Estudios y Debates Pedagógicos

Didáctica de la Filosofía

Didactics of the philosophy

Floralba del Rocío Aguilar Gordón
Universidad Politécnica Salesiana, Ecuador

Didáctica de la Filosofía

REXE. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, vol. 18, núm. 38, pp. 129-150, 2019

Universidad Católica de la Santísima Concepción

Recepción: 24 Octubre 2018

Aprobación: 30 Julio 2019

Resumen: La didáctica de la filosofía conlleva dos problemas: la enseñanza del filosofar y la enseñanza de la filosofía. Enseñar a filosofar y enseñar filosofía se necesitan mutuamente por cuanto la primera requiere de los problemas, conceptos y teorías surgidas como consecuencia del proceso histórico-social que le proporciona la segunda (filosofía entendida como sistema) y la segunda requiere del asombro y de las problemáticas cotidianas surgidas de la actitud y de las acciones humanas. El documento pretende defender la idea de que la didáctica de la filosofía y la didáctica del filosofar son parte de la actividad filosófica propia de los entornos académicos guiados por una cultura de interrogación, aprendizaje y construcción del saber. Además, procura repensar ¿cuál es el espacio epistemológico de la didáctica de la filosofía dentro del polimorfo mundo de saberes tecno-científicos de la llamada Filosofía de la Educación?; ¿cuál es el espacio que ocupa la didáctica de la filosofía dentro de las ciencias de la educación? Se cuestiona acerca de ¿cuál es el lugar que ocupa la didáctica de la filosofía dentro del multiforme conglomerado de las ciencias y problemas de la filosofía? El artículo tiene cuatro partes: la primera realiza una aproximación conceptual a la didáctica de la filosofía; la segunda reflexiona acerca de las finalidades de la enseñanza de la filosofía en la educación universitaria; la tercera delibera sobre las características y funciones del docente de filosofía; y la cuarta propone algunos métodos filosóficos y estrategias didácticas para enseñar filosofía y para enseñar a filosofar.

Palabras clave: Enseñanza, método de enseñanza, estrategias educativas, filosofía de la educación, filosofía.

Abstract: The didactics of philosophy entails two problems: the teaching of philosophy and the teaching of philosophy. Teaching to philosophize and teaching philosophy are mutually necessary because the former requires problems, concepts and theories arising as a consequence of the historical-social process provided by the latter (philosophy understood as a system) and the latter requires astonishment and daily problems arising from human attitude and actions. The document seeks to defend the idea that the didactics of philosophy and the didactics of philosophizing are part of the philosophical activity proper to academic environments guided by a culture of questioning, learning and construction of knowledge. Furthermore, it tries to rethink what is the epistemological space of the didactics of philosophy within the polymorphous world of techno-scientific knowledge of the so-called Philosophy of Education; what is the space that philosophy didactics occupies within the sciences of education? What is the place given to the didactics of philosophy within the multiform group of sciences and problems of philosophy? The article has four parts: the first makes a conceptual approach to the didactics of philosophy;the second reflects on the purposes of teaching philosophy in university education; the third deliberates on the characteristics and functions of the philosophy teacher; and the fourth proposes some philosophical methods and didactic strategies for teaching philosophy and for teachign to philosophize.

Keywords: Teaching, teaching methods, educational strategies, educational philosophy, Philosophy.

1. INTRODUCCIÓN

La didáctica de la filosofía lleva consigo dos problemas por resolver: la enseñanza del filosofar y la enseñanza de la filosofía. Hablar de Didáctica de la Filosofía de acuerdo a Gómez (2003) implica “abordar, entre otros aspectos, la antinomia entre enseñar a filosofar y enseñar filosofía” (p. 12). Aspectos que deberán ser tratados de modo complementario, de manera que se haga realidad la idea de que “el sentido kantiano de aprender a filosofar se complementa con el sentido hegeliano histórico-crítico de aprender filosofía” (p. 12).

Enseñar a filosofar y enseñar filosofía se necesitan mutuamente por cuanto la primera requiere de los problemas, conceptos y teorías surgidas como consecuencia del proceso histórico-social que le proporciona la segunda (filosofía entendida como sistema) y la segunda requiere del asombro y de las problemáticas cotidianas surgidas de la actitud y de las acciones humanas.

El documento pretende defender la idea de que la didáctica de la filosofía y la didáctica del filosofar son parte constitutiva de la actividad filosófica propia de los entornos académicos guiados por una cultura de interrogación, de aprendizaje y de construcción del saber. Reflexionando en las preguntas últimas que el ser humano se ha planteado desde sus orígenes, se puede afirmar que el filosofar, la filosofía y su enseñanza, siempre conservarán su importancia y actualidad en cada contexto. En este sentido, la didáctica de la filosofía comprende principios universales que direccionan el quehacer de los principales agentes del proceso educativo, así hablar de la enseñanza del saber filosófico, entre otras cosas, implicaría como sostiene Salazar Bondy (2002), “despertar en el estudiante la inquietud por la problemática universal e iniciarlo en el pensar crítico, trascendente y orientador” (p. 21) aspecto que conduce a considerar la enseñanza de la filosofía como una actividad vinculada al ámbito especulativo, de carácter metafísico y con tendencia hacia lo absoluto en sentido tradicional. Del mismo modo, hablar de aprender filosofía equivaldría ingresar en el gran universo del pensamiento y de la reflexión como una actitud propia de la naturaleza humana que al mismo tiempo conlleva la necesidad de aprender filosofía científica y sistemáticamente.

Por otra parte, se trata de pensar, ¿cuál es el espacio epistemológico de la didáctica de la filosofía dentro del polimorfo mundo de saberes tecno-científicos de la llamada Filosofía de la Educación?; ¿cuál es el espacio que ocupa la didáctica de la filosofía dentro de las ciencias de la educación? Y por qué no cuestionarse ¿cuál es el lugar que ocupa la didáctica de la filosofía dentro del multiforme conglomerado de las ciencias y problemas de la filosofía?

Pensando en las respuestas tentativas a las cuestiones formuladas anteriormente, viene a la mente lo que en algún momento se cuestionaba Octavi Fullat (1987) cuando al tratar de responder sobre la base epistemológica de la filosofía de la educación dentro de las ciencias de la educación, consideraba que:

Se distinguen dos modelos de discurso, analíticos, unos, y sintéticos, 1os otros; 1os primeros olvidan la práctica educativa regionalmente; 1os segundos, en cambio, la consideran de forma global. Dentro de la segunda modalidad se colocan tres saberes que han andado con frecuencia solapados: Teoría de la Educación, Pedagogía Fundamental y Filosofía de la Educación (Fullat, 1987, p. 5).

Los modelos enunciados por Fullat son aplicables también para la comprensión de la didáctica de la filosofía, que, a pesar de establecer fronteras cognoscitivas entre ellas, en última instancia se definen los dos significados que posee el significante Didáctica de la Filosofía (contiene elementos de la pedagogía y consecuentemente de las ciencias de la educación por una parte, y contiene elementos propios de la filosofía). A la vez la Didáctica de la Filosofía tiene sus fundamentos en la filosofía y estipula rasgos propios de la filosofía de la educación.

Algunas cuestiones frecuentes y aún pendientes son: ¿qué se enseña en filosofía: a filosofar, filosofía, la filosofía? y siguiendo las interrogantes formuladas por Gómez (2003):

¿Enseñar filosofía es un arte personal de cada uno, una técnica neutral universable o una ciencia psicopedagógica válida para todo profesor de filosofía? Hay una metodología y una didáctica única en la enseñanza de la filosofía o más bien la misma actividad propia de la clase de filosofía exige adoptar un cierto pluralismo y eclecticismo metodológico? ¿Qué características tiene una transición, si ella existe, entre la filosofía producida por los filósofos y la filosofía enseñada por los profesores?” (p. 12).

En definitiva, interrogantes que exigen nuevos análisis y nuevas reflexiones conforme a las nuevas circunstancias y a los diversos contextos en los que se desenvuelve el sujeto. En este sentido, Mañón (2019) al referirse a la cultura contemporánea sostiene que esta constituye un obstáculo para la enseñanza de la filosofía por cuanto a ella le corresponde enfrentar una serie de problemáticas como la pérdida del sentido de identidad y todo cuanto de ésta se deriva. En sus reflexiones sobre la cultura, Mañón (2019) hace notar los procesos evidenciados por el hombre en la “transformación del homo sapiens en homo videns”, es decir, procura evidenciar los cambios experimentados actualmente como consecuencia del avance científico-técnico que ha convertido al sujeto en un ser dependiente y preocupado por la imagen más que por su ser. Desde esta perspectiva, con el triunfo de la imagen sobre el concepto, al referirse a la dificultad de la enseñanza filosófica, Mañón (2019) sostiene que:

La principal dificultad de la enseñanza filosófica reside en la propensión a dotar a la imagen de fuerza argumentativa concluyente. En una cultura visual no se requiere la demostración argumentativa, basta con mostrar la imagen para aceptar un planteamiento cualquiera. La argumentación filosófica queda sobrada. Por eso, considero pertinente preguntar, en general, cómo hay que considerar a la cultura actual, como visual y contrapuesta a la cultura conceptual, y, en particular, cómo la cultura visual menoscaba la reflexión filosófica (p. 294).

Aportando a la reflexión del autor antes referido, se puede agregar nuevas problemáticas que surgen de la proliferación de las nuevas tecnologías de la comunicación y la virtualización que de alguna manera diluyen al sujeto dentro del discurso, de la glocalidad y de la superficialidad propia de la sociedad cool que se evidencia en los últimos tiempos. Además, en este contexto, cabe preguntarse: ¿Cuál es el lugar de la filosofía en una cultura visual? ¿Cuál es la tarea de la filosofía para pasar de una cultura visual a una cultura de carácter conceptual? ¿Desde dónde y en dónde abordar la reflexión filosófica para responder a los diferentes requerimientos socioculturales?

Este escrito se encuentra estructurado por cuatro partes: en la primera, se realiza una aproximación conceptual a la didáctica de la filosofía; en la segunda, se reflexiona acerca de las finalidades de la enseñanza de la filosofía en la educación universitaria; y en la tercera, se delibera sobre las características y funciones del docente de filosofía; y finalmente, se proponen algunos métodos filosóficos y estrategias didácticas para enseñar filosofía y para enseñar a filosofar. Todas las temáticas abordadas pretenden alcanzar un equilibrio y complementariedad real entre lo teórico- conceptual y lo procedimental.

2. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA DIDÁCTICA2 DE LA FILOSOFÍA

La Didáctica de la Filosofía es una especie de la Didáctica específica con la incorporación de diferentes métodos que se utilizan de acuerdo a los problemas fundamentales al que pertenezca el objeto de estudio como un campo específico de la filosofía. Es preciso pensar en estrategias de enseñanza-aprendizaje, en las formas de uso adecuado de métodos y estrategias que posibiliten mejores enlaces con el conocimiento filosófico.

En la Didáctica de la Filosofía como en la Didáctica General, están presentes los tres elementos fundamentales de todo acto didáctico: el docente, encargado de orientar creativa y constructiva- mente el aprendizaje, responsable de la identificación de perfiles, formas de pensamiento, estilos de aprendizaje, contextos y realidades individuales del otro; el estudiante, sujeto a quien se direcciona la enseñanza con la finalidad de lograr verdaderas modificaciones de conducta y de capacidades cognitivas; y, el contenido plasmado en el currículo, contenido que ha de ser enseñado y aprendido; responde a la pregunta sobre ¿qué enseñar?, en el contenido es necesario considerar: la calidad y cantidad del conocimiento, la selección adecuada de las temáticas y la planificación orientadora del proceso.

Los elementos fundamentales antes referidos se auxilian en elementos complementarios como los objetivos académicos, o propósitos de aprendizaje que constituyen las metas educativas que representan los logros y/o resultados de aprendizaje que se desea alcanzar en los aprendices; responden a la pregunta sobre ¿para qué enseñar?; los valores y actividades, que constituyen el eje transversal de todo proceso formativo ineludible para lograr la transformación cualitativa de todo ser humano; el contexto (ambiente, espacio o escenario) en el que se desarrolla el acto didáctico, se refiere al entorno geográfico, social, cultural y geográfico en donde se desarrolla el proceso educativo, responde a la pregunta ¿en dónde se ejecuta el proceso de enseñanza-aprendizaje?; las estrategias didácticas (métodos, procedimientos y técnicas) que permiten llevar adelante el aprendizaje, responden a la pregunta de cómo enseñar; los recursos y medios didácticos que permitan la clarificación del discurso; y, la evaluación que permite evidenciar el proceso de lo aprendido, que propicie el desarrollo del pensamiento analítico, crítico y reflexivo del estudiante, aspectos que en su conjunto constituyen todo acto didáctico en el que cada componente desempeña un papel importante en el proceso. La evaluación se convierte en el componente regulador del proceso de enseñanza-aprendizaje, responde a la constante: ¿en qué medida se logró el objetivo o resultado de aprendizaje?

Al hablar de la Didáctica de la Filosofía, es preciso comprender que en el proceso de enseñan- za-aprendizaje juegan un papel sustancial los medios de enseñanza (¿con qué enseñar?) por cuanto estos son el soporte material de los métodos. Los medios de enseñanza aseguran una mayor eficiencia en el proceso de asimilación de los contenidos y sobre todo contribuyen para la objetivación de los contenidos de la enseñanza. Los medios de enseñanza o materiales curriculares son los recursos empleados en el proceso de enseñanza-aprendizaje con la finalidad de alcanzar los objetivos curriculares. En palabras de Medina y Mata (2009) los medios de enseñan- za se caracterizan por facilitar el acercamiento de los contenidos de una asignatura al educando, sirven como mediadores en la formación de habilidades cognitivas. El desarrollo de los medios o recursos de enseñanza sean de carácter material o tecnológico guardan relación con la evolución de las sociedades humanas y con las formas de presentación del conocimiento.

En definitiva, los medios de enseñanza a través del tiempo han sido considerados como la base de los diferentes procesos de enseñanza-aprendizaje, en palabras de Medina y Mata (2009) los medios de enseñanza forman parte fundamental de la didáctica en general y “significan muy poco si no se incluyen en el momento que faciliten alguno de los objetivos pretendidos por el profesor, sea información, reflexión, entretenimiento, evaluación, etc.” (p. 200). Además de esta correspondencia con los objetivos educativos, los medios de enseñanza pueden ser comprendidos de acuerdo a su pertinencia a un modelo curricular contextual vinculado a la realidad del estudiante. Los medios de enseñanza son adaptados a las diversas condiciones del educando y de acuerdo a Medina y Mata (2009) pueden clasificarse en recursos o medios; recursos o medios escolares y recursos o medios simbólicos. De estos medios, los medios reales junto a los medios simbólicos constituyen los más compatibles con la enseñanza de la filosofía.

Por otra parte, es necesario hacer referencia a la evaluación como uno de los componentes fundamentales de la Didáctica General y como componente esencial de todo proceso de enseñan- za-aprendizaje. La evaluación permite establecer en diferentes momentos del proceso, la calidad con que se van cumpliendo los objetivos y los resultados alcanzados. En este sentido, teniendo en cuenta la naturaleza de la Didáctica de la Filosofía, el perfil, los procesos de desarrollo y el contexto de quienes intervienen en la dinámica de enseñanza-aprendizaje, entre los criterios para la evaluación se propone considerar la capacidad para la verificación de enunciados, para la estructuración y validación de argumentos, para el análisis de juicios consistentes y de fundamentación de un sistema de ideas, para lo que Salazar Bondy (2002) llama “apreciación y dominio de una teoría, y… dominio del método” (p. 120), criterios todos aplicables para la evaluación de un examen oral en el que el estudiante debe ordenar ideas, reforzar procesos de memoria, establecer analogías, utilizar conocimientos previos, relacionar contenidos, sujetos y contexto, dinamizar teoría y práctica, y, replantear nuevas interrogantes. Así, al referirse a las usuales lecciones orales como una herramienta para la evaluación, Perelló (1992) reconoce cuatro clases: la logo-céntrica que se ocupa de los contenidos de la filosofía y los procesos cognitivos; la psico-céntrica, dedica- da a la unificación de los contenidos de la filosofía y los intereses del estudiante; la empírico-céntrica basada en la experiencia del educando y la integral que sintetiza aspectos lógicos y psíquicos de la enseñanza (pp. 171-175).

Ahora bien, es preciso comprender que los nuevos escenarios socio históricos en el que se desenvuelve el sujeto conllevan nuevas formas de enseñar y de aprender, promueven la generación de nuevas didácticas, enfoques y perspectivas con miras a responder a las exigencias propias de la dinámica experimentada por la sociedad actual. La teoría, la acción docente, el aprendizaje y la construcción del saber en la actualidad se mueven en distintas direcciones pero teniendo un solo eje vertebrador: el ser humano, en este sentido, la didáctica de la filosofía debe proporcionar herramientas para lograr verdaderas transformaciones del sujeto y de su realidad.

La Didáctica de la Filosofía puede ser entendida de dos maneras: teóricamente, porque proporciona categorías epistemológicas, axiológicas, descriptivas, explicativas y predictivas fundamentales que permiten entender el ser, sentido y significado mismo de la razón de ser de la educación; prácticamente, porque proporciona las principales herramientas metodológicas, contextuales, tecnológicas, prescriptivas y normativas que permiten poner en práctica toda teoría o doctrina pedagógica sin perder la mirada del sujeto que se pretende formar. Para cumplir con esta doble comprensión, la didáctica de la filosofía requiere de todo un corpus científico auxiliar como la antropología filosófica, la lógica, la sociología de la educación, la psicología de la educación, la historia de la educación, las ciencias cognitivas que en conjunto proporcionan los insumos nece- sarios para entender el acto didáctico y sus componentes fundamentales.

La Didáctica de la Filosofía es una disciplina compleja e integradora de los saberes, se ubica en los tres problemas fundamentales de la filosofía. Se encuentra en el problema del ser por cuanto revisa los fundamentos mismos de la realidad educativa, se preocupa de encontrar la esencia y la existencia del acto didáctico. Pertenece al problema del conocer, en la medida que surge como consecuencia del intelecto humano, utiliza principios, leyes y estructuras lógicas que dinamizan la enseñanza-aprendizaje, emplea métodos, procedimientos, técnicas e instrumentos para llevar a la práctica las diversas teorías y propuestas de aprendizaje. Corresponde al problema de obrar en cuanto también es una ciencia normativa, tiene un tinte marcadamente axiológico que direcciona la construcción del conocimiento, contribuye para la formación del sujeto y coadyuva para la transformación social.

La Didáctica de la Filosofía estudia los métodos filosóficos y las actividades didácticas que tienen como propósito la enseñanza de las distintas disciplinas específicas de la filosofía. Cada disciplina filosófica tiene un carácter diferencial propio en relación a temas, problemas, enfoques y modos particulares que exigen una didáctica exclusiva dentro del problema y del área de la filosofía.

Por ejemplo, los cursos dedicados a las asignaturas relacionadas con el problema del ser, esto es la metafísica general u ontología general, así como las vinculadas a la metafísica especial (psicología, antropología, cosmología o filosofía natural, teodicea y otras disciplinas totalizadora) deberán propiciar en el estudiante las herramientas categoriales, las teorías y doctrinas que permitan comprender el fundamento, la esencia y la existencia misma de todo cuanto existe, permitirán identificar las principales problemáticas del hombre, del mundo y de Dios con lo que propiciará la capacidad de comprensión integradora o de iluminación universal de lo existente. Esta integración concentrada en el ser del hombre es lo que se pretende lograr con la antropología filosófica como uno de los saberes críticos- reflexivos y axiales de todo conocimiento.

Por su parte, los cursos vinculados al problema del conocer, es decir, la gnoseología, la epistemología y la lógica deberán desarrollar en el estudiante la conciencia crítica de la esencia, forma, estructura, límites y posibilidades del conocimiento y enriquecerán su cultura ampliando los horizontes de comprensión científica e intelectual.

En esta misma lógica, los cursos vinculados al problema de obrar, la axiología, la ética, la estética, la política por su parte, serán las encargadas de propiciar la inteligencia del estudiante aplicada a su praxis cotidiana y contextual.

Además, los cursos de historia de la filosofía independientemente de la manera en que sean enfocados, se proponen familiarizar al educando con los modelos del pensamiento riguroso y sis- temático que la historia ha determinado como referentes o hitos fundamentales considerando el devenir histórico de tal o cual pensamiento, teniendo presente el contexto socio-cultural y su contribución para la praxis del proceso humano. Por lo expuesto, la enseñanza de contenidos de la filosofía permite el desarrollo de las inteligencias múltiples en el sujeto; propicia la capacidad de autonomía y el desarrollo del pensamiento crítico-reflexivo y propositivo en el estudiante.

Así, el avance científico-tecnológico de los últimos tiempos ha producido efectos inesperados que obligan a la ejecución de modificaciones educativas adecuadas al nuevo sujeto y a su contexto, los últimos tiempos exigen la adopción de una didáctica diferencial. La didáctica de la filosofía implica tener presente las funciones, proyectos y realidades contextuales diversas del docente, del estudiante y del saber. Así mismo, la didáctica de la filosofía también contempla los momentos didácticos fundamentales de todo proceso de enseñanza, esto es la planificación, la implementación y la evaluación.

3. FINALIDADES DE LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA EN LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

Considerando que la filosofía es la madre de todas las ciencias, es preciso presentarla como la más importante dentro del corpus del saber y de la cultura de la humanidad, en tal sentido, en su enseñanza puede compararse con el de las otras disciplinas. A decir de Salazar Bondy (2002), la enseñanza de la filosofía puede concebirse como una forma de conocimiento y como un tipo de educación. Por ello se comparte la idea de la conveniencia e incorporación de sus contenidos en el currículo universitario independientemente de la carrera en la que se encuentre el aprendiz. Es importante hacer una revisión de las condiciones, de los límites y de la finalidad de este tipo de enseñanza en la educación universitaria. Entre las finalidades de la educación filosófica en el aula universitaria se pueden señalar las siguientes:

1. Finalidad transformativa que empieza con la de conciencia crítica para lograr cambios individuales y sociales.

2. Finalidad teórica, ya que la enseñanza de la filosofía consiente la configuración de una nueva concepción dialéctica del mundo mediada por la problematización, la reflexión y el pensamiento analítico-crítico con miras a participar en la construcción de un conocimiento diverso, totalizante, complejo, dinámico y abierto. Esto implica aceptar la finalidad teórica, cognoscitiva o categorial de la enseñanza de la filosofía. Esta finalidad conlleva dos formas de entender a la filosofía: como una actitud, desde donde se puede hablar con claridad de didáctica del filosofar, y, como un sistema, desde donde se puede hablar de la didáctica de la filosofía.

3. Finalidad formativa, que exige que toda enseñanza de la filosofía sea lo que en palabras de Salazar Bondy (2002), se conoce como:

…la formación racional, puesto que el problematismo, la actitud crítica, la capacidad de iluminación de la totalidad de lo existente y del sentido del mundo, la tamización racional de la vida a que aspira toda enseñanza filosófica no pueden estar ausentes….” (p. 38).

Esto correspondería a una finalidad que puede denominarse como “formativa o de cultivo del espíritu” (Salazar-Bondy, 2002, p. 38) del estudiante en quien se potencia la capacidad de enjuiciar la realidad y la existencia sustentado en teorías, horizontes diversos y modelos racionales integradores que valoren la experiencia, lo similar y lo diverso. Esta finalidad de carácter formativo, tiende a consolidar el pensamiento racional, la autonomía y la capacidad de socialización del sujeto.

4. Finalidad praxológica, por cuanto la enseñanza de la filosofía exige actividades dialogadas, explicativas y comentadas de textos y de contextos, requiere de lecciones críticas y expositivas que inciten en el estudiante nuevas formas de pensar, que inviten a argumentar, a debatir y a proponer nuevas ideas y a construir nuevos conocimientos.

5. Finalidad humanística y axiológica de la enseñanza de la filosofía se dirige a proporcionar al estudiante una serie de mecanismos que permitan comprender el ser, su sentido, su significado y la finalidad de ser humano. Esta finalidad contribuye para la formación humana, con principios y con valores que coadyuven a la formación integral del sujeto. En otras palabras, parafraseando a Salazar Bondy (2002) la enseñanza de la filosofía, permite comprender que la verdadera educación filosófica tiende a realizar los valores de una educación para la libertad, la socialización y la personificación.

En general, la enseñanza de la filosofía deberá estar impregnada de una concepción humanista y cultural, que integre armónicamente pensar-educar y saber con miras a alcanzar lo que decía Pupo (2007):

…hacer que los hombres aprendan a mirar a su entorno con ojos humanos, ya sea ante un teorema matemático, una fórmula química, una bella flor, una pieza musical, la salida y puesta del sol, contemplar la luna y el cielo estrellado, y asumir el drama del hombre con ansias de humanidad… En fin… el hombre debe ser totalmente comunicativo, sencillo y soñador, que pueda revelar la realidad compleja en sus varios matices,… está preparado para el trabajo creador y para la vida con sentido (p. 172).

Los postulados que anteceden colocan al docente de filosofía en relación con las otras ciencias entre filosofía, pedagogía, ciencia, literatura, arte, etc.; aspectos que le deben quedar despejados para ubicar a las ciencias de la educación y para comprender que su accionar requiere conocer aspectos fundamentales de la filosofía de la educación. Lo afirmado es de vital importancia para el educador por cuanto de la manera cómo se conciba la esencia del ser humano se desprenden las teorías y las didácticas educativas. Es así como los docentes de filosofía deben tener presente la relación existente entre hombre-educación-sociedad.

Para cerrar este acápite, es preciso comprender que hablar de enseñanza de la filosofía involucra comprender que la educación es un problema y es una actividad compleja en la que a decir de Fullat (1987):

…intervienen acciones, ideas, sentimientos, personas, objetos, instituciones e incluso bioquímica. Hablar en torno a la educación -aparte de que esto constituye ya un acto educantese hace particularmente problemático; tantas y tan enredadas son las varia- bles que intervienen en el proceso educacional. No considero que exista quien pueda estar seguro de la enumeración completa de todos los factores que participan en tan fascinante antropogénesis…La primera dificultad con que topamos coincide con el problema de relacionar acción y pensamiento, no perdiendo además de vista que se dan distintos niveles de discurso mental….(p. 6).

Por consiguiente, hablar de la comprensión y de la praxología de la didáctica de la filosofía, implica como se manifestó anteriormente:

retornar al sujeto, considerar la estructura lógica del accionar humano y valorar la pluralidad de esas acciones que, entretejidas en el tiempo, configuran una historia, un sistema de conocimientos multi, inter e intra disciplinarios, un estatuto epistemológico propio y una tendencia integradora del fenómeno educacional, en el que confluyen un conjunto de saberes” (Aguilar-Gordón, 2013, p. 11).

Es por ello que cuando se piensa en la enseñanza de la filosofía es preciso considerar el fundamento mismo de este tipo de enseñanza, es necesario tener claridad sobre el tipo de sujeto que se quiere formar así como también se debe tener definidos la esencia y los fines de este tipo de saber para desde allí construir una metodología consistente, lógica y coherente sustentada en principios, normas, enfoques, perspectivas, estrategias, estructuras, discursos, alcances y posibilidades de aplicación actual y contextual propios de un necesario estatuto epistemológico.

La metodología didáctica de la filosofía deberá privilegiar el pensar, el cuestionar y el proponer, en otras palabras, a decir de De Zubiría (2016) deberá valorar “la actividad autoestructurante” (p. 86). Además, la autora considera que la metodología didáctica de la filosofía deberá favorecer las actividades interactivas en talleres de discusión, debates, conversatorios en base a lectura de textos básicos, ejercicios de problematización, de pensamiento crítico, creativo, propositivo, inductivo-deductivo, interpretativo.

En otras palabras, la metodología didáctica de la filosofía, en palabras de Zubiría (2006) citado por Aguilar-Gordón (2017) debe ser: “interestructurante y dialogante, reivindicando el papel de la mediación del maestro y el papel activo del estudiante por igual” (p. 88).

4. EL DOCENTE DE FILOSOFÍA

Es importante distinguir entre el pensador de la filosofía y el que enseña la filosofía, aunque en ocasiones el docente de filosofía es también pensador de la misma y viceversa, pero en otras ocasiones, el pensador o el filósofo no se involucra en el quehacer docente, de todos modos, el docente de filosofía no deberá estar divorciado de la función creadora de la reflexión crítica, del pensar, investigar y construir el saber. Quien enseña filosofía deberá estar comprometido con la verdad, la honestidad y la lealtad; deberá ser un ser humano consecuente, integral e íntegro en quien se evidencie plena coherencia entre lo que piensa, siente, dice y hace. En otras palabras, quien en- seña filosofía, deberá caracterizarse por lo que en términos de Salazar Bondy (2002) denomina una “actitud ante la verdad” (p. 48). A lo anterior, se agrega de modo indispensable “cualidades morales, la honestidad intelectual, el respeto a la libertad de pensamiento y la tolerancia de las ideas” (Salazar Bondy, 2002, p. 48).

No puede catalogarse como un buen docente de filosofía quien exprese ideas que no siente, simule convicciones que no tiene, que limite la expresión y elaboración de ideas propias del pensamiento de sus estudiantes o que se niegue a admitir la diversidad de pensamiento, otras posibilidades de verdad que vayan más allá de sus enfoques personales, del dogma de una escuela, del principio que defiende, de la doctrina o de la corriente con la que muestra su identificación.

En este acápite se hará referencia al docente de filosofía quien a título personal deberá caracterizarse, entre otras cosas por lo siguiente:

• No deberá utilizar argumentos filosóficos a favor de una concepción del mundo, ideología o tendencia cualquiera para imponer, adoctrinar u obstruir la conciencia crítica-reflexiva del estudiante presentado sus ideas como verdades absolutas.

• No deberá convertir la clase de filosofía en un curso de retórica o de disertación que olvida la interacción crítica con el estudiante y con su entorno.

• No deberá considerar al aula como el espacio de la indiferencia y del apartamiento de la vida y de sus problemáticas cotidianas.

• Deberá proporcionar un conjunto de herramientas categoriales fundamentales al estudiante con el propósito de propiciar un acercamiento crítico acerca del corpus científico-tecnológico y de la producción de la cultura de la humanidad.

• Deberá detectar el nivel de los conocimientos previos obtenidos por los estudiantes con la finalidad de procurar una adecuada nivelación de conocimientos que permitan desarrollar y consolidar el conocimiento.

• Deber identificar el estilo de aprendizaje de los estudiantes con miras a comprender el desenvolvimiento humano en su conjunto,

… el no conocimiento de los estilos de aprendizaje por parte del docente y por parte del aprendiz genera rupturas cognitivas e inconformidad en los sujetos involucrados, los dos implicados tienden a sufrir una especie de acomodación a una situación dada que les impide desarrollar todo su potencial intelectivo, afectivo y procedimental (Aguilar-Gordón, 2016, p. 167).

Identificar el estilo de aprendizaje implica comprender una serie de características fisiológicas, pedagógicas, contextuales-histórico-socio-culturales, cognitivas, procedimentales, afectivas, actitudinales que se presentan cuando una persona debe enfrentar una determinada situación de aprendizaje (Aguilar-Gordón, 2016).

• Deberá percatarse que el estudiante posea de acuerdo a Salazar Bondy (2002) “una base instrumental lingüística suficiente” (p. 60), ya que el dominio del lenguaje es una condición necesaria para el adecuado desenvolvimiento en los procesos filosóficos. La carencia de esta base de medios lingüísticos, a decir del autor antes mencionado, “hace completamente estéril el esfuerzo del alumno en la clase de filosofía, y cuando este defecto es más o menos general, anula la posibilidad de enseñar propiamente la materia” (p. 60).

Sin pretender estructurar un recetario, coincidiendo con Salazar Bondy (2002), hay diversos rasgos particulares y disposiciones intelectuales que son deseables en un estudiante de filosofía y que a entender propio el docente de filosofía deberá detectar en el sujeto que aprende:

..la inquietud cognoscitiva, que se manifiesta sea en el afán interrogativo y en la problematización constante, sea en la duda y en la desconfianza e insatisfacción racionales; la capacidad de intelección que permite abarcar y entender en una mirada interior una situación real o una conexión de ideas muy compleja; el gusto por el análisis y la prueba…reclamado como un trámite necesario en toda suerte de saber; la seriedad y la honestidad intelectual que llevan a sobreponer el respeto a la verdad….; una cierta toma de conciencia vital y una sensibilidad despierta para los problemas del hombre en general y en función de estos, de la propia existencia; la restricción y generalización de los caracteres señalados,… (p. 62).

Efectivamente, cuando se habla de la enseñanza de la filosofía, mejor rendimiento y producción intelecto-filosófica interesante que por lo general proviene de quienes poseen estos rasgos característicos y las disposiciones intelectuales señaladas:

• Deberá evitar hacer de la enseñanza filosófica un mero relato de experiencias personales, sugestivas o dramáticas, puesto que como dice Salazar Bondy (2002) “la resonancia subjetiva y el dramatismo no aseguran autenticidad filosófica o una reflexión… el filosofar es una mutación del pensar capaz de hacer importante cualquier hecho” (p. 43).

• Deberá motivar a sus estudiantes la cultura filosófica, el pensamiento crítico y el cultivo del lenguaje; la investigación, la problematización, la interrogación y, sobre todo, deberá entusiasmar y propender el filosofar, la reflexión crítica y la generación de alternativas de solución.

• Deberá evitar el reduccionismo en todos los niveles, esto es ver en la enseñanza de la filosofía una unión dialéctica entre teoría y praxis, entre razón y experiencia, entre lo abstracto y lo concreto. Esto se evidencia en la siguiente cita extraída de la propuesta de Salazar Bondy (2002) para quien:

… la filosofía compromete a la vida y la vida afecta a la filosofía: el filosofar no es una meditación divorciada de la praxis ni menos opuesto a ella. De donde resulta el imperativo de unir vida e ideas en la enseñanza filosófica,…” (p. 52).

De allí que el docente de filosofía deberá estar bien formado para respaldar las ideas con sus acciones y nutrirlas mutuamente para fortalecer el pensamiento y no banalizar la docencia; deberá interesarse por el sujeto que forma, por su ser, su conocer, su hacer y su vivir. Quien enseña filosofía deberá poseer suficientes conocimientos generales y específicos en su área y de las otras disciplinas, deberá conocer y utilizar métodos de estudio, métodos filosóficos, métodos de investigación y métodos pedagógicos que permitan cumplir todos los objetivos de la educación.

El docente de filosofía deberá conocer sobre didáctica de la filosofía, sobre elementos fundamentales de teoría de la argumentación y todo en coordinación con las exigencias de una cultura investigativa, pedagógica y psicológica básica para cumplir eficientemente con su tarea como docente. El docente de filosofía debe ser un pensador de la filosofía, un ser interrogador, investigador, problematizador y con capacidad para potenciar el pensamiento crítico y creativo en sus estudiantes. La personalidad del profesor de filosofía debe corresponderse con la naturaleza misma del filosofar ya que como dice Perelló (1992):

…no existe auténtico profesor de filosofía que no sienta la exigencia del pensar filosófico. El profesor debe cultivar la reflexión crítica, el rigor de la investigación, el orden y la sistematización del pensamiento, la capacidad de penetración y de iluminación de la realidad (p. 163).

A la caracterización anterior de las cualidades propias del profesor de filosofía, se agregaría: un alto grado de dominio y de rigurosidad en el uso del lenguaje técnico de este tipo de conocimiento y sobre todo la predisposición hacia el fortalecimiento de la cultura intelectual.

5. MÉTODOS FILOSÓFICOS PARA LA ENSEÑANZA DE FILOSOFÍA

En este acápite se propone un conjunto de métodos filosóficos, estrategias, técnicas y actividades que contribuyen para la enseñanza de disciplinas filosóficas a quienes no se preparan para ser filósofos. Y a su vez se pretende generar una serie de herramientas metodológicas y procedimentales que contribuyen para enseñar a filosofar.

Método socrático. Este método ideado en el pensamiento de Sócrates tiene como base a la mayéutica, se sustenta en la interrogación; pues mediante la formulación de preguntas y la generación de respuestas se establece el diálogo, según el cual el docente puede obtener del educando los conocimientos previos con los que cuenta y lo cuestiona llevándolo hacia el descubrimiento de nuevos conocimientos. Mediante la interrogación no solamente se puede extraer los preconceptos sino también se puede identificar los propios sentimientos, así como también permite conocer lo que piensa, hace y dice el estudiante.

Para enseñar a filosofar con este método se podrían utilizar estrategias como las siguientes:

Estrategia ¿Cómo sería……si………?. En cómo sería se deberá ubicar temas, problemas, objeto, situación de vida o casos reales. En sí, se piensa en la ausencia o presencia real del tema, objeto, situación o problema. Ejemplos:

• ¿Cómo sería la vida sí? no hubiera agua? Enumere tres formas diferentes de dicha presencia o ausencia.

• Si las personas no tuviesen problemas, ¿cómo funcionaría el mundo? ¿cómo sería la vida? Diseñe un sistema de vida que no se base en los problemas.

Estrategia Un cuento filosófico. Consiste en escribir un cuento utilizando frases filosóficas sin utilizar los nombres de los filósofos que las manifestaron.

Estrategia Analogía. Consiste en analizar los rasgos característicos de dos o más situaciones, ideas, problemas, hechos o personajes con la finalidad de encontrar relaciones de semejanza entre los diferentes. Ejemplo: ¿Se siente más parecido a un sabio, a un mendigo o a un campesino? ¿Por qué?

Estrategia ¿Qué es más importante? Consiste en reflexionar, repensar en una situación, hecho, idea o problema con la idea de fundamentar, contextualizar, proponer y transformar la realidad actual. Ejemplo: ¿Qué es más importante: pensar, investigar o leer? ¿Por qué?

Así mismo, luego del tratamiento de un tema de cualquiera de las disciplinas filosóficas especiales se puede formular las siguientes preguntas:

• ¿Cuál es el objetivo de estudiar ese tema?

• ¿Cuál es la mejor pregunta que puedo formular sobre ese tema?

• ¿Qué información necesito para contestar a esa pregunta?

• ¿Cuáles son las preguntas relacionadas que debo considerar?

• ¿Cuáles son los aportes de ese tema para mi vida y para mi formación?

• ¿Qué aspectos se encuentran vigentes en mi vida, en la sociedad actual y en el mundo en general?

• Si pudiera hablar con Dios ¿qué le diría? Construya una conversación en la que hable con Dios.

Todas las preguntas tienen como finalidad que el estudiante aprenda a discernir la información, reflexionar, repensar, comparar, explicar, pueda tomar decisiones y construya su opinión propia. La formulación de preguntas promueve el pensamiento analítico-crítico-reflexivo y propositivo.

En este contexto, vendría bien la aplicación de la Estrategia CMI (comparación mediante la interrogación), sugerida en el artículo Estrategias didácticas para desarrollar operaciones mentales en el sujeto que aprende. Esta estrategia consiste en proponer ejemplos/problemas, hechos, objetos, casos o temas propuestos, para buscar semejanzas y diferencias y a continuación seguir la guía propuesta para desarrollarla, tal como se sugiere: “¿Cuáles son las similitudes encontradas?

¿Cuáles son las diferencias existentes entre los ejemplos, problemas, hechos, objetos, casos o temas propuestos? ¿Con qué aspectos discrepa? ¿Con qué aspectos concuerda?” (Aguilar-Gordón, 2007, p. 51).

En las historias de la filosofía, se puede utilizar distintos métodos, estrategias, técnicas y actividades como las que se sugieren a continuación:

Estrategia. Lo que aprendo lo comento: Había una vez, entonces, ahora

En había una vez, conocemos al filósofo, su contexto, su biografía, sus obras, su pensamiento y las influencias recibidas. En entonces, se procede a determinar la vigencia o actualidad de su pensamiento y las repercusiones generadas. Y, en ahora, se vuelve a retomar el pensamiento del filósofo para identificar los principales aportes y mensajes que generan sus ideas y postulados fundamentales en nuestra vida y en nuestro contexto.

Otra estrategia valiosa es RADC (Reflexión, Acuerdo, Desacuerdo y Conclusión), misma que funciona del modo que se describe a continuación:

Reflexión (R). Proceso de asociación de las características observadas y la interiorización del tema, problema u objeto analizado.

Acuerdo (A). Identificación de las tesis, características, ideas, proposiciones o argumentos con los que concuerda.

Desacuerdo (D). Determinación de ideas, proposiciones o argumentos con los que discrepa o no se encuentra de acuerdo.

Conclusión (C). Construcción de una nueva idea, propuesta o argumento sobre el tema, problema u objeto analizado (Aguilar-Gordón, 2007, p. 53).

En general, para enseñar filosofía y para enseñar a filosofar es preciso utilizar metodologías activas y críticas en las que el estudiante sea el principal protagonista del proceso, en las que el estudiante se involucre directamente como lo sugieren el uso de las técnicas del aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en proyectos, el estudio de casos y las técnicas que despiertan el interés, la curiosidad por aprender, que motivan el aprendizaje significativo y que favorezcan un verdadero aprendizaje autónomo y desarrollador de todas las potencialidades del ser humano.

Actividades sugeridas para el cumplimiento de lo antes manifestado:

• Planteamiento de dilemas morales. Consiste en la formulación de una situación problemática que narre un conflicto de valores para que los estudiantes asuman una posición propia y expongan sus argumentos de acuerdo a su propia escala valorativa y experiencias personales.

• Análisis y comparación de corrientes de pensamiento, postulados, frases y problemáticas filosóficas. Desde diferentes puntos de vista, enfoques y perspectivas que permitan construir el conocimiento propio partiendo de la reflexión.

• Debates o mesas de discusión. Se pueden plantear debates o mesas de discusión a partir de las corrientes y problemas filosóficos fundamentales vinculados a las experiencias y al contexto del estudiantado; a partir de la lectura de textos filosóficos, desde la visualización de videos o de una situación conflictiva surgida en el mismo ambiente áulico. Estas actividades permiten a los estudiantes analizar la información, argumentar sus ideas, contextualizar y asumir posición propia.

• Sociodramas o simulaciones. Estas actividades permiten representar o replicar una situación de conflicto cognitivo para luego consensuar una solución con todos los integrantes del aula. En grupos pequeños los estudiantes deberán discutir acerca de las alternativas de solución, deberán presentar argumentos y generarán nuevos espacios para la discusión. Finalmente se establecerán acuerdos y conclusiones básicas.

• Enseñar a dudar y a preguntar. Con la finalidad de fomentar el pensamiento crítico en los estudiantes para que sean ellos mismos quienes aprendan a identificar lo bueno y lo malo, los conocimientos completos de los incompletos y así puedan emitir juicios debidamente construidos.

• Enseñar a justificar, argumentar, analizar. Pretende encontrar las razones, explicaciones y argumentos sustentados teórica y contextualmente en los estudiantes. Se pueden analizar ideas, problemas, situaciones, pensamientos y contextos con el propósito de que el estudiante desarrolle profundamente su pensamiento crítico, demuestre su autonomía cognitiva, su apertura a la recepción de la opinión ajena.

• Proponer estudio de casos. Se trata de historias diseñadas para educar, son un conjunto de ejemplos complejos en los que se expone un problema filosófico por descubrir. Se aplican conceptos teóricos y se motiva al estudiante a examinar la situación, a dar soluciones razonadas y sustentadas. Son motivadores y contribuye para la toma de decisiones.

• Realizar lectura crítica y comentario de textos filosóficos. Con la finalidad de que el estudiante no solamente aprenda contenidos del texto, sino que a partir de él extraiga críticas, elabore nuevos conocimientos y propuestas de acuerdo a su propia realidad.

• Aplicar la técnica de aprendizaje basado en problemas (APB). Promueve el estudio y la investigación en contextos reales para resolver problemas mediatos e inmediatos, para lo cual analiza, evalúa, desarrolla, implanta soluciones, aprovecha oportunidades y problemas.

Método baconiano. Este método permite el descubrimiento de nuevos conocimientos luego de despojarse de un conjunto de ídolos, trabas u obstáculos presentes en el sujeto que conoce y que construye. La inducción es el camino más idóneo que conduce al conocimiento, mismo que en el proceso de enseñanza-aprendizaje ofrece algunas posibilidades. La pretensión del método baconiano era reformar el saber para superar el método tradicional para lo cual clasificó a la ciencia de acuerdo a las facultades humanas (memoria, imaginación y razón). A esta especie de revolución cognitiva, fue denominada por Bacon como “la gran instauración” (Bacon, 1984, p. 125).

Bacon (1980) en el Novum Organum (Indicaciones relativas a la interpretación de la naturaleza, publicada en 1620) propone el método inductivo para el que la explicación lógico-técnico-científica sustentada en observación y en la experimentación son indispensables; está convencido que la ciencia como una técnica puede dar al ser humano el dominio sobre la naturaleza y sobre sí mismo.

Para iniciar todo proceso investigativo es preciso liberarse de los ídolos o prejuicios y actitudes preexistentes, preconcebidas a nivel común de la propia especie humana, a nivel de la personalidad individual; de las relaciones con las demás personas y a nivel de las autoridades antiguas y contemporáneas. Los ídolos son “nociones e imágenes falsas que se apoderan de la mente y tienden siempre a reaparecer” (Tejedor-Campomanes, 1996, p. 85). Para Bacon, unos ídolos son in- natos y otros son adquiridos. Esto aplicado en la enseñanza podría leerse de la siguiente manera:

Que la inteligencia humana debe apropiarse de instrumentos eficaces y objetivos como la experiencia para dominar la naturaleza, aspecto que había sido no tomado en cuenta en épocas anteriores. Que se debe repensar y actuar para superar los diferentes obstáculos que impiden llegar a un conocimiento verdadero, una propuesta para la superación de los ídolos sería la que se describe a continuación:

Ídolo de la tribu o raza, referida a los prejuicios comunes a la sociedad y a la totalidad del género humano. Según Bacon (1984), está presente en la tendencia conservadora de la mente humana por la cual el ser humano se resiste ante cualquier novedad, la asimila, la distorsiona; se refiere a la experimentación de una serie de complejos de superioridad, inferioridad por cuestiones de carácter físico, psíquico, anatómicos; está relacionado con la propia vida emocional del sujeto, de la inclinación a seguir las impresiones fuertes con la consecuente falta de objetividad en el momento de valorar los argumentos a favor o en contra de un principio. Este ídolo conduce a la falsedad porque se apoya en los datos engañosos que proporcionan los órganos sensoriales.

Ídolo de la cueva o caverna, relacionado a los prejuicios que provienen de la educación y de los hábitos adquiridos por cada persona. Para Bacon (1984), este ídolo es propio de cada sujeto que es como una caverna en la que se pierde la luz de la naturaleza; precede del temperamento, de la educación, de la investigación, de las lecturas y experiencias individuales; pues unos se emocionan con lo nuevo y otros prefieren lo antiguo, otros valoran las experiencias y algunos las especulaciones.

Ídolo de la plaza o foro, vinculado a los prejuicios que nacen del mal uso del lenguaje, utilizando términos y palabras ambiguas, erróneas o imprecisas. De acuerdo a Bacon (1984), éste procede de la relación entre seres humanos y se refiere a la fuerza de las palabras que transmiten nociones fantásticas y que perturban la mente. Este es el más peligroso por cuanto las palabras sustituyen la realidad y a pesar de “que se intenta dominarlas por medio de definiciones, las definiciones mismas están hechas de palabras y las palabras engendran palabras (Bacon, 1984, p. 54).

Ídolo del teatro, relacionado con los prejuicios que surgen de la falsa filosofía, del mal uso de autoridad, de la imposición de los dogmas, del contexto socio-cultural, político, religioso. En Bacon (1984), éste procede de:

…los sistemas filosóficos anteriores, y de sus métodos y lógica (todos los cuales son “como mundos ficticios y teatrales”). Son,…”los principios y axiomas de las ciencias que siguen prevaleciendo gracias a la tradición, la credulidad y la negligencia”; pero también “las malas reglas de la demostración” (Bacon, 1984, p. 49).

Es un enemigo mental con el que hay que luchar, se refiere específicamente a superar el ídolo de la lógica vulgar y de la lógica aristotélica. Una vez superados todos los ídolos descritos, se inicia el proceso investigativo y toda la información recopilada deberá registrarse en lo que Bacon (1984) llama tablas de presencia, de ausencia y de grados. Aplicando el método baconiano en todos los contenidos de las disciplinas filosóficas, de modo didáctico el procedimiento a ejecutarse en el aula sería el siguiente:

1. Identificación de un tema, objeto, hecho, fenómeno o formulación de una interrogante sobre una situación problemática.

2. Observación del hecho, fenómeno, situación, problema, conflicto o experiencia concreta.

3. Registro de toda la información recopilada acerca del tema, objeto, situación o problema planteado.

4. Ordenación sistemática de la información recogida de acuerdo a las tres tablas, en la tabla de presencia se registra toda la información, características y propiedades que se encuentran en el objeto, hecho, fenómeno, situación, experiencia o problema investigado; en la tabla de ausencia, se registran los hechos que no se encuentran en el objeto, problema o situación investigada. Las informaciones de las dos tablas deben ser consecuentes entre sí; y, finalmente, en la tabla de grados, se registran los aspectos, características o cuestiones que varían en la investigación.

5. Es el momento en que Bacon (1980) sugiere proceder con la inducción propiamente dicha, la cual comienza por el procedimiento de exclusiones que surge como consecuencia de la coordinación, relación, análisis y reflexión establecida entre las dos primeras tablas.

6. Elaboración de un esbozo de interpretación o lo que Bacon (1984) llama “primera vendimia”, que viene a ser lo que se conoce como la formulación de una hipótesis provisional a partir de lo encontrado previamente.

7. Estructuración de conclusiones, toma de decisiones, generación de nuevas opciones, anticipación de consecuencias en función de la investigación. realizada.

Este último paso bien podría ser complementado con la técnica sobre la toma de decisiones propuesta por Swartz, et. al. (2015), misma que puede orientarse a través de las siguientes interrogantes:

1. ¿Por qué es necesario tomar esta decisión?

2. ¿Qué opciones tengo?

3. ¿Qué consecuencias puede tener cada una de esas opciones?

4. ¿Qué importancia tienen las consecuencias?

5. ¿Cuál es la mejor opción a la luz de las consecuencias?:

¿Qué ocurriría si elijo esta opción?

• ¿Por qué cree que surgirán tales consecuencias?

• ¿Hasta qué punto tienen importancia las consecuencias? ¿Por qué? (p. 113).

De modo que enseñar filosofía con el método baconiano conlleva un proceso vinculado con la realidad práctica y directa del escenario en el que se encuentra el sujeto.

Método cartesiano. Es un método de carácter matemático, se caracterizaba por rechazar y evitar el error; se propone alcanzar la verdad. El criterio de verdad era todo aquello que se presentara con dos características fundamentales: la claridad y la distinción. Descartes (2010) consideraba que los sentidos nos engañan y que la razón también se ha equivocado en numerosas ocasiones, pero el único conocimiento certero han sido siempre las matemáticas, estaba convencido que es preciso reconstruir el edificio del saber. Además, estaba convencido que lo que hace verdaderos a los conocimientos matemáticos es el método empleado. El ideal que guía el pensamiento cartesiano fue alcanzar un saber universal y exacto como las matemáticas.

Los planteamientos acerca del método propuesto por Descartes se encuentran estipulados en el Discurso del método (1637) y en Reglas para la dirección del espíritu (1701 cuya redacción empezó en 1629). Desde la visión cartesiana, el método es concebido como:

…una serie de reglas ciertas y fáciles, tales que todo aquel que las observe exactamente no tome nunca a algo falso por verdadero, y, sin…esfuerzo mental, sino por incrementar su conocimiento… llegue a una verdadera comprensión de todas aquellas cosas que no sobrepasen su capacidad (Descartes, 2010, p. 47).

Descartes (2010) considera que el método se aplica al modo de funcionar de la razón misma que tiene dos características fundamentales: necesidad lógica y validez universal. De allí que, Descartes (2010) propone a la intuición y a la deducción como los dos únicos modos de conocimiento y como los únicos elementos sobre los que se debe construir el método mismo que se sustenta en 4 reglas: de la evidencia, del análisis, de la síntesis y del recuento.

Estas cuatro reglas resultan muy funcionales para ser aplicadas en el tratamiento de los contenidos de las asignaturas de la filosofía, contribuyen para desarrollar y fortalecer el pensamiento crítico-analítico y reflexivo. Las dos primeras reglas son la parte analítica del método y las dos últimas son la parte sintética. Las cuatro reglas en conjunto enriquecen la parte intelectiva, procedimental y emotiva del ser humano.

El método cartesiano promueve en el estudiante dos operaciones básicas: el análisis (permite el descubrimiento y la investigación; ayuda a separar lo esencial de lo accidental, promueve el orden, la corrección) y la síntesis (desarrolla la capacidad para exponer, explicar o enseñar lo adquirido mediante procesos investigativos). Con estas dos operaciones básicas, el estudiante desarrolla una serie de competencias vinculadas al orden, la simplicidad, la coherencia lógica, la claridad y la precisión en todo cuanto piensa (mente), hace (descompone y simplifica), siente, dice y vive (saber ser). Aplicando las cuatro reglas del método propuesto por Descartes (2010) en el aula universitaria tenemos lo siguiente:

1. Evidencia. No admitir nada como verdadero sino tiene las características de claridad y distinción. Según Descartes (2010), una idea es clara cuando advertir todos sus elementos sin la menor duda y una idea es distinta cuando se diferencia, separa o recorta de las demás, de modo que no se confunda con ninguna otra idea.

2. Análisis. Dividir o descomponer al problema en el mayor número de partes o parcelas cuantas fuere posible con la finalidad de obtener la mejor solución. Los problemas son un conjunto vertebrado de ideas complejas.

3. Síntesis. Ordenar lógica, rigurosa y sistemáticamente cada uno de “mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente” (Descartes, 2010, pp. 47-48). Una vez llegado a los elementos simples de un problema hay que reconstruirlo en toda su complejidad. La síntesis es complementaria del análisis, es un proceso ordenado de deducción en el que todas las ideas se encadenan mutuamente.

4. Comprobación o Prueba. Enumerar completamente todas las partes y revisar todo el proceso seguido en la investigación con la finalidad de incluir los datos omitidos y con el propósito de corregir las posibles equivocaciones. En palabras de Descartes (2010), significa “hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada” (p. 48).

A estas cuatro reglas bien podría agregarse una de tipo concluyente:

5. Proponer nuevos argumentos, teorías, enfoques o perspectivas que se conviertan en semilleros de nuevos procesos investigativos.

Esta última regla del método bien podría ser complementada con la técnica de la escalera de la metacognición propuesta por Swartz, et. al. (2015) misma que “representa niveles progresivos de metacognición que sirven para interiorizar los hábitos de pensamiento eficaz y el uso autónomo que los individuos hacen de ellos” (p. 109). La escalera de la metacognición se encuentra conformada por los siguientes niveles que son dignos de desarrollarlos en el aula:

a. Cobrar conciencia del tipo de proceso de pensamiento que estamos llevando a cabo.

b. Describir cómo nos involucramos en el proceso de pensamiento.

c. Evaluar si lo hemos llevado a cabo de forma eficaz.

d. Planificar la ejecución del proceso del pensamiento la próxima vez que tengamos que hacerlo (Swartz, et. al. 2015, p. 109).

Método hermenéutico. Este método contiene diferentes horizontes de comprensión, de sentido y de significado que permiten valorar los diferentes escenarios en los que se encuentran los involucrados por lo que resulta significativo para ser aplicado en el ámbito educativo. Este método es eficaz para evitar posibles tergiversaciones o distorsiones de los mensajes que realmente nos quieren proporcionar los textos y los contextos.

De allí que, Sánchez (2001) citado por (Machado, 2017) sostiene que la investigación hermenéutica tiene tres etapas principales y dos niveles. Las etapas son: el establecimiento de un conjunto de textos o cánones para interpretarlos (corresponde al nivel empírico); la interpretación de esos textos, y la generación de teorías sobre los dos anteriores (éstas últimas corresponden al nivel interpretativo). Este método se utiliza en todas las áreas del saber y por ello mismo no puede ser ajeno a la aplicación didáctica que pueda realizarse en el aula. Propicia y valora la cuestión narrativa, descriptiva, interpretativa y explicativa. Para la aplicación del método hermenéutico en la enseñanza de la filosofía, se considerará lo establecido por Machado (2017), para quien el procedimiento del método hermenéutico es el que sigue:

1. Identificación del problema. Con la finalidad de alcanzar los objetivos propuestos. El problema se deriva del texto y del contexto.

2. Identificación de textos y contextos relevantes. Considerando contextos significativos y las fuentes primarias con el propósito de fortalecer la creatividad, narrativa y producción de textos; crear nuevas ideas o teorías.

3. Validación de textos. Es lo que se conoce como la crítica interna que permite la enunciación de preguntas generadoras en relación al número y a la pertinencia de los textos elegidos.

4. Búsqueda de pautas en los textos y en los contextos. Es lo que se conoce como el análisis de datos para lo cual se deberá establecer los indicadores y criterios que se consideren necesarios y suficientes para cumplir con los objetivos planteados. Para lograr un acercamiento adecuado al discurso, Machado (2017) propone considerar:

…un contexto retórico, un contexto intelectual/ético y un contexto disciplinar e inter- textual (organizativo); es decir:

a) estudiantes en una universidad escribiendo para un profesor, con algún propósito;

b) seres humanos en desarrollo intelectual y ético; y

c) filósofos incipientes aprendiendo a desarrollarse en el contexto de su disciplina, filosofía, cuyos límites estaban señalados por sus escritos, su profesor y el curso (p. 1).

5. Explicación de pautas: generación de una interpretación. Analiza los textos y contextos en el ámbito comunicativo en el que fueron creados, los describe en su particular entorno de la clase de filosofía. Estudia los contextos mencionados (retórico/intelectual-ético/disciplinar) en secciones separadas.

6. Relación de la nueva interpretación con interpretaciones existentes. La dialéctica comunal. La investigación con el método hermenéutico no concluye con la interpretación individual sino que se abre a la comunidad metodológica de manera existencial.

7. Diseminación a un amplio número de lectores. Contribuye para la identificación de las voces de los investigadores en el desarrollo, los orienta para que se expresen con distintos propósitos y los motiva a escribir con sinceridad, con temas propios e innovadores tal como lo planteaba Machado (2017).

Este método puede complementarse con la técnica Análisis, Interpretación, Juicio, Inferencia (AIJI).

Análisis. Análisis y comprensión de una situación, problema, texto y/o contexto determinando, generando una adecuada distribución de las partes del tema central.

Interpretación. Elucidación de fundamentos objetivos y de sólidos argumentos que evidencien la apropiación del contenido del texto analizado o la realidad estudiada.

Juicio. Estructuración de un juicio contundente que refleje una seria justificación teórica, que permita identificar lo positivo y lo negativo de cada situación problemática; que promueva la generación de acuerdos y discrepancias textuales y contextuales.

Inferencia. Elaboración de un corolario que evidencie la formulación de alternativas innovadoras, de soluciones pertinentes, de nuevas teorías, ideas o postulados que inviten a nuevas investigaciones que distinga lo real de lo ficticio.

La puesta en práctica de este método, la técnica y las actividades sugeridas son imprescindibles en todas las clases de las materias filosóficas. La aplicación de actividades para comprender y pensar sobre los contenidos, para ello se sugiere la técnica IAEF (identificar, analizar, evaluar y formular):

• Identificar y seleccionar diferentes textos, documentos, archivos, datos y situaciones relacionadas a temas filosóficos.

• Analizar los textos, documentos, archivos, datos y situaciones seleccionados remitiéndose a otras fuentes para determinar la fiabilidad de la información.

• Evaluar la autenticidad, autoridad, credibilidad, actualidad, pertinencia e importancia de los mismos.

• Formular diversas interrogantes, proponer preguntas de carácter histórico, filosófico, sociólogo, etc. basadas en la investigación y en la interpretación.

Así mismo, para la complementación del método hermenéutico resulta interesante realizar actividades que permitan la conceptualización, la problematización, la argumentación filosófica y la construcción de ensayos, artículos, ponencias, etc.

6. A MODO DE CONCLUSIONES

La didáctica de la filosofía conlleva dos problemas por resolver: la enseñanza del filosofar y la enseñanza de la filosofía.

• Enseñar a filosofar y enseñar filosofía se necesitan mutuamente por cuanto la primera requiere de los problemas, conceptos y teorías surgidas como consecuencia del proceso histórico-social que le proporciona la segunda y la segunda requiere del asombro y de las problemáticas cotidianas surgidas de la actitud y de las acciones humanas.

• La didáctica de la filosofía y la didáctica del filosofar son parte constitutiva de la actividad filosófica propia de los entornos académicos guiados por una cultura de interrogación, aprendizaje y construcción del saber.

• La Didáctica de la Filosofía tiene sus fundamentos en la filosofía y estipula rasgos propios de la filosofía de la educación.

• La Didáctica de la Filosofía es una especie de la Didáctica específica con la incorporación de diferentes métodos que se utilizan de acuerdo a los problemas fundamentales al que pertenezca el objeto de estudio que es un campo específico de la filosofía.

• Es preciso pensar en estrategias de enseñanza-aprendizaje, en las formas de uso adecuado de método y estrategias que posibiliten mejores enlaces con el conocimiento filosófico.

• En la Didáctica de la Filosofía como en la Didáctica General, están presentes los seis componentes que constituyen todo acto didáctico y todos ellos cumplen un papel importante en el proceso.

• La teoría, la acción docente, el aprendizaje y la construcción del saber en la actualidad se mueven en distintas direcciones, pero teniendo un solo eje vertebrador: el ser humano.

• La Didáctica de la Filosofía es una disciplina compleja e integradora de los saberes, se ubica en los tres problemas fundamentales de la filosofía.

• La didáctica de la filosofía estudia los métodos filosóficos y las actividades didácticas que tienen como propósito la enseñanza de las distintas disciplinas específicas de la filosofía. Cada disciplina filosófica tiene un carácter diferencial propio en relación a temas, problemas, enfoques y modos particulares que exigen una didáctica exclusiva dentro del problema y del área de la filosofía.

• Las finalidades de la didáctica de la filosofía son: transformativa, teórica, formativa, praxológica, humanística y axiológica.

• Quien enseña filosofía deberá estar comprometido con la verdad, la honestidad y la lealtad; deberá ser un ser humano consecuente, integral e íntegro en quien se evidencie plena coherencia entre lo que piensa, siente, dice y hace.

• El docente de filosofía deberá estar bien formado para respaldar las ideas con sus acciones y nutrirlas mutuamente para fortalecer el pensamiento y no banalizar la docencia; deberá interesarse por el sujeto que forma, por su ser, su conocer, su hacer y su vivir.

• El docente de filosofía deberá conocer sobre didáctica de la filosofía, sobre elementos fundamentales de teoría de la argumentación y todo en coordinación con las exigencias de una cultura investigativa, pedagógica y psicológica básica para cumplir eficientemente con su tarea como docente.

• En este documento se han propuesto algunas pautas para el uso de los métodos socrático, baconiano, cartesiano, hermenéutico en la enseñanza de la filosofía. Hay otros métodos filosóficos de resultados probados que por ahora no han podido ser abordados.

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