional” (Sacramento, 2017).
En estos estudios de caso, las mujeres no se ven como víctimas de trata de personas, sino como agentes que buscan mejorar sus condiciones de vida, y tienen otras nociones del amor: “menos como química y más como una habilidad que se tiene que aprender […] y que crecerá con el tiempo” (Ricordeau, 2017). En estos casos, la distinción entre una relación afectiva y el trabajo sexual no es clara; incluso, algunas de las mujeres entrevistadas afirman no poner precio por la relación desde el inicio, sino sólo pedir ayudas —“mi hijo está enfermo”— o regalos. No obstante, también hubo otros artículos en los que las mujeres claramente afirman que realizan un trabajo sexual y reivindican que es un trabajo (Luna Sales, 2013); no necesariamente uno que les guste, pero que sí es mejor pagado que otros (Da Silva y Blanchette, 2017).
Estos artículos en los que se reivindica la agencia de las mujeres en su decisión de casarse con europeos o tener relaciones sexuales o afectivas a cambio de dinero contrastan fuertemente con el artículo de Montiel (2018), mencionado anteriormente, cuyo tema son las mujeres que son sometidas y esclavizadas para realizar trabajo sexual. La polémica entre abolicionistas y protrabajo sexual no está concluida. Lo que es evidente es que las posibilidades de estas relaciones sexoafectivas y la mediación del dinero adquiere especificidades según los países, los lugares, la clase social de las mujeres y su nivel educativo.
Es evidente que en todos los artículos hay un proceso de indagación teórica para presentar los marcos analíticos desde los que se interpretan los objetos de estudio. Sin embargo, aquí lo que se enfatiza es que el objetivo de los artículos así clasificados fuera interrogar cómo se puede estudiar el amor o cómo se ha estudiado y desde qué perspectivas interpretativas.20 En estos artículos se observan dos convergencias: no hay una sola mirada teórica para analizar el amor y existen diversas dimensiones para su observación. Las propuestas teóricas provienen de la sociología, la psicología, la historia, la antropología, la filosofía y los estudios de género.
En los análisis de las teorías no se apunta a la aportación específica de la disciplina, sino a qué dimensiones se enfoca y qué función supone que tiene el amor. Respecto a las dimensiones de análisis, se afirma que se puede ver el amor como construcción cultural, como parte de los significados que socialmente se tienen sobre él (principalmente estudios sociológicos, históricos y antropológicos). Quienes apuestan por este tipo de análisis suponen que los individuos incorporan estas representaciones y las utilizan para sus ideas sobre el amor, sus prácticas e incluso sus maneras de sentirlo. Este acercamiento es el que prevalece en la mayoría de los artículos en las ciencias sociales aquí revisados.
Otro acercamiento supone que el amor es algo que aparece según los constreñimientos estructurales de la sociedad en la que los individuos se encuentran. Parece algo cercano a la propuesta culturalista pero aquí el énfasis está en la posición de las personas en el entramado social, en su poder, estatus, clase social. Por ejemplo, en la propuesta de Theodore Kemper, habrá amor de manera ideal cuando dos personas reconocen el estatus de la otra persona y no utilizan el poder sobre el otro (citado por Rodríguez, 2012, p. 160). Los artículos referidos a la relación entre amor y dinero se posicionan aquí mostrando cómo impacta el género, la cultura y la clase de las mujeres en el tipo de relaciones en las que hay intercambios monetarios (estudios de corte antropológico y sociológico).
Una dimensión más es la interacción. Como se reitera en varios artículos, el gran aporte de Erving Goffman fue afirmar que la interacción interpersonal es una realidad sui generis, con sus propias reglas que aparecen en el proceso de la interacción; de esta manera el amor se puede ver de manera relacional y se construye en la interacción con el/la/los otros. Es en ese espacio que surgen significados diversos a las representaciones generalizadas sobre el amor e incluso pueden contravenirlas (Sabido y García-Andrade, 2015). Esta dimensión es muy poco abordada, salvo en el caso de Palumbo (2018) y en los estudios etnográficos (Pocahy, 2012; Ríos, 2018).
La última dimensión tiene que ver con la experiencia individual: lo que los sujetos sienten cuando están enamorados. Ésta es incomunicable en tanto que sólo los individuos sienten lo que sienten y siempre tienen que recurrir a los significados sociales para traducirlo. A pesar de esta imposibilidad de rastrear la experiencia vivida, se sigue explorando de manera indirecta. Como menciona López (2018), desde una perspectiva constructivista (luhmanniana), lo que sentimos no es producto directo del entorno: no me siento triste porque “él/ella me dijo que no”, sino que yo he generado sentidos en mi proceso biográfico en donde “él/ella” es una persona a la que atribuyo satisfacciones. Esto se acerca a la indagación neurocientífica acerca de cómo percibimos la realidad (García-Andrade, 2020), qué filtramos, qué dejamos fuera, qué significados utilizamos para dar sentido a lo que vivimos.
Respecto a las funciones que tiene el amor, podemos ver por lo menos tres tipos en los escritos analizados: el amor como forma de solidaridad y cohesión, que aparece en escritos sociológicos y en estudios sobre movimientos sociales; el amor como forma de control, que aparece en escritos de estudios sobre género, escritos sociológicos e históricos y también en estudios sobre cuestiones políticas; y el amor como experiencia, que es poco abordado pero se puede encontrar en los estudios de corte culturalista.21
En los artículos analizados, se puede observar que la investigación es mayoritariamente cualitativa; se utilizan entrevistas, etnografía, análisis de documentos literarios, música, series de televisión. La bibliografía más utilizada (cuadro 2), a diferencia de las ciencias de la salud, se refiere a libros que buscan dar una interpretación del amor, y a la vivencia del género y la identidad, es decir, libros de corte teórico que aparecen en español, portugués y en ocasiones en su idioma original. Las y los autores citados no son latinoamericanos, y parece haber una mayor convergencia en la región respecto a cuáles son los textos científicos “válidos” en el campo.
Respecto a las revistas (cuadro 3), podemos observar que, como sucedió en el campo anglosajón, son las dedicadas a estudios de género, sexualidad y sociología el nicho institucional en donde se publican la mayor parte de los artículos que versan sobre el amor. Si bien las revistas de ciencias sociales agrupan 25 artículos, éstos aparecen en 16 revistas. Las revistas de estudios de género, sexualidad y sociología (12 en total) concentran casi el 50 % de los artículos sobre el tema producidos en estos años.
Finalmente, a manera de contraste con el ámbito de las ciencias de la salud, 69 artículos son de autor único, 20 de dos autores y 8 de tres o más. Es decir, en ciencias sociales, el autor único sigue teniendo una posición primordial, a diferencia del campo de la salud.
Al revisar los estudios que abordan el tema del amor en ambos campos, éste se refiere a tres tipos: amor de amantes, amor filial (padres e hijos) y amor solidario (por otros seres humanos). No se habla del amor a Dios, al planeta, a los animales o a las cosas. De manera excepcional, aparece un artículo de Catherine Lutz (2015) en el que habla acerca del amor al automóvil.
Tanto en las ciencias de la salud como en las ciencias sociales, se apunta a que el amor es una construcción cultural que delimita y moldea significaciones. Es decir, sentimos amor pero sólo lo podemos verbalizar con significados producidos socialmente. Estos significados son históricos, culturales y, por ende, pueden cambiar con el tiempo. Desde esta perspectiva, podemos ver que la noción aún dominante del amor (de pareja) es el romántico (heterosexual). Los artículos muestran cómo las generaciones más jóvenes aún recurren a esa manera de significar y la utilizan en sus relaciones. Sin embargo, también hay un fuerte movimiento que busca resignificarlo y evidenciar que existen o pueden existir maneras distintas de amar.
Otra forma de designar el amor es como una fuerza solidaria, como una motivación de los seres humanos que los lleva a realizar prácticas por otros o para otros, algo que los mueve y puede constituirse en una fuerza política de cambio y transformación, pero también en una fuerza manipulable por la pareja, por la familia e incluso por el Estado.
Finalmente, hay atisbos, por lo menos en las ciencias de la salud, de una visión del amor de manera esencialista: como una cualidad que algunos poseen innatamente —las madres, los que se dedican a la profesión médica, cuidadores, enfermeros—. Esa mirada invisibiliza la carga emocional y física que supone cuidar de otros, así como las relaciones de poder que se establecen entre la persona que es cuidada y el cuidador. Además, invisibiliza la fuerte carga de género pues las cuidadoras son mujeres y las profesiones del cuidado y de enfermería son trabajos predominantemente realizados por mujeres.
Es importante resaltar que la gran cantidad de indagaciones que se realizan en AL parten de la visión individual —lo que piensan, hacen o dicen los individuos— y pocos estudios enfatizan la relación, lo que sucede cuando los individuos interactúan. Esta veta de investigación es muy importante, sobre todo para entender cómo cambian las significaciones del amor —en los procesos de interacción y después en la semántica social— y cómo se resuelven en la práctica las diferencias económicas y de poder entre quienes interactúan.
Además de las temáticas observadas en ambos campos, es posible ver algunas diferencias disciplinares. En las ciencias de la salud, el amor parece no ser un tema en sí mismo, sino que se presenta en asociación con la salud y el cuidado como temas centrales. Esto se evidencia en la bibliografía utilizada, más de corte metodológico o teórico, pero no sobre el amor sino acerca de una manera de observar la realidad desde las representaciones que los sujetos tienen. El campo parece dominado por la producción brasileña, en número de revistas, de artículos producidos y de autores autóctonos y traducciones al portugués. Finalmente, se observan rasgos particulares en la manera de producir ciencia que se acerca más a las ciencias biológicas, en donde la autoría es de más de dos personas.
En el caso de las ciencias sociales, vemos un ámbito de estudio que retoma bibliografía sociológica y feminista de otras latitudes para interpretar, no sólo describir, los datos recabados en entrevistas y grupos de enfoque. Además, las ciencias sociales parecen dejar de lado el amor entre amigos, hermanos, familiares e incluso entre desconocidos afiliados a grupos similares. Esta veta de estudio es fundamental desarrollarla en las ciencias sociales, tal como lo muestran los estudios de la salud.
Finalmente, pese a estas diferencias en los campos, podemos observar una convergencia respecto a la incorporación de metodologías de las ciencias sociales en las ciencias de la salud, así como una transversalidad de la teoría de las representaciones sociales en ambos campos.
Con lo anterior se pretende dar cuenta de que, aunque cada campo disciplinar genera sus propias distinciones y maneras de tratar la realidad, aparecen puentes entre ellas: en las metodologías compartidas, en la importancia que se le da a la significación de los sujetos en la construcción de la realidad y sus acciones y, finalmente, en el amor como tema de investigación que contribuye al bienestar o malestar de los cuerpos biológicos y de los grupos o sociedades en general.