Palabras clave: RENISCE, estudios socioculturales de las emociones, cuerpo, género, cuidados
Keywords: RENISCE, sociocultural studies of emotions, body, gender, care
Dossier
Entre emociones, cuidado y redes: conversación con Oliva López Sánchez y Rocío Enríquez Rosas
Among Emotions, Care and Networks: Conversation with Oliva López Sánchez and Rocío Enríquez Rosas
Recepción: 19 Mayo 2023
Aprobación: 27 Junio 2023
Publicación: 31 Diciembre 2023
El estudio de las emociones y afectividades en el ámbito de las ciencias sociales y humanas es un campo relativamente joven que tuvo sus comienzos en la década de los ochenta. A nivel internacional, este interés implicó cuestionar la dicotomía razón/emoción y mente/cuerpo, reconocer la dimensión emocional de lo social y analizar la emoción como socialmente construida. En México, este interés se ha edificado con la influencia de la academia estadounidense,1 así como con el cada vez mayor diálogo multi, inter y transdisciplinar con científicas y científicos de Latinoamérica, el cual paulatinamente se fue consolidando vía su proceso de institucionalización a través de espacios y grupos de trabajo como el Grupo de Pesquisa em Antropologia e Sociologia das Emoções (GREM), creado en Brasil en 1994; el Grupo de Trabajo sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, constituido en Argentina en 2007; el Grupo de Investigación sobre Emociones y Sociedad (GREI), en Chile en 2009; el Seminario Institucional de Sociología de las Emociones, en México en 2009; el Núcleo de Estudios Sociales sobre la Intimidad, los Afectos y las Emociones, en Argentina en 2009; la Red Interuniversitaria Estudio de los Afectos y las Emociones en Ciencias Sociales y Humanidades, también en Argentina en 2014, y la Red Nacional de Estudios Socioculturales de las Emociones (RENISCE), en México en 2012 (Ariza, 2016, 2020; Sabido, 2011; Scribano, 2016; Vázquez, 2023).
Tuve el placer de conversar con las mujeres que hicieron posible la creación de RENISCE: Oliva López Sánchez, de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (FESI) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Rocío Enríquez Rosas, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) de la Universidad Jesuita de Guadalajara. Dos profesoras investigadoras que, desde sus diversas líneas de investigación con un interés particular en los estudios socioculturales de las emociones, cuerpo y género, lograron, mediante un curso en 2008, reunir a un grupo de interesadas para compartir ideas y propuestas en el campo, lo que tiempo después se volvió una red donde actualmente se vinculan ciento sesenta y cinco investigadoras e investigadores de diferentes países y que en 2023 organizará su octavo coloquio.
El diálogo a tres voces que aquí se presenta se realizó para el dossier “Emociones, afectos y sensibilidades en el marco de las sociedades contemporáneas. Interrogantes, líneas de reflexión y orientaciones teórico-metodológicas para su estudio”, que tiene como objetivo promover la reflexión sobre el giro emocional, sensorial, corporal y afectivo expresado en la vida social. Sin duda, RENISCE, como red interdisciplinar y transdisciplinar, es un espacio fundamental para dar cuenta de dicho giro y del campo científico que lo ha hecho posible. La conversación en concordancia con los objetivos del dossier busca situar a RENISCE como uno de los espacios centrales para el estudio de las emociones en lo local, regional e internacional.
Oliva López Sánchez y Rocío Enríquez Rosas, dos importantes investigadoras en el campo de los estudios socioculturales de las emociones, conversaron sobre cómo llegaron al estudio de la dimensión emocional y cómo han confabulado para crear y coordinar RENISCE. Como psicólogas de formación y críticas de su disciplina, hablaron de los retos de pensar lo emocional desde una necesaria mirada multi, inter y transdisciplinar. Siendo las dos antropólogas por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en distintas sedes, la primera se acercó al tema desde la historia sociocultural del cuerpo, la antropología médica y los estudios feministas; la segunda, desde los estudios de la pobreza y la desigualdad social. Ambas, desde muy temprano, vieron la urgencia de entablar puentes de diálogo en un campo joven con pocos estudios e investigación empírica en México y América Latina a inicios del presente siglo, que ya tenía pequeños islotes que comenzaban, de manera aislada, a manifestar intereses en lo emocional. Es desde un encuentro horizontal y de “compartencias” entre Rocío y Oliva que hablamos no sólo del origen y trabajo de la red, sino también de la historia académica, de los cuidados y la amistad que está detrás de ella.
Oliva, como la investigadora interdisciplinaria que es, se acercó en 2008 al estudio de lo emocional desde la historia sociocultural para dar cuenta de la construcción emocional del cuerpo femenino entre 1850 y 1910 en México. Su objeto de estudio se sitúa en la confluencia de distintas disciplinas: la historia cultural del cuerpo y la salud, la antropología médica y los estudios feministas. Sus investigaciones la han colocado en una transición entre lo interdisciplinar y lo transdisciplinar, luego de que fue formada como psicóloga desde una perspectiva en la que predominó lo cognitivo-conductual, de la cual nunca estuvo convencida (López, 2015). “Como historiadora, antropóloga y como una amante de la literatura, la música y las artes, se ha acercado a estudiar la historia de las mujeres, su sexualidad, cuerpo, procesos de salud-enfermedad-atención con un énfasis en la salud mental, desde una perspectiva cultural y una mirada crítica de los paradigmas de lo psi”.2
Oliva, junto con Rocío Enríquez y con el apoyo de la UNAM y el ITESO, coordina la colección Emociones e interdisciplina de RENISCE, que cuenta actualmente con nueve tomos publicados y tres que están en proceso de edición. Oliva es pionera en los estudios histórico-antropológicos del cuerpo y en 2009 recibió el premio de la Academia Mexicana de la Ciencia en el área de las humanidades por sus aportaciones. Ha publicado diferentes libros de su autoría, artículos y capítulos de libros sobre la construcción médica del cuerpo de las mujeres, la enfermedad mental y la vida emocional en clave histórica; es coordinadora de un libro de historia cultural de las emociones en el que participan investigadoras latinoamericanas reconocidas por sus aportaciones en la historia social y ahora en el de las emociones. Recibió una invitación del prestigioso doctor Peter N. Stearns —pionero historiador cultural de las emociones— y de la doctora Katie Barclay para escribir un capítulo en el libro The Routledge History of Emotions in the Modern World, publicado en enero del 2023.
Se ha desempeñado como docente-investigadora de la UNAM desde hace treinta y cuatro años en el pregrado y desde hace quince en el posgrado de Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud en los campos de la antropología y la historia de la salud, impartiendo el seminario de Antropología de las Emociones, que recibe estudiantes nacionales y extranjeros. Actualmente es Coordinadora del Proyecto de Investigación Interdisciplinaria sobre Cuerpo, Emociones y Género (PIICEG) en la FESI y es parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel II.
Para Rocío, la problemática de la pobreza y las desigualdades ha sido especialmente importante a lo largo de toda su formación. La interrogante central que le ha permitido construir su objeto de estudio ha sido “cómo acercarse a esa parte de los malestares emocionales, sin hacerlo desde las categorías relacionadas con la psicopatología […], incluyendo la mirada sociocultural y tomando distancia de la medicalización del sufrimiento, de la individualización de la pobreza y la exclusión social”. Rocío ha trabajado en espacios urbanos y con población vulnerable, en pobreza extrema y principalmente desde los grupos domésticos —específicamente con las mujeres—. Sus coordenadas teóricas se encuentran en los estudios de pobreza y exclusión social, género, familias, etnicidad, emociones, cuidados y bienestar social. Sus coordenadas metodológicas, como científica social, principalmente antropóloga, se encuentran en el paradigma cualitativo interpretativo y los estudios a profundidad, desde lo etnográfico, biográfico y los estudios comparados, centrados en la subjetividad e intersubjetividad.
Junto con Oliva, Rocío coordina la colección de RENISCE. Ha publicado diferentes artículos, capítulos de libros, así como libros de autoría individual. También ha coordinado publicaciones colectivas en el campo de los estudios de la pobreza y la desigualdad. Se ha desempeñado como profesora investigadora en el ITESO; desde hace veinte años, participa en programas de posgrado, principalmente del ITESO, así como de Guadalajara y de otras regiones del país. Forma parte del núcleo académico del doctorado en Estudios Científico-Sociales del ITESO, programa de alta calidad académica que tiene más de dos décadas operando y del cual fue una de las académicas fundadoras. Rocío forma parte también del núcleo académico de la maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura. Ha participado en varios proyectos de investigación internacionales y ha coordinado algunos de ellos. Desde hace casi dos décadas, en 2004, es parte del SNI; actualmente es Nivel II.
La entrevista se realizó vía videoconferencia por los tiempos y espacios en los que las tres nos encontrábamos —Oliva estaba en la FESI en Tlalnepantla, Estado de México; Rocío en el ITESO en Guadalajara, Jalisco, y yo en Ciudad de México—; tuvo una duración de dos horas. Metodológicamente, se recurrió a metáforas y recursos del campo de los estudios socioculturales de las emociones. Previo al encuentro, hice llegar el guion de entrevista a las dos investigadoras y la hoja de consentimiento informado para su realización y publicación. Después de la conversación, realicé la transcripción, que fue revisada por ellas. Por último, con ese material, con la revisión del sitio web de RENISCE3 y con sus síntesis curricular en mano, redacté —recurriendo al formato de entrevista, ensayo y narración— el texto final que aquí se presenta, el cual también fue aprobado por ellas.
Espero que, para las y los interesados en el campo, tanto los que se acerquen recientemente al tema como los que ya lleven tiempo en él, esta conversación que nos habla del origen de la RENISCE, de las personas que la han hecho posible y de las que la integran sea una hoja de ruta para cartografiar los avances y desafíos en el campo, para mapear las interrogantes pasadas y actuales y para ofrecer líneas de reflexión para futuras investigaciones, con lo cual se pueda dimensionar los aportes de la red al llamado giro afectivo.
El día 18 de abril, nos reunimos por Zoom Rocío, Oliva y yo. Tengo que confesar mi nerviosismo por charlar con estas dos mujeres, que conocía a través de sus textos, que había visto de lejos en los coloquios y que me habían ayudado a interesarme en el tema. Ambas fueron muy puntuales, aunque cada una se encontraba cerrando su jornada laboral en su respectiva universidad. Dieron las 6:00 p. m.: Rocío salía de un coloquio en ITESO y Oliva había estado trabajando toda la tarde en su Proyecto de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) que se encuentra en el tercer y último año de desarrollo en la FESI. Con todo y sus actividades, y sabiendo que todavía les faltaba llegar a sus respectivos hogares, no escatimaron en tiempos y charlamos con toda tranquilidad las siguientes dos horas. La entrevista, sus voces, los conceptos utilizados para describir su proceso e historia dan cuenta de sus capitales, su personalidad y la forma en la que se equilibran para colaborar juntas desde 2008, año en el que se conocieron y comenzaron a consolidar puentes de diálogo entre ellas y a potenciar los de otras y otros.
La conversación fue fluyendo cuando comenzamos con las primeras preguntas detonadoras que buscaban conocerlas e indagar sobre su trabajo juntas a través del cruce de experiencias y de los sentires y reconocimientos compartidos. Las primeras respuestas resaltan la parte emocional de este proyecto llamado “Rocío y Oliva” y recuperan los vínculos de amistad, cariño, confianza y cuidados mutuos que se han proporcionado desde hace quince años; porque una entrevista con dos mujeres especialistas en el tema de la emoción no podría no pensarse justo desde ahí, tal y como ellas mismas lo señalan.
Rocío: Para mí es un vínculo muy significativo el que he construido con Oliva. Yo creo que todo esto no hubiera sido posible de no haber crecido también una amistad solidaria, franca y clara entre las dos. Hemos aprendido a tener buena comunicación y esa comunicación ha ayudado al trabajo académico que hacemos y también ha fortalecido una relación de amistad durante este tiempo. Sabemos cómo centrarnos cuando se trata de trabajar y cuando se trata de compartir nuestra vida personal. También coincide que ambas somos trabajadoras, comprometidas, responsables y muy echadas para adelante. Con Oliva yo sé que tengo la confianza y la claridad. Ella sabe escuchar y siento que yo también sé escuchar. Oliva es reflexiva, se da sus tiempos para procesar. Estoy pensando ahorita en categorías desde la sociología de las emociones que tienen que ver con toda la gestión emocional. La sociología y antropología de las emociones y la historia cultural de las emociones te dan elementos y recursos para ello. Y, bueno, yo encuentro en Oliva una colega y una amiga con quien puedo proponerme metas desafiantes y sé que poco a poco las vamos a lograr.
Oliva: Rocío, además de ser una gran profesional, así en el amplio sentido de la palabra, es una persona generosa, comprometida y respetuosa, y eso hace posible que trabajemos muy bien. Yo creo que además nos equilibramos mucho, nos acompañamos perfecto, justo porque hay un complemento en nuestro hacer y en nuestro trabajo profesional. Hacer este intercambio sostenido con Rocío desde hace quince años me ofrece confianza y me hace sentir segura, respaldada, respetada y reconocida. Siempre tenemos una repartición de tareas muy equilibrada. En este caminar nos vamos cuidando; es decir, sabemos a quién le toca cada responsabilidad y eso da certeza y nos ha permitido crecer, porque efectivamente realizar un trabajo intelectual va acompañado de compromiso, entrega, respeto y confianza en la otra persona. Nosotras ponemos cuerpo, corazón y tripa para este proyecto. Yo creo que sólo eso se hace cuando te sabes acompañada y respaldada y no hay dudas; porque, cuando hay dudas, tú te restas, y aquí nadie se resta: al contrario, siempre estamos cuidándonos mutuamente.
El motor que hace posible RENISCE es justamente el cariño, la confianza y los cuidados mutuos que dos mujeres se ofrecen no sólo en lo académico, también en lo personal, y que además han propiciado a otras que se han encontrado en el camino. Para mí es fundamental comenzar esta historia desde aquí, porque casi siempre se remarca el capital social, simbólico y cultural que hace posible el habitus y campo científico, pero no el capital emocional que está detrás de él y que es, digámoslo así, una especie de energía social que lo mueve (Illouz, 2007; Rojas-Lozano, 2021).
Las coincidencias disciplinares, institucionales, teórico-metodológicas y, por supuesto, temáticas fueron fundamentales para que Rocío y Oliva se conocieran, cobraran conciencia de lo poco que se sabía del tema emocional en México y empezaran a imaginar y a elucubrar juntas sobre lo que podrían hacer en y por él. Para entonces, ambas ya reconocían la potencia del trabajo en red como estrategia para hacer crecer el naciente campo de los estudios socioculturales de las emociones en el país, y su propio habitus se los hacía saber.
Rocío: Yo creo en y me encanta el trabajo académico en red. Creo en el trabajo colaborativo en redes académicas desde un acercamiento solidario de intercambio de reciprocidades múltiples y de formación académica para nuevas generaciones. Para mí es claro el trabajo en red porque ya lo había vivido en la Red de Estudios sobre Pobreza, Desigualdad y Política Social, que inició el doctor Enrique Valencia de la Universidad de Guadalajara hace más de veinte años; red a la que pertenezco y que a mí me ha formado en muchos sentidos. También otra red fue la del Sistema Universitario Jesuita sobre pobreza y exclusión, que me tocó coordinar por cuatro años para todas las Ibero y el ITESO. Con estas dos experiencias me quedaba muy claro que el enriquecimiento era mucho mayor y que los proyectos de investigación se podían potenciar y apuntalar, además de que la construcción interdisciplinaria y transdisciplinaria en el campo de las emociones era central.
Oliva: Yo formé parte de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología A. C. —fundada en 1964 por el doctor Enrique Beltrán— cuando era presidida por el doctor Juan José Saldaña, quien hace poco falleció. Participé por primera vez en el Congreso Mexicano de Historia de la Ciencia y la Tecnología por los dos mil y después me involucré a tal grado que pasaron varios años y terminé siendo la vicepresidenta y posteriormente la presidenta de la sociedad. Entonces, yo venía también con ese talante, con esa experiencia y era muy claro para mí que una red lo que hace es convocar a aquellas personas interesadas en un tema. Entonces, convocar la Red de Investigación de los Estudios Socioculturales de las Emociones en ese momento era una posibilidad para decir “acompañémonos, tengamos un encuentro cada año y compartamos lo que vamos haciendo”, y le propuse a Rocío formar la RENISCE.
Es interesante comentar que el vínculo que presentó a Oliva con Rocío y luego generó RENISCE tuvo como cimientos, precisamente, una red de relaciones entre amigas.
Oliva: Yo conocí a Rocío por una amiga en común que tenemos: Alicia de Lourdes Llamas Martínez-Garza. Cuando yo ingresé al tema de las emociones, algo así como en el 2008, Rocío ya tenía un camino bastante recorrido; así que cuando yo hablé con Alicia y le compartí lo que hacía —entre Alicia y yo también había una amistad fuerte y linda de muchos años—, me dijo: “una de mis mejores amigas en Guadalajara trabaja esos temas”. Entonces esa amiga en común hizo ese puente, como suele pasar con las buenas amigas.
El origen de la red se dio después de que, en 2008, Oliva solicitó a Rocío un curso para su equipo en el marco del proyecto La construcción emocional del cuerpo femenino 1850-1959, que coordinó entre 2008 y 2010 como parte de un PAPIIT en la UNAM. A este primer acercamiento le siguieron algunos encuentros para compartir ideas y propuestas, que culminaron en 2011 en el primer coloquio en el ITESO4 y, en 2012, después del segundo coloquio que tuvo lugar en la FES Iztacala, en la creación de RENISCE.
Rocío: El primer coloquio fue aquí en el ITESO en 2011 (entre el 3 y el 4 de marzo).5 Participamos como unos ocho o diez ponentes. Lo hicimos desde el Departamento de Estudios Socioculturales (DESO) en el que yo estoy, y desde la UNAM, FES Iztacala, como instituciones convocantes. En ese momento sólo queríamos saber qué estaban trabajando otras colegas, principalmente mujeres —aunque también hombres—. Y digo “las colegas” porque la respuesta que tuvimos en ese primer coloquio fue sobre todo de académicas, algunas de ellas ya trabajando en ese campo, pero haciéndolo un tanto solas. En ese tiempo todavía no había un trabajo conjunto y un reconocimiento desde las ciencias sociales.
Oliva: Cuando hicimos el primer encuentro de RENISCE, todavía no era RENISCE; era un encuentro en Guadalajara. Íbamos colegas de la FESI y nos recibieron colegas del ITESO, de la Universidad de Guadalajara y de la Universidad de Colima. Ahí no teníamos mayores pretensiones que el intercambio; todavía no habíamos planeado nada. Ya para el segundo encuentro, que se dio en 2012 en la FESI con treinta y nueve participantes, fue cuando propusimos crear la red. Recuerdo que era un viernes por la tarde y estábamos en un auditorio del área de biología que nos prestaron para hacer el cierre del coloquio; allí, tras dialogar con Rocío, compartimos la propuesta y las colegas presentes celebraron la iniciativa. Así surgió RENISCE.
El estudio de las emociones, como lo dicen Rocío y Oliva en el sitio web de RENISCE, se está convirtiendo cada vez más en un campo de investigación legítimo dentro de las ciencias sociales y las humanidades; por tal razón, sus fundadoras consideraron oportuno establecer una red que posibilitara establecer vínculos con las y los investigadores interesados en los estudios socioculturales de las emociones desde perspectivas inter y transdisciplinarias.
El primer reto que se tuvo que sortear en México a inicios del siglo no sólo fue la falta de interlocución y trabajo conjunto, como comentan nuestras entrevistadas, también fue la falta de producción científica desarrollada en el país o, bien, la traducción de la publicación anglosajona que ya había comenzado a realizarse desde los ochenta. La misma Rocío lo señala de una manera muy puntual.
Rocío: Yo estaba estudiando el doctorado y una buena parte de la literatura me la compartió un investigador que había estudiado sociología del miedo en Estados Unidos y había traído mucho material. Eran otros tiempos. Por eso tomar conciencia de un campo tan relevante, ligado a los estudios de la mujer, del género y de la vulnerabilidad social, nos hizo plantearnos la posibilidad de crear la red.
El nacimiento de la red, después del primer acercamiento de ambas y de los siguientes encuentros, resultaba algo necesario. Estaban ya no sólo Rocío y Oliva, “había otras académicas resonando con esto, encontrando interlocución académica y posibilidades de compartir su trabajo y de recibir retroalimentación, haciendo sinergia con muy pocos recursos, pero con mucha fuerza de trabajo académico y reflexivo y desde esa capacidad de agencia de poder incidir, crear, consolidar y sostener a lo largo de los años un proyecto de esta naturaleza”.
Oliva: Una vez que decidimos formar la red, solicité su registro formal en la FESI en el mismo año 2012. Junto con unos becarios del proyecto PAPIIT que había posibilitado los encuentros con Rocío y las colegas de occidente, hicimos el logo de RENISCE: es un glifo olmeca que significa colaboración y cooperación. La red empezó así. Usamos colores de nuestros antepasados: un color rojo cochinilla y un azul cobalto precioso. Ese glifo nos dio identidad y memoria; y también nos ha ofrecido la posibilidad de ver nuestra transformación.
Han pasado quince años de amistad y de intercambio académico entre Rocío Enríquez Rosas y Oliva López Sánchez. RENISCE está por cumplir once años de trabajo y en su haber lleva siete coloquios formales6 y algunos encuentros y seminarios que le antecedieron; tiene ciento sesenta y cinco integrantes de países como Bélgica, Inglaterra, Canadá, España, así como de América Latina: Argentina, Brasil, Chile, Colombia Costa Rica y México. Han logrado consolidar la colección Emociones e interdisciplina (ITESO y FESI-UNAM), trabajo editorial que ha publicado nueve volúmenes y tres más que están en proceso editorial;7 además de contar con un sitio web propio que antes sólo era un blog. También han logrado construir relaciones interinstitucionales internacionales y con ello se observa con claridad el intercambio académico que, en y desde México, se está realizando.
Oliva: Hoy por hoy, mi bagaje profesional se ha dado a partir de la red —como muchas y muchos de sus miembros— porque he conocido colegas no sólo de México, también de España, colaborando con un grupo de historiadoras y antropólogas en el grupo de Historia Moderna del País Vasco. También he podido compartir con Javier Moscoso, profesor de Investigación de Historia y Filosofía de la Ciencia en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España, y con la doctora Marina Ariza en su Seminario Institucional Sociología de las Emociones (SISE) que sesiona periódicamente desde 2009 en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
En el seminario pude conocer también a otras entrañables colegas y amigas, como la doctora Ana Abramowski, investigadora del área de educación de FLACSO, Argentina, con quien colaboramos Rocío y yo en un proyecto doctoral internacional junto con Luz Alexandra Garzón Espino, adscrita al Centro de Estudios Sociológicos de la Universidad Nacional de Colombia. También conocí a colegas como la filósofa Cecilia Macón de la Universidad de Buenos Aires (UBA), coordinadora del Seminario sobre Género, Afectos y Política en la UBA, y el sociólogo Santiago Canevaro, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en la Universidad de San Martín y docente de la FLACSO.
Esa posibilidad de colaboración también me ha permitido conocer y participar en el Seminario sobre Género, Afectos y Política que tienen Ana Abramowski y Cecilia Macón en Argentina desde 2009, así como en Historia cultural de las emociones que ha sido convocado por Sandra Gayol, María Berj y Mirta Zaida Lobato de Argentina. Como se puede ver, he tenido diversos intercambios académicos, además de recibir estancias posdoctorales de jóvenes doctoras y doctores de Argentina. Entonces, realmente la RENISCE es una ventana de vínculos, de intercambios y la gente se ha conocido así.
Sin lugar a duda, RENISCE, después de este tiempo y todo este trabajo, se ha constituido como un espacio de vinculación e intercambio entre académicas y académicos cuyas investigaciones en torno a los estudios socioculturales de las emociones han fortalecido el nivel de investigación en el campo a nivel no sólo nacional sino también internacional. En ese sentido, han impulsado el trabajo colectivo y colaborativo del estudio de las emociones como herramienta de análisis para profundizar en las problemáticas sociales actuales.
La conversación estaba llegando a su fin, y Rocío y Oliva cerraron la charla contándome cómo ven a RENISCE a futuro y cómo observan el campo de estudio a un poco más de cuarenta años de su existencia.
Rocío: A modo de cierre: primero que nada, a mí me da mucho gusto ver cómo este campo cada vez ha tomado mayor fuerza, no sólo en México sino en Latinoamérica, con importantes ejemplos como: la Red Latinoamericana de Estudios Sociales sobre las Emociones y los Cuerpos, o el Grupo de Investigación sobre Sociología de las Emociones y los Cuerpos, así como la Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpo, Emociones y Sociedad, editada por el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA y el CONICET en Argentina.
Si miro hacia atrás y hago ese ejercicio prospectivo, me parece que en la contemporaneidad la dimensión emocional ha adquirido mayor relevancia por la complejidad de los problemas sociales que estamos enfrentando en el mundo y que son problemas sociales multidimensionales. Ninguna disciplina por sí misma puede encontrar las explicaciones que se requieren para generar conocimiento nuevo. En esa intersección y más allá de las fronteras disciplinares, también en relación con las artes y con múltiples saberes, un campo como lo es el campo de estudio de las emociones es especialmente fértil. Entonces, yo veo este campo en crecimiento y en reconfiguración porque los problemas en nuestro mundo avanzan más rápido que el conocimiento.
Frente a ello, RENISCE va a ser una red constantemente interpelada por realidades cada vez más complejas relacionadas con la sustentabilidad del medio ambiente, con la sostenibilidad de la vida, con la construcción de paz. El reto frente a ello es mantener apertura sin caer en dispersión y focalizar en cómo la dimensión emocional, junto con otras, aporta para la comprensión de problemas sociales contemporáneos y genera conocimiento nuevo y de alta incidencia social. También pienso que se van a ir generando nuevas categorías y conceptos; incluso posiblemente categorías que ahora nosotras trabajamos se van a ir desdibujando y van a aparecer otras. Es cierto que el conocimiento avanza poco a poco, pero me queda claro que la realidad está mostrándonos de frente la necesidad de generación de categorías mediadoras cada vez más complejas y en clave interdisciplinaria y transdisciplinaria. Por ello, RENISCE, que es una red muy comprometida con la comunicación pública del conocimiento, posiblemente el día de mañana no sea sólo una colección de libros, sino que se vuelva una revista. Posiblemente sea una revista arbitrada o de divulgación con registros de otro tipo como imágenes, sonoros, audiovisuales o documentales. También, en este ejercicio de imaginación, me parece que RENISCE tiene que estar cada vez más comprometida con el diálogo y con la interlocución para incidir en la resolución de problemas desde nuestro quehacer académico, pero en interlocución y apertura, pensando junto con otros actores sociales en clave colectiva. Yo con eso cerraría.
Oliva: Suscribo lo que acaba de mencionar Rocío, en cuanto a la proyección del campo en la región. Y completando su participación, el balance que yo hago de los estudios socioculturales de las emociones en México y América Latina tiene que ver con reconocer no sólo ese valor heurístico y explicativo de las emociones para la creación del conocimiento en las ciencias sociales y humanísticas, sino también su dimensión política. Me parece que la dimensión emocional ha dejado muy en claro la dimensión política de la emoción en el mundo en una cultura del neoliberalismo y de la supraindividualidad; esto es parte de sus compromisos teóricos o por lo menos ha sido un interés mío darle esa genealogía al estudio.
Los estudios de las emociones surgen cuando hubo un quiebre de los paradigmas racionalistas del siglo XX; esa noción de libertad, derecho y autodeterminación da la posibilidad de posicionar la dimensión fuera de las coordenadas de lo psi para reconocerlas como potenciadoras de los fenómenos socioantropológicos e históricos. De eso no hay vuelta atrás. También hay que decirlo: probablemente tengamos bastantes críticas de nuestras propias aportaciones. Así como pasó en los estudios del género y del cuerpo. En estas autodeterminaciones queda la posibilidad de diversidades y a veces esas diversidades en un mundo tan desigual reproducen más desigualdad.
Entonces, vamos a ver dónde estamos, a dónde nos lleva esa urdimbre, no sólo teórica, también política, de la emoción que construye otros saberes. Seguro va a dar lugar a los quiebres epistémicos, va a dar lugar a pensar la construcción del conocimiento desde otros lugares, va a permitir, me parece también, ser una base para desarrollar otras maneras de acercamiento a esto que Jesús Martín Barbero ya nos dijo: la transdisciplina, que no significa otra cosa que romper esa barrera del conocimiento. Creo que este mundo requiere esa transdisciplina que es la coincidencia de saberes, actores y disciplinas distintas.
En el año 2022 la RENISCE cumplió su décimo aniversario. Éste ha sido un trabajo de largo aliento, sostenido con la colaboración de diferentes integrantes,8 pero no sólo los que la integran sino también las que participan en cada coloquio. Entonces, me parece que estos diez años hablan de una madurez de un campo donde ya no es necesario justificar por qué son importantes las emociones para explicar los fenómenos sociales. Ya no estamos en la necesidad de justificar el dato no dualista del acercamiento de la emoción, ya no tenemos que explicar que las emociones importan porque son relaciones, ya no tenemos que justificar que nos centramos o dirigimos al estudio de las emociones desde afuera. Ahora, estamos enfrentando otro reto importante que tiene que ver con cómo nos acercamos, cómo aprehendemos ese dato, cómo establecemos metodologías de lo emocional frente a un discurso polifónico, cómo nos adscribimos y nos suscribimos o dónde nos ubicamos en un campo que sigue siendo joven y que en ocasiones es cuestionado desde las mismas disciplinas sociales que se resisten a otorgarle una autonomía.
or supuesto, igual que Rocío, me motiva fundar la revista; una revista que siga convocando voces y atienda el cada vez más importante campo científico del estudio sociocultural de las emociones. Eso puede ser no sólo un atractivo para las personas investigadoras, sino también una forma de seguir apoyando a quienes publican, pensando también en los jóvenes que están recientemente ingresando a los estudios. También sostengo lo que dijo Rocío, de hacer un trabajo no extractivista, sino comprometido para estar en colaboración con otras disciplinas, con otros medios, con otros actores.
Me parece que esto que te contamos, todo el trabajo realizado a través de coloquios, la colección, el trabajo interinstitucional vía programas de posgrado, cursos y seminarios nos habla de cómo una triada epistemológica —cuerpo, género y emociones— sí o sí va junta. Pues si bien, hay una diversidad de categorías, en el fondo creo que tenemos nodos muy particulares de articulación teórica compartida. Tal vez adelante venga otra categoría, otro algo que nos revolucione, pero esta triada será la base de lo que se construya. Finalmente, no es gratuito que, para un número de esta revista con tan buen prestigio académico de la Ibero, le interese un monográfico sobre los estudios sociales de las emociones. El campo está construyendo diversos intereses profesionales y creo que eso ya nos puede dejar medianamente satisfechas a Rocío y a mí, porque hemos hecho una colaboración en este mundo del conocimiento que es infinito, grande y acelerado. Eso.
A cuarenta años de que el estudio de la emoción y la afectividad se introdujera en las ciencias sociales y humanidades y a casi dos décadas de que en México sean parte de la agenda académica, podemos hablar, como bien nos lo comentaron Oliva y Rocío, de un campo en consolidación que por distintos cauces ha fraguado su institucionalización. Primero vía redes y grupos de trabajo, también a través de congresos9 y coloquios, y de manera más paulatina vía publicaciones,10 artículos científicos, libros, cursos, seminarios, proyectos y programas de investigación en diferentes universidades. En América Latina, los grupos de trabajo se han consolidado en México, pero también en países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Y el diálogo interdisciplinar que lo ha hecho posible es mucho más vasto e incluye a disciplinas de las ciencias sociales y humanidades como la sociología, antropología social, historia, filosofía, ciencias de la comunicación, ciencia política, psicología social, pedagogía, trabajo social, economía, geografía; pero también otras como la psicología clínica, el psicoanálisis y las neurociencias.
En este devenir, la RENISCE cobra un lugar fundamental dado que ha logrado convocar a diferentes especialistas desde diversas disciplinas y geografías; también ha construido un espacio de discusión de las problemáticas contemporáneas desde su dimensión emocional, sensible, afectiva, psicosocial y de las neurociencias; además de comunicar la producción científica que se ha desarrollado en este campo en los últimos diez años, dando cuenta con ello de los avances, logros y retos no sólo empíricos o teóricos, también metodológicos.
Sin duda, para Rocío Enríquez y Oliva López, problematizar lo social desde el eje de lo emocional abrió un panorama clave para entender los fenómenos sociales. Pues, como me lo comentaron, “no hay ningún acto social e histórico que no pase por una dimensión afectiva, de género y corporal”; de allí que lo que viene para ellas y RENISCE en el futuro inmediato sea seguir consolidando el trabajo, ahora desde líneas de generación de conocimiento centradas en este campo y compartidas, en clave de trabajo académico colaborativo, con programas doctorales de universidades del país y del extranjero y, por otra parte, reformular la imagen identitaria de la red que se hace necesaria como producto de su internalización. Pero de eso nos hablarán ellas en el VIII Coloquio de Investigación. Las emociones en el marco de las ciencias sociales: perspectivas interdisciplinarias, a desarrollarse los días 21, 22 y 23 de septiembre de 2023.